valentia, en cambio, él se confor con inventar historias, mien-
tas la
uch alrededor. ¥ ahora, ella pedeia estar muerta
mientras él seguia viviendo su torpe vida.
Decidlié que ya no regresaria nunca mds al centro de Lima,
Divis6 al moro que le traia. un nuevo
so y, de un
npulso, sitbita
mente molesto contra todos, pagé y se marché
Al salir, Santiago escuché las r
medida que avan
as que fueron acallindose a
aba por las veredas hiimedss, llenas de mendigos.
Auris de dl, ris se dirigia al Bransa
Un aire, casi humo de sudores evaporindose, llena el ambiente. Todo. |
ico del hombre que se des
cuelga
ras. Tie
nos aplasta, Hasta el grito casi e¢
por el estribo. Ou grito, Una mujer protesta. Hay mil
ia, Yo también estoy gritando,
tienen el mismo aspecto de indiferen
Da igual. Si armo un escdndalo por los pellizcos en las nalgis, por los
codazos en las tetas, nada sucederd, Me quedaré sin trabajo si llego
con algunos minutos de retraso. Es mejor hacerse la idiota. Pronto
descenderé y caminaré tres cuadras. Sola, sola. Un alivio. Por cinco
minutos estaré sola, entre bosques de cemento y casi sonimbula,
pero sola. Luego serd como entrar a otro microbits
caido al suelo cerca de un
Una n
sjer eargando un bebé
muchacho que viaja sentado, El sale de su sopor y se levanta, La
ayuda pic
enternados también hat
dole disculpas y le ofrece el asiento. Otros hombres
reaccionado; solo los que visten terno, sera
nano? En realidad, todos se muestran solicitos. La
nto. Su bebé
icido como un titere abandonado. Pienso en
un tipo de
mujer sonrie: gracias al tropiezo ha conseguido un
no ha Hlorado: est
Maritza. Hace unos meses tenia la edad de este bebé y yo solia pa-
sarme horas contemplindola, maravillada de su existencia. Hast
que tuve que salir de esa especie de letargo para entrar a este otro,ie
esta concatenacién de empujones. Madre solrera. Si, me empujaron,
como ahora me empujan los pasajetos,
El carro se detiene, tropieza, vuelve a arrancar y yo me dejo
con inte
por la marea humana. El joven que cedié el
nto me mira
Yo lo miro como si fuera un dtbol, Intenta sontet
La escena de la mujer cai
debe haberle hecho despertar algiin re-
sorte en su cerebro, Desea acerca
, pero yo desvio la mirada. Den
tro del estrecho espacio que t
corresponde obligo a
cuerpo a
fricciondndo-
me. Solo me resta esperar a que baje. A mi me falta aiin media hora
para llegar.
El sexo impuesto. De prow
de direccién. Siento su pierna concra k
0 veo solo rostros lascivos mientras
noro que el sudor y los humores de todos los cuexpos a
nden en
un vaho. Huele a dormitorio cerrado a media mafiana, Se empath
los vidrios. Empiezo a sentir calor a pesar del inyierno, Sudo, me as
fixio. Dos hombres se miran con complicidad, y, por simple reflejo,
agarro mi cartera con fiereza, Ellos no me mitan, Uno esconde ka
mano con un periddico de donde sobre
len, como gruesos gusanos,
dos dedos que ahora se mueven en el interior del bolso de una sefio-
ra, El oto mira a su alrededor. :Me quedaré calluda? Todos lo hacen.
de mirar hacia otto lado, Se hacen los desen~
gno se
Nadie dice nada, «
tendidos. Senora
da cuenta de que le estan rol
ndo?», digo
a vor en cuello, Despuds me asusto, La mujet gorda atrae hac
cartera y revuelve el interior con desesperacién. No encuentra lo que
busca. C
pero ya los hombres estan bajando a la carrera sin que
nadie haga el menor esfuerzo por detenerlos. Uno de ellos me mira
un
ndo socarronamente. Logré lo que queria, y ahora, ka sefiora
me observa con hostilidad como si yo fue
culpable de lo ocustido,
En todo este alboroto, un hombre mayor me cede
“
En quince minutos mi tarjeta de entrada marearé la hora en
1 estar jugando con el osivo que le compré; mi madre
mimeros de una hoja
rojo. Marit
regard a la nueva sirvienta; yo transer
2. otra, redactaré cartas, Hlenaré algunos cheques. Estoy sentada pero
robtis. Cada ver esti mis
a del
no puedo ver la calle por la ve
atestado, el aite es mis denso, el ambiente més opresivo. Pienso en
pueblos serranos, en playas desérticas, en una pobreza mas limpia,
Ja préxima esquina. Doy de tumbos, tropiezo,
gar una tar-
Decido deseender
Al fin logro pagar, pero dudo. No bajaré, no pued
Permanezco de pie. Ahora los empujones me hacen trastabi-
dan
llar. La gente entra y sale con la cabeza gacha, sube y baja, hormigas
sgigances. Hasta que al fin Hego al paradero.
Entonces escucho winar a los go!
disonante y hermosa, Disfruto del aire, de una rifaga de soledad.
Al cabo de tres cuadras me encuentro ante el edificio, Entro y auto-
jones, Crean una m
maticamente busco mi tarjeta. Mujeres y hombres se agolpan ance
la de
escritorios me espera, Alli, en un rinedn, esté el que me correspon-
iquina, apresurados por un amenazante rojo. Una sak Ie
ron a llegarme
de, Me acerco; apenas esboro un saludo y ya empe
cuentas por revisar, Un auxiliar se aproxima precipitadamente; sin
querer, me empuja. Se disculpa. No importa: me zambulliré de por
vida en este microbiis.El miedo
Has llegado al ocaso y el temor sigue ahi, como una piedra helada
en el estémago. Avanzas con prisa, como si alguien te esperara, car
gando en una m otra, la bolsa de
no tu maquina de escribir y, en
artesania incaica con lipices y cuadernos,
Ves los barg
incoloros meciéndose sobre un mar gris, se-
mejante a un gran lago de plomo derretido, Los alcatraces, hant
brientos, pasean por la orilla, mientras las gaviotas sobrevuelan las
embarcaciones, chillando vidas y tercas. El baln fi casi de-
io
sierto como todos los inviernos. Algunos pescadores te mi
2, te
‘nuantes entre ellos, Tienes ganas de dar media
silban, sonrien
yuela, de abandonarlo todo. Ti remor se acentiia, pero sabes que
eres obstinada y nada te hard desistir de tu proyecto. Solo vienes en
busca de una constatacién.
Caminas cruzando chalets deshabitados, bares sin parroquia-
nos y tiendas selladas con puertas de hierro. El pueblo ce offece un
silencio amenazador, ‘Tomas el angosto camino de tierra y Hegas al
descampado. Junto a los cerros, todas las casitas son iguales y por un
momento ce desorientas. Pruebas las cerraduras hasta que la puerta
de una de las casas se abre y al fin entras, Te cercioras de que es
la casa de tu madre al ver los muebles familiares distribuidos en elfiving, la cama Reina Ana en el cuartucho que hace de dormitorio,
los utensilias de cocina todavia sobre la mesa. Fi
imagenes que te rodean, ‘Te concer
en tu mente las
s en ellas hasta que el exterior
se convierte en una obsesidn, una semilla creciendo en tu rincén més
profundo, absorbiendo tu espiticu. Pa
cas por lis habitaciones pol
fe preparas un café y Iuego ya no te percatas del tiempo
ahora solo existes en la intemporalidad de tu obsesi6n. Fres un solo
pensamiento que vuelve y vuelve, cada vez con més fuerza, cada ver,
produciendo un temor nvis intenso.
Ha Hlegado el momento. ‘Te sientas a la mesa y empiezas el
relator:
Anochecia cuando legs al balneario/no se veia a nadie y
miedo/un temor que la acompaniaba desde que dejara la ciudadlya
no podia retractarse/recordé anteriores mom
ntos de angustia y se
de que necesitaba absoluta soledad/siguiendo las instruc-
ciones que le diera Olga salié hacia cl descampado y bused la casa
que ella le habia prestado/no la encontré/ prob hu
una puerta se
de Ol
0 las cerraduras/
in dudafel chalet
ga/sus muebles estaban en el living y sus adornos favoritos ya-
rid y atraves6 el umbrallera este
cian sobre la mesa cubiertos de polvo/arrimé los adornos/colocé su
lar
maquina y se dispuso a escribirlescri
de pronto se sintié cansada y decid sali
as horas con ansiedad/
las calles
ridos de perros en algunas
pidamente y casi corriendo llegé al pequenio res-
taurante/algunos pescadores lt miraron sorprendidos/hicicron insi-
nuantes comentarios en vor alta y luego emperaron a teitfella bebid
el café a grandes sorbos/nerviosa emprendié el regreso hacia la casal
una vez alli se tendié en la cama dispuesta a lver/no se escuchaba
lencio como un tambor sordo que causaba dolor
fomar un ca
estaban desiertasfsolo se escuch
esquinasa
sa
oidasfintenté concentrarse en el libro pero una idea martilleabafob-
fa cerrojos/las ventanas cenian un
sesivalen su cerebrofla casa no te
un brazo y abrir la puerta
vidio rotofpor esa abertura podia entra
desde el interior/el miedo la invadié/ahora pensaba en el cuchillof
isto sobre u
en un largo y ancho cuchillo de cocina que habi
mesita/se burlé de si mismafera una idea ridicula/se levants y fue
a recogerlofempezé a sentir ruidos extrafios/unos silbidos lejanos/
tunos pasos sigilesos/comprobé que era solamente su imaginacién y
volvid despatio para poder escuchar algiin sonido/se tendié sobre la
camalguardé el cuchillo debajo de la almohada/continus leyendofel
to alumbrado por la luz de una vela/ella
lencio/luego
tiempo no pasaba en ese c
y el cuarto formaban un cosmos y todo el cosmos era
solo el sonido de su coraz6n latiendo
empezaron los ruidosfo se
con ferocidad/queriendo escaparse/no pudo dominar la mano que
1 calmarse/pero cra imposi-
tembl6 al encender un cigarrillo/ine
ble razonar el micdo/ese sentimiento que se apoderaba ahora de ella
obligindola a esperar con mis intensidad el instante/ese instante!
fa ventana se abrié con un ruido metilico y fugaz/esperd/ya no se
alse incorpord para inspeccionar la casa/de pronto/frente a
ella/vio. a un hombre bajo y gordo mirindola fijamente/inmévil
observélle parecié un marcianofde su cabeza triangular surgian unas
punta/tuvo la esperan:
«as del hombre y
orejas grandes y separadas que terminaban
za de que fuera una alucinacién/las Ea
los pelos grisiceos erectos en el crineo le daban un aspecto irreal/lo
vio acercarse lentamente hacia ella/sonriendo a cada pasoftaimadot
como pidiendo disculpas/sintié suf
comprobé que todo eta real/el contacto la electrizé/se derrumbé en
cl escamosa sobre el hombro y
la cama y esperdfentonces él la tome del brazo/la acaricié casi con
i6 inmévil, mientras él paseaba sus manoslee
por los senos/presionéndolos/eausando dolor/luego los hes6/sus ojos
eran los de un sondmbulo/vacios de placerfella entonces cogid el cu-
chillo con la mano izquierda y se lo mostré/no dijo 1
su voz temblara clemasiado y ella solo queria asustarlofobligatlo a
daftemid que
que huycrafel hombre no reaccioné/primero la mité con odio y lue-
go le arrebaté el cuchillo/ella empezé a sollozar/él le arrancé la ropa
con
estrellindola contra la pared/y ahora la desnuda/Cinthia
espera/espera/no sabe cuindo siente el cuerpo desnudo sobre ella!
el sudor pegajoso/el olor del sexofve el cuchille brillande con la luz
de la vela/estd sobre la cama/aparece intermitente junto con el movi-
‘miento lateral del hombre/ahora Cinthia ha sido penetrada/ha sido
invadida por un cuerpo extrafiofcomo un movimiento reflejo estira
el brazo/toma el arma y la hunde en la nuca del hombre/él levanta la
cabeza y en sus ojos se percibe el dolor y el placer confundidos en la
misma sensaciénv/ ti
1 sensacién/parece enloquecer/trata de incor-
porarse pero luego su
alvera cae pesada sobre ef hombro de Cinthia!
rigidos ambos semejan una estatua de Rodin/es medianoche.
Estés cansada. Ya no puedes dejar de pensar en Cinthia. Tado
és silencio ahora que ya no se escucha el acompasado tecleo de la
‘maquina, Te recuestas en la cama y coges el libro de Katherine Anne
Porter que trajiste para leer, para olvidar, para evadir, desaparecer
Pero no pi
des, El miedo no te abandonaré ast te refugies en el puc-
blo desolado que conocié tu infancia. Oteos tiempos
Pensaste que huir de Lima te salvaria, nadie en la ciudad po-
dria protegerte, No lo debiste matar, debiste confesar en el momento,
debiste explicar que era una violacién, pero sabias que nadie iba a
crcerte,
Empicza a amanecer, te levantas de la mesa y dejas el papel
sobre el rodi
Jo como una tibia confesién, Apenas te lavas la cara,
4 hacia el
coges tu mochila y sales a buscar el 6mnibus que te leva
sur, eada ver més lejos hasta llegar al frio mas frfo, hasta la Patagonia
de tus suefios, Hasta la libertad de ser una desconocida para todos.
ssgresar —insistié Yolanda, y fue como si le es
tuviera hablando a Livia—. Toma, te regalo la munca
ahora es tuy
le dijo—,
, pero ya no llores, por favor.
Perla la apreté contra su pecho mientras Yolanda descendia
por la escalera. Nuevamente, el pirpado le temblaba. Ca
ming atemorizada hacia la estacidn del tren, sin mira
cemiendo que alg
cabiab:
a los costados,
n la reconociera, la seftalara. La ciudad estaba
llena de enemigos y ella no tenfa papeles.
Ahora 0 nunca, ahora 0 nunca: volvié a sentir la vor martillan-
do en su cerebro,
No existe nunca —se respondié tratando de darse dnimos.
Tenia miedo, tenia frio, Era mejor que regresara al sanatorio,
antes de que el director se er
ra de su ausencia,
La mujer invisible
Y bien, finalme
jc me he convertido en la myjer invisible. Y aunque
deba seguir cumpliendo con mis obligaciongs cid
ws, no puedo
hegar que esta situacién entrafia para mi algunos beneficios, Por
cjemplo, estar eximida de la penosa tarea de hablar. Por ejemplo,
no tener q
c dar explicaciones a nadie, Lo mis importante, sin em-
bargo, es que mi nueva condicién me ha glyado definitiv:
te
de desi
tegrarme, rie
0 que me amenaza dyde que llegué a vivir a
este lugar
En ese enconces, Marisol, la hija del primer maerimonio de mi ma-
rido, ter
m
apenas seis aos y constantemage preguntaba por su
Ire, Yo percibia esa presencia en todas ly estancias de la casa y
pensaba que en cada objeto |
su espirin, Promo descubri que
la madre de Marisol habia sido una victima, como lo soy ahora yo,
del hechizo que existe aqui. La
.titud apretensiva de Ignacio me lo
aba. Pero cuando él refa, olvidaba ks ppresentimientos que
me invadian al quedarme sola en cas
Fig pe inspiraba, me lle
nnaba de alegres intenciones; entonces yo coyfgoa en que la casa fi-
nicia y cede
nte
nalmente me pertenecerfa, acabarla Con yr
nucva ducita. Pensaba que podria dypexjarla de ese aire de
presidio que la recorria de largo a largo.En balde hice todos los arreglos que surgieron de mi imagina-
cidn y de la de los amigos, porque en ese entonce,
tin cenfa amigos.
Vendi los muebles, compré otros, los pinté de diversos colores, los
de lugar. Fue intitil, la casa me venci6. Perdi toda esperanza
i ordené construir una habicacién en la azoea. En ello utilicé
dinero que le habia sacado a los kilos de car
1
c, de papas, de verduras
a costa de esfuerzo y tes6n, Tusa de m
seria mi refuygio, que
pensé que exa habitacién
saparia al influjo de la ca
Permanecia alli casi a mitad del dia y nunca permit? que nadie
entrara. A pesar de ello, la casa invadiés tambign de este lugar.
Todas las noches sofiaba con una olla grande que encontré en
1a cocina. En mis pesadillas aparecia
con verduras, pero esta v
igantesca y Ia tenia que llenat
1 unas centimetros por encima di
cabera y yo no podia alcanzarla. Si lo hacia, me ensuciaba las manos
con su tizne, Luego pasab:
de negro, Las verd
as manos por mi cara y la veia manchadla
aparecian desparramadas cn el su
En esos dias no teniamos servidumbre,
era yo quien cocinaba
y hac
limpieza. En vez de hacerlo, me pasaba horas ocupada en
las ollas, ‘Tenian que brillar, brillar, porque en caso contrario se
ganadas por la casa. A pesar de ello todas lucian, al cabo de una
semana, una manchita negra. Limpiaba cada una a media mafana,
pero cuando concluia cl almuerzo, volvia a encontrar la persistente
sefial, Miraba atentamente la olla de turno antes de s
srvirles la co-
midaa Ignacio y a Marisol y, atin mientras estaba ser
segutia pensando en ella
ada a la mesa,
Al cabo de un ano me di por vencida, Contraté a Sonia, la
cocinera, y me desentendi para siempre de todo aquello. No exagero
si digo que jamais volvi a entrar a la cocina, Me dediqué entonces a
leer revistas de decoracién, lo que me br
ce
tema inagorable de
conversacién con Ignacio, quien veces hablaba conmigo. En
cuanto a Marisol, quien iba creciendo répidamente como una bella
flor, solo me dirigia la palabra para que la asistiera en las tareas que
atin no era eapay de realizar por si misma: amarrarse los zapatos,
altos.
carse la chompa, aleanzar objetos de lug
Peto ni las revistas de decoracién ni el refugio que edifiqué me
ayudaron
cuerpo moverse fi
Estaba ecl
impecé a notar cambios en mi misma. Y, un dia, vi mi
fade m
ada en la cama de Ignacio cua
Me asusté do vi pa-
sar mi figura lentamente hacia el comed
los cabellos despeinados colgindome hasta la cincura. Una figura
; jorobada y distante, con
deprimente, pensé. No lo pude soportar y corré hacia ella, La sacudi,
cogiéndola de los hombros y ella, o yo, me miré y me dijo en tono
seco, imperturbable: déjame en paz, Quedé paralizada de terror.
Cuando abst los ojos estaba nuevamente en fa cama y Sonia me mi-
taba con extrafieza. Me habia arrastrado hasta alli desde el comedor.
nbrando a estas visiones, hasta que, hace
.. Todos en la casa se
Luego me fui aco
unos dias, me volv’ invisible y ya no me
a presencia deambulara sin rumbo
do. por la
mn
acostumbraron a que mi extr
por la casa, salve cuando permanecia en mi refuugio mirs
ventana
Pero no dejé de asistir a las re
jones que mes a mes organi-
zaban mis compaiieras de colegio. Estas sesiones formaban parte de
mi vida, Al principio nos contdbamos todo. Yo sabia cémo hacia el
amor eada uno de los maridos de mis excompaferas de aula; cémo
les enamoraron; el sueldo que ganaban y qué nuevos artefactos
compraban para sus casas. Poco a poco dejé de comunicarme con ellas
mpecé a disfrutar de mi nueva condicién. Asi, yo escuchaba estas
sesiones con interés de entomdloga: atendia y observaba a esos scres,aambiaban informacién sobre
ilusiones, como si de
que inte
intereses, compromisos,
n panal de abejas se eratara, Mis compafieras
se limitaban a abrirme las puertas de sus casas sin siquiera saludarme.
Yo buscaba un buen lugar para sentarme y mirarlas. Era un privile-
gio ol 8 a los mismos personajes que hablaban sin
detenerse, en una suerte de histeria pe
Yo permanecia muda
Claro, ellas contaban sobre sus hijos, pero yo no tenia hijos; de los
fan, pero yo no vi
era para mi todo un enigma, Se la
aba; de sus matidos, pero Ignacio
aban de s
ba
ce sobre las cel
pleadas do-
mésticas, pero yo hacia aftos que no eruzaba palabra con nadie en
mi casa, Discutian apasionadam
novelas, pero yo
dora de una obra lena de actrices,
hasta que falté a una reunién y perdi la pista de las siguientes. Con-
no las veia, Yo era la nica espect
sideté entonces que casi veinte afios en esas andan
mas que
visible,
ol e Ignacio ala
suficientes. Ya habia disfrutado en exceso del placer de ser
5 toral, siempre me quedaban los di
hora del almuerzo a los que
‘logos de M
chia con cierto placer.
El Gnico problema consistia en la host
Jad de mi figura hacia
mit: ella no me permitfa observarla y empezé a insultarme. Me lla-
maba espia. Aleguba que cuando yo no la miraba se sentia invisible,
igo alli, observindola, se daba cuenta de que no lo era.
En fin, que no solo tenia que ser invisible para el resto del mundo,
sino también para mi misma. Fue asi como hace algunos dias dejé
de deambular por la casa y no logré ver més mi imagen reflejada en
el espejo.
Este pequeiio problema, sin embargo, no es nada si lo com-
paro con los beneficios de la invisibilidad. Es la tiniea forma en que
me he podido sentir libre. Y tengo no pocos privilegios: estar exi-
mida de la penosa tarea de hablar; no tener que dar explicaciones a
36
nadie, y, sobre todo, saber que venef ala casa, porque ahora soy la
cast. Deambulo por rodos sus pasillos y conozco mis que nadie sus
na de sus
rincones secretos, las horas en que hay que estar en cad
luz los beneficia, Me place tam!
astos de la cocina 0 con
estancias, los ins
vigilar el paciente trabajo de Sonia con los
jones de Marisol sigui
arido oa mi hijastra,
ntes en ql
do los indecisos
las rutinarias conyers
gestos de los visitantes que vienen a ver a mi
No tiene ninguna importancia que Marisol ¢ Ignacio hablen
yo no estuviera con ellos; que
la hora del almuerzo como
de
se turnen para ir a visitarme, segiin dicen, a un sanatorio. No saben
que soy invisible y que es prec
salvado de desintegrarme. Les dejaré creer lo que quieran, Total, ya
los tiznes, ni las ollas, ni preocuparme por Mari
amente esta condicién la que me ha
nada me molest
sol, ni hablarle a I
pequefias tareas que se me imponen:
Soy invisible, soy libre.Desde el exilio
Miro los ojos atentos de Gonzalo y me pierdo en dos pozos negtos;
insondables, Manotea sin cesar; en él la vida es movimiento puro.
Accién, Me pierdo en sus ojos y me alejo; mi mente vuela de
do mi cuerpo inmévil. (En qué momento perdi la libertad, en qué
momento dejé de saltar vallas y permaneeé contemphindolas). La
casa huele a coliftor y ajos, pero hay silencio, Una aparente paz. Mi
inmovilismo la convierte en un sanatorio, La indecisién de mis pasos
impide al extrafio ver una escena de normalidad cotidiana. (En qué
momento perdi el ritmo, cuando abandoné la carrera). Qué no:
gia ahora el jardin de la casa materna, el triciclo oxidado, el silbido
del viento en las ventanas apolilladas.
El domingo fi
alli a recobrarme, a sentir que yo alguna vez
poblada de fantasmas, Fantasma
ntada en un sillén mirando a través de la ventana.
habia existido. La casa estaba va
era mi madi
Fantasmas los hermanos y sobrinos; presencias sin alma deambu-
lando por los corredores de Ia infancia. Mi hermano encontré una
bolsa con cartas antiguas. Avidos nos pusimos a leer!
estaba la
prueba de que habia un pasado en comtin, cuando andibamos suel
tos bus
indo seales que no encontrariamos. Nos desconcertamos.
Mi hermano dijo que pondsfa una tiendla para vender ropa de iiltimamod
Yo miré a Gonzalo sentado en su coche, frente al espejo, y
tave ganas de Horar. No lo hice. En cambio, me tendi sobre la cama
y me dormi
Durante el regreso trataba de darme dnimos; cuando algo se
acaba es porque algo comienza, me decfa. En verdad comenzaba la
vida de Gonzalo, pero yo ya no estaba en ella, :En qué momento se
terminé el dia? ;Cudndo entré a vivir el suciio? Esa noche no pude
dormir. Recordé las calles. Estaba
iada de mi propia vida,
Mi vecina, la costurera, pasé toda la noche trabajando, Cada
vez.que me levantaba a beber por la sed que me produc la lactancia,
veia el filgor de la luz de su casa sobre el comedor de la mia. Trabaja
mucho y su vida es gris. Hace un mes que yo no escribo una linea y
mi vida también es gris. Una vex perdido el amuleto, la suerte esti
chada, Eso no evita que sienta un indefinible malestar cada ver que
veo su luz encendida durante la med
noche. Yo suelo pasarme toda
la noche pensando. Inmévil, pensando y recordando. Nada puedo
construir ya, solo exorcizar el pasado. Tengo uma llave que abre las
puertas que alguna ver cerré,
no abre nuevas puertas. U
perdido el amuleto... pero tengo un
, una criacura que nacié de
imi y que veo crecer hora tras hora. Afucra estd la incesante lucha,
dentro de mi una batalla mas despiadada se desarrolla,
2
Ayer vino mi tia a visiaarme; trajo un kilo de aztican, meloco:
cosas bien, no tienen carencias, En cambio, ti, siempre envuelta en
problemas. ;No lo ves? Por eso tengo que ayudarte, Te compadezco,
100
no tienes el talento necesario para vivir. Y yo explicando, demos-
dad para clegir, que no soy como ella
nact
teando que sf, que tengo «a
ni como la gente que conoce, que amo otras cosas. Es igu:
con cl estigma de los seres indefensos. Todo lo que vcurra con mi
persona la moverit a compasidn. A veces me pregunto cudntas veces
de mi, ¥ siempre
me traicioné por cambiar esta imagen que tie
fracasé, siempre clla gand. Es cierto: nadie me amé, todos me clava-
npre. Hasta que me escond en esta
ron cuchillos por la espalda
casita, en mi sanatorio privado, Soy la vergiienza de una familia cuya
arse de cada instante de su existencia,
nnaturaleza la obliga a lam
Yel dinero, he ahi el problema. Deber
no quiero provocar compasién. Mira a tu alrededor, me dicen, mira
EL
dinero mueve al mundo, me explican, {Cuando entenderis de qué
a preocuparme de eso si
cémo todos luchan hasta desangrarse por vivir con comodi
1 angustia entonces me cortoe. Ya no puedo leer,
ido, me preocupo por mi
vilia
se trata la vida?
tno puedo escribir, paso los dias durm
casa amoblada con las vejeces que la
aspecto fisico, por n
quiso botar. Me duclen los pies al caminar; necesitaria un aucomévil.
sca que es el simbolo de estos tiempos, cuando el oropel
Leo una res
criunfa sobre la laneza, Pienso que deberia contagiarme de ese brillo,
vestir disfraces rutilantes y ser alguien
que sabe disfrutar de la vida, @ pesar de los nifios que tocan a mi
puerta pidiendo comida. Entonces decido trabajar por un sueldo y
es rodo lo que
frecuentar fiestas hawaiana
‘empiezo a sentirme proxima al suicidio. Una caren
me ocurte, pero es una carencia fundamental,
Sin embargo, ayer en la maftana, cuando sali a pasear con
verdes por la gartia de la no-
Gonzalo por el parque y vi los arbok
che, el pasto hiimedo en un dia de niebla y resolana, volvi a sentir la
magia de la vida, Habia un silencio de tareas nobles, una atmésfera
01de destinos que se cumplen cabalmence y, en ese instante, a mitad
del paseo en que me recobré, entendi que estaba en mi lugar, Y es-
taba ocurriendo lo que debia ocurri, Un muchacho me siguié y me
dijo que lo iban a llamar a mi teléfono, Estaba tan apesedumbrado
que no me pude negar. No sabia quién era. A los pocos minutos una
vor. de mujer joven preguntaba por él. Lo fui a Ikamar al parq
Hlegé presuroso a hablar con ella. Un par de jévenes en problemas:
una huida, un aborto, voces alarmadas. Todo esto tambien tenia que
ocurrir una mafiana de niebla en noviembre, El muchacho salié de
mi casa y st historia es ahora na de los millones de historias que se
cstin desarrollando alli cerca: en el parque. No vayas a hy
sin mi, le advirtié el muchacho a la muchacha, yes seguro que cada
ccual actuari a su manera, tomard su propio rumbo y quizd pronto se
recuerden sin amor. La vida de cada persona la constituyen solo al-
‘gunos instantes. Todo cambia con un gesto, en el
omento preciso.
No creo en la continuidad, la rutina, el comportamiento de horm
{g: no somos insectos, sino entes paces que de pronto se iluminan
y vuelven a apagarse y toda la vida es eso: bitsquecda de lu.
Yo recuerdo muy bien esos instantes. Mis cineo anos en la
habitacién de mi madre. Mi hermana mayor y yo mirindonos en el
espejo y de pronto la sensacién de un rayo eleccrizando mi cerebro
Ella no es yo, ella es otra, me decia perpleja y luego preguntindoselo,
quién eres, qué sientes tt de no ser yo y ella mirindome extrafiada
para luego verse reflejada en el espejo, sefialarlo y decirme risuenas yo
soy esa. Bra la soledad, mi compaiera. Miré el mar gris del invierno
y comprendi que ya no habia retorno, Por primera ver, senti miedo
Desde ese dia tengo la misma sensacién cuando veo el mar en el
invierno. En cambio, el mar del verar
pstalgia de mis
10s, cuando el universo era yo.
102
Pero debe set me han acuchillado por la espalda, In-
ciertos enemigos me han Ilevado de las narices hacia el borde del
cierto:
abismo. Y aqui estoy: treinta afios, todos los suefios derrumbados,
nperecedcro suefio de ser yo. Un milagro. ¥ p'
0
menos uno, el
que decidi que la literatura seria mi arma, ahora me impongo escti
bir. Debo dinero a la vecina, al verdulero. Podria escribir algunos
articulos literarios para ganar algunos soles. Pero
c. Una no puede vivir treinta aftos de su vida aferrindose a
ros, mis inexistentes libros, tendrin
En todo
aceder; por algo Pedro hipoteca su vida diariamen-
aes una situa-
cidn limit
algo que nunca ha visto. Mis
que aparecer, aunque para ello tenga que dejar de com
caso no ha de
te. Por algo hemos construido esta pequefia canoa cimbreante que
flota en un rio de pitaas, Y no Hlegamos a caer en la tentacion de
>, y no caemos tampoco en los dientecillos
pasar al yate del proj
de los peves. Pedro sale a trabajar todas'las mafanas con los bolsillos,
de los pantalones descosidos, la camisa zurcida por él mismo, pero
esti Ileno de dnimos. Su imagen me paraliza durante una hora y me
revuelvo en la cama sin saber qué hacer. Todo ese tiempo perdido y
escribir, escribir, suena a algo muy abstracto cuando tienes un ma:
anas para poder subsistir. En la
rido que sale a luchar todas las
casa, los olores de la comida me marean: culantro, ajos, coliflor. Son
nfancia
los mismos olores de mi
Miro los insondables ojos negros de Gonzalo y recuerdo otros
ojos. Estoy ante el espejo: todavia soy una adolescente. Me miro
103fijamente; mis cabellos escasos pero largos, mi larguisima nariz. Me
digo asustada y a
cambi
resiva, desde hoy ya no seris virgen, desde hoy
is. Siento miedo. La reputacién de una mujer es como el
espejo: si se acercan mucho a ella, se emparia, me dice mi made.
Y yo, recordindolo, me acerco y empaiio el rostro en el espejo de
mi habitacién. Estoy preparada, ropa interior nueva, perfume, nada
de maquillaje, Ksto no impide que me
manana de abril y el sol hace brillar mis cabellos al salir de la casa.
ita una victima, Es una
Mi madre me ha pedido que le haga una gestidn en cl banco. Me
despido de ella con un beso y soy Judas. La traicionaré, le haré dato
al acostarme con un hombre, seré una puta. Siempre nos ha dicho
que el sexo es asqueroso y que las mujeres superiores, como debemos
ser nosotras, son
igidas. Me rebelo: estay entre él y ella
Paseo un rato por el malecén
es de decidirme a ir. Estoy
preparada, pero algo en mi se resiste. Me siento forzada. Nada es
espontineo. Me encamino hacia su
solo. Golpeo la venta
asa; a esta hora él ya estard
de su dormitorio, timidamente. El apare-
ce envuelto en una gran sibana blanca, Parece un monje tibeta
Se pone muy nervioso al verme; se excita y corre hacia la puerta
haciéndome sefias para que me dirija hacia alli. Lo sigo hasta su
habitacién, Alli se despoja de la si
to ni
2 mirandome sontiente. Sien-
cas y no quiero ver esa carne col
de libros y él empieza a conversar a
nce, Miro hacia el estante
ntando tranquilidad. Luego
me rucga que me acueste junto a dl. Me disculpo diciéndole que
solo venia de paso, que tengo que salir al banco por encargo de mi
madre. Me siento una esttipida; no creo en lo que estoy diciendo y
él empieza a impacis
yodes
én entonces se torna cémica y
cr, Empiezo a enfurecer. Me levanto con:
co desapar
nte de
que estoy actuando y empiczo a desnudarme a la par que amenazo;
04
me mira perplejo. Lo sorprendi, suda de nervios, Me acuesto en.
Fos cucrpos se tocan, Siento que voy a ser
Jroga. Se sube encima de
la estrecha cama, nu
operada, una enfermera me inyectaré una
mi y forcejeo. Estoy paralizada, Finalmente me dice, perdéname, y
yo siento un gran alivio; no sé qué ocurrid, pero sigo virgen. Ahora
nos baftaremos en la tina como se ve en kas peliculas, A mi me repele
esa intimicad fingida, Salimos a la calle y me compra un regalo, Al
despedirnos, me ruega que no comente con nadie que no llegamos
copular, y nuestra relacién, que siempre fue literaria, siguié su curso
a pesar de elo.
Una mujer que cuida dle su casa termina siempre por volverse
invisible, Sucede leneamente, sin que ella Jo note, Vive en una cons-
cendliendo a los hijos, limpiando la casa, lavando y
a su propia meta-
ante agitacién,
cocinando. Por eso es casi imperceptible para el
morfosis. Hasta que llega a los cincuenta aftos. Esta edad, que ser
ideal para la cosecha en la mujer, es la edad del abandono, de su
ble. Se torna en una reliquia, Se ha
én como mujer inv
ido mimetizando can los muebles de la casa y su anonimato es, por
cierto, el mas escandaloso de todos. Protectora de seres preocupados
en si mismos, solo nota su terrible soledad cuando las presencias
n marchado. Pienso esto ahora que paso todo el dia con
» la hora de dormir.
\s se ha
Gonzalo esperando la hora del almuerzo y luc;
Mi madre esta ahora sola en su vieja casa y a ve
mafiana, Me dice que est mareada,
J. siente que
ss me olvido de su
existencia. La he I
Cuando sube a los altos de la cai
mbrada a estar rodeada
que siente angust
yaa perder ef equilibrio. Una mujer acost
105de nifios que tiran de sus brazos y faldas, siempre en medio de pre-
sencias que exigen la atencién de ella es como una equilibrista. Mi
madre esta a punto de caer porque necesita una muleta. Ahora me
sucede lo mismo con Gonzalo, Por eso he optado por no salir de mi
pequefia casa: mi sanatorio privado,
He pedido dinero prestado y cuando lo k
ia fantaseaba con
1 proyecto de estar trabajando, Me imaginaba como una periodista
estrella, viviendo la vorigine de los acontecimientos politicos, arras-
ada por el vaivén del mundo, Pronto deseché la idea, Ciertamente
quiero dejar al mundo correr sin mi, quiero abstrac
paréntesis hasta descubrir el
ne, vivir en un
isterio que Hevo centro, Para eso es-
cribo: para desentrafiar. Esto que me obsesiona es mic
wencia, Esta
algunos casos des-
precio, en otros, compasidn. La gente a menudo intenta sacudirme.
carenci
me paraliza y es por ello que provoco
Yo la miro desconcertada; igndrenme, les digo, soy invisible, pero
inevitablemente sus tretas me provocan angustia. Pero lo entiendo:
nos han programado para vivir en una atmésfera de oropel y el amor
a las imige ituye siempre por el verdadero amor.
6
Miro los insondables ojos negros de Gonzalo, st oscura ter,
sus rasgos tan ajenos a los mios. En ellos veo mi esperanza, mi anhe-
lo de sentirme pertenceiente a alguien. Porque esta sensacién de ser
a todo lo que me rodea me ha perseguido desde siempre, He
les personas actuar en corno a mi, envolverme sin
poder participar en mi propia vida. Se me ha implicado en todas
Jas escenas sin que yo act
Me he dejado arrastrar por ellos, los
actores. Por eso escribo historias en las que el tinico personaje soy yor
el resto son f as justi
apariciones fugaces. A veces inten
ficaciones, los razonamientos, esas pequefias trampas que te enredan
te ellos y ante mi misma.
con el prajimo: fracasé, Fracas
paralizada, no escribo. Para probarme excribo,
‘me describo, $i se puede hablar de alguien, ese alguien es real. Estoy
empecinada en ser.
Durante mi adolescencia me descubri como un ser eréreo,
comparada con mis hermanas. Mientras en llas la vida transeurrfa
1 todos los personajes de los libros
afuera, yo era un ser invisibl
que leia y todos los libros. ¥ mit
los espejos para constatarlo que el mundo les decia que
mente, en el silencio de la noche, yo lo hacia para interrogarme, p
tras mis hermanas se miraban en
saber si existia ono. Y cuando a fuerza de raciocinio aceptaba mi
ser, el mundo se encargaba de desaparecerme. Y ahora, solo ahora,
tengo tiempo para pensar en ello y no sé si es peor esto que no tener
tiempo y moverme por todos los lugares con el pensamiento que
oprime, con el miedo a que ese pensamiento me invada. ¢Qué somos
sino un tinico pensamiento que vuelve y vuelve? Yo seré siempre ese
pensamiento descubierto a los cinco afios, cuando me interrogaba
te que me hace huir de
al espejo. Ese pensamiento de duda const
todo. La indecisisn que me ha convertide en una mujer invisible,
anatorio.
me ha acortalado en esta
Gonzalo esta sencado frente a mi y a la maquina de escribir;
me incerrumpe a cada momento con sus pequetios gritos. Le aleanzo
a cucharita de mi taza de café porque ya lanz6 lejos de sf todos st
tiene una
juguetes. La observa sorprendido. Es la primera ver qucuchara entre sus manos. La descubre, la mira, la voltea, se la lleva
varias veces a la boca en todas las posi
ones. Cuando la ha probado
lo suficiente, la suelta. Para dl solo existe el presentes para mi, lo que
fue y no podri volver.
Durante mi adolescencia buscaba este perfecto ensumblaje,
constrifiéndome, reduciendo mi mundo. Aparté de mi las centa-
ciones mundanas para no mentit, para ser verdadera. Habitaba un
a de
novelas y poemas. Salia a pasear mirando la luna y me sentia com=
pleta. E con la muerte diariamente.
Hablaba sola, el futuro no existia. Lo negué todo menos a mi mis
cuarto muy oscuro en la azotea de la casa de mi made, rod
completa, Tanto que jugab
ma y por ello intenté varias veces el suicidio, Luego fui arrancada
como una mansa palomita de mi pedante autosuficiencia, Entonces
lo acepté todo y yo me negué, Como cuando tenia cinco afios, volvi
a preguntar al espejo, quién soy, quie inbres siempre me
dieron respuestas maravillosamente inconsistentes y fue una delici
vivir esas ilusiones a destiempo.
intelectual en los ojos de otros.
cetes. Los h
‘ui una diosa, una musa, una hicida
Ahora, a los treinta afios, me impongo una tarea de la que
no me siento capaz, Sin embargo, no he encontrado la sefial que
descubri en mi infancia. Quiaé llegue a los cuarenta intentando em-
pevar nuevamente, El almuerzo ya esta casi listos he echado hierba
buena al guiso,
os
noe
DESDE EL CONFINAMIENTO DEL EXILIO
AL HORIZONTE DE LA ESCRITURA
YoLanpa WustrHaLen
Desde el exilio, libso de cucntos de Mariella Sala, tiene una larga his-
toria, aparecié por primera vez en 1984, tivo una segunda edicién
en 1988 con el titulo Desde el exilin y otros cuentos y gané el premio
para una cercera edicién que es la que hoy sale a luz bajo el sello
Cocodrilo Edie ceva versi6n editorial conserva el titulo
inicial, pero con una nu
vididos en tres seeciones, incorpora cinco nui
vemos el verano», «Mientras la siesta»,"«Bilichis, «Cielo» y «Noche
a dos de la segunda edicién. Libro emblemitico
nes. Lan
va estructura, retine ahora 14 cuentos di-
fos cuentos —«Nos
limefiae— y re
de la literatura eserita por mujeres de la década del 80 del siglo XX,
vuelve a renacer empoxerado en el siglo XX1, como lo hacen las
nuevas luchadoras sociales y de la cultura
Desde el titulo, la autora nos sumerge en la condicién de e:
lio en el que vive la mujer, exilio entendido en todas sus acepcion
como separacién (y marginacién) de la tierra en la que vive —1
sociedad patriarcal peruana y latinoamericana—, como lugar en el
que vive la exiliada o mejor dicho el conjunto de ellas y, por tiltimo,
exilio es un lu-
el efecto que dicho estado tiene sobre la persona
Gn, una condicién de vida, un estado
gar de expatri imico y un
lugar de enunciaci6n,
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