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Implicancias para de las políticas en la educación

La política educativa debería favorecer, en primer lugar, el acceso de los pobres a una buena educación
primaria y secundaria. Ésta es una manera eficaz de asegurar que los trabajadores provenientes de
hogares desfavorecidos puedan acceder a la educación terciaria, la cual ofrece un mayor retorno. En
este sentido, en un estudio reciente del Banco Mundial (2005b) sobre educación y conocimientos y
habilidades en Argentina se subraya el hecho de que el país enfrenta dos retos importantes: mejorar la
calidad de la educación y reducir su desigualdad. En el informe se sostiene que para que Argentina
pueda lograr un crecimiento económico sostenible y más equitativo, es necesario mejorar la calidad de
la educación y el rendimiento escolar.

El grado de desigualdad de la calidad de la educación en Argentina es considerable. Si bien los puntajes


medios de los alumnos en las evaluaciones internacionales son superiores a los de otros países
latinoamericanos, la dispersión de los puntajes entre los alumnos de mejor rendimiento y los de
rendimiento más bajo es mayor que en casi todos los países de la región. Sin duda, este hecho
contribuye al comportamiento observado del retorno de la educación en los distintos grupos de ingreso.
Además, el análisis de los factores que influyen en el aprendizaje de los estudiantes indica una gran
diversidad de sistemas educativos en todo el país, por lo que no hay una solución única que permita
mejorar la calidad de la educación para todos. Es importante entender la realidad de cada provincia, de
cada escuela, y de cada alumno en particular. En todo caso, el mensaje más importante en lo que
respecta a las políticas es que las evaluaciones de los alumnos son una herramienta fundamental para
determinar el aprendizaje que se obtiene en las escuelas, y que, por lo tanto, pueden proporcionar
información valiosa a los maestros, los padres y los responsables de las políticas. La reciente resolución
del Consejo Federal de Cultura y Educación de realizar pruebas obligatorias en el último año del nivel
inferior y el nivel superior de la enseñanza secundaria es una iniciativa prometedora. Una vez analizados
en detalle, los datos que se obtengan de esas evaluaciones se podrían utilizar para informar a las
escuelas, los padres y especialmente a los maestros sobre las áreas en que más hace falta mejorar las
prácticas de enseñanza.

En el mejor de los casos, la información obtenida de las evaluaciones se utilizaría para informar a los
directivos y maestros de escuela, quienes a su vez la usarían para mejorar las prácticas de enseñanza y
gestión de las escuelas. Por otra parte, los responsables de las políticas utilizarían los resultados para
adaptar los programas de formación profesional de los maestros a fin de reducir las brechas de
conocimientos de estos últimos y resolver las deficiencias de las prácticas pedagógicas que se señalarían
en las evaluaciones. Los padres y las comunidades utilizarían los resultados de la evaluación para ayudar
a las escuelas a mejorar. Las evaluaciones de los alumnos también se pueden utilizar para reconocer a
las escuelas y a los maestros que realizan una buena labor y para ayudar a mejorar las escuelas cuyo
desempeño es deficiente, mediante incentivos adicionales. En el marco del nuevo anteproyecto de ley
de financiamiento educativo, el gobierno nacional asumiría un papel más importante para combatir la
desigualdad en los resultados educativos entre provincias. Al financiamiento basado en las necesidades
y en los resultados se agregarían mayores transferencias nacionales —especialmente para las provincias
más pobres—, de manera que aquellas que hicieran progresos en mejorar la matriculación y los
resultados tendrían acceso a financiamiento adicional.

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