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Como presbiterianos hablar de culto se nos hace algo tan normal o común
que damos por sentado que sabemos si no todo por lo menos lo más pertinente
respecto al tema. Sin embargo, si damos un vistazo a todos los grupos religiosos
tanto las iglesias históricas como las iglesias que tienen una historia más reciente,
nos daremos cuenta de los diversos tipos de culto que se llevan a cabo, y como
cada día se insertan nuevos elementos del culto. Cuando una iglesia tiende a
introducir estos elementos o nuevas formas de culto (estilo de música,
predicación, servicio) común mente nos dirá que todo ello responde a tener un
culto más contemporáneo. De igual manera hay iglesia que se resisten al cambio y
se aferran a un estilo clásico de culto, diciéndonos que ese es el estilo de culto
que la biblia enseña por lo cual no permiten ningún cambio a la liturgia o modelo
cultico.
De estas dos posturas surge la siguiente pregunta ¿En nuestro culto a Dios
podemos hacer lo que queramos o debemos hacer sólo lo que Dios nos manda
que hagamos? Los que apoyan la introducción de nuevos elementos y formas al
culto mantienen el argumento de que no existe ninguna diferencia entre lo que
hacemos en el día a día y lo que hacemos en el culto pues “toda la vida es culto”.
Esta discusión acerca de cuál es el principio que regula nuestro culto a Dios no es
nueva. Durante la reforma hubo dos formas de entender este principio. Los
luteranos entendieron que en el culto podemos hacer cualquier cosa que no sea
prohibida en la Palabra. Los reformados entendieron que en el culto sólo podemos
hacer lo que Dios prescribe en su Palabra.
En el presente trabajo daremos respuesta a cuáles son estos principios que deben
normar nuestra adoración en el culto desde la perspectiva reformada.
LA NATURALEZA DEL HOMBRE DE ADORAR
El primer objeto adorado por el hombre en evolución fue una piedra. Aún
presentemente los katerinos del sur de la India adoran una piedra, así como lo
hacen numerosas tribus en el norte de la India. Las piedras impresionaron primero
al hombre primitivo porque eran fuera de lo común debido a la forma en que
aparecían tan repentinamente sobre la superficie de un campo cultivado o de un
campo de pastura. la influencia más profunda fue ejercida por las piedras
meteóricas que los humanos primitivos veían entrar en la atmósfera en
grandiosidad llameante. La estrella caída era impresionante para el hombre
primitivo, y creyó fácilmente que estas cintas de fuego marcaban el pasaje de un
espíritu camino a la tierra
Pero en la actualidad las cosas no han cambiado mucho, cada vez son más
las personas que abandonan su Iglesia. La globalización y el mundo postmoderno
nos ha hecho creer que Podemos elegir las creencias que más nos agradan de las
que ofrece el mercado religioso mundial y configurar una combinación
aceptable. O tomar elementos de la adoración de otras religiones para adaptar a
un culto que sea a nuestro propio entendimiento agradable.
Hebreos 11.6 nos dice, Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es
necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de
los que le buscan.
Es por eso que como iglesia reformada creemos que nuestra Adoración no
puede partir de nuestras emociones, o de lo que ignoramos, pablo es muy claro
cuando nos habla de un culto racional, no podemos adorar lo que desconocemos,
en hebreos se refuerza esta idea cuando nos dice que el que se acerca a Dios
debe hacerlo con fe puesta en él. Las bases de una Adoración o culto reformado
surgen entonces de la respuesta a las siguientes preguntas. ¿Quién es el Dios
que adoramos? ¿Porque debemos adorarle? ¿Cómo quiere El que le adoremos?
Entonces si la palabra de Dios es la única regla que nos ha dado Dios para
enseñarnos como hemos de glorificarle y gozar de el. Veamos qué respuesta nos
da la palabra respecto a las preguntas anteriores.
Sabemos que ciertas cosas acerca de Dios son verdad por una razón; en
Su misericordia, Él ha condescendido a revelarnos algunas de Sus cualidades.
Dios es espíritu, por naturaleza intangible (Juan 4:24). Dios es Uno, pero existe en
tres Personas – Dios el Padre, Dios el Hijo, y Dios el Espíritu Santo (Mateo 3:16-
17). Dios es infinito (1 Timoteo 1:17), incomparable (2 Samuel 7:22), e inmutable
(Malaquías 3:6). Dios existe en todas partes (Salmo 139:7-12), sabe todas las
cosas (Mateo 11:21), y tiene todo el poder y la autoridad (Efesios 1; Apocalipsis
19:6).
Estos pasajes nos dices ciertas características de Dios, pero el saber algo
acerca de Dios no es en sí conocerle, para poder decir que realmente conocemos
al Dios que adoramos no basta con solo tener un conocimiento intelectual acerca
de EL, sino una relación personal, para ello la biblia nos enseña que El Hijo de
Dios se hizo el Hijo del Hombre y por lo tanto es el “puente” entre Dios y el hombre
(Juan 14:6; 1 Timoteo 2:5). Es sólo a través del Hijo que podemos tener el perdón
de los pecados (Efesios 1:7), la reconciliación con Dios (Juan 15:15; Romanos
5:10), y la salvación eterna (2 Timoteo 2:10). En Jesucristo “habita corporalmente
toda la plenitud de la Deidad” (Colosenses 2:9). Así que, para saber realmente
quién es Dios, todo lo que tenemos que hacer, es ver a Jesús.
Es imposible que alguien nos diga que conoce a Dios si primero no tiene un
encuentro con Jesús, puesto que Él es el único camino que nos lleva al padre,
Jesús dijo y nadie viene al padre si no es por mí. ¿Porque Jesús dijo que nadie
puede ir al Padre si no es atreves de él? La respuesta es su santidad, de todos los
atributos que conocemos de Dios su santidad es de los más importantes a tal
grado que la biblia nos dice que Él es tres veces santo. La frase “santo, santo,
santo” aparece dos veces en la Biblia, una en el Antiguo Testamento (Isaías 6:3) y
una en el Nuevo (Apocalipsis 4:8). Ambas veces la frase es hablada o cantada por
criaturas celestiales en medio de una adoración, y en ambas ocasiones ocurre en
la visión de un hombre que fue transportado hasta el trono de Dios; primero, el
profeta Isaías y después el apóstol Juan. La santidad de Dios está ligada a su
adoración. Adoramos a un Dios santo.
Isaías fue testigo presencial de la santidad de Dios en su visión descrita en
Isaías 6. Aunque Isaías era un profeta de Dios y un hombre justo, su reacción ante
la visión de la santidad de Dios fue sentirse consciente de su propia maldad y la
desesperación por su propia vida (Isaías 6:5).
Aún los ángeles en la presencia de Dios, aquellos que clamaban “Santo,
santo, santo, JEHOVÁ de los ejércitos,” cubrían sus rostros y pies con cuatro de
sus seis alas. El cubrir su rostro y sus pies sin duda denota la reverencia y
asombro inspirado por la inmediata presencia de Dios (Éxodo 3:4-5). Los serafines
estaban cubiertos, como si trataran de ocultarse lo más posible, en reconocimiento
de su indignidad ante la presencia del Santo.
Existen millones de razones por las cuales Dios es digno de ser alabado,
el Salmo 103 expone una gran lista acerca de las cosas que Dios ha hecho por
nosotros: Mi Dios me devolvió la salud, me libró de la muerte, ¡me llenó de amor y
de ternura! (V 3-4). A pesar de esto, la decisión de alabar a Dios es única y
personal, depende de ti: Yo, por mi parte, ¡alabaré a mi Dios, con todas las
fuerzas de mi ser! Salmos 103:22. Podemos hacer una lista grande de todas las
bendiciones que recibimos de la mano de Dios, la biblia así lo enseña todo lo
bueno viene de Dios. Pero hay un acto especial de Dios por el cual el debe ser
adorado, este es el sacrificio que Cristo Jesús hizo por cada uno de nosotros y
atreves del cual podemos recibir perdón de nuestros pecados, salvación y vida
eterna. Jesus es el cordero que Dios ha provisto para nuestra salvación. Dios nos
ha dado un salvador.
También sabemos que la Biblia enseña que todos somos pecadores, que
ninguno de nosotros es justo delante de Dios (Romanos 3:23). A causa de nuestro
pecado, estamos separados de Dios, y somos culpables ante Él; sin embargo, la
única esperanza que podríamos tener es que Él nos proveyera un medio para
reconciliarnos con Él, y por esa razón Él envió a Su Hijo Jesucristo a morir en la
cruz. Cristo murió para hacer expiación por el pecado y pagar el castigo por los
pecados de todos los que creemos en Él.
Antes de la Caída Adán y Eva gozaban de una adoración perfecta y directa con Dios.
Después de la caída, la realidad del pecado estaba siempre presente. Vemos entonces el
surgimiento de los sacrificios. El elemento del pecado y el perdón estaban siempre
presentes. Ahora en Cristo nosotros tenemos comunión nuevamente con Dios, pero es
únicamente en virtud de la obra de Jesucristo. Por lo tanto, en nuestra adoración las
buenas nuevas y el mensaje de la cruz debe estar presente.
Sin embargo, a pesar de la dimensión horizontal, no debe ser entretenimiento, sino debe
mantener su enfoque vertical.
3. Los Sacrificios
a. Antes de Moisés
i. Caín y Abel (Gen. 4:2-5)
ii. Noé (Gen 8)
iii. Abraham (Gen 22)
b. después de moises.
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