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¿DÓNDE ESTÁ LA IZQUIERDA?

Max Murillo Mendoza

Confirmando lo contundente de estos últimos quince años, pues no existe izquierda. Por
supuesto que los panfletos de sectas religiosas como el troskismo, o células parecidas
milenarias, abundan en el folklor de la política boliviana. La gran mayoría de las izquierdas que
se aprovecharon del anterior gobierno, siendo sólo peguistas, han desaparecido del formato
político actual. Las razones son evidentes, como todas las pistas que dejaron en su historial los
últimos 40 años de democracia republicana colonial.

Estas izquierdas distintas pero iguales, fueron cómplices de la destrucción de las


organizaciones sociales en el anterior régimen. La COB, otrora y cierto en otros tiempos
distintos, fue el demiurgo de las luchas sociales frente al poder del Estado corrupto y colonial.
Con intelectuales obreros, pensadores, creadores de esos desafíos en las ideas y las propuestas
de sociedad, que empujaron el carro durante muchos años. Hoy, ya muy pocos de esos
obreros mineros, cansados y viejos sólo ven la triste realidad de las izquierdas: sin ideas, sin
conocimientos de estas nuevas realidades, sin intelectuales y peor sin pensadores de quilates
para crear nuevas ideas.

Realmente es increíble que no exista un solo documento de coyuntura de estas izquierdas, un


solo documento de análisis de los acontecimientos actuales. Lo cierto es que ese hecho devela
varios contundentes efectos. La izquierda boliviana jamás se caracterizó por su inclinación a las
ciencias, a la investigación científica y la libre circulación de las ideas, no importa en sentido
liberal de la expresión. Es una izquierda conservadora, poco liberal y absolutamente totalitaria.
Segura de sus verdades escritas en biblias rojas, ya polvorientas y decimonónicas; pero único
legado de sus verdades indiscutibles y sagradas. Que no se pueden discutir ni contradecir
científicamente.

Por tanto, con contadas excepciones como Zavaleta o Quiroga Santa Cruz, nunca tuvieron
intelectuales de calibre. Creadores e inventores de las complejas realidades sociales de Bolivia.
Por su origen de clase son más bien racistas, pigmentocráticas y partidarias en general de las
ideologías desarrollistas y progresistas de occidente. Acríticas y sin escuelas de pensamiento
para nuestras realidades.

En el anterior régimen literalmente se farrearon el poder. Abundantes fiestas, farras, amantes


por doquier, triunfalismo barato, gloria eterna en sus frivolidades revolucionarias. Todo a
nombre de los movimientos sociales. En realidad saquearon una posibilidad histórica de
cambios, de verdaderos cambios en las estructuras del Estado y la sociedad civil.
Textualmente: se lo farrearon y jodieron el proceso. Pues tienen la excusa y coartada perfecta:
la culpa es del imperio. Con esa psicología del cual se sonreía irónicamente el gran escritor
Borges: moralmente superiores a las derechas.

Teníamos por supuesto conocimiento de esa trayectoria. Traicionaron a Torres, dejándolo sólo
frente a Banzer. Traicionaron a Siles en la UDP, con sus interpretaciones facilonas escritas en
sus biblias rojas: reformista. Y hoy dejan solos a los obreros y campesinos otra vez.
Aprovecharon bien del poder, ya no necesitan estar en las trincheras de lucha. Si, a eso se
reduce la izquierda boliviana. Que deviene de unas actitudes de clase tradicionales, sin
proyecto alguno de Estado o Nación. Al final se entiende, regresan de donde han salido porque
papito así lo reclama, la familia les espera con cariño y bondad. Qué puede importarles la
sangre de humildes, cuando hay intereses más poderosos e importantes.

Constataciones que se van repitiendo en el tiempo, en el trayecto de la historia boliviana.


Constataciones de su falta absoluta de conocimientos de los nuevos escenarios sociales, como
del mundo indígena campesino, de sus imaginarios, de sus rituales en la política, de sus
códigos distintos en sus comportamientos políticos, en su memoria larga y corta. Izquierda
ciega en referencia a nuestros hechos; pero obediente de las lecturas bíblicas rojas, de otras
realidades. Ortodoxas en sentido clásico; nunca heterodoxas en sentido de creatividad
intelectual.

Ese silencio actual, que es monumental y dice mucho, simplemente confirma todos los hechos
a lo largo de al menos los últimos cuarenta años. ¿Dónde están tantos embajadores o
embajadoras, viceministros o viceministras, ministros y tucuy imas? Que gritaban patria o
muerte a voz en cuello? Hoy no existen, cuando los obreros, confundidos y sin dirigencias
esclarecidas, salen a las calles arriesgando sus vidas y la de los demás. Dónde están tantísimos
aduladores del caudillo que coparon los principales cargos del Estado? Esa es la izquierda
boliviana, ni más ni menos.

Si alguna vez existió la izquierda, cuando el poderoso movimiento minero, lo hizo gracias al
sacrificio de obreros y campesinos enfrentados al Estado republicano colonial, conquistando
sus derechos básicos y para el país en su conjunto. Fueron esas bases las que permitieron el
florecimiento de la izquierda, a costa de ellos. Esa sangre derramada y esos inmensos
sacrificios para que el país tuviera democracia, permitieron algo de dignidad a las clases
medias y altas de izquierda. Después de eso, las izquierdas sucumbieron al neoliberalismo,
fueron sus técnicos de oficio. Para después pasar a ser los técnicos de los movimientos
campesinos, y rendirse ante el colapso de sus pocas ideas.

Lo demás lo estamos viendo con claridad.

La Paz, 5 de agosto de 2020

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