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Derecho Penal Español
Derecho Penal Español
El derecho penal es la rama del derecho que establece y regula el castigo de los
crímenes o delitos, a través de la imposición de ciertas penas como la reclusión en
prisión, por ejemplo.
Etapa primitiva: En este período no existían leyes claras, sino una serie de
prohibiciones derivadas de unas firmes creencias religiosas que imponían duros
castigos a aquél que osara violarlas, dichos mandatos recibían el nombre de tabú.
Existía otro término que era el de venganza, que permitía que aquéllos que sufrían
cualquier daño por parte de otro grupo, tomarán la justicia por su mano castigando
a sus agresores con un mal mayor al recibido. No existían límites, eran las
víctimas quienes los ponían. El sucesivo ejecutar de las venganzas entre
individuos de diversos bandos fue lo que llevó en repetidas ocasiones a la guerra
entre los mismos.
Hoy en día, de acuerdo a los aportes que han hecho las diversas culturas que se
han preocupado por establecer un código para condenar justamente a
los imputados, contamos con un sólido derecho penal que teóricamente protege a
los que son inocentes y colabora con el establecimiento de la justicia en todos sus
órdenes; aunque, lamentablemente, no en todos los casos se cumple dicho
requisito.
Presupuesto lo anterior, las fases del proceso penal son las siguientes:
a. La instrucción preliminar, la cual responde a aquel conjunto de actuaciones
de carácter jurisdiccional desencadenadas a raíz de la toma de
conocimiento de la comisión de un delito (o notitia criminis), que tienen por
objeto tanto el aseguramiento de posibles elementos de prueba y adopción
de medidas cautelares como la preparación del ulterior juicio oral. Recibe el
nombre de “sumario” en el proceso ordinario, y el de “diligencias previas” en
el procedimiento abreviado. Su objeto lo constituye un conjunto
heterogéneo de actuaciones, que van desde la pura investigación (entrada
y registro en lugar cerrado, detención y apertura de correspondencia) hasta
el aseguramiento de eventuales responsabilidades civiles (fianzas,
embargos), pasando por el aseguramiento de la persona del delincuente
(detención, prisión provisional). En su tramitación predomina la forma
escrita y el secreto: así, expresamente dispone la L.E.Cr. que “Las
diligencias del sumario serán secretas hasta que se abra el juicio oral, con
las excepciones determinadas en la presente Ley” (artículo 301). Las
diligencias practicadas durante la fase instructora carecen del valor de
pruebas en sentido estricto, y no poseen por tanto aptitud para desvirtuar la
presunción de inocencia; se exceptúan aquellos contados casos en que,
por no poder ser reproducidos en el acto de la vista oral, adquieren, previo
el cumplimiento de los requisitos correspondientes, el carácter de pruebas
anticipadas.
Finalmente, y para concluir este apartado, debemos hacer una mención al carácter
supletorio del procedimiento ordinario por delitos graves, plasmado expresamente
en el artículo 758 de la L.E.Cr. a cuyo tenor: “El enjuiciamiento de los delitos
enumerados en el artículo anterior –es decir, los correspondientes al
procedimiento abreviado– se acomodará a las normas comunes de esta Ley, con
las modificaciones consignadas en el presente Título”. Sin embargo, este principio,
que parece no ofrecer dudas en lo que respecta a la relación entre el
procedimiento ordinario y el abreviado, no aparece tan claro en lo que toca a la
regulación de otros procedimientos especiales recogidos en la L.E.Cr. (Así, por
ejemplo, el procedimiento por injurias y calumnias contra particulares o el seguido
contra Diputados y Senadores).
Denuncia y querella:
LA DENUNCIA
LA QUERELLA
La denuncia es una obligación que, por regla general, impone el Estado para
obtener la cooperación ciudadana en la lucha contra el delito.
Por el contrario, en los delitos privados, solo pueden querellarse las personas
legitimadas, según los casos, para actuar en el proceso en calidad de acusador
privado.
Si la querella fuese por delito que no pueda ser perseguido sino a instancia de
parte, se entenderá abandonada por el que la hubiese interpuesto cuando dejase
de instar el procedimiento dentro de los diez días siguientes a la notificación del
auto en que el Juez o el Tribunal así lo hubiese acordado. Al efecto, a los diez días
de haberse practicado las últimas diligencias pedidas por el querellante, o de estar
paralizada la causa por falta de instancia del mismo, mandará de oficio el Juez o
Tribunal que conociere de los autos que aquél pida lo que convenga a su derecho
en el término fijado en el párrafo anterior (artículo 275 de la L.E.Cr.)
Se tendrá también por abandonada la querella cuando, por muerte o por haberse
incapacitado el querellante para continuar la acción, no compareciere ninguno de
sus herederos o representantes legales a sostenerla dentro de los treinta días
siguientes a la citación que al efecto se les hará, dándoles conocimiento de la
querella (artículo 276 de la L.E.Cr.).
Atestado:
Establece la L.E.Cr. que: “Los funcionarios de Policía judicial extenderán, bien en
papel sellado, bien en papel común, un atestado de las diligencias que practiquen
en el cual especificarán con la mayor exactitud los hechos por ellos averiguados,
insertando las declaraciones e informes recibidos y anotando todas las
circunstancias que hubiesen observado y pudiesen ser prueba o indicio del
delito” (artículo 292, párrafo 1º). Igualmente, la policía judicial remitirá con el
atestado un informe dando cuenta de las detenciones anteriores y de la existencia
de requisitorias para su llamamiento y busca cuando así conste en sus bases de
datos (artículo 292, párrafo 2º).
Iniciación de oficio:
En segundo lugar, el sujeto pasivo del hecho punible no puede ser, en modo
alguno, el propio Juez de Instrucción que dispondría, ante sí mismo, la apertura
del sumario, puesto que, en tal caso, se vulneraría el principio del “juez legal” que
ha de ser el juez independiente e imparcial. Esta es la razón, por la cual, la L.E.Cr.
declara incurso en abstención y recusación a quien haya sido “denunciador o
acusador privado del que recusa” o quien haya “sido instructor de la causa”
(artículo 54.5 y 12).
Bajo este epígrafe deben incluirse un conjunto de funciones que la Ley atribuye al
Ministerio Público, con carácter previo o simultáneo a la iniciación de la fase
instructora del proceso penal, en el ámbito de las funciones de defensa de la
legalidad, los derechos de los ciudadanos y el interés público tutelado por la ley
que el artículo 124.1º de la Constitución le confiere. Entre éstas, cabe mencionar
las siguientes:
Frente al denominado como principio inquisitivo (en el que el Juez fallaba cada
delito
enjuiciado con base en los resultados de la investigación que él mismo había
practicado), el proceso penal español se caracteriza por la aplicación del principio
acusatorio, consistente en que para que se abra un proceso y se dicte sentencia
es preciso que exista una acusación formulada por el ministerio público (el Fiscal)
o por una acusación particular (con base en el derecho a la acción pública
otorgada a cualquier ciudadano por el artículo 125.1 de la Constitución Española y
por el artículo 101 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal), en que sean distintas las
funciones de acusar y juzgar. Ambas son funciones públicas, pero en virtud del
principio acusatorio el Estado no puede acusar y juzgar al mismo tiempo a través
de sus órganos y funcionarios. Fruto de la aplicación del referido principio
procesal, al Ministerio Fiscal se le atribuye un significativo protagonismo a través
del ejercicio de la acción penal en defensa de los intereses de la colectividad.
1. Este respecto, las diversas teorías que se han barajado para responder a esta
interrogante, suelen descansar en dos de carácter antagónico:
b) Por otro lado, se sitúa la tesis que califica al Ministerio Fiscal como una
magistratura postulante, integrada en el Poder Judicial.
La teoría que mantiene el carácter del Ministerio Fiscal como órgano dependiente
del Poder Ejecutivo se apoya, sobre todo, en el nombramiento que el Gobierno
hace del Fiscal General del Estado, autoridad que no se considera incluida en el
Consejo General del Poder Judicial y que ostenta unas amplias facultades de
dirección sobre todos los funcionarios que conforman las plantillas de fiscales a
través del dictado de instrucciones mediante Circulares.
La tesis que defiende el carácter del Ministerio Fiscal como una magistratura
postulante, señala que la administración de justicia se escinde en dos funciones:
una de carácter decisoria (atribuida a los jueces y tribunales); y otra de carácter
postulante (atribuida al Ministerio Fiscal).
Para ratificar esta idea, los partidarios de esta teoría aluden a que el Ministerio
Fiscal se encuentra regulado en el Titulo VI de la Constitución Española de 1978
(Título dedicado al Poder Judicial), y no en el Título IV (relativo al Gobierno y a la
Administración), siéndoles de aplicación el mismo sistema de incompatibilidades,
prohibiciones, derechos y deberes que el de los miembros de la carrera judicial.
La lectura del artículo 124 de la Constitución Española, del artículo 435 de la Ley
Orgánica del Poder Judicial y del Estatuto Orgánico aprobado en 1981 parece
conferirle un estatuto jurídico intermedio, en el sentido de que no puede
considerarse como una magistratura postulante, ni como un órgano dependiente
del Gobierno, aunque las funciones que se le encomiendan legalmente le hacen
situarse en una órbita próxima al ámbito jurisdiccional.
Con esta idea, dentro del proceso penal se distinguen dos grandes categorías de
partes: por un lado, las partes acusadoras y, por otro lado, las partes acusadas.
Se consideran partes acusadoras el Ministerio Fiscal, el acusador particular, el
acusador privado y el actor civil.
Resulta evidente, por lo tanto, que la función primordial del Ministerio Fiscal en el
proceso penal es la de ejercitar la acción pública en todos los casos de delitos y
faltas (como también señala el artículo 105 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal),
exceptuándose aquellas cuya persecución requieran la presentación de una
querella por los particulares (supuestos de delitos de calumnia o injuria), o se
encuentren condicionados a una previa denuncia por el interesado (por ejemplo,
en los supuestos de delitos contra la libertad sexual).
En todos estos casos el Ministerio Fiscal actúa formalmente como parte, aunque
materialmente representa el interés general de realización de la justicia, por
lo que no está obligado a sostener la acusación si no entiende que hay base
para ello. Además, debe tener en cuenta todas las circunstancias concurrentes
en el hecho penal, tanto favorables como desfavorables para el presunto
responsable (principio recogido en el artículo 2º de la Ley de Enjuiciamiento
Criminal).
Aspectos concretos.
Siguiendo las distintas fases del proceso penal ordinario, las principales
manifestaciones de la actuación del Ministerio Fiscal se concretan en las
siguientes:
2- Durante la instrucción del sumario el Fiscal puede realizar los actos que le
permitan la interposición, en su día, de la pretensión punitiva, valiéndose para ello
de la querella (artículo 271 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal), lo que refuerza
su carácter de parte. No obstante, no necesita interponer una querella para
intervenir en el sumario ya que el artículo 306 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal
le concede esa potestad con independencia de aquella en virtud de la función
inspectora que se le atribuye en su formación.
Dentro de esta fase el Ministerio Fiscal goza de una serie de facultades entre las
que caben destacar que podrá proponer al Juez de Instrucción la práctica de
diligencias de comprobación del delito y averiguación del delincuente (cuya
denegación podrá ser recurrida); puede solicitar que si el delito fuese público, el
sumario se declare secreto para las partes personadas por un tiempo no superior
a un mes; podrá trasladarse al lugar en que se suponga cometido el delito para
contribuir con el Juez al esclarecimiento de los hechos; puede intervenir en todas
las diligencias de enajenación de los bienes entregados en concepto de fianzas;
entre otros.
Para llevar a cabo todas estas funciones podrá asistir personalmente al Juzgado
de
Instrucción competente en cada caso o bien actuar desde su propia sede.
A su vez, el Fiscal también ha de ser oído por el Tribunal competente antes de que
se dicte la resolución que confirme o revoque el auto del Juez de Instrucción que
declare como falta el hecho que hasta entonces se había tramitado
considerándose como delito.
En cualquier caso, instruido de cada causa tramitada, el Fiscal solicitará lo que
estime conveniente respecto a la apertura del juicio oral o a su sobreseimiento (en
los supuestos previstos con carácter libre o provisional, por los artículos 637 y 641
de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, respectivamente).
Durante el juicio intervendrá en todos los actos de prueba que se practiquen ante
el Tribunal, proponiendo los medios de prueba que estime convenientes, así como
los careos de los testigos entre sí o con los imputados o entre éstos.
Expuestas hasta aquí las características más destacadas que el Ministerio Fiscal
ostenta en el proceso penal español, sólo cabe señalar para concluir que, con
independencia de otra serie de aspectos también relacionados con el mismo
(silenciados con el objeto de centrar la cuestión alrededor de su intervención
en el procedimiento penal), parece evidente la necesidad de potenciar su figura
a través de un mecanismo de reforma legislativa que patrocine dotar al
Ministerio Fiscal de un mayor protagonismo en la dirección e impulso del proceso
penal, durante la instrucción del mismo.
En ese sentido sería conveniente atribuir al Fiscal las funciones hasta ahora
detentadas por el Juez de Instrucción, a quien se reservaría tan sólo la
resolución de cuestiones puntuales y trascendentales para la marcha del proceso,
como serían las relativas a los derechos y libertades de las partes implicadas en el
procedimiento, así como la decisión final respecto a la conclusión del sumario.
Esa declaración está íntimamente relacionada con el principio del juez imparcial y
con la regla de que quien acusa no puede ser quien juzga. Asimismo, ese principio
se ve estrechamente relacionado con el derecho a la defensa, porque en la
medida de que varíen alguna de las circunstancias bajo las cuales se sigue un
proceso penal, se estaría dejando al imputado en indefensión, pues no sabría de
que defenderse.
Diligencias que debe realizar el Ministerio Público en la Fase Preparatoria son las
siguientes:
También se tendrá como delito flagrante aquel por el cual el sospechoso se vea
perseguido por la autoridad policial, por la víctima o por el clamor público, o en el
que se le sorprenda a poco de haberse cometido el hecho, en el mismo lugar o
cerca del lugar donde se cometió, con armas, instrumentos u otros objetos que de
alguna manera hagan presumir con fundamento que él es el autor.
En este último caso, sin perjuicio del ejercicio de las acciones a que hubiere lugar.
El juez de control decidirá sobre la solicitud fiscal, dentro de las cuarenta y ocho
horas siguientes desde que sea puesto el aprehendido a su disposición.
Si el juez de control verifica que están dados los requisitos a que se refiere el
artículo anterior, siempre que el fiscal del Ministerio Público lo haya solicitado,
decretará la aplicación del procedimiento abreviado, y remitirá las actuaciones al
tribunal unipersonal, el cual convocará directamente al juicio oral y público para
que se celebre dentro de los diez a quince días siguientes.
En este caso, el fiscal y la víctima presentarán la acusación directamente en la
audiencia del juicio oral y se seguirán, en lo demás, las reglas del procedimiento
ordinario art 373 copp.
FASE INTERMEDIA
La víctima podrá, dentro del plazo de cinco días, contados desde la notificación de
la convocatoria, adherir a la acusación del fiscal o presentar una acusación
particular propia cumpliendo con los requisitos del artículo 326.
Facultades y cargas de las partes. Hasta cinco días antes del vencimiento del
plazo fijado para la celebración de la audiencia preliminar, el fiscal, la víctima,
siempre que se haya querellado o haya presentado una acusación particular
propia, y el imputado, podrán realizar por escrito los actos siguientes; Oponer las
excepciones previstas en este Código, cuando no hayan sido planteadas con
anterioridad o se funden en hechos nuevos; Pedir la imposición o revocación de
una medida cautelar; Solicitar la aplicación del procedimiento por admisión de los
hechos; Proponer acuerdos preparatorios; Solicitar la suspensión condicional del
proceso; Proponer las pruebas que podrían ser objeto de estipulación entre las
partes; Promover las pruebas que producirán en el juicio oral, con indicación de su
pertinencia y necesidad; Ofrecer nuevas pruebas de las cuales hayan tenido
conocimiento con posterioridad a la presentación de la acusación fiscal.
Etapa de juicio oral. La etapa de juicio comprende desde que se recibe el auto de
apertura de juicio hasta la sentencia emitida por el Tribunal de Enjuiciamiento.
Es la etapa de decisión de las cuestiones esenciales del proceso. La etapa de
juicio comprende desde que se recibe el auto de apertura de juicio hasta la
sentencia emitida por el Tribunal de Enjuiciamiento. Es la etapa de decisión de las
cuestiones esenciales del proceso.
FASE DE EJECUCIÓN
Definición Podemos decir que la Ejecución Penal es una fase más del proceso
penal considerada integralmente en la que se busca dar cumplimiento a las
disposiciones de la sentencia que condena a pena privativa de libertad, sin olvidar
el respeto a los derechos fundamentales de los sujetos sentenciados.
CONCLUSIÓN
El derecho penal es la rama que establece y regula el castigo de los
crímenes o delitos. A través de las doctrinas podemos visualizar que el mismo es
ejecutado en todos los países del mundo y en este caso en particular con España,
captando diversos aspectos que tienen concordancia o semejanzas con nuestro
país, como el velar las garantías procesales del mismo, a la hora de un
enjuiciamiento o caso en específico, pero la jurisdicción de España está más
enfocada en que su Ministerio Publico realice investigaciones más exhaustivas de
acuerdo al caso haciendo de ello un trabajo más riguroso y especializado con lo
que tiene que ver con el tema penal.
BIBLIOGRAFIA
ABAD LICERAS, José; “El Papel del Ministerio Fiscal en el Proceso Penal
Español”. Artículo publicado por el portal Ámbito Jurídico de Brasil y disponible en
la siguiente direcciónelectrónica: http://www.ambitojuridico.com.br/site/index.php?
n_link=revista_artigos_leitura&artigo_id=5072
Autores: Julián Pérez Porto y Ana Gardey. Publicado: 2009. Actualizado: 2013.
Definicion.de: Definición de derecho penal (https://definicion.de/derecho-penal/)
https://www.internationallawyersassociates.com/blog/las-4-fases-del-
procedimiento-penal-en-venezuela/
https://ambitojuridico.com.br/cadernos/direito-processual-penal/el-papel-del-
ministerio-fiscal-en-el-proceso-penal-espanol/
https://www.badellgrau.com/?pag=43&ct=1884
https://almaabogados.com/el-proceso-penal-tipo-sus-fases-caracter-supletorio-de-
su-regulacion
Constitución Española. Publicado en: «BOE» núm. 311, de 29/12/1978. Entrada
en vigor: 29/12/1978; Departamento: Cortes Generales;
http://biblioteca.clacso.edu.ar/Venezuela/vrcivs-
unes/20170105032340/pdf_143.pdf