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HUMANISMO CRISTIANO
ENSAYO: LA ESPERANZA DE LA SALVACIÓN
JOHN EDUARD BENAVIDES RIASCOS
El Hecho de ser llamados Hijos de Dios, abre un sinfín de realidades ulteriores que
modifican en cada ser humano ciertas características que lo revisten de una doble
naturalidad, la terrena y la divina. Nuestra seguridad de una vida en un plano
superior al que llamamos cielo o paraíso, implica que estamos en esa tarea de
esperar. El evangelio de San Juan, nos dice “Y cuando haya ido y os haya
preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo, estéis
también vosotros”.1 Es un compromiso directo que Jesús asume con nosotros
como sus hermanos.
1
Jn 14, 3
tenido sus altibajos desde su interior, y ha facilitado así que no se logre tener esa
unión integral y completa de ser Hijos de Dios.
San José María Escriva de Balaguer, fundador del Opus Dei dijo claramente "...no
estamos solos, porque Dios existe, y me ha llamado a la existencia, y me
mantiene en ella, y me da fortaleza. Además, me ha elegido con predilección y, si
tengo confianza, me concederá la constancia y la firmeza en mi camino, porque,
cuando El comienza una obra, la acaba: El hace siempre las cosas perfectas." 3
Solo así nosotros merecemos llevar el rotulo de Cristianos. Es preferible caer en
las manos de Dios cuya Misericordia y Esperanza son infinitas, a caer en las
manos del príncipe del mundo cuya perdición es absoluta.
3
San Josemaría Escrivá, 29-IX-1957.
Encontrado en la Página www.fluvium.org/textos/lectura/lectura100.htm sobre comentarios de la
Esperanza Cristiana.
esas cenizas, revisando los errores del pasado para poder construir un nuevo
ideal, que sea firme y que lleve impreso en sí una nueva Esperanza.
Solo por el Amor, desde el Amor y para el Amor, se logra vivir una plenitud de la
esperanza, y como cristianos esto se ve reflejado en el amor por excelencia de
Dios: “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el
que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado
a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él”. 5
Con este presupuesto es clara la invitación a amar, pero amar sin medidas, la
única y última esperanza que le queda al mundo es el Amor, pero no el estereotipo
trivial que el mundo vende, sino aquel que es capaz de ver en el rostro del
hermano, el rostro viviente de Cristo, solo así se logrará evidenciar la realidad
salvadora de la Fe, la Esperanza y la Caridad.
Me atrevo a decir que el día en que aprendamos a conjugar las virtudes teologales
y las pongamos en consonancia con nuestras vidas y nuestra propia realidad,
alcanzaremos la verdad en Dios y podremos decir con seguridad junto con el
Apóstol San Pablo: “SPE SALVI, FACTU SUMUS”, “En La Esperanza hemos sido
Salvados”.
4
Lc 4, 18 -19
5
Jn 3, 16 -17