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Así habló Zaratustra: Reflexiones de lectura

Así habló Zaratustra nos invita a emprender un viaje. Una experiencia, que si bien
está abierta a todos, no es tampoco para nadie. Muchos pueden intentar entenderlo, pero
pocos comprenderán que no se trata de un libro que debe ser descifrado, sino de
transformarse en el propio proceso de lectura; de hacer una genuina reflexión que cuestione
hasta lo más intrínseco de nuestro ser.
Hay algo de las pasiones que tendemos a reprimir. Cuando nuestro ser se desliga de
toda norma de carácter moral y legal que predice el deber ser, solamente queda la voluntad
de poder. Esa que te arrastra hasta lo más profundo, que revela tu plena naturaleza y tiene
sed de libertad. No son ya necesarios grandes relatos sobrenaturales, que prometen una
trascendencia divina a quienes contengan sus pasiones de manera adecuada, limitándose a
no pecar. Entendemos que podemos apreciar lo terrenal partiendo desde lo que es y no desde
lo que sería mejor que fuera. Se dejan de lado las ilusiones de perfección. La vida humana
tiene tanta grandeza como la que la prosperidad eterna promete, sólo falta buscarla.
Cuando comprendemos que el mundo en el que vivimos es una construcción de
significantes que se alinean en torno a diferentes teorías premeditadas por otros, nos damos
cuenta que no tenemos nada que perder a la hora de entregarnos a la transformación. El
hombre puede crear si está dispuesto a destruir, a rechazar aquello que ofrece comodidad y
seguridad, pero que, sin embargo, no ofrece la plena realización ni la plena felicidad. Este
sentimiento se expresa a través de la voluntad de poder, cuando nos hundimos en nuestro
ocaso y cruzamos todos los puentes. En este momento es cuando nace la genuina virtud.
Más es el tiempo que pasamos preocupándonos por la consecución de bienes
instrumentales, que preguntándonos cuál es el camino para alcanzar nuestra plena
realización. ¿Qué es estar vivo? ¿Vale la pena seguir respirando cuando aceptamos un pleno
conformismo? ¿De qué sirve la seguridad y la felicidad material cuando se pierde la
vitalidad? ¿Qué tan apreciable es un mundo donde las voluntades se simplifican dentro del
rebaño?
¿Cómo entregarse a la voluntad de poder sabiendo que somos producto de la
sociedad en la que vivimos? ¿Cómo desligarse de las contradicciones que nos atraviesan y
nos hacen optar por las opciones más seguras?
Se trata de revalorizar la vida misma.

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