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Discriminar significar alejar, apartar, rechazar.

El que discrimina se pierde de muchas cosas, se


pierde del milagro de conocer gente nueva con millones de virtudes que van más allá de su color
de piel, religión o sexualidad. El que discrimina se siente superior, pero en realidad es un
pobre tonto que no entiende nada. No tiene la capacidad para comprender la igualdad de todos los
seres humanos, no tiene la capacidad de ser humano. Porque el hombre fue creado para unirse y en
esa unión mejorar el mundo, progresar.
Pero cuando la función se distorsiona y el único objetivo es desgranar a la sociedad, apartar a algún
grupo no deseado; el hombre se convierte en bestia, en un animal que abandona su raciocinio para
convertirse en un monstruo cargado de ira que se deja llevar por sentimientos ambiguos y
desordenados.
Parece que el amor y el respeto son malas palabras en este planeta. Parece que al hombre le es más
fácil odiar que amar. Le es más fácil derribar muros que construir ciudades. Le es más fácil matar
que ayudar en el milagro de la vida. Al hombre le es más fácil convertirse en bestia, millones han
muerto y millones lo harán porque el hombre todavía no comprende el concepto de "igualdad".
Todos, lamentablemente, somos discriminados en este país de desigualdades. Los pobres cuando no
se les brinda trabajo y asistencia médica. Los ancianos que tras una vida de trabajo tienen que
conformarse con una mísera jubilación. Las personas con alguna discapacidad que para trasladarse
tienen que sortear una jungla de obstáculos. Las mujeres que son obligadas a ser siempre bellas,
esbeltas y jóvenes. Los hombres que con más de cuarenta años no consiguen trabajo por ser
considerados "viejos". Los científicos e intelectuales que no son valorados porque ahora es más
importante ser bello que inteligente. Las personas que son discriminadas por su sexualidad.
Y así renglones se llenarían de gente que sufre en este país.
Qué hermoso sería que como precepto universal se encontrará la igualdad de los hombres y que esto
sea ley en los corazones de todos.
Qué hermoso sería oír el perdón de todos los que alguna vez hicieron sufrir por su odio. Que
hermoso sería que el hombre se comportara como hombre.
Karina Caballero – Mercadeo y Publicidad

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