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Canción sextina / Joan Brossa

A Maria-Mercè Marçal, gentil y medievalista

Tocando el caramillo por la casa


sueño todas las noches con mis deudas;
curvo el descanso tras alguna puerta
y, en mar de azar, de nada hago tres días
sabiendo raras sendas entre plantas,
pluma de oca en la oreja y cuatro libros.

Un abanico formo con los libros,


pues los guantes estorban en la casa;
buen verde, con su flor, muestran las plantas,
se acaba el fondo en el rincón de deudas;
alza la sombra llena de mis días
trampas de nieve inútil en la puerta.

Sólo se para al borde de la puerta


el miedo, sin espina en buenos libros;
se abren las flores y, viejo de días,
finge el fuego un lugar bajo la casa;
largo, un desierto agujerea las deudas
cuando echo la cortina de las plantas.

Caen las hojas del juego de las plantas,


y el mar compone sierras tras la puerta;
descansan guerras y descansan deudas,
tejen cosas al sino de los libros
y el redil, con lamentos, queda en casa.
Se mueve el humo. Van pasando días.

Agua leve desnuda noches, días;


la piedra avara, prenda de las plantas,
llena con su rumor toda la casa;
rechaza el aire el vidrio de la puerta
y espejos son las hojas de los libros.
El color calla el nudo de las deudas.

Aquí la primavera tiene deudas;


bien escondida, es libre. Y nacen días.
Perdidas las lecciones de los libros,
las llaves dejan rastros en las plantas;
el pensamiento, pues, abre la puerta:
vence a las piedras la sombría casa.

Entro en la casa por la vía de deudas.


Cierro la puerta y, cierto, sí que hay días
que leo las plantas y que riego libros.

Traducido por Andrés Sánchez Robayna


Joan Brossa, Canción sextina. A: Viaje por la sextina, Málaga: Dador, 1992, p. 19-21.

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