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Estudio-vida

de Génesis
TOMO I

CONTENIDO

1. GENESIS: ESQUEMA GENERAL Y PENSAMIENTO CENTRAL


2. LA REBELION Y LA CORRUPCION DE SATANAS
3. DIOS RESTAURA Y CREA ALGO MAS (1): EL PROCESO
4. DIOS RESTAURA Y CREA ALGO MAS (2): EL PROCESO
5. LAS LUMBRERAS DEL CUARTO DIA (UN PARENTESIS)
6. DIOS RESTAURA Y CREA ALGO MAS (3): EL PROPOSITO
7. DIOS RESTAURA Y CREA ALGO MAS (4): EL PROPOSITO
8. DIOS RESTAURA Y CREA ALGO MAS (5): LA MAXIMA CONSUMACION
9. DIOS RESTAURA Y CREA ALGO MAS (6): LA MAXIMA CONSUMACION
10. EL PROCEDIMIENTO QUE DIOS USA PARA CUMPLIR SU PROPOSITO (1)
11. EL PROCEDIMIENTO QUE DIOS USA PARA CUMPLIR SU PROPOSITO (2)
12. LA TRANSFORMACION PARA LA EDIFICACION EN EL FLUIR DE VIDA
13. LOS DOS ARBOLES (1)
14. LOS DOS ARBOLES (2)
15. LA LINEA DE LA VIDA EN LAS ESCRITURAS
16. LA LINEA DEL CONOCIMIENTO A LO LARGO DE LAS ESCRITURAS
17. DIOS SE FORJA COMO VIDA EN EL HOMBRE

ESTUDIO-VIDA DE GENESIS

MENSAJE UNO

GENESIS: ESQUEMA GENERAL


Y PENSAMIENTO CENTRAL

¡Alabado sea el Señor por la Biblia! ¡Alabado sea el Señor por la vida, la vida divina, la vida eterna,
que contiene este libro! ¡Y alabado sea el Señor por habernos brindado la oportunidad de tener un
estudio-vida de Su Palabra divina con una congregación tan grande! Si Dios quiere, a partir de hoy,
6 de abril del 1974, continuaremos este estudio-vida que nos llevará por toda la Biblia, libro tras
libro, cada fin de semana. Que el Señor nos conceda Su bendita presencia y Su rica unción en todo
nuestro estudio.

UN LIBRO MARAVILLOSO

La Biblia es un libro maravilloso. ¡Es el “libro” por excelencia! Fueron necesarios 1600 años para
terminarlo, empezando con Moisés, el profeta más grande que Dios tuvo, y terminando con el
apóstol Juan. La Biblia fue confirmada 300 años más tarde (397 d. de C.) en el concilio de Cartago
en el norte de África. Poco después, la Iglesia Católica impidió que el pueblo tuviese acceso a la
Biblia. La Biblia quedó sellada por casi mil años, desde el siglo sexto hasta el siglo quince. La
historia le dio a ese período el nombre de la Edad Media o el Oscurantismo. La sociedad humana
cayó en tinieblas porque no tuvo acceso a la Biblia, la cual contiene toda la luz divina.

Más adelante Dios usó a Martín Lutero para divulgar la Biblia durante la Reforma. Por esos mismos
días se inventó la imprenta, que permitió la impresión de la Biblia. Aunque se publicó bastante, la
Biblia no quedó muy abierta. Sin embargo, le damos las gracias al Señor por haber abierto Su
Palabra repetidas veces mediante muchos maestros destacados en estos últimos cinco siglos.
Permanecemos en la senda trazada por ellos y les estamos agradecidos. No obstante, le damos
muchísimas gracias al Señor por habernos abierto la Biblia de una manera tan clara,
proporcionándonos así un rico estudio-vida de la Palabra viva.

EL ALIENTO DE DIOS

¿Qué es la Biblia? Sabemos que la palabra “Biblia” significa “el libro”. Pero ¿qué es este libro? La
Biblia misma dice que “toda la Escritura es dada por el aliento de Dios” (2 Ti. 3:16). La Biblia es el
aliento de Dios. No es simplemente la palabra o el pensamiento de Dios, sino Su mismo aliento.
Todo lo que exhalamos es nuestro aliento, y este aliento procede de nuestro ser. Por lo tanto, la
Biblia, como aliento de Dios, es algo exhalado desde el ser de Dios. La Biblia contiene el elemento
mismo de Dios. Todo lo que Dios es se encuentra en este libro divino. Dios es luz, vida, amor,
poder, sabiduría y mucho más. Todo eso constituye el ser de Dios y fue exhalado y plasmado en la
Biblia. Cada vez que abrimos este libro con un corazón abierto y con un espíritu abierto, podemos
tocar inmediatamente algo divino: no sólo pensamientos, conceptos, conocimiento, palabras o
frases, sino algo más profundo: tocamos a Dios mismo.

EL ESPIRITU Y LA VIDA

El Señor Jesús dijo que las palabras que El pronuncia son espíritu y son vida (Jn. 6:63). ¿Podemos
imaginar que la Biblia como Palabra de Dios es el Espíritu? No son simplemente palabras escritas
en papel, sino algo más elevado, más profundo, más completo y más rico; son Espíritu y son vida. Y
la Biblia nos dice que el Espíritu es Dios mismo (Jn. 4:24) y que la vida es Cristo (Jn. 14:6). No
estoy diciendo que la Biblia sea Dios mismo, sino que el Señor Jesús declara que lo dicho en la
Biblia es el Espíritu, y el Espíritu es Dios mismo, el Señor, quien es vida para nosotros. Cuando
tenemos contacto con la Palabra, tenemos contacto con Dios mismo y recibimos vida, si estamos en
la posición correcta y si estamos abiertos en nuestro corazón y espíritu.

Cuando llegamos a la Palabra divina, prácticamente todo nuestro ser participa. Debemos llegar con
un corazón que busca a Dios, con una mente clara y sobria, y con un espíritu abierto. Si abrimos
nuestro espíritu a Dios y a Su Palabra, podemos tocarlo a El mismo en cada página impresa. No se
trata de leer simplemente con nuestros ojos, de entender con nuestra mente, ni de buscar con nuestro
corazón, sino de tocar a Dios en nuestro espíritu. Si ejercitamos todo nuestro ser de esta manera, no
sólo recibimos una revelación, sino que algo del elemento divino, revelado y comunicado por Su
Palabra será trasmitido en nuestro espíritu. Por tanto, Efesios 6:17-18 dice que debemos recibir “la
palabra de Dios... con toda oración y petición”. Debemos tomar lo que dice la Biblia no sólo
leyéndolo y estudiándolo, sino también con toda oración . Debemos leer y estudiar la Biblia con oración, es
decir, debemos ejercitar nuestro espíritu para tener contacto con el Señor por medio de la oración hecha con la
lectura de la Palabra divina.

LA REVELACION PRINCIPAL DE LA BIBLIA

La Biblia revela principalmente la vida. La vida es el punto central de toda la Biblia. Pero ¿qué es la
vida o quién es la vida? La respuesta se encuentra en la palabra del Señor Jesús. El dice: “Soy la
vida”, y “He venido para que tengáis vida”. La Biblia es la revelación de Cristo como vida. Cada
vez que abrimos la Biblia, debemos entender que entramos en contacto con Cristo como vida
nuestra.

La Biblia entera es un libro de vida, y esta vida es la persona misma de Cristo Jesús, una persona
divina y viviente, la cual es nuestra porción. Cuando abrimos la Biblia, debemos entrar en contacto
con El. No debemos repetir la triste historia del pueblo judío que escudriñaba las Escrituras porque
pensaba encontrar vida en ellas, pero no quería acudir al Señor Jesús (Jn. 5:39-40). Nosotros no
debemos acercarnos a la Biblia sin tocar al Señor. Cada vez que abrimos la Biblia debemos decir:
“Señor Jesús, Tú tienes que estar aquí; éste no es un libro cualquiera, sino Tu revelación. No me
gusta leer este libro sin tener contacto contigo. No me gusta oír algo de ese libro sin oírte a Ti. No
me gusta leer ese libro sin verte a Ti. Me agrada ver Tu rostro. Quiero ver en las páginas lo que Tú
eres. Oh Señor Jesús, ilumina Tu Palabra y unge cada línea para que te pueda tocar”. Necesitamos
un espíritu así para tocar la Palabra viva.

Después de ser creado el hombre, fue puesto delante de dos árboles en el huerto de Edén: el árbol de
la vida y el árbol del conocimiento. Si el hombre hubiese comido del árbol de la vida, habría
recibido la vida divina, la vida de Dios, representada por el árbol de la vida. No obstante, el hombre
fue tentado y tomó del árbol del conocimiento, el cual representa una fuente que no era Dios, sino
Satanás. Esto dio por resultado la muerte. Vemos el mismo principio al allegarnos a la Biblia.
Podemos tomar la Biblia como un libro de vida y tener contacto con ella usando nuestro espíritu y
orando al Señor para recibirlo como vida mediante Su palabra, o podemos hacer de la Biblia un
libro de conocimiento al acercarnos a ella únicamente con nuestra mente, buscando conocimiento
en la letra. Esto nos trae muerte, mas nada de vida. En 2 Corintios 3:6 se nos advierte que “la letra
(es decir, las Escrituras impresas) mata, mas el Espíritu vivifica”. No debemos hacer de la Biblia
solamente un libro de letra que nos mata. Debemos tomar la Biblia teniendo contacto con el Señor
Espíritu para que sea Espíritu y vida para nosotros.

OTRAS FUNCIONES DE LA BIBLIA

Además, tenemos algunos versículos que nos muestran que la Biblia tiene muchas otras funciones.
La Biblia tiene la sabiduría que nos puede hacer salvos (2 Ti. 3:15). Contiene la función de producir
fruto como una semilla. Por medio del contenido de la Biblia, podemos volver a nacer, ser
regenerados (1 P. 1:23). Después del nuevo nacimiento, las palabras contenidas en la Biblia son
leche y comida para nosotros y nos nutren y nos hacen crecer en el Señor (1 P. 2:2; Mt. 4:4). Por
tanto, debemos comer la Palabra (Jer. 15:16), es decir, ingerirla ejercitando nuestro espíritu
mientras leemos la Biblia.

Además, la Biblia nos puede dar la mejor enseñanza y puede perfeccionar al hombre de Dios (Ro.
15:4; 2 Ti. 3:16-17). Si pertenecemos al Señor y deseamos ser perfectos, ciertamente podemos
recibir perfección por medio de Su palabra divina.

EL ANTIGUO TESTAMENTO

La Biblia se compone de dos Testamentos: el Antiguo y el Nuevo. El Antiguo Testamento es


principalmente una predicción de Cristo, pues anuncia con palabras sencillas, sombras, tipologías y
muchas figuras al Cristo que vendría.

En Lucas 24 el Señor Jesús nos dice en dos ocasiones que el Antiguo Testamento fue escrito en
torno a El (vs. 27, 44). Podemos dividir el Antiguo Testamento en tres secciones principales:
Moisés (que significa la ley), los profetas y los salmos. El Señor afirmó que cada sección del
Antiguo Testamento contiene algo acerca de El. En Juan 5:39, el Señor también dice que las
Escrituras, el Antiguo Testamento, dan testimonio de El. En Hebreos 10:7, dijo: “En el rollo del
libro (es decir, el Antiguo Testamento), está escrito de Mí”. Por consiguiente, el Antiguo
Testamento es principalmente un relato que profetiza acerca de Cristo como el todo para el pueblo
de Dios.

GENESIS

Ahora podemos iniciar nuestro estudio-vida de Génesis. El título original de ese libro era: “En el
principio”. La Septuaginta, o sea, la traducción del Antiguo Testamento al griego, adoptó el título
de Génesis, una palabra latina que significa dar nacimiento, origen. Génesis produce el nacimiento
de todo, da origen a todo. Génesis es el libro que contiene todas las semillas de las verdades divinas.
Todas las verdades divinas de toda la Biblia fueron sembradas en ese libro

I. EL ESQUEMA GENERAL

Cada libro de la Biblia presenta un esquema general. El esquema general de Génesis es el siguiente:

Dios creó, Satanás corrompió, el hombre cayó


y Jehová prometió salvar.

¡No olvide jamás estos cuatro puntos!

El libro de Génesis contiene 50 capítulos, pero es muy sencillo: está dividido en tres secciones. Los
capítulos 1 y 2 constituyen la primera sección, los capítulos del 3 al 11, la segunda, y los capítulos
del 12 al 50, la tercera. Cada sección empieza con un nombre. Los nombres de la primera y de la
tercera sección son maravillosos, pero no el nombre de la segunda sección. En la primera sección,
leemos “Dios”, en la segunda sección, “la serpiente” y en la tercera sección, “Jehová”. Dios creó, la
serpiente corrompió, y Jehová llamó.

¿Qué creó Dios? Dios creó los cielos y la tierra. Pero eso no es todo. Finalmente Dios creó al
hombre porque los cielos fueron creados para la tierra, la tierra para el hombre, y el hombre para
Dios. Una vez que Dios terminó la creación, el insidioso, la serpiente, se infiltró para corromper.
Corrompió verdaderamente la creación por medio de la rebelión, de principio a fin. El capítulo once
presenta toda la rebelión del linaje caído. No había esperanza. Sin embargo, había esperanza porque
Jehová vino y llamó a Abraham para empezar algo nuevo. ¡Aleluya! Dios creó, y la serpiente
corrompió; pero Jehová llamó.

¿En qué sección está usted? Puedo testificar que hace cincuenta años yo me encontraba en la
segunda sección, pero hoy estoy en la tercera sección. Hace cincuenta años estaba corrompido por
la serpiente, pero ahora he sido llamado por Jehová.

Al parecer los primeros dos capítulos son el relato de la obra creadora de Dios. Más adelante, en los
48 capítulos siguientes, encontramos las biografías de ocho personas destacadas: Adán, Abel, Enoc
y Noé, que forman un grupo de cuatro, y Abraham, Isaac, Jacob y José, que forman otro grupo de
cuatro. Cada grupo pertenece a un linaje diferente. Los primeros cuatro pertenecen al linaje
adámico, y los últimos cuatro al linaje de Abraham. En el libro de Génesis encontramos dos padres:
Adán, el padre del linaje creado, y Abraham, el padre del linaje llamado.

¿Pertenece usted al linaje creado o al linaje llamado? Todos los llamados son hijos de Abraham.
Gálatas 3 nos dice que todo aquel que cree en Jesucristo es hijo de Abraham (vs. 7, 29). ¡Aleluya!
Originalmente fuimos creados, pero ahora somos llamados. En 1 Corintios 1:24 se declara que para
los llamados, Cristo es poder de Dios y sabiduría de Dios. Ya no somos el linaje que Dios creó, sino
el que llamó, y lo seremos para siempre; somos llamados a participar de Cristo y a disfrutar de El.

II. EL PENSAMIENTO CENTRAL

Cada libro de la Biblia presenta un pensamiento central. El pensamiento central de Génesis es el


siguiente:

Cristo es la esperanza y la salvación del hombre caído, y Dios hará que el hombre caído
cumpla Su propósito por medio de Cristo.

Cuando entendemos clara y completamente el libro de Génesis, podemos ver que presenta a Cristo
como la esperanza y la salvación del hombre caído. Por medio de Cristo, Dios hará posible que el
hombre caído cumpla Su propósito.

Génesis es un libro cuyo centro es Cristo, y Cristo es la vida para los que El restauró desde la caída.
¿Por qué este libro nos presenta el relato de la creación en los primeros dos capítulos? ¿Por qué nos
proporciona las biografías de ocho personas en los cuarenta y ocho capítulos siguientes?
Necesitamos una comprensión profunda. Los primeros dos capítulos son el relato de la creación,
pero este entendimiento es superficial. El pensamiento implícito allí está centrado en la vida. Esos
dos capítulos constituyen un relato de vida. Son demasiado sencillos y breves para ser un relato
apropiado de la creación. Dios no tenía la intención de que Génesis 1 y 2 fuese un relato de la
creación, sino una revelación de la vida.

Considere estos capítulos. Primero, afirman que Dios creó el universo, y que éste fue arruinado y
quedó vacío, desierto y lleno de tinieblas. Luego, el Espíritu de Dios vino a cernirse a fin de
producir vida. Después del Espíritu de vida, llegó la luz para producir también la vida. Después fue
hecho el firmamento para dividir las aguas de muerte. Luego la tierra surgió de las aguas de muerte.
La tierra apareció con el propósito de generar vida, e inmediatamente brotó toda clase de vida
vegetal. Luego surgió la vida animal en el agua, la vida animal en el aire, y la vida animal sobre la
tierra, y finalmente surgió la vida humana. Después de la vida humana viene la vida divina,
representada por el árbol de la vida. Por consiguiente, podemos ver que estos dos capítulos, en
realidad, no son el relato de la creación, sino de la vida.

¿Qué podemos decir de la biografía de las ocho personas? Si volvemos a leer Génesis con
detenimiento, nos sorprenderá el hecho de que estas biografías no hablan mucho de las obras de
esos hombres. Más bien relatan su vida, su conducta y su andar con Dios. La Biblia nos dice poco
de lo que hizo Adán, pero menciona cuánto vivió: 930 años. Si quisiéramos escribir la biografía de
Adán, necesitaríamos centenares de páginas para contar sus actividades y todo lo que hizo. No
obstante, Génesis nos cuenta solamente la manera en que Adán anduvo en la presencia de Dios.

Llegamos a Abel, y luego a Enoc. Lo único que dice Génesis acerca de Enoc es que caminó con
Dios, y que finalmente fue arrebatado a la presencia de Dios. Esto es maravilloso. Quisiera ser ese
tipo de persona, sin hacer nada y sin ser nada, solamente caminando con el Señor hasta el día que El
me llame a Su presencia.

Usted se preguntará: ¿No hizo Noé alguna obra? Sí, hizo una obra, pero no conforme a sí mismo ni
tampoco para sí mismo. Lo hizo todo conforme a la revelación de Dios y para cumplir el propósito
de Dios. Pasamos a Abraham, Isaac, Jacob y José. Nos resulta difícil encontrar alguna buena obra
en Abraham, en Isaac o en Jacob. Parece que José, el hijo de Jacob, hizo algo, pero si observamos el
relato, nos daremos cuenta de que las actividades de José fueron la parte reinante de Jacob. José
gobernó como rey.

En realidad, Génesis no es un libro que habla de la creación ni tampoco de biografías. Es un libro de


vida. Dios usa el relato de la creación para mostrar la vida. Usa las biografías de ocho personas para
mostrar cómo El necesita una vida que cumpla Su propósito. En este libro la última vida fue la de
Jacob, aquel que finalmente fue llamado Israel, príncipe de Dios. Esta es la intención de Dios:
obtener un Israel. Todos debemos ser llevados a la posición en la cual Dios pueda considerarnos Su
Israel. Se trata enteramente de la vida. Por tanto, Génesis se centra en la vida, y esta vida es Cristo.

III. EL CONTENIDO

Ahora llegamos a lo que es el contenido de Génesis.

A. El deseo de Dios y Su propósito, 1:1—2:3

La obra creadora de Dios no sólo cumple Su deseo y Su propósito, sino que también revela el deseo
que El tiene en el universo y manifiesta Su propósito en la eternidad. Todo lo que hacemos expresa
nuestro deseo. A pesar de nuestro silencio, lo que hacemos manifiesta nuestro propósito. Cuando
Dios creó los cielos, la tierra llena de tantas cosas, y finalmente al hombre a Su propia imagen y con
autoridad sobre todas las cosas creadas, El tenía ciertamente un propósito. Con Su creación
podemos ver que El tenía un deseo y un propósito.

1. La creación original de Dios, 1:1

a. El motivo

Según Efesios 1:5, 9, el motivo de la creación original de Dios fue Su deseo y Su beneplácito. Dios
llevó a cabo la creación original para cumplir Su deseo y satisfacer Su beneplácito. El deseó crear y
le agradó hacerlo; por tanto, El lo hizo para complacerse a Sí mismo .
b. El propósito

Existen dos aspectos en el propósito de Dios al crear. Primero, el propósito de Dios en Su creación
es glorificar a Su Hijo (Col. 1:15-19). Aunque no encontramos en Génesis 1 y 2 la expresión  Hijo
de Dios ni el nombre Cristo, vemos en Romanos 5:14 que Adán prefiguraba a Cristo. Adán, creado
a la imagen de Dios, tipificaba a Cristo. En Adán podemos ver algo de Cristo. El propósito de Dios
en Su creación consiste en glorificar a Su Hijo Jesucristo.

Segundo, la creación manifiesta a Dios mismo. Los cielos y la tierra nos dan a entender algo de
Dios, y el hombre nos muestra algo de Dios. Dios es manifestado en el hombre, particularmente por
medio de Cristo Su Hijo. Cristo es la corporificación de Dios (Col. 2:9). Cuando Cristo es
glorificado en el hombre en medio de la creación, Dios también es manifestado.

¿Por qué creó Dios los cielos? ¿Cuál era Su propósito? Si leemos la Biblia con atención, veremos
que los cielos existen por causa de la tierra. Aun los científicos pueden comprobar eso. Por tanto,
muchas cosas que pertenecen a los cielos son indispensables para la tierra: el resplandor del sol, el
agua y el firmamento son vitales para la tierra. Entonces, ¿para qué sirve la tierra? La Biblia enseña
que la tierra existe para el hombre. Zacarías 12:1 dice que Dios extendió los cielos, fundó la tierra y
formó el espíritu en el hombre. Los cielos fueron creados para la tierra, la tierra para el hombre, y el
hombre para Dios. Dios creó al hombre como entidad corporativa para que lo contuviera a El, lo
expresara y lo glorificara.

c. La base

La base de la creación es la voluntad y el plan de Dios (Ef. 1:10). Apocalipsis 4:11 nos dice
claramente que todas las cosas fueron creadas conforme a la voluntad de Dios. Dios tiene una
voluntad, y conforme a esta voluntad El concibió Su plan. Conforme a esa voluntad y plan, El creó
todas las cosas.

d. El medio

El medio de la obra creadora de Dios fue el Hijo de Dios (Col. 1:15-16; He. 1:2b) y la Palabra de
Dios (He. 11:3; Jn. 1:1-3). La Biblia nos muestra claramente que Dios creó los cielos y la tierra por
medio de Cristo como Hijo de Dios y como Su Palabra. El Hijo de Dios y la Palabra de Dios son
uno solo.

Todos debemos entender que el propósito central y eterno de Dios gira totalmente en torno a Su
Hijo, Cristo. La Biblia enseña que cuando Dios creó los cielos y la tierra y todas las demás cosas, El
lo hizo por medio de Cristo y por Cristo. Todo fue hecho por medio de Cristo, por Cristo, y en
cierto sentido, en Cristo. Desde la creación, todas las cosas subsisten en Cristo. Cristo es el eje que
sostiene todas las partes del universo.

Hebreos 1:3 dice que Cristo sustenta todas las cosas por la palabra de Su poder, y en Colosenses
1:17 vemos que todas las cosas subsisten en Cristo. Aparentemente la tierra está colgada sobre la
nada, pero en realidad es sustentada por Cristo. Si un solo planeta se saliese de su órbita normal, se
produciría una terrible colisión. Pero el Señor lo sostiene todo. ¡Aleluya!

¿Por qué Cristo lo sostiene todo? Lo sostiene todo para Su gloria, para Su Cuerpo. Si los cielos se
desintegrasen y la tierra cayera, entonces ¿dónde estaríamos y dónde estaría el Cuerpo? Tenemos
una buena tierra donde vivimos y caminamos, y los cielos nos sirven. Cuando necesitamos el
resplandor del sol, los cielos lo mandan. Cuando necesitamos la lluvia, ésta llega. Cuando
necesitamos el aire, ahí está. No hay aire en la luna, pero alrededor de la tierra está el firmamento,
el aire. Los cielos sirven a la tierra, y la tierra nos sirve a nosotros, y nosotros estamos aquí para el
Cuerpo y somos el Cuerpo. Cristo ama al Cuerpo. Por causa de Su Cuerpo, El sostiene todo el
universo. ¡Aleluya!

e. El proceso

Job 38:4-7 revela el proceso de la obra creadora de Dios. Los cielos y todas sus huestes y ángeles
fueron creados primero. La tierra, probablemente con algunos seres vivos, fue creada en segundo
lugar. Decimos “probablemente” porque no hay ninguna declaración específica de ello. Algunos
pasajes de la Palabra nos permiten hacer deducciones. Job 38:4-7 afirma que cuando Dios puso el
fundamento de la tierra, ya estaban allí las estrellas y los ángeles (los hijos de Dios). Esto demuestra
que los cielos con todas las estrellas y los ángeles fueron creados en primer lugar, y que la tierra fue
creada después.

1) En el principio

Ahora llegamos al primer versículo del primer capítulo: “En el principio...” En la Biblia la frase “en
el principio” se usa de dos maneras, la primera vez en Génesis 1:1 y la segunda vez en Juan 1:1. El
principio mencionado en Juan 1:1 fue anterior al principio mencionado en Génesis. El principio
mencionado por Juan es el principio en la eternidad, un principio sin ningún comienzo. El principio
de Génesis 1 fue el comienzo del tiempo, el cual empezó con la creación. Juan se refiere a la
eternidad, mientras que Génesis se refiere al tiempo.

2) Dios crea

En el principio Dios creó. Es bastante interesante observar que en esta frase el sujeto “Dios” está en
plural y el verbo “creó” en singular. ¿Significa eso que existen varios Dios es? Indudablemente ésta
es una semillita de la Trinidad. Dios es uno, pero a la vez es trino. En el mismo capítulo (v. 26) El
se llama a Sí mismo “nosotros”: Dios dijo: “Hagamos al hombre”. Dios es uno, pero el pronombre
usado es “nosotros”. No podemos explicar eso. Dios es uno, y sin embargo es trino. El Dios Trino
vino para crear.

Génesis 1 y 2 usa tres verbos distintos acerca de la creación y la restauración: crear, hacer y formar.
Crear significa traer algo a la existencia de la nada. Sólo Dios puede crear. Nosotros no podemos
crear. Sólo podemos hacer. Hacer significa usar algo que ya existe para producir algo distinto. Dios
no creó la luz en el primer día, ni creó la tierra en el tercer día, porque la luz ya existía y la tierra se
encontraba sepultada bajo las aguas profundas. En el primer día, Dios no creó sino que mandó. Dios
dijo: “Sea la luz”, y la luz fue. En el tercer día, Dios mandó que la tierra sepultada saliese de las
aguas muertas. Esto no fue un acto de creación, sino algo que hizo. Más adelante, Dios dio al
hombre un cuerpo físico. Fue una formación. Dios formó al hombre del polvo.

La obra creadora de Dios se halla en el versículo 1 y Su obra de restauración empieza en el


versículo 3. No dice que Dios hizo los cielos, ni que Dios formó la tierra. Dice que Dios creó los
cielos y la tierra.
3) La creación demuestra
la existencia de Dios

La creación declara la gloria de Dios, y demuestra por ende que El existe. Los cielos declaran la
gloria de Dios, y el firmamento, el espacio, muestra la obra de Sus manos (Sal. 19:1-2). Aunque el
poder divino y la Deidad son invisibles, el hombre puede entenderlos mediante las cosas hechas. El
hombre puede entender y no tiene excusa (Ro. 1:20). Considere la creación; ¿cómo podría uno decir
que Dios no existe?

ESTUDIO-VIDA DE GENESIS

MENSAJE DOS

LA REBELION Y LA CORRUPCION DE SATANAS

2. La rebelión y la corrupción de Satanás

Llegamos ahora a la rebelión y la corrupción de Satanás. Estudiar este tema ahora puede sorprender.
Hemos considerado la obra creadora de Dios y de repente pasamos a la rebelión de Satanás. ¿Qué
significa esto? Debemos empezar a abordar ese asunto con una mente sobria a fin de entenderlo
claramente.

Muchos cristianos sinceros piensan que el tema de los primeros dos capítulos de Génesis está en
1:1. Se les ha dicho que esos dos capítulos presentan el relato de la creación, y que el tema está
contenido en el primer capítulo y el primer versículo. No obstante, si el versículo 1 es el tema, ¿por
qué el versículo 2 empieza con “Y”? “Y” significa que se produce algo, y que después sigue otra
cosa. “Y” es una conjunción que enlaza dos cosas: la primera sucede y la segunda viene luego. Aun
la gramática muestra que el versículo 1 no es el tema, sino parte de la descripción. Describe el
primer acontecimiento de una serie. “En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y...” Esto
significa que después de que Dios creó, sucedió algo.

“En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía”. La
versión Concordant de Génesis traduce el versículo de esta manera: “Sin embargo, la tierra vino a
ser un caos y estaba vacía”. La versión Concordant no dice “Y”, sino “Sin embargo”. En el
principio Dios creó los cielos y la tierra. Sin embargo, la tierra vino a ser un caos y estaba vacía. Un
caos es una confusión. La tierra vino a ser un caos: desordenada y vacía. Si usted construye algunas
viviendas y nadie las ocupa, entonces se dice que están vacías. Podemos traducir esta frase “un caos
y vacía” o “desolada y vacía”. Algo ocurrió entre los versículos 1 y 2, y eso hizo que la tierra
quedara desolada y vacía.

a. El origen de Satanás

Satanás fue un ángel que Dios creó antes de crear la tierra. El libro de Job (38:4-7) nos dice que
cuando Dios midió los cimientos de la tierra, los hijos de Dios (los ángeles) daban voces de alegría.
Esto demuestra que Dios creó los ángeles antes de crear la tierra. En Ezequiel 28, vemos que
Satanás no era uno de los ángeles, sino el principal arcángel, el jefe de todos los ángeles.
Ezequiel 28 describe la posición que Satanás tenía en el universo antes de su rebelión y corrupción.
Todo ese capítulo parece hablar del rey de Tiro. No obstante, el versículo 13 dice: “En Edén, en el
huerto de Dios estuviste”. Si leemos el contexto, nos daremos cuenta de que éste no era el huerto de
Edén en el cual fue puesto Adán. Este Edén no estaba sobre la tierra, sino en los cielos, en el santo
monte de Dios.

“De toda piedra preciosa era tu vestidura”. El estaba vestido de piedras preciosas. G. H. Pember dijo
que esto hace referencia a su morada. Su morada estaba hecha con piedras preciosas.

“Los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación”.
Antiguamente los instrumentos musicales como los tamboriles y las flautas estaban destinados a los
reyes (Dn. 3:5; 6:18). Esto indica que Satanás era un rey, y que ocupaba la posición más elevada de
ese universo. Esta fue la razón por la cual aun el Señor Jesús lo llamó “el príncipe de este mundo”
(Jn. 12:31). El apóstol también lo llama “el príncipe de la potestad del aire” (Ef. 2:2). Lucas 4:5-6
también confirma esto. “Le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los
reinos de la tierra. Y el diablo le dijo: A Ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a
mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy”. ¿Era eso una mentira? Si lo hubiera sido, el
Señor Jesús habría reprendido a Satanás. El Señor no lo reprendió; por tanto, debe de ser un hecho.
Satanás, el diablo, le dijo al Señor que todos los reinos del mundo y toda su gloria le habían sido
entregados. Satanás dijo también: “a quien quiero la doy”. ¿Cuándo entregó Dios todas estas cosas a
Satanás? Esto se produjo ciertamente antes de Adán, antes del mundo de Adán. Al leer la plena
revelación de la Biblia, podemos ver que Dios nombró a Satanás como cabeza de ese universo, y
que Dios entregó en su mano todas las cosas creadas en los cielos y sobre la tierra. Por tanto, él se
convirtió en “el príncipe del mundo”. Su posición y rango eran tan elevados que ni aun “Miguel el
arcángel... se atrevió a proferir juicio de maldición contra él” (Jud. 9). Miguel era uno de los
arcángeles (Dn. 10:13). El hecho de que no se atrevió a reprender a Satanás demuestra que el rango
de Satanás era superior al suyo. Por tanto, podemos deducir que Satanás debe de haber sido el
arcángel más elevado.

Leamos el versículo 14: “Tú, querubín grande, protector”. Satanás era el “querubín grande,
protector”. Esto significa probablemente que él cubría (véase Ex. 25:20) el arca de Dios en los
cielos (Ap. 11:19). “Yo te puse en el santo monte”. Dios hizo eso. Dios ungió y designó al arcángel
para cubrir Su arca. Ezequiel nos dice que los querubines llevan la gloria de Dios (9:3; 10:18) y que
están muy cerca del trono de Dios (10:1; 1:26). Esto demuestra que Satanás, antes de su rebelión,
cuando era el querubín ungido que cubría el arca de Dios, debe de haber tenido una posición muy
cerca de Dios, llevando la gloria de Dios. Ezequiel también nos dice que los querubines son los
cuatro seres vivientes que Dios usa de una manera particular (10:20). Los cuatro seres mencionados
en Ezequiel son semejantes a los de Apocalipsis (Ez. 1:10; cfr. Ap. 4:7) que tomaban la iniciativa
entre las criaturas para adorar a Dios. Esto revela que el Satanás de hoy, el adversario de Dios,
originalmente el querubín ungido, debe de haber sido designado especialmente por Dios como
cabeza entre todas Sus criaturas, y que llevaba Su gloria y conducía a los demás a adorar a Dios.
Esto parece indicar que el arcángel ungido tenía también el sacerdocio. Es posible que haya sido el
sumo sacerdote en la adoración universal de Dios.

“En el santo monte de Dios, allí estuviste”. Indudablemente esto se produce en los cielos. “En
medio de las piedras de fuego te paseabas”. En Exodo 24:10, 17, Moisés, Aarón y muchos otros
vieron debajo del trono de Dios piedras preciosas que tenían la gloria de Dios, semejantes al fuego
ardiente. Estas deben de ser las piedras de fuego. Así podemos deducir que el querubín ungido tenía
el privilegio particular de moverse en la esfera donde se hallaba la gloria de Dios.
Además de Ezequiel 28, Isaías 14:12 nos ayuda también a ver el origen de Satanás. Nos dice que
Satanás era el “Lucero, hijo de la mañana”. Así como el lucero es la principal estrella, Satanás debe
de haber sido el líder de todos los ángeles. El título “hijo de la mañana” muestra que él existía desde
temprano, desde el comienzo del universo. Por tanto, Satanás, desde los primeros días del universo,
era la cabeza de los ángeles, y brillaba como el lucero.

El origen de Satanás era maravilloso. El era el querubín ungido de Dios, aquel que estaba más cerca
de Dios, y que tenía la posición más elevada en la creación de Dios. No sólo tenía el reinado, sino
también el sacerdocio, la misma posición que nosotros los redimidos de Dios tendremos para
siempre (Ap. 5:9-10; 20:4-6). Pero fue despojado de su posición y de su oficio cuando se rebeló
contra Dios. Ahora Dios nos ha escogido como Sus sacerdotes y reyes, para que asumamos la
posición y el oficio que tenía Satanás, lo avergoncemos y glorifiquemos a Dios.

b. La rebelión de Satanás

Ezequiel 28:15 indica que Satanás era perfecto en sus caminos desde el día en que fue creado. Por
supuesto, Dios no creó un Satanás maligno. Dios creó un arcángel bueno y perfecto. Sin embargo,
en cierto momento este arcángel, el querubín ungido, se rebeló contra Dios.

1) La causa

Satanás se rebeló contra Dios por el orgullo de su corazón. Ezequiel 28:17 indica que su corazón se
había elevado debido a su belleza él corrompió su sabiduría a causa de su resplandor. El estaba,
“lleno de sabiduría, y acabado de hermosura”; él era “el sello de la perfección” (Ez. 28:12) lo cual
significa que tenía la plena medida en todo y que no le faltaba nada. Pero él contempló su belleza y
se enorgulleció. El miró su resplandor y se corrompió. Poner los ojos en lo que Dios ha hecho por
nosotros y olvidarnos de Dios mismo siempre nos incita a enorgullecernos. El orgullo fue la causa
de la rebelión de Satanás. Por tanto, el apóstol nunca permitía que un “recién convertido” fuese
puesto como anciano de la iglesia, “no sea que cegado por el orgullo, caiga en la condenación del
diablo” (1 Ti. 3:6). El diablo puede usar todas las virtudes y cualidades naturales, y todos los dones
espirituales para volvernos orgullosos. Incluso el apóstol Pablo podía exaltarse desmedidamente por
“la excelente grandeza de las revelaciones” (2 Co. 12:7). El diablo orgulloso sigue rondando la
tierra, buscando devorar a los orgullosos (1 P. 5:8). La única manera de resistirle consiste en
humillarnos, en vestirnos de humildad; porque “Dios resiste a los soberbios, pero a los humildes da
gracia” (1 P. 5:9, 5-6). El Señor Jesús es un buen ejemplo de esto. Satanás se exaltó a sí mismo,
pero el Señor Jesús “se humilló a Sí mismo” (Fil. 2:8). Por tanto, el Señor venció a Satanás, y éste
no tenía nada en El (Jn. 14:30).

2) El propósito

El propósito de la rebelión de Satanás era exaltarse a sí mismo para ser igual a Dios. En Isaías
14:13-14, vemos que en cinco ocasiones Satanás se refiere a sí mismo en el momento de la rebelión.
“[Yo] subiré... levantaré mi trono... en el monte del testimonio me sentaré... sobre las alturas de las
nubes subiré, y seré semejante al Altísimo”. Satanás quería ser igual a Dios. Este fue el propósito de
su rebelión contra Dios.

La causa de todas las rebeliones relatadas en la Biblia es la ambición de una posición. La rebelión
de Babel (Gn. 11:4), la rebelión de Datán, Abiram y los doscientos cincuenta príncipes israelitas
(Nm. 16:1-3), y la rebelión de Absalón (2 S. 15:10-12), fueron causadas por la maligna ambición de
obtener una posición. Sin embargo, el Señor Jesús “se despojó a Sí mismo, tomando forma de
esclavo... por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo
nombre” (Fil. 2:7, 9).

3) El proceso

Satanás inició la rebelión contra Dios con la maligna intención de derribar la autoridad de Dios (Ez.
28:15-18; Is. 14:13-14).

El no se rebeló solo, sino que fue acompañado de gran parte de los ángeles que se rebelaron bajo su
mando. En Apocalipsis 12:4, 9 descubrimos que una tercera parte de las estrellas del cielo, o sea
una tercera parte de los ángeles, lo siguieron. (En Apocalipsis las estrellas representan a los
ángeles.) En Mateo 25:41 el Señor Jesús se refirió al “diablo y sus ángeles”. Efesios 2:2 describe a
Satanás como el “príncipe de la potestad del aire”, y Efesios 6:12 nos revela que los principados y
potestades están en el aire. Estos principados y potestades eran los ángeles que estaban bajo el
mando de Satanás y que gobernaban el universo preadamítico. Por tanto, son las potestades de los
aires. Cuando Satanás se rebeló contra Dios, la mayoría de sus ángeles lo siguió en su rebelión,
convirtiéndose así en los ángeles caídos, los espíritus malignos. Ahora en el universo existen dos
categorías de ángeles: los buenos y los malos. Los ángeles buenos permanecen con Dios; los malos
están aliados con Satanás en contra de Dios.

Los seres vivos que estaban en la tierra en aquel tiempo, y que más tarde se convirtieron en los
demonios de esta tierra, también se unieron a Satanás en su rebelión.

Si leemos los cuatro evangelios veremos que en esta tierra hay otra clase de espíritus: los demonios.
¿Quiénes son los demonios y qué son? La mayoría de los cristianos se imaginan que los demonios
son idénticos a los ángeles caídos, pero según Efesios, los ángeles caídos viven en el aire, y no en la
tierra. Los cuatro evangelios revelan que, hablando con propiedad, los demonios nunca entran en el
aire, sino que se mueven sobre la tierra o entran en el agua, su morada. Recuerden el incidente del
hombre poseído por muchos demonios (Mt. 8:28-32). Cuando el Señor Jesús expulsó a los
demonios, éstos le pidieron permiso de entrar en una piara. Después de entrar en los cerdos, se
precipitaron al mar, donde les gusta permanecer.

Mateo 12:22-27 y 43-45 tiene muchas cosas que confirman este punto. En este pasaje descubrimos
que Satanás tiene un reino diabólico y que él es el “príncipe de los demonios”. Leamos el versículo
43: “Cuando el espíritu inmundo [el demonio] sale del hombre, anda por lugares secos, buscando
reposo, y no lo haya”. El demonio que fue echado fuera del hombre ciego y mudo buscaba descanso
y no lo podía encontrar en lugares secos. Esto demuestra que el lugar de reposo, la morada, de los
demonios se encuentra en el agua. El versículo 44 nos relata lo que les sucede cuando no hallan
agua. “Entonces dice: Volveré a mi casa de donde salí...” Esta “casa” es el cuerpo físico del ser
humano. La morada de los demonios es el agua, y su morada temporal es el cuerpo humano.

Hechos 23:8-9 demuestra que los demonios no son ángeles caídos. En estos dos versículos vemos
que los ángeles y los espíritus están clasificados como seres diferentes. Aun los antiguos fariseos
judíos ponían a los demonios y a los ángeles en categorías separadas. Si leemos los cuatro
evangelios detenidamente, descubriremos que los demonios también son llamados espíritus
malignos. Los ángeles son espíritus y los demonios también lo son.

¿Quiénes son los demonios? ¿Por qué a los demonios les gusta entrar en el agua o en el cuerpo
humano? En el famoso libro de G. H. Pember Earth’s Earliest Ages [Las primeras eras de la tierra],
él llevó a cabo un estudio notable y profundo sobre el tema. La geología y la arqueología han
descubierto que la tierra no tiene sólo seis mil años, sino que ha existido mucho más tiempo. El
concepto según el cual la tierra sólo tenía seis mil años de edad, partiendo de Adán, llevó a algunos
ateos y a algunos cristianos modernistas a decir que había un error en Génesis 1. Los arqueólogos
han descubierto fósiles de huesos que tienen miles y miles de años. Sin embargo, el señor Pember
encontró la respuesta. Entre Génesis 1:1 y 1:2 transcurre un período que él llamó el intervalo. Nadie
puede determinar cuánto duró ese intervalo. De todos modos, debe de haber sido un período muy
prolongado. Después de examinar este asunto cabalmente, Pember dedujo que en cierto momento
después de la creación original, Satanás y sus ángeles se rebelaron. Además Pember dedujo,
basándose en el relato bíblico, que en la edad preadamítica existían en la tierra algunos seres vivos
que tenían espíritu, y que dichos seres también se unieron a Satanás en su rebelión contra Dios. Por
consiguiente, Satanás, junto con sus ángeles caídos y estos seres, fueron juzgados por Dios.
Después de ser juzgados por Dios, estos seres perdieron sus cuerpos y se convirtieron en espíritus
incorpóreos. Esta es la razón por la cual los demonios procuran entrar en un cuerpo físico.

El agua con la cual Dios los juzgó vino a ser el abismo donde los demonios deben vivir. Pember
también demostró que debajo del agua se halla el lugar que se llama el abismo. La traducción griega
de Génesis 1:2 usa la palabra “abismo” en vez de “profundidad”. El abismo constituye la morada de
los demonios.

Un día, mientras Jesús navegaba por el mar, un fuerte viento empezó a soplar, y se levantó una gran
tormenta. El Señor Jesús no oró; El mandó al viento que se detuviese y a la tormenta que callase
(Mt. 8:23-27). ¿Por qué el aire se llenó de viento y una tempestad agitó el agua? Porque había
ángeles caídos en el aire y demonios en el agua. Sabían que Jesús iba a la otra orilla para echar
fuera demonios (Mt. 8:28-32). Hoy en día, el aire sigue lleno de ángeles caídos y la tierra llena de
demonios.

Nosotros los hijos de Dios deberíamos conocer estos asuntos del universo y particularmente de la
tierra. Los ángeles malignos siguieron a Satanás en su rebelión contra Dios. Los demonios, otra
clase de seres, son espíritus incorpóreos que viven en el agua y obran en la tierra. Satanás es el
príncipe de este mundo, el cual incluye la tierra y el aire. En el reino de Satanás se hallan los
ángeles caídos, en el aire, los demonios, en el agua, y los seres humanos caídos sobre la tierra.

4) El resultado

a) Satanás fue juzgado por Dios

La rebelión de Satanás produjo el juicio de Dios. Dios no podía tolerar ninguna rebelión entre Sus
criaturas. Inmediatamente después de la rebelión de Satanás, Dios pronunció Su juicio sobre él. “Se
halló en ti maldad. A causa de la multitud de tus calumnias... pecaste; por lo que yo te eché del
monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín protector. Se enalteció tu
corazón... corrompiste tu sabiduría ... yo te arrojaré por tierra ... con la multitud de tus maldades ...
profanaste tu santuario...” (Ez. 28:15-18). “Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del
abismo” (Is. 14:15).

b) Los cielos y la tierra fueron juzgados

Indudablemente los cielos y la tierra se degradaron por la rebelión de Satanás. Dios reprendió a
Satanás: “Profanaste tu santuario” (Ez. 28:18). Por tanto, los cielos y la tierra también fueron
juzgados por Dios. Job 9:5-7 relata que Dios arrancó los montes con Su furor, e hizo temblar sus
columnas; mandó que el sol no saliera, y selló las estrellas. ¿Cuándo hizo Dios todo eso? No
podemos encontrar nada de esto en la historia de la humanidad. Debe de haber ocurrido antes del
mundo de Adán, cuando Dios juzgó los cielos y la tierra a causa de la rebelión de Satanás y de sus
seguidores. El juicio de Dios impidió que las estrellas resplandecieran. La tierra se cubrió de
tinieblas. El hecho de que la tierra, después de ser juzgada por Dios, fuese sepultada debajo de las
aguas profundas comprueba que Dios debe de haberla juzgado inundándola con agua. Por tanto, “la
tierra quedó desolada y vacía (heb.)”, sepultada debajo de las aguas profundas, y cubierta de
tinieblas (Gn. 1:2).

Isaías 45:18 nos dice que Dios no creó la tierra como un lugar desolado. Job 38:4-7 muestra que
Dios creó la tierra con orden. Dice que cuando Dios “fundaba la tierra”, ordenó las medidas de la
tierra y “extendió sobre ella cordel”, “cantaban juntas las estrellas del alba y gritaban de gozo todos
los hijos de Dios” (los ángeles). Cuando Dios fundaba la tierra, ordenó sus medidas y extendió
sobre ella cordel. Esto significa que El la creó con orden. Por tanto, cuando las estrellas del alba la
vieron, se regocijaron y profirieron alabanzas, y cuando los ángeles la vieron, dieron voces de
júbilo. ¿Cuándo sucedió eso? Debe de haber sucedido en Génesis 1:1, y no en Génesis 1:2. ¿Cómo
podían cantar las estrellas del alba y los ángeles regocijarse cuando la tierra quedó desolada y
vacía?

Cada vez que las palabras “desolada y vacía” son usadas juntas en el Antiguo Testamento, denotan
el resultado de un juicio. Lo vemos en Jeremías 4:23, en Isaías 24:1 y 34:11. Todo lo que Dios
juzga queda desolado y vacío. La tierra quedó desolada y vacía porque fue juzgada por Dios.

Las tinieblas que estaban sobre la faz del abismo también eran una señal que indicaba que el
universo de esa era había sido juzgado, porque las tinieblas provienen del juicio de Dios (cfr. Ex.
10:21-22; Ap. 16:10).

Por tanto, la tierra mencionada en Génesis 1:2 no se encontraba en la misma condición en que fue
creada originalmente por Dios. Dios la creó con orden, pero “quedó desolada y vacía”. La expresión
“quedó” es la misma que aparece en Génesis 19:26, donde vemos que la esposa de Lot “se volvió”
una columna de sal. No era una columna de sal, sino que se convirtió en una. Según esto, la tierra
no estaba desolada y vacía originalmente, sino que se volvió así.

c) Los ángeles rebeldes y los demonios


fueron juzgados

Cuando Dios juzgó a Satanás y al universo que estaba debajo de él, también debe de haber juzgado
a los ángeles que lo siguieron y a los seres vivientes que estaban sobre la tierra en aquella época, los
cuales se le unieron en su rebelión. Después de ser juzgados los ángeles rebeldes, se convirtieron en
las “huestes espirituales de maldad” que están en el aire (Ef. 6:12) y los seres vivientes vinieron a
ser espíritus incorpóreos, los demonios moraban en el agua con la cual fueron juzgados.

Aunque Satanás, los ángeles rebeldes y los demonios fueron juzgados por Dios, siguen activos y
laboran hoy, porque todavía no se ha ejecutado el juicio sobre ellos. Un día se cumplirá totalmente
(Ap. 12:12; Mt. 8:29; Lc. 8:31). Hoy Satanás todavía puede ir a Dios para acusar al pueblo de Dios
(Job 1:6-12; 2:1-7; Ap. 12:10). Todavía anda por la tierra “buscando a quien devorar” (1 P. 5:8),
sigue cegando a la gente (2 Co. 4:4), para engañarla (2 Co. 11:14) y cargar sus corazones (Hch.
5:3), y ganar ventaja sobre nosotros (2 Co. 2:11). El sigue siendo el “hombre fuerte”, que arrebata
los bienes (Mt. 12:29). Los ángeles rebeldes siguen siendo “los gobernadores del mundo de estas
tinieblas” (Ef. 6:12; cfr. Dn. 10:20), (algunos ángeles caídos están ahora encarcelados hasta el
juicio, 2 P. 2:4; Jud. 6) y los demonios siguen siendo los espíritus inmundos e inicuos que obran
sobre la tierra (Mt. 12:43-45). Se debe ejecutar el juicio sobre todos ellos.

Dios ya juzgó a Satanás y a sus seguidores. Sin embargo, eso no significa que Dios haya ejecutado
Su juicio en el momento en que lo pronunció. Una cosa es dictar sentencia, y otra es llevar a cabo la
condena. Dios juzgó a Satanás y a sus seguidores antes de que Adán fuese creado, pero la ejecución
de este juicio sigue adelante. La ejecución del juicio de Dios no será llevada a cabo por Dios
mismo. Dios no hará eso. Ningún juez ejecuta el veredicto por su cuenta. El necesita ejecutores.

¿Quién ejecutará el juicio de Dios sobre Satanás y sus seguidores? Los ejecutores serán los
cristianos, la iglesia, los creyentes vencedores. ¿Por qué no se ha ejecutado el juicio sobre Satanás y
sus seguidores? Porque Dios espera que la iglesia se levante. El Juez ha dictado Su juicio, pero El
está esperando que los ejecutores lo lleven a cabo. En Apocalipsis 12 vemos que los vencedores
ejecutarán el juicio que Dios pronunció sobre Satanás. Además, día tras día en nuestros hogares,
cada vez que somos victoriosos, nuestra victoria es una ejecución de este juicio. Dios ha declarado
Su juicio sobre el rebelde. Sin embargo, este juicio no será llevado a cabo hasta que la iglesia se
levante para hacerlo. Ahora es el tiempo de llevar a cabo el juicio de Dios sobre Satanás.

Hoy la iglesia debe orar para “atar al hombre fuerte” y “saquear su casa” (Mt. 12:29), combatir los
espíritus de maldad que están en el aire (Ef. 6:12), y echar fuera los demonios (Mt. 17:21) cada vez
que los veamos en acción perjudicando a la gente. Dios ha juzgado a los demonios y los ha
confinado al agua, pero necesita que la iglesia traiga la era en la cual el mar ya no exista (Ap. 21:1),
y los demonios que ahora están confinados allí vean el juicio ejecutado sobre ellos (Ap. 20:13: no es
posible que los muertos que se hallan en el mar sean seres humanos; deben de ser los demonios).

El Señor Jesús, cuando estuvo en la carne como hombre, empezó a ejecutar el juicio de Dios. El “se
manifestó para destruir las obras del diablo” (1 Jn. 3:8). El Señor dio “autoridad” a Sus discípulos
(Lc. 10:19) sobre todo el poder del enemigo. Cuando los discípulos echaban demonios, Satanás caía
del cielo (Lc. 10:17-20). Cristo, por medio de Su muerte en la cruz, destruyó al diablo (He. 2:14). El
hirió la cabeza de la serpiente antigua. Ahora nosotros, como Cuerpo Suyo, debemos proseguir esta
ejecución, y destruir la cola de la serpiente. Mediante la obra ejecutora de la iglesia, el diablo será
“arrojado a la tierra” y sus ángeles serán “arrojados con él” (Ap. 12:9). Más tarde él será atado y
arrojado en el abismo (Ap. 20:2-3). Finalmente, será “arrojado en el lago de fuego” (Ap. 20:10).
Entonces, la ejecución del juicio de Dios sobre Satanás y sus seguidores estará completa.

ESTUDIO-VIDA DE GENESIS

MENSAJE TRES
DIOS RESTAURA Y CREA ALGO MÁS

(1)

EL PROCESO

Ya vimos que el primer versículo del capítulo 1 describe plenamente la obra creadora de Dios. “En
el principio creó Dios los cielos y la tierra”. También vimos la rebelión de Satanás en la segunda
mitad del versículo 2. “Y la tierra quedó desolada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del
abismo” (heb.). El versículo 2a contiene cinco puntos principales: el hecho de que la tierra fue
convertida en algo diferente de lo que era originalmente, la desolación y el vacío; las tinieblas y el
abismo. Tenga presentes estos cinco puntos. Después del juicio sobre la tierra a causa de la rebelión
de Satanás, la tierra quedó desolada y vacía.

Las tinieblas constituyen otro indicio de juicio. Exodo 10:21-22 y Apocalipsis 16:10 muestran que
las tinieblas son resultado del juicio de Dios. Hubo tinieblas cuando Dios trajo Su juicio sobre
Faraón, y habrá tinieblas cuando El ejerza Su juicio sobre el anticristo. Por tanto, las tinieblas de
Génesis 1:2a aluden al juicio de Dios.

Además, sabemos que la luz acompaña la vida y que las tinieblas siempre representan la muerte.
Donde está la vida, allí está la luz; donde hay muerte, allí hay tinieblas. Lo contrario también es
cierto: donde hay muerte, hay tinieblas. Por tanto, las tinieblas de Génesis 1:2 muestran también que
la tierra se encontraba en una condición de muerte.

La palabra “abismo” representa las aguas profundas. En la Biblia, el agua tiene dos significados y
simboliza dos cosas distintas, una positiva y otra negativa. En el sentido positivo, el agua representa
siempre algo viviente. El agua que corre trae vida a la gente y satisface su sed. En el sentido
negativo, el agua representa la muerte. Por ejemplo, cuando fuimos bautizados en agua, esa agua
representaba la muerte. Las aguas del mar Rojo y las aguas del río Jordán también representan la
muerte. El agua mencionada en Génesis 1:2 no representa la vida, sino la muerte. Por consiguiente,
concluimos que la tierra se encontraba bajo muerte. La tierra no sólo estaba desolada, vacía y
carente de sentido, sino que estaba llena de muerte y bajo la misma. Dios llegó en medio de esta
situación.

3. Dios restaura y crea algo más: 1:2b—2:3

Génesis 1:2b no se refiere a la creación original (que fue completada en el versículo 1), sino a la
restauración que Dios realizó. Dios iba a restaurar lo que había sido destruido e iba a crear algo
más. Por ejemplo, esta vez Dios creó al hombre. Dios no restauró al hombre, sino que lo creó.
Génesis 1:2b—2:25 es un pasaje de la Palabra divina que nos muestra la restauración del universo
destruido y una creación adicional.

Leamos el versículo 4 del capítulo 2: “Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra cuando
fueron creados, el día que Jehová Dios hizo la tierra y los cielos”. La mayoría de la gente presta
poca atención a este versículo; sin embargo, es muy significativo. Nos muestra la obra creadora
original de Dios y también Su obra restauradora. La primera mitad del versículo dice: “...los cielos y
la tierra cuando fueron creados...” Observe que los cielos se mencionan primero y luego la tierra, y
que el verbo usado aquí es “crear”. En la segunda mitad del versículo leemos: “...en el día que
Jehová Dios hizo la tierra y los cielos”. Aquí el verbo usado no es “crear” sino “hacer”. Como
hicimos notar en el primer mensaje, crear significa producir algo a partir de la nada, y hacer
significa trabajar con una substancia existente a fin de producir otra. Debemos ver que
originalmente los cielos y la tierra fueron creados. Luego, la segunda mitad del versículo dice: “...en
el día en que Jehová Dios hizo la tierra y los cielos”. ¿Ha notado usted el cambio en la secuencia?
Primero, Dios creó los cielos y la tierra; luego, El hizo la tierra y los cielos.

En Génesis 1:1 Dios creó: “En el principio creó Dios los cielos [primero] y la tierra [luego]”. Más
adelante, desde el versículo 3 hasta el final del capítulo 1, el Señor hizo la tierra y los cielos.
“Jehová Dios hizo la tierra y los cielos” (Gn. 2:4b). Si volvemos a leer el capítulo 1, veremos que en
el tercer día el Señor restauró la tierra. Dios no creó la tierra, porque ésta ya existía; estaba
sumergida en las aguas. Por tanto, el Señor recobró la tierra en el tercer día. Además, en el cuarto
día, el Señor recobró el cielo, es decir, los cielos. Por tanto, en la restauración, no se mencionan
primero los cielos y luego la tierra, sino primero la tierra, y luego los cielos. Sin embargo, en la
creación, primero existieron los cielos y luego la tierra. Podemos ver ambas cosas en Génesis 2:4.

Como recalcamos en el primer mensaje, los primeros dos capítulos de Génesis parecen ser el relato
de la creación, pero el pensamiento implícito está estrechamente relacionado con la vida. Esta es la
razón por la cual algunas personas consideran que los capítulos 1 y 2 de Génesis son demasiado
sencillos, demasiado breves para ser el relato de la creación. Estamos de acuerdo. Como relato de la
creación, es demasiado sencillo. Pero sabemos que la Biblia no es un relato de la creación, ni un
relato histórico, ni un relato de ninguna clase. La Biblia en su totalidad es un libro de vida. Toda la
Biblia está centrada en la vida. Si leemos el primer capítulo de Génesis con detenimiento y
recibimos la luz del Espíritu Santo, nos daremos cuenta de que es un capítulo que trata
exclusivamente de la vida. Fue escrito desde el punto de vista de la vida.

Usted dirá que la palabra “vida” no se encuentra en ese capítulo. Es cierto. Pero podemos encontrar
muchos puntos que pertenecen a la vida. Cuando Dios restauró la tierra en el tercer día, se produjo
toda clase de vida vegetal. Luego se manifestó la vida animal en el agua, la vida animal en el aire, la
vida animal sobre la tierra, la vida humana y, finalmente, en el capítulo 2, la vida divina. ¡Aleluya!
La vida es el centro de estos dos capítulos. Con esta perspectiva, ciertamente podemos entender el
relato de Génesis 1.

a. El proceso

1) El Espíritu vino, 1:2b

La creación original de Dios fue arruinada por la rebelión de Satanás y luego juzgada por Dios
mismo. Después del juicio de Dios, sólo quedaron tinieblas sobre la faz del abismo. Eso presenta
una condición de muerte. En medio de dicha condición la Biblia dice: “Y el Espíritu de Dios se
cernía sobre la faz de las aguas” (heb.). ¿No es esto maravilloso? El Espíritu se cernía. ¡Aleluya! El
Espíritu se cernía igual que una gallina se cierne sobre sus huevos para empollarlos. Cuando la
Biblia empieza a hablar del Espíritu, no dice: “el poder del Espíritu”, “la potencia del Espíritu”, sino
“El Espíritu de Dios se cernía sobre la faz de las aguas”. Esto significa que El se estaba preparando
para generar vida. Necesitamos ver que lo que consta en Génesis 1 se relaciona con la vida, con el
evangelio de Dios y con lo espiritual. Tenemos una clara evidencia de esto en 2 Corintios 4:6. Pablo
dice: “El mismo Dios que dijo: De las tinieblas resplandecerá la luz, es el que resplandeció en
nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo”.
Esto se refiere indudablemente al capítulo uno de Génesis. Basándonos en este versículo, debemos
tener presente que todo lo narrado en Génesis 1 se relaciona con la vida. Por este versículo vemos
que debemos interpretarlo todo conforme a la vida.
Debemos recordar la condición en que estábamos antes de ser salvos. Estábamos desolados y
vacíos, nuestras vidas carecían de sentido, y estábamos rodeados de tinieblas. Dentro de nosotros
había un abismo, un pozo sin fondo. Y en este abismo había un enjambre de demonios que nos
incitaban a enojarnos, a apostar, a ir al cine y a hacer muchas otras maldades. Estábamos
desordenados y vacíos, y cubiertos de tinieblas y de muerte.

Pero, ¡aleluya! Un día, una persona viviente empezó a cernerse sobre nosotros, a operar dentro de
nuestro corazón, a cernerse sobre la muerte y el abismo que estaban dentro de nosotros. No se
trataba de algo psicológico ni ético, sino de una persona viviente y activa dentro de nosotros, que
laboraba con ternura y delicadeza como una gran gallina que se cierne sobre los huevos en su nido.
Esta es la obra del Espíritu Santo que se cierne y que regenera.

El Señor Jesús dijo (Jn. 16:8-11) que cuando viniese el Espíritu Santo, reprendería, convencería al
mundo (o sea, la humanidad) de pecado (relacionado con Adán), de justicia (relacionada con
Cristo), y de juicio (relacionado con Satanás). El reprendería cerniéndose, es decir, con mucho
cariño, sin ninguna violencia. En todo el universo existen solamente tres personas: Adán, Cristo y
Satanás. El Espíritu Santo obra dentro de nosotros, convenciéndonos de que nacimos en Adán y que
no tenemos más que pecado, que de ninguna manera podemos escaparnos del pecado y de la
influencia de Adán a menos que creamos en Cristo. El Espíritu Santo se cernerá dentro de nosotros
y nos dirá: “Mira, Jesús murió en la cruz por ti y El ya hizo todo lo que Dios requiere. Ahora la
verdadera justicia está en El. Si tú te vuelves a El y crees en El, lo podrás recibir como tu justicia. El
pasó por la encarnación, por la vida en esta tierra, por la crucifixión y por la resurrección. Fue
aceptado por Dios y está a Su diestra. El está allí como prueba de que tú estarás libre del pecado y
obtendrás justicia si crees en El. Si no haces eso, irás con Satanás al juicio de Dios”. Al cernerse el
Espíritu Santo, usted quedará plenamente convencido y dirá: “Señor Jesús, no tengo nada que decir,
pero te doy las gracias”. De ese modo usted es regenerado y nace de nuevo, nace del Espíritu (Jn.
3:6-7). ¡Aleluya!

El Espíritu de Dios vino. Esta venida es el primer requisito para generar vida. El Espíritu vino a
cernerse sobre las aguas de muerte que cubrían la tierra, y se movió para que esa vida pudiese ser
generada.

2) La Palabra vino, 1:3a

La Palabra de Dios vino a traer la luz. Este es el segundo requisito para generar la vida. En el
versículo 3 leemos: “Y dijo Dios...” Dios habló: era la Palabra de Dios. Hablar no es algo
insignificante. Supongamos que subo a la plataforma y me quedo callado mientras ustedes me
miran y yo los miro a ustedes. ¿Qué es eso? Es muerte. Si soy una persona viviente, no puedo
permanecer en silencio durante una hora. Mientras viva, debo hablar. Cuando hablo, ello indica que
estoy vivo, y mis palabras serán algo viviente. Dios habló y la Palabra de Dios trajo la luz. “Y Dios
dijo: Sea la luz”. La Palabra divina siempre produce la luz. ¡Aleluya!

Considere su propia experiencia. Primero, el Espíritu se cierne sobre usted. Luego le habla. Por
medio de Sus palabras, usted recibe una Palabra viva, y ésta lo ilumina en su interior. Cuando Dios
habla, manda que la luz resplandezca en las tinieblas. “Porque el mismo Dios que dijo: De las
tinieblas resplandecerá la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones...” ¡Aleluya! El hablar
de Dios produce luz.
El Señor Jesús dijo que todo el que oye Su Palabra y cree tiene vida (Jn. 5:24). Si escuchamos la
Palabra del Señor y creemos, tenemos vida. Jacobo 1:18 declara que Dios nos regeneró con Su
Palabra.

3) La luz vino, 1:3

Ahora llegamos al tercer requisito para generar vida: la luz, la cual vino para disipar las tinieblas
que cubrían las aguas de muerte. Alabado sea el Señor. Esto es realmente significativo. Puedo
testificar que cuando fui salvo, pasó exactamente eso: primero, vino el Espíritu; luego, vino la
Palabra de Dios; y en tercer lugar, vino la luz. Fui iluminado dentro de mí. Algo resplandeció en mi
interior. Creo que usted también ha experimentado esto.

Además de 2 Corintios 4:6, tenemos Juan 1:4, 5, y 9. “En el principio era el Verbo... En El estaba la
vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no
prevalecieron contra ella” (Jn. 1:1, 4-5). Las tinieblas nunca podrán vencer la luz. La luz siempre
disipa las tinieblas. Cuando viene la luz, las tinieblas huyen.

¿Quién es la luz y qué es la luz? La luz es Cristo, el Verbo vivo de Dios. Cuando Cristo vino como
la verdadera luz que resplandece en las tinieblas, las tinieblas no pudieron vencerlo. El es la
verdadera Luz.

Debemos recordar las tres venidas: la venida del Espíritu, la venida de la Palabra o el Verbo, y la
venida de la Luz. Después de estas venidas, se producen tres separaciones, tres divisiones.

4) La separación entre la luz y las tinieblas, 1:4-5

La primera separación se produjo entre la luz y las tinieblas. Este fue el cuarto requisito para
generar la vida. Esa separación tuvo como fin mostrar la distinción entre el día y la noche,
apartando así la luz. Esto es difícil de entender, así que usaremos un ejemplo para aclararlo.

Inmediatamente después de ser salvo, usted no tenía ningún discernimiento y no podía distinguir
entre la luz y las tinieblas. Pasó el tiempo y siguió adelante con el Señor. Gradualmente se produjo
una separación dentro de usted, y tuvo el discernimiento de decir: “Esto es luz y aquello es
tinieblas. Guardaré la luz, y desecharé las tinieblas”. Antes de ser salvos, no teníamos ni un solo
día; vivíamos en una noche de veinticuatro horas. Estábamos continuamente en la noche, una noche
oscura, nublada y sin estrellas. Pero, ¡alabado sea el Señor! Desde el día de nuestra salvación, algo
empezó a amanecer. Es el día.

Quizás su primer día fue solamente de cuatro horas, y luego anocheció de nuevo. No importa cuán
largo haya sido, usted tuvo su primer día. ¡Alabado sea el Señor! Después de diez horas de noche,
usted vino a una reunión y en esa reunión vio la aurora. Fue un nuevo día y usted gritó: “¡Aleluya!”
Luego fue a estudiar o a trabajar, y volvió a anochecer. ¡No se desilusione! La tarde es una señal de
que la mañana vendrá. También, cuando usted está en la mañana, prepárese para el regreso de la
tarde. En Génesis 1:5 no dice mañana y tarde, sino tarde y mañana, porque salimos de la noche. “Y
fue la tarde y la mañana el primer día”. ¡Alabado sea el Señor!

Para los jóvenes, la noche siempre se alarga, mas para la gente mayor la noche se acorta. Mis
experiencias me muestran que tengo un día espiritual más largo que el suyo. Mi día espiritual consta
de diecinueve horas y mi noche espiritual de solamente cinco. Cuando entremos en la Nueva
Jerusalén, ya no habrá noche (Ap. 21:25). Usted debe crecer. Tal vez su día sólo dure diez horas y
su noche catorce. Usted debe crecer para que sus días se alarguen y se acorten sus noches.

Necesitamos la separación entre el día y la noche, el discernimiento entre la luz y las tinieblas. En 2
Corintios 6:14 Pablo pregunta: “¿Qué comunión tiene la luz con las tinieblas?” Esta palabra debe de
referirse también a Génesis 1. Dios separó la luz de las tinieblas; así que no intente mezclarlas. La
luz no tiene nada que ver con las tinieblas. ¿Qué clase de comunión puede tener la luz con las
tinieblas? Esto indica que nosotros somos hijos de luz y que no debemos unirnos en yugo ni
mezclarnos con la gente que vive en las tinieblas. Debemos mantener la separación. Ellos son hijos
de las tinieblas, y nosotros somos hijos de la luz. Todos debemos decir: “¿Qué comunión puede
haber entre la luz y las tinieblas?” Esta es una verdadera separación. Si conservamos este requisito,
tendremos más luz.

5) La separación entre las aguas


que están bajo la expansión
y las aguas que están sobre ella, 1:6-8

Pasamos al quinto requisito para generar vida: separar las aguas de vida al hacer una expansión. Las
aguas que están sobre la expansión deben estar separadas de las aguas que se encuentran debajo de
la expansión. Separar la luz de las tinieblas es algo bastante objetivo; separar las aguas que están
sobre la expansión de las que están debajo de la expansión, resulta bastante subjetivo. Necesitamos
una segunda separación: separar lo celestial de lo terrenal (Col. 3:1-3). Las aguas que están debajo
de la expansión representan lo terrenal, mientras que las aguas que están sobre la expansión
representan lo celestial. Algunas cosas quizás no sean oscuras, pero son terrenales, y no celestiales.

Supongamos que mientras hablo, llevo un sombrero vaquero, y estoy vestido como vaquero, con
botas y todo. Esto no es algo de las tinieblas, sino algo terrenal. Supongamos que yo uso una
corbata ancha, de 20 centímetros de ancho, de color verde, rojo, azul, violeta y amarillo vivo. Si
usara eso, demostraría que me falta la expansión.

¿Qué es la expansión? Es simplemente la atmósfera, el aire que envuelve la tierra. Sin la atmósfera
no se podría generar ninguna vida sobre la tierra. No hay vida en la luna porque no hay ninguna
expansión alrededor de ella. Dios creó la expansión alrededor de la tierra para que ésta produjera
vida. Después de ser salvos, no sólo tenemos luz dentro de nosotros, sino también aire, expansión.
Algo ha entrado en nosotros para separar lo celestial de lo terrenal, las cosas de

arriba, las que Dios aprueba, de las cosas de abajo, las que reprueba. ¿Qué es eso? Es la obra
separadora de la cruz. Después de ser salvos y de avanzar con el Señor, experimentaremos la cruz.
La cruz hace una separación. Separa lo natural de lo espiritual, lo santo de lo vil, y lo celestial de lo
terrenal. Hebreos 4:12 nos revela que la Palabra viva puede separarnos hasta el punto de partir
nuestra alma y nuestro espíritu. Puedo decir o hacer algo bueno, pero esa palabra o ese hecho no se
origina en el espíritu, sino en el alma. No hay nada malo desde el punto de vista moral, ético o
humano. Sin embargo, en términos espirituales, no procede de Dios, ni de los cielos. No procede del
espíritu, sino del alma, de la tierra. Por tanto, necesitamos otra separación; no solamente una
separación entre la luz y las tinieblas, sino también un discernimiento entre el espíritu (las cosas de
arriba) y el alma (las cosas de abajo).

¿Ha observado usted alguna vez en Génesis 1 que cada día Dios, después de completar algo, lo miró
y lo halló bueno, con excepción del segundo? No ocurrió eso el segundo día. Génesis no dice que
Dios vio las aguas y el aire y dijo que eran buenos. ¿Por qué? Porque el aire está lleno de ángeles
caídos y las aguas están plagadas de demonios. Recuerde que los demonios moran en las aguas. En
el segundo día, algo no era bueno: había ángeles caídos en el aire y demonios en el agua. Debemos
entender que no hay nada bueno en nosotros, aun cuando la cruz lo haya separado. Nada de lo que
procede de nosotros es bueno. Dios no puede decir que eso es bueno.

6) La separación entre la tierra


y las aguas, 1:9-10

Después del segundo día, pasamos al tercero: el día de la resurrección. En el tercer día, el día de
resurrección, surgió la tierra seca que estaba debajo de la expansión, para que se generase la vida.
Este es el sexto requisito para generar la vida. En toda la Biblia, el mar representa la muerte, y la
tierra representa a Cristo mismo. La Biblia nos dice que al final, después de que Dios haya laborado
en muchas generaciones, el mar será eliminado. Después de la rebelión de Satanás y del juicio de
Dios sobre Su creación original, lo único que quedó fue las aguas. Luego Dios vino a hacer Su obra
restauradora mediante el Espíritu que se cernía, mediante la Palabra viva y mediante la luz
separadora. En el segundo día, la expansión separó las aguas, y en el tercer día Dios reunió las
aguas que estaban bajo la expansión para que apareciera la tierra seca, a fin de producir la vida. Esto
significa que Dios había obrado sobre las aguas para confinarlas y fijarles límite. En Jeremías 5:22
descubrimos que Dios trazó límites al mar. Ahora Dios sigue obrando para eliminar el mar porque
allí se encuentran los demonios. El mar representa algo demoníaco, algo diabólico. Finalmente,
cuando Dios concluya Su obra, ya no existirá el mar. En el cielo nuevo y la tierra nueva solamente
habrá tierra, y no habrá mar (Ap. 21:1). El mar, que representa la mayor parte del reino de Satanás,
habrá sido eliminado. ¡Alabado sea el Señor!

La tierra seca surgió para producir vida, para generar vida. En el tercer día, Cristo salió de la
muerte. Cristo salió de la muerte en resurrección con el único fin de generar vida. ¡Aleluya!

Aunque usted sea salvo, las tinieblas interiores no han sido disipadas, las aguas no fueron separadas
ni confinadas, y lo mortífero no ha sido limitado. A medida que usted avance con el Señor,
gradualmente las aguas de muerte que están en su interior serán confinadas, limitadas y luego
eliminadas. Dentro de usted, surgirá la tierra seca, la cual es Cristo, Cristo en resurrección. En 1
Pedro 1:3 se nos dice que fuimos regenerados por la resurrección de Cristo. Sin el Cristo resucitado,
no se puede generar vida alguna.

La tierra fue separada de las aguas. La tierra representa la vida, y las aguas la muerte. Separar la
tierra de las aguas significa separar la vida de la muerte.

Mientras crecemos en el Señor, aprendemos a distinguir la luz de las tinieblas, a separar lo celestial
de lo terrenal, y a separar la vida de la muerte. Aunque mis palabras podrían no tener nada de las
tinieblas ni nada terrenal, podría hablar sin vida. Podría estar desprovisto de vida. Mis palabras
podrían ser sencillas y propias, sin nada de tinieblas ni nada mundano, y aun así podría estar lleno
de muerte. Por lo tanto, debo orar: “Señor Jesús, retira todas las aguas de muerte que haya dentro de
mí para que aparezca la tierra seca y se produzca la vida”. Al hablar no se debe expresar nada de
tinieblas, nada de esta tierra y nada de muerte. Nuestras palabras deben contener la tierra seca que
produce vida.

Es posible que en su vida familiar no haya nada de tinieblas, nada mundano, y que tampoco haya
nada de vida. Cuando alguien entra en su casa, quizás no vea nada oscuro ni mundano, pero
tampoco verá vida. Todo lo que verá allí será muerte. Pero espero que cuando yo vaya a visitarlo a
usted, sólo vea vida. Cristo, la tierra seca, debe surgir en su casa. Cristo se manifiesta produciendo
vida en su casa.

En la tierra seca no hay tinieblas ni aguas de muerte. Sólo tenemos la tierra seca llena de toda clase
de vida. Por lo tanto, deseo recalcar que lo que Génesis revela es exclusivamente un asunto de vida.

ESTUDIO-VIDA DE GENESIS

MENSAJE CUATRO

DIOS RESTAURA Y CREA ALGO MÁS

(2)

EL PROCESO

En el último mensaje abarcamos seis puntos, que incluían tres venidas y tres separaciones. El
Espíritu vino, el Verbo de Dios vino y la luz vino. Como resultado, se produjeron tres separaciones:
la luz se separó de las tinieblas; las aguas de arriba se separaron de las aguas de abajo; y la tierra
seca se separó de las aguas de muerte. Con estas tres separaciones la tierra seca salió de las aguas de
muerte en el tercer día, el día de resurrección. El Señor Jesús es la tierra seca que salió de las aguas
de la muerte. Resucitó para regenerarnos.

En el Antiguo Testamento, la tierra representa a Cristo como fuente que genera. Esta tierra fue
sepultada debajo de las aguas de muerte y volvió a subir en el tercer día. Según lo revela el relato
del Antiguo Testamento, de esta tierra brotó toda clase de vida: la vida vegetal, la vida animal y la
misma vida humana. El hombre fue hecho del polvo de la tierra. En tipología, eso significa que toda
clase de vida procede de Cristo.

Después de la caída de la humanidad, durante la época de Noé, la tierra volvió a quedar cubierta de
las aguas de muerte (Gn. 7:17-24), lo cual significa que el hombre estaba separado de Cristo. La
humanidad estaba separada del deleite de la buena tierra. Después la tierra fue recobrada de nuevo
(Gn. 8:13-17, 22). La tierra fue recobrada hasta el día de la rebelión de Babel, cuando el hombre
cayó aún más, y toda la humanidad se rebeló contra Dios (Gn. 11:1-9). De modo que Dios llamó a
un linaje con Abraham como padre para que entrara en la tierra elevada, la buena tierra de Canaán
(Gn. 12:1, 5, 7). Esta buena tierra representa también a Cristo. Abraham fue llamado a salir de
Babel e ir a la buena tierra. Hemos sido llamados a salir de la rebelión para entrar en Cristo, nuestra
buena tierra (1 Co. 1:9). Ahora esta buena tierra nos pertenece y está lista para producir vida.

7) La vida vegetal es generada

La vida vegetal fue generada en la tierra. La vida inferior, una vida sin consciencia de sí, llegó a la
existencia (Gn. 1:11-13; cfr. Mr. 4:8; Os. 14:5-7). Esta es la obra generadora de vida y sucedió el
tercer día, después de que la tierra saliera de las aguas de muerte. En aquel tiempo, no había ningún
crecimiento de vida, sino sólo la forma más inferior de vida, una vida que no estaba consciente de
sí. Si hablamos al pasto o a los árboles, el pasto no podrá entender y los árboles no reaccionarán,
por no tener ningún sentimiento, ninguna percepción de sí. No tienen ningún sentimiento,
pensamiento ni voluntad porque son vidas desprovistas de consciencia. Esta es la vida más inferior
de todas.
Cuando recibimos a Cristo, El salió de las aguas de muerte que había en nosotros. Cristo surgió, y
nosotros ahora tenemos la vida, la vida que genera. Somos salvos y tenemos la vida. En el momento
de ser salvos, recibimos vida, pero la vida que llevábamos adentro era muy insignificante. El relato
de Génesis presenta eso con la vida del pasto, la vida de las hierbas, y la vida de los árboles frutales.

Aun en la vida vegetal existen tres niveles: el pasto, la vida vegetal inferior; las hierbas que
producen semillas, o sea un nivel más elevado; y los árboles frutales, un nivel todavía superior. Si
leemos Génesis 1:29-30, veremos que Dios le dio al hombre las hierbas y los árboles frutales para
su subsistencia. Luego Dios dio el pasto a los animales y al ganado para proporcionarles el
alimento.

Cuando usted llegó a ser cristiano, recibió vida, pero esa vida era muy inferior. Tal vez la vida que
hay en usted es semejante al pasto; es vida y crece, pero es inferior. Aun comparado con otra vida
vegetal, el pasto es bastante inferior. Aunque la semana pasada usted quizás se parecía al pasto, hoy
ha crecido un poco más y ha llegado a ser la hierba que produce semilla. Espero que después de dos
meses, usted sea un árbol que dé fruto. ¿Con qué se compararía usted: con el pasto, la hierba o los
árboles? Supongamos que el Señor mismo le pregunta: “¿Y qué me dices de ti? ¿Te pareces al
pasto, a las hierbas o a los árboles?” Hoy en día usted puede ser una hierba, pero después de cierto
tiempo tal vez se parezca a un árbol que produce frutos. Sin embargo, cuando llegue a ser árbol, no
se conforme. Este no es el último versículo del capítulo uno; es algo que sucedió en el tercer día.

8) Aparecen los portadores de luz

En el cuarto día, no vemos el crecimiento de vida, sino la aparición de luces firmes y bien
cimentadas (Gn. 1:14-17). Aunque la luz apareció el primer día, no era tan prevaleciente, ni tan
firme. En el cuarto día, no sólo vinieron las luces, sino también los portadores de luz: el sol, la luna
y las estrellas. Estas son luces más estables, más sólidas y más disponibles. Este es el primer
requisito para el crecimiento de la vida.

Supongamos que usted no es solamente pasto o hierba, sino también árbol. En esta etapa usted
recibe más luz. Aunque tiene la luz del primer día, necesita que algo suceda en el cuarto día. Usted
debe recibir luminares más elevados, más completos, más ricos, más estables y más disponibles. En
1 Juan 1:5-7 se nos dice que después de ser salvos, necesitamos más luz, y que debemos andar en la
luz.

Génesis 1:14-19 no habla de las luces de una manera vaga, sino de una forma muy definida: el sol,
la luna y las estrellas. En tipología, el sol es Cristo. Cristo es nuestro sol. Malaquías 4:2 nos revela
que Cristo es el Sol de justicia y que Sus alas traen sanidad. Su resplandor son Sus alas, y con el
resplandor viene la sanidad. La segunda mitad de este versículo nos dice que todos creceremos bajo
el resplandor de Cristo. Lucas 1:78-79 también nos dice que Cristo es nuestra aurora, el amanecer.
¡Aleluya! Jesús el Señor es nuestro sol. El es la “gran luz” que ha resplandecido en las tinieblas y en
la sombra de la muerte (Mt. 4:16).

El Señor Jesús compara también a los santos vencedores con el sol (Mt. 13:43). Ellos son uno con el
Señor hasta el punto de resplandecer como el sol algún día, igual que El.

Entonces, ¿quién es la luna? La luna es la iglesia. Aunque es difícil encontrar un versículo bíblico
que indique que la luna es la iglesia, tenemos una base para afirmar que la iglesia es la luna.
Recuerde el sueño de José en el que vio el sol, la luna y las once estrellas (Gn. 37:9-11). El sol era
su padre, la luna era su madre, y las estrellas sus hermanos. Basándonos en este hecho, podemos
decir que la iglesia como esposa, la novia de Cristo, es representada por la luna. Hoy en día, la
iglesia es la luna. ¿Qué es la luna? La luna es un astro que no tiene luz propia, pero refleja la luz. La
iglesia por sí sola no tiene luz. Pero ¡aleluya!, la iglesia fue hecha de tal manera que reflejara la luz
de Cristo. Además, la luna sólo puede reflejar luz durante la noche. Hoy en día, en la edad de la
iglesia, estamos en el período nocturno. Mire el mundo. ¡Cuán oscuro está! Aunque la iglesia se
encuentra realmente en la noche oscura (las iglesias locales son los candeleros que resplandecen en
esta noche oscura, Ap. 1:20), ella puede reflejar la luz de Cristo. No obstante, con frecuencia la
iglesia (igual que la luna) no es muy estable y pasa por altibajos. La iglesia puede ser la luna llena,
la media luna o la luna nueva. Cuando no hay luna, las estrellas resplandecen. ¡Aleluya!

No solamente tenemos el sol y la luna, sino también las estrellas; no solamente tenemos a Cristo y
la iglesia, sino también a todos los santos vencedores. Daniel 12:3 dice que aquellos que vuelven
muchos a la justicia resplandecen como estrellas. Si vamos a ayudar a la gente a ser salva, si vamos
a volver a la gente de las tinieblas a la luz, si vamos a recobrar a todos los descarriados, debemos
ser las estrellas resplandecientes. Apocalipsis 1:20 nos revela que las iglesias son los candeleros que
brillan en las tinieblas y que los ángeles (los seres vivientes en las iglesias) son las estrellas
resplandecientes. El Señor dijo que los santos son “la luz del mundo” (Mt. 5:14), y Pablo dijo que
los santos resplandecen “como luminares en el mundo” (Fil. 2:15).

Después de crecer en vida y pasar del pasto al árbol, nosotros no deberíamos quedar satisfechos,
pues era solamente el tercer día, y no el último. Debemos seguir adelante y pasar al cuarto día para
disfrutar a Cristo como el amanecer, para disfrutar a la iglesia como la luna resplandeciente, y para
disfrutar a muchos buenos santos como estrellas brillantes, a fin de crecer en vida.

Si la luna no resplandece, no diga que la luna no está allí. La luna sigue siempre ahí. Del mismo
modo, no diga que no hay iglesia; la iglesia sigue presente. El problema es éste: de algún modo la
iglesia está cubierta, y no está en una posición correcta con relación al sol. Por tanto, no refleja
ninguna luz. Aunque surja un problema en la iglesia, ésta sigue presente.

Cuando hay un problema con relación a la iglesia, las estrellas deben brillar. Entre nosotros, muchos
debemos ser estrellas resplandecientes. Debemos tener contacto con Cristo, con la iglesia y también
con los santos que resplandecen. Debemos relacionarnos con muchos santos. Cuando usted acude a
un hermano o hermana viviente, ¿no siente mucha luz? Y cuando usted entra en su presencia, ¿no se
halla bajo una especie de resplandor? Eso es luz. Esta luz nos ayudará a crecer en vida.

9) Se estableció un gobierno

Las luces que Dios hizo en el cuarto día fueron establecidas “para señorear en el día y en la noche”
con su resplandor (Gn. 1:18a). La luz no sólo resplandece, sino que también rige con su resplandor.
Donde hay resplandor, hay gobierno. Las tinieblas traen confusión, pero la luz regula. Para crecer
en vida, necesitamos el gobierno y la reglamentación de las luces del cuarto día.

Los luminares del cuarto día también separan la luz de las tinieblas (Gn. 1:18b). La separación entre
la luz y las tinieblas ya se había producido (Gn. 1:4), como vimos en el mensaje tres. Ahora, el
gobierno del resplandor de las luminarias del cuarto día fortalece esa separación. Para crecer en
vida, necesitamos el gobierno de los luminares y también que la separación sea fortalecida. Este es
el segundo requisito para crecer en vida.
10) Los seres vivos que están en el agua
fueron generados

En el quinto día, llegó a la existencia la vida inferior, que tiene la consciencia más primitiva (Gn.
1:20-22). Aunque todas las especies de la vida animal tienen cierto nivel de consciencia, algunas
son más elevadas y otras menos. Primero se mencionan los peces, la vida animal que tiene la
consciencia más rudimentaria. Todos hemos experimentado eso. Supongamos que algunos peces
nadan en un río y nosotros nos acerquemos a ellos. Se asustarán y huirán. Pero si esparcimos
comida en el agua y nos alejamos, todos los peces regresarán. Esa vida es más elevada que la vida
de los árboles y que la vida vegetal (Ez. 47:7, 9). Aunque no es muy elevada, es más elevada. Esta
es la primera etapa del crecimiento de vida.

Los peces del mar viven en el agua salada. En principio, el agua salada no fomenta el crecimiento
de nada; al contrario, mata y prácticamente impide que crezcan las plantas. El agua salada mata la
vida. No obstante, los peces pueden vivir en el agua salada. El agua puede ser salada, pero los peces
nunca serán salados, a menos que estén muertos. Esto es bastante significativo.

Toda la humanidad, la sociedad humana en su totalidad, se parece a un gran mar. No obstante,


nosotros los cristianos estamos llenos de vida. Podemos estar llenos de vida, cohabitar en esta
sociedad y no ser salados por ella. Pero una vez muertos, seremos salados. Los chinos
acostumbraban comer mucho pescado salado. Primero, mataban a los peces, y luego los ponían en
sal hasta que estuviesen bien salados. Cuando los peces vivían, la sal no los afectaba, pues podían
vivir en el agua salada. Es maravilloso. Nosotros los cristianos, quienes llevamos la vida de Cristo,
podemos vivir en esta sociedad oscura y maligna. No obstante, si morimos, seremos salados. Hoy
en día, si usted está lleno de vida y uno de sus compañeros lo invita a ir al cine o a usar narcóticos,
usted dirá: “No”. Nada podrá afectarlo. Pero si usted está muerto, lo llevarán al cine como oveja al
matadero. Una vez sacrificado, usted estará muerto, consumirá narcóticos, y hasta heroína. Usted
será salado. Pero ¡aleluya!, nosotros nunca podremos ser salados porque tenemos vida. La vida
repele toda la sal procedente del mar. Esa vida puede sobrevivir en cualquier situación mortífera.
Esta vida sobrevive en medio de un entorno de muerte. Esto es bueno, pero hay más todavía.

11) Los seres vivos que vuelan por el aire


fueron generados

Después de los peces, fueron creadas las aves, las cuales vuelan por el aire, en el quinto día (Gn.
1:20-23). Esta es la vida más elevada con la consciencia de sí más elemental. La vida de las aves es
más elevada que la vida de los peces. Los peces pueden vivir en las aguas de muerte, pero las aves
pueden trascenderlas. Después de convertirse en pez, usted debe crecer hasta llegar a ser un ave.
Cuando sus compañeros de clase le digan: “Vamos al cine”, usted volará. Nadie lo podrá afectar;
usted trascenderá a esas cosas. No sólo repelerá la sal, sino que la trascenderá.

En cuanto a todo lo que se menciona en el primer capítulo de Génesis hay un versículo que indica
que se trata de una tipología. Por ejemplo, el Señor Jesús dijo a Pedro que sería pescador de
hombres (Mt. 4:19). Al decir esto el Señor Jesús, comparó a los hombres con los peces del mar.
Tenemos también Isaías 40:31 donde vemos que aquellos que confían en el Señor serán como
águilas que se elevan y se remontan por encima de las cosas. Esta es una vida más elevada. Muchos
pueden testificar que a menudo se han elevado. Podemos hallarnos en toda clase de situaciones,
pero con un poco más de crecimiento no sólo sobrevivimos en circunstancias adversas, sino que las
trascendemos. Nos alejamos y nada nos puede afectar. ¡Aleluya! Muchas veces deseaba ser un ave.
Un día descubrí que yo era realmente un ave. Era un águila con dos alas grandes. ¡Aleluya! Un
águila puede elevarse y remontarse sobre los obstáculos de esta tierra. Esto es admirable. No estoy
hablando de algo que ignore ni de algo que no se halle en la Biblia. Lean Isaías 40:31. Podemos ser
el águila. Esta es la segunda etapa del crecimiento de vida. Esto es maravilloso, pero todavía hay
más.

12) Los seres vivos que andan sobre la tierra


fueron generados

En el sexto día llegó a la existencia la vida más elevada con la consciencia más desarrollada (Gn.
1:24-25). Esta vida puede realizar obras sobre la tierra. Génesis 49:9 habla del león, comparando a
Judá con un león que puede llevar a cabo muchas cosas. En 1 Samuel 6:7, 12a se habla de dos vacas
usadas para tirar del carro que trasportaba el arca. Estos versículos muestran que los animales y el
ganado pueden realizar tareas sobre esta tierra. Su consciencia es más elevada que la de los peces, y
más elevada que la de las aves, y pueden llevar a cabo actividades sobre esta tierra. Esta es la
tercera etapa del crecimiento de vida.

Llevamos a Cristo dentro de nosotros como vida nuestra. A partir del pasto, el nivel de esa vida
subirá y alcanzará la condición de hierba y luego de árbol. Entonces estaremos en otro plano, el
plano de la vida animal. En ese nivel, primero seremos peces, creceremos gradualmente hasta llegar
a la condición de aves, y finalmente creceremos aún más y seremos una vaca, con una vida más
elevada, más fuerte y con más significado.

Debemos ver lo necesaria que es la luz. En el primer día, tuvimos la luz del Espíritu y de la Palabra.
Al seguir adelante, necesitamos las lumbreras del cuarto día. En el cuarto día, las luces vienen de
Cristo, de la iglesia y de los santos resplandecientes. Por estar bajo la iluminación de Cristo, de la
iglesia y de los santos resplandecientes, no sólo tenemos la regeneración que la vida produce, sino
el crecimiento de la vida. La luz del primer día sirve para generar la vida; las luces del cuarto día
facilitan el crecimiento de vida. Las luces del cuarto día vienen principal y directamente de Cristo, y
también de la iglesia y de los santos resplandecientes. Si deseamos crecer en vida después de haber
recibido la vida eterna, debemos relacionarnos primero con Cristo, luego con la iglesia, y en tercer
lugar con los santos que están llenos de vida. Estando bajo este resplandor, nos hallamos en el
proceso de crecimiento.

En cuanto al proceso de crecimiento, no estoy hablando de algo teórico. Sé a qué me refiero porque
yo mismo he pasado por todas estas etapas. Hace cuarenta y nueve años, yo era una brizna de pasto.
Luego crecí y pasé de pasto a hierba. Más tarde llegué a ser un árbol. Después de cierto tiempo, fui
un pez, capaz de vivir en cualquier situación adversa. Luego alcancé un nivel donde podía elevarme
a los cielos. Cuando se presentaba un problema o venía persecución o dificultades o aflicciones de
parte de mi madre o de mis hermanos en la carne, de mi esposa e hijos, e incluso de mis hermanos
en el espíritu, lo trascendía todo. Esto es real.

A menudo su amada esposa le hace la vida difícil. Si usted todavía no es un ave, se quedará allí para
discutir y alegar. Una vez que usted llegue a ser un águila, si su querida esposa le causa disgustos, el
esposo que es un águila volará. Este esposo-águila permanecerá en el aire observando, hasta que la
esposa diga: “Alabado sea el Señor”. Entonces el esposo-águila volverá. Usted puede decir cuándo
es un pez y cuándo es un águila. Si no ha tenido ese tipo de experiencias, le aseguro que algún día
será un águila. El águila no tiene que luchar. Cuando surge una dificultad, se eleva por el aire. Es
difícil atraparla. Cuando hay aflicción, dificultades o problemas, el águila vuela. Esta es una
verdadera victoria, una victoria que trasciende las circunstancias. ¿No desea usted ser un águila?
No obstante, a veces cuando yo era un águila y me resultaba fácil volar, el Señor me decía: “No te
alejes. Quédate para que formes parte del ganado. Debes ser una vaca. Produce leche para alimentar
a otros o llévalos como carga. Cuando tu esposa te cause disgustos, no te vayas; dale leche.
Aliméntala y llévala a cuestas”.

Es posible que su cónyuge sea el agua de muerte para usted, la cual lo mata y lo sala. Si usted es un
árbol o una hierba, ciertamente será muerto, pero si ha crecido y ha pasado de planta a pez, vivirá.
Anteriormente, vi muchos jóvenes que iban muy bien antes de casarse. Pero cuando se casaron,
fueron muertos. Los maridos recién casados fueron muertos por las esposas recién casadas, y éstas
fueron muertas por aquéllos. Sin embargo, también vi a algunos santos queridos que habían crecido
hasta ser un pez viviente. Las esposas no se preocuparon por lo salados que estaban sus maridos, y
los maridos no se preocuparon de cuán saladas estaban sus esposas. Siguieron viviendo. Después de
cierto tiempo, crecieron y pasaron del nivel de pez al nivel de águila. Cada vez que pasaban por
dificultades, simplemente las trascendían. Después de crecer más y más en vida, empezaron a ver
que escaparse no constituía una vida más elevada. Entendieron que debían quedarse en la tierra a fin
de producir leche para sus queridos parientes y llevarlos a cuestas. Cuando usted llegue a esta etapa,
si su querida esposa le causa disgustos, usted no contestará nada. Simplemente la llevará sobre sus
hombros como una carga. Mientras su esposa discute con usted, usted la llevará sobre sus hombros
y le dirá: “Voy a llevarte a los cielos”.

En 1 Samuel 6 vemos un carro que lleva el arca del Señor. Usted necesita llevar parte del peso del
arca. Debe hacer algo, y desarrollar una actividad sobre esta tierra. No huya. La que llaman vida
celestial no es la vida más elevada. Cuando usted llega a ser muy celestial, debe volver a la tierra.
No se limite a elevarse; más bien crezca de tal modo que descienda.

El Señor Jesús era Dios, pero vino a la tierra a ser una vaca para cumplir el propósito de Dios. El
vino para ser sacrificado y llevar todas nuestras cargas. Cada vez que alguien lo perseguía a El, El
llevaba a ese perseguidor sobre Sus hombros y decía: “Te llevaré a los cielos”. ¿Qué clase de vida
es ésta? Esto es maravilloso.

Ahora podemos ver que todo lo mencionado en el primer capítulo de Génesis está relacionado con
la vida. Le pido que lleve todos estos versículos y todos los puntos incluidos en este mensaje al
Señor en oración. Dígale: “Señor, tengo la vida. Pero Señor, Tú sabes que necesito las lumbreras del
cuarto día. Ya tengo la luz del primer día, pero necesito las luces del cuarto día. Señor Jesús, te
necesito como el sol. Necesito tener contacto directo contigo. Quiero estar en Tu presencia día tras
día. Quiero estar bajo Tu resplandor. También necesito la iglesia, la luna. Y además necesito las
estrellas. Necesito a los santos vencedores, aquellos que resplandecen, que vuelven muchos a la
justicia. Necesito a aquellos que vuelven a la gente de las tinieblas a la luz”. Si usted tiene contacto
con el Señor como el sol, con la iglesia como la luna, y con algunos santos como estrellas
resplandecientes, tendrá las luces del cuarto día. Crecerá por medio de esas luces. El plano de vida
que usted tiene pasará de la vida vegetal a la vida animal. Usted crecerá día tras día. Luego podrá
resistir cualquier situación de muerte y podrá trascender toda oposición, distracción o tentación.
Finalmente, usted regresará a la tierra por sí mismo para cumplir la voluntad de Dios. ¡Esto es
maravilloso!

Sin embargo, ésta no es la vida que tiene la consciencia de sí más elevada, sino una vida con una
elevada consciencia de sí. Debemos seguir adelante hasta la última parte del sexto día. Como
veremos en un mensaje posterior, al final del sexto día viene la vida que tiene la más elevada
consciencia de sí misma, la vida humana, una vida que expresa la imagen de Dios y que tiene
dominio sobre todas las cosas para Dios.
ESTUDIO-VIDA DE GENESIS

MENSAJE CINCO

LAS LUMBRERAS DEL CUARTO DIA


(UN PARENTESIS)

Antes de estudiar la creación del hombre, debemos considerar, a modo de paréntesis, el asunto de
las lumbreras del cuarto día. Génesis 1 relata que en el primer día de la restauración Dios llamó a la
luz. El primer día fue un día de luz y esa luz puede ser llamada la luz del primer día. En el cuarto
día, Dios hizo algo más en cuanto a la luz. El hizo los portadores de luz: el sol, la luna y las
estrellas. La Biblia no dice qué clase de luz había en el primer día, y no necesitamos adivinarlo. La
luz del primer día no era muy sólida, ni fuerte ni definida. No se le dio una designación específica;
fue llamada simplemente “luz”. No obstante, las luces del cuarto día: el sol, la luna y las estrellas,
eran definidas y sólidas, firmes y disponibles.

Si prestamos atención al relato de Génesis 1, veremos que la restauración que Dios efectuó junto
con Su creación adicional se cumplió en seis días. El fin de estos seis días no era la creación
original. Dios llevó a cabo la creación original en el versículo 1 de Génesis 1. Después de la
creación, se produjo un gran cambio que sucedió en alguna parte del versículo 2 del capítulo 1, y
Dios juzgó el universo. Después de ese juicio, transcurrió un largo período. Luego Dios vino a
restaurar y a crear algo más. Esta restauración, con su creación adicional, fue llevada a cabo en seis
días, que podemos dividir en dos secciones: los primeros tres días son la primera sección; y los
últimos tres, la segunda. Cada sección empieza con un día de luz. El primer día tuvo su luz, y el
cuarto día tuvo las suyas. En el primer día, Dios convocó la luz. En el cuarto día, restauró el sol, la
luna y las estrellas. Esto tiene mucho significado.

Estos días de luz marcan el comienzo de la creación de vida que Dios llevó a cabo. Toda la Biblia
revela que la luz es indispensable para la vida. Una vez más, vemos que la obra creadora de Dios
está completamente centrada en la vida. Todo lo que Dios creó e hizo giraba en torno a la vida y
tenía como fin la vida. Por consiguiente, la luz es necesaria. La luz y la vida siempre van a la par.
Por el lado negativo, las tinieblas y la muerte siempre van juntas. Antes de que Dios hiciera Su obra
restauradora, las tinieblas cubrían las aguas de la muerte, lo cual indica que las tinieblas y la muerte
eran uno. La muerte es abstracta y nadie puede verla. Por tanto, la Biblia usa el agua para
representarla. La profundidad del océano describe la muerte. Antes de que Dios efectuara Su obra
de restauración, había solamente dos cosas: las tinieblas y la muerte.

Dios es vida y luz, todo lo opuesto a la muerte y las tinieblas. El Dios de luz no puede tolerar las
tinieblas; ésta es la razón por la cual vino a disiparlas. Del mismo modo, el Dios de vida no puede
tolerar la muerte; por eso vino a sorberla. Cuando lea la Biblia, no adopte una posición científica;
enfóquela desde la perspectiva de Dios. Si leemos la Biblia desde el punto de vista de Dios, cada
línea se llenará de luz y de vida porque la Biblia es un relato del Ser divino, quien es luz y vida. El
Dios de luz y de vida eliminó las tinieblas y la muerte.

En el primer día, Dios mandó que la luz viniese y la luz vino. Luego Dios separó la luz de las
tinieblas. Esa separación puso un límite a las tinieblas. El Dios de luz parecía decir a las tinieblas:
“Tinieblas, escuchadme. Vosotras prevalecéis desde hace mucho tiempo y llenáis todo el universo.
Ahora Mi luz viene para limitaros. Sólo podréis dominar durante la noche. No queda sitio para
vosotras en el día. Os pongo límites. Separo la luz de vosotras. Jamás podréis volver a ocupar todo
el universo. Pues el universo me debe pertenecer por lo menos la mitad del tiempo”. ¡Aleluya!
Esto era bueno; sin embargo, era bueno a medias. Todavía queda cierta medida de tinieblas. Dios
sigue eliminando esta parte oscura hasta que lleguemos a Apocalipsis 21 y 22, donde leemos la
siguiente declaración: “Allí no habrá noche” (21:25b). ¡Aleluya! Vendrá el día cuando no habrá
noche.

Dios limitó las tinieblas el primer día y, según ese mismo principio, limitó las aguas de muerte el
tercer día. En Jeremías 5:22 leemos que Dios usó la arena, es decir, las partículas de roca más finas
para limitar las aguas de muerte. Dios dijo a las aguas de muerte: “Estos son vuestros límites. No
podéis ir más allá”. Por lo tanto, apareció la tierra seca, y separó la tierra del mar. Después del
primer día de restauración de la creación, la mitad era luz y la otra mitad tinieblas; después del
tercer día, la mitad era tierra y la otra mitad agua. Dios sigue obrando para eliminar la segunda
mitad de la noche y la segunda mitad de las aguas de muerte. En los nuevos cielos y la nueva tierra,
el mar ya no existirá (Ap. 21:1); en la Nueva Jerusalén, ya no habrá noche (Ap. 21:25b; 22:5). Esto
significa que tanto las tinieblas como la muerte serán totalmente eliminadas.

Examínese a sí mismo. ¿Qué medida de tinieblas tiene usted? ¿cuánta muerte lleva? Usted debe
contestar al Señor. Si usted crece continuamente en la presencia del Señor, un día podrá decirle a
Satanás: “Satanás, no tengo ninguna noche. Mi día dura veinticuatro horas. No contengo nada del
agua de muerte. En toda mi vida cristiana, en todas partes y en cada rincón, sólo se ve tierra seca. El
mar ya no está”. Todos debemos ser así.

Si queremos ser tales, necesitamos las luminarias del cuarto día. La luz del primer día sólo elimina
la mitad de nuestras tinieblas y la mitad de nuestra muerte. Las luces del cuarto día nos llevarán a
otro mundo donde no hay ni noche ni mar.

Todas las verdades bíblicas fueron sembradas, como las semillas, en el libro de Génesis,
particularmente en el primer capítulo. Génesis 1:14-18 es una semilla maravillosa de la luz revelada
en toda la Biblia. Según el principio de vida, las luces del cuarto día no sirven para generar la vida,
sino para hacerla crecer. En el tercer día, quizás al final de ese día, después de que el Señor llamase
a la tierra seca y que la tierra surgiera de las aguas de muerte, se generó la vida. En aquel entonces
había luz, aire y tierra, tres elementos necesarios para generar vida. Después de que apareció la
tierra seca, se generó la vida vegetal. Aunque Dios no estaba contento al final del segundo día (El
no dijo que era bueno), ciertamente se alegró al final del tercer día cuando vio la luz, el aire, la
tierra seca y toda la vida vegetal. Dios vio el pasto, las hierbas y los árboles, y dijo que eso era
bueno. Antes de ese momento, no se había creado la vida sobre la tierra.

La vida fue generada empezando con la vida vegetal. Pero ésta era una vida inferior, la vida con una
consciencia de sí muy rudimentaria, incapaz de caminar, de hablar y de entender a Dios. Dios puede
hablar a un lirio mil veces, pero el lirio no puede contestarle porque la vida de un lirio es demasiado
rudimentaria. Pese a que la vida estaba presente, necesitaba desarrollarse. Se necesitaban las
lumbreras del cuarto día para que la vida creciera. La luz del primer día sirvió para generar vida; las
lumbreras del cuarto día sirven para fomentar el crecimiento de la vida. En el cuarto día, las
lumbreras sólidas estaban preparadas; no se hizo otro trabajo.

Muchos de los jóvenes aquí presentes han recibido la luz del primer día, pero dudo mucho que
ustedes hayan entrado en las lumbreras del cuarto día. Las luces del cuarto día son distintas de la luz
del primer día. La luz del primer día era indefinida; las lumbreras del cuarto día son definidas.
Ahora debemos ver qué prefiguran el sol, la luna y las estrellas en tipología.
I. EL SOL: CRISTO Y LOS SANTOS

El sol representa a Cristo y también a los santos, quienes resplandecerán como el sol en el reino.
Malaquías 4:2 dice que Cristo es el sol de justicia. Sus alas (es decir, Su resplandor) sanan de la
muerte. Sin Su resplandor hay muerte; cuando aparece Su resplandor, se es sano de la muerte.
Lucas 1:78-79 revela que el nacimiento de Cristo fue la verdadera aurora de la humanidad. Mateo
4:16 nos dice que cuando Cristo vino al mar de Galilea, El apareció como una gran luz. El pueblo
que estaba sentado en las tinieblas vio una gran luz. La luz brilló sobre aquellos que estaban
sentados en la región y en la sombra de muerte. Esa luz era Jesús. Mateo 13:43a nos dice que los
santos vencedores resplandecerán como el sol en el reino venidero. Aunque podemos ser una
estrella hoy en día, es demasiado temprano para brillar como el sol. Tenemos que esperar el día de
la restauración para brillar así. En el reino, muchos santos resplandecerán como el sol. Hoy en día
Cristo es el sol; mañana los santos vencedores también serán el sol.

II. LA LUNA: LA IGLESIA

La luna es la iglesia. En el sueño de José, su padre fue asemejado al sol, su madre a la luna, y sus
hermanos a las estrellas (Gn. 37:9). La iglesia es la novia, la esposa, de Cristo. Por consiguiente, la
luna es un figura de la iglesia (cfr. Cnt. 6:10).

En Apocalipsis 1:20 se nos dice que las iglesias locales son candeleros. Las lámparas son necesarias
por la noche, no en el día. Apocalipsis 1:20 demuestra claramente que la era de la iglesia no es un
día sino una noche. La iglesia como candelero brilla en la noche. Pero el candelero mismo no brilla;
lo hace la lámpara. Los siete candeleros se encuentran en el capítulo 1 de Apocalipsis y las siete
lámparas en el capítulo 4. Las siete lámparas son los siete Espíritus (Ap. 4:5). La iglesia es el
candelero, y el Espíritu es la lámpara sostenida por el soporte. Si a la iglesia le hace falta el Espíritu,
será un candelero sin luz. En dicho caso se convertirá en una piedra de tropiezo. Pero el candelero
con la lámpara brillante es algo maravilloso. Podemos tener la iglesia como candelero, pero ¿qué
podemos decir de la lámpara? Necesitamos la lámpara. Algunos dirán: “Tengo el Espíritu Santo
como lámpara. No me preocupa el candelero”. Si usted dice eso, está equivocado. Pues la lámpara
está sobre el candelero. Si ahora, en la era de la iglesia, usted desea tener la luz de los siete
Espíritus, necesita las iglesias. Las siete lámparas están en los siete candeleros.

Durante la era de la iglesia, está de noche, y durante la noche no tenemos acceso directo al sol, a la
luz de Cristo. Necesitamos que nos sea reflejada. Necesitamos que la luna refleje la luz del sol;
necesitamos que la iglesia refleje la luz de Cristo. Sin la iglesia sería difícil ver la luz de Cristo.
Cuando llegamos a la iglesia y ésta no está menguando, ciertamente recibimos luz.

Al examinar la historia, vemos que hubo un largo período durante el cual la iglesia estaba
menguando. Cuando la luna está menguando, es el momento propicio para que brillen las estrellas.
Durante la Edad Media o el Oscurantismo las estrellas brillaron. Martín Lutero era una estrella.
Antes y después de Lutero, muchas otras estrellas importantes brillaron debido a que la luna estaba
menguando. Hace dos siglos, Zinzendorf y los llamados hermanos moravos practicaban la vida de
iglesia. Aunque su luna no era una luna llena, por lo menos era una luna creciente, que le recordaba
a la gente que la iglesia estaba presente. Un siglo más tarde, surgieron algunos hermanos en
Inglaterra y la luna creciente aumentó hasta llegar casi a ser luna llena. Filadelfia, la iglesia, estaba
allí. No obstante, no duró mucho tiempo. Existe un proverbio según el cual la luna empieza a
menguar cuando está llena. En un período de setenta años, que abarca el fin del siglo diecinueve y
el principio del siglo veinte, podemos ver algunas estrellas como Andrew Murray, la señora Penn-
Lewis y A. B. Simpson. Durante aquel tiempo, hubo estrellas sin luna; no existía la vida de iglesia.
La luna estaba menguando y las estrellas brillaban.

¡Alabado sea el Señor! Hoy en día, si no tenemos una luna llena, por lo menos tenemos una luna
creciente. En las iglesias no debemos esperar ver gigantes espirituales. Si hay gigantes, esto
significa que la luna está menguando. Cuando la luna aumenta y crece, las estrellas no deberían ser
tan visibles. No quiero ser una estrella grande, sino un hermano pequeño. Cuando tenemos la luna,
tenemos poca necesidad de estrellas.

Si acudimos al sol pidiéndole que nos alumbre durante la noche, estamos locos. El sol nos dirá: “No
acuda a mí. Vaya a mi reflejo. Vaya a la iglesia si desea recibir la luz que procede de mí. La iglesia
refleja Mi luz”. Debemos recordar que es de noche; no ha llegado el día. Necesitamos la iglesia. El
Espíritu habla a las iglesias. “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” (Ap.
3:22). Debemos ir a las iglesias y obtener la luz del sol indirectamente.

Muchos santos queridos dicen: “No me interesan las iglesias, sólo me interesa Cristo”. Puedo
garantizar que todo aquel que diga eso no crecerá. Es posible que los que afirman esto tengan la luz
del primer día, pero carecen de las lumbreras del cuarto día. Si usted les pregunta a los santos, ellos
le dirán que sólo empezaron a crecer cuando entraron en la iglesia. Cuando volvemos sinceramente
nuestro corazón a la iglesia, recibimos indirectamente la luz adecuada de Cristo.

Como muchos pueden testificar, cada vez que nos incomodaba la iglesia y que la rechazábamos,
estábamos totalmente en tinieblas. Cuando usted le vuelve la espalda a la luna durante la noche, su
rostro queda en tinieblas. Pero cuando nos volvemos a la iglesia y somos uno con ella, el resplandor
llega inmediatamente.

Algunos dirán que ponemos demasiado énfasis en la iglesia y descuidamos a Cristo. Pero ¿cómo
podría brillar la luna sin la luz del sol? Sin Cristo, la iglesia no tiene ninguna luz. El resplandor de la
luna durante la noche es simplemente el reflejo de la luz solar. La luz de la iglesia no es más que el
reflejo de Cristo. A los que hablan tanto acerca de Cristo sin tener contacto con la iglesia adecuada
les resultará difícil obtener la luz verdadera y práctica necesaria para el crecimiento en vida. Para
crecer en vida, necesitamos la luz de la luna, la cual constituye una parte principal de los luminares
del cuarto día. Cuanta más vida de iglesia tengamos, más Cristo tendremos, más luz recibiremos y
más crecimiento en vida experimentaremos.

III. LAS ESTRELLAS: CRISTO Y LOS SANTOS

Las estrellas son Cristo y los santos. Aunque Cristo es el verdadero sol, El no aparece como el sol
durante esta edad nocturna. El resplandece como una estrella, como la estrella resplandeciente de la
mañana (Ap. 22:16b). Cristo mismo es una estrella. Los santos vencedores también son estrellas. En
2 Pedro 1:19 se nos exhorta a prestar atención a la Palabra segura hasta que se levante dentro de
nosotros la estrella de la mañana, la cual es Cristo. Apocalipsis 1:20 no sólo declara que las iglesias
son los candeleros que brillan con el Espíritu, sino que también los ángeles de las iglesias, es decir,
los que tienen el liderazgo o los mensajeros, son las estrellas que brillan. Daniel 12:3 afirma que
aquellos que vuelven a muchas personas del camino incorrecto a la justicia resplandecerán como
estrellas. En Mateo 5:14, descubrimos que los creyentes hoy en día son la luz del mundo; y
Filipenses 2:15 dice: “En medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo”. Todos estos
versículos muestran que los santos que están en el camino correcto y tienen la posición adecuada
son estrellas.
IV. GOBIERNAN PARA QUE HAYA DISCERNIMIENTO

Las lumbreras del cuarto día gobiernan para que haya discernimiento. El discernimiento procede de
la luz. Sin las luminarias del cuarto día, resulta difícil discernir los objetos. Todos necesitamos este
discernimiento para crecer en vida. Los jóvenes necesitan el discernimiento para saber adónde
deben ir, qué deben decir y hacer, qué procede de Dios y qué es de Satanás, qué está en el espíritu y
qué está en el alma. Incluso los jóvenes de secundaria necesitan discernir con cuáles compañeros de
clase deben relacionarse y a quiénes deben evitar.

El discernimiento procede de la luz. Cuando la luz resplandece, gobierna. Si estoy en un cuarto


oscuro, tropezaré. Sin luz no hay dirección ni gobierno ni discernimiento. Pero si me encuentro bajo
el resplandor de la luz, puedo discernir el camino que debo seguir.

Ustedes los jóvenes que están cursando la escuela secundaria, son diferentes de todos los demás
estudiantes porque ustedes son hijos del día. Los demás alumnos siguen en las tinieblas. Cuando
usted hable con su maestro, sabrá qué decirle. Usted tiene discernimiento. Para los padres, la mejor
manera de cuidar a sus hijos es ponerlos en las manos del Señor. Entonces tendrán la luz, y ésta los
gobernará. Esta dirección que les da la luz, proporcionará a los hijos el mejor discernimiento. Nunca
caerán en la tentación de consumir drogas. El discernimiento es la mejor protección.

Repito que este discernimiento procede del resplandor, y el resplandor de la luz no es más que el
gobierno. Si usted lee Génesis 1:14, 16, 18 y Efesios 5:8-11, 13-14 y ora al respecto hasta que estos
versículos entren en usted y hasta que la luz brille sobre usted, sabrá lo que debe reprobar, lo que
debe aceptar, lo que debe recibir y lo que debe rechazar. La Primera Epístola de Juan 1:5-7
constituye una porción que nos indica con claridad que Dios es luz, que si tenemos comunión con
El estamos en la luz, y que cuando andamos en la luz conocemos la diferencia entre las tinieblas y
la luz. Así, tenemos el gobierno con el discernimiento.

V. COMO SEÑALES: PRINCIPALMENTE AL VIAJAR

El sol, la luna y las estrellas son señales. Estas señales sirven principalmente mientras viajamos.
Antiguamente los marineros navegaban guiados por las estrellas. Hoy en día, conducimos nuestros
automóviles conforme a las señales de tránsito. Por lo tanto, las señales sirven para viajar.

Los fariseos y los saduceos acudieron al Señor Jesús, y le pidieron que les mostrase una señal del
cielo (Mt. 16:1-4). El Señor [llamándolos necios,] les dijo: “Al atardecer, decís: Hará buen tiempo;
porque el cielo tiene arreboles. Y por la mañana: Hoy habrá tempestad; porque el cielo tiene
arreboles y está sombrío. Sabéis discernir el aspecto del cielo, mas las señales de los tiempos no
podéis”. [Dándoles a entender:] “Yo soy la señal; soy como Jonás. Vosotros no veis la señal porque
no tenéis la luz”. Los discípulos también acudieron al Señor en el monte de los Olivos y le
preguntaron acerca de la señal de Su venida, la señal del fin de esta era (Mt. 24:3).

No sólo tenemos estos versículos, sino que también vemos en Apocalipsis 12:1 una gran señal en el
universo: la señal de una mujer con el sol, la luna y las estrellas. Para poder movernos
apropiadamente por este universo, tenemos a esta mujer como una gran señal. Esta mujer está
relacionada de alguna manera con la iglesia. No estoy diciendo que la mujer sea la iglesia, sino que
la iglesia constituye una parte importante de esa mujer. Si hemos de conducirnos y actuar en este
universo, necesitamos conocer a esa mujer.
Ella tiene su origen en Génesis 3. En la Biblia vemos muchas mujeres. Satanás entró en el linaje
humano por medio de una mujer, y el Señor Jesús también entró en el género humano por medio de
una mujer. Finalmente la Biblia tiene su consumación en la Nueva Jerusalén, la cual es una mujer,
la novia de Cristo. ¡Aleluya! Todos formaremos parte de esa mujer. Por consiguiente, todos
debemos conocer la mujer de Apocalipsis 12. Ella es una mujer bíblica, una mujer universal que
abarca toda la Biblia. En realidad, ella empezó en Génesis 2 con Eva, no en Génesis 3, y luego va
de Génesis 2 a Apocalipsis 22. Si usted conoce a esa mujer, conocerá las señales. Ella es una señal
muy prominente. Constituye una señal para que el pueblo de Dios sepa si debe continuar o
detenerse. Por carecer de esa mujer, muchos cristianos no saben qué hacer. No tienen la manera de
seguir adelante. Necesitamos una señal, una señal que proceda de las lumbreras del cuarto día.

VI. PARA LAS ESTACIONES: DESIGNADAS POR LA LUNA,


ESPECIALMENTE PARA EL CRECIMIENTO

Las señales sirven para trasladarse uno, y las estaciones propician el crecimiento. Las palabras que
el Señor Jesús pronunció sobre la cosecha muestran que las estaciones sirven para fomentar el
crecimiento (Jn. 4:35). Eclesiastés 3:1-8 nos dice que hay un tiempo para sembrar y un tiempo para
cosechar. Esto se refiere a las estaciones. Las estaciones son necesarias para el crecimiento. Si usted
es agricultor, debe conocer las estaciones. ¿Sembraría usted la semilla en invierno o descansaría en
verano? Las estaciones nos indican cuándo debemos arar, cuándo sembrar, cuándo cosechar y
cuándo descansar. En Apocalipsis 22:2 vemos que el árbol de la vida lleva fruto cada mes. Las
estaciones se designan por los meses, y los meses son determinados por la luna.

Debemos leer varios versículos en Levítico sobre este punto (Lv. 23:2, 5, 6, 24, 27, 34, 39, 41).
Estos versículos indican que en el primer mes del año el pueblo celebraba una fiesta. La fiesta se
relacionaba también con las estaciones. En el primer mes se celebraba la fiesta de la Pascua.
Después venía la fiesta de los panes sin levadura, luego la fiesta de las primicias, y después la fiesta
de las siete semanas, llamada la fiesta de Pentecostés. Estas cuatro fiestas se celebraban durante la
primera mitad del año. En el primer día del séptimo mes, tenían la fiesta de las trompetas, y en el
décimo día del séptimo mes, la fiesta de la expiación. Se celebraba además la fiesta de los
Tabernáculos en el decimoquinto día del séptimo mes. Cada una de estas siete fiestas se celebraba
conforme a los meses.

Sin un tiempo de crecimiento, usted nunca podría celebrar una fiesta. Sin crecimiento, ¿qué va a
festejar usted? En tiempo de fiesta, el pueblo de Israel traía sus riquezas: vacas, corderos, uvas y
todos los productos del crecimiento. La fiesta de los Tabernáculos era particularmente una fiesta en
la que se disfrutaba la cosecha. El Señor dijo que debemos reunirnos en Su presencia y disfrutar la
cosecha; ésta es una fiesta. La fiesta es el resultado del crecimiento, y este crecimiento está
estrechamente relacionado con la luna, la iglesia. Si no tenemos la iglesia, carecemos del elemento
de la fiesta. Pocos cristianos celebran la fiesta porque no tienen la luna. No disfrutan plenamente a
Cristo como fiesta porque no tienen la iglesia. Necesitamos la iglesia para designar las estaciones
que determinarán el crecimiento y las fiestas.

Números 28:11 habla de la luna nueva, y Números 29:6 menciona los meses. Estos versículos están
relacionados con los meses.

Jeremías 8:7 habla de la cigüeña que conoce el tiempo señalado para volar. También habla de la
tórtola, la grulla y la golondrina, que conocen su tiempo, su estación. El Señor dijo que Su pueblo
no conoce las estaciones. Es la situación de hoy. Los cristianos no tienen ni verano ni primavera; no
tienen la primera luna, ni la última luna; no tienen ninguna luna. No tienen ninguna estación: ni
primavera, ni otoño, ni verano, ni invierno. En cierto sentido, pasa lo mismo cada día. Por
consiguiente, no tienen ninguna posibilidad de crecer ni de festejar, porque carecen de las lumbreras
del cuarto día.

No obstante, cuando estamos en la vida adecuada de iglesia, la iglesia designará los meses, los
meses traerán las estaciones, y las estaciones nos proporcionarán las fiestas. Tendremos todas las
fiestas.

VII. PARA LOS DIAS:


ESTABLECIDOS POR LA ROTACION DE LA TIERRA
A FIN DE CREAR NUEVOS COMIENZOS

Tanto los días como los años están relacionados con el sol. La tierra pasa por dos clases de
movimientos en relación con el sol: la rotación de cada día y la translación de cada año. La vuelta
que da en un día es llamada rotación; el movimiento que lleva a cabo en un año es llamado
translación. Todos sabemos que la rotación de la tierra se efectúa en un día y que la translación
sucede en un año. Las palabras “para días” (Gn. 1:14b) significa que la tierra gira continuamente
para crear nuevos comienzos. ¡Aleluya! Cada día es un nuevo comienzo, pues cada día tenemos un
amanecer. Cada día tenemos una madrugada. Cristo, como sol, nos da un nuevo comienzo día tras
día. Cada mañana, el avivamiento matutino debe ser nuestro amanecer, un tiempo en el cual la luz
del alba se levanta dentro de nosotros para que tengamos un nuevo comienzo.

En Números 28:3-4, descubrimos que cada mañana debemos presentar holocaustos. Cada día es un
nuevo comienzo. Lamentaciones 3:22-23 revela que las misericordias y compasiones del Señor son
nuevas cada mañana. En 1 Tesalonicenses 5:4-8 se nos dice que no somos hijos de la noche, sino
hijos del día.

VIII. PARA AÑOS:


ESTABLECIDOS POR LA TRANSLACION ANUAL
DE LA TIERRA A FIN DE
CREAR COMIENZOS MÁS IMPORTANTES

Las revoluciones anuales de la tierra alrededor del sol producen principios más importantes. Esto es
verdaderamente maravilloso. Estamos en Cristo y estamos en la iglesia. Por consiguiente, tenemos
el sol y la luna, que nos traen las estaciones, los días y los años.

Cuando el pueblo de Israel salió de Egipto, el Señor le dijo que ése sería el principio de un nuevo
año (Ex. 12:2). Cuando fuimos salvos, aquello también fue el comienzo de un nuevo año, el año de
nuestro renacimiento, una verdadera revolución en nuestra vida. Mi primera revolución se produjo
en 1925, el año en que fui salvo. La segunda fue en 1931, el año en que fui reavivado. Menos de un
año después, en julio del año 1932, tuve otra revolución: vi la iglesia. Eso cambió toda mi vida
cristiana. En mi vida cristiana he tenido numerosos años nuevos, además de éstos. Año tras año,
Cristo como sol verdadero nos da un nuevo comienzo.

Ninguna cosecha puede crecer si no ocurren las estaciones, si no transcurren los días y los años.
Todas las cosechas crecen mediante las lumbreras del cuarto día. Por una parte, somos la cosecha de
Dios; por otra, somos la labranza de Dios. Necesitamos la luna que designa las estaciones para
nosotros y necesitamos el sol que designa los días y los años.
Génesis 8:13 nos dice que Noé volvió a la tierra el primer día del primer mes. El tuvo un nuevo
comienzo el primer día del primer mes, otro comienzo en la nueva tierra. Exodo 40:2, 17 revela que
el tabernáculo fue erigido el primer día del primer mes, otro comienzo. ¿Por qué Dios no ordenó al
pueblo que levantara el tabernáculo en el vigésimo noveno día del cuarto mes, sino en el primer día
del primer mes? Para marcar un nuevo comienzo. En 2 Crónicas 29:17 y Ezequiel 45:18 se nos dice
que el pueblo purificaba y santificaba el templo en el primer día del primer mes. El regreso de
Babilonia empezó el primer día del primer mes, según Esdras 7:9. Todos los cristianos necesitan
estos cuatro comienzos: la llegada a la nueva tierra, el levantamiento del tabernáculo de Dios, la
purificación del templo de Dios, y el regreso del cautiverio. Todas estas cosas son nuevos
comienzos en la vida cristiana, los cuales son necesarios para el crecimiento en Cristo y deben
producirse en “el primer día del primer mes”.

IX. SOMBRAS DE CRISTO

Todos los días, las señales, las estaciones y los años son sombras. Cristo es la realidad (Col. 2:16-
17). Cristo es el día santo, Cristo es la nueva luna, Cristo es el día de sábado, Cristo es el comienzo
del año, Cristo lo es todo. Cristo es su nuevo comienzo, un comienzo más importante que un año y
más pequeño que un día. Cristo es la nueva luna.

X. LAS LUCES FORTALECEN

En el milenio, la edad del reino, la luz de la luna equivaldrá a la luz del sol, y la luz solar se
intensificará siete veces, como de siete días (Is. 30:26). El Espíritu intensificado de Dios llega a ser
los siete Espíritus; el sol intensificado se convertirá en la luz solar siete veces intensificada. Esto se
producirá durante la edad del reino, el tiempo de restauración, cuando Dios sane a Su pueblo. No
obstante, ahora tenemos un anticipo. En algunos santos la luna resplandece como el sol. Para mí, la
vida de iglesia es semejante al sol, mucho más fuerte que la luna ordinaria. Tengo una luna
brillante, tan resplandeciente como el amanecer, y el sol tiene una luz siete veces intensificada.

XI. FINALMENTE NO HABRA NOCHE

En la Nueva Jerusalén no habrá noche (Ap. 21:23, 25b; 22:5). En esa ciudad no se necesitará ni sol
ni luna ni luminares porque el Dios Triuno será su luz. Si leemos detenidamente el Apocalipsis,
veremos que fuera de la Nueva Jerusalén, fuera de la ciudad, todavía habrá día y noche, pero dentro
de ella no habrá noche. Tendremos a nuestro Dios Trinó como la luz perfecta y única que brilla
sobre nosotros. Los días constarán de veinticuatro horas de luz.

No obstante, hoy en día necesitamos las lumbreras del cuarto día. Necesitamos particularmente la
luna y las estrellas que reflejan la luz del sol. Esa es la manera en que crecemos. Espero que el
Señor le hable a usted acerca de su crecimiento, para que su crecimiento en vida se produzca con
los luminares del cuarto día. La luz del primer día fue necesaria para generar la vida, para que usted
volviera a nacer. Sin embargo, usted necesita las lumbreras del cuarto día para poder cr

ESTUDIO-VIDA DE GENESIS

MENSAJE SEIS
DIOS RESTAURA Y CREA ALGO MÁS

(3)

EL PROPOSITO

En este mensaje consideraremos la creación de la vida humana, la vida más elevada con la
consciencia de sí más desarrollada. El último mensaje era un paréntesis, y en este mensaje
continuaremos nuestro estudio con el proceso restaurador de Dios y con la creación adicional.

13) El concilio de la Deidad

Génesis 1:26 revela que hubo un concilio celebrado por la Deidad y entre la Deidad. Decimos
“entre” porque Dios es triuno. En términos humanos, podemos decir que existen tres Personas en la
Deidad, un Dios de tres Personas. No puedo explicar esto. Sólo puedo decir que Dios es triuno, que
tenemos un solo Dios de tres Personas. Hubo un concilio celebrado por las tres Personas de la
Deidad, y se tomó una decisión. Este concilio y la decisión tomada en él inició la madurez de vida.
Después de crear el ganado, las bestias y los reptiles en la primera parte del sexto día, Dios no
procedió inmediatamente a crear al hombre, sino que tuvo un concilio para hablar del tema. Leamos
Génesis 1:26: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre...” Si leemos este versículo detenidamente,
veremos que hubo una especie de concilio. Dios dijo: “Hagamos...” Dios es uno; sin embargo, el
verbo usado aquí es plural. Esto demuestra que Dios es triuno. No dice: “Voy a hacer...” La palabra
“hagamos” significa tengamos comunión. Aunque usted quizá piense que deduzco demasiado, de
todos modos tenemos la expresión “hagamos” en la Biblia.

Después de crear todo lo que mencionamos anteriormente, Dios necesitaba de todos modos crear al
hombre como la vida creada más elevada a fin de expresarse a Sí mismo y expresar Su imagen y
semejanza. Para cumplir esta obra, necesitamos que el Dios Triuno (el Padre, el Hijo y el Espíritu)
obre en el hombre. Los libros bíblicos que vienen luego lo comprueban plenamente.

Hasta ahora hemos visto ocho puntos sobre la vida. No lo olvide. Dios creó el pasto, las hierbas y
los árboles al final del tercer día, antes de las lumbreras del cuarto día. Después de éstas, creó los
peces y las aves en el quinto día. En la primera parte del sexto día, Dios creó el ganado,
representado por el buey, las fieras representadas por el león, y las cosas que se arrastran. Por tanto,
hubo tres representantes de la vida vegetal y cinco de la vida animal. Nos podría parecer que toda la
tierra estaba llena de vida. No obstante, no había una vida madura.

La vida madura en esta tierra se encuentra en la vida humana. Aun hoy en día, después de seis mil
años, ninguna vida sobre esta tierra puede superar la vida humana. No se menosprecie. Usted es
muy grande, más elevado que el pasto, las hierbas y los árboles, y más desarrollado que el ganado,
las bestias y los reptiles. Usted es la vida creada más elevada. Sin el hombre, no habría madurez de
vida. Por consiguiente, el Dios Triuno tuvo un concilio y dio inicio a la madurez de la vida. El Dios
Triuno decidió crear la vida más elevada.

14) El hombre fue generado como centro

El hombre fue generado como centro; es una vida más avanzada y tiene una consciencia de sí más
elevada. Esta es la madurez de la vida que tiene la imagen de Dios y que puede ejercer el dominio
de Dios. En esta tierra el hombre es el centro. Como lo hemos hecho notar anteriormente, los cielos
fueron creados por causa de la tierra, y la tierra por causa del hombre. Todo lo que está en el cielo:
la luz del sol, la lluvia y el aire, es necesario para el crecimiento de la vida sobre la tierra. Sin la luz
del sol, la lluvia y el aire, la vida no podría existir en la tierra. Por tanto, los cielos son necesarios
para esta tierra, y la tierra, con toda clase de vida, es necesaria para el hombre. Todos sabemos que
los minerales son indispensables para las plantas, las plantas para los animales, y las plantas y los
animales para el hombre, y el hombre está destinado para Dios. Por tanto, el hombre es el centro.

Los cielos fueron cimentados y la tierra fue preparada. Todo estaba listo para que el hombre llegase.
¡Alabado sea el Señor! Dios no creó al hombre para pedirle luego que esperase a que El cimentara
los cielos y preparase la tierra para él. Por el contrario, después de que Dios estableció los cielos,
preparó la tierra y tuvo todo listo, el hombre vino a existir. Finalmente Dios creó al hombre. El
hombre vino al final pero era y sigue siendo el centro.

Eso es idéntico a un matrimonio según la costumbre oriental. En ese matrimonio, el marido prepara
todo y al final llega la novia. La novia no llega y luego espera que todo esté preparado. Después de
que todo está listo, aparece la novia. Del mismo modo, la tierra entera es el lugar de la boda de
Dios. Dios lo ha preparado todo para Su boda. ¿Quién es la novia? La novia es el hombre.

El hombre es la madurez de toda vida creada. Sin el hombre, no hay madurez. Considere el pasto.
Es verde y tierno, pero le hace falta la forma, la apariencia. No tiene rostro. Las hierbas, que
incluyen el maíz y el trigo, son plantas más desarrolladas en su forma. Sin embargo, tampoco tienen
rostro. Los árboles son más grandes, y llevan fruto y también semillas; no obstante, ninguno de
ellos tiene un rostro para expresarse. Después de estos tres niveles de vida vegetal, aparecen los
peces, el primer nivel de vida animal. El pez sí tiene un rostro con dos ojos, pero no se puede
distinguir claramente su cabeza, pues los peces no tienen cuello. Las aves sí tienen rostro y también
un cuello que se puede distinguir; poseen ojos, oídos y una especie de boca, algo más parecido al
rostro humano. El ganado, los caballos y los bueyes tienen rostros más parecidos al rostro humano.
Después del ganado, tenemos las bestias, y específicamente el león. El rostro de un león se asemeja
bastante al rostro de un hombre. Aunque la afirmación de Darwin de que el hombre desciende del
mono es una insensatez, no podemos negar que los rostros de algunos animales se parecen al rostro
del hombre. No obstante, por mucho parecido que tengan los rostros de las aves, del ganado, de las
bestias, de las águilas, de los bueyes y de los corderos con el rostro humano, de todos modos no son
hombres. Les hace falta mucho y son inferiores. No son la madurez de la vida creada.

Ezequiel 1:5 y 10 habla de los cuatro seres vivientes. Estos son semejantes al hombre. Cada uno
tiene cuatro caras: de frente tienen rostro de hombre, en la derecha tienen cara de león, en el lado
izquierdo tienen el rostro de un buey, y en la parte posterior, cara de águila. Detrás tienen el rostro
de un águila porque no se parece mucho al de un hombre. Los rostros del león y del buey son más
parecidos al rostro humano. No obstante, la cara humana es la expresión suprema. Por tanto, la vida
humana es la madurez de toda vida creada, pues puede expresar a Dios y ejercer el dominio de
Dios.

Lo más llamativo y maravilloso de la vida humana es su consciencia de sí. Tenemos efectivamente


la consciencia más elevada. La consciencia que tenemos de nosotros mismos es más desarrollada
que la de los peces, las águilas, los bueyes y los leones. En cuanto a ser consciente de sí, la vida
humana es la más elevada. Debemos gritar: “¡Aleluya!” En el universo y en la tierra, se generó al
hombre. El hombre fue creado y posee una vida que tiene la más elevada consciencia de sí, una vida
capaz de expresar a Dios y representarlo. ¡Esto es maravilloso! La creación del hombre fue tan
crucial e importante que el Dios Triuno celebró un concilio antes de llevarla a cabo. El cielo había
sido restaurado. Los cielos fueron establecidos para servir a la tierra. La tierra seca apareció a fin de
generar la vida vegetal, la vida animal y la vida humana. Mire al cielo; tenemos el sol, la luna, las
estrellas, la lluvia y el aire. Considere la tierra: vemos el pasto, las hierbas y los árboles. Tenemos
las aves en los aires, los peces en el agua, y el ganado, las bestias y los reptiles sobre la tierra. Como
centro de todo eso, se encuentra el hombre, el cual expresa a Dios y lo representa. Después de crear
al hombre, Dios descansó. El quedó satisfecho.

b. Los puntos centrales

Ahora llegamos a los puntos centrales de la obra restauradora de Dios y de Su creación adicional.

1) Recobrar la tierra

Dios necesitaba recobrar la tierra para generar vida y para ejercer dominio (Gn. 1:9, 26, 28).
Mientras la tierra se hallaba bajo las aguas de muerte, no quedaba ninguna posibilidad de generar
vida ni de ejercer dominio. Para obtener ambas cosas necesitaba recobrar la tierra.

2) Obtener al hombre

El segundo punto central consiste en obtener al hombre como expresión de Dios mismo y en juzgar
al enemigo de Dios (Gn. 1:26-28). Más adelante profundizaremos en esto.

3) Generar vida

El tercer punto central consistía en generar vida. Esto era necesario para que Dios pudiera
expresarse y ejercer Su dominio. Recuerde estos tres puntos centrales: recobrar la tierra, obtener al
hombre y generar vida. Aunque las cosas creadas por Dios son numerosas, en Génesis 1 y 2 Dios
sólo menciona la vida y lo relacionado con ella, porque la restauración y creación adicional se
centraban en la vida. Toda la creación estaba centrada en la vida. Dios recobró la tierra, creó al
hombre y produjo toda clase de vida con el propósito de expresarse a Sí mismo y vencer a Su
enemigo.

c. El propósito

Ahora llegamos al propósito de la obra restauradora de Dios y de Su creación adicional. Es


sumamente importante.

1) Obtener al hombre para que exprese a Dios

El propósito principal de la obra restauradora de Dios y Su creación adicional fue obtener al


hombre, un hombre corporativo, que lo expresara a El (Gn. 1:26, 27). El hombre que Dios creó era
un hombre corporativo. Dios no creó muchos hombres. El creó a la humanidad colectivamente en
una sola persona, Adán. Dios creó a Adán, quien era un hombre corporativo, un hombre colectivo.
El día que Adán fue creado, fuimos creados todos. Si usted tiene treinta años de edad, no diga que
fue creado hace treinta años. Usted nació hace treinta años, pero fue creado hace seis mil años.
Aunque quizás yo haya nacido cuarenta años antes que usted, fuimos creados al mismo tiempo.
Cuando Adán fue creado, todos fuimos creados porque todos fuimos creados colectivamente en él.
Estábamos incluidos en Adán. Dios no creó un hombre individual, sino un hombre corporativo que
lo expresara a El. En el versículo 26 Dios dijo: “Señoreen” (heb.); aunque se trata de un solo
hombre, el verbo es plural. Esto demuestra que ese hombre es un hombre corporativo. En este
versículo, el verbo plural indica que Dios es triuno, y el complemento plural indica que el hombre
es corporativo. Dios creó al hombre corporativo a Su propia imagen y semejanza para que éste le
expresara.

a) Con la imagen de Dios interiormente

En Génesis 1:26 dice: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza...”
Aquí encontramos dos cosas: la imagen y la semejanza. Todos los estudiosos serios de la Biblia
concuerdan en que la imagen se refiere a algo interno y la semejanza a algo externo. Todos tenemos
algo interior: el intelecto, la voluntad y la parte emotiva. Exteriormente, tenemos la semejanza, la
forma física.

(1) La imagen de Dios es Cristo

En 2 Corintios 4:4 y en Colosenses 1:15 se revela que la imagen de Dios es Cristo. Cristo es la
imagen del Dios invisible. Dios es invisible; no obstante, tiene una imagen. El Dios invisible tiene
una imagen visible. A Dios nadie lo vio jamás, pero Cristo lo ha dado a conocer (Jn. 1:18). Todos
nosotros hemos visto a Cristo de un modo u otro. Pedro lo vio. Juan lo vio. Después de Su
resurrección, lo vieron quinientos hermanos al mismo tiempo (1 Co. 15:6). El es realmente la
imagen de Dios. Hebreos 1:3 declara que Cristo es la imagen visible de la Persona de Dios.

(2) El hombre fue creado a la imagen de Cristo

El hombre, por haber sido creado a la imagen de Dios, la cual es Cristo, fue creado a la imagen de
Cristo. En Génesis 1:26, Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen...” Pero en el versículo
27 dice: “Creó Dios al hombre a Su imagen”. Indudablemente “Su imagen” aquí significa la imagen
de Cristo. Así que, el hombre fue hecho a la imagen de Cristo.

(3) Adán tipificaba a Cristo

Romanos 5:14 revela que Adán, el primer hombre, tipificaba a Cristo, era figura de El. Si tomamos
la fotografía de una persona, esa imagen es la figura de la persona o el tipo de ella. Adán era la
fotografía de Cristo. Cristo era la imagen de Dios, y Adán era la fotografía de Cristo. Así como la
fotografía es la expresión de cierta imagen, también el hombre fue hecho para ser la expresión de la
imagen de Dios, la cual es Cristo.

Usemos un guante como ejemplo. Un guante es hecho a la imagen y semejanza de la mano. Tanto la
mano como el guante tienen cinco dedos. El guante fue hecho a la imagen de la mano para que un
día la mano pudiese entrar en el guante. La mano llena el guante, y el guante expresa la mano. ¿Por
qué fue hecho el hombre a la imagen de Cristo? Porque Dios quería que algún día Cristo entrara en
el hombre y se expresara por medio de éste. Romanos 9:21 y 23 nos revela claramente que el
hombre fue hecho como una vasija, es decir, como un recipiente. El hombre no es ni un cuchillo, ni
un martillo, ni una herramienta; es una vasija, un recipiente. Romanos 9:21 y 23 añade que el
hombre fue hecho como vaso de honra para contener a Dios, para contener la gloria de Dios. En 2
Corintios 4:7 se afirma que tenemos este tesoro en vasos de barro. Esta vasija es semejante al
guante; un día la mano entra en él; el contenido entra en el recipiente. Somos simplemente una
vasija que debe contener a Cristo.
(4) Cristo fue hecho a la semejanza del hombre

Un día Cristo vino para tomar la semejanza del hombre (Fil. 2:6-8). El hombre fue hecho a la
imagen de Cristo, y Cristo fue hecho a la semejanza del hombre. ¿No es eso maravilloso? ¿Quién es
conforme a quién? Es algo mutuo. El hombre fue hecho conforme a Cristo, y Cristo fue hecho a la
semejanza del hombre para que mediante Su muerte y resurrección, el hombre pudiera obtener la
vida de Dios. Esto es un misterio; no obstante, es un hecho. ¡Aleluya! Todos hemos obtenido esta
vida.

(5) El hombre puede ser transformado


y conformado a la imagen de Cristo

Nosotros por tener la vida divina podemos ser transformados y conformados a la imagen de Cristo
(2 Co. 3:18; Ro. 8:29m). Aquí tenemos dos cosas: la transformación y la conformación. La
transformación es interior y la conformación es exterior.

Tenemos un intelecto, una parte emotiva y una voluntad, los cuales fueron hechos conforme a
Cristo. Sin lugar a dudas, Cristo tiene el mejor intelecto, la mejor voluntad y la mejor parte emotiva.
Nuestro intelecto, nuestra voluntad y nuestra parte afectiva no son muy reales. Considere
nuevamente el ejemplo de la mano y el guante. La mano humana tiene un pulgar y cuatro dedos, y
el guante tiene también un pulgar y cuatro dedos. No podemos negar que el pulgar de un guante es
un pulgar, pero cuando lo comparamos con el pulgar de la mano, encontramos una gran diferencia.
Compare su intelecto con el de Cristo. Nuestro intelecto se parece al pulgar vacío de un guante. El
intelecto de Cristo es semejante al pulgar de una mano humana. Tenemos sabiduría, pero vemos
nuevamente que nuestra sabiduría es semejante al pulgar vacío del guante, y la sabiduría de Cristo
se parece al pulgar de la mano. No obstante, un día el pulgar de la mano entrará en el pulgar del
guante y ¡ambos pulgares llegarán a ser uno! Uno es la apariencia, la expresión; el otro es la
realidad, el contenido. Nuestra sabiduría es simplemente lo que contiene la sabiduría de Cristo; es la
expresión de la sabiduría de Cristo. ¿Tiene usted amor? Sí, todos tenemos amor, pero nuestro amor
es semejante a un guante vacío. Esposas, no esperen amor de sus esposos. Aun cuando su esposo la
ama, ese amor es vacío. ¡Alabado sea el Señor porque ese amor está vacío! Está vacío para que
entre el amor de Cristo.

Pero esto no siempre resulta fácil. El amor de Cristo debe obrar a fin de entrar en nosotros. Los
dedos de un guante pueden estar torcidos o doblados y, por ende, resistir la entrada de la mano que
procura penetrar. Del mismo modo, necesitamos cierta disciplina para que el amor de Cristo entre
en nosotros. Un día el amor de Cristo entra en el amor vacío del marido. En ese momento, usted
disfrutará del verdadero amor, el amor de Cristo, por medio del amor vacío de su marido. ¡Alabado
sea el Señor!

Todo lo que tenemos, todo lo que somos y todo lo que podemos hacer es simplemente un molde
vacío, cuya única utilidad es ser un envase para mantener todo lo que Cristo es, todo lo que tiene y
todo lo que puede hacer.

Cristo está en nosotros. La vida de Cristo continuamente lleva a cabo una obra transformadora
dentro de nosotros. Nuestro amor, nuestras emociones y nuestros pensamientos son inadecuados.
Nada de lo que tenemos por naturaleza es adecuado porque está vacío y es limitado. La esencia, el
elemento, de Cristo debe entrar en todo lo que somos. La sabiduría de Cristo debe entrar en nuestra
sabiduría vacía e impartirnos Su mente (Fil. 2:5). Nuestra mente debe ser el recipiente de la mente
de Cristo; la mente de Cristo debe llenar la nuestra. Entonces, nuestra mente será transformada a la
imagen de Cristo. En 2 Corintios 3:18 dice que todos nosotros, a cara descubierta contemplamos y
reflejamos como un espejo la gloria del Señor y somos transformados a Su imagen. Esta es la
transformación interior. Esta transformación interior también llegará a ser la conformación interior.
Seremos conformados a la imagen del Hijo de Dios (Ro. 8:29m).

(6) Nuestro cuerpo será transfigurado


a la semejanza del cuerpo glorioso de Cristo

Fuimos hechos conforme a Cristo. Un día Cristo vino y tomó la semejanza de nuestra forma. Lo
recibimos a El, y El entró en nosotros. Este Cristo está ahora en nosotros, y lleva a cabo la obra de
transformación, no sólo transformándonos a Su imagen, sino también conformándonos a Su propia
forma. Finalmente, El vendrá a fin de transfigurar nuestro cuerpo físico a la semejanza de Su cuerpo
glorioso (Fil. 3:21). Con el tiempo, seremos plena y completamente lo que El es (1 Jn. 3:2b).
Cuando El se mire a Sí mismo, dirá: “Todos vosotros sois como Yo”. Cuando nos miremos,
diremos al Señor Jesús: “Todos somos como Tú, y Tú eres como nosotros”. No habrá ninguna
diferencia. Todos seremos como Cristo, y Cristo será idéntico a nosotros. Cristo y nosotros,
nosotros y Cristo, tendremos la misma imagen y la misma semejanza. Este era el propósito de Dios
al crear al hombre para expresarse a Sí mismo. En cierto sentido, la creación del hombre fue
completada, pero el proceso de transformación continúa. Estamos ahora bajo el proceso de
transformación, esperando Su regreso.

b) Con la semejanza exterior de Dios

El hombre fue creado no solamente a la imagen interior de Dios, sino también en Su semejanza
exterior. Todas las demás cosas de la creación concuerdan con “su propio género”. Sin embargo, el
hombre no fue creado conforme al género humano, sino a la semejanza de Dios. Así como la
imagen alude al ser interior de Dios, la semejanza debe de referirse a la forma externa de Dios.

La relación entre Dios y el hombre es un misterio. Por una parte, la Biblia dice que Dios es
invisible; por otra, afirma que aun antes de la encarnación de Jesús, El apareció varias veces como
hombre en el Antiguo Testamento. Varias veces Cristo apareció con cuerpo humano. Mientras
Abraham estaba sentado a la entrada de su tienda, vio que tres hombres venían (Gn. 18:2a). El
Señor y dos ángeles se le aparecieron. Abraham invitó a los tres hombres a su tienda y les sirvió una
buena comida. Todos comieron con él. Dios comió con Abraham, y ambos conversaron mucho.
Esta es la razón por la cual a Abraham se le llamó amigo de Dios (Jac. 2:23). Si leemos Génesis 18,
veremos que el relato de ese pasaje trata de una comunión entre amigos. Dios era amigo de
Abraham. Después de cierto tiempo, el Señor despidió a los dos ángeles, y El permaneció con
Abraham. Este estuvo delante del Señor, como delante de un amigo (Gn. 18:16a, 22). Ese era Cristo
antes de Su encarnación.

La segunda vez que Cristo apareció en forma de hombre fue en el caso de Jacob en Peniel. Un
hombre vino para subyugar al fuerte Jacob (Gn. 32:24). De hecho, ¡era Dios quien estaba luchando
con Jacob! Dios en forma humana estaba luchando con Jacob. Jacob era muy fuerte y Dios no pudo
subyugarlo hasta que le tocó el muslo, y Jacob quedó cojo. Jacob le pidió que le declarara su
nombre. Dios dijo que no le preguntara Su nombre y que le dejara bendecirlo. Finalmente, Jacob se
dio cuenta de que se había encontrado con Dios cara a cara (Gn. 32:28-30). Peniel significa la faz de
Dios. Dios apareció como hombre allí, como un hombre verdadero. Si El no hubiera sido un
hombre de verdad, ¿cómo habría podido luchar con Jacob?
En otra ocasión (Jos. 5) Dios apareció con cuerpo humano. En esa oportunidad Josué sentía la gran
responsabilidad de vencer a Jericó. Posiblemente era al día siguiente que el ejército de Dios saldría
a combatir contra Jericó, y Josué, su líder, sentía la carga de aquella batalla. Creo que él estaba
considerando la situación por la tarde cuando de repente vio a un hombre. Josué le preguntó: “¿Eres
de los nuestros o de nuestros enemigos?” El hombre dijo: “No; mas como Príncipe del ejército de
Jehová he venido ahora” (Jos. 5:13-14). El hombre dijo también a Josué: “Quita el calzado de tus
pies, porque el lugar donde estás es santo” (Jos. 5:15). En ese lugar estaba Dios.

Todos estos casos nos muestran que el Señor Jesús, antes de Su encarnación, apareció varias veces
en la forma corpórea de un hombre. Esto es realmente misterioso.

El pasto, las hierbas y los árboles no tienen ningún rostro. A partir de la vida animal, hemos visto
que los peces tienen rostro, pero no muy parecido al rostro humano. Luego vinieron las aves, el
ganado y las bestias. Más tarde vino el hombre, cuyo rostro es muy parecido al de Dios. Esto es un
misterio. De todos modos, se nos dijo claramente que fuimos hechos a la imagen de Dios. Esta es la
razón por la cual tenemos sabiduría, voluntad y emociones, tal como Dios, pero sin la realidad. Lo
que tenemos es sólo las expresiones. Necesitamos el contenido.

También tenemos una forma, la forma de la imagen, igual que una fotografía. Sin embargo, la
fotografía carece de realidad. Cuando el hombre fue creado con la forma de Dios y a Su imagen, no
tenía la realidad de Dios. Después de ser creado el hombre, seguía necesitando recibir a Dios. El
hombre no tenía la realidad de Dios ni Su vida, aunque sí tenía la forma y la imagen de Dios. El
hombre fracasó. Entonces el Señor vino en forma de hombre. El murió en esta forma y resucitó para
elevar esta forma. Su muerte y resurrección nos permiten recibirlo fácilmente. Hemos recibido y
obtenido esta vida divina, y por dicha vida podemos tener la realidad de Dios. La vida divina obra
ahora en nosotros para transformar nuestra vida vacía en la forma divina de realidad. En esto
consiste la transformación. Finalmente seremos conformados a Su imagen. La Biblia es la
revelación de este misterio. Es muy importante, crucial y esencial que veamos la imagen de Dios y
Su forma, en las cuales y conforme a las cuales fuimos creados. Todos debemos ver cómo Cristo
fue esa imagen y cómo tomó forma de hombre para que lo recibiésemos a El cómo vida y realidad
nuestras. Finalmente seremos mezclados El y nosotros, y llegaremos a ser uno. Seremos Su
apariencia y expresión; El será nuestra realidad y contenido. El y nosotros seremos uno. El será
como nosotros y nosotros seremos como El. Entonces, expresaremos a Dios en todo el universo.

Ahora podemos ver por qué Dios creó los cielos y la tierra y por qué creó la vida humana. Este es el
significado y el centro del universo. Si no vemos eso, no podemos entender cuál es el significado
del universo ni para dónde vamos. Hoy en día, conocemos el significado del universo y sabemos
dónde estamos y adónde vamos. Estamos aquí para expresar a Dios, y salimos a Su encuentro para
ser uno con El.

Cuando fuimos salvos, la vida divina que entró en nosotros era semejante al pasto. Creció hasta ser
hierbas y árboles. Después creció hasta llegar a un plano de vida más elevado: los peces, las aves, el
ganado y las fieras. Podemos expresar a Dios sólo cuando alcanzamos la cima de la vida creada.
Necesitamos la vida humana. Ezequiel 1:5, 10 y Apocalipsis 4:6-7 nos revelan que de los nueve
aspectos de la vida, descritos en Génesis 1, sólo cuatro son representados en la presencia de Dios: el
águila, el buey, el león y el hombre. Estos cuatro están en la presencia de Dios, y representan a
todas las criaturas que se encuentran delante de El. Ezequiel y Apocalipsis no mencionan el pasto,
las hierbas, los árboles, los peces, ni los reptiles. En la eternidad no habrá mar y, por consiguiente,
no habrá peces. Ciertamente no habrá animales que se arrastren. Lo que estará representado en la
presencia de Dios será el hombre, el ganado, el león y el águila. Todos debemos crecer hasta llegar
al plano de vida más elevado, es decir, al plano del ganado, el león y el águila. Debemos seguir
adelante a la madurez de vida, que está representada por la vida humana. Esta vida es lo único que
puede expresar a Dios. Esta vida es lo único que puede tener dominio por Dios. Esta es nuestra
meta. Debemos crecer cada vez más y pasar de la vida vegetal a la vida animal, y de la vida animal
a la vida humana.

PALABRA ADICIONAL

Usted ya ha escuchado que todas las verdades bíblicas fueron sembradas en Génesis,
particularmente en el capítulo 1. Como vimos, Génesis 1 habla de la luz, y esta luz se desarrolla en
toda la Biblia. Vimos la luz del primer día, las lumbreras del cuarto día, y el desarrollo de éstas
hasta el final de la Biblia, donde leemos en los últimos dos capítulos que “no habrá noche”.
Finalmente, Dios mismo será la luz para Sus redimidos. Nosotros los redimidos que estaremos en la
Nueva Jerusalén no necesitaremos el sol, la luna, ni ninguna otra fuente de luz. Dios mismo será la
luz. Por consiguiente, la semilla de luz sembrada en Génesis 1 se desarrolló plenamente en
Apocalipsis 22.

Según el mismo principio, tenemos la palabra “imagen”. “Dios hizo al hombre a Su propia imagen”.
La imagen de Dios lo expresa a El. Expresar a Dios no es más que manifestar Su gloria. Esta
pequeña palabra “imagen” se desarrolla continuamente hasta ser la Nueva Jerusalén al final de la
Biblia. La ciudad entera tiene la apariencia del jaspe (Ap. 21:11). Si usted lee Apocalipsis 4:3, verá
que el que se sienta en el trono es semejante al jaspe. La apariencia de Dios es como jaspe. Por
último, toda la ciudad, la Nueva Jerusalén, estará constituida de jaspe. El muro de la ciudad también
estará constituido de jaspe (Ap. 21:18a). Desde todos los ángulos, todas las perspectivas y todos los
lados la Nueva Jerusalén tiene la apariencia de Dios. Esta es la expresión de la imagen de Dios.

Esta mañana, mientras orábamos-leíamos, el hermano Al me preguntó acerca de los cuatro seres
vivientes de Ezequiel 1:5, 10 y Apocalipsis 4:6-7. En Ezequiel, cada uno de estos seres tiene cuatro
rostros; el rostro frontal es humano; el rostro posterior es de águila; el rostro lateral derecho es de
león, y el rostro lateral izquierdo es de buey. Sin embargo, si seguimos adelante y pasamos de
Ezequiel al capítulo 4 de Apocalipsis, veremos una pequeña diferencia. Allí, cada uno de los cuatro
seres tiene un solo rostro. El primero no es de hombre, sino de león. El segundo no es de buey, sino
de becerro. Conocemos la diferencia entre un buey y un becerro. Un buey tiene más edad. Esto es
extraño. En mi opinión, en Ezequiel el buey debería ser un becerro, y en Apocalipsis el becerro
debería ser un buey; primero el más joven, luego el mayor. No obstante, la Biblia menciona primero
el mayor y luego el menor; primero el buey, luego el becerro. Les aseguro que nosotros los
cristianos no vamos a envejecer, sino a rejuvenecer. Cuanto más crezcamos, más joven seremos.

En Apocalipsis viene primero el león, luego el becerro, en tercer lugar el hombre, y en cuarto lugar
el águila. El hermano Al me preguntó por qué había esta diferencia entre Ezequiel y Apocalipsis.
Esta es la razón: el orden de los seres vivientes de Apocalipsis concuerda con el orden de los cuatro
evangelios. En Mateo tenemos al león, o sea el rey. En Marcos, tenemos el siervo, el esclavo, es
decir, el becerro. En Lucas tenemos al hombre. En Juan tenemos a Dios, el águila que se remonta a
las alturas. ¿Qué significa esto? En realidad, los cuatro seres vivientes de Ezequiel eran la
manifestación de la gloria de Dios. En la conferencia que tuvimos sobre Ezequiel, abarcamos
Ezequiel 1 y vimos cómo los cuatro seres vivientes eran la manifestación de la gloria de Dios. ¿Qué
es la gloria de Dios? Es Cristo. Cuando la gloria de Dios es expresada, es Cristo. Pero observe la
diferencia. En Ezequiel los cuatro seres vivientes eran la manifestación de la gloria de Dios. En
Apocalipsis los cuatro seres vivientes son la expresión de Cristo mismo. Se ha producido una
mejoría, pues se ha pasado de la gloria de Dios a Cristo mismo. Por lo tanto, en Apocalipsis, la
apariencia de los cuatro seres vivientes concuerda exactamente con los cuatro evangelios. Esto
significa que los cuatro seres vivientes de Apocalipsis son simplemente la expresión de Cristo. No
estoy diciendo quesean Cristo. No, no lo son, pero sí lo expresan a El; expresan lo que Cristo es.
Cristo se presenta en cuatro aspectos: como rey, como esclavo, como hombre y como Dios mismo.
Cristo lleva estos cuatro aspectos, y este Cristo necesita una expresión en Su creación. Así que en
este universo existen cuatro seres vivientes, los cuales representan todas las clases de vida en todos
los niveles, para expresar a Cristo.

Todo lo que presenta Génesis 1 es Cristo, con excepción de las tinieblas, las aguas de muerte, y los
animales que se arrastran. El Espíritu vino a cernerse. Este es Cristo. Cristo es el Espíritu. Cristo
también es la Palabra. Cristo es la luz. Sin lugar a dudas, Cristo es el aire. El Espíritu es Cristo, y la
Palabra es Cristo, la luz es Cristo, y el aire es Cristo. La tierra seca es Cristo. El pasto es Cristo
porque Cristo es nuestro pasto verde. Las hierbas son Cristo. Cristo es el maíz, el trigo, la flor de
alheña, y toda clase de hierbas hermosas. Todos los árboles son Cristo. Cristo es el olivo, la higuera,
la vid, el árbol de vida. Y los peces son Cristo. Cristo alimentó a 5000 personas con cinco panes y
dos peces. La mayoría de los cristianos sólo prestan atención a los cinco panes y se olvidan de los
dos peces. Sin embargo, Cristo no sólo es los cinco panes, sino también los dos peces, algo que
procede de las aguas de muerte para alimentarnos. Cristo también es las aves. El es el águila. Exodo
19:4 revela que Cristo fue la gran águila que llevó a los israelitas sobre Sus hombros. Como la gran
águila, El liberó a Su pueblo de Egipto. En cierta ocasión Cristo dijo que El era una gallina. Al final
de Mateo 23 (v. 37), Cristo dijo: “Soy una gallina. Quiero reuniros a todos vosotros bajo Mis alas,
pero vosotros no queréis venir a Mí”. Cristo es el ganado, el buey, el becerro, la vaca, la oveja y el
cordero. Cristo también es un león (Ap. 5:5). Finalmente Cristo es el hombre, el verdadero Adán.
Cristo también es el sol, la estrella de la mañana y la verdadera fuente de la luz de la luna. En el
capítulo 1 de Génesis, todo es Cristo y Cristo lo es todo.

Si usted sólo disfruta a Cristo como el pasto, no está calificado para expresarlo. Si lo disfruta como
las hierbas y como todos los árboles, todavía no está calificado. Aun cuando usted lo disfrute como
el pez, no está calificado. Aunque quizás disfrute mucho a Cristo, aún así no está calificado para
expresarlo. Usted debe avanzar y pasar de todos esos niveles de vida al nivel de vida de las aves.
Entonces empieza a estar calificado para expresar a Cristo.

La vida de las aves constituye una de las cuatro categorías de vida representadas delante del trono
de Dios. Como ya lo mencioné, entre las nueve categorías de vida de Génesis 1, sólo cuatro están
representadas delante del trono de Dios. Permítanme darles nuevamente las nueve categorías: el
pasto, las hierbas, los árboles, los peces, las aves, el ganado, las fieras, los animales que se arrastran
y el hombre.

Entre las nueve categorías, sólo cuatro (las aves, el ganado, las fieras y el hombre) están calificadas
para expresar a Cristo. El pasto no está calificado; es bueno, pero es una clase de vida inferior. Ni
las hierbas, ni los árboles, ni los peces están calificados. Por supuesto, todos los animales rastreros
son dejados a su suerte por la eternidad. Van al lago de fuego.

Sólo las aves, el ganado, las fieras y el hombre tienen un rostro distinguible. El rostro de usted es la
apariencia exterior de su ser interior. Lo que usted es interiormente se expresa exteriormente en su
rostro. Como lo mencionamos antes, ni el pasto ni las hierbas ni los árboles tienen rostro. Los peces
tienen rostro, pero su rostro no es distintivo. Y los peces tampoco tienen cuello. Necesitamos un
cuello más largo para que nuestro rostro sea más distintivo. Entre estas nueve categorías, sólo
cuatro tienen una cara distinguible, y de estas cuatro, el rostro humano es el mejor, el más elevado y
el más distinguible. Compare su rostro con el rostro de un águila, de un becerro o de un león. Se
dará cuenta de que su rostro es mucho más distinguible. ¿Por qué? Porque la vida humana es muy
distinta de la vida de las aves, de los becerros y de las fieras.

En conformidad con la economía de Dios, Cristo tiene cuatro aspectos. El es un hombre, pero sirve
a la gente como un becerro. El es un hombre, pero pelea la batalla, ejerce control y tiene dominio
como el león. El es un hombre, pero El puede volar lejos y elevarse como un águila. Necesitamos la
vida humana para expresar a Cristo, y también necesitamos la vida del becerro, del león y del
águila. Cuando tenemos estas cuatro podemos expresar plenamente a Cristo.

Ahora podemos ver que la pequeña palabra “imagen” que aparece en Génesis 1 ha experimentado
un gran desarrollo. No sólo vemos los cuatro seres vivientes que expresan a Cristo en cuatro
aspectos, sino que finalmente tenemos la Nueva Jerusalén, una ciudad elevada que tiene la imagen
de Dios y expresa a Cristo. Dios es semejante al jaspe, y la apariencia de la Nueva Jerusalén
también es como jaspe, igual que la apariencia de Dios. Este es el cumplimiento de Génesis 1:26.
¡Aleluya! ¡Aleluya!

ESTUDIO-VIDA DE GENESIS

MENSAJE SIETE

DIOS RESTAURA Y CREA ALGO MÁS

(4)

EL PROPOSITO

Vimos ya que el hombre es el centro de la obra creadora de Dios y que la vida humana es la vida
creada más elevada. Nunca debemos olvidar las nueve entidades vivas mencionadas en Génesis 1:
el pasto, las hierbas, los árboles, los peces, las aves, el ganado, las bestias, los animales que se
arrastran, y el hombre. El hombre es la vida creada más elevada. Según el relato de Génesis 1,
cuando Dios llegó al momento de crear al hombre, tuvo un concilio. Este concilio celebrado en la
Deidad fue muy impresionante. Dios dijo: “Hagamos...” Esto es bastante significativo. Eran
necesarias las tres Personas de la Deidad para crear al hombre. Los demás libros de la Biblia
desarrollan el tema de la obra que llevó a cabo el Dios Trinó sobre el hombre. Dios dijo: “Hagamos
al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”. Luego Dios dijo: “Señoreen” (heb.).
Dios no dijo hagamos a los hombres, sino al hombre. Hombre es un sustantivo singular, pero
señoreen está en plural [en el hebreo]. “Hagamos al hombre... señoreen...” ¿Había un solo Dios o
varios dioses? ¿Había un solo hombre o varios hombres? Nuestro Dios es único, pero es trinó. El
hombre es uno, pero es corporativo. ¡Aleluya! Nunca olvide los dos términos de Génesis 1:26. Dios
dijo: “hagamos” y “señoreen”. La palabra “hagamos” revela que el Dios único es trino; el verbo
“señoreen” revela que el único hombre es corporativo. El Dios Trino creó un hombre corporativo.

2) Obtener al hombre
para que ejerza el dominio de Dios

Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen... y señoreen...” Dios creó un hombre corporativo
para que ejerciera Su dominio (Gn. 1:26-28). El verbo “señorear” incluye más que autoridad.
Señorear significa tener autoridad para gobernar y establecer un reino y también significa tener un
reino como esfera en la cual ejercer autoridad. Si tengo autoridad sin ninguna esfera sobre la cual
gobernar, no tengo ningún señorío, ningún dominio. Dios dijo: “Señoree el hombre...” Al hombre se
le dio dominio sobre todas las cosas. Recuerde las palabras “imagen” y “señorear”, y subráyelas en
su Biblia.

Muy pocos cristianos prestan atención a la palabra señorear cuando leen Génesis 1. Debemos
considerar un poco más las palabras imagen y señorear. Una imagen es una expresión. Dios creó al
hombre a Su imagen con la intención de que el hombre lo expresara. El Dios invisible desea ser
expresado. El necesita una expresión. Señorear denota reino y autoridad. El hombre fue hecho a la
imagen de Dios para expresarle, y recibió autoridad para representar a Dios y señorear. Somos la
expresión de Dios y somos Sus representantes. Los jóvenes deben asirse particularmente de estas
dos palabras con estas dos revelaciones fundamentales: imagen y señorío. El propósito de Dios al
restaurar y formar Su creación adicional era doble: obtener al hombre corporativo para que lo
expresara y para que ejerciera Su señorío.

a) La esfera:

Este asunto del señorío incluye una esfera. Existen tres puntos relacionados con esta esfera:

(1) Sobre todo lo que hay en los mares

El hombre debe señorear sobre los mares. Los mares son la morada de los demonios (Mt. 8:32;
12:43). Por tanto, la esfera del señorío de Dios debe incluir los mares.

(2) Sobre todos los seres del aire

El hombre debe señorear sobre todos los seres que vuelan por el aire, donde están Satanás y sus
ángeles (Ef. 2:2; 6:12). Existen potestades malignas en los aires con Satanás como cabeza. Efesios
2:2 describe a Satanás como príncipe de las potestades del aire.

(3) Sobre todo lo que hay sobre la tierra

El hombre debe señorear sobre todo lo que hay en la tierra, el campo de las actividades de Satanás.
Satanás está muy activo en la tierra (Lc. 4:5-6). Así que aquí en Génesis 1:26 dice específicamente
que el hombre debe señorear “en toda la tierra”. La tierra fue usurpada por Satanás. Por
consiguiente, debe ser gobernada por el hombre, el representante de Dios.

Recuerde que la esfera del dominio que Dios confió al hombre incluye tres secciones: los mares, la
morada de los demonios; el aire, el lugar donde están Satanás y sus ángeles; y la tierra, el campo de
actividades de Satanás.

Cuando el Señor Jesús estuvo sobre esta tierra, tuvo que vencer a Satanás, a los ángeles caídos o a
los demonios por dondequiera que iba. Esta fue la razón por la cual el Señor Jesús reprendió el
viento y las olas durante una tempestad. El viento procedía de los ángeles caídos que estaban en el
aire, y las olas venían de los demonios que estaban en el agua. El Señor dijo al viento: “¡Calla!” y a
las olas “¡Aquietaos!” En seguida el viento cesó y las olas se calmaron. Los ángeles caídos y los
demonios fueron sometidos y dominados por el Señor Jesús. Si sabemos cómo leer la Biblia,
veremos que en los cuatro evangelios, el Señor Jesús ejerció la autoridad de Dios sobre los mares, el
aire y la tierra. Esta es la esfera del dominio que Dios confió al hombre.
b) La intención:

El señorío de Dios no sólo tiene una esfera, sino también una intención. ¿Cuál era la intención de
Dios al dar señorío al hombre?

(1) Vencer al enemigo de Dios

El primer aspecto de la intención de Dios es vencer a Su enemigo, Satanás, tipificado por los seres
que se arrastran (Gn. 1:26). En la Biblia lo que se arrastra es demoníaco, diabólico y satánico. En el
último mensaje, destacamos el hecho de que sólo los cuatro seres vivientes, los cuales representan a
toda la creación, están presentes delante del trono de Dios: el águila, el buey, el león y el hombre.
Los seres que se arrastran como las serpientes o los escorpiones no están representados delante de
Dios. En la Biblia, Satanás es tipificado por la serpiente (Gn. 3:1). En Apocalipsis 12:9, Satanás es
llamado “la serpiente antigua”. El se ha envejecido desde que apareció por primera vez en Génesis
3.

En la creación original, Dios tenía un solo propósito: expresarse a Sí mismo. Pero debido a la
rebelión de Satanás, Dios tiene ahora otro propósito: vencer a Su enemigo. Cuando Dios creó al
hombre, tenía estos dos propósitos. Por consiguiente, El creó al hombre a Su propia imagen para
que lo expresara, y le dio señorío para que venciera a Su enemigo. Ambas cosas se deben cumplir.
Necesitamos la imagen de Dios para poder expresarle, y necesitamos Su señorío para someter al
enemigo.

Debemos expresar a Dios y vencer a Satanás en nuestra vida de familia. Muchas veces cuando el
esposo llega a casa, la esposa no expresa a Dios, sino a la serpiente. La cara de la esposa tiene la
apariencia de una serpiente insidiosa. A menudo el marido también expresa a la serpiente. He
aprendido eso por experiencia. A veces, cuando vi a Satanás expresado en los miembros de mi
familia, no dije ni una sola palabra. Iba a mi cuarto, me arrodillaba y oraba: “Señor, ata a la
serpiente”. Muchas veces me di cuenta de que yo mismo expresaba a la serpiente. Corría de nuevo a
orar: “Oh Señor, perdóname. Ata a la serpiente”. En muchas ocasiones, no se ejerce la autoridad
divina de Dios, sino que se expresa el poder maligno de Satanás. Hace poco, me enteré de que
muchos hermanos jóvenes viven en casas de hermanos solteros. No obstante, me temo que aun en
dicha casa exista la posibilidad de que se exprese la imagen de Satanás, y no la de Dios, de que se
ejerza el poder maligno y no la autoridad de Dios. Todos debemos entender que ahora Dios quiere
llevar a cabo esta doble meta: expresarse a Sí mismo y vencer a Su enemigo. En realidad, no es el
esposo de usted el que se enoja, sino la serpiente. No es su esposa la que dice algo para provocarlo,
sino la serpiente. No se enoje con su esposo y no se enfade con su esposa. No es culpa de su
cónyuge. Debemos vencer a la serpiente que está detrás de nuestro cónyuge. Intercambiar ofensas
nunca vencerá a Satanás. Cuanto más alegamos, más terreno gana Satanás. La única manera de
vencer a Satanás es arrodillarnos, orar, invocar el nombre de Jesús, y pedir que El ate a la serpiente.

(2) Recobrar la tierra

El segundo aspecto de la intención de Dios al dar señorío al hombre es recobrar la tierra (Gn. 1:26-
28). El hombre ha de señorear sobre la tierra, sojuzgarla y conquistarla. Puesto que es necesario
conquistar la tierra, queda implícito que el enemigo ya está allí, que se libra una guerra. Por
consiguiente, debemos luchar y conquistar.

Los jóvenes que se están preparando para casarse deben entender que el matrimonio es una batalla.
Muchos de nosotros sabemos eso por experiencia. Aun cuando estábamos en nuestra luna de miel,
estábamos en el campo de batalla, peleando con nuestro cónyuge. Si no luchábamos exteriormente,
lo hacíamos interiormente. Cada área de la vida, la vida escolar, el trabajo y la vida familiar,
constituye un campo de batalla. El enemigo nunca duerme. El está alerta todo el día, no sólo en la
vida de familia, sino también en la vida de iglesia. Aun en la vida de iglesia, Satanás y todos sus
mensajeros están ocupados. En la tierra se está librando una guerra. La intención de Dios es
recobrar la tierra.

Satanás usurpó y sigue usurpando a la tierra. Mire la sociedad actual. Mire cómo el enemigo sigue
usurpando toda la tierra.

Dios desea recobrar la tierra. La tierra se ha convertido en un lugar crítico, un lugar que Satanás
desea conservar en su poder y que Dios quiere recuperar. La batalla se libra por la tierra. El que
obtenga la tierra será el ganador. Si Satanás puede conservar la tierra en su mano, tendrá la victoria.
Si Dios la puede recuperar, obtendrá la victoria. El Señor Jesús no ha regresado porque la tierra
todavía se encuentra bajo la usurpación de Satanás. Esta es la razón por la cual Dios necesita la
iglesia. La iglesia debe pelear la batalla para recobrar la tierra, si no toda la tierra, por lo menos
algunos lugares donde el Señor Jesús pueda poner Sus pies, algunos frentes de ataque donde el
Señor Jesús pueda poner Sus pies. La tierra es un lugar crucial.

Este punto quedó plenamente demostrado en el salmo 8. Este salmo empieza con las palabras: “¡Oh
Jehová, Señor nuestro, cuán admirable es Tu nombre en toda la tierra!” También termina de esta
manera. Sin lugar a dudas, el nombre del Señor es admirable en los cielos, pero en cierto sentido, el
nombre del Señor no es admirable en esta tierra. Su nombre no es excelente entre tantas personas
caídas. Debemos orar: “Santificado sea Tu nombre” (Mt. 6:9). El nombre del Señor debe ser
santificado sobre esta tierra. El problema no está en los cielos, sino aquí en la tierra.

Dios desea que Su reino venga a esta tierra y que Su voluntad se cumpla en la tierra (Mt. 6:10).
Ahora podemos entender la oración que el Señor Jesús estableció. El dijo: “Santificado sea Tu
nombre. Venga Tu reino”. Indudablemente esto se refiere a venir de los cielos a la tierra. La oración
continúa: “Hágase Tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”. La voluntad de Dios se
cumple ahora en los cielos; sin embargo, en esta tierra existen muchos obstáculos que impiden que
se cumpla. Debemos orar: “Santificado sea Tu nombre. Venga Tu reino. Hágase Tu voluntad, como
en el cielo, así también en la tierra”. Debemos pelear para recobrar la tierra.

En el milenio la tierra será el reino de Dios. Eso se revela en Apocalipsis 11:15. Cuando el Señor
Jesús venga a inaugurar el milenio, toda la tierra se convertirá en el reino de Dios. Entonces Dios
recuperará la tierra.

En la eternidad la morada de Dios bajará de los cielos a la tierra nueva (Ap. 21:1-2). Muchos
cristianos sueñan con ir al cielo. Es un buen sueño e indudablemente todos nosotros estaremos allí.
Sin embargo, Dios desea descender a la tierra. Nos gustan los cielos, pero a Dios le agrada la tierra.
Nosotros estamos subiendo, y El está bajando. ¡Aleluya! Déjenme decirles la verdad: cuando
vayamos al cielo, el Señor dirá: “Hijos Míos, descendamos; bajemos para señorear en la tierra”. En
la eternidad los cielos no serán la morada de Dios. La morada de Dios será la Nueva Jerusalén, y la
Nueva Jerusalén descenderá del cielo a la tierra nueva. Esto demuestra que Dios desea poseer la
tierra.

Satanás, el usurpador, no sólo será derribado de los aires, sino que también será expulsado de la
tierra. Según Apocalipsis 12:9, Satanás primero será derribado del aire y echado a la tierra, y
después será atado y expulsado de la tierra y echado en el abismo (Ap. 20:2-3). No habrá más
contaminación espiritual. Tendremos aire fresco, y la tierra estará limpia de toda corrupción. Esto se
producirá durante el milenio. Al final del milenio, Satanás será echado en el lago de fuego (Ap.
20:10). Después del milenio, tendremos la eternidad, donde estará la morada eterna de Dios en la
tierra nueva. Dios desea poseer la tierra.

(3) Traer la autoridad de Dios

El tercer aspecto de la intención de Dios al dar el señorío al hombre es traer Su autoridad para que
se ejerza en la tierra. El hombre debe ejercer la autoridad de Dios para que el reino de Dios venga a
la tierra, a fin de que en la tierra se cumpla la voluntad de Dios, y la gloria de Dios se manifieste.
Todo eso ocurrirá en la tierra. Dios nunca estará satisfecho con un reino solamente en los cielos.
Tampoco le complacerá ver que Su voluntad se cumpla solamente en los cielos, ni ver Su gloria
expresada solamente en los cielos. El desea que todas estas cosas sucedan en la tierra. Esta es la
responsabilidad de la iglesia hoy. En la iglesia tenemos el reino de Dios. En la iglesia se cumple la
voluntad de Dios. En la iglesia se expresa la gloria de Dios. ¡Aleluya! Tenemos un anticipo. Ahora
podemos ver por qué Dios dio señorío al hombre sobre todo lo que está en los mares, en el aire y en
la tierra. La intención de Dios es eliminar al enemigo, recobrar la tierra y manifestar Su gloria.

(4) El cumplimiento

¿Se ha llevado a cabo eso? Ciertamente no. Pero Dios creó al hombre con esta intención. Satanás
sabe eso mucho mejor que nosotros. La Biblia nos dice que inmediatamente después de la creación
del hombre, Satanás se infiltró a fin de destruir al hombre que Dios había creado para Su propósito.
El hombre cayó. Sin embargo, Dios no lo abandonó. Dios mismo se hizo hombre. El vino para
entrar en el hombre y hacerse uno con él. Vino como el hombre llamado Jesús para ser el segundo
hombre (1 Co. 15:47). El primer hombre no cumplió el propósito de Dios, pero el segundo hombre
sí. El primer hombre era un hombre corporativo, y el segundo hombre también lo es. Adán era la
cabeza del primer hombre corporativo, y Cristo es la cabeza del segundo hombre. El propósito de
Dios es cumplido por el segundo hombre.

(a) Con Cristo:

El cumplimiento del propósito de Dios al dar señorío al hombre empezó con Cristo.

aa. Cuando vino Cristo, llegó el reino de Dios

En el Nuevo Testamento, la predicación empieza de una manera particular, de una manera opuesta a
nuestros conceptos. Dice: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mt. 4:17).
Las palabras “se ha acercado” significa “ha venido”. Cuando Cristo vino, llegó el reino de Dios.
Cristo trajo el reino. Ese pequeño hombre llamado Jesús era el reino de Dios. Muchos cristianos
piensan que el reino no llegó cuando Jesús vino. Tienen la idea de que el reino fue suspendido y la
edad de la iglesia empezó cuando el pueblo judío rechazó a Jesús y al reino. Creen que la iglesia no
es el reino, que después de la edad de la iglesia, el reino será establecido con el regreso de Jesús. En
la Biblia hay cierta base para afirmar esto y en cierto sentido está correcto, pero sólo parcialmente.
Romanos 14:17 nos dice que la iglesia actual es el reino. La vida de iglesia es el reino. En cierto
sentido, el pueblo judío rechazó el reino. En otro sentido, el Señor estableció el reino al establecer la
iglesia. Nunca podemos separar la iglesia del reino. En Mateo 16:18 el Señor Jesús dijo a Pedro:
“Pedro, tú eres una piedra, y sobre Mí mismo, la roca, edificaré Mi iglesia. Las puertas del Hades
no prevalecerán contra esta iglesia”. Inmediatamente después de eso (v. 19), el Señor Jesús dijo: “A
ti te daré las llaves del reino”. En el día de Pentecostés y en la casa de Cornelio, Pedro estableció la
iglesia al usar las llaves del reino que abrieron la puerta a los judíos y a los gentiles para que
entraran en el reino. Por tanto, cuando la iglesia empezó, allí estaba el reino. La iglesia es el reino.
Indudablemente el reino se manifestará plenamente en el futuro. Sin embargo, la realidad del reino
está aquí ahora. Esta es la vida de iglesia.

bb. Cristo echó fuera demonios


para introducir el reino de Dios

Los cuatro evangelios nos muestran que Jesús encontraba demonios adondequiera que iba. El nunca
pudo tolerar demonios y los echaba inmediatamente. En Mateo 12:28 Jesús nos dice que el hecho
de que El echara demonios correspondía a la venida del reino. Eso era el dominio de Dios. Adán
fracasó y no introdujo el reino, pero cuando Jesús vino, El introdujo el reino echando demonios.
Echar demonios equivale a traer el reino de Dios.

cc. Cristo dio a Sus discípulos


autoridad sobre el poder del enemigo

Cristo dio también a Sus discípulos autoridad sobre todo poder de Satanás. En Lucas 10:19 el Señor
Jesús dijo: “Os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre todo poder del enemigo”.
Las serpientes y los escorpiones están en plural, lo cual indica que son muchos. En el versículo 18
del mismo capítulo vemos a Satanás. En el versículo 20 vemos los espíritus, es decir los demonios.
Las “serpientes” representan el poder satánico, y los “escorpiones” representan el poder demoníaco.
Satanás, las serpientes y los escorpiones tienen poder, pero nosotros tenemos autoridad. Nuestra
autoridad supera su poder. Hay muchos potentes automóviles en las calles. No obstante, cualquier
policía, aun el más pequeño, tiene autoridad sobre ellos. Cuando él dice: “¡Alto!”, ellos se detienen.
Los automóviles tienen poder, pero el policía tiene autoridad. Satanás y sus demonios tienen poder,
pero nosotros somos los policías de Dios. Debemos dar a Satanás el mandamiento: “¡Detente!”
Cuando Jesús dio a Sus discípulos esta autoridad y ellos la usaron para expulsar demonios, se
entusiasmaron. No obstante, el Señor Jesús les dijo: “No os regocijéis de esto ... regocijaos de que
vuestros nombres están escritos en los cielos”. Cuando Jesús vino, llegó el reino. Cuando Jesús echó
fuera demonios, trajo el reino de Dios. Además, Jesús hizo eso mediante Sus discípulos. El les dio
autoridad para echar demonios, y ellos lo hicieron.

dd. Cristo recibió toda autoridad

Cristo, después de la resurrección, recibió toda la autoridad en los cielos y en la tierra (Mt. 28:18).
Como el Señor Dios, El tenía autoridad antes de Su resurrección. Como el hombre llamado Jesús de
Nazaret, se le comisionó toda la autoridad en los cielos y en la tierra después de Su resurrección.
Jesús es el verdadero Adán. A El se le confió el dominio de Dios .

(b) Con la iglesia, que incluye a los santos:

aa. Las puertas del Hades no prevalecerán contra la iglesia

El cumplimiento de la intención de Dios al dar dominio al hombre, tiene que ver con Cristo como
Cabeza y con la iglesia, la cual incluye a todos los santos, el Cuerpo. El cumplimiento de la
intención de Dios no está solamente relacionado con la Cabeza, sino también con el Cuerpo. Las
puertas del Hades no prevalecerán contra la iglesia (Mt. 16:18). La Biblia no dice que las puertas
del Hades (las cuales representan el poder de Satanás) no prevalecerán contra los santos; mas
prevalecerán contra ellos si están separados o son individualistas. Usted debe ser edificado, hecho
parte de la iglesia. El Cuerpo edificado con Cristo nunca puede ser vencido por Satanás. Satanás
nunca puede prevalecer contra la iglesia edificada.

bb. Los santos recibieron autoridad para atar al enemigo

Los santos recibieron autoridad para atar al enemigo (Mt. 16:19; 18:18). En Mateo 16:19 se habló a
Pedro; en Mateo 18:18 se habla a cada creyente. La Iglesia Católica asevera que Pedro tenía la
autoridad de representar a Cristo. Se basan en Mateo 16:19. No obstante, debemos decirles que
también tenemos Mateo 18:18. Pedro no fue el único en recibir la autoridad de atar y desatar,
también nosotros la hemos recibido. A todos los creyentes se les dio la autoridad de atar y desatar.
Hoy en día, la iglesia, constituida de todos los santos, tiene la autoridad de atar y desatar. A
menudo, no deberíamos orar solamente, sino atar y desatar.

cc. Dios aplastará a Satanás


bajo los pies de los santos

En Romanos 16:20 dice: “El Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies”. Pablo
dijo: “en breve”. No sé qué pensaba Pablo cuando dijo eso hace diecinueve siglos. Nos puede
parecer que ha transcurrido mucho tiempo desde aquel entonces. Sin embargo, nosotros creemos
que no ha pasado tanto tiempo. Dentro de poco, Satanás será aplastado. El verbo “aplastar” no
significa solamente golpear o quebrantar, sino también someter. Satanás debe estar debajo de
nuestros pies. En nuestra vida de familia, Satanás debe estar debajo de nuestros pies. En la vida
matrimonial, Satanás debe estar debajo de nuestros pies. En la vida de iglesia, Satanás debe estar
debajo de nuestros pies. Tenemos que decirle: “Satanás, tú debes estar debajo de nuestros pies”.
Aquí y ahora Satanás debe estar debajo de nuestros pies.

dd. Los santos deben luchar contra el enemigo

En 2 Corintios 10:3-5 y Efesios 6:11-13 se nos exhorta a luchar contra el enemigo. No sólo
peleamos, sino que luchamos. Luchar es más difícil que pelear. Debemos luchar contra las
potestades malignas de los aires.

ee. Los santos vencedores


tendrán autoridad sobre las naciones

Los santos vencedores tendrán autoridad sobre las naciones (Ap. 2:26-27) y en el milenio serán
reyes que regirán con Cristo en toda la tierra (Ap. 20:4, 6). Para entonces, Dios señoreará
plenamente en esta tierra. Este será el cumplimiento de lo que El deseaba conseguir en Génesis 1.

ff. Todos los santos reinarán por la eternidad

Finalmente todos los santos regirán como reyes sobre la tierra por la eternidad en la Nueva
Jerusalén. En ese tiempo, Satanás, los ángeles malignos del aire, y el mar con todos los demonios
serán echados en el lago de fuego (Ap. 20:10, 13-14; Mt. 25:41). Toda la contaminación
desaparecerá. El aire, el agua y la tierra fueron contaminados. Cuando llegue la eternidad,
desaparecerá toda contaminación. Todo estará limpio, y el señorío de Dios prevalecerá allí. Se
ejercerá la autoridad de Dios en la tierra. En esa esfera, la imagen de Dios se expresará plenamente
y Su gloria se manifestará totalmente. Ese será el reino eterno, el dominio de Dios.

Génesis 1 es un vivero. Todas las semillas de la verdad fueron sembradas allí. Vimos que la palabra
“luz” fue sembrada en Génesis 1 y desarrollada en toda la Biblia hasta llegar a Apocalipsis 22,
donde ya no se necesitan el sol, la luna ni luminar alguno. Dios mismo es la luz. Del mismo modo,
la palabra “imagen” aparece por primera vez en Génesis 1 y se desarrolla en toda la Biblia hasta que
vemos la Nueva Jerusalén llevar la imagen de Dios y expresarle. Según el mismo principio, la
palabra “señorío” también necesita la explicación de toda la Biblia. Pasamos de la palabra
“señorear” en Génesis 1 a Apocalipsis 22:5, donde vemos que todos los santos reinarán con Dios
por la eternidad. Ese será el cumplimiento final del señorío de Dios.

El hombre fue hecho a la imagen de Dios para expresarle, y recibió el dominio de Dios para
representarle y vencer a Su enemigo. Hoy en día, la iglesia es la parte más importante del segundo
hombre. La responsabilidad y el deber de la iglesia son, por un lado, expresar a Dios y, por otro,
vencer al enemigo de Dios. Este es nuestro deber. Debemos asumir esta responsabilidad.

ESTUDIO-VIDA DE GENESIS

MENSAJE OCHO

DIOS RESTAURA Y CREA ALGO MÁS

(5)

LA MAXIMA CONSUMACION

d. La máxima consumación

En este mensaje llegamos a la máxima consumación, al punto culminante de Génesis 1. Debemos


recordar varios pasos en el proceso de restauración y creación adicional que Dios llevó a cabo. El
Espíritu se cernía sobre las tinieblas y la muerte. La luz vino, y creó una separación entre la luz y las
tinieblas. Dios hizo la expansión para separar las cosas de arriba de las cosas de abajo. Luego Dios
llamó a la tierra seca a salir de las aguas de muerte. En la tierra seca se generó la vida vegetal.
Después de la vida vegetal, se produjeron las lumbreras del cuarto día y resplandecieron sobre la
tierra. Luego vino la vida de los peces, la vida de las aves, del ganado, de las bestias y de todo lo
que se arrastra. Finalmente Dios creó al hombre. El hombre es el punto culminante de la creación de
Dios porque lleva la imagen de Dios. Esto no es algo insignificante.

1) Dios fue expresado y representado

El hombre es la expresión de Dios porque lleva la imagen de Dios. El tiene también el señorío de
Dios. Al hombre le fue confiado el señorío sobre los mares, sobre el aire, sobre la tierra y,
particularmente, sobre todo lo que se arrastra. El hombre tiene poder, autoridad y señorío porque es
semejante a Dios. El hombre lleva la imagen de Dios; por tanto, tiene autoridad. El punto
culminante en la creación de Dios es el hombre, el cual lleva la imagen de Dios y lo representa con
Su autoridad sobre todas las cosas.
Cuando el hombre mira a Dios y Dios mira al hombre, ven que se parecen. Si tomo una fotografía
de usted, usted se parecerá a la foto, y la foto se parecerá a usted. Del mismo modo, Dios puede
decir: “Hombre, te pareces mucho a Mí”. El hombre contestará: “Dios, Tú te pareces mucho a mí.
Tú y yo somos muy parecidos”. Asimismo, cuando el hombre viene de la presencia de Dios, él
gobierna todas las cosas creadas y tiene potestad para gobernar. Esto es tener señorío, esto es el
reino.

En el capítulo 1 de Génesis, las dos palabras clave son imagen y señorío. Usted puede olvidarse de
lo que se arrastra y de los peces, pero no olvide al hombre con la imagen y el señorío. El hombre no
fue hecho a la imagen de una serpiente ni de un escorpión, sino a la imagen de Dios. Este es el
punto culminante: el hombre lleva la imagen de Dios y ejerce la autoridad de Dios para mantener el
señorío.

La imagen y el señorío fueron sembrados como dos semillas en Génesis 1. No obstante, estas dos
semillas requieren toda la Biblia para crecer y desarrollarse. La cosecha, o sea la plena madurez, se
encuentra en Apocalipsis 21 y 22. Toda la Nueva Jerusalén expresa a Dios, expresa el semblante de
Dios. La Nueva Jerusalén también ejerce la autoridad de Dios para mantener el señorío de Dios por
la eternidad. Ahora ambas semillas van creciendo dentro de usted y dentro de mí. La imagen de
Dios y la autoridad de Dios crecen continuamente dentro de nosotros.

Considere el caso de una pareja recién casada. El marido ama a la esposa, y la esposa ama al
marido. Aunque ella ama al marido, dice dentro de sí: “Aunque te amo, no eres más que un joven
travieso”. Doctrinalmente es correcto decir a la esposa que su marido es su cabeza. No obstante, la
esposa pensará: “Sé que mi marido es mi cabeza, pero en realidad él es un joven malcriado. Me
cuesta trabajo respetarlo”. Un día el marido es salvo, y la vida divina entra en él. Esta es la semilla,
y la semilla crece en este joven día tras día, mes tras mes. Es probable que después de dieciocho
meses, la esposa mire a su marido y diga: “Indudablemente debo respetarle. Antes él no era más que
un joven malcriado. Pero ¡mírenlo ahora! Es bien serio. No es tan descuidado. Ahora tiene
sobriedad”. No es necesario que el esposo imponga la autoridad y diga: “Debes saber que ahora soy
un esposo cristiano. Debes someterte a mí”. El marido no necesita decir eso. Cada vez que la esposa
lo mire, se dará cuenta de que las palabras del esposo tienen peso, que hay algo precioso y valioso
en él. Ella lo respetará espontáneamente. Anteriormente ella discutía. Ahora ella lo respeta y lo
honra, y considera todo lo que dice porque ahora él lleva la imagen de Dios, y de esta imagen viene
la autoridad divina. Este es el señorío.

Muchas personas han leído el libro de Watchman Nee Autoridad espiritual. Usan ese libro
únicamente de esta manera: “Nosotros somos los ancianos de la iglesia. Somos los líderes de un
grupo de cristianos. Somos la autoridad de Dios”. Si ustedes dicen eso, ya no tienen la autoridad de
Dios. No llevan la imagen de Dios. Cuando el Señor Jesús vino, nunca tuvo una actitud autoritaria
hacia la gente ni le pidió que se sometiera a El. Jamás hizo semejante cosa. Pero mientras estuvo en
esta tierra, llevaba la imagen de Dios. También tenía la autoridad de Dios. La autoridad siempre
procede de llevar la imagen de Dios.

La máxima consumación consiste en que Dios es expresado y representado. No existe nada superior
a eso. Cuando Dios es expresado y representado, ése es el punto culminante.

El hombre fue hecho a la imagen de Dios para expresarlo a Él. Esto es un asunto de vida. El
propósito de la vida y la imagen es expresar a Dios. Dios le dio al hombre señorío sobre todas las
cosas para que lo representara. Este es un asunto de autoridad. Si usted desea representar a Dios con
autoridad, debe expresar a Dios en vida. Todo el relato bíblico constituye una sola narración, la
historia de los santos que expresaron a Dios y lo representaron. Ahora vamos a considerar dieciocho
casos que se extienden a lo largo del Antiguo Testamento y del Nuevo.

a) El caso de Abraham:

Empezamos con Abraham. Esto no significa que antes de Abraham no hubiese ningún hombre que
expresara a Dios. Hubo por lo menos tres hombres notables: Abel, Enoc y Noé. No obstante, si
leemos su historia, no encontramos ningún relato en el cual sometieran al enemigo o hubiesen
vencido algo. Antes de Abraham no hay ningún relato de alguien que hubiese sometido al enemigo.
Abraham construyó un altar para tener contacto con Dios (Gn. 12:7). Cuanto más contacto tenga
usted con Dios, más llevará la imagen de El. Cuanto más mire a Dios, más se parecerá a El.
Construir un altar para acercarse a Dios significa ser transformado cada vez más a Su imagen.
Abraham no construyó una torre. Los habitantes de Babel no construyeron un altar para tener
contacto con Dios; construyeron una torre para hacerse un nombre (Gn. 11:4). Esto se llama
orgullo. No obstante, Abraham fue llamado a salir de ese entorno; él construyó un pequeño altar y
allí tuvo contacto con Dios. Cuanto más tocaba a Dios, más se parecía a Dios. La Biblia nos dice
que finalmente Dios llegó a ser amigo de Abraham y que Abraham fue llamado el amigo de Dios
(Jac. 2:23). Si usted lee Génesis 18, verá que Dios no se presentó a Abraham como el Creador ni
como el Todopoderoso; se presentó a él como un amigo. Dios y Abraham tuvieron comunión como
dos amigos que conversaban. En aquel tiempo, Abraham se parecía cada vez más a Dios. Por tanto,
leemos que Abraham venció a los enemigos (Gn. 14:17).

b) El caso de José:

José fue la última persona cuya historia leemos en Génesis. El llevó una vida santa y victoriosa (Gn.
39:11-12). Llevó una vida que se parecía mucho a Dios. Dios era santo; José era santo. Dios era
victorioso; José era victorioso. José llevaba la imagen de Dios. El fue un hombre que cumplió la
intención de Dios. La historia de José es la historia de una vida santa y victoriosa, una vida que
finalmente llegó a ser la autoridad gobernante. José regía sobre todo Egipto (Gn. 41:39-45). En el
capítulo uno de Génesis, vemos a un hombre hecho por Dios a Su imagen y al cual se le comisionó
el señorío de Dios. En los últimos capítulos de Génesis, también vemos a un hombre que realmente
expresaba a Dios y lo representaba, y gobernaba sobre toda la tierra.

c) El caso de Moisés:

Moisés no fue un gran político. Fue un hombre que se mantuvo en contacto con Dios. Después de
tener contacto con Dios, su rostro brillaba con la gloria divina (Ex. 34:29-30). Cuando el rostro de
Moisés resplandecía con la gloria de Dios, él llevaba la imagen de Dios. Por tanto, Moisés se
convirtió en un hombre de autoridad. El tenía la autoridad de gobernar sobre toda la casa de Israel
(He. 3:2, 5). También tenía la autoridad de vencer al enemigo (Ex. 14:30-31). No peleó la batalla
con ametralladoras ni bombas atómicas, sino con una pequeña vara. Esta vara no sólo representaba
el poder, sino también la autoridad. Moisés usó esa vara y dijo al mar Rojo: “Abre el camino”, y se
separaron las aguas. Esto era autoridad. Moisés era un hombre que llevaba la imagen de Dios y
representaba a Dios con la autoridad divina.
d) El caso de Israel con el tabernáculo:

Después de Moisés, tenemos al pueblo de Israel. Israel era un pueblo llamado a ser un reino de
sacerdotes (Ex. 19:6). Israel no fue llamado a ser un reino de reyes, sino un reino de sacerdotes. El
sacerdocio está estrechamente relacionado con la imagen de Dios. El reinado está relacionado con
la autoridad de Dios. Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo, vemos estos dos oficios:
el sacerdocio y el reinado. El sacerdocio sirve para que tengamos contacto con Dios y para que
llevemos la imagen de Dios; el reinado sirve para que representemos a Dios y ejerzamos Su
autoridad. Más adelante veremos que los cristianos fueron llamados a ser sacerdotes y reyes. El
destino del reino de Israel consistía en ser un reino de sacerdotes. Debían relacionarse con Dios
hasta que, como Moisés, sus rostros brillaran con la gloria de Dios. No se fije en el lado negativo
del pueblo de Israel. Mire el lado positivo. En cuanto al arca del tabernáculo, los israelitas fueron
los sacerdotes que vencieron a Jericó (Jos. 6:1-21). Si usted vuelve a leer Josué 6, se dará cuenta de
que la nación de Israel no peleó la batalla con espadas ni con lanzas. Día tras día, ellos llevaban el
testimonio y hacían sonar los cuernos de carneros. Luego gritaron, lo cual significa que alabaron a
Dios. Y Jericó cayó. No pelearon la batalla como soldados ni como guerreros. Pelearon la batalla
como sacerdotes. Mientras usted es sacerdote, está calificado para vencer al enemigo.

Esposas, ¿por qué pierden ustedes la guerra en su vida de familia? Porque no tienen el rostro de un
sacerdote. Quizás tengan el rostro de un escorpión o de una tortuga o de una serpiente. Si no
expresan el rostro de un sacerdote, ya han perdido la guerra. Maridos, nosotros somos la cabeza,
pero ¿qué clase de cabeza somos: la cabeza de un escorpión? El marido que tiene una cabeza de
escorpión nunca podrá ser una cabeza apropiada. Usted debe tener una cabeza con rostro de
sacerdote, en el que resplandezca la gloria de Dios. Si tenemos el rostro de un sacerdote, ganaremos
la victoria en nuestra familia. Quisiera hacerles una pregunta a los hermanos que viven en la casa de
los hermanos solteros. ¿Qué clase de rostro tienen ustedes? ¿Tienen el rostro de un sacerdote que
refleja la gloria del Señor o el rostro de un ratón? Debemos ser sacerdotes. Entonces someteremos
todo lo que nos rodea. Mientras usted tiene rostro de sacerdote, tiene autoridad. Jericó será
sometida.

e) El caso de Aarón con la vara que floreció:

El caso de Aarón es muy interesante. Aunque la intención de Dios era hacer de toda la nación de
Israel un reino de sacerdotes, la nación le falló a Dios. Por tanto, de toda la nación Dios llamó una
sola tribu, los levitas, a ser una tribu de sacerdotes. La cabeza de esa tribu era la casa de Aarón. En
cierto tiempo, el pueblo de Israel murmuró y se rebeló en contra de Aarón, diciendo: “¿Está Dios
solamente contigo y no con nosotros?” Entonces Dios pidió que cada una de las doce tribus trajera
una vara con el nombre de la tribu escrita en ella. La vara representa la autoridad. La vara de Aarón
fue la única vara que reverdeció (Nm. 17:2-10). Echó almendras. En Palestina, lo primero que
florece en la primavera es el almendro. En tipología, las flores del almendro representan la vida de
resurrección. Después del invierno, lo primero que florece es el almendro; ésta es la vida de
resurrección. La vara de Aarón era un pedazo de madera muerta. De la noche a la mañana, este
pedazo de madera muerta floreció. Se convirtió en una vara floreciente, donde brotaron almendras,
y no manzanas ni uvas. Esto significa que sobrevivió con la vida de resurrección. Donde hay vida,
hay autoridad. Donde hay vida divina, hay autoridad divina. Donde está la vida, está la imagen, y la
imagen trae el señorío. Por consiguiente, Aarón tenía la vida de resurrección que expresa a Dios.
Por tanto, Aarón tenía la autoridad de representar a Dios.

Ancianos de las iglesias locales, líderes de todos los grupos de servicio, hermanas que llevan el
liderazgo, tengan muy presente: para ser un líder en las iglesias entre el pueblo de Dios, ustedes
deben reverdecer. Deben florecer con la vida de resurrección. Todos somos únicamente pedazos de
madera muerta. La autoridad de esta vara de madera muerta depende del florecimiento de la vida de
resurrección de esa madera muerta. Si usted tiene la intención de ser un líder en un servicio
determinado, esperaremos para ver si la madera muerta se pudre o reverdece. Si retoña con la vida
de resurrección, demostrará que la autoridad está allí. Ya no es un pedazo de madera muerta, sino
una vara de autoridad.

f) El caso de Josué y Caleb:

Vemos el mismo principio en el caso de Josué y Caleb. Ellos siguieron al Señor con plena
determinación (Nm. 14:24). El Señor mismo testificó que Caleb lo seguía plenamente. Por
consiguiente, ellos derrotaron al enemigo (Nm. 14:6-9). Cuando seguían al Señor, tenían la imagen.
Entonces estaban en una posición de autoridad.

g) Los casos de los jueces:

Me agrada Jueces 5:31. Este versículo dice que en la época de los jueces, algunos amaban al Señor.
Aquellos que amaban al Señor brillaban como el resplandor del sol. Por tanto, vencieron al
enemigo. Cada vez que una persona brillaba como el sol, se obtenía la victoria sobre el enemigo y
toda la nación descansaba. Todo el libro de Jueces es un libro de repeticiones. Cada vez que alguien
amaba al Señor y brillaba como el sol, se obtenía la victoria por medio de él. La nación entera
disfrutaba de reposo por medio de él.

h) El caso de David:

David era un hombre según el corazón de Dios. Si usted lee 1 Samuel 13:14, verá que originalmente
Saúl era el rey. Sin embargo, no tenía un corazón conforme al corazón de Dios. El perdió el trono, y
Dios encontró otro hombre cuyo corazón era conforme al Suyo. Indudablemente David tenía la
imagen de Dios. El venció al enemigo (1 Cr. 22:8a).

i) Los casos de los reyes:

Vimos ya el sacerdocio. Ahora llegamos al reinado. Cada vez que los reyes eran uno con el Señor,
vencían al enemigo (2 Cr. 14:2-14). Cuando no eran uno con el Señor, eran vencidos. Perdían la
autoridad. En otras palabras, cada vez que los reyes se conformaban a la imagen de Dios y lo
expresaban a El, tenían la autoridad de vencer a los enemigos. Ahora tenemos el sacerdocio y
también el reinado. No olvide jamás que el sacerdocio corresponde a la imagen y el reinado al
señorío. Ahora somos sacerdotes que han de ser semejantes a Dios y, al mismo tiempo, somos reyes
que han de representar a Dios, ejerciendo Su autoridad sobre los enemigos.

j) El caso de Daniel:

Daniel era un cautivo en Babilonia, un muchacho que estaba en el palacio del rey. No obstante,
llevaba una vida santa, una vida que expresaba a Dios (Dn. 1:8). Por consiguiente, él llegó al poder.
El tenía autoridad sobre el mundo de aquellos tiempos (Dn. 6:28).
k) El caso de Jesús:

Cuando Jesús estaba en esta tierra, El expresaba a Dios. Adondequiera que iba, expresaba a Dios. El
era un hombre auténtico y típico, pero expresaba continuamente a Dios. Por tanto, El obtuvo
autoridad sobre todas las cosas (Mt. 28:18). Zacarías 6:13 nos dice que Jesús tiene dos oficios, el
sacerdocio y el reinado. El era sacerdote y rey. Hoy en día El sigue siendo el Sumo sacerdote y el
Rey de reyes. El es Aquel que expresa a Dios, Aquel que lo representa. El lleva la imagen de Dios y
mantiene la autoridad de Dios. Este es Jesús.

l) El caso de los dos hijos de Zebedeo:

Un día, la madre de los hijos de Zebedeo acudió a Jesús con sus dos hijos, para orar (Mt. 20:20-23).
Ella hizo una buena oración, pidiendo que sus dos hijos se sentaran a ambos lados del Señor en el
reino. Puede ser que todos hayamos orado allí. El Señor Jesús contestó su oración, pero no de la
manera que ella pidió. El Señor Jesús dijo: “Has orado pidiendo que tus hijos estén a cada lado Mío.
Ahora debes saber que esto no depende de Mí; depende del Padre. Pero sí te puedo decir una cosa:
debes sufrir. Debes beber lo que Yo beberé y sufrir lo que Yo sufriré”. Esto significa que si ustedes
desean tener autoridad, deben tener vida. Sufrir significa obtener vida. Sin muerte, no puede haber
vida. Sin sufrimiento, no hay vida. La vida siempre proviene del sufrimiento. Si deseamos obtener
autoridad, debemos ganar vida por medio del sufrimiento.

m) Los casos de los apóstoles:

Todo el libro de Hechos y todas las epístolas nos muestran que los apóstoles eran personas que
llevaban la imagen de Dios. Por consiguiente, tenían constantemente la autoridad de Dios. Tenían la
imagen de Dios y ejercían Su autoridad. No debemos considerarlos simplemente buenos
predicadores o grandes maestros. Esto es demasiado insignificante. Ese no es el punto culminante.
Debemos considerarles como personas que llevaban la imagen de Dios y ejercían la autoridad
divina.

n) El caso negativo de los siete hijos de Esceva:

Los siete hijos de Esceva vieron cómo Pablo echaba fuera demonios en el nombre de Jesús (Hch.
19:13-16). Imitaron a Pablo, diciendo a los demonios: “Te echamos en el nombre de Jesús, el que
Pablo predica”. Los demonios no se vencen tan fácilmente. El demonio dijo: “Yo conozco a Jesús y
conozco también a Pablo, pero ¿quiénes son ustedes que se atreven a echarme? Saltaré sobre
ustedes”. En vez de vencer a los demonios, fueron derrotados por ellos. Si usted no tiene la imagen,
nunca tendrá la autoridad. Los demonios saben y usted mismo también lo sabe. Si usted no tiene
vida, no tiene autoridad. Si usted no lleva la imagen, nunca podrá ejercer el señorío.

o) El caso de los creyentes en la era de la iglesia:

Apocalipsis 5:10 y 1 Pedro 2:9 nos revelan que hoy en día los cristianos son sacerdotes reales. Por
una parte somos sacerdotes, y por otra, somos reyes. No obstante, debemos relacionarnos con Dios
para tener la verdadera imagen que lleve la gloria de Dios en vida. Entonces tenemos la autoridad
que representa a Dios. Pero la mayoría de los cristianos pierden de vista eso. No parecen sacerdotes
y, por ende, no son reyes. Si usted no tiene la imagen, perderá la autoridad. Alabado sea Dios
porque en el transcurso de los siglos ha habido y sigue habiendo algunos santos que tienen contacto
con Dios, que se mantienen en el verdadero sacerdocio. Tienen autoridad y ejercen el reinado.
p) El caso de los santos vencedores en el milenio:

Durante el milenio, la era del reino venidero de mil años, los santos vencedores serán sacerdotes y
reyes (Ap. 20:4, 6). Serán sacerdotes que expresan a Dios y reyes que lo representan.

q) El caso de todos los santos


en el cielo nuevo y en la tierra nueva:

En la eternidad, todos los santos servirán a Dios como sacerdotes (Ap. 22:3b-4). Expresarán a Dios
y tendrán la imagen de Dios. Los santos también regirán como reyes, y representarán a Dios con Su
autoridad (Ap. 22:5b).

r) El caso de la Nueva Jerusalén:

Finalmente, la Nueva Jerusalén tendrá la apariencia de Dios. Apocalipsis 4:3a nos dice que la
apariencia de Dios es semejante al jaspe. Al final, la pared de toda la Nueva Jerusalén será de jaspe
(Ap. 21:18a). La ciudad entera tendrá la apariencia de Dios (Ap. 21:11). Entonces la ciudad ejercerá
la autoridad de Dios (Ap. 21:24, 26). En la eternidad, todo el cuerpo de los santos redimidos llevará
la imagen de Dios para expresarlo, y ejercerá Su autoridad para representarlo. Esto será el punto
culminante y la máxima consumación.

No tenemos que esperar ese día. Todos podemos tener un anticipo ahora. Podemos disfrutar de la
imagen de Dios y de Su señorío. Hoy somos sacerdotes y reyes. Debemos mantener nuestra
primogenitura. Aquí expresamos a Dios con Su imagen y aquí lo representamos con Su señorío.
¡Aleluya! ¡Qué posición es ésta y qué responsabilidad!, y a la vez ¡qué disfrute! ¡Alabado sea el
Señor! Somos sacerdotes de Dios y somos reyes Suyos. Llevamos la imagen de Dios y tenemos Su
señorío. Ahora somos aquellos que constituyen la iglesia, quienes expresan a Dios y quienes
representan a Dios. ¡Aleluya! Sí, tenemos la imagen y el señorío.

Espero que todos podamos ver que la Biblia relata el desarrollo de la imagen y del señorío. El hecho
de que estos dos puntos sean la cumbre del relato de Génesis 1 no es algo insignificante. Ese
capítulo empezó con las tinieblas, el vacío, la desolación y las aguas de muerte. Luego el Espíritu se
cernía, la luz separaba, y la expansión dividía. La tierra seca apareció para generar vida. Luego vino
la vida más baja, la vida inferior, la vida elevada y la vida creada más elevada: el hombre.
Considere todas las formas de vida. Ni el pasto, ni las hierbas ni los árboles tienen rostro. Un pez sí
tiene rostro pero no se distingue muy bien. El rostro de un ave es más fácil de distinguir. Luego
tenemos el ganado y las fieras. Por último, tenemos el rostro humano. Todos debemos reconocer
que el rostro humano es el más distintivo. Este rostro es la cara que lleva la imagen de Dios. A este
rostro, es decir a esta expresión, le fue encomendada la autoridad de Dios.

Su parecido lo determina todo. El parecido con un escorpión indica cierta relación con los
demonios. La semejanza a una serpiente tiene cierta relación con Satanás. Pero la similitud con un
hombre se relaciona con la imagen de Dios. Un hombre auténtico tiene autoridad.

¿Qué es el verdadero hombre? Un verdadero hombre es un sacerdote de Dios. Si usted es sacerdote,


entonces es rey. Si usted está en el sacerdocio, ciertamente tiene el reinado. Esto significa que si
usted tiene la imagen de Dios en vida, ciertamente tiene la autoridad de Dios para ejercer Su
señorío.
Toda la Biblia relata el desarrollo de la imagen y del señorío. En Génesis 1 vemos a Adán, hecho a
la imagen de Dios y con el señorío de Dios, pero eso sólo es una pequeña semilla. Seguimos con
Abraham, quien fue la primera persona que maduró y desarrolló algo de la imagen y de la autoridad
de Dios. El se mantenía en contacto con Dios y venció al enemigo. Luego llegamos a José, una
persona muy madura. Mientras leemos la historia de José, vemos a un hombre que lleva la imagen
completa de la santidad y de la victoria de Dios. Vemos al hombre José ejerciendo autoridad. En
aquel tiempo, la autoridad no era el Faraón de Egipto, sino José. José gobernó sobre toda la tierra.
Mientras seguimos en el Antiguo Testamento, vemos que Dios llamó al pueblo a ser una nación de
sacerdotes. La nación entera debía tener contacto con Dios y de llevar la imagen de Dios como
sacerdotes Suyos. Por consiguiente, debían ser reyes en toda situación. No necesitaban pelear. Toda
situación debía ser sometida a sus pies. Luego llegamos a los reyes y los profetas. Finalmente,
llegamos a Jesús. El es todo un sacerdote y también un rey. En El está el sacerdocio que expresa a
Dios y el reinado que lo representa. Cristo es la Cabeza. Después de El tenemos el Cuerpo,
compuesto de todos los santos redimidos. Como Cuerpo, somos iguales a la Cabeza, como
sacerdotes llevamos la imagen, y como reyes ejercemos la autoridad. Hoy en día somos sacerdotes
para Dios y reyes sobre toda situación. Expresamos a Dios en la vida de iglesia y lo representamos a
El en cada situación. Más adelante vendrá el milenio, la plenitud de los tiempos, durante el cual
todos los santos vencedores serán literalmente los reyes que expresen a Dios con Su imagen, y los
reyes que representen a Dios con la autoridad de El, y tendrá pleno señorío sobre esta tierra.
Finalmente tendremos la eternidad. En la eternidad veremos una consumación maravillosa: la
Nueva Jerusalén. Esta será la verdadera cumbre. Nada puede ser más elevado y más completo que
esto. Toda la ciudad, la Nueva Jerusalén, tendrá la imagen de Dios y ejercerá el señorío de Dios.
¡Aleluya! Este es el relato de la Biblia. La Biblia relata el desarrollo de la imagen de Dios y Su
señorío. Dios será eternamente expresado y eternamente representado por Su pueblo redimido.

PALABRA ADICIONAL

Volvamos al libro de Mateo y leamos el último versículo del capítulo 16 y los primeros dos
versículos del capítulo 17. El Señor Jesús dijo: “De cierto os digo: Hay algunos de los que están
aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en Su reino.
Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a
un monte alto; y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció Su rostro como el sol, y Sus vestidos
se volvieron blancos como la luz”. En estos versículos, vemos la venida de Jesús en Su reino. El
resplandor de Jesús en la transfiguración constituye la venida del reino. Donde está el resplandor de
Jesús, allí está el reino. Este resplandor es la imagen de Dios que llevamos. La imagen está
presente, y el señorío aparece inmediatamente. Cuando resplandece la gloria de Dios, no
necesitamos ejercer señorío a propósito. La autoridad de Dios está allí.

¿Cómo podemos resplandecer con la gloria de Dios? Debemos leer 2 Corintios 3:18: “Mas,
nosotros todos, a cara descubierta mirando y reflejando como un espejo la gloria del Señor, somos
transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Señor Espíritu”. Me encanta la
expresión “a cara descubierta”. Al transfigurarse el Señor Jesús, Su rostro resplandecía como el sol
resplandeciente. Sin embargo, la cara mencionada en 2 Corintios 3:18 no es solamente el rostro
exterior, sino el rostro interior. Todos tenemos una cara exterior y una cara interior. La cara exterior
es simplemente la expresión del rostro interior. La cara exterior es nuestro ser exterior, y la cara
interior es nuestro ser interior. La cara es la expresión que muestra todo nuestro ser, la
manifestación de todo nuestro ser. Entre nosotros nadie lleva un velo sobre su cara exterior, pero me
temo de que muchos entre nosotros tienen algunos velos sobre su cara interior. Necesitamos una
cara descubierta.
Lo religioso y lo santo, así como lo pecaminoso y lo mundano pueden constituir un velo para
nosotros. Si usted estudia el contexto de 2 Corintios 3, verá que el velo mencionado allí corresponde
particularmente a la letra del Antiguo Testamento. Aun la Biblia puede constituir un velo. Incluso la
letra de la Biblia puede ser un velo que nos cubra y nos evite ver al Señor viviente. Si la letra de la
Biblia puede ser un velo para nosotros, entonces cualquier cosa puede ser un velo: su esposa, su
marido, sus amigos, sus hijos, su ego, sus hermanos y hermanas, su comportamiento bueno o malo,
su celo, sus obras para Dios, o sea, todo. Todas las cosas, en tanto que no sean el Señor mismo,
pueden convertirse en un velo. No importa cuán santo sea algo, cuán celestial, cuán espiritual y
cuán religioso, puede ser un velo, si no es el Señor mismo. Tal vez usted siga bajo esta clase de
velo. Esta es la razón por la cual está sentado aquí, pero no puede ver al Señor.

En 2 Corintios 3:18 dice que todos nosotros, a cara descubierta, contemplamos como un espejo.
Somos un espejo. Por ser un espejo, contemplamos. Lo que contempla un espejo, es lo que refleja.
Debemos tener una cara descubierta que contemple y refleje la gloria de Dios, así como Moisés
cuando contempló la gloria de Dios durante cuarenta días, y la gloria de Dios resplandecía desde el
cutis de su rostro. Cuando él descendió del monte, resplandecía, y brillaba con la gloria de Dios.
Todos debemos ser así. Todos debemos olvidar todo lo malo, lo bueno, lo santo, lo profano, lo
religioso, lo irreligioso, lo espiritual, lo no espiritual. Debemos echar a un lado todo lo que no es el
Señor mismo. Debemos percatarnos de la astucia del enemigo. Satanás puede usarlo todo para
desviarlo a usted e impedirle que contemple al Señor. Lo único que Satanás no puede usar es al
Señor mismo.

El Nuevo Testamento contiene por lo menos cuatro libros escritos particularmente acerca de las
cosas que obstaculizan a la gente y le impiden contemplar al Señor, cosas que ponen un velo sobre
la gente para que no tenga contacto con el Señor ni lo disfrute a El. El libro de Gálatas habla de la
ley, de la religión y de la tradición. Todo eso constituye un velo de separación. La ley fue dada por
Dios y era santa. Inclusive el Nuevo Testamento dice que la ley es santa (Ro. 7:12). No obstante,
hasta la ley puede separarlo a usted de Cristo, e interrumpir el disfrute que tiene de Cristo (Gá. 5:4).
Podemos ser separados de Cristo, no solamente por los libros inmorales, sino por la ley que Dios
dio. ¿Cómo? Porque el rostro de uno puede volverse a la ley en vez de volverse a Cristo. Por
consiguiente, la ley se convierte inmediatamente en velo. La ley forma siempre una religión, y la
religión tiene largas tradiciones. De modo que, tenemos la ley, la religión y las tradiciones, las
cuales forman capas que lo aíslan a uno de la electricidad celestial, la cual es el Señor mismo.

Colosenses es otro libro. En Colosenses se usa la palabra filosofía. En Colosenses la palabra


filosofía denota en realidad el gnosticismo. El gnosticismo era una filosofía muy elevada, una
composición de las filosofías griega, egipcia y babilónica, además de la filosofía del cristianismo, la
cual incluía la filosofía judía. Era realmente una mezcla. Aquella filosofía, el producto más elevado
de la cultura humana, se infiltró en la iglesia primitiva, y causó un gran obstáculo. Aunque la
filosofía puede resultar buena y ser el mejor producto de la cultura humana, se convierte en velo
porque no es el Señor. Debe ser aniquilada.

Llegamos a otro libro, el libro de Hebreos. Si usted lee dicho libro, verá que presenta una lista de
todo lo bueno del judaísmo. El libro de Hebreos nos muestra que todas las buenas cosas del
judaísmo deben ser consideradas como tipos, figuras y sombras de Cristo.

Supongamos que usted antes de visitarme me manda una fotografía suya. Estimaré esa fotografía
porque le amo a usted. Esto es de esperarse; simplemente amo su fotografía. Ahora usted viene a
visitarme personalmente. En lugar de mirarlo a usted, sigo mirando a su fotografía y amándola. Su
fotografía se convierte en velo para mis ojos. Usted dirá: “Necio, tira la fotografía. Mírame a Mí”.
Antes de que Jesús viniese, Dios usó el Antiguo Testamento para presentar a Su pueblo muchos
cuadros de Cristo desde varios ángulos. Sin embargo, los judíos se fijaron simplemente en los
cuadros, no sólo vistos desde cuatro ángulos, sino desde treinta y dos direcciones distintas. Eso los
absorbía y les impedía ver a Cristo. Cristo se encuentra fuera de ese cerco. Los judíos vieron
muchas cosas acerca de Cristo, pero no pudieron ver al propio Cristo. Por tanto, el libro de Hebreos
fue escrito para comunicarles a todos los creyentes judíos que debían abandonar los cuadros, todo el
sistema del judaísmo y mirar a Cristo. Considere al Apóstol y Sumo Sacerdote, Jesucristo (He. 3:1).
Olvídese de Moisés, de los ángeles y de Josué. Considere solamente a nuestro Apóstol Jesucristo.
Considere a nuestro Sumo Sacerdote, Jesucristo. Mírelo a El; no lo mire solamente, sino que ponga
sus ojos en El (He. 12:2). Apártese de las cosas judías. Apártese de la Biblia y mire a Jesús mismo.

Tenemos un libro más, 1 Corintios. En 1 Corintios, Pablo nos advirtió que aun los dones
espirituales, tales como el hablar en lenguas, la interpretación de lenguas, las sanidades y los
milagros, pueden ser velos para el cristiano. ¿Ve usted la sutileza del enemigo?

La ley, la filosofía, el judaísmo con sus escrituras y enseñanzas, y los dones espirituales, son
buenos, pero se han convertido en velos que cubren la cara de muchos cristianos genuinos. Todos
debemos decir al Señor Jesús: “Señor Jesús, te amo. Estimo la Biblia porque te revela a Ti, pero
nunca dejaré que la Biblia se convierta en un velo. Te amo, Señor Jesús. Te amo a Ti
personalmente, te amo directamente, te amo de manera muy íntima. Te amo besándote. No me
agrada que estés alejado. Quiero verte cara a cara. Señor, quiero incluso besarte”. Creo que muchos
de ustedes ya han entrado en esta experiencia, pero todos debemos ser preservados en esta
experiencia. Debemos decirle al Señor: “Señor Jesús, aprecio los dones porque me ayudan a tocarte,
pero si los dones llegan a ser un velo, los abandonaré. Te amo sólo a Ti, Señor. Te amo personal,
directa e íntimamente. Te amo de una manera tal que puedo besarte en cualquier momento. No
existe ninguna distancia entre Tú y yo, ninguna distancia, ninguna separación y ningún aislamiento.
Estoy directa e íntimamente en Tu presencia”. Si usted actúa así, subirá al monte de la
transfiguración. Será transfigurado y resplandecerá.

Entre nosotros son muchos los que pueden dar testimonio de sus padres. Cuando salían de su cuarto
después de pasar tiempo en la presencia del Señor, sus rostros resplandecían, dándonos testimonio
de que ellos habían estado con el Señor. Este resplandor subyuga toda criatura rebelde. Somete al
marido, a la esposa, a los hijos y a toda clase de circunstancias. Este resplandor es el reino; es el
señorío. El señorío proviene del resplandor. Jesús apareció en Su reino cuando se transfiguró. El
resplandeció como el sol. El tenía la imagen y tenía el señorío.

ESTUDIO-VIDA DE GENESIS

MENSAJE NUEVE

DIOS RESTAURA Y CREA ALGO MAS


(6)
LA MAXIMA CONSUMACION
Continuamos con el tema de la máxima consumación. Como vimos en el mensaje anterior, el
primer punto de esta consumación era Dios expresado y representado. Este era el punto culminante.
Basándonos en ese punto, consideraremos varios puntos adicionales.

2) Dios bendijo al hombre


para que fructificara

Dios bendijo al hombre para que éste fructificara, se multiplicara, llenara la tierra y la conquistara
(Gn. 1:28). Esto no es algo insignificante. Antes de tener a un hombre que lo expresara y lo
representara, Dios no tenía ninguna posibilidad de derramar Su plena bendición. Dios es rico y es
rico en bendición, pero antes de la creación del hombre no existía ningún ser que recibiera Su plena
bendición. Dios no tenía ninguna posibilidad ni oportunidad de bendecir plenamente a Sus criaturas.
Génesis 1 relata que Dios sólo empezó a bendecir cuando los seres vivos llegaron a existir (Gn.
1:22). No obstante, la vida humana está en el nivel en el que puede recibir plenamente la bendición
de Dios. Después de crear al hombre, Dios pudo ver en la tierra un ser vivo que llevaba Su imagen y
tenía Su señorío. Inmediatamente Dios le concedió al hombre Su plena bendición.

Bendición es una buena palabra. Muchos hablan de la bendición de Dios. A menudo hemos orado:
“Oh Señor, bendícenos”. Pero si deseamos recibir la bendición de Dios, debemos satisfacer los
requisitos. Una vez más, los requisitos son: llevar la imagen de Dios y tener Su señorío. Si en la
casa de usted se expresa la imagen de Dios y Su señorío, puede estar seguro de que allí también
estará la bendición de Dios. La bendición de Dios siempre viene con Su imagen y Su señorío. En
otras palabras, la bendición de Dios siempre va adonde se encuentren Su expresión y Su
representación.

La bendición de Dios está siempre con el sacerdocio y con el reinado. Vemos esto en el caso de
Melquisedec. El era rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, y bendijo a Abraham (Gn. 14:17-
19). La bendición siempre va acompañada del sacerdocio y del reinado. Si la iglesia busca la
bendición de Dios, debe tener el sacerdocio y el reinado. ¿Qué significan el sacerdocio y el reinado?
Significan simplemente la imagen de Dios y Su señorío. El sacerdocio expresa la imagen de Dios, y
el reinado manifiesta Su señorío. Mientras ejerzamos el sacerdocio para tener contacto con Dios,
contemplar a Dios y reflejar la imagen de Su gloria, tendremos el reinado. La bendición de Dios
vendrá inmediatamente.

Dios bendijo al hombre para que éste fuese fructífero, se multiplicara y llenara la tierra. La
bendición es la fructificación, el aumento, la multiplicación y el llenar de la tierra. Supongamos que
Adán, el hombre corporativo, hubiese sido hecho a la imagen de un escorpión o de una serpiente, y
que Dios hubiese bendecido al escorpión y a la serpiente para que se multiplicaran y llenasen la
tierra. La tierra se habría llenado de escorpiones y de serpientes. ¡Qué horrible sería la tierra! En tal
caso, yo preferiría no haber nacido. Supongamos que usted tiene doscientos escorpiones en su
cuarto y doscientas serpientes en su salón. Aquello no sería una bendición, sino una maldición. Pero
Dios creó al hombre a Su imagen, y le dio autoridad a fin de que ejerciera el señorío para el
Todopoderoso en la tierra. Dicho hombre estaba listo para recibir la bendición de Dios. La
bendición de Dios consistía en capacitar a ese hombre para que fuese fructífero. Uno se
multiplicaría en diez, diez en ciento, ciento en mil, mil en cien mil, cien mil en un millón, un millón
en un billón, hasta que toda la tierra se llenase de rostros hermosos que expresaran y representaran a
Dios.

Aunque los seres humanos están caídos, les queda algo maravilloso. Lo maravilloso que tienen es la
imagen de Dios. Hay personas que quieren a los perros, pero el amor por un perro es muy diferente
del amor por un ser humano. Por muy bueno que sea un perro, no es tan digno de amor como un ser
humano. Se puede amar a todos los seres humanos porque cada ser humano lleva la imagen de
Dios. Por muy caídos que estén los seres humanos, todos ellos llevan la imagen de Dios.

En la vida de iglesia actual, somos el verdadero hombre que lleva la imagen de Dios y que ejerce el
señorío de Dios. En la vida de iglesia estamos listos para que Dios intervenga y nos conceda Su
bendición. La medida de bendición que Dios da depende de cuánto lo expresemos y lo
representemos. Si lo expresamos y lo representamos de una manera apropiada, ciertamente
recibiremos Su plena bendición, la cual se relaciona con la multiplicación y con llevar fruto.

Ahora quisiera compartir acerca de la predicación del evangelio. En el campo cristiano, incluso en
la predicación del evangelio, todo se ha deteriorado por la práctica deficiente de los siglos pasados.
La verdadera predicación del evangelio no es solamente una obra exterior. La verdadera predicación
del evangelio consiste en llevar fruto como resultado de la vida interior. En Mateo, Marcos y Lucas
el Señor Jesús nos exhortó a ir a predicar el evangelio y a hacer discípulos a las naciones, pero en
Juan dijo que debemos llevar fruto. La predicación es una cosa, pero llevar fruto es otra. La
verdadera predicación del evangelio no consiste en convencer a la gente con doctrinas, ni en
someter sus ideas y cambiar sus conceptos. La verdadera predicación del evangelio consiste en
ministrar vida a los demás. La fructificación es el reboso de las riquezas de la vida interior.
Considere la rama de un árbol lleno de savia vital. La rama rebosa de vida y este reboso produce
vida. El fruto es el resultado de la riqueza interior de la vida. Debemos entender que la predicación
del evangelio debe consistir en llevar fruto y que llevar fruto proviene de la bendición de Dios.
Aunque debemos orar por la predicación del evangelio, no se trata simplemente de esforzarnos.
Debemos recibir la bendición de Dios. Si una iglesia desea aumentar, ciertamente debe predicar el
evangelio. No obstante, si la predicación del evangelio no se encuentra bajo la bendición de Dios,
no obtendremos nada, por muchos esfuerzos que hagamos. El fruto ganado no tendrá cara de
hombre, sino de escorpiones. Usted puede traer mucha gente, pero cuando Dios mire a esas
personas, le dirá: “Este es un escorpión, ése es una serpiente, y aquél es una rana. Efectivamente
trajiste muchas personas, pero pocos tienen el rostro adecuado que me exprese a Mí”. ¿Qué clase de
personas va a traer usted? ¿Personas con rostro de escorpión o personas con hermosos rostros que
expresen a Dios mismo? El fruto que usted lleva es una expresión de lo que usted es. Si usted es un
manzano, nunca podrá producir naranjas. Si es un melocotonero, nunca podrá producir plátanos.
Para producir plátanos, debe ser un platanero. Si usted es un árbol de conocimiento, no espere llevar
el fruto de la vida. El árbol de vida es el único que puede producir vida. Todos debemos esforzarnos
por predicar el evangelio, pero consideremos lo que somos. Si somos hechos a la imagen de Dios y
si tenemos el señorío de Dios, ciertamente conduciremos a otros a la imagen de Dios y al señorío de
Dios. Todas las iglesias locales necesitan aumentar en número, pero jamás usen artimañas, ya que
pueden producir “moabitas” en lugar de fruto apropiado.

Dios le prometió a Abraham una simiente. Dios estaba probando a Abraham hasta que a éste se le
agotara la energía natural. Entonces El le dio descendencia. Mientras Abraham estaba siendo
probado por Dios, a su esposa se le ocurrió un buen plan (Gn. 16:1-2). Y dicha propuesta dio
resultado. Sin embargo, no produjo a Isaac, lo que Dios deseaba, sino a Ismael, a quien Dios
rechazó. Estos dos nombres, Isaac e Ismael, empiezan con “Is”. Se parecen mucho. Todas las
iglesias necesitan incrementarse, pero no imiten a Sara. No produzcan ismaelitas.

También tenemos el caso de las dos hijas de Lot (Gn. 19:30-38). ¿Recuerda usted cómo hablaron de
llevar fruto? Dijeron: “Es posible que nuestro padre no tenga ningún descendiente. Hagamos algo
para ayudarle a producir un heredero”. Hicieron algo, y funcionó. Produjeron a los moabitas y a los
amonitas. Muchos cristianos actuales producen ismaelitas, moabitas o amonitas. Más nos vale no
tener ningún descendiente de ésos.

Debemos ser hombres que lleven la imagen de Dios y que ejerzan Su autoridad. Entonces estaremos
bajo la bendición de Dios, y así seremos fructíferos y nos multiplicaremos. Los rostros humanos
con la imagen de Dios llenarán la tierra. Este es uno de los puntos de la máxima consumación. No
se imagine que la predicación del evangelio es algo pobre. Debe ser algo elevado. La predicación
del evangelio debe ser el punto culminante, y no debe producir ni ismaelitas ni moabitas ni
amonitas, sino Isaacs.

Nosotros los cristianos siempre tenemos un sueño vano. Citamos el relato de Hechos donde dice
que 3000 fueron salvos el día de Pentecostés y que 5000 fueron salvos en otra ocasión. Aunque este
dato aparece allí, la multiplicación de los seres humanos no puede producirse con demasiada
rapidez. Pueden necesitarse veinte años para producir una generación. Uno no puede obtener una
generación en cinco años. A los cinco años, una persona todavía es un niño. Incluso a los quince
años de edad es un adolescente. Generalmente se necesitan veinte años para producir una
generación de seres humanos. Resulta fácil hacer flores artificiales. En una sola noche podemos
llenar este cuarto de reunión con flores, pero todas serán artificiales. Sin embargo, para cultivar un
huerto se necesita tiempo. Si usted mira un huerto por la mañana, presentará prácticamente el
mismo aspecto que el día anterior. Pasará lo mismo el día siguiente, y cada día se parecerá al día
anterior. Se pueden necesitar varios años para cultivar árboles que lleven fruto. Pero, ¡aleluya!, una
vez que crecen, se multiplican. Esta es la vida de la iglesia. Todas las iglesias necesitan
incrementarse, pero no queremos el aumento como el de los hongos, que se produce de un día para
otro. Necesitamos el incremento que proviene de la imagen y del señorío de Dios bajo Su
bendición. Esto requiere tiempo.

3) El hombre y los demás seres vivos


quedaron satisfechos

Decir que el hombre estaba satisfecho no es algo insignificante (Gn. 1:29). Supongamos que Adán
hubiese sido creado sin que tuviera nada de comer. Supongamos que Dios hubiese dicho a Adán:
“Te creé, pero no he preparado tu comida. Haz el favor de esperar un día o dos”. Ese no fue el caso.
Todo fue preparado antes de que Adán llegase a la existencia. Dios había hecho árboles que eran
buenos para comer. Cuando Adán salió de la mano creadora de Dios, ya tenía comida a su
disposición. El quedó satisfecho. Adán no sólo estaba satisfecho, sino que todos los seres vivos
también lo estaban (Gn. 1:30). Más adelante veremos que el verdadero descanso proviene de la
satisfacción. ¿Podemos descansar si tenemos hambre? Mientras tengamos hambre, nunca podremos
descansar. El descanso depende de la satisfacción. ¡Aleluya! El hombre comió y estaba satisfecho.

4) Todo era muy bueno

Génesis 1:31 dice que Dios miró todo lo que El había hecho y vio que era bueno en gran manera.
Antes del sexto día, Dios no dijo: “Bueno en gran manera”; solamente dijo: “Bueno”. ¿Por qué dijo
Dios “bueno en gran manera” en el sexto día? Porque Adán fue creado a la imagen de Dios y había
recibido el señorío de Dios. Nadie murmuraba y nadie tenía hambre. Dios podía decir: “¡Bueno en
gran manera!” Esa fue la cumbre. Después de que Dios dijera eso, vino el séptimo día, el día de
descanso.
5) Dios descansó, Dios estaba satisfecho

Dios descansó porque estaba satisfecho (Gn. 2:1-3). Este fue el último aspecto de la máxima
consumación; Dios descansó y quedó satisfecho.

a) El motivo del descanso

Dios descansó porque Su gloria se manifestó debido a que el hombre llevaba Su imagen y a que Su
autoridad estaba a punto de ser ejercida. Satanás, el enemigo de Dios, iba a ser aniquilado por Dios.
Mientras el hombre exprese la imagen de Dios y venza al enemigo de Dios, Dios puede reposar. Lo
importante no era el hecho de que Dios hubiese terminado Su obra, sino que Su obra era un hombre
que llevaba la imagen de Dios y que subyugaba al enemigo de Dios. Por estos dos hechos, Dios
descansó.

b) La miniatura del descanso: el reposo de la creación

El descanso que hubo después de la creación fue un pequeño descanso, un descanso en miniatura.
En este reposo, el hombre tenía la imagen de Dios y podía ejercer el señorío de Dios. Estos dos
factores fueron la causa del descanso, pero un descanso en una escala muy pequeña.

c) Los tipos del reposo

Todo lo mencionado en Génesis 1 y 2 es una semilla. En los mensajes anteriores vimos que la luz,
la imagen y el señorío son semillas. El descanso también es una semilla, la cual necesita toda la
Biblia para crecer y desarrollarse. La semilla del descanso es sembrada en Génesis, y la cosecha de
esta semilla se halla en Apocalipsis. En Apocalipsis vemos la consumación del reposo.

La Biblia presenta algunos tipos del descanso. El sábado del Antiguo Testamento tipifica el
descanso (Ex. 20:8-11). El hombre era un testimonio, una expresión, de Dios. El hombre también
estaba sometido a la autoridad de Dios. La autoridad de Dios se ejercía sobre el pueblo que
guardaba el sábado. Por tanto, era una especie de descanso.

El día del Señor en el Nuevo Testamento también constituye un tipo de descanso (Ap. 1:10; Hch.
20:7; 1 Co. 16:2). El día del Señor tipifica el descanso venidero. La iglesia, constituida de los
santos, libera la vida del Señor y expresa a Dios mismo. Este es el descanso que tenemos ahora.
Mientras Dios pueda ser expresado, hay descanso. La iglesia, compuesta de los santos, ejerce la
autoridad del Señor, la cual vence a Su enemigo. Si liberamos la vida del Señor y ejercemos Su
autoridad, tenemos descanso desde ahora. Por el contrario, si discutimos y luchamos, no tendremos
ningún descanso porque no estaremos liberando la vida del Señor. Si no ejercemos autoridad sobre
el enemigo, no tendremos ningún descanso.

d) El anticipo del descanso

El reposo que experimentamos ahora es un anticipo del descanso porque el reposo pleno todavía no
ha llegado.
(1) En los santos

En los santos la vida de Dios fluye, y Dios mismo es manifestado. En tanto que la vida de Dios
fluya y Dios mismo sea manifestado, habrá descanso. Este es un anticipo del descanso venidero.
Usted puede experimentar este reposo aun cuando esté en su trabajo. Cuando usted permite que la
vida de Dios fluya y cuando deja que Dios sea expresado, tiene el sentido del descanso. No
obstante, si usted se ha apartado del fluir de la vida de Dios, no tendrá paz en su interior. Usted no
tendrá ningún descanso. Cuanto más discuta con su esposa, más problemas gástricos tendrá. Incluso
puede producirse una úlcera, lo cual indica que no hay ni vida ni descanso. Por el contrario, si libera
la vida de Dios cada vez que su esposa le cause disgustos, tendrá un anticipo del descanso.

En los santos se ejerce la autoridad de Dios y el enemigo de Dios es vencido. Cuando su esposa lo
molesta, no ejerza su autoridad como cabeza. No le diga: “¿No sabes que yo soy la cabeza?” Si dice
eso, perderá su rostro humano y expresará el rostro de una serpiente; se convertirá en un escorpión.
Cuando su esposa lo moleste, acuda al Señor como sacerdote. Deje que la vida fluya y se libere. La
autoridad y el señorío estarán allí, el enemigo será sometido, y tanto usted como su esposa tendrán
descanso. Todos hemos experimentado eso.

(2) En la iglesia como Cuerpo

En la iglesia como Cuerpo, Dios se expresa y Satanás es vencido (Ef. 1:23; 3:19b; 6:11-13). Donde
y cuando quiera que Dios es expresado y Su enemigo es vencido, viene el anticipo del descanso.
Ocurre lo mismo en nuestra vida familiar, en nuestra vida matrimonial y en nuestra vida personal.
Si usted compra algo que no le ayuda a expresar a Dios ni a vencer a Satanás, perderá el anticipo
del descanso. Si usted expresa a Dios y vence a Su enemigo en todo lo que haga y adondequiera que
vaya, tendrá un agradable anticipo del reposo venidero.

No alegue ni murmure en la vida de iglesia. Una noche recibí una llamada telefónica que me
informaba acerca de cierta iglesia que se encontraba en una condición lamentable. Había dos
personas en la línea telefónica, uno confirmaba lo que el otro decía acerca de la condición
lamentable y enfermiza de la iglesia. Dejaron de hablar y querían oír lo que yo iba a decir. Dije
inmediatamente: “No hablen así. Olvídense de esta conversación. Si ustedes dicen que la iglesia
está mal, ciertamente la iglesia estará mal porque ustedes son malos. Si ustedes afirman que la
iglesia es maravillosa, la iglesia ciertamente será maravillosa porque ustedes son maravillosos.
¿Qué es la iglesia? La iglesia es ustedes. Cuando ustedes dicen que la iglesia es mala, se condenan a
sí mismos”. Continué hablando con los hermanos diciéndoles que debían estar conscientes de la
astucia del enemigo. Dijeron: “¿Qué haremos? ¿A quién iremos?” Contesté: “No acudan a nadie.
¡No hablen! Sólo vayan a las reuniones de la iglesia y alaben al Señor”. Preguntaron: “¿No
debemos orar?” Dije: “Sí, deben orar, pero no oren de manera negativa. Oren de manera positiva.
La iglesia no tiene problemas. La iglesia es gloriosa. La iglesia no necesita que ustedes oren así:
‘Oh Señor, tenemos un problema’. Ustedes son el problema. Cuanto más oren acerca del problema,
más se convierten en el problema. No creen un problema y no sean un problema. Vayan a las
reuniones de la iglesia, alaben al Señor, y oren de manera positiva”.

Todos debemos percatarnos de los ardides del enemigo. De ahora en adelante no hablen de la
condición de la iglesia. Simplemente vayan a las reuniones de la iglesia y alaben al Señor. La
iglesia es la iglesia. Por tanto, tenemos descanso. Cuando hablen de la condición de la iglesia,
perderán su descanso. No tendrán el anticipo del reposo. Si van a las reuniones de la iglesia y alaban
al Señor, sin duda recibirán el anticipo del descanso.
e) El cumplimiento del descanso:
el reposo del milenio

El cumplimiento del descanso es el reposo del milenio, es decir, el reino de mil años. El libro de
Hebreos nos revela que existe un reposo prometido para el pueblo de Dios, y todos nosotros
debemos esforzarnos por entrar en ese reposo (He. 4:1, 3, 9, 11). Si no nos esforzamos por entrar en
dicho reposo, lo perderemos. La manera de entrar en ese descanso consiste en experimentar el
anticipo ahora. Si tenemos el anticipo, ciertamente entraremos en el pleno disfrute. Si no tenemos el
anticipo de ese descanso ahora, perderemos el pleno disfrute que está por venir. Durante el descanso
del milenio, los santos serán semejantes a Cristo, y expresarán la gloria de Dios (1 Jn. 3:2; Col. 3:4;
1 Ts. 2:12). Los santos reinarán con Cristo (Ap. 20:6).

f) La consumación del reposo

La consumación del reposo es el descanso en el cielo nuevo y la tierra nueva. Todos los redimidos
expresarán como un solo Cuerpo la gloria de Dios por la eternidad (Ap. 21:11, 23). Del mismo
modo, todos los redimidos reinarán como un solo Cuerpo para Dios por la eternidad (Ap. 22:5b).
Eso será la consumación del descanso. En Génesis 2 el descanso era solamente tipología; la
consumación se tendrá en la Nueva Jerusalén. Todos quedarán satisfechos. Todos tendrán descanso
porque Dios mismo estará satisfecho y Dios mismo hallará descanso allí. Hoy en día la vida de
iglesia constituye una miniatura de la Nueva Jerusalén. La vida de iglesia es un anticipo del pleno
disfrute. El descanso final incluye principalmente dos cosas: la expresión de la imagen de Dios y el
ejercicio de la autoridad de Dios.

g) El hombre también descansó con Dios

Si usted lee Génesis 1 detenidamente, verá que después de crear Dios al hombre, no le pidió que
hiciera nada. Dios habló simplemente de la comida del hombre (Gn. 1:29).

(1) El séptimo día de Dios


fue el primer día del hombre

Según el calendario bíblico, un día no empieza por la mañana, sino por la tarde. Creo que el hombre
fue hecho por la tarde del sexto día. Cuando el hombre salió de la mano creadora de Dios, entró
inmediatamente en el séptimo día. Para Dios el séptimo día fue el día de reposo (Gn. 2:2-3). El
séptimo día de Dios fue el primer día del hombre. Esto significa que Dios lo había preparado todo
para el disfrute del hombre. Después de ser creado el hombre, no se unió a la obra de Dios, sino que
entró en el reposo de Dios. ¡Aleluya! No se imagine que usted debe hacer algo. Dios no necesita
que usted haga algo. Dios posee muchísimas riquezas y desea que usted se acerque y disfrute de
ellas. ¡No labore! Si usted intenta laborar, Dios dirá: “Hijo insensato, no tengo ninguna obra para ti,
pero tengo grandes riquezas que puedes disfrutar. Ven y únete a Mí en Mi reposo. Mi día de sábado
es tu primer día. He trabajado durante seis días. Ahora ven y únete a Mí en el descanso como tu
primer día. Unámonos y descansemos”. Eso fue lo que el hombre hizo.

He dedicado mucho tiempo tratando de saber lo que hizo el hombre después de ser creado. Me
enteré de que no hizo nada más que comer y descansar. ¿No es eso maravilloso? Después de ser
salvos los creyentes, se imaginan que deben hacer algo. Olvídense de las actividades. Vengan a
comer a Jesús. Vengan y sean saciados. Vengan a unirse a Dios en Su descanso. Dios dirá: “Hijito,
olvídate de tus acciones. Olvídate de tu labor. Yo lo he hecho todo. Para Mí, es tiempo de
descansar. Ven y únete a Mí en Mi descanso”.

En 1936 estaba yo en la obra en el norte de China, con una intensa carga por la obra del Señor. La
labor era dura y las pruebas y circunstancias difíciles. Yo viajaba en bicicleta por los suburbios, la
echaba al suelo, caía con todo mi peso y gritaba: “¡Señor, ayúdame!” Estaba molesto y perturbado.
Un día, antes de dar un mensaje, recibí una palabra que me decía: “¿Sabes que el primer día del
hombre es el séptimo día de Dios? El séptimo día de Dios fue el primer día del hombre. ¿Por qué
laboras tanto, hijo necio? Desiste de ello. Abandona tu obra. Todo lo que necesitas hacer es venir y
unirte a Mí en Mi descanso”. Aquel domingo por la mañana di un mensaje en el cual dije que el
séptimo día de Dios fue el primer día del hombre. Le dije al pueblo: “¡Aleluya! Hoy es mi primer
día. Durante varios meses he laborado mucho, pero ahora dejo mi obra. Ya no voy a laborar. Ahora
empiezo a descansar con Dios. Su séptimo día es mi primer día”. Tal vez usted pregunte: “¿Qué
diremos del día que viene después del séptimo?” Fue el primer día de la semana, el día del Señor,
un nuevo descanso y un nuevo sábado. ¡Alabado sea el Señor!

(2) El sábado fue hecho para el hombre

Los fariseos obligaban a todo hombre a dedicarse por entero al sábado. El Señor los condenó y les
dijo que estaban totalmente equivocados. Dijo que el sábado fue hecho para el hombre, y no el
hombre para el sábado (Mr. 2:27). ¡Aleluya! El destino del hombre no es la labor sino el sábado.

(3) El hombre descansa porque Dios descansa

Cuando Dios está satisfecho, usted está satisfecho. Cuando usted está satisfecho, eso demuestra que
Dios está descansando. El está satisfecho.

(4) El hombre descansa


cuando la obra de Dios llega a Su meta en él

No labore. Ocúpese de una sola cosa: que Dios alcance Su meta. ¿Cuál es la meta de Dios? La meta
de Dios es expresar Su imagen y ejercer Su señorío. Cuando usted expresa la imagen de Dios y
ejerce Su señorío para vencer a Su enemigo, El alcanza Su meta. Dios dirá: “Estoy satisfecho”.
Entonces usted dirá: “Dios, yo también estoy satisfecho”. De modo que usted descansa con Dios.

Todos los reposos mencionados anteriormente se deben al hecho de que Dios ha logrado Su meta y
a que el hombre disfruta del descanso con Dios. ¡Alabado sea el Señor! Esto es maravilloso.

Me alegra mucho que el Señor nos haya permitido compartir estos nueve mensajes sobre Génesis.
En estos mensajes podemos ver que el relato divino se centra exclusivamente en la vida. Génesis 1
y 2 es simplemente un bosquejo. Las biografías de los ocho hombres (Adán, Abel, Enoc, Noé,
Abraham, Isaac, Jacob y José) lo describen plenamente. Finalmente veremos que Jacob y José van
unidos. En realidad los dos son un solo hombre: Jacob llega a ser Israel, el príncipe de Dios, y lleva
la imagen de Dios; José llega a ser aquel que gobierna por encima de todo, ejerciendo el señorío de
Dios. Al final de Génesis, vemos un hombre doble: un aspecto (Jacob) expresa la imagen de Dios, y
el otro aspecto (José) ejerce el señorío de Dios. Allí se expresa la imagen de Dios, se ejerce la
autoridad de Dios, y hay descanso. ¡Aleluya!
Toda la Biblia, con todas sus historias, biografías y enseñanzas, se centra en la vida. Esta vida
producirá la expresión de Dios y la representación de Dios. Dios será manifestado y Su enemigo
será vencido. ¡Aleluya! Entonces habrá un descanso final en este universo. Damos las gracias a
Dios por el Antiguo Testamento y por el Nuevo. Sin el Nuevo Testamento, resultaría difícil
entender las alegorías, tipologías, figuras y sombras del Antiguo Testamento. Pero sin el Antiguo
Testamento, sólo tendríamos las palabras directas del Nuevo Testamento. Nos faltarían los cuadros.
Alabado sea el Señor porque tenemos ambos testamentos. Tenemos los cuadros y también las
palabras claras que nos permiten conocer nuestra condición: tenemos la imagen de Dios y el señorío
de Dios, y estaremos en el descanso de Dios. Debemos recordar las cinco palabras cruciales que
hemos abarcado hasta ahora: imagen, señorío, bendición, satisfacción y reposo. Cuando llevemos la
imagen de Dios, que lo expresa a El, tendremos Su señorío, el cual lo representa. Entonces Su plena
bendición estará sobre nosotros, y nosotros estaremos satisfechos. Finalmente Dios y nosotros
descansaremos con plena satisfacción bajo Su bendición con Su imagen y Su señorío.

ESTUDIO-VIDA DE GENESIS

MENSAJE DIEZ

EL PROCEDIMIENTO QUE DIOS USA


PARA CUMPLIR SU PROPOSITO

(1)

En los mensajes anteriores abarcamos el primer punto crucial del libro de Génesis: el deseo y
propósito de Dios. Esto fue revelado en Génesis 1:1—2:3. El deseo y propósito de Dios consiste en
tener un hombre corporativo que lo exprese a El en Su imagen y lo represente con Su autoridad.
Ahora debemos preguntarnos: ¿Cómo puede el hombre expresar a Dios en Su imagen y
representarlo con Su autoridad? Esto nos trae al segundo punto de ese libro.

B. El procedimiento que Dios usa


para cumplir Su propósito, 2:4-7

El capítulo 2 de Génesis revela la manera en que Dios cumple Su propósito. Esta es la razón por la
cual tenemos el segundo relato de la creación que aparece en Génesis 2. Cuando llevaba poco
tiempo como cristiano, me confundían estos dos relatos de la creación del hombre. Génesis 1 nos
proporciona un relato de la creación. ¿Por qué necesitamos otro relato en Génesis 2? El Señor me
dio la respuesta posteriormente en mi ministerio. Aunque el relato de la creación que consta en
Génesis 1 revela el propósito de Dios al crear el hombre, no nos muestra la manera en que cumple
este propósito. Por consiguiente, necesitamos el segundo relato, el cual revela la manera, el
procedimiento, que usa Dios para cumplir Su propósito. Después de ver el propósito en el capítulo
1, debemos ver el procedimiento en el capítulo 2. Este procedimiento es completamente revelado en
Génesis 2, empezando con el versículo 5 y continuando hasta el final del capítulo. Si leemos este
pasaje a la luz de toda la Biblia, veremos los tres pasos de este procedimiento. Podemos abarcar un
solo paso en este mensaje; veremos los dos otros en los mensajes siguientes. No obstante, antes de
considerar el primer paso, queremos hacer notar que el medio por el cual Dios cumple Su propósito
es la vida.
1. Por la vida

Dios va a cumplir Su propósito por medio de Su propia vida. ¿Cómo puede alguien expresar a otra
persona si no tiene la vida de ésta? Un perro no puede expresar a un gato porque no tiene la vida del
gato. Un perro tiene la vida de un perro, y ésa sólo sirve para expresar la vida de un perro. Según el
mismo principio, un gato nunca podrá expresar a un perro. Si pensamos de otro modo, estamos
fuera de la realidad. ¿Cómo pueden los seres humanos expresar a Dios? Sería imposible sin la vida
de El. Si un perro ha de expresar a un gato, debe de existir la posibilidad de inyectar la vida del gato
en el perro. Cuando el perro reciba la vida del gato, le será fácil expresar espontáneamente al gato.
El destino del hombre es expresar a Dios. ¿Podemos hacer eso? Nos resulta imposible hacerlo con
nuestra vida porque no es más que una vida humana. Dios es trascendente. Nuestra vida es
demasiado inferior para expresarlo a El. Si hemos de expresar a Dios, necesitamos Su vida. Si
tenemos la vida de Dios, lo expresaremos a El espontánea e inconscientemente. Al tener Su vida,
expresamos Su imagen. La vida es el medio por el cual se cumple el propósito de Dios. Esta vida no
es nuestra vida natural, sino la vida divina y eterna de Dios.

La autoridad también está relacionada con la vida. Una mesa o una silla no pueden tener autoridad,
porque la autoridad está siempre relacionada con cierta vida. Mírese usted mismo. Cuanto más vida
posee, más autoridad tiene. Los seres humanos tenemos autoridad sobre los animales porque
tenemos más vida que ellos. Incluso en las relaciones humanas, podemos verificar ese principio:
cuanto más vida posee una persona, más autoridad tiene. Si soy más maduro que usted, tengo
autoridad sobre usted. Si un adolescente acude a mí, no necesito amenazarlo. El se pondrá
espontáneamente bajo mi autoridad. Esta autoridad no me fue conferida por el presidente de los
Estados Unidos. Me vino con los años. Si usted tiene 110 años de edad y yo 70, me pondré bajo su
autoridad. Su edad le confiere la autoridad. Si queremos representar a Dios con Su autoridad,
necesitamos Su vida.

Si usted ha de representar a cierta persona en la sociedad, debe poseer una vida casi idéntica a la de
ella. Supongamos que usted está invitado a representar al presidente de los Estados Unidos. Usted
debe tener la misma cantidad de vida que él. Si su vida es inferior, no podrá representarlo. La norma
de su vida debe corresponder a la vida del presidente.

Este es el principio fundamental y lógico que debemos acatar: nunca podremos expresar a Dios o
representarle por nuestra propia vida. Considere su vida. Su vida no puede expresar a Dios; todo lo
que puede expresar es a usted mismo. Hasta cierto punto, una esposa no está calificada, por lo que a
la vida respecta, para representar a su marido, porque su vida no es tan elevada como la de su
esposo. Me pregunto si las hermanas estarán de acuerdo con eso. En todo caso, cada uno de
nosotros debe reconocer que nuestra vida natural no puede expresar ni representar a Dios. No sólo
nuestra vida caída es inadecuada para eso, sino que aun la vida creada que tuvimos al principio
también era inapropiada. Como lo veremos en el próximo mensaje, ésta es la razón por la cual Dios,
después de crear al hombre, lo puso frente al árbol de vida, lo cual indica que el hombre debía
poseer una vida más elevada que la anterior.

Algunas personas preguntarán: “¿No nos creó Dios a Su imagen?” Sí, Dios nos creó a Su imagen.
Entonces esas personas dirán: “Si ya tenemos la imagen de Dios, ¿por qué no podemos expresarle?”
Podemos decir que el hombre creado a la imagen de Dios es semejante a la fotografía de una
persona. Supongamos que usted toma una fotografía del hermano John y la muestra a los demás
diciendo que es el hermano John. En cierto sentido, usted tiene razón, pues ése es el hermano John.
Sin embargo, la fotografía no es el hermano John, sino la fotografía de él. Aunque la fotografía
revela los rasgos, la apariencia y la persona del hermano John, no contiene la vida de él. Puede
mostrar algo del hermano John, pero no lo puede expresar a él. Para expresar al hermano John, la
fotografía debe tener su vida; ésa es la única manera. El hombre fue creado a la imagen de Dios,
pero era una fotografía que mostraba algo de Dios pero no tenía Su vida. Aunque el hombre fue
hecho a la imagen de Dios, no tenía Su vida. Dios deseaba que el hombre participara de la vida
representada por el árbol de vida. El hombre falló en eso. Ahora, al creer en Cristo, hemos sido
traídos de nuevo a participar de esa vida. Todos nosotros recibimos la vida eterna. Así que, no
tenemos ninguna otra posibilidad de expresar a Dios a Su imagen y de representarlo con Su
autoridad si no participamos de Su vida. Muchos versículos de la Biblia confirman esto.

a. La vida conforma los creyentes


a la imagen de Dios y los introduce en la gloria

La Biblia afirma que es la vida la que conforma los creyentes a la imagen del Hijo de Dios (Ro. 8:2,
6, 29). Podemos ser conformados a la imagen del Hijo de Dios únicamente por la vida. Romanos
8:2 habla del “Espíritu de vida”, y el versículo 6 dice que la mente puesta en el espíritu es vida. Por
medio de la vida del Espíritu podemos ser conformados al Hijo de Dios. Está bastante claro. Del
mismo modo, es Cristo como vida quien nos introduce en la gloria de Dios para expresar a Dios.
Colosenses 3:4 nos revela que Cristo nuestra vida nos introducirá en la gloria de Dios a fin de que
expresemos a Dios. Esto confirma que sólo por la vida de Dios podemos expresar a Dios.

b. La vida de resurrección confiere autoridad

La Biblia también muestra que fue la vida floreciente de resurrección la que confirió autoridad a la
vara de Aarón (Nm. 17:8). Las doce varas que representaban a las doce tribus de Israel fueron
colocadas en la presencia del Señor durante una noche. Cada vara era un pedazo de madera seca y
muerta. Durante la noche, la vara de Aarón floreció, lo cual significa que la vida de resurrección
había autorizado a la vara para reinar sobre el pueblo. Por consiguiente, la vida confiere autoridad.
Si usted desea llevar el liderazgo en la iglesia, necesita muchísima vida. Los ancianos son asignados
no solamente por el nombramiento exterior sino por la autorización interior en vida. Todos los
ancianos deben ser maduros en vida y estar calificados para gobernar por esta vida reinante. Es el
mismo caso con los diáconos, las diaconisas y los que se responsabilizan de los grupos de servicio.
Solamente la vida puede conferir autoridad.

Apocalipsis 20:4 revela que la vida vencedora de resurrección introduce a los creyentes en el reino
con Cristo durante el milenio. La vida de resurrección nos introduce en el reinado con Cristo porque
procede del trono de Dios. El trono de Dios representa la autoridad. Vemos un cuadro de eso en
Apocalipsis 22:1, donde el agua de vida sale del trono de Dios. Por tanto, la autoridad y la vida
están relacionadas. El río de vida está relacionado con el trono de Dios. Si tenemos este trono como
nuestra fuente, estaremos en el agua de vida. Si estamos en el agua de vida, ésta nos llevará al trono
de Dios, dándonos la autoridad que procede de Su trono. La vida trae autoridad. Todos debemos ver
que se requiere la vida de Dios para representarlo a El.

2. El primer paso: crear al hombre


como vasija que contuviera a Dios como vida

El primer paso del procedimiento que Dios usó para cumplir Su propósito fue crear al hombre como
vasija para que lo contuviera a El cómo vida. Me agrada la palabra vasija. ¿Se da cuenta de que
usted, como ser humano, es una vasija? Una vasija es semejante a una botella o a una taza. Hoy,
mientras yo estaba con el Señor, me regocijaba por ser una vasija. Pensé: “Hombre, eres
exactamente igual a una botella. Tu boca se parece a la boca de una botella. El propósito de la
botella es contener algo, no a sí misma. Eres una vasija diseñada para contener a Dios”.

Esta no es idea mía. Esto fue presentado inicialmente en Génesis y recalcado por Pablo en Romanos
9 donde escribió: “¿Quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿No te das cuenta de que eres
barro? El alfarero tiene autoridad soberana para moldear el barro y hacer las vasijas”. Romanos
9:21, 23 revela que Dios creó al hombre como un vaso. Somos vasijas que pueden contener a Dios
como vida.

Por consiguiente, después de que Dios creó al hombre, lo puso frente al árbol de vida. El árbol de
vida era comestible. En Juan 6 el Señor Jesús dijo que El era comestible, que El era el pan de vida
(Jn. 6:35). De modo que todos podemos comerlo a Él. Además, contenemos todo lo que comemos
porque entra en nuestro ser. Nuestro ser es simplemente una vasija que contiene todo lo que
comemos. Todo lo que comemos no sólo está en nosotros, sino que es asimilado hasta ser el
elemento mismo que nos constituye. Incluso se convierte en nosotros mismos. Por tanto, los
dietistas dicen: “Usted es lo que come”. No sólo somos vasijas, sino que somos vasijas que comen,
vasijas que asimilan lo que comen. Dios desea que lo comamos a El. Si le decimos a Dios que
queremos comerlo, El se alegrará. Somos las vasijas que lo comen y lo asimilan. Finalmente, Dios
se convertirá en nosotros. ¡Alabado sea el Señor! Fuimos hechos vasijas para contener a Dios como
vida.

Romanos 9:21, 23 nos dice que somos vasijas para honra, vasijas de misericordia preparadas para
gloria. Esta es nuestra porción. No me menosprecien. Soy una vasija para honra y no para deshonra.
Un día estaré lleno de gloria y estaré en la gloria expresando al Dios de gloria. Todos nosotros
somos vasijas de misericordia preparadas para gloria.

a. El trasfondo

En primer lugar, debemos entender el trasfondo del primer paso que Dios dio para cumplir Su
propósito.

1) Dios no había hecho llover sobre la tierra

Aprecio mucho la Biblia. He permanecido con la Biblia durante 50 años exactamente y ahora la
quiero más que nunca. Al llegar a Génesis 2:4-7, quisiera dirigir unas palabras a los jóvenes.
Cuando yo era un cristiano joven, me confundía Génesis 2, pues no me parecía muy bíblico. Creía
que la Biblia debía ser clásica, pero Génesis 2 no me parecía muy clásico. Por ejemplo, en Génesis
2:5 dice: “Jehová Dios aún no había hecho llover sobre la tierra”. Me preguntaba por qué estaba eso
incluido en la Biblia. No pensaba que eso fuera importante. Luego el versículo 5 añade: “No había
hombre para que labrase la tierra”. ¿Qué significa eso? No me parecía nada bíblico. La primera
parte del versículo 5 dice: “Y toda planta del campo antes que fuese en la tierra, y toda hierba del
campo antes que naciese”. ¿Qué significa eso? Pensaba que sonaba como las expresiones de un niño
de cuarto año de primaria. Además, el versículo 6 nos dice que “subía de la tierra un vapor, el cual
regaba toda la faz de la tierra”. No me parecían palabras bíblicas. Muchos dirán: “Romanos 8 es un
buen pasaje. Parece que así debe ser la Biblia. Pero no me gusta Génesis 2, porque no contiene nada
del espíritu ni de la mente ni de la vida. Sólo habla de hierbas, plantas y vapor. No obstante,
Génesis 2:5-6 forma parte de la Biblia, y sin estos versículos la Biblia quedaría incompleta. La
Biblia necesita estos dos versículos de Génesis 2 para ser perfecta. Es bastante significativo ver lo
que revela este pasaje.
No menosprecie ningún renglón de la Biblia, porque ella procede de la boca de Dios. Toda palabra,
toda frase, toda expresión y toda oración salieron de Su boca. Leer una frase de la Biblia es algo
serio. Lo puede comprobar al leer Génesis 2:5-6 una y otra vez con un espíritu de oración. Si usted
ora y lee estos versículos de esta manera, será nutrido. No obstante, si hace lo mismo con las líneas
de un periódico de Los Angeles o de Santa Ana, estará muerto. Existe una gran diferencia entre los
escritos seculares y la santa Biblia. En ésta todas las palabras son santas; vienen de Dios.

Dios no había hecho llover sobre la tierra. Esto significa que Dios no había mandado que Su
Espíritu se mezclase con el hombre, quien iba a ser hecho del polvo de la tierra. En Joel 2:23, 28-
29, vemos que la lluvia se presenta como alegoría del Espíritu de Dios.

Algunos cristianos nos critican por usar demasiadas alegorías para interpretar la Biblia. No
obstante, debemos entender que es necesario alegorizar al interpretar la Biblia porque gran parte de
ella, y particularmente Génesis 1 y 2, está escrita en lenguaje figurativo. Pablo mismo usó alegorías
para referirse al Antiguo Testamento. En 2 Corintios 4:6, él habla del Dios que mandó que de las
tinieblas resplandeciese la luz. Esto se refiere indudablemente a Génesis 1. El hecho de que el Dios
que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz resplandezca ahora en nosotros, significa que la
obra de Dios en Génesis 1 constituye una alegoría de lo que El está haciendo en nosotros hoy. En
Gálatas 4, Pablo usó a Sara, la esposa de Abraham, y Agar, la concubina de Abraham, como
alegoría. Pablo se refirió simbólicamente a estas dos mujeres como a dos pactos. Por consiguiente,
la mejor manera de entender al Antiguo Testamento es usar alegorías.

En los cuatro evangelios, el Señor Jesús usó alegorías para casi todo. Lo hizo con todos los tipos,
sombras y figuras del Antiguo Testamento. Dijo que El era Salomón, David, el sábado, la luz, el
alimento, el aire, la puerta, el pastor y los prados. El lo era todo. Por consiguiente, debemos emplear
alegorías al referirnos a la Biblia. Le animo a hacer eso.

Ahora vamos a usar la alegoría de Génesis 2:5-6 donde vemos que Dios no hizo llover sobre la
tierra. Esto significa que Dios todavía no había mandado Su lluvia celestial, Su Espíritu, sobre la
tierra. Cuando la lluvia baja a la tierra, empapa el suelo y se mezcla con él a fin de producir la vida.
Ahora podemos ver el punto: el hecho de que no había lluvia antes de que el hombre fuese creado
significa que el Espíritu de los cielos todavía no se había mezclado con algo hecho de polvo para
producir la vida.

2) No había hombre que labrase la tierra

“No había hombre para que labrase la tierra” significa que no había ningún hombre que trabajase en
coordinación con Dios al unir la labor humana con la divina (cfr. 1 Co. 3:9). Muchos cristianos son
demasiado espirituales. Cuando son “superespirituales” se convierten en superficiales. Son
espiritualmente superficiales cuando dicen: “No debemos hacer nada. El Espíritu lo hace todo”. Ese
es un concepto equivocado. Si usted no hace nada, Dios no puede hacer nada, pues El necesita que
la labor humana coopere con la labor divina. ¿Para qué sirve la lluvia si no hay ningún hombre que
labre la tierra? Si usted como hombre ha labrado la tierra, tiene derecho a orar: “Señor, aquí estoy.
Manda la lluvia”. Entonces Dios mandará la lluvia. Pero supongamos que no hay ningún hombre
sobre la tierra que pida la lluvia y que algunos ángeles digan: “Oh Dios Jehová, ¿por qué no mandas
la lluvia?” Dios contestará: “Si mando la lluvia, se estropeará. Estoy esperando que haya un hombre
que cultive la tierra. Cuando haya hombre que labre la tierra, mandaré la lluvia”.

En estos días, la iglesia se preocupa por la predicación del evangelio. Pero supongamos que no hay
ningún cristiano en Anaheim que labore con Dios y que algunos ángeles en el aire oren: “Oh Dios
Todopoderoso, salva a la gente de Anaheim. Envía Tu voz y todos se arrepentirán”. Dios
contestaría: “Eso es una insensatez. Si no hay nadie en Anaheim que labore conmigo, ¿cómo puedo
salvar a la gente?” ¿Se acuerdan de la historia de Cornelio? Aunque un ángel se le presentó con un
mensaje, el ángel no podía predicarle el evangelio (Hch. 10:1-8). El ángel dijo a Cornelio:
“Necesitas mandar a buscar a Pedro y pedirle que venga. No puedo labrar la tierra porque soy un
ángel. No estoy calificado para ello. Está establecido que sean los seres humanos quienes prediquen
el evangelio. Ellos están calificados para hacerlo. Pídele a Pedro que venga”.

Mientras no había ningún hombre en la tierra para que labrase la tierra, Dios no podía mandar la
lluvia. No había ningún hombre que laborase con Dios coordinando la labor humana con la divina.
Debemos laborar en coordinación con la labor divina de Dios. Debemos orar día y noche por
nuestros parientes y nuestros amigos. Debemos trabajar en ellos. Entonces llegará la lluvia. Si no
cooperamos con Dios labrando la tierra, nunca vendrá la lluvia. Dios no desperdicia Su lluvia.
Cuando llega, viene para producir la vida.

3) No había brotado de la tierra ninguna vida

“Y toda planta del campo antes que fuese en la tierra, y toda hierba del campo antes que naciese”
significa que todavía no había ninguna vida, pues la vida no había crecido de la tierra. No había
nadie que labrase la tierra y no había caído lluvia; por lo tanto, era imposible que hubiera vida.

4) Subía de la tierra un vapor

“Sino que subía de la tierra un vapor, el cual regaba toda la faz de la tierra” (v. 6). Esto significa que
sólo salía algo de la tierra para labrar la tierra; nada descendía de los cielos para que la tierra
produjera vida.

Estos cuatro puntos constituyen el trasfondo de la creación del hombre. Si abordamos estos
versículos de una manera alegórica, los consideraremos dignos de estar en la Biblia. Aprecio mucho
Génesis 2:5-6. Ahora podemos entender que necesitamos la lluvia y que Dios nos necesita. Dios
necesita nuestra colaboración. Entonces la lluvia bajará de los cielos para mezclarse con el polvo de
la tierra a fin de producir la vida.

b. La manera: Génesis 2:7

Pasemos ahora a considerar la manera en que Dios creó al hombre. Dios creó al hombre
exactamente igual que una botella, con un cuello y una boca. ¡Alabamos al Señor porque tenemos
boca! ¿Cómo podría uno vivir sin ella? Dios nos hizo de esta manera.

1) Formar el cuerpo del hombre


con el polvo de la tierra

Dios formó el cuerpo del hombre con el polvo de la tierra para que el hombre tuviese un cuerpo que
fuera su expresión exterior y como un órgano con el cual tener contacto con lo material. Dios hizo
al hombre del polvo y no de oro. El oro no puede producir vida. Si usted siembra una semilla en
oro, la desperdiciará. Pero en el polvo puede crecer vida. Si siembra semilla en la tierra, la semilla
crecerá. No somos hombres de oro, sino de polvo. Me alegro de ser un hombre de polvo. Soy un
vaso de barro. ¡Aleluya!
Nuestro cuerpo fue formado del polvo para que fuera nuestra expresión exterior. Cuando tengo
tiempo, me agrada mirarme en el espejo, y examino especialmente mi cara. Cuanto más me miro,
más estoy convencido de que Dios me hizo. Ninguna otra persona en todo el universo podría haber
moldeado esta criatura maravillosa. El estilo de los automóviles estadounidenses puede ser
mejorado y cambiado cada año, pero nadie puede mejorar el diseño del ser humano. Nuestros oídos
fueron perfectamente diseñados para escuchar. ¡Cuán horrible sería nuestra condición si los
miembros de nuestro cuerpo fuesen puestos en otra parte! ¿Qué pasaría si nuestra nariz estuviese
sobre la frente y al revés? La lluvia y el polvo entrarían en ella. Dios diseñó intencionalmente la
nariz para que mirase hacia abajo a fin de que sólo entrase el aire. Aunque mi nariz no es muy
atractiva, sigo apegado a ella. Dios la diseñó para mí.

Debemos considerar muchas cosas acerca del cuerpo humano. En Eclesiastés 12:3 Salomón
menciona las muelas, diciendo que cuando un hombre envejece, las muelas cesan porque habrán
disminuido. Los dientes incisivos son los que cortan los alimentos, y las muelas son las que los
trituran. Cuando comemos un pedazo de carne, nuestros dientes lo cortan, y la lengua lo empuja
hacia las muelas donde es triturado y llega a ser una substancia digerible. Eclesiastés enseña que las
muelas cesan porque una persona mayor generalmente tiene menos dientes. ¿Quién nos diseñó de
esta manera? ¿Quién diseñó nuestros incisivos, nuestras muelas y la saliva segregada, con los cuales
trituramos los alimentos? Indudablemente Dios lo hizo.

El hombre fue creado por Dios. Fue diseñado por el mejor artista. No preste atención a la teoría de
la evolución. Hasta la ciencia médica puede confirmar que el cuerpo humano contiene todos los
elementos que hay en el polvo, tales como la sal, el azufre, el cobre y el hierro. Dios formó un
cuerpo humano maravilloso a partir de ese polvo. No tengo palabras para describir esto. Mírese a sí
mismo. Mire sus hombros, sus brazos y los cinco dedos de cada mano. Con los cuatro dedos y el
pulgar el hombre puede hacerlo todo. ¿Qué podríamos hacer si tuviéramos cinco pulgares en cada
mano? No podríamos usar los utensilios para comer. Si examina su cuerpo humano, descubrirá que
es una botella viviente. Verdaderamente fuimos hechos por Dios.

2) Infundir el aliento de vida


en la nariz del hombre

Dios infundió el aliento de vida en la nariz del hombre para que éste tuviese un espíritu, que es el
recipiente, el órgano en el cual puede recibir a Dios a fin de relacionarse con El y con lo espiritual
(Jn. 4:24; Ro. 1:9). Dentro del radio hay un receptor. Cuando ese receptor se daña, las ondas de
radio no pueden llegar a su destino. Del mismo modo, nuestro cuerpo es un recipiente exterior y
dentro de nosotros se encuentra un espíritu que Dios hizo como receptor para que éste percibiera a
Dios, como las ondas de la radio celestial. Por medio de este órgano podemos tocar las cosas
espirituales. Toco la pizarra usando mi mano. Percibo los olores con mi nariz, y los colores con mis
ojos. Escucho los sonidos con mis oídos. Todas estas cosas materiales pueden ser percibidas por los
sentidos de nuestro cuerpo físico. El universo también contiene cosas espirituales. Dios está en este
universo, y El es Espíritu. No lo podemos percibir por medio de nuestros sentidos físicos. Es
insensato negar la existencia de Dios porque no podemos percibirlo físicamente. Pretender que algo
no existe porque no podemos sentirlo es una necedad. Aunque existen muchas ondas en la
atmósfera, no podemos percibirlas sin un receptor. Del mismo modo, no podemos detectar la
realidad de Dios sin el receptor apropiado, nuestro espíritu humano. Si nuestro espíritu no funciona
bien, no podremos percibir a Dios. Debemos sintonizar nuestro espíritu. Debemos ejercitar nuestro
espíritu para tocar a Dios. Hay en nosotros un órgano que la Biblia llama el espíritu del hombre.
a) El aliento de vida y el espíritu del hombre

La palabra hebrea que se traduce “aliento” en Génesis 2:7 es neshamah, y se traduce “espíritu” en
Proverbios 20:27. Esto significa que el aliento que se menciona en Génesis 2:7 es el espíritu
humano, y éste es la lámpara del Señor. Antiguamente la gente usaba lámparas de aceite. La
lámpara contenía aceite que era quemado para producir luz. Dentro de nosotros tenemos una
lámpara que puede contener el Espíritu de Dios como el aceite. Aunque tenemos esta lámpara en
nosotros, aún así necesitamos que el aceite divino entre en ella, permitiendo que la lámpara arda y
brille. Proverbios 20:27 afirma que el espíritu del hombre escudriña todas las partes internas de
nuestro ser. Cuando Dios, el aceite, entra para encender nuestra lámpara, somos iluminados y
examinados. La Biblia nos enseña claramente que el aliento de Dios se ha convertido en nuestro
espíritu humano y que nuestro espíritu es la lámpara de Dios, la cual le contiene como el aceite y
nos da luz.

b) El espíritu del hombre fue formado


especialmente por Dios

El espíritu del hombre fue formado especialmente por Dios (Zac. 12:1; Job 32:8). Zacarías 12:1
dice que Dios extendió los cielos, fundó la tierra y formó el espíritu del hombre dentro de él. En
este universo existen tres cosas igualmente importantes: los cielos, la tierra y el espíritu del hombre.
Los cielos fueron creados para la tierra, la tierra para el hombre, y el hombre tiene un espíritu
creado para Dios. Dios creó los cielos para la tierra. Sin los cielos, nada podría crecer en la tierra.
La tierra sirve para el hombre, y el hombre tiene un espíritu dentro de sí que puede contener a Dios.
Por consiguiente, el hombre es el centro del universo, y el centro del hombre es su espíritu. Esto es
muy importante. A los ojos de Dios, si el hombre no tuviese espíritu, sería una cáscara vacía. Sin el
hombre en esta tierra, ésta se hallaría vacía y los cielos serían inútiles. Alabamos al Señor porque
los cielos sirven a la tierra, la tierra sirve al hombre, y el hombre tiene un espíritu con el cual puede
recibir a Dios. Alabado sea el Señor porque “¡hay un espíritu en el hombre!”

c) El espíritu del hombre es el lugar


donde el Espíritu de Dios obra y donde el Señor mora

El espíritu del hombre es el lugar donde obra el Espíritu de Dios. Romanos 8:16 afirma que el
Espíritu de Dios da testimonio juntamente con nuestro espíritu. Por consiguiente, el Espíritu Santo
obra con el espíritu humano. En 2 Timoteo 4:22 dice: “El Señor esté con tu espíritu”. El Señor Jesús
está ahora con nuestro espíritu. El mora allí.

3) Hacer al hombre como un alma viviente

Dios hizo al hombre como un alma viviente para que tuviese un alma, la cual sería la persona, la
personalidad y el órgano con el cual habría de relacionarse con la esfera sicológica. Entre nuestro
cuerpo exterior y nuestro espíritu interior está nuestra alma, nuestra persona. Con el alma tenemos
contacto con las cosas sicológicas. Anteriormente mencioné algunas cosas físicas y algunas cosas
espirituales; ahora quisiera hablar de lo sicológico. Tomemos como ejemplo la alegría. La alegría
no es ni material ni espiritual; es sicológica. Si acude a mí y ve que no estoy contento con usted,
¿cómo sabrá que no estoy contento? Lo sabrá por medio de su alma, su parte sicológica. Queda muy
claro que Dios nos ha hecho de tres partes: un espíritu, un alma y un cuerpo.
4) Hacer al hombre como un ser tripartito:
espíritu, alma y cuerpo

Dios hizo al hombre como un ser tripartito. En 1 Tesalonicenses 5:23 dice claramente que tenemos
espíritu, alma y cuerpo. Hebreos 4:12 dice que nuestro espíritu puede ser separado de nuestra alma.
¿Por qué nos creó Dios de esta manera? Simplemente para que seamos una persona maravillosa.
Somos maravillosos porque somos tripartitos. Los seres humanos no son sencillos. No se
consideren como algo sencillo. En el alma tenemos la mente, la parte emotiva y la voluntad. En el
cuerpo, tenemos muchos miembros. En la medicina se necesitan varios años para estudiar el cuerpo
humano y aún así uno no llega a conocerlo muy bien. En nuestro espíritu tenemos la conciencia, la
intuición y la comunión. Dios nos creó de una manera tan maravillosa porque quería que fuésemos
Su recipiente. No fuimos hechos con ningún otro propósito. Nuestro cuerpo existe para que seamos
un vaso viviente que contenga a Dios. Si hemos de ser esa vasija, no sólo necesitamos el espíritu
interiormente, sino el cuerpo exteriormente, el cual nos capacita para vivir en la tierra, ejercitando
nuestro espíritu a fin de tocar a Dios, de ingerirlo, contenerlo e incluso asimilarlo. ¡Alabado sea el
Señor porque fuimos hechos de manera maravillosa y tripartita!

Por causa de los jóvenes, quisiera usar un ejemplo. Supongamos que usted es pobre. Se esfuerza por
ganar dinero, principalmente para satisfacer sus necesidades físicas. Con el tiempo consigue una
buena casa, buena comida, excelente ropa y el mejor medio de transporte. Una vez satisfechas sus
necesidades básicas, empieza a desear música, deportes y esparcimiento. Esto satisface las
necesidades sicológicas de su alma. Aunque usted pueda darse toda la recreación que desee, al estar
solo en su casa por la noche, siente en lo más recóndito que está vacío. Todavía necesita algo.
Entonces piensa: “Lo tengo todo. ¿Qué más quiero? Tengo un buen automóvil, una buena casa,
buena esposa y buenos hijos, y todo el esparcimiento que quiero”. No obstante, en lo profundo de su
ser, algo dice: “Todavía tienes una necesidad”. En lo profundo de su ser, algo está reclamando,
solicitando e incluso suplicando. ¿Qué es eso? Es su espíritu. Esta parte de su ser, su espíritu,
necesita a Dios.

Tenemos tres clases de necesidades, a saber, físicas, sicológicas y espirituales, porque nuestro ser
consta de tres partes. En la sociedad humana la gente se preocupa por las dos primeras necesidades
y descuida la tercera. Esta es la razón por la cual la iglesia está aquí, pues sólo la iglesia puede
ayudar a la gente a satisfacer la tercera necesidad. Aunque quizás tengamos el mejor disfrute
material y la mejor satisfacción sicológica, de todos modos algo falta. Usted necesita deleite
espiritual, necesita a Dios. Usted necesita ser satisfecho en lo profundo de su ser. Por tener una
satisfacción interior, no me preocupa mucho el automóvil ni la casa. Mi espíritu está satisfecho con
Dios, pues fue hecho para contenerlo a Él.

Dios, a fin de cumplir Su propósito, primero hizo al hombre como vaso que lo contuviera a El como
vida. El hombre fue hecho de una manera muy específica, no solamente con un cuerpo para
subsistir físicamente y con un alma para expresarse, sino también con un espíritu como órgano con
el cual relacionarse con Dios y como recipiente en el cual recibir y retener a Dios. El alma del
hombre es su persona y toda su personalidad. Es una persona completa. No obstante, la intención de
Dios al crear el hombre no era que el hombre se expresase consigo mismo. La intención de Dios era
que el hombre, como ser creado completo, lo tomara a El cómo vida y lo expresara en todos los
aspectos de su personalidad. Por consiguiente, además del alma, el hombre necesita un órgano
específico con el cual tocar a Dios: el espíritu humano.

Como subrayamos anteriormente, todo lo descrito en Génesis es una semilla que se desarrollará en
los demás libros de la Biblia. Lo mismo sucede con los asuntos que hemos considerado en este
mensaje: el hombre como vasija que puede contener a Dios, el espíritu humano como órgano que
toca a Dios, etc. Todos estos puntos son sembrados como semillas en Génesis y se desarrollarán
completamente en el Nuevo Testamento como cosecha. Necesitamos muchos versículos del Nuevo
Testamento para dar una definición completa de estos asuntos, pero de momento detengámonos
aquí.

ESTUDIO-VIDA DE GENESIS

MENSAJE ONCE

EL PROCEDIMIENTO QUE DIOS USA


PARA CUMPLIR SU PROPOSITO (2)

En los diez mensajes previos vimos claramente en la Palabra santa que el propósito eterno de Dios
consiste en expresarse a Sí mismo por medio del hombre y en conferirle a éste Su autoridad para
que ejerza Su dominio sobre la tierra. Vimos también que la vida es el medio que Dios usa para
cumplir Su propósito. Como primer paso en el cumplimiento de Su propósito, El creó al hombre de
una manera muy específica, pues lo formó como una vasija que le contuviera a El, y no como un
instrumento que laborara para El. Romanos 9 expresa claramente que Dios hizo al hombre del polvo
de la tierra como vaso de misericordia para honra y gloria a fin de que contuviera a Dios mismo.
Por consiguiente, Dios creó al hombre con un órgano especial: el espíritu humano. Nunca debemos
olvidar Zacarías 12:1 donde leemos que Dios extendió los cielos, fundó la tierra y formó el espíritu
del hombre dentro de él. En este universo se necesitan tres cosas para cumplir el propósito de Dios:
los cielos, la tierra y el espíritu del hombre. Nuestro espíritu es sumamente importante; es tan vital
para cumplir el propósito de Dios como lo son los cielos y la tierra. Aunque el espíritu del hombre
no es tan vasto como los cielos ni tan ancho como la tierra, es el aspecto más crucial de nuestro ser.

En Job 32:8 se afirma: “Ciertamente espíritu hay en el hombre”. Todos saben que el hombre tiene
un corazón, una mente, una voluntad y una conciencia, pero pocos entienden que el hombre tiene un
espíritu. No nos referimos al Espíritu Santo de Dios, sino al espíritu humano del hombre. Tenemos
este órgano.

Consideremos los órganos de nuestro cuerpo físico: tenemos los órganos del oído, la vista, el olfato,
el gusto y del tacto. Con mis ojos puedo ver muchos colores distintos. Si estuviese ciego, no podría
comprobar la existencia de estos colores. Aunque los colores de todos modos existirían, yo no
podría percibirlos, pues un objeto determinado sólo puede ser percibido por el órgano designado
específicamente con ese propósito. Mientras yo hablo, los oídos de ustedes pueden percibir el
sonido de mi voz. Si ustedes no tuviesen oídos, pensarían que mi voz no existe. Sucede lo mismo
con nuestro olfato. Aunque haya un aroma fragante en este cuarto, necesitamos el olfato para olerlo.

Dios no creó solamente nuestros órganos físicos, sino también nuestros órganos psicológicos.
¿Cómo podemos determinar la existencia del pensamiento? Comprobamos que existe el
pensamiento por la función de nuestra mente. Del mismo modo, podemos sentir el gozo por el
órgano afectivo de la alegría que se suscita en nuestra alma. Comprobamos la existencia del
pensamiento y del gozo por los órganos correspondientes que están en nuestra alma.

Además de nuestros órganos físicos y psicológicos, Dios creó un órgano espiritual: el espíritu
humano. Aunque resulta difícil entender qué es nuestro espíritu, podemos saber algo al respecto por
medio de la función de nuestra conciencia. Aunque pocas personas entienden qué es el espíritu
humano, todos conocen el significado de la conciencia. Según la Biblia, la conciencia es el órgano
principal de nuestro espíritu humano. ¿Dónde está nuestra conciencia? No es fácil determinarlo. De
hecho, también es difícil ubicar nuestra parte emotiva, nuestra mente y nuestro corazón. En
realidad, tenemos dos corazones, uno físico y otro psicológico. Es fácil ubicar nuestro corazón
físico, pero resulta difícil encontrar nuestro corazón psicológico. No podemos negar que tenemos
ese corazón, pero no podemos determinar dónde está. Ocurre lo mismo con nuestra conciencia.
Aunque no podemos ubicarla, sabemos que existe porque nos acusa o nos excusa constantemente.
Nuestra conciencia protesta continuamente contra nuestro razonamiento y nuestras emociones. Por
ejemplo, en la escuela algunos jóvenes tienen la tentación de robar cuando piensan que los demás
son ricos, que lo tienen todo y que ellos son pobres. Por consiguiente, deciden robar de los demás,
tratando de justificar su acción. La mente está de acuerdo, las emociones asienten, y la voluntad
decide. No obstante, cuando el joven está a punto de cometer el robo, su conciencia protesta: “No
hagas eso; no está correcto”. Aun cuando él no le haga caso al sentimiento de su conciencia y robe
todo lo que quiera, la voz de su conciencia lo condenará durante mucho tiempo. Esta voz interior no
viene de la mente, ni de la parte emotiva ni del corazón, sino de la conciencia, y ésta es la parte
principal de nuestro espíritu.

Ahora debemos relacionar eso con un asunto muy importante acerca de Dios. ¿Qué es Dios? Dios
es una substancia espiritual. En Juan 4:24 Jesús dice que Dios es Espíritu. Esta mesa que está a mi
lado está hecha de madera; la madera es su substancia. Asimismo, Dios es Espíritu; la substancia de
Su ser divino es Espíritu. El órgano por el cual podemos percibir ese ser divino es nuestro espíritu
humano. Si intentamos experimentar a Dios sin ejercitar nuestro espíritu, será como intentar
percibir colores sin usar la vista. Si usamos el órgano equivocado, es imposible percibir a Dios.
Alabamos a Dios porque en Su creación El formó un espíritu dentro de nosotros. Por ser hechos
como vasijas para contener a Dios, necesitamos nuestro espíritu como receptor correspondiente.

El receptor de nuestro cuerpo físico es nuestro estómago. Si tuviéramos boca pero careciéramos de
estómago, nos resultaría imposible recibir comida para abastecer todo el cuerpo. El estómago no es
solamente un receptor, sino también un órgano digestivo que asimila la comida y la distribuye a las
células de la sangre. Finalmente, la substancia de la comida digerida y asimilada se convierte en
nuestros tejidos orgánicos. Dios tiene la intención de depositarse en nosotros. ¿Cómo lo puede
hacer? El lo hace al ser nuestra comida. El mismo Señor Jesús nos dijo que El venía como el pan de
vida (Jn. 6:35). El dijo también: “El que me come, él también vivirá por causa de Mí” (Jn. 6:57).
Esto significa que Jesús no es solamente nuestro Salvador, Redentor y vida, sino también nuestra
provisión de vida. El es el pan de vida. Dios desea infundirse en nosotros al ser alimento que
podemos recibir. ¿Qué órgano usaremos para ingerir a Dios? Nuestro espíritu humano.

Debemos orar. La oración no consiste solamente en pedir a Dios que haga cosas por nosotros. Esta
idea de la oración es demasiado superficial. Orar es respirar. Cada vez que clamamos: “Oh Padre
celestial” o invocamos: “Oh Señor Jesús”, estamos respirando. Cuando respiramos, inhalamos aire.
Asimismo, cada vez que oramos a Dios ejercitando nuestro espíritu, recibimos Su ser divino en
nuestro espíritu. Dentro de nuestro espíritu lo contenemos a El y, en cierto sentido, lo asimilamos y
distribuimos Sus elementos divinos a todo nuestro ser. De este modo Dios entra en nosotros como
vida. Nosotros los seres humanos fuimos hechos por Dios de una manera muy específica: fuimos
hechos como vasijas que tienen un receptor, nuestro espíritu humano. Este fue el primer paso que
Dios dio para cumplir Su propósito.
3. El segundo paso: el hombre
recibe a Dios como vida, 2:8-17

Ahora llegamos al segundo paso. Casi nadie puede llevar a cabo algo en un solo paso. Por
consiguiente, después de crear Dios al hombre como vasija con un espíritu humano que lo recibiera
y lo contuviera, dio otro paso al poner al hombre delante del árbol de la vida.

a. Puso al hombre frente al árbol de la vida

Como relaté en el mensaje anterior, cuando yo llevaba poco tiempo como cristiano, me confundía
Génesis 2 porque para mí no parecía tener el estilo clásico que se esperaba de la Biblia. Me
recordaba el juego de algunos niñitos que hacen objetos de barro y los colocan frente a otros. No
obstante, según Génesis 2 Dios puso al hombre frente al árbol de la vida. ¿Qué es la vida? La vida
es misteriosa. Incluso los médicos y los biólogos son incapaces de definir la vida. Aunque la vida es
misteriosa, Génesis 2 la presenta de una manera palpable y sólida como el árbol de la vida. Tal vez
anhelemos conocer el significado del árbol de la vida, pero no debemos apresurarnos. No debemos
acercarnos a algo tan misterioso como la vida de una forma apresurada y superficial. Es fácil hablar
de un pizarrón, pero resulta muy difícil hablar de la vida. De momento debemos ver simplemente
que Dios puso al hombre frente al árbol de la vida.

Cuando yo era joven y leía los dos primeros capítulos de Génesis, me preguntaba por qué Dios no le
había ordenado a Adán que lo adorara como Creador. Pensaba que Dios debía haber dicho a Adán:
“Soy tu creador. Debes adorarme por la mañana, al mediodía y por la tarde. Debes adorarme por lo
menos siete veces al día. Debes inclinarte, arrodillarte y postrarte delante de Mí. Escribiré algunas
alabanzas para que practiques la manera de adorarme”. Este era mi concepto. Yo pensaba que poner
al hombre delante del árbol de vida sin hacer nada era algo insensato. Además, creía que después de
crear a Eva, Dios debió darles un sermón sobre el matrimonio, diciendo: “Adán, debes agradecerme
por darte esa querida esposa. Debes prometerme que la amarás para siempre. Eva, como esposa de
Adán, te ordeno someterte a él”. Me parecía muy lógico que Dios pusiera esos requisitos. Bajo la
influencia del cristianismo, y particularmente de las ceremonias de boda, me imaginé que Dios daría
un sermón sobre el matrimonio a la primera pareja. Sin embargo, Dios no les dio tal discurso. Sólo
parecía decirles: “Tengan cuidado con la comida. Deben comer correctamente. No me preocupa el
amor ni la carencia de amor que tengas por tu esposa, ni me preocupa tu sumisión o falta de
sumisión a tu marido. La adoración no me interesa mucho. Me preocupa lo que coman. Si comen
mal, estarán mal. Si comen del árbol erróneo, morirán. Adán, debes entender que no es tan
importante lo que haces, sino lo que eres. Serás lo que comes. Si comes muerte, te convertirás en
muerte; si comes vida, serás vida. No se trata de hacer sino de ser. Cuídate en lo que comes”. Al
principio de mi vida cristiana, me molestaba eso. Francamente, en aquel tiempo no me gustaba
Génesis 2. Apreciaba el capítulo 1, que describe la obra creadora de Dios, pero pensaba que el
capítulo 2 parecía una caricatura para niños.

Después de crear al hombre, Dios lo puso delante de un árbol. Dios no le pidió al hombre que
obedeciera diez leyes y requisitos. No había ningún mandamiento, sino una colocación. Dios puso
al hombre delante del árbol de la vida; El quería que el hombre comiera de ese árbol. Más adelante
en ese mensaje, veremos el significado del árbol de la vida.
1) “Al oriente”:
el lugar de la gloria resplandeciente

Según Génesis 2:8 estaba ubicado “al oriente”. Cuando leemos Génesis 2, debemos entender que
este relato está escrito en un lenguaje figurativo y que estas figuras deben ser entendidas en su
sentido simbólico. En el mensaje diez dije que ver el lenguaje simbólico de la Biblia no es algo
equivocado, pues aun el apóstol Pablo hizo una alegoría con respecto a Sara y a Agar (Gá. 4:22-26).
Por consiguiente, debemos usar la simbología para entender Génesis 2. En la Biblia “al oriente” se
refiere a la dirección de la gloria resplandeciente porque la luz gloriosa del sol viene del oriente (Ez.
43:2). Esto es muy significativo. Cada vez que nos reunimos y tenemos la presencia del Señor,
sentimos en lo profundo de nosotros que esta reunión es gloriosa. Después de esa reunión, usted irá
a casa y le hablará a su esposa de la gloria que experimentó.

2) “En el Edén”: un lugar delicioso

Dios puso al hombre en el Edén. En hebreo, la palabra Edén significa delicia. Por tanto, Edén es un
lugar placentero, un lugar de deleite y de esparcimiento. No se imagine que es incorrecto divertirse.
Indudablemente las diversiones pecaminosas y mundanas de hoy no son sanas, pero la diversión en
Dios ciertamente es correcta.

3) En “un huerto”:
un lugar hermoso y agradable

Dios puso al hombre en un huerto, y no en una fábrica ni en una escuela ni en una catedral. Él lo
puso en un huerto, un lugar que no sólo es agradable y hermoso, sino también un lugar donde
crecen cosas. Un huerto no es un patio donde la gente juega, ni una fábrica donde se trabaja, ni una
escuela donde se estudia, ni un hospital donde se es aliviado, ni una catedral donde se adora. Un
huerto es un lugar en el cual se cultiva, un lugar para producir vida. La idea central de Génesis 1 y 2
es la vida. A Dios no le preocupa mucho la educación ni la adoración. El se interesa por el
crecimiento. Por tanto, puso al hombre en un huerto. La vida de iglesia no debe parecerse a una
escuela ni a una catedral; la vida de iglesia debe ser un jardín. En 1 Corintios 3:9 Pablo dice: “Sois
labranza de Dios”. En 1 Corintios 3, el pensamiento que Pablo expresa es idéntico al que presenta
Dios en Génesis 2, pues una labranza es un lugar en el cual se cultiva. El huerto exhibe cosas
hermosas puesto que produce vida. Por el contrario, resulta difícil encontrar belleza en una fábrica.
El lugar más agradable y más hermoso es un huerto lleno de plantas multicolores que crecen allí.
¡Alabado sea el Señor porque el hombre fue puesto en un huerto!

4) Con todo “árbol”

En el huerto lo más importante son los árboles. En las Escrituras, el concepto del árbol es crucial.
Cuando las Escrituras mencionan al hombre, tanto al principio como al final, mencionan también el
árbol. Del árbol depende si el hombre vivirá o morirá, si vivirá eternamente o perecerá (cfr. Gn.
2:16-17; 3:1-3, 22, 24; Ez. 47:12; Ap. 22:2, 14, 19). El concepto del árbol es absolutamente vital
para el destino del hombre.

a) “Delicioso a la vista”: para complacer al hombre

Al hacer todo árbol delicioso a la vista (Gn. 2:9), Dios quería complacer al hombre y hacerlo feliz.
La intención de Dios no era que el hombre trabajase, sino que fuera totalmente satisfecho y
complacido. Esto va en contra de nuestro concepto religioso, que se centra en la adoración a Dios.
Cuando llevaba poco tiempo como cristiano, vi a muchos adoradores de Dios con caras largas. Pero
a Dios no le interesa esa clase de adoración. A El le preocupa nuestra felicidad. Esta es la razón por
la cual dice en los Salmos en varias ocasiones: “Aclamemos alegremente a Jehová” (Sal. 95:1;
100:1). Dios se complace en nuestras caras sonrientes. Le agrada ver que estamos complacidos y
satisfechos con El. No piense en lo que usted ha hecho por Dios ni en lo que debería hacer por El.
Usted debe considerar lo alegre que está en el Señor. Romanos 14:17 dice que el reino de Dios es
justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. Usted debe regocijarse en la presencia de Dios. Si usted no
se alegra en la presencia de Dios y si no está feliz, eso significa que está equivocado en cuanto a El.
Todo lo que haga por Dios se le convertirá en una pesada carga si no siente ninguna alegría. Usted
no tiene por qué llevar esa carga; necesita alegría. Debe estar alegre, complacido y plenamente
satisfecho por Dios y con Dios.

b) “Bueno para comer”:


a fin de satisfacer al hombre

Génesis 2:9 indica que los árboles eran buenos para comer. Observe que la Biblia no dice que los
árboles eran buenos para producir materiales, pues el concepto de Génesis no incluye labores ni
realizaciones humanas. Por consiguiente, no se menciona ningún material para obras manuales. El
concepto de Génesis 2 se centra plenamente en la vida. Por consiguiente, dice que los árboles eran
buenos para comer porque la comida está relacionada con la vida. Sin alimento, no podemos vivir.
El alimento mantiene nuestra vida y nos satisface.

c) El “árbol de la vida” era el centro

El árbol de la vida estaba en medio del huerto. Si estudiamos el relato de Génesis 2, nos daremos
cuenta de lo siguiente: con excepción del árbol del conocimiento del bien y del mal, el único árbol
que se nombra es el árbol de la vida. No conocemos los nombres de los demás árboles, pero sí
sabemos que había un árbol que se llamaba el árbol de la vida. Esto demuestra que el árbol de la
vida constituía el centro.

(1) El centro del universo

El árbol de la vida es el centro del universo. Conforme al propósito de Dios, la tierra es el centro del
universo, el huerto de Edén es el centro de la tierra, y el árbol de la vida es el centro del huerto de
Edén. Debemos ser conscientes de que todo el universo gira en torno al árbol de vida. Aparte de ese
árbol, no hay nada más crucial para Dios y para el hombre. Es muy significativo ver que el hombre
fue puesto en el huerto delante del árbol de la vida.

(2) Capacita al hombre


para que reciba a Dios como vida

Este árbol capacita al hombre para que reciba a Dios como vida. ¿Cómo podemos comprobar eso?
Los siguientes libros de la Biblia revelan que Dios es vida. Por tanto, el árbol de la vida que estaba
en el huerto demostraba que Dios desea ser nuestra vida en forma de alimento. Conforme al
Evangelio de Juan, un día Dios se hizo carne (Jn. 1:1, 14). En El estaba la vida (Jn. 1:4). La vida
que exhibía el árbol de vida en Génesis 2 era la vida que se encarnó en Jesús, quien era Dios en
carne. Jesús nos dijo que El mismo era vida (Jn. 14:6). Además, Juan 15 nos dice que Cristo es un
árbol, la vid. Por una parte, El es un árbol; por otra, El es vida. Cuando juntamos todos estos pasajes
de Juan, vemos que Jesús es el árbol de vida. Jesús dijo que El es el pan de vida, lo cual significa
que El vino a nosotros como el árbol de la vida en forma de alimento.

No es fácil entender la Biblia. Déjenme hacer una pregunta: ¿Qué tan alto era el árbol de la vida? Si
me lo preguntan a mí, contestaré que no era más alto que yo. Doy esta respuesta porque Adán,
quien fue puesto delante del árbol de la vida, probablemente no era más alto que yo. Si el árbol de la
vida tuviese una gran altura, su fruto habría estado fuera de nuestro alcance. Adán y Eva no tenían
ni escalera ni instrumento alguno para coger el fruto de ese árbol. Por consiguiente, creo que el
árbol de vida no era muy alto.

Jesús, por ser el Dios todopoderoso, es altísimo, pero cuando vino a nosotros como comida El fue
humilde. El era un pan. Incluso fue las migajas que caen debajo de la mesa (Mt. 15:21-27). Este
Jesús que vino a nosotros como vida en forma de alimento no era alto ni grande; El era pequeño y
humilde. Todo lo que comemos debe ser más pequeño que nosotros; de lo contrario, no podríamos
ingerirlo. Aun cuando nuestra comida sea más grande que nosotros, debemos cortarla en pedazos lo
suficientemente pequeños para poderla ingerir. Por tanto, Jesús vino a nosotros como vida en forma
de comida. El dijo: “Soy el pan de vida”, y: “El que me come, él también vivirá por Mí”. Dios en el
Hijo es el árbol de vida bueno para ser comido. Día tras día podemos alimentarnos de El. Podemos
comerlo a El.

(3) Tipifica a Cristo

El árbol de vida tipifica a Cristo quien imparte vida al hombre y quien lo complace y lo satisface
(cfr. Jn. 15:1; Ex. 15:25). Cristo nos imparte la vida divina, nos complace y nos satisface. Muchos
de nosotros podemos dar testimonio de eso. Podemos decir: “¡Aleluya! Jesús me ha impartido vida.
El me satisface siempre”. Este es el árbol de la vida.

5) Con un “río”

Cerca del árbol hay un río (Gn. 2:10). Puesto que éste es un árbol de vida, el río también debe ser de
vida. Al final de la Biblia vemos también un río de vida que fluye y un árbol de vida que crece (Ap.
22:1-2). Al principio y al final de la Biblia encontramos el árbol de vida y un río que fluye con agua
viva. En las Escrituras, el concepto del río también es crucial. Cuando las Escrituras mencionan al
hombre, tanto al principio como al final, también mencionan el río. Recibir a Dios como vida,
disfrutar de la grosura de Dios, satisfacer la sed, ser regados, crecer y regocijarnos son cosas que
dependen completamente del río (cfr. Sal. 36:8-9; 46:4; 65:9; Ex. 17:1-7; Jl. 3:18; Zac. 14:8; Jn.
4:14; 7:37-38; Ap. 22:1-2).

Si usted recibe al Señor Jesús, en seguida sentirá que en lo profundo de su ser algo lo riega. Algo
fluye dentro de usted. ¿No ha tenido usted esta experiencia? Cada vez que dice: “Señor Jesús, te
amo” o cada vez que ora al Señor, significa que lo recibe una vez más; usted siente que algo fluye
dentro de usted. Cada mañana debe tomar a Cristo como su desayuno, al mediodía El debe ser su
almuerzo, y por la noche lo debe comer como cena. Usted debe comer a Cristo por lo menos tres
veces al día. Si hace eso, el agua de vida lo regará a usted interiormente. Nunca estará seco. Quizás
usted trabaje en una oficina todo el día y llega a casa, cansado y extenuado del trabajo, sintiéndose
bastante seco. Si toma a Jesús como su cena, brotará agua viva dentro de usted. “Salía de Edén un
río para regar el huerto”. Este fluir evacuará muchas cosas viejas de su ser. Nuestra experiencia y el
relato divino que consta en la Biblia nos dicen que este río es necesario.
Aunque Génesis 2 parece ser un relato de la creación, en realidad fue escrito según la experiencia de
vida. El árbol de vida y el río que fluye indican que cada vez que recibimos a Jesús como alimento,
ese alimento imparta la vida divina, una vida que riega y fluye. En Apocalipsis 22:1-2 vemos que el
río de vida con el árbol de vida que crece en él, procede del trono de Dios. Este cuadro es una
prueba adicional que demuestra que el árbol de la vida y el río de vida representan la experiencia
genuina de la vida. Cada vez que ingerimos a Dios en Cristo como vida nuestra, tenemos este río
que fluye dentro de nosotros para regarnos y obrar en gran manera dentro de nosotros.

a) Regar, satisfacer la sed y emanar vida

Este río fue hecho para regar el huerto a fin de que en éste crecieran productos llenos de vida.
Indudablemente satisfacía también la sed del hombre para que éste pudiese sobrevivir. Todo eso
significa que el río producía el fluir de la vida. En nuestra vida física debemos beber mucha agua
para mantener la circulación de nuestra sangre. El fluir de nuestra vida física depende del agua. Del
mismo modo, día tras día debemos tomar el agua de vida para mantener el fluir de la vida divina
dentro de nosotros. Esto nos proporciona la circulación espiritual de la vida divina.

b) Brota de Edén

El río fluye de Edén, lo cual significa que brota de Dios. En Apocalipsis 22, el río de agua de vida
procede del trono de Dios. Es también un fluir que procede de Dios mismo. Dios, la vida misma, es
la fuente de agua viva, y fluye a nosotros para que le disfrutemos.

c) Un solo río se convierte en cuatro brazos

Este río es un solo río. ¿Tiene usted dos ríos? Aunque aquí puede haber mil creyentes, de todos
modos tenemos un solo río porque todos procedemos de la misma fuente: Dios el Creador. La
fuente es una sola; por tanto, el curso también debe ser uno solo.

Este río único se dividió en cuatro brazos (Gn. 2:10-14). ¿Qué significa eso? Esto significa que el
río procede de Dios, quien es la fuente y el centro, para llegar a los hombres en todas las
direcciones. En la Biblia el número uno es el número de Dios, el Creador, pues El es único. El
número cuatro representa al hombre, la criatura. Puesto que los hombres viven en las cuatro
direcciones, el único río de Dios fluye en todas las direcciones para llegar hasta ellos.

(1) El primer brazo

El nombre del primer brazo es Pisón, que significa “correr libremente” (cfr. Is. 55:1; Ap. 22:17).
Este río fluye sin costo alguno, pues es gratuito. Fluye a la tierra de Havila, que significa “hacer
crecer”. Este brazo del río fluye libremente para que crezca todo lo que contiene vida (cfr. Ez. 47:9,
12).

Este fluir también contiene oro, el cual representa la naturaleza divina (cfr. 2 P. 1:4). Si usted no
experimenta esto, no entenderá lo que significa; si tiene alguna experiencia, podrá decir: “Amén”.
Cuando la vida de Dios fluye en nosotros, nos trae el oro, la naturaleza divina. En el mensaje
anterior dije que no me gusta ser un hombre de oro y que prefiero ser de polvo porque en el oro no
crece la vida. En la perspectiva del crecimiento en vida, resulta muy bueno ser hombres de polvo.
No obstante, necesitamos que el elemento del oro nos sea añadido. Con el tiempo, llegaremos a ser
hombres de oro. En 1 Corintios 3 Pablo nos amonesta a ser cuidadosos con nuestra obra de
edificación, y nos pide que usemos los materiales adecuados, de los cuales el primero es el oro.
Además, en Apocalipsis 1 se nos dice que las iglesias son candeleros de oro. Los candeleros no son
hechos de barro, sino de oro. En Romanos 9, somos polvo; en Apocalipsis 1, somos oro. ¿Cómo
puede el polvo ser reemplazado por el oro? La vida divina debe fluir dentro de nosotros para
impartirnos el oro. Sucede lo mismo con el oro físico que se encuentra frecuentemente en un río.
Antes de experimentar a Cristo como el fluir de vida, no teníamos nada de la naturaleza divina,
nada de oro. Ahora tenemos oro en nosotros por el fluir de la vida divina. Dentro de nosotros se ha
introducido algo precioso y de peso, el elemento mismo de Dios.

El fluir del río también produce la perla. En esta ocasión no tenemos tiempo para definir la perla;
diremos solamente que se trata de una substancia que procede de una transformación. Representa al
nuevo hombre regenerado (cfr. Mt. 13:45) porque la perla no es un elemento creado sino una
substancia que ha sido transformada.

Además, el fluir del río produce la piedra de ónice, que representa al hombre transformado, el cual
expresa la gloriosa imagen de Dios (cfr. Ap. 4:3; 2 Co. 3:18). Ahondaremos más en este tema en el
mensaje siguiente.

El primer brazo, Pisón, significa que el río de vida fluye libremente, haciendo crecer todas las cosas
y trayendo consigo tres clases de materiales preciosos: el oro, la perla y las piedras preciosas. Si
leemos toda la Biblia, veremos que estos materiales se encuentran en la Nueva Jerusalén. Los
materiales traídos por el fluir del río de vida sirven para edificar la morada de Dios. Sólo pueden ser
traídos por el fluir de la vida divina. En otras palabras, la vida divina que fluye en nosotros hace de
nosotros los materiales para el edificio de Dios. Este es el significado del primer brazo del río.

(2) El segundo brazo

El segundo brazo se llama Gihón, que significa turbulencia de aguas. Las turbulencias implican
plenitud (cfr. Jn. 4:14; 7:38). Este río corre como una inundación poderosa. Supongamos que
tenemos varias gotas de agua. Esa cantidad de agua no puede generar una turbulencia. Si queremos
tener una turbulencia como las cataratas del Niágara, necesitamos una enorme cantidad de agua. La
turbulencia del agua indica su plenitud.

Este río fluye hacia Cus. Cus es el antiguo nombre hebreo que designa a Etiopía, y significa rostro
negro, lo cual representa la naturaleza maligna e inmutable de los pecadores (cfr. Jer. 13:23; Ro.
7:18). Yo era cusita antes de ser salvo; era negro, pecador y maligno. De hecho, todos éramos
cusitas; éramos muy negros, y nuestra naturaleza era maligna. Desde la perspectiva humana, esta
naturaleza jamás puede cambiar. Alabado sea el Señor porque la turbulencia de las aguas divinas
nos regenerarán y nos transformarán en otra persona. El fluir del río divino es tan rico y fuerte que
puede cambiar nuestra naturaleza maligna, e incluso puede glorificarnos. Aunque los cusitas no
pueden cambiar la piel de su rostro, nuestro cutis negro y maligno tiene la posibilidad de ser
plenamente transformado por la turbulenta corriente del fluir de la vida divina.

(3) El tercer brazo

El tercer brazo se llama Hidekel (el nombre hebreo del Tigris), que significa rápido, lo cual implica
poder (cfr. Fil. 3:10; Ef. 1:19-20). El agua que fluye con rapidez tiene poder. El Hidekel fluye hacia
Asiria, que significa plano, lugar habitado. Esto nos indica que el fluir del agua viva llega al lugar
en donde mora la gente (cfr. Jn. 10:10b; 7:37).
(4) El cuarto brazo

El cuarto brazo es llamado Perat (el nombre hebreo del Eufrates), que significa dulce, fértil o
fructífero (cfr. 2 Co. 2:14; 2 P. 1:3-8, 11; Gá. 5:22-23). ¡Alabado sea el Señor! El último brazo del
fluir de agua viva nos trae dulzura, y nos hace fértiles y fructíferos. Hace poco hablábamos de llevar
fruto. ¿Cómo podemos llevar fruto? Sólo por el fluir del río de vida que corre dentro de nosotros.
Mientras la vida fluya adentro, nos traerá dulzura, y nos hará fértiles y fructíferos. ¡Esto es
maravilloso!

Si juntamos los cuatro brazos del único río, tenemos un cuadro completo del Nuevo Testamento.
Necesitamos todo el Nuevo Testamento para definir los cuatro brazos del único río de la vida
divina.

Una vez más, quisiera decir que todo lo que encontramos en el libro de Génesis es una semilla, el
crecimiento de la semilla está en el Nuevo Testamento, y la cosecha se halla en el libro de
Apocalipsis. La semilla del río que fluye es sembrada en Génesis 2, el crecimiento se produce en los
siguientes libros de la Biblia, y la cosecha se encuentra en el libro de Apocalipsis. Necesitamos toda
la Biblia para hallar el verdadero significado del cuadro en Génesis 2. Dios en Su Hijo Jesucristo es
vida para nosotros en forma de alimento. Si lo ingerimos a El, no sólo hallamos satisfacción, sino
que esta vida se convertirá en un río que corre dentro de nosotros. Esta agua será un torrente que
fluye en nosotros para regenerarnos, transformarnos y hacernos dulces y fructíferos. Con este fluir
seremos el oro, la perla y las piedras preciosas con los cuales se edificará la morada de Dios, la
Nueva Jerusalén. ¡Alabado sea el Señor! Así cumple Dios Su propósito eterno. No obstante, no es
más que el segundo paso. Abarcaremos el tercer paso en el mensaje siguiente.

ESTUDIO-VIDA DE GENESIS

MENSAJE DOCE

LA TRANSFORMACION PARA LA EDIFICACION


EN EL FLUIR DE VIDA

En este mensaje quisiera considerar, a modo de paréntesis, los materiales preciosos que se revelan
en varios pasajes de la Biblia. Génesis 2:10-12 menciona tres categorías de esos materiales: el oro,
las perlas y la piedra de ónice. Apocalipsis 21 habla de oro, de perlas y de variedades de piedras
preciosas (vs. 11-14, 18-21). Si leemos Exodo 28:6-21, descubriremos que unas piedras de ónice
engastadas en monturas de oro fueron colocadas sobre los hombros del efod, y que sobre el pectoral
que llevaba el sumo sacerdote se montaron doce piedras preciosas. En 1 Corintios 3:12 también se
mencionan los materiales preciosos. Pablo dice que debemos mirar cómo sobreedificamos la iglesia,
que debemos edificar con oro, plata y piedras preciosas. Aunque Pablo reemplaza las perlas por la
plata, las otras dos substancias siguen siendo las mismas. El Señor Jesús habló de piedras cuando
dijo a Pedro que éste era una piedra para la edificación de la iglesia (Mt. 16:18). Más adelante
Pedro, en su primera epístola, dijo que todos somos piedras vivas con las cuales se edifica una casa
espiritual (1 P. 2:5).

También debemos prestar atención a una palabra sumamente crucial en el Nuevo Testamento:
transformación. Esta palabra es traducida acertadamente del griego en Romanos 12:2 donde dice
que debemos ser transformados por la renovación de nuestra mente [y en 2 Corintios 3:18, donde
dice]: “Transformados en la misma imagen”. De modo que en el Nuevo Testamento, la palabra
griega traducida transformación se usa por lo menos dos veces. El equivalente en nuestro idioma es
“cambio metabólico”. La transformación no es meramente un cambio exterior, sino un cambio
orgánico, un cambio metabólico. Transformar significa convertir una substancia de una forma y
elemento en otra forma y elemento. Las piedras preciosas son producidas por el proceso de
transformación. Este es el significado de la transformación.

Muchos cristianos no saben que la Biblia habla de la transformación. Así que dedicaremos este
mensaje a dicho asunto. En los mensajes anteriores vimos el propósito eterno de Dios, el cual
consiste en expresarse a Sí mismo y en expresar Su dominio por medio del hombre. En Su deseo de
cumplir ese propósito, Dios creó al hombre de una manera específica como una vasija que lo
contuviera a El como vida. Por consiguiente, Dios creó al hombre con un espíritu humano para que
éste se relacionara con El, lo recibiera, lo retuviera y lo asimilara en todo su ser. Después de crear al
hombre de esta manera, Dios lo puso en un huerto en cuyo centro estaba el árbol de vida. Junto con
el árbol de la vida se encontraba un río de agua viva, y en la corriente de ese río había oro, perlas y
piedras de ónice. Génesis 2 lo describe claramente.

¿Qué significa esta descripción? Sabemos que la Biblia es muy económica; en ella no se desperdicia
un solo párrafo, frase o palabra. Cada palabra es dada por el aliento de Dios (2 Ti. 3:16). Por tanto,
debemos conocer la razón por la cual Dios usó casi un capítulo entero para describir un huerto, un
árbol, un río y tres materiales preciosos. ¿Qué significa todo eso?

La Biblia entera constituye la revelación de Dios, y la mayoría de las semillas de esta revelación
fueron sembradas en Génesis 1 y 2. Por ejemplo, Dios, el hombre y la vida son algunas de las
semillas sembradas en Génesis 1 y desarrolladas en toda la Biblia. Las semillas sembradas en
Génesis crecen en los siguientes libros de la Biblia, y particularmente en el Nuevo Testamento,
produciendo un cultivo en las epístolas y una cosecha en Apocalipsis. Casi todo lo que se siembra
en Génesis 1 y 2 es segado y forma una gran cosecha en el libro de Apocalipsis.

Basándonos en ese principio, consideremos algunos puntos que aparecen tanto en Génesis como en
Apocalipsis. En Génesis 2, vemos el árbol de la vida en medio del huerto. Luego descubrimos un
río que corre junto al árbol y produce oro, perlas y piedras de ónice. El escenario en que se
encuentra todo esto es un huerto, y un huerto representa las cosas naturales que Dios creó. En un
huerto, podemos ver el crecimiento de las cosas creadas.

Cuando llegamos a Apocalipsis 21 y 22, no encontramos un huerto sino una ciudad. Una ciudad no
es creada sino edificada. En Génesis 2 vemos la creación; en Apocalipsis 21 y 22 descubrimos el
edificio. En la ciudad también tenemos el árbol de la vida. Por tanto, la Biblia empieza y termina
con vida. Además, en la ciudad encontramos un río de agua viva que sale del trono de Dios. Esto
corresponde al río que había en el huerto. Además, en Apocalipsis encontramos las tres categorías
de materiales preciosos, no en un estado natural, sino edificados como una ciudad de oro, perlas y
piedras preciosas. Por consiguiente, la semilla sembrada en Génesis es la cosecha segada en
Apocalipsis. El crecimiento de la semilla y el desarrollo de la cosecha se encuentran entre Génesis y
Apocalipsis. Este no es nuestro concepto humano; es la revelación de la Palabra divina contenida en
los primeros capítulos de la Biblia y en los últimos.

Al principio de la Biblia vemos un huerto, y al final, vemos una ciudad. Entre el huerto y la ciudad
transcurre un largo proceso, y se debe llevar a cabo una extensa obra. No obstante, la semilla
sembrada en el huerto llega a ser la cosecha en la ciudad. Esta semilla incluye el árbol de la vida, un
río y los tres materiales preciosos. En el período de cosecha de Apocalipsis, los materiales ya no se
encuentran en un estado natural, sino que llegan a ser un edificio bien entretejido. La Nueva
Jerusalén es un edificio de oro, perlas y piedras preciosas.

Si leemos Apocalipsis 21 y 22 detenidamente, descubriremos que la Nueva Jerusalén es una


montaña de oro. No es un edificio de barro. Esta montaña de oro también es una ciudad de oro. De
manera que el oro es el sitio, el terreno, sobre el que se edifica la ciudad. Las piedras preciosas
constituyen el muro de la Nueva Jerusalén, y en este muro cada puerta es una perla enorme. El sitio
donde se alza la Nueva Jerusalén es de oro, el muro se compone de piedras preciosas, y cada una de
las doce puertas es una perla. Por consiguiente, esta ciudad está hecha de los materiales preciosos
que se encuentran en estado natural en el huerto. En Génesis las substancias preciosas se hallan en
el huerto; en Apocalipsis constituyen una ciudad.

Esta no es mi interpretación. Entre Génesis y Apocalipsis tenemos 1 Corintios. En 1 Corintios 3,


Pablo dice que como arquitecto él puso el único fundamento, Jesucristo, y que todos debemos mirar
cómo sobreedificamos. ¿Qué materiales usamos en la edificación de la iglesia? Pablo nos exhorta a
edificar con oro, plata y piedras preciosas. (Más adelante veremos la razón por la cual él sustituyó
las perlas por la plata). Así podemos ver que no sólo la Nueva Jerusalén es edificada con oro, perlas
y piedras preciosas, sino que también la iglesia en esta era debe ser edificada con oro, plata y
piedras preciosas, y no con madera, heno y hojarasca. Como lo veremos, el oro contrasta con la
madera, la plata está en oposición al heno, y las piedras preciosas a la hojarasca.

Cuando vi eso al poco tiempo de hacerme cristiano, me entusiasmé. Vi un huerto en Génesis 2, en


el cual había materiales preciosos. Vi una ciudad en Apocalipsis, construida con esos mismos
materiales. Entre Génesis y Apocalipsis vi una iglesia edificada con oro, plata y piedras preciosas.
Vi que la iglesia se compone de todo el pueblo redimido, y que esta composición es un edificio.
¿Quién es el oro, la plata y las piedras preciosas? Usted y yo. Nosotros los redimidos de Dios somos
los materiales con los que se construye el edificio espiritual de Dios.

En los tiempos del Antiguo Testamento, Dios también tenía un pueblo, los hijos de Israel. La
persona más prominente entre ellos era el sumo sacerdote, el cual los representaba en la presencia
de Dios. Cada vez que él entraba en la presencia de Dios para interceder por el pueblo, tenía que
llevar dos placas en los hombros y un pectoral. En las placas de los hombros se encontraban dos
grandes piedras de ónice sobre los cuales estaban grabados los nombres de las doce tribus de Israel.
En el pectoral se encontraba un hermoso marco de oro fino, e incrustadas en ese marco se hallaban
doce piedras preciosas en cuatro hileras de tres cada una. Las doce piedras del pectoral
corresponden al número doce en la Nueva Jerusalén. El número doce en la ciudad y en el pectoral
se compone de cuatro por tres. Por ejemplo, el pectoral tiene cuatro hileras de tres piedras, y la
ciudad tiene cuatro lados con tres puertas en cada lado, cuyo producto es doce en el pectoral y
también en la ciudad. Así que, el número de las piedras engastadas en el pectoral del sumo
sacerdote era el número de la Nueva Jerusalén. Además, en estas doce piedras estaban grabados los
nombres de las doce tribus de Israel. En Apocalipsis 21 encontramos los nombres de las doce tribus
sobre las doce puertas de la ciudad. Esto es muy significativo.

Consideremos el significado de eso. En el Nuevo Testamento, vemos una iglesia construida de oro,
plata y piedras preciosas. En el Antiguo Testamento vemos al pueblo de Dios compuesto de oro y
de piedras preciosas convertido en una entidad completa. A los ojos de Dios, el pectoral del sumo
sacerdote formaba parte de la miniatura de la Nueva Jerusalén venidera. Del mismo modo, la iglesia
edificada con oro, plata y piedras preciosas también forma parte de la miniatura de la Nueva
Jerusalén. En el Antiguo Testamento, vemos a Israel con las doce tribus. En el Nuevo Testamento
tenemos la iglesia con los doce apóstoles. Por consiguiente, Israel y la iglesia constituyen la Nueva
Jerusalén. Los nombres de las doce tribus de Israel se encuentran en las doce puertas de la Nueva
Jerusalén, y los nombres de los doce apóstoles de la iglesia están sobre los doce cimientos de la
ciudad. Este edificio abarca toda la Biblia desde el principio, con el huerto de Génesis, hasta la
conclusión, con una ciudad en Apocalipsis. Entre el huerto y la ciudad se encuentran dos pueblos:
Israel y la iglesia. Tanto Israel como la iglesia tienen doce nombres. Finalmente, todos fueron
transformados en oro, plata o perlas, y piedras preciosas. Por lo tanto, el huerto, la ciudad y los dos
pueblos están relacionados con las tres categorías de materiales preciosos.

En la Biblia, entre el huerto y la ciudad, existen solamente dos pueblos: Israel y la iglesia,
representados por el oro y las piedras preciosas, construidas como la morada de Dios, pero estos dos
pueblos disfrutan también de la vida y del río. En Salmos 36:8-9 se nos dice que los hijos de Israel
disfrutaban la fuente de vida y el torrente de las delicias de Dios. En Juan 6 y 7 se indica que los
que constituyen la iglesia disfrutan el pan de vida y los ríos de agua viva. Así que, la Biblia no sólo
menciona continuamente los materiales preciosos, sino también la vida y el río que aparecen al
principio y al final.

¿Por qué se encuentran las perlas en Génesis 2 y en Apocalipsis 21 y la plata en 1 Corintios 3? En 1


Corintios 3 vemos la plata porque en tipología la plata representa la redención. La redención
aniquila el pecado. Si no existiese el pecado, no habría necesidad de redención. En el huerto de
Génesis 2 no había ningún pecado, y por la eternidad en la Nueva Jerusalén de Apocalipsis 21 el
pecado estará desterrado. El pecado entró en Génesis 3 y será completamente eliminado en
Apocalipsis 20. Por consiguiente, no encontramos pecado ni en Génesis 2 ni en Apocalipsis 21. Por
tanto, en estas situaciones no se necesita la redención, o sea, la plata. Allí no es necesaria la plata, la
cual trae redención, sino la perla, que tiene que ver con la regeneración. La redención consiste en
eliminar el pecado, y la regeneración, en traer la vida divina. La plata representa la redención que
aparece entre Génesis 2 y Apocalipsis 21 debido al gran problema del pecado, el cual requiere la
redención. En la era actual necesitamos la plata.

Con este trasfondo, llegamos al tema de la transformación. Ya vimos que Dios tiene un propósito, y
para cumplirlo creó al hombre como vasija que lo contuviera a El, poniendo en él un espíritu
humano. El Señor Jesús le dijo a la mujer samaritana que Dios es Espíritu y que los que desean
adorarle deben adorarle en espíritu (Jn. 4:24). Si hemos de adorar a Dios, debemos usar el órgano
apropiado. Por ejemplo, no podemos beber agua con nuestros oídos; lo hacemos con nuestra boca.
Dios es el agua viva. Si queremos beberlo como nuestra agua viva, debemos ejercitar nuestro
espíritu para tocarlo a El. Cuando ejercitamos nuestro espíritu para tocar a Dios el Espíritu, en
realidad estamos bebiendo a Dios como el agua viva (Jn. 4:24, 14). De manera que Dios hizo al
hombre con un espíritu para que éste se relacionara con él y lo adorara.

Dios es vida. Dios mismo es el árbol de la vida. Cuando El se hizo carne, se reveló como vida y
como el suministro de vida. Cristo es el pan de vida (Jn. 6:35). Todo lo que comamos lo asimilará
nuestro ser. Esto es muy significativo. Dios viene a ser vida para nosotros en forma de comida.
Debemos recibirlo a El comiéndole. Una vez en nosotros, Dios se hace el fluir de vida dentro de
nosotros. Una comida adecuada requiere algo sólido y algo líquido. Juan 6 trata del pan de vida que
debemos comer, y Juan 7 habla del agua viva que debemos beber. Si tenemos pan sin agua, nos será
difícil comerlo. ¿Cómo podemos digerir y asimilar nuestra comida sin agua? Necesitamos el fluir de
la vida. En Génesis 2 vemos el árbol de vida que podemos comer y el río que fluye para que lo
bebamos. Empezamos con la comida y seguimos con el agua. Cuando recibimos al Señor como
alimento, lo tenemos también como el agua que fluye dentro de nosotros.
I. HACE QUE EL HOMBRE TENGA
LA NATURALEZA DIVINA: EL ORO

En el mensaje once vimos que esta corriente de agua viva produce tres clases de materiales. El
primero es el oro, el cual tipifica la naturaleza de Dios. Todos los eruditos bíblicos están de acuerdo
en afirmar que en tipología el oro representa la naturaleza divina. El oro no es una substancia
transformada, sino un elemento natural. A diferencia del oro, la perla y las piedras preciosas son
materiales transformados, pues han pasado de una forma a otra. El oro es un elemento creado y
nunca puede ser transformado ni alterado. Esto es significativo. El hierro o el acero pueden cambiar
con el paso de los años, pero el oro permanece inmutable. Es el elemento más fuerte e inalterable.
Por consiguiente, el oro es muy costoso y valioso. Por eso en la tipología Dios usó el oro en
representación de Su naturaleza divina. La naturaleza divina fue introducida en nuestro ser. El
elemento de oro nos fue añadido (2 P. 1:4; 1 Co. 3:12; Ap. 21:18, 21).

Cuando usted adore a Dios u ore a El durante cierto tiempo, se sentirá como de oro. Sentirá que
resplandece, que es valioso y que tiene peso. El oro tiene mucho peso. Antes de orar de esta manera,
usted estaba ligero y liviano. Pero después de orar dos horas, tendrá en su interior un elemento
precioso, resplandeciente y de peso. ¿No ha tenido usted esta experiencia? Cuando ora a Dios el
Padre o invoca el nombre del Señor Jesús, la vida divina fluye dentro de usted produciendo oro.

Ahora me gustaría hablar con las hermanas acerca de ir de compras. Supongamos que ustedes oran
dos horas. Después de orar, se sienten preciosas y con peso. Luego van a las tiendas, y se olvidan
del oro interno. Si ustedes compran de esa manera, sentirán que su oro se esfuma y desaparece.
Aunque permanece algo dentro de usted, tiene la sensación de que ha desaparecido. Por el contrario,
suponga que desea ir de compras después de haber orado por dos horas, y que en su interior el oro
divino no está de acuerdo. Si usted responde: “Amén, Señor. No iré”, sentirá que el peso del oro ha
aumentado dentro de usted. Si andamos continuamente en el espíritu, sentiremos que el oro interior
se incrementa constantemente. La naturaleza divina se incrementará dentro de nosotros.

¿Cuánto “oro” lleva usted por dentro? Tal vez algunos tengan que reconocer que tienen muy poco.
Si oramos y andamos en el espíritu, el oro interior se incrementará cada día. El fluir de la vida
divina nos añadirá más naturaleza divina. Aunque fuimos hechos del polvo, la intención de Dios es
impartirnos Su oro mediante el fluir de Su vida. De esta manera empieza el proceso de
transformación.

La transformación requiere que un nuevo elemento sea añadido al elemento original. Supongamos
que soy una persona de tez pálida. Si usted me maquilla, eso será una decoración exterior, y no una
transformación interior. Si deseo cambiar verdaderamente, se me debe añadir un nuevo elemento.
¿Cómo puede hacerse esto? Por mi alimentación. Si ingiero comidas sanas día tras día, pasaré por
una transformación interior, un cambio metabólico en vida. Cuando sucede un cambio metabólico,
se añaden nuevos elementos y los viejos elementos son evacuados. En esto consiste la
trasformación.

II. HACE QUE EL HOMBRE SEA REGENERADO:


LA PERLA

¿Qué representa la perla? La perla era lo que Dios tenía en mente originalmente, pero fue
reemplazada por la plata en 1 Corintios debido a que se hizo necesaria la redención. Cuando yo era
joven, no sabía a qué se refería la Biblia cuando mencionaba la perla. Pero después de pasar por
muchas experiencias con el Señor, entendemos ahora el significado de la perla.

Considere cómo se forma una perla. Una ostra que vive en el mar es herida por un grano de arena.
La ostra segrega un jugo vital alrededor del grano de arena hasta convertirlo en perla. Cristo es la
ostra que vivía en el océano de este mundo. Nosotros somos los granos de arena que lo hieren y
después de herirlo, permanecemos en Su herida. Su vida segrega Su esencia de vida, que nos
envuelve en capas sucesivas. Finalmente, después de estar totalmente envueltos con esta secreción
de vida, nos convertimos en una perla (Mt. 13:46). Esta es la experiencia de la regeneración.
Originalmente, éramos granitos de arena, pero nos hemos convertido en perlas por el jugo vital de
Cristo, que envolvió nuestro ser. Cada puerta de la Nueva Jerusalén es una perla y representa la
entrada al reino de Dios (Ap. 21:21). El Señor Jesús dijo que si no nacemos de nuevo no podemos
entrar en el reino de Dios (Jn. 3:5; cfr. Tit. 3:5). Todos nacimos de nuevo y podemos entrar en el
reino. Además, por ser perlas, llegamos a convertirnos en la entrada misma.

Después de entrar en la Nueva Jerusalén por la puerta de perla, nos encontramos en la calle de oro
(Ap. 21:21). Esto significa que andamos conforme a la naturaleza divina y que la naturaleza divina
llega a ser nuestro camino. La regeneración es nuestra puerta, y la naturaleza divina es nuestro
camino. No pregunte a los demás qué debería hacer. El Señor Jesús es su camino (Jn. 14:6). Usted
sólo debe andar siguiendo la calle de oro, la naturaleza divina que está dentro de usted. Hermanos,
¿se cortan ustedes el pelo conforme a la naturaleza divina? Hermanas, ¿van ustedes de compras
según la naturaleza divina? Estoy convencido de que el camino de oro nunca conduce a un cine.
Cuando usted vaya en dirección al cine, se encontrará en el camino de polvo. Todos debemos andar
por el camino de oro. Estar en la calle de oro consiste en tocar la naturaleza divina, la naturaleza de
Dios.

III. HACE QUE EL HOMBRE SEA TRANSFORMADO


A LA IMAGEN DE CRISTO: LAS PIEDRAS PRECIOSAS

Aunque tengamos las puertas de perla y la calle de oro, aún así no tenemos un muro edificado que
exprese la imagen de Dios. El muro de la Nueva Jerusalén no es solamente una línea de separación
entre lo santo y lo común, sino también un edificio que expresa la imagen de Dios. En Apocalipsis
4:2-3, el Dios que está sentado en el trono tiene la apariencia del jaspe. El muro de la Nueva
Jerusalén y la primera piedra del cimiento de la muralla también son de jaspe (Ap. 21:18-19), es
decir, tienen la misma apariencia que Dios. Aunque hemos pasado por la puerta de la perla y
andado por el camino de oro, aún así anhelo ver alrededor de nosotros un muro edificado que abrace
todo lo referente a Dios, y que excluya todas las cosas mundanas, y que exprese la imagen de Dios.
Este muro es edificado por la transformación (2 Co. 3:18; Ro. 12:2a; 1 Co. 3:12a). Los materiales
de la muralla son piedras preciosas transformadas (Ap. 21:11, 18a, 19-20). Sólo quienes son
transformados pueden ser juntamente edificados.

¿De dónde vienen las piedras preciosas? Una piedra preciosa es el producto de la transformación.
Todas las piedras preciosas provienen de otros materiales. Algunas de ellas se formaron a partir de
rocas ígneas como producto de la presión y el calor. Otras se formaron de rocas sedimentarias por la
presión y por corrientes de agua. Todas se convirtieron en piedras preciosas. El diamante (Ex.
28:18) se forma a partir del carbón por el calor y la presión. Bajo presión extrema e intenso calor, el
carbón se convierte en diamante. Estos son los principios de la transformación de las piedras
preciosas. ¡Necesitamos el fuego, el fluir del agua viva, y la presión!
Después de entrar por la puerta de perla y caminar por la calle de oro, quizás piense que anda bien
con el Señor en todos los aspectos. Con relación a la puerta y a la calle, usted anda bien con El.
Mientras anda por el camino de oro, quizás no tenga ningún problema con el Señor, pero surgirán
otras dificultades. Por ejemplo, siendo un hermano joven, puede aspirar a tener una esposa que sea
una buena hermana. Del mismo modo, las hermanas esperan tomar por esposo a un buen hermano
joven. No obstante, los casados pueden testificar que el matrimonio es un deleite y al mismo tiempo
un sufrimiento. El marido es una fuente de sufrimiento para la esposa, y la esposa es una fuente de
sufrimiento para el marido. Aunque usted quizás le proporcione deleite a su esposa, también le
causa sufrimiento. Hacemos cuanto sea posible por complacer a nuestra esposa, pero no podemos
evitar que sufran por nuestra causa. Aunque el matrimonio constituye una causa de padecimiento,
no podemos ir muy lejos sin él. Nuestro matrimonio no está en nuestras manos, sino que está
dominado por el soberano Señor conforme a Su economía. Aparte del sufrimiento causado por el
matrimonio, hay muchos sufrimientos más. Junto con el camino de oro, se encuentran muchos
dolores y espinas punzantes.

En su cocina, usted tiene muchos electrodomésticos. Entre ellos tiene un horno y una estufa. Es
difícil cocinar adecuadamente sin estufa ni horno. En cierto sentido, la iglesia es un huerto. En otro
sentido, la iglesia es un comedor y una cocina. Sin la cocina, el comedor estaría vacío. La cocina de
la iglesia tiene una gran estufa con muchos compartimientos. Todos nosotros cabemos en esa estufa.
Puedo testificar por experiencia propia que en la iglesia somos verdaderamente pasados por fuego a
fin de que seamos transformados. Los hermanos encargados se queman continuamente el uno al
otro. Los maridos queman a sus esposas, y las esposas a sus maridos. Este es el fuego de Dios que
nos transforma.

Fuimos hechos vasijas de barro. Aunque estas vasijas son útiles, su material, el barro, no está al
nivel de la Nueva Jerusalén. La Nueva Jerusalén no tiene ningún ladrillo, sólo piedras
transformadas. Necesitamos una gran presión, un intenso fuego y el fluir de la vida para poder ser
transformados en piedras preciosas. Cuanto más presión, más fuego y más corriente
experimentemos, más preciosos llegaremos a ser.

IV. PARA LA EDIFICACION


DE LOS REDIMIDOS DE DIOS

Pablo nos exhortó a edificar la iglesia en la debida forma. La mayor parte de la obra que se lleva a
cabo entre los cristianos no es de oro, ni de plata, ni de perlas, ni de piedras preciosas, sino de
madera, de heno y de hojarasca. Mientras el oro en tipología representa la naturaleza divina, la
madera representa nuestra naturaleza humana. Por tanto, la madera es lo opuesto al oro. Nos gusta
decir que todos somos humanos, especialmente cuando cometemos errores. Sin embargo, no
debemos tomar nuestra humanidad como pretexto. Nuestra humanidad debe ser una humanidad
resucitada, pues la humanidad natural no está calificada para edificar la iglesia de Dios. La
edificación de la iglesia requiere una humanidad transformada, y no una humanidad de madera.

El heno está en contraste con la plata. La Biblia nos dice que toda carne es como heno (Is. 40:6; 1 P.
1:24). El heno representa la gente que se ha hecho carne. El heno no es tan sólido como la madera;
es débil y frágil. De modo que el heno representa la naturaleza caída del hombre.

El último aspecto que Pablo menciona en 1 Corintios 3:12 es la hojarasca. La hojarasca es el tallo
que queda después de ser trillado el grano de una cosecha. La hojarasca que proviene del suelo, es
opuesta a la piedra preciosa, la cual es una substancia transformada. En 1 Corintios 3:12 se presenta
un vívido contraste. La madera es un árbol sin fruto, y la hojarasca es un cultivo sin grano. No
debemos ser madera ni hojarasca, materiales que serán quemados y que son inútiles para edificar la
iglesia de Dios.

Para edificar la morada del Señor necesitamos el oro divino, la perla regenerada y las piedras
preciosas transformadas. Cuantos más materiales preciosos tengamos, más fácilmente podremos ser
edificados espontáneamente. Si experimentamos el oro, la perla y las piedras preciosas, no sólo
seremos los materiales preciosos, sino también un edificio entretejido que constituye la morada de
Dios en nuestro espíritu (Ef. 2:22). Por consiguiente, la transformación es indispensable para el
edificio de Dios. Debemos orar acerca de estos asuntos y tener comunión al respecto para que el
Señor nos introduzca a todos en la realidad de la transformación por causa de Su edificio.

ESTUDIO-VIDA DE GENESIS

MENSAJE TRECE

LOS DOS ARBOLES

(1)

En los mensajes anteriores hablamos del propósito eterno de Dios y de algunos puntos relacionados
con la manera en que lo lleva a cabo. Dios cumple Su propósito primeramente al crear al hombre
como una vasija que lo contuviera a El como vida y luego al ponerlo en un huerto delante del árbol
de la vida, lo cual indica que Dios anhela que el hombre participe del fruto de ese árbol. No
obstante, junto con el árbol de la vida, Génesis 2:9 y 17 menciona el árbol del conocimiento del
bien y del mal. Por consiguiente, debemos prestar mucha atención al significado de estos dos
árboles.

b. Permite que el hombre tenga


libre albedrío, 2:16-17

Aunque Dios deseaba que el hombre comiera del árbol de la vida, no lo forzó a hacerlo. Dios
tampoco puso al árbol de la vida dentro del hombre, sino que le dio libre albedrío; le dio la libertad
de escoger. Cuando las madres alimentan a sus niños, parecen forzarlos a tomar el alimento. No
obstante, el pequeño todavía tiene su libre albedrío, pues a menudo rechaza la comida que le ponen
en la boca. La madre desea que su niño coma, pero debe reconocer que él tiene su libre albedrío.

Dios creó al hombre con la libertad de escoger. ¿Por qué hizo Dios eso? Dios es grandioso. El no es
pequeño. Sólo una persona insignificante obliga a otros a aceptar su opinión. Si usted obliga a los
demás a seguirlo a usted, eso demuestra que usted es una persona mezquina. Si usted es un gran
hombre, nunca obligará a la gente a aceptarlo. Siempre proporcionará la posibilidad de elegir,
diciendo: “Si usted me ama, me puede aceptar. Si no tiene interés en mí, bien puede olvidarme”.
Ningún hombre grande u honrado se impone a otros. Del mismo modo, Dios es grande. El es tan
atractivo por ser el Dios de gloria. Dios no puso al hombre exclusivamente delante de Sí,
obligándolo así a escogerlo a El. Lo puso delante de dos árboles, confrontándole a elegir.

Cuando yo era un cristiano joven, eso me molestaba. Decía: “¿Por qué puso Dios al hombre en esa
situación peligrosa? Si yo fuese Dios, habría quitado el árbol del conocimiento del bien y del mal.
Habría dejado el árbol de la vida, habría puesto al hombre delante de él, y habría levantado una
pared de protección para preservarle. ¿Por qué no hizo Dios eso? ¿Por qué puso Dios el árbol del
conocimiento del bien y del mal en el huerto como tentación? Todos los problemas provienen de
allí. ¿Por qué Dios no lo quitó? Si lo hubiera hecho, eso nos habría evitado muchos problemas”. Yo
no era el único que tenía estos interrogantes. Muchos jóvenes me hacían la misma pregunta. No
obstante, si Dios no le hubiera dado al hombre la libertad de escoger, lo habría obligado a tomar del
árbol de la vida. Dios es demasiado grande para hacer eso. Dios es honesto y atractivo. El necesita
el segundo árbol para poder exhibir Su grandeza y demostrar cuán atractivo es.

Según el libro de Job, Satanás, el adversario de Dios, acusó a Job delante de Dios. El parecía decir:
“¿Por qué te adora Job? El te adora sólo porque lo bendices. Si le retiras todas estas bendiciones, te
rechazará y blasfemará contra Ti en Tu presencia” (Job 1:9-11). En otras palabras, Satanás dijo al
Señor que El sobornaba a Job para que le adorase y si no lo hacía, Job lo abandonaría. Por tanto,
Satanás calumnió a Dios y a Job. Dios parecía contestarle: “Haz lo que quieras. Sólo te ordeno que
preserves su vida. Te demostraré que Job no ha sido sobornado, sino que está atraído por Mí. Job
me adora por su propia cuenta”.

Dios es el mismo hoy en día. El nunca obliga a nadie a aceptarlo. Cuando el Señor Jesús vino, no
forzó al pueblo a seguirlo. El se presentó al pueblo, pero siempre respetó la elección de las
personas. El Señor parecía decir: “Si tú me quieres, puedes aceptarme. Si no me quieres, olvídate de
Mí”. Algunos de nosotros podemos tener la idea de que la misericordia del Señor nos obligó a creer
en El. Estoy de acuerdo hasta cierto punto. Su misericordia nos ha conquistado, persuadiéndonos a
recibirle. No obstante, puedo testificar firmemente que si usted me obliga a rechazarlo, seguiré
tomándole a El. Jamás lo abandonaré. ¿Por qué ha habido tantos mártires a lo largo de los siglos? El
Señor Dios se hizo a un lado, permitiendo así que Su pueblo escogiera, para que fuese revelada la
verdadera condición a Su enemigo. Dios parecía decir: “Haz cuanto puedas, Satanás. Mi pueblo
sigue escogiéndome a Mí”. Nuestro hermano Watchman Nee estuvo en la cárcel veinte años, desde
1952 hasta su muerte, en 1972; en ese período fue puesto a prueba y tentado. El nunca cambió de
parecer porque su Señor era muy adorable y atractivo. Recibimos al Señor Jesús, no por haber sido
forzados o presionados, sino por haber sido llamados por Su gloria y atraídos por Su virtud (2 P.
1:3). Todos podemos confesar que a pesar de todo lo que nos ofrezca la gente, jamás renunciaremos
al Señor Jesús. Nuestro Señor es muy querido, precioso y atractivo. Hemos hecho de El nuestra
única preferencia.

El mismo principio se aplicó en el huerto de Edén donde Dios puso a Adán delante de dos árboles,
que denotaban dos fuentes. Dios deseaba que el hombre lo escogiera a El, el árbol de vida.

1) El árbol de la vida

a) Representa a Dios

El árbol de la vida era un símbolo que representaba a Dios como la fuente correcta (cfr. Sal. 36:9;
Jn. 1:4; 10:10b; 11:25; 14:6; 1 Jn. 5:12; Col. 3:4). Si leemos solamente Génesis 2, no podremos
entender el significado del árbol de la vida. Sin embargo, el Evangelio de Juan revela
concretamente la vida representada por el árbol de la vida. En Juan 1:4 dice: “En El estaba la vida”,
y Juan 15:5 nos dice que el Señor Jesús es la vid [un árbol]. Si juntamos estos dos versículos, nos
daremos cuenta de que Cristo es el árbol de la vida. Jesús, la corporificación de Dios, es el árbol de
la vida. Por consiguiente, el árbol de la vida mencionado en Génesis 2 es un símbolo de Dios como
fuente de vida.

Aparte de esa fuente, hay otro árbol, otra fuente en el universo: la muerte. Sin embargo, ese árbol no
se llama el árbol de la muerte, sino el árbol del conocimiento del bien y del mal. Tal árbol existe en
este universo. Estos dos árboles se oponen el uno al otro; el árbol de la vida denota a Dios como la
fuente de la vida, y el árbol del conocimiento representa a Satanás como la fuente de la muerte. Así
como Dios es la fuente de la vida, Satanás es la fuente de la muerte. Por consiguiente, en Génesis 2
descubrimos dos fuentes representadas por dos árboles.

En este estudio-vida, hemos destacado en varias ocasiones que casi todo lo que consta en Génesis 1
y 2 es una semilla de la revelación divina. Los dos árboles son tales semillas. Junto con las demás
semillas sembradas en Génesis 1 y 2, estas semillas crecen en los siguientes libros de la Biblia y son
segadas como cosecha en el libro de Apocalipsis. En Apocalipsis 20:10, 14 vimos que la muerte es
echada al lago de fuego. En Apocalipsis 22:2, vemos que la vida mora en la Nueva Jerusalén. Al
principio de la Biblia, encontramos la vida y la muerte, y al final de la Biblia vemos nuevamente la
muerte y la vida. Entre los dos extremos de la Biblia, podemos ver dos líneas: la de la muerte y la
de la vida. Ambas líneas empiezan en el libro de Génesis y terminan en el libro de Apocalipsis. La
muerte empieza con el árbol del conocimiento del bien y del mal y termina en el lago de fuego. La
vida empieza con el árbol de la vida y termina en la Nueva Jerusalén. Antes de ser salvos,
estábamos en la línea de la muerte. Después de ser salvos, fuimos puestos en la línea de la vida.

b) Su contenido, naturaleza y resultado

La primera de estas dos elecciones fue el árbol de la vida, que denotaba a Dios mismo como vida.
El contenido del árbol de la vida es la vida; es vida sencilla, pura y absoluta. La naturaleza de este
árbol y el resultado de ese árbol también son vida. La vida es el contenido, la naturaleza y el
resultado. Todo es vida.

c) Su principio: ser dependiente

El árbol de la vida representa el principio de la dependencia. Quizás muchos de ustedes no


entiendan claramente el principio de la dependencia. Permítanme usar el ejemplo de lo que sucede
cuando una persona se gradúa. Prácticamente todos los que leen este mensaje se han graduado en
alguna escuela, ya sea la primaria, la secundaria o la universidad. Aunque podemos graduarnos en
estas escuelas, jamás podremos graduarnos en un restaurante. Podemos graduarnos en los estudios,
pero nunca en la comida. Además, tampoco podemos graduarnos en beber agua o en respirar. Les
animo a que estudien mucho y se gradúen en sus estudios tan pronto como puedan. Sin embargo,
jamás los alentaría a graduarse y dejar ya de respirar, pues si lo hacen morirán. ¿Qué significa esto?
Significa que el conocimiento nos hace personas independientes y que la vida exige dependencia.
Obtener ciertos conocimientos nos permite graduarnos y actuar independientemente. Por ejemplo,
quizás yo no sepa cocinar. Después de estudiar culinaria bajo la supervisión de un experto, con el
tiempo obtendré el conocimiento, llegaré a ser independiente y capaz de cocinar sin la ayuda de mi
instructor. No obstante, en lo que atañe a la vida, jamás podemos ser independientes.
Constantemente dependemos de la vida. He respirado desde el día en que nací, y sigo respirando
veinticuatro horas al día. Nunca “me he graduado” en la respiración. Nunca podría ser
independiente de la respiración y seguir viviendo. No podría llegar a decir: “Ya he practicado
bastante la respiración. Ahora soy un experto. Les puedo enseñar a ustedes cómo respirar, pero yo
ya no necesito hacerlo”. Por muy mayores que seamos, seguiremos dependiendo siempre de la
respiración porque la respiración es un asunto relacionado con la vida.

Cuando Dios llamó a Abraham a salir de Ur de los caldeos, no le dio un mapa. Dios no le dijo:
“Abraham, aquí tienes un mapa para tu viaje. Quiero que salgas de Ur en Caldea y te llevaré a la
buena tierra. Este mapa es muy detallado. Si sigues la ruta correctamente, llegarás a tu destino”.
Dios simplemente le dijo que saliera de su tierra, de su parentela y de la casa de su padre. Dios no le
dijo a Abraham adónde debía ir. ¿Por qué actuó Dios de esta manera? Dios lo condujo de esta
manera porque, antes de llamar a Abraham, el linaje humano se había apartado de Dios. El hombre
había rechazado la presencia de Dios y vivía en total conformidad con el conocimiento, y no
conforme a Dios como vida. Así que Dios intervino y llamó a Abraham a salir de esa situación y a
volver a El. No le dio un mapa ni indicaciones, porque Su intención era que Abraham viviera y
prosiguiera continuamente en Su presencia. La presencia de Dios era el mapa. La presencia de Dios
era la guía, las instrucciones. Si Abraham le hubiera preguntado a Dios: “Señor, dime adónde debo
ir mañana”, El habría contestado: “Hijo, duerme bien y quédate en paz. No te preocupes. Mañana
Yo seré tu guía. Seré tu mapa viviente”.

A ningún conductor le gusta ir con otro que esté diciéndole por dónde ir. Pero si usted es el
conductor del automóvil celestial, necesita un copiloto. Si tiene al Dios vivo como copiloto, no
necesitará un mapa. El será su mapa viviente y su guía viviente. En realidad, usted dejará de ser el
conductor y lo dejará conducir a El. Usted puede sentarse cerca de El y disfrutar Su conducción,
diciendo: “¿Por qué debo esforzarme y dar vueltas? Señor Jesús, obra Tú. Señor, conduce Tú en mi
lugar. Déjame simplemente disfrutar Tu conducción”. Esto es lo que significa depender de la vida.

Por el contrario, supongamos que aprendo todas las doctrinas, conozco todos los libros de la Biblia
y preparo centenares de mensajes que me servirán para ministrar durante toda la vida. Si fuese una
persona así, sólo podría darles el árbol del conocimiento. El conocimiento no requiere nuestra
dependencia. Cuando ustedes adquieren conocimiento y lo almacenan en su memoria o en sus
cuadernos, pueden apartarse de la presencia del Señor y seguir laborando para El. Cuando tienen
conocimiento, no necesitan depender del Señor Jesús. El Señor podría estar en el tercer cielo y
ustedes en una región lejana de la tierra; pero ustedes seguirían dirigiendo su ministerio.

La vida actúa de una manera totalmente opuesta a esto. A menudo sentía la carga de hablar en una
próxima reunión. Por ejemplo, una vez oré toda una tarde y una noche, diciendo: “Señor, dame una
palabra. Oh Señor, ¿cuál es Tu carga?” Aunque sentía una carga, no tenía una guía clara en cuanto
al contenido de la carga. Tenía que hablar aquella noche. Cuando entré en el salón de reuniones, no
tenía nada que decir. Mientras la congregación cantaba y oraba, sentía una carga, pero todavía no
tenía palabras. Seguí orando: “Señor, ¿cuál es Tu carga? ¿Cuál es Tu mensaje? Oh Señor, ¿qué me
quieres decir?” Aunque ya era tiempo de dar el mensaje, todavía no sabía lo que debía decir. Subí a
la plataforma y dije: “Abramos la Biblia...” En aquel momento todavía no sabía cuál libro debía
abrir. Entonces dije: “...y leamos el libro de Génesis”, aunque no sabía cuál capítulo. Entonces dije:
“capítulo tres”, pero no sabía cuál versículo. Fue entonces cuando entendí que debía empezar el
mensaje con Génesis 3:15, donde leemos que la simiente de la mujer aplastaría la cabeza de la
serpiente. Brotó un mensaje de vida. Desde el principio hasta el fin tuve que depender del Señor. No
tenía ningún conocimiento. Lo único que podía hacer era depender del Señor viviente. Este es el
principio del árbol de la vida.

Podemos aplicar este principio a la enseñanza acerca del matrimonio dada en Efesios 5. Las esposas
cristianas conocen el versículo de Efesios 5 que las exhorta a someterse a sus maridos. Los esposos
cristianos conocen el versículo que los exhorta a amar a sus esposas. Sin embargo, las esposas y los
esposos fallan y no cumplen los requisitos de estos versículos, porque toman a Efesios 5 como el
árbol del conocimiento, y no como el árbol de la vida. Maridos y mujeres, no deben vivir conforme
al árbol del conocimiento. Deben vivir por el árbol de la vida. Ustedes las esposas deberían decir:
“Señor, no sé cómo someterme a mi marido. Señor, aun cuando supiera, no podría hacerlo. Me
olvidaría de eso. Señor, no usaré mis esfuerzos ni mi energía para cumplir este requisito. Señor
Jesús, me quedo simplemente en Tu presencia. Quiero permanecer en Ti y disfrutarte las
veinticuatro horas del día”. Si usted hace eso, instantáneamente desde su ser interior brotará la
sumisión. Será el rebosamiento del deleite que tiene de Cristo como su vida interior. Esto es
depender del árbol de la vida.

¿En qué consiste el principio del árbol de la vida? Su principio es la dependencia. Todos debemos
ser dependientes. No siga el camino del conocimiento, pues el resultado sería la muerte.

2) El árbol del conocimiento


del bien y del mal

La segunda opción era el árbol del conocimiento (Gn. 2:17), que estaba en oposición al árbol de la
vida. Observe que a este árbol se le llamó el árbol del conocimiento del bien y del mal, y no
simplemente el conocimiento del mal. Tanto el conocimiento del bien como el conocimiento del
mal vienen del mismo árbol. No importa que el conocimiento sea del bien o del mal. Mientras sea
conocimiento, no pertenece al árbol de la vida; pertenece al árbol del conocimiento.

a) Representa a Satanás y todo lo ajeno a Dios

Aunque el árbol del conocimiento del bien y del mal representa a Satanás, no lo representa
directamente. Primero representa todo lo que esté fuera de Dios y luego representa a Satanás
indirectamente, porque Satanás está escondido detrás de las cosas que están fuera de Dios. A
Satanás le gusta esconderse. Por tanto, el árbol del conocimiento lo representa indirectamente.

Satanás no es tan franco como Dios. Dios es muy franco y siempre da la cara. En cambio, Satanás
es astuto, y procura mantenerse siempre oculto. Si Satanás desea perturbarle, no lo hará abierta y
francamente. Lo hará con astucia, y actuará por medio de su esposa o mediante el mundo, como por
ejemplo por medio de una tienda. A veces Satanás hasta usa la Biblia, obrando a través de la letra
de las Escrituras para perseguirlo a uno. Recuerde cómo los judíos religiosos, o sea, los fariseos y
los escribas, usaron la Biblia para condenar a muerte al Señor Jesús (Jn. 19:7). El árbol del
conocimiento no representa directamente a Satanás debido a que él es astuto. Representa todo lo
que está fuera de Dios, incluyendo las cosas buenas, lo bíblico y lo religioso. Satanás puede usar
cualquier cosa, buena o mala, mientras no sea Dios mismo.

Las cosas ajenas a Dios caen en tres categorías: el conocimiento, el bien y el mal. Supongamos que
usted tiene la intención de hacer cierta buena acción. Sin embargo, en lo profundo de su espíritu
tiene la sensación de que no la debe tocar ni hacer. No está seguro de este sentir interior que le
prohíbe hacerlo y va a uno de los ancianos, diciendo: “Hermano, mire esta buena acción que tengo
en mente y que pienso hacer. Es muy buena. ¿Por qué no tengo paz para hacerla?” Es posible que el
anciano diga: “No importa si usted siente paz o no. Usted deber hacerla porque es una buena obra”.
Si el anciano le da esa respuesta, ciertamente será un anciano de conocimiento, alguien que no
conoce el principio de la vida. Todo anciano verdadero debería decir: “Hermano, nunca debemos
seguir el árbol del conocimiento del bien y del mal. El principio que nos rige no es el bien ni el mal,
lo correcto ni lo incorrecto. Es la vida”. No usen el principio del bien y del mal; más bien cooperen
con el principio de la vida. Si usted no tiene paz interior, eso significa que el Espíritu de vida no
está de acuerdo con lo que intenta hacer. Usted debe cooperar con El. Si lo hace, recibirá vida. ¿No
ha tenido usted esa clase de experiencia repetidas veces? Cada vez que usted actuó conforme al
bien, recibió muerte; experimentó la muerte. No obstante, cuando actuó conforme a la vida interior,
recibió más vida.

El árbol del conocimiento representa primeramente todo lo que usa Satanás, sea bueno o sea malo.
No representa a Satanás directamente, porque a él le gusta mantenerse oculto. Cuando Satanás entró
en el hombre, no lo hizo de manera franca. Entró en forma de serpiente. Al principio de la Biblia, la
serpiente era muy astuta y aparentemente muy atractiva (Gn. 3:1), muy diferente a las horribles
serpientes que están bajo la maldición de Dios. Mientras Eva conversaba con la serpiente, no se
percató de que Satanás estaba en la serpiente. En eso consiste el principio de la apariencia de
Satanás: él nunca se muestra tal como es, sino que se presenta sutilmente.

Encontramos otro ejemplo de la apariencia engañosa de Satanás en el caso de Pedro en los


evangelios. Pedro era un discípulo honrado y fiel, y amaba mucho al Señor. Cuando el Señor habló
de que sería crucificado, Pedro dijo: “¡Dios tenga compasión de Ti, Señor! ¡De ningún modo te
suceda eso!” (Mt. 16:21-23). El Señor Jesús se volvió, y le dijo a Pedro: “¡Quítate de delante de Mí,
Satanás!” Aparentemente Pedro era el que hablaba; en realidad, lo hacía Satanás en Pedro. Satanás
estaba también en Judas cuando éste traicionó al Señor Jesús. Judas estaba lleno de Satanás y fue
llamado “diablo” (Jn. 13:2, 27; 6:70).

Con todos estos ejemplos, podemos ver que Satanás nunca actúa de frente. Es siempre astuto y usa
a los demás para cubrirse. Usted dirá: “Esto no proviene de Satanás, sino de mi esposa; o esto
proviene de mi querido esposo”. Sin embargo, la mujer y el marido fueron usados por Satanás. Por
consiguiente, debemos tener cuidado.

b) Su contenido

Todo lo que contiene el árbol del conocimiento está fuera de Dios. Inclusive la letra de la Biblia,
inspirada por Dios, y de la ley, dada por Dios, pueden ser usadas por Satanás como parte del árbol
del conocimiento. Aun la experiencia de Cristo que usted ha tenido hoy puede convertirse en el
árbol del conocimiento mañana. Ya he presentado la experiencia de dar un mensaje sobre Génesis
3:15 en completa dependencia del Señor. Aquel mensaje estaba lleno de vida. No obstante,
supongamos que me invitan a hablar en otra ciudad, y que razone así: “Di un buen mensaje sobre
Génesis 3:15. Creo que volveré a dar el mismo mensaje”. Si hago tal cosa, ese mensaje se
convertirá en el árbol del conocimiento. Hace dos meses ese mensaje era el árbol de la vida; si lo
repito ahora en forma de conocimiento, llegará a ser el árbol del conocimiento. Usted puede tener
una experiencia similar después de hacer una oración viviente al Señor. Tal vez una noche usted
haga una oración viviente dependiendo del Señor. Esa oración fue excelente y viviente, pero decide
repetirla, palabra por palabra, en la siguiente reunión de oración. Se llevará una sorpresa: la oración
que antes procedía del árbol de la vida llega a ser el árbol del conocimiento. Por lo tanto, aún una
oración llena de vida puede convertirse en el árbol del conocimiento.

Tomemos un ejemplo de nuestra vida familiar. A menudo los padres instruyen a sus hijos, diciendo:
“¿No ves que Juan es tan bueno? ¿Por qué no actúas así?” Si el comportamiento de Juan proviene
de su dependencia al Señor, proviene del árbol de la vida. Si otro niño imita a Juan, su imitación no
pasa de ser el árbol del conocimiento. Debemos aplicar eso a nosotros mismos. Si actuamos de
cierta manera conforme a la vida y luego repetimos esa acción según el conocimiento derivado de
nuestra primera experiencia, esa repetición se convierte en el árbol del conocimiento.

Hasta la Biblia puede ser dos árboles para nosotros. Si usted depende del Señor y ejercita su espíritu
mientras toca la Palabra, la Biblia le será el árbol de la vida. Pero si ejercita su mente e investiga la
Biblia como un libro literal, ésta vendrá a ser para usted el árbol del conocimiento. Podemos hacer
de la letra de la Biblia el árbol del conocimiento. El Señor Jesús dijo a los judíos: “Escudriñáis las
escrituras ... pero no queréis venir a Mí para que tengáis vida” (Jn. 5:39-40). Escudriñar
simplemente las Escrituras equivale a acudir al árbol del conocimiento; tocar al Señor por medio de
la Palabra es acudir al árbol de la vida. No convierta la Biblia en el árbol del conocimiento.
Consérvela siempre como el árbol de la vida. El factor determinante es éste: ¿depende usted del
Señor cuando lee la Biblia? Si no depende de El, todo lo que puede obtener es el árbol del
conocimiento. Si usted depende de El, todo lo que reciba será el árbol de la vida. No se imagine
jamás que los dos árboles mencionados en Génesis 2 forman parte de una historia pasada. Génesis 2
no es un relato anticuado, sino una revelación viviente, actual y divina de dos principios.

c) Su naturaleza y su resultado

La naturaleza y el resultado del árbol de la vida son vida porque proceden de un árbol de vida. Sin
embargo, la naturaleza y el resultado del árbol del conocimiento del bien y del mal son muerte
porque el conocimiento, el bien y el mal pertenecen a la muerte y traen consigo muerte. Todo lo que
no sea vida pertenece a la muerte y da por resultado la muerte. En realidad, el árbol del
conocimiento del bien y del mal es el árbol de la muerte; sin embargo, no es llamado el árbol de la
muerte, sino el árbol del conocimiento del bien y del mal. La muerte no está solamente detrás del
mal, sino también detrás del conocimiento y detrás del bien. El título del árbol del conocimiento del
bien y del mal es sutilmente engañoso porque a Satanás siempre le gusta mantenerse oculto. Satanás
tiene el imperio de la muerte (He. 2:14). El árbol del conocimiento del bien y del mal representa a
Satanás, puesto que en realidad es el árbol de la muerte.

ESTUDIO-VIDA DE GENESIS

MENSAJE CATORCE

LOS DOS ARBOLES

(2)

En el mensaje anterior vimos que el árbol del conocimiento del bien y del mal representa a Satanás,
el cual tiene el poder de la muerte, que contiene todo lo que está fuera de Dios, y que el resultado y
la naturaleza que posee son la muerte. Ahora debemos ver en qué consiste el principio de este árbol.

d) Su principio: ser independiente

Si conocemos cuál es el principio sobre el cual opera el árbol de la vida, también sabremos cuál es
el principio del árbol del conocimiento, pues es contrario al principio del árbol de la vida. El
principio del árbol de la vida es la dependencia; el principio del árbol del conocimiento es la
independencia. Todo lo que hacemos, dependiendo del Señor, se halla en el principio del árbol de la
vida. Todo lo que hacemos independientemente del Señor se encuentra en el principio del árbol del
conocimiento.

Todas las personas quieren ser independientes. No obstante, nunca deberíamos independizarnos del
Señor. La independencia espiritual conduce a la muerte. Si somos independientes, nos matamos a
nosotros mismos.

Independizarnos del Señor significa tener un aislamiento que nos separa del Señor, que interrumpir
la corriente de la electricidad divina. Aunque tengamos una central eléctrica con una potencia
tremenda y aunque todo el equipo necesario sea instalado correctamente, todo eso será inútil si el
interruptor está apagado. Este aislamiento corta el fluir de la electricidad. El menor aislamiento,
incluso una capa tan fina como el papel, puede detener el fluir. La independencia es un aislamiento
espiritual que nos desconecta de la vida de Dios. No se considere un experto en asuntos espirituales.
Por mucho tiempo que haya funcionado la electricidad, seguirá necesitando funcionar sin aislante.
Lo mismo sucede en la esfera espiritual. Nunca diga: “Tengo mucha experiencia en Cristo. He
ejercitado mi espíritu durante muchos años y no necesito seguir haciéndolo”. Nunca deberíamos
adoptar esa actitud. Debemos depender continuamente del Señor. No se independice nunca del
Señor viviente. Un segundo de independencia significa la muerte.

3) Los dos principios se aplican

El principio del árbol de la vida y el principio del árbol del conocimiento del bien y el mal se siguen
en toda la Biblia. Todas las cosas negativas que la Biblia menciona se hallan en la línea del árbol
del conocimiento, y todas las positivas están en la línea del árbol de la vida. Llamo a la primera
línea, la línea del conocimiento y a la segunda, la línea de la vida. Si seguimos estas dos líneas, nos
llevarán por todas las Escrituras.

Primero el hombre fue incitado a comer del árbol del conocimiento y, como resultado, cayó. Los
descendientes del hombre caído no dependían de Dios. Dependían de su conocimiento. En Génesis
4 vemos que la primera cultura humana fue inventada, y esa cultura se desarrolló hasta convertirse
en el mundo corrupto de los días de Noé. En tiempos de Noé, Dios juzgó la tierra con el diluvio.
Los descendientes de Noé llegaron a ser otro linaje, pero éste seguía sin depender de Dios. Con el
tiempo surgió la segunda cultura humana, la cultura que erigió la torre y la ciudad de Babel.
Entonces Dios llamó a Abraham a salir de ese linaje caído. Así podemos ver el desarrollo de las dos
líneas. En realidad, la línea de la vida empezó con Adán, quien cayó y fue redimido, y siguió a
través de Abel, Enoc, Noé, Abraham, Isaac, Jacob y muchos israelitas. En la línea de vida vemos la
tienda de Noé, la tienda de Abraham, el tabernáculo y el templo. La línea del conocimiento empezó
con Caín y continuó por todo el pueblo impío. En la línea del conocimiento vemos las ciudades de
Enoc, Babel y Sodoma, las ciudades de los tesoros de Faraón, y Babilonia, la cual capturó las cosas
en la línea de la vida.

Encontramos las mismas dos líneas en el Nuevo Testamento. Aunque el Antiguo Testamento y la
ley se encontraban originalmente en la línea de la vida, los judíos fanáticos los consideraban mero
conocimiento y los pusieron en la línea del conocimiento. Los fariseos usaron al Antiguo
Testamento como simple conocimiento. Cuando vino el Señor Jesús, los líderes religiosos estaban
en la línea del conocimiento. Sólo el Señor Jesús estaba en la línea de la vida. Luego trajo a Sus
discípulos a la línea de la vida. En el día de Pentecostés, Sus discípulos condujeron mucha más
gente a la línea de la vida. Por tanto, en aquel tiempo la religión judía estaba en la línea del
conocimiento, y la iglesia estaba en la línea de la vida. Sin embargo, poco después la iglesia se
degradó, y cayó del Cristo viviente al conocimiento bíblico muerto, y así surgió el cristianismo. La
iglesia se hallaba en la línea de la vida, pero el cristianismo estaba en la línea del conocimiento.
Apocalipsis 17 nos revela que finalmente el cristianismo llegará a ser la Babilonia religiosa, y
Apocalipsis 18 dice que el sistema mundial conducirá a la Babilonia política. La gran Babilonia
tendrá dos aspectos: el aspecto religioso y el aspecto político. En todos los aspectos, la gran
Babilonia es la culminación de la línea del conocimiento. Entre los cristianos de todos los siglos, los
vencedores nunca pasaron de la línea de la vida a la línea del conocimiento. Ellos permanecerán en
la línea de la vida hasta el fin, hasta que esa línea desemboque finalmente en la Nueva Jerusalén. La
gran Babilonia y todas las cosas ajenas a Dios serán arrastradas por un río de fuego (Dn. 7:10) al
lago de fuego (Ap. 20:10, 14-15; 21:8). En el transcurso de las edades, todas las cosas positivas
mencionadas en la Biblia serán llevadas adelante por el río de agua de vida (Ap. 22:1) a la Nueva
Jerusalén. La Nueva Jerusalén, una ciudad de agua (Ap. 21:10—22:4) será contraria al lago de
fuego. Al final de la Biblia vemos un lago y una ciudad: el lago es el lago del fuego que produce la
sed como consumación final de la línea del conocimiento; la ciudad es la ciudad del agua que apaga
la sed como consumación final de la línea de la vida. Por tanto, al final del libro de Apocalipsis
encontramos la cosecha de la simiente del árbol del conocimiento y del árbol de la vida.

¿En cuál línea está usted? ¿En la línea de la vida o en la línea de la muerte? Recuerde que Dios es
franco. Por ser Dios, la vida también es franca. Por el contrario, la muerte es engañosa. La muerte
no se manifiesta como muerte; aparece como conocimiento. La vida es simplemente vida; su
contenido, naturaleza y resultados son vida. La muerte es conocimiento. A todos les gusta el
conocimiento. Hasta los niños pequeños lo anhelan. Nos asedian con muchas preguntas. Si uno
contesta una sola pregunta, ellos responden con más preguntas porque dentro del hombre existe un
anhelo por el conocimiento. El hombre codicia el conocimiento. Incluso muchos cristianos lo
codician. Aunque la palabra “conocimiento” puede ser un buen término, detrás y debajo del
conocimiento yace la muerte. La letra mata porque la letra es conocimiento (2 Co. 3:6). La letra de
la Biblia mata cada vez que la Biblia es separada del Dios viviente. La religión ha separado la
Biblia del Cristo vivo. Por tanto, la Biblia puede matar y propagar la muerte.

La muerte está escondida debajo de muchas cosas buenas, ocultándose inclusive debajo de nuestras
mejores intenciones. Muchos queridos cristianos han muerto por las buenas intenciones de otras
personas. Aunque usted puede tener una intención excelente, Satanás se oculta debajo de ella, y
Satanás es muerte. Todos sabemos que la muerte se esconde detrás de las cosas malignas. Por
ejemplo, en Las Vegas los casinos de apuestas evidentemente son malignos y mortíferos. No
obstante, visitar una catedral parece ser algo bueno, mucho mejor que visitar un casino. Sin
embargo, la muerte se encuentra en ambos lugares. La diferencia está en la apariencia, y no en la
realidad, porque la muerte está presente y prevalece tanto en las cosas buenas como en las malas. La
muerte es solapada.

Ahora sabemos en cuál línea debemos estar. Debemos mantenernos en la línea de la vida.

4) Palabras adicionales

Todavía tengo la carga de compartir más acerca de los dos árboles con base en el Evangelio de
Juan. El Evangelio de Juan es un libro de vida. En ese evangelio, se le presentan muchos casos
humanos al Señor, y casi todos los casos están relacionados con la religión, la enseñanza o con
preguntas acerca de lo correcto y lo incorrecto. Como veremos, en ninguno de los casos el Señor
Jesús contestó ni con un sí ni con un no.

La mujer samaritana le preguntó al Señor acerca del lugar adecuado donde se debía adorar; ¿se
debía adorar en el monte de Samaria o en Jerusalén? (Jn. 4:20). El Señor Jesús contestó que no se
trataba del lugar apropiado o equivocado, sino que era un asunto del espíritu. Preocuparse por
contestar con un sí o un no equivale a enredarse en el árbol del conocimiento del bien y del mal. El
Señor dijo que Dios es Espíritu y que debemos adorarle, no en un lugar correcto, sino en nuestro
espíritu. Así como Dios el Espíritu es vida y tenemos contacto con El y lo recibimos como el agua
viva en nuestro espíritu, también esta adoración se basa en el principio del árbol de la vida.

Un día el Señor vio a un hombre que había nacido ciego (Jn. 9:1). Los discípulos, afectados por los
conceptos naturales y religiosos le preguntaron: “¿Quién pecó, éste o sus padres, para que haya
nacido ciego?” (v. 2). Escuche la respuesta del Señor: “No es que pecó éste, ni sus padres, sino que
nació así para que las obras de Dios se manifiesten en él” (Jn. 9:3). La respuesta del Señor indica
que la gente siempre evalúa las situaciones conforme al sí o al no, a lo correcto o a lo equivocado,
que son el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal, pero el Señor Jesús siempre conduce
a la gente al árbol de la vida, que es Dios mismo.

Cuando Nicodemo acudió al Señor con enseñanzas religiosas, el Señor le contestó que él necesitaba
nacer de nuevo, por medio de la vida divina. No era un asunto de enseñanza ni de conocimiento
intelectual, sino de regeneración, de que la vida divina entrara en el espíritu.

Si leemos todo el libro de Juan, veremos que el Señor Jesús nunca contestó ni con un sí ni con un
no. Cuando la gente le sugirió que actuara, El se negó a hacerlo. Cuando se agotó el vino en las
bodas de Caná, y cuando la madre de Jesús quería que solucionara ese problema, El se rehusó. No
obstante, cuando ella dejó de pedir, El transformó el agua en vino (Jn. 2:3-9). Durante la fiesta de
los Tabernáculos, los hermanos del Señor lo desafiaron a que fuese a Judea. El Señor les pidió que
fuesen ellos, pero que El no iría. Sin embargo, después de que Sus hermanos fueron a la fiesta, El
también fue (Jn. 7:1-10). Del mismo modo, cuando informaron al Señor que Su amigo Lázaro
estaba enfermo, no fue a verlo (Jn. 11:1-6). El permaneció otros dos días donde estaba. Luego, el
Señor decidió volver a Judea, y Sus discípulos no querían (Jn. 11:7-8). ¿Por qué el Evangelio de
Juan presenta al Señor actuando de esa manera? Porque el Evangelio de Juan es un libro de vida. El
Señor quería adiestrar a Sus discípulos a deshacerse de lo correcto y de lo incorrecto, del sí y del no,
es decir, a rechazar al árbol del conocimiento del bien y del mal, y a acoger plenamente la vida, la
cual es Dios mismo.

Encontramos otro caso en el capítulo ocho, donde una mujer pecaminosa fue traída al Señor (Jn.
8:1-11). Pillaron a esa mujer en el acto mismo del adulterio. Los fariseos dijeron al Señor que
Moisés había mandado que una persona así fuese apedreada. Entonces preguntaron al Señor: “¿Qué
dices?” Aunque lo presionaron para que diera una respuesta positiva o negativa, El no contestó de
esa manera. El dijo: “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra
ella”. ¿Qué significa eso? Significa que el Señor dirigió la atención de ellos a Dios, pues en todo el
universo Dios es el único que no es pecaminoso. La respuesta del Señor calló a los fariseos.
Entonces el Señor dijo a la mujer: “Ni Yo te condeno; vete, y no peques más”. Este caso revela que
no se trata de la ley ni del conocimiento, sino de tocar al Dios vivo.

Como hice notar previamente, cuando Dios llamó a Abraham, El no le dijo adónde debía ir. Si Dios
hubiera hecho eso, Abraham habría recibido conocimiento. Pero Dios intencionalmente no le dio a
Abraham ninguna información a fin de que éste se mantuviera constantemente en contacto con El.
La presencia viva de Dios era su mapa, su guía.

Muchos libros cristianos nos explican la manera de hacer las cosas. Cuando leemos los libros,
podemos aprender la manera correcta. Por ejemplo, en cuanto a ser uno crucificado juntamente con
Cristo, los libros nos exhortan a considerarnos muertos. Si hacemos de eso un simple método,
pertenecerá al árbol del conocimiento. ¿Qué es el conocimiento? ¿Qué es la religión? El
conocimiento, o la religión, significan ser bueno y hacer el bien, adorar a Dios y laborar para El sin
tener Su presencia viva. Todo el bien hecho para Dios sin Su presencia es religión. Para nosotros,
cierta cosa puede ser vida y al mismo tiempo conocimiento. Si experimentamos la presencia del
Dios viviente al hacerla, será vida; pero si la hacemos sin la presencia de Dios, será simple
conocimiento muerto. No nos puede ayudar ningún método. Necesitamos al Dios vivo.

¿Qué es la vida? La vida es Dios mismo. ¿Cuál es el principio de la vida? El principio de la vida
consiste en depender de Dios en todo. Si usted depende de Dios, todo es vida.
5) Un triángulo

Cuando Adán estaba delante de los dos árboles, se encontraba frente a Dios y a Satanás. Esto formó
un triángulo entre el hombre, Dios y Satanás en el universo. La lucha entre Dios y Satanás se
desarrollaba en el hombre. Escoger a Dios o seguir a Satanás depende netamente de la decisión del
hombre. Este triángulo se encuentra ahora dentro de nosotros. Anteriormente Satanás estaba en el
huerto fuera de Adán; ahora está en nuestra carne. Antes, Dios también estaba en el huerto, fuera
del hombre; ahora está en nuestro espíritu.

En el mensaje diez hicimos notar que el hombre es tripartito; él tiene espíritu, alma y cuerpo. El
espíritu es nuestra parte más profunda, el cuerpo es nuestra parte exterior, y el alma, la parte
principal de nuestro ser, está situada entre ellos. Como resultado de la caída, Satanás, el árbol del
conocimiento, se introdujo en la carne del hombre. Por haber creído nosotros en Cristo, Dios, el
árbol de la vida, entró en nuestro espíritu. Por consiguiente, los dos árboles que antes estaban en el
huerto fuera del hombre se encuentran ahora dentro de nosotros: uno en nuestra carne y el otro en
nuestro espíritu. Si leemos detenidamente Romanos 7, veremos que Pablo dijo que en su carne no
mora el bien, sino el pecado. El pecado es realmente la naturaleza maligna de Satanás. Decir que el
pecado mora en nuestra carne significa que Satanás, el maligno, está en nuestra carne. Romanos
8:16 demuestra que Dios está en nosotros y dice que el Espíritu de Dios da testimonio juntamente
con nuestro espíritu. Por tanto, todo cristiano verdadero es un huerto de Edén en miniatura. La
mente de su alma representa su yo, el pecado de su carne representa a Satanás, y el Espíritu que está
en su espíritu representa a Dios. Igual que en el huerto de Edén, las tres partes forman un triángulo
dentro de nosotros.

La semilla de este triángulo fue sembrada en Génesis 2, y el crecimiento de la semilla se encuentra


en Romanos 8, donde afloran los dos árboles. Romanos 8:6 indica que la mente puesta en la carne
es muerte y que la mente puesta en el espíritu es vida y paz. En Génesis 2 los dos árboles eran
objetivos; en Romanos 8 son subjetivos. Nunca deberíamos decir que estos dos árboles ya no están
en nosotros. Mientras usted lee este mensaje, ellos están dentro de usted. En el pasado, yo deseaba
desarraigar al árbol del conocimiento en mi carne, pero cuanto más lo intentaba, más permanecía
conmigo. Finalmente descubrí Romanos 8. Vi que otro árbol mora en mi espíritu. Por consiguiente,
en Romanos 8, encontramos el huerto de Edén actual. Romanos 8:2 menciona la ley del Espíritu de
vida, que nos libera de la ley del pecado y de la muerte. Por tanto, en Romanos 8, descubrimos dos
leyes: la ley de vida y la ley de muerte. Estas dos leyes son los principios de los dos árboles que
están en nuestra experiencia subjetiva.

Quiero decir algo particularmente a los jóvenes que lean este mensaje. Espero que temprano en su
vida cristiana aprendan a disfrutar al Señor como su árbol de vida. Al oír el testimonio de un
hermano más experimentado en el Señor, no intente imitarlo. Si lo hace, se volverá al árbol del
conocimiento. Sólo necesita tener contacto con el Señor constantemente, y el Señor será su árbol de
vida. Como resultado, usted amará espontáneamente al Señor y a Su Palabra. Su amor emanará al
tocar usted al Señor como su fuente viviente, como su árbol de vida. Cuando yo era joven, amaba al
Señor y le buscaba, pero nadie me pudo brindar esta ayuda. En la vida de iglesia hoy ustedes están
rodeados de hermanos y hermanas que los alientan a disfrutar al Señor como su árbol de vida.

c. Exhorta al hombre a llevar la responsabilidad,


a cooperar con Dios, 2:15

Dios exhortó al hombre a labrar el huerto a fin de que la vida creciera para que se cumpliera el
primer aspecto del propósito de Dios, es decir, expresar a Dios a Su imagen. Labrar la tierra traería
el crecimiento del árbol de la vida. ¿Qué significa labrar la tierra? Este asunto de labrar la tierra fue
sembrado como semilla en Génesis 2 y desarrollado en Mateo 13. En Mateo 13, el Señor Jesús dice
que la tierra es el corazón humano. Además, en Mateo 13 el árbol de la vida es el propio Señor
Jesús como la semilla que El siembra en nuestro corazón. Labrar la tierra significa desatar y romper
nuestro corazón duro, abrir nuestro corazón a los cielos a fin de que la lluvia descienda para que la
vida crezca en nosotros. Cuando Dios le ordenó al hombre que labrara la tierra, daba a entender que
el hombre debía estar abierto, quebrantado y preparado para que el árbol de la vida entrara en él.

Junto con este mandato, Dios le dio al hombre una orden: el hombre no sólo debía labrar la tierra,
sino que también la debía guardar. Dios le pidió al hombre que protegiera el huerto del enemigo a
fin de que se cumpliera el segundo aspecto de Su propósito, es decir, vencer a Satanás por la
autoridad de Dios. El árbol de la vida requiere que la tierra sea labrada, y el árbol del conocimiento
necesita que la tierra sea guardada. Debemos labrar la tierra para que Dios pueda entrar en nosotros.
No obstante, puesto que Satanás también desea invadirnos, debemos guardar la tierra, sin dejar
ninguna apertura para el árbol del conocimiento. Labrar la tierra equivale a abrirnos al árbol de la
vida; guardar la tierra consiste en cerrarnos al árbol del conocimiento.

d. Le advierte al hombre; le prohíbe algo, 2:17

Génesis 2:17 nos dice que Dios le dio al hombre una advertencia y una prohibición. Dios quería que
el hombre sólo lo tocara a El y recibiera vida, y que no tocara las cosas ajenas a Dios a fin de que no
recibiera muerte. Es como si Dios dijera a Adán y a Eva: “No toquen el árbol del conocimiento;
sólo toquen el árbol de la vida. Si comen del árbol de la vida, me recibirán a Mí y tendrán Mi vida.
Si comen del árbol del conocimiento, tomarán a Satanás y recibirán su muerte”. Esto no era
solamente un mandamiento, sino una advertencia. Debemos entender que en todo el universo
existen dos fuentes: la primera es la fuente de la vida, y la segunda es la fuente de la muerte. Tenga
cuidado con la fuente que toca. Si toca a Dios, obtiene la fuente de la vida y recibe vida. Si toca a
Satanás, obtiene la fuente de la muerte y recibe muerte.

ESTUDIO-VIDA DE GENESIS

MENSAJE QUINCE

LA LINEA DE LA VIDA EN LAS ESCRITURAS

En este mensaje siento la carga de compartir, a modo de paréntesis, acerca del principio sobre el
cual se basa el árbol de la vida en las Escrituras. Hemos dicho reiteradas veces que casi todo lo que
contienen los primeros dos capítulos de Génesis se sembró allí como semilla, y que esa semilla
crece gradualmente en los siguientes libros de la Biblia, y aparece como la mies en el Nuevo
Testamento y madura como la cosecha en el libro de Apocalipsis. Este es un principio fundamental
de la Palabra divina. Dios fue muy económico al escribir la Biblia, y no desperdició ni una sola
palabra. El usó cada palabra de manera exacta. Además, la revelación de Dios es la misma a lo
largo de las Escrituras. Por consiguiente, todo lo que encontramos al principio de la Biblia lo
hallamos por toda la Biblia y también al final.

El relato de los dos árboles en Génesis 2, el árbol de la vida y el árbol del conocimiento, no
constituye una mera historia antigua, pues estos dos árboles todavía están ante nosotros hoy. Si
leemos detenidamente la Biblia, descubriremos que en toda ella se presentan dos líneas: la línea del
árbol de la vida y la línea del árbol del conocimiento. Podemos referirnos brevemente a éstas como
la línea de la vida y la línea del conocimiento. Estas dos líneas empiezan en el libro de Génesis y
continúan en los siguientes libros de la Biblia hasta llegar a su destino. Como dijimos en el mensaje
trece, la línea de la vida conduce a la Nueva Jerusalén, donde aparece nuevamente el árbol de la
vida. El río de agua viva también se encuentra en la Nueva Jerusalén, pues fluye por toda la ciudad.
Por lo tanto, la Nueva Jerusalén, una ciudad de agua viva, es la máxima consumación de la línea del
árbol de la vida. La línea del conocimiento concluirá con el lago de fuego, que presenta un marcado
contraste con la Nueva Jerusalén. Esta es una ciudad de agua viva; el lago es un lago de fuego
ardiente.

La revelación bíblica nos muestra dos corrientes que proceden del trono de Dios. La primera es la
corriente de agua viva, y la otra es la corriente de fuego. La corriente de agua viva es revelada en
Ezequiel 47 y Apocalipsis 22. En Ezequiel el agua viva proviene de la casa de Dios; en Apocalipsis
22 el agua viva procede del trono de Dios. En Daniel 7:9-10 vemos otra corriente, una corriente de
fuego, que sale del trono de Dios. El agua viva sirve para avivar y regar, pero la corriente de fuego
sirve para traer juicio. Esta corriente va por todo el universo trayendo juicio. El río de agua procede
del trono de Dios y llevará consigo todas las cosas positivas a la Nueva Jerusalén. La corriente de
fuego proviene del trono de Dios y arrastrará todas las cosas negativas al lago de fuego. Al
comienzo de la Biblia se inician dos líneas: la línea de la vida y la línea del conocimiento. Al final
de la Biblia vemos dos resultados, dos consumaciones: la ciudad de agua viva y el lago de fuego
ardiente.

¿Dónde está usted y adónde va? ¿En cuál línea se encuentra usted? Ciertamente la línea de la vida
es la línea correcta, y la línea del conocimiento es la línea equivocada. Nosotros los redimidos
estamos en la línea correcta, la línea de la vida. No obstante, es posible que nuestro andar y nuestra
labor, es decir, la manera en qué vivimos y laboramos para Dios, se encuentre en la línea
equivocada. Aunque estemos en la línea de la vida, nuestro andar y nuestra labor pueden hallarse en
la línea del conocimiento. Primero la Biblia exhorta a apartarse de la línea del conocimiento y a
permanecer en la línea de la vida o regresar a ella. Cuando somos salvos, somos salvos para
siempre, y nuestra salvación está asegurada por la eternidad. No obstante, la Biblia nos amonesta en
cuanto a nuestro andar cotidiano y nuestra labor para el Señor. En Gálatas Pablo nos exhorta a andar
en el Espíritu (5:16) y a sembrar para el Espíritu (6:7-8). De no ser así, todo lo que hagamos será
consumido por el fuego. En 1 Corintios 3, Pablo nos exhorta a nosotros los edificadores de las
iglesias a tener cuidado y a construir con los materiales apropiados. Si edificamos la iglesia con oro,
plata y piedras preciosas, esta obra será preservada hasta llegar a ser la Nueva Jerusalén, porque ésta
es una ciudad construida con oro, perlas y piedras preciosas. Por otra parte, Pablo nos advierte que
la madera, el heno y la hojarasca sólo sirven para ser quemados (1 Co. 3:12-15). Todo lo que sea
construido con esos materiales será arrastrado por la corriente de fuego y echado al lago de fuego.
De modo que debemos cuidarnos a nosotros mismos, nuestro andar y nuestra labor. Nosotros
debemos permanecer en la línea correcta, y nuestro andar y nuestras labores cotidianas también
deben hallarse en la línea correcta. Entonces tanto nosotros como nuestra labor entraremos en la
Nueva Jerusalén. Debemos entender claramente estas dos líneas. En este mensaje quiero compartir
acerca de la línea de la vida, y en el mensaje siguiente, acerca de la línea del conocimiento.

A menudo me ha inquietado el hecho de que el árbol de la vida apareció sólo por poco tiempo en
Génesis 2 y que fue cerrado el acceso a él al final de Génesis 3. Aparentemente el acceso al árbol de
la vida le quedó cerrado al hombre; en realidad, en el transcurso de los siglos y por medio de la
redención prometida, se ha abierto el acceso para que el pueblo de Dios toque el árbol de la vida, lo
disfrute y lo experimente. En palabras muy sencillas quisiera ahora enumerar muchas de las
personas que se hallan en la línea de vida. No empezamos con Adán, quien cayó y fue redimido.
Empezamos con Abel.
I. ABEL: SE RELACIONABA CON DIOS SEGUN DIOS

La vida de Abel se caracterizó por el contacto que mantuvo con Dios conforme al camino fijado por
Dios (Gn. 4:4). No diga que en tanto que usted tenga contacto con Dios todo está bien. ¿De qué
manera tiene contacto con Dios: a su manera o a la manera de El? Existen tres pueblos que afirman
tener contacto con Dios: los judíos, los musulmanes y los cristianos. Los judíos tienen contacto con
Dios conforme a su propio camino. Conforme a Romanos 10:2-3, los judíos quieren establecer su
propia justicia y no se someten a la justicia de Dios. Esto significa que ellos se relacionan con Dios
conforme a su propia idea. Los musulmanes muestran aún más devoción en su propia manera de
adorar a Dios. Si usted visita una mezquita musulmana, encontrará que los musulmanes se muestran
bastante piadosos, y adoran a Dios postrándose. Muchos de los que se llaman cristianos, incluyendo
a los católicos, llevan a cabo su servicio para Dios conforme a su propio concepto, y no por medio
de la redención de Cristo ni en el Espíritu.

¿Cuál es el origen de la manera humana de tocar a Dios? La fuente es la conflictiva mente del
hombre, la cual no puede producir más que conocimiento. Por consiguiente, los hombres tienen
contacto con Dios por medio del conocimiento, y no por la vida. Sin embargo, Abel se relacionó
con Dios de la manera que Dios deseaba. Como lo veremos en el mensaje siguiente, Caín, su
hermano mayor, tenía contacto con Dios, pero según su propio camino. El camino de Dios es la
vida; el camino de Caín fue el conocimiento. Todos debemos tener cuidado. Aunque usted diga que
está entregado absolutamente a Dios, quizás lo esté según su propio camino. Usted se acerca a Dios
de la manera que usted se inventa, y esa manera no es más que conocimiento. No siga ese camino.
Debemos observar el ejemplo de Abel y relacionarnos con Dios desechando nuestros pensamientos,
nuestras opiniones y nuestros conceptos; debemos decir: “Señor, me relaciono contigo según Tu
camino. No te toco a Ti por mis pensamientos, conceptos o conocimiento. Señor, Tú eres mi
camino”. Si hacemos eso, disfrutaremos a Dios como el árbol de la vida. Abel participó de Dios
como el árbol de la vida. El comió verdaderamente del fruto de ese árbol.

II. SET Y ENOS:


INVOCABAN EL NOMBRE DEL SEÑOR

Quizás usted desconozca los nombres de Set y Enós. Set y Enós fueron parte de la tercera y la
cuarta generaciones de la humanidad respectivamente, aunque la Biblia los considera como una
sola. Después de habérsele dado muerte a Abel, la línea de la vida parecía haber terminado. No
obstante, Set y Enós fueron levantados para continuarla. Estas dos generaciones tienen una
característica extraordinaria: empezaron a invocar el nombre del Señor (Gn. 4:26). No sólo oraron,
sino que invocaron el nombre del Señor. Si usted lee el texto original del hebreo y del griego, verá
que la palabra invocar significa gritar, y no solamente orar. Aunque todos los cristianos oran, pocos
oran invocando. La mayoría oran calladamente, incluso en silencio. No obstante, la tercera y la
cuarta generaciones de la humanidad aprendieron que para tocar a Dios, necesitaban clamar a El a
gran voz e invocarle. No argumente diciendo que Dios no es sordo, que El puede oírnos de todos
modos. Aun el Señor Jesús oró con un gran clamor en el huerto (He. 5:7). En la época de Set y
Enós, los hombres aprendieron a orar a Dios invocándole. Si usted lo invoca, descubrirá que eso
hace una gran diferencia. El apóstol Pablo dijo que el Señor es rico para con todos los que le
invocan (Ro. 10:12). Si usted quiere disfrutar de las riquezas del Señor, debe invocar Su nombre.

Suponga que usted ayuda a un nuevo converso a tocar al Señor en oración. El ora: “Jesús, Tú eres el
Hijo de Dios. Moriste por mí. Te tomo como mi Salvador. Gracias”. Aunque ésta es una buena
oración, le resultaría mejor invocar al Señor a gran voz. Si él dice: “Oh Señor Jesús, gracias por
morir por mí”, su espíritu será avivado y tocará al Señor de una manera viva.
Aunque la tercera y la cuarta generaciones de la humanidad descubrieron la manera de invocar el
nombre del Señor, esta manera de invocarle se perdió gradualmente. Hoy en día, muchos cristianos
la descuidan y hasta la menosprecian. Sin embargo, ningún cristiano puede evitar invocar el nombre
del Señor. En los períodos de paz y de tranquilidad, usted puede guardar la compostura, y no estar
dispuesto a quedar mal invocando al Señor. No obstante, en tiempo de dificultades, quizás después
de un accidente automovilístico o en tiempo de enfermedad repentina, le invocará espontáneamente,
diciendo: “Oh Señor”. No es necesario enseñar a otros a invocar al Señor. Un día lo invocarán.
Cuando pasen por problemas, necesitarán invocar el nombre del Señor. Invocar el nombre del Señor
consiste simplemente en disfrutarle y en comerle como el árbol de la vida.

III. ENOC: CAMINABA CON DIOS

La vida de Enoc se caracterizó por el hecho de que él caminaba con Dios (Gn. 5:22, 24). No se nos
relata que él laborara por Dios ni que hiciera proezas para Dios, sino que caminó con Dios. Esto es
significativo. Si usted desea andar con una persona, debe amarla. Si usted no me cae bien, nunca
andaré con usted. Primero usted me cae bien, luego lo amo, y entonces caminaré continuamente con
usted. El hecho de que Enoc anduviera con Dios demuestra que amaba a Dios. El amaba el simple
hecho de estar en la presencia de Dios. El Señor Jesús reprendió a la iglesia en Efeso porque ellos
hacían muchas obras para Dios pero habían perdido su primer amor (Ap. 2:2-4). El Señor no quiere
ver tantas buenas obras; El desea ver nuestro amor para con Dios. Suponga que una esposa lleva a
cabo muchas buenas obras para su marido, sin estar nunca en la presencia de éste. Ciertamente el
marido dirá: “No quiero que estés ocupada y apartada de mí. Quiero una esposa que esté conmigo
todo el tiempo”.

Enoc caminaba con Dios. Si leemos cuidadosamente Génesis 5:21-24, veremos que Enoc empezó a
caminar con Dios a la edad de sesenta y cinco años y siguió caminando con El durante trescientos
años. El caminó con Dios día tras día durante un período de trescientos años. Finalmente, fue como
si Dios le dijera: “Enoc, has caminado conmigo suficiente tiempo. Déjame traerte a Mí”. A muchos
cristianos les fascina hablar del arrebatamiento y de la venida del Señor. ¿Se da cuenta usted de que
el arrebatamiento exige que usted ame al Señor y viva en Su presencia? Debemos amar al Señor.
“Señor Jesús, Te amo. Quiero vivir en Tu presencia. Quiero andar contigo porque Te amo”. Esta
actitud de amor es la preparación, la condición y la base del arrebatamiento. ¿Por qué razón fue
arrebatado Enoc? El fue arrebatado porque anduvo con Dios durante trescientos años. Enoc nos
presenta un excelente ejemplo.

IV. NOE: CAMINABA CON DIOS

Noé siguió los pasos de Enoc y también caminó con Dios (Gn. 6:9). En realidad, él anduvo con
Dios más de trescientos años. Por haber caminado Noé con Dios, recibió una visión de lo que Dios
quería hacer en esa era. Noé recibió la visión del arca, mediante la cual ocho miembros del linaje
caído fueron salvos. Así como Noé, nosotros no deberíamos actuar conforme a nuestro concepto.
Todo lo que hacemos y toda nuestra labor debe concordar con la visión que recibimos al andar con
el Señor. Al andar diariamente con el Señor, llegaremos a ver Su deseo, Su intención y Su voluntad.
Entonces laboraremos y serviremos conforme al deseo de Dios, y no conforme a nuestros
pensamientos. Noé disfrutó a Dios al andar con El.
V. ABRAHAM: VIVIA EN LA APARICION DE DIOS
E INVOCABA EL NOMBRE DEL SEÑOR

Abraham fue más extraordinario que Noé. Como subrayamos en el estudio-vida de Romanos,
Abraham recibió una infusión con la aparición del Dios de gloria. Mientras Abraham estaba en Ur
de Caldea, el Dios de gloria se le apareció y lo atrajo (Hch. 7:2). Génesis nos revela que Dios se
apareció a Abraham varias veces más (Gn. 12:7; 17:1; 18:1). Abraham no era un gigante de fe en sí
mismo; él era tan débil como nosotros. El Dios de gloria se apareció a Abraham repetidas veces, e
infundió en él Sus elementos divinos, lo cual le capacitó para que viviera por la fe de Dios. La
experiencia de Abraham se parece a una batería que opera bien después de ser cargada, pero que
necesita ser cargada cada cierto tiempo. Resulta muy interesante estudiar la historia de Abraham
según las apariciones de Dios. Dios llamó a Abraham a salir de Ur de Caldea y le mostró el camino
apareciéndosele repetidas veces. Como ya dije, cuando Dios llamó a Abraham a salir de Ur, no le
dio un mapa ni instrucciones. Abraham anduvo conforme a las apariciones de Dios. Si las
apariciones de Dios se producían en cierta dirección, Abraham simplemente se movía en esa
dirección. De esta manera, Abraham disfrutó de las riquezas de Dios.

Además de experimentar las apariciones de Dios, Abraham invocaba el nombre del Señor (Gn.
12:7-8). Isaac, el hijo de Abraham, y Jacob, su nieto, también invocaban el nombre del Señor.
Puesto que estas tres generaciones eran la misma, Dios fue llamado el Dios de Abraham, de Isaac y
de Jacob. Esto significa que Dios es el Dios de Su pueblo, el cual vive según la aparición de Dios e
invoca Su nombre. Mientras Abraham vivía según la aparición de Dios e invocaba el nombre del
Señor, lo disfrutaba a El como el árbol de la vida. Génesis 18 nos dice que Dios se apareció a
Abraham mientras éste estaba sentado a la entrada de su tienda, y permaneció con él como medio
día, y hasta comió con él. De manera que la Biblia dice que Abraham fue llamado amigo de Dios
(Jac. 2:23). En Génesis 18, Dios y Abraham conversaron y comieron juntos como amigos.

Indudablemente todos nosotros deseamos disfrutar así al Señor. No obstante, nuestra porción actual
es mucho mejor que la experiencia de Abraham mencionada en Génesis 18. En Apocalipsis 3:20 el
Señor Jesús toca a la puerta. Si alguien oye Su voz y abre la puerta, el Señor entra en él y cena con
él. Día tras día, podemos tener un banquete con el Señor. Abraham cenó con el Señor durante
aproximadamente medio día, pero nosotros podemos tener un continuo banquete con El. Podemos
encontrarnos con el Señor al desayuno, al almuerzo y a la cena. Nuestra porción es más elevada y
más rica que la de Abraham.

Abraham disfrutó a Dios como el árbol de la vida. ¿Qué es el árbol de la vida? El árbol de la vida es
la provisión de vida que sustenta nuestra vida en la presencia de Dios. Abraham disfrutaba a Dios
de esa manera.

VI. ISAAC: VIVIA EN LA APARICION DE DIOS


E INVOCABA EL NOMBRE DEL SEÑOR

Isaac, como hijo de Abraham, se relacionó con Dios de la misma manera que su padre. El también
vivió en la aparición de Dios e invocó el nombre del Señor (Gn. 26:2, 24-25). El no sólo heredó
todas las bendiciones de su padre, sino también su manera de disfrutar a Dios.
VII. JACOB: VIVIA EN LA APARICION DE DIOS
E INVOCABA EL NOMBRE DEL SEÑOR

Jacob, la tercera generación del linaje llamado, fue finalmente guiado por Dios a no vivir por su
propio camino, un camino de suplantación, sino por el mismo camino que siguieron su abuelo y su
padre, que consistía en relacionarse con Dios. Después de ser disciplinado por el Señor durante un
tiempo considerable, él aprendió a vivir en la aparición de Dios y a invocar el nombre del Señor
(Gn. 35:1, 9; 48:3). Para él, éste no era solamente el método que había heredado, sino también el
camino por el que lo condujo la disciplina de Dios.

VIII. MOISES: VIVIA EN LA APARICION


Y LA PRESENCIA DE DIOS

Moisés fue una persona muy interesante. Nació cuando los israelitas se encontraban bajo la
persecución de los egipcios. Dios lo puso soberanamente en el palacio de Faraón, y fue criado como
miembro de la familia real, como hijo de la hija de Faraón. Moisés se enteró de los sufrimientos que
infligían los egipcios a su pueblo; probablemente se lo dijo su nodriza, quien era su verdadera
madre. Indudablemente estos informes despertaron el corazón de Moisés. Quizás Moisés haya
dicho: “Los egipcios han perseguido a mi pueblo. Haré algo para ayudar a mi pueblo”. Aunque
Moisés tenía un buen corazón, éste era un corazón de conocimiento, un corazón de muerte. El caso
es el mismo con muchos cristianos hoy. Muchos tienen un buen corazón. Son despertados y quieren
hacer algo por Dios. Sin embargo, Moisés actuó a su manera y con su propia fuerza. Esto dio por
resultado el fracaso, y él quedó terriblemente desilusionado. Finalmente, Moisés se dio cuenta de
que no podía hacer nada; estaba desanimado hasta el punto que desistió. Fue como si dijese: “Todo
el interés de mi corazón estaba en mi pueblo, pero Dios no me ayudó. Dios no valoró mis esfuerzos.
Puesto que Dios no está conmigo, me olvidaré de esta situación y me iré al desierto”. Aunque él se
preocupó por el bienestar de los hijos de Israel, quedó desilusionado por su fracaso y huyó al
desierto, donde llegó a ser un pastor de ovejas, solitario y abatido. Moisés, el hombre que había sido
enseñado en toda la sabiduría de los egipcios y que era poderoso en palabras y en obras (Hch. 7:22),
ahora era un pequeño pastor en el desierto, un hombre vencido y rechazado.

Un día, cuando Moisés estaba desilusionado, Dios vino y se le apareció en la visión de una zarza
que ardía sin consumirse (Ex. 3:2, 16). Moisés se sorprendió y se acercó para ver la zarza.
Aparentemente Dios le decía a Moisés: “Moisés, debes ser como esta zarza ardiente. No ardas por ti
mismo ni actúes por tu propia cuenta. Tuviste un buen corazón, pero actuaste de manera
equivocada”. Podemos usar el ejemplo de un automóvil moderno. Si queremos echar a andar el
automóvil, sería insensato empujarlo. Esto nos cansaría; y eso sería todo lo que conseguiríamos.
Debemos usar la gasolina como fuente de energía. Cuando se quema gasolina, el auto se mueve.
Debemos usar el automóvil de esta manera. Del mismo modo, Moisés aprendió a abandonar su
propio conocimiento, su propio camino, su propia energía y sus propias actividades. Moisés empezó
a vivir, como lo hicieron sus antepasados, en la presencia y la aparición del Señor. El dejó de actuar
por sí mismo. De ahí en adelante, fue uno con Dios. Para dirigir a los israelitas en su viaje, el Señor
le dijo: “Mi presencia irá contigo, y te daré descanso”. Y él dijo al Señor: “Si Tu presencia no ha de
ir conmigo, no nos saques de aquí” (Ex. 33:13-15). Esto demuestra que Moisés conocía la necesidad
de obrar para el Señor en Su presencia. El actuaba en la presencia del Señor.

Después de que Moisés hubo sacado de Egipto a los hijos de Israel, Dios lo llamó a la cima del
monte, donde permaneció cuarenta días. Mientras se encontraba allí, fue totalmente inundado con la
gloria shekinah de Dios. Mientras bajaba por la ladera del monte, la gloria de Dios resplandecía en
su rostro (Ex. 34:29). En esa cima Moisés experimentó el pleno disfrute de Dios como el árbol de la
vida. A pesar de haber desaparecido para los incrédulos el árbol de la vida, apareció a Moisés, y
éste disfrutó a Dios como el árbol de la vida en el monte de la gloria.

Moisés, igual que Noé, recibió una visión del edificio de Dios. Mientras se encontraba en la gloria
en el monte, Dios le dio un modelo detallado de Su morada sobre la tierra (Ex. 25:9). Si somos uno
con Dios mientras ministramos y laboramos para El, nuestra obra no será un trabajo, sino un
disfrute. Cuando hablo por el Señor, lo disfruto en gran manera. Cuando termino un mensaje, me
siento satisfecho. En realidad, la ministración que pertenece a Dios y concuerda con El constituye
una especie de comida para el ministro. Así sirvió Moisés a Dios y así le disfrutó.

IX. LOS HIJOS DE ISRAEL:


VIAJABAN EN LA PRESENCIA DEL SEÑOR

Cuando hablamos de los hijos de Israel, es fácil tener una mala impresión de ellos. Si nos
acordamos de la manera en que adoraron al becerro de oro en el desierto, pensaremos que eran
despreciables. No obstante, en el universo todo tiene dos lados. Por ejemplo, tenemos el día y la
noche. Además, en todas las casas hay una sala y también un lugar para echar la basura. En la Biblia
podemos ver lo positivo y lo negativo, dependiendo de lo que miremos. Por ejemplo, Abraham, que
era tan bueno, tenía una concubina y no era tan admirable como pensamos. Pero no debemos mirar
lo negativo sino lo positivo. Sucede lo mismo cuando llegamos a la historia de los hijos de Israel.

Durante cuarenta años los hijos de Israel anduvieron en la presencia del Señor (Ex. 13:21-22; Nm.
14:14). Tenían la columna de nube durante el día y la columna de fuego por la noche. Los israelitas
no viajaban conforme a sus opiniones, sino que simplemente seguían la columna. En realidad, no
eran dos columnas, sino una sola. En el día, la columna era semejante a una nube, y por la noche, a
un fuego. Durante el día Dios hacía sombra al pueblo, y los protegía de los abrasadores rayos del
sol. Durante la noche, El les daba la luz que iluminaba su camino. Esta columna era Dios mismo.
Por consiguiente, durante los cuarenta años que los hijos de Israel vagaron por el desierto,
disfrutaron de la presencia de Dios. También comieron del maná, la comida celestial, día tras día, lo
cual indica que disfrutaron a Dios como el árbol de la vida. De modo que aun en el desierto vemos
la línea del árbol de la vida. A pesar de nuestro concepto negativo acerca de los hijos de Israel en el
desierto, ellos experimentaron el árbol de la vida, disfrutando a Dios día tras día.

¿No sería maravilloso experimentar esa columna de nube, esa columna de fuego y ese maná
celestial en el condado de Orange hoy en día? No obstante, nuestra porción es mucho mejor.
Tenemos el Espíritu Santo como columna de nube, y la Biblia como columna de fuego. También
tenemos al Señor Jesús como nuestro maná celestial. Mientras viajamos por el desierto del condado
de Orange, el Señor está presente con nosotros, y lo disfrutamos a El como el árbol de la vida.

X. JOSUE: VIVIA Y LABORABA


EN LA PRESENCIA DEL SEÑOR

Cuando Dios llamó a Josué, lo alentó, y le aseguró que estaría con él del mismo modo que había
estado con Moisés (Jos. 1:5-9). El Señor exhortó a Josué a ser fuerte y valiente, pues el Señor
estaría con él adondequiera que fuese. Josué era una persona que disfrutaba a Dios. Mientras
disfrutamos de la presencia de Dios, podemos ser un Josué hoy en día. Dios no está lejos de
nosotros; El está con nosotros todo el tiempo. Por tanto, nosotros, como Josué, podemos vivir, andar
y laborar en la presencia del Señor.
XI. GEDEON: LUCHABA
EN LA PRESENCIA DEL SEÑOR

La característica más sobresaliente de Gedeón era que libraba las batallas en la presencia de Dios
(Jue. 6:12, 16). El no sólo vivía, andaba y laboraba en la presencia del Señor, sino que luchaba junto
con la presencia del Señor. Todos debemos ser así. En cierto sentido, nuestra vida cotidiana es un
andar, en otro sentido es una labor, y en otro sentido también es una lucha. Debemos estar en la
presencia del Señor al andar, al laborar y al luchar. Estar en la presencia del Señor significa
simplemente disfrutar al Señor como el árbol de la vida. Gedeón disfrutaba a Dios como el árbol de
la vida.

XII. SAMUEL: ORABA E INVOCABA AL SEÑOR

Samuel fue otra persona admirable en el Antiguo Testamento, un hombre que oraba continuamente
por los hijos de Dios. La Biblia relata que Samuel dijo al pueblo que él no pecaría contra el Señor
dejando de orar por ellos (1 S. 12:23). Cuando Samuel supo que el rey Saúl había ofendido a Dios,
se entristeció y lloró delante del Señor toda una noche (1 S. 15:11). Por consiguiente, la Biblia se
refiere a Samuel como un hombre que invocaba al Señor (Sal. 99:6) y como un hombre que
permanecía en la presencia de Dios (Jer. 15:1). Todo eso nos revela que Samuel era una persona
que oraba continuamente, que invocaba el nombre del Señor, y que permanecía en la presencia de
Dios. Al permanecer en la presencia del Señor y al invocar el nombre del Señor, él disfrutaba al
Señor, pues participaba de El como el árbol de la vida. Esta motivación y este deleite hicieron de él
una persona tan notable en la historia humana.

XIII. DAVID: CONFIABA EN DIOS, RECURRIA A EL,


Y DISFRUTABA DE LA VIDA DE DIOS

David era un hombre que confiaba en Dios y recurría a El (1 S. 17:37, 45; 30:6). El secreto de la
vida de David consistía en que él deseaba morar continuamente en la casa de Dios y contemplar Su
hermosura (Sal. 27:4, 8, 14). Esto significa que él disfrutaba de la presencia de Dios. Además,
disfrutaba a Dios como la grosura y como el torrente de Sus delicias (Sal. 36:8-9). David dijo:
“Contigo está el manantial de la vida”. Esto demuestra que aun en aquellos tiempos David
disfrutaba de la vida de Dios como el árbol de la vida y como el río que fluía dentro de sí. Este
disfrute hizo de él ese gran rey de los hijos de Israel.

XIV. DANIEL: ORABA A DIOS

Todos conocemos la historia de Daniel. No obstante, la mayoría de los cristianos sólo sienten
curiosidad en cuanto a las profecías de Daniel. Desean saber sobre la gran imagen de Daniel 2, la
imagen que tenía cabeza de oro, hombros de plata, abdomen de bronce, piernas de hierro y dedos de
barro. También quieren conocer las bestias que salen del mar en Daniel 7. Todos los jóvenes se
interesan por estos asuntos. Aunque pasé mucho tiempo estudiando estos puntos hace años,
finalmente llegué a valorar más los otros aspectos del libro de Daniel. Ahora me agrada el libro de
Daniel porque allí veo a un hombre que oraba constantemente al Señor y tenía un contacto continuo
con El (Dn. 6:10-11; 9:3-4; 10:2-3, 12). Daniel 6 nos enseña que Daniel era preeminente entre los
gobernadores y príncipes en el reino de Darío. Los demás gobernadores y príncipes le tenían
envidia y planearon intrigas en su contra, tratando de destruirlo. Cuando Daniel se enteró de esto,
acudió al Señor y oró. La meta de la conspiración de ciento veinte gobernadores consistía en hacer
tambalear la relación que tenía Daniel con Dios. No obstante, Daniel abrió sus ventanas hacia
Jerusalén y oraba tres veces al día. Al leer la profecía de Jeremías, Daniel se enteró de que el
período de exilio sería setenta años y de que el cautiverio iba a terminar; entonces empezó a orar
(Dn. 9:2-3). Luego recibió otra visión y oró sin detenerse durante tres semanas hasta que recibió la
respuesta (Dn. 10:1-3, 12). La vida de oración de Daniel procedía de una vida santa. El llevaba una
vida santa en la tierra pagana de Babilonia. Por ejemplo, Daniel se negó a participar de la comida
del rey, la cual era ofrecida a los ídolos y luego usada para alimentar al rey y a su gente (Dn. 1:8).
El rechazó esa comida y disfrutaba mucho a Dios. El disfrutaba a Dios como el árbol de la vida.

XV. JESUS: COMO HIJO DE DIOS


VIVE POR DIOS

Al llegar al Nuevo Testamento, vemos que la primera persona en la línea de vida del Nuevo
Testamento fue el Señor Jesús. Jesús no sólo disfrutaba el árbol de la vida, sino que El mismo era el
árbol de la vida. El dijo que venía del Padre y que vivía por el Padre (Jn. 6:57). El no vivió
conforme al conocimiento ni al aprendizaje. El vivía, andaba y laboraba conforme al Padre que
obraba dentro de El (Jn. 14:10).

XVI. LOS CREYENTES NEOTESTAMENTARIOS:


VIVEN POR EL SEÑOR

Nosotros los creyentes neo-testamentarios tenemos un destino: permanecer en el Señor y permitir


que El more en nosotros (Jn. 15:5). Esto significa que disfrutamos al Señor. El Señor Jesús nos dijo
que debemos comerle a Él, y que todo aquel que lo coma vivirá por El (Jn. 6:57; 14:19). Debemos
comer al Señor Jesús porque El es nuestro pan de vida, nuestro árbol de vida. El árbol de la vida es
la vida presentada en forma de alimento. En Juan 6 el Señor se presentó como la provisión de vida
también en forma de alimento, diciéndonos que El es el pan de vida (v. 35) y que Su carne es
comestible (v. 55). Si lo comemos a El, lo tomaremos como nuestra vida y como nuestra provisión
de vida por la cual vivimos. Este es el verdadero disfrute del árbol de la vida.

XVII. PABLO: VIVIA AL SEÑOR

Entre todos los creyentes neotestamentarios, Pablo fue el ejemplo por excelencia de un hombre que
vivía al Señor. En Gálatas 2:20, dijo que Cristo vivía en él y que la vida que él vivía la vivía por la
fe del Señor Jesús. Pablo dijo que él mismo había sido crucificado y sepultado, y que era Cristo
quien vivía en él. Finalmente Pablo pudo decir: “Para mí el vivir es Cristo” (Fil. 1:21). Cristo era su
vida y su provisión de vida, porque Pablo disfrutaba a Cristo como él árbol de la vida.

XVIII. LA IGLESIA COMO CUERPO DE CRISTO:


VIVE POR CRISTO COMO VIDA

La iglesia es el Cuerpo de Cristo. Es imposible que el cuerpo no disfrute de la cabeza. El cuerpo no


puede ser separado de la cabeza, pues esa separación significaría la muerte. La iglesia entera es el
Cuerpo de Cristo, depende de Cristo y vive por Cristo como vida (Ef. 1:23; Col. 3:4). Por lo tanto,
podemos ver que la iglesia puede disfrutar a Cristo como el árbol de la vida.
XIX. LA NUEVA JERUSALEN: SUSTENTADA
POR EL RIO DE VIDA CON EL ARBOL DE LA VIDA

Al final de la Biblia vemos la consumación del árbol de la vida: la Nueva Jerusalén. En el centro de
esa ciudad hallamos el río de vida, que sale del trono de Dios y del Cordero, y en el cual crece el
árbol de vida que lleva fruto cada mes (Ap. 22:1-2). Nuestro destino y nuestra porción eterna será el
disfrute del árbol de la vida y el agua de la vida. La Biblia concluye con una promesa y un llamado.
La promesa se encuentra en Apocalipsis 22:14 donde leemos: “Bienaventurados los que lavan sus
vestiduras, para tener derecho al árbol de la vida”. Vemos el llamado de Apocalipsis 22:17 donde
leemos: “El que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente”. Por tanto, toda la Biblia termina
con comer y beber, es decir, con disfrutar a Dios como el árbol de la vida y con beberlo como el
agua de la vida. Esta es la consumación de la línea de la vida.

¿Qué debemos hacer ahora? No debemos hacer nada. Sólo debemos permanecer en la línea del
árbol de la vida, disfrutando a Dios como nuestra vida y como nuestra provisión de vida. Dios se
ocupará de todo. Al disfrutar al Señor como nuestra provisión de vida, nuestra vida cotidiana,
nuestro andar, nuestra labor y la edificación de las iglesias serán el resultado de ello. Entonces todo
lo que tengamos se conformará al elemento divino, al elemento de Dios, y no a nuestros conceptos.
Ahora vemos el camino que debemos tomar. Que el Señor tenga misericordia de nosotros para que
todos sigamos la línea de la vida.

ESTUDIO-VIDA DE GENESIS

MENSAJE DIECISEIS

LA LINEA DEL CONOCIMIENTO


A LO LARGO DE LAS ESCRITURAS

Vimos ya que la Biblia empieza con dos árboles, el árbol de la vida, que produce vida, y el árbol del
conocimiento, que produce conocimiento. No obstante, el conocimiento es un pretexto, pues en
realidad el árbol del conocimiento es el árbol de la muerte y produce muerte. Por tanto, desde el
principio de la Biblia vemos dos líneas que continúan en toda la Biblia. La primera es la línea de la
vida, la cual empieza con el árbol de la vida y continúa a través de las Escrituras hasta su final en la
Nueva Jerusalén, donde vemos también el árbol de la vida (Ap. 22:1-2, 14). La segunda línea es la
línea del conocimiento, la cual empieza con el árbol del conocimiento y continúa en las Escrituras
hasta su fin en el lago de fuego. En este mensaje consideraremos la línea del conocimiento que se
extiende a lo largo de las Escrituras. En todos los libros de la Biblia podemos ver el conocimiento
que trastorna, perjudica, mata y destruye. Ahora examinaremos muchos casos de personas que
vivían, laboraban, obraban y actuaban apoyadas en el conocimiento, y no en la vida.

I. CAIN

Caín, el primer hijo de Adán y la segunda generación de la humanidad, fue la primera persona que
vivió conforme al conocimiento. Caín presentó el fruto de la tierra como ofrenda al Señor (Gn. 4:3).
Eso parecía muy bueno, pero era incorrecto porque Caín presentó una ofrenda a Dios según su
propio método, y no conforme a la manera que Dios deseaba. Lo que Dios exigía era que el hombre
caído ofreciera un sacrificio redentor que le permitiera tener contacto con El. Pero Caín sólo ofreció
el fruto de la tierra sin la sangre redentora. La ofrenda de Caín fue presentada conforme a los
razonamientos que él tenía en su mente. Fue ofrecida según su propio método. Todos estos métodos
se originan en la mente humana. Debemos tener cuidado. Como ya lo hicimos notar, el principio del
árbol del conocimiento consiste en independizarse de Dios. Significa que tomamos nuestras
decisiones de manera independiente. Aunque Caín hizo una buena obra, lo hizo independientemente
de Dios. Todo lo que es bueno pero independiente de Dios conducirá a la muerte. Esto es semejante
al aislante que interrumpe la corriente eléctrica. No importa cuál sea el material que se use como
aislante, hasta un diamante, puede interrumpir la corriente eléctrica. En tanto que algo cree este
aislante, no importa lo bueno o lo malo que sea. Del mismo modo, si una cosa nos aleja de Dios, por
muy buena que sea, trae muerte.

Como consecuencia de haber actuado independientemente, Caín salió de la presencia del Señor
(Gn. 4:16). Esto era horrible. Por muy buenos que seamos, resulta terrible alejarnos de la presencia
de Dios. No importa si somos buenos o malos, el resultado será el mismo si estamos fuera de la
presencia del Señor.

Cuando la gente sigue su propio camino y sale de la presencia de Dios, procura erigir un edificio
para sí misma. Caín construyó una ciudad y la llamó Enoc, el nombre de su hijo (Gn. 4:17). Caín no
le puso a la ciudad el nombre de Dios; le puso un nombre humano. Esto constituyó una declaración
que indicaba que el hombre era independiente de Dios.

II. NIMROD

Nimrod fue un poderoso cazador delante del Señor (Gn. 10:8-11). El fue un hombre poderoso en la
tierra, una persona absolutamente independiente de Dios. El estableció un reino para sí, y el
comienzo de dicho reino fue Babel. Aunque muchos cristianos saben que los hombres construyeron
la torre y la ciudad de Babel, pocos saben que el reino de Babel fue establecido por Nimrod. El
primer reino en la historia humana fue probablemente el reino de Babel formado por Nimrod, quien
construyó también la gran ciudad de Nínive en Asiria. Su construcción fue la señal que indicaba que
la humanidad se había independizado completamente de Dios. Por el contrario, Abraham sólo
construyó un pequeño altar. El moraba en una tienda. Del mismo modo, Noé sólo construyó un arca
y un altar. La gente que confía en Dios no se dedica a construir mucho. Cuanto más confiemos en
Dios, menos edificios independientes tendremos. Sólo los obreros gigantes, aquellos que se
independizan de Dios, construyen sus elevadas torres.

III. EL PUEBLO DE BABEL

El pueblo de Babel formó un consejo (Gn. 11:3). No oraron ni inquirieron del Señor lo que debían
hacer ni adónde debían ir. La historia humana es una historia de consejos. Después de la primera
guerra mundial se formó la Liga de las Naciones; en realidad esta liga era un consejo. Al final de la
segunda guerra mundial, la Liga de las Naciones se llamó las Naciones Unidas, y dispone de un
gran edificio en Nueva York donde organizan un consejo casi a diario. Estos consejos humanos son
totalmente independientes de Dios. El consejo en Babel dio por resultado la construcción de una
torre alta que exaltaba el nombre de la humanidad, y la formación de una ciudad que era su
posesión (Gn. 11:4).

IV. LOT

Aunque Lot era salvo, se apartó de la línea de la vida al hacer una elección según lo que vieron sus
ojos (Gn. 13:10-11, cfr. vs. 14-15). Cuando Lot se separó de Abraham, alzó los ojos, miró hacia la
llanura del Jordán, y tomó una decisión basándose en lo que vio. El no oró: “Señor, no sé que hacer.
¿Qué debo hacer? Señor, ten misericordia de mí. Escoge Tú. Quiero hacer lo que Tú prefieras”. Lot
no oró de esta manera, sino que escogió conforme a lo que vieron sus ojos. Como resultado, se
trasladó a la ciudad maligna de Sodoma (Gn. 13:12-13, cfr. v. 18). Cada vez que usted siga un
camino independiente de Dios, puede estar seguro de que su camino fracasará. Su camino conducirá
a la ciudad pecaminosa de Sodoma.

V. ESAU

Si leemos la historia de Esaú, veremos que desde el punto de vista ético, él no hizo nada malo.
Jacob parecía ser peor. No obstante, Esaú era un cazador, y cazaba para su propia satisfacción (Gn.
25:27, 29). Esaú cazaba independientemente de Dios. Finalmente, él vendió su primogenitura para
satisfacer su apetito (Gn. 25:30-34). Todos los que son independientes de Dios han vendido su
primogenitura humana, el disfrute de Dios. Puesto que Dios creó al hombre a Su propia imagen para
que fuera Su expresión, entendemos que, por nacimiento, el hombre tiene derecho a expresar a
Dios. De modo que cada ser humano tiene una primogenitura, o sea, el derecho innato de expresar a
Dios. Sin embargo, casi todo el mundo ha vendido su primogenitura por causa de su independencia.
¿Qué significa arrepentirse y creer en el Señor Jesús? El arrepentimiento significa tener un cambio
en nuestro modo de pensar, en nuestra mentalidad. Anteriormente, yo iba en cierta dirección dando
la espalda a Dios. Después de oír el evangelio, me volví. Esto es lo que significa el arrepentimiento.
Creer en el Señor Jesús significa volver a nuestra primogenitura humana, volver a disfrutar a Dios y
a expresarle. Este es el significado del arrepentimiento y de la fe en el Señor Jesús. Esaú no hizo
eso, sino que iba en la dirección opuesta.

VI. FARAON

En Exodo 1—12 vemos cuán independiente era Faraón. El no sólo era independiente, sino también
rebelde, se oponía a Dios, y hasta llegó a preguntar: “¿Quién es Jehová?” (Ex. 5:2). Faraón no se
interesaba en Dios y no tenía interés en conocerle. Por tanto, el corazón de Faraón se endureció. El
endureció su corazón y también Dios lo endureció (Ex. 7:13, 22; 8:15, 19, 32; 9:34-35). El corazón
de Faraón se endureció reiteradamente. En el mundo actual la gente ha endurecido su corazón
porque no se interesa en Dios. Se preocupa por sus consejos, planes y conspiraciones, pero no se
interesa en Dios. Por consiguiente, Dios la abandona, y sus corazones se endurecen.

VII. AARON

El nombre de Aarón se refiere a un buen personaje. A pesar de haber sido sumo sacerdote y de
haber estado en la línea de la vida, Aarón actuó conforme a la línea del conocimiento. Mientras
Moisés estaba en el monte disfrutando a Dios como el árbol de la vida, Aarón y el pueblo se
quedaron al pie del monte. No oraron al Señor ni acudieron a El. Cuando el pueblo le propuso a
Aarón que le hiciera dioses de oro, él accedió (Ex. 32:1, 4, 24). A veces no debemos escuchar al
pueblo, pues la congregación puede presentar una propuesta que va contra Dios. Aarón siguió el
consejo de ellos, actuó de manera independiente y fabricó un ídolo de oro. El ídolo era muy
atractivo; no era de barro sino de oro. Cuando Moisés bajó del monte, preguntó a Aarón qué había
sucedido. Aarón contestó que él puso el oro en el fuego y que salió un becerro de oro (Ex. 32:24).
Aarón parecía defenderse al pedirle a Moisés que no lo condenara pensando tal vez que no había
hecho gran cosa. No obstante, cuando nos independizamos de Dios, no importa lo mucho o lo poco
que hagamos. Cuando nos independizamos de Dios, aparece el becerro de oro. No necesitamos
hacer mucho: simplemente independícese de Dios y el resultado será un becerro de oro.
VIII. NADAB Y ABIU

Nadab y Abiú ofrecieron a Dios un “fuego extraño” al traer su incienso (Lv. 10:1-2). Aunque el
incienso era bueno, el fuego era “extraño”. No era el fuego del altar donde se llevaba a cabo la
expiación. El fuego que usaron era aceptable en su propia opinión, pero era “extraño” para Dios.
Este “fuego extraño”, aplicado según el método de ellos, y no conforme a la revelación de Dios, fue
la causa de la muerte de ellos.

IX. MIRIAM Y AARON

Miriam y Aarón hablaron en contra de Moisés porque éste se había casado con una pagana (Nm.
12:1-2). Indudablemente Moisés había errado en ese caso. Sin embargo, Miriam y Aarón se
opusieron a Moisés, no por haber tocado a Dios, sino por motivos personales. Su oposición a
Moisés no se originaba en Dios, sino en ellos mismos, en su conocimiento. Esto trajo la ira de Dios
sobre ellos, y como resultado Miriam contrajo lepra y, por ello, fue excluida del campamento
durante siete días (Nm. 12:9-15).

La Biblia nos relata que ha habido un solo liderazgo que no tuvo ninguna falta: el liderazgo del
Señor Jesús. Los demás liderazgos presentan alguna deficiencia. Por lo tanto, todo liderazgo que no
sea el del Señor Jesús, siempre exhibe errores. No obstante, debemos tener mucho cuidado con
nuestro ataque, aun cuando el liderazgo esté equivocado.

X. LOS DOCE ESPIAS

El fracaso de los diez espías consistió en observar la situación de la tierra según su vista (Nm.
13:28, 32-33). Mientras espiaban la tierra, vieron a los gigantes y las ciudades fortificadas y se
asustaron. No volvieron sus ojos a Dios, con excepción de Josué y Caleb. Fracasaron porque
confiaron en su conocimiento y no quisieron confiar en el Señor (cfr. Nm. 13:30; 14:6-9). Cada vez
que usted se vea en una situación difícil, no la observe con sus propios ojos. Si lo hace, se apartará
de Dios. En medio de una situación difícil debe cerrar los ojos, volverse en su espíritu a Dios y orar.
Entonces será rescatado. Los diez espías no confiaron en el Señor por haber mirado la situación con
sus propios ojos, mientras que Caleb y Josué sí confiaron en el Señor. Josué y Caleb dijeron al
pueblo: “Olvídense de esa situación y confíen en el Señor. El Señor es más grande que las murallas
de la ciudad y más fuerte que todos los gigantes”. La diferencia entre los diez espías y Josué y
Caleb era que estos dos confiaban en el Señor mientras que los diez espías observaron la situación
según su propio entendimiento, es decir, según su propio conocimiento.

XI. CORE Y SU SEQUITO

Coré y su séquito atacaron la autoridad que Dios había delegado (Nm. 16:1-3). Todo ataque en
contra de la autoridad de Dios, sea razonable o no, se origina en la mente. Lo mismo sucede con la
iglesia hoy día. Es posible que ustedes ataquen a los líderes porque sienten que “se toman
demasiadas atribuciones”, pero su ataque, originado en la mente, le trae muerte espiritual. Coré y su
séquito sufrieron la destrucción de la muerte debido a sus ataques en contra de la autoridad de Dios.
Usted pensará que tiene razón en su ataque en contra de los líderes de la iglesia, pero debe examinar
el resultado: ¿trae muerte o trae vida? Si usted tiene la razón, el resultado de su ataque debe ser la
vida. No obstante, puedo testificar que he visto varios ataques en contra del liderazgo de la iglesia, y
cada uno de esos ataques causó la destrucción mortífera de los atacantes. ¡Esto es bastante grave!
Usted debe preguntarse: “¿Mi ataque viene del espíritu, del trono de Dios, o procede de mi mente?”
Los ataques en contra de la autoridad delegada de Dios, cualquiera que sea la razón, se encuentran
en la línea del conocimiento que trae muerte.

El ataque de Coré y su séquito se debió a que descuidaron la presencia de Dios (Nm. 16:19). Si
hubieran prestado la debida atención a la presencia de Dios, habrían sido rescatados de su ataque en
contra de Moisés y de Aarón. Se habrían vuelto de la línea del conocimiento a la línea de la vida.

XII. SAUL

Saúl no actuó con inmoralidad como lo hizo David. No obstante, él combatió a los enemigos según
sus preferencias (1 S. 15:8). Dios le pidió que matara a todos sus enemigos, pero Saúl salvó a
algunos de ellos porque eran buenos ante sus propios ojos. Por tanto, Saúl actuó de manera
independiente y no siguió al Señor (1 S. 15:11, 22-23). Como resultado de esta independencia, Saúl
fue destronado y perdió su reino.

XIII. ABSALON

Absalón se rebeló contra su padre, el rey David (2 S. 15:10-13). Según 2 Samuel 13—18, él actuó
exclusivamente por su propia cuenta y por su conocimiento. El no confiaba en Dios, y el resultado
no fue otra cosa que la muerte.

XIV. ACAB

Acab fue un rey perverso. El se casó con Jezabel, una mujer idólatra y diabólica, y construyó un
templo a Baal, el ídolo más famoso de aquel entonces (1 R. 16:30-32). Aunque Acab nació en la
nación de Dios, él se independizó de Dios. Ni uno solo de sus pensamientos se dirigió a Dios.
Estaba totalmente independiente de El.

XV. LOS PRINCIPALES SACERDOTES Y LOS ESCRIBAS

Ahora llegamos al Nuevo Testamento. Los principales sacerdotes y los escribas conocían la Biblia.
Cuando el rey Herodes preguntó en dónde habría de nacer el Cristo, le contestaron inmediatamente
(Mt. 2:4-6). Aunque no hay nada malo en el conocimiento bíblico en sí, es peligroso aferrarse sólo
al conocimiento, como lo hicieron los principales sacerdotes y escribas. Sabían que Cristo había de
nacer en Belén, pero ninguno fue a verle. Esto demuestra que estaban en la línea del conocimiento,
y no en la línea de la vida. Los hombres sabios del oriente, quienes no conocían nada de la Biblia,
estaban en la línea de la vida. Siguiendo la estrella celestial, llegaron al lugar donde estaba Cristo y
lo adoraron. Indudablemente estos hombres sabios que venían de una tierra pagana tenían vida,
mientras que los principales sacerdotes y los escribas tenían muerte. Aunque los principales
sacerdotes y los escribas conocían la Biblia, el resultado de su conocimiento era muerte. El
conocimiento no puede dar vida.

XVI. NICODEMO

Nicodemo era un hombre bueno. Sin embargo, cuando acudió por primera vez al Señor, estaba en la
línea del conocimiento (Jn. 3:1-2). Le dijo al Señor Jesús: “Rabí, sabemos que has venido de Dios
como maestro”. En Su respuesta, el Señor apartó a Nicodemo de la enseñanza y del conocimiento y
lo condujo a la línea de la vida (Jn. 3:3). El Señor quiso decirle con esto a Nicodemo: “No necesitas
enseñanza. Necesitas un nuevo nacimiento y una nueva vida. Nicodemo, no necesitas más
conocimiento. Como maestro de la ley de Moisés ya tienes suficiente conocimiento. Lo que
necesitas es una nueva vida”.

XVII. LA MUJER SAMARITANA

Aunque la mujer samaritana era inmoral, era religiosa. Tenía el conocimiento tradicional de la
religión, pero vivía en pecado, sin hallar satisfacción (Jn. 4:15-20). Esto demuestra que la religión
no puede ayudarnos. La mujer samaritana estaba en la línea del conocimiento. El Señor Jesús la
condujo a Dios, quien es el Espíritu, el agua viva que le satisfaría (Jn. 4:21-24, 14). Aunque ella
estaba en la línea del conocimiento, el Señor la volvió a la línea de la vida.

XVIII. LOS JUDIOS FANATICOS

Ahora llegamos a los judíos fanáticos. Según Juan 5 el Señor Jesús sanó a un hombre que había
estado enfermo treinta y ocho años. Esto sucedió en un día de sábado, y los judíos fanáticos se
ofendieron (Jn. 5:1-16). Ellos se preocupaban únicamente por el sábado, y no por el verdadero
descanso humano. El paralítico no había tenido ningún descanso, ni siquiera en el día de sábado,
durante treinta y ocho años. Cuando el Señor Jesús lo vivificó, él experimentó el verdadero reposo.
Los judíos fanáticos condenaron al Señor Jesús, y El les dijo: “Escudriñáis las Escrituras, porque a
vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna ... pero no queréis venir a Mí para que tengáis
vida”. En otras palabras, el Señor les dijo que ellos escudriñaban la Biblia pensando que en ella
tendrían la vida eterna, pero que no querían acudir al Señor para recibir esa misma vida.

En principio sucede lo mismo con la gente de hoy. Muchos cristianos escudriñan las Escrituras,
pues piensan que en ellas tienen la vida eterna, pero no acuden al Señor viviente. Podemos leer
muchos versículos y capítulos de la Biblia sin tocar al Señor. Nunca debemos separar nuestra
lectura bíblica del contacto con el Señor. Ambas cosas deben ser una sola. Cada vez que leamos una
línea de la Biblia, debemos decir: “Señor Jesús, permíteme tocarte a Ti en la Palabra divina. Señor,
Tú eres la Palabra viva. Sin Ti como Palabra viva, no puedo obtener vida de la palabra escrita.
Señor, tengo que tocarte a Ti. Aunque eres tan misterioso, Te alabo por haberme dado una Palabra
tangible. Esta Palabra es sólida, concreta y palpable. Te doy las gracias por la Palabra que puedo
leer y con la cual puedo orar. Pero Señor, lo que necesito no es la letra impresa, sino a Ti, el
Espíritu viviente”. Esta es la manera correcta de usar las Escrituras. No toque jamás la Biblia
independientemente del Señor. Usted no necesita leer una novela inmoral para experimentar la
muerte. Si lee la Biblia sin estar en el espíritu, también experimentará muerte. Por consiguiente, aun
la lectura de la Biblia puede estar en la línea del conocimiento que conduce a la muerte.

XIX. LOS ESCRIBAS Y LOS FARISEOS

Los escribas y los fariseos se aferraban al conocimiento de la ley, pero todavía estaban bajo el
cautiverio del pecado (Jn. 8:5, 9, 34). Trajeron a una mujer pecaminosa al Señor y, conforme a su
conocimiento, insistieron en que El les diera un sí o un no acerca de lo que se debía hacer con la
mujer. Le dijeron que Moisés había mandado que una persona sorprendida en tal circunstancia
fuese apedreada. Aunque el libro de Juan revela que desafiaron varias veces al Señor Jesús,
pidiendo un sí o un no, El se negó en todos los casos a hacerlo. El evitaba dar respuestas de esa
índole, no por ser sabio, sino por Su interés en la vida. El Evangelio de Juan trata de la vida. La vida
es simplemente la vida, y no conocimiento que se expresa con un sí o un no, como bueno o como
malo. El sí y el no, lo mismo que el bien y el mal, pertenecen al árbol del conocimiento. Así que el
Señor no les contestó de esta manera. El se inclinó y escribía en el suelo. Entonces les respondió:
“El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella”. Cuando el Señor
les dijo eso, Su palabra tocó la conciencia de ellos y, empezando con los más vividos, se retiraron.
Ninguno de ellos estaba exento de pecado. La única persona que no tenía pecado era el Señor Jesús.
Por consiguiente, la respuesta del Señor lo señalaba a El mismo como el árbol de la vida.

XX. LOS DISCIPULOS

No se imaginen que por ser discípulos tenemos la garantía de estar en la línea de la vida. Los
discípulos que estaban con el Señor seguían aferrados al conocimiento religioso tradicional cuando
vieron a un hombre ciego de nacimiento (Jn. 9:1-3). Basándose en su conocimiento religioso,
preguntaron: “¿Quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego?” El Señor contestó: “No
es que pecó éste, ni sus padres, sino que nació así para que las obras de Dios se manifiesten en él”.
El Señor no les contestó ni sí ni no, sino que los dirigió a Dios. El sí y el no pertenecen al árbol del
conocimiento del bien y del mal, pero Dios es el árbol de la vida. Por tanto, el Señor sacó a los
discípulos de la línea del conocimiento y los introdujo en la línea de la vida.

XXI. MARTA

Marta era un discípulo del Señor. No obstante, estaba ocupada en la línea del conocimiento,
aferrándose a las enseñanzas sanas acerca de la resurrección que vendrá en el día postrero (Jn.
11:24). Marta se había quejado al Señor diciendo que si El hubiera estado presente, Lázaro no
habría muerto. Cuando el Señor le dijo que su hermano resucitaría, Marta interpretó
inmediatamente la palabra del Señor, diciendo que ella sabía que Lázaro se levantaría en la
resurrección en el día final (Jn. 11:23-24). Ella pospuso dos mil años la vida de resurrección. El
Señor se refería en Su respuesta, a la vida actual de resurrección, pero Marta, con su conocimiento
religioso y su interpretación de la palabra del Señor, pospuso la resurrección para un futuro lejano.
Esto era terrible. Marta dio una exposición bíblica buena y ortodoxa. No obstante, el Señor la
condujo a la resurrección del momento, pues dijo: “Yo soy la resurrección y la vida” (Jn. 11:25).
Aparentemente el Señor le decía a Marta: “No se necesita esperar dos mil años. No necesitas
esperar el último día. Yo soy la vida de resurrección ahora mismo. No cambies Mi palabra por tu
interpretación religiosa y ortodoxa. Yo soy la resurrección ahora mismo”.

XXII. PEDRO

Pedro, inmediatamente después de recibir la revelación del Padre celestial (Mt. 16:17), se volvió a
su mente y fue usado por Satanás para tratar de impedir que el Señor sufriese la crucifixión (Mt.
16:21-23). El Señor lo reprendió diciendo: “¡Quítate de delante de Mí, Satanás! ... porque no pones
la mente en las cosas de Dios, sino en las de los hombres”. El pensamiento proviene de la mente y
del conocimiento. Resulta fácil ser usurpados y usados por Satanás cuando ejercitamos nuestra
mente dentro de la línea del conocimiento para pensar de manera independiente del Señor. Aunque
Pedro estaba en la línea de la vida, pasó a la línea del conocimiento sin darse cuenta. ¡Todos
debemos tener cuidado con nuestra manera de pensar! De otro modo, podríamos ser vencidos por
Satanás, la fuente de la muerte.

XXIII. JUDAS

Judas era uno de los doce apóstoles, pero siempre permanecía en su mente contando el dinero (Jn.
12:4-6). El estaba totalmente embebido en la línea del conocimiento aniquilador y no en la línea de
la vida, a pesar de que acompañaba al Señor Jesús, quien era el árbol de la vida en aquel entonces.
Por tener la mente ocupada con el dinero, él abrió su ser al diablo, el cual puso en su corazón el
pensamiento de traicionar al Señor (Jn. 13:2). Con el tiempo, “Satanás entró en él” (Jn. 13:27), y él
entregó al Señor por treinta monedas de plata (Mt. 26:15). No obstante, el resultado fue el siguiente:
él no sacó ningún beneficio del dinero y se perdió a sí mismo al ahorcarse (Mt. 27:5).

XXIV. LOS JUDIOS

Los judíos observaban su ley y conforme a ella condenaron a muerte al Señor (Jn. 19:7). Dijeron:
“Nosotros tenemos una ley, y según esa ley debe morir, porque se hizo a Sí mismo Hijo de Dios”.
Conforme a la ley de ellos, el Señor había blasfemado a Dios al decir que era Su Hijo. Por
consiguiente, lo condenaron a muerte conforme a su ley. Debemos tener cuidado al usar y citar la
Biblia. Hay mucho de por medio cuando usamos las Escrituras dependiendo si lo hacemos según la
vida o según el conocimiento. Las Escrituras deben ser el árbol de la vida, el cual trae vida, pero
pueden ser el árbol del conocimiento, el cual trae muerte. Aun cuando usamos las Escrituras
debemos tener cuidado.

XXV. SAULO DE TARSO

Saulo de Tarso era un fanático destacado. El era sumamente celoso de la tradición de sus padres y
aventajaba a muchos de sus contemporáneos en la religión judía. Como resultado, él persiguió a la
iglesia (Gá. 1:13-14). La religión, con su conocimiento tradicional, siempre persigue a la iglesia
viviente. ¿Cómo hizo Dios para hacer que Saulo de Tarso volviera a la línea de la vida? Mientras
Saulo perseguía a las iglesias, Dios le reveló a Su Hijo, y Saulo llegó a vivir por El (Gá. 1:16; 2:20).
Saulo era sumamente religioso. A pesar de que nadie piensa que la religión está equivocada, ésta se
encuentra totalmente sumergida en el conocimiento. Sólo al volvernos al Cristo viviente pasamos de
la línea del conocimiento a la línea de la vida.

XVI. LOS CORINTIOS

Los creyentes corintios fueron enriquecidos en todo conocimiento, pero se enorgullecieron y


siguieron siendo niños en Cristo (1 Co. 1:5; 8:1; 3:1). El conocimiento no ayuda a crecer ni un solo
centímetro; sólo lo mantendrá a uno en la infancia espiritual. Cuanto más se aferre usted al
conocimiento, más tiempo permanecerá como niño en Cristo. En la Primera Epístola a los
Corintios, Pablo los sacó del conocimiento y los volvió al crecimiento en vida para que
experimentaran la transformación a fin de producir el edificio de Dios (1 Co. 3:6-12). Pablo dijo:
“Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios”. Parecía decirles a los corintios:
“Vosotros no necesitáis más conocimiento; lo que necesitáis es crecimiento en vida. Este
crecimiento sirve para la transformación que produce los materiales preciosos con los que se
construye el edificio de Dios. Necesitáis crecimiento en vida para ser transformados del estado
carnal al estado verdaderamente espiritual a fin de que lleguéis a ser piedras preciosas para el
edificio de Dios”.

XXVII. LOS GNOSTICOS

En la época de los apóstoles existía una filosofía llamada el gnosticismo. El gnosticismo era un
compuesto de ideas egipcias, babilónicas, judías y griegas. Esta filosofía ecléctica se infiltró en la
vida de la iglesia y es descrita como una filosofía, una hueca sutileza, la tradición de hombres y
como los rudimentos del mundo, en Colosenses 2:8. Esta filosofía distrajo y perjudicó a muchos
creyentes, y los desvió de Cristo como vida. En aquel tiempo la política romana no hizo tanto daño
a los creyentes como lo hicieron la religión hebrea y la filosofía griega. Por consiguiente, Pablo
escribió la Epístola a los Colosenses, dándoles instrucciones de volver al Cristo que habían recibido.
Por haber recibido a Cristo, también debían andar en El (Col. 2:6), y no según la filosofía, ni los
conceptos humanos, ni los rudimentos del mundo.

XXVIII. LOS DISIDENTES QUE HAY EN LA IGLESIA

El Nuevo Testamento alude a los disidentes que hay en la iglesia. En Romanos 16:17, Pablo nos
exhorta a estar alerta en cuanto a los disidentes. Estos propagan enseñanzas disidentes y causan
divisiones y tropiezos. Hablan con palabras aduladoras y seductoras y se pasan por personas
serviciales. Si no hablaran con palabras aduladoras, nadie les haría caso. Pablo nos exhortó a tener
cuidado con los disidentes porque a ellos les gusta enseñar cosas distintas y pelear por doctrinas
contrarias. No obstante, no debemos aplicar la prueba del bien y el mal, de lo correcto y lo
incorrecto cuando surjan palabras disidentes. Más bien debemos preguntarnos: “¿Esto edifica o
destruye? ¿Preserva esto la unidad o causa división? ¿Ayuda a seguir adelante o causa tropiezo?”
Antes de escuchar a los disidentes usted estaba vivo, pero después de escucharlos por una hora,
quedó lleno de muerte, lo cual demuestra que las conversaciones facciosas propagan la muerte. No
examine a los disidentes conforme al bien o al mal, pues si lo hace estará gustando del árbol del
conocimiento del bien y el mal. Usted debe poner a prueba todas las opiniones de los disidentes
sobre el criterio de la muerte o la vida. Después de escuchar una conversación tendenciosa, ¿está
usted vivo o muerto? Si usted está verdaderamente vivo, entonces escuche todo lo que pueda. Pero
si experimenta muerte, debe acudir al Señor y pedirle que lo limpie y lo rescate de esa muerte. En
las décadas pasadas, vimos muchos disidentes. Debemos entender que ninguna iglesia presenta una
situación siempre correcta. Así que, no se trata de tener la razón o no, sino que es asunto de vida o
muerte. No examine jamás una conversación tendenciosa sobre la norma de lo correcto o lo
incorrecto. Mídala siempre con la muerte o con la vida. Usted puede recibir todo lo que le avive y le
dé vida. Debe renunciar a todo lo que le traiga muerte y lo mate.

Pablo le pidió a Timoteo que se quedara en Efeso para hacer una sola cosa: mandar a los disidentes
que no enseñaran cosas diferentes, y que prestaran atención a la edificación de Dios, al dispensar de
Dios como vida (1 Ti. 1:3-4). Una vez más vemos que la prueba es la vida. Si lo que alguien dice le
imparte a Dios como vida, entonces todo está bien. Si en lugar de darle vida, lo mata, aquello
ciertamente está en la línea del conocimiento.

XXIX. BALAAM, LOS NICOLAITAS Y JEZABEL

Apocalipsis 2 menciona la doctrina de Balaam, la doctrina de los nicolaítas, las enseñanzas de


Jezabel y las profundidades de Satanás (Ap. 2:14, 15, 20, 24). Las iglesias primitivas fueron
engañadas por esas enseñanzas y se apartaron, dejando así de comer al Señor y de cenar con El. Por
consiguiente, para que las iglesias volvieran a disfrutar al Señor, El les prometió que si se apartaban
de esta clase de conocimiento El les daría de comer de Sí mismo. En Apocalipsis 2:7, el Señor
promete darles de comer el árbol de la vida. En Apocalipsis 2:17 promete darles el maná escondido.
En estos dos versículos vemos el árbol que estaba en el huerto de Edén y el maná que se hallaba en
el desierto; ambos son Cristo mismo. El Señor no les dijo que les daría enseñanzas o que les ofrecía
una doctrina superior. Balaam y los nicolaítas poseen sus doctrinas, Jezabel su enseñanza, y Satanás
sus profundidades, mientras que el Señor Jesús tiene el árbol de la vida y el maná escondido. Según
Apocalipsis 3:20, el Señor promete un banquete a todo aquel que le abra cuando El toque la puerta.
¿Qué significa comer del árbol de la vida, participar del maná escondido y cenar con el Señor
Jesús? Significa que debemos permanecer continuamente en la línea de la vida para disfrutar al
Señor. Si en medio de las confusiones y divisiones actuales, seguimos las enseñanzas, seremos
muertos. Pero si disfrutamos al Señor, es decir, si permanecemos en la línea de la vida, recibiremos
vida y viviremos.

XXX. EL ANTICRISTO

El anticristo será un hombre completamente intelectual, con una voluntad firme e independiente.
Por tanto, estará totalmente poseído por Satanás y llegará a ser su encarnación (Ap. 13:5-8). El es
llamado “el hombre de iniquidad”, “el hijo de perdición”, porque se exaltará a sí mismo como si
fuera Dios (2 Ts. 2:3-4). El será el gigante de la línea del conocimiento bíblico, y no tendrá ni idea
de la línea de la vida, y tampoco se interesará en ella. Su destino será sufrir la muerte eterna junto
con Satanás, quien es la fuente de la muerte (Ap. 19:20; 20:10).

XXXI. EN GENERAL

En conclusión quisiera referirme a 2 Corintios 3:6, donde dice: “La letra mata, mas el Espíritu
vivifica”. Esta “letra” se refiere al Antiguo Testamento, y la misma palabra griega se traduce
“Escrituras” en 2 Timoteo 3:15, donde Pablo menciona que Timoteo conocía las Sagradas
Escrituras desde su infancia. Sin embargo, la Biblia en letra muerta, que pertenece al árbol del
conocimiento, mata, mientras que el Espíritu, que pertenece al árbol de la vida, vivifica. Por
consiguiente, sí tenemos alternativa. ¡Alabado sea el Señor por esta elección! ¡Podemos escoger la
vida! Aparte de la línea del conocimiento está la línea de la vida. Debemos escoger entre la vida y el
conocimiento. Debemos elegir entre la muerte y la vida.

ESTUDIO-VIDA DE GENESIS

MENSAJE DIECISIETE

DIOS SE FORJA COMO VIDA


EN EL HOMBRE

En este mensaje llegamos a la última parte de Génesis 2. A pesar de ser bastante breve, Génesis 1 y
2 contiene muchos puntos fundamentales. Anteriormente subrayamos que casi todos los puntos
contenidos en estos dos capítulos son semillas de la verdad divina, y que se necesita toda la Biblia
para explicar y desarrollar estas semillas. En la Biblia la revelación divina presenta cosas
espirituales, y éstas son misteriosas, abstractas e inmateriales desde el punto de vista del hombre.
Debido a nuestra habilidad limitada para entender éstas, Dios se vio obligado a presentar Su
revelación divina en forma de cuadros y de alegorías. Génesis 2 fue escrito en lenguaje figurativo, y
todos los puntos presentados allí son figuras. No deberíamos abordarlo únicamente como letra
impresa, sino examinar el significado intrínseco de las figuras. El árbol de la vida y también el árbol
del conocimiento del bien y del mal son figuras. ¿Qué es el árbol de la vida? A la gente le resulta
difícil entender esto. No obstante, se trata del árbol de la vida. En Génesis 2, encontramos también
un río, y en el fluir de este río hay oro, perlas y piedras de ónice. ¿Qué significan todas estas cosas?
¿Qué quieren decir? Como vimos en mensajes anteriores, todas ellas son figuras y constituyen una
alegoría.
Desde la perspectiva humana, el final de Génesis 2 es fácil de entender porque presenta la historia
de una boda. Adán fue creado, pero no tenía esposa. Así que Dios le proporcionó una esposa. Esto
no parece alegórico. Si sólo leemos Génesis 2, no nos daremos cuenta de que se trata de una
alegoría. Pero si leemos toda la Biblia, veremos que la boda de Génesis 2 es en realidad una
alegoría. ¿Por qué afirmamos esto? Porque más adelante en el Antiguo Testamento Dios dijo a Su
pueblo: “Tu marido es tu Hacedor” (Is. 54:5). El creador del hombre es el marido de éste, lo cual
significa que en el universo el único ser masculino es Dios mismo. En realidad, el hombre creado
por Dios no es un ser masculino, sino una entidad femenina. Quisiera hacer una pregunta a todos los
hombres que leen este mensaje: ¿Es usted un varón o una mujer? Soy una mujer. Lo soy porque
formo parte de la esposa. Primero, Dios fue mi creador. Segundo, El se convirtió en mi redentor.
Ahora El es mi esposo.

En el Nuevo Testamento se explica claramente y se desarrolla este concepto. Mucha gente


considera a Jesús como un gran maestro y otros como su Salvador; pero los cuatro evangelios lo
revelan también como el novio. Indudablemente El es un maestro y el Salvador. Pero también es el
novio que viene a recibir a la novia (Jn. 3:29). Un día los discípulos de Juan acudieron al Señor
Jesús, y le preguntaron por qué Sus discípulos no ayunaban (Mt. 9:14-15). El Señor Jesús se reveló
en Su respuesta como el novio. El les preguntó: “¿Acaso pueden los compañeros del novio tener
luto mientras el Novio está con ellos?” Además, Pablo, el gran apóstol, nos dijo claramente que la
iglesia es la esposa y que Cristo es el esposo. En 2 Corintios 11:2 él dijo: “Pues os he desposado
con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo”. Por consiguiente, somos la
esposa de Cristo. Además, en Efesios 5 Pablo habla del matrimonio, diciendo que cuando un
hombre se une a su esposa, los dos llegan a ser una sola carne. En Efesios 5:32 Pablo dice que ese
matrimonio representa el gran misterio de Cristo y la iglesia.

En Génesis 2 Adán tipificaba o prefiguraba a Cristo. En figura, podemos decir que Adán era Cristo.
Cuando vemos a Adán en Génesis 2, vemos a Cristo. Entonces ¿qué representa Eva?
Aparentemente era solamente una mujer, la esposa de Adán. No obstante, si tenemos la visión
espiritual de Efesios 5, veremos que Eva en el huerto prefiguraba a la iglesia. Si tenemos esta
perspectiva, entenderemos que todo lo que le sucedió a Adán en Génesis 2 era una experiencia de
Cristo y todo lo que le sucedió a Eva estaba relacionado con la iglesia. Debemos entender Génesis 2
de esta manera. En figura, Adán era Cristo y Eva era la iglesia.

Esto es semejante a la fotografía de una persona. Supongamos que tengo una fotografía del hermano
John. Si le muestro a usted la fotografía y le pregunto quién es esta persona, usted acertará al
contestar que es el hermano John. Sin embargo, debemos tener cuidado, pues a pesar de ser una
fotografía del hermano John, no es la persona misma del hermano John; es simplemente una
fotografía de él, la cual nos muestra su apariencia y nos da una idea de su semblante. Del mismo
modo, en Génesis 2 vemos una figura o un cuadro de Cristo y la iglesia en la tipología de Adán y
Eva. Cuando examinamos la fotografía de Adán y Eva, entendemos cómo la iglesia llegó a existir.
Resulta difícil entender eso si hablamos simplemente de Cristo y de la iglesia; no obstante, si
miramos la fotografía, lo entenderemos perfectamente. La fotografía ahorra muchísimas palabras. Si
le describo el hermano John a usted, usando muchas palabras, de todos modos le será difícil
visualizar cómo es él. Pero si le muestro la fotografía, usted comprenderá inmediatamente. A pesar
de no ser la persona misma, la fotografía facilita su descripción, y evita que usted tenga que
adivinar cómo es. Dios usa el cuadro de Adán y Eva en Génesis 2 para darnos una revelación
definida de Cristo y de la iglesia. Sin este capítulo, nunca entenderíamos la relación que existe entre
Cristo y la iglesia de manera tan exacta. Este cuadro describe cómo llegó a existir la iglesia.
Por favor, recuerden que Génesis 1 y 2 revela dos asuntos principales. Génesis 1 revela el propósito
eterno de Dios, que consiste en expresarse por medio del hombre y en ejercer Su dominio con él. El
hombre fue creado para expresar a Dios y para representarlo. Génesis 2 presenta luego la forma en
que se cumple el propósito de Dios. Dios tiene un propósito, pero El necesita el medio para
cumplirlo. ¿Cuál es el medio divino que Dios emplea para cumplir Su propósito? Como ya vimos,
El usa la vida. Dios desea entrar en nosotros como vida. Para cumplir Su propósito, El desea entrar
en el hombre a fin de ser su vida y su provisión de vida. Además, Génesis 2 revela que el
procedimiento que Dios usa consta de tres pasos. El primer paso consistió en crear al hombre como
un vaso que pudiera contenerlo a El como vida. El hombre puede vivir por Dios, expresarlo a El y
representarlo porque fue hecho como un vaso cuyo propósito era contener a Dios. En el segundo
paso Dios puso al hombre frente al árbol de la vida. Vimos que el árbol de la vida representa a Dios
mismo. Al poner al hombre frente al árbol de la vida, Dios daba a entender que deseaba que el
hombre lo tomara para que fuera transformado en los materiales preciosos con los que se edifica la
iglesia.

4. El tercer paso: Dios se forja


como vida en el hombre, 2:18-25

Ahora llegamos al tercer paso. El primer paso consistió en hacer el vaso; el segundo, en poner el
vaso delante del árbol de vida; y el tercero en forjar a Dios como vida en el hombre. ¿Como puede
forjarse Dios como vida en el hombre? Alabado sea el Señor porque tenemos una alegoría que nos
ayuda a entender esto. Debemos tener una visión clara de esa alegoría. Aunque estamos
familiarizados con la historia del matrimonio de Adán, quizás usted nunca se ha percatado de su
significado.

a) El trasfondo, 2:18-20

Dios creó los cielos para la tierra, y la tierra para el hombre. Luego creó al hombre para Sí mismo
con un espíritu en el cual lo pudiera recibir a El. El hombre tipifica a Dios como el marido
verdadero y universal que busca una esposa para Sí.

1) No es bueno que Dios esté solo

Después de crear al hombre, Dios dijo de él: “No es bueno que el hombre esté solo: le haré el
auxiliar que le corresponde” (Gn. 2:18, heb.). A pesar de la perfección del hombre, no estaba
completo. Por ejemplo, una cabeza humana es perfecta, pero sin el cuerpo está incompleta. Cada
persona se asemeja a la mitad de una sandía. Por ser solamente media sandía, es incompleta. A
pesar de ser perfecta, necesita su complemento. Se requieren las dos mitades de una sandía para
completarla. Del mismo modo, un hombre y una mujer son como las dos mitades de una sandía, y
juntos constituyen una unidad completa. Esta es la razón por la cual suelo aconsejar a los jóvenes
que se casen. Si usted no está casado, está incompleto, por muy perfecto que sea. Por consiguiente,
cuando Dios miró a Adán, fue como si le dijera: “Adán, eres perfecto, pero eres solamente la mitad
de una unidad. Estás demasiado solitario. Te haré un complemento”.

El hombre tipifica a Dios, el verdadero marido universal. Dios estaba solo antes de hacer al hombre.
No era bueno que Dios estuviera solo. A pesar de ser absoluta y eternamente perfecto, Dios no está
completo. Decir que Dios es imperfecto es una blasfemia. Nuestro Dios es eternamente perfecto. No
obstante, sin la iglesia El está incompleto. Sin la iglesia, El es como un esposo sin esposa o una
cabeza sin cuerpo. Por consiguiente, cuando Dios dijo que no era bueno que Adán estuviese solo,
daba a entender que El mismo estaba incompleto y que no era bueno que El estuviera solo. Adán
necesitaba una esposa, y eso tipifica y describe la necesidad que tiene Dios de conseguir un
complemento. Si vemos esto, se aclararán todos los aspectos de Génesis 2.

2) No había nadie semejante a Dios


que pudiera ser Su complemento

Dios formó del polvo de la tierra todo animal del campo y toda ave que vuela por el aire y los trajo
a Adán (Gn. 2:19). Cuando Dios trajo un caballo a Adán, quizás éste haya dicho: “Es un caballo;
este animal nunca podrá compaginarse conmigo porque tiene cuatro patas, mientras que yo tengo
dos piernas”. Cuando Dios puso una vaca delante de Adán, tal vez Adán haya dicho: “Es una vaca;
tiene dos cuernos. No se parece a mí y no puede ser mi complemento”. Dios presentó todos los
animales a Adán, y Adán dio nombre a todo el ganado, a todas las aves del cielo, y a todos los
animales del campo, pero no encontró entre ellos ningún complemento para sí (Gn. 2:20), ninguno
que fuera compatible con él. Aunque Adán, con sabiduría, le dio nombre a todas las criaturas, él
parecía decir: “Todas ellas están lejos de mí. No se parecen a mí. ¿Cómo podría alguna de ellas ser
mi complemento?” En cierto sentido, Adán, después de dar un nombre a todas las criaturas, quedó
desilusionado. En toda la creación no pudo encontrar a nadie que fuera compatible con él, que lo
complementara. Pero Dios sabía exactamente lo que tenía planeado.

Luego Jehová Dios de una costilla tomada de Adán edificó una mujer, y la trajo a éste (Gn. 2:22).
Cuando Adán despertó de su sueño y vio a Eva, dijo: “Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de
mi carne” (Gn. 2:23). Aparentemente Adán decía: “Ella no es como todo lo anterior. Antes vi un
león, un caballo, una paloma, una tortuga... Esta vez tengo delante de mí hueso de mis huesos y
carne de mi carne. Ciertamente ésta es mi otra mitad, mi segunda parte. Este es mi complemento,
pues es plenamente compatible conmigo”. Cuando él y Eva, las dos partes, se unen, llegan a ser una
sola carne, una unidad completa. Así podemos ver que la esposa, Eva, era el complemento del
marido, Adán. Sin Eva, Adán estaba incompleto. Eva fue sacada de Adán y volvió a Adán para que
los dos llegaran a ser una sola carne. Si vemos eso, comprendemos el significado básico de la
alegoría contenida en Génesis 2.

Así como Eva era el complemento de Adán, la iglesia es el complemento de Cristo. En figura, el
cristianismo contiene muchas cosas que no son más que “caballos, vacas, tortugas y palomas”
puesto que no proceden de Cristo y no armonizan con El. Los que fueron regenerados por Cristo y
viven por El como iglesia, son los únicos que están a la par de Cristo y pueden ser Su complemento.
Al ver eso, Cristo debe de decir: “Esta vez frente a Mí tengo hueso de mis huesos y carne de mi
carne” (Ef. 5:30).

b. El proceso, 2:21-24

Ahora debemos considerar el proceso. ¿Qué hizo Dios para producir un complemento para Sí?

1) Se hizo hombre: creó a Adán

Un día Dios se hizo hombre (Jn. 1:14). Este hombre nació de una virgen en la ciudad de Belén y fue
llamado Jesús. La encarnación de Dios fue tipificada por la creación del hombre. Antes de la
creación no existía el hombre. Mediante la creación soberana llegó a existir el hombre. Asimismo,
antes del nacimiento de Jesús en el pesebre de Belén, Dios era solamente Dios. Sin embargo, por la
encarnación, El se hizo hombre. Este hombre era el verdadero Adán. El Adán de Génesis 2 era una
fotografía (Ro. 5:14); con el nacimiento de Cristo en la carne, vino el verdadero Adán. La Biblia
enseña que al Adán que estaba en el huerto se le llama el primer Adán, y al Señor Jesús, el
verdadero Adán, se le llama el postrer Adán (1 Co. 15:45). Por ser el postrero, es el verdadero.

2) Pasó por la muerte: Adán durmió

Un día, al verdadero Adán se le hizo dormir en la cruz donde El durmió por seis horas, de las nueve
de la mañana a las tres de la tarde (Mr. 15:25, 33). Este es el significado de la frase de Génesis 2:
“Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán”, y “tomó una de sus costillas” a fin de edificar una
mujer para él (Gn. 2:21). El sueño de Adán tipifica la muerte que Cristo sufrió en la cruz para
producir la iglesia. Esta es la muerte de Cristo, la cual libera la vida, la imparte, la propaga, la
multiplica y la reproduce, y es representada por un grano de trigo que cae en tierra para morir y
crecer a fin de producir los muchos granos (Jn. 12:24), con los que se hace el pan, el cual es el
Cuerpo, la iglesia (1 Co. 10:17). Al producir la iglesia de esta manera, Dios en Cristo se forjó como
vida en el hombre. Primero, Dios se hizo hombre. Luego ese hombre con la vida y la naturaleza
divinas, fue multiplicado mediante la muerte y la resurrección hasta ser los muchos creyentes que
llegan a ser los muchos miembros que conforman la verdadera Eva, para estar a la par de El y ser
Su complemento. Mediante ese proceso, Dios en Cristo se forjó en el hombre con Su vida y
naturaleza para que éste fuese idéntico a El en vida y en naturaleza a fin de que armonizara con El
como complemento Suyo.

3) Su vida brotó:
la costilla que fue extraída de Adán

Al final de la crucifixión de Cristo, los judíos, que no querían que los cuerpos de los criminales
crucificados permanecieran en la cruz el día de sábado, pidieron a Pilato que fuesen quebradas las
piernas de los condenados (Jn. 19:31). Cuando los soldados se presentaron delante de Jesús para
quebrar Sus piernas, encontraron que ya había fallecido y que no necesitaban quebrarle los huesos.
Esto cumplió la escritura que decía: “No será quebrado hueso Suyo” (Jn. 19:32-33, 36; Ex. 12:46;
Nm. 9:12; Sal. 34:20). Sin embargo, los soldados le traspasaron el costado, y brotaron sangre y agua
(Jn. 19:34). La sangre era necesaria para la redención (He. 9:22; 1 P. 1:18-19). ¿Qué representa el
agua? En Exodo 17:6 vemos la tipología de la roca golpeada (1 Co. 10:4). Después de ser golpeada
la roca, fue partida y de ella brotó agua viva. Jesús en la cruz fue herido con la vara de Moisés, es
decir, con la ley de Dios. El fue quebrantado; Su costado fue abierto, y de ahí salió agua. Esta agua
era el fluir de Su vida divina, que es la vida que produce la iglesia.

Esta vida fue tipificada por la costilla, un hueso sacado del costado abierto de Adán, del cual fue
producida y edificada Eva. Por consiguiente, el hueso tipifica la vida divina representada por el
agua que brotó del costado de Cristo. No fue quebrantado ninguno de Sus huesos. Esto significa que
Su vida divina no puede ser quebrantada. Su vida física fue aniquilada, pero nada podía quebrantar
la vida divina que emana de El para producir la iglesia.

4) Resucitó: Adán despertó

Después de que Dios terminara la obra de producir a Eva durante el sueño de Adán, éste despertó de
su sueño. Así como el sueño de Adán tipifica la muerte de Cristo, su despertar representa la
resurrección de Cristo. Después de despertar Adán, llegó a ser otra persona con Eva, quien provino
de él. Después de resucitar Cristo, también llegó a ser otra persona con la iglesia, la cual brotó de
El. Así como Adán despertó finalmente de su sueño para recibir a Eva como su complemento,
Cristo también resucitó de los muertos para tomar a la iglesia como Su complemento.
5) Produjo la iglesia: Eva fue edificada

Cuando Adán despertó de su sueño, descubrió inmediatamente que Eva, quien fue edificada con Su
costilla, estaba presente. Del mismo modo, cuando Cristo resucitó de los muertos (1 Co. 15:20), la
iglesia fue producida con Su vida divina. Mediante Su muerte la vida divina que estaba en El fue
liberada, y mediante Su resurrección esta vida divina liberada nos fue impartida a quienes creemos
en El. Por consiguiente, la Biblia dice que fuimos regenerados por medio de Su resurrección (1 P.
1:3). El fue el grano de trigo que cayó en tierra, murió y produjo muchos granos (Jn. 12:24).
Nosotros somos los muchos granos que fueron regenerados con Su vida de resurrección. Nosotros
los regenerados que lo tenemos a El cómo vida y que vivimos por El, constituimos Su iglesia, la
verdadera Eva, en resurrección.

Cuando Adán vio a Eva, dijo: “Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne” (Gn. 2:23).
Cuando Cristo vio a la iglesia, El pudo haber dicho: “He visto las vacas, los leones, las tortugas, los
peces y las aves, pero ninguno de ellos podía estar a Mi nivel. Esto es ahora hueso de mis huesos y
carne de mi carne, pues la iglesia es producida por Mi muerte y resurrección. La iglesia sale de Mí.
La iglesia y yo podemos ser uno”.

Muchos cristianos hablan de la iglesia. Algunos dicen que la iglesia es un edificio material y hablan
de ir a la iglesia. Después de ver el significado de la tipología de Adán y Eva en Génesis 2, jamás
podremos llamar iglesia a un edificio físico. Un edificio material no es una iglesia; es una casa
hecha de madera y ladrillos. Otras personas, con una visión más amplia, dicen que la iglesia es un
grupo de cristianos verdaderos. No obstante, es posible que un grupo de cristianos verdaderos no
constituya la iglesia. Todavía pueden ser el hombre natural constituido de muchos estadounidenses,
chinos, japoneses y mexicanos. Esta congregación de hombres naturales no forma la iglesia.

¿Qué es la iglesia? La iglesia es parte de Cristo; no es nada menos que Cristo mismo. La iglesia es
el elemento de Cristo que hay en los creyentes. Cuando se añade este elemento, que está en tantos
creyentes, el resultado es la iglesia. La iglesia no se compone de estadounidenses, mexicanos,
japoneses y chinos. La iglesia es la totalidad del Cristo que está en todos Sus creyentes. A pesar de
ser regenerados, en realidad no somos miembros del Cuerpo de Cristo si vivimos y actuamos
conforme a nuestra disposición natural. En tal caso podríamos decir que somos miembros de Su
Cuerpo sólo en un sentido superficial. Cuando nos conducimos conforme a nuestra disposición
natural podemos ser estadounidenses, judíos o chinos típicos, pero en efecto no somos miembros de
Cristo. En realidad, ¿qué es un miembro de Cristo? Es una persona producida por el elemento de
Cristo, quien es el Espíritu vivificante y está en el espíritu de la persona. Cristo como Espíritu
vivificante mora en Sus creyentes. Cuando se añade el Cristo que está en los creyentes, la suma
equivale a la iglesia. Por consiguiente, todos debemos despojarnos de nuestro viejo hombre.
Debemos desechar toda la vida natural de tal manera que el Cristo vivo sea expresado desde nuestro
espíritu. Entonces seremos verdaderamente la iglesia. En la iglesia, en el nuevo hombre, no hay
griego, ni judío, ni bárbaro, sino que Cristo lo es todo en todos (Col. 3:11). Expresar algo que no sea
Cristo no es la iglesia. “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Gá. 2:20). “Para mí el vivir es
Cristo” (Fil. 1:21). ¡Esta es la iglesia! ¡Esto es ahora hueso de Sus huesos! Todo lo que sale de la
vida natural del hombre, como por ejemplo las organizaciones humanas y toda clase de actividad
humana, predominantes en el cristianismo, no constituye la iglesia y tampoco puede ser el
complemento de Cristo, pues no está a la par de Él. En figura, estas cosas no deben considerarse
como Eva, sino como todas las demás cosas a las que Adán puso nombre.

Considere el cuadro descrito en los cuatro evangelios. Cuando el Señor Jesús vino como el postrer
Adán y miró a los judíos fanáticos, El parecía decirles: “Este es un caballo y ésta es una tortuga”.
En Mateo 16, El se volvió a Pedro y lo llamó “Satanás”. El Señor parecía decir: “No son Mi
complemento. No corresponden a Mí. Nunca podrán ser Mi complemento”. Por consiguiente, el
Señor Jesús tenía que morir. El debía dormir en la cruz para liberar Su vida y producir Su verdadero
complemento, uno que fuese compatible con El. Después de despertar de la muerte a la
resurrección, El vio la iglesia. En ese momento, y particularmente en el día de Pentecostés, El pudo
decir: “Esto es ahora hueso de Mis huesos y carne de Mi carne”.

Sólo lo que procede de Cristo puede ser reconocido por El. Sólo lo que proviene de Cristo puede
regresar a El y corresponder a El. Sólo lo que procede de la vida de resurrección de Cristo puede ser
Su complemento, el Cuerpo de Cristo. Sólo lo que procede de Cristo y que es Cristo mismo puede
ser uno con El.

Las epístolas revelan que después del día de Pentecostés se infiltraron muchas cosas negativas. Los
animales, tales como el caballo y la tortuga aparecieron de nuevo. Por tanto, el Señor Jesús tuvo que
decir otra vez: “Esto no es y aquello tampoco es”. Ahora El está esperando la boda venidera. En el
día de la boda, El mirará a los vencedores y dirá: “Esto es ahora hueso de Mis huesos y carne de Mi
carne”.

Mientras estamos en camino a la fiesta de bodas, debemos desechar todas las cosas naturales, las
cosas del hombre natural, lo que no sea Cristo mismo. Yo he pasado por muchas cosas. Nací en el
cristianismo y fui criado en él. Mientras pasaba por muchas cosas y las consideraba, la vida de
resurrección dentro de mí decía de ellas: “Esto no es y aquello tampoco”. Un día toqué lo
verdadero, y la vida de resurrección dentro de mí dijo: “¡Esto sí es!” Con frecuencia, aun entre
nosotros, la vida interior dice: “Esto no es”, pero la vida de resurrección dice con más frecuencia:
“Esto sí es”. Debemos oír la voz de Cristo, la vida de resurrección dentro de nosotros, y seguirla
siempre.

6) Ser uno con el hombre:


Adán y Eva llegaron a ser una sola carne

En la tipología, Adán y Eva llegaron a ser una sola carne (Gn. 2:23-24). En la realidad, Cristo y la
iglesia son un solo espíritu, porque todo el que se une al Señor es un sólo espíritu con El (1 Co.
6:17). En figura, todos los que creen en Cristo son “miembros de Su Cuerpo”. La unión matrimonial
entre marido y mujer es un gran misterio “respecto de Cristo y de la iglesia” (Ef. 5:29-32).

Si tenemos esta visión al leer la Biblia, entenderemos el Cantar de los cantares: Cristo es nuestro
amor y nosotros somos Su amada. También entenderemos todo el Nuevo Testamento en concordia
con la vida, y no con un método natural ni según el conocimiento. Entenderemos que todos nacimos
de nuevo y que fuimos creados de nuevo juntamente con Cristo, que ahora somos un solo espíritu
con El y los unos con los otros, y que en la tierra ahora experimentamos una vida matrimonial con
nuestro esposo, Cristo. No estamos meramente esperando el futuro; llevamos una vida matrimonial
corporativa ahora. En cierto sentido, ya tenemos la vida matrimonial y vivimos con nuestro marido.
En un sentido más amplio, sólo tenemos el anticipo ahora y estamos esperando el pleno disfrute del
matrimonio venidero. Estas bodas se llevarán a cabo en Apocalipsis 19. Después de eso, la iglesia
tendrá su consumación como la Nueva Jerusalén, la cual será la esposa completa de Cristo por toda
la eternidad. Cristo y la esposa completa disfrutarán de la vida matrimonial por la eternidad. Por
supuesto, esta esposa no será una persona individual, sino una expresión corporativa y edificada, la
Nueva Jerusalén.
En Génesis 2 vemos la creación del hombre y el árbol de la vida, el cual denota a Dios como la vida
del hombre y su provisión de vida. Mientras Dios se forja en el hombre, éste empieza a
experimentar el fluir de la vida, y el fluir de vida contiene los materiales preciosos: el oro, las perlas
y la piedra de ónice. Al final de Génesis 2 vemos la edificación de una mujer. Todos los materiales
preciosos mencionados anteriormente en este capítulo sirven para que sea edificada esta mujer. Si
tenemos solamente Génesis 2, no podemos entender esto de manera apropiada y clara. Pero al final
de la Biblia también encontramos una mujer, la Nueva Jerusalén. Esta mujer es una ciudad
edificada con oro, perlas y piedras preciosas. En Génesis 2 estos materiales se encontraban en el
fluir de la vida, pero todavía no constituían un edificio. Al final de la Biblia, todos estos materiales
constituyen una ciudad, que es la mujer final y eterna. En Génesis 2 podemos ver la Nueva
Jerusalén prefigurada por Eva, y en Apocalipsis 21, podemos ver a Eva consumada en la Nueva
Jerusalén, la esposa corporativa del Cordero, edificada con los tres materiales preciosos. Así que
vemos de nuevo que casi todo lo que se encuentra en Génesis 1 y 2 constituye una semilla que crece
en toda la Biblia y madura hasta ser una cosecha en el libro de Apocalipsis.

Hoy en día no estamos ni al principio ni al final: estamos en el camino. No estoy satisfecho estando
en Efesios 5. Quiero estar en Apocalipsis 19:7-9, en la fiesta de bodas de Cristo. Si queremos estar
allí, debemos desechar todas las cosas naturales: las vacas, las tortugas, los caballos, etc. Usted tal
vez en su disposición natural parezca un caballo poderoso. Debemos desechar esta vida natural.
Alabado sea el Señor porque dentro de nosotros tenemos otra vida, otro elemento, que es Cristo
como Espíritu vivificante. Debemos vivir por esta vida, despojándonos del viejo hombre y
vistiéndonos del nuevo hombre día y noche. De esta manera seremos transformados y conformados
a Su imagen, preparados para la fiesta de bodas cuando regrese el Señor. Con el tiempo, seremos la
Nueva Jerusalén, y se cumplirá plenamente el propósito eterno de Dios.

c. El resultado

1) Consiguió una Novia: Adán obtiene a Eva

El resultado del sueño de Adán, en el cual su costado fue abierto para extraer de allí una costilla, fue
que él obtuvo a Eva como su complemento, quien estaba a la par de él. Esto significa que el
resultado de la muerte de Cristo, cuando Su costado fue abierto para que Su vida divina fuera
liberada, fue que El consiguió a la iglesia como Su complemento. Desde entonces Dios no está solo.
Cristo obtuvo una novia que está a la par de El. Apocalipsis 21—22 revela que en la eternidad la
Nueva Jerusalén como la consumación de la iglesia será la novia de Cristo, el pleno complemento
de Dios, y estará a la par de El por la eternidad.

2) Uno con el hombre:


Adán y Eva llegaron a ser una sola carne

Adán y Eva llegaron a ser finalmente una sola carne, una unidad completa. Esta era una figura de
Dios y el hombre perfectamente unidos. Dios desea ser uno con el hombre. El alcanzó esta meta por
medio de la muerte y la resurrección de Cristo, lo cual produjo la iglesia, y ella representa la
humanidad apropiada que está al nivel de El cómo esposo. En esta unión lo humano llega a ser uno
con lo divino; esta unión perdurará eternamente. La Nueva Jerusalén venidera no será otra cosa que
la unión de Dios con el hombre, una unidad viva y completa compuesta de lo divino y lo humano.
3) Vive con el hombre: Adán vivió con Eva

Adán y Eva, puesto que eran uno, vivían juntos. Esto muestra que Dios, el marido universal, vivirá
con la humanidad regenerada para siempre. La vida matrimonial universal de Dios y el hombre se
revela plenamente en Apocalipsis 21. En la eternidad, Dios en Cristo será el centro, la realidad y la
vida del ser humano, y el hombre vivirá por Dios en Cristo como vida. El hombre expresará la
gloria de Dios y ejercerá la autoridad de Dios sobre la nueva tierra. Dios y el hombre, el hombre y
Dios, vivirán juntos en una vida matrimonial eterna.

En consecuencia, Génesis 1:1—2:3 es un cuadro del propósito de Dios, y 2:4-25 describe la manera
en que se cumple el propósito de Dios. Estas dos secciones pueden considerarse como la
reproducción de un plano arquitectónico. Lo abarcado entre Génesis 3 y Apocalipsis 20 se puede
considerar como el proceso de edificación, y Apocalipsis 21 y 22 como una fotografía del edificio
terminado.

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