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Taller Ética

By: José Gabriel Mendoza Benítez.


(4to Periodo)
1. ¿Por qué empezó el conflicto armado en Colombia?
No hay un acuerdo generalizado sobre el período exacto del inicio del actual
conflicto armado, sin embargo existen tres posturas a tener en cuenta.

La primera dice que la “protogénesis” del conflicto es el período entre 1929/30 y


1957/1958, debido a que según Sergio de Zubiría “se deciden aspectos centrales de
nuestra historia”. Otros comisionados como Darío Fajardo, Javier Giraldo y Julio
Estrada coinciden en afirmar que en la década del 20 se dieron los primeros
enfrentamientos violentos a raíz de la lucha por la tierra, la cual constituye el
problema fundamental del conflicto. “En los procesos acaecidos a partir de la
década de 1920 se encuentran los orígenes del actual conflicto social y armado”,
plantea Estrada.

Una segunda visión coloca el inicio del conflicto a finales del Frente Nacional e
incluso a principios de la década del 80 con el auge del narcotráfico, como plantea
Jorge Giraldo. Esta postura sostiene que el periodo de La Violencia (1948–58)
respondía a causales distintas al actual conflicto armado, y que las guerrillas si bien
reciben una herencia sustancial de La Violencia partidista, el conflicto surgido
posterior al Frente Nacional, según Francisco Gutiérrez Sanín, es distinto “en sus
protagonistas, principales motivos y lógicas subyacentes”. Gustavo Duncan y
Vicente Torrijos también comparten esta interpretación.

La tercera postura la comparten comisionados como el historiador francés Daniel


Pécaut y el sociólogo Alfredo Molano, esta coloca el inicio del conflicto en el
período de La Violencia, es más, este último inicia su informe diciendo: “El
conflicto armado comienza con la Violencia”.

2. ¿Cuáles son las consecuencias del conflicto?


Las principales consecuencias de este conflicto son:
Responsables de varios abusos a los derechos humanos y violaciones al derecho
internacional humanitario. El secuestro y el homicidio son los delitos que asociados
al conflicto colombiano han marcado el presente y el futuro de una sociedad.
Violación de los derechos básicos humanos como el derecho a la libertad.
Las consecuencias sociales del conflicto armado colombiano han sido desfavorables
para atraer capital al país y para dar seguridad y estabilidad a los empresarios
locales e internacionales interesados en invertir. Durante décadas los gobiernos
colombianos han intentado atraer a nuevos inversores ofreciendo estabilidad y
seguridad.
Pobreza: el problema de la guerra interna y que la falta de trabajo agrava la pobreza
de las comunidades más desfavorecidas que ven que los salarios son bajos, los
productos del campo baratos, el costo de vida caro y los impuestos no dejan de
subir.

La infancia ha crecido en medio del conflicto armado y en muchas ocasiones ha


sido protagonista de actos terroristas e inhumanos que sin duda alguna repercuten en
el crecimiento normal de los niños de este país.

Uno de los principales problemas que genera el conflicto armado es el miedo de


cada uno de los ciudadanos, ya que todo este entorno de violencia se a trasladado
poco a poco a las ciudades en pequeños grupos y/o pandillas.

Desplazamientos de campesinos de sus tierras y hogares a la fuerza:


Este es uno de los hechos que ha provocado una de las mayores crisis humanitaria y
social que este país ha tenido que enfrentar. Sociólogos y psicólogos señalan que
estos desplazamientos afectan seriamente a los que los padecen y que tardan
muchos años en recuperar la normalidad.

Aparición de grupos armados al margen de la ley: Impacto psicológico y cultural en


los más jóvenes:
El conflicto armado en Colombia se desarrolla en la década de los 60 por el
enfrentamiento de grupos ilegales contra el estado. Es conocido este conflicto por
sus manifestaciones de violencia y por las graves consecuencias que ha provocado
en el desarrollo social y cultural de la población.
Desintegración Familiar.
Muchas familias han tenido que enviar a algunos de sus miembros a las grandes
ciudades en busca de oportunidades de empleo. Y otras, con menos suerte, han visto
cómo los integrantes más jóvenes eligen formar parte de estos grupos terroristas
para poder sobrevivir.
La idea normal de toda sociedad, de toda familia del país es que ninguna persona
tiene el derecho por cualesquiera que sean sus principios o motivos de privar de
libertad o de la propia vida a otra persona. De acuerdo a esto toda Colombia busca
"PAZ" que debe empezar desde cada uno de nosotros, nuestra familia y nuestro
entorno.
3. ¿Cuáles son las características de un conflicto armado interno?
Estos conflictos surgen por la existencia de desigualdades o exclusiones relevantes
que se expresan a través de diferencias políticas, económicas, étnicas o religiosas.
Este conflicto armado presenta una serie de características comunes a los conflictos
de baja intensidad, pero también presenta rasgos inéditos en la región, como lo son
el involucramiento de todos los actores armados en el narcotráfico (unos más que
otros) y el interés de los mismos por consolidar su poder político-militar en los
Municipios, pero no para destruirlos, sino para coparlos y apropiarse de sus recursos
económicos y burocráticos.
Por todo lo anterior la regulación normativa del mismo está a cargo del Derecho
Internacional Humanitario y sus normas conexas y por ende su solución debe incluir
un fuerte componente político, no solo militar.

4. Realiza un ensayo sobre todo lo concerniente al posconflicto armado en Colombia y


sobre la JEP.
Las diversas causas objetivas y subjetivas que han generado una crítica e histórica
realidad social han sido en buena medida el motor para que en la sociedad
colombiana hayan irrumpido grupos insurgentes como válvula de escape frente a
una oclusión política y socioeconómica del país originada por una endogámica clase
dirigente caracterizada por pertenecer a “un partido único” como el tándem liberal-
conservador que al finalizar el siglo XX e iniciar el XXI encasilló al Estado, incluso
constitucionalmente, sobre cánones neoliberales en lo económico;
desinstitucionalización en lo político; subordinación en materia de política
internacional; inequidad en lo social; y complicidad e impunidad frente al fenómeno
del paramilitarismo.
El conflicto armado que ha vivido Colombia durante el último medio siglo tiene
profundas razones históricas y sociológicas que hacen que sus características se
diferencien de las que han enfrentado el resto de países del continente
latinoamericano. Grupos insurgentes como las FARC, el ELN, el EPL, el M-19, el
Quintín Lame, para mencionar no más los principales, tienen respectivamente una
morfología diferente y unas razones políticas y sociales muy características que
reflejan la complejidad de una sociedad tan disímil como la colombiana.
Por eso es que los esfuerzos de paz y de reinserción de la principal organización
insurgente del país de alguna manera constituyen un avance en el proceso histórico
colombiano caracterizado por los lastres sociales y políticos de una sociedad que
aún no ha podido superar y que sin embargo amplios sectores del país no han
logrado ni comprender su dimensión, o no han terminado por aceptar el pacto para
avanzar hacia una etapa de posconflicto que posibilite un nuevo contrato social que
afiance y aclimate la convivencia nacional.
En efecto, la derrota del plebiscito que refrendaba el Acuerdo de Paz del 2 de
octubre de 2016 denotó que acepciones como paz, posconflicto o posacuerdo, son,
como diría el politólogo argentino Ernesto Laclau, significantes vacíos, que a una
buena parte del país le dicen poco o nada, y por tanto, hay que llenarlas de
contenido. Para un alto porcentaje de los sectores urbanos de Colombia, el proceso
de paz, no obstante la importancia histórica que denota, infortunadamente no tiene
la connotación sociopolítica que tendría que significar.
Es tarea pendiente el escarbar política y sociológicamente porqué se produjo la
victoria del No en esa consulta plebiscitaria y la falta de entusiasmo e interés por
unas negociaciones como las de La Habana que terminaron con un Acuerdo de Paz
que constituye un paso fundamental para la sustentabilidad del presente y futuro de
una sociedad desestructurada como la colombiana. En ese sentido, esta coyuntura
histórica del país tiene que servir para que la paz sea una oportunidad
imprescindible que posibilite que, parodiando el título de un libro del filósofo
Rubén Jaramillo Vélez, la modernidad de Colombia no se siga postergando.
La paz o el posconflicto tienen que servir para concretar, por fin, la puesta en
marcha del proceso de modernidad y modernización tantas veces postergado en
Colombia, pese a los múltiples intentos que se han tratado de dar durante su devenir
histórico. Tras la derrota de los liberales en la Guerra de los Mil Días al despuntar el
siglo XX, que fue un intento por realizar una revolución burguesa para desterrar la
visión teocrática y centralista que condenó al país a una etapa oscurantista y
provincial, será el primer gobierno de Alfonso López Pumarejo en 1934 que tratará
de lograr la modernización del Estado mediante el impulso de los medios y las
fuerzas de producción en el país. Posteriormente, lo que ha habido, son tímidos
pasos para generar políticas públicas de desarrollo sustentable, que por lo general,
han terminado en fracaso. Colombia tampoco ha tenido la oportunidad de generar
un proceso de modernidad, entendido éste como la posibilidad de cohesionar a su
sociedad a través de unos mínimos valores de convivencia que posibilitaran
identidad sino que, por el contrario, ha prevalecido la visión dominante de los
sectores más retrógrados, como consecuencia de que gracias a su poder han logrado
imponer hegemonía política y cultural convirtiéndola en sentido común. De ahí la
reacción social y campesina que se tradujo en la creación de movimientos
subversivos.

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