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UNIVERSIDAD MARIANA

FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES


DERECHO DIURNO 2013

HUMANISMO CRISTIANO
ENSAYO: LA ESPERANZA DE LA SALVACIÓN
JOHN EDUARD BENAVIDES RIASCOS

¿A Quién no le fastidia el esperar?, ¿a que persona no le molesta tener que hacer


colas en un banco para ser atendido o en una oficina del estado para que sea
escuchado su caso?, creo que a todo el mundo, nos saca de casillas el tener que
pasar el tiempo, en medio de una sala de espera de un hospital o de un
consultorio Jurídico, en fin en todas las circunstancias, a todos nos molesta el
esperar. En respuesta a este interrogante, cabe anotar que solo existe una
persona por la que siempre esperamos y Él Siempre, nos espera: Jesucristo.

El Hecho de ser llamados Hijos de Dios, abre un sinfín de realidades ulteriores que
modifican en cada ser humano ciertas características que lo revisten de una doble
naturalidad, la terrena y la divina. Nuestra seguridad de una vida en un plano
superior al que llamamos cielo o paraíso, implica que estamos en esa tarea de
esperar. El evangelio de San Juan, nos dice “Y cuando haya ido y os haya
preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo, estéis
también vosotros”.1 Es un compromiso directo que Jesús asume con nosotros
como sus hermanos.

Pero ¿por qué nuestra esperanza en él, ha ido en declive?, el mundo


secularizado, busca remplazar los caminos de la Fe, por unos caminos de
relajación y de consumismo, ya no nos importa el altruismo, ni creemos en el Dios
de la Iglesia, sino en la concepción personal y acomodada de un Dios que se
parece a los intereses personales y equívocos de cada ser humano, quizás en
esto también ha habido circunstancias, en la que la misma Iglesia Católica ha

1
Jn 14, 3
tenido sus altibajos desde su interior, y ha facilitado así que no se logre tener esa
unión integral y completa de ser Hijos de Dios.

El mundo necesita de Cristianos auténticos, no solo los de nombre, los que


aparecen en la Iglesia por temporadas o los que hablan de Dios cuando están en
problemas, para que él, como un simple bombero apague los incendios de la
desesperación y el egoísmo, pero también necesita de ministros comprometidos,
que reflejen en sí la imagen de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote, pero no de
manera trivial, sino real, logrando así vivificar una plena práctica de la Esperanza.

La Postura de Benedicto XVI, nos pone en un camino de fe para lograr asimilar


una nueva experiencia de la Esperanza, en contraste con la modernidad; que la ha
propuesto como otro tipo de redención y la ha fundado en la libertad individual y
en la razón científica; ha creado, así, otra fe, la fe en el progreso, una fe basada
en la praxis y en la producción, marcada por ideales marxistas de obtención de
capital y de rechazo de cualquier ideal religioso o espiritual. El Papa pone unas
pautas para separar la verdadera esperanza de la falsa, y a través de ella llegar a
la auténtica configuración con la salvación y el ideal Cristiano.

La oración, el actuar, el sufrimiento, el Juicio de Dios y la vivencia de los


auténticos valores, de ser miembros de una comunidad de fe; guían al ser humano
a ese encuentro con el Todo Poderoso. Estamos parados en el umbral de la
Esperanza, como lo diría el Beato Papa Juan Pablo II, en su libro y como lo ilustra
José Miguel Odero en su comentario a este escrito, “Juan Pablo II, se atreve a
predicar la esperanza cristiana, denigrada antaño por quienes veían en ella un
estupefaciente contra la acción social. Y la predica como lo que realmente es: la
virtud motora por excelencia; aquella energía interior que, despertando los
legítimos deseos humanos, sitúa al hombre en un estado de inquietud, de
inconformismo y de anhelo, hasta lograr lanzarlo a la acción” 2.

Si desde ese hablar se nos invita a la vivencia de la esperanza como un actuar


para y por los demás, con una visión futura, ¿qué nos limita a actuar de acuerdo a
2
ODERO José Miguel, Comentario de Cruzando el Umbral de la Esperanza, EUNSA, Navarra
España, Pág. 584
ese ideal?, claramente se puede decir que es el individualismo lo que nos aparta
de vivir en plenitud la comunión como medio de verdadero amor. No hemos sido
concebidos para vivir aislados de los hermanos; el vacío existencial en el que
yacemos muchos, hace que aunque estemos rodeados nos sintamos en la
completa soledad; lastimosamente en esa soledad, no hacemos nada para
encontrarnos con Dios, ¿Por qué? Simple y llanamente porque nuestro vacío es
de Dios, prima en nosotros el mundo y no él, cuando comprendamos que no
estamos solos, que Dios está presente en cada acontecimiento de nuestras vidas
allí entenderemos, en que debemos centrar nuestra fe.

San José María Escriva de Balaguer, fundador del Opus Dei dijo claramente "...no
estamos solos, porque Dios existe, y me ha llamado a la existencia, y me
mantiene en ella, y me da fortaleza. Además, me ha elegido con predilección y, si
tengo confianza, me concederá la constancia y la firmeza en mi camino, porque,
cuando El comienza una obra, la acaba: El hace siempre las cosas perfectas." 3
Solo así nosotros merecemos llevar el rotulo de Cristianos. Es preferible caer en
las manos de Dios cuya Misericordia y Esperanza son infinitas, a caer en las
manos del príncipe del mundo cuya perdición es absoluta.

Centrando entonces nuestra esperanza en Dios, y definiéndola como algo


comunitario, cabe enmarcarlo en el entorno en el que se mueve nuestra realidad:
la Universidad. Cuando un joven llega a una universidad o una casa de formación
no solo lleva sus propias esperanzas y sueños, lleva consigo las de su familia, las
de sus conocidos y las de su pueblo. Por eso cuando se equivoca y falla en esa
elección, junto con sus anhelos caen también los anhelos de otros, sin embargo
algo que no debe olvidarse jamás, es que la fuerza con que se cae, debe ser la
misma con la que uno debe levantarse y como un fénix mitológico, renacer de

3
San Josemaría Escrivá, 29-IX-1957.
Encontrado en la Página www.fluvium.org/textos/lectura/lectura100.htm sobre comentarios de la
Esperanza Cristiana.
esas cenizas, revisando los errores del pasado para poder construir un nuevo
ideal, que sea firme y que lleve impreso en sí una nueva Esperanza.

El Pueblo de Israel, tenía centrada su esperanza en el Mesías Libertador, que


cambiaría la realidad de esclavitud del pueblo Judío, realidad que se vio reflejada
en el Hijo de Dios, Jesucristo, quien así mismo se denomina Mesías: “El Espíritu
del Señor esta sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la
Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a
los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del
Señor”.4 Es un plan de salvación pero desde el amor, mezclado con la Fe y la
Esperanza, que él llevaría a cabo durante su ministerio, y que alcanzaría su zenit
en su muerte en la Cruz y su resurrección.

Solo por el Amor, desde el Amor y para el Amor, se logra vivir una plenitud de la
esperanza, y como cristianos esto se ve reflejado en el amor por excelencia de
Dios: “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el
que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado
a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él”. 5
Con este presupuesto es clara la invitación a amar, pero amar sin medidas, la
única y última esperanza que le queda al mundo es el Amor, pero no el estereotipo
trivial que el mundo vende, sino aquel que es capaz de ver en el rostro del
hermano, el rostro viviente de Cristo, solo así se logrará evidenciar la realidad
salvadora de la Fe, la Esperanza y la Caridad.

Me atrevo a decir que el día en que aprendamos a conjugar las virtudes teologales
y las pongamos en consonancia con nuestras vidas y nuestra propia realidad,
alcanzaremos la verdad en Dios y podremos decir con seguridad junto con el
Apóstol San Pablo: “SPE SALVI, FACTU SUMUS”, “En La Esperanza hemos sido
Salvados”.

4
Lc 4, 18 -19
5
Jn 3, 16 -17

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