Está en la página 1de 60

ANALISIS Y GESTION DE RIESGOS AMBIENTALES

10h 1677

 1) Introducción a los Riesgos Ambientales


 2) Definición de Riesgo
 3) El Riesgo Ambiental
 4) Marco legal del Análisis de Riesgos Ambientales
 5) Ley 26/2007 de Responsabilidad Ambiental
 6) Real Decreto 2090/2008. Reglamento de desarrollo parcial de la Ley 26/2007
 7) Orden Ministerial ARM/1783/2011
 8) Obligación de realizar. Un Análisis de Riesgos Ambientales
 9) Introducción al Análisis de Riesgos Ambientales
 10) Términos y definiciones
 11) Introducción y antecedentes de la norma UNE 150008:2008
 12) Metodología propuesta por la norma UNE 150008:2008
 13) Evaluación del Riesgo Ambiental
 14) Gestión del Riesgo
 15) Análisis de Riesgos Sectoriales

Introducción a los Riesgos Ambientales


Desde hace muchos años se viene hablando con más o menos frecuencia de riesgos

ambientales. Este tema ganó en notabilidad en España a partir de la publicación de la Ley 26/2007 de

Responsabilidad Ambiental.

En el sector empresarial, los riesgos ambientales empezaron a ser considerados, sobre todo a

partir del año 1976, año en el que tuvo lugar en la ciudad italiana de Seveso, un accidente industrial

en una pequeña planta química. El accidente produjo la liberación al medio ambiente de cantidades

importantes de la dioxina TCDD y que ésta llegara a zonas de población, causando diversos efectos y

graves consecuencias. A partir de este accidente se publicaron las conocidas Directivas SEVESO.

La revista Time publicó a propósito del derrame de petróleo en el Golfo de México que

ocurrió en 2010, un listado con los 10 peores desastres ambientales de la historia:

 Chernobyl: el desastre por la explosión de la planta nuclear en Ucrania en 1986.

 Bhopal: la fuga de una planta de pesticidas provoca 15.000 muertos en India en 1984.

 Los pozos petroleros de Kuwait en llamas: 1991, Guerra del Golfo Persico, Saddam Hussein

ordena explotar los pozos petrolíferos que ardieron durante más de 7 meses.

 Love Canal: en 1978 en el pueblo de Love Canal, 21 mil toneladas de desechos tóxicos

industriales que habían sido enterrados por una compañía local en los años 40 y 50's

comienzan a revelarse por todos lados.

 El Exxon Valdez: el barco petrolero encalló en el estrecho de Prince William en Alaska

derramando 11 millones de galones de crudo en 1989.

 La planta nuclear de Tokaimura: El peor accidente nuclear de Japón en 1999.


 El Mar de Aral: la desaparición de un mar.

 La nube de Dioxina en Seveso: en 1976 la explosión en una planta química en Italia provocó

una nube de Dioxina en el pueblo de Seveso

 El mal de Minamata: Desde el año 1956 los habitantes del pueblo japonés de Minamata

comenzaron a sufrir un extraño mal que luego se reveló era causado por la ingesta de

productos del mar que vivían en aguas contaminadas por los desechos de las industrias

locales.

 Three Mile Island: el peor desastre nuclear de los Estados Unidos. Si bien nadie murió en
1979, este incidente dejó en claros los temores de la población frente a la energía nuclear.

Es por ello, se ha desarrollado una importante legislación que trata en profundidad los riesgos

ambientales, que no es otra que toda la legislación de responsabilidad medioambiental que se estudia

en temas posteriores.

Definición de Riesgo

Una buena forma de comenzar un curso de Análisis y Gestión de Riesgos Ambientales, es tener

perfectamente claro el concepto de riesgo, existiendo múltiples definiciones para el mismo, siendo

esto imprescindible para poder comprender a la perfección el concepto de riesgo ambiental.

Según la Real Academia Española la palabra riesgo tiene las siguientes acepciones:

1.    Contingencia o proximidad de un daño.

2.    Cada una de las contingencias que pueden ser objeto de un contrato de seguro.

 
Este término, muy empleado en Economía, Política y Medicina, ha extendido su uso a todas

las ciencias. Es frecuente encontrar que el término riesgo se usa como sinónimo de peligro. Esta

confusión proviene del origen de los términos y su etimología. El origen del término riesgo es

incierto; según algunos lingüistas, se relaciona con la palabra del castellano

antiguo “resegué” (resecar, cortar), cuya acepción, muy usada en la Edad Media, es sinónimo de

lucha, contradicción y división. Por ello se piensa que probablemente todo el grupo riesgo-

risco procede del latín resecare, cortar, que tiene doble acepción: por un lado división, discordia y

por otro, lugar quebrado y fragoso.


Etimológicamente riesgo proviene de rísico o rischio  (peligro). Se cree que puede tener

origen común con la palabra castellana ‘risco’: peñasco escarpado, escollo, promontorio,

antiguamente ‘riesco’, que se aplicaba también al peligro que corría el que transitaba por escollos o

promontorios escarpados (rhizicare).

Naciones Unidas define la palabra riesgo como el "grado de pérdida previsto debido a un

fenómeno natural determinado y en función tanto del peligro natural como de la vulnerabilidad".

Además, una de la definiciones de riesgo más aceptadas globalmente, y la que vamos a tener

en cuenta a lo largo de todo el curso es la que se muestra a continuación:

Riesgo es la probabilidad de ocurrencia de un peligro

 El concepto incluye la probabilidad de ocurrencia de un acontecimiento natural o antrópico y

la valoración por parte del hombre en cuanto a sus efectos nocivos (vulnerabilidad), es decir, la

severidad de los daños provocados. La valoración cualitativa puede hacerse cuantitativa por medición

de pérdidas y probabilidad de ocurrencia. Cuando se cuenta con los datos adecuados para realizar un

cálculo de probabilidades se puede definir el riesgo. En cambio, cuando no existe posibilidad de

calcular probabilidades, sino que solo existe intuición o criterio personal, se está frente a una

incertidumbre.
El Riesgo Ambiental

Riesgo = Probabilidad x Consecuencia


Una de las conclusiones que podemos alcanzar con la lectura del tema 1 es que el riesgo es la

exposición, en este caso de las empresas u organizaciones, a posibles sucesos que se pueden convertir
en daños al medio ambiente, en concreto a los recursos naturales que protege la legislación de

responsabilidad medioambiental que se estudiará en temas posteriores.

            Si hablamos de riesgo ambiental, tenemos que tener en cuenta que estamos ante un concepto

muy complicado de calcular:

1. La severidad de los daños es muy difícil de interpretar, ya que no es fácil determinar que

daños a los recursos naturales causa mayores pérdidas por lo que en todo caso, el análisis de

riesgos medioambientales, va a estar condicionado por un importante componente subjetivo.

2. El número de variables implicadas en el cálculo del riesgo ambiental es muy alto.

3. Es muy complicado llegar a acuerdos en cuanto al valor que se debe dar a los distintos

recursos naturales.

4. Es muy difícil caracterizar las distintas fuentes de peligro.

5. Igualmente complicado es calcular el cálculo de las probabilidades de ocurrencia de un suceso

ya que en el tema que estamos tratando, los datos históricos no son de mucho valor ya que las

actividades humanas cambian frecuente y rápidamente.

No obstante, aunque pudiéramos salvar todos los problemas anteriores, los recursos que tienen las

empresas para estimar las probabilidades de ocurrencia y determinar la severidad de los posibles

daños provocados por su actividad, son muy limitados, ya que esto supondría una gran inversión en

coste y tiempo.
En definitiva, recalcar que en la gestión de riesgos ambientales hay que saber gestionar

adecuadamente la incertidumbre de todo lo que estamos comentando.

Esta incertidumbre es uno de los motivos por el cual se ha considerado necesario desde las

Administraciones Públicas desarrollar un marco legal en marco de la responsabilidad ambiental. Es

importante distinguir entre incertidumbre y variabilidad, debido a que ambas pueden resultar en

incertidumbre en los resultados de la evaluación de riesgos.

 Un aspecto variable es aquel que toma distintos valores, que difieren por la ubicación, el

tiempo o el individuo. 
 Una cantidad incierta es aquélla que tiene un valor correcto pero desconocido.

 
Marco legal del Análisis de Riesgos Ambientales

El artículo 45 de la Constitución Española reconoce el derecho de los ciudadanos a disfrutar

de un medio ambiente adecuado como condición indispensable para el desarrollo de la persona, al

tiempo que establece que quienes incumplan la obligación de utilizar racionalmente los recursos

naturales y la de conservar la naturaleza estarán obligados a reparar el daño causado con

independencia de las sanciones administrativas o penales que también correspondan.

Este mandato ha sido objeto de desarrollo a través de diferentes normas jurídicas que, pese a

su extensión y actualización, no han sido capaces de prevenir la producción reiterada de accidentes de

diversa naturaleza que han tenido gravísimas consecuencias para el entorno natural. Ello pone de

manifiesto la necesidad de contar con una legislación ambiental que instrumente nuevos sistemas de

responsabilidad que prevengan eficazmente los daños medioambientales y, para los casos en los que

estos lleguen a producirse, aseguren una rápida y adecuada reparación.


A esta necesidad responde la Directiva 2004/35/CE del Parlamento Europeo y del Consejo,

de 21 de abril de 2004, sobre responsabilidad medioambiental en relación con la prevención y

reparación de daños medioambientales.

Esta Directiva es el primer texto legislativo comunitario que  positiviza el principio de «quien

contamina, paga» como uno de sus objetivos principales. A través de ella se establece un marco

común de responsabilidad con el fin de prevenir y reparar los daños causados a los animales, las

plantas, los hábitats naturales y los recursos hídricos, así como los daños que afectan a los suelos. El

régimen de responsabilidad se aplica a algunas actividades profesionales enumeradas expresamente

y, respecto de otras actividades que no se catalogan expresamente cuando el operador incurra en

culpa o negligencia.Así, la directiva establece la competencia de las autoridades públicas de velar por

que los propios operadores responsables adopten o sufraguen las medidas necesarias de prevención o

reparación.El plazo de trasposición venció para los Estados Miembros el 30 de abril de 2007.
De esta forma, con unos cuanto meses de retraso, el 24 de octubre del año 2007, se publicó en

el Boletín Oficial del Estado (BOE), la Ley 26/2007, de 23 de octubre, de Responsabilidad

Medioambiental, en la que se transponía la Directiva 2004/35/CE, incorporando al ordenamiento

jurídico español un régimen administrativo de responsabilidad ambiental de carácter objetivo e

ilimitado basado en los principios de prevención y de que «quien contamina paga». Se trata de un

régimen administrativo en la medida en la que instituye todo un conjunto de potestades

administrativas con cuyo ejercicio la Administración pública debe garantizar el cumplimiento de la

ley y la aplicación del régimen de responsabilidad que incorpora. Se separa, pues, de la


responsabilidad civil clásica en la que los conflictos entre el causante del daño y el perjudicado se

dirimen en sede judicial.

La responsabilidad medioambiental es, además, una responsabilidad ilimitada, pues el

contenido de la obligación de reparación (o, en su caso, de prevención) que asume el operador

responsable consiste en devolver los recursos naturales dañados a su estado original, sufragando el

total de los costes a los que asciendan las correspondientes acciones preventivas o reparadoras. Al

poner el énfasis en la restauración total de los recursos naturales y de los servicios que prestan, se

prima el valor medioambiental, el cual no se entiende satisfecho con una mera indemnización

dineraria.

La responsabilidad medioambiental es, por último, una responsabilidad de carácter objetivo

en la que las obligaciones de actuación se imponen al operador al margen de cualquier culpa, dolo o

negligencia que haya podido existir en su comportamiento. Se completa de esta manera el marco
legal de protección de los recursos naturales, pues los daños medioambientales con origen en la

comisión de infracciones administrativas o penales ya estaban tipificados por las distintas normas

sectoriales, las cuales venían estipulando de ordinario la obligación de restitución de los perjuicios

derivados de tales actuaciones infractoras. Además, de esta manera se hace efectivo el principio de

que «quien contamina paga» al trasladar los costes derivados de la reparación de los daños

medioambientales desde la sociedad hasta los operadores económicos beneficiarios de la explotación

de los recursos naturales.

La dimensión reparadora de este régimen de responsabilidad medioambiental no debe, en


ningún caso, minusvalorar su dimensión preventiva. Al contrario, debe ser objeto de especial

atención, tanto en su regulación como en su aplicación administrativa, pues no hay mejor política

conservacionista que la política de prevención frente a los daños medioambientales. Esta visión

justifica la universalización que de las obligaciones en materia de prevención y evitación de daños

medioambientales realiza la ley, haciendo extensiva su adopción para todo tipo de actividades y

frente a todo tipo de comportamientos, tanto dolosos o negligentes, como meramente accidentales o

imprevisibles.

El 7 de julio de 2011 se publicó en el BOE el Real Decreto-ley 8/2011, de 1 de julio, de

medidas de apoyo a los deudores hipotecarios, de control del gasto público y cancelación de deudas

con empresas y autónomos contraídas por las entidades locales, de fomento de la actividad

empresarial e impulso de la rehabilitación y de simplificación administrativa. Este Real Decreto Ley

incorpora 2 novedades importantes para la Ley 26/2007:

1.   Se incluye la posibilidad de que haya actividades o instalaciones que, aunque en el Anexo III

de la Ley 26/2007 y en el Anexo de la Orden ARM/1783/2011 (que comentaremos más

adelante)están potencialmente obligadas a pasar por el trámite de hacer un Análisis de

Riesgos Ambientales (y, en su caso, contratar una garantía financiera), puedan finalmente

quedar excluidas cuando esté aprobado el documento de umbrales que está elaborando el

ministerio compétete en el seno de la Comisión Técnica de Prevención y Reparación de

Daños Medioambientales.
2.  La garantía financiera obligatoria que algunos operadores tienen que suscribir (más adelante

trataremos estas garantías) debe incluir la reparación de los daños ocasionados por los

incendios, no obligatorio antes de la publicación del Real Decreto Ley.

En el BOE del 23 diciembre de 2008, se publicó el Real Decreto 2090/2008, de 22 de

diciembre, por el que se aprueba el Reglamento de desarrollo parcial de la Ley 26/2007, de 23 de

octubre, de Responsabilidad Medioambiental.

Este Reglamento tiene por objeto desarrollar parcialmente la Ley 26/2007, en lo relativo a su
capítulo IV, en particular al método para la evaluación de los escenarios de riesgos y de los costes de

reparación asociados a cada uno de ellos a los que se refiere el artículo 24, y a sus anexos I, II y VI.

Con esta nueva regulación se pretende culminar la implantación del principio “Quien

contamina paga y repara”.

El 29 de Junio de 2011 se publicó la Orden ARM/1783/2011, de 22 de junio, por la que se

establece el orden de prioridad y el calendario para la aprobación de las órdenes ministeriales a

partir  de las cuales será exigible la constitución de la garantía financiera obligatoria, previstas en

la disposición final cuarta de la Ley 26/2007, de 23 de octubre, de Responsabilidad

Medioambiental.

Esta orden tiene por objeto establecer el orden de prioridad y el calendario para la aprobación

de las órdenes ministeriales previstas en la disposición final cuarta de la Ley 26/2007, en las que se

fijará la fecha a partir de la cual será exigible la garantía financiera obligatoria de las actividades

económicas y profesionales del anexo III de la misma.


Ley 26/2007 de Responsabilidad Ambiental

Como hemos comentado en el tema anterior, el 24 de octubre del año 2007, se publicó en el

BOE, la Ley 26/2007, de 23 de octubre, de Responsabilidad Medioambiental, en la que se transponía

la Directiva 2004/35/CE, incorporando al ordenamiento jurídico español un régimen administrativo

de responsabilidad ambiental.

Dado que la Directiva 2004/35/CE es de mínimos, los Estados Miembros pueden adoptar

disposiciones más rigurosas en relación con la prevención y reparación de los daños

medioambientales. En este sentido, la Le 26/2007:

1.    Delimita aún más las responsabilidades de los operadores causantes de daños.

2.   Añade a los Recursos Naturales cubiertos por la Directiva, las especies y hábitat

protegidos declarados como tal por las Comunidades Autónomas y el Estado.

3.   Amplía la definición de suelo contaminado incluyendo aquellos que producen daños a la

salud humana y al medio ambiente.

4.    Imprime un carácter obligatorio a las garantías financieras que establece la Directiva.

El objetivo principal de la Ley 26/2007 es establecer un marco de responsabilidad ambiental

para la prevención y reparación de los daños ambientales.

La introducción en la normativa del concepto de Responsabilidad Ambiental pretende hacer

efectivo el principio de “Quien contamina paga y repara” , asegurando que el responsable de los

daños ambientales sufrague el total de los costes necesarios para devolver los recursos naturales

dañados al estado original.

Asimismo, refuerza el principio de prevención, estableciendo que los operadores (cualquiera

que realice una actividad susceptible de afectar al entorno) deben adoptar medidas preventivas para

evitar que los daños ambientales de produzcan.


La Ley 26/2007 regula la responsabilidad de los operadores de prevenir, evitar y reparar los

daños ambientales que se produzcan sobre los siguientes recursos naturales:

1.    Las aguas.

2.    El suelo.

3.    La Ribera del mar y las rías.

4.   Las especies de la flora y fauna silvestres así  autóctonas o no, así como a los hábitats de
todas las especies silvestres autóctonas.

En el Anexo I de la Ley 26/2007 se recogen una serie de criterios para evaluar si los efectos

provocados por los posibles daños son significativos, ya que sólo en este caso generarán

responsabilidad medioambiental.

Por otro lado, quedan excluidos del ámbito de aplicación de esta Ley los siguientes daños:

1.    Daños al aire.

2.    Daños a las personas y a la propiedad privada salvo que constituyan un recurso natural.

Esta Ley aplica a los daños ambientales y a las amenazas (elevada probabilidad de que se

produzca el daño) cuando hayan sido causados por las actividades económicas incluidas en el Anexo

III de la Ley, independientemente de que haya habido o no dolo, culpa o negligencia.

            La Ley también aplica a otras actividades económicas, en los siguientes términos:

1. Cuando haya dolo, culpa o negligencia, se exigen medias de prevención, evitación y de

reparación.

2. Cuando no haya dolo, culpa o negligencia, se exigen medidas de prevención y de evitación.


3. En todos los casos, si no se cumplen las medidas de prevención y de evitación, se está

obligado a reparar en cualquier caso.

Así, la Ley establece 2 tipos de responsabilidad, objetiva y subjetiva. La primera, implica

responsabilidad del operador por la realización de la actividad dañosa y se aplica a las actividades

recogidas en el Anexo III de la Ley 26/2007. La segunda, exige además que haya dolo, culpa o

negligencia, aplicándose a las actividades de este mismo Anexo.

De forma general, los operadores están obligados, en el marco de esta Ley, a:

1.    Adoptar y ejecutar las medidas de prevención, evitación y reparación de daños

ambientales y sufragar sus costes.

2.  Comunicar de forma inmediata a las AAPP la existencia de daños medioambientales o la

amenaza inminente de los mismos.

3.  Colaborar en la definición de las medidas reparadoras y en la ejecución de tales medidas

adoptadas por las AAPP.

Por ello, con el objetivo de evitar que el operador causante de un daño ambiental no disponga

de los recursos económicos para sufragar sus costes, la Ley impone la necesidad de constituir

garantías financieras a las empresas cuya actividad está incluida en el Anexo III de la Ley.

La determinación de la cuantía de la garantía financiera debe partir de la realización de un

Análisis de Riesgos Medioambientales de la actividad, previsto en el artículo 24.3 Ley 26/2007, y

que se desarrolla en los artículos 34 y siguientes del RD 2090 /2008.

Las infracciones tipificadas en la Ley 26/2007 se clasifican en muy graves y en graves.

1.    Son muy graves las siguientes infracciones:


a) No adoptar las medidas preventivas o de evitación exigidas por la autoridad competente

al operador en aplicación del artículo 17, cuando ello tenga como resultado el daño que se

pretendía evitar.

b) No ajustarse a las instrucciones recibidas de la autoridad competente en aplicación del

artículo 18 a la hora de poner en práctica las medidas preventivas o de evitación a que esté

obligado el operador, cuando ello tenga como resultado el daño que se pretendía evitar.

c) No adoptar las medidas reparadoras exigibles al operador en aplicación de los artículos
19 y 20, cuando ello tenga como resultado un detrimento de la eficacia reparadora de tales

medidas.

d) No ajustarse a las instrucciones recibidas de la autoridad competente en aplicación del

artículo 21 al poner en práctica las medidas reparadoras a que esté obligado el operador,

cuando ello tenga como resultado un detrimento de la eficacia reparadora de tales

medidas.

e) No informar a la autoridad competente de la existencia de un daño medioambiental o de

una amenaza inminente de daño producido o que pueda producir el operador y de los que

tuviera conocimiento, o hacerlo con injustificada demora, cuando ello tuviera como

consecuencia que sus efectos se agravaran o llegaran a producirse efectivamente

f) El incumplimiento de la obligación de concertar en los términos previstos en esta ley las

garantías financieras a que esté obligado el operador, así como el hecho de que no se

mantengan en vigor el tiempo que subsista dicha obligación.

2.    Son graves las siguientes infracciones:


a) No adoptar las medidas preventivas o de evitación exigidas por la autoridad competente

al operador en aplicación del artículo 17, cuando no sea constitutiva de infracción muy

grave.

b) No ajustarse a las instrucciones recibidas de la autoridad competente en aplicación del

artículo 18 al poner en práctica las medidas preventivas o las de evitación a que esté

obligado el operador, cuando no sea constitutiva de infracción muy grave.

c) No adoptar las medidas reparadoras exigidas al operador por la autoridad competente
en aplicación del artículo 19, cuando no sea constitutiva de infracción muy grave.

d) No ajustarse, a las instrucciones recibidas de la autoridad competente en aplicación del

artículo 21 a la hora de poner en práctica las medidas reparadoras a que esté obligado el

operador, cuando no sea constitutiva de infracción muy grave.

e) No informar a la autoridad competente de la existencia de un daño medioambiental o de

una amenaza inminente de daño producido o que pueda producir el operador y de los que

tuviera conocimiento, o hacerlo con injustificada demora, cuando no sea constitutiva de

infracción muy grave.

f) No facilitar la información requerida por la autoridad competente al operador, o hacerlo

con retraso, de acuerdo con lo previsto en los artículos 18 y 21.

g) No prestar el operador afectado la asistencia que le fuera requerida por la autoridad

competente para la ejecución de las medidas reparadoras, preventivas o de evitación, de

acuerdo con lo establecido en el artículo 9.

h) La omisión, la resistencia o la obstrucción de aquellas actuaciones que fueren de

obligado cumplimiento, de acuerdo con lo previsto en esta ley.


Real Decreto 2090/2008. Reglamento de desarrollo parcial de la Ley 26/2007

En el BOE del 23 diciembre de 2008, se publicó el Real Decreto 2090/2008, de 22 de

diciembre, por el que se aprueba el Reglamento de desarrollo parcial de la Ley 26/2007.

Este Reglamento tiene por objeto desarrollar parcialmente la Ley 26/2007, en lo relativo a su

capítulo IV, en particular al método para la evaluación de los escenarios de riesgos y de los costes de

reparación asociados a cada uno de ellos a los que se refiere el artículo 24, y a sus anexos I, II y VI.

Con esta nueva regulación se pretende culminar la implantación del principio “Quien

contamina paga y repara”.

A partir de este momento, las empresas afectadas tienen a su disposición criterios objetivos

que permiten determinar cuándo un daño es susceptible de generar responsabilidad medioambiental y

así poder evaluar los escenarios de riesgo de su propia actividad.

Asimismo, el Reglamento instaura el protocolo de actuación que se deberá seguir, una vez

producido el daño, y las medidas de reparación que se deben implantar para recuperar el recurso

natural afectado.

Ahora bien, la cuestión que mayor interés suscitó como consecuencia de la promulgación de

este Reglamento es el desarrollo del método para la fijación de las coberturas de las garantías

financieras obligatorias.
Para su cálculo, se especifica que la cuantía de la garantía debe partir de una evaluación

homogénea de los distintos escenarios inherentes a la actividad del operador que puedan entrañar

algún tipo de riesgo medioambiental. A esta evaluación es la que el Real Decreto denomina en su

artículo 33.2 como Análisis de Riesgos Medioambientales, fijando en ese mismo artículo las

operaciones mínimas que se deben desarrollar para llevar a cabo dicho Análisis.

En el artículo 34, es establece que el análisis de riesgos medioambientales puede ser realizado

por el operador o un tercero contratado por éste para tal fin, siguiendo el esquema establecido por la

norma UNE 150008 u otras normas equivalentes.

En los 2 artículos siguientes (35 y 36) se establecen 2 figuras distintas que permiten a los

operadores calcular la garantía financiera necesaria. Estas 2 herramientas son:

1. Análisis de riesgos medioambientales sectoriales:  Los análisis de riesgos

medioambientales sectoriales pueden consistir bien en modelos de informes de riesgos

ambientales tipo, los llamados MIRAT, o bien en guías metodológicas para el análisis
de riesgo, según el grado de homogeneidad del sector desde el punto de vista del

riesgo medioambiental.

2. Tablas de Baremos: en el cálculo de la cuantía de la garantía financiera obligatoria

para sectores o subsectores de actividad o para pequeñas y medianas empresas que,

por su alto grado de homogeneidad permitan la estandarización de sus riesgos

medioambientales, por ser estos limitados, identificables y conocidos, las órdenes

ministeriales a las que se refiere la disposición final cuarta de la Ley 26/2007, pueden

contener tablas de baremos.

Los operadores pueden elaborar sus análisis de riesgos medioambientales tomando como base

estas herramientas de análisis de riesgos sectoriales, que con carácter previo hayan sido informadas

favorablemente por la Comisión técnica de prevención y reparación de daños medioambientales  para

cada sector.

Según el artículo 45 del Reglamento, el operador deberá someter el análisis de riesgos

medioambientales a un procedimiento de verificación.

Así, el proceso de verificación debe constatar como mínimo, los siguientes aspectos y debe

ser realizado por un verificador que cumpla los requisitos del artículo 46 del Reglamento:

1. El cumplimiento de la norma UNE 150008 o norma equivalente, que sirva como

referencia.

2. La trazabilidad de los datos de partida empleados para la elaboración del análisis de

riesgos.

3. La garantía de que los modelos, las herramientas y las técnicas utilizadas en el marco del

método establecido por los estándares citados en letra a), gozan de reconocimiento

internacional por parte de la comunidad técnico-científica, o son considerados como

solventes para el ámbito de aplicación del análisis.

Ahora bien, sea cual sea la metodología adoptada, la autoridad competente será la encargada,

en último término, de fijar la cuantía exacta de la garantía financiera obligatoria. Para ello, deberá

comprobar el cumplimiento, por parte de la empresa, de los requisitos formales de la propuesta


presentada, con base en los resultados de su análisis de riesgos o en la aplicación de las tablas de

baremos.

El Reglamento incluye finalmente reglas específicas para las distintas modalidades de

garantía financiera previstas en la Ley de Responsabilidad Medioambiental (el seguro, el aval y la

reserva técnica), y precisa el alcance de la extensión de la cobertura que otorga el Fondo de

compensación de daños medioambientales gestionado por el Consorcio de Compensación de

Seguros.

Como se recoge en la Ley, la puesta en práctica de estos instrumentos financieros no se

materializará hasta la publicación de las  Órdenes Ministeriales, recogidas en la Orden

ARM/1783/2011.
Orden Ministerial ARM/1783/2011

El 29 de Junio de 2011 se publicó la Orden ARM/1783/2011, de 22 de junio, por la que se

establece el orden de prioridad y el calendario para la aprobación de las órdenes ministeriales a

partir  de las cuales será exigible la constitución de la garantía financiera obligatoria, previstas en


la disposición final cuarta de la Ley 26/2007, de 23 de octubre, de Responsabilidad

Medioambiental.

La Ley 26/2007, ha instaurado un régimen administrativo de responsabilidad medioambiental

de carácter mayoritariamente objetivo e ilimitado, basado en los principios medioambientales

comunitarios de «prevención de daños» y «quien contamina, paga». Esta ley establece para los

operadores incluidos en su anexo III la obligación de constituir «garantías financieras por

responsabilidad ambiental», que podrán ser obligatorias para las actividades profesionales del anexo

si se prevé que el operador puede ocasionar daños cuya reparación primaria se evalúe por una
cantidad igual o superior a 300.000 euros, límite que asciende a 2.000.000 euros en caso de que el

operador esté adherido al Sistema comunitario de gestión y auditoría medioambientales (EMAS) o

disponga de la certificación de acuerdo a la norma UNE-EN-ISO 14.001 vigente.

La exigencia de la garantía financiera obligatoria para los operadores sujetos a


responsabilidad objetiva dependerá de la aprobación, por el Ministerio con competencias en materia

de Medio Ambiente, de las órdenes a las que se refiere la disposición final cuarta de la Ley 26/2007,

previo acuerdo de la Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos Económicos, y previa consulta a

las comunidades autónomas y a los sectores afectados. En la elaboración de estas órdenes se tomará

en consideración el informe de la Comisión Europea sobre la Directiva 2004/35/CE en relación con

la prevención y reparación de daños medioambientales, así como la capacidad de los mercados

financiero y asegurador para disponer de una oferta de garantías completa y generalizada a precios

razonables.

En este contexto, esta orden ministerial establece un calendario gradual para la elaboración de

las órdenes ministeriales por las que se fijará la fecha a partir de la cual será exigible la garantía
financiera obligatoria, incluyendo una priorización de las actividades económicas del anexo III de

la Ley 26/2007, a las que se exigirá dicha garantía.

Este calendario orienta asimismo acerca de los plazos para la realización, por parte del

operador, de los análisis de riesgos medioambientales necesarios para el cálculo de la cuantía de la

garantía financiera.

En relación con el análisis de riesgos, hay que subrayar que éste tiene su origen en las

previsiones del artículo 24.3 de la Ley 26/2007, que establece que el cálculo de la garantía financiera

debe partir de una evaluación homogénea de los escenarios de riesgos y de los costes de reparación
asociados a cada uno de ellos. De manera complementaria, estos análisis de riesgos

medioambientales son una herramienta fundamental para la adopción de medidas de prevención

frente a los daños medioambientales

Lo dispuesto en esta orden ministerial se establece sin perjuicio de la obligación ya existente

de los operadores de prevenir, evitar y reparar los daños medioambientales y las amenazas

inminentes de tales daños en los términos establecidos en la Ley 26/2007.

De acuerdo con esta Orden, se da la prioridad 1 máxima a:

1. Las actividades afectadas por el RD 1254/1999, por el que se aprueban medidas de

control de los riesgos inherentes a los accidentes graves en los que intervengan

sustancias peligrosas. Son del orden de 1000 instalaciones en toda España.

2. Instalaciones de combustión con una potencia térmica de combustión superior a

50MW. (IPPC 1.1).

3. Instalaciones para la valorización de residuos peligrosos, incluida la gestión de aceites

usados, o para la eliminación de dichos residuos en lugares distintos de los vertederos,

de una capacidad de más de 10 toneladas por día. (IPPC 5.1)

Se prevé que para estas actividades, entre el 30 de junio de 2013 y el 30 de junio de 2014 se

publicarán las Órdenes Ministeriales que harán exigible la constitución de la garantía financiera.

En el nivel 2 de prioridad están:

1. Coquerías.
2. Refino de petróleo y gas.

3. Instalaciones químicas para la fabricación, a escala industrial mediante transformación

química, de sales como el cloruro de amonio, el clorato potásico, el carbonato potásico

(potasa), el carbonato sódico (sosa), los perboratos, el nitrato argéntico. (IPPC 4.2d).

4. Instalaciones químicas que utilicen un procedimiento químico para o biológico para la

fabricación de medicamentos de base. (IPPC 4.5).

5. Instalaciones para la producción de fundición o de aceros brutos (fusión primaria o

secundaria) incluidas las correspondientes instalaciones de fundición continua de una


capacidad de más de 2,5 toneladas por hora. (IPPC 2.2).

6. Fundiciones de metales ferrosos con una capacidad de producción de más de 20

toneladas por día. (IPPC 2.4).

7. Instalaciones para la transformación de metales ferrosos mediante aplicación de capas

de protección de metal fundido con una capacidad de tratamiento de más de 2

toneladas de acero bruto por hora. (IPPC 2.3c).

8. Vertederos de todo tipo de residuos que reciban más de 10 toneladas por día o que

tengan una capacidad total de más de 25.000 toneladas, con exclusión de los

vertederos de residuos inertes. (IPPC 5.4).

Para el nivel 2, las Órdenes Ministeriales que harán exigible la constitución de la garantía

financiera se publicarán entre el 30 de junio de 2014 y el 30 de junio de 2016.

Y para el resto de actividades incluidas en el nivel 3, la publicación de las Órdenes

Ministeriales correspondientes se hará entre el 30 de junio de 2016 y el 30 de junio de 2019.

Estos plazos, tan amplios para la mayoría, dan un apreciable respiro a los sectores afectados,

respecto a las obligaciones en relación con la contratación de la garantía financiera obligatoria.


Obligación de realizar. Un Análisis de Riesgos Ambientales

La Ley 26/2007 afecta a cualquier actividad que pueda poner en peligro los recursos naturales

que se enumeraron en el tema V, que son muchas partiendo de la base de que el 25% del territorio
nacional está protegido. Por tanto, todas las actividades están afectadas por esta Ley de

Responsabilidad Ambiental.

El aspecto que deben tener en cuenta los distintos operadores es si les es de aplicación el

régimen de responsabilidad objetiva que es más restrictivo, en el que las obligaciones para el

operador son independientes de la existencia o no de cualquier culpa, dolo o negligencia. Los

operadores afectados por este régimen son los implicados en las actividades enumeradas en el Anexo

III de la Ley 26/2007.

Según la Ley 26/2007, los operadores están obligados a sufragar en su totalidad los costes

necesarios para devolver los recursos naturales a su estado original previo al daño causado, así como

de las medidas preventivas que sean necesarias.

Por tanto, todos los operadores, afectados por el régimen de responsabilidad tanto objetiva

como subjetiva, es decir, incluidos o no en el Anexo III de la Ley 26/2007, deben valorar la

importancia de conocer aquellas situaciones que se puedan generar en el marco de sus actividades y

que puedan suponer un riesgo para los recursos naturales. Para ello, el análisis de riesgos ambientales
se establece como una herramienta necesaria que permite a las empresas identificar las situaciones de

riesgo así como la valoración económica de las posibles consecuencias.

De forma adicional, aquellos operadores implicados en algunas de las actividades incluidas en

el Anexo III de la Ley 26/2007, pueden estar obligados a la constitución de una garantía financiera

que cubra los posibles daños, en términos económicos, que pueda generar a los recursos naturales

protegidos por esta Ley.

Cuando se dice que “pueden estar obligados”, es por la existencia de ciertos umbrales que

marcan la necesidad o no de constituir dicha garantía, y que comentaremos en los temas XVIII y

XIX.

En relación a la garantía financiera, el artículo 24.3 de la Ley 26/2007, establece que la

Autoridad competente debe justificar la fijación de la cuantía que determine, utilizando para ello el

método que reglamentariamente se establezca por el Gobierno, previa consulta a las comunidades

autónomas. Así, este método debe basarse en criterios técnicos que garanticen una evaluación

homogénea de los escenarios de riesgos y de los costes de reparación asociados a cada uno de ellos y

asegure una delimitación uniforme de la definición de las coberturas que resulten necesarias para

cada actividad o para cada instalación.

De esta forma, el método comentado anteriormente ya se nombra específicamente como

análisis de riesgos medioambientales en el artículo 33.2 del RD 2090/2008, estableciendo además la

obligación de su verificación posterior y estableciendo las operaciones mínimas que debe contener el

análisis de riesgos.

Por todo ello, podemos decir, que todas las actividades incluidas en el Anexo III de la Ley

26/2007, están obligadas a realizar un análisis de riesgos medioambientales que permita identificar
los riesgos asociados a la actividad así como la valoración económica de la posible reparación, como

punto de partida para la determinación de la garantía financiera necesaria.


Por otro lado, todas aquellas actividades no incluidas en el Anexo III de la Ley 26/2007, y a las que
les aplica un régimen de responsabilidad subjetiva en el marco de esta Ley, no están exentas de
sufragar los costes ante posibles daños ambientales que puedan provocar, si bien en este caso es
necesaria la existencia de algún tipo de culpa, dolo o negligencia (salvo si no se cumplen las medidas
de prevención y de evitación, quedando obligado a reparar en cualquier caso). En este caso por tanto,
el análisis de riesgos ambientales se puede constituir como una herramienta idónea para identificar
los posibles riesgos (sabiendo que medidas preventivas son necesarias) así como su valoración
económica para poder constituir garantías financieras voluntarias.
Introducción al Análisis de Riesgos Ambientales

En el año 1976, tuvo lugar en la ciudad italiana de Seveso, un accidente industrial en una

pequeña planta química. El accidente produjo la liberación al medio ambiente de cantidades

importantes de la dioxina TCDD y que ésta llegara a zonas de población, causando diversos efectos y

con consecuencias tales como:

1. Varios bebés nacidos unos meses después del accidente presentaban deformidades.
2. 1.600 personas fueron examinadas, y 417 tuvieron la enfermedad cutánea cloracné,

causada por la dioxina.

3. Cinco trabajadores de descontaminación contrajeron una enfermedad del hígado, a pesar

de trabajar sólo jornadas cortas y de usar protección.


4. 400 mujeres embarazadas de "alto riesgo" fueron sometidas a abortos, ilegales en Italia,

pero autorizados en estas circunstancias especiales.

5. 3300 animales que habían sido abandonados fueron encontrados muertos, la mayor parte

conejos y aves de corral que intentaron sobrevivir alimentándose de vegetales

contaminados.

6. Para evitar que la toxina entrara en la cadena alimentaria, 80 000 animales fueron

sacrificados.

7. 15 niños fueron inmediatamente hospitalizados por inflamación de la piel.

Como consecuencia de este gravísimo accidente, se publicó en el año 1982 la Directiva

82/501/CEE (denominada Directiva Seveso). La publicación de esta Directiva constituyó un hito

importante ya que a partir de la misma, el concepto de riesgo y su análisis son factores críticos en el

diseño y operación de los emplazamientos industriales.

            Desde entonces, la preocupación por el medio ambiente y por los aspectos ambientales del

riesgo ha sido creciente, hasta llegar a publicar una revisión de la Directiva citada, conocida

popularmente como Seveso II y publicada en el año 1996, es la Directiva 96/82/CE2.

            Ya en fechas más cercanas, el 24 de julio de 2012, se publicó la Directiva 2012/18/UE,

relativa al control de los riesgos inherentes a los accidentes graves en los que intervengan sustancias

peligrosas y por la que se modifica y ulteriormente deroga la Directiva 96/82/CE. Los estados

miembros tienen de plazo hasta el 31 de mayo de 2015 para la trasposición a su ordenamiento

jurídico, y la aplicación de la nueva directiva será obligatoria a partir del 1 de junio de 2015.

En otros ámbitos legislativos, el concepto de riesgo como un instrumento para la gestión

ambiental ha cobrado un protagonismo creciente, en particular en lo que se refiere al alcance que

ciertos procedimientos administrativos otorgan a los estudios ambientales previos, preceptivos para la

autorización de instalaciones industriales (véase por ejemplo, el régimen de control integrado de la

contaminación, Directiva IPPC).


El concepto de riesgo ambiental cada vez ha estado más presente, llegándose a establecer un

régimen de responsabilidad, objetiva o subjetiva, con la publicación de las ya estudiadas Directiva

2004/35/CE incorporada al ordenamiento jurídico nacional por la Ley 26/2007, recogiendo

explícitamente el concepto de riesgo, ligándolo a la responsabilidad que el promotor o titular de una

actividad tiene con respecto a los potenciales daños ambientales que pudieran derivarse de la misma.

 Como última referencia al entorno legislativo en el campo ambiental, la política de la UE está

guiada actualmente por tres principios.

1. Principio de "quien contamina paga y repara".

2. Principio de acceso público a la información.

3. Principio de participación de los ciudadanos en la toma de decisiones.

Estos principios son el resultado del Convenio de Aarhus. Se trata de un acuerdo

internacional, firmado por la Unión Europea, que establece los mecanismos para promover la

implicación de los ciudadanos en cuestiones ambientales.

En el ámbito normativo, se han desarrollado también diversas iniciativas nacionales que tratan

el riesgo ambiental desde la perspectiva de su Análisis, de su evaluación e incluso de su gestión. La

Norma UNE 150008:2000 EX Análisis y evaluación del riesgo medioambiental fue una iniciativa

pionera que ha servido como herramienta útil a las partes interesadas.

Actualmente, el nuevo marco legislativo al que se ha hecho referencia y la experiencia

adquirida con el uso de la Norma UNE 150008:2000 EX, han hecho conveniente su revisión teniendo

en cuenta las expectativas y necesidades de las partes interesadas.

En el contexto descrito, se hace necesaria una metodología común que oriente a los distintos

actores que intervienen en el estudio, análisis y evaluación del riesgo ambiental, de forma que facilite

a todos los implicados en este proceso el intercambio de información ligada al riesgo ambiental de

una determinada instalación o actividad. En este sentido, la experiencia recabada por la aplicación de
la Norma UNE 150008EX:2000 ha permitido avanzar en la elaboración de la nueva versión, la

norma UNE 150008:2008. Análisis y Evaluación del Riesgo Ambiental.

Esta norma pretende sentar las bases de un método y un vocabulario homogéneos para los

distintos agentes implicados en el proceso de análisis, evaluación y tratamiento del riesgo ambiental. 

Términos y definiciones

Con el fin de entender la norma UNE 150008 que trataremos en temas posteriores, es

necesario tener claro una serie de conceptos que son los que vamos a tratar a continuación:

 Capacidad de acogida: aptitud que tiene un aspecto ambiental para absorber las

consecuencias de la materialización de un riesgo, sin que por ello se cause modificación

significativa del aspecto.

 Factor ambiental: cualquier componente del medio ambiente que puede verse afectado por

las actuaciones derivadas de las diferentes fases de construcción, explotación,

mantenimiento y en su caso, clausura, cese o desmantelamiento de cualquier actividad.


 Gestión del riesgo: actividades coordinadas para dirigir y controlar una organización, con

respecto al riesgo.

 Riesgo ambiental: riesgo: resultado de una función que relaciona la probabilidad de

ocurrencia de un determinado escenario de accidente y las consecuencias negativas del

mismo sobre el entorno natural, humano y socioeconómico. Habitualmente, esta función

toma la forma del siguiente producto: 

Riesgo = Probabilidad o Frecuencia X Consecuencias. 

Los grados de creencia de la probabilidad se pueden seleccionar como clases o como

rangos, tales como:

1. Improbable, posible, probable, altamente probable, muy probable,

2. Raro/poco probable/moderado/probable/casi seguro,

3. Increíble/improbable/remoto/ocasional/probable/frecuente.

 Verificación: proceso sistemático, independiente y documentado para la evaluación de

una declaración frente a los criterios de verificación acordados.


 Verificador: persona o personas competentes e independientes con la responsabilidad de

llevar a cabo la verificación y de informar sobre el proceso de verificación.

 Fuente: elemento o actividad que disponga de un potencial de consecuencia, en este caso

sobre los recursos naturales.

 Análisis de riesgos: uso sistemático de información para identificar fuentes y para calcular

riesgos.

 Identificación de riesgos: proceso por el que se encuentran, enumeran y caracterizan

elementos de riesgo.

 Identificación de fuentes: proceso por el que se encuentran, enumeran y caracterizan

fuentes.

 Estimación de riesgos: proceso utilizado para asignar valores a la probabilidad y a las

consecuencias de un riesgo.

 Tratamiento de riesgos: proceso de selección y puesta en aplicación de medidas para

modificar el riesgo.

 Control de riesgos: acciones que ponen en aplicación las decisiones de la gestión de

riesgos.

 Optimización de riesgos: proceso relacionado con el riesgo para minimizar las

consecuencias negativas y maximizar las positivas y sus respectivas probabilidades.

 Reducción de riesgos: acciones tomadas para reducir la probabilidad, las consecuencias

negativas, o ambas, en relación con un riesgo.

 Mitigación: limitación de cualquier consecuencia negativa de un suceso particular.


 Elusión de riesgos: decisión de no involucrarse en una situación de riesgo o acción

consistente en salir de la misma.

 Transferencia de riesgos: puesta en común con otra parte de la carga de las pérdidas o el

beneficio de las ganancias consecuencia de un riesgo.

 Financiación de riesgos: provisión de los fondos necesarios para sufragar los costes del

tratamiento de riesgos y los costes afines.

 Retención de riesgos: aceptación de la carga de las pérdidas o el beneficio de las

ganancias consecuencia de un riesgo particular.

 Riesgo residual: riesgo que permanece después del tratamiento de riesgos.

 Interesado (“Stakeholder”): cualquier individuo, grupo o empresa que pueda afectar, estar

afectado por o considerarse afectado por un riesgo.

 Parte interesada: persona o grupo que tiene un interés en el resultado o éxito de una

empresa.

 Percepción de riesgos: modo en el que un interesado ve un riesgo, basándose en una serie

de valores o asuntos.
 Comunicación de riesgos: Intercambio o puesta en común de información acerca del

riesgo entre el encargado de la toma de decisiones y otros interesados.

 Suceso: ocurrencia de una serie de circunstancias particulares


Introducción y antecedentes de la norma UNE 150008:2008

Análisis y Evaluación del Riesgo Ambiental.

Los riesgos medioambientales y las responsabilidades asociadas a ellos, son un asunto de

creciente interés en organizaciones e instituciones de todo tipo.

Las entidades financieras, las compañías de seguros, las administraciones y otras

instituciones, vienen utilizando prácticas no normalizadas para identificar, analizar y evaluar los

riesgos medioambientales de las organizaciones, así como las responsabilidades que pudieran

derivarse, y de esta forma, tener un mejor conocimiento a la hora de tomar la decisión de conceder

créditos, de fijar condiciones de seguros o de llevar a cabo inversiones u otras decisiones.

En el ámbito internacional, el Comité Técnico ISO/TC 207 “Gestión medioambiental” trabajó

en una norma de evaluación medioambiental. Se trata de la norma ISO14015:2001 ya incorporada a

la normativa española por AENOR como UNE-EN ISO 14015:2010. Gestión ambiental. Evaluación

ambiental de sitios y organizaciones.

En el ámbito europeo, el riesgo medioambiental está también considerado dentro del Libro

Blanco sobre Responsabilidad Ambiental. También en la Directiva IPPC (Directiva 96/61/CE del

Consejo, relativa a la prevención y al control integrado de la contaminación) el concepto de riesgo

medioambiental tiene importancia a la hora de autorizar nuevas actividades y transpuesta a la

legislación española por la Ley 16/2002, de 1 de julio, de Prevención y Control Integrados de la

Contaminación.
En el ámbito nacional, en vista de esta situación se consideró necesaria la elaboración de una

norma sobre riesgo medioambiental para identificar, analizar y evaluar el riesgo de actividades de las

organizaciones o instituciones.

A través de la evaluación de riesgos medioambientales se obtiene la información necesaria

para que una organización esté en condiciones de adoptar una decisión apropiada sobre la necesidad

de llevar a cabo medidas preventivas y, en tal caso, sobre el tipo de medidas que deben adoptarse.

En sentido general, el resultado de la evaluación de riesgos sirve para, además de estimar el

riesgo, hacer un inventario de acciones que permita a la empresa diseñar, mantener o mejorar las

medidas de control de riesgos.

Esta norma fue la norma UNE 150008:2000 EX. Ya en el mes de marzo del año 2008 se

publicó la norma UNE 150008, cuyo objeto principal es describir un método para analizar y evaluar

el riesgo ambiental, así como establecer las bases para una gestión adecuada de estos riesgos.

Este estándar no certificable intenta clarificar los conceptos y términos empleados en el

ámbito de la evaluación de riesgos ambientales, facilitando su uso común y la homogeneización de

significados. La finalidad última de la evaluación del riesgo ambiental es proporcionar los elementos

de juicio que orienten a los distintos grupos implicados (organizaciones industriales, promotores o

titulares de actividades, operadores, comunidad financiera, Administraciones Públicas, grupos de

interés, etc.) en la toma de decisiones estratégicas de la organización.


Metodología propuesta por la norma UNE 150008:2008

La norma UNE 150008:2008 tiene por objeto describir una metodología para analizar y

evaluar el riesgo ambiental, así como establecer las bases para una gestión eficaz del mismo y

facilitar la toma de decisiones en esta materia, en el ámbito de las empresas, administraciones

públicas y otras organizaciones.


Por otra parte, la estructura y el contenido de la norma obedecen a la necesidad manifestada

por diversos grupos de interés, de establecer un marco de referencia para la posible verificación por

tercera parte de estudios sobre el Análisis y  evaluación del riesgo ambiental en diversas situaciones y

actividades.

Esta norma es aplicable a emplazamientos, actividades y organizaciones de cualquier

naturaleza y sector productivo, considerados tanto en su conjunto como por unidades de proceso o

líneas de negocio individualizadas. Por otra parte, la norma se aplica tanto a emplazamientos

concretos como a actividades con múltiples centros o ubicaciones multisitio, siempre y cuando entre
estos exista un nexo evidente desde el punto de vista de su organización, objeto y unidad de negocio.

La norma sirve de referencia para la elaboración de informes, Análisis y evaluaciones del

riesgo ambiental en las fases de diseño, construcción, puesta en marcha, operación o explotación, así

como para el desmantelamiento o demolición de la instalación.

De esta forma, el proceso de para identificar, evaluar y gestionar el riesgo ambiental que

propone la norma, se puede resumir en el siguiente esquema.

 
 

Como buena forma de comenzar el Análisis de Riesgos Ambientales, la norma establece una

serie de consideraciones que se consideran claves para garantizar un resultado adecuado al fin que se

persigue. Dichas consideraciones son:

1. Se debe definir la composición, la experiencia y los conocimientos de los miembros

del equipo de trabajo, de manera que dicho equipo esté capacitado para adquirir,

procesar y evaluar con solvencia la información necesaria.


2. Se debe justificar explícitamente el alcance del estudio que se va a realizar. Durante el

desarrollo de los trabajos, puede replantearse el alcance del estudio a la luz de los

resultados recabados.

3. Debe considerarse como una parte fundamental del Análisis preliminar la 

identificación del grupo o grupos de interés relevantes con respecto al objeto del

estudio.

En cualquier caso, el equipo humano que realice el estudio, debe estar integrado por profesionales de
diversas disciplinas con suficiente formación y experiencia en los métodos y técnicas para el

Análisis, y en la evaluación del riesgo, así como en la  actividad objeto de Análisis y en otros

aspectos específicos de los distintos factores ambientales afectados por el alcance del estudio.

Asimismo, debe asegurarse la dotación de los medios técnicos suficientes y apropiados para generar

un estudio fiable en el plazo establecido al efecto.

            Igualmente, es necesario diseñar y mantener un plan de revisión de todo el proceso de

Análisis y evaluación de los riesgos ambientales de la organización ya que las circunstancias son

cambiantes. La frecuencia y el alcance de dicha revisión deben documentarse y justificarse en virtud

de criterios como la complejidad de la actividad, la fragilidad del entorno, el marco legal, etc. entre

otros criterios recogidos expresamente en la norma.

Son muchas las metodologías que se han desarrollado para realizar Análisis de riesgos

ambientales. Las principales diferencias entre unas y otras radican habitualmente en la mayor o

menor exhaustividad y precisión de las técnicas y las herramientas con las que trabajan, la

información de partida que precisan y, como consecuencia de todo ello, el nivel de detalle de los

resultados obtenidos.

En la siguiente gráfica se presenta de forma esquemática un proceso completo de Análisis de

riesgos, tal como lo contempla la norma UNE 150008:2008.


A partir de dicho esquema, la norma desarrolla las distintas partes de la metodología del

Análisis de riesgos, partiendo  de este primer Análisis conceptual. 

 
El primer paso que se debe dar es identificar, caracterizar y determinar las posibles fuentes de

peligro y los peligros, estando éstos relacionados principalmente con las sustancias utilizadas, así

como con las condiciones y actividades de almacenamiento, procesamiento y eliminación, y con las

fuentes de energía que se utilizan. También es necesario tener en cuenta que pueden ser fuentes de

peligro las actividades, los procesos, los elementos del entorno que puedan entrañar peligro para la

instalación, la organización, la gestión de recursos humanos y los  materiales, entre otros.

Es habitual en esta fase de trabajo emplear una combinación de métodos o herramientas para
la identificación y el Análisis. Se suelen aplicar primero técnicas más generales sobre el conjunto de

las instalaciones industriales con el objetivo de que nos proporcionen una jerarquización de las

distintas secciones o unidades, tanto de proceso como  auxiliares, en función de su potencial de

riesgo, para aplicar posteriormente otro tipo de herramientas más precisas y exigentes sólo a aquellas

secciones o unidades de mayor riesgo potencial, permitiendo con ello optimizar los recursos

empleados.

 
 

Una vez completada la identificación de peligros, se deben identificar los sucesos iniciadores,

considerando suceso iniciados como un hecho físico que se ha identificado a partir de un Análisis

causal y que puede generar un incidente o accidente.

 
 

Una vez identificados los sucesos iniciadores más significativos, es preciso proceder a

asignarles una probabilidad de ocurrencia. Para ello, la organización puede utilizar instrumentos

como datos históricos de la organización, datos históricos del sector o actividad, bases de datos

históricos de accidentes, información de fabricantes, proveedores, o bibliografía especializada.

A continuación, la organización debe identificar para cada suceso iniciador seleccionado,

todos los posibles escenarios de accidente (origen y evolución) que de él se deriven y las
consecuencias a que pudiera dar lugar, siendo necesario para ello identificar y documentar todos los

caminos que pudieran seguir los sucesos iniciadores, en función de la existencia, ausencia o fallo de

las medidas de prevención previstas para que el accidente no ocurra.

 Asimismo, deben documentarse las medidas de mitigación previstas en caso de que se

produjera el accidente.  

Unidad/proceso Pintado en cabina


Escenario accidental Incendio en la cabina de pintura
Causas del accidente Error humano

Cortocircuito en el sistema de alumbrado. Funcionamiento defectuoso de


campana extractora
Suceso iniciador Formación de una atmósfera explosiva
Descripción del escenario En la operación de pintado de chapa con pistola, debido a la pulverización d
la pintura diluida con el disolvente (xilenos), se forma una nube inflamable. L
cantidad de sustancia considerada en el accidente corresponde a la existen
entre los límites de explosividad. La nube entra en contacto con una fuente d
ignición, provocándose la deflagración de la nube. Esto causa el incendio d
material filtrante de la campana, que está impregnado de pintura. El incend
causa daños materiales a los equipos próximos. Además, causa
desprendimiento de gases de combustión con características de peligrosida
que causan problemas respiratorios y contaminación atmosférica en un rad
de unos 500 m.
Medidas preventivas Prohibición de fumar en la zona de pintado
Medidas de mitigación Detectores de humos.

Sistemas automáticos de extinción de incendios

De esta forma, para poder establecer los distintos escenarios de accidente, es necesario

estudiar hasta conocer en profundidad el entorno de la actividad, hasta conocer la capacidad de

acogida de los factores ambientales susceptibles de verse afectados por la materialización de un

riesgo.
En este estudio del entorno se deben considerar todos los factores ambientales (medio físico,

medio biótico, etc.), así como ciertos factores condicionantes del entorno que pueden tener un papel

relevante por su potencial efecto multiplicador o dispersor del  peligro así como por su influencia en

el grado de exposición al mismo.

Una vez conocidos los diferentes escenarios de accidente, es necesario calcular la

probabilidad de ocurrencia de cada uno de ellos, calculándose como el resultado de la composición

de las probabilidades asignadas a cada uno de los eventos o alternativas recogidos en el árbol de

sucesos. .

 La organización debe estimar el posible daño o consecuencias que cada uno de los escenarios

postulados causan sobre el entorno receptor. La técnica desarrollada en esta norma recoge cuatro

criterios que se deben evaluar para cada uno de los tres entornos.

 Para estimar la gravedad de las consecuencias se deben aplicar las siguientes fórmulas, en las

que se consideran los criterios antes citados:

 
 

Siguiendo la técnica recogida en esta norma, cada uno de estos criterios se puntuar entre 1 y 4,

asignándole un valor según se defina previamente. Así, para estimar las consecuencias del Escenario

1 para el entorno humano (población afectada) se han considerado, a modo de ejemplo, los siguientes

criterios de valoración de consecuencias:

 Continuando con el ejemplo, la cantidad de xilenos que puede generar una atmósfera

explosiva es inferior a 500 kg (cantidad = 1). Esta sustancia es inflamable y explosiva (peligrosidad =

3). El suceso se considera extenso (en la descripción del suceso se supone alrededor de 500 m) y no

se espera que los receptores afectados sean más de 25, que es el número de trabajadores en un radio

de 500 m (receptores = 2).


 De esta manera, el cálculo de las consecuencias sobre el entorno humano sería el siguiente: 

= gravedad sobre el entorn


Cantidad + 2 x peligrosidad + extensión + población afectada
humano
1 + (2 x 3) +3 +2 = 12

De acuerdo con los criterios desarrollados en la técnica descrita en esta norma, la valoración

de la gravedad de las consecuencias se realizará según los siguientes baremos:

  Valoración Valor asignado


Crítico Entre 20 - 18 5
Grave Entre 17 - 15 4
Moderado Entre 14 - 11 3
Leve Entre 10 - 8 2
No relevante Entre 7 - 5 1

Análogamente, deberá realizarse esta estimación para el medio natural y el entorno

socioeconómico.

Una vez estimadas las probabilidades/frecuencias de ocurrencia de los distintos escenarios

identificados y las consecuencias derivadas sobre cada uno de los tres entornos posibles, hay que

proceder a la estimación del riesgo.

Riesgo = Probabilidad X Gravedad de las consecuencias.

 De esta forma, a cada escenario le corresponden tres valores de riesgo en función del entorno:

el natural, el humano y el socioeconómico.

Siguiendo con el ejemplo, el riesgo determinado para el entorno humano ser de: 
Riesgo = Probabilidad (1) X Gravedad de las consecuencias (3) = 3

Evaluación del Riesgo Ambiental

Una vez se han identificado los riesgos y se ha procedido a su tratamiento, es necesario

acometer la evaluación de los mismos.

Dicha evaluación es el proceso mediante el cual, a la vista de los resultados del Análisis del

riesgo realizado, y de una serie de criterios o factores endógenos y exógenos no aplicados durante el

propio Análisis y que actúan como condicionantes, la organización emite un juicio acerca de la

tolerabilidad del riesgo y por tanto de su aceptabilidad. Es un proceso de reflexión y Análisis que

implica necesariamente la toma de decisiones al respecto.

En definitiva, lo que vamos a perseguir en la evaluación del riesgo es identificar aquéllos que

vamos a considerar como tolerables y aquéllos, que por distintos motivos, no podemos permitir. Así,

cada operador debe establecer sus propios criterios, atendiendo a:

1. Criterios objetivos: límites legales.

2. Criterios subjetivos: componentes políticos, económicos, sociales, tecnológicos,

científicos, culturales y éticos. : 

CRITERIOS DE EVALUACIÓN DE RIESGOS

 Factores de tipo social y particularmente los de carácter legal.

 La estrategia de negocio de la compañía.

 Las necesidades o expectativas de las partes interesadas.

  Aspectos económicos y financieros.

 Entorno tecnológico.
 

De forma general, es recomendable que la evaluación de riesgos sea acometido por personal

experto que cuente con la suficiente experiencia en la materia, con el fin de asegurar la idoneidad y

objetividad de los resultados que se obtengan. No obstante, debe aprobarse por la Dirección, ya que

sus implicaciones con aspectos estratégicos, financieros y en general de negocio son evidentes.  

El resultado de la evaluación de estar documentado y debe contener como mínimo, la

siguiente información:

 Trabajos realizados en la preparación de los trabajos de evaluación.

 Deliberaciones llevadas a cabo.

 Conclusiones alcanzadas.

 Evidencia expresa de los agentes de la organización que han intervenido y la

correspondiente aprobación por parte de sus mínimos representantes. 

Un aspecto importante que se debe gestionar en el proceso de evaluación de riesgos es la

incertidumbre propia de dicho proceso. Esta incertidumbre es debida a aspectos relacionados con la

falta de conocimiento científico de equipo responsable de la evaluación, la simplificación de la

realidad o la propia calidad de los datos con los que se trabaja.

 
 

            El objetivo de los trabajos no debe ir encaminado a eliminar esta incertidumbre, cosa que es

prácticamente imposible, sino a saber gestionarla de una forma adecuada., debiendo empezar por

tener claras las distintas fuentes de incertidumbre y su contribución a la estimación final del riesgo

En general, la evaluación de incertidumbres suele realizarse de manera cualitativa, indicando

la influencia de dichas incertidumbres en la estimación final del riesgo en función del conocimiento

de los modelos aplicados, del medio, etc.

Sin embargo, cuando el grado de incertidumbre es crítico se debe realizar un Análisis de

sensibilidad de manera que los resultados se puedan expresar dentro de un límite de confianza.

Para la realización de la evaluación, se pueden elaborar, por ejemplo, tres tablas de doble

entrada, una para cada entorno (natural, humano y socioeconómico), como la siguiente:

En cada una de estas tablas, realizadas una por entorno, se debe ubicar cada escenario con

indicación de la probabilidad/frecuencia de que se produzca ese escenario y las consecuencias o

daños que cada escenario produce en cada entorno.

Posteriormente, se evaluar la tolerabilidad del riesgo de acuerdo con la técnica que se está

empleando, en este caso la recogida en esta norma:

-       Riesgo muy alto: de 21 a 25.


-       Riesgo alto: de 16 a 20.

-       Riesgo medio: de 11 a 15.

-       Riesgo moderado: de 6 a 10.

-       Riesgo bajo: de 1 a 5.

Por tanto, en este caso, y de acuerdo con las hipótesis planteadas, el riesgo para el entorno

humano sería bajo.

Dicho lo anterior, se debe decir, que existen múltiples metodologías para la realización de una

evaluación de riesgos, en este caso de carácter ambiental.

Gestión del Riesgo

El concepto de gestión hace referencia a la acción y a la consecuencia de administrar o

gestionar algo. Al respecto, hay que decir que gestionar es llevar a cabo diligencias que hacen

posible la realización de una operación  cualquiera.

Así, la gestión del riesgo tiene como objeto principal la toma de las decisiones más adecuadas

sobre los riesgos ambientales, fundamentadas en los criterios de seguridad y eficiencia económica.

Entendido en su conjunto, tal proceso incluye también:

1. El tratamiento de los distintos riesgos evaluados, tanto en lo que se refiere a sus

aspectos financieros, como técnicos.

2. La comunicación adecuada con los grupos de interés relevantes a lo largo de todo el

proceso.

El contenido de la norma UNE 150008:2008 en cuanto a la Gestión del Riesgo se limita a

contemplar lo expuesto anteriormente en este tema. No obstante, dicha norma contiene un conjunto
de Anexos informativos en los cuáles se tratan distintos aspectos de la gestión del riesgo. Así, todo lo

que vamos a comentar a continuación en este mismo tema, es el tratamiento de la información

contenida en dichos Anexos relacionadas con la Gestión del Riesgo Ambiental.

En el Anexo A de la norma UNE 150008:2008 se tratan las distintas perspectivas desde las

cuáles puede orientarse la gestión de riesgos ambientales, enumerando las siguientes:

1. Eliminación del riesgo: no siempre es posible eliminar totalmente eliminar un riesgo, bien

por no ser viable técnicamente, bien por los costes que ello supondría.
2. Reducción y control del riesgo: la mayoría de las decisiones relativas al riesgo está

orientadas hacia su reducción en términos económica y técnicamente viables y tanto desde

un punto de vista tecnológico como centrándose en el factor humano. Los riesgos

residuales deben ser objeto de un plan de control y seguimiento. 

3. Retención y transferencia del riesgo: tanto a nivel técnico (subcontratación de parte de la

actividad generadora del riesgo) como financiero (contratación de garantías, fianzas o

avales, etc. que cubran los posibles daños provocados a los recursos naturales).

4. Comunicación del riesgo: la organización debe diseñar e implementar los mecanismos de

diálogo que en cada caso resulten más eficaces, teniendo en cuenta que la responsabilidad

de la comunicación reside en primer término en el gestor y no en el grupo de interés. 

El Anexo E de la norma incorpora una serie de recomendaciones para la valoración

económica de las consecuencias sobre el medio ambiente de un determinado suceso, aspecto

fundamental en la gestión de riesgos ambientales.

Uno de los principios que rige toda la legislación relacionada con la Responsabilidad

Ambiental es el de "quien contamina paga y repara", por tanto, la valoración económica de los daños

provocados al medio ambiente por tiene un especial interés.

La metodología que se propone, se describe para las valoraciones económicas de daños

ambientales aún no acaecidos, y se ocupa, exclusivamente, de la estimación del montante del daño
con independencia de la probabilidad que tenga el escenario de riesgo. La metodología se resume en

el siguiente esquema.

En la fase de identificación del daño, se debe partir de los escenarios contemplados en el

Análisis de Riesgos, identificando, para cada uno de los que se vayan a valorar, las intersecciones de

la matriz formada por la lista de receptores del daño y los diferentes medios de difusión. Como lista

de receptores se pueden tener en cuenta el suelo, agua, especies silvestres y ecosistemas; y como

medios de difusión, normalmente se contemplan: atmósfera, agua y suelo.


La cuantificación del daño que las fuentes de peligro movilizadas en el escenario provocan en

cada uno de los receptores identificados, se realiza estableciendo su intensidad, su extensión y su

temporalidad.

El resultado de esta fase es una estimación tanto de la extensión, medida en unidades físicas

(hectáreas, toneladas), como de la clase de intensidad a la que se ve sometido cada receptor.

En la fase de monetización se traduce a unidades monetarias el cambio de calidad

cuantificado, utilizando, siempre que sea posible, alguna de las técnicas propias de la metodología de

los costes evitados/inducidos, que asimilan la pérdida de activo natural con el coste financiero de

proveer los servicios perdidos con tecnología.

Las medidas que se tomen pueden ser de 3 tipos: primarias, compensatorias y

complementarias; si bien separando las primarias en dos: control y limpieza, y recuperación.

La monetización de todas las operaciones (salvo las de control, que se estiman por el global)

se apoya en determinar sus costes o valores unitarios y aplicar éstos a la extensión estimada, afectada

por el porcentaje correspondiente a la intensidad establecida.


Cuando se trata de daños recuperables de forma inmediata, el valor del daño se asimila a los

costes de control y limpieza, y a los de recuperación (medidas primarias); si la recuperación no es

inmediata, se añade el valor de las medidas compensatorias; finalmente, si el receptor no es

recuperable, el valor del daño se corresponde con las labores de control y limpieza más el valor social

del activo natural dañado (medidas complementarias). 

Análisis de Riesgos Sectoriales

Como ya sabemos, los análisis de riesgos medioambientales que deben elaborar los

operadores que queden obligados a ello, serán realizados por los operadores o un tercero contratado

por ellos, siguiendo el esquema establecido por la norma UNE 150.008 u otras normas equivalentes.

El Reglamento de desarrollo parcial de la Ley 26/2007, aprobado por el Real Decreto

2090/2008, prevé la creación de distintos instrumentos de carácter voluntario para que los operadores

contemplados en el anexo III de la ley puedan llevar a cabo un análisis del riesgo medioambiental a

nivel sectorial que facilite a los operadores que componen un mismo sector la evaluación

particularizada de sus escenarios de riesgo.

Según el artículo 35 del citado reglamento, los análisis de riesgos medioambientales  podrán

elaborarse tomando como base los modelos de informe de riesgos ambientales tipo (MIRAT) o, en su

caso, las guías metodológicas, según el grado de homogeneidad del sector desde el punto de vista del

riesgo medioambiental. En ambos casos se requerirá informe de la Comisión técnica de prevención y

reparación de daños medioambientales

Por otro lado, el artículo 36 del reglamento indica que en el cálculo de la garantía financiera

obligatoria para sectores o subsectores de actividad o para pequeñas y medianas empresas que, por su
alto grado de homogeneidad, permitan la estandarización de sus riesgos medioambientales, se podrán

desarrollar tablas de baremos.

Así, los criterios que se utilizan para decidir que herramienta sectorial utilizar en el análisis de

riesgos, son la heterogeneidad de las empresas del sector del que se trate así como la peligrosidad de

las actividades de las mismas, según se puede ver en el gráfico siguiente.

Finalmente, será cada sector profesional o grupo de actividades el que decida el tipo de

instrumento a partir de la cual podrá apoyarse para analizar su riesgo medioambiental a nivel

sectorial, que con carácter previo hayan sido informadas favorablemente por la Comisión técnica de

prevención y reparación de daños medioambientales  para cada sector.

Los instrumentos sectoriales de análisis del riesgo medioambiental son voluntarios y están

concebidos para facilitar al operador su valoración particularizada del riesgo; paso previo necesario

para estimar la cobertura del daño que, en su caso, debería cubrir la garantía financiera por

responsabilidad medioambiental.
Conforme establece el Real Decreto 2090/2008, en su artículo 33, la secuencia metodológica

que deberá seguir el operador para la aplicación del instrumento sectorial de análisis de riesgos es la

siguiente:

1. Selección justificada del modelo de instrumento sectorial para el análisis del riesgo

medioambiental.

2. Análisis del riesgo medioambiental particularizado, llevado a cabo por el operador o

por un tercero contratado por éste, dirigido a una actividad profesional perteneciente

al sector en cuestión. El operador deberá identificar los escenarios accidentales

significativos asociados a su actividad, estimar la probabilidad asociada a cada

escenario y cuantificar la cantidad de receptor potencialmente afectado en cada uno

de los escenarios en función de la intensidad, extensión y temporalidad de los efectos

del daño experimentados sobre el medio receptor (aguas superficiales y subterráneas,

suelo, especies, hábitat protegidos y/o ribera del mar y de las rías). Para acometer

dicha tarea podrá utilizarse como referencia el modelo de análisis de riesgos sectorial

que se menciona en el apartado anterior.

3. Valoración monetaria del daño asociado a cada escenario accidental significativo

atendiendo a los criterios que establece el Real Decreto 2090/2008, para valorar el

daño medioambiental.

4. Calcular el riesgo asociado a cada escenario accidental como el producto entre la

probabilidad de ocurrencia del escenario y el valor del daño medioambiental

obtenido en el apartado anterior, conforme a la metodología que establece el Real

Decreto 2090/2008.
5. Seleccionar los escenarios de menor coste asociado que agrupen el 95 por ciento del

riesgo total y establecer, como propuesta de cuantía de la garantía financiera, el valor

del daño medioambiental más alto entre los escenarios accidentales seleccionados. A

este montante se le sumará el coste correspondiente de las medidas de prevención y

de evitación del daño medioambiental.

Es importante remarcar que, en el caso de la Tabla de Baremos, el operador podrá estimar la

cuantía de la garantía financiera obligatoria directamente, sin necesidad de realizar un análisis del

riesgo medioambiental.

Modelos de Informe de Riesgos Ambientales Tipo (MIRAT)

Los MIRAT están indicados para sectores o grupos de actividad homogéneos desde el punto

de vista del riesgo medioambiental que, en principio, lleven asociada una mayor peligrosidad, dado

que dicho instrumento no exime al operador de realizar su propio análisis de riesgos para evaluar la

necesidad de constituir una garantía financiera obligatoria.

Los MIRAT deberán ser capaces de identificar todos los escenarios de accidente relevantes de

un sector de actividad, incorporando todas las tipologías de accidente comunes de las actividades e

instalaciones del sector que se presentan en la mayoría de las instalaciones. Estos MIRAT excluirán,

Por tanto, los escenarios de riesgo que no son representativos a nivel sectorial por estar presentes en

una minoría de actividades o instalaciones. Aquellos escenarios «singulares» que generen un daño

significativo deberán ser, no obstante, tenidos en cuenta en el análisis de riesgos medioambientales

particularizado a nivel de operador realizado en base a la norma UNE 150008 o equivalente.

Los MIRAT deberán, además, incorporar protocolos para cuantificar, en términos de

intensidad, extensión y temporalidad del daño, y evaluar, por parte de cada operador, la
significatividad del daño asociado a cada escenario accidental con respecto al estado básico. Ello

incluye la propuesta de niveles de referencia, dependiendo el agente causante del daño y el medio

receptor afectado (aguas superficiales y subterráneas, suelo, especies, hábitats protegidos y/o ribera

del mar y de las rías), para la determinación del carácter significativo del daño. Dado que se trabaja

en términos de riesgo o de hipótesis de daño, el estado básico hace referencia al estado en el que se

encuentran los recursos naturales en el momento en el que tiene lugar el hipotético accidente.

A los efectos descritos en el párrafo anterior, dichos protocolos deberán ayudar al operador a

emplear, en caso de que se considere necesario, modelos de difusión de los correspondientes  agentes

causantes del daño en los medios receptores que pudieran verse afectados. Los protocolos dirigidos a

cada tipo de escenario accidental deberán ser lo más sencillos posibles a fin de normalizar la

cuantificación del daño y facilitar al operador su aplicación.

Tablas de Baremos

Las tablas de baremos (TB) están especialmente indicadas para los sectores o pequeñas y medianas

empresas que, por su alto grado de homogeneidad desde punto de vista del riesgo, permiten la

estandarización de sus riesgos ambientales. Es por esta razón que los sectores profesionales que se

apoyen en una TB para evaluar su riesgo medioambiental deberán tener un perfil productivo común

y, por tanto, un alto grado de homogeneidad de escenarios accidentales, careciendo de escenarios

«singulares» o siendo éstos casos aislados. Cuando el operador tenga «escenarios singulares» que

sean relevantes a nivel individual, dichos escenarios deberán igualmente ser tenidos en consideración

a nivel particular de cara a fijar la cuantía de la garantía financiera.

Los instrumentos basados en TB estarán principalmente indicados para sectores cuya

actividad tenga asociada una menor peligrosidad; no obstante, otros sectores podrán acogerse a una
TB siempre que puedan demostrar que disponen de un alto grado de homogeneidad que permite la

estandarización de sus riesgos medioambientales. En esta línea la homogeneidad del sector será un

criterio de decisión determinante a la hora de seleccionar este tipo de instrumento.

La existencia de un registro histórico de accidentes con una cantidad de registros considerable

y suficiente para ser utilizada en la estandarización de los riesgos de un sector, será un factor

determinante para la utilización de este tipo de instrumento sectorial. Para ello será necesario estimar

los costes de la reparación primaria asociada a cada escenario de riesgo, en el caso de que dicho

registro de accidentes no cuente con esta información.

Los sectores que no cuenten con un registro histórico de accidentes pero que hayan

identificado, mediante un estudio exhaustivo, los escenarios accidentales relevantes asociados a dicho

sector, podrán desarrollar una TB siempre que cumplan las siguientes condiciones:

1. Que los escenarios accidentales del sector sean suficientemente homogéneos. Ello

supone que el sector carezca de escenarios «singulares» o que éstos sean casos

aislados.

2. Que se pueda estimar el coste de reparación primaria del daño asociado a cada

escenario accidental, que permita establecer una asociación entre las variables

determinantes del daño medioambiental y el valor monetario asociado a dicho daño.

Cuando la TB haga referencia a una actividad que forme parte de un proceso productivo de

otro sector profesional más amplio, dicho sector podrá valerse de esta TB para evaluar el riesgo

medioambiental relativo exclusivamente a dicha actividad.

Guías metodológicas
Las guías metodológicas están destinadas a homogeneizar y unificar el contenido de los

análisis de riesgos a realizar por las distintas actividades de sectores con alto grado de heterogeneidad

desde la perspectiva del riesgo medioambiental. Estos instrumentos sectoriales deberán contener las

directrices generales a seguir para realizar el análisis del riesgo medioambiental según la tipología de

instalaciones o actividades del sector, además de identificar las variables y factores a tener en

consideración para

dicho análisis.

Los contenidos de las guías metodológicas podrán contener información variable según el

sector sobre diferentes aspectos como tipos de agentes y receptores, modelos de difusión, estimación

del riesgo, etc.

Con el objetivo de apoyar a los distintos sectores empresariales incluidos dentro del anexo III

de la Ley 26/2007, en la elaboración de los análisis de riesgos medioambientales sectoriales (son los

propios sectores los que se tienen que encargar de su elaboración), la Dirección General de Calidad y

Evaluación Ambiental y Medio Natural ha desarrollado un MIRAT, una Tabla de Baremos y una

Guía metodológica, para tres sectores industriales (respectivamente sector pinturas y tintas, sector

aceite de oliva y oleaginosas y sector minería sulfuros polimetálicos y sales sódicas y potásicas). A

continuación se pueden ver los esquemas de los procesos operativos de estos 3 sectores.

 
 

 
 

Así, se ha puesto a disposición de todos los sectores interesados los informes de estas tres

herramientas de análisis de riesgos sectoriales, con el objetivo de que puedan ser de orientación y

utilidad en el desarrollo de sus propias herramientas sectoriales.

También podría gustarte