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Surge como consecuencia del análisis de los textos: Características comunes a las
diversas modalidades de investigación de orden cualitativo y sus diferencias con las de
tipo cuantitativo (Sandoval, 2006) , La noción de obstáculo epistemológico (Bachelard,
2006), Las cegueras del conocimiento: El error y la ilusión (Morin, 2006), La nueva
producción del conocimiento: La dinámica de la ciencia y la investigación en las
sociedades contemporáneas (Gibbons, 2006), Tras las huellas de Edgar Morin (Sierra,
2010) y Modelos y diseños de investigación (Tamayo, 2006).
Esta forma de procesar la información permaneció por largo tiempo, hasta el final de la
edad media en el siglo XV, cuando con el renacimiento y la revolución científica
acompañante, especialmente por la incidencia de Copérnico, Brunni, Galileo, Kepler,
Descartes y Newton, se generó una nueva forma de apreciar el conocimiento, una
rebelión contra la racionalización y permitió el avance de las ciencias desde lo
disciplinar y la inquietud de la academia por la búsqueda del qué y el como a través de
procesos metodológicos deductivos, unidireccionales, basándose en la observación y
la experimentación, codificando información a través de las matemáticas y la
estadística para lograr comprobaciones y verificaciones, producir leyes que permitan
apreciar la causalidad de los hechos motivo de investigación y la síntesis que permita
entender la búsqueda de la verdad que satisfaga el crecimiento de la ciencia.
Por este tiempo, los investigadores florecieron debido a la libertad que la Iglesia
Católica debió otorgar ante la luz de la nueva concepción de la naturaleza y la distancia
que tomaron las ciencias de la religión como consecuencia del “Dualismo Cartesiano”,
el materialismo y el positivismo. Florescencia apoyada incluso, o hasta exclusivamente,
por las mismas universidades que inicialmente se oponían a los cambios, que dieron al
investigador el poder de la deducción para hacer ciencia que pudiera dirigirse hacia la
educación básica de todos aquellos que pudieran acceder a ella.
Con el tiempo, a partir del siglo XX, con la aparición de la relatividad general de
Einstein, la mecánica cuántica de Bohr y el crecimiento de la estadística descriptiva,
que permitieron de nuevo revolucionar la forma como el hombre concebía el universo,
se generó una nueva estirpe de investigadores y una nueva forma de afrontar la
investigación científica. Los científicos estuvieron dispuestos a asumir el reto del
carácter heterogéneo y transdisciplinar de su quehacer, de poder acercarse tanto a las
ciencias exactas como a las humanidades y sociales porque su dedicación ahora era
trabajar por vislumbrar de manera rigurosa y desinteresada el cómo, el por qué y para
qué de su objeto de estudio. Los investigadores ahora, no sólo se situaban en
universidades o centros especializados de investigación (dejando atrás las prácticas
clásicas), sino que constituyen sociedades del conocimiento con una motivación
especial por la investigación abierta, que incluye un grupo de características muy
distantes del viejo método científico o “modo 1” (Gibbons, 2006), tales como aplicar un
método inductivo, tomando el conocimiento desde la perspectiva holística, aplicar una
lógica interna de la realidad analizada (naturalista), sin imposición de visiones previas,
humanista, exhaustividad y consenso intersubjetivo propios de la rigurosidad.