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Universidad de la República
Facultad de Psicología
1
Resumen
Introducción
1
Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intesexuales
2
documentar que a dicho conjunto se le atribuye un grado de organización con fines
comunes.
Para la elaboración de este trabajo monográfico se realizó una búsqueda bibliográfica en
distintos portales de revistas científicas internacionales con un recorte temporal de 5 años,
entre enero del 2011 y diciembre del 2015. Así mismo, se consultó documentos de
organismos referentes en el tema intersexualidad como la Intersex Society of North America
(ISNA)2, Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex (ILGA) y
Organization Intersex International (OII), y publicaciones más generales de organismos
regionales y de organizaciones no gubernamentales.
Para la búsqueda se filtró la palabra intersexualidad junto con diversidad, identidad, género,
derechos y salud mental. En esta primera etapa surgieron alrededor de 150 artículos, los
cuales no estaban limitados únicamente a publicaciones académicas. A partir de allí se
seleccionaron 32 artículos que se acercaban a la temática, el resto se desestimó debido a
que no cumplían con los criterios de inclusión definidos, o no se vinculaban directamente
con el objeto que aborda este trabajo.
En su amplia mayoría los textos que integran la selección son ensayos teóricos o estudios
cualitativos con muestras pequeñas y muy pocos aportan datos estadísticos. La mayoría de
los autores provienen de las ciencias sociales o humanas como antropología, sociología,
ciencias políticas, psicología y filosofía, y realizan escasos aportes en la promoción y
prevención de la salud.
Para facilitar el análisis de los textos se elaboraron fichas con la finalidad de organizar y
categorizar la información. Se tomó en cuenta el contexto en el que fue escrito el artículo
(año, revista, país de la publicación, país de origen del autor), el concepto de género y sexo
que trazó el autor y su visión sobre el sujeto.
A nivel personal, la motivación en este trabajo fue el anhelo por interpelar de manera
exhaustiva las formas de hacer al género, cuestionar lo habitual e instalado, la rigidez con la
que se vive las masculinidad y la feminidad y pensar los modos en los que se vivencia la
identidad de género en el plano individual y colectivo. A su vez explorar y conocer las
características de un grupo poblacional hasta el momento desconocido para mí.
Por último entiendo necesario ilustrar que en el presente trabajo, tomando a Alcántara y
Moreno (2013) se utilizan signos como el asterisco y la barra para dejar explicitado no
solamente a nivel teórico sino también en el nivel concreto de la escritura, la conflictiva, la
2
La sociedad intersex de Norte América se fundó en 1993 y cerró sus puertas en 2008 para dar apoyo a la
organización Accord Alliance que colabora con el sistema de atención de salud y las comunidades DSD. (ISNA,
2008)
3
incomodidad y la incertidumbre que genera la intersexualidad en la construcción del sexo y
el género.
3
Tomado de http://www.isna.org/faq/history
4
Organización europea líder del continente en derechos humanos, fundada en 1949 y dedicada a promover la
configuración de un espacio común a nivel político- jurídico. Posee 47 estados miembros de los cuales 28
integran a su vez la Unión Europea. (Council of Europe, 2016)
4
políticamente correcta y a su vez como condición corporal de no aceptación de criterios
culturalmente definidos de normalidad.
Tradicionalmente la palabra hermafrodita es entendida como condición corporal de una
persona que “tiene testículos y ovarios, lo cual le da la apariencia de reunir ambos sexos”
(RAE, 2014). Etimológicamente según Corominas (1980) el vocablo hermafrodita es tomado
del latín Hermaphroditus, “personaje mitológico hijo de Hermes y Afrodita, que participaba
de los dos sexos” (p. 348). De forma similar el término andrógino remite a la idea de
dualidad, como sujeto que posee órganos sexuales femeninos y masculinos.
Los autores Cheryl Chase(1998) y Mauro Cabral (2003), ambos activistas y teóricos
intersexuales desarrollan las dificultades encontradas al plantear el concepto de
intersexualidad, puesto que se asocia inmediatamente con el término hermafrodita.
Individuo que no existe más allá del arte y la mitología, con la excepción de los que se
califican como hermafroditas de diseño. Para la comunidad intersex este término es
entendido como impreciso, erróneo y principalmente ofensivo.
La clasificación médica del siglo XIX definió de forma cada vez más precisa el
hermafroditismo, estableciendo como criterio obligatorio la histología gonadal mixta. Por lo
tanto para que un individuo ser considerado como tal, debían poseer tejidos ováricos y
testiculares. Esto propició el desplazamiento del término del lenguaje corriente y ya en la
actualidad, debido a que la medicina interviene de forma inmediata los cuerpos de los bebés
intersexuales, el fenómeno es sumamente desconocido más allá de las prácticas médicas
especializadas.
Sherri Groveman (2006) y la ISNA (2006) sugieren principalmente al campo de la medicina
encargada de la atención a niñ*s intersex, la utilización del término DSD (por sus siglas en
inglés trastornos del desarrollo sexual). Ambos, DSD e intersex son términos “sombrilla”, ya
que abarcan personas nacidas con una variedad de condiciones diferentes pero con
características en común.
La intersexualidad remite a un condicionamiento biológico que se diferencia de otras
identidades, lo que se pone en juego en las personas intersex es la construcción de su
identidad de género, orientación sexual y expresiones desde una base material diferente;
pues lo que está en juego en la intersexualidad es primordialmente el cuerpo.
5
morfología y tamaño. Comúnmente, al gameto que es de mayor tamaño se le asigna el
género femenino, mientras que al de menor se lo denomina como masculino. (Fontdevila y
Moya, 2003, p. 378)
c. El sexo fenotípico se presenta cuando se han diferenciado las gónadas (ovarios y
testículos) y se suceden cambios en las estructuras genitales. En el niño, por efecto de la
testosterona, se desarrolla el conducto de Wolff y a la vez la hormona antimulleriana
produce una regresión del conducto de Müller. En la niña, por la ausencia de la testosterona
se continuará desarrollando el conducto de Müller y se producirá una involución del
conducto de Wolff. (Bernal Crespo, 2011)
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Esta breve explicación resume la diferenciación sexual que se da habitualmente en la gran
mayoría de los individuos los cuales pueden clasificarse como hombre o mujer. En las
sucesivas etapas del desarrollo pueden suscitarse algunos cambios en los que la mínima
variación repercutirá en la determinación del cuerpo sexuado. Pueden alterarse algunos o
todos los niveles de diferenciación sexual, estos darán lugar a los trastornos del desarrollo
sexual (DSD) (Bernal Crespo, 2011).
En los primeros dos casos las personas tienen cromosomas de hombre o de mujer pero los
genitales externos son con apariencia ambigua o claramente opuestos. Por ejemplo puede
presentar cromosomas de mujer pero los genitales externos son con apariencia masculina.
El tercer estado son los popularmente denominados hermafroditas verdaderos, por
consiguiente tienen tanto tejido ovárico como testicular. A su vez, los genitales externos
pueden ser ambiguos y presentar apariencia masculina o femenina, la causa de ésta
condición es desconocida en la gran mayoría de los casos.
El último caso presenta muchas configuraciones de cromosomas, por ejemplo 45XO
(únicamente un cromosoma X) y 47 XXY, 47 XXX, éstos últimos tienen un cromosoma
sexual adicional, pueden llegar a ocasionar trastornos del desarrollo sexual ya que sus
variaciones se dan de forma preliminar en el desarrollo del feto, o incluso previamente a la
fecundación, durante la formación del espermatozoide o del óvulo.
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Por medicalización se entiende al fenómeno en el cual cierta problemática primordialmente
atendida en otros ámbitos (religiosos y jurídicos), sea transferida a la órbita de la medicina
para ser redefinida y transformada en entidad patológica abierta al escrutinio de los
doctores (Alcántara, 2012)
Según la ISNA (2005) desde fines del 1800 se han creado estandarizaciones arbitrarias
basadas en el tejido gonadal que persisten hasta hoy en la mayoría de los textos médicos,
por lo que una persona con anatomía ambigua y ovarios era denominada como una
pseudohermafrodita femenina, y lo mismo para los pseudohermafroditas masculinos,
anatomía ambigua y testículos. Solamente podían ser denominados verdaderos
hermafroditas los individuos con presencia simultánea de tejido ovárico y testicular. Dadas
las limitaciones de la época solamente a través de examinaciones post mortem podía ser
diagnosticado el verdadero hermafroditismo. Según Cabral y Benzur (2005) en ese
momento histórico de intensa ansiedad social, se colocó la designación del “sexo
verdadero” en el interior invisible de los cuerpos, para encontrar más allá de las variaciones
morfológicas de los genitales, una identidad sexual verdadera. Luego con el avance de los
procedimientos médicos y el desarrollo de la anestesiología fue posible realizar biopsias a
pacientes vivos y quedó en evidencia la gran presencia de personas con corporalidades
ambiguas.
En el siglo XIX los científicos creían que la homosexualidad era el resultado de "inversión
sexual", por lo que los intersexuales (llamados hermafroditas en esos momentos) fueron
considerados como potenciales homosexuales o "invertidos".En lugar de una verdadera
preocupación por el bienestar y un interés de las personas intersexuales primaba como
parte de las actitudes negativas profundamente arraigadas en la sociedad occidental, el
deseo de corregir sexos "atípicos", erradicar la ambigüedad y mayoritariamente prevenir la
homosexualidad. (Consejo de Europa, 2015)
Cerca de la década del 20 del siglo XX, dadas estas condiciones se propuso focalizar la
atención en la forma en que estas personas se identificaban y eran identificados por los
otros, y en los aspectos psicosociales del sexo (lo que actualmente denominamos género).
Hacia 1930, los avances permitieron realizar las primeras cirugías reconstructivas de
cambio de sexo, y para un pequeño número de personas intersexuales principalmente
aquellas con riesgos de salud, la medicalización mejoró su salud o incluso salvó sus vidas.
Sin embargo, la intersexualidad era vista principalmente como un problema psicosocial que
mezclaba categorías sexuales por lo que la gran mayoría de las intervenciones eran
simplemente por motivaciones psicosociales.
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La ISNA (2005) establece que en torno a 1950, la Universidad Johns Hopkins creó el primer
centro médico capaz de ofrecer un equipo de trabajo multidisciplinario para realizar los
exámenes necesarios para elegir el sexo de asignación del recién nacido. El trabajo
desarrollado allí se lo conoció como el modelo de “género óptimo de crianza”;
procedimientos presentes hasta hoy en día en nuestras sociedades. Se utilizan tratamientos
hormonales y cirugías para lograr que el cuerpo del bebé se adecue lo máximo posible a
ese sexo de asignación. La idea básica es que la identidad de género de ese niño sea lo
más “normal” posible, la forma de lograrlo es mediante la alineación del cuerpo, el
psiquismo y su crianza para que sean concordantes. Se creía conveniente realizar los
procedimientos previamente a los 18 meses de vida pues estudios psicológicos de la época
revelaban que la identidad de género era asumida en ese período, por lo tanto el bebé no
podría recordarlo.
El médico y psicólogo John Money de la universidad Johns Hopkins, en 1955 trabajó en una
concepción con diferentes variables en la cual era posible tener el sexo gonadal de varón, el
sexo hormonal de una mujer, y el rol y la identidad de género indistintamente masculino o
femenino. Los intersexuales continuaban siendo considerados anormales, solamente
lograrían ser normales en la medida en que todas las variables coincidieran. La función del
experto era entonces hacerlas coincidir en la medida de lo posible, modelando los cuerpos y
sus psiquismos. (Fernández de Rota Irimia, 2015) Allí surgió por primera vez el concepto de
género. Stoller a su vez agrega que el género es un término que posee mayores
connotaciones psicológicas y culturales que biológicas. Y si los términos adecuados para el
sexo son macho y hembra5, los términos que le corresponden son masculino y femenino
que pueden volverse bastante independientes del sexo biológico.(Stoller, 1968)
Money dirá que no importa cuál sea la constitución del cuerpo, las personas intersexuales
nacen físicamente neutras y pueden llegar a ser reprogramados sexualmente sin ningún
peligro, al menos hasta el mes 18 de vida. El éxito se logrará si el trabajo de reasignación
se realiza a la vez en el sexo biológico y psicológico, cualquier persona será plausible de
convertirse en hombre o mujer con la ayuda de la cirugía, la terapia hormonal, la pedagogía
y el acompañamiento psicológico. (Fernández de Rota Irimia, 2015)
Money ganó mayor notoriedad a raíz de su intervención en el caso de David Reimer
(originalmente llamado Bruce), un niño que, después de su pene fuera quemado
accidentalmente durante una circuncisión fallida, fue reasignado y creció como una niña
(Brenda), a los 22 meses. Money realizó publicaciones inicialmente sobre el caso como un
5
En inglés no existe diferencia en las categorías animales o humanas entre los términos macho y
hembra.
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éxito, y continuó estudiándolo cada año durante una década. Sin embargo David, a pesar
de todo nunca se sintió realmente mujer y en su adolescencia volvió a su estado masculino.
Luego del profundo trauma psicológico vivido, se suicidó en 2004 a la edad de 38 años. 6
(Consejo de Europa, 2015)
6
A menudo llamado “el caso Joan/John” representativo de las opiniones contrarias a las operaciones de
reasignación de sexo. (Butler, 2006)
10
Dada la cantidad de operaciones que se le realizan a l*s intersexuales cada año, llama la
atención que no existan meta-análisis que tomen en cuenta la opinión de l*s pacientes para
evaluar los niveles de éxito. Determinar el éxito de las cirugías intersex depende del peso
que el encargado de evaluar le dé a las funciones de los genitales.
Al momento del nacimiento los genitales sirven para asignar el género por parte de los
médicos y la familia; más adelante estarán para el placer sexual de la propia persona y sus
compañer*s sexuales. Ocasionalmente, en la adultez están para la reproducción y puesto
que son exhibidos como signos de masculinidad y feminidad semipúblicos también están
para el desarrollo de la identidad y aceptación social. Los cirujanos con su autoridad para
crear genitales, sopesan de forma desproporcionada unas funciones a las otras. (Kessler,
1998)
Las acciones colectivas de los activistas intersex se realizan en primer lugar con la intención
de generar conciencia a través de los relatos de sus experiencias familiares, sociales y
sobre los tratamientos médicos. (Rubin, 2015) Y en segundo lugar, reivindican el respeto
por su autonomía, desafían la normalización compulsiva de sus identidades y la necesidad
de hacerla literal sobre sus cuerpos, incitan a una ampliación del repertorio de identidades
posibles y exigen no ser violentados por el bienestar o la conveniencia de otros. (Cabral,
2003; Chase, 1998; Suess, 2014)
Del total de los 32 artículos que se toman en esta monografía se pueden clasificar en tres
tipos a) los que focalizan en aspectos sociales como la democratización de las identidades,
los aportes de la intersexualidad para la flexibilización de las identidades binarias de género
y los avances en cuestiones de garantías de derechos; b) los que analizan denuncias o
relatos de experiencias intersex, y c) los que aportan datos estadísticos sobre la población
intersex. Al respecto de estos últimos debemos señalar que es casi nula la disponibilidad de
información estadística a nivel internacional, regional o en nuestro país. La APA (2006)
esboza que no existen datos sobre las condiciones de l*s interesexuales ya que por un lado
no hay consenso en la calificación de intersexualidad, no siempre se diagnostican con
precisión y tampoco las agencias gubernamentales reúnen datos estadísticos sobre las
personas intersex.
Conocer sobre la situación actual de la población intersex en materia de derechos es
sumamente importante ya que la legislación es la forma comúnmente elegida por parte de
los estados y sus integrantes para regular los modos de vida.
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2.1 - Actualidad en materia de derechos
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Ley 26.743 - Identidad de Género
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En Uruguay se estableció específicamente el concepto jurídico de c rímenes de odio que
toman en cuenta la orientación e identidad sexual, raza, religión, origen nacional o étnico.
Los crímenes de odio son definidos como “actos de odio, desprecio o violencia contra
determinadas personas”.(CIDH, 2015, p.47) Estos crímenes conllevan un agravante de la
pena en prisión de entre 6 y 24 meses a la pena ya impuesta por el delito cometido. (CIDH,
2015)
8
Organización de los Estados Americanos
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A su vez nota que las personas intersex y sus familias en general experimentan culpa y
miedo, lo que refuerza que la temática permanezca invisible y en secreto. En nuestro país la
gran mayoría de las personas intersexuales sometidas a las cirugías no fueron informadas
previamente de su condición. (CIDH, 2015)
Chase (2013) realiza un paralelismo entre la mutilación genital femenina practicada en
África y la mutilación genital intersexual en Estados Unidos.
Estas representaciones manifiestan una profundización de la otredad de la clitorectomía africana que
contribuye al silencio que rodea prácticas similares medicalizadas en el occidente industrializado. Su
mutilación genital es un ritual bárbaro; la nuestra es científica. La suya desfigura; la nuestra normaliza lo
desviado. (p. 68)
Esta reflexión es sumamente interesante ya que evidencia las diferencias que existen al
momento de ver una mutilación genital frente a la otra. Para Chase (2013) se evidencian las
“complejas interacciones entre ideologías de raza, género, colonialismo y ciencia que de
forma efectiva silencian y vuelven invisible la experiencia intersexual en los contextos del
primer mundo” (p. 66)
En este punto es útil definir el concepto de interseccionalidad ya que es una herramienta
indispensable para trabajar en el campo de los derechos y también desde la psicología para
ser tenido en cuenta al momento de abordar problemáticas de género desde una visión
abarcativa e inclusiva de experiencias específicas. Para ello se tomó un artículo de la AWID
9
(2004) que la define como una “ herramienta analítica para estudiar, entender y responder
a las maneras en que el género se cruza con otras identidades y cómo estos cruces
contribuyen a experiencias únicas de opresión y privilegio.” (p.1)
Proponen como ejemplo a las mujeres, que
aunque de alguna u otra manera sufren discriminación de género, existen otros factores como la raza y
el color de la piel, la casta, la edad, la etnicidad, el idioma, la ascendencia, la orientación sexual, la
religión, la clase socioeconómica, la capacidad, la cultura, la localización geográfica y el estatus como
migrante, indígena, refugiada, desplazada, niña o persona que vive con VIH/ SIDA, en una zona de
conflicto u ocupada por una potencia extranjera, que se combinan para determinar la posición social de
una persona. (p. 1)
9
Association for Women's Rights in Development
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2.3 - Tratamiento igualitario y acceso a la justicia
En nuestro país al igual que casi todo el resto del mundo, al momento del nacimiento es
necesario el reconocimiento del sexo como femenino o masculino en las oficinas de
registro. Esta exigencia se apoya en la creencia de que el sexo es una de las características
esenciales de la identidad de la persona y que tod*s podemos ser designados claramente
como pertenecientes a una u otra categoría. Por tanto este requerimiento ejerce presión
sobre los padres para que sus hijos se vuelvan de forma simple, legalmente legibles. A su
vez, en la mayoría de los países una vez que el sexo ha sido asignado se vuelve muy difícil
modificarlo, bajo la premisa de que acarreará desventajas significativas para la persona en
cuestión. (Consejo de Europa, 2015)
Actualmente solamente algunos países en el mundo permiten el aplazamiento del registro
de sexo del niño en el caso que no pueda ser determinado inmediatamente al nacer. Como
ejemplos se proponen el caso de Bélgica que paradójicamente el aplazamiento suele ser
insuficiente para el caso de l*s intersexuales, ya que el período máximo es de tres años en
casos excepcionales. Finlandia y Portugal aparecen como los únicos que no imponen
ningún tipo de límite temporal al registro del sexo cuando no puede ser claramente definido.
(Consejo de Europa, 2015) Igualmente, se puede observar que la flexibilización se da
únicamente por ser casos excepcionales y no como una opción posible para cualquier
recién nacido. Asimismo, la limitación del tiempo de aplazamiento deja entrever de forma
implícita que eventualmente alguna opción deberá ser elegida.
Cabral y Maffia (2013) toman como ejemplo un caso en el que se convoca a una junta
médica para la toma de ciertas decisiones con respecto al tratamiento de un/a paciente,
entre ellos, la determinación de su identidad de género. Dentro de las propuestas de la junta
se solicita, “un amparo legal que permita el reconocimiento del bebé como persona más allá
de su ambigüedad genital.” (p.91)
Llama la atención cómo se acepta tan serenamente un discurso de esas características en
las que el factor responsable de habilitar a alguien a existir como un ser humano es la
presencia de coherencia genital.
Es preciso aclarar que se trata no solamente de tomar una decisión respecto a una
asignación de género legal, sino que también se está decidiendo sobre la genitalidad en el
cuerpo (asociada directamente al género legal ). (Cabral y Maffia, 2013)
Los autores (Cabral y Maffia, 2013) enuncian que las demandas de intervención no tienen
ningún justificativo desde alguna necesidad médica, sino que parten “desde una evaluación
15
basada en criterios culturales acerca de la identidad de género y su apoyatura material en el
cuerpo.” (p. 91-92)
Este fundamento tecnológico [de normaliación genital] es percibido a la vez como transparente y como
correcto aunque perfectible (argumentándose por lo tanto que las consecuencias padecidas por
personas intersex sometidas a normalización quirúrgica son fruto de un estado determinado de la
técnica, pero de ningún modo atribuibles a la intervención tecnológica en sí). (p. 94)
Por otro lado, otro caso en que la NEK-CNE10 fue llamada a brindar asesoramiento sobre
varias preguntas relativas a la gestión de las diferencias del desarrollo sexual y
procedimientos quirúrgicos asociados en personas intersexuales. Se propusieron algunas
opciones como por ejemplo: a) la ampliación de categorías actuales, ya sea a través de una
tercera opción ("Otro") o la creación de dos nuevas categorías basadas en la clasificación
binaria pero dejando clara la incertidumbre; b) la revisión de la legislación actual para
eliminar la indicación de sexo por completo; o c) mantener las categorías actuales pero al
mismo tiempo flexibilizarlas y simplificar los procesos de modificación del sexo asignado
originalmente. (Consejo de Europa, 2015)
Resulta significativo destacar esta caso ya que a mi entender mediante propuestas
concretas, es el que más se acerca a cuestionar el binarismo hombre/mujer.
Pensar la intersexualidad activa la tensión ya existente sobre las “certezas” en los órdenes
dicotómicos de naturaleza/cultura, cuerpo/mente, sexo/género, ciencias sociales/medicina.
(Alcántara y Moreno, 2013)
ntre
Nieto (2003) prefiere el término intersexualidad porque es indicativo de que se sitúa e
dos sexos; en cambio el hermafroditismo implica que el cuerpo contiene ambos atributos,
por tanto se vuelve un sexo doble o compuesto. Se puede decir entonces que la
intersexualidad se configura como un espacio intermedio entre el macho y la hembra, lo
masculino y lo femenino. (Nieto, 2003)
Varios autores la nombran -y se cuestionan si podría ser denominada- como el tercer sexo.
(Alcántara, 2012; Cabral y Benzur, 2005; Oliveira Reis de Paula y Vieira, 2015; Consejo de
10
Comisión Consultiva Nacional de Suiza en Ética Biomédica (National Advisory Commission on
Biomedical Ethics)
16
Europa, 2015) Por lo que en este punto la delimitación del concepto identidad de género se
vuelve sumamente importante ya que permitirá visualizar qué aspectos de la intersexualidad
enriquecen a su deconstrucción. Según Alcántara y Moreno (2013) visualizar y pensar lo
intersex permite preguntarse no sólo sobre el grupo de personas intersexuales, sino que
invita a preguntarse por las conformaciones singulares de tod*s l*s personas.
En este capítulo se pretende explicitar el movimiento simultáneo entre la posibilidad
facilitadora de los conocimientos teóricos de los estudios de género para pensar los estados
intersexuales y también la probable imposibilidad dependiendo del paradigma desde el que
se posicione. Se dividirá en dos apartados, primero se expondrán algunos de los
posicionamientos de teóricos y activistas de género y en segundo lugar se tratarán
conceptos relacionados con la identidad de género.
Existe una intención para que las categorías a definir sean pensadas en clave de diversidad
y no desde una visión hegemónica-central. A pesar de que se realizan definiciones y
recortes esto no quiere decir que ello sea la única forma de concebir las ideas. Pretendo
dejar en claro que adhiero a las concepciones que conciben que no existen configuraciones
acabadas y que estos conceptos se encuentran en constante movimiento.
Según González Vázquez (2009) la intersexualidad es habitualmente valorada desde
posiciones asociadas al constructivismo social y sustentadas desde posiciones
postestructuralistas como herramienta de subversión, deconstrucción y crítica a las
categorías binarias y dicotómicas como el sexo/género, mujer/hombre y naturaleza/cultura.
Asimismo, las investigaciones inscritas en el ámbito de estudio de la intersexualidad
componen una fuente de crítica a los discursos médicos, tecnológicos y científicos, pues
refieren a la problematización de la administración biomédica de los cuerpos, la sexualidad
y la identidad. “La mayor parte de los autores que analizan esta cuestión desde un punto de
vista político plantean la extensión de los Derechos Humanos y de las prácticas de libertad
relativas a la identidad, al género y a la sexualidad.”(González Vázquez, 2009, p. 236)
17
La autora (Butler, 2015) argumenta que preguntarse sobre la materialidad del cuerpo es
necesario para que, las personas con géneros que no mantienen correlación con su sexo u
orientación sexual y las minorías sexuales, puedan vivir una vida más vivible. Esto bajo la
premisa de que sus cuerpos son mal reconocidos, o no reconocidos en absoluto, y conlleva
a sufrir insultos, acoso, discriminación, violencia y patologización.
Este hecho marca claramente un momento socio-histórico particular en el cual la
proliferación de cuestionamientos de esta índole son posibles gracias al surgimiento de la
posmodernidad y su exaltación del individualismo, descreimiento en la objetividad y en el
progreso de la ciencia, y en la razón. (Campero, 2000)
Como se nombró anteriormente el sexo cada vez más frecuentemente iba a ser relegado al
interior de los cuerpos; para los equipos de trabajo de Money y Stoller el sexo incluía
aspectos varios como las gónadas, las hormonas, cromosomas, genitales y órganos
internos. Y debido a la indeterminación de la identidad sexual de los sujetos intersexuales
se volvió necesario contar con un correlato empírico viable para ser registrado y
cuantificado. Aquí es que el rol y la identidad de género aparecen para facilitar la
investigación a partir del reporte verbal y las conductas manifiestas de los sujetos; el s exo
psicológico. Inclusive se estableció como parámetro facilitador en la comunicación con el
resto de los especialista. (Alcántara, 2012)
18
A su vez Aguilar García (2008) añade que el término género paradójicamente fue utilizado
en primera instancia por la medicina y la antropología antes de ser retomado por las
teóricas feministas y las ciencias sociales.
En concordancia con López & Güida (2002), el género puede ser definido como los
comportamientos esperables en una persona en función de su sexo biológico.
Según Stoller (1968) el género es la cantidad de masculinidad o feminidad encontrada en
una persona y aunque claramente existen mezclas de ambos en la mayoría de los seres
humanos lo común en un hombre es que posea mayor preponderancia de masculinidad y
una mujer mayor preponderancia de feminidad. Lamas (2000) por su parte, entiende al
género como un “conjunto de prácticas, creencias, representaciones y prescripciones
sociales que surgen entre los integrantes de un grupo humano en función de una
simbolización de la diferencia anatómica entre hombres y mujeres” (p. 3)
Es innegable que la dimensión de género es inherente al proceso de construcción del sujeto
ya que incluso previamente al nacimiento se pretende categorizar como niña o varón. Esta
operación constata un “hecho natural” y a su vez asigna un rol cultural. Este rol determina
en la persona ciertas actitudes, comportamientos y pensamientos, por lo cual toda
existencia está condicionada por la variable género.(Bonder, 1999)
Queda claro por tanto que existen varios teóricos que proponen ideas más o menos
similares en las que existe una diferencia entre el sexo y el género siendo el primero la
esencia, lo natural, ya dado y preexistente al sujeto. Y por otro lado el género sería la
manifestación como significado aceptado por el cuerpo sexuado. (Butler, 2007)
El género puede ser abordado desde una gran variedad de enfoques, pero a lo largo del
tiempo se ha mantenido como constante la discusión que se da en los movimientos
feministas acerca de ésta categoría. Es una categoría relacional, cultural, política y es
atravesada por una serie de complejidades que potencian a una discusión política más
profunda, qué es ser hombre y ser mujer hoy. (Butler, 2007)
Bonder (1999) toma como modelo explicativo la dicotomía entre naturaleza y cultura para
considerar al sexo como el representante de la primera y el género por tanto, de la cultura.
Lamas (2000) destaca del término cultura hoy en día su naturaleza simbólica, responsable
de realizar un tejido de conocimientos implícitos y sin los cuales no seríamos capaces de
compartir significados no verbalizados ni explicitados que facilitan un desarrollo de la
interacción social de forma ordenada y rutinaria. Por tanto el género es un elemento clave
en ese entretejido de conocimientos implícitos.
19
Por parte de los colectivos feministas ya desde fines de la década de los 70 y principios de
los 80 surgió un interés por deconstruir la idea de una v erdad natural acerca de los cuerpos.
(Machado, 2006)
La inclusión de la categoría de género posibilita en las teorías feministas la diferenciación
del sexo y el género, y la visibilización de su presencia en toda la vida social, dividiéndola y
organizándola simbólicamente. (Cabral y Maffia, 2013)
Por primera vez en 1975 Gayle Rubin denomina al conjunto binario cómo el s istema
sexo/género, cuestionando la naturalización a nivel social otorgada a las categorías
sexuales de mujer y hombre. Este sistema es utilizado como herramienta por parte de los
feminismos para la desnaturalización de dichas categorías ya que se analizan las relaciones
dadas dentro de un sistema de poder que determina condiciones socialmente diferentes
para hombres y mujeres.
Rubin (1996) específicamente denomina a dicho sistema como el “conjunto de
disposiciones por el que una sociedad transforma la sexualidad biológica en productos de la
actividad humana, y en el cual se satisfacen esas necesidades humanas transformadas.” (p.
97) Nuestras sociedades en la actualidad se encuentran determinadas por este sistema
sexo-género que perpetúa las desigualdades de poder entre mujeres y hombres. (Aguilar
García, 2008)
Para Cabral y Maffia (2013) actualmente una gran cantidad de los análisis mantienen una
lectura en la que el sexo se establece como una materialidad inapelable y las discusiones
giran en torno a “la legitimidad de los estereotipos construidos por la sociedad” y no las
diferencias sexuales. (p. 86) En su lugar proponen, que el sexo anatómico y su supuesta
dicotomía son resultado de una ideología del género que preexiste la interpretación de los
genitales.
Lamas (2000) complementa al decir que a medida que aumenta la producción sobre el
género crece también la tendencia a suponer que el término no es problemático.
Por ello se destaca la elaboración de un pensamiento crítico frente a lo que se ha
establecido como la “raíz”, el cuerpo.
Vendrell (2003) expresa que siendo estrictos, el cuerpo en términos sexuales practicamente
no es nada más que carne. Butler (2007) expresa que “el cuerpo no es un ‘ser’ sino un
límite variable, una superficie cuya permeabilidad está políticamente regulada, una práctica
significante dentro de un campo cultural en el que hay una jerarquía de géneros y
heterosexualidad obligatoria” ( p.271)
20
O sea que para ser considerados como seres sexuales debe existir primero que nada la
noción de ser humano, es decir que debe existir la mediación de la cultura. Vendrell (2003)
realiza un claro planteo de diferenciación de las categorías sexo y género a la vez que las
unifica e iguala. Posicionado visiblemente desde el paradigma construccionista deja en
evidencia que la noción de que, “hombres y mujeres tenemos naturalmente distintos roles
sexuales para desempeñar” es absolutamente falso ya que, en primer lugar se hace
referencia a una cierta información inscrita en nuestra herencia genética capaz de emanar
de forma instintiva y guiarnos a actuar de cierta forma en nuestras vidas. En segundo lugar
desarticula la idea de que instintivamente tengamos una “razón de ser”, todo esto forma
parte de las construcciones culturales; el “sentido de la vida” es construido por nosotros
mismos ya que no poseemos información genética que nos determine cómo actuar. Y por
último, si no se tiene ni instinto ni “razón de ser”, estas diferencias difícilmente se deban en
algún punto a cuestiones reproductivas.(Vendrell, 2003) ¿Cuáles son entonces los motivos
por los que sigue presente con tanta insistencia la existencia de diferencias sexuales?
Foucault afirmaba que la medicina es un saber/poder que tiene efectos disciplinarios y
regularizadores; estos saberes y tecnologías disciplinarias se “ocupan de la producción de
cuerpos dóciles, útiles y normales, así como de producir ‘cuerpos verdaderos’” (Peidro,
2013)
En la misma línea Preciado (2009) y Butler (2007) proponen que actualmente la salud
pública es un aparato represivo que posee una sofisticación endocrinológica y quirúrgica
para volver los géneros inteligibles, y es capaz de restablecer la “relación de coherencia y
continuidad entre entre sexo, género, práctica sexual y deseo”(Butler, 2007, p.72)
Cabral y Maffia (2013) agregan que no es tan conocida la forma como ese poder médico
hegemónico es funcional a una ideología cultural intolerante, inflexible y patriarcal.
La constitución del género a partir del sexo no se halla exenta de complejidades, ya que
partir desde el paradigma construccionista para explicar la formación del género implica
rtefacto del proceso de construcción y
asignar al sujeto un doble rol, por un lado producto o a
por el otro como artífice de dicho proceso. (Bonder, 1999)
Judith Butler (2007) en esta línea realiza un quiebre en el sistema sexo/género al plantear la
necesidad de cuestionar la idea de un sexo “naturalmente preexistente” al género (como
interpretación cultural de éste):
“Si se refuta el carácter invariable del sexo, quizás esta construcción denominada «sexo» esté tan
culturalmente construida como el género; de hecho, quizá siempre fue género, con el resultado de que
la distinción entre sexo y género no existe como tal” (2007, p.55)
21
En otras palabras, hace visible que el sexo como categoría no es naturalmente preexistente
al género como se cree; sino que, de forma homóloga fue creada con el fin de ser entendida
como noción previa. La autora sugiere que “Esta producción del sexo como lo prediscursivo
debe entenderse como el resultado del aparato de construcción cultural nombrado por el
género.”
Esta idea planteada por Butler (2007) es de suma importancia porque deconstruye la
estructura preexistente al género, esa estructura en la cual se asienta parte del
conocimiento actual sobre los llamados estudios de género. Por tanto, que el sexo sea
propuesto como una “identidad original” sobre la cual se configura el género resulta ser un
argumento falso, pues deriva de una imitación sin origen. Esta identidad original es
considerada natural debido a reiteradas performances reguladas y sancionadas
constantemente; el género no puede ser considerado como una característica invariable en
el sujeto, ni tampoco que proviene de una estructura binaria determinada por la biología. La
identidad de género se ensaya a través de la repetición de ciertos actos performativos con
el fin de establecerla como un hecho. (Butler, 2007) Es admirable la efectividad con la que
esta idea se establece como aquella base material anterior en la cual a partir de allí se
construye lo demás.
Butler (2007) propone que la performatividad puede ser entendida como una capacidad del
lenguaje o de los actos capaces de instaurar realidades en el mundo, lo define de la
siguiente forma: "La performatividad no es un acto único, sino una repetición y un ritual que
logra su efecto mediante su naturalización en el contexto del cuerpo.” (p. 17)
Gil Rodríguez (2002) añade que es una práctica discursiva que constantemente está siendo
interpretada. Propone como ejemplo la idea de una obra de teatro en la que el actor se
presenta ante el público e interpreta sus actos según normas preestablecidas, pero con la
salvedad que la repetición pura de las categorías es imposible, y por lo tanto, cada vez que
repetimos una categoría la desplazamos.
Álvarez (2013) añade en este sentido, que el género es un acto repetitivo, que ya fue
ensayado, de la misma forma que un libreto que perdura más allá del uso de los actores
particulares, pero que precisa de más actores individuales para ser renovado y repetido una
vez más como realidad.
De igual modo, para que la naturaleza pueda mantener su estatus de ley necesita de un
arduo trabajo de repetición y reproducción del manejo de los cuerpos y los deseos.(Gil
Rodríguez, 2002)
22
s en la medida que se hace y se actúa:
Entonces el género es performativo porque e
La idea de performatividad presupone esta idea según la cual el sujeto construye la realidad y su propia
identidad mediante los actos que ejecuta, que interpreta, y a la vez éste (el sujeto) no posee una
existencia previa a dichas acciones que lo conforman (Gil Rodríguez, 2002, p. 36)
Según Butler (2002) el género ya no podrá ser interpretado como una construcción cultural
que prevalece sobre la materia comprendida como cuerpo o sexo porque, el sexo no es
algo que los sujetos tienen y por tanto se puede realizar una descripción estática del mismo.
González Vázquez (2009) agrega que esta noción de Butler de performance beneficia la
comprensión de la identidad de género como una variable en movimiento.
Gil Rodríguez (2002) introduce a mi entender la idea de libertad como efecto fundamental
de la concepción del género como performativo. Porque la performatividad juega con dos
aspectos que en apariencia podrían tomarse como contradictorios, por un lado la idea de
que las categorías que nos sujetan a la vez nos producen, pero por el otro estas mismas
categorías son las que nos permiten subvertirlas. Como ya se dijo anteriormente la
subversión se produce mediante la repetición de ciertos actos y discursos, pero que nunca
serán idénticos entre sí por lo tanto en esas “fallas” es que se producirán efectos
inesperados, no guionados para la categoría que se pretende performar.
En conclusión, el sujeto está constituído por las categorías sociales, del lenguaje y la
cultura, esto significa que el sujeto existe gracias a estas categorías y a la vez éstas mismas
son las que le permiten cierto grado de libertad.
González Vázquez (2009) agrega que es en el accionar de los cuerpos subversivos en el
que comienza el cuestionamiento del género.
23
3.2 - Identidad de género
Butler (2007) al mencionar a las mujeres como sujeto del feminismo plantea una cuestión
que posiblemente atraviesa a cualquier grupo que pretende definirse con cierta identidad.
En el caso mencionado, las teorías feministas se ha propuesto lograr a lo largo de los años
el desarrollo de un lenguaje capaz de representar de manera adecuada y completa a las
mujeres para promover su visibilidad política. Indiscutiblemente dicho avance es de suma
importancia pero, actualmente viene siendo cuestionado internamente en el propio discurso
feminista. Fernández-Llebrez (2015) explica esta conflictiva al transmitir que la identidad
tiende a agrupar a los iguales dentro de un mismo grupo favoreciendo la afirmación y
autoafirmación; pero a la vez también sirve para diferenciar a un*s de otr*s. Esta compleja
dualidad funciona de forma inversamente proporcional; cuanto mayor es la identificación y
afirmación interna, menor es el reconocimiento del otro.
No nos interesa adentrarnos en un análisis exhaustivo de lo que entendemos por identidad,
pero si definirlo brevemente, según Alcántara (2012) “Si partimos del sentido común, a la
identidad se le atribuyen características de igualdad, unidad y naturalidad. La identidad se
conceptualiza como el núcleo del sí mismo, como una unidad coherente e inmutable.” (p.
180)
s y a su vez es lo que
En síntesis, son las características que definen lo que una persona e
permite distinguirla de otras.
Para Stoller (1968) la identidad de género se inicia con el conocimiento y el descubrimiento
ya sea consciente o inconsciente, de que uno pertenece a un sexo y no al otro; a medida
que alguien se desarrolla, la identidad de género se va complejizando, de modo que, por
ejemplo, alguien puede sentirse no sólo como un hombre, sino un hombre masculino o
afeminado o incluso un hombre que fantasea con que es una mujer.
Por lo tanto para Stoller y también para Money las categorías de sexo y género se volvieron
autoexcluyentes; eso contribuyó, por un lado a la fragmentación del cuerpo debido a las
prácticas especializadas de la medicina, y por otro a que la determinación de normalidad y
salud dependieran de la inteligibilidad y la correspondencia entre dichas categorías. A su
vez surgieron las nociones de identidad sexual (correspondiente a la biología) e identidad
de género (correspondiente al desarrollo social conforme a sus capacidades sexuales).
(Alcántara, 2012)
Según los Principios de Yogyakarta (2006):
La identidad de género se refiere a la vivencia interna e individual del género tal como cada persona la
siente profundamente, la cual podría corresponder o no con el sexo asignado al momento del
24
nacimiento, incluyendo la vivencia personal del cuerpo (que podría involucrar la modificación de la
apariencia o la función corporal a través de medios médicos, quirúrgicos o de otra índole, siempre que
la misma sea libremente escogida) y otras expresiones de género, incluyendo la vestimenta, el modo de
hablar y los modales (p. 6)
25
Realizar un análisis de los sujetos para estudiar el género requiere atender a las
Eira (2014) toma a Coll-Planas para transmitir que las identidades son a las vez las que nos
dominan y nos hacen visibles. Nos posibilitan la inteligibilidad frente a los demás y a
nosotros mismos, no es posible sujetarla. El inconsciente y la mirada del otro siempre están
amenazandola, pero a la vez la necesidad de fijar una identidad advierte que necesitamos
del reconocimiento de las categorías que nos rodean y otorgan ese reconocimiento.
La identidad tiene la intencionalidad de presentarnos a nosotros mismos como seres sin
grietas, con coherencia y continuidad.
Butler (2002) aspira entonces a reformular el proceso de materialización de los cuerpos y
expresa que éste y las normas reguladoras que gobiernan la materialización son
indisociables; a la vez propone reconsiderar el sexo y visualizarlo también como una norma
cultural que administra la materialización de los cuerpos. Es la norma que juzga el grado de
suficiencia de un cuerpo para volverse inteligible o no y forma parte de las normas por las
que los sujetos se vuelven viables. Asimismo, considera el proceso de apropiación de dicha
norma como evolución, gracias a la cual el sujeto asume un sexo, por lo tanto se identifica.
Este proceso de identificación según Butler (2002) se da en relación con los medios
discursivos que utilizan la obligatoriedad de la heterosexualidad para así aprobar ciertas
identificaciones sexuadas y negar otras.
Esta matriz excluyente mediante la cual se forman los sujetos requiere pues la producción simultánea
de una esfera de seres abyectos, de aquellos que no son "sujetos", pero que forman el exterior
constitutivo del campo de los sujetos. Lo abyecto designa aquí precisamente aquellas zonas “invivibles",
"inhabitables" de la vida social que, sin embargo, están densamente pobladas por quienes no gozan de
la jerarquía de los sujetos, pero cuya condición de vivir bajo el signo de lo "invivible" es necesaria para
circunscribir la esfera de los sujetos. (Butler, 2002, p. 19-20)
Según Butler (2002), los cuerpos que materializan las normas a través del discurso son los
que alcanzan la categoría de cuerpos que importan. Los cuerpos que no lo logran, abyectos
o deslegitimados no llegan a ser considerados “cuerpos“.
26
Reflexiones finales
Intentar explicar porque en nuestras sociedades vivimos regidos por el sistema sexo/género
implica una respuesta que tome diversos aspectos en cuenta. Por un lado, como lo explica
Schraiber (2010), la autonomía del poder médico, con sus profesionales como
representantes del Estado moderno, como poseedores/cuidadores del poder cultural en su
empleo a nivel social y como agentes legítimos de la ciencia, obtuvieron muy poco control
desde el exterior de ese grupo de médicos.
Por tanto, ese exceso de poder y la falta de control y límites en la práctica médica ocasionó,
en el caso de la intersexualidad a nivel individual, violaciones a la autonomía e identidad al
decidir sobre modificaciones en sus cuerpos sin ser consultados, no tomar en cuenta su
consentimiento para decidir sobre su identidad de género y en la gran mayoría de los casos
privarlos del placer al mutilar sus genitales. Y como quedó explicitado a lo largo del trabajo,
se generan daños a nivel físico, psíquico y emocional en los sujetos víctimas de dichas
intervenciones quirúrgico-hormonales. (Alcántara, 2012; Cabral, 2003; Chase, 1998; Suess,
2014) Ni mencionar a nivel subjetivo, en el lugar de incapacidad e impotencia que quedan
los sujetos al no ser considerados capaces para tomar decisiones con respecto a su cuerpo
y sexualidad.
También se aprueba y registra una serie limitada de identidades posibles, por ello se
efectúan intervenciones normalizadoras bajo el argumento de s ostener el legado
experiencial de la especie. Todo esto, desde la urgencia de fijar el género de forma sólida
en un cuerpo que lo autorice y lo exhiba para reafirmarlo en su condición de v erdad natural.
(Cabral, 2003)
La aparición de cuestiones de esta índole no son casuales, son claros ejemplos de que
ciertos cambios vienen teniendo lugar en la actualidad. Como ya se nombró anteriormente,
el descreimiento en la objetividad y en el progreso de la ciencia desencadena el
27
cuestionamiento de las nociones establecidas por la ciencia como “ciertas”, l os cuerpos
nacen con características naturales que se configuran en dos categorías, hombre y mujer, a
partir de allí seguirán el único camino posible para un cuerpo sexuado, la reproducción de la
especie. (Cabral, 2003; Chase, 1998) Es útil tomar nuevamente lo planteado por Vendrell
(2003), no poseemos instintivamente una razón de ser. Caer en esencialismos de esta
índole es perjudicial y más aún si creemos que esa razón de ser está únicamente
configurada en relación a la reproducción.
Por esta razón la intersexualidad es entendida como paradigmática, pues cuestiona en
varios planos las certezas de las cuerpos, la sexulidad, el género y sus expresiones.
Butler (2015) propone que “no todos los cuerpos sexuados son reproductivos”, por
cuestiones etarias, de voluntad y deseo o simplemente por incapacidad; por tanto esta
multiplicidad de posiciones abre la posibilidad de pensar sí ¿es posible decir que el cuerpo
sexuado existe más allá de los propósitos reproductivos? Es completamente posible, porque
es solamente una de las formas de establecer y comprender la sexualidad del cuerpo.
De modo que, a pesar de los discursos hegemónicos de la modernidad, la intersexualidad
es una forma de vida tan válida y digna de ser vivida como cualquiera de las otras
consideradas normativas.
Debemos ser cuidadosos en las exigencias depositadas en la intersexualidad, a pesar del
atractivo teórico que ofrecen los sexos y géneros no normativos de repensar las categorías
establecidas, no podemos olvidar que “las personas somos fines en nosotros mismos, no
fines de la teoría. Existe una expectativa de que la intersexualidad promueva, de algún
modo, la emergencia de nuevas identidades”. (Cabral y Benzur,2005, p. 43)
También es importante repensar las críticas en las que se deslegitiman los deseos de
ciertos sujetos autodefinidos como LGBTI, al igual que cualquiera poseen el derecho de vivir
sus vidas a través de prácticas entendidas como hegemónicas, como por ejemplo casarse o
tener hijos. Es necesario comprender la dificultad que implica salirse de las normas que nos
constituyen, por estar exactamente así, constituidos por ellas.
Es sumamente difícil poder rastrear hasta qué punto estamos condicionados por las
categorías de sexo y género, pero no por eso debemos perder de vista los grados de
independencia y autonomía que nos posibilitan, ya que para transformar es necesario
rehacer e imitar. (Gil Rodríguez, 2002)
Según Butler (2015) los colectivos LGBTIQ11 se vienen encargando de luchar por su
reconocimiento para poder existir como sujetos sociales, participantes de un mundo común
11
Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans, Intersexuales y Queers.
28
y conjuntamente admite que no existe un reconocimiento perfecto pero que esto no justifica
el abandono de la lucha.
La lucha es por reconocimiento y legitimación como personas, y dado que la gran mayoría
de los países son estados republicanos, las acciones a tomar deberán apuntar directamente
al relevante papel de legislación y el derecho para que sean posibles estas garantías.
Butler (2015) sugiere que la forma para luchar deberá ser en conjunto con otras personas;
retoma la idea del cuerpo y opina que las luchas individuales también son sociales. La
forma en la que se concibe el sujeto de derechos (homologado a la idea de cuerpo
individual), derechos por ejemplo a la identidad o a la atención sanitaria, está siendo
concebido como un cuerpo de forma fija e invariable. Allí se deja por fuera el significado
político del cuerpo, su dependencia de otros cuerpos y redes de relaciones y apoyo.
Por otro lado Gil Rodríguez (2002) agrega que debido a que no existe un único sujeto
identitario dentro de los colectivos feministas (y podríamos proponer lo mismo frente a los
colectivos LGBTI), debería ser el malestar el encargado de unir y propiciar enlaces, ya que
compartido puede convertirse en problemática común.
Un trabajo de corte político deberá hacer foco en cuestionar la importancia de las categorías
y la necesidad de clasificar a las personas y a sus cuerpos. Generalmente se olvida que las
personas, mas allá de sus órganos sexuales, manifiestan su género y su orientación sexual
de diferentes formas.(Escabi-Montalvo y Toro-Alfonso, 2006)
Escabi-Montalvo y Toro-Alfonso (2006) proponen que, asumir una postura de circularidad y
tránsito entre los opuestos nos conduce a debatir si es posible asumir posiciones neutras
frente al sexo y el género, y que implicaciones propone para el bienestar psicológico de los
sujetos, independientemente de ser intersexuales o no. Francamente no creo que sea una
cuestión posible de ser respondida, surgen preguntas cómo, ¿es posible concebirnos como
seres sin una identidad? ¿Es esa la solución? Porque más allá de que la identidad sea
concebida como un proceso, ese juego del adentro/afuera, yo/otros continúa existiendo.
Como ya se citó a Lamas (2000) la realidad psíquica del sujeto va más allá de sus planos
conscientes, el inconsciente tiene un lugar sumamente importante y a la vez imposible
conocerlo por completo. Tal vez como postula Butler (2015) en relación a la imposibilidad de
aprehender totalmente el proceso de materialización del cuerpo, esto también forma parte
de la aceptación de nuestra limitación lingüística y conceptual.
29
interior también existe ese repudio, es el rechazo de esta identificación la que favorece el
surgimiento del sujeto.
Quizás un esbozo de solución frente a las limitaciones que nos supone estar pensando
categorías en las que estamos completamente inmersos, puede ser flexibilizar las
identidades, aceptar las “contradicciones” que poseemos, soy mujer pero tengo aspectos
masculinos, soy un individuo único y tengo muchas cosas en común con los otros.
Frente a las situaciones de violación y vulneración de derechos en el área de la salud la
psicología tiene para aportar grandes herramientas, en primer lugar una visión que tome en
cuenta la posición subjetiva del sujeto tanto para la elaboración de políticas que asistan al
trabajo del Estado con estas poblaciones como para trabajar directamente con la población
tanto en colectivos como individualmente en sus problemáticas.
Para Escabi-Montalvo y Toro-Alfonso (2006) uno de los mayores retos de la psicología
radica en elegir qué posición tomar frente a la problemática que genera el sistema binario
del género y el sexo. Es necesario que surjan mayor cantidad de trabajos con estas
características ya que la psicología como disciplina tiene mucho para aportar en la
deconstrucción del género desde las nociones de subjetividad e identidad.
Será necesaria nuestra labor junto a organizaciones que agrupen a personas intersexuales
para el desarrollo de políticas públicas que rompan con la clasificación del sexo y el género,
y así no fomentar las diferencias entre los cuerpos intersex clasificados como “anormales”.
(Escabi-Montalvo y Toro-Alfonso, 2006)
De igual forma la psicología es una de las disciplinas idóneas para el trabajo con grupos de
intersexuales y sus familiares, en particular en la problematización del discurso
heteronormativo hegemónico, cuestionar la razón de los tratamientos a los que son
sometidos y principalmente acompañar, en el proceso si se elige la realización de una
intervención o en la decisión de permanecer tal y como es. (Escabi-Montalvo y
Toro-Alfonso, 2006)
Adhiero a la idea de Cabral y Maffia (2013) en la que proponen que su trabajo (como
teóricos y/o activistas) se dirige a la necesidad de fomentar “una ética de la intervención que
tenga en cuenta los principios de autonomía e identidad del sujeto.” (Cabral y Maffia, 2013,
p. 87)
Los objetivos serán devolver la centralidad en su vida y las decisiones al sujeto intersexual y
posibilitar las bases materiales para que eso pueda suceder.
Es necesario reconocer la necesidad cultural de asignar un género legal a l*s intersexuales,
y también es necesario desmontar el ordenamiento obligatorio entre genitalidad e identidad
de género. (Cabral y Maffia, 2013)
30
Cabral y Benzur (2005) entienden necesario que por parte de los Estados se ofrezca la
posibilidad de una denominación diferente al de hombre o mujer, pero temen que una nueva
categoría igualmente oficie de clasificación y ordenación jerarquizada.
Decididamente respetar “la autonomía decisional del sujeto implicaría, por supuesto un
compromiso firme del Estado y sus instituciones, así como de la familia y de los equipos de
salud, asistencia social, etc a favor de la inclusión no traumática de la persona intersex en la
sociedad.” (Cabral y Maffia, 2013, p. 95)
Como parte de las propuestas sería sumamente útil obtener datos del número de personas
intersexuales en el Uruguay, conocer sus situaciones particulares, sus tránsitos en los
centros de salud y su percepción frente a las garantías brindadas por el Estado en materia
de derechos. Para así elaborar, conjuntamente con profesionales médicos y agrupaciones
intersexuales, un documento que establezca pautas claras para saber cómo manejarse y
acompañar a la población intersex.
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