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RELACIÓN ENTRE LA ABOGACÍA Y EL NOTARIADO

Cuando se habla de la actuación notarial y su papel, parece inevitable el

recordar su trayecto histórico, como el papel que tuvo dentro del

descubrimiento de América, como ejemplo de su importancia y muestra de la

finalidad de dicha labor, en manos de los escribanos que como en el caso de

Rodrigo Escobedo; quien bajo la atribución exclusiva y de confianza

independiente y soberana de los reyes católicos tal y como ocurre en la

actualidad, claro que no de los reyes sino de los Estados; es que se pudo

generar una actuación notarial que constataba el dominio de nuevas tierras, el

registro de las mismas; bajo aquel título plasmado por su persona, considerado

como el más legitimo título de cuantificación de las mismas. Que traído a

nuestros días sería el querer de constatar hechos, situaciones o relaciones

diarias por las personas, pero aquellos con relevancia jurídica.

En tal sentido, trayendo a colación ese hecho podemos comenzar señalando la

relación que existe a la fecha entre la abogacía y el notariado, pero

considerando que desde aquel entonces las cosas han cambiado, y que nos

encontrándonos con el hecho de que las personas por su interrelación generan

a diario una serie de relaciones muchas de ellas de relevancia jurídica, que han

de ser atendidas sea por abogados como notarios, pues se encuentran dentro

de su campo de acción sean dentro del ámbito Civil, Administrativo, Tributario,

Comercial y demás.

Entonces tenemos que la abogacía y el notariado tienen intervención

legalmente necesaria para una serie de actuaciones para la vida Civil,

Contractual, Comercial, etc;


Pero ya Sergio Rodríguez Garcéz nos esboza la relación entre la abogacía y el

notariado cuando señala la que la labor del juez es parecida a la del notario,

ello a razón de que se puede decir que ambos toman normas generales y

abstractas para hacerlas particulares y concretas para aplicarlas a cada caso;

que se puede equiparar a lo que señalábamos en clases al decir que el notario

no solo se encarga de transcribir contratos o usar mecánicamente los mismos

instrumentos jurídicos en todos los caso, sino que exigen razonamientos

distintos que necesitan de conocimientos jurídicos; aunque claro, existe

también una diferenciación entre ambas labores; como el hecho de que los

notarios no son competentes respecto a asuntos contenciosos como lo son los

jueces.

Ahora al señalársenos que el nacimiento de lo Notarial ha estado bajo la

actuación del Poder Judicial por tradición histórica ya dice mucho, de la

relación que comparten; pues nos muestra la relación existente entre la

abogacía y el notariado; más aún al decir; que a ambas el instituciones el

Estado les extiende el poder soberano; al ámbito notarial con entera liberalidad

e independencia, en su función de proporcionar y manejar el valor jurídico de la

certeza del derecho y la seguridad jurídica que las personas, las comunidad a

diario requiere y exige; mientras que al Poder Judicial; al darle la soberanía con

independencia para administrar justicia; yo podría señalar, la discrecionalidad

de los jueces. Compartiendo en tal sentido ambas, “una proporción de

soberanía extendida por el Estado”.

Ello por un lado, pero por otro lado la relación entre la abogacía y el notariado

en función a su labor, ya que dentro de la labor en específico de los notarios,

desde el de captar la voluntad de los contratantes, usuarios, así como el la


individualización de las partes; necesita de conocimientos propios de la

abogacía “conocimiento jurídicos”; y nosotros como estudiantes de derecho

también sabemos, pues puede que en determinados casos determinadas

personas por ejemplo necesitan de representante, tutores o curadores para que

hagan llegar o manifestar su voluntad a la hora de realizar determinados actos

de relevancia jurídica, por razones de forma o solemnes, pero esto solo es el

inicio; pues la labor continua con la especificación, donde entra la el trabajo de

conversión del notario de aquella manifestación de voluntad expresada por las

partes que muchas veces es en un lenguaje vulgar, que necesariamente ha de

ser puesta en el castellano jurídico como lo expresa Sergio Rodríguez Garcéz,

en tal sentido dicho notario necesita usar un lenguaje técnico jurídico; como

instrumento para plasmar aquella voluntad ha de ser exacta en lo material y en

lo jurídico.

Ahora, producto de esa actividad laboral mencionada, surgen a su vez una

serie de responsabilidades, responsabilidades graves que se extienden al

campo de la responsabilidad Civil, Tributaria, Administrativa, Penal; claramente

consecuencia de la entera independencia que se le brinda para garantizar la

autenticidad e integridad de los instrumentos públicos; ante las cuales y previa

a ellas; siendo obvia la relación y el papel correlativo de la abogacía y el

notariado.

En tal sentido considerando que el estado garantiza a través del notario la

individualidad de contratantes, la autentidad de la voluntad de las partes así

como la autenticidad de la trascripción, queda más que claro que no puede ser

ejercida por cualquier persona, y que sin duda un notario ha de ser un abogado

por los conocimientos que este va a requerir en función a la labor que se le


encarga. Pues el rigor que existe cuando hablamos de solemnidades para

determinadas actuaciones necesariamente exige conocimientos jurídicos

propios de un abogado.

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