Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Tesis Matrimonios en Mazatlan. Una Mirada Sociodemografica (1860-1870) PDF
Tesis Matrimonios en Mazatlan. Una Mirada Sociodemografica (1860-1870) PDF
FACULTAD DE HISTORIA
MAESTRIA EN HISTORIA
MATRIMONIOS EN MAZATLÁN:
UNA MIRADA SOCIODEMOGRÁFICA
(1860-1870)
MAESTRA EN HISTORIA
PRESENTA:
DIRECTOR DE TESIS
2
INDICE
INTRODUCCIÓN ..........................................................................................6
Conclusiones…………………………………......…….…...……………...……..194
Anexos…………………………………………….....…..………………………...197
Bibliografía…………………………………………........………………………...203
3
AGRADECIMIENTOS
Por fin, los agradecimientos. La primera página que verá el lector, pero la última
que he escrito. El trabajo está hecho, y ya sólo queda dejar constancia de todo lo
que debo a tanta gente. Por otra parte, como no soy capaz de escribir nada
original sobre agradecimientos, por lo que sólo intentaré transmitir mis
sentimientos hacia todos los que han hecho posible que este trabajo haya llegado
a esta fase de conclusión.
A mi familia, por los momentos que les robé, para dedicarlo a la investigación de
archivo y a la lectura diaria. Gracias hijos, esposo, papá y hermanos.
4
Cabe también citar a todos aquellos que me animaron a embarcarme en esta
aventura, y a los que me apoyaron una vez que estaba en ella. A todos los que me
preguntaron una (y mil) veces cómo iba “la cosa”, a los que se interesaron por
cuándo acababa (o cuándo empezaba), a los que hacían lo que podían por
presionar a mi ociosa voluntad para que avanzase, y a todos los que han
comprendido mi tardanza. Todos ellos han hecho posible que me sienta
razonablemente orgullosa de este trabajo.
5
INTRODUCCIÓN
Mazatlán fue la ciudad del noroeste de México que experimentó mayor crecimiento
durante la primera mitad del siglo XIX. Este auge se manifestó, en el notable
aumento de la población, en la expansión urbana y en el fuerte desarrollo del
comercio y la cultura. Dicha ciudad pasó a ser símbolo del progreso sinaloense.
Durante la séptima década del siglo decimonónico la población del puerto vivió
diferentes situaciones políticas y económicas que ve vieron reflejadas en su vida
cotidiana y quedaron asentadas en las actas de matrimonio civil al aplicarse las
Leyes de Reforma, por lo que la separación de la Iglesia y el Estado favoreció e
incrementó los matrimonios. De igual manera, se dieron los matrimonios mixtos1
ya sin los obstáculos que la religión tuviera al respecto.
Los primeros dos capítulos son una introducción a la evolución del puerto, sobre
todo desde una perspectiva social, sin dejar de lado los aspectos económicos y
políticos que dieron lugar a esa composición poblacional. Donde, por un lado,
contrastan la vida de los comerciantes y, por otro, la pobreza y la realidad de un
inmenso conglomerado humano que vivió alrededor de la opulencia sin poder
1
En este caso los matrimonios mixtos son aquellos en donde uno de los cónyuges no esta bautizado. O sea
matrimonio entre un bautizado y otro no.
6
llegar a disfrutarla, llevando una vida en muchos casos miserable y distante de los
beneficios de esta bonanza comercial. Aparte de un destacado rol comercial en el
Pacífico, su condición de puerto, especialmente en la segunda mitad del siglo XIX
le permitió concentrar una gran cantidad de personas, sobre todo comerciantes
extranjeros que sobredimensionaron su presencia poblacional al asumir su control
económico, desde los establecimientos de expendio en los barrios, hasta las
casas mayoristas que controlaban el comercio externo en una amplia escala,
conectado con Europa y con un área de influencia que se extendió por diferentes
puntos del país, conformando un vasto mercado regional.
Sin duda, la presencia extranjera en Mazatlán le dio una traza distintiva, que se vio
reflejada en su arquitectura, sus características urbanas y sus costumbres. El
resultado del quehacer comercial-portuario le impusieron un crecimiento
poblacional extraordinariamente rápido, tomando en cuenta que atraía igual a
aventureros desde distintos lugares del país que comerciantes, militares -dados
los acontecimientos políticos de la década que se cubre- y personas en
buscaba de trabajo y sustento, como se ve reflejado en las fuentes en que se
apoyó esta investigación. Sin embargo, la bonanza económica y comercial, no
debe provocar que se pierda de vista las formas de vida de la sociedad porteña.
Por un lado, sus nexos con el exterior representado en los extranjeros que tenían
ciertos hábitos y costumbres pero también, las cotidianeidades y percepciones del
presente y porvenir de una comunidad formada por cargadores, vendedores
ambulantes, arrieros, aguadores, y otras personas relacionadas con el comercio y
el servicio doméstico que debieron llevar una existencia muy diferente a la de los
grandes comerciantes; sujetos que habitaban lugares insalubres y se encontraban
propensos a todo tipo de epidemias y enfermedades.
7
En el cuarto capítulo se hace un intento por rastrear los matrimonios religiosos
ocurridos en Mazatlán, no sin destacar los rasgos y manifestaciones que rodearon
a este acto litúrgico y sacramental. Al tocar las expresiones matrimoniales
bendecidas por la iglesia del puerto, se persigue a quiénes se casaron durante
esta época y bajo qué condiciones sociales y políticas;
Esta de más decir que la mirada hacia el matrimonio laico ocurrido en Mazatlán es
socio-demográfica, valorado desde una perspectiva cuantitativa. No es pretensión
de este trabajo analizar los aspectos cognitivos, emotivos y sensitivos que
condujeron a este conjunto de hombres y mujeres a unirse en matrimonio. Se
limita a “observar” la incidencia social de este fenómeno, aunque eso no obsta
para que los aspectos mentales no se traigan a colación de manera colateral.
El periodo seleccionado fue una de las décadas más críticas del puerto de
Mazatlán y de los actores sociales de esa época, justo cuando se empezaron a
aplicar las Leyes de Reforma y se estableció el Registro Civil, dejando en manos
del Estado la celebración del matrimonio que hasta entonces había estado bajo el
control de la Iglesia.
Fue con la creación -en 1861- del Registro Civil, cuando se secularizó esta
actividad y es precisamente ese periodo, el comprendido desde los primeros
8
registros, para estudiar a la parte de la población que se acercó a esta nueva
disposición liberal.
Mazatlán en el momento de aplicar las Leyes de Reforma, era una población con
tendencias secularizadas que avasalló a las religiosas, presentando claros rasgos
de modernidad y un retroceso de la religiosidad, causado por el debilitamiento de
las instituciones religiosas; presentándose con más facilidad los valores de la
modernidad, influenciados por una población heterogénea, potenciada por una
elite extranjera no católica.
Por eso, la presencia extranjera en el puerto tiene una relación directa con los
procesos de modernización en los aspectos económico y social. Los extranjeros
aportaron una serie de innovaciones en tecnología, ideas, usos y costumbres que
propiciaron el desarrollo de Mazatlán, Estos personajes, súbditos algunos de ellos
de potencias europeas y de Estados Unidos, representaron una ruptura con el
pasado colonial y la sociedad tradicional. Por tal razón, el momento de su llegada
una vez concluida la Independencia, sus actividades y preocupaciones estuvieran
conectadas con los intereses comerciales de sus países de origen y al personal.
9
Esto implicó que, las nuevas ideas llegaran a este territorio figurando ellos como
portavoces e intermediarios ya que se mantenían en contacto con sus lugares de
origen por medio de correspondencia y periódicos que continuamente llegaba en
los barcos que arribaban atestados de nuevas mercancías. El impacto inicial fue
muy fuerte, porque coincidió con la escasa presencia de población nativa y una
carencia de elites sociales tradicionales.
Por otra parte, las fuentes utilizadas para este trabajo se dividen en dos rubros:
bibliográficas y de archivo. Se realizó una minuciosa búsqueda sobre bibliografía
que existe sobre Mazatlán y sus pobladores, desde la formación del puerto como
tal, hasta la séptima década del siglo XIX. Mi fuente primaria o de archivo, fueron
sobre todo las actas de matrimonio civil y religioso que se encuentran en
resguardo, las primeras, en el Archivo Histórico General del Estado de Sinaloa y
las segundas en la Catedral de Mazatlán.
Con estas fuentes y valoraciones se realizó este primer vistazo al tema, a la mejor
no muy penetrante ni sagaz, “muy a vuelo de pájaro”, pero me reconfortaría si los
resultados alcanzados, provocan que otros, con mayor agudeza, lancen una
mirada de águila o lince sobre este mismo tópico. Si además, de saciar mi
inquietud y gusto por el tema, este trabajo, sugiere, incita a nuevas y mejores
reflexiones académicas, podré afirmar: cumplí. Esa satisfacción no podré
alcanzarla sin antes poner estos resultados al juicio y alcance del lector. La
presentación de este trabajo constituye este primer paso; aquí está, a juicio de la
comunidad académica y de cualquier público interesado en nuestro pasado
regional.
10
CAPITULO I
La historia regional constituye una de los caminos actuales para enfrentar la tarea
de reconocer, contar y explicar la historia de los pueblos. Ella resulta
especialmente adecuada para reconstruir comprensivamente el acontecer en
naciones en las que, como la mexicana, la fragmentación regional fue muy
acusada en el período colonial y sobrevivió como una de sus características más
determinantes desde su creación como nación independiente hasta los tiempos
contemporáneos.
Hasta cierto punto, escoger esta vía para explicarse el pasado, sitúa al historiador
en un terreno donde es más posible conjurar los peligros de la generalización
indebida, de la sobre valorización de la anécdota y de la gesta heroica con los
cuales se llenaban antes los vacíos de una narración que se pretendía total y
continua. Hoy se sabe que no hay una historia, y la perfecta continuidad es un
mito de la retórica sobre la "patria". La presencia de una historia que rescata la
diversidad y no niega ni evita las discontinuidades de los procesos, encuentra su
mejor apoyo en las historias regionales.
2
Manuel Miño Grijalva, “¿Existe la historia regional?”, en Historia Mexicana, vol. LI:4, México,
Colegio de México, 2002, pp 287-876.
11
Sin adentrase en este campo de reflexión, hay algo evidente: negar la existencia
de la historia regional sería como negar la heterogeneidad del país, y la gran
diversidad con que la historia nacional se ha manifestado desde la perspectiva de
los espacios provinciales. Sería negar que las diferentes regiones mexicanas
tienen su propia historia local y regional, en algunos casos desligada de los
marcos nacionalistas. Es negar el análisis micro histórico que inició Luís González
rompiendo con el cerco de las interpretaciones globalizantes, ya que la
historiografía mexicana se había manifestado en explicaciones únicas y
homogéneas en todos los periodos y épocas. En fin, es negar que las diferentes
“regiones” se diferenciaron de las condiciones prevalecientes en el resto de la
nación y como éstas, estuvieron vinculadas a factores externos y a influencias
extranjeras como ocurrió en puerto de Mazatlán en el periodo que se ocupa este
trabajo.
Por otra parte, es muy común observar que la noción de región en los estudios
historiográficos ha estado reducida a las entidades administrativas o a espacios
geográficos, lo que no garantiza un estudio total de las complicadas relaciones
entre actores, intereses y procesos en el espacio regional, ni las de éstas con
realidades mayores, como el Estado y la Nación.
Eric Van Young define a la región, como una "hipótesis por demostrar". Tal parece
que es el mejor camino para no caer en la facilidad de verla donde no la hay, a pesar
de que la tradición histórica o geográfica la denominen como tal. Para Van Young, un
primer concepto clave a utilizar es el de regionalidad, entendida ésta como la
"cualidad de ser de una región". Es decir, cada una de las propiedades y
12
circunstancias económicas e históricas que distinguen a ese espacio y que pueden
ser comparadas en tanto que variables.3
Young se pregunta, ¿Cuál es el sistema que hay que elegir para definir las
regiones? Para este autor, la estructura de intercambio y los mercados, es el que
proporciona la base para la mayoría de los análisis regionales; a la vez, Grégoire
Métral ayuda a manejar la complejidad del espacio regional que combina
homogeneidad con diversidad por la diferenciación en sus asentamientos
humanos, cuando afirma que el conjunto de los territorios de un espacio conforma
el sistema territorial. Cada uno de esos territorios corresponde a un territorio vivido
por el grupo social que lo habita, que lo territorializa. La territorialidad es, por tanto,
el conjunto de relaciones que una población mantiene en un territorio percibido
como suyo y con las dinámicas provenientes del exterior.
3
Eric Van Young, “Haciendo historia regional: consideraciones metodológicas y teóricas” en
Pedro Pérez Herrero (compilador), Región e Historia en México (1700-1850), México, Instituto
Mora, Antologías Universitarias, 1991, pp. 99-122.
13
exportadores agrarios o mineros, las cuales implicaban una importante circulación
interna como sustento del esquema articulador regional, según lo investigado por
Van Young y otros investigadores más.
Sobre este mismo tema, Carol Smith dice que, una región es un lugar central, un
asentamiento o un conglomerado de funciones económicas que es el eje de un
sistema jerárquico que incluye otros asentamientos o comunidades relacionadas con
él de modo permanente; esto quiere decir que un lugar central se convierte en eje de
una región porque las mercancías, la gente y la información fluyen principalmente
entre el centro y su poco diferenciado hinterland (zonas aledañas relacionadas).4
Bajo esta denominación de Carol Smith, para la segunda mitad del siglo XIX,
Mazatlán había creado ya ese hinterland que estaba conformado hacia al exterior,
conectado al mar, con la Baja y Alta California, y hacia al interior comprendía a
ciudades y pueblos de Colima, Jalisco, Sinaloa, Sonora, Zacatecas, Durango y
Chihuahua.
Para ello, Román Alarcón retoma algunos conceptos e ideas planteadas sobre todo
en dos teorías: la de los Polos de Crecimiento y, la otra, la Economía Política sobre
análisis regional; a la vez que incorpora algo de la teoría marxista de análisis
regional, mismas que sirven para la temática de esta investigación, ya que son la
4
Carol Smith, “Sistemas económicos regionales: modelos geográficos y problemas
socioeconómicos combinados”, en Ibíd., pp. 37-42.
5
Rigoberto Arturo Román Alarcón, “La región y su análisis: teorías para su estudio”, en Clío, Nº 28,
Culiacán, Universidad Autónoma de Sinaloa, Septiembre-Diciembre de 2002, pp.145-170.
14
política y la economía las que determinan el comportamiento de la sociedad en
estudio.
6
Ibíd.
7
Existen referencias de la llegada de barcos de América del Sur, que llegaban a Mazatlán
concretamente de Valparaíso, Chile, tema que no ha sido estudiado. Hay registros de chilenos
entre los extranjeros que se encuentran registrados como cónyuges y testigos en las actas del
Registro Civil de Mazatlán durante los años que abarca esta investigación.
15
asiste a la iglesia, participa en luchas políticas, acude a fiestas, duerme, sueña y al
final enfrenta a la muerte. Este hombre que participa en todos los ámbitos sociales y
que realiza actividades tan diversas es siempre el mismo; en el reconocimiento de
que los hombres no actúan mecánicamente sino de acuerdo con sus fines y valores.
Sobre esto bien vale citar a March Bloch, en este sendero se avanza a sabiendas de
que todo fenómeno histórico es un fenómeno psicológico,8 y que por lo tanto no hay
nada en la historia digno de ser estudiado que no haya radicado en algún momento
en la conciencia del hombre. A partir de aquí se puede decir que, la noción de
totalidad se asume tomando en consideración que ningún hecho social puede ser
comprendido fuera del contexto en que se origina, pero a la vez, implica que un
fenómeno particular puede manifestar dicha totalidad social.
Pero, para identificar este proceso de mejor manera, es necesario pasar a esbozar
este proceso histórico interno y sus conexiones con espacios y realidades
circundantes.
8
Marc Bloch, Introducción a la historia, México, Fondo de Cultura Económica, 1979, p 148.
16
1.1 México y Mazatlán después de la Independencia.
En México, la primera mitad del siglo pasado fue inestable y turbulenta. Al mismo
tiempo, fueron tiempos de esperanza con el logro de la independencia de la
libertad; como después fueron tiempos de construcción de un Estado, de una
nación, de una república soberana, representativa y democrática. Pero también
fue una etapa de caudillos militares y asonadas, de pasiones políticas
exacerbadas, de crisis y caos, en la que destacaron una serie de personajes y
luchas tanto del bando liberal como del conservador, facciones en las que se
dividió, desde un principio, el México independiente.
Este alumbramiento como nación soberana no fue nada fácil, máxime que para
lograr el reconocimiento a esa independencia, contaba con una riqueza material y
un mercado que era codiciado por los países europeos que estaban en constante
enfrentamiento, pero también con dificultades para lograr la aprobación española y
el reconocimiento de la Santa Sede, lo que significaba la paz. Sería un largo
trayecto para entrar en el concierto de las naciones,9 ya que la “Madre Patria”
estaba empeñada en recuperar el sitio que había tenido en el pasado, pero el
panorama se complicó más ya que Gran Bretaña había puesto sus ojos en el
mercado hispanoamericano y aprovechó la apertura insurgente de los puertos
para colocar en el mercado sus armas y productos.
Para sortear todo este panorama, la nueva nación negoció tratados para regular la
libertad de comercio. En 1826, se efectuó con Gran Bretaña, hecho que fue
considerado como un triunfo de la diplomacia mexicana; en ese mismo año se
concretó con los Países Bajos, y en 1832, con Estados Unidos. Francia tardó más,
al no llegar a acuerdos que satisficieran a ambos países.
Sin embargo, pese (o quizá por eso) a la firma de tratados, los nuevos gobiernos
quedaron sujetos a presiones del exterior, provenientes de la competencia de las
nuevas potencias comerciales. Las esperanzas puestas en estas firmas se
9
Josefina Vázquez Zoraida, “Una difícil inserción en el concierto de las naciones”, en Antonio
Annino y François-Xavier Guerra (coordinadores), Inventando la nación. Iberoamericana, siglo XIX,
México, FCE, 2003, p. 259.
17
esfumaron al surgir problemas inherentes a su aplicación. La inexperiencia, la
burocratización, las altas tasas de impuestos y en algunos casos la soberbia de
algunos diplomáticos,10 debilitó aún más a la nueva nación que se había insertado
en un contexto mundial poco propicio. Así que, durante esta media centuria, el
país pugnó por adquirir su estructura y una personalidad propia en el ámbito
político, económico, jurídico y moral. Fue un período de luces y sombras, donde
las diferentes regiones de la nueva nación se vieron involucradas, teniendo sus
diferencias y similitudes, las que se manifestaron en los ámbitos político, social,
económico y cultural.
Con la independencia, uno de tantos problemas que enfrentó la nueva nación fue
la actividad minera: ilusión de glorias pasadas. Con la guerra huyeron los
capitales y las minas se vinieron abajo. El gobierno llamó a brazos y capitales
extranjeros para nivelar el erario público y lo que fue una industria nacional, pasó a
poder de extranjeros: franceses, alemanes y sobre todo ingleses. La gran mayoría
del producto era exportado o salía clandestinamente; lo que quedaba era tan poco
que no cubría las necesidades del país.
10
Ibíd., p. 268-271.
11
El real de minas apareció en el noroeste desde el siglo XVI, cuando se descubrió la mina de Las
Vírgenes en la provincia de Culiacán y posteriormente, Francisco de Ibarra fundó reales de minas
en la provincia de San Sebastián, como Pánuco, Copala, Maloya y San Marcial, pero su bonanza
fue efímera hasta el siglo XVII cuando se descubrieron las minas más importantes. El Rosario en
1655, Álamos en 1683 y Cosala fundado probablemente el siglo anterior. Al respecto, véase,
Sergio Ortega Noriega, Breve Historia de Sinaloa, México, Colegio de México, FCE, 1999, pp. 92-
93.
18
Hacia finales del siglos XVIII, en el Noroeste existían 148 minerales de plata en
explotación, localizándose los más ricos en El Rosario, Cósala y Álamos.12 La
minería desempeñaba la importante función de impulsar a los demás sectores de
la economía, ya que los reales de minas eran los más importantes centros de
consumo de alimentos, animales, textiles, numerosas materias primas como la sal,
necesaria en el proceso minero, y en general, de toda clase de mercancías. Ahí
concurrían desde los mas modestos comerciantes locales hasta los grandes
mercaderes que traficaban con objetos importados de Europa, Asía o de otras
provincias novohispanas. Así que, si la plata escaseaba el comercio también
decaía y su depresión alcanzaba a las comarcas vecinas.13
Pero el panorama era más variado. Durante esta primera mitad del siglo XIX, la
situación que se presentaba en el campo, reflejaba la imagen del país entero. El
centro de todos los atractivos estaba en la capital de la República, pero la
población se mantenía económicamente gracias a los frutos de la tierra, aún
cuando el trabajador del campo se resistía a cambiar: pensaba como sus
ancestros y no hacía sino lo aprendido por sus padres, las comodidades y
adelantos le eran ajenos, cuando no desconocidos, así que regían sus vidas por la
rutina, los perjuicios y el tradicionalismo. La mayoría de los campesinos vivían en
las haciendas como peones, otros eran aparceros de las tierras del clero y pocos
eran rancheros libres, es decir, disfrutaban de una porción de las tierras del
12
Sergio Ortega Noriega, Un ensayo de Historia Regional. El Noroeste de México 1530-1880,
México, UNAM, 1993, pp. 110-111.
13
Ibíd., pp.107-109
14
Ibíd., p. 128.
19
Estado.15 La agricultura era primitiva y se reducía al consumo local. Las siembras
eran en su mayoría de temporal.
El comercio del país se hacía a través del campo, por eso era tan lento su
desarrollo. Los malos caminos y el contrabando organizado impedían que
prosperara todo lo que se iniciaba, además del recelo a aventurarse con las
novedades y desasosiegos que representaba dicho reto.16
15
Cecilia Noriega, “La sociedad mexicana”, en Historia de México, México, Enciclopedia Salvat,
Tomo IX, 1978, pp. 1914-1919.
16
Ibíd. pp 1911-1944.
20
impuestos provocó que renaciera un activo contrabando.17 Mazatlán no fue la
excepción, ya que existía una gran mercadería promovida por los comerciantes
extranjeros que les permitió enriquecerse rápidamente.
Así que, estas nuevas rutas marítimas propiciaron el delito, trajeron productos
comerciales, pero también gente nueva que empezó a moverse y a establecerse
en territorios antes ocupados sólo por habitantes nativos. El gobierno promovió la
colonización procurando establecer ciertas reglas, aunque también, otorgando
generosas concesiones. Sin embargo, dada la política que prevalecía, no se pudo
lograr un control efectivo. Además, la mayor parte de los nuevos colonos eran de
origen europeo y de Estados Unidos, país con un enorme impulso demográfico.
Con esto, una nueva geografía continental estaba cobrando forma.19
17
Josefina Vázquez Zoraida, op. cit., p. 271.
18
Sergio Ortega Noriega, “Ensayo de periodización sobre la historia socioeconómica del noroeste
mexicano, siglos XVI a XIX” en Secuencia, México, Instituto de Investigaciones Dr. José Luís
Mora, Nº 3, septiembre-diciembre de 1985, pp. 5-16.
19
Bernardo García Martínez y Enrique Semo (coordinador), Historia económica de México, El
desarrollo regional, siglos XVI al XX, México, Océano-UNAM, 2004. p. 46.
20
Josefina Vázquez Zoraida, op. cit., p. 271.
21
el contrabando; no obstante, muchas veces los representantes británicos actuaron
por su cuenta, y como los consulados estaban en manos de comerciantes, los
abusos se multiplicaron.21
21
Ibíd., p. 278.
22
Eustaquio Buelna, Apuntes para la Historia de Sinaloa 1821-1882, México, Editorial de la
Secretaría de Educación, 1924, p. 71.
22
Sobre toda esta caótica situación que se vivió en el país durante la primera mitad
de siglo, don Luís González presenta el siguiente panorama:
Este texto, deja ver la situación que imperaba en esos años y que de alguna
manera definía lo que estaba sucediendo en el puerto de Mazatlán con los
“pescadores”, como el autor denominó a los comerciantes extranjeros que venían
a aprovecharse de la situación.
23
Luís González y González, Emma Cosío Villegas [et al], "La república restaurada. La vida social",
en Daniel Cosío Villegas (coord.), Historia moderna de México, México, Hermes, 1956.
23
sobretodo con el mercado internacional, aspecto fundamental para el desarrollo
económico del puerto y para un grupo de comerciantes de origen extranjero que
llegaron a establecerse en el lugar.
La primera razón que explica ese gran desarrollo alcanzado por Mazatlán, es de
carácter geográfico. El Océano Pacífico y un mar interior, el Golfo de California
constituyeron los elementos marítimos que caracterizaron al noroeste como una
región abierta al pacífico, que le permitía conectarse con Estados Unidos, Europa
y Asia. Una solución al atrasado sistema de transportes y comunicación existente
en México para el siglo XIX.
24
concertaban y articulaban sus diversas actividades económicas y políticas. Su
negocio principal era el comercio de importación que complementaban con
explotaciones mineras, agrícolas y ganaderas. Su principal producto de
exportación era la plata. En 1796, el puerto de San Blas se abrió al comercio con
todos los barcos españoles, creciendo el tráfico regional y El Rosario llegó a ser el
más activo centro comercial de la intendencia.24 Esto último, auspició que nuevos
actores buscaran prominencia económica.
Los sujetos que arribaban a Mazatlán eran diversos. Varios de ellos dejaron textos
que muestran las representaciones que hicieron de Mazatlán y su gente. En 1838,
un viajero austriaco, Isidore Löwenstern, se expreso así de la población de
Mazatlán:
24
Sergio Ortega Noriega, Breve historia, pp. 134-138.
25
fortuna, fraudeándose entre ellos mismos como negociantes o
tolerando el fraude otros como los encargados de la aduana”25
25
Carlos Castro Osuna y Mario Cuevas Arámburo, “Mazatlán en 1838, Los mazatlecos vistos por
un austriaco: Isidore Löwenstern”, en Clío Nº 23-24, Culiacán, Universidad Autónoma de Sinaloa,
Mayo-Diciembre de 1998, p. 101.
26
al abrirse ahora de manera legal el puerto sinaloense a todas las naciones.26
Aunque su apertura legal se pospuso a consecuencia de los movimientos
políticos precursores de la Independencia de México, pero una vez instalado el
nuevo gobierno se procedió a ratificar el acuerdo y se puso en vigor el 6 de
febrero de 1822.
Las relaciones mercantiles eran sobre todo con Estados Unidos, Inglaterra,
Francia, Alemania, Centroamérica y Sudamérica; también con Asia a través de los
comerciantes europeos y norteamericanos. El viajero Lowëstern hace nuevos
señalamientos sobre la actividad mercantil de este puerto:
26
Sergio Ortega Noriega, Un ensayo de Historia, pp. 126-131
27
Brigida Von Mentz, Los pioneros del imperialismo alemán en México, México, Ediciones la casa
chata, 1982, p. 128.
28
Carlos Castro Osuna, “Mazatlán en 1838…, p. 102.
27
mula…..De Mazatlán a Manzanillo el flete vale dos piastras de
promedio por bulto.29
Por su parte, Inés Herrera,32 señala que San Blas y Mazatlán, básicamente,
fueron abastecedores de las regiones costeras del Pacífico mexicano en la
primera mitad del siglo XIX. Respecto al comercio exterior, plantea que fue
Mazatlán el puerto más favorecido por la llegada de los grupos mercantiles
extranjeros, que lo convirtieron en el punto de mayor movimiento marítimo del
litoral oeste, al de sur de la península.
A su vez, según cuenta el Dr. Martiniano Carvajal, desde 1806 arribaron a esas
playas los primeros buques mercantes fondeando el Puerto Viejo (el Puerto Viejo
29
Eugene Duflot de Mofras, “Apreciaciones desde la costa”, en Servando Ortoll, Noticias de un
puerto viejo. Manzanillo y sus visitantes siglos XIX-XX. Colima, Instituto Colimense de Cultura,
1996, p. 87.
30
Oses Cole Isunza, Ayer en Mazatlán. La ciudad en 1899, Mazatlán, s/e, 1999.
31
Erick Van Young, op.cit., p 99.
32
Inés Herrera Canales, “comercio y comerciantes de la costa del Pacifico mexicano a mediados
del siglo XIX”, en Secuencias, México, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luís Mora, Nº
20, 1998, pp. 129-135.
28
de Ortigosa, que sería después la Playa Norte en toda su extensión). Al respecto
agrega:
Por esa razón, desde 1806, el gobierno federal estableció en el Presidio (hoy Villa
Unión) una Sección Aduanal y levantó -en la playa- una barraca para que se
estableciera el destacamento de soldados encargados de vigilar la aplicación de
las leyes fiscales, tales como cobrar los impuestos de importación y exportación,
que eran la principal fuente de ingresos con que contaba el gobierno central. Para
coordinar dicha tarea se nombró al Sr. Gómez, originario de Guadalajara,
administrador de la aduana. Para 1828, la Sección Aduanal se convirtió en
Aduana Marítima en este puerto y se cambió al fondeadero.
Lo más probable, es que esa gran cantidad de barcos, venidos de Estados Unidos
y Europa y Sudamérica no sólo dejaban sus mercancías en el puerto, sino que
también traían tripulación y pasajeros que venían a probar suerte en la recién
independizada nación. Entre estos llegaron, no solo los grandes comerciantes con
sus capitales para invertir, también hombres de muy diversos oficios: panaderos,
albañiles, zapateros, carpinteros, maquinistas, modistos, marineros, etc.34 Por esta
razón, la apertura del puerto al comercio exterior, no solo traería un auge
económico en Mazatlán sino que daría lugar a un importante cambio en la
demografía, tanto por la cantidad de habitantes, como por la composición de la
33
Dr. Martiniano Carvajal, “La peste en Mazatlán”, en Mazatlán en los Recuerdos, Crónicas del
“correo de la Tarde” 1891-1897, Mazatlán, Noroeste 1997, p. 18.
34
Estos datos están registrados sobre todos en las actas de Actas de Matrimonio de Registro Civil
1861-1870 por quienes comparecían como testigos de matrimonio y decían tener desde uno hasta
24 años residiendo en el puerto.
29
población, ya que este nuevo grupo de personas trajo costumbres e ideas nuevas
y diferentes.
30
Esa dependencia del abastecimiento externo permitió -a la par que el fomento de
dicha economía local- su integración con un mercado más amplio, que por esa
misma época se formaba en el noroeste de México y en el cual estaban
implicados intereses comerciales extranjeros, los cuales dieron representación a la
población que se conformó en el puerto, lo que determinó una mayor
diversificación social.
36
Sergio Ortega Noriega, Breve historia…., pp. 172-173.
31
con todos los aspectos de la vida social en el entonces Estado Interno de
Occidente.37
37
Ibíd., p.174.
38
Ibíd., p. 174.
39
Servando Ortoll, Noticias de un puerto viejo, Manzanillo y sus visitantes siglos XIX-XX, Colima,
Instituto Colimense de Cultura, 1996, p. 10.
32
lo hicieron cerrar, al igual que Mazatlán, que fue restituido más
tarde al comercio exterior.”40
El fenómeno era tal que a partir de la década de los treintas, Mazatlán desbancó a
San Blas de su posición como primer puerto mexicano del Pacífico y aventajó a
Guaymas en cuanto a movimiento mercantil.
Desde la apertura del puerto hasta mediados del siglo, el puerto mazatleco
mantuvo privilegio de las rutas comerciales de América en las costas del Pacífico
y las de Oriente, con embarcaciones inglesas, francesas, alemanas y
norteamericanas, procedentes de Europa y de la Costa Atlántica de Estados
Unidos. En su recorrido, rodeaban el Cabo de Hornos en el extremo Sur de
América y al mismo tiempo que recogían mercancía en los puertos de depósito de
Panamá en Centroamérica, lo hacía en Valparaíso en Chile, Callao en Perú y
Guadalquivir en Ecuador. Estos buques traían consigo una preciada mercancía,
seres humanos que cargaban una cultura, costumbres y valores que llevaban
hacía otras tierras. Años más tarde con los descubrimientos de oro en California,
también se convirtieron en un puerto de tránsito, tanto para viajeros como para
mercancías solicitadas en San Francisco.
40
Eugene Duflot de Mofras, op. cit., p. 87.
33
vista del inmenso Mar Pacifico que se presenta por primera vez a mis miradas
compensa todas mis penas”41.
Esta industria contrasta con los oficios más rústicos o artesanales a los que se
dedicaba otra parte de la población, tales como panaderos, lecheros y dulceros,
entre otros.
Otro aspecto relevante era la minería que continuaba siendo la más importante de
las actividades económicas porque –decía Buelna- fomentaba el comercio interior
y exterior. Los registros de la aduana de Mazatlán señalaban que el 95% de las
41
Carlos Castro Osuna, Mazatlán en 1838.., p. 100.
42
Eustaquio Buelna, Compendio histórico, geográfico y estadístico. Sinaloa 1877, Culiacán,
Noroeste, Edición Centenario, 1977, p. 67.
43
Brigida Von Mentz, op. cit. p. 119-114.
34
exportaciones eran de plata acuñada, en pasta y en mineral. Eran los extranjeros
quienes estaban como propietarios de las minas.
Este poder, los llevo a tener enfrentamientos y rivalidades entre las familias
distinguidas de Guaymas, aún cuando ambos apoyaron la ideología liberal
borbónica que contenía elementos que más tarde estarían contenidos en el
liberalismo mexicano, tales como la imposición privada de la tierra y la eliminación
de la propiedad corporativa que ocasionó graves conflictos entre los poderes
legislativo y ejecutivo, así como enfrentamientos entre los indios del norte, lo que
propició que la capital del estado se trasladara del Fuerte a Cósala después a
Culiacán y más tarde a Álamos.
Esta fue una de las etapas políticas sumamente conflictiva de las provincias del
noroeste, que llevó al recrudecimiento de las disputas entre las oligarquías
locales, provocándose la división del Estado Interno de Occidente en dos
entidades federativas: Sonora y Sinaloa; situación que reflejaba la
incompatibilidad de intereses de ambas provincias, aun cuando se decía que
“eran diferentes los climas, los genios y las costumbres” de sus habitantes, los
44
Sergio Ortega, Breve historia…, p. 194-196.
35
productos de la tierra y las actividades económicas, que lo que beneficiaba a una
provincia, perjudicaba a la otra y viceversa.45 La división era irreconciliable, así
que en 1831, el Congreso de la Unión decretó la erección de un nuevo estado y
meses después fue expedida la primera Constitución Política de Sinaloa.
45
Sergio Ortega Noriega, Breve Historia…, p. 185.
46
Enrique Vega Ayala, “Un norte”, en Arturo Carrillo Rojas, Guillermo Ibarra Escobar
(coordinadores), Historia de Mazatlán, Culiacán, Ayuntamiento de Mazatlán/UAS, 1998, pp. 22-23.
36
Y vaya que los problemas de comunicación eran una realidad insoslayable. Según
una nota periodística, en 1832, las vías de comunicación eran lentas y escasas,
pues una carta a México tardaba más de treinta días en llegar a su destino. Había
caminos carreteros a través del estado, pero las diligencias dejaban de correr por
lo menos cuatro meses al año durante las lluvias por el mal estado de los caminos.
El transporte de mercancías se hacia, generalmente a lomo de mula y los
caminos más transitados eran los del puerto hacia el interior.47 La comunicación
con los Estados Unidos se realizaba por vapor, con una periodicidad mensual.48
Pero las imitaciones no eran privativas de ningún sitio. Incluso, con todo y que
Mazatlán aumentaba su auge económico, sus pobladores se lamentaban de que
eran mucho menos afortunados que los pobladores de Veracruz, Tampico, etc.,
donde se gastaban grandes sumas de dinero en la mejora de sus puertos,
mientras “a nosotros, lejanos habitantes del centro, se nos olvida y se nos ve
como a parías”.49
Sin embargo, lo que resulta indiscutible, es que pese a la lejanía con el centro del
país, de aldea insignificante a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, Mazatlán
contrastó con su impresionante crecimiento y desarrollo portuario y comercial a
partir de la segunda mitad de la centuria decimonónica, convirtiendo a la población
mazatleca en la más importante de la entidad, lo que motivó que en 1842, fuera
por primera ocasión residencia del gobernador del departamento de Sinaloa,
aunque la asamblea departamental siguió residiendo en Culiacán.
47
Eustaquio Buelna, Compendio histórico... p 70.
48
Ing. C. Camillo en en Mazatlán de mis Recuerdos Mazatlán, Noroeste, 1977, p 33
49
Ibíd. p 34.
50
Arturo Román Alarcón, “Comerciantes extranjeros en Mazatlán, 1880-1910, La actividad
comercial en Mazatlán antes de 1880”, en José Ma. Figueroa y Gilberto López Alanís,
(coordinadores), 18 Encuentros con la Historia, Mazatlán, Culiacán, Gobierno del Estado de
Sinaloa, Tomo 1, 2004, pp. 45-55.
37
Había una gran cantidad de casas comerciales que operaban en la ciudad
dominando el mercado no sólo de Sinaloa, sino el de Sonora y los territorios de
Tepic y Baja California, las zonas de Durango y Chihuahua, ubicadas sobre la
Sierra Madre, donde hubo un importante auge minero. Hubo relaciones
comerciales con Inglaterra, Estados Unidos, Alemania, Francia, España y con
algunos países sudamericanos y asiáticos, por intermedio de algunos
comerciantes ingleses y estadounidenses.
Para 1846 Mazatlán contaba con once casas comerciales importantes cuyos
propietarios eran de origen extranjero como Melchers (alemanes), Echeguren
(españoles), Parrot, Fort (franceses), Mott, Talbot (ingleses), etc.; eran quienes
controlaban el mercado regional e intercambiaban su tráfico mercantil de altura
con los puertos de Guaymas, La Paz, San José, San Blas, Manzanillo y Acapulco
y su intercambio del embarcadero sinaloense llegaba a los puertos de San Pedro y
San Francisco en la Alta California. Las ventas eran al mayoreo y menudeo y
contaban con una gran variedad de productos de todo tipo: abarrotes, vinos,
licores, telas, ropa y calzado, materiales para la construcción, muebles, juguetes,
joyería, armas, municiones y un sin fin de artículos de fabricación extranjera, lo
que generaba que comerciantes de otras zonas visitaran el puerto periódicamente
para realizar sus compras.
Por todo esto, hacia mediados del siglo XIX, los comerciantes extranjeros
radicados en Mazatlán, tenían el control del comercio y el poder político de
51
Mathieu de Fossey, “Uno de los puertos más bonitos del continente americano” en Servando
Ortoll, Noticias de un ... p. 91.
38
manera indirecta, ya que este se daba a través de ciudadanos mexicanos que les
servían de intermediarios.
Sobre la influencia de estos personajes, Sergio Ortega Noriega señala que, aun
cuando el grupo de comerciantes extranjeros era muy importante por su actividad
política y económica, no se pueden considerar parte de la sociedad sinaloense
porque sus miembros conservaron su nacionalidad y no se integraron, sino que
formaron un grupo de poder incrustado en Mazatlán, cuyos intereses estaban
comprometidos con las firmas extranjeras que representaban.52
Probablemente, Ortega Noriega se refiere sobre todo al caso de los alemanes que
eran grupos muy cerrados. La información que existe sobre este grupo indica que
eran representantes del capital comercial e industrial; provenían del norte de
Alemania y su origen no tenía nada que ver con los estratos bajos.53 En Mazatlán,
la mayoría los alemanes se dedicaron al comercio, ya sea como propietarios o
como dependientes y tenían asociaciones con otras casas comerciales del país.
Sin embargo, en torno a estos niveles de vinculación con la sociedad local, hay
fuentes que destacan como algunos extranjeros participaban en festejos
nacionales y locales, También existen registros, en las actas de nacimiento y
matrimonio, donde comparecieron como testigos en estos actos civiles e incluso
algunos de ellos se casaron con mazatlecas. Cuestión que se abordará más
adelante.
Por otra parte, otro grupo que tuvo gran poder durante el periodo de 1830 a 1853,
fue el ejército federal que contaba con un numeroso destacamento y cuyo cuartel
estaba en Mazatlán. Su función era resguardar el puerto y los caudales de la
aduana. Sus comandantes no estaban sujetos a las autoridades locales e
intervenían en los asuntos políticos del estado y, en muchas ocasiones, apoyaron
y sirvieron a los comerciantes extranjeros, quienes remuneraban sus servicios.
52
Sergio Ortega Noriega, Breve historia…, p 205.
53
Brígida von mentz, Los pioneros del... pp. 14-15
39
los grupos de poder de Culiacán y Mazatlán, el primero integrado por la familia de
la Vega, su parentela y sus protegidos y el segundo por los comerciantes
extranjeros y sus aliados, las autoridades municipales y los soldados del ejercito
federal.
Pero los asuntos de la vida local también estaban conectados con otros asuntos
que rebasaban los asuntos nacionales. Debido a la importancia de Mazatlán
como puerto abierto al comerció exterior, el conflicto que se dio entre México y los
Estados Unidos, tuvo repercusiones en Sinaloa, a la vez que se mezcló con
problemas locales. Texas se incorpora a los Estados Unidos y este suceso, los
llevó a una declaración de guerra en 1846.
54
Arturo Santamaría, “El diario de guerra de Henry Halleck, gobernador invasor de Mazatlán
durante la guerra de México con Estados Unidos (1847-1848), en Clío, N° 15, Culiacán,
Universidad Autónoma de Sinaloa, septiembre-diciembre 1995, pp. 64-71.
40
Asimismo, la perdida de la Alta California traería graves consecuencias de índole
económico para la región de Sinaloa en un futuro próximo. Con este episodio
bélico, el noroeste quedó mutilado al segregarse una de sus subregiones: la Alta
California.55 Por otro lado se presentaron disputas internas. Como el que propició
el coronel Rafael Téllez que pretendía extender su autoridad sobre todo Sinaloa,
tuvo enfrentamientos con el gobernador Rafael de la Vega y éste decidido a
resguardar a la capital del estado (Culiacán), entablaron un combate habiendo
gran perdida de vidas humanas y materiales, logrando al final que el grupo de la
Vega quedara fortalecido política y económicamente frente a Mazatlán, al someter
y entregar al coronel Téllez al gobierno federal.
Las luchas políticas estaban a la orden del día, por el control del comercio con los
dos grupos de comerciantes, los de Culiacán y los comerciantes extranjeros de
Mazatlán, que se disputaban el control del comercio, más un grupo formado por
militares dispuestos a servir a quien mejor pagara.
Sin embargo, fue la sustitución del cobro de alcabalas por la de las contribuciones
directas para la industria y el comercio las que los comerciantes extranjeros no
55
Sergio Ortega Noriega, Un ensayo de Historia...., pp. 199-201.
56
Antonio Nakayama, Sinaloa: el drama y sus autores, Sinaloa textos de sus historia, Culiacán,
Universidad Autónoma de Sinaloa, p. 289.
41
aceptaron. Apoyados por el pueblo mazatleco, quienes habían sido atraídos por la
música que “los comerciantes mandaron traer para reunir muchedumbre y tiraron
dinero al pueblo, que empezó a gritar “vivas” al comercio y mueras al gobierno y a
las demás autoridades” 57 llegando a dividir a la población contra las autoridades y
declarándose a Mazatlán segregado de Sinaloa y erigido en territorio por los
comerciantes extranjeros. Hecho que no trascendió ya que les fue negado por el
gobierno de la República.
57
Eustaquio Buelna, Apuntes para la historia de Sinaloa…, pp. 55-57
58
Sergio Ortega Noriega, Un Ensayo…, pp. 213.
59
Eustaquio Buelna, Compendio histórico…, p. 65.
42
Pardavé con residencia en Culiacán siguió el acuerdo de los demás prelados
mexicanos, apoyando dicha excomunión.
43
que dio inició a la punga entre el poder civil y la iglesia sinaloense60 Ese mismo
año, la capital volvió a estar en el puerto bajo el gobierno del general José María
Yánez, quien al principio tuvo el apoyo de los comerciantes extranjeros. Este
personaje duró muy poco en el poder, pero dejó al Estado de Sinaloa, adherido al
bando conservador que más tarde traería grandes luchas entre liberales y
conservadores sinaloenses durante la década siguiente.
44
sonorense Jesús García Morales, como suplente del gobernador Placido Vega.
Estas luchas entre los jefes sinaloenses ocurrieron cuando ya los franceses
ocupaban el centro y el norte del país y amenazaban con invadir Sinaloa.
62
Ibíd., pp. 318-319.
63
Ibíd., pp. 328-329.
64
Eustaquio Buelna Apuntes para... p. 78.
65
Ibíd. p 84.
45
Al margen de esto, no es ocioso señalar que durante esta lucha, doña Agustina
Ramírez perdió a sus doce hijos en el ejército de la República, lo que habla de la
magnitud de las pérdidas humanas, de la desaparición de familias completas
sobre todo de hombres que eran hijos, padres, hermanos o esposos; las familias
que quedaron desintegradas, una sociedad ultrajada y una población civil vejada.
En resumen, se puede decir que no hubo lugar en Sinaloa donde no se sufriera la
Intervención y después sus consecuencias, como fue la desarticulación de la
familia campesina. Voluntaria o involuntariamente, un buen núcleo de habitantes
rurales integraron alguno de los ejércitos involucrados en las diferentes luchas.
Probablemente, la mayoría fue obligado a hacerlo, a través de prácticas conocidas
como “levas militares”, en las que los mandos del ejército retenían peones y
labradores para engrosar la tropa.
46
conflicto no se les señaló como colaboradores, como se hizo con los notables de
Culiacán.
47
CAPITULO II
Mazatlán era distinto al resto del estado. Mientras la mayoría de las ciudades del
estado nacieron de un acto fundacional, ésta surgió después de la independencia
en forma espontánea y de ahí su traza desordenada y calles estrechas. A partir de
1840 gracias al comercio y a los comerciantes extranjeros, este puerto se
transformó en uno de los principales puertos de entrada al país. Una ciudad
pujante y llena de movimiento y en contradicción a su desarrollo, los testimonios
que se recogen de los viajeros también hablan del hacinamiento de la población y
del hedor y lo sucio de sus calles.
66
Antonio Nakayama, Sergio Noriega, Dr. Arturo Román Alarcón etc.
67
Sergio Ortega y Edgardo López Mañón, Sinaloa textos de su historia, Instituto de Investigaciones
Dr. José María Luis Mora/DIFOCUR, México, 1987, Vol. I, p.102.
48
Seguramente el espectáculo auspiciado por el flujo comercial portuario, aparecería
como algo fascinante para los viajeros. A la presencia de extranjeros que unían al
español criollo, sus voces inglesas, francesas y alemanas, se sumaba la agitada
actividad, de españoles criollos y empleados mestizos generándose una llamativa
concurrencia de variados personajes que representaban el complejo y mezclado
escenario comercial. En un constante ir y venir se movían comerciantes que
discutían un precio o la calidad de la mercancía; los dependientes se desplazaban
entre el establecimiento y la aduana, el dulcero pregonando su producto, el
aguador cargando sus barriles de agua. No estaban ausentes las palabras
altisonantes, la notoria y escasa educación, el analfabeta, el negociante sagaz.
Era un lugar en donde se cruzaban los elementos propios de la cultura europea y
la porteña, la pobreza y la opulencia, lo fino con lo burdo, y una población que
años tras año crecía.
Para 1854, el puerto tenía 6 773 habitantes de los cuales 231 eran extranjeros
(3.4%) entre los que predominaban los de origen europeo: 90 franceses, 56
españoles, 18 alemanes, 17 italianos, 8 ingleses, 2 portugueses, 2 suizos, 2
belgas y 1 holandés. Además había 20 chinos, 4 norteamericanos y 8
latinoamericanos68 algunos de ellos incursionaron en el comercio y otros además
diversificaron sus actividades en la industria, minería y en el área agropecuaria.
Otros incursionaron en otra tipo actividades; había carpinteros, albañiles,
panaderos, zapateros, herreros, músicos, médicos, empleados etc.
68
Luis M. Servo, “Apuntes estadísticos de Mazatlán en el año de 1854”, en Boletín de la Sociedad
Mexicana de Geografía y Estadística, México, Imp. A. Boix, 1854, t. VII, pp.324-325 en Arturo
Román Alarcón, “Apuntes sobre los extranjeros residentes en Sinaloa a fines del siglo XIX (una
aproximación cuantitativa)”, en Clío, Culiacán Sinaloa, Escuela de Historia –UAS, N° 11, 1994, p
136.
49
en los barcos, cuya presencia impactaba en el panorama global de la población.
Poco a poco, el papel de los extranjeros en la vida social se acrecentaba, pasaban
a ser actores participantes en todos los ámbitos. Sería por eso que una década
antes, Manuel Payno hizo mención a la vida del puerto sinaloense en los términos
siguientes: “antes de 20 años nuestros hijos serán extranjeros en Mazatlán”.69
A principios del siglo XIX, el intendente de Sonora, D. Alejo García Conde, designó
al capitán don José Esteban como teniente gobernador de Mazatlán. El 24 de
junio de 1804, este funcionario pidió que el importantísimo Puerto Viejo o de San
Félix fuera agraciado con la Real Beneficencia, por la cual obtendría las ventajas a
que aspiraban sus moradores.70 Sobre la dimensión alcanzada por el puerto José
Esteban señalaba que “su población es de dos mil almas, siendo las dos terceras
partes de mulatos libres, y la una de españoles.71 Con respecto a la indumentaria
de los pobladores, agregaba lo siguiente: es “pobre y ligero, reducido a calzones
del menor costo, un cotón de cotense, sombrero y manga de ballena azul, aunque
el mayor número omite, por su pobreza, la primera y segunda prendas.”72
Siguiendo con el dibujo de la vida local, este personaje comenta que su
alimentación se basaba en frutos y efectos de Castilla, pero también de Asía y
China; de la tierra, maíz y fríjol. Sin embargo, estas referencia, que se hacen es a
lo que hoy conocemos como Villa Unión ya que la edificación del puerto de
Mazatlán se inició, por el rumbo de la playa poniente, en 1818.73
Otros rasgos que muestra este personaje es que los pobladores no eran afectos a
la minería ni a la arriería y pocos se dedicaban a la agricultura sembrando
diferentes hortalizas, melones, sandías, ajos y cebollas, y debido a que no existía
69
Manuel Payno, “La vida de provincia”, México, ediciones cal y arena, 2003, p 255.
70
Héctor R. Olea, Los asentamientos humanos en Sinaloa, UAS, Culiacán, 1980, p 140
71
Adrián García Cortés, La fundación de Mazatlán, Siglo XXI editores/DIFOCUR, México, 1992, p.
84
72
Ibíd.., p. 90.
73
Héctor R. Olea, Los asentamientos... p 140.
50
ni una sola casa de comercio, lo que se necesitaba para la manutención era traído
desde el Real del Rosario. Fue hasta el traslado de la aduana que estaba en el
mineral del Rosario al puerto cuando comenzó el desarrollo de la ciudad, ya bajo
los influjos del México independiente.
Para mediados del siglo, el cónsul Philippe Martinet (1853-1857) hace mención en
sus escritos sobre la alimentación de la población “el fríjol, el chile y la cebolla
fueron la base de los sinaloenses y eran cultivados en seis pequeñas granjas en
los alrededores de la ciudad en un radio de 12 a 15 kilómetros, las legumbres no
son consumidas por la población nativa”74 pero si por los extranjeros, los
mazatlecos “se contentan con los frijoles”. La comida -continua diciendo- es
acompañada por torrillas de maíz y la harina traída de Sonora es empleada en la
fabricación del bizcocho para los marineros. Señala que hay registradas cuatro
panaderías y setenta y ocho panaderos. Sobre la carne dice que, la preferida por
los porteños es el pescado y el puerco, puesta en el mercado el mismo día de su
pesca y matanza75. También consumen ostiones y pescado ahumado y se
consume mucho el coco y el plátano de Nayarit y en las bebidas las de más éxito
eran la cerveza de jengibre, los vinos en especial los rojos y blancos importados
de Francia así como el aguardiente y el champagne. Señala que también en el
mercado se podía encontrar huevos, aves y leche a la venta.
Del vestido dice Martinet que, las telas de algodón importadas por los ingleses
eran las más populares para el clima caluroso y para invierno solo usaban rebozos
y sedas traídas de Filipinas. En cuanto a la industria del vestido, el cónsul
registraba 234 costureras, sastres y obreros de sastres 79, modistas 2
sombrereros y obreros sombrereros 10, zapateros y obreros zapateros 115,
también había 3 fabricantes de peines y 30 remenderos.76
74
Carlos Castro Osuna, “La vida cotidiana en Mazatlán”, en 18 Encuentros con ... . p 42.
75
Ibíd., p 43.
76
Ibíd., p 43.
51
2.1 Mazatlán: sus calles, su gente.
La configuración topográfica del puerto fue una limitante para la ocupación del
suelo y un factor determinante para el trazado urbano. Con la apertura del puerto
se iniciaron modificaciones trascendentes del paisaje. Entre ellas, aquellas que
eran necesarias para la infraestructura portuaria ya que anteriormente, el
desembarco de mercancías se hacía en la Bahía de San Félix, (Playa Norte).
Para 1832, se iniciaron los trabajos de terraplén para formar un dique al pie del
cerro de la Aduana o de La Cruz, que impidió el paso de las aguas de Olas Altas
a las de la Bahía del Sur, con el fin de proteger al nuevo atracadero. Con estos
trabajos dieron inicio a una nueva configuración del puerto, hasta lograr la que
ahora tiene, al ir uniendo por medio de diques y terraplenes, los terrenos más
elevados y configurando superficialmente su bahía de resguardo y sus calles.
La vía o camino de entrada a la población mazatleca, era una vereda que desde
Palos Prietos conducía a la calle Principal, única que existía y probablemente la
calle más antigua de Mazatlán y que comunicaba con el camino real tanto al norte
como al sur. Esta se formó cuando el fondeadero de los buques se cambió de la
bahía conocida como de San Félix o de Puerto Viejo a la dársena localizada en la
parte sur, ya que lo que sería Mazatlán tenía escasos habitantes permanentes;
los largos atajos de mulas que conducían las mercancías que se importaban
formaron esta calle en su ruta al camino real que habría de conducirlas a su
destino final.77 Es posible que la calle mencionada, efectivamente sea la primera
ya que hay que como antes se señaló en lo que hoy es Mazatlán había muchos
esteros y lagunas, y la elevación geográfica por la que cruzaba gran parte de esa
calle constituía terreno seco y apropiado para asentar viviendas de manera
permanente.
52
Pero es mejor dejar de lado las evocaciones y situarse nuevamente en la primera
mitad del siglo XIX. A partir de 1828, las actividades portuarias mostraron más
dinamismo: comenzó a hacerse uso de la bahía para el fondeadero y en el
mismo lugar se levantó un galerón de adobe crudo y teja que funcionó como
despacho aduanal y permaneció ahí hasta 1840 cuando se empezó a edificar un
nuevo edificio.
Años más tarde, aparecieron fincas por los barrios de Puerto Viejo, Nevería y lo
más alto de la calle Principal, por ser las partes más sanas y menos en peligro de
las invasiones del mar que por el rumbo sur eran muy frecuentes. Los pobladores
construían jacales de zacate, separados unos de otros por toda la margen de la
actual bahía hasta donde después se edificaría el primer templo.
En ese entonces, lo que ahora son las calles de Recreo, el Oro, la Libertad y
demás inmediatas a la playa Sur, inclusive la Plaza Machado, no eran sino
esteros, que año tras año en tiempos de equinoccios se atravesaban en canoas.78
En las zonas bajas y en los periodos de intensas lluvias o de ciclones, la ciudad
se inundaba, estos sucesos hacían del puerto, a corto y largo plazo un lugar
insalubre para vivir, y que se vio reflejado en las enfermedades y epidemias que
la población habría de sobrellevar a lo largo del siglo XIX.
El Dr. Rafael Valdez Aguilar dice que “en cualquier época, los factores
económicos, sociales, políticos y culturales, determinan el estado de salud y
enfermedad de una sociedad. A su vez, la situación de salud y las formas de
enfermarse se reflejan en las costumbres, los hábitos, la economía, la política y la
cultura de la sociedad.”79 Esta insalubridad se vio reflejada en la salud de los
porteños, ya que el puerto se componía de bosques, lagunas, esteros y ciénegas,
las casas no contaban con agua entubada y la que se consumía la distribuían los
“aguadores” que la transportaban en burros con bolsas de cuero de uno de los
cuatro aljibes públicos con que contaba la ciudad, además del calor los insectos,
los alacranes y mosquitos; agregando a esto la costumbre de esparcir los
78
Ibíd., p 32.
79
Rafael Valdez Aguilar, La medicina en Sinaloa. Breve Historia, DIFOCUR/COBAES, Culiacán,
1996, p13.
53
desechos humanos propiciando enfermedades especialmente en los meses de
lluvias cuando la población contraía “las malarias, palúdicas e intermitentes
agudas”.80
Otra razón más era la falta de dinero por parte del ayuntamiento que impedía se
llevaran a cabo obras para mejorar la sanidad de ciudad que solo contaba con
una carreta que recogía la basura por las calles. Por si fuera poco, las luchas
políticas con grandes despliegues de tropas afectaron seriamente la economía y
deterioraron las condiciones de vida de la población.
Todo esto nos muestra una ciudad insalubre, aspecto que contribuyó para que
durante el siglo XIX se viera afectada por tres epidemias de colera morbus,
mismas que se padecieron durante los años de 1833 y 1849, así como la ocurrida
en 1851 que flagelaría con más fuerza al puerto de Mazatlán y Culiacán, dos de
las poblaciones más afectadas de la entidad. La enfermedad el cólera, se trasmite
por la ingestión de agua o alimentos contaminados por residuos de personas que
padecen el mal y de esa insalubridad estaba lleno el puerto. Esto sucedía aún
cuando el problema del agua mereció la atención de diversos ayuntamientos a los
largo de los años, lo que condujo a se expidieran diversas reglamentaciones para
los aljibes públicos y los privados que existían en muchas fincas.
Sin embargo, existía preocupación por parte del gobierno por la salud infantil, ya
que se solicitó a México y Guadalajara por medio del Dr. Lerdo, facultativo director
del hospital, “vidrios de pus-vacuna (sic) para vacunar a la juventud pues las que
anteriormente solicitó no resulto buena”.81
Para mediados del siglo XIX, el puerto contaba con un hospital que carecía de
todo y el cabildo siempre estaba escaso de fondos y solicitaban para el hospital
batas, medicinas, sueldos etc. por lo que se promovió “una función dramática a
beneficio del nosocomio.82 También se necesitaba instrumental para cirugía y
anatomía de los cadáveres, equipo que se compraba desde Europa. Según una
acta de cabildo, para la solicitud de batas, se sugirió que las niñas de la escuela
80
Mazatlán, en Mazatlán en los Recuerdos, Mazatlán Noroeste, 1997, pp. 62-63.
81
Ayuntamiento de Mazatlán, Actas de Cabildo, septiembre 23 de 1857
82
Ibíd.
54
que tomaban clases de costura se hicieran cargo de elaborarlas con el fin de
abaratar el costo, ya que no se contaba con el dinero suficiente para tales
necesidades.
Pero no todos los habitantes tenían derecho a ser atendidos en el hospital, ya que
en una sesión de cabildo con fecha 23 de septiembre de 1857 se acordó lo
siguiente: “se niega la ayuda hospitalaria a los enfermos militares por no tener
espacio ni camas que no llegan a 40 y solo se reciben a enfermos destituidos de
recurso y que no padezcan enfermedades crónicas”83.
83
Acta de Cabildo de Mazatlán, Septiembre 23 de 1857.
84
Oses Cole Isunza, Las viejas Calles de Mazatlán” aún sin editar, fotocopias. Mazatlán, Enero
2004, p. 111.
55
haberlas convertidos en casas muy demandadas. Este tipo de construcciones
abundaban en Mazatlán y aún sobrevive un número considerable de ellas.
No todas las casas de Mazatlán tuvieron un lugar especial para que sus
moradores se asearan e hicieran sus necesidades fisiológicas. Algunas tenían un
cuarto pequeño localizado muy al fondo, al final de la vivienda, al cual se le
conocía como “común”, donde había un simple escusado de pozo que tenía que
limpiarse periódicamente. Aunque existían viviendas humildes que ni a eso
llegaban. Para estos habitantes así como para la población flotante y en tránsito,
el Ayuntamiento mantenía comunes públicos de madera en algunos lugares de la
ciudad.
Pero existían otros sitios y medios para resolver este problema. La falta de drenaje
obligaba a los habitantes de escasos recursos a utilizar las playas para realizar en
ellas sus necesidades fisiológicas lo que propiciaba enfermedades de carácter
endémico, como sucedió a lo largo del siglo XIX.
En cuanto al asunto del aseo personal, era común que las personas no se
bañaran muy a menudo, ya que el baño diario no era la costumbre en esos
tiempos. Cuando se optaba por él, lo hacían a jicarazos y procurando gastar la
menor agua posible ya que no abundaba y su compra era costosa. Las personas
de posición económica holgada usaban aguamaniles y jarras de porcelana
europea u oriental o cuando menos de barro decorado. Las casas de postín
mantenían generalmente debajo de las camas, bacinicas de loza o de zinc a las
que daban uso por las noches para evitar la necesidad de recorrer la casa en toda
su longitud, o en las dos plantas tener que descender cuando tenían necesidad de
evacuar.85
85
Ibíd., p. 156.
56
moral pública debe impedirse, por lo que se tienen que dictar las providencias para
impedirlo.” Se impuso una multa de tres a quince pesos o en su defecto de cuatro
a quince días de cárcel para toda persona que se “bañe desnuda en el punto
referido o en otro en que haya transito continuo de gente.” Seguramente las
personas que se sentían ofendidas jamás se bañarían desnudas en la playa y era
bochornoso presenciar dicho espectáculo que “ofendía la moral “. Sin embargo, el
que hubiera personas que se bañaran sin ropa indica que no tenían vergüenza de
su desnudez, toda vez que lo hacían público y a la vista de cualquiera, sin
perjuicio alguno. ¿Playa nudista en Mazatlán a mediados del siglo XIX?
¿Personas de moral relaja? o ¿Una costumbre acendrada?
Para los mazatlecos que no se bañaban en el mar, había baños públicos, donde
por una cuota moderada podían asearse por completo. Estos primeros baños,
dadas las costumbres de la época, tenían tinas de madera rodeadas de anillos de
fierro, que eran de muy corto tamaño, más bien cubas grandes, donde apenas si
cabía una persona encogida y doblada. Para llenar las tinas, los mozos de los
establecimientos, traían el agua en cubetas, ya fuera fría o caliente. Es de
suponer la existencia de grandes fogones de ladrillo y mezcla, en los que -con
leña- calentaban el agua en grandes peroles de cobre o de fierro. Entre los baños
más antiguos de Mazatlán estaban lo de “La Libertad”, los de “El Capitán Muñoz”
y años después los “Baños de Maxemín.”86
Hacia 1840, el ayuntamiento se percató del daño señalado con el caserío que se
había edificado en lo alto de la vertiente de los cerros, habitaciones que lo mismo
crecían en terreno bajo y pantanoso; cuando ya no existía tierra firme que ocupar,
cerca de donde había gran cantidad de negocios, invadió lagunas y marismas
86
Oses Cole, Las Viejas Calles…, p. 156.
57
formando el suelo de la manera mas rápida y barata: con basura. El ayuntamiento
resolvió dar salida a las aguas de la laguna principal y ordenó la construcción de
un canal que terminó en “inmundo sanjón”, donde se arrojaban las “inmundicias”
de una numerosa población.87
Por tanto, la ciudad continuaba con su crecimiento sostenido. Para 1840, ya había
numerosas calles como la de Vulcano, un callejón en donde vivió el comerciante
belga Jaun Valcke, que emigró a Mazatlán en 1845, y estableció un negocio de
abarrotes que prosperó considerablemente. Años después, murió viudo y sin
hijos.
La calle del Vigía (actualmente conocida como calle Ángel Flores), después
llamada Guerrero, fue considerada una de las más importantes de la ciudad
durante todo el siglo XIX; una parte de esta arteria se habilitó como plaza de
mercado; una alusión a este lugar proviene del cónsul francés en Mazatlán,
Philippe Martinet: en un oficio de 1855, enviado al Ministro de Asuntos Exteriores
de su país, se describió a la plaza en los siguientes términos: en el centro de la
ciudad está un mercado cuyos cuatro lados están ocupados por techos en forma
de tiendas; en medio hay una plaza cuadrada descubierta (propiedad
municipal)”.88
Una década más tarde, -en 1865- cuando la ciudad estaba ocupada por el ejército
francés, el Ayuntamiento Imperial decidió cambiar el mercado varias cuadras
hacia el oriente. Un año más tarde, el cabildo analizó la decadencia en que se
hallaba la antigua plaza del mercado, trasladados la mayoría de los vendedores al
nuevo, cuya casi nula actividad comercial no producía ninguna cantidad a los
fondos municipales, por lo que, se aprobó que los vendedores de “hoja, maíz y
todas las semillas” se establecieran en el viejo mercado; asimismo se prohibió la
venta en otro lugar que no fue el mencionado, ni siquiera podían descargarla en
un sitio distinto; esto mismo se aplicó a los vendedores de ropa, mercería y
corambre.
87
Dr. Martiniano Carvajal, “La peste en Mazatlán” en Mazatlán de mis ... pp. 16-19.
88
Versión francesa de México,1851-1867, Informes económicos de los cónsules Franceses en
Mazatlán, Vol. II, Secretaría de Relaciones Exteriores, México, 194, p.44.
58
Para 1870, se derribaron las viejas fincas y empezó la construcción de lo que
sería la plaza que se mantiene en pie, con sus áreas con jardines, árboles y
bancas; fue uno de los lugares de esparcimiento preferidos por los habitantes de
la ciudad; sobre todo por las noches, cuando se daban audiciones de la banda de
algunos de los regimientos del ejército que formaban la guarnición de la ciudad o
la propia del ayuntamiento. Hoy esta plaza es conocida como la Plaza Hidalgo.
Sobre estas construcciones y el uso social que se le daba, años más tarde, se
comentó:
Por la misma calle, pero hasta llegar a la esquina de la hoy Aquiles Serdán,
estuvo el primer servicio de pasaje organizado que se estableció entre Mazatlán y
Sonora. Lo estableció el americano S. P. Bowman en el año de 1863, y en
octubre de ese mismo año manifestó al gobierno del estado que no podía “llevar a
feliz término la compostura de los caminos para establecer la línea de diligencias
que debe correr de este puerto hasta la ciudad de Álamos”, de ahí que solicitara
la ayuda oficial. Pero como el gobierno no pudo auxiliarlo por tener que dedicar en
las actuales circunstancias todo el producto de las rentas públicas a las
preferentes atenciones de la guerra extranjera”.90 Ante esta respuesta el Sr.
Bowman contestó que no era necesario repetir las incalculables ventajas que
proporciona a los pueblos el buen estado de sus caminos haciendo a los
transeúntes sus jornadas con más rapidez y regularidad, pues es bien conocido la
89
Oses Cole, Las viejas calles de...t. p 13
90
Oses Cole Ibid., pp. 18-19
59
cantidad de poblaciones pequeñas que existen entre Mazatlán y Culiacán.91
Efectivamente, entre ambas poblaciones había -según Eustaquio Buelna-92
veintitrés puntos intermedios entre ranchos, haciendas y pueblos.
Por esta misma calle (Vigía o Guerrero) hacia su parte norte, a mediados de la
década de 1840, vivió Julio Velarde, originario de Santo Domingo y vicecónsul de
Francia en Mazatlán. Velarde fue uno de los comerciantes más exitosos en la
ciudad hasta cuando menos 1850; fue hijo político de Juan María Ramírez. A su
fallecimiento la propiedad fue heredada por su hijo del mismo nombre, quien
murió muy joven (en 1870) pasando la casa en herencia a sus parientes Ignacio
Ramírez y Mariana Ramírez de Kelly. En esa misma manzana y en esos mismos
años (1850) también vivió Miguel Zires, quien fue Presidente de la Junta
Municipal Económica y Gubernativa en 1849 y repitió el cargo durante los años de
1851 y 1852.
Hacia 1860, por el mismo rumbo operaba la panadería Diosa Ceres, finca de dos
plantas trabajada por su propietaria Eufemia Burgueño, esposa de Teófilo
Cazessús. En esa misma calle estuvo el almacén de lencería de Julio Aranzubia,
la botica de Brun y Cadenne, los establecimientos comerciales de Agustín Bolet,
Antonio Bernet y Pedro Cerezac y las sastrerías de H. Portazar, Rafael Sorcini y
Celestino Bourillon. Como se puede apreciar, los extranjeros tenían acaparado el
comercio.
Por otra parte, Mazatlán ha sido depositario de los testimonios materiales que
delatan esta etapa decimonónica de su historia que esta expresada en la
construcción de su espacio urbano. La distribución y características de dichos
inmuebles estaban de acuerdo con las condiciones económicas y sociales de la
época. Por eso las casas habitación de las clases medias y altas de esta época
tenían ciertas rasgos arquitectónicos distintivos: dos plantas, grandes ventanas
para permitir el paso de la mayor cantidad de aire posible, ventanas de madera
tablillada, marcos prominentes alrededor de las ventanas, balcones con cornisas
en forma de vigas y una gran cornisa que sobresalía del techo en forma marcada
91
Ibíd., p. 20.
92
Eustaquio Buelna, Compendio…. pp 71-71.
60
( que todavía se pueden apreciar en el viejo Mazatlán). Este estilo manifestaba la
modernidad decimonónica del puerto, como bien lo señala Sergio Antonio
Valenzuela.93
De acuerdo con un padrón de fincas urbanas elaborado en 1841, por los rumbos
de calle Ángel Flores esquina con Belisario Domínguez había una finca de dos
pisos (una de las tres que existían de dos plantas en esa época) que pertenecía a
la sociedad Vega Hermanos, de la que eran socios los hermanos Rafael, Antonio
y Manuel María, todos de apellido de la Vega, originarios de Culiacán y miembros
de la familia más influyente económica y políticamente de esa ciudad. En esa
finca, y después de haber dejado de operar como almacén, vivió la familia
formada por el Prefecto de Distrito Andrés Vasavilbazo y Daría de la Vega.
Era común que las fincas de dos pisos tuvieran un doble propósito: la planta baja
funcionaba como almacén comercial y la planta alta era habitada por sus
propietarios o uno de los socios. Algunas casas eran muy espaciosas y estaban
construidas en grandes extensiones de terreno, tal es el caso de una propiedad
que fue adquirida en 1830 por Juan María Ramírez, cuya familia fue una de las
de mayor prominencia económica y social en la primera época de Mazatlán. El
comerciante Adolph Riensh, quien residió en la ciudad por algunos años desde
1841, cuenta en sus memorias: los que no tenían espacio en su casa para hacer
una fiesta, utilizaban el amplio local de la familia Ramírez. Antes de la
construcción de la iglesia, también se usaba este lugar para las misas, por lo
tanto, había en ocasiones fiesta en la noche del sábado con baile hasta la cinco
de la madrugada y en seguida llagaban las personas a rezar.94
93
Sergio Antonio Valenzuela Escalante, “Los testimonios materiales de la historia y la restauración,
el tercer satisfactor”, en Historia y cultura de los pueblos, villas, ranchos, ejidos y municipios del
noroeste mexicano, Memoria del XIX Congreso Nacional de Historia Regional, Culiacán, Sinaloa,
UAS-AHGES, 2004, p. 372.
94
Adolph Riensch, Erinnerungen aus meinem Lebel wahrend der Jahre 1830-1855, Hamburg
Verl,Hanseat, Merkur, 1960; en Oses Cole, Las viejas calles ... p 41..
61
Mazatlán, para la cuarta década del siglo XIX, ni siquiera se contaba con una
pequeña iglesia.
Las casas más comunes y diseminadas en el puerto eran de una sola planta
como las de la calle Alegría (hoy Belisario Domingo); desde mediados del siglo
XIX, el licenciado Jesús Río habitó una casa de este tipo. Río fue editor del Diario
del Pacifico, uno de los de mayor circulación en las décadas de 1870 y 1880;
además fue un connotado notario público. En esa misma calle vivió Francisco
Romanillos, abogado prominente en la ciudad, regidor en varios ayuntamientos e
incluso, Alcalde de Mazatlán en la época del Ayuntamiento Imperial; fue hijo
político de Manuel Mallén, uno de los comerciantes más conocido en la primera
época de la ciudad y Vocal en varios cabildos municipales. La familia Romanillos
fueron los únicos en la ciudad que contaban con un panteón particular donde
sepultaban a los miembros de su familia.95 En esa casa se celebró la reunión
constitutiva del primer ayuntamiento que tuvo la ciudad; la fecha de dicho evento
fue el 29 de agosto de 1837. En este mismo inmueble siguió sesionando el
cabildo hasta que se mudó a otro local. Hasta 1865, la propiedad siguió siendo de
la familia Ramírez.
En noviembre de 1864, cuando Mazatlán fue tomado por el ejército francés y sus
aliados imperialistas, que sumaban varios miles de elementos, para alojarlos se
dispuso de un gran número de las fincas urbanas existentes en la ciudad. Tal fue
el caso de la propiedad de una sola planta que pertenecía a Domitila Navarro de
Hidalgo, la que fue arrendada para albergar tropas francesas. En un oficio sin
firma, fechado en julio 19 de 1866 y dirigido al Prefecto, se decía al respecto La
Sra. Doña Domitila Hidalgo se resistía a entregar su casa, temerosa de que le
aconteciera lo que sucedió a las otras; con tanta más razón que en ella iba la
plaza a alojar un número considerable de tropas, cuya mudanza era necesaria,
vista la estación de lluvias, para precaverlas de las enfermedades que el año
pasado han sufrido por estar alojados en locales húmedos.96 Lo más seguro es
que las anteriores viviendas hayan sido mal tratadas por los soldados y ella tenía
95
Ibíd., p 33.
96
Ibíd., p 43.
62
temor que ocurriera lo mismo con su propiedad; sin embargo, no se le pedía su
consentimiento, sino que de alguna manera se le obligaba a “rentar” la finca con
el riesgo de perderla. También se le pidió que hiciera obras dentro de la finca,
para la mejor estancia de la tropa; dichos arreglos materiales consistieron en:
“hechura y colocación de 18 armazones de madera de pino cepillada, para el
vestuario de la tropa; hechura y colocación de clavijeros de madera para colgar
las armas de la tropa; dos bancos de armas y asientos para la guardia; hechura
de una cocina construida en el patio principal, teniendo 8 metros de largo y 3 de
ancho, hecha de adobe con 10 hornillas; hechura de unas letrinas de 4 metros de
profundidad sobre 3 de ancho, etc. Todo esto a costo de la dueña de la finca,
quien negoció con ellos una renta de 200 pesos mensuales, después del estira y
afloja quedó en 160 al mes, sin que ella cubriera los gastos por acondicionarla. A
esta finca se le conocía como La Veracruzana. Con esto podemos constatar los
espacios tan grandes de las fincas, así como sus carencias y necesidades;
también los avatares que pasaron los “caseros” ante la intervención, al verse
obligados a rentar sus propiedades, sometiéndose a las exigencias descritas.
Por ser la plaza principal, se puede suponer que tanto los infantes de marina
americanos como las fuerzas francesas y sus aliados imperialistas, desfilaron
frente a ella cuando ocuparon la ciudad en 1847 y 1864, respectivamente. Hechos
que coincidentemente ocurrieron durante el mes de noviembre; podría suponerse
que esto era así porque en esa fecha la navegación era menos peligrosa, ya que
63
había terminado la temporada de huracanes y ambos contingentes invasores
llegaron por mar.
También durante la ocupación francesa entre 1864 y 1866, una banda militar
acostumbraba dar audiciones por las noches en dicha plaza, donde concurrían
97
Ayuntamiento de Mazatlán, Acta de Cabildo 6 de Octubre de 1853.
98
Oses Cole, Las viejas calles de... . pp. 105-106.
64
muchos oficiales y elementos de tropa franceses, además de un gran número de
habitantes de la ciudad. De estos sucesos los mazatlecos tienen un recuerdo que
quedó asentado en actas de cabildo y que aquí transcribo para darnos una idea
de cómo la población estaba inconforme con la intervención de los franceses en
el puerto y se ve manifestada en sus actos de vida cotidiana como el ir a la plaza
a escuchar a la banda del regimiento invasor y agredirlos.
“Se hace imposible tolerar por más tiempo los insultos que se dirigen al
ejército francés. Estos insultos los miramos con el más alto desprecio;
pero ha llegado el momento de ponerles término”. “Ya se os habrá
informado, señor Prefecto de las ocurrencias del domingo en la noche. Se
han arrojado piedras contra nosotros, y en un momento dado, la
exasperación de mis soldados tal vez no podrá contenerse”.
La molestia del militar no solamente quedó en queja sino que impuso sanciones
para quienes consideraba que habían contribuido de una u otra manera para que
dicho incidente se presentara; en este sentido la disposición adoptaba fue en los
términos siguientes:
65
Las razones para instruir el cierre de esta negociación se argumentaba de manera
muy puntual; incluso hasta retando a los insubordinados que osaron manifestar su
resistencia y rechazo. El documento del francés terminaba con las siguientes
palabras:
Esta actitud hasta puede ser considerada de moderada por parte de dicho coronel,
la actitud era clara, se trataba de imponer respeto y para eso recurría a medidas
aleccionadoras y no punitivas. Con el estigma de malhechores se desacreditaba a
la disidencia ya sea conciente o emotiva. Lo evidente es que de la multa no se
salvaron los propietarios: Tomasa Osuna, Fermín Irigoyen, Diego de la Peña y
Pedro Echeguren, pagando 500 pesos cada uno.
Pero la plaza tenía otros usos. Por las noches los pobladores concurrían a
deleitarse con puestos de alimentos establecidos en el lugar, aunque ya para
1869, el ayuntamiento decidió retirar “las mesas de comida que se instalaban por
la noche”, lo que causó la queja de Pioquinta Góngora y Josefa Chaires,
dedicadas a esa actividad. Por ese motivo, ambas, dirigieron una queja al
ayuntamiento, alegando que esa disposición las perjudicaba ya que eran “mujeres
solas y sin otro giro de que subsistir que el de las mesas referidas. He aquí el
sexo “invisible” que busca medios para subsistir.
99
Oses Cole, Las viejas calles.... pp. 123-124.
66
almacenes por el mismo rumbo, también el francés Teodoro Duffard contaba con
su almacén comercial “La Sorpresa”, allá por el año de 1859, y por la misma calle
hacia la parte sur, se encontraba la casa habitación de este comerciante galo: era
una finca de dos plantas, que más adelante fue de la Casa Melchers y en la
planta alta residieron algunos socios de la firma, mientras la planta baja sirvió
para salas de exhibición y bodegas de este almacén comercial.
Por otra parte, hasta antes de 1870, la ciudad de Mazatlán sólo contaba con un
panteón a cargo de la Iglesia, pero después de la aplicación de las Leyes de
Reforma este cementerio pasó a ser regulado por la autoridad civil, ya que nadie
podía ser enterrado sin contar con un acta de defunción levantada por el juez de
lo civil.
100
Ibíd., p. 122.
67
ese carácter diverso que tenía la población de Mazatlán, producto de los flujos de
inmigración extranjera y nacional.
Siguiendo con los puntos del sepulcro: había un terreno destinado a enterrar a
las personas que morían en “pecado”, tal era el caso del suceso que ocurrió en
1859, año en el que Juan Pasador -un italiano que originalmente se dedicó al
comercio y después a comprar palo de Brasil para exportarlo a Europa- se
suicidó debido a graves problemas económicos. Poco después de su muerte, un
compatriota genovés amigo suyo, comentó con alguien que el fallecido usaba un
nombre falso y que en realidad era Francisco Picaluga, el causante de la muerte
de Vicente Guerrero; ante tal aseveración, en toda la ciudad se desató un gran
descontento y en la lápida de su tumba, situada en el panteón protestante -
porque la Iglesia no permitía que a los suicidas y los que no hubieran profesado
en vida la religión católica se les enterrara en terreno consagrado- aparecía
frecuentemente escrita la palabra traidor.101 Así que hubo un segundo panteón,
pero este era destinado para los protestantes, aún más ya que existen datos de
un cementerio para los no católicos, cuyo terreno fue comprado por el gobierno
inglés, el que también hizo los gastos de la cerca.102
Hasta casi finales del siglo XIX, el primer panteón estuvo fuera de la zona poblada
de la ciudad, y al no existir vecinos cercanos, en algunas ocasiones sucedieron
violaciones de tumbas en busca de objetos de valor que tuvieran los cadáveres, o
simplemente ocurría el robo de lapidas. Tal fue el caso que, en noviembre de
1869, reportó al ayuntamiento Juan Azcarate, Juez de Estado Civil. En su escrito
afirmaba: Ayer bastante tarde recibí verbalmente del guarda del panteón el parte
de que una bóveda del cementerio de los extranjeros que contiene en el interior
cuatro nichos o gavetas había sido rota y violadas tres de dichas gavetas,
habiéndose despedazado los ataúdes y tirado los restos que contenían.103
101
Ibíd., pp. 111-112
102
Oses Cole Ayer en Mazatlán, p 93.
103
Oses Cole, Las viejas calles.... pp147-148.
68
Este acontecimiento hizo que la población tuviera tema de que hablar por algún
tiempo, hecho que fue una confusión, hasta que fue aclarado por las autoridades
locales.
Desde 1844, Mazatlán contaba ya con un periódico que era El Mercurio Agorero,
en 1845 El Meteoro de Sinaloa, y en 1848 El Vigía de Mazatlán. En la segunda
mitad del siglo XIX se empieza a generar un inusitado número de publicaciones
periódicas en el puerto. En 1851 ahí se publicaban: El noticioso de Mazatlán, La
Lechuza, La Estrella del Pacífico, semanario que tenía como director a Rafael
104
Casa Melchers Sucs., Publicaciones del LXXV Aniversario, en Oses Cole, Ayer en Mazatlán…,
p. 5.
105
Oses Cole Las viejas calles... p.72
69
Carreón y El Crisol de Sinaloa. En 1852 salieron a la luz pública: El Restaurador,
El Precursor, dirigido por Ignacio Ramírez, EL Independiente, que después se
suspendió y dio origen a El territorial. Ese mismo año, también se publicaron; El
Hijo del Alacrán, EL Diablo Verde y La Atalaya del Sur. En 1853, se publicó La
Esperanza, en 1855 aparecieron El Fénix de Sinaloa y EL Perico, en 1856, El
Colmillo Público y El Faro, en 1857 La Antorcha, en 1858 La Integridad Nacional,
en 1859 EL Eco de Occidente y El Pigmeo. Al empezar la década de los sesenta,
en 1861 se conocieron los periódicos: El Constituyente, La Tribuna del Pueblo, y
El Tribuno del Pueblo que tenía como responsable a Jesús Rubio y como lema:
¡Pueblo! ¡Pueblo!
Levanta tu potente mano
Y al descargarla
Hunde para siempre
En el polvo a tus tiranos.
106
Agustín Velásquez Soto, “La poesía Sinaloense de 1903 en EL Correo de la Tarde”, en 18
Encuentros con la Historia, Mazatlán , Tomo 1 José Ma. Figueroa, Gilberto López Alanís,
Coordinadores, Culiacán, Gobierno del Estado de Sinaloa, 2004, pp. 101-104.
70
literario de la época; también dejaban un espacio para otro temas como, comercio,
artes, colonización, anuncios, mejoras materiales y variedades. Uno de estos
tópicos se puede leer en el mencionado Periódico El Pacifico; en agosto de 1861,
publicaron un artículo donde se clasificaba a la mujer, según como llevaran puesto
el vestido: ‘las que lo llevan estrecho son avaras, las que muy ancho fanfarronas,
las que muy corto, son aficionadas al baile, las que muy abajo, muy ricas o muy
descuidadas, las que desabrochadas perezosas, las que lo llevan siempre muy
nuevo son temibles, las que siempre viejo, han renunciado al amor o no tienen ya
a quien arruinar,107 la descripción continúa, pero más allá de lo atinado del
comentario, la nota pone de manifiesto que las formas de vestir y comportarse de
las mujeres eran asuntos que se trataban en el espacio público de la entidad.
Estos datos indican que la prensa tiene puesta su mirada en aspectos que
trascienden el ámbito local, en sus notas se abordan temas genéricos, conectados
con preocupaciones y autores conectados con sociedades extranjeras. La
modernidad emerge en las páginas de la prensa local. Toda esta serie de
procesos no ocurrían de manera fortuita. Eran posibles porque el puerto
sinaloense se había convertido en el principal punto de concentración humana de
la entidad y la más importante ventana de contacto con el país y el mundo.
Esto se corrobora con el hecho de que, Mazatlán era la capital del estado y la
sede de la administración departamental. El cónsul de Francia en Mazatlán,
Philippe Martinet, informó al Ministro de Asuntos Exteriores de su país que ‘La
población, que asciende a 6 753 individuos, se divide en tres clases muy distintas:
los indios puros y los indios mestizos, con sangre más o menos mezclada, de tez
cobriza, y que forman más de las tres cuartas partes del total; los hispano-
mexicanos y los europeos que son 278, sin incluir la parte flotante que es por lo
menos igual de numerosa.’108
Este mismo cónsul francés señalaba que los barrios estaban formados por un
conjunto de “cabañas” casi uniformes, “estas miserables habitaciones” estaban
107
El Pacifico, Mazatlán, 9 de Agosto de 1862, p. 3.
108
Versión Francesa de México. Informes Diplomáticos, (1853-1858). Lilia Díaz, traductora,
COLMEX, México, 1963. en Oses Cole, Ayer en Mazatlán, p. 6.
71
construidas por el sistema de palo parado, según consigna otro informante (Luís
María Servó). Las habitaciones más populares estaban hechas con horcones,
barro ladrillo y paja. De todo el conglomerado habitacional, 400 estaban edificadas
con ladrillo.
109
Antonio Nakayama Arce, Sinaloa: un bosquejo de su historia, Culiacán, UAS, 1982. p.246.
72
explorar este tema, es necesario conocer los escenarios en los que la diversión se
gesta, así como las formas que adquiere, ya sea en eventos como las funciones
de teatro, las corridas de toros, las peleas de gallo y los juegos de azar.
Respecto a las formas en que “mataban” el ocio los personajes más prominentes
de la localidad, Riensch comenta:
73
se contribuían a hacer “divertida” la vida a los ricos, a quienes –aparentemente- no
les preocupaba perder tan grandes sumas de dinero en juegos de azar.
Es Curioso que entre las obligaciones de los regidores de los ayuntamientos del
siglo XIX, figurara el presidir los espectáculos con el carácter de jueces de teatro;
así que los miembros de la comisión respectiva del Cabildo se turnaban para
asistir a los eventos que con frecuencia se presentaban en Mazatlán. Después de
asistir, en las sesiones de cabildo se externaban sus comentarios, los cuales se
dejaban asentados en dichas actas de este órgano local de gobierno. Por ejemplo,
en una acta levantada el 7 de Agosto de 1847, quedó de manifiesto que en estas
funciones había personas de todos los estratos sociales, esto lo señala la queja
que expuso el señor Jacinto Barreto que habiendo asistido la noche anterior al
teatro como privativo, y habiendo notado que de pocos días a esta parte se altera
el orden demasiado en aquel punto por personas de primera clase, se propone
impedir los desordenes, contando con la fuerza armada...” “que con mucho
trabajo había podido conservar el orden en los dos primeros actos, pero que
habiendo subido de punto las pasiones en los últimos principalmente por un oficial
de la guarnición.”113
74
principales actores o actrices participantes, incluso en ocasiones el mismo
ayuntamiento hizo estos presentes, como la diadema de oro que a nombre de la
ciudad regaló a Manuela Gómez de Pineda en febrero de 1869, prenda que tuvo
un costo de ciento treinta pesos. No habría dinero para obras públicas pero sí para
obsequios suntuosos, costumbre que también se daba en los otros teatros de
México.115
Por otra parte, en el transcurso del siglo XIX, los ayuntamientos expidieron, con
frecuencia, permisos para la celebración de diversas diversiones, entre las que
figuran: conciertos de música vocal e instrumental, funciones dramáticas, de opera
y zarzuela, conciertos de canto, presentaciones de cosmoramas, panoramas,
suertes químicas-físicas de artificio, caja mágica, cuadros plásticos históricos,
religiosos y mitológicos, funciones de magia, actos circenses, pastorelas,
representaciones de química y pantomima, paisajes, estatuas antiguas y
modernas, acróbatas, ejercicios gimnásticos, bailes, además de corridas de toros
y peleas de gallo. Este cúmulo de eventos demuestra la variedad de gustos y
formas de organizar y disfrutar los ratos de ocio. Además, da cuenta del trabajo
que se tomaban dichos actores y actrices por llegar a un lugar que ya era
conocido como gran puerto, donde el dinero no escaseaba. Claro que eventos de
este tipo beneficiaban a público, empresarios, artistas y hasta al Ayuntamiento, los
impuestos obtenidos por todas estas funciones les permitía obtener dinero para
cubrir algunas necesidades de orden público y administrativo.
115
Luís Reyes de la Maza, El Teatro en México durante El Segundo Imperio (1862-1867), México,
UNAM, 1959 p 98.
75
el vecino estado de Durango; nunca se comprobó que su actividad anterior a su
arribo a Mazatlán fuera la minería -como él sostenía-, ni siquiera que haya sido
mexicano. Llegó al puerto con un capital que le permitió adquirir en la ciudad
inmuebles de considerable valor. En 1869 tramitó ante las autoridades municipales
los permisos correspondientes para la construcción de un teatro y murió en el
naufragio del vapor Continental con destino a San Francisco, cuando corría el
mes de septiembre de 1870. Continuó con la construcción del teatro quien dijo ser
su esposa, Vicenta Unzeta, aunque nunca se comprobó dicho matrimonio. Por
más de cincuenta años el Teatro Rubio fue una de las mejores salas de
espectáculos de la costa el pacífico.
Para mediados del siglo XIX se daban funciones a beneficio de alguna causa. Al
puerto llegaban diferentes espectáculos como el de “La Caja Mágica”, por la que el
cabildo cobraba un peso diario. A otros eventos, se les ponía como condición para
que dieran una funciones a beneficio, casi siempre del hospital. Los espectáculos
que se presentan eran diferentes; entre los que apareció un francés que pidió
permiso de poner en el teatro “cuadros plásticos históricos, religiosos y
mitológicos”.
En tono a las funciones pasaban múltiples sucesos. Por ejemplo, no todos los
artistas querían cooperar o pagar. A Mazatlán llegó una compañía de teatro,
dirigida por el italiano Eugenio Biarchi y su esposa, que de antemano decían “no
dedicar función alguna a ninguna clase de personal o corporación”. Cobraban
cuatro pesos por la función y “los conciertos son de noche”. Por el alto precio, se
deduce que sólo cierto estrato social podría disfrutar de dicha función. Esto deja
ver que los diferentes grupos sociales, tenían sus diferentes medios de diversión.
Mientras unos iban a las peleas de gallos y corridas de toros, otros asistían a
exclusivas funciones nocturnas.
76
su explotación por un plazo determinado. En 1848, este derecho lo ganó D. Pablo
Arredondo, ofreciendo setenta pesos contra los veinte y seis pesos que fueron
ofrecidos por su contraparte. Don Pablo ofreció acondicionar una “buena plaza y
decente, donde toda clase de personas pudiesen presentarse a divertirse con
comodidad”.116
116
Ayuntamiento de Mazatlán, Acta de cabildo, 18 de junio de 1859.
117
Milo Milton Quaife, Pictures of the Gold Rush, en Oses Cole Isunza, Mazatlán de..., p. 54.
77
el entretenimiento y como eran las relaciones que tejían los individuos y los
ambientes en los que se construían.
Los juegos de azar también eran permitidos. Adolfo Díaz y José Maria Ruiz,
pidieron permiso para establecer una lotería por billetes que se expenderían a
medio real y en números de trece mil, con cuarenta y cinco premios. El premio
mayor era de cien pesos, quedando un beneficio para el hospital u otro
establecimiento. Sin embargo, estos juegos de azar ocasionaban problemas ya
que un policía es destituido “por jugar a las apuestas” y él alega en su defensa
que, “jugaba lo suyo y siempre lo había hecho y así lo haría” pero, no se escapó
de la culpa y el castigo; al igual que el portero Lino Parada, guarda de la Plaza
Machado de una multa de 5.00 pesos.118 Solo los juegos autorizados por el
municipio estaban permitidos, siempre que éstos pagaran impuestos o dieran
funciones de beneficencia.
118
Ayuntamiento de Mazatlán, Actas de cabildo, 12 de septiembre de 1857.
119
Oses Cole Isunza, Las viejas calles.p 57..
120
Ayuntamiento de Mazatlán ,Acta extraordinaria, 21 de enero de 1857.
78
de solo 255 niños que recibían instrucción primaria, por lo que se exigía se
tomaran medidas, ampliando las escuelas existentes o estableciendo otras “a fin
de que en ellas puedan educarse todos los niños pobres del municipio”. También
ya existía una escuela para adultos, pero ese mismo año de 1857 se cerró pues
de” haber iniciado con ochenta alumnos solo asistían veinte”.
121
Antonio Nakayama, Sinaloa un bosquejo.... p. 311.
79
tiendas a las horas de oraciones en otras a las siete y en las que
más tarde no pasan nunca de las ocho, sin contar que al medio
día, a la hora de comer tienen una hora de descanso, mientras
que nosotros no contamos con un solo momento, pues por nada
nos separamos del mostrador sino hasta la hora de irnos a
acostar y le consta que desde las seis o siete de la mañana hasta
las diez de la noche trabajamos”.122
122
Oses Cole Isunza, Las viejas calles…, p. 64-65.
123
El Correo de la Tarde, mayo 12 de 1897, en Mazatlán de mis.., p. 307-311.
124
Este pequeño cerro abarcaba lo que hoy es la manzana circunscrita por las calles de Olas Altas,
Ángel Flores, Venus y Malpica.
80
iluminación se obtenía a partir del “petróleo y de velas de estearina, marca
‘Estrella’.”
Por otra parte, un indicador sobre los distintos estratos sociales se puede intuir a
partir de los variados gustos de “adorar al dios Baco”. La citada crónica manifiesta
este afición en los siguientes términos:
81
2.3 Celebraciones y fiestas patrias
Cabe señalar, también, que es este el momento en que el país debe autoafirmarse
como nación independiente. Es así como nos encontramos frente a la creación de
todo un imaginario patriótico, en el que se exaltan símbolos, rituales y fiestas
cívicas, mediante los cuales -dicen algunos autores- se pretende entregar al
pueblo la ilusión de participar políticamente en el nuevo sistema.
125
Oses Cole, Las viejas calles... p 83.
82
En la Constitución de 1857, se suprimió, después de debates en el congreso
constituyente, toda referencia a la religión. Se incluyó el artículo 15 del proyecto
constitucional, que preveía la instauración de la libertad de cultos. A pesar de ello,
la Constitución fue decretada “en el nombre de Dios y con la autoridad del pueblo
mexicano”, y fue promulgada además el 5 de febrero, día de San Felipe de Jesús,
santo patrono de la ciudad de México.
126
Annick Lempériere, “De la República Corporativa a la Nación Moderna. México (1821-1860)”, en
Antonio Annino y Francois-Xavier Guerra (coordinadores), Inventando la nación, Iberoamérica.,
Siglo XIX, México, FCE, 2003, pp. 316-346.
83
Para la Sesión del 18 de Abril del mismo año 1857, el gobernador aprobó el gasto
de 60 pesos con que contribuyó “esta junta para la construcción de la vela que
sirvió para la procesión y sermón en la Semana Santa.”127
Otro festejo que era anual y bien aceptado por la población era el carnaval. Su
celebración data desde 1827, según la versión de Don Héctor R. Olea. Para esta
festividad se utilizaba la Plaza Machado como escenario central de las
celebraciones. Probablemente, de ahí provenga el nombre de la antigua calle
Carnaval, cercana a dicha plaza. Entre otras cosas, había un juego de harina, y
los bailes de máscaras que eran las de mayor atracción durante esta festividad.
Este juego, que se realizaba los martes de carnaval, era la celebración más
temida por las autoridades porque las máscaras no respetaban edades, sexos ni
privacidad. La ciudad y sus habitantes terminaban, embadurnados lo que en
algunos casos propiciaba pleitos.129
127
Ayuntamiento de Mazatlán .Actas de cabildo 8 de abril de 1857.
128
Ibíd.
129
Enrique Vega Ayala, “EL carnaval de Mazatlán”, en Clío N° 15,Culiacán, Universidad Autónoma
de Sinaloa, 1995, Pág.167.
84
recayó en un grupo de ciudadanos voluntarios. En otras palabras, los actos
públicos y cívicos viven un proceso de desacralización.
85
CAPÍTULO III
130
Para una información más completa sobre el tema consultar a Ricardo Ampudia, La Iglesia en
Roma. Estructura y presencia en México, México, FCE, 1998.
131
La Iglesia Universal, esta dividida en sedes jurisdiccionales, llamadas diócesis y arquidiócesis.
Una diócesis es presidida por un obispo y se compone de varias parroquias de cuyo cuidado se
encargan los párrocos. Por otro lado una arquidiócesis, es la principal sede de una región o
provincia particular y esta representada por un arzobispo.
86
dieron a la Iglesia católica grandes capitales, que otorgaba en préstamo a los
individuos y al gobierno. Asimismo, acumuló numerosas propiedades en las
ciudades y en el campo, que como no se podían vender, crearon un
acaparamiento poco productivo, lo que provocaría serios problemas durante el
siglo XIX.
Entre esta provincia del noroeste y las provincias del centro y sur de la Nueva
España, había acentuados contrastes y diferencias, ya que mientras en unas
partes -para finales del siglo XVI- se habían establecido ya como una “colonia” con
instituciones españolas solidamente implantadas, tanto administrativas,
económicas, sociales, así como numerosas ordenes religiosas, en el caso del
noroeste no se presentaba tal desarrollo porque la población era escasa. Los
indios habían sido aniquilados por las epidemias y los europeos eran un núcleo
reducido.
132
Sergio Ortega Noriega, Breve historia..., p.66.
133
Ibíd., p. 67.
87
Mientras en las provincias del centro y sur de la Nueva España, las
manifestaciones de culto y los actos académicos se llevan a cabo en grandiosos
edificios en medio de ceremonias fastuosas y solemnes, de acuerdo con una
liturgia propia, reglamentada ya en la segunda mitad del siglo precedente y
plasmada en libros en donde se indicaba con minucia los ritos y ceremonias que
debían observarse en el país, en el noroeste las iglesias eran pocas y pobres,
contaban con lo mas elemental para el oficio y estaban muy alejadas del obispo de
su diócesis, que entonces se encontraba en Jalisco.
Durante esta época, en las otras provincias hubo una explosión de vocaciones
religiosas, como en la madre patria. El clero secular se educaba en los seminarios
instituidos por las diferentes diócesis. La Inquisición vigilaba celosamente la
ortodoxia católica, reprimiendo con energía los pequeños brotes disidentes que
llegaron con los inmigrantes extranjeros, las autoridades civiles fomentaban y
apoyaban este ambiente de religiosidad.134 Pero en el noroeste, no se contaba
con un seminario, los sacerdotes venían de otros lugares y las religiosas se
hicieron presentes hasta principios del siglo XX.
134
Ricardo Ampudia, La Iglesia de Roma..., pp. 223-226.
88
que al matrimonio le otorgó carta de naturaleza sacramental. Se apostó por los
intereses de los padres, al impedir matrimonios clandestinos, así que se
penalizaban las relaciones prematrimoniales. Se evitó que se consumaran los
matrimonios realizados sin consentimiento paterno, actuando el párroco en
connivencia con los progenitores. El matrimonio debía celebrarse, previas
amonestaciones, ante el párroco, la novia y dos o tres testigos.135
Pero en la misión de Sinaloa, los indios no eran tan dóciles como suponían los
jesuitas; la evangelización implicaba cambios en su vida diaria, por ejemplo la
aceptación del matrimonio monogámico e indisoluble, lo cual provocaba tensiones
dentro de la familia y de todo el grupo, ya que los chamanes y curanderos se
vieron afectados al quedar nulificados por el liderazgo que asumían los religiosos,
de ahí que se enfrentaran contra los portadores de la sotana y la cruz.
Pese a eso, la Iglesia católica fue una parte importante en la organización política
y social del imperio español, por esa razón se impulsó la organización de la Iglesia
en los territorios colonizados, tanto entre los indios como entre los pobladores no
indígenas.
Sin embargo, durante este siglo XVII, la organización eclesiástica fue muy débil
en tierras del noroeste, y sólo hasta la última década llegaron los jesuitas a fundar
las misiones. Por lo que, de hecho, en estas provincias el firme establecimiento
de la Iglesia aconteció en el siglo XVII, tanto entre los indios por medio de las
misiones como entre los colonos por medio de las parroquias.137
135
Ibíd., pp. 224-227.
136
Sergio Ortega Noriega Breve historia..., pp. 73-74.
137
Ibíd., pp. 96-97.
89
El responsable de la organización y funcionamiento de la Iglesia entre la población
no indígena era el obispo de la jurisdicción. Al principio, las provincias del noroeste
pertenecieron al Obispado de Guadalajara que, además de la Nueva Galicia,
comprendía los territorios del norte de Nueva España; la extensión de la diócesis
era tal que el obispo poco podía hacer para administrarla. Para aminorar el
problema, en 1620, el papa aprobó la erección del obispado de Durango,
quedando comprendidas las provincias del noroeste, incluido Culiacán, pero en lo
político siguió dependiendo de la Nueva Galicia. Aunque formalmente quedó
establecida la iglesia diocesana, de hecho, su presencia entre los colonos fue
débil, debido a los pocos clérigos y a lo disperso de las comunidades que debían
atender.138
138
Ibíd., p. 97.
90
partes. En este nuevo siglo se elaboraron nuevas concepciones del mundo, de
corte racionalista, deísta o bien materialista.139
Esta evolución fue mucho más acentuada en Francia que dominaba con su
espíritu, manifestando una supremacía intelectual. Ahí, la burguesía se convirtió
en la clase esencial que dominaba a campesinos y artesanos; condujo a estos
sectores contra la nobleza y el clero -los grandes beneficiados del “Antiguo
Régimen”- y los enfrentó con la realeza que era incapaz de realizar las
transformaciones. El fin de este siglo fue testigo de una Revolución que, con base
en la igualdad civil, la propiedad inalienable e inviolable, y la soberanía de la
nación, emitió la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, que se
convirtió en el nuevo evangelio para el mundo occidental y que, más temprano que
tarde, adoptaría la separación independentista de las colonias americanas,
aunado a un nuevo enfoque entre la relación de la Iglesia con el Estado.
Por lo que, continuaban los largos periodos de sedes vacantes y en ocasiones, los
prelados que venían a ejercer un obispado, eran prácticamente seniles, lo que les
impedía visitar adecuadamente los territorios de la diócesis con la consecuente
relajación de costumbres y la omisión de los deberes para con los indígenas que
debían tener los párrocos. En las inmensas extensiones territoriales de la Nueva
España, las comunidades cristianas rurales se hallaban absolutamente aisladas, o
lo que es lo mismo, religiosamente abandonadas, como sucedió con el noroeste
durante esa época.
139
Ricardo Ampudia, La Iglesia de Roma…. p. 229-230.
140
Ibíd.., p. 231.
91
Un factor importante dentro de la historia de la Iglesia en el siglo XVIII, fue el auge
de la expansión de la conquista espiritual hacia el norte de la Nueva España,
compuesta por comarcas más extensas, pobladas y salvajes. Esta conquista fue
obra, sobre todo, de franciscanos y jesuitas; muchos de ellos martirizados.
Hazañas llenas de dificultades en tierras desconocidas e inhóspitas, repletas de
alimañas; habitadas por tribus bárbaras, nómadas, salvajes y sanguinarias, que
hablaban diferentes dialectos y que eran conocidas con el nombre genérico de
apaches.141
141
Ibíd., p. 232.
142
Sergio Ortega Noriega, Breve historia…. pp. 74-75.
92
de la república, a principios del siglo XX, concretamente a Culiacán llegando en
barco por el puerto de Altata.
Durante la última mitad de este siglo XVIII, un tema importante de las relaciones
entre la Iglesia y el Estado fue la expulsión de la Compañía de Jesús de las
posesiones españolas de ultramar, especialmente de América. Cuando Felipe V
ascendió al trono en el año de 1700, España se “borbonizó”; la Corte quedó en
manos de una partida francesa, impuesta en su mayoría por Luis XVI,
deshaciéndose con ello de las personalidades españolas comprometidas con el
bien de su país.
La expulsión de los jesuitas de la Nueva España, fue un golpe mortal a una de las
instituciones religiosas que, durante dos siglos, más activamente contribuyeron a
implementar y fomentar la civilización en las posesiones americanas de España.
La dimensión educativa y espiritual, así como la formación moral de los colegios
jesuíticos, cimentada fundamentalmente en el orden sobrenatural, en los principios
inamovibles de la fe y la piedad, se interrumpieron bruscamente.
93
Esto venía a afectar severamente la ya precaria estabilidad en las relaciones entre
la Iglesia y las autoridades civiles de la Nueva España, produciendo una enorme
sacudida y resquebrajamiento que debilitaría toda la estructura política de este
territorio en su proyección social, cultural, misional y religiosa, abonando el ya
preparado terreno para que a finales de la centuria, el descontento entre las clases
sociales dirigentes hacia la metrópoli (especialmente los criollos) se empezara a
manifestar en forma mas o menos abierta.
En el último tercio del siglo XVIII, las fuerzas vivas de la Iglesia novohispana,
materiales y espirituales, se hallaban muy disminuidas; el brazo real que las
sostenía, no podían prestar un frente decidido para combatir a la masonería que,
desde 1760, iba cobrando fuerza en España y en sus posesiones ultramarinas.
En el rincón fronterizo y noroeste del país se sintieron con fuerza las Reformas
Borbónicas en la década de 1770.143 La expulsión de los misioneros fue súbita y
violenta, provocando los efectos inmediatos en las comunidades indígenas. Con
su salida, se desarticuló la organización de los pueblos de indios y los redujo a
comunidades aisladas y vulnerables al asedio de los colonos. También
desapareció la vida y disciplina misional que normaba la vida interna de las
comunidades.144 Se había previsto secularizar las misiones luego de la expulsión
de los jesuitas, pero el obispo de Durango no tenía suficientes clérigos para
atender las 14 misiones de Sinaloa y Ostímuris.
Por lo que, una medida contemplada por dichas reformas para integrar esta
región de frontera a la monarquía española fue la creación de la Diócesis de
Sonora, con la que se esperaba minimizar los efectos de la expulsión de los
jesuitas. Al poner un obispo en este lugar, también se pretendía mantener a los
religiosos franciscanos bajo estricto control para que no se repitiera lo que había
ocurrido con los jesuitas. En esta época colonial, el obispo era un pastor para el
143
Ignacio del Río, “Notas sobre el estado de la sociedad y la economía sonorense en las
postrimerías de la época colonial”. En Memoria del III Simposio de Historia y Antropología de
Sonora, Universidad de Sonora en, Dora Elvia Enríquez Licón, “Religiosidad y Modernidad en
Sonora”, Hermosillo Son, Estudios Sociales, revista de Investigación del Noroeste, Vol. XI ,núm.
22,julio-dic de 2001, p. 15.
144
Sergio Ortega Noriega… Breve historia... pp. 121-122.
94
servicio espiritual de los fieles, pero también un funcionario del rey, y como tal
debía velar por que los cristianos a su cuidado, fueran vasallos dóciles y sumisos
al soberano. Por lo que, en la época de las reformas borbónicas el rey colocó
como obispos a los adictos a la política de la corona, por eso durante la expulsión
de los jesuitas, ellos apoyaron esta medida.
La sede del nuevo obispado fue la ciudad de Arizpe. Sin embargo, esta diócesis
fue solamente de nombre, ya que sus prelados carecieron de catedral, de
seminario y de cabildo.146 Hasta podría decirse que no tuvieron sede episcopal
propiamente dicha, pues si Arizpe fue designado como tal, ninguno de sus obispos
residió en el lugar.
Por otra parte, a excepción de parroquias como Álamos, El Rosario y Cosalá, que
producían buenas rentas a sus curas, en la mayor parte de este territorio
145
Idem, pp. 144-145.
146
Antonio Nakayama, Sinaloa un...p 269.
95
diocesano, las feligresías eran muy pobres y no producían ni el sustento del cura.
Por esta razón, en algunas de ellas el gobierno se hacía cargo de pagarle al
párroco, como si fuera misionero.
Otra situación problemática fue que, la recaudación del diezmo también era
deficiente en el Obispado. Así que la Real Hacienda daba al obispo una
compensación para su sustento y los gastos de administración de la diócesis. Esto
nos da idea de que tan precaria era la vida eclesiástica en el noroeste de México,
tanto que un gran número de iglesias de la diócesis no tenía párrocos y eran
atendidas por algún cura de las inmediaciones,147 lo que propició que la nueva
diócesis fuera aún más débil que la de Durango, de la cual se separó. Por ello, no
contó con propiedades de consideración, ni hubo órdenes religiosas que
alcanzaran gran impacto y poder.
Entre estos años y el arribo a la vida independiente fueron cinco los obispos
designados para conducir esta diócesis.148 Ante la ruptura con España, el obispo
en funciones (fray Bernardo del Espíritu Santo) se opuso con más ardor que
doctrina a la Independencia de México. Incluso, al adoptarse la forma republicana,
tuvo serias dificultades con el gobierno por expedir una pastoral llamada Defensa
de la Soberanía del Altísimo. Su muerte (ocurrida en 1825) le evitó mayores
complicaciones.149 El Vaticano nombró un nuevo obispo que supliera su lugar
trece años después, hasta 1838.
Para estos años, la situación del clero en el noroeste no era un caso tan
excepcional; el episcopado, en no pocos de sus representantes, manifestaba
desorientación y contagio de gérmenes regalistas; el clero secular, respetable en
gran parte, presentaba una moral cuestionable, sin grandes ideales pastorales; las
ordenes religiosas antiguas, aunque todavía eficientes y activas, estaban
decepcionadas, por el escaso apoyo brindado por la jerarquía eclesiástica y la
autoridad civil; en bastantes de sus miembros había ya un marcado laicismo .En
147
Sergio Ortega Noriega, Breve Historia de Sinaloa, México, FCE-COLMEX, 1999, pp. 144-148
148
Fray Antonio de los Reyes (1783-1787), Fray José Joaquín Granados (1788-1794); Fray
Damián Martínez de Galinzoga (1794-1796),(Fray Francisco Rousset de Jesús y Rosas 1794-
1814) y.Fray Bernardo del Espíritu Santo Martínez y Ocejo, (1817-825).
149
Antonio Nakayama, Sinaloa un .... pp. 268-269.
96
términos generales, este era el contexto de la relación Iglesia-Estado que procedió
al movimiento insurgente de 1810, y que mucho habría de influir en el
desenvolvimiento ulterior de dicha relación.
Para 1821 el contexto político en México era el siguiente: la elite política estaba
dividida: algunos eran monárquicos y otros republicanos. El primer gobierno
independiente eligió a los miembros de la regencia, quienes fijaron las normas
para la convocatoria y elección del Congreso Constituyente, inaugurado en febrero
de 1822. Aunque predominaban los republicanos, se nombró emperador a Agustín
de Iturbide.
150
Ricardo Ampudia, La Iglesia..... p. 242.
151
El artículo 3° establecía a la religión católica con exclusión de las demás, garantizaba la
protección estatal y reconocía la autoridad de la Iglesia sin perjuicio del poder supremo del estado.
El artículo 4° autorizaba el retorno de los jesuitas, el artículo 18° confería poder de censura a las
autoridades eclesiásticas en la publicación de textos religiosos.; el artículo 41° obligaba al Consejo
de Estado a consultar al Emperador sobre los obispos vacantes; y los artículos 57° y 58°
reconocían tribunales especiales para el clero.
97
Luego se suscitó la caída de Iturbide y posteriormente se estableció la
Constitución de 1824, en la cual se mantuvieron las características básicas de la
regulación imperial de 1822 en materia eclesiástica. Con algunas excepciones,
como el artículo 50°, fracción 12, donde se confería al poder legislativo la
capacidad de emitir instrucciones para la negociación de concordatos, ratificar
acuerdos y regular el ejercicio del Patronato. Otorgaba al Presidente de la
República la facultad de negociar concordatos y aprobar los documentos papales
antes de su circulación. Los artículos 23 y 29 excluyeron a la jerarquía
eclesiástica senil de los cargos de elección en el Congreso, aunque no de los
cargos administrativos en el gobierno. Sólo el artículo 3° sobre la intolerancia
religiosa fue debatido.152
Mientras tanto, en el noroeste de México, durante las primeras décadas del siglo
XIX, la Iglesia participaba activamente en la toma de decisiones políticas. Durante
este periodo, algunos sacerdotes eran nombrados diputados, pero su participación
parecía provenir más de su pertenencia a ciertos grupos familiares que de su
posición religiosa y con la situación que imperaba a nivel nacional, la Iglesia en el
noroeste estaba sin control.
La ausencia de un obispo entre 1825 y 1838, hizo que, durante esos trece años,
la diócesis fuera gobernada por vicarios capitulares, de los cuales, algunos no
tomaron posesión y otros fueron removidos por motivos políticos. Como estos
vicarios tenían su domicilio en diferentes lugares del obispado, el archivo
eclesiástico viajaba continuamente de un lado a otro con las perdidas y el
deterioro de rigor. La falta de seminario se hizo sentir en forma notable: de ciento
quince clérigos y frailes que había hasta el año de 1819, para 1838 se habían
152
Ibíd., pp. 240-246.
98
reducido a cuarenta y ocho. Las parroquias eran modestas, en algunas su
situación era mísera. Los curas por lo general eran ignorantes, con sus notables
excepciones; muchos de ellos indisciplinados y otros de vida nada edificante.153
Fue hasta 1838, con el arribo del obispo Dr. Don Lázaro de la Garza y Ballesteros,
que el panorama del noroeste se transformó. Cuando el prelado tomó posesión del
Obispado, Mazatlán era solo un pequeño lugar habitado por unos cuantos
pescadores.154
Pero, ¿Cuál era la situación de la diócesis que De la Garza tenía ante sí? Su
jurisdicción comprendía un territorio que se extendía desde el Cabo Mendocino
hasta el Río de las Cañas, abarcando lo que hoy son los estados de California
Nevada, Colorado y Arizona de la Unión Americana, Sonora, Sinaloa y el territorio
de la Baja California en México. Su extensión territorial, su lejanía con el centro de
la república, unido a las pésimas comunicaciones, la falta de seminario, escasez
de clero y su pobreza, la hacían una de las más difíciles de la república. A eso
habría que agregarle lo relajado de la fe católica, por la ausencia de una sólida
autoridad eclesiástica aunado a la variada población de extranjeros asentados en
el lugar, tal vez con diferentes preferencias religiosas e ideas liberales.
153
Ibíd., p. 269.
154
Antonio Nakayama, Dr. Don Lázaro de la Garza y Ballesteros, Obispo de Sonora e impulsor de
la cultura del Noroeste, León, Linotipografía Lumen, 1942, p. 17.
155
Sonia Bouchez Caballero, “Culiacán en el siglo XIX, una sociedad en proceso de
secularización”, en Clío, 23-24Culiacán, Universidad Autónoma de Sinaloa,1998, p. 23.
99
Durante su primer año, el nuevo obispo dio su carta pastoral destinada a normar
los actos públicos y privados de sus sacerdotes, la predicación, la obligación de
celebrar el Santo Sacrificio por los fieles en los domingos y días festivos, las
relaciones que debían tener con sus familiares y con el resto de los seglares y
todo aquello que contribuyera a la “humana perfección” de su clero, con el
propósito de atraerse el respeto y la gratitud de los fieles. Tres años después, dio
las pautas que deberían normar la impartición de los sacramentos del bautismo y
el matrimonio en el obispado de Sonora.156 Uniformó la disciplina que en esa
materia habría de versar, aligerando el trabajo de sus subordinados en los casos
difíciles, pues no existía hasta entonces una regla general al respecto157. Don
Lázaro de la Garza permaneció en la diócesis hasta 1850 sustituyéndolo don
Pedro Loza, quien tomó posesión en diciembre de 1852. A este nuevo jerarca
católico le tocó enfrentar y rechazar las Leyes de Reforma durante la séptima
década del siglo decimonónico, asunto que se ventilará más adelante.
Con la crisis política y económica surgida entre 1850 y 1853, los conservadores,
incluidos algunos grupos eclesiásticos, pretendieron instaurar la monarquía. Santa
156
Antonio Nakayama, Dr. Don Lázaro de la Garza y Ballesteros, Obispo de Sonora e impulsor de
la cultura del Noroeste, León, Linotipografía Lumen, 1942, p. 17.
157
Ibíd., pp.19-24.
100
Anna fue llamado del exilio y encabezó un gobierno de transición. Los efectos de
dicho gobierno, llegaron hasta Sinaloa ya que Pedro Valdés, gobernador
provisional y comandante general del estado de Sinaloa, ordenó el incendió de
los archivos oficiales y -según el testigo Miguel Ramírez- expuso que “la
desaparición de los archivos del gobierno se debió a la barbarie de las fuerzas
santanistas que ocuparon la ciudad de Culiacán, en octubre de 1852.158 Nuevas
disputas se presentaron, hasta que ocurrió la Revolución de Ayutla de 1854, lo
que favoreció a los liberales.
158
Héctor R. Olea, Sinaloa a través de sus constituciones, México, Universidad Autónoma de
México, Imprenta Universitaria, 1985, pp. 179-180.
159
Brian Connaughton, Ideología y Sociedad en Guadalajara (1788-1833), México, Consejo
Nacional para la Cultura y las Artes, Serie Regiones, 1992, p. 112.
101
que se disputaban el poder: el Estado en ciernes y la potestad eclesiástica que
tenía una larga trayectoria en el territorio otrora novohispano.160
Los nuevos gobernantes, empezaron por aplicar leyes que afectaban los intereses
de la Iglesia. Concretamente, el conflicto abierto entre el gobierno y el clero inició
con la Ley Lerdo o desamortización del 25 de junio de 1856, que prohibía a la
Iglesia poseer y administrar bienes raíces, salvo los que fueran directamente
usados para su operación; la propiedad de manos muertas sería subastada
públicamente.
Sin embargo esta nueva disposición de ley no era nueva para el estado de
Sinaloa, ya que el artículo 10 de la Constitución de 1831 y de nuevo en 1852
contenía una disposición análoga a esta de 1856. Pero los conflictos se desataron
con esta última disposición federal.
160
Sin embargo, no hay que olvidar que también estaba el ejército, como tercer poder que se
disputó un espacio dentro del ámbito político mexicano.
102
En febrero de 1857 entre grandes conflictos se promulgó la quinta constitución
que modificó sustancialmente las prácticas de protección, lo que suscitó la
oposición de la jerarquía y los laicos.
Las nuevas leyes que se estaban aplicando en el país durante la llamada Guerra
de Reforma fueron rechazadas por el clero que apoyó económicamente a los
conservadores con recursos obtenidos por la venta de sus propiedades.161
Ciertamente, lo anterior fue una de las razones más poderosas que impulsó a los
liberales a legalizar la separación absoluta entre la Iglesia y el Estado. Por ello, la
Ley del 12 de julio de 1859 abandonó para siempre cualquier derecho sobre el
161
Sergio Ortega, Un Ensayo, Ibid., pp. 248-250.
103
Patronato. Extendía igual protección a todos los credos religiosos y declaraba que
cualquier obvención a las iglesias era un asunto privado. Prohibía la donación de
bienes raíces a las Iglesia y nacionalizó sus propiedades. Suprimía las órdenes
monásticas, confiscaba libros, obras de arte y prohibía el uso de ropas de culto en
público. Se erigió el matrimonio civil (Ley Ocampo), el registro oficial de
nacimientos, matrimonios y defunciones pasó a control gubernamental. Otra ley
redujo los días festivos, pero se respetaron ciertas festividades religiosas, como
Navidad, Todos los Santos, Día de Muertos, Jueves y Viernes Santos, y Corpus
Christi.
Con tales medidas, los obispos de las diferentes diócesis, perdían el control
terrenal de cuanto habían tenido, por lo que en respuestas a las Leyes de Reforma
y bajo el título de “Manifestación que hacen al venerable clero y fieles de sus
respectivas diócesis y a todo el mundo católico los ilustrísimos señores arzobispo
de México y obispos de Michoacán, Linares, Guadalajara y el Potosí, y el señor
doctor don Francisco Serrano como representante de la mitra de Puebla, en
defensa del clero y la doctrina católica, con ocasión del manifiesto y los decretos
expedidos por el señor licenciado don Benito Juárez en la ciudad de Veracruz en
los días 7, 12, 13 y 23 de julio de 1859”, fue publicada una carta pastoral conjunta
en la que cinco obispos y el representante de la mitra de Puebla, quienes
constituían la mitad del episcopado mexicano, puntualizaron la posición de la
Iglesia ante las leyes recién promulgadas.162 Firmaron esta pastoral Lázaro de la
Garza y Ballesteros, arzobispo de México; Clemente de Jesús Munguía y Núñez,
obispo de Michoacán; Francisco de Paula Verea y González, obispo de Linares;
Pedro Espinoza y Dávalos, obispo de Guadalajara; Pedro Barajas Moreno, obispo
de San Luís Potosí, y el doctor Francisco Serrano en representación del obispo de
Puebla, Pelagio Antonio Labastida y Dávalos, quien en ese entonces estaba
desterrado de México.
162
Álvaro Matute (editor), Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, v.7, México,
Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, 1979, pp. 197-
240
104
Este documento, dirigido al pueblo, al clero de México y al mundo entero, reflejaba
uno de los momentos más críticos, no sólo para la Iglesia mexicana, sino también
para las instituciones políticas, a las que el gobierno de Juárez pretendía dotar de
un nuevo orden regido por el pensamiento liberal. Indudablemente, desde el
momento mismo de la proclamación de la independencia, es fácil observar dos
posturas antagónicas, cada una de las cuales trataba de establecer el régimen de
gobierno que consideraba más apropiado. En 1859, esta lucha de grupos se
acercaba a su momento definitivo. El grupo liberal pugnaba decididamente por el
establecimiento de una sociedad civil y laica.
Todo parece indicar que en 1859 el conflicto entre las dos facciones se hallaba en
un periodo de estancamiento que amenazaba con prolongarse. El momento era
por demás difícil y sean cuales fueren las circunstancias que envolvieron a Juárez
al momento de promulgar las Leyes de Reforma, el caso es que estando en
Veracruz las dictó, hecho que constituye uno de los momentos más sobresalientes
de la administración de Juárez y de la lucha por el establecimiento de un nuevo
orden de las instituciones políticas del país.
Los principales puntos de los decretos que conforman las mencionadas leyes que
lesionaban los intereses del clero pueden resumirse de la siguiente manera:
separación de la Iglesia y el Estado, nacionalización de los bienes del clero,
desaparición de órdenes monásticas masculinas, exclaustración de monjas,
libertad de cultos y creación del registro civil, además de otras medidas que
venían a complementar las aquí mencionadas.
105
instituciones dependían de la potestad divina, que tienen obligaciones y deberes
mutuos, cuyo cumplimiento era ineludible a los ojos de Dios. Asimismo,
reclamaban la nacionalización de los bienes del clero, a la que califica de “robo
sacrílego”.
Pero faltaba más, ya que en diciembre de 1860 se decretó la Ley sobre libertad
religiosa que reiteraba las garantías de protección y tolerancia a todas las
confesiones, el derecho a normarse internamente y de administrar libremente las
propiedades, aún permitidas legalmente. Además, el Estado perdía la obligación
de coaccionar las normas internas de las iglesias y prohibía el culto público sin
autorización previa. A principios de 1861, al entrar Juárez con su gobierno a la
106
ciudad de México, decretó que las instituciones de caridad y asistencia pasaran a
control estatal y expulsó al delegado apostólico y a varios obispos. En 1863, se
suprimieron los conventos y se prohibió el uso público de insignias religiosas.163
Pero los problemas del Estado, ya no solo eran solamente con el clero, porque
sobrevino la intervención francesa. Y para sorpresa del clero, el II Imperio (1864-
1867) también tuvo sus desacuerdos con la Iglesia. Maximiliano de Habsburgo
retomó el Patronato y entabló negociaciones con la Santa Sede para firmar un
concordato, pero como no se llegó a ningún acuerdo, el gobierno imperial asumió
el control de la correspondencia papal. De hecho, Maximiliano buscó, por una
parte, las mismas prerrogativas otorgadas a la Corona española y a cambio
ofreció protección especial a la Iglesia, apoyo financiero y el restablecimiento de
algunas órdenes. Por otra parte, en virtud de sus convicciones liberales, insistió en
la tolerancia religiosa y se negó a devolver propiedades eclesiásticas
nacionalizadas, confirmando así las Leyes de Reforma.164 Pese a que las
relaciones entre la Iglesia y el Imperio no fueron satisfactorias, el clero cumplió con
la legislación imperial.
163
Ver anexo 2: Leyes de Reforma
164
Ver anexo 2: Leyes de Reforma
107
3.3.1 Sinaloa y religión durante los años de la reforma
Cuando en 1857 se habría de jurar la nueva constitución que contenía las leyes
reformadoras y otras más, el obispo de Sonora, Pedro Loza y Pardave (con
residencia en Culiacán) prohibió a los católicos que la juraran bajo pena de
excomunión y aquel que la hubiera jurado sería privado de la recepción de los
sacramentos mientras no se retractara con la amenaza de que ”no podría
absolvérsele, ni aun en artículo de muerte”, y que serían privados de “.sepultura
eclesiástica en Sagrado”. Este hecho provocó un rompimiento en la sociedad, ya
que muchos sinaloenses eran creyentes y respetuosos de la voz de su obispo165 a
quien esta oposición le valió un enfrentamiento con el gobierno y su expulsión de
Sinaloa en 1858. Dos años después fue expulsado nuevamente de la entidad para
no regresar hasta 1865.
Pese a los llamados del obispo Pedro Loza, la Constitución se juró en Culiacán
por el gobernador interino Miguel Ramírez, ya que el gobernador Pomposo
Verdugo, se negó aduciendo estar enfermo. En el partido del El Fuerte, el prefecto
Camilo Orrantia también se negó a jurarla y en su lugar lo hicieron los milicianos
de la localidad. En cambio, en Mazatlán la jura se realizó con grandes muestras de
regocijo, aun cuando en la parroquia se le negó el misal y la imagen del Santo
Cristo que se pidió para la ceremonia del juramento por parte de las autoridades y
demás funcionarios públicos; ante esta actitud, se dio orden al tesorero municipal
que comprase una y otra que quedara en propiedad de la misma corporación para
165
Sergio Ortega Noriega, Breve historia... p. 218.
108
tales actos.166 En la mayor parte de las ciudades sinaloenses, aunque se verificó
el juramento, muchos de los funcionarios se abstuvieron de participar. Sin duda,
esta conmoción religiosa del pueblo, influyó en la guerra intestina que sobrevino a
causa de la reforma liberal.167
Entre las nuevas Leyes estaba la Ley Lerdo, que en Sinaloa, afectó más a las
comunidades indígenas que a las corporaciones religiosas, ya que como se ha
mencionado, eran pocos los bienes de las instituciones eclesiásticas y muchas las
tierras comunales de los indígenas en el norte del estado. Por otro lado, la
desamortización de las tierras comunales no era cosa nueva en Sinaloa ya que se
venía practicando desde hacia varias décadas y estas leyes solo lo aceleraron. En
lo que concierne a la Iglesia, ya existían también otras como la abolición de la
propiedad en manos muertas, prohibición al clero y militares a ocupar cargos
públicos.
Cabe mencionar que esta última ley establecía que los cementerios tendrían dos
departamentos, uno para párvulos, otro para eclesiásticos y el de quinta para los
que mueran de colera morbos y otras epidemias contagiosas. Además, en su
articulo 23° dice: “Quedan prohibidos los bailes y las diversiones llamados
velorios, que se acostumbran con motivo de la muerte de los párvulos”. Como se
podrá notar, ya era costumbre que un velorio terminara en fiesta.168
En 1859, Placido Vega ratificó y publicó la Ley sobre el Estado Civil de las
Personas, ya promulgada por Benito Juárez, donde se establecía el matrimonio
como un contrato civil, quedando sin vigencia las reglas que el obispo Lázaro de la
Garza y Ballesteros había implantado con relación al matrimonio, por lo menos,
166
Ayuntamiento de Mazatlán, Acta de cabildo, 6 de mayo de 1857.
167
Sergio Ortega Noriega, Breve historia... p 218 .
168
Héctor R. Olea, Sinaloa a través de sus Constituciones, México, UNAM, 1985, p.182.
109
desde el punto de vista jurídico.169 Este acto quedó asentado en actas del
ayuntamiento, ya que se le pide al párroco el envío de “una relación oportuna
sobre nacidos, casados y muertos”, encontrando una respuesta negativa
justificándose en que “desapareció el archivo con la ausencia de su antecesor el
Padre Real”170
Esto puede explicar porque el archivo de la Iglesia estaba en tan mal estado.
Además, casi no se registraban los bautizos, matrimonios y defunciones y los
pocos registros habían desaparecido. Lo anterior, demuestra un desorden en la
iglesia sinaloense y mazatleca, y una nula supervisión de la Diócesis de Sonora,
hasta entonces responsable.
169
Ibíd.., 182.
170
Ayuntamiento de Mazatlán, Acta de Cabildo del 11 de mayo de 1859.
171
Ayuntamiento de Mazatlán, Acta de Sesión Extraordinaria de Cabildo del 17 de Septiembre de
1861.
172
Antonio Nakayama, Sinaloa Un bosquejo ..., p. 311.
110
Durante buena parte del siglo XIX, la sede episcopal se estableció en Culiacán,
por lo que el resto del territorio diocesano quedaba sumamente desatendido. Los
sacerdotes administraban parroquias enormes, con una feligresía muy dispersa.
Además, por largos periodos, la sede episcopal tuvo que permanecer vacante
dada la negativa de los obispos para establecerse en estos territorios, en los que
debían trabajar mucho y ganar poco.
Otro suceso al que se tuvo que enfrentar la iglesia del Mazatlán fue la aplicación
de la Ley Lerdo de 1856, aunque en Sinaloa ya anteriormente se había legislado
sobre el particular desde 1831. Aquí el panorama era claro y se comprobó en
1847 durante la expedición de la Ley Federal de Ocupación de los Bienes del
Clero, donde el Obispado de Sonora quedó excluido de cualquier intervención por
la escasez de bienes, templos, casas cúrales y fincas rústicas174 lo que demuestra
la débil presencia de la iglesia en Mazatlán en el aspecto económico.
173
Sergio Ortega Noriega, Un Ensayo de Historia.... p. 102.
174
Antonio Nakayama, Sinaloa un ... Op. Cit, pp. 227-232.
111
la adopción y arrogación, el sacerdocio y la profesión de algún voto religioso,
temporal o perpetuo, y finalmente la muerte.
En cambio, la Ley del 3 de julio de 1859, una de las llamadas “Leyes de Reforma”,
reguló directamente el matrimonio, al que tipifica como un “contrato”, entendida
esta palabra como un acto sujeto a la ley civil.
112
figura de un Dios invisible y todopoderoso, la importancia en la limpieza y la
pureza interna de los actos humanos es fundamental. Esta tríada de poderes
confluía en la institución eclesiástica y ante ella, un Estado Nación en surgimiento
no podía estar tranquilo.175 El naciente Estado veía como un peligro la legitimidad,
riqueza y ascendiente que esta institución conservaba.
Por lo que, reunidos en Roma con el Papa Pío IX, los obispos mexicanos
comenzaron por trazar una nueva división territorial, erigiendo nuevas provincias
eclesiásticas y diócesis dependientes. Sin embargo, la búsqueda de un acuerdo
con el Estado para evitar la aplicación estricta de las Leyes de Reforma y la
preparación de una nueva jerarquía, fueron dos de los objetivos más destacables.
Todas estas situaciones políticas, tendrían repercusiones sociales y culturales,
de ahí que la vida de la Iglesia fue muy agitada, pues en algunas regiones del
país, los valores religiosos se tomaban a pie puntilla, pero en el noroeste la Iglesia
había incursionado tarde a este territorio y no tenía el mismo control sobre la
sociedad.
Es difícil, evaluar la importancia que tenían los valores religiosos entre los
pobladores de Sinaloa -ya que se cuenta con pocos elementos-, lo cual es
extensivo a la población mazatleca, sobre la cual se fija la atención en esta
investigación. Aunque se pueden destacar algunos elementos que muestran
algunos indicadores, es difícil que se pueda determinar el significado real que la
175
Raúl Enríquez, “El Siglo XIX mexicano: una lectura sacrificial”, en Revista Antropología Critica,
México, UNAM-I, Antropología Social, 2003-2004 p 33-35.
113
religiosidad tenía para la colectividad. Por ejemplo, en estas tierras sinaloenses se
encuentran algunos patrones o esquemas nacionales, como el de considerar a
Dios arbitro supremo en cuya autoridad se avalaban los juramentos de la época.
Tal es el caso del Congreso Constituyente del Estado de Occidente, al emitir un
decreto en donde se planteaba la obligación de jurar la Constitución de 1824,
donde es Dios el principal juzgador. Después del juramento las autoridades
pasaron a la iglesia, donde cantaron un Tedeum y el párroco pronunció un
discurso. Esta formula de prestar así juramento, cambió después del movimiento
de Reforma y aunque prevalecieron estructuras del Antiguo Régimen, donde la
Iglesia tenía influencia, la modernidad y el liberalismo fue ganando terreno.
Con mucha precisión, el sacerdote José Trinidad Hernández, señala que el primer
lugar de oración en Mazatlán, fue una ermita por la Bahía San Félix o Puerto Viejo
por la Playa Norte, “construida pobremente con paredes de vara blanca
emplastada con lodo y techo de zacate”, cuyos orígenes se remontan al año de
114
1750, consagrada como Cofradía de la Purísima Concepción por el obispo de
Durango Dr. Pedro Tamarón Romeral.176 En lo que se conoce como Villa Unión -
y no en Mazatlán- donde estuvo dicho obispo, quien brinda este pasaje:
Sin embargo, en ningún lugar se menciona con tanta precisión otra iglesia tan
cercana al puerto, solo se pudo localizar otra referencia que hace José Esteban,
teniente gobernador de Mazatlán, en un documento fechado el 24 de julio de
1804, donde se menciona:
Esto indica entonces, que el primer lugar de oración en Mazatlán fue el tempo de
San José, ubicado en la falda oriente del Cerro de la Nevería, por la calle
Campana. Se construyó alrededor de la tercera década del siglo XIX. Fue
edificado pobremente, de una sola y baja torre y techo de teja.179 Este templo fue
la primera sede parroquial de Mazatlán, desde el 25 de marzo de 1837 hasta el 7
de Mayo de 1899.
176
Pbro. J. Trinidad Hernández Dávila, Orígenes de Mazatlán y su Catedral ,Mazatlán Visión
Creativa Publicista, 1998, p. 18.
177
P. Tamarón y R. Demostración del Obispado de la Nueva Galicia, en José Ma. Figueroa y
Gilberto López Alanís 18 Encuentros con la Historia, Mazatlán, Culiacán, Imprenta Once Ríos
Editores 2003, p.126.
178
Adrián García Cortés, La fundación de Mazatlán, México, Siglo XXI-DIFOCUR, 1992, p. 85.
179
Ibíd.
180 180
Enrique Vega Ayala “ La Religiosidad de los mazatlecos en 1836” en Clío N°.17 Culiacán,
Universidad Autónoma de Sinaloa, mayo- agosto, p. 183.
115
Francisco Gómez, redactado en 1836 al Obispado de Sonora, describiendo las
condiciones en que recibía la parroquia.
116
celebrar misa los domingos, así lo señala el comerciante alemán Adolf Riensch,
quien residió en Mazatlán desde 1841.184
Otros indicios sobre el mismo asunto provienen de una nota periodística que si
bien se elaboró un lustro después del finales del siglo XIX, su orientación es traer
a cuento el estado de la iglesia del puerto y a la construcción del nuevo templo de
un cuarto de siglo atrás; al respecto menciona: “El templo viejo, apenas se
sostenía con sus delgadas paredes y sus feas vigas. Para que los fieles llegaran
hasta sus puertas debían subir un verdadero calvario, apenas propicio para los
penitentes que acostumbraban entonces subir de rodillas, en la Semana Santa, los
brazos en cruz, rezando y haciendo como que rezaban, arrastrándose sobre
‘tápalos’ y pañuelos que les tendía la gente devota, rodeados de los cirios de cera
de las viejas fanáticas... y recibiendo las mandas de cobre y a veces de plata, que
por compasión les daban.” 187
184
Oses Cole, Las viejas Calles... p. 41.
185
Pbro. J. Trinidad Hernández Dávila, Op. Cit., p. 156.
186
Enrique Vega Ayala, La religiosidad ...p. 184.
187
EL Correo de la Tarde, 24 de febrero de 1897, en, Mazatlán en los recuerdo..., p. 271.
117
Ya sobre la edificación religiosa más reciente, la prensa comentaba lo siguiente:
“el nuevo templo, sólo podía ostentar cuatro paredes con seis ventanas y tres
portones abiertos a todo viento animal. La leyenda dice que había costado millares
y millares de pesos, siendo criticado severamente por el único periódico semanal
que ilustraba las masas sociales de Mazatlán, la indiferencia del público, ante el
estado de perpetuo abandono de este edificio que podía ser adorno y honra de la
ciudad, no se debatía aún si sus cimientos estaban sobre tuturuguay u otra
base”188.
Las necesidades continuaban, por eso, el 30 de marzo de 1860, las actas del
ayuntamientos registran una solicitud “a la población de ayuda para la nueva
Iglesia”189 Esta iglesia190 sería la hoy catedral que con muchos trabajos y
contratiempos se construyó con la cooperación de algunos comerciantes.
Ese mismo año de 1860, el párroco del lugar, no dejaba de hacer peticiones de
ayuda al ayuntamiento para la celebración de festividades religiosas:
188
Ibid p. 272.
189
Ayuntamiento de Mazatlán, Acta de Cabildo de Mazatlán l2 de marzo de 1860, f 98
190
Fue hasta el 7 de mayo de 1875, que inició la construcción de dicho templo, y su inauguración
se llevó a cabo hasta el 7 de mayo de 1899.
118
distribuya entre las principales autoridades y personas notables de
esta capital invitando al H. Ayuntamiento para que acepte la misa
solemne que há de celebrarse el sábado 9 del presente mes por lo
que la corporación acordó se contestara de conformidad y que se
comunique al tesorero a fin de que cubra los gastos de esa
función cuya cuenta remitirá el mismo párroco”191.
191
Ayuntamiento de Mazatlán, Actas de Cabildo de Mazatlán, 8 de junio de 1860, f 127
192
Libro de Providencias Diocesanas, Catedral de Mazatlán.
119
Quitar la exclusividad sobre las uniones matrimoniales no fue la única medida que
padeció el iglesia y sus servidores en Mazatlán, también se arremetió sobre otro
de sus antiguos ámbitos de acción: la administración del sepulcro. La Iglesia,
había tenido el control de los cementerios y disponía quien estaba al cargo de los
mismos, pero al establecerse la nueva disposición en la materia, tuvo que
entregar los camposantos al juez del Registro Civil. Esto provocó que en Mazatlán,
Leo Ezquerra, encargado y mayordomo de la parroquia y hasta entonces el
responsable del panteón, se molestara y presentara una queja, aduciendo que el
juez había hecho una interpretación arbitraria a la Ley del 21 de julio de 1859, lo
que motivó “la desagradable cuestión sobre la administración de este campo
Santo que ha estado a cargo del primero como mayordomo de fabrica propuesto
por esta corporación y aprobado por los obispos de la diócesis, por lo que adjunta
copias de dos comunicados que le dirigió el juez don José Antonio Aldrete
previniéndole que cese sus funciones como mayordomo.”193 El mayordomo
alegaba que solo los nuevos panteones que fueran construidos después de dicha
ley estarían a cargo de los jueces, pero no el viejo panteón del puerto que, “fue
erigido a costa de algunos vecinos que no pertenecen a comunidades civiles ni
religiosas y por eso la ley lo exceptúa de la administración del juez.”194 Pese a
todas las quejas que presentó el sr. Ezquerra, éstas fueron desechadas, ya que el
6 de octubre de 1860 “se dispone que el campo santo de esta ciudad sea
administrado por el Juez del Registro Civil en lo que resuelve el Gobierno no poder
acceder a la solicitud por impedirlo la ley de la materia.”195
193
Ayuntamiento de Mazatlán, Acta de Cabildo, 8 de junio de 1860, foja 102.
194
Ibid
195
Ibid.
120
Con este nuevo marco normativo, los problemas de cementerios tenían que
enfrenarlos las autoridades “laicas”. En otra una nota del cabildo de Mazatlán,
fechada en 1862, se hace referencia a la necesidad de un nuevo panteón, ya que
“el actual se encuentra complemente ocupado por las muchas inhumaciones que
han hecho y siguen haciendo, pues al cavar las fosas se descubren cajas y
cadáveres aun frescos.”196 Y como era el gobierno quien ya asumía esta
responsabilidad pero no se disponía de dinero, el ayuntamiento solicitó que la
responsabilidad estuviera a cargo de “los jueces del registro civil y que su fondo
se aplique por un tiempo determinado para destinarlo a un objeto de tan urgente
necesidad ya que siempre los desechos llamados de fábrica se han aplicado a ese
objeto.”197 Pero, pese a la necesidad de un nuevo panteón, el juez del registro civil
estaba imposibilitado a reunir dinero para dicha causa ya que el mismo estaba
solicitando al ayuntamiento su sueldo del mes anterior, petición que le fue negada
por no existir fondos para cubrir dichos gastos.198
196
Ayuntamiento de Mazatlán, Acta de cabildo del 4 de enero de 1862.
197
Ibid.
198
Ayuntamiento de Mazatlán, Acta de cabildo de 24 de febrero de 1863.
199
Ayuntamiento de Mazatlán, Acta de cabildo del 19 de noviembre de 1861.
121
“hacer cumplir y hacer que se observen las leyes, no puede
mezclarse en las cuestiones que se ventilan en materia de religión,
jurisdicción eclesiástica administración de los bienes y templos
permitidos a las sociedades religiosas, todas las cuales están
previstas en la ley del 4 de diciembre del año pasado = Y como la
cuestión suscitada versa sobre la prohibición del único templo de
esta Parroquia entre el Sr. Llevaría y el Sr. Oviedo ministros
católicos, que según se alega por los fieles que siguen al uno y al
otro, no hacen oposición a las leyes de reforma, asegurándolo ud.
así al menos del segundo de los expresados sacerdotes, no queda
en este caso otra cosa que hacer si no aplicar el artículo 6° de la ley
que reglamenta la tolerancia de los cultos y declarar en
consecuencia a los interesados que tienen expeditos todos los
recursos legales por deducir ante quien deba los derechos que
respectivamente crean corresponderles sobre el punto en
cuestión”.200
“la cuestión sobre perder el único templo que aquí ecsiste (sic),
puede dar lugar a agitación y disidencias públicas que este Gobierno
esta en deber de evitar puesto que también esta constituido en el
deber de proteger el ejercicio del culto católico, como el de todos los
demás el cual quedaría mientras aquella se ventilase, sin poder
prestar a sus fieles los socorros espirituales, con gran perjuicio de la
generalidad del Pueblo que profesa aquella ciencia” .201
200
Ibíd.
201
Ibíd.
122
dicho Cuerpo y con audiencia de ellos una distribución prudente de las horas en
que deben celebrar sus oficios”202
Además, como puede notarse, la situación dentro de la iglesia local tampoco era
muy favorable, los portavoces de la iglesia no solo tenían problemas con las
autoridades gubernamentales sino hasta entre ellos mismos.
Pero dejando de lado sus reyertas internas y fijando la atención en las vicisitudes
que el clero pasaba con la institución pública, el ya mencionado Libro de
Providencias Diocesanas,203 proporciona algunos otros referentes.
Por ejemplo, en sus notas de 1868, se les dan instrucciones a los sacerdotes, para
que dejen de lado la prohibición de algunos días festivos por parte del Supremo
Gobierno y sigan con las celebraciones programadas. También se encuentra una
carta que dice así:
202
Ibíd.
203
Del archivo de la Catedral de Mazatlán, cuaderno de notas que le faltan hojas y las que tiene
están sin número. Inician las notas en 1861 y finalizan en 1873.
204
Ibíd.
123
Existen otras circulares, en donde lo recurrente es la crítica a los “perseguidores
que quieren despojar a la Iglesia de sus bienes” y condenan a quienes han
“injuriado” a los curas y se han “burlado de la Iglesia”.205
Claro que los datos sobre todos estos asuntos no son muchos. Por ejemplo, a
pesar de la gran cantidad de extranjeros que habitaban el puerto, poco se sabe
sobre la religión que profesaban durante esta época en Mazatlán. Un antecedente
se encuentra desde 1830, porque se conoce que en esa fecha ya existía un
cementerio protestante. Otro indicador aparece entre 1843 o 1844, cuando se
efectuó la ceremonia de conversión a la religión católica del comerciante prusiano
Agustín Haas establecido en Mazatlán, quien aparecía como socio de la firma
Haas, Denghausen y Compañía. El suceso de conversión al catolicismo, es
relatado por el Sr. Oses Cole:
205
Ibíd.
124
pecador perdido que pide ser aceptado por la única religión que
hace santo”. Después de escuchar lo anterior, se abrieron las
puertas y el párroco procedió al bautizo de Haas y al oficio de una
solemne misa”.206
Pero no todo es ausencia, hay algunas noticias rescatadas del recuerdo y el olvido
que ayudan a dibujar un tenue panorama sobre la forma en que los mazatlecos
vivieron la religiosidad durante la séptima década del siglo XIX.
En esa lista aparecen imágenes como la proporcionada en 1860, por John Parrot
comerciante y cónsul de los Estados Unidos en Mazatlán, quien señalaba “la
206
Oses Cole, Las viejas calles... p. 68.
125
razón de su tamaño reducido – refiriéndose al templo de San José- si se le
compara con otros templos católicos contemporáneos, pudiera atribuirse a que en
la época en que fue construido, la población de Mazatlán no sobrepasaba 4 mil
habitantes y a que la ciudad nunca se distinguió por su acendrada religiosidad”.207
Poca fe y mucha restricción, formulada nada venturosa para los fines del clero. Si
A lo anterior habría que aunarle que los representantes de la Iglesia en el puerto,
vivieron sucesos que les ponían de manifiesto quienes no estaban de acuerdo a
los ritos religiosos y lo reiteraron en diferentes actos.
Por ejemplo, un hecho que quedó asentado en la sesión del Cabildo del 4 de abril
de 1857 fue que, “se les prohibía a los llamados Layouel (sic) y fariseos salir en
las Procesiones de Semana Santa, cuya farsa y mala conducta para la celebración
de los Misterios de la Pasión de Jesús Cristo “dan larga a criticas y ridiculizan ese
acto religioso que la Iglesia y los fieles solo deben solemnizar”208.
207
Oses Cole Las Viejas Calles... p. 68
208
Ayuntamiento de Mazatlán, Actas de cabildo, 4 de abril de 1857.
209
Literalmente, alimento para el camino. Es el rito de comunión especialmente llevado a los
enfermos que están a punto de fallecer o que no pueden trasladarse a un templo.
126
Las grandes fiestas religiosas oficiales de este período eran el Corpus Christi y la
Semana Santa. La primera de ellas se celebraba en Mazatlán con una solemne
procesión que salía desde un punto acordado por los feligreses, después de una
misa que se oficiaba en el mismo templo. Aparte de esta, está documentada la
procesión del día 8 de diciembre para festejar a la Inmaculada Concepción, pero
no he localizado información con referencia a la adoración a algún santo o si para
entonces la iglesia contaba con algún santo patrono o si había más procesiones o
peregrinaciones de fieles además de estas dos procesiones.
127
uno avisado de antemano, mayores inconvenientes. Los
cohetes y las cámaras que se tiraron esta noche sin previa
licencia mía, hicieron temer al Señor Almirante, un ataque de
parte del enemigo y con tanto mayor motivo que la señal de
ataque ha de anunciarse precisamente con tres fuseas. Se
mandaron las compañías de desembarco a tierra y durante dos
horas reinó la inquietud a bordo de la Victoria. No necesito
insistir sobre lo que ha pasado, pero de aquí en adelante
ningún cohete se tirará, ninguna manifestación se hará, sin que
esté yo avisado y que tenga el campo necesario para
anticiparlo a la armada como también a la guarnición.”210
Otro suceso que llama la atención ocurrido durante la intervención fue un acto
cívico-religioso con un Te deum en conmemoración del cumpleaños del
emperador Maximiliano, el día 6 de julio de 1866. Para el evento el prefecto
superior hizo llegar una comunicación a todas las dependencias imperiales que
existían en la ciudad, incluyendo la alcaldía municipal, en la que refería “debiendo
celebrarse el aniversario del natalicio de S.M. el Emperador, nuestro Augusto
Soberano, el viernes 6 del corriente, el señor Prefecto Superior espera que
concurrirá Ud. En unión de los miembros de ese I. Ayuntamiento y demás
empleados subalternos, a las 7 de la mañana en punto del mismo día , a la Casa
de Gobierno, de donde saldrá la comitiva para asistir al solemne Te Deum que se
cantará en la Iglesia parroquial de este Puerto, con arreglo al Ceremonial adjunto;
en la inteligencia de que deberán tener lugar, después del acto religioso, las
felicitaciones que Su Señoría recibirá a nombre del Soberano, según lo dispone el
Art.4° del Decreto de 1ro de Diciembre último sobre festividades nacionales” 211
Para este ceremonial se les había hecho llegar también instrucción a cada asistente
del lugar que debía tomar en dicha ceremonia y el alcalde municipal giró ordenes a
los jefes de los cuarteles de la ciudad que invitaran a todos los vecinos y que
iluminaran sus casas la noche de ese día; además se previno a los comerciantes de
que mantuvieran cerrados sus negocios ese día por ser festividad nacional. Pese a
tanta organización para dicho evento los resultados no fueron los esperados, ya que
la concurrencia fue escasa, lo que provocó que el prefecto se encolerizara y
210
Oses Cole, Las viejas calles ...,p 151.
211
Oses Cole, Las viejas calles..., p 69.
128
mandara una carta de reclamo al alcalde al día siguiente, exigiendo aplicar una
multa de cincuenta pesos a todos los empleados de la alcaldía que no asistieron,
descontándose esta de sus sueldos. Igualmente se multó a la Aduana Marítima con
100 pesos, a la Administración Principal de Rentas con 50 pesos, a la de Correos
con diez pesos; y al Juzgado de lo criminal con quince pesos.
Pero más allá de este incidente que pude rayar en lo chusco, parece notoria una
debilidad institucional de la iglesia católica porteña. Los resultados no eran
halagüeños, pese a que –según se consigna en el libro de Providencias
Diocesanas- el Obispo no cejaba de hacer llamados para que se celebraran misas
en los días de los santos y a que se insistiera en rezar el Santo Rosario.
129
CAPÍTULO IV
Desde antes del Concilio de Trento, la Iglesia trató de evitar uno de sus mayores
problemas: los matrimonios clandestinos, que a veces era difícil distinguirlos del
concubinato y podían darse casos de bigamia, adulterio u otros conflictos, por lo
que desde tiempo atrás se había exigido en diferentes sínodos y concilios la
publicidad del matrimonio.
La Iglesia buscó que los matrimonios se celebrasen con rito litúrgico, tras
anunciarlo y proclamarlo públicamente, junto con un número determinado de
testigos, que, en el Sínodo de 1492 en Jaén, debía ser diez, número que
posteriormente se redujo. Así dice textualmente "que ningunt lego sea osado fazer
el tal desposorio",212 al menos sin licencia del párroco o sacerdote, castigándose
con la pena de 2 000 maravedís a cada uno de los contrayentes, pues era
frecuente que se juntasen en presencia de testigos y decir "las palabras que se
acostumbraban" el uno al otro. Los pasos que establece el Sínodo de 1492, para
evitar los matrimonios sin la presencia del clérigo, establecían primeramente el
requerimiento al prior de la parroquia, que investigaría si había impedimento
alguno y estableciera que, tres días antes de las bendiciones nupciales, los
clérigos comunicasen al pueblo la intención que tenían los futuros cónyuges de
contraer matrimonio.213
212
Que ningún laico sea imprudente al contraer matrimonio.
213
Augusto Sarmiento, El matrimonio Cristiano, España, EUNSA , 2003, pp.161-163
130
contrayentes. Una vez realizado el matrimonio, los cónyuges debían pasar por la
Iglesia, donde tenía lugar la misa, las velaciones y las bendiciones nupciales,
condiciones que anteriormente no eran obligatorias. El Sínodo de Jaén de 1492
recuerda esta obligación: el tiempo del ayuntamiento del marido e de la muger,
aunque sean desposados por palabras de presente, vengan primero con grant
devoçión e humildad a la iglesia e resçibir las bendiçiones nupçiales".214
Otro frente que tenía la Iglesia para la regularización del matrimonio era el
parentesco (consanguinidad, afinidad y parentesco espiritual), frecuente en esta
época, sobre todo en los lugares de escasa población. El Sínodo de 1492 es
explícito al respecto:
131
proveer e remediar, hordenamos e mandamos que cualquier
persona que se desposare o casare con pariente... dentro del
quarto grado prohibido por la Iglesia,... incurran en pena de un
sacrilegio”215
Durante el siglo XVIII, en toda Europa se produjo la afirmación del poder del
Estado, de tal modo que su intervención fue cada vez mayor en todos los ámbitos
de la realidad cotidiana. Uno de ellos es el matrimonio. Y en ese punto, el choque
con la Iglesia se vuelve inevitable. Durante el siglo XVIII se fue minando el
monopolio que la Iglesia tenía sobre la institución matrimonial; desde esta
perspectiva, la instauración del matrimonio civil por parte de la Asamblea
215
Ibíd., p. 167.
216
Augusto Sarmienro, El matrimonio.... p. 38
132
Constituyente francesa no fue tanto una medida revolucionaria sino la culminación
de una lenta evolución.
Ante esto, la Iglesia Católica habría de dar una respuesta a esta situación y hacer
nuevos planteamientos sobre el matrimonio y la familia. Ante la creciente
secularización, el incremento de las políticas regalistas y, en definitiva, el triunfo de
las revoluciones burguesas, la Iglesia católica elaboró su monopolio sobre el
matrimonio para mantener toda una teoría coherente basada en unos pilares
fundamentales: “reivindicar el carácter sagrado, la santidad, del matrimonio: su
origen era divino y queda por lo tanto, lejos del alcance de los hombres; solo la
Iglesia, institución sagrada, esposa de Cristo, puede intervenir”217.No cabe, es
imposible, una legislación matrimonial civil. Fue esta una constante en los
218
discursos durante todo el periodo. Así, en una carta escrita por Pío VI a tres
días de la toma de la Bastilla, se puede leer:
133
sagrada por institución divina y por esta razón superior, y como
tal, fuera del ámbito de cualquier protestad terrena”.219
Por su parte, Patricia Seed señala que, a partir del siglo XVII y especialmente,
durante el siglo XVIII, la Iglesia sufrió una pérdida gradual de independencia en
función de un incremento del poder del Estado como regulador social. Más aún, en
una afirmación que le ha sido largamente cuestionada, la autora señala que
durante la mayor parte del período colonial fue la Iglesia, con una casi total
independencia de las autoridades civiles, la institución que aseguró la perduración
de un conjunto de tradiciones eclesiásticas españolas con respecto al matrimonio
y a los conflictos de él se derivaron, notablemente permisivas si se las compara
con las protestantes.220
134
del alma. Por lo tanto, el control eclesiástico era más amplio que el del estado, y
se inmiscuía más en la vida íntima de los individuos" En el mismo sentido agrega
que "el concilio de Trento no modificó la idea sobre la necesidad del
consentimiento mutuo, que permaneció como uno de los pilares del matrimonio
cristiano en la iglesia católica romana. Sin embargo, en la práctica, las leyes civiles
seguían reconociendo los intereses de la familia y el estado".222
222
Asunción Lavrín, Sexualidad y matrimonio en la América Hispánica, siglos XVII y XVIII, México,
Grijalbo, Consejo Nacional para la cultura y las artes, 1991, pp.15-16.
223
Ibid, pp.78-79
135
menos por necesidad, ya que en tiempos pasados la supervivencia de una
persona sola era casi imposible.224
224
Ibid., pp. 82.
225
P. Carrasco, “La transformación de la cultura indígena durante la Colonia. Los pueblos de indios
y las comunidades” en Lecturas de Historia Mexicana, México, COLMEX-CEH, 1991, pp. 1-29.
136
por una elección libre de la pareja;226 asimismo, debía adaptarse a la entrada
directa al matrimonio en lugar de esperar su legitimación posterior, y
evidentemente a los ritos católicos.
Uno de los problemas que tuvieron que afrontar las autoridades eclesiásticas y la
Corona fue el relativo a los matrimonios mixtos227. La posición fue bastante
ambigua durante todo el periodo colonial. Aun cuando nunca se estableció una
prohibición formal, los matrimonios de los europeos con la población -en especial
con la población de raza negra- fueron desaconsejados en el siglo XVIII.228
Hacia fines de ese mismo siglo, la Corona elaboró una serie de prescripciones que
son conocidas con el nombre de Real Pragmática de Matrimonios de 1776. Este
documento constituye en realidad la culminación de un proceso en el cual “la
Iglesia había apoyado a la Corona para adaptar sus normas a los intereses de la
burguesía que aspiraba a consolidar su posición privilegiada y veía en los
matrimonios una manera de alcanzarla”.229 El objetivo era que la familia
interviniera de manera más importante en los matrimonios con la intención de
evitar la formación de parejas “desiguales”230 cada vez más numerosas en aquélla
época. Con este propósito, la edad de emancipación de la tutela paterna fue fijada
en los 25 años, sin embargo, esto no evitó que se dieran los matrimonios mixtos
reprobados por la Iglesia.
226
Carmen Castañeda, “La formación de la pareja y el matrimonio”, y T. Calvo, “Matrimonio,
Iglesia y sociedad en el Occidente de México”, en Familias novohispanas siglos XVI al XIX ,México,
COLMES-CEH, 1991, pp. 73-90 y pp. 101-108.
227
Los matrimonios mixtos son aquellos en donde uno de los cónyuges no esta bautizado. O sea matrimonio
entre un bautizado y otro no.
228
J. Muriel, “La transmisión cultural en la familia criolla novohispana”, en Familias novohispanas
siglos XVI AL XIX, México, COLMEX-CEH, 1991, pp.190-122.
229
Pilar Gonzalbo, Familias novohispanas: ilustración y despotismo”, en Hernández y Miño (coord.)
,Cincuenta años de historia en México, México, Vol. 1, COLMEX, 1991, pp. 119-138.
230
Se entiende por matrimonio desigual aquel celebrado entre personas de diferentes “calidades”.
Entendiendo por “calidad” las diferencias derivadas de la condición social tales como procedencia
étnica, económica, reconocimiento de la comunidad, entre otros.
137
encontrar estos comportamientos durante la época colonial.231 Por lo demás, la
población española que inmigraba a América era preponderantemente masculina
y soltera lo que favoreció, sin ninguna duda, los matrimonios mixtos y en
consecuencia, el comienzo del mestizaje. En un esfuerzo por reducir este proceso,
las leyes de la Corona exigieron que la separación de las parejas de españoles
cuyo marido había inmigrado a América, no fuera superior a dos años.
231
Solangel Alberro, El amancebamiento en los siglos XVI y XVII: un medio eventual de medrar,
México, COLMES, 1998. p. 62.
232
Pilar Gonzalbo Aispuro, Familia y Orden Colonial México, El Colegio de México, , 1998, p 25.
233
Ibid., p.59
234
Ibid., p. 126.
138
La tarea primordial de la Institución Religiosa –la evangelización- se llevó a cabo
de manera desigual en el México colonial, ya que en el centro y sur del país, los
religiosos contaban con una población nativa numerosa sobre la cual impartir sus
enseñanzas. En cambio, en las zonas del norte y noroeste del territorio, contaban
con una población nativa escasa y de difícil acceso que marcaría diferencias muy
acentuadas con respecto a la parte central y sur del país en cuanto a religiosidad
se refiere y en donde mas adelante tomaremos como ejemplo a nuestro lugar de
estudio.
Solange Alberro afirma que “el mal vivir y el amancebamiento pueden resultar
maneras no sólo de sobrevivir económicamente, sino de lograr un estatus social
inesperado al convertirse algunas mujeres en compañeras de hombres con
quienes no era factible casarse, por pertenecer ellas a grupos étnicos
considerados inferiores a los de ellos”. Y agrega que todas estas desviaciones
como el amancebamiento y el mal vivir, “constituyen respuestas sugeridas por la
necesidad de adaptación al medio; en su mayoría reflejan tensiones nacidas del
orden colonial entre grupos étnicos, sectores sociales, y corresponden a tentativas
para resolverlas en un nivel individual, empírico e inconsciente”.236
Pero más allá de la condena social, legal y religiosa hacia este tipo de uniones,
sus protagonistas trataron de construir familias que se asemejaran a los modelos
propuestos. Dada su trascendencia individual y comunitaria, el matrimonio se ve
regulado a un tiempo por la sociedad, la Iglesia y el Estado, que, además,
asumieron conjuntamente la labor de su defensa. Desde el punto de vista
235
Aunción Lavrin y Edith Coutunier, “Las mujeres tienen la palabra. Otras Voces en la Historia
Colonial de México”, en Pilar Gonzalbo, México, Instituto Mora, Universidad autónoma
Metropolitana, 1993, p.226.
236
Solange Alberro, “La sexualidad manipulada en Nueva España: modalidades de recuperación y
de adaptación frente a los tribunales eclesiásticos”, en Familia y Sociedad en Nueva España,
México, SEP. 80, FCE, 1982, pp. 238-257 .
139
religioso, los rasgos que definen la unión matrimonial durante el siglo XVIII son los
establecidos dos centurias antes.
140
Una vez consumada la Independencia de México, quedó demostrada plenamente
la fuerza del clero político, por lo que era necesario otorgarle una situación
privilegiada, es decir, una situación de presencia oficial a condición de que
aceptara quedar subordinado al Estado Mexicano. Fue así como la Constitución
de 1824 proclamó que en la nación mexicana la religión católica era la única
religión autorizada. La reacción de los grupos liberales no se hizo esperar y se
unieron para integrar el Partido Liberal Anticlerical que frenaba la desmedida
ambición de la Iglesia Católica de controlar la economía y la política del pueblo
mexicano.
Esta medida enojó al clero que protestó enérgicamente, circunstancia que tomó
como pretexto el gobierno para eliminar a los curas de los asuntos políticos. En
pleno forcejeo apareció Antonio López de Santa Anna, quien con el apoyo de los
Estados Unidos asumió el poder y suprimió la legislación liberal devolviendo de
esta manera a la Iglesia Católica toda la fuerza que había perdido.
A todo esto se oponían un grupo de jóvenes del partido liberal, jóvenes ilustrados,
de una nueva generación, que habían llegado de Europa y los Estados Unidos y
decidieron llamar a su movimiento "de reforma", que quería, según consigna Jean
Meyer237 dar leyes a la Iglesia en su organización y en su práctica; pero el pueblo,
237
Jean Meyer, Historia de loa cristianos en América Latina, Siglos XIX y XX. México, Vuelta,
1989, p 56.
141
que profesaba una cristiandad monolítica, reaccionó violentamente contra los
enemigos de la Iglesia católica.
En 1855, Santa Anna fue derrotado por el movimiento liberal denominado, Plan de
Ayutla. El objetivo de los triunfadores era encerrar a la Iglesia en sus templos, para
lo cual incluyeron en la Constitución de 1857 algunas disposiciones específicas,
entre las que sobresalieron el Artículo 3.- que elimina a la Iglesia de la educación;
el Artículo 13.- que ratifica la Ley de Juárez de 1855 y pone fin a los privilegios y
tribunales especiales para la Iglesia; Artículo 27.- que ratifica la Ley Lerdo de 1856
y que a su vez prohíbe a la Iglesia administrar bienes o empresas no destinadas
al culto religioso. Artículo 56.- Que impide a los sacerdotes ser diputados.
Artículo 57.- Impide a los sacerdotes aspirar a la Presidencia de la República y
Artículo 123.- Permite al Gobierno controlar la práctica del culto.
Con las Leyes de Reforma Benito Juárez completó la obra constitucional y adoptó
una serie de medidas para proclamar la separación de la Iglesia y el Estado.
Confiscó las propiedades eclesiásticas, prohibió la colecta del diezmo, prohibió
que los funcionarios de Gobierno asistieran a los templos y prohibió el
funcionamiento de los monasterios y conventos. En 1860 expulsó del país a todos
los prelados extranjeros, lo cual hizo que los conservadores pensaran en llamar a
un rey o emperador de la nobleza que los "acercara a Dios", para sustituir al
presidente indígena que los estaba "acercando al diablo".
238
Martín de la Rosa, Charles A. Really, (oords.), Religión y Política en México, México, Siglo XX1,
1985, p.63.
142
Todas estas reformas de mediados del siglo XIX, enfrentaron a una Iglesia
sumamente débil.239 Había una gran escasez de clero diocesano, porque
numerosos sacerdotes y obispos de origen español habían regresado a su país y
porque el Vaticano no nombró a ningún nuevo obispo hasta 1831 y no fueron
nombrados muchos en las tres décadas siguientes. La mayoría de los pueblos y
las ciudades pequeñas carecían de párrocos lo que favorecía el desarrollo libre
de la religión. En las zonas septentrionales del país los espacios que los antiguos
indios nómadas de frontera dejaron vacantes, habían albergado colonos mestizos
y criollos, en cuyos poblados la presencia clerical muchas veces nunca existió.
Con la aplicación de dichas leyes, el acontecimiento más importante del siglo XIX
en relación con el matrimonio, es la separación de la Iglesia y el Estado. Las leyes
sobre la instauración de un registro civil de los hechos de la población, en 1859,
inaugura una etapa importante de las historia del país.
Sobre las uniones laicas el Pontífice Pío IX declaró: "los llamados matrimonios
civiles, que se han introducido en algunas partes no son más que concubinatos.
También, se enfatizaba que el matrimonio civil era una institución liberal corrupta
que amenazaba la estabilidad de la familia y del orden social y moral: "...[el
matrimonio civil] es una institución del liberalismo, y por cierto de las más
corruptas y funestas de la secta, como que ella viene a destruir la base cristiana
de la familia, que es el fundamento de la más sólida moralidad, de que depende la
suerte de los hijos..240
Para la Iglesia la separación no fue fácil. Había dependido del "brazo secular" para
hacer efectiva la coacción correspondiente a las leyes canónicas. Desde finales
del siglo XVIII enfrentaba problemas derivados del pensamiento de la Ilustración,
como la reducción de la vida religiosa y la rebeldía de algunos sectores del clero
parroquial; y en el caso mexicano había ido sacrificando buena parte de su riqueza
239
Josefina Vásquez Soraida, “Los primeros tropiezos” en Centro de Estudios Históricos, col III,
México, Historia General de México, 1976, p. 53.
240
Revista Unión Católica, España, 1869, en Augusto Sarmiento, El Matrimonio Cristiano..., . p
265.
143
para los intereses nacionales. Aun así, el naciente Estado liberal veía como un
peligro la legitimidad, riqueza y ascendiente que todavía conservaba.
El período que se aborda fue decisivo para resolver estas ambigüedades. Fue
entonces cuando ambas instituciones se disputaron directamente el apoyo social
del que dependía, o bien para consolidarse, o para sostenerse como centros
principales de la vida nacional.
La disputa por los pueblos, siendo parte de un proceso para definir las relaciones
Iglesia - Estado, estaba condicionada por determinadas circunstancias históricas.
En ambas partes había sectores radicales, dispuestos a llevar sus actos hasta el
enfrentamiento, sin considerar las repercusiones de los actos violentos. Pero antes
de entrar en esa historia debe considerarse que la Iglesia pasaba por una etapa
de reorganización influenciada por el catolicismo social.
Reunidos en Roma con el Papa Pío IX, los obispos mexicanos comenzaron por
trazar una nueva división territorial, erigiendo nuevas provincias eclesiásticas y
diócesis sufragáneas. Sin embargo, la búsqueda de un acuerdo con el Estado
para evitar la aplicación estricta de las Leyes de Reforma y la preparación de una
nueva jerarquía, fueron dos de los objetivos más destacables. Entre esta
aplicación de las leyes estaba la de regular el matrimonio y disciplinar la vida de
las parejas, cuyo control hasta entonces estaba sujeto a las leyes eclesiásticas.
144
liberales, como por el sistema que observó el nuevo monarca al tratar las
cuestiones referentes a las relaciones entre la Iglesia y el Estado. El Nuncio
Apostólico, monseñor Meglia -que llegó a México en diciembre de 1864- traía una
carta del Papa en la cual éste se quejaba amargamente de la “inicua ley llamada
de reforma,” manifestando la esperanza de que ésta fuera derogada y devuelto
su patrimonio a la Iglesia. El emperador no aceptó, pero le hizo a la Iglesia
algunas propuestas que ésta a su vez, tampoco aceptó. El monarca pidió se
tomaran las medidas convenientes, para que los intereses legítimos creados por
las leyes de reforma, quedaran asegurados.241
En los libros que encontramos en la Catedral de Mazatlán, del periodo que nos
ocupa, se encuentra el libro de “casamientos” (sic) número dos que inicia con su
primer acta del día 12 de abril de 1837 y finaliza en el año de 1873, siendo su
última acta la del primero de mayo de ese año. Un solo libro contiene 36 años de
registros de matrimonios. Sin embargo, entre esos años existe un vacío ya que en
241
García Granados Ricardo, La Constitución de 1857 y de las Leyes de Reforma en México,
Estudio histórico sociológico ,México, Geografía Económica, 1906, p. 72
145
a partir del 1 de mayo de 1856, se dejaron de asentar las actas de matrimonio
volviéndose a registrar de nuevo cinco años después en 1861. Estos nuevos
registros iniciaron después de esta nota del presbítero Trinidad García Rojas que
dice:
“Villa Unión de San Juan Bautista del presidio de Mazatlán, libro 2.-
segundo del año 1861 cumpliendo mi deber como cura aunque
interinamente encargado, procedí a acceder los libros parroquiales
para poder continuar registrando según nuestro ministerio parroquial
debemos autoridad y observando que en este libro de partidas de
casamientos a pesar de una providencia del vicario a causa de un
auto de visita con fecha 7 de abril de 1855 estampó en uno de los
libros parroquiales en el cual observo una falta y es que la última
partida de casamiento que aparece en este libro es la que arriba esta
con fecha de 31 de mayo de 1856, faltando las que siguen hasta la
fecha en que pongo esta razón, para continuar esta encargado de
esta parroquia creo de mi para poner esta razón que firmo con mi
puño....
La fecha de la última acta del libro no coincide con la que el sacerdote señaló, del
9 de junio de 1856 ya que en el libro esta registrada el primero de mayo de ese
mismo año. Por lo que dicho sacerdote, inició nuevamente el registro de
matrimonios. Las últimas partidas a las que hace referencia, deben de haber sido
de nacimientos o defunciones, pues en las de matrimonio no existen las que van
de mayo de 1856 hasta 1861, fecha en la que el padre Benito Trinidad, escribió
esta nota aclaratoria. Seguramente se llevaron a cabo matrimonios, pero estos no
fueron registrados. El padre Benito continúo en la iglesia hasta el año de 1869, y
146
en 1870 las actas aparecen firmadas por el padre Juan Francisco Llevaría quien
no tuvo el cuidado de enumerarla.
147
Gráfica 1. Matrimonios Religiosos en Mazatlán 1861-1870
1861 25
1862 19
1863 19
1864 30
1865 36
1866 15
1867 18
1868 17
1869 11
1870 18
Total 208
Como se puede apreciar, durante los años de 1864 y 1865, periodo del Segundo
Imperio, se incrementaron los matrimonios, algo que pudimos observar fue que
gran parte de los contrayentes o son de lugares cercanos a Mazatlán o son del
mismo puerto. Durante este periodo no contrajeron matrimonios ni extranjeros, ni
nacionales venidos de otros estados. Y quienes contrajeron matrimonio declararon
ser jornaleros o arrieros, solo en un caso, el contrayente declaró ser licenciado.
Podríamos decir que aquí se cumple aquello de que: en este tiempo el mundo
rural permanecía firmemente adherido a la Iglesia, mientras que el nuevo
“industrial y el mundo intelectual y literario” se muestran críticos frente a ella.
148
Ahora pasamos a analizar las actas de matrimonio religioso cuya primera acta del
periodo que nos ocupa es del año 1861 y dice así:
En esta primera acta, al igual que en las demás no se menciona la edad de los
contrayentes ya que probablemente no era consideraba importante ni tampoco su
oficio. El sacerdote centró mas su atención en que cumplieran con la velación242
confesión, comunión y en saber que tanto conocían de la doctrina para otorgarles
el sacramento del matrimonio.
Pero siguiendo con los repositorios de la Catedral de Mazatlán. Existe otro libro,
como ya mencionamos anteriormente, muy dañado y la letra no es legible, que al
inició tiene resaltados dos sellos con una águila al frente y una nota que dice:
Habilitado para los años de 1862 y 1863 conforme a la Suprema orden de Marzo
de 1861. En ese año de 1861 entró en vigor la Ley del Matrimonio Civil en
Sinaloa. Este libro es muy similar a los del registro, civil, pudiese ser, que se les
hubiera dado para que registraran los matrimonios y nacimientos como ahí se
242
En cuanto a la obligación de velar esto significa que se utilizaba una vela e intervenían los
padrinos que se colocaban a ambos lados de los novios. Todos sujetaban velas en sus manos, los
novios eran cubiertos con mantos, la mujer totalmente y el hombre dejando la cabeza al
descubierto, lo cual representaba que era libre. Sobre los novios se tendía también un cordel
representativo del yugo. En ocasiones el acto de velado no se efectuaba el mismo día de la boda,
si esto no ocurría se decía que no estaban “velados” y mientras eso no ocurriera no se podía
consumar el matrimonio, ni compartir, cama, mesa y casa. Se consideraba la ceremonia de
velación como la que termina con la recepción del sacramento matrimonial y la que facultaba la
cohabitación de los esposos. En sí el termino “velado” era porque la novia se cubría la cara con un
velo.
149
señala, con el fin de que el Estado estuviera enterado de quienes contraían
matrimonio.
Gráfica 2.
40
30
20
10
0
1861 1862 1863 1864 1865 1866 1867 1868 1869 1870
Como podemos observar en esta gráfica los matrimonios religiosos fueron pocos a
lo largo de esta década. Estamos hablando de 208 matrimonios religiosos
efectuados en Mazatlán aun cuando en el año de 1868 el gobierno de nuevo
permitió que se celebraran como ésta asentado en el libro de providencias
diocesanas, eso no incrementó los matrimonios religiosos, por el contrario los
siguiente años tuvieron un descenso. Lo que demuestra el poco interés de la
población aun cuando se permitió de nuevo la celebración sin castigo alguno por
parte del gobierno.
Dicha nota a la que los curas hacían referencia sobre la suspensión del castigo
para quienes se casaran por la ley civil, les fue enviada por el entonces Obispo
150
de la Diócesis Pedro Loza y Pardave desde Culiacán y tiene fecha de mayo 22
de 1868 y dice así:
151
legislador, se ha servido disponer que no tengan valor ni efecto las
providencias dictadas en el sentido ya indicado resolviendo por
punto general que las que en lo sucesivo se expidieren sean
sometidas de antemano a la aprobación del supremo gobierno”.
Pasando de nuevo a las actas, durante este periodo no existe ninguna dispensa
matrimonial, o al menos no había ninguna asentada en el libro de casamientos, si
las hubo, no se encontró registro de ellas. Tampoco hay actas de amonestaciones,
y las de matrimonio contienen menos datos que las del registro civil; las actas
religiosas se limitan a dar el nombre de los contrayentes, su edad, en algunos
casos el oficio del novio, su lugar de origen y el nombre de los padres. En algunas
actas aparecen anotaciones como: “criada en esta parroquia de donde jamás ha
salido” “ocho años vecina de esta parroquia” “hijo natural “ hijo legitimo”
Otro caso que llama la atención data de los mismos momentos en que la anterior
pareja realizó el acto de velación. En el acta uno de 1863, el sacerdote asienta
que casa al “ciudadano licenciado” Don Luis Pacheco con Doña Dolores Aldrete;
colocar el termino licenciado, seguramente la profesión del contrayente, es la
243
Libro de Providencias Diocesanas , Catedral de Mazatlán.
152
reivindicación del estatus, ya que ninguna otra acta aparece plasmado el nombre
de algún oficio que acompañe al nombre.
Los lugares de origen que se declaran son cercanas al puerto como: Real de
Bolaños, Elota, Del Verde, Zopilote, Mazatlán, EL Roble, Tanque Verde,
Chametla, Compostela y Santiago Ixcuintla, solo uno de los contrayentes declara
ser del estado de Durango.
Una particularidad que tienen estas actas diferentes a las civiles es que en estás,
las mujeres fueron tomadas en cuenta como testigos. Podría deberse, tal vez a
que eran las mujeres más afectas a asistir a la iglesia y solicitar los diversos
registros que esta brindaba.
Lo que queda claro es que la Iglesia no cumplió con lo estipulado por el gobierno
en cuanto a no llevar a cabo ningún matrimonio si los contrayentes no
presentaban el acta matrimonial del registro civil y a algunos ciudadanos no les
interesó la prohibición del matrimonio religioso o tal vez no estaban enterados de
eso.
153
y comulgar un día antes de la celebración y ser “examinados en la doctrina
cristiana”, además de pagar una cuota por el servicio religioso que no estaba
estipulada en los libros. También tenían la obligación de “velar”. En estas actas
también están registrados algunos matrimonios de viudos y viudas sin que
contengan particularidad alguna que no sea la mención de la viudez. Por lo
anterior se deduce que era aceptado por la Iglesia el que un viudo o viuda
volviera a contraer matrimonio.
154
CAPÍTULO V
El Registro Civil de Mazatlán abrió sus puertas al tiempo que la vida del puerto se
desenvolvía bajo los efectos de una economía pujante, apuntalada
significativamente por extranjeros, y por otra parte, existía otro rostro: una inmensa
población aglomerada en la ciudad llevando una vida de trabajo y pobreza.
Ambos, el rico comerciante y el pobre jornalero se encuentran en un mismo punto,
ya no sólo en las actividades laborales del puerto, en la calle o la plaza, sino
también en esta fuente histórica y documental en donde están contenidas las
estadísticas vitales sobre el registro poblacional de esa localidad a partir de la
séptima década del siglo XIX. Su elección obedeció a la necesidad de tener
información continua y constante sobre el diario acontecer de la población en lo
que se refiere a la unión legal de las parejas.
Bueno, pero sin más rodeos, es mejor pasar a conocer las manifestaciones que
presentó la unión matrimonial laica en este lugar. El primer libro de registro de
155
matrimonios civiles en Sinaloa es de Mazatlán: pertenece al año de 1861. Para
entonces, la constitución del estado consideraba ya obligatorio el matrimonio civil y
bajo esa disposición jurídica dejaron de tener vigencia, -en relación con el
matrimonio religioso-, las reglas impuestas por el obispo don Lázaro de la Garza y
Ballesteros.
Para explorar esta temática se utilizan como base los registros de la dependencia
del Registro Civil de Mazatlán, comprendidos entre 1861 y 1870, aunque se
presenta la ausencia de cuatro años (1863, 1864, 1865 y 1866) las actas
levantadas durante los años localizados sumaron 840. La evolución de estos
registros matrimoniales se puede observar en la siguiente gráfica.
AÑO ACTAS
1861 76
incompleto
1862 165
1867 148
1868 164
1869 166
1870 121
Total 840
156
En esta gráfica se puede ver los rasgos cuantitativos que aportan las actas
matrimoniales a lo largo de esta década. En los registros de 1861, el libro se
encuentra incompleto, ya que la última acta registrada fue la del 16 de octubre de
ese año. Como ya se señaló los ausentes son los registros de los matrimoniales
de 1863 a 1866, periodo que duró la ocupación francesa en el puerto y se
desconoce lo que sucedió con los libros.
De los datos que existen, el año de 1869 fue el más copioso, durante esos doce
meses se celebraron más matrimonio que en ningún otro de los años; aún cuando
en ese mismo año el General Domingo Rubí, entonces gobernador del estado, se
quejó de que no se podía confiar en los registros civiles ya que ni “nacimientos ni
matrimonios, son jamás registrados, si no es en una muy mínima parte”.244 Claro
que el se refiere a todo el estado y seguramente se daba en gran cantidad la
uniones libres, el mismo tiempo, este señalamiento indica que una parte de la
sociedad local no se sujetaba a las recientes normas establecidas en torno a los
contratos nupciales.
Los datos de estos 10 años que comprende la serie, únicamente están completos
cinco de ellos. Es importante tomar en cuanta los faltantes, debido a que las
lecturas e interpretaciones que se hagan estarán limitados o marcados por estas
ausencias.
Pese a este inconveniente, se cuenta con un buen número de actas que pueden
presentar una imagen de la sociedad mazatleca durante esos años: el
procedimiento, los rasgos de sus participantes y la significación del enlace.
244
Memoria de Gobierno del Gral. Domingo Rubí, presentada al Congreso el 15 de Octubre de
1869. Mazatlán, Sinaloa, Imprenta Retes. 1869.
157
5.1 Matrimonios civiles en Mazatlán: su evolución y sus rasgos más
genéricos
Pero ¿Qué factores influyeron en la población del puerto para que estos aceptaran
las nuevas disposiciones? Un factor podría ser que el puerto de Mazatlán se
convirtió en un centro de mezclas e influencias diversas y generó formas de
convivencia que terminaron por generalizarse entre todos los grupos sociales.
Unos núcleos humanos adoptaron nuevas costumbres y otros introdujeron hábitos
antes desconocidos, por lo que la mayoría terminó por asimilar el ejemplo que
contemplaba entre sus vecinos.
245
Dr. Pedro Luis Sotolongo Codina, La ciencia y la vida cotidiana. ¿Un matrimonio mal llevado?
Trabajo presentado en el Seminario Internacional de la Sociedad Latinoamericana de Ciencia y
Tecnología en la Habana, 2002. fotocopias s/p.
158
se constituyen de un modo paralelo, simultaneo y concomitante246 y ambas
dimanan de una misma “fuente”: la praxis cotidiana. Y para que esa praxis
cotidiana se vaya plasmando y concretando, siempre será a través del
desenvolvimiento de uno u otro patrón de interacción social, es decir, de uno u
otro régimen de prácticas colectivas características recurrentes, sean estas
comunitarias, familiares, clasistas, educacionales, laborales, religiosas, de género,
de raza, de etnia, etc.
Estos signos de madurez se reflejaron en actos del orden civil que quedaron
contenidos en las actas de matrimonio de este lapso temporal y contemplan una
246
Es decir que no puede surgir una sin surgir también la otra y viceversa.
159
información muy variada y completa, ya que mencionan datos como: fecha de
matrimonio, hora, lugar donde se llevó a cabo dicho acto, nombre de los
contrayentes, edad, lugar de origen, en algunos casos legitimidad o ilegitimidad,
estado civil y si eran viudos desde cuando y nombre del anterior cónyuge,
ocupación del contrayente, y si se tenía un impedimento para llevar a cabo el
matrimonio; además, nombres de sus padres y algunas veces los de sus abuelos
(dependiendo esto del Juez). Así mismo, se debería comparecer con cuatro
testigos para el acta de presentación y con dos testigos para el matrimonio, los
cuales daban su nombre, ocupación, edad, estado civil, origen y en algunos casos
el tiempo que tenían de residir en el puerto y por último si había una relación de
parentesco con los contrayentes.
Cabe aclarar que las actas contenidas en estos libros no son solo de matrimonio, ya
que entre las mismas se encuentran actas de presentación que era, una acta previa
a la de matrimonio y se colocaba en lugares públicos para ver si existía por parte de
alguien, un motivo para que dicho matrimonio no se llevará a cabo. Las otras actas
son de dispensa, en su mayoría son de los permisos solicitados para llevar a cabo
el matrimonio en un termino menor que el estipulado por la ley y se pormenoriza la
razón por la cual era solicitada. Con ello, queda de manifiesto la importancia del
gobernador, ya que era la única persona que podía otorgar dicha dispensa. No esta
por demás aclarar que las 840 actas no son solo de matrimonio como se captara
en la gráfica 4. Sino que también están las de presentación y diseñas.
Otra característica del periodo estudiado, es que estas actas, aunque están
redactas de manera muy similar, existen en algunas de ellas marcadas diferencias,
dado que el juez en turno se permitía asentar comentarios particulares del momento
político o social que se estaba viviendo, cosa que ya no sucedió en la siguiente
década, ya que a partir de 1871 los libros de registro civil, venían ya con un formato
para llenar sobre los datos que se solicitaban de los contrayentes.
160
escribían como sonaban sobre todo en el caso de los nombres o apellidos
extranjeros. También en algunos casos existen errores en la numeración, se repiten
números o no hay secuencia.
Un hecho que resalta en los registros matrimoniales, es que durante 1861 y 1862,
entre una unión matrimonial y otra transcurrían hasta 15 días, sin embargo en los
años posteriores esto se normalizó al menos en el sentido que no pasaban tantos
días, sin darse un matrimonio o una presentación.
En síntesis, este trabajo se aventura en dilucidar por medio del análisis de las
actas contenidas en el registro civil, el efecto que tuvieron dicha reformas en la
vida cotidiana de las parejas y en que medida se vieron modificadas sus
percepciones sobre el matrimonio.
Con el fin de comprender mejor este proceso, en primer lugar, se analizarán las
actas de presentación, después las dispensas y por último el acta de matrimonio
para ver si durante el periodo de estudio hubo cambios o continuidades en los
comportamientos de los contrayentes y hasta de la misma institución que
legalizaba el acto.
161
Gráfica 4. Registro de Actas de presentación, matrimonio y dispensa que
existen de la séptima década del siglo XIX.
1861 24 38 11
1862 53 75 30
1867 61 70 11
1868 63 77 22
1869 67 77 17
1870 52 55 10
Otra observación que debe ponderarse es que los totales de las actas no arrojan
las 840 manejadas anteriormente, sino sólo alcanzan la cifra de 813. Esta
diferencia es porque algunas actas están en blanco o tachadas y otras están
consideradas como actas pero solamente son revalidaciones posteriores al
segundo Imperio.
162
Cabe aclarar que las actas de presentación son más completas que las de
matrimonio ya que en las primeras se presentaban 4 testigos, dos por cada uno de
los contrayentes y se les solicitaba, nombre, edad, lugar de nacimiento ocupación,
y tiempo de residir en el lugar, en algunos casos ya que en otros se omiten el
tiempo de residencia. En el año de 1862 aumentaron las dispensas ya que
quienes contraían matrimonio eran en muchos casos militares y solicitaban éstas,
con el fin de acortar el tiempo que estipulaba la ley para llevar acabo un
matrimonio inmediatamente después de la presentación por aquello de que fueran
requeridos y tuvieran que trasladarse a otros lugares.
Gráfica 5
100
80
60
40
20
0
1861 1862 1867 1868 1869 1870
Año
163
mantuvo así, con un ligero incremento hasta 1869. El último año, de 1870 muestra
un significativo descenso aunque fue el único año que hubo casi el mismo número
de presentaciones que de matrimonios, las dispensas fueron mínimas y ya no
solicitadas por las mismas causas que en los años anteriores, como se tratará en
párrafos siguientes.
247
R. Pressant, Roland, El análisis demográfico, FCE, México 1967, en José Marcos Medina
Bustos, Vida y Muerte en el antiguo Hermosillo 1773-1898, Hermosillo, Gobierno del Estado de
Sonora, 1997, pp.195-200.
164
se contaba con la primera, que a diferencia de la segunda presentaba cuatro
testigos, mientras que la de matrimonio requería de dos.
Existen varias hipótesis que pudieran contestar a dicha pregunta, por ejemplo: que
esos matrimonios no se llevaron a cabo por el costo que estos generaban y las
parejas decidieron vivir en amasiato. Otra razón sería que hubiera habido un
impedimento por parte de los contrayentes y la ley no hubiera llevado a cabo el
matrimonio, recordemos que estas actas de presentación se exhibían en lugares
públicos durante quince días antes del matrimonio y otra más podría ser que una
de las partes se hubiera arrepentido de llevar a cabo dicho matrimonio, ya que
existen estudios sobre compromisos matrimoniales que no se concretaban y que
estos en su momento, generaron gran cantidad de problemas para la Iglesia que
como ya sabemos era la que regulaba el matrimonio y tenía que resolver dicha
situación. O sea palabra dada, pero, no cumplida. El honor sexual de las mujeres y
el valor de la palabra dada, constituían dos de las formas del honor que se
reparaban con un rápido matrimonio. Y una última hipótesis es que, dado que el
puerto era un lugar de tránsito hacia otros lugares, las parejas o uno de los
contrayentes hubieran cambiado de lugar de residencia y por ello el matrimonio no
165
se hubiera concretado. Cualquiera de ellas es factible para dar respuesta a esta
incógnita de la que lamentablemente no se encontraron evidencias para probarlas.
Lo que si es obvio es que existen 392 actas de presentaciones y 320 de
matrimonio concretadas legalmente.
A lo largo de la década no existen unas actas más singulares que la ciento uno,
ciento dos y ciento tres de libro tercero de 1867, fechadas el veintiocho y
veintinueve de septiembre y la última, del primero de octubre. Esto es, porque en
este paquete aparece la única en donde el contrayente se casó utilizando a otra
persona “de toda su confianza” que lo representó en su lugar, realizándose los
tramites en un lapso de tiempo muy corto, al entregarse una carta poder de quien
166
representó al novio que en el momento de su matrimonio, ya que éste, se
encontraba en Jalisco. El contrayente a distancia era nada menos que el General
de División, Ramón Corona que contraía nupcias con una norteamericana que
tenía siete meses de viuda.
248
Libro 3 de Matrimonios, Mazatlán, 28 de septiembre de 1867, acta 102, (AGHES, Culiacán)
249
Eustaquio Buelna, Apuntes para la Historia de Sinaloa, Op. Cit. p. 95
167
sepultado en esta ciudad y que es originaria de New York y vecina de este puerto
hace seis años, hija legitima de...” firmaron como testigos por parte del “pretenso”
los CC General Domingo Rubí e Ignacio López, el primero de cuarenta y dos años
de edad, casado, originario de Pánuco y residente en esta y el segundo, de
cincuenta y ocho años, viudo originario de Compostela y un año en esta,
empleado de hacienda. Por parte de la novia, comparecieron como testigos el
coronel Rosalío Banda, soltero, de treinta y un años, originario de Guadalajara y
“accidentalmente en esta” y Casimiro Olave, soltero, de treinta años, empleado de
hacienda, natural de Durango y “residente en esta hace un año”250.
Pero volviendo a la acta anterior, esta acta debía “permanecer exhibida” por
quince días para poder celebrarse el matrimonio, pero se solicitó una acta donde
se suplica “se dispense el termino ordinario de las publicaciones para poder
concluir cuanto antes el matrimonio concertado con la señorita Mary Ana Mac-
Kenly por salir próximamente para reunirse a su esposo aprovechando la pronta
salida de un buque que se hace a la vela para el Manzanillo”. Situación que se
resolvió inmediatamente y se llevó a cabo el matrimonio.
250
Libro 3 Matrimonios 28 de septiembre de 1867. Acta 103 (AGHES)
251
Ibid, Pág. 86.
168
Entre las actas de presentación están unas muy peculiares como la numero
veinticinco del 31 de marzo de 1868, ya que durante la presentación de Francisco
Guzmán, natural de veinticuatro años, comerciante originario de Concordia y doce
años residiendo en el puerto pretende contraer matrimonio con Antonia Bernardet
de diez seis años y originaria de Mazatlán quien “vive y la tiene a su cargo D.
Francisco Arteche como esposo de una tía suya que se llama Doña. Apolonia
Espinoza la que por estar en cama espuso(sic) al juez en su misma casa y como
tutora de su sobrina se niega a dar su consentimiento y que su sobrina intenta
casarse” Sin embargo tras una solicitud de dispensa por parte del gobernador, el
matrimonio se llevó a cabo, pese a la negativa de la tutora y tía. Lo que no sucedió
con la acta cien con fecha treinta de Agosto de 1868, que en la presentación se le
negó la autorización a Josefa Chavarria de 20 años originaria de Cacalotán y con
cinco años de residir en el puerto para casarse con Pablo Gandarilla de 26 años,
panadero de Cosala y con 8 años de vivir en Mazatlán. No solicitaron dispensa, ni
existe una acta de matrimonio posterior, por lo que se presume que este no se
llevó a cabo.
El tiempo que tardaba en darse la dispensa por lo general, era muy corto hay
quienes la obtenían el mismo día que la solicitaban y las que más tardaban era
entre dos o tres días. Quien otorgaba la dispensa era el gobernador, ya que era la
169
única persona facultada para el caso. No podemos saber con seguridad si alguna
dispensa fue negada, ya que no hay forma de averiguar cuantos las solicitaron o
pretendieron hacerlo, y si el gobernador no estaba quien era la persona que las
autorizaba, recordemos que durante esta década los gobernadores
frecuentemente no estaban en el puerto dados los sucesos políticos que se
estaban dando y ellos tomaban parte.
La primera acta de dispensa registrada es la numero tres con fecha ocho de enero
de 1861, donde se hace una solicitud por parte de Juan Guerrero, originario de
Tampico de veintinueve años, al servicio del Gobierno del Estado que pretendía
contraer matrimonio con la señorita Emilia León, diecinueve años, originaria del
puerto. Los contrayentes, hicieron una solicitud por no poder esperar el termino de
ley de quince días…“en virtud de que esta al servicio de las armas podía de un
momento a otro abandonar la ciudad por orden de la superioridad…”252
Presentaron como testigos a cuatro comerciantes y a dos militares, nacidos en
Veracruz, Arispe, Saltillo y de la Capital de la República. La dispensa se concedió
y el matrimonio se celebró el día doce del mismo mes.
Por la misma causa era la solicitud que hacia al momento de presentarse ante el
juez el militar -de oficio jornalero- Francisco Espinoza de veintiséis años, originario
de Mocorito que pretendía contraer matrimonio con Verónica Gonzalez de catorce
años, nacida en Panuco según el acta ocho del dieciséis de enero de 1861 que
solicitaban una dispensa “manifestando que en virtud de estar al servicio del
ciudadano coronel Antonio Rosales ha sido mandado por dicho señor a un
negocio fuera de esta ciudad en el que cree dilatar algún tiempo y que deseando
verificar su enlace antes de salir pedía y suplicaba la dispensa, a lo que el juez le
252
Libro 1 de Mazatlán. Matrimonios, 8 de enero de 1861, acta 7, f 12 (AGHES, Culiacán)
170
decía que “ocurra con el gobernador del Estado en quien recide (sic) la facultad
de poderlo dispensar253. Era el juez quien les informaba que la única persona
para autorizar la dispensa era el gobernador.
Esta otra solicitud de dispensa, nos da una idea de la situación por la que pasaba
la sociedad a causa de los levantamientos militares como quedó asentado en el
acta numero doce con fecha 30 de enero de 1861 solicitando dispensa Ascencio
Ramirez de 25 años, carbonero, originario de Jerez para poder contraer
matrimonio con Alvina Silvat de 18 años, originaria de Durango, solo que en esta
ocasión la solicitud dice…”que en virtud de ser hombre pobre y teniendo
necesidad de salir fuera de esta ciudad a buscar trabajo en la labranza lo que
253
Libro 1 de Mazatlán. Matrimonios, 18 de febrero de 1861, acta 15, f 22 (AGHES, Culiacán)
254
Catalogo Documental, 140 Aniversario del Registro Civil, México, Archivo General de la Nación.
P 29,.
171
haría no poder regresar fácilmente sin algunos perjuicios pedía y suplicaba la
dispensa….”255 Como a los anteriores la dispensa fue concedida y se celebró el
matrimonio cinco días después. Guerra, pobreza y escasez de alimentos son
características de esta década en el puerto. Casi al finalizar el año anterior 1860
Mazatlán había sido declarado en estado de sitio por la aproximación de las
“fuerzas reaccionaria que traía Cajén de Durango” estas situaciones de guerra
provocaba que un gran número de hombres estuvieran por algunos días en el
puerto, lo que originaba una gran demanda de alimentos y escasez de trabajo.
Para 1862, en las actas de dispensa quedaron registros de lo que se veía venir
con la llegada de los franceses en la época de Intervención ya que, Demesio
Pizarro de treinta y dos años militar y albañil de Santiago Papasquiaro pretendía
contraer matrimonio con Jesús López de quince años, originaria de Dimas y
solicitaba una dispensa “...ya que debe salir al interior en las fuerzas que salen al
mando del C. Gral. de la Brigada de Occidente.”256 Esta dispensa se le otorgó el
mismo día de la presentación y al día siguiente contrajo matrimonio, llevando a
dos militares como testigos a uno de Mazatlán y otro de Matamoros a un
empleado también de Matamoros y a un abogado de Guadalajara. De los cuatro
testigos solo uno es originario del puerto.
255
Libro 1 de Matrimonios, Mazatlán, 30 de enero de 1861, acta 12, f 19 (AGHES; Culiacán)
256
Libro 2 de Matrimonios, Mazatlán, 9 de abril de 1862, acta 51
172
pretensos por otras razones suplican se le dispense el termino ordinario para las
publicaciones a efecto de concluir su contrato matrimonial...”257
También hemos observado que los “militares” que solicitaban las dispensas,
declaraban ser jornalero, albañiles, labradores, empleados. Todos ellos
pertenecían a la clase económica menos favorecida.
Algo que no se puede pasar por alto es las edades de los contrayentes que
quedaron registradas en las actas de presentación y en algunos casos en las
dispensa. Mostrándose una marcada diferencia de edades entre el hombre y
mujer como podemos ver en la siguiente gráfica.
257
Libro 2 de Matrimonios, Mazatlán, acta 58 del 14 de junio de 1862.
258
Libro 2 de Matrimonios, Mazatlán, acta 46 del 14 de mayo de 1862
259
Libro 3 de Matrimonios, Mazatlán, acta 130 del 30 de noviembre de 1867.
173
5.4 Edades de los cónyuges
60
50
40
30
20
10
0
13
15
17
19
21
23
25
27
29
31
33
35
37
39
41
43
45
48
50
Hombres Mujeres
Como se puede apreciar en esta gráfica, los matrimonios para las mujeres
iniciaban a muy corta edad ya que desde los trece años eran consideradas aptas
para el matrimonio desde el momento que se les autoriza para ello. La máxima
edad para casarse quedaba establecida en los 40 y por lo regular estos
174
matrimonios eran con viudos, o ellas eran viudas y las mujeres que se casaban
mayores, la edad era de 50 años
Las mujeres se casaban entre los 17 y los 20 años, mientras que los hombres
iniciaban su vida matrimonial a los diecisiete aunque era a la edad veintinueve
años cuando más se casaban y mantenían un promedio regular de matrimonio
hasta los cuarenta y todavía a los 50 muchos mas hombres se casaban que las
mujeres de esa misma edad.
175
Tal es el caso del matrimonio que se realizó el 14 de marzo de 1870 del licenciado
y magistrado Joaquín García de 33 años originario de Tepic, que se unió en
matrimonio con la Sra. Dolores Aldrete de 36 años, originaria de Guadalajara,
quien declaró ser viuda del Lic. Pedro Sánchez y manifestando que “por ser
sumamente conocidos tanto él como la Sra. con quien va a unirse en matrimonio y
deseando corresponder á la posición honorífica que ocupa en la sociedad de este
puerto como Magistrado” los cónyuges solicitan den de inmediato el
consentimiento, lo que, sin traba alguna se les otorgó. Se presentaron como
testigos al matrimonio por parte del novio, el Lic. Luis del Castillo Negrete, de 31
años que declaró ser soltero y abogado Fiscal del Superior Tribunal de Justicia
del Estado; por parte de la novia, se presentó a testificar dicho matrimonio el Sr.
Luis Saulé de 25 años, soltero y comerciante, según su propia declaración.
Otra solicitud de este tipo, que no tuvo problemas para aceptarse fue la formulada
por Gustavo Müler, comerciante de 27 años originario de Alemania que pretendía
casarse con Antonia Georgina Mena de 20 años, originaria de Muleja en Baja
California “manifestó el primero ante mi que teniendo un termino sumamente
angustiado para salir de este puerto al punto donde con emergencia lo llaman sus
negocios pide dispensa del termino comun de las publicaciones” matrimonio que
se llevo a cabo en casa del señor Benjamín R. Carman ese mismo día a las 12 de
la noche.
176
5.5 Actas de Matrimonio
Pero volviendo al acta matrimonial, casi todas eran iguales, con excepción de
algunas notas que ocasionalmente asentaba el juez y en otras se omitía el nombre
de los padres o los abuelos de los contrayentes. La primera acta contenida en el
libro uno de 1861 dice así:
260
Héctor R. Olea, Sinaloa a través de sus... p. 182.
177
presentes, por cuyo motivo y en atención a ser menor de edad le
tomó el consentimiento para este acto a la persona declaro hacer
las veces de sus padres y que los ciudadanos Santiago Rivera,
sus abuelos paternos los fueron (hoja rota ) …gas y Doña Dolores
Davila..
261
Archivo Histórico General del Estado de Sinaloa AHGES, Fondo Registro Civil, libro 1, Foja 1.
178
Ahora, haciendo un análisis de esta acta se observa que el contrayente y los
testigos eran todos comerciantes, tanto los dos contrayentes como los testigos
eran avecindados y no oriundos de Mazatlán, es decir el primer acto de
matrimonio civil se efectuó entre sujetos que vivían en Mazatlán por los rasgos
que ya se señalaron en el capítulo primero. Algo más que agregar es que la novia
llegó de Jalisco junto con sus padres, es decir la migración a Mazatlán es familiar.
Y aun cuando en esta acta los contrayentes firman, en la mayoría de los casos los
contrayentes y testigos no sabían hacerlo, lo que demuestra que había un alto
índice de analfabetismo en la época.
Algo de subrayarse es que ninguna mujer aparece en estas actas como testigo,
reflejando la poca o nula importancia jurídica que se le otorgaba y pocas
contrayentes sabían firmar. Tanto los contrayentes, como los testigos, en su
mayoría eran personas de otros estados de la república e incluso muchos de ellos
extranjeros.
Además, a fin de ahondar sobre los elementos que estuvieron presentes en los
contratos matrimoniales efectuados en Mazatlán, es pertinente analizar el lugar de
origen de los contrayentes para darse una idea de esta mezcla cultural que se dio
en Mazatlán durante la séptima década del siglo decimonónico, para ello la
presentación gráfica, que aparece después del párrafo siguiente, sobre los
contrayentes extranjeros y la de los de origen nacional, es una imagen más que
elocuente.
179
Como puede observarse, la población nativa era mínima con respecto a la
foránea, lo que da cuenta de una población heterogénea.
Mazatlecos y Foraneos
160
Num. de Mazatlecos y
140
120
Foráneos
100
80
60
40
20
0
Mazatlecos Foráneos
Como ya se mencionó antes, las actas de matrimonio son una fuente apropiada
para analizar el proceso migratorio ya que en ellas quedan asentados, la localidad
180
de origen de los contrayentes. Así que esta gráfica nos demuestra la compleja y
variada sociedad porteña que se empezó a dar desde la apertura del puerto a
principios de la tercera década del siglo. Por lo que el puerto se desarrollo a partir
de una población no local tanto extranjera como nacional.
120
102
100
80
60 54 54
40 39
40 29
35
25
22 20
20 16
12 11 9 6
14 14 12 15
3 3
0
c
n
os
n
o
a
o
C
ra
.
s
co
io
az
pi
la
ca
al
g
ca
er
B
no
ar
d
an
lis
Te
at
os
rr
ia
ta
te
os
az
So
Ja
ue
ur
ul
de
Es
ca
R
M
C
G
Za
os
El
re
tr
do
O
de
lre
A
Hombres Mujeres
181
Es significativo que una gran porcentaje de los contrayentes que radicaban en el
puerto venían de los alrededores del mismo, ya que las actas indican lugares
como: El verde, Cerritos, Rosario, Verano, Recodo, Guadalupe y Calvo, Chametla,
El Potrerillo, Villa Unión, La Noria etc. Pero también venían de otros estados del
centro y norte del país, y ninguno del sur. Entre los provenientes de otros estados
del país, sus lugares de origen eran: Durango, Jalisco, Sonora, Tepic, Baja
California, México, Guanajuato y Zacatecas.
También esto indica un claro testimonio del amplio mercado matrimonial de que
disponían las porteñas y las mujeres en general debido al fuerte flujo migratorio en
Mazatlán. Por otro lado esta también el grupo de extranjeros que contrajo
matrimonio en el puerto y se puede ver en la siguiente gráfica.
15 13
9 9
10
5
5 3 2 2 21 2 2
1 11 1 1 1 1
0
EU
lia
ia
ila
le
l
da
lia
ia
ra
si
a
ci
nc
hi
ug
Ita
an
an
er
ra
an
go
re
C
a
at
rt
m
M
G
Irl
on
Fr
Po
gl
le
M
In
Hombres Mujeres
Aquí se observan los lugares de procedencia de los extranjeros que durante este
periodo contrajeron nupcias, descollando los procedentes de Estados Unidos,
182
mientras que los ingleses, españoles y alemanes les seguían en orden de
cantidad. Sin embargo, no se puede dejar de observar que los lugares destacados
en la gráfica, son sitios que tenían fuertes vinculos con el comercio porteño. Los
barcos descargaban mercancías y a su vez, dejaban el cargamento humano en
busca de mejores posibilidades de vida y nuevas expectativas de futuro.
Entre estos extranjeros podemos señalar a Alfredo Howell, que en 1863, solicitó
en sesión de cabildo , “una línea de casa donde piensa establecer una maquina de
hilados”262
262
Oses Cole, Las viejas calles...p 23.
263
Ibid., P 73.
264
Ibíd., p 13.
183
puerto, Adolfo O’Ryan, colaborador del periódico El Correo de la Tarde, que
durante muchos años escribió una columna denominada “Notas de una
Mazatleco” bajo el seudonimo de “Zenon”265
265
Oses Cole, Las viejas calles... p 34.
184
Otro registro matrimonial, contenido en el libro tres bajo el número 6, está fechada
el 20 de enero de 1867 y en ella se asienta que comparecieron el señor, Luis
Canobio de 30 años, farmacéutico de Italiano y la señorita Ramona Támes de 19
años, originaria de Mazatlán. Con este matrimonio el señor Canobio inmigrante
italiano que se estableció en la ciudad alrededor de 1860, se unió en matrimonio
con la sobrina heredera de la sra. Tomasa Osuna e instaló su farmacia en la
planta baja de la finca que su esposa heredó y que años mas tarde llegaría a ser
la más grande y mejor surtida de Mazatlán.266
Los moralistas268 y la sociedad eran muy rigurosos con las viudas, “puesto que se
trataba de mujeres que se encontraban en el mundo sin estar sometidas
directamente al poder de un hombre”. Y se les miraba con recelo porque podían
suponer ejemplos distorsionantes para las demás mujeres.269
266
Oses Cole, Las viejas calles... p 141.
267
Lawrence Stone, Familia, sexo y matrimonio en Inglaterra 1500-1800, FCE, México, 1989, Pág.
40.
268
Estos en el sentido, de lo que dictaba la moral de la época con respecto a las mujeres viudas en
un marco en el que estaban fijadas las expectativas sobre ellas o ellos.
269
Francisco Martínez Marina ,Ensayo histórico crítico sobre la legislación, Imprenta de la
Sociedad Literaria y topográfica, Madrid, 1845, Pág. 203. (fotocopias)
185
Gráfica 10. Segundos matrimonios por año 1861-1870.
6
4
4 3
2
2 1
0
1861 1862 1867 1868 1869 1870
Viudos Viudas
Según esta gráfica, era más común, que los hombres viudos contrajeran de nuevo
matrimonio. Aunque en menor proporción también las mujeres viudas se volvían a
casar. Esto podría deberse a que los viudos se quedaban con hijos que no podían
atender mientras que las mujeres viudas, tal vez volvían a la casa paterna u otra
explicación podría ser una posible condena social al matrimonio de las viudas a
las que se les dificultaba contraer de nuevo matrimonio si quedaban con hijos y no
contaban con buena solvencia económica. El tiempo de espacio entre la viudez y
el nuevo matrimonio variaba, ya que igual pasaban 18 años para contraer
matrimonio o tan solo un mes después del deceso del cónyuge como se puede
observar en las actas de matrimonio civil de Mazatlán durante la década que se
186
trata ya que al contraer matrimonio un viudo o una viuda, este (e) señalaba el
tiempo de viudez que tenía y el nombre de su anterior pareja.
En cuanto a las viudas la mejor solución era volver a casarse, pero la edad y la
situación económica en que quedaba, condicionaba sus posibilidades si era joven
y estaba en condiciones de casarse, volvía a la casa paterna a la espera de
nuevas bodas271. La mayoría de los historiadores de la familia coincide en
sostener que cuanto más joven era un viudo o una viuda, más elevada era la
posibilidad de que volviera a casarse.
270
Cecilia A. Rabell, “El patrón de nupcialidad en una parroquia rural novohispana .San Luis de la
Paz, siglo XVIII ”, en Pilar Gonzalbo, Op. Cit. pp. 199-227.
271
Nilda Guglielmi,” La tornata de la mujer viuda. Italia del centro y del norte, siglos XIII-XV”, en
Historia Económica y de las Instituciones Financieras en Europa, Barcelona,Trabajos en homenaje
a Ferran Vals Taberner, 1989, p, 3782.
272
Cecilia A. Rabell, Op. Cit.
273
Sara F. Mattew, “El cuerpo apariencia y sexualidad”, en Historia de las Mujeres. Del
Renacimiento a la Edad Moderna. George Duby y Michelle Perrot, Madrid, Taurus, 1993, pp.67-
109.
274
Nilda Guglielmi, Op. Cit.
187
espaciada legal, en caso de reincidencia matrimonial, o ilegal, pero como
honorable viuda”275.
5.7 Oficios
Los datos que contienen las actas de matrimonio nos permiten saber a que se
dedicaba la población del puerto, ya que tanto contrayentes varones, como
testigos declaraban su oficio. Lo que nos da una visión clara de los medios de
subsistencia. Desafortunadamente en solo dos actas se hace constar el oficio de
las mujeres, declarando ambas ser empleadas domesticas, aunque sabemos por
otros estudios o fuentes que muchas mujeres trabajaban y eran cabeza de familia.
Por lo que los resultados presentados aquí sólo reflejan la actividad laboral
masculina.
275
Elsa Malvido M., “Algunos aportes de los estudios de demografía histórica al estudio de la
familia en la época colonial de México”, en Familia y Sexualidad en la Nueva España, México,
Sep. 80, FCE, 1982, pp. 81-99.
188
Gráfica 11.
ro
rn d o
os
Sa r
M tero
na e
pi or
Za tero
ba o
L a er o
o
p e
ta
Pa tr
A ar i
er
er
Em ant
de
C r ad
rs
Jo lea
ili
s
ad
in
st
pa
r
n
e
pe
ci
ar
b
iv
er
O
ar
D
om
C
Número de Oficios
En esta grafica se muestra los oficios más declarados, después del comerciante
como podemos ver el jornalero y el labrador es de los más representativos y
queda claro el peso del comercio pero también nos habla de una población dentro
del sector agrícola con gran peso, que subsistía de la tierra.
En esta gráfica, la barra que marca “oficios diversos” es mayor que las demás, ahí
están los oficios que manifestaron os contrayentes y que no entran en las otras
categorías,. Estos eran tan variados que quedo manifestado así. Entre los oficios a
que se hace mención están: hojalateros, ladrilleros, juez, abogados, dulceros,
criados, barberos, músicos, albañiles, herreros, sombrereros, carboneros,
cargadores, curtidores, domésticos, camineros y otros más que nos permiten
observar como diversos grupos sociales acataron estas disposiciones.
189
Entre los cinco oficios de más peso están los comerciantes, jornalero, labrador,
empleado y militar este tomando en consideración que el país y el estado de
Sinaloa en particular, tenía problemas de índole político. La causa por las que
había tanto militar en el lugar, es que desde inicios de esa década de 1860, el
estado estaba enfrentado tanto luchas internas como externas y era sede de la
Guarnición Militar, después de la aplicación de la Constitución de 1857, también
por el gran contrabando que se estaba dando en el puerto, robos en la aduana,
abusos de las tropas contra ciudadanos extranjeros, quejas por artículos de
276
prensa publicado en contra del vicecónsul inglés Juan Kelly Los ataques
constantes con “el tigre de Alica” y la intervención francesa propiciaron una gran
concentración de militares en el puerto de diversos bandos.
Entre los militares con alto rango que comparecieron ante el juez para contraer
matrimonio están Ramón Corona, Rosalio Banda, Vicente López, Juan Navarro,
Antonio Rangel, Cayetano Díaz, Andres Michell, Anastasio Flores, Simon Mora,
General Eulogio Parra, Leopoldo Escalante, Cleto Preciado, y muchos otro, que
contrajeron matrimonio en el puerto. También se solicitó una constancia de
matrimonio del general Anacleto Correa.
5.8 Ilegitimidad
276
José María Figueroa, Gilberto López Alanís, coordinadores, Mazatlán, Tomo I. 18 Encuentros
con la Historia, Gobierno del Estado de Sinaloa, Culiacán, Sinaloa, 2004.
190
la vida cotidiana de la población. Es decir que las prácticas cotidianas superan las
normas al imponer la ilegitimidad a través del registro de los hijos naturales frente
a toda una manera de vivir de una sociedad, generando una ruptura del poder
dominante.
Tipos de Nacimientos
200
Nacimientos
150
Num. de
100
50
0
1867 1868 1869
Año
191
lo habitaba. Las evaluaciones que contienen las fuentes estudiadas son también
escasas ya que no existen actas de nacimiento de años anteriores pero como
podemos ver, se registraban una gran cantidad de niños ilegítimos.
Gráfica 13
8%
40% 52%
192
5.9 Matrimonio y Segundo Imperio
Si existió una ley con el fin de revalidar tales actas, fueron muy pocas las
personas que comparecieron a revalidar su matrimonio posterior a la salida de los
franceses del puerto según lo demuestran las actas. Los matrimonios civiles
continuaron llevándose a cabo, ya que el acta a la que se hace mención es la
número sesenta y cinco con fecha 24 de diciembre de 1866. Este tipo de
revalidaciones de actas también se dieron en las de nacimiento.
En cuanto a las leyes del Segundo Imperio, estas fueron muy claras no solo
continuaron las disposiciones establecidas por las Leyes de Reforma sino que
anexaron nuevas sin dar marcha atrás a lo establecido.
277
Archivo Histórico General del Estado de Sinaloa (AHGES), Culiacán, Registro Civil, Acta de
Matrimonio 37 Libro 34, 5 de Mayo de 1870, foja (f)
193
Gráfica 14. Cuadro de matrimonios religiosos y civiles 1861- 1870
MATRIMONIOS
AÑO MATRIMONIOS CIVILES
RELIGIOSOS
1861 25 26
1862 19 54
1863 19 -
1864 30 -
1865 36 -
1866 15 -
1867 18 63
1868 17 63
1869 11 67
1870 18 50
TOTAL 208 323
Elaboró Margarita L. Armenta Pico
Algo muy importante que hay que aclarar es que dado que el recuento de ambas
actas, la civiles y religiosas, no son anónimas, pude comparar los nombres de los
contrayentes en ambas actas y ninguno de los que se casaron por el civil,
contrajeron matrimonio religioso y viceversa. En las actas religiosas, ninguno de
los contrayentes hombre o mujer era extranjero, y sus oficios –los declarados-
eran en su totalidad jornaleros y solo existe un acta de un novio que declara ser
abogado. Por lo que se puede apreciar fue la clase baja la que se unió en
matrimonio religioso a diferencia de los matrimonios civiles todo esto a lo largo de
la década de 1861-1870.
194
CONCLUSIONES
A partir de la tercera décadas del siglo XIX el puerto fue el horizonte de muchos
hombres y de cierta cantidad de mujeres, y familias enteras que dejaron la zona
centro y sur del país en busca de un trabajo asalariado y mejores fuentes de
vida, atraídos por el gran influjo del comercio que se evidencia en las costumbres
e ideas de las sociedades, porque esta actividad pone en relación directa a
vendedores y compradores, así como a todos los seres sociales.
Los extranjeros por si mismos no tenían suficiente fuerza dado que el número era
menor que los no extranjeros pero, la mayoría de ellos eran comerciantes que
controlaban el comercio regional y a su vez contaban con el apoyo de quienes
estaban en los puestos de poder y tenían grandes relaciones, por lo que su fuerza
estaba más en la influencia que ejercían que en su número .
195
aceptado las nuevas leyes. Este tipo de formalidad civil estuvo, pues, en el blanco
de los ataques de la institución eclesiástica. Legitimidad que socavaba, según
criterios de la Iglesia, los cimientos de la concepción católico-cristiana de la familia
y ponía en jaque a uno de sus principales sacramentos: el matrimonio católico.
Por otro lado, la religiosidad de Mazatlán estuvo marcada por ser un puerto
importante del país que atrajo a extranjeros no católicos e hizo que sufriera el
permanente influjo de los marineros en la mentalidad y en las costumbres. El
impactó inicial fue muy fuerte ya que coincidió con la escasa presencia de
población nativa y una carencia de elites locales tradicionales. A ello habrá que
agregarle una Iglesia con serios problemas institucionales y con poca o nula
influencia que favoreció la propagación de las ideas de extranjeros que habían
creado redes con la población que estos trataron de imitar, siendo algunas de
ellas la comparecencia ante el Registro Civil para llevar a cabo un matrimonio
como se ve reflejado en las practicas sociales y que de no haber sido religioso
hubiera sido visto ante la sociedad como concubinato, que también los había.
Los cuadros son reveladores al respecto, ya que aun cuando existen solo la mitad
de registros de matrimonios civiles, es notoria la diferencia contra los religiosos
que contemplan toda la década.
Sin embargo, quiero destacar, a manera de aclaración, que las cifras comparadas
de ambos matrimonios presentan unas características especiales. La primera
196
consiste en que las de los civiles corresponden a la totalidad anual de las
celebraciones efectuadas en Mazatlán por personas residentes en la ciudad, pero
en 1870 venían de pueblos vecinos que se trasladaban hasta el puerto sólo para
contraer el matrimonio civil. Sin embargo, en los casos en que fue posible precisar
por años el número de matrimonios civiles celebrados entre personas vecinas de
la ciudad y los efectuados entre parejas residentes en pueblos cercanos, las cifras
de civiles entre vecinos de la ciudad fueron mayores que las de parejas no
residentes.
Pese a que el número de matrimonios civiles fue alto en Mazatlán esta nueva
legitimidad, al parecer, no había adquirido el peso cultural necesario para
imponerse como alternativa nupcial.
Es decir, muchas personas acudieron a la ley civil para dar un toque de legitimidad
a sus uniones siendo de estos de todos los sectores de la sociedad, sin embargo,
está la contraparte que recurrió al matrimonio eclesiástico y que en su mayoría
provenían del estrato socio-económico mas bajo, dado que la mayoría declararon
ser jornaleros.
Como síntesis concluimos pues que hubo tres grupos de parejas: las que se solo
casaron por el civil, las que únicamente y en menor proporción que las demás
recibieron el sacramento del matrimonio, y las que no concurrieron ni a uno ni a
otro.
197
ANEXOS
198
ANEXO 1
Que ambos deben prudenciar y atenuar sus faltas. Nunca se dirán injurias, porque
las injurias entre los casados deshonran al que las vierte, y prueban su falta de tino
o de cordura en la elección, ni mucho menos se maltratarán de obra, porque es
villano y cobarde abusar de la fuerza.
199
a serlo, sus hijos encuentren en ellos buen ejemplo y una conducta digna de
servirles de modelo. La doctrina que inspiren a estos tiernos y amados lazos de su
afecto, hará su suerte próspera o adversa; y la felicidad o desventura de los hijos
será la recompensa o el castigo, la ventura o la desdicha de los padres. La
Sociedad bendice, considera y alaba a los buenos padres, por el gran bien que le
hacen dándoles buenos y cumplidos ciudadanos; y la misma, censura y desprecia
debidamente a los que, por abandono, por mal entendido cariño o por su mal
ejemplo, corrompen el depósito sagrado que la naturaleza les confió,
concediéndoles tales hijos. Y por último, que cuando la Sociedad ve que tales
personas no merecían ser elevadas a la dignidad de padres, sino que sólo debían
haber vivido sujetas a tutela, como incapaces de conducirse dignamente, se duele
de haber consagrado con su autoridad la unión de un hombre y una mujer que no
han sabido ser libres y dirigirse por sí mismos hacia el bien”
200
ANEXO 2
LEYES DE REFORMA
201
Anexo 3
Estableció:
iglesia católica.
iglesias.
órdenes suprimidas.
reunirse.
202
• La conservación de las comunidades religiosas, cuya extinción quedaba
eran.
203
BIBLIOGRAFÍA
Catalogo Documental, 140 Aniversario del Registro Civil, México, Archivo General
de la Nación, Registro Nacional de Población e Identificación Personal, Secretaría
de Gobernación, 2000.
204
Castro Osuna, Carlos y Cuevas Aramburu, Mario, “Juego, pasión y muerte en
Cósala, Sinaloa a mediados del siglo XIX. La visión de un francés: Paul Duplessis,
en Clío, Revista de la Facultad de Historia, Sep-Dic núm. 28, Nueva Época, UAS,
2002.
Castro Osuna, Carlos y Cuevas Aramburu, Mario, “Mazatlán visto por extranjeros:
siglo XIX (1824-1866)” en Clío, N° 17, Culiacán, Universidad Autónoma de
Sinaloa, Mayo-Agosto,1998.
Coatsworth, John H., Los orígenes del atraso, Nueve ensayos de historia
económica de México en os siglos XVIII Y XIX, México, Alianza Editorial Mexicana,
1992.
Cole Isunza, Oses, Ayer en Mazatlán. La ciudad en 1899, Mazatlán Sin., s/e,
1999.
Cole Isunza, Oses, Las viejas calles de Mazatlán, Mazatlán, Sin editar, 2004.
Cuevas Aramburu, Mario, “Viajar ¿Para que?. Un viajero francés en Sinaloa; 1829-
1830”, en Memoria del IX Congreso de Historia del Noroeste Mexicano,Culiacán,
UAS, 1993.
205
García Martínez, Bernardo, Enrique Semo (coordinador) , Historia económica de
México, El desarrollo regional, siglos XVI al XX, México, Océano-UNAM, 2004.
González y González, Luis, Emma Cosío Villegas [et al], "La república restaurada.
La vida social", en Daniel Cosío Villegas (coord.), Historia moderna de México,
México, Hermes, 1956.
Historia y cultura de los pueblos, villas, ranchos, ejidos y municipios del noroeste
mexicano, Memoria del XIX Congreso Nacional de Historia Regional, Culiacán
UAS-AHGES, 2004.
Meyer, Jean Historia de los Cristianos en América Latina. Siglos XIX y XX,
México, Editorial Vuelta, 1989.
206
Nakayama Antonio, Sinaloa un Bosquejo de su Historia, Culiacán, Colección
Rescate UAS,
______ D. Lazaro de la Garza y Ballesteros, Obispo de Sonora e impulsor de la
Cultura del Noroeste, México, Linotipografía Lumen, 1942.
López González, María del Carmen Azalia, “La Iglesia decimonónica en Sinaloa”,
en Clío N° 28, Culiacán, Universidad Autónoma de Sinaloa, Sep-Dic, 2002
Pressant, Roland R., El análisis demográfico, FCE, México 1967, en José Marcos
Medina Bustos, Vida y Muerte en el antiguo Hermosillo 1773-1898, Hermosillo
Gobierno del Estado de Sonora, 1997.
207
Radkau,Verena, “Capital comercial alemán en el puerto de Mazatlán”, en Los
pioneros del imperialismo en México, México, Ediciones de la casa chata, 1982,
Vega Ayala, Enrique “Un norte”, en Arturo Carrillo Rojas, Guillermo Ibarra Escobar
(coordinadores), Historia de Mazatlán, Culiacán, Ayuntamiento de Mazatlán/UAS,
1998.
208
Velásquez Soto, Agustín “La poesía Sinaloense de 1903 en EL Correo de la
Tarde”, en 18 Encuentros con la Historia, Mazatlán , Tomo 1 José Ma. Figueroa,
Gilberto López Alanís, Coordinadores, Culiacán, Gobierno del Estado de Sinaloa,
2004.
Von Mentz, Brígida, Los pioneros del imperialismo alemán en México, México,
Ediciones de la Casa Chata, 1982.
FUENTE DE ARCHIVO
Archivos:
Archivo Histórico General del Estado de Sinaloa. Culiacán, Sinaloa
Documentos Oficiales:
Fondo de Registro Civil
Prontuario de Gobernadores
Hemerografía:
Periódico “El Pacifico”. Mazatlán Sinaloa,
209
210