como un mero recurso escolar, extensive del programa de ins~
truccién previsto:
Otro agudo investigador, K. Koch, dice, refiriéndose a los
poemas que aparecen actualmente en libros de leetura: “Los
criterios habituales que guian la el
far
in de poemas para ense-
los nifios estén equivocados... Estos criterios son la po-
sibilidad de una comprensién total, lo cual atrofia
: educacién
poética de los nifios, al no darles a entender nada que no hay
entendido ya: el ‘infantilismo’ del tema y de su tratamiento,
que se muestra condescen
inte con sus sentimientos e inte-
que les obliga a seguir leyendo los
mismos poemas impropios”.
n asumido
excelentes conductores de problemas de lecto-escritura y for-
maci6n integral en Ia infancia, aduciendo que los nifios res-
ponden, mentalmente, con mayor facilidad a la poesia auténti~
a, sirviendo ésta de put
aleer
De esta reflexién surge la consecuencia que
de partida motivador para aprender
Nuevamente estamos defendiendo el principio de Hélder-
lin que homologa infancia y poesia, p:
esencialidad.
indo por el eje de su
Lacuieamse
Manta Lassa Cesta
Hacia una nueva aventura editorial
E/ libro es el mejor medio de comunicacién del pensamiento human
Ediciones De la Torre
Estin Jos autores que, con una fuerte dosis de respeto por el
nifio, han elaborado memorables poemarios que retinen lo se~
méntico y lo estilistico en un correcto equilibrio, sin concesio~
nes (José Sebastian Tallon, Marfa Elena Walsh). Estin los auc
tores que, haciendo un alto en la produccién ditigida mas bien
4. Jos adultos, se detienen para incorporar su mensaje pot
aun destinatario deliberadamente infantil (Nicolés Guillén,
Salvador de Madariaga). Y estén los sagaces investigadore:
que han descubierto que todo auténtico poeta no tiene por qué
ser encasillado en los modelos tradicionales (es decir, para cual
6 tal destinatario, o edad, o sexo), y trascendiendo esas coerci-
tivas limitaciones se convierten, previa adecuada seleccién, en
poetas totales
ludimos podria ser simplifi-
La operacién-rescate a que
10 a los nifios. ¢Hasta qué
ada asi: un seftor x, esta ver, dirigi
punto imagind ese autor que parte de su poemario podia cir
cular emodamente como lectura placentera durante el perio-
lo de la infancia?
Existen editoriales que han fundado ya esta inici
textos de impecable factura: Espasa-Calpe, Labor, Latina, de
afta y de la Argentina respectivamente
Destacamos una editorial que, con perseverancia y afinada
xccién de sus responsables ha creado una coleccién, Alba y
Mayo, pensada para despertar y estimular en el nifto la necesi-
hud y el placer de la lecturas De la Torre, de Madrid, aporta una coleccién
que ya alcanza a una decena de textos, con caracteristic:
tificables (por ejemplo, el titulo es Juum Ramén Jiménez para
nites) y un prdlogo e ilustraciones que permiten un mayor
iden-
acercamiento del lector al autor, encargados a estudiosos y
plasticos de mucha sensibilidad. Un texto editorialista explica
y respalda este singular esfuerzo: “Las bibliotecas son el mejor
depésito de la cultura... La lectura es una necesidad y un pla-
cery su extensién es garantia de progreso humano y social”,
Miguel Herninde2, Antonio Machado, Juan Ramén Ji-
ménez, Federico Garcia Lorca, Rafael Alberti, Leén Felipe,
Vicente Alexandre, Jorge Guillén y Gabriel Celaya son los
poetas de cuyos textos se han elegido los poemas destinados
alos nifios. A manera de introduccién y con detalles de estilo
que conciernen a cada especialista, las paginas iniciales estén
dedicadas a explicitar los datos bio-bibliogréficos que pueden
alcanzar la esfera de comunicacién e interés con lectores in-
fantiles. Ilustraciones y cuadros cronolégicos, con el apoyo de
notables fotografias e imagenes plisticas, completan la elabo-
racién de cada libro.
m
‘Mania Lass Cnesta ne Lecutzaoton
Nadie diga esto es oscuro, porque la poesta es clara.
Federico Garcia Lorea
En nombre de este espacio conquistado para Ia infancia, el de
po ni limites, rendimos un homenaje al poeta
la poesfa sin
granadino Federico Garefa Lorca.
Gran escritor, no solamente recre6 su pensamiento en inol-
vidables conferencias en las que aludié al duende, a las nana
Ja imaginaci6n y a la inspiracién, sino que también ofrecid una
obra poética donde la infanci
tada a través de cédigos y simbolos precisos y sensibles.
Su vertiente de poesia infantil no es un desprendimiento
diferente o inferior al resto de su obra. Lo que suena a canto
se siente reconocida ¢ interpre~
puro en sus composiciones, canto emotivo, espontineo, es lo
que podemos considerar la base de su poética.
De nifio yo canté como vosotros”, dice en Balada triste de
1918.“Yo siempre fui intranquilo”, contintia. Sera este desaso-
siego el que le dicta las hermosas canciones con lagartos, sefio-
ritas con abanicos, caracolas y tardes equivocadas?
‘Toda la poesia lorquiana descansa en dos pilares funda-
mentales: el ritmo por una parte, las metiforas, comparaciones
¢ imagenes por otra parte. Ritmo que denuncia la internali
zacién de vivencias agudas y ricas, que el autor transforma en
un sonoro juego de palabras equivalentes a expresar diferentes
planos de la realidad. Metéfora que, como forma eliptica de la
comparacién, contribuye a una mayor proximidad estética, de
la cual el nifio es, como receptor, un personaje asombrado pero
no disgustado por la forma en que le llega ese canto.Dt CoRDaNA Ye
Los poemas lorquianos, respetando los limitados pero exis
iingiifsticos de que dispone la infancia, presen-
tan una estructura caracterizada por la sencillez, por una sim-
plicidad en los recursos que no le resta, en ningiin momento,
su rico valor semantico.
Este clisico de la literatura espaftola del siglo xx lo es tam-
bién para aquella porcién de la literatura que hemos convenido
en llamar infantil
4
i
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|
La critica
2Qué puedo leer?
La cri
sa es una experien
que surge de atra experien
Georges Poulet
He aqué la pregunta habitual que se formula el nifio cuando
su tiempo libre lo inclina, por su condueta lectora, a entregarse
al placer de a lectura, placer indeclinable que los adultos no
siempre perciben en su real importancia y resuelven muchas
veces con cierta supesficialidad.
Sies verdad que los que escriben, publican y seleccionan los
libros infantiles son los adultos, ellos debieran tomar concien-
cia de que estiin actuando como si faeran realmente lectores
infantiles, en un cierto grado de sustitucion de roles. De allt
la enorme responsabilidad que les cabe en cuanto a adoptar
criterios correctos y que tespondan acertadamente a las requi-
sitorias profundas de los nifios.
En el interrogante con que hemos encabezado estas re-
flexiones se adivina la necesidad de un espacio que también
contemple la produccién literaria que llamamos convencional-
mente infantil: la critica.
‘Tarea nada ficil es la de delimitar las condiciones en que
esta critica debera desenvolverse, dado que el mismo concep-
to de literatura infantil es complejo. A veces, el libro manipu-
lado para los nifios no es sino un mensaje informativo o un
texto util para el aprendizaje y entrenamiento lector, sin que
en ningtin momento prime teraria como valor
primordial
1spz Caooua v Deeds con
Pero ocurre que los libros que leen los nifios son, antes que
otra cosa, objetos que conllevan el fin de provocar en ellos una
situacién que se acercara siempre a la inquietud, la adbesi6n, el
placer.
Por tanto, hablar de libros ser una tarea delicada y respon~
sable, porque el papel de adultos-intermediarios deberd asumir
unc
ter preeminentemente funcional y activo.
Criticar es, sencillamente, leer. Pero esa lectura adquiere
una categoria singular, Es como si prestéramos nuestra con-
ciencia reveladora a alguien casi desconocido; a la vez, trans-
mitimos una experiencia (de lectores) a quienes también reali~
zarin el mismo ejercicio de comunicacién a través de un autor
y su obra,
ZY quién asegura que las respuestas de los nifios son
diferentes a las de los adultos ante la literatura?
176
Mania Lisa Cresra pe Le
La critica de libros para nifios
La obra no revela su 0 sus sentidos,
ino al contacto de una mirada que la actualice.
Guillermo Sucre
Lo que més encontramos a nuestro alrededor es una critica
elaborada en funcién de consignas que se vienen repitiendo, ya
sin andlisis, con marcada tendencia a encasillar las obras sobre
la base de temas, emociones y conflictos atribuidos a nifios de
determinada edad y con supuestos problemas a resolver.
Lo que menos encontramos es una critica que respete el
texto en su integridad, como obra destinada a revelar “algo” y
su correspondiente lectur
interpreta y valora, sin acceder a ninguna clase de prejuicios
respecto del destinatario hacia quien va dirigida.
Una actitud plenamente subjetiva que traduce Ja exitica
de cardcter impresionista, donde todo esti tefiido por el gus-
to personal de quien transmite su lectura como una aventura
tinica e irreversible (“me gusta” o “no me gusta’
quier intento de formalizar puntos de vista criticos defi
que servirian para categorizar el material literario que damos
ala infancia, Es quedarse en un primer momento del itinera-
a través de la cual se la reproduce,
rio que debe cumplir la verdadera funcién critica
a impresién,
que precisamente se reduce a esta situacién de transmitir nada
més que eso; la exégesis, que a la vez que informa acerca de la
obra, adclanta su interpretacin y prepara al lector para jzgar-
1a; el juicio, que conileva Ia aplicacién de una escala de valores.La earnucrra noja oe ConDoaA ¥ DE COno BL Laue KO PUDO.COR HALA
Las actitudes lectoras pueden agruparse, asi, en dos grandes
bloques: la perceptiva, que se apoya exclusivamente en la intui-
ci6n, y la critica, basada en la reflexién.
Reconozcamos que una de las aspiraciones por las que lu-
cha denodadamente el adulto es hacer que el nifio sea, desde
muy temprano, un lector critico.