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DOLLY AMPARO CAGUASANGO VILLOTA

Magistrada ponente

SL16527-2017
Radicación n.° 50648
Acta 14

Bogotá, D. C., once (11) de octubre de dos mil


diecisiete (2017).

Decide la Sala el recurso de casación interpuesto por


la parte demandante, contra la sentencia proferida por la
Sala de Descongestión Laboral del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Cali, el 17 de septiembre de 2010, en el
proceso ordinario que instauró ANA MARLENE RAMOS
contra la JUNTA NACIONAL DE CALIFICACIÓN DE
INVALIDEZ, la SOCIEDAD ASEGURADORA DE VIDA
COLSEGUROS S.A. y/o ARP COLSEGUROS S. A. y como
litisconsorte necesario, la SOCIEDAD ADMINISTRADORA
DE FONDOS DE PENSIONES Y CESANTÍAS PORVENIR S.
A.

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I. ANTECEDENTES

Ana Marlene Ramos llamó a juicio a la Junta Nacional


de Calificación de Invalidez y a la Sociedad Aseguradora de
Vida Colseguros S.A. y/o Administradora de Riesgos
Profesionales Colseguros S. A., con el fin de que se
modifique el dictamen emitido por la junta demandada el 7
de noviembre de 2002, en cuanto al «origen y [a la] fecha de
estructuración» determinados. En consecuencia, solicitó
declarar que tiene una pérdida de capacidad laboral –PCL-
del 50.80 %, de origen profesional y con fecha de
estructuración del 14 de diciembre del año 2000, lo que le
da derecho al reconocimiento de pensión de invalidez a
cargo de Colseguros S. A. solicitó igualmente el pago de los
intereses de mora, los gastos médicos asumidos por su
enfermedad y la prestación integral de asistencia médica.

Como fundamento de sus peticiones informó que,


mediante dictamen realizado el 14 de diciembre de 2000, la
Junta Regional de Calificación de Invalidez del Valle del
Cauca dictaminó una pérdida de capacidad laboral del
35.90%, de origen profesional y con fecha de estructuración
del 14 de diciembre de 2000, por lo que le fue pagada una
indemnización por incapacidad permanente parcial por
parte de la «A.R.P de Colseguros».

Dijo que el 21 de febrero de 2002, solicitó a Colseguros


la «revisión de su pérdida de capacidad laboral, por cuanto,
su estado de salud no mejoraba»; y así, el 5 de julio de 2002,
la Junta Regional de Calificación del Invalidez del Valle del

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Cauca determinó un 38.99% de PCL y confirmó el origen y


la fecha de estructuración de su enfermedad. No obstante,
al estar inconforme con dicha decisión, la apeló.

Señaló que, al resolver su recurso, la Junta Nacional


de Calificación de Invalidez fijó un 50.8% de PCL, pero
modificó a común el origen y la fecha de estructuración la
fijó en el, lo que motivó la cesación de los servicios
asistenciales por parte de Colseguros S. A., quien estimó no
tener «responsabilidad prestacional alguna frente a su
diagnóstico» y, en consecuencia, quedó totalmente
desprotegida del sistema de seguridad social, pues, el fondo
de pensiones Porvenir S. A. también negó el reconocimiento
pensional.

En el auto admisorio de la demanda, el juzgado


dispuso integrar el contradictorio con la Sociedad
Administradora de Fondos de Pensiones y Cesantías
Porvenir S.A. como litisconsorte necesario.

Al dar respuesta a la demanda, el secretario principal


de la Junta Nacional de Calificación de Invalidez se opuso a
las pretensiones; en cuanto a los hechos, informó que para
la fecha del primer dictamen de la junta regional «no se
había determinado la existencia de una depresión mayor» lo
que explica una variación en el diagnóstico.

En lo que respecta al dictamen por ella realizado el 7


de noviembre de 2002, advirtió que se profirió en atención
al recurso de apelación interpuesto contra el dictamen

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realizado el 5 de julio de 2002 y no frente al realizado el 14


de diciembre del año 2000; además, que al no haberse
especificado los motivos de su inconformidad, se debía
resolver el recurso de fondo sobre todos sus componentes,
esto es, el porcentaje de pérdida de capacidad laboral, la
fecha de estructuración y el origen.

Añadió que nunca desconoció el origen profesional de


las lesiones de la columna lumbar, «sino que al existir una
nueva patología que fue considerada de origen común (…) se
consideró que su estado invalidante» debía ser considerado
como de origen común, además, que no es posible
establecer una fecha de estructuración anterior, cuando el
evento que dio lugar a la invalidez –depresión mayor-, tuvo
fecha posterior al primer dictamen efectuado por la Junta
Regional de Calificación de Invalidez.

En su defensa propuso las excepciones de falta de


título y causa, inexistencia jurídica de las obligaciones
demandadas, falta de legitimación en la causa por pasiva,
inexistencia de la obligación, cobro de lo no debido,
inexistencia de contrato de trabajo y de relación frente al
sistema de seguridad social con la demandante, buena fe y
prescripción (f.os 92-127 cuaderno principal).

La Aseguradora de Vida Colseguros S. A. se opuso


igualmente a la prosperidad de las pretensiones; frente a los
hechos dijo que desde el año 2000 la demandante adelantó
un proceso médico por varias patologías; que fue objeto de
dos calificaciones por parte de la Junta Regional de

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Calificación de Invalidez, que asignaron el carácter de


profesional, el cual fue modificado por la Junta Nacional de
Calificación de Invalidez, quien determinó que era de origen
común, relevándola así de toda responsabilidad en el pago
de prestaciones económicas y asistenciales en favor de la
actora.

Propuso las excepciones de falta de legitimación en la


causa por pasiva, «inexistencia de obligación de mi
representada», calificación del origen común de la patología,
cosa juzgada y prescripción (f.° 316-332 cuaderno principal).

Porvenir S.A, al contestar la demanda, se opuso a las


pretensiones. Frente a los hechos dijo no constarle la
mayoría de ellos y admitió haber negado el derecho
pensional solicitado por la demandante, por cuanto no
acreditó los requisitos para acceder a su reconocimiento. En
su defensa propuso las excepciones de prescripción, falta de
causa en las obligaciones de la demanda, inexistencia de la
obligación, cobro de lo no debido y buena fe (f. o 297-301
cuaderno principal).

II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

El Juzgado Tercero Laboral del Circuito de Cali, al que


correspondió el trámite de la primera instancia, mediante
fallo del 31 de julio de 2009, absolvió a las demandadas de
todas las prestaciones y condenó en costas a la parte
demandante.

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III. SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA

La Sala Laboral de Descongestión del Tribunal


Superior del Distrito Judicial de Cali, mediante fallo del 17
de septiembre de 2010, resolvió la apelación de la
demandante y confirmó la sentencia de primera instancia.
Impuso a la actora las costas del proceso.

En lo que interesa al recurso extraordinario, el


Tribunal consideró que, a pesar de que resulta posible que
por vía judicial se modifique el origen de la patología que da
lugar a la invalidez, la demandante no cumplió con la carga
de la prueba de acreditar que su enfermedad tiene «en
realidad un origen profesional y no el común establecido por
la Junta en el dictamen certificado en noviembre 7 de 2000”.

A continuación, citó lo establecido en el artículo 1° del


Decreto 1832 de 1994 y concluyó que, para entender que la
depresión mayor era profesional, se requería demostrar la
ejecución de una labor con «estresantes físicos y efectos
psicosociales» que le generaran el padecimiento
mencionado, máxime si se tiene en cuenta que dicha
enfermedad la sufría desde los 19 años de edad.

Finalmente, indicó que, aún si se entendiera que su


enfermedad no se encuentra enlistada en el referido
decreto, su petición tampoco saldría avante, pues en ese
caso debió dar aplicación a los artículos 2 y 3 que precisan

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demostrar una relación de causalidad entre la enfermedad y


los factores de riesgo.
IV. RECURSO DE CASACIÓN

El recurso fue interpuesto por la parte demandante,


concedido por el Tribunal y admitido por la Corte, por lo
que se procede a resolver.

V. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN

La recurrente plantea una pretensión distinta para


cada uno de los cargos que formuló, pero en esencia,
persigue que la Corte case la sentencia recurrida, para que,
en sede de instancia, revoque la de primera instancia y
acceda a lo solicitado en la demanda inicial; en el primer
cargo, profiriendo condena en contra de «ARP Colseguros S.
A. y/o Aseguradora de Vida Colseguros S. A.» por la pensión
de invalidez de origen profesional a partir del 14 de
diciembre del año 2000; y en el segundo, contra la sociedad
Administradora de Fondos de Pensiones y Cesantías
Porvenir S. A., por la misma prestación pero de origen
común y desde el 1° de octubre de 2002, ambas junto con
los intereses moratorios y las costas de ambas instancias.

Los cargos solo fueron objeto de réplica por parte de la


sociedad Administradora de Fondos de Pensiones y
Cesantías Porvenir S.A.

VI. CARGO PRIMERO

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Acusa la sentencia por la causal primera de casación,


por ser violatoria de la ley sustancial, por la vía indirecta,
por falta de aplicación «del artículo 39 de la Ley 100 de
1993, en relación inmediata con los artículos 13, literales f),
g) y h), artículos 4, 5 y 6 del Acuerdo 049 de 1990, aprobado
por el Decreto 758 de 1990; artículos 1, número 42,
Parágrafo, 2 y 3, literales a) y b) del Decreto 1832 de 1994,
artículo 3, num. 6 del Decreto 2463 de 2001; artículos 13,
29, 47, 48 y 53 de la Constitución Nacional. Y como violación
medio: los artículos 61 y 66A, del Código de P. Laboral, 177
y 357 del Código de P. Civil»

Le endilga al Tribunal la comisión de los siguientes


«mayúsculos y ostensibles» errores de hecho:

1. No dar por demostrado, estándolo, que la recurrente


apeló el segundo dictamen de la Junta Regional de
Calificación, únicamente frente al porcentaje de pérdida de
capacidad laboral y no en cuanto al origen y a la fecha de
estructuración de la enfermedad, y que fue la única
apelante, pues la ARL no presentó objeción alguna al
mismo.

2. Avalar la modificación que del dictamen regional


efectuó la Junta Nacional Calificación, pues con él hizo más
gravosa la situación del apelante único, «ya que aunque la
declaró inválida, su decisión de variar la fecha de
estructuración de su enfermedad y el origen de la invalidez,
que no habían sido objeto de apelación», negó el derecho
pensional y toda la atención asistencial, pues, la ARL «la

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sacó del Régimen de Protección y Seguridad Social que le


brindaba a causa de su enfermedad profesional”.

3. No dar por demostrado, estándolo, que la patología


adicional detectada, fue «desencadenada y apareció plena,
como resultado de su enfermedad profesional», por lo que
debe ser reconocida como enfermedad profesional

4. Dar por demostrado, sin estarlo, que la demandada


probó con el examen médico pre-ocupacional «que se
detectó y registró el diagnóstico de la enfermedad en
cuestión como preexistente y que además probó que la
exposición al riesgo era insuficiente para desencadenar el
evento patológico depresivo adicional».

Aseguró que los errores fueron cometidos por no


apreciar debidamente la contestación de la demanda de la
Junta Nacional de Calificación y las siguientes pruebas:

- El documento mediante el cual la demandante apeló la


decisión de la Junta Regional de Julio de 2002 (folios 18-19 y
468-469).

- El documento mediante el cual la Junta Nacional de


Calificación pretende justificar el cambio en la fecha de
estructuración de la enfermedad de la recurrente (folios 738 y
739-744), con base además en el concepto del psiquiatra de
folio 470.

Así mismo, denunció como pruebas no apreciadas:

- […] el documento de folio 180 vuelto de la Junta Nacional de


Calificación en donde se resume la historia laboral y clínica
de la recurrente;

- [El] documento de folio 647-649 en el que aparece la historia


laboral de la recurrente con 9 años de cotización al sistema

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desde antes incluso de la ley (sic) 100 de 1993, la aceptación


de que la ARP considera a la recurrente con un componente
mixto común con exacerbación por la actividad laboral
desempeñada por la trabajadora; y

- [El] de folio 311, del cual se deduce igualmente la densidad


de cotizaciones de la recurrente.
Frente a los dos primeros errores identificados, señala
que el ad quem soslayó el hecho que la demandante, al
apelar el dictamen de la Junta Regional de Calificación, sólo
controvirtió el porcentaje de pérdida de capacidad laboral y
no así, los demás componentes de la calificación, por lo que
al avalar la postura de la Junta Nacional de Calificación de
Invalidez, de que el recurso interpuesto lo había sido de
forma genérica, y que por ello estaba habilitada para
pronunciarse de fondo sobre todos los aspectos del
dictamen, violó su derecho al debido proceso, en tanto, el
adecuado entendimiento del recurso conducía a confirmar
la fecha de estructuración y el origen de la enfermedad y no
agravar la situación del apelante único, pues con esa
decisión perdió su derecho a acceder a la pensión, pese a
que contaba con una densidad de semanas suficiente.

Aseguró que si el Tribunal hubiera valorado


correctamente el documento «con el cual la Junta Nacional
trató de justificar el porqué de su decisión de variar los
aspectos que no se le habían pedido y sobre los cuales no
apeló la ARP, ni la recurrente», habría concluido que ello
obedeció a la solicitud extemporánea hecha por la ARP el 29
de octubre de 2002, en el que solicitó la modificación del
origen del dictamen.

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Con fundamento en los artículos 29 de la Constitución


Política, 66A del CPTSS y 357 del CPC, aseguró que la
Junta Nacional de Calificación de Invalidez desbordó su
competencia al resolver el recurso de apelación y vulneró su
derecho fundamental al debido proceso que debe gobernar
todas las actuaciones judiciales y administrativas, pero que,
en su criterio, fue avalado por el Tribunal en la decisión
recurrida.

Frente a los restantes yerros, insistió en que el


Tribunal no podía realizar «conjeturas, diagnósticos o
hipótesis sobre el origen conjunto del cuadro patológico»,
pues ello había sido resuelto por la Junta Regional; pero
que, en contravía de esto, analizó el Decreto 1832 de 1994
para concluir que, como el evento depresivo no figuraba en
dicha norma, correspondía a la trabajadora demostrar que
dicho padecimiento era generado por el estrés laboral, dado
que lo sufría desde los 19 años de edad.

Indicó que si el ad quem hubiese valorado el propio


dictamen de la Junta Nacional y el documento de la ARP de
folios 647 a 649 del cuaderno principal hubiese concluido
que su «patología actual de origen profesional desencadenó
su patología adicional, haciéndola aparecer en forma plena,
como depresión mayor», lo que se encuentra en armonía con
el citado decreto, que precisa que cuando una enfermedad
no figure en la tabla de enfermedades profesionales, «pero
se demuestre la relación de causalidad con los factores de
riesgo ocupacional», será reconocida como tal.

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Por ello, amparada en las «pautas para el diagnóstico


depresivo» del Manual de Clasificación Estadística
Internacional de Enfermedades CIE-10, señaló que estaba
demostrado que ella, «sin trabajo, enferma, con trauma
fisiológico de claro origen profesional, entró en estado de
vulnerabilidad y factores estresantes que le desencadenaron
la depresión mayor», tal y como se extrae del propio
dictamen de la Junta Nacional y de un documento
mediante el cual la ARP solicitó la modificación del
dictamen y acepta que la trabajadora estuvo expuesta a
carga física que exacerbó un cuadro mórbido preexistente.
Todo ello, en criterio del recurrente, comporta la prueba de
su situación patológica.

Finalmente indicó que, en todo caso, a quien


correspondía demostrar que en el examen pre ocupacional
se había detectado una pre existencia de la enfermedad
depresiva de la trabajadora, era a la empresa empleadora y
no a la demandante como equivocadamente lo exigió el ad
quem.

VII. RÉPLICA

Teniendo en cuenta que el ataque tiene por fin obtener


el reconocimiento de la pensión de origen profesional, la
sociedad Administradora de Fondos de Pensiones y
Cesantías Porvenir S.A. solicita se sirva confirmar la
sentencia recurrida.

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No obstante, señala, que el cargo debe desestimarse


pues, si bien enfoca su ataque por la vía indirecta, al
pronunciarse sobre la competencia de la Junta Nacional de
Calificación de Invalidez, la argumentación resulta ser
eminentemente jurídica y como tal, ajena a un ataque por
la senda de los hechos, lo que hace impróspero el ataque.

Añade que, aún en caso de sobrepasar el anterior


dislate, el cargo no prosperaría, pues, para demostrar la
existencia de los yerros fácticos era necesario atacar las
pruebas hábiles en casación, connotación que no tienen los
dictámenes de las Juntas Calificadoras, puesto que son
asimilados a pruebas periciales y en ese orden, no pueden
ser analizadas directamente en esta sede.

VIII. CONSIDERACIONES

Para abordar el estudio del cargo, es oportuno precisar


que los razonamientos esenciales del fallo del Tribunal que
llevaron a la improcedencia de las pretensiones de la
demanda fueron edificados en: i) la competencia de la Junta
de Calificación de Invalidez para emitir dicho concepto; ii) la
posibilidad de controvertir el dictamen vía judicial; iii) la
inactividad probatoria de la parte demandante para efecto
de demostrar el origen profesional de su enfermedad y, iv)
las razones que expresó la Junta de Calificación Nacional
para justificar la modificación del dictamen objeto de litigio.

La censura radica su inconformidad en la indebida


valoración del recurso de apelación que interpuso la

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demandante ante la Junta Nacional de Calificación de


Invalidez, la contestación de la demanda y el informe
mediante el cual aquella justificó la modificación del
dictamen, las cuales se analizarán de forma conjunta
atendiendo a la finalidad de su objeción, así:

Obra a folios 198 y 199 del cuaderno principal el


recurso de apelación interpuesto por la señora Ramos
Gutiérrez contra la decisión de la Junta Regional del Valle
del Cauca, en el cual expresó:

En consecuencia, no encuentro razón alguna para que la Junta


de Calificación de Invalidez, Regional Valle del Cauca, determine
como perdida (sic) de capacidad laboral 38.99%, cuando es
suficientemente claro que mi lesión, por causa de la enfermedad
profesional, me ha impedido continuar ejerciendo mi actividad u
ocupación en mi estado normal […]

Por lo antes expuesto, solicito con todo respeto, que para resolver
el presente recurso de apelación, se me practique una nueva
valoración médica, por cuanto mi pérdida de capacidad
laboral es total y permanente (negrita del original).

Frente a este documento, la recurrente sustenta el


primero de los errores identificados y asegura, que su
adecuada apreciación hubiese evidenciado que la solicitud
de revisión tan solo cuestionó el porcentaje de pérdida de
capacidad laboral, y no la fecha de estructuración ni el
origen establecido por la Junta Regional de Calificación de
Invalidez del Valle del Cauca, por lo que dichos tópicos
debieron mantenerse incólumes, ya que la referida
autoridad desbordó la competencia asignada por la Ley 100
de 1993 y el Decreto 2463 de 2001, en armonía con el
artículo 29 de la Constitución Política, más aún cuando ella
actuaba como única apelante, pues no tuvo en cuenta que

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esa decisión hizo más gravosa su situación, pese a que la


declaró invalida.

Respecto de esta petición, es preciso indicar que la


observación formal que le imputa la entidad opositora al
cargo, no es del todo acertada, pues si bien la
jurisprudencia de esta Corporación, ha señalado que la vía
indirecta no es el camino correcto para plantear
cuestionamientos relacionados con la competencia de la
Junta Nacional de Calificación de Invalidez (CSJ SL13529-
2016), lo cierto es que en esta oportunidad, el ataque se
enfoca en la valoración que el ad quem efectuó frente al
contenido del recurso que interpuso la trabajadora, hoy
demandante y a la validez que le otorgó al informe rendido
en sede judicial por esa autoridad médica, lo que resulta
perfectamente admisible en la modalidad de ataque que
escogió.

Así entonces, confrontada la prueba atacada y la


decisión de segunda instancia, la Sala advierte, por una
parte, que en efecto, el recurso de apelación que interpuso
la demandante, buscaba que se aumentara el porcentaje de
pérdida de capacidad laboral asignado por la Junta
Nacional de Calificación de Invalidez.

Ahora, frente a la sentencia impugnada, encuentra la


Sala que el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Cali,
al efectuar una valoración del acervo probatorio, encontró
justificada la modificación que hizo la máxima autoridad de
calificación de invalidez; lo anterior, con fundamento en lo

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plasmado en la contestación de la demanda y


especialmente, con lo referido en el informe rendido por
dicha junta en el trámite procesal, medios de convicción
que al haber sido denunciados como indebidamente
apreciadas, pasan a analizarse a fin de establecer si el juez
colegiado incurrió o no en los yerros advertidos.

Frente a la pieza procesal de contestación de la


demanda, basta señalar que de acuerdo con la
jurisprudencia pacifica de la Corte, ésta puede ser acusada
en casación, siempre que contenga confesión o cuando la
voluntad de su titular es desconocida o tergiversada
ostensiblemente; sin embargo, en este caso, ninguna de
esas circunstancias se evidencia por la casacionista, pues
su alegato se limita a precisar que en dicho escrito la
demandada expuso las razones que en ese momento la
Junta demandada dio para variar el dictamen recurrido, sin
evidenciar hechos que le produjeran consecuencias
jurídicas adversas a su teoría del caso, que es lo que en
esencia constituye la confesión, además el Tribunal no
distorsionó su contenido.

Ahora, en lo que respecta al informe rendido por la


Junta Nacional de Calificación de Invalidez, cuestiona la
recurrente que el Tribunal no se hubiera percatado de que
la razón fundamental para que la Junta Nacional modificara
el dictamen en aspectos que no le habían sido solicitados,
obedeció a la «solicitud extemporánea hecha por la ARP
de que variara el origen de la enfermedad», conducta que
considera vulneradora del debido proceso, pues dicha

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petición no podía ser acogida por la Junta por no ser un


recurso de apelación oportunamente presentado.

No obstante, dicha conclusión no resulta sostenible,


pues revisado el referido documento, se tiene que la
modificación del porcentaje de pérdida de capacidad laboral
por parte de la Junta Nacional atendió a las condiciones de
salud que, para la fecha de calificación, la señora Ana
Marlene Ramos padecía, y que tuvieron sustento además en
el concepto del «médico psiquiatra de la fundación clínica
Valle de Lili realizado el 1 de octubre de 2002 por solicitud
de la Junta…» el cual permitió conocer su estado
psiquiátrico actual, e incrementar el porcentaje de pérdida
de capacidad laboral, tal y como lo solicitó la recurrente.

Explicó que para la fecha de la calificación de la Junta


Regional -5 de julio de 2002- la valoración psiquiátrica fue
clasificada en la categoría «clase I leve, con una deficiencia
del 10%»; sin embargo, con base en el dictamen de octubre
de 2002, esa autoridad médica consideró que la paciente
estaba en «categoría clase II moderada y por eso se le
cuantificó una deficiencia del 20%”.

Con ello advirtió, que dicha modificación implicaba


variar igualmente el origen de la calificación integral, pues,
de acuerdo con la valoración y concepto del psiquiatra, el
trastorno depresivo de la señora Ana Ramos «no es derivado
de la clase de trabajo desempeñado por la trabajadora», por
lo que, al apreciar las pruebas en su conjunto, de acuerdo
con las reglas de la sana crítica y «además, al haber

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observado error en las decisiones de la Junta Regional de


Calificación de Invalidez del Valle del Cauca», resolvió
calificar la invalidez como de origen común.

Todo lo anterior, permite desvirtuar la aseveración de


la recurrente, pues lo cierto es, que la modificación de los
factores señalados en el dictamen no obedeció ni a la
referida generalidad del recurso de apelación, ni a la
petición extemporánea que realizara la ARP, sino a las
razones médicas expuestas por ese ente especializado, que,
si bien, condujeron a aumentar el porcentaje de pérdida de
capacidad laboral, al punto de otorgarle la proporción
necesaria para considerarla inválida, comportó una forzosa
variación de los restantes factores, tal y como quedó
expuesto, lo que en modo alguno implica la vulneración del
debido proceso de la demandante.

Tampoco resulta de recibo el argumento esgrimido por


la recurrente cuando reclama de la Junta Nacional de
Calificación de Invalidez, la aplicación de los postulados
normativos consagrados en los artículos 66A del CPTSS y
357 del CPC sobre el principio de consonancia en entre la
decisión y el recurso de apelación en las especialidades
laboral y civil, respectivamente, pues lo cierto es que esas
disposiciones regulan la actividad judicial que deben
desplegar los jueces en uso de las facultades
jurisdiccionales y que en modo alguno pueden trasladarse a
trámites administrativos para el caso de las impugnaciones
directas ante las Juntas de Calificación de Invalidez.

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Por lo expuesto, quedan entonces desvirtuados los dos


primeros errores de hecho señalados por la casacionista.

Superado lo anterior, procede la Sala a pronunciarse


sobre las pruebas denunciadas como no valoradas por el
Tribunal, esto es, el formato de calificación diligenciado a
mano de folio 180 y la petición que la ARP hoy ARL
Colseguros elevó ante la Junta Nacional de Calificación el
29 de octubre de 2002 de folios 647 a 649.

Reprocha la censura que el Tribunal no hubiese


valorado las pruebas documentales de folios 180 y 647 a
649 del cuaderno principal, que acreditan que la patología
detectada es de origen profesional, pues así lo aceptaron la
Junta Nacional y la ARL Colseguros cuando precisaron que
la depresión mayor se vio agravada por la actividad laboral
desempeñada por la trabajadora, por lo que pasa la Sala a
analizar su contenido a fin de establecer la prosperidad de
los restantes errores señalados.

a. Frente al primer documento denunciado (f.° 180),


que se trata de una fotocopia manuscrita de lo que podría
ser una pieza del dictamen realizado por la Junta Nacional
de Calificación de Invalidez, la parte opositora señaló que
su análisis resultaba improcedente, pues no es una prueba
hábil en casación, razonamiento que, en principio, resulta
acertado; sin embargo, pese a la naturaleza pericial que la
jurisprudencia de esta Corporación pacíficamente le ha
asignado al dictamen de la Junta Nacional de Calificación
-cuya valoración fue reprochada por la recurrente como

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prueba determinante de error ostensible de hecho-, también


ha precisado que en casos como el presente, se le asigna el
tratamiento de documental proveniente de una de las
demandadas por lo que es posible examinarla en tal calidad
por la Sala, tal y como fue explicado en la sentencia CSJ
SL5873-2015.

En este punto, cabe advertir que la valoración de la


prueba no puede realizarse de forma restringida o según la
conveniencia del argumento que se persigue demostrar, que
es lo que acontece en este caso, pues la censura escogió
una expresión allí consignada para dar soporte a su
pretensión y así acreditar que el diagnóstico de depresión
mayor evolucionó a «recurrente o crónica», dado su «estado
actual», expresión que, en su criterio, evidencia que su
patología se incrementó por el padecimiento de las otras
enfermedades y lesiones en el cuerpo de origen profesional,
situación que conducía a mantener dicho origen.

No obstante, olvidó la recurrente, que, a continuación


de lo transcrito por ella, quedó plasmada la justificación de
la decisión adoptada; así se lee en lo relevante:

“[…] valoración psiquiátrica del 01-oct-2002, se hace Dx de


depresión mayor medicada con […] con pronóstico evolutivo hacia
depresión recurrente o crónica por su cuadro actual.

Consideraciones: indiscutiblemente la patología de la columna


vertebral que presenta es de claro origen profesional
(enfermedad profesional) y la patología psiqui[ca] que existe es
de carácter común. Teniendo en cuenta que su estado actual y el
pronóstico sombrío de su condición psiquiátrica, es el que
determina su verdadera invalidez, forzoso es concluir que su
invalidez es de origen común”

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Lo referido permite concluir que, si bien, el ente


calificador identificó a octubre de 2002 una evolución de la
patología psiquiátrica de depresión mayor, lo cierto es que
la expresión «por su cuadro actual» es de la claridad
suficiente para concluir que la patología de la columna que
determinó el origen profesional de su pérdida de capacidad
inicial, no fue la que actualmente establecía su invalidez, ya
que dicha autoridad médica expuso que su condición
psiquiátrica fue la que determinó su «verdadera invalidez»,
sin que la circunstancia de haberse encontrado
desvinculada laboralmente desde el 22 de septiembre del
año 2000 (f.os 193 y 194), resulte relevante para la
calificación final, ahora cuestionada, pues ninguna prueba
aportó para acreditar el nexo de causalidad entre el retiro
del empleo y su estado emocional al momento de la
valoración médica.

b. Frente a la solicitud elevada el 29 de octubre de


2002 (f.os 647-649) por Colseguros S.A a la Junta Nacional
de Calificación de Invalidez, donde pide «Calificar en Tercera
instancia» a la señora Ana Marlen Ramos, debe decirse que
es igualmente cierto que ninguna mención de ella hizo el
Tribunal al adoptar la decisión de instancia.

Sin embargo, revisado tal documento se constata que


lo allí consignado no comporta una prueba del carácter
profesional de la invalidez de la demandante, pues lo que
tal petición refiere es una descripción del proceso previo
adelantado por la actora ante dicha entidad y ante la EPS
Comfenalco, del que se logra concluir que en criterio de la

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referida ARL, su diagnóstico comporta una patología con un


componente mixto común agravada por la actividad laboral,
razonamiento que si bien relaciona la patología psíquica con
la física, no comporta una confesión sobre el origen, ni
puede acreditar que el factor predominante de su condición
fuese el laboral.

Bajo tal perspectiva, la acusación que se le formula al


juzgador de segundo grado por falta de apreciación de las
pruebas indicadas resulta inane, en la medida en que su
apreciación no variaría la decisión que éste adoptó, pues,
por una parte, la decisión médica estuvo suficientemente
justificada y por otra, porque la parte recurrente no acreditó
el nexo causal de las patologías de origen profesional con su
condición psiquiátrica que dieran lugar a la modificación
del origen de su invalidez, por la vía judicial.

Así las cosas, cabe advertir que el principio de libertad


probatoria del que están asistidos los juzgadores de
instancia, comporta no solo la valoración de los elementos
de juicio incorporados al expediente, sino también la
facultad de optar por el medio de prueba que estima más
adecuado para demostrar los supuestos fácticos en que se
soportan pretensiones y excepciones, por ello es que, como
en este caso, no toda omisión valorativa, conduce a la
prosperidad de la demanda de casación.

Finalmente, frente al cuarto error, mediante el cual


cuestionó que el Tribunal tuviera por acreditado que con el
examen pre-ocupacional se detectó y registró el diagnóstico

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de la depresión como preexistente, y además que estuviera


probado que la exposición era «insuficiente para
desencadenar el evento patológico depresivo adicional», la
censura cuestionó que el Tribunal hubiese atribuido a la
parte demandante, la carga de acreditar si su patología
había sido detectada como preexistente y que la exposición
a los riesgos era capaz de causar o desencadenar el «evento
patológico adicional depresivo».

Atendiendo el anterior planteamiento del cargo, forzoso


resulta recordar, que de vieja data la Sala de Casación
Laboral de la Corte ha precisado que cuando se está
cuestionando sobre quién tiene la carga de la prueba de un
determinado hecho, la vía adecuada para orientar el ataque
es la directa por cuanto «no se trata de establecer errores de
valoración probatoria sino la violación de los preceptos
legales que la gobiernan», situación que resulta ajena al
enfoque dado por la casacionista y en ese sentido no es
factible efectuar análisis alguno.

IX. CARGO SEGUNDO

Acusa la sentencia de violar la ley sustancial, por la


vía directa en la modalidad de «falta de aplicación del
artículo 39 de la Ley 100 de 1993, en relación inmediata con
los artículos 4, 5 y 6 del Acuerdo 049 de 1990, aprobado por
el Decreto 758 de 1990; artículos 1, 14, 16, 18, 19, 20 y 21
del CST (el 21 sobre condición más favorable) y artículos 13,
47, 48 y 53 de la Constitución Nacional (este último sobre la
condición más ventajosa).

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Previo a sustentar la acusación, señala que, para los


efectos perseguidos, acepta la fecha de estructuración de la
invalidez y el origen de la misma, de acuerdo con el
dictamen de la Junta Nacional de Calificación de Invalidez
que «no se cuestiona».
Lo que reprocha en este cargo, es que el Tribunal, pese
a haber vinculado al fondo Porvenir S.A para que asumiera
la pensión de invalidez de origen común, omitiera analizar
el principio de la condición más beneficiosa estando
acreditados los requisitos para su procedencia, pues efectuó
cotizaciones suficientes «en los dos regímenes». Sustentó su
reproche en la sentencia CSJ SL 21 feb. 2006 rad. 24812.

Señala que en el presente caso, la demandante cotizó


más de 500 semanas y, además, «150 semanas dentro de
los 6 años anteriores a la fecha de estructuración de la
enfermedad o invalidez», por lo que se imponía su
reconocimiento pensional. Lo expuesto lo fundamentó
igualmente en los artículos 21 del CST y 53 de la
Constitución Política.

X. RÉPLICA

La Sociedad Administradora de Fondos de Pensiones y


Cesantías Porvenir S. A., solicita que el cargo sea
rechazado, pues asegura que, pese a haber escogido la vía
directa, la casacionista «fundó su arremetida en argumentos
de innegable connotación probatoria», al señalar que el
Tribunal debió pronunciarse sobre la pensión de origen

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común dada la vinculación como litisconsorte necesario del


fondo y, cuando se pronunció sobre la prueba de la
densidad de semanas suficientes para consolidar el derecho
reclamado.

Añadió que el Tribunal profirió decisión absolutoria al


considerar que no se cumplieron los requisitos legales de la
norma aplicable (Ley 100 de 1993), ni de alguna norma
anterior, y que, en todo caso, dicha conclusión no fue objeto
del recurso de apelación que la parte demandante formuló,
por lo que el Tribunal no estaba habilitado para
pronunciarse sobre ese tópico y no es posible enmendar ese
olvido en sede de casación.

Indicó que, de cualquier modo, las pretensiones no


podrían salir avante, pues la demandante no asumió la
carga de la prueba que le exigía demostrar que «antes de su
afiliación a Porvenir había estado cotizando en alguna otra
entidad del sistema de seguridad social» y que por ello, era
viable que su solicitud se analizara a la luz del principio de
la condición más beneficiosa.

Por último señaló, que la señora Ramos al 1° de


octubre de 2002 no se encontraba cotizando, ni había
aportado 26 semanas dentro del año anterior, lo que
constata la improcedencia del derecho reclamado.

XI. CONSIDERACIONES

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Le asiste razón a la réplica en los reparos de carácter


técnico realizados, pues como bien lo señala el opositor, el
reconocimiento de la pensión de invalidez de origen común
por parte de la Administradora de Fondos de Pensiones, no
fue tema del recurso de apelación formulado por la parte
demandante.
 
 En efecto, al revisar el escrito contentivo del recurso
de alzada, se evidencia que la parte actora planteó su
inconformidad principalmente frente a la decisión de la
Junta Nacional de Calificación de Invalidez de modificar el
origen de la enfermedad y la fecha de estructuración, pues
luego de invocar la aplicación de principios de
razonabilidad, proporcionalidad, primacía de la realidad,
favorabilidad en la valoración de las pruebas y el deber de
protección especial a quienes están en circunstancias de
debilidad manifiesta, señaló de forma insistente que dicha
autoridad médica se extralimitó en sus funciones y que su
decisión vulneró los derechos adquiridos e incluso los
fundamentales de la demandante, sin hacer alusión al
principio que reprocha inaplicado.

Y es que tan clara es su omisión, que incluso la


referencia normativa que hace al finalizar su recurso de
alzada no podría comportar un alegato en este sentido, en
tanto lo que en esta oportunidad reprochó fue que la
normatividad actual –Ley 860 de 2003- establece unos
requisitos de cotización mínima que le resultan más
favorables que los señalados en la Ley 100 de 1993 que es
la ley que gobierna su situación.

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Lo anterior, en modo alguno podía conducir al


Tribunal a pronunciarse sobre la procedencia de la
aplicación del principio de la condición más beneficiosa,
pues lo cierto es que, lo que reclamó la recurrente en esa
oportunidad, fue la aplicación de una norma posterior
frente a una situación consolidada bajo vigencia de la ley
anterior, petición que es ajena al principio invocado, y que
en todo caso resulta improcedente en tanto contraviene el
principio universal de la irretroactividad de la ley, según el
cual «las normas sobre trabajo, por ser de orden público,
tienen efecto general inmediato y no retroactivo en cuanto no
pueden afectar situaciones definidas o consumadas con
arreglo a leyes anteriores (sentencia CSJ SL4105-2016 del 2
de mar. 2016, rad. 52908)» (CSJ SL4650-2017).

En ese orden, resulta evidente que el recurrente no


controvirtió a través del recurso de apelación lo que ahora
sí plantea a través del cargo, situación que impide a la Sala
abordar el estudio de un tema no analizado por el Tribunal,
dado que, como lo ha adoctrinado esta Corporación «no es
dable imputarle al juzgador la comisión de unos errores en
relación a unos aspectos frente a los cuales no hubo
pronunciamiento, precisamente porque no fueron materia de
apelación» (CSJ SL646-2013, reiterada entre otras en CSJ
SL13061-2015, CSJ SL13431-2016, CSJ SL5873-2016,
CSJ SL 13431-2016,  CSJ SL8653-2016 y CSJ SL8298-
2017).

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Finalmente, y aún en gracia de discusión la Sala


encuentra que no es posible analizar la procedencia de su
derecho pensional, pues en realidad, la parte actora no
allegó al plenario prueba alguna que acreditara que la
señora Ramos cumplía con la densidad de semanas
suficientes para consolidar su derecho pensional en virtud
del principio de la condición más beneficiosa a la luz del
Acuerdo 049 de 1990 aprobado por el Decreto 758 de 1990,
norma que sería la única a la que se podría hacer remisión
dado el entendimiento que sobre este precepto ha dado ésta
Corporación, mediante el cual se prevé la posibilidad de
analizar una prestación pensional con base en la normativa
inmediatamente anterior, siempre que se advierta una
modificación sustancial en los requisitos legales para
acceder a la prestación y en el cambio normativo el
legislador no haya previsto un régimen de transición

Por lo expuesto, el cargo no prospera.

Las costas del recurso extraordinario estarán a cargo


de la recurrente demandante y en favor de la única
sociedad replicante, Administradora de Fondos de
Pensiones y Cesantías Porvenir S. A. Se fijan las agencias
en derecho en $3’500.000, que se liquidarán de
conformidad con el artículo 366 del CGP.

XII. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, Sala de Casación Laboral, administrando justicia
en nombre de la República y por autoridad de la ley, NO

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CASA la sentencia dictada el 17 de septiembre de 2010 por


la Sala de Descongestión Laboral del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Cali, dentro del proceso ordinario
laboral seguido por ANA MARLENE RAMOS contra la
JUNTA NACIONAL DE CALIFICACIÓN DE INVALIDEZ, la
SOCIEDAD ASEGURADORA DE VIDA COLSEGUROS S.A.
y/o ARP COLSEGUROS S. A. y como litisconsorte, la
SOCIEDAD ADMINISTRADORA DE FONDOS DE
PENSIONES Y CESANTÍAS PORVENIR S. A.

Costas como se indicó en la parte motiva.

Notifíquese, publíquese, cúmplase y devuélvase el


expediente al tribunal de origen.

MARTÍN EMILIO BELTRÁN QUINTERO

DOLLY AMPARO CAGUASANGO VILLOTA

ERNESTO FORERO VARGAS

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