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EL COMERCIO EN LA ANTIGÜEDAD

OBJETIVO ENERAL: Comprender como el comercio inicio en la antigüedad.

OBEJETIVO ESPECIFICO: Analizar el funcionamiento del comercio en la


antigüedad.

INTRODUCCION:

El hombre, por naturaleza, tiene propensión al intercambio de una cosa por otra, es
decir a comerciar e intentar obtener beneficios de lo que produce. Hasta llegar a la
situación actual, esta actividad ha pasado por muchas etapas.

El comercio en la antigüedad. Primeros intercambios

El hombre primitivo ya comerciaba y lo hacía para satisfacer sus necesidades básicas y


para tender lazos con sus semejantes. Los intercambios se hacían entre tribus a
través del trueque, que consistía en cambiar mercancías por otras de valor similar.

Alrededor del 7.000 a.C., con la civilización mesopotámica en pleno apogeo, el


comercio en la antigüedad empieza a transformarse y a adquirir importancia. Ríos
como el Tigres, el Eufrates y el Nilo, que cada año inundaban las vegas, permitieron
que los hombres que allí se habían establecido crearan sistemas económicos propicios
para el intercambio. De esto dan fe las tablillas sumerias (en escritura cuneiforme) en
las que se da cuenta de cantidades de ganado, de trigo recogido y de negocios hechos.
Además, se empieza a notar un pensamiento estratégico: se debe racionalizar
el consumo de la cosecha, almacenarla, contarla, dotarla de un precio. Y así, los que
más han conseguido guardar no se verán sorprendidos por épocas de carencia y
siempre tendrán algo con lo que negociar.
Los fenicios

Hablar de comercio en la Antigüedad es hablar de los fenicios, pueblo semita que


habitaba el Levante mediterráneo en el actual Líbano. Eran descendientes de los
cananeos del II milenio a.C. Se dedicaban sobre todo al comercio a raíz del cual
fundaron colonias por todo el Mediterráneo. Pero, ¿cómo llevaban a cabo los
intercambios comerciales?

Dirigido por la oligarquía urbana de las ciudades de Levante como Tiro, Sidón o Biblos,
el comercio lo basaban en el intercambio de materias primas, principalmente metales
preciosos (oro de Libia -África-, plata de Iberia, bronce de Chipre y estaño de Anatolia e
incluso Gran Bretaña), por productos manufacturados que se unió a la difusión de ideas
tan importantes como el alfabeto, innovaciones tecnológicas en metalurgia y nuevos
cultivos (como la vid y olivo, aunque algunos autores consideran que llegaron con
anterioridad).
En cuanto a los métodos utilizados por estas gentes del Mediterráneo oriental, la
fórmula más desarrollada fue la que se realizaba en lugares específicos normalmente
de zonas portuarias: promontorios costeros, islotes cercanos a la costa o lugares
elevados próximos a las desembocaduras de los ríos. Otro modo sería el directo, es
decir, en la playa desembarcarían y negociarían con la otra parte cara a cara la cuantía
de la transacción.

Los fenicios, los creadores de las primeras

rutas marítimas

Uno de los pueblos que más hizo por el comercio en la antigüedad es el fenicio.
Crearon una gran flota naval y abrieron importantes rutas por el Mediterráneo.

Los fenicios construyeron los mejores barcos de la época


Fueron los mejores constructores de barcos de la época, diseñando veleros que
dependían más del viento que de los remeros. Las rutas comerciales de los fenicios
empezaban en las costas de Palestina (el actual Líbano, Israel y parte de Turquía) y
llegaban hasta Finisterre (el fin de la tierra conocida en esa época). Se convirtieron en
poderosos comerciantes de abalorios de oro y plata, ricas telas y ropajes y maderas
valiosas. Además establecieron colonias y fundaron poblaciones de las que obtenían lo
que necesitaban: cereales y lana de la actual Italia; bronce de Mesopotamia; plata,
cobre y estaño de la península Ibérica; y marfil y oro de África.

También en esta época, el comercio empieza a sustituir las mercancías como medio de
pago por objetos no perecederos o metales preciosos, que iban tomando formas
variadas dependiendo del lugar (ladrillos, arcos, conchas, cuchillos…).

Grecia y Roma, el comercio en la antigüedad se moderniza

El primer síntoma de modernidad del comercio en la antigüedad es la aparición,


alrededor del año 600 a.C., de las primeras monedas acuñadas con carácter oficial.

Las primeras monedas acuñadas aparecieron alrededor del 600 a.C.


Los griegos vendían sus productos en el ágora o mercado, una plaza pública donde
además de comerciar se reunían los ciudadanos para hablar de política. Vendían y
compraban todo tipo de granos, aceites, vino, agua, tinajas y vasijas para almacenar lo
comprado… y para ello utilizaban el dracma, una moneda de plata acuñada por ellos.

En el caso de Roma, lo más destacado e innovador es que gracias a sus conquistas


por todo el continente europeo y el norte de África, se desarrollaron excelentes rutas
comerciales, tanto marítimas como terrestres gracias a la construcción de calzadas. En
las ciudades se vendían vestidos, calzado, vasos, herramientas, etc. Y en este caso las
monedas utilizadas para pagar eran el áureo, el denario o el sestercio.

LOS MERCADOS MEDIAVALES Y EL IMPULSO DE LAS CRUZADAS

El Comercio en la Edad Media

A partir del siglo XII, se dieron profundos cambios en Europa, el comercio en la Edad
Media: la economía rural y cerrada, propia de la época feudal se transformó,
gradualmente en una economía abierta y comercial.
Entonces, la industria, los mercados y el dinero recobraron importancia. Este
renacimiento comercial, que llegó a su auge en el siglo XIII. se debió,
fundamentalmente, a las siguientes causas:

 Aumento de la producción agrícola, pues generó un excedente de productos


que debieron ser vendidos fuera de su área.

 La paz en Europa, que ofreció seguridad en los caminos y en los mares, luego
de varios siglos de conflictos.

 Aumento de la población debido a la disminución de las guerras y al


mejoramiento de las condiciones alimentarias, que provocó la necesidad de
satisfacer los requerimientos de más gente cada vez.

 Las cruzadas, que abrieron nuevos caminos comerciales marítimos y terrestres y


revitalizaron el comercio entre Oriente y Occidente.
La población y sus necesidades

El aumento demográfico
A pesar de las escasas fuentes que tenemos para calcular el volumen de la población
en la Edad Media, se sabe, por aproximaciones basadas fundamentalmente en la
extensión de los cultivos, que desde el siglo XII hubo un gran aumento demográfico en
Europa. Los historiadores opinan que hacia el año 1 100 la población europea era de
unos 48 millones de habitantes; hacia el 1 200 pasó a ser de 61 millones de habitantes
y en el 1 300 superó los 73 millones. Este aumento demográfico, que exigió un mayor
desarrollo económico, al mismo tiempo propició una mayor disponibilidad de mano de
obra.

Tres necesidades básicas


La actividad comercial e industrial de la Edad Media se destinó, principalmente, a
satisfacer las necesidades básicas de la población: alimentación, vestido y vivienda. La
industria de la alimentación fue la que más se desarrolló, pese a que la mayoría de los
productores trabajaban en pequeño volumen y a que casi todo este comercio en la
edad media se efectuaba en la corta distancia que mediaba entre el campo y la ciudad.
Sin embargo, siempre hubo ciertos productos alimenticios que sólo podían obtenerse
de lugares más lejanos, y algunas zonas, como por ejemplo Flandes y Noruega, se
veían obligadas a importar incluso sus alimentos esenciales de lejos. Entre los
productos alimenticios que más se comerciaron figuran los cereales, los productos
lácteos, la sal y la cerveza.

Un Nuevo personae: el mercader

Al fortalecerse el comercio en la edad media, se formó


en Europa una clase de comerciantes
profesionales o mercaderes que con su profesión,
relegaron la actividad agraria a un papel secundario.
Estos mercaderes crearon una mentalidad propia, muy
particular.
La mayoría de los mercaderes era de origen rural:
personas que se habían visto forzadas a abandonar el
campo por el aumento de población y la falta de tierras,
optando por un estilo de vida errante y azaroso. Entre
esta masa de desarraigados y aventureros se
formaron los primeros comerciantes.
Los primeros comerciantes sólo recorrían pequeñas
distancias para vender sus productos, pues los caminos eran malos y los bandidos los
asaltaban con frecuencia. Además, cada vez que cruzaban un feudo, el señor feudal
los obligaba a pagar un impuesto o les confiscaba sus mercancías.
Estos comerciantes vendían sus productos al menudeo. Sus mercancías eran,
principalmente, artículos de primera necesidad como, por ejemplo sal, cerveza, miel,
lana y cereales.
A finales del siglo XII en cambio, los mercaderes se volvieron errantes. Se trasladaban
con sus mercaderías de lugar en lugar y vendían sus productos en ferias que se
celebraban en fechas y lugares establecidos. Por eso se los llamó pies polvorientos.
Los pies polvorientos usaron animales de carga -en particular, caballos- para
transportar sus mercancías. Otro vehículo muy utilizado por estos primeros
comerciantes fue el carro de cuatro ruedas, tirado por caballos o por bueyes.
Para compensar las dificultades, los peligros y el costo del camino, los pies
polvorientos vendieron no sólo productos de primera necesidad sino, también,
productos de lujo como perfumes, especias y tintes que les dejaban un amplio margen
de ganancias. También usaron las vías fluviales y las marítimas.
A partir del siglo XIV los mercaderes se volvieron sedentarios pues el volumen
creciente de sus mercaderías dificultó su traslado de feria en feria. Entonces,
comenzaron a establecerse en determinadas ciudades y comenzaron a vender al por
mayor.

El comercio local
El primer tipo de el comercio en la edad media que cobró importancia en la Edad Media
fue el comercio local, es decir, el que se efectuaba del campo a la ciudad. A través de
este comercio, los campesinos libres y los señores feudales vendían sus excedentes a
la ciudad: productos agrarios, madera, cuero y lana principalmente.
Luego, con las ganancias obtenidas con sus ventas, compraban en las urbes
mercancías más elaboradas de las que no disponían en el campo como, por ejemplo,
telas y herramientas.
El comercio local nunca desapareció. Sin embargo, fue el comercio a larga distancia o
internacional el que caracterizó el renacimiento económico de la Edad Media.

Los Mercaderes y el campo

Una nueva clase social


Desde principios del siglo XII, la superpoblación, el hambre y las guerras habían
bandeado a un número considerable de individuos, errantes, privados de todo, que
pasaron a engrosar la multitud de mendigos o peregrinos ya existente. Entonces,
algunos se dedicaron a pequeños negocios (…) Probaron una nueva suerte que nada
tenía en común con las actividades tradicionales. Así pues, uno puede suponer que
estos mercaderes crearon una mentalidad propia, muy particular. Esta gente, que hizo
tabla rasa de sus antiguos vínculos, se lanzó a la aventura (…) buscando, ante todo, un
rápido enriquecimiento. Los cronistas de la época hablan de advenedizos, de hombres
sin fe y sin ley, sin escrúpulos, que por sus costumbres y modos difieren de los demás
hombres.
J. Heers. Historia de la Edad Media.
Del campo a la ciudad
La mayoría de las ciudades medievales del siglo XII eran pequeños centros donde los
habitantes del campo circundante ofrecían un excedente de su producción a cambio de
objetos elaborados en la ciudad como, por ejemplo, zapatos, o de artículos que
llegaban a ella procedentes de otras regiones. Las ciudades reunían el excedente de
su propia zona y lo pasaban a otras regiones y, al mismo tiempo, recibían parte del
excedente de otras regiones y lo distribuían en su territorio. Para concentrar estos
movimientos de compra-venta, las ciudades organizaron ferias que se celebraban una
vez a la semana.

El comercio internacional y sus centros


El renacimiento de el comercio en la edad media se dejó sentir en toda Europa,
pero hubo dos grandes focos donde éste se concentró: Italia del Norte y Flandes.
Ambas eran zonas muy pobladas que se dedicaban a la manufactura de tejidos, de
objetos de metal y de cerámica.

Italia
Italia se benefició del comercio internacional, pues estaba al centro de una antigua red
vial romana y al medio del Mediterráneo. Por ello, y como consecuencia de las
cruzadas, sus ciudades controlaron el comercio con Oriente. Los puertos más
beneficiados con ello fueron Venecia, Génova y Pisa.

A través del Mediterráneo, Italia vendía a Oriente productos propios y artículos traídos
del norte de Europa. De Oriente, los comerciantes italianos llevaban a Europa
especias, sedas y perfumes.

Flandes
Otra zona comercial que gozaba de una situación estratégica era Flandes que se
hallaba frente al mar del Norte y en la que desembocaban varios ríos europeos, como
el Rin y el Mosna.

La región de Flandes perteneció a una importante liga comercial, la liga Hanseática,


que comerciantes alemanes habían organizado con las ciudades de Hamburgo,
Lübeck. Rostock y Stettin a la cabeza. Esta liga monopolizó las exportaciones del norte
de Europa, desde Novgorod en la actual Rusia, hasta Londres.

De esta manera la liga Hanseática consolidó un importante tráfico de trigo, madera y


pieles que, en Flandes, se reunía en la ciudad de Brujas, que fue su principal puerto de
almacenaje y redistribución.
Flandes exportaba los productos de estas regiones al resto de Europa a cambio de
artículos de Europa del centro y del sur y de objetos de Oriente. Exportaba,
también, sus propios tejidos.

Rutas y transportes
Para comerciar a larga distancia, los comerciantes medievales contaron con tres rutas:
las vías terrestres, las fluviales y las marítimas. Aunque el transporte
terrestre permitía alcanzar zonas del interior sin ríos, fue siempre el más caro y
penoso, pues los caminos eran malos e inseguros y se debía pagar gran cantidad de
impuestos.

Por seguridad, los mercaderes preferían el transporte fluvial. Las redes fluviales


más importantes fueron las del río Po, el Ródano, el enrejado de ríos de la zona de
Flandes. el Rin y el Danubio. Sin embargo, el medio fluvial también estaba sujeto a
impuestos.

El medio de transporte más barato fue el marítimo, por eso fue el preferido a pesar
de los riesgos de naufragio y de piratería, de la poca capacidad de las naves y de la
lentitud del viaje. Además, un solo barco podía llevar las cargas de varios comerciantes
a la vez.
Organizaciones comerciales en el comercio en la Edad Media

La liga Hanseática
En los mares del norte, comerciantes alemanes organizaron una red de casas
comerciales que compraban y vendían productos desde Inglaterra hasta Rusia. Esta
red comercial conformó una corporación, la liga Hanseática, cuya sede se hallaba en
Lübeck. La liga llegó a incluir 200 ciudades. La naves hanseáticas transportaban una
gran variedad de artículos: miel y pieles de Rusia, pescado de Escandinavia y lana de
Inglaterra, entre otros productos más.

Las ferias
La actividad comercial se impuso en toda Europa en el transcurso del siglo XIII. Dentro
de un ambiente de plenitud económica, alcanzaron gran importancia las
ferias, grandes mercados situados en zonas de contacto entre el comercio
mediterráneo y el nórdico, a las que acudían mercaderes de todos los lugares de
Europa.

Las ferias no eran mercados permanentes, pues sólo se realizaban en ciertos


períodos del año. Su celebración duraba varios días. A estas citas comerciales
acudían, también, titiriteros y juglares, que añadían a la celebración un carácter festivo.

De todas las ferias que se celebraban en la Edad Media, las que alcanzaron mayor
renombre fueron las ferias de Champaña, que se instalaban en la llanura francesa de
ese nombre, a medio camino entre Venecia y Brujas. Las ferias de Champaña eran, por
lo tanto, lugares de encuentro entre los comerciantes flamencos e italianos.
Otros instrumentos de el comercio en la Edad Media
Paralelamente al desarrollo comercial a larga distancia, se produjo un
desarrollo monetario a través del cual la acuñación y la circulación monetaria
aumentaron.

Las primeras monedas que cobraron un valor internacional y que por lo tanto,
tenían vigencia en varios países, se hicieron a fines del siglo XII en Venecia: los
matapanes de plata. Después, Francia, Flandes e Inglaterra acuñaron, también,
monedas internacionales de plata.

La acuñación de oro en cambio, fue propia del siglo XIII. A partir de entonces, la
mayoría de los países europeos adoptó el bimetalismo monetario: el uso de
monedas de plata y de oro.

Para agilizar las transacciones comerciales se formaron los primeros bancos y


aparecieron los banqueros, que se especializaron en reconocer las diferentes
monedas, su peso y sus equivalencias.

Con el tiempo, los banqueros se volvieron prestamistas que cobraban intereses


por los préstamos que realizaban, aceptaban velar por los ahorros, abrían libros
de cuenta y efectuaban transferencias monetarias para sus clientes.

Puesto que viajar con grandes sumas de dinero era muy incómodo como
peligroso, la mayor parte del comercio comenzó a realizarse en forma de
transacciones a crédito.

También se utilizaron las letras de cambio: un acuerdo entre un prestamista y


su deudor en el que el dinero prestado podía devolverse un tiempo después en
un lugar diferente al del préstamo y en otra moneda diferente a la prestada.

De esta manera, un mercader italiano que quisiese comprar, por ejemplo, tejidos
en Flandes, podía pedir una letra de cambio en esa región y comprar lo
necesario y un tiempo después, pagarlo en Italia. Las letras de cambio eran
empleadas no sólo por comerciantes sino, también, por otros viajeros, con el
mismo fin que los modernos cheques de viaje.

Ferias y bancos
Las ferias de Champaña
Aunque las ferias se celebraron en todos los países europeos, en los siglos XII y XIII
todas quedaron relegadas por las ferias de Champaña: seis ferias que se celebraban a
lo largo de todo el año una vez en la aldea de Lagny, otra en Bar-sur-Aube, dos veces
en Provins y tres en Troyes. Estas ferias destacaron sobre todas las demás porque los
condes de Champaña las protegieron liberando de impuestos a los comerciantes que
acudían a ellas. Sobresalieron, también, por su situación geográfica, que las convirtió
en el principal lugar de encuentro de los mercaderes. Por eso, en aquella época, la
meta más importante de cualquier comerciante eran las ferias de Champaña. Las ferias
decayeron en el siglo XIV. cuando los comerciantes se volvieron sedentarios.

La aparición de los bancos


AI principio, los mercaderes portaban consigo el dinero. Con el tiempo, las
operaciones comerciales se volvieron difíciles a causa de la diversidad de
monedas y de valores existentes. Para efectuar cambios de dinero y agilizar las
transacciones, aparecieron los primeros cambistas, que ubicaban delante de su
tienda un banco, sobre el que colocaban las diferentes monedas. Otro
instrumento importante para su actividad era la balanza: el peso de las monedas
permitía establecer la cantidad de metal precioso que contenían y, con ello, fijar
su valor. Muy pronto los cambistas recibieron los ahorros de la gente y los
invirtieron en empresas lucrativas y en préstamos. De esta manera nacieron los
bancos.
REVOLUCIÓN COMERCIAL EN EL SIGLO XVI

INTRODUCCION

Las grandes doctrinas político económicas bajo cuyas banderas —la humanidad se ha
encolumnado— muchas veces contraponiéndose en los últimos siglos, tienen su origen
en movimien1 tos y fenómenos surgidos, a menudo, muy atrás en el tiempo. Por lo
tanto resulta imprescindible referirse a los mismos para, a partir de allí, intentar un
bosquejo de las diferentes ideologías que, hasta nuestros días, han orientado y
orientan a los hombres.

En el siglo XVI, la fiebre de los descubrimientos enloquecía a Europa, la navegación


progresa paralelamente con la apertura de nuevas rutas y la construcción de
gigantescos puertos. Los diarios de los navegantes que empiezan a publicarse son
importante testimonio y un rico caudal de experiencias para considerarse en viajes
futuros. El progreso no es obra sólo de los navegantess, sino también en el progreso
de las ciencias, apoyada por astrónomos, técnicos, inventores y científicos trabajan
aisladamente, pero por una causa común.

LA REVOLUCIÓN COMERCIAL EUROPEA

Alrededor del 1500 puede situarse la eclosión de una verdadera revolución comercial,
que conmovió los cimientos del mundo conocido hasta el momento. El dominio que del
Mediterráneo ejercían las ciudades italianas, la introducción de monedas de circulación
general, la acumulación del capital sobrante de la navegación y de la minería, el deseo
de obtener especias del Lejano Oriente, todo ello estimuló ese ímpetu.

Los viajes marítimos del descubrimiento, liderados por España y Portugal, ampliaron el
universo y nuevos productos ingresaron a la ronda del comercio. Ingleses y franceses
no tardaron en seguir los pasos de aquellos primeros exploradores, con los que
compitieron. Los grandes imperios coloniales fueron tomando forma a partir de ese
momento y la actividad comercial adquirió visos de verdadera empresa mundial: el
monopolio comercial de las ciudades italianas estaba destruido.
Y otro fenómeno complementaba al anterior: el fabuloso drenaje de metales preciosos
que se embarcaban rumbo a las metrópolis, lo que permitió que en el año 1600
circulara por Europa la cantidad de mil millones de dólares en oro y plata.

Puerto en Barcelona: Desde el siglo XV se convirtió en el principal puerto del


Mediterráneo, concentrando la actividad comercial de Europa. El grabado de la época
lo muestra en:
Considerados meras prendas de mercancías y no mercaderías en sí mismas, los
metales preciosos destruyeron el ideal medieval el comercio como trueque y se impuso
de esta manera el concepto moderno del negocio con fines lucrativos. De ahíal
capitalismo sólo había un paso, que pronto fue dado. Una de las definiciones posibles
del capitalismo es la de un sistema de producción, distribución e intercambio en el cual
la riqueza acumulada es invertida por sus propietarios con el fin de obtener beneficios.

Basado en la iniciativa privada y en la competencia por los mercados, incluyó el


sistema de los salarios como forma de remuneración a los obreros —no por la riqueza
que éstos crean sino por el tiempo de trabajo que venden— y fue la antitesis de la
economía estática de las corporaciones medievales, la cual suponía que la producción
y el comercio se realizaban en provecho de la sociedad, con sólo una ganancia
razonable y no ilimitada.

Paralelamente a la aparición de este incipiente sistema de producción capitalista, otros


acontecimientos importantes se producen, como complemento, en parte, del anterior.
La banca mostró un gran vigor. Se originó en algunas grandes casas comerciales de
las ciudades italianas, como por ejemplo la de los Mediéis, cuyo emblema de tres bolas
de oro arracimadas es todavía hoy el símbolo de los prestamistas del mundo
occidental. La minería, la fundición de metales, las industrias de la lana, apoyadas por
esos dineros y por los constantes progresos técnicos, van produciendo la decadencia
de los antiguos gremios y artesanos.

El trabajo doméstico, a su vez, que comenzó a implantarse en la industria textil y que


se realizaba en la casa de los obreros, anuló los talleres: bajos salarios, carencia de
horario fijo y gran dispersión de los traacciones. La adopción, por parte de todos los
estados importantes, de un sistema monetario fijo para todas las transacciones
realizadas dentro de sus fronteras, fue la medida organizativa final.

EL MERCANTILISMO

A la Revolución Comercial acompañó, en sus últimas etapas, la adopción


del Mercantilismo. Este puede definirse como un sistema de intervención
gubernamental para promover la prosperidad nacional y aumentar el poderío del
Estado.
Por este motivo ha sido bautizado, a veces, de estatismo. Sustenta el Mercantilismo la
tesis de que la prosperidad de una nación dependía de la cantidad de metales
preciosos que tuviera en su territorio, no es raro entonces que España haya saqueado
sus colonias, ni que los primeros colonizadores de nuestro territorio persiguieran
quimeras de sierras y montañas de plata u oro.
Quienes no tenían posesiones ricas en tales elementos, por su parte, debían conseguir
las riquezas y el poder a través del comercio, limitando las importaciones, favoreciendo
las exportaciones y respaldando las industrias nacionales. Estas doctrinas se
convierten así en los lejanos antecedentes del nacionalismo económico y el
imperialismo.

El francés Jean Bodín y los británicos Tomás Mun y Tomás Hobbes figuraron entre los
principales propiciadores del Mercantilismo. Más adelante, Oliverio Cromwell —bajo
cuyo gobierno fue aprobada, en 1651, la Ley de Navegación que establecía que todas
las exportaciones de las colonias debían realizarse a bordo de barcos ingleses— en
Inglaterra, y Juan Bautista Colbert en la Francia de la segunda mitad del 1600,
marcaron los momentos culminantes de la defensa y aplicación de los conceptos
mercantilistas. España, mientras tanto, que disponía de inmensas cantidades de oro y
plata en su dominio colonial, fue la primera potencia de la época, al menos en un
primer momento ya que, posteriormente, su escaso desarrollo de las actividades
productivas le haría perder ese destacado lugar inicial.
En el Río de la Plata, mientras tanto, se asistía a la aparición de diversas producciones
artesanales, sobre todo en el interior, estimuladas por la restricción de importaciones
impuestas por el proteccionista gobierno central.

LOS RESULTADOS DE LA REVOLUCIÓN COMERCIAL

En líneas generales, puede afirmarse que la Revolución Comercial aumentó el poder


del dinero, inició los negocios con fines lucrativos, santificó la acumulación de riqueza y
estableció la competencia como base de la producción y del comercio. En una palabra,
originó casi todos los elementos que han constituido el régimen capitalista. Las
primeras orgias especulativas hicieron su aparición. Las grandes compañías
empezaron a intentar dividirse el orbe.

La burguesía ascendió en el dominio económico. El mundo comenzó a europeizarse a


pasos agigantados. Se revitalizó la esclavitud. Comerciantes, banqueros, navieros,
capitalistas principales y empresarios industriales poseían el poder económico y,
tiempo después, las revoluciones que se gestaban en el convulsionado seno de ese
mundo les permitirían alcanzar también el poder político.

La Revolución Industrial, por su parte, tenía ahora el camino preparado: los capitalistas
deseaban invertir, las industrias eran protegidas, las técnicas se perfeccionaban, desde
las colonias afluían multitud de nuevas materias primas. Como trasfondo de todos esos
acontecimientos novedosos, la sociedad toda cambiaba en poco tiempo, la población
crecía rápidamente y las clases sociales pudientes se nivelaban con más facilidad:
«Raspa al caballero y descubrirás al comerciante», vaticinaba un refrán.

La situación de las clases menos pudientes, en cambio, no mejoró en la misma


proporción que la de la burguesía. Los salarios siguieron siendo muy bajos y hasta se
trató de prohibir, por ley, todo tipo de incremento de los mismos. Las huelgas y las
insurrecciones comenzaron a aparecer: en 1381 en Inglaterra, en 1379 y 1382, en
Florencia,» en 1524 la Revolución de los Campesinos en Alemania. Todas ellas fueron
sangrientamente reprimidas. Una escala de valores que entronizaba en su vértice al
más desenfrenado individualismo, no podía permitir esas explosiones. Se anunciaban
así algunos de los rasgos distintivos de la sociedad moderna.

LAS ACTAS DE NAVEGACION.

El Mercantilismo es una doctrina de pensamiento económico que prevaleció en Europa


durante los siglos XVI, XVII y XVIII y promulgaba que el Estado debe ejercer un férreo
control sobre la industria y el comercio para aumentar el poder de la nación al lograr
que las exportaciones superen el valor de las importaciones.

El mercantilismo no era en realidad una doctrina formal y consistente, sino un conjunto


de firmes creencias, entre las que cabe destacar la idea de que era preferible exportar
a terceros que importar bienes o comerciar dentro del propio país; la convicción de que
la riqueza de una nación depende sobre todo de la acumulación de oro y plata; y el
supuesto de que la intervención pública de la economía es justificada si está dirigida a
lograr los objetivos anteriores.
Los planteamientos mercantilistas sobre política económica se fueron desarrollando
con la aparición de modernas naciones Estado; se había intentado suprimir las barreras
internas al comercio establecidas en la edad media, que permitían cobrar tributo a los
bienes con la imposición de aranceles o tarifas en cada ciudad o cada río que
atravesaban.

Se fomentó el crecimiento de las industrias porque permitían a los gobiernos


obtener ingresos mediante el cobro de impuestos que a su vez le permitían costear
los gastos militares. Asimismo la explotación de las colonias era
un método considerado legítimo para obtener metales preciosos y materias primas para
sus industrias.
El mercantilismo tuvo gran éxito al estimular el crecimiento de la industria, pero también
provocó fuertes reacciones en contra de sus postulados. La utilización de las colonias
como proveedoras de recursos y su exclusión de los circuitos comerciales dieron lugar,
entre otras razones, a acontecimientos como la guerra de la independencia
estadounidense, porque los colonos pretendían obtener con libertad su propio bienestar
económico.
Al mismo tiempo, las industrias europeas que se habían desarrollado con el sistema
mercantilista crecieron lo suficiente como para poder funcionar sin la protección del
Estado. Poco a poco se fue desarrollando la doctrina del librecambio.
Los economistas afirmaban que la reglamentación gubernamental sólo se podía
justificar si estaba encaminada a asegurar el libre mercado, ya que la riqueza nacional
era la suma de todas las riquezas individuales y el bienestar de todos se podía alcanzar
con más facilidad si los individuos podían buscar su propio beneficio sin limitaciones.
Este nuevo planteamiento se reflejaba sobre todo en el libro "La riqueza de las
naciones" (1776) del economista escocés Adam Smith.
El sistema de librecambio, que prevaleció durante el siglo XIX, empezó a
perder fuerza a principio del siglo XX, al replantearse los elementos filosóficos del
mercantilismo que originaron el neomercantilismo. Se volvieron a imponer fuertes
aranceles a la importación, por razones políticas y estratégicas y se fomentó la
autarquía económica como sistema contrapuesto a la interdependencia comercial de
los países. Esta tendencia volvió a cambiar de signo más tarde, pero fue asociada con
el nacionalismo y la competencia estratégica que provocaron, entre otras causas, la I
Guerra Mundial, demostrando de esta forma que el mercantilismo tenía una fuerte base
política.
Las flotas y los galeones.
En los primeros tiempos se organizaban expediciones sueltas que enviaba cada
armador o comerciante; pero el contrabando y los piratas obligaron a las autoridades a
formar flotas compuestas por varias naves artilladas que navegaban juntas. A partir de
1573 este sistema de "flotas y galeones" se volvió obligatorio y oficial y todo navío
debía ir o regresar de México formando parte de la flota bajo pena de severas
sanciones.
Cada año se equipaban en Sevilla dos flotas: una con destino a Veracruz (México),
denominada flota de "Nueva España" y la otra a Portobelo (Panamá), llamada
de "Tierra Firme" de la que se desvinculaban algunas naves para Cartagena y
Caracas: una Quinada Real les servía de protección.
La flota de Tierra Firme marchaban directamente de España a Santo Domingo,
licenciaba allí los barcos que se dirigían a Río de Hacha. Venezuela, Margarita, etc. Y
seguía con los demás hasta Cartagena y Santa Marta.
De allí, al cabo de un mes, se dirigían a Portobelo, desde donde los productos eran
transportados por tierra hasta Panamá, y de allí embarcados para el Callao, donde se
separaban los destinados a Chile. Los que debían ser enviados al Alto Perú, eran
transportados a lomo de mula, o en carretas, hasta Potosí.
Los comerciantes del Río de la Plata iban a proveerse a Potosí, pasando por Jujuy,
Salta y Córdoba. Los productos llegan así a Buenos Aires después de larga
peregrinación, muy recargados sobre su valor primitivo.
Poco tiempo después de la llegada de los galeones, los comerciantes de la América del
Sur llevaban sus productos a Portobelo, para ser cambiados allí por los artículos
manufacturados. En este último puerto la flota esperaba las mercaderías, que a lomo
de mula atravesaban el istmo de Panamá, punto en donde la Armada del Mar del
Sur había dejado los productos recogidos en Valparaíso, Callao y Guayaquil.
Portobelo era, pues, el emporio del comercio sudamericano. Ambos convoyes
cargados con esmeraldas de Nueva Granada, perlas de Margarita, tabaco, cacao, etc.
de Venezuela, minerales de Nicaragua, metales preciosos del Perú y de Méjico y sus
respectivas flotas defensoras, volvían a Cádiz.
El cargamento de los buques se efectuaba en España, por comerciantes de Sevilla y
Cádiz, con la intervención de la Casa de Contratación, la que indicaba qué artículos y
qué cantidad debían embarcarse; los productos que de retorno debían llevar y las
escalas que tenían que hacer.
Las Ferias
En Portobelo, Panamá y Potosí se efectuaban ferias anuales que duraban de 30 a 40
días y allí se llevaban los productos de las minas, la vainilla, el palo de campeche,
quinina, cueros, sebos y cereales para cambiarlos por productos procedentes de
España.
El Monopolio Mercantilista.
A menudo se ha llamado a este sistema monopolio comercial, desvinculándolo
totalmente de las teorías económicas vigentes y juzgándolo desde puntos de vista
parciales o deficientes.
Fue monopolio en el sentido de que España era el único vendedor y el único
comprador, según lo pedían las doctrinas estatistas de los teóricos del mercantilismo.
Contra ese único comprador y vendedor protestaban los países con mercantilismo
de flotas y fletes, como Inglaterra y Holanda. Pero Inglaterra era también
cerradamente monopolista, ya que según el Acta de Navegación de Cromwell, todo el
comercio vino a quedar en manos de los ingleses y en barcos de esa nacionalidad.
El mercantilismo inglés y el francés dieron excelentes resultados en sus respectivos
países.
Para España.
Ventajas: el sistema le permitió un efectivo contralor del comercio con los reinos de
Indias, gracias al sistema de flotas y al régimen de puerto único.
Inconvenientes: aguzó el ingenio y la apetencia de los contrabandistas, no sólo
ingleses y holandeses, sino también españoles. Incluso las autoridades se mezclaron
con el contrabando, que resultó siempre un magnífico negocio en perjuicio de la
Corona.
Para América
Inconvenientes: restringió mucho el comercio, encareció enormemente los precios y
fomentó el descontento.
Ventajas: Tales restricciones involucraron una ventaja no bien apreciada. La
necesidad avivó el ingenio de los americanos: como las mercaderías eran costosas,
estos prefirieron elaborarlas en el país.
De ese modo, las ciudades del Interior hicieron surgir una abundante industria
manufacturada.
En ese sentido, el monopolio encarecedor fue la mejor incentivación y la mejor defensa
de los telares, obrajes, ingenios, talleres, molinos y viñedos, crecidos a la sombra de la
necesidad.
El contrabando.
El régimen español de los siglos XVI y XVII y la prohibición impuesta a los extranjeros
de comerciar con las posesiones americanas, trajeron como consecuencia
el contrabando o comercio clandestino que no pagaba derechos aduaneros, violaba y
defraudaba al fisco.
Los ingleses, portugueses y holandeses introducían toda clase de géneros; aun los
mismos concesionarios de las flotas entregándose con descaro al contrabando.
Por razones políticas España permitió que Francia pudiera comercializar con el Perú,
permiso aprovechado por los franceses para introducir en Lima toda clase de
mercaderías.
En el Río de la Plata, muchas veces las embarcaciones procedentes de Sevilla se
detenían en el Brasil, para cargar allí los géneros e introducirlos luego en Buenos Aires.
Otras veces las naves penetraban en el estuario del Río de la Plata y pasaban a los
barcos españoles su cargamento, en retorno de los frutos del país que éstos cargaban
clandestinamente.
La Colonia del Sacramento y Las Antillas, fueron los dos focos principales del
contrabando con Hispanoamérica. Estas posesiones españolas fueron utilizadas por
Inglaterra, Francia, Holanda y Portugal para arruinar el comercio de España.
A efectos de cortar todos estos abusos del contrabando, los comerciantes de Cádiz
fueron autorizados para enviar buques de registro sueltos con lo que se suprimió el
sistema de galeones. Esta medida fue utilísima para el Río de la Plata que pudo
obtener los artículos europeos en más abundancia y menor precio.
Corsarios y piratas.
Los corsarios y piratas, generalmente ingleses, franceses y holandeses, se organizaron
para atacar las flotas españolas y apoderarse de las riquezas y mercaderías que
transportaban.
Los corsarios actuaban cuando su país mantenía guerra con España. El botín
capturado se repartía correspondiendo una parte al Estado. Sus actividades cesaban al
declararse la paz.
Los piratas operaban en todo tiempo, por cuenta y riesgo propio y se distribuían entre
sí el producto. Su centro estaba en la isla Tortugas, al norte de Haití, desde donde se
enseñorearon durante los siglos XVII y XVIII del mar de las Antillas.

Organización Económica de América durante el siglo XVIII


La nueva Orientación Económica.
Durante el siglo XVIII, nuevas teorías económicas reemplazan al Mercantilismo. Nace
la FISIOCRACIA. Los Borbones españoles adhirieron a este movimiento de inspiración
francesa, que tenía dos principios:
a. La riqueza de un país se basa en la explotación racional de la tierra.
b. El Estado debía intervenir lo menos posible en lo económico, dejando
libre juego a las leyes de la naturaleza.

Después de una gira por Europa, efectuada por encargo de Fernando VI, el
irlandés Bernardo Ward publicó su famosa obra "Proyecto Económico", en la que
aconsejaba la adopción de medidas liberales en el orden industrial y comercial.
Poco a poco se fue operando la evolución. Los reyes comprendieron la necesidad de
fomentar la agricultura y el comercio local, suprimiendo las medidas restrictivas que
dificultaban el intercambio de las mismas.
Ante el peligro de que resultare comercialmente eliminada a España, Felipe V firmó, en
1720, un "Proyecto para los galeones y flotas del Perú y Nueva España y para navíos
de registro y avisos, que navegaren a ambos reinos".
Al no obtenerse los beneficios esperados, el sistema de flotas fue suprimido en 1740.
Se adoptó entonces el sistema de los buques de registro, con destino a cualquier
puerto americano.
Una Real Cédula dada el 16 de Octubre de 1765 puso fin al régimen de puerto único,
disponiendo que Cádiz, Sevilla, Alicante, Málaga, Cartagena, Barcelona, Santander, La
Coruña y Gijón podrían comerciar con los de La Habana, Santo Domingo, Puerto Rico,
Margarita y Trinidad.
El Reglamento de Comercio Libre de 1778.
Debe tenerse presente que el tan comentado régimen de "flotas y galeones" nunca fue
aplicado rígidamente, porque a menudo los monarcas concedieron permisos aislados o
temporarios al margen de dicho sistema. Merced a estas franquicias, el Río de la Plata
tuvo frecuentes relaciones comerciales directas con España. Por Buenos Aires
entraban mercaderías que eran luego vendidas en el interior, como no se hacía
diferencia entre las llegadas legalmente y las introducidas de contrabando, se
estableció, como un intento de contralor, la Aduana Seca de Córdoba en 1622.

De acuerdo con las nuevas concepciones económicas, don Carlos III promulgó en


1778 un "Reglamento para el comercio Libre de España e Indias" el cual tenía 55
artículos, entre los cuales se establecía lo siguiente:
 Trece puertos españoles, además de los de Mallorca y Canarias, podrían
comercializar en adelante con América (art. 4º).
 Veinticuatro puerto americanos - entre ellos Buenos Aires- podrían comercializar
con los de la Península (art. 5º).
 En los puertos mayores, los productos españoles pagaban
un impuesto correspondiente al 3% de su valor; los productos extranjeros un 7%
(arts. 16º y 17º).
 Ciertos productos españoles fueron eximidos de impuestos, con el objeto de que
su precio les permitiera competir con los extranjeros (art. 22º)

Comercio de Esclavos.
A principios del siglo XVIII, por el tratado de Utrecht, Inglaterra obtuvo se le reconociera
el privilegio del comercio negrero en las Indias por espacio de 30 años. A partir del 24
de noviembre de 1791 quedó establecida la libre internación de negros, permitiéndose
la introducción de instrumentos de labranza y la entrada de extranjeros en los puertos
para esta clase de comercio.
Comercio con colonias extranjeras.
En el mismo sentido que las disposiciones del comercio libre, pocos años después la
Real Orden del 4 de marzo de 1795 autorizó el comercio con las Colonias extranjeras
bajo las siguientes condiciones:
 Podían conducirse de Buenos Aires a las Colonias extranjeras los frutos y
producciones que no fueran de retorno para España;
 No podían introducirse géneros y efectos similares a los producidos en España,
pero sí negros, azúcar, café y algodón;
 Su introducción no sufría gravámenes impositivos.

Las Reformas Económicas y la Real Hacienda.


Las radicales innovaciones establecidas en el orden comercial exigieron
una renovación del régimen de la Real Hacienda. Los nuevos organismos
administrativos fueron establecidos sucesivamente:
 El Tribunal de Cuentas o Contaduría Mayor, que llevaba la contabilidad de las
entradas y salidas de fondos, fue establecido en Buenos Aires en 1767.
 La Superintendencia General de la Real Hacienda, la más alta autoridad en
cuestiones de finanzas, establecida en 1778; diez años después fue suprimida,
pasando sus atribuciones al virrey.
 La Junta de la Real Hacienda fue erigida en 1784 y fiscalizaba
la gestión financiera de la Intendencia y de los Cabildos.

Las Aduanas y los Resguardos.


Para percibir el almojarifazgo y otros impuestos funcionaban en los puertos
las aduanas; también solía haberlas en el interior, recibiendo entonces el nombre
de Aduana Seca. Integraban estas administraciones financieras, además
del administrador general, un vista, un alcaide, un contador, varios oficiales de
contaduría, etc. funcionarios todos nombrados por la Metrópoli.
 El 7 de febrero de 1622, a pedido de los comerciantes limeños, se fundó
en Córdoba una Aduana seca que recargaba con un 50% los géneros introducidos
en el interior desde Buenos Aires.
 Para evitar eficazmente el contrabando, se creó en 1779 el Resguardo, especie
de Gendarmería Nacional, cuerpo formado por oficiales y tropa, encargado de
fiscalizar las riberas y salidas terrestres.

El Progreso de Buenos Aires.


Las medidas económicas adoptadas por los Borbones, tendientes todas a dar mayor
fluidez al comercio, transformaron totalmente a Buenos Aires.
La ciudad comenzó a crecer con la pujanza propia de un puerto que centralizaba todo
el comercio del virreinato como un intermediario insustituible.
Es necesario tener en cuenta que toda medida favorable a la libertad de comercio,
generalmente alabada sin serio análisis, contribuyó siempre a aumentar las ganancias
de los comerciantes intermediarios del puerto.
Sin embargo, la crítica serena ha demostrado que estas medidas, cuando más
favorecían a Buenos Aires, tanto más perjudicaban al interior del país.
En efecto, las mercaderías del exterior comenzaron a inundar el virreinato, con grave
perjuicio de las que se fabricaban en él.
EL VIRREINATO DEL RIO DE LA PLATA.
Creación de nuestro Virreinato (1777).
La organización política y administrativa dada por Carlos I y Felipe II a América
apenas varió durante dos siglos. Prácticamente todo se concentraba
en torno de México y de Lima.
Las nuevas teorías acerca del Estado, las concepciones del Despotismo Ilustrado, las
necesidades estratégicas y las doctrinas económicas en boga, hicieron que se
produjeran notables modificaciones en la organización política y administrativa de
América durante el siglo XVIII.
En 1776, don Carlos III, movido por las urgencias de las necesidades estratégicas,
nombró Virrey del Río de la Plata a don Pedro de Cevallos.
Con todo, es necesario notar que la idea de crear un virreinato que abarcara estas
regiones no era nueva, sino conocida, discutida y aprobada desde tiempo atrás. Pero
el carácter militar del nuevo virreinato queda claramente marcado si se tiene en cuenta
que el primer virrey no vino precisamente acompañado de jurisconsultos y magistrados,
sino con 9000 soldados que fueron prontamente empleados de los menesteres de la
guerra.
Extensión del Virreinato.
El Virreinato del Río de la Plata abarcaba desde los 15º de latitud hasta el extremo sur
del continente y encerraba dentro de sus límites a las actualesrepúblicas de
Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia, así como una parte del Brasil y de Chile.
La incorporación del Alto Perú se debió a la necesidad de dar al Río de la Plata una
mayor solvencia económica basada en las minas de aquella región,lo que no dejó de
provocar amargos resentimientos en Lima.
Las Instrucciones del Virrey Ceballos.
En noviembre de 1776, Cevallos partió desde el puerto de Cádiz, provisto de
instrucciones que lo autorizaban a recuperar los territorios de la Corona Española
usurpados por los lusitanos. Aunque se dejaba a su criterio el plan que debía seguir, se
le especificaba la reconquista de Río Grande, de la isla de Santa Catalina y de la
Colonia del Sacramento.
Carlos III iniciaba así una firme política exterior respecto de estas tierras, realmente
opuesta a la que había guiado la mano que había firmado el Tratado de Permuta en
1750.
Organización Política y Administrativa del Virreinato.
Al aplicarse la Real Ordenanza de Intendentes en 1782 – reajustada en 1788 – el
Virreinato del Río de la Plata adquirió la constitución política y administrativa que había
de conservar hasta 1810.
Todo el territorio quedó dividido en ocho intendencias y en cuatro gobernaciones
militares subordinadas.
1. Intendencia de Buenos Aires: comprendía las actuales provincias de Buenos
Aires, La Pampa, toda la Patagonia, las de Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes,
Formosa y parte del Chaco.
2. Intendencia de Córdoba del Tucumán, formada por las provincias de Córdoba,
La Rioja, San Luis, Mendoza y San Juan.
3. Intendencia de Salta del Tucumán, que abarcaba Santiago del Estero,
Tucumán, Catamarca, Salta y Jujuy.
4. Intendencia del Paraguay, que comprendía el territorio de la antigua
gobernación del mismo nombre.
5. Intendencia de Potosí, que abarcaba el sur del Alto Perú y tenía salida hacia el
Pacífico.
6. Intendencia de Cochabamba, en el centro del Alto Perú.
7. Intendencia de La Paz, entre el Titicaca y el macizo andino.

Los Cuatro Gobiernos Fronterizos.


La Real Ordenanza de Intendentes de 1782, además de sus intendencias
autónomas creó, en lasa zonas fronterizas con el Brasil, Gobernaciones político-
militares subordinadas al gobierno central.
8. Presidencia de Charcas, era la más pequeña de todas y su autoridad superior
llevaba el título de Presidente, por serlo de la Audiencia que allí había.
9. Gobierno Militar de Montevideo, comprendía un territorio que rodeaba la
ciudad y plaza fuerte del mismo nombre.
10. Gobierno Militar de las Misiones, comprendía una buena franja al norte y sur
de nuestra actual provincia de Misiones y una treintena de pueblos.
11. Gobierno Militar de Moxos, al norte de la Intendencia de Cochabamba.
12. Gobierno Militar de Chiquitos, comprendía aproximadamente el Chaco
paraguayo-boliviano.

Estos gobiernos estaban subordinados directamente a la autoridad central, que los


proveía de los recursos militares necesarios dada su condición de fronterizos.
La Creación de la Real Audiencia de Buenos Aires.
Buenos Aires había tenido una Real Audiencia entre los años 1661 y 1671. Tuvo una
existencia breve "por falta de trabajo".
Salvo ese lapso de diez años, todo asunto concerniente a la Real Audiencia era dirigido
al de Charcas.
En cuanto se creó el virreinato se consideró de absoluta necesidad la erección de una
Audiencia en Buenos Aires.
Los informes de Cevallos decidieron al Rey establecer en Buenos Aires una Real
Audiencia, con cuatro oidores presididos por el virrey (1783). Se le asignó jurisdicción
sobre las intendencias de Buenos Aires, Córdoba del Tucumán, Salta del Tucumán y
Paraguay.
La Organización Militar.
La defensa militar, tanto terrestre como marítima, del inmenso territorio americano,
estuvo a cargo, en un comienzo, de una Junta de Guerra, función que pasó más tarde
a los respectivos Ministerios de Guerra y Marina, creado por los Borbones.
En un principio, la seguridad se limitó a las ciudades y sus alrededores, así como a lo
largo de algunas costas; más tarde se establecieron "líneas de fronteras" mediante el
emplazamiento de fortines que delimitaban el dominio español del indígena.
Estas guarniciones permanentes eran defendidas por cuerpos de caballería –
blandengues –armados de lanza y carabina.
La defensa territorial americana estaba confiada a los cuerpos de veteranos o de
línea procedentes de España, así como también a las milicias locales.
En las ciudades principales había un comandante de armas y otras autoridades
militares de menor categoría.
La defensa marítima la realizaban flotas de pesados galeones. Tres grandes armadas
zarpaban de la Península y escoltaban a los buques mercantes que venían a América
hispánica: la del Mar del Norte, la del Mar del Sur y la de Barlovento, que patrullaba las
cercanías de las islas de las Antillas y protegía la flota que surcaba los mares de las
regiones.
Existían además, en los principales puertos americanos, flotillas locales, encargadas de
patrullar las costas circunvecinas.
Las Milicias.
A mediados del siglo XVIII se organizaron importantes contingentes de milicias que
reemplazaron las fuerzas improvisadas que combatían contra la indiada.
Las milicias sufrieron profundas reformas en 1801 con la sanción del "Reglamento para
milicias disciplinadas de Infantería y Caballería del Virreinato de Buenos Aires". Por él
se establecía el número de batallones de milicias, la obligación de anotarse todos los
varones entre los 15 y 45 años para elegir entre ellos los que formarían los cuerpos, los
exentos de prestar este servicio, las concentraciones, las prácticas que realizarían las
tropas, la provisión de vestuario, la designación de jefes y oficiales y el goce del fuero
militar.
Estas milicias auxiliadas por los cuerpos de línea tuvieron ocasión de demostrar su
valentía y su eficiencia en ocasión de las invasiones inglesas.
LA INTEGRACION DE LA ECONOMIA MUNDIAL
Introducion de la integración económica
Desde la segunda mitad del siglo XIX y hasta la Primera Guerra Mundial, Gran Bretaña
fue la nación líder del comercio internacional con un sistema basado en el librecambio,
es decir, sin trabas comerciales, sin barreras arancelarias, sin obstáculos para el
movimiento de trabajadores y capitales, y con convertibilidad de las monedas al patrón
oro.

Una vez terminó la Primera Guerra Mundial y a raíz de la pérdida de poder como
resultado de la guerra, Gran Bretaña dejó de ser el centro del comercio mundial, lo que
a su vez, impactó las relaciones económicas internacionales.

La crisis económica mundial desatada por la depresión de 1929, aceleró la caída del
sistema comercial por lo que los países comenzaron a aplicar políticas proteccionistas
como el aumento de los aranceles aduaneros y la imposición de obstáculos a las
importaciones.

En 1930, EE UU promulga la ley Smooth Hawley con la que incrementa los aranceles
de 900 artículos. Así mismo, Gran Bretaña abandona el patrón oro (1931) y aprueba la
ley de Derechos de importación (1932). Estos acontecimientos no solo acabaron con la
época del libre comercio, sino que presenciaron una caída importante en el intercambio
de manufacturas.

Por lo anterior, en 1934, EE UU ratifica la Ley de Acuerdos Comerciales Recíprocos y


da inicio a una política comercial basada en la negociación de acuerdos bilaterales que
se basaban en el “principio de la reciprocidad”, es decir, aplicar una reducción a los
aranceles de determinados productos a cambio de un trato equivalente o recíproco. Así
mismo, se reinstaura el “principio de la Nación Más Favorecida” para explicar que si se
concede a un país una ventaja especial, ese trato debe ser extendido automáticamente
a las otras partes que firmaron el acuerdo.

De esta forma, el librecambio se sustituyó por el bilateralismo y este predominó hasta


finales de la Segunda Guerra Mundial cuando nacen EE UU y la Unión Soviética como
bloques ideológicos e influyentes.
EE UU mantuvo una visión liberal y propuso la reconstrucción de un mundo
estructurado, desde el punto de vista económico, en un trípode institucionalizado que
se compuso de la siguiente forma:

 Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento.

 Fondo Monetario Internacional (FMI).

 Organización Mundial de Comercio (OMC)


Una vez estas instituciones fueron creadas y a medida que el comercio iba avanzando,
los países comenzaron a ver los procesos de integración como una nueva forma de
hacer frente al desarrollo económico, buscar la paz y dar fuerza al poder de
negociación internacional.

La economía mundial en el periodo entre guerras (1920-1939)

El periodo entre las dos guerras mundiales tuvo su evento más significativo en la gran
crisis económica de 1929-1932 y en el posterior New Deal para superar dicha crisis,
pero también hubo otros hechos económicos relevantes como el surgimiento de
Estados Unidos como la nueva económica líder en el mundo y su transcendental
intervención a través del Plan Dawes para rescatar a las economías europeas del
desastre provocado por los acuerdos de Versalles.

Estados Unidos como potencia hegemónica

Después de la primera Guerra Mundial, la importancia económica de Europa entró en


una fase de declive debido, entre otros elementos, a que su producción industrial cayó
33% entre 1913 y 1920.15 Esto abrió la puerta para que Estados Unidos, quedara
como la única potencia económica que podía hacer frente al problema más urgente que
era la escasez de alimentos en Europa, por lo que la American Relief Association
facilitó alimentos por 1 415 millones de dólares (mdd) a Europa.16
Las exportaciones totales de Estados Unidos pasaron de 2 800 a 7 300 mdd de 1913 a
1917; las exportaciones de trigo y harina de trigo pasaron de 125 a 505 mdd, las de
carne de 68 a 668 mdd entre 1913 y 1918. Al interior de su economía, los Estados
Unidos se vieron favorecidos por un auge en la industria pesada (hierro, acero, carbón,
etc.) y la construcción de nuevas fábricas de armas y municiones. Se estima que la
tasa de beneficio de las empresas pasó de 20 a 120% de 1915 a 1918; y que en la
agricultura los beneficios netos pasaron de 3 900 a 8 900 mdd entre 1913 y 1918.17

El auge la coyuntura de guerra hizo que Estados Unidos pasara de ser un país deudor
a ser un país acreedor; sus inversiones en el exterior aumentaron 50% entre 1914 y
1919, en tanto que las inversiones externas en territorio norteamericano cayeron de 7
200 a 4 000 mdd en el mismo periodo. Finalmente, no debemos olvidar que los
gobiernos aliados le compraron a Estados Unidos diversas mercancías por un valor de
14 200 mdd.18

América Latina y Japón también se beneficiaron del retiro del mercado mundial de la
producción europea. Japón logró un fuerte incremento de sus exportaciones hacia los
mercados asiáticos, pero el principal efecto positivo fue sobre su mercado interno, el
cual se vio favorecido por la expansión de la industria del hierro y el acero, construcción
de maquinaria, astilleros e industria química. América Latina, por su parte, aumentó sus
exportaciones de alimentos y materias primas, y se benefició del aumento de los
precios de sus productos en el mercado internacional, en cuanto a su mercado internó,
los países más avanzados de la región comenzaron la sustitución de importaciones
más como un respuesta a la coyuntura que como una política oficial para el desarrollo
económico.19

Las consecuencias de Versalles y el Plan Dawes

Estados Unidos había adoptado una política aislacionista porque no quería jugar el
papel de “proveedor” de los aliados, y menos que ellos llegaran a tener control sobre
sus recursos naturales, además de que ideológicamente consideraba a la iniciativa
privada libre de trabas como el instrumento más adecuado para hacer frente a las
tareas de la reconstrucción. La principal preocupación de Estados Unidos era recuperar
los préstamos (junto con los intereses devengados) que habían hecho a sus aliados
durante la guerra, pues los consideraba como una transacción comercial ordinaria, sin
embargo, esta postura cambió cuando se agudizaron los problemas económicos en
Europa.

El principal obstáculo para la recuperación de la economía internacional era el


problema de las deudas interaliadas. Estados Unidos había hecho préstamos 7 100
mdd a sus aliados,20 siendo el Reino Unido su principal deudor; pero el Reino Unido, a
su vez, prestó a los aliados el doble de lo que recibió de Estados Unidos,
especialmente a Francia; éste último país esperaba recibir de Alemania las
correspondientes reparaciones de guerra para que de ese modo iniciara el círculo de
pagos.21

Sin embargo, las pésimas condiciones económicas en que había quedado Alemania le
impedían hacer frente al pago de reparaciones de guerra, por lo que en julio de 1922
pidió una moratoria que Francia no aceptó, y a finales de ese año Alemania no pudo
cumplir con los pagos acordados y en enero de 1923 Francia y Bélgica invadieron la
cuenca del Ruhr creando nuevas movilizaciones militares. A esto hay que agregar que
el Reino Unido cayó en una situación financiera insostenible porque pagaba a Estados
Unidos más de lo que recibía por concepto de deudas aliadas y reparaciones de
guerra.22

La economía alemana, por su parte, era un verdadero caos. El marco alemán se había
devaluado 3 000% entre 1919 y 1921, y para noviembre de 1923 un dólar se cotizaba
en 4 200 millones de marcos. La hiperinflación y el desempleo masivo colapsaron la
economía de Alemania, lo que obligó a la reconsideración de toda la cuestión de las
reparaciones de guerra.23

En septiembre de 1924, por iniciativa de los Estados Unidos, entró en vigor el Plan
Dawes. El Plan ponía orden respecto a la cantidad que Alemania debía pagar por
reparaciones de guerra: se pactó una reducción del monto total, se amplió el plazo de
los pagos a 72 años, y los pagos anuales se elevarían gradualmente de 1 000 hasta
llegar a los 2 500 millones de marcos en 1929. Además, se concedió a Alemania una
“moratoria virtual” durante el primer año, pues los 800 millones de marcos que debía
pagar fueron liquidados gracias a un préstamo multinacional sostenido básicamente por
Estados Unidos.24

A diferencia de Versalles, donde se suponía que Alemania obtendría el dinero para el


pago de las reparaciones de guerra mediante emisiones de bonos sin ninguna garantía,
el Plan Dawes estableció claramente las fuentes de financiamiento sin asfixiar a la
economía de Alemania: impuestos federales (50%), impuesto sobre la renta bruta de
los ferrocarriles (11.6%), bonos garantizados con hipoteca sobre los bienes de capital
de la industria (12%) y bonos garantizados con hipoteca sobre los ferrocarriles (26.4%).
El Plan también aclaró la forma en la que debían distribuirse los pagos de reparaciones
de guerra entre los aliados: Francia (52%), Reino Unido (22%), Italia (10%), Bélgica
8%, y otros países (8%).25

Gracias a la puesta en marcha del Plan Dawes, hubo una mejora general de las
condiciones monetarias de toda Europa: Alemania logró equilibrar su presupuesto y
volvió al patrón oro a finales de 1924; la libra esterlina también regresó al patrón oro en
1925 con la paridad de preguerra respecto al dólar,26 y para ese año la producción en
Europa volvió al nivel que tenía en 1913. En suma, el Plan Dawes fue una contribución
útil para la mejoría de los aspectos económicos y políticos de las relaciones
internacionales.
La “Gran Depresión” de (1929-1933)

A penas se estaban disfrutando los efectos benéficos del Plan Dawes cuando
sobrevino la peor crisis que ha vivido el capitalismo mundial en toda su historia.
Conviene distinguir entre crisis financiera y crisis económica, la primera es una causa,
entre otras, de la segunda.

La crisis financiera

Las causas principales de la crisis financiera fueron: una política de “dinero fácil” de la
Reserva Federal otorgando créditos a una tasa de interés muy baja; la fragmentada
estructura del sistema bancario; la estructura monopólica de los negocios (investment
trusts y holdings companies) favorable a los fraudes de todo tipo; la falta de supervisión
de las autoridades monetarias; y las declaraciones optimistas de influyentes hombres
de negocios, banqueros27 y expertos28 que contribuyeron a incitar una especulación
general y desenfrenada en el mercado de valores.

El incremento del precio de las acciones cotizadas en la bolsa de valores de Nueva


York a partir de marzo de 1928 no se hallaba en relación con el aumento de los
beneficios de las empresas, sino que era resultado de operaciones especulativas en las
que los bancos obtenían enromes ganancias sin riesgo mediante el siguiente
mecanismo: se pidieron créditos a los bancos para comprar acciones, a plazos muy
cortos y a una tasa de interés muy elevada de 12%; si esos créditos se pagan o no, no
era motivo de preocupación para los bancos que incluso aceptaban de buena gana
como garantía las mismas acciones compradas, porque los bancos recibían crédito de
la Reserva Federal a una tasa de 5%, lo cual les aseguraba, por la sola intermediación,
una ganancia neta de 7 puntos porcentuales. Se estima que en junio de 1928 los
préstamos para especular en la bolsa ascendían a unos 5,000 mdd y que para octubre
de 1929 alcanzan los 7 000 mdd.29
El desplome de la Bolsa comenzó el jueves 24 de octubre de 1929 cuando se pusieron
a la venta 12.9 millones de acciones, y para el martes 29 de octubre se ofrecieron 33
millones de acciones que nadie compró. De octubre de 1929 a julio de 1933 el valor
total del capital negociado en la Bolsa disminuyó 74 000 mdd.30

La crisis económica

Con la crisis financiera sobrevino la crisis económica, primero en Estados Unidos y


luego en la economía mundial. Entre 1929 y 1932, la producción industrial en Estados
Unidos cayó alrededor de 50%; la producción de maquinaria y equipo 75%; la inversión
privada pasó de 15 800 a 900 mdd; quebraron 5 096 pequeños bancos regionales; y en
1933 la tasa de desempleo era de 27% afectando a 13 millones de personas. La
deflación hizo su aparición: el nivel general de precios de la economía, para compras al
mayoreo, cayó 28.2% y los precios de los productos agrícolas cayeron 58.7 por
ciento.31.

Cuadro 1.

Variación porcentual de la producción, 1929-1932

  PIB  Industria 
Estados Unidos  - 44.7  - 28.0 
Alemania  - 40.8  - 15.7 
Francia  - 25.6  - 11.0 
Reino Unido  - 11.4  - 5.8 
Fuente: Niveau (1974).

Estados Unidos alimentaba el comercio internacional con sus exportaciones de


capitales, y con los cuantiosos préstamos que entre 1924 y 1929 otorgó a Alemania
para que ese país pagara a Francia e Inglaterra lo acordado en el Plan Dawes, eran los
recursos que hacían posible que Francia e Inglaterra también pagaran a Estados
Unidos, y éste a su vez continuara prestando más dinero a Alemania.
Con la crisis económica en Estados Unidos el comercio internacional y el círculo de
pagos se colapsó al secarse la fuente de recursos. Estados Unidos dejó de comprar
materias primas, y Europa y América Latina dejaron de comprarle productos
manufacturados. El sistema monetario internacional se derrumbó en 1931 cuando el
Reino Unidos abandonó el patrón oro. A nivel mundial, la producción industrial cayó
37% (Estados Unidos representaba 45% de la producción industrial mundial); el
comercio internacional cayó 25% en volumen y 60% en valor. 32

La crisis económica se profundizó por dos razones. En primer lugar, porque cada país
trató de “exportar su desempleo” con medidas proteccionistas y devaluaciones
competitivas ante el fracaso de la cooperación internacional. De 1927 a 1931, Alemania
aumentó su tarifa sobre el valor de las importaciones de productos agrícolas de 27 a
83%, Francia de 19 a 53% e Italia de 25 a 66%. En segundo lugar, porque los
economistas liberales, que tenían considerable influencia en el mundo de los negocios,
a pesar de la depresión continuaban proponiendo medidas ortodoxas basadas en una
“moneda sana” y “un presupuesto equilibrado” por temor a la inflación. 33

El New Deal34

Para salir de la crisis económica se aplicó, primero en Estados Unidos y luego en el


resto de los países, una política económica de tipo heterodoxo basada en el
pensamiento de economistas como John M. Keynes, que tenía por objetivo crear
inflación y reactivar el crecimiento económico, teniendo como instrumento básico el
aumento del gasto público financiado con emisión monetaria. Al conjunto de medidas
concretas para salir de la crisis que fueron aplicadas por la administración del
presidente Roosevelt se le conoció como New Deal.

En cuanto al valor del dólar se decidió: prohibir las exportaciones de oro, lograr una
emisión monetaria sin contrapartida en oro, dar seguimiento a la devaluación del dólar
respecto al oro y la acuñación ilimitada de moneda de plata. En cuanto al sector
financiero, se creó el seguro sobre los depósitos bancarios, y se impidieron los créditos
para la especulación en la Bolsa.

Para provocar el alza de los precios se autorizó al gobierno la compra y el


almacenamiento de la producción agrícola y la limitación de las cosechas; para
incentivar la inversión se buscó un régimen más competitivo para las empresas; para
reactivar el consumo se decretaron aumento de salarios y reducción de las horas de
trabajo; y como medida fundamental se autorizó al gobierno a financiar obras públicas
por 3,300 mdd, monto que después de elevó a 13 000 mdd que se emplearon en la
construcción de 122 000 edificios públicos, más de un millón de kilómetros de
carreteras, 77 000 puentes, y 285 Aeropuertos.

El New Deal fue la primera gran experiencia de intervención estatal en la principal


economía capitalista del mundo, tuvo sus efectos más sobresalientes en el terreno
social, por la ayuda a los desempleados a través de las obras públicas (para 1938 se
habían contratado 3.8 millones de desempleados). La conclusión es que si el gasto
público no hubiese sustituido al gasto privado, seguramente la depresión hubiese sido
todavía más grave o hubiera tomado más tiempo la recuperación.

Segunda Guerra Mundial y reconstrucción

La segunda guerra mundial tuvo sin duda muchas causas, pero en el ámbito
económico puede decirse que los gobiernos de Alemania y Japón hicieron una elección
deliberada del conflicto armado como instrumento de política, influidos por el
convencimiento de que la guerra podría servirles para solucionar sus problemas
económicos de más largo plazo.35 Antes del inicio de las hostilidades, el gobierno
nacional socialista ya había elevado el gasto militar para el rearme como base de su
política económica, e implementado el control de precios, salarios, comercio interno,
comercio exterior, y tipo de cambio para mantener altos niveles de producción y de
empleo, medidas que terminaron por aislar a Alemania de la economía internacional.
Objetivos económicos: el concepto de Grossraumwirtschaft 36

El aislamiento de Alemania propició que resurgiera la antigua tesis de la Mitteleuropa,


pero ahora con el nombre de Grossraumwirschaft (economía de las grandes áreas),
doctrina que fue desarrollada no sólo desde la esfera política, sino también desde la
esfera de los intelectuales.37 La tesis de la Grossraumwirtschaft buscaba un nuevo
orden económico mundial de tipo autárquico, lo que justificaba una política
expansionista. También se recurrió otra vez a la doctrina del Lebensraum (espacio
vital) para buscar la ampliación del territorio de Alemania y conformar un área
suficientemente grande para permitirle desempeñar su liderazgo económico en Europa;
y también se usó como pretexto la lucha contra el comunismo, aunque el objetivo de
quitar Ucrania a la Unión Soviética era más bien suministrarse materias primas.

La tesis de la Economía de las Grandes Áreas sostenía que la crisis mundial de 1929-
33 había puesto punto final a la etapa de desarrollo económico basado en el
capitalismo liberal y en el comercio internacional, por lo que la “era del Estado nacional”
como unidad económica debía ser reemplazada por la “era de las grandes áreas
geográfico-económicas”. Estas grandes áreas proporcionarían un mercado más amplio
que podía ser satisfecho, aún en una era de depresión, con sus propios recursos y
potencial productivo (autarquía de la “gran área”); de esta manera el empleo y el
ingreso ya no dependerían del comercio internacional, sino de la reordenación del
mapa mundial en áreas económicas “naturales” de mayor tamaño, tal como se habían
constituido los Estados Unidos y la Unión Soviética. Se suponía que Alemania, con
algunos territorios conquistados, sería el centro manufacturero y de desarrollo de esta
tercera gran área económica, en tanto que la periferia suministraría materias primas y
alimentos.

A la luz de los argumentos anteriores, resulta comprensible que esta tesis atrajera la
simpatía y el apoyo de ciertos círculos empresariales de Alemania que pensaban
extender sus intereses hasta las nuevas fronteras del Reich (imperio), como IG Farben,
un conglomerado químico, y Mansfeld, un grupo del ramo de los metales no férricos.
Así mismo, la tesis recibió el apoyo de aquellos grupos sociales cansados de los
vaivenes despiadados e incontrolables de la economía alemana vividos desde 1918.
Finalmente, la tesis fue aderezada con ideas raciales que reclamaban una
reconstrucción racial, política y económica de Europa.

Efectos de la guerra y recuperación económica 38

Evidentemente, la guerra tuvo efectos nocivos sobre la economía mundial. Se habla de


entre 45 y 50 millones de muertos, 42 millones de ellos en Europa y tan sólo en la
Unión Soviética unos 20 millones; además de 4 millones de heridos graves e inválidos.
El flujo migratorio, provocado por nuevas fronteras, ahondó la escasez de alimentos y
para evitar una crisis humanitaria de grandes proporciones en Europa, Estados Unidos
proporcionaron alimentos a Europa occidental, central y a la URSSde manera directa a
través de la ONU.

Hubo daños considerables a toda la infraestructura productiva sobre todo en


transportes, edificios y terrenos de cultivo, además de escasez de materias primas y la
industria que permaneció de pie contaba con maquinaria obsoleta. Existía gran
inflación por la impresión de papel moneda y por el aumento de la deuda pública que
los gobiernos de ambos bandos utilizaron para financiar los gastos de guerra: se estima
que tan sólo en Estados Unidos los dólares en circulación había pasado de 65 a 222.5
mdd entre 1939 y 1946; y paradójicamente, Europa no podía importar productos
norteamericanos por la escasez de dólares.

Sin embargo, fuera de Europa la guerra había algunos efectos positivos. La URSS, por
ejemplo, logró ampliar su territorio y su esfera de influencia en Europa oriental; su zona
asiática, tradicionalmente menos desarrollada que la zona Europea, se benefició por el
traslado de la maquinaria industrial confiscada a Alemania. Otras regiones como
Canadá, Oceanía, América Latina y Asia también vieron favorecidas sus industrias
locales por el aumento de la producción de alimentos, materias primas y bienes
manufacturados. El mundo tenía ahora un potencial productivo mayor debido al
aumento de la producción de bienes de capital y al progreso de la ciencia y la
tecnología.

Pero sin duda alguna fue en la economía de Estados Unidos donde la guerra tuvo los
mayores efectos positivos. Estados Unidos logró una rápida reconversión hacia una
economía de paz, pues en 1945 la mitad de la capacidad industrial se dedicaba a la
producción bélica, pero tan sólo dos años después había culminado ya en gran medida
la transición debido fundamentalmente a la adecuada planificación estatal, a los
programas de formación profesional dirigidos al antiguo personal militar, al veloz
incremento del consumo privado, a las inversiones en equipos e instalaciones y,
finalmente, a la exportación de bienes y servicios organizada por el Estado. La
economía norteamericana también se vio beneficiada por los siguientes elementos: el
aumento del empleo de la mujer, el incremento de la producción de armamento por la
carrera armamentista contra la URSS, el aumento de la productividad, el aumento de la
producción de bienes de capital, y el desarrollo de la ciencia y la tecnología para usos
civiles y militares.

A diferencia de lo ocurrido al término de la primera guerra mundial, ahora los Estados


Unidos asumieron de manera definitiva el papel de líder que les correspondía en el
nuevo orden mundial geopolítico, económico y social. Esto significó un cambio hacia
una política pronunciadamente internacionalista apoyándose para ello en la supremacía
económica que había alcanzado, por la que el dólar se convertía en la divisa del
comercio mundial y de los acuerdos internacionales. Con esta nueva política exterior
los Estados Unidos dirigieron la creación de las instituciones que en materia serían las
encargadas de la reconstrucción y el ordenamiento de las relaciones económicas
internacionales: el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.

El Plan Marshall
A inicios de 1947 los países europeos tenían enormes déficits en sus balanzas de
pagos, principalmente déficit comercial con Estados Unidos, lo que causaba una
escasez de dólares que obligó a los países europeos a reducir drásticamente sus
importaciones de bienes de capital procedentes de Estados Unidos, paralizando la
reconstrucción. Así mismo, la “guerra fría” hizo aumentar el interés de Estados Unidos
por una Europa económicamente sólida que pudiese actuar de contrapeso frente al
expansionismo ruso soviético. Para hacer frente a estos dos problemas Estados Unidos
anunció el 5 de junio de 1947 el Plan Marshall, 39 cuyo objetivo central era ayudar a la
reconstrucción de toda Europa.

El Plan Marshall contribuyó decisivamente a la renovación de las infraestructuras del


transporte, a la modernización de las empresas agrarias e industriales, a la
reanimación de la producción, el aumento de la productividad, a la dinamización de los
intercambios comerciales intereuropeos, propició la recuperación del mercado
monetario y de capitales de Londres, financió la recuperación del comercio mundial. En
lo político, condujo a Europa hacia la sociedad de bienestar y al Estado social, ganando
a Europa occidental como aliado de Estados Unidos. El Plan Marshall también fue
definitivo en la reconstrucción acelerada de Alemania Occidental al impedir el
desmontaje de la industria alemana sugerido por Francia, Rusia e Inglaterra.

LA COOPERACION INTERNACIONAL Y LA NUEVO DINAMICA COMERCIAL

Es indudable que desde fines de la década de los 80 y/o comienzos de los 90 el


proceso de integración de América Latina y el Caribe ha entrado en una nueva etapa.
La misma se ha caracterizado por el dinamismo e importancia que ha adquirido este
instrumento y por su revalorización como uno de los ejes centrales de la política de
desarrollo de los países de la región.

La larga historia de la integración regional en las últimas tres décadas es de sobra


conocida. Si bien pueden rescatarse ciertas experiencias indudablemente positivas, los
resultados de este proceso han sido generalmente escasos, lo que ha dejado una
visión de fragilidad y desencanto, sobre todo debido al enorme abismo que existió entre
las realizaciones y las expectativas que había generado.
Se pueden esgrimir múltiples razones para explicar por qué en la práctica los
mecanismos de integración de entonces no pudieron traducirse en avances y
realizaciones concretas. Quizás una de las más importantes fue que, desde sus inicios,
la integración nunca fue concebida como un proyecto político, y por ende integrada
plenamente en las políticas nacionales de desarrollo de cada país. Por el contrario,
siempre se le consideró como un mecanismo secundario o complementario de una
estrategia de desarrollo basada en una relación Norte/Sur con los países desarrollados,
a la cual siempre se le otorgó prioridad.

En segundo término, el propio modelo de desarrollo que siguieron los países de la


región durante buena parte de ese período tampoco fue conducente al avance de la
integración. El mismo se caracterizó por un crecimiento "hacia adentro", bajo el amparo
de altas barreras arancelarias y no arancelarias, que favorecían en cada país la
sustitución de importaciones y no el desarrollo de sus propias capacidades y
competitividades reales para poderse insertar mejor en el entorno regional y mundial.
La integración entre los países se limitó a aspectos meramente comerciales, y el
grueso del comercio intraregional se caracterizó por un intercambio de excedentes y
faltantes y no en la especialización intraindustrial caracterizante del comercio entre
países desarrollados.

Un tercer elemento fue la búsqueda de una integración de dimensión regional (caso


ALALC/ALADI), pero que careció de claridad en cuanto a sus objetivos y tampoco
contó con un compromiso gubernamental firme y obligatorio en cuanto a los plazos,
mecanismos e instrumentos para llevarlo a cabo. Asimismo, el sistema institucional
previsto adoleció de serias limitaciones.

Una cuarta razón puede asociarse con las dificultades de integración física
prevalecientes en un vasto territorio como el de América Latina y el Caribe. Las
carencias en infraestructura física, en particular en carreteras; las deficiencias en los
sistemas de transporte y telecomunicaciones y la ausencia de sistemas de información
fueron, entre otros, elementos importantes que dificultaron el desarrollo y crecimiento
de flujos de comercio entre los países de la región.

Asimismo, en el plano político, las interminables disputas limítrofes entre varios países
de la región agudizados por la existencia de gobiernos autoritarios, conflictos bélicos y
turbulencias políticas en muchos de ellos, fueron elementos desintegradores que
desalentaron los intentos de cooperación en América Latina y el Caribe.

Finalmente, los problemas inherentes a la desigualdad de tamaño económico entre los


distintos países, a la heterogeneidad en los grados de desarrollo, incluyendo los
diferentes grados de industrialización alcanzados, también tuvieron efectos negativos
que menoscabaron los objetivos integracionistas que inspiraron el periodo 1960-1990.

El nuevo dinamismo y profundización de la integración que se visualiza actualmente,


responde también a una serie de razones, tanto de orden externo como interno a la
región.
En primer lugar, es evidente que esta nueva etapa de la integración latinoamericana y
caribeña está relacionada con los profundos cambios que se vienen realizando en la
economía mundial desde mediados de la década de los ochenta. En particular, los
procesos de globalización e interdependencia de la economía mundial, la formación de
grandes bloques económicos concentradores de los principales flujos de riqueza,
comercio, inversiones, tecnología y conocimiento y los avances en el desarrollo
tecnológico.

Esta nueva situación puso de manifiesto el retroceso sistemático de la América Latina y


el Caribe en el sistema de relaciones económicas internacionales. Se ha ido tomado
conciencia de que estas profundas transformaciones y nuevos desafíos son hechos
reales con los cuales la región debe coexistir y ante los cuales no puede permanecer
pasiva o indiferente, si no quiere seguir perdiendo peso y gravitación y quedar aún más
marginada de un entorno mundial de rápida evolución. Por otro lado, ha quedado en
evidencia que las soluciones a los urgentes problemas que sufre la región no van a
llegar de afuera, sino que dependerán básicamente del esfuerzo y recursos propios de
la región. Frente a esta realidad, la integración constituye una respuesta válida. La
misma deja de ser una opción en la estrategia de desarrollo regional para convertirse
en una necesidad tanto política como económica.

El segundo hecho político de importancia proviene del establecimiento y consolidación


de los procesos democráticos en la región. Esta coexistencia de regímenes
democráticos ha terminado con las sospechas y ambiciones hegemónicas y de
dominación, cediendo paso a un auspicioso ambiente de convivencia y cooperación
entre los países del área, para enfrentar un destino común.

En tercer lugar, la adopción de políticas similares por parte de los países de la región -
en parte voluntaria y en parte inducida por los organismos financieros multilaterales a
través de programas de estabilización y ajuste estructural, orientadas hacia una mayor
apertura hacia el exterior, ha creado también un ambiente muy favorable para que los
países de la región se embarcaran en procesos integradores más ambiciosos en su
dimensión y alcance a los del pasado, buscando establecer zonas de libre comercio,
uniones aduaneras y eventualmente el establecimiento de mercados comunes.

Un cuarto aspecto, es el nuevo enfoque que adquiere el concepto de integración


regional. El mismo pasa a concebirse no sólo como un mecanismo hacia adentro, pero
también hacia afuera de la región, buscando realzar su capacidad económica y política
y potenciando sus propias capacidades para poder insertarse mejor en un entorno
internacional cada día más competitivo y cambiante. La integración constituye pues,
una estrategia para potenciar nuestra propia capacidad para relacionamos con el
mundo y no darle la espalda, como se ha hecho en el pasado.

Un quinto elemento, de suma importancia, ha sido el liderazgo y decidido apoyo político


que ha adquirido la integración por parte de los propios Presidentes de los países de la
región. Dicho proceso, ha pasado a ser un tema prioritario de las agendas
presidenciales y de sus reuniones periódicas donde se hace un seguimiento exhaustivo
de la situación y se ajustan las metas en consecuencia. Esta participación de los
Presidentes en la conducción del proceso, ha incidido a su vez en la participación
directa de los Ministros y funcionarios nacionales responsables de las políticas
sectoriales en el proceso de toma de decisiones de los diferentes acuerdos, en
contraste con épocas anteriores.

Una sexta consideración, es indudablemente el carácter más pragmático y realista que


ha adquirido el proceso de integración. La misma se ha venido instrumentando a través
de mecanismos más ágiles y operativos, como son los acuerdos subregionales y
bilaterales, dejándose de lado (por lo menos por ahora) la utilización de los
mecanismos regionales. Asimismo, se han establecido objetivos claros, se han fijado
plazos estrictos y se han comprometido los instrumentos y procedimientos para
lograrlos.

Un séptimo aspecto es que los acuerdos subregionales y bilaterales no se concentran


únicamente en aspectos meramente comerciales, sino que abarcan otros temas tales
como los servicios, las inversiones, el medio ambiente y la propiedad intelectual. Esta
ampliación de objetivos y de disposiciones comunes en una temática amplia, contribuye
a la creación de interdependencias reales y permanentes entre los países de la región,
lo que consolida el proceso de integración.

Una octava justificación de esta nueva etapa de la integración es la mayor participación


de los agentes económicos, políticos y sociales de cada país de la región que integran
este proceso. La integración ha dejado de ser sólo la responsabilidad de los gobiernos,
para extenderse a otros socios fundamentales, en particular abriendo la posibilidad de
una mayor participación del sector privado como actor protagonice en su
instrumentación y como fuente principal de dinamismo del proceso.

Un aspecto final tiene que ver con la mayor conciencia que se ha ido adquiriendo a
nivel de cada país de los beneficios y los costos asociados a la integración. Es evidente
que este desarrollo significa modificaciones estructurales profundas en las economías
nacionales para ajustarse a las nuevas realidades. Pero, al mismo tiempo, el espacio
económico ampliado asociado a la integración, permite un aprovechamiento más
eficiente de las ventajas competitivas de cada país y una mejor inserción en la región y
en el mundo. La pérdida de soberanía que conlleva este proceso y que tantos temores
generaba en el pasado, se ha ido traduciendo progresivamente en una fusión de
soberanías o en una soberanía compartida, superior en su dimensión y alcance a
cualquier acción o posición individual frente a los graves problemas que se enfrentan
actualmente.

Este nuevo concepto hace que la integración traiga aparejada una menor vulnerabilidad
y dependencia de la región frente a factores externos.

Todas estas razones fundamentan la profundización del proceso de integración


regional y que éste haya pasado de la fase declarativa a la fase operativa, de la
parálisis y estancamiento a la acción.

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