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Os escribo a vosotros, hijos, porque vuestros pecados os han sido perdonados por su
nombre. 13 Os escribo a vosotros, padres, porque conocéis al que ha sido desde el
principio. Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al maligno. Os he escrito a
vosotros, niños, porque conocéis al Padre. 14 Os he escrito a vosotros, padres, porque
conocéis al que ha sido desde el principio. Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois
fuertes y la palabra de Dios permanece en vosotros y habéis vencido al maligno.
Por supuesto, esto no es cierto solo en los jóvenes. Juan los singulariza, creo, porque
frecuentemente tiende a llamar a todos los cristianos “hijos” (catorce veces en esta carta)
para asegurarse de que sepan que está cuidando a los ancianos (padres) y a los jóvenes en
la iglesia, y de que existe una guerra que debe pelearse contra el pecado y Satanás, y de
que hay un papel especial para los hombres en la batalla. Pero el principio es el mismo para
cada cristiano, anciano o joven, hombre o mujer. El maligno (el diablo) es vencido por la
fuerza que viene por tener la Palabra de Dios habitando en nosotros.
Ese es el mensaje principal que quiero enfatizar hoy: Nuestra fuerza o triunfo sobre el
maligno viene de nuestra permanencia en la Palabra de Dios. Si usted no entiende mucho
de lo que hablamos, por favor entienda esto: Su fuerza para vencer al maligno viene de su
permanencia en la Palabra de Dios (1 Juan 2:14). Mi oración es que esto sea un incentivo
en este año y para que cada vez se sature más de la Biblia. Quisiera que el Señor pudiera
decir sobre ustedes al final del 2007: “Ustedes son fuertes, y la Palabra de Dios permanece
en ustedes, y han vencido al maligno”.
“Y oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder y el reino
de nuestro Dios y la autoridad de su Cristo, porque el acusador de nuestros hermanos, el
que los acusa delante de nuestro Dios día y noche, ha sido arrojado. 11 Ellos lo vencieron
por medio de la sangre del Cordero y por la palabra del testimonio de ellos, y no amaron sus
vidas, llegando hasta sufrir la muerte”.
Lo que Juan quiere decir es que las acusaciones de Satanás caen sobre la tierra (son
vencidas) cuando los creyentes confían en la sangre del Cordero, Jesucristo, para cubrir
todos sus pecados y convertir esa verdad en su testimonio, aun si les costare la vida.
Pueden morir por la persecución, pero son más que vencedores sobre el acusador. Las
acusaciones del diablo son anuladas cuando estamos bajo la sangre del Cordero –es decir,
cuando estamos “en” el Hijo de Dios quien murió por nosotros.
Esta carta tiene dos objetivos: 1) que no pequemos, y 2) en caso de que pequemos, que
Satanás no pueda acusarnos de modo que perdamos la esperanza del cielo y la santidad y
huyamos hacia la vana mundanalidad. Juan nos recuerda dos cosas: primero, que
Jesucristo es la propiciación por nuestros pecados -eso significa que llevó la maldición por
nosotros (Gálatas 3:13; Romanos 8:3) para que la remoción de la ira de Dios fuera segura
(propiciación); y segundo, que por esta causa, Cristo es hoy nuestro abogado ante Dios en
los cielos. En otras palabras, si alguna acusación llega en nuestra contra, Cristo se presenta
ante Dios con la infinita dignidad de su propia sangre y justicia para cubrir todos nuestros
pecados e implorar exitosamente por nuestra causa (vea Romanos 8:33-34). Esto es parte
de lo que Juan quiere decir en 1 Juan 3:8b, donde dice: “El Hijo de Dios se manifestó con
este propósito: para destruir las obras del diablo”. Al morir por nosotros y propiciar nuestros
pecados y presentarse como nuestro abogado en los cielos, Jesús anula el efecto de
cualquier acusación que el diablo traiga en nuestra contra.
Otra forma de decir que la Palabra de Dios permanece en nosotros es decir que la creemos.
Es decir le damos la bienvenida y la recibimos, la abrazamos y atesoramos su verdad. Esto
es lo que Juan llama fe; y la fe, dice, es lo que vence al mundo y al diablo. Aquí está 1 Juan
5:4-5: “y esta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe. 5 ¿Y quién es el que vence
al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?”
Por tanto, nunca piense que puede dejar atrás la Palabra. Piense en la Palabra como en
algo vivo y activo, piense en ella como su conexión vital con Cristo en los cielos donde es su
abogado infalible y lleno de gracia. Conviértase en un cristiano saturado de la Biblia. Todo
en la Biblia es la Palabra de Dios. Todo en la Biblia es el fundamento inspirado de Dios y la
explicación y aplicación del evangelio. Toda ella es inspirada y ella le es completamente
provechosa. Sumérjase por tanto, y permita que la Palabra permanezca en usted para que
disfrute el triunfo sobre las acusaciones del maligno.
Primero Juan 2:14b: “Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes y la palabra de
Dios permanece en vosotros y habéis vencido al maligno”. Si la Palabra de Dios permanece
en ustedes, entonces son fuertes –fuertes primeramente para vencer la acusación del
diablo, y luego para vencer la tentación del diablo. Si el diablo no puede socavar nuestra fe
por la acusación, será implacable en su intento de socavarla con la tentación.
LA TENTACIÓN Y LA PRUEBA
Y la tentación es de todo tipo y clase imaginable. No piense solamente en los
comportamientos inmorales. Piense en el cáncer y como una tentación para destruir su fe.
Piense en el dolor insoportable. Piense en la pérdida de los seres queridos, y en la
enfermedad de sus hijos, y en la adversidad financiera, y en las tensiones matrimoniales, y
en el antagonismo político, y en los desastres naturales, y en el crimen amenazante, y en la
violencia de las masas. La palabra para tentación en griego (peirasmos) es la misma tanto
para expresar prueba como para expresar tentación. Esto es porque toda tentación prueba
nuestra fe, y toda prueba de nuestra fe es una tentación a olvidar la fe.
Así que cuando 1 Juan 2:14 dice: “sois fuertes y la palabra de Dios permanece en vosotros
y habéis vencido al maligno”, quiere también decir que ustedes han vencido la tentación a
vivir en pecado, y han pasado la prueba que pudo destruir su fe.
La Palabra de Dios nos da la fuerza para vencer al maligno porque por la gracia de Dios,
por medio del Espíritu, nos libera de esas mentiras con la verdad: Juan 8:32: “y conoceréis
la verdad, y la verdad os hará libres”; Juan 17:17: “Santifícalos en la verdad; tu palabra es
verdad”. Tu palabra es verdad. Allí está. La Palabra de Dios nos hace fuertes para vencer al
maligno porque satura nuestra mente con la verdad –la verdad acerca de Cristo, y la verdad
acerca de la cruz, y del Espíritu, y de la fe, y de quiénes somos en Cristo, y del significado
del pecado, y la calamidad, y la enfermedad, y la soberanía y bondad de Dios.
Y por esta verdad que enciende el espíritu y produce pasión, somos fortalecidos contra las
mentiras del maligno. No somos engañados, nos sujetamos de la Palabra de vida,
permanecemos en Cristo. Ésta no es una cura rápida para cada problema, es un estilo de
vida. Pablo llamó Timoteo a pelear la batalla de la fe (1 Timoteo 6:12) y al final de su vida
dijo: “He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe” (2da de
Timoteo 4:7). Durante todo el camino, hasta llegar al final, pelearemos con el maligno. Y
peleamos utilizando la palabra que sostiene la fe, y ganamos: “esta es la victoria que ha
vencido al mundo: nuestra fe” (1 Juan 5:4); “sois fuertes y la palabra de Dios permanece en
vosotros y habéis vencido al maligno” (1 Juan 2.14).
Así sea soltero o casado, joven o anciano, hombre o mujer, chico o chica, ¿se nos uniría?
Permita que la Palabra de Dios permanezca ricamente en ustedes y haga de sus vidas,
vidas de oración. Su Padre en los cielos les dará buenas cosas cuando pidan. Y ustedes
serán fuertes y vencerán al maligno.