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Capítulo
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En lo que sigue, separaremos la historia del universo en períodos temporales. Las di-
visiones se realizaron de acuerdo a los procesos físicos más relevantes que toman lugar en
ellas. Más adelante, resumiremos esta sección en una Tabla con algunos detalles más. [Ver
la Tabla: Una breve historia del universo (pág.35)].
Tiempo "0" - 10-43 segundo. Esta es la fase más temprana imaginada para el universo,
y donde la física teórica aún no puede acompañarnos. Corresponde a un universo con
materia-energía indiferenciada donde la relatividad de Einsten se quiebra. Al final de esa
fase (cuando el tiempo de vida del universo coincide con el llamado "tiempo de Planck",
10-43 segundos) se piensa que el "gravitón" (la partícula cuántica asociada a la geometría
del espacio-tiempo) se separa de las demás formas de materia. También en este instante,
el espacio-tiempo adquiere las cuatro dimensiones que conocemos hoy y en las que se
basa la relatividad (clásica) de Einstein (tres dimensiones espaciales y una temporal).
Con la separación de la gravitación de las demás interacciones fundamentales cono-
cidas (las llamadas fuerzas nucleares fuerte, débil y la interacción electromagnética), la
materia se ve sujeta a una nueva interacción de gran unificación, que podríamos llamar
"fuerte-débil-electromagnética". Una de las grandes esperanzas de la física contemporánea
es comprender bien los procesos físicos que caracterizan a la era de Planck.
Tiempo 10-43 segundo - 10-35 segundo. Luego de la era de Planck, comienza un pe-
ríodo dominado por la "radiación". Vale aclarar aquí que esta "radiación" no está rela-
cionada con la radiación electromagnética (por ejemplo, con la luz) como la conocemos
hoy. En cosmología, denominamos "radiación" a todos aquellos componentes del uni-
verso −sean partículas que posean o no masa− con masas asociadas menores a la energía
térmica reinante del universo.
En los primerísimos instantes de la vida del cosmos, las temperaturas predichas son in-
mensas y por ello, aun partículas estables de masa no nula, pueden caer bajo la denomina-
ción de "radiación". En el universo actual, cuando la temperatura del espacio profundo se
halla a unos pocos grados (3 K) por encima del cero absoluto (o cero kelvin), sólo los fotones
(corpúsculos de luz, de masa nula) y los neutrinos no masivos (y quizás también alguna par-
tícula nueva aún no detectada por los físicos) reciben dicha denominación.
Esta época "dominada por la radiación", como se la conoce técnicamente, se extenderá
por varias decenas de miles de años, hasta que el universo, en continua expansión y perma-
nente enfriamiento, vea disminuir su temperatura a tal punto que puedan darse las condi-
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ciones propicias para la formación de los primeros átomos de la materia neutra conocida.
Hacia el final de este período de la vida de nuestro universo, 10-35 segundos, las fuerzas
fundamentales y sus partículas asociadas −excluyendo a la gravitación, por supuesto− que
formaban una suerte de interacción indiferenciada "fuerte-débil-electromagnética", se se-
paran. La descripción física de la realidad en esta nueva etapa de la vida del universo dis-
tingue la interacción "electro-débil" de la interacción nuclear fuerte. Vale decir, la
interacción nuclear fuerte, en esta época, viene descripta en forma independiente de la elec-
tro-débil. Esta última interacción, por su parte, representa en forma “unificada” a las dos
futuras interacciones: la nuclear débil y la electromagnética, que hoy son bien conocidas.
La interacción nuclear débil es la responsable del decaimiento radiactivo de muchos
núcleos atómicos, por ejemplo, en el caso de un neutrón que se convierte en un protón,
más un electrón y otra partícula subatómica (llamada antineutrino). Por su parte, la inter-
acción electromagnética es aquella que describe en forma unificada las propiedades bien
conocidas de la electricidad y del magnetismo, además de la existencia de las llamadas
ondas electromagnéticas que, al viajar lejos de su fuente y ser detectadas con antenas es-
peciales, hacen posible las comunicaciones inalámbricas (tan comunes en nuestra sociedad
que ya casi no nos detenemos a pensar en ellas).
La descripción física de la realidad cuando nuestro universo cuenta con esos 10-35 se-
gundos de vida, distingue también a las diferentes partículas asociadas a cada tipo de
interacción: los quarks y los llamados “gluones”, para el caso de la interacción nuclear
fuerte. Los quarks son los futuros constituyentes de los nucleones (las partículas del nú-
cleo atómico), vale decir, los “ladrillos fundamentales necesarios para armar un protón
o un neutrón. Por su parte, los gluones son los corpúsculos "mediadores" de la interac-
ción fuerte, como el fotón lo es para el electromagnetismo. En otras palabras, si un elec-
trón “se entera” de la presencia de otro electrón en su cercanía (y que, por poseer idéntica
carga eléctrica, deben repelerse), es gracias a que existen fotones que van y vienen entre
ellos: los fotones son las partículas mediadoras de la interacción electromagnética. En el
caso de la interacción fuerte entre quarks, ese papel de mediadores lo realizan los gluones.
Es por ello que son los gluones los que se encargan de mantener “pegados” (“glue” – pe-
gamento en inglés) a los varios protones nucleares, cuyas cargas eléctricas iguales los ten-
derían a separar).
Queda claro, entonces, el motivo por el cual los átomos pesados (con muchos neu-
trones y protones en su interior) no se desarman: la fuerte interacción entre los quarks
que forman los nucleones, mantiene unidos a éstos últimos. Como la interacción fuerte
es la que domina en las escalas nucleares, vale decir dentro del núcleo, la repulsión eléc-
trica entre los protones de igual carga eléctrica resulta ser subdominante y el núcleo logra
su estabilidad.
A la etapa precedente sigue una etapa cosmológica aún en intenso estudio dentro de
la física de las partículas elementales, llamada la "bariogénesis", o sea, la generación de
los elementos básicos para la formación de los "bariones". Los bariones son partículas
relativamente pesadas en el reino subatómico. Como ejemplos casi cotidianos, podemos
mencionar a los protones y a los neutrones que, como ya dijimos, son los constituyentes
del núcleo atómico. En pocas palabras, los físicos piensan que en el universo primitivo
deberían haberse generado igual número de partículas y de antipartículas. Sin embargo,
hoy, esta "antimateria" no es tan abundante como la materia que nos rodea, y que obser-
vamos en nuestro entorno astronómico. En efecto, desde hace años la antimateria se de-
tecta en los rayos cósmicos que provienen del espacio exterior y los grandes aceleradores
de partículas pueden producirla (y hasta almacenarla) con facilidad. Pero es un claro
hecho observacional que una de las dos especies ha sido privilegiada por la naturaleza (y
es a esa especie a la que bautizamos "materia"). La teoría propone que durante la bario-
génesis un grupo de procesos físicos logra generar ese desequilibrio necesario que privi-
legia el número de quarks en desmedro de los antiquarks: o sea, privilegia a las partículas
por encima de las antipartículas. Y es así como la física contemporánea propone la "cre-
ación de las partículas".
Tiempo 10-35 segundo - 10-12 segundo. Esta nueva etapa en la evolución del universo
ve la separación última de las interacciones y de la materia indiferenciadas. La que antes
era una interacción común −que llamamos electro-débil− formada por la "unión" del
electromagnetismo con la fuerza nuclear débil, ahora se separa. Partículas relativamente
livianas (comparadas con los futuros bariones) como los electrones y los neutrinos, glo-
balmente llamadas "leptones", adquieren sus masas características. Por su parte, con el
electromagnetismo surge también el fotón, la partícula (a veces llamado el "quantum")
del campo electromagnético que nos es tan familiar. Como lo señalamos más arriba, el
fotón es el corpúsculo mediador de la interacción y "aquella" partícula que "informa" a
un electrón, por ejemplo, que hay un protón presente en la cercanía y que ambos, por
poseer cargas eléctricas diferentes, se deben atraer.
Tiempo 10-12 segundo - 10-4 segundo. Esta es la llamada era "hadrónica" y la tem-
peratura reinante en el universo hacia el final de esta era se aproxima a los 1012 K. En
esta etapa los quarks, que previamente se hallaban relativamente libres −formando una
suerte de "sopa primordial" con el resto de los constituyentes del universo−, se ven súbi-
tamente recluidos −"confinados"− en grupos de dos y de tres; grupos que darán origen a
los llamados mesones y bariones, respectivamente. Estos dos tipos de partículas com-
puestas por quarks llevan el nombre de "hadrones". Como vemos, la materia se va len-
tamente organizando en estructuras cada vez más complejas, aunque aún falta esperar
unos minutos más (literalmente) para que se formen los núcleos estables.
Tiempo 10-4 segundo - 1 segundo. No todas las partículas son "compuestas". Entre
las más conocidas, los electrones y los neutrinos son consideradas al día de hoy como
partículas realmente "elementales" e indivisibles, esto es, no formadas por otras partículas
más pequeñas o menos masivas. Estos últimos, los neutrinos, permanecen en continua
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interacción con el resto del plasma primordial (esa "sopa" que mencionamos antes) a
través de la interacción nuclear débil, por ejemplo colisionando (fusionándose) con neu-
trones para "desaparecer" dando origen a protones y electrones (entre otras posibles inter-
acciones que afectan a los neutrinos). Pero, llega un momento en el que también los
neutrinos se "desacoplarán" de esta sopa de partículas (dejarán de interactuar con los
constituyentes de la "sopa"), y eso ocurre hacia el final de esta etapa, cuando el universo
cuenta con 1 segundo de vida aproximadamente. A partir de ese momento (conocido
como el "desacoplamiento débil") los neutrinos evolucionan en forma independiente del
resto de las partículas.
Tiempo 1 segundo - 5 segundos. En esta etapa, la temperatura (o energía) del uni-
verso desciende hasta aproximadamente la masa-energía característica de los electrones
y antielectrones (estos últimos llamados "positrones", de igual masa que los electrones).
Aunque la magnitud de la carga eléctrica de los positrones es idéntica a la de los elec-
trones, el signo de la carga es el opuesto. Hasta este momento, estos electrones y posi-
trones formaban parte del plasma primordial (no así los neutrinos, como ya vimos antes)
y se hallaban en continua interacción con los fotones. Al haber energía suficiente, los
pares de partículas y antipartículas se creaban y destruían constantemente. Pero al des-
cender la temperatura cada vez más, llega un momento en el que ya no es posible crear
los pares de electrones y positrones que se van aniquilando. La temperatura umbral es
de unos cinco mil millones de grados, y equivale −usando la relación E=mc2− a una
masa de 10-27 gramos para el electrón (o el positrón).
El resultado es que la mayoría de los positrones se aniquila con los electrones (pues
si una partícula se encuentra con su antipartícula, la aniquilación es inevitable, y de la
materia-energía disponible antes de encontrarse surgen un par de fotones de muy alta
energía). De esa aniquilación surgen nuevos fotones muy energéticos −rayos gamma−
que contribuirán a aumentar la temperatura del plasma, que aún incluye a los antiguos
fotones generados varias etapas atrás. Como consecuencia de los procesos físicos que se
desarrollan en esta era (llamada "era de aniquilación electrón-positrón"), los fotones del
plasma −que venían enfriándose con la expansión del universo− ahora reciben una "in-
yección" nueva de energía que les eleva un poco la temperatura.
Tiempo 5 segundos - 3 minutos. Esta es la etapa cósmica donde se crea la materia
propiamente dicha (o, al menos, donde comienza a crearse la materia normal). Hacia el
final de esta fase comienzan a formarse los núcleos atómicos más livianos siguientes al
hidrógeno (cuyo núcleo consta tan sólo de un protón). El motivo es simple de entender:
las energías y temperaturas reinantes ahora, aproximadamente mil millones de grados
(109 K), corresponden a las energías características de unión −de "ligadura"− de los nú-
cleos más livianos. Por debajo de estas energías, los núcleos tienden a unirse, y el plasma
donde se hallan sumergidos no logra destruir las nuevas uniones (simplemente, la "tem-
peratura ambiente" del universo no alcanza para desarmarlos). Se produce entonces lo
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rios cientos de planetas extra-solares ya descubiertos por los astrónomos, estas ideas sobre
la formación de los sistemas extra-solares toma una nueva significación. Veremos con un
poco más de detalle el tema de los exoplanetas más adelante en este libro.
Estas nebulosas, que fueron generando sistemas solares, se agruparán lentamente en
aglomeraciones aún mayores, dando origen a galaxias y cúmulos galácticos de extensiones
tales que su mera descripción en unidades usuales nos llevaría a escribir cifras más largas
que las que nuestros lectores podrían llegar a tolerar. Hoy se piensa que nuestra galaxia,
la Vía Láctea, surgió de esta manera, y la ubicación dentro de ella de nuestro sistema
solar fue la adecuada como para que reinara la paz astronómica durante el tiempo nece-
sario como para que nuestro Sol evolucionara sin sobresaltos, y sus rayos benéficos pu-
diesen mantener y ayudar a desarrollar la vida naciente en nuestro planeta Tierra.
Pues sabemos que la biosfera de nuestro planeta es única en todo nuestro sistema
solar y es el resultado de miles de millones de años de paulatinas modificaciones y de
evolución hacia lo que es hoy. Constituyó un campo propicio donde comenzaron a evo-
lucionar las primeras moléculas orgánicas complejas, sobre las que luego se construyó la
vida que pobló todos los rincones de la Tierra.
Pero la vida en nuestro planeta jamás abandonó completamente sus orígenes cósmi-
cos, ni su relación y dependencia con sus vecinos astronómicos. Y es así que la Tierra
−como también los demás planetas del sistema solar− sufrió frecuentes impactos de as-
teroides y cometas, que pusieron a prueba su capacidad de restablecer el frágil equilibrio
de la vida. Vida que perduró −adaptándose− desde sus más lejanos orígenes y que incluso
experimentó notables períodos de florecimiento, como la famosa explosión cámbrica de
hace unos 530 millones de años, cuando se produjo, aparentemente a partir de organis-
mos simples en medios acuáticos, un rápido desarrollo de invertebrados complejos con
partes duras (precursoras de las conchillas calcáreas externas), y que lanzó una carrera
evolutiva sin precedentes.
n Un futuro deseado:
la gran unificación de toda la física
Uno de los sueños jamás realizados de Einstein fue lograr la unificación formal de las
leyes de la física. Inicialmente se trataba de amalgamar solo las teorías del electromagne-
tismo y de la gravitación. Para ello, se vio que era necesario trabajar en más dimensiones
que las tres usuales para el espacio y una para el tiempo: se precisaban cinco dimensiones
del espacio-tiempo (cuatro para el espacio y una para el tiempo) para incorporar el elec-
tromagnetismo a la relatividad general.
Pero con el tiempo, la mecánica cuántica se desarrolló al punto de convertirse en la
teoría más precisa jamás desarrollada para describir el reino subatómico. Junto con ella
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surgieron nuevas fuerzas físicas: la interacción nuclear débil y la fuerte. Así, la idea de
unificar todas estas interacciones se volvió más ardua. Si la unificación de la física de los
albores del siglo XX logró esquivar los intentos de Einstein y de sus contemporáneos, la
física actual no es menos reacia a dejarse encasillar en un marco teórico adecuado.
Esta dificultad en lograr la descripción armoniosa y unificada de la física aún perdura.
Al día de hoy no han sido resueltas ciertas inconsistencias matemáticas que surgen a la
hora de hacer interactuar partículas puntuales entre sí. De los cálculos, que para ser pre-
cisos aumentan en dificultad asombrosamente, surgen cantidades infinitas, las cuales no
representan lo que se observa en los experimentos.
Hace algunos años, se descubrió que estas inconsistencias matemáticas podían resol-
verse si en lugar de trabajar con partículas puntuales (que poseen dimensión cero) se tra-
bajaba con objetos unidimensionales, como cuerdas muy finas. Pero estas cuerdas que
proponen los físicos no están compuestas de átomos y de moléculas, sino tan sólo de es-
pacio-tiempo (y sus dimensiones características se hallan en la frontera inasible donde
los reinos de la relatividad clásica y la mecánica cuántica deberían amalgamarse, alrededor
de los 10-33 cm, la escala de Planck). De hecho, son las vibraciones de estas "cuerdas fun-
damentales" (como se las conoce en la jerga de la física teórica) las que generan todo el
menú de partículas elementales que conocemos en la actualidad.
Estos, y otros desarrollos que vinieron en los últimos años, constituyen la descripción
matemática más promisoria de la actualidad para describir el universo físico que nos
rodea. Claro, hay un precio que pagar: para que estas cuerdas representen en efecto la fí-
sica conocida, el espacio-tiempo en donde viven (y donde vivimos todos nosotros) debe
contener 10 dimensiones espacio-temporales (a veces se consideran membranas, con un
número mayor de dimensiones, y en ese caso el requerimiento es 11 dimensiones para el
espacio-tiempo). En otras palabras, nuestro universo no tendría sólo tres dimensiones
espaciales y una temporal (un espacio-tiempo de cuatro dimensiones) sino que sería
mucho más complejo. Y habría dimensiones espaciales (muchas más que tres) a las que
no tendríamos acceso.
Veamos un ejemplo de lo que esto significa. Imaginemos una manguera para regar
las plantas, pero vista desde muy lejos. En esta situación no llegamos a distinguir el grosor
de la manguera y tan sólo vemos una línea. En lugar de ver las tres dimensiones (o las
dos dimensiones, si miramos una fotografía de la manguera) tan sólo veremos una única
dimensión, la línea. Para observar la manguera como realmente es, debemos acercarnos
y mirarla de cerca. En el caso de los experimentos con aceleradores de partículas, eso es
precisamente lo que se hace. Pero en lugar de acercarse a lo que se quiere mirar, se lo so-
mete a un bombardeo de partículas de muy alta energía. Energías muy altas permiten
ver con detalle lo muy pequeño. En el caso de querer develar la posible existencia de un
número muy grande de dimensiones espaciales, debemos alcanzar energías altísimas,
(comparables a las energías características de la escala de Planck). A las energías caracte-
l GeV es una unidad de energía llamada Giga electron-Volt, y corresponde a 109 eV. Mev es Mega elec-
tron-Volt, o sea 106 eV. Un "eV" es la energía que adquiere un electrón al ser acelerado en el campo eléc-
trico de 1 Volt. La equivalencia entre materia y energía de la relatividad especial, E = m c2, nos permite
expresar los GeV en unidades de masa, por ejemplo, colocando a la velocidad de la luz (c) igual a uno.
En este caso tenemos, 1 GeV = 1,8 x 10-24 gramos. De manera análoga, y dado que la temperatura es una
forma de energía, podemos también establecer la equivalencia: 1 GeV = 1,2 x 1013 K, donde K es Kelvin,
la unidad de la escala absoluta de temperaturas, donde el cero absoluto, o cero kelvin, corresponde a
273,15 grados por debajo del punto de congelamiento del agua.
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l Tabla: Una breve historia del universo
ÉPOCA TIEMPO TEMPERATURA EVENTOS FÍSICOS VESTIGIOS Y OBSERVABLES
Límite del espacio-tiempo clásico: teoría de Espacio-tiempo cuadridimensional.
Época de Planck 10-43 seg. 1019 GeV Membranas, supercuerdas, gravedad cuán- Fondo cosmológico de ondas gravitacionales.
tica, etc.
Dominación de campos primordiales (infla- Tamaño y propiedades geométricas del uni-
Inflación cósmica 10-35 seg. 1014 GeV tón). Fluctuaciones cuánticas en el campo del verso observable. Semillas primordiales de
inflatón. las grandes estructuras.
Conversión de la energía de vacío del inflatón La radiación domina la expansión del
“Creación de la luz” 10-35 seg. 1014 GeV en partículas elementales y radiación. universo.
Aniquilación 5 seg. 0,5 MeV (la masa del Energía de la aniquilación termina calentando Radiación cósmica del fondo de microondas
a los fotones de la radiación (pero no a los a 2,7K es más caliente que el fondo de neu-
electrón-positrón electrón), o 5 x 109 K neutrinos). trinos.
Nucleosíntesis 3 min. 109K (característica de la Formación de los núcleos atómicos más Abundancias observables de los elementos
energía de ligadura de los livianos. más livianos: Helio-3, Helio-4, Deuterio,
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Recombinación/ 380.000 años 3.000 K Formación de átomos de la materia neutra Fluctuaciones en la temperatura y en la po-
(átomos de hidrógeno). Universo transpa- larización de la radiación cósmica de fondo.
desacoplamiento rente a la radiación.
Crecimiento de las inhomogeneidades ini- Formación de las primeras estrellas. Modi-
Fin de las “eras oscuras” < 200 millones de años > 60 K ciales en la materia por inestabilidad gravi- ficación en la temperatura y polarización de
Mev es Mega electron-Volt, o sea 106 eV. Un "eV" es la energía que adquiere un electrón
GeV es una unidad de energía llamada Giga electron-Volt, y corresponde a 109 eV.
tacional. Reionización del universo. la radiación de fondo.
Formación de sistemas galácticos. Genera- Estrellas, galaxias, cúmulos galácticos. Es-
Formación de galaxias > 500 millones de años < 30 K ción de elementos pesados. Colapso de es- trellas colapsadas, agujeros negros, quása-
trellas. res. Abundancia de elementos pesados.
Sistemas planetarios.
La materia se estructura a pequeñas y me-
Época actual 14 mil millones de años 2,7 K El universo está dominado por una forma dianas escalas. El universo se expande en
desconocida de “energía oscura”. forma suavemente acelerada a grandes es-
calas astrofísicas.
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Dos de los grandes edificios intelectuales de la física del siglo XX fueron la relatividad
general de Einstein y la teoría cuántica. Ambos marcos teóricos fueron concebidos en las
primeras décadas del siglo pasado y, con el paso del tiempo, fueron sujetos a cada vez
más precisas y detalladas observaciones y experimentos. Estos últimos les han dado a
ambas teorías el estatus que hoy tienen y las convierten en verdaderos modelos de la re-
alidad. Claro que los dominios de aplicación de ambas teorías son diferentes. La teoría
cuántica es el marco teórico más adecuado para la descripción del mundo microscópico,
el reino subatómico cuyos fenómenos se ponen a prueba en experimentos de muy altas
energías de grandes aceleradores de partículas, como así también en el caso de los rayos
cósmicos de energías extremas que llegan a la atmósfera de la Tierra. Por su parte, la re-
latividad general es la teoría apropiada para la descripción de la gravitación, interacción
que rige el movimiento planetario y, como también hemos visto, la estructura y caracte-
rísticas a grandes escalas astronómicas del universo observable. Así es que los dominios
de aplicación son aparentemente diferentes. Uno podría, perfectamente, conformarse
con emplear una u otra teoría de acuerdo al problema físico que tenga entre manos. Sin
embargo, existen áreas de la física donde ambas teorías claman por su lugar, donde ambas
teorías deberían poder ser usadas para lograr una adecuada descripción de la realidad.
Casos paradigmáticos son el estudio de los agujeros negros, zonas del espacio-tiempo
donde la gravitación es tan intensa que el espacio se "curva" de tal manera que prohíbe
a las partículas (materiales o de radiación) escapar hacia el exterior. Procesos de micro-fí-
sica que toman lugar en el interior y en la frontera (horizonte de eventos) de estos objetos
astrofísicos precisan ser descriptos por la teoría cuántica, además de por la relatividad.
Otro ejemplo notable, es la descripción del estado embrionario de nuestro universo en
evolución. Sabemos que en la descripción de nuestro universo se precisa emplear la rela-
tividad general. Sin embargo, en épocas muy primigenias, cuando el universo era muy
diferente del que vemos hoy; cuando las densidades y temperaturas que lo caracterizaban
eran excesivamente superiores a las actuales, las interacciones de partículas, descriptas
por la teoría cuántica eran muy frecuentes. La descripción completa de ese sistema físico
(el universo) precisa entonces un tratamiento cuántico. El problema radica en que ambas
teorías aún no congenian adecuadamente entre sí: aún no existe una adecuada "teoría
cuántica de la gravedad" que pueda dar cuenta de esos problemas físicos de frontera
donde ambos marcos teóricos deben ser usados.
La teoría de Einstein describe las interacciones gravitacionales, aquellas que durante
más de 200 años eran adecuadamente descriptas por la teoría de Newton. De hecho, la
teoría general de la relatividad "se reduce" a la teoría newtoniana, por supuesto, en el lí-
mite adecuado. En los problemas en los que los campos gravitatorios son débiles y las
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velocidades de los objetos son lentas, comparadas con la velocidad de la luz, allí ambas te-
orías de la gravitación van juntas (no podemos decir que den exactamente el mismo marco
teórico, el mismo resultado para las predicciones, pues sutiles diferencias siempre hay,
pero describen en forma muy similar la física en juego). No resultará sorprendente, en-
tonces, que la famosa "constante de Newton", "G", aquella que caracterizaba la interacción
gravitatoria en la teoría de Newton, esté también presente −¡en forma prominente, ade-
más!− en la teoría de Einstein. Esta última teoría, a diferencia de la newtoniana, otorga
un papel sumamente importante a la velocidad de la luz, "c". Recordemos que, para la te-
oría newtoniana, la velocidad de propagación de la interacción era infinita; vale decir que
la interacción era "instantánea". Para la teoría de Einstein, la propagación de cualquier
interacción tiene un valor límite, dado por "c". La interacción no es instantánea y existe
una clara causalidad en los fenómenos físicos: causa y efecto están bien definidos.
Por el lado de la teoría cuántica, debemos mencionar que una cantidad clave de la te-
oría es la llamada "constante de Planck". Esta constante, notada con la letra "h", describe
el tamaño de los cuantos de energía característicos en todos los procesos de la física sub-
atómica. De acuerdo con los trabajos de Max Planck, la energía involucrada en procesos
físicos no puede tomar un valor arbitrario. La energía intercambiada en dichos procesos
debe ser el múltiplo de una cantidad muy pequeña (que más tarde se llamó "quantum").
Aunque la vida cotidiana nos ha acostumbrado a que podemos regular la energía de los
objetos en forma tal que llamaríamos "continua", y por lo tanto la "cuantización" no
nos resulta evidente, los experimentos muestran que la realidad se comporta como lo in-
dican las leyes de la teoría cuántica. La energía que posee un corpúsculo de radiación, la
energía de vibración de una molécula, etc., todas estas energías están cuantizadas. Esto
quizás resulta antiintuitivo, pues estos cuantos de energía son excesivamente pequeños,
si se los compara con la energía involucrada en cualquier acción de la vida diaria.
De todo lo discutido, podemos deducir que habrá tres cantidades importantes que
caracterizan aquellos problemas donde, tanto la relatividad como la cuántica deben ser
tenidas en cuenta. Reiteremos que "c" no es relevante para estudiar el movimiento de
cuerpos en nuestro sistema solar (tómese esto con una pizca de sal), ni "h" es relevante
para estudiar el movimiento de un camión por la calle. Ahora bien, cuando ese camión
se reemplaza por un electrón, y ese sistema solar se reemplaza por un objeto astrofísico
muy compacto, como un agujero negro, las tres cantidades G, h y c, se vuelven necesarias.
Lo mismo sucede en épocas ultratempranas de la vida de nuestro universo.
Es por ello que la combinación de estas cantidades, con sus valores numéricos y sus
"dimensiones" (por ejemplo, "c" viene dada en −aproximadamente− 300.000 kilómetros
por segundo), puede ser empleada para caracterizar "tiempos" o "distancias", o bien can-
tidades de "masa-energía" en los cuales una teoría combinada de relatividad y mecánica
cuántica −por el momento inexistente− se hace necesaria.
Con los datos que colocamos a continuación, ¿es posible deducir algunas cantidades
RESPUESTAS - ACTIVIDAD 2:
Con tan sólo estas tres cantidades, y sin olvidarnos de ninguna, al combinarlas y cons-
truir cantidades con unidades de tiempo, longitud y masa-energía, obtenemos lo siguiente:
Tiempo de Planck
tp= hG
2Õc5
tP = 5,391 . 10−44 s, aproximadamente 10−43 s
Longitud de Planck
lp= hG
2Õc3
lP = 1,616 . 10−35 m, aproximadamente 2 .10−33 cm
Masa de Planck
mp= h.c
2Õ G
mP = 2,176 . 10−8 kg, aproximadamente 2 .10-5 gramos
Actividad 3:
¿Qué significan estas cantidades? Son esencialmente cantidades características donde las
tres constantes “G”, “h” y “c” juegan un papel relevante. Por lo tanto, estas cantidades no
pueden caracterizar ningún fenómeno típico de la teoría de Newton, pues allí “c” y “h” no
son relevantes. De igual modo, no pueden representar ningún fenómeno de la relatividad
clásica (es decir, no cuántica) de Einstein, pues en dicha teoría “h” no juega ningún rol.
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En base a estos valores para el tiempo, la longitud y la masa de Planck: ¿Es posible
dar una idea de los límites de las teorías conocidas hoy en la física teórica? ¿Tiene sentido
decir que la cosmología explica el origen del universo? ¿Cuál es el tiempo más pequeño
para el cual tiene sentido decir algo científicamente correcto en cosmología? Si un físico
teórico nos dice que, en realidad, el espacio no es continuo, sino "granuloso" (como los
pixels de una foto digital, que sólo se hacen evidentes cuando aumentamos muchísimo
la imagen): ¿A partir de qué distancias características podría llegar a ser cierta su afirma-
ción? Con lo que vimos hasta ahora, ¿una idea tal podría llegar a ponerse a prueba en el
corto plazo?
RESPUESTAS - ACTIVIDAD 3:
Los valores deducidos para las constantes de Planck nos indican los límites de la teoría
cuántica y de la teoría de la relatividad general de Einstein. Por debajo del tiempo de
Planck no hay manera −con las teorías actuales− de decir nada científico, pues es un do-
minio donde las teorías no se aplican. Deducimos entonces que estamos lejos de poder
explicar el tiempo cero, el supuesto origen del universo (si tuvo origen). Asimismo, querer
decir algo sobre la verdadera estructura del espacio-tiempo, es decir, si el espacio-tiempo
es en realidad continuo ad infinitum, o si en alguna escala microscópica llegaremos a de-
tectar sus “pixels” característicos, requiere contar con una buena teoría cuántica de la
gravedad (que explique la verdadera estructura del espacio-tiempo). Por el momento, tal
teoría no existe. Por encima de la longitud de Planck, el espacio resulta continuo en una
muy buena aproximación; por debajo de esta longitud, aun está abierto el debate.
¿Cómo poner a prueba estas ideas? En estas escalas de energía cualquier acelerador
de partículas que pueda diseñar el hombre en el futuro imaginable parece ser insuficiente.
Por ello, quizás es mejor mirar hacia el cielo: el universo nos ofrece procesos astrofísicos
increíblemente energéticos, que un buen observador debería ser capaz de aprovechar.
Como le gustaba afirmar a un conocido cosmólogo ruso, “el universo es el acelerador de
los pobres”. y cuando se quiere llegar a la escala de Planck, todos lo somos.
EN RESUMEN
Una "teoría cuántica de la gravedad" será la única que servirá para describir el universo
en la llamada "época de Planck", donde con este nombre denotamos aquellos instantes
en los que la teoría de la relatividad general de Einstein y la mecánica cuántica deben
combinarse armoniosamente para describir la realidad. En la época de Planck, nuestro
universo contaba aproximadamente con tan sólo una parte en 1043 segundo de vida, esto
es 0,0000000000000000000000000000000000000000001 de segundo luego de la "sin-
gularidad", donde hay 42 ceros luego de la coma decimal. Debemos reconocer que, si
bien se han hecho avances importantes en estos últimos años, por el momento tal teoría
es inexistente.