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En una escala geológica, existe un ciclo entre la corteza terrestre (litosfera), los océanos
(hidrosfera) y la atmósfera.
El dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera, combinado con el agua, forma el ácido carbónico, el
cual reacciona lentamente con el calcio y con el magnesio de la corteza terrestre, formando
carbonatos. A través de los procesos de erosión (lluvia, viento), estos carbonatos son arrastrados a
los océanos, donde se acumulan en su lecho en capas, o son asimilados por organismos marinos
que, eventualmente, después de muertos, también se depositan en el fondo del mar. Estos
sedimentos se van acumulando a lo largo de miles de años, formando rocas calizas.
El ciclo continúa cuando las rocas sedimentarias del lecho marino son arrastradas hacia el manto de
la Tierra por un proceso de subducción (proceso por el cual una placa tectónica desciende por
debajo de otra). Así, las rocas sedimentarias están sometidas a grandes presiones y temperaturas
debajo de la superficie de la Tierra, derritiéndose y reaccionando con otros minerales, liberando
CO2. El CO2 es devuelto a la atmósfera a través de las erupciones volcánicas y otro tipo de
actividades volcánicas, completándose así el ciclo
Los balances entre los diversos procesos del ciclo del carbono geológico han controlado la
concentración de CO2 presente en la atmósfera a lo largo de millones de años. Los más antiguos
sedimentos geológicos, datados en épocas anteriores al desarrollo de la vida en la Tierra, apuntan
concentraciones de CO2 atmosférico cien veces superiores a las actuales, proporcionando un
fuerte efecto invernadero.
Ciclo biológico del carbono
Comprende el
intercambio de carbono
entre los organismos
vivos. Este ciclo se
considera como el más
rápido, ya que según los
estudios, la renovación
de la cantidad de
carbono en la atmósfera
sucede cada veinte años.
El flujo del CO2 sucede mediante la respiración y la
fotosíntesis:
La fotosíntesis se encarga de
absorber el CO2 y la energía
solar para así poder
producir oxígeno e hidratos
de carbono que permite así
el desarrollo y crecimiento
de las plantas.
La respiración es llevada a
cabo por los humanos,
animales y plantas que utilizan
los carbohidratos para
obtener energía y emitir
dióxido de carbono. Los
descomponedores también
liberan compuestos orgánicos
y dióxido de carbono cuando
degradan organismos
muertos y productos de
desecho.
En conjunto, la descomposición orgánica producida por hongos y bacterias,
permiten devolver el carbono a la atmósfera
También se dice que el océano interviene en este ciclo y es el depósito con mayores reservas de
carbono. La cantidad de CO2 que absorbe o expulsa dependerá de la temperatura y concentración
del elemento; siendo común la absorción en temperaturas bajas y emisión en temperaturas cálidas.
También existen otras formas de liberación del dióxido de carbono
como: