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Documento 1
Documento 1
1. ¿FORMALISMO O FUNCIONALISMO?
Formalismo
a. El lenguaje es un espejo de la mente.
b. El pensamiento tiene forma de lenguaje.
c. La lengua es una forma de pensamiento explicable a partir de la manipulación
automática de símbolos.
d. Las operaciones por medio de las cuales puede explicarse la lengua son
perfectas, completas y constituyen verdaderas reglas de cálculo.
e. En la lengua es posible establecer distinciones absolutas y formular categorías
discretas.
f. El componente fundamental de una lengua es el sintáctico.
g. Las estructuras son opacas semánticamente.
h. Existe una sintaxis universal.
i. La lingüística es una ciencia más cercana a las Ciencias Exactas y Naturales.
Funcionalismo
a. En la lengua no existe “composicionalidad” en un sentido estricto.
b. La lengua puede explicarse como una conducta adaptativa.
c. La lengua debe estudiarse desde la perspectiva textual o discursiva.
d. El léxico y la sintaxis se constituyen en un contínuo.
e. La subjetividad es un componente fundamental del lenguaje y la significación.
f. El pensamiento da forma al lenguaje.
g. Las operaciones por medio de las cuales puede explicarse la lengua son
imperfectas, incompletas y constituyen, más bien, heurísticos o estrategias
h. .La lengua entra en interfaz con otros factores y se explica a partir de dicha
interfaz.
i. El léxico es idiosincrásico de cada lengua dado que en él se codifica un modo
peculiar de conceptualizar la realidad.
j. El investigador debe reunir datos obteniendo corpus, experimentando,
observando casos, analizando casuística a fin de contrastar su teoría.
Formalismo y Funcionalismo
a. El metalenguaje empleado es formal y abstracto.
Formalismo
a. El lenguaje es un espejo de la mente.
Esta es la concepción de lenguaje subyacente a las teorías formalistas donde el
lenguaje es un espejo o modelo de la realidad pero que ontológicamente la preexiste
en tanto refiere a categorías de pensamiento que ofrecen una trama para poder
reflejar la realidad. Esas categorías la reflejan tan perfectamente que se puede
explicar lo representado sin apelar a la relación entre representación y representado.
Esto es, no es necesario salirse del lenguaje para comprender, el lenguaje preexiste y
tiene prominencia sobre lo que representa, por lo cual posee entidad formal. Al
conceptualizar el lenguaje apriorísticamente respecto de la realidad material y de la
materia que representa, el formalismo despoja a la lengua de materialidad fónica y
gráfica, y de la materialidad del significado, volviéndola puramente lógica.
d. Las operaciones por medio de las cuales puede explicarse la lengua son
perfectas, completas, y constituyen verdaderas reglas de cálculo.
A mediados de los años ’50, la Gramática Generativa (GG) se inicia como programa
de investigación en la creencia de que ciertos aspectos de la mente/cerebro se pueden
captar de forma útil mediante el modelo de los sistemas computacionales de reglas
que forman y modifican representaciones y que se utilizan en la interpretación y en la
acción. Vale mencionar que los desarrollos de las Ciencias Formales ofrecen, hacia
mediados del siglo XX, conceptos apropiados para describir los principios
computacionales que generan las expresiones de un lenguaje. La GG se ocupa de la
inteligencia del lector de la gramática, de los principios y procedimientos que lo llevan
a la obtención de un completo conocimiento de una lengua, a la formación e
interpretación de expresiones nuevas. La propiedad generativa de la gramática
consiste en la elaboración de estructuras a partir de la instanciación de cálculos, de
algoritmos lo más abstractos y generales posibles.
Funcionalismo
a. En la lengua no existe “composicionalidad” en un sentido estricto.
Según Langacker (1987) la gramática de una lengua es un inventario, una
caracterización de unidades lingüísticas convencionales que sólo puede comprenderse
y caracterizarse en el contexto de una explicación más amplia del funcionamiento
cognitivo. Una descripción exhaustiva de la lengua no puede alcanzarse sin una
descripción plena de la cognición humana ya que la primera es parte integral y
depende de la segunda. Así, esta postura funcionalista-cognitiva contrasta con las
teorías generativas al no considerar la gramática como un dispositivo constructivo: la
gramática no es responsable única de crear expresiones nuevas a partir de las partes
reconocibles que las componen y generarlas como output, ya sea en el sentido activo
sugerido por la metáfora procesual o en el sentido matemático de enumeración
recursiva. Esta concepción no constructiva de la gramática está motivada por el hecho
de que el conjunto de expresiones nuevas disponibles para el hablante de una lengua
no está predeterminado ni bien definido. Es algo que hacen los hablantes, no las
gramáticas; es una actividad de solución de problemas que demanda un esfuerzo
constructivo y ocurre cuando se usa la convención lingüística en circunstancias
específicas. Sin embargo, el conocimiento de la convención lingüística por parte del
hablante es uno de los muchos recursos con los que cuenta para hallar una solución,
entre otros: la memoria, la capacidad de planificar y organizar, la capacidad de
comparar dos estructuras y juzgar su similitud, etc. Como dijimos, no se trata de un
conjunto –el de las expresiones nuevas- bien definido, ya que depende del espectro
total de experiencias humanas concebibles. Por ende, la creatividad lingüística puede
examinarse mejor, no dentro de los límites de una gramática restrictiva y
autocontenida sino en el contexto total del conocimiento humano, la capacidad de
emitir juicios y solucionar problemas.
g. Las operaciones por medio de las cuales puede explicarse la lengua son
imperfecta, incompleta y constituyen, más bien, heurísticos o estrategias.
En la línea de la lingüística cognitiva el lenguaje no debe caracterizarse mediante
modelos abstractos que excluyan el significado. Según Givón (1995), “los modelos
deben controlar la realidad, no limitarse a abstraerla.” Deben ser modelos basados en
el uso, flexibles, que integren semántica y pragmática. El modelo de categorización
lingüística de Langacker (1987, 1988) recoge el dinamismo observable en el lenguaje
en uso y su sistematicidad relativa, con lo que deconstruye la dicotomía
competencia/actuación, ya que en este modelo co-existen representaciones muy
esquemáticas y muy elaboradas y en el cual la creatividad radica en el propio sujeto.
Así, las categorías se organizan en torno a instancias prototípicas según aquello que
los sujetos aceptan como común, ocurre con mayor frecuencia en la experiencia, se
aprende más tempranamente, y puede identificarse experimentalmente de un modo
distinto (Rosch, en Langacker, 1987). La pertenencia a una categoría es una cuestión
de grado, desde las instancias centrales –prototípicas- a las periféricas –que se
desvían del prototipo en mayor o menor medida. De todos modos, la flexibilidad del
modelo permite que un sujeto asimile una entidad a una categoría si encuentra
fundamentos plausibles para relacionarla con miembros prototípicos. La predictividad
de este modelo es estadística más que absoluta. La aplicabilidad de una regla no
puede predecirse en términos absolutos, tanto por la relevancia de los prototipos en la
determinación del rango convencional de una construcción, como por la importancia
de las imágenes convencionales, las cuales son inherentemente variables y no
predecibles. Los hablantes tienen libertad conceptual para construir una situación de
modos muy diversos, y no se puede predecir en términos absolutos qué imágenes han
de elegirse y convencionalizarse. La convencionalidad refleja las vicisitudes de la
lengua en uso que moldea, matiene y modifica un conjunto de rutinas cognitivas en
evolución contínua. Así, el conocimiento que de la lengua tiene un hablante es
procedimental más que declarativo, se desarrolla a modo de estrategia, de proceso
adaptativo en respuesta a problemas de codificación y no puede derivarse
algorítmicamente a partir de una lista establecida de reglas e ítems léxicos.
3. CONCLUSIÓN
El desarrollo anterior permite ver con claridad dos direcciones básicamente polares en
la conceptualización del lenguaje. Al formalismo corresponde la visión del lenguaje
como forma de conocimiento que constituye un sistema representacional modelizable
formalmente. Al funcionalismo, a su vez, corresponde la concepción del lenguaje como
forma de conceptualización, comunicación e instrumento de socialización. Sin
embargo, vale distinguir entre un funcionalismo extremo (identidad lenguaje-
comunicación) y versiones más moderadas que reconocen la existencia de un
componente estructural y cognitivo como en el caso de Givón y Langacker.
Con todo, las mayores diferencias entre ambos modelos parecen residir en el ámbito
del rol asignado al hablante-oyente, al sujeto. Un sujeto concebido desde el
formalismo en términos ideales, dueño de un dispositivo lingüístico innato común a la
especie, y ejecutor descontextualizado de un sistema reglado perfecto y universal. Un
sujeto concebido desde el, o mejor, los funcionalismos en términos contextuales,
experienciales; un sujeto cuya concepción del mundo, autoconcepción, y percepción
idiosincrásicas lo conducen y agencializan para tomar decisiones, optar, y expresarse
creativa y subjetivamente en su codificación de la realidad. Esta codificación –con sus
componentes y variables individuales y sociales- se manifiesta plenamente en el
contínuo sintaxis-morfología-léxico.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS