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La Admisión en Servicios Sustitutivos Al Manicomio.
La Admisión en Servicios Sustitutivos Al Manicomio.
1.- Introducción.
1
Psicólogo (UNR), Magíster y actualmente doctorando en Salud Colectiva, Departamento de Medicina
Preventiva y Social, Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Estadual de Campinas, Brasil. Contacto:
algiova@gmail.com
2
Médica Sanitarista, Doctora en Salud Colectiva y profesora del Departamento de Medicina Preventiva y
Social, Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Estadual de Campinas, Brasil.
encuentra, tanto en las antípodas de la psiquiatría positiva tradicional, como en
las de las autoritarias teorias de la administración y gestión de servicios –, la
pregunta en torno a qué herramientas metodológicas, qué parámetros y qué
indicadores evaluativos pueden dar cuenta de esas transformaciones se
impone. Y ese desafío, norteó nuestro camino.
Por, y para, esto, entendemos necesario implementar metodologías de
investigación que permitan analizar críticamente la construcción del propio
proceso de investigación como las relaciones de poder inherentes al mismo,
nuestro lugar como investigadores, el lugar de los demás actores sociales en
ese proceso y que implique un claro posicionamiento ético-político en torno al
mismo y a las contribuciones que, en términos de resultados, podamos aportar
para mejorar el funcionamiento de nuestros servicios públicos de salud, que
necesariamente debe traducirse en aliviar el sufrimiento de sus destinatarios.
A partir de una investigación evaluativa del funcionamiento de la red de
CAPS de Campinas, que arrojó como resultado una serie de parámetros e
indicadores evaluativos construídos con la activa participación de
aproximadamente 300 personas entre usuarios, familiares, trabajadores de
todas las disciplinas y gestores de diferentes niveles, surgieron varias líneas a
seguir indagando. Una de ellas, fue analizar los diversos mecanismos de
regulación del acceso de usuarios a los CAPS, de eso trataremos en este
artículo.
4
También existe CAPSi, para niños y dos CAPSad, para usuarios de alcohol y otras drogas.
5
Ver: Tenório, F. Desmedicalizar e subjetivar: A especificidade da clínica da recepção. In: Cadernos
IPUB: n º 17, Rio de Janeiro: UFRJ/IPUB; 2000, n º 17, Vol. VI p. 79-91.; Coimbra, VCC. O
acolhimento no Centro de Atenção Psicossocial [Dissertação-Mestrado]. Riberão Preto, (SP):
Universidade de São Paulo; 2003; Wetzel C. Avaliação de serviço em saúde mental: a construção de um
processo participativo [Tese-Doutorado]. Riberão Preto (SP), Universidade de São Paulo, 2005; Onocko
Campos, RT. O encontro trabalhador-usuário na atenção à saúde. Uma contribuição da narrativa
psicanalítica ao tema do sujeito na saúde coletiva. Rev. Ciência & Saúde Coletiva; 2005, 10(3): 573-83;
Oliveira, R. A chegada de crianças e adolescentes para tratamento na rede pública de saúde mental. In:
Couto, MCV. y Martinez, RG. Saúde Mental e Saúde Pública: questões para a agenda da Reforma
Psiquiátrica. Rio de Janeiro:NUPPSAM/IPUB/UFRJ; 2007, p. 27-50.
a aceptar o no a un paciente y pasa a ser las cualidades que ese primer
atendimiento deberia tener. Campos 6 resalta que tratamos con un sujeto con el
cual es necesario establecer un vínculo de acogida, no solo porque, tal vez, se
encuentre con algun padecimiento, sino porque las características de ese
vínculo van a decir de las potencialidades para lidiar de forma compartida
(equipo de salud y usuario) con ese sufrimiento, y asi hacerlo desaparecer. Es
la instancia llamada tradicionalmente admisión en Argentina. Volveremos a
este asunto más adelante.
Ahora, en el campo de la llamada atención psicossocial, los trabajadores
de la salud:
(…) no compiten, componen; no rivalizan, sino que se
solidarizan; no controlan, acogen; no promueven sumisión,
sino cooperación; no se somete ni establece jerarquías, y sí
reflexión y co-laboración en la producción de salud, desde un
entendimiento que quien sufre en su salud mental, como la
sociedad en general, tiene sus necesidades producidas por el
propio desarrollo de las fuerzas productivas como: la
necesidad de tener dinero, de vivir dignamente, de tnere
acceso a bienes de consumo, una vida afectiva y amorosa
estable y tratamiento en si sentido mas estricto: clínico.7
De ese modo, conforme Onocko Campos y Furtado8, los nuevos aspectos
institucionales relacionados con la reforma psiquiátrica em geral, y con la
emergencia de los CAPS en particular, colocan en especial evidencia las
interrelaciones entre subjetividad, gestión de los procesos de trabajo e clínica, y
estos tres dominios pueden ser abordados desde el momento del primer
encuentro entre trabajador y usuario.
6
Campos, GWS. Considerações sobre a arte e a ciência da mudança: revolução das coisas e reforma das
pessoas: o caso da saúde. En: Cecilio, LCO (org.) Inventando a mudança na saúde. São Paulo: Hucitec,
1994, p. 29-87.
7
Aranha e Silva, AL y Fonseca, RMGS. Processo de trabalho em saúde mental e o campo psicossocial.
Rev Latinoam Enfermagem, 2005; 13(3), p. 448.
8
Onocko Campos, RT y Furtado, JP. Entre a saúde coletiva e a saúde mental: um instrumental
metodológico para avaliação da rede de Centros de Atenção Psicossocial (CAPS) do Sistema Único de
Saúde. Cad. Saúde Pública, Rio de Janeiro, 2006, 22(5):1053-1062.
basado principalmente en fármacos y centrado en la figura del médico. El
manicomio va a ser el lugar donde se trata la locura. En esta concepción
arcaica – pero no por eso extemporánea – de la psiquiatria, Corbisier (1992) va
a plantear que no hay sujeto, hay objeto; no hay clínica ampliada, sino una
restricta a psicofármacos; no hay singularidad, sino pura desrazón; no hay
nada a ser escuchado, sino todo a ser contenido.
En inicios del siglo pasado, tiempo antes de la Reforma Psiquiátrica, las
elaboraciones del creador del psicoanálisis, revolucionaron la visión del asunto.
Freud transforma radicalmente esa noción de locura, priorizando la escucha del
sufrimiento, entendiendo el delirio, por un lado, como producto de cierta falla,
mas por otro lado, como tentativa de reestablecimiento. Aunque lo principal del
modelo teórico de las psicosis ya estaba conceptualizado en escrito anteriores,
sabemos que fue a partir del libro del presidente Schreber que Freud
profundiza su estudio.
Es posible ver esa idea, la de tentativa de reestablecimiento, en diferentes
textos de Freud9, y explicada en innumerables oportunidades a partir del
trabajo del sueño. Con esta conceptualización, Freud subvierte la vieja noción
pineliana de locura, y nos dice que el delirio es una forma de dar sentido a una
experiencia psíquica. Dicho esto, no habría algo a ser corregido, sino algo a ser
escuchado. No hay algo a ser abolido, sino algo a ser recuperado, algo a ser
construído10.
Eso es lo que trae Freud con el psicoanálisis: un procedimiento para la
investigación de procesos psíquicos que son casi inaccesibles por cualquier
otro modo, un método (basado en esa investigación) para el tratamiento de
disturbios en esos procesos y una serie de informaciones psicológicas
obtenidas a lo largo de esas líneas, que gradualmente se acumulua en una
nueva disciplina11. Un cuerpo teórico para pensar el psiquismo y la subjetividad,
herramientas conceptuales e instrumentos de análisis que nos permiten
entender y rescatar los modos singulares con que los humanos
experimentamos, sufrimos y disfrutamos de la vida.
Es con Freud que el psicótico empieza a ser escuchado y que podemos
pasar de la paralizante entidad nosográfica psicosis, a la polisemia de los
decires del psicótico. Claro que, tenemos que estar advertidos de no invertir los
ejes de la búsqueda y, por lo tanto, el sentido de esta clínica, ya que el
problema no es la entidad psicosis en si, los psicóticos no son meros efectos
de ella. De ahí que, dar lugar a la voz del psicótico, escuchar el delirio, fue la
condición de posibilidad para la inteligibilidad de las psicosis, restituyendo “al
discurso del loco, la positividad que le había sido sustraída por la psiquiatría”.12
9
Ver: Freud S. Notas psicanalíticas sobre um relato autobiográfico de um caso de paranóia (dementia
paranoides) (1911); O manejo da interpretação dos sonhos na psicanálise (1911); Sobre o narcisismo:
uma introdução (1914); Suplemento metapsicológico à teoria dos sonhos (1916). [Edição Eletrônica das
Obras Psicológicas Completas de Sigmund Freud on CD-ROM]. Rio de Janeiro: Imago; 1999.
10
Corbisier, C. A Escuta da Diferença na Emergência Psiquiátrica. En Bezerra Jr. e Amarante (orgs.),
Psiquiatria Sem Hospício: contribuições ao estudo da reforma psiquiátrica. Rio de Janeiro:Relume-
Dumará; 1992, p. 9-16.
11
Freud S. Dois verbetes de enciclepédia [Edição Eletrônica das Obras Psicológicas Completas de
Sigmund Freud on CD-ROM]. Rio de Janeiro: Imago; 1999 (1922).
12
Bezerra Jr. B. Da verdade à solidariedade: a psicose e os psicóticos. En: Bezerra Jr. e Amarante (orgs.),
Psiquiatria Sem Hospício: contribuições ao estudo da reforma psiquiátrica. Rio de Janeiro:Relume-
Dumará; 1992, p. 31-7.
Pero… ¿qué escuchar? O, primero, ¿qué es hablar? Hablar es nombrar,
dar nombre. Nombrar es relacionar, es ligar desde adentro para afuera, es tejer
proximidad, hacer contrato, compartir pensamientos. Es lo que precisamos
para convivir, hacer cultura. Sí, es eso, pero no sólo eso, sino nos quedaríamos
en una teoria nominalista del habla (de eso ya se ocupó la lingüística). Ya que,
el hecho de dar nombre, implica alguna cosa más, que sólo hablar. Cuando se
consigue dar nombre a alguna cosa por la cual se sufre, por ejemplo, lo que se
consigue es amarrar, ligar. Entonces, no queremos reducir hablar a nombrar,
mas queremos destacar que nombrar puede ser un recurso clínico de suma
importancia, precisamente porque guiará el camino que permita encontrar algo.
Aquí nos aproximamos al tema de la verdad, y en psicoanálisis sabemos
que intentamos nombrarla y se nos escapa, sólo conseguimos a acceder a una
porción de ella. Freud nos enseñó que la verdad necesita de un trabajo clínico,
de desciframiento del inconsciente que se manifiesta por los actos, por las
palabras, los silencios, ayudados por la escucha especial del analista, formado
para oír lo que no se dice, lo que no debe ser dicho, lo que sólo aparece
velado, disfrazado.
Desarrollar la teoria freudiana no es el objetivo de este trabajo, pero
queríamos sí explicitar ejes básicos y fundacionales del psicoanálisis freudiano
en el sentido de entender la obra de Freud como punto de partida y no de
llegada, punto de partida para intentar producir algo diferente y, al mismo
tiempo, ejes que continuan vigentes y sin los cuales es imposible pensar desde
el psicoanálisis.
Para ir cerrando esta parte que dice de nuestro posicionamiento clínico a
la hora de encarar la práctica, queremos resaltar que:
- El psicoanálisis no es fenomenológico. Entendiendo la psicosis
como polisémica, la condición de inteligibilidad del fenómenos
psicótico radica, principalmente, em dar lugar a la voz del psicótico.
Si bien utiliza entidades nosográficas, se concentra en la escucha
del sujeto. Tampoco, es cierto, es anti-fenomenológico. Pues
necesitamos del fenómeno, para no correr el riesgo de caer en la
idea de que la estructura es una entidad a priori, que antecede el
fenómeno, y que nuestra tarea sería llegar a ella pues seria La
verdad.
- El psicoanálisis también puede subsidiar acciones y no sólo
discurso: el manejo winnicottiano es un claro ejemplo de cómo se
puede sustentar un trabajo de/con el sujeto antes de la posibilidad
de la palabra.
- La verdad no es lo evidente: la evidencia en psicoanálisis es lo que
va a aparecer allí, que sorprende, y que se va a tornar evidente a
partir do modo como escuchamos lo que el otro habla.
- El delirio es una forma de dar sentido a una experiencia psíquica:
es la tentativa de remendar donde hubo una fisura en la relación del
yo con el mundo externo. Manifestaciones del proceso patógeno
recubiertas por tentativas de cura.
13
Bezerra Jr. Ibidem.
14
Ver Tenório, F. Ibidem; Schimidt, MB. y Figueiredo, AC. Os três As: acesso, acolhimento e
acompanhamento – uma proposta da avaliação de serviços de saúde para o trabalho nos CAPS. En:
Couto, MCV y Martinez, RG. Saúde Mental e Saúde Pública: questões para a agenda da Reforma
Psiquiátrica. Rio de Janeiro: NUPPSAM/IPUB/UFRJ; 2007, p. 125-151.
como también soportar cierto tiempo de suspensión (Tenório, 2000), sin
descartar obviamente, la necesidad de medicar y/o internar.
Y aquí retomamos lo que hace, por un lado, a la cuestión práctica del
hecho de recibir por primera vez a un usuario en una institución de las
características que vimos tienen los CAPS y, por otro, a la mejor manera de
denominar esta instancia en la que vimos, se ponene en juego mucho más
cosas que el sólo hecho de triar, de seleccionar, de decidir si acepta o no a un
usuario. Así, Tenorio y otros,15 prefieren hablar de recibir, recepcionar, diciendo
que es más que triar, que seleccionar y que el término triar quedó muy
asociado al interés de la institución de filtrar quién puede y quién no puede ser
atendido. De este modo, nos convocan a pensar la dimensión terapéutico que
ese primer acto tiene y proponen que la expresión “recepción” incluye en la
necesidad de triar/seleccionar, la necesidad de “recibir”, con la dimensión
acogedora que eso implica.
También, como nos dice Jean Oury16:
(…) poder descifrar en aquello que se presenta lo que es
importante acoger, y de qué manera acogerlo. La función de
este “vínculo de acogida17” es la base de todo trabajo de
agenciamiento. (…) El “vínculo de acogida”, siendo colectivo en
su textura, no se torna eficaz sino por la valorización de la pura
singularidad de aquel que es atendido. Este proceso puede
hacerse progresivamente, por niveles, y a veces no es sino
después de muchos meses que se torna eficaz para tal o cual
sujeto (…) a la deriva.
Vemos que el hincapié es puesto en las características que tiene que
tener esa atención, ya no es tomada como la necesidad de un trámite
burocrático-administrativo de establecer la entrada de una esquizofrenia, un
bipolar o una paranoia, como el rechazo de una histeria, o una depresión, sino
que nos habla más de una postura, de un posicionamiento ante la atención
que, entendemos, debería ser transversal a todos los dispositivos de atención y
sus trabajadores.
Este énfasis dado al diagnóstico de situación, no es, en modo alguno, en
detrimento de la importancia del diagnóstico psicopatológico, entendiendo que
el primero, incluye al segundo. 18 Pero también, pensando desde la clínica
psicoanalítica, podriamos hablar de un tercer diagnóstico, el diagnóstico del
sujeto; aquel diagnóstico posible de establecer a partir de saber cuáles son
aquellas ideas, aquellas representaciones que determinan algo del lugar en el
que ese sujeto se encuentra, indicios de su posición subjetiva que solo
podremos deducir a partir de su discurso, y muchas veces después de varios
encuentros. Es asi que entendemos que este diagnóstico del sujeto, junto con
el psicopatológico y, ambos englobados en el de situación, nos permitirá llegar
a un cuerpo diagnóstico que nos parece importante para esta clínica que
estamos predicando.
Sabemos, por un lado, la dificultad de establecer con certeza un
diagnóstico en el primer encuentro y, por otro lado, que no es necesario
establecerlo con apuro ya que, sólo el hecho de definir un cuadro, poco nos
15
Tenório, F. et al. Apresentação: A importância da estratégia dos dispositivos de recepção. En: Cadernos
IPUB. Rio de Janeiro: UFRJ/IPUB, 2000, n º 1, Vol. VI, p. 7-14.
16
Oury J. Itinerários de formação. Revue Pratique ; 1991, p. 42-50.
17
En el original “acolhimento”, lo tradujimos por “vínculo de acogida”.
18
Schimidt, MB. y Figueiredo, AC. Ibidem.
dirá de los recursos y potencialidades que el paciente y su entorno poseen,
variables indispensables a la hora de planificar un proyecto terapéutico.
19
Decimos en parte, ya que procesos políticos y sociales históricos también van a determinar cuestiones
relativas al funcionamiento de ese servicio: implantación de las políticas de salud mental en la región, la
cobertura del sistema, el tipo de respuesta que se al mandato social frente a la locura, etc. Esto, para que
tampoco recaiga absolutamente toda la responsabilidad en los profesionales que circunstancialmente se
encuentran en esa función.
20
Onocko Campos RT. O planejamento no labirinto: uma viagem hermenêutica. São Paulo:Editora
Hucitec; 2003 b, p. 166.
respuesta a lo que acontece con él – y termina con alguna decisión relacionada
con el destino de ese paciente. Acto técnico/clínico, esa instancia funciona
como una especie de embudo donde entran en juego: las demandas y los
recursos (individuales y sociales) de quien llega, los recursos de quien/quienes
reciben, los recursos del servicio, los recursos de toda la red, como también los
de la comunidad.
Quien recibe, con la dimensión de vínculo de acogida anteriormente
explicitada, tiene que estar en la posición de quien nada sabe sobre quien está
en frente, posición que, lógicamente, nada tiene que ver con la ignorancia.
Tiene que escuchar, saber escuchar; preguntarse y saber preguntar. Preguntas
elementares, pero sustanciales que cumplen dos funciones: por un lado, incluir
los asuntos fundamentales que permitan orientar la/s entrevista/s y, por otro,
ser capaces de viabilizar la emergencia de nuevos interrogantes. Incluyendo en
estas funciones, la tarea de aproximarse a un diagnóstico de situación para, a
partir de allí, saber qué ofertar.
6.- Y la práctica…
21
Oury, J. Ibidem.
22
Onocko Campos, RT. A gestão: espaço de intervenção, análise e especificidades técnicas. En: Campos
GWS. Saúde Paidéia. São Paulo: Ed. Hucitec; 2003 a, p. 122-49.
23
Gadamer HG. Verdade e Método: traços fundamentais de uma hermenêutica filosófica. Tradução de
Flávio Meurer. Petrópolis: Editora Vozes, 1997, p. 731.
Entendemos necesario sostener allí, en ese primer encuentro, mejor
dicho, desde ese primer encuentro, una autoridad clínica. Autoridad clínica que
se encuentra lejos del autoritarismo, de la autoridad del poder, de la autoridad
de la ley. Una autoridad que, al mismo tiempo en que sostenga el rescate de la
singularidad de ese encuentro, es decir, la autoridad de la institución y de quien
allí esta atendiendo y la autoridad del paciente sobre su propia verdad,
construye un nuevo tipo de autoridad. Una autoridad clínica que es singular y,
al mismo tiempo tiene que ser compartida, que implica co-responsabilización
entre paciente, familiares, trabajador, servicio, comunidad, territorio… el propio
caso es quien va a ir dando las coordenadas posibles de explorar, es el caso
mismo quien hace la red. Una autoridad clínica que se construye, que es co-
producida. Una autoridad clínica que es una habilitación a intervenir y, sobre
todo, para soportar los efectos de esta intervención.