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l3iblio1,rraff;:1 ., ,. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . . . • . . . . . • • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Introducción

LOS «MOMENTOS), DE LA OPINIÓN PÚBJJCA

Opinión pública es u n concepto de p l en a actualidad y, a l mismo tiempo,

plenamente histórico, surgido en un período concreto y conformado de

diversos modos a Jo largo del tiempo. Por eso cualquier estudio que pretenda
hacer comprensible al lector .actual 1a naturaleza de la opinión pública

en toda su complejidad debe =-necesariamerne-c- analizarla teniendo en

cuenta ambas dimensiones, su historia y su presente.

En realidad, pese al interés que en torno a la pública ex is�

te actualmente en diferentes ámbitos, académicos y sociales, lo cierto es

que carecemos de un estudio que la aborde en un sentido

amplio, tanto desde el punto de vista de los diferentes elementos que la

integran, como desde una perspectiva espacio-temporal Iarga--no centra­

da exclusivamente en un momento y u n lugar concretos=-. Desdé que, en

el a fi o 1 9 9 0 , M u ñ o z Alonso y otros autores-e-algunos de los cuales partici­

pan en d presente trabajo-s- public,uan con sobresaliente éxito editorial un

libro de características semejantes a las descricas, no ha habido un estudio

sobre la opinión pública en l e n g u a española que haya llenado lo que era

no s ó l o una evidente laguna bibliográfica; sino t a m bi é n una demanda de

estudiantes, investigadores y público en general.

Pues bien, a cubrir ese espado, desde nuevos presupuestos, se desti­

na Iuudamentalmcnte el libro q u e ahora presentamos al lector. En él se

recorre fa historia (le la opinión pública desde su primera formulación en

términos modernos, a finales del siglo xvut, hasta el Ptesente, d o n d e la

encontramos convertida en un f e n ó m e no inseparable de la sociedad me­

d i á r i c a y globalizada plenamente dibujada ya al i n i c i a r s e el XXL A lo

largo del libro se abordan los diferentes aspectos que conforman la polié­

drica realidad de la opinión pública: culturales! políticos, institucionales,

psico-sociales, sociológicos, comunicativos . . .

Para ello, consecuentemente, la obra reúne a especialistas de bs dife­

rentes áreas de conocimiento y campos científicos como la historiografía, la

sociología; fa fi1osoffa, la teoría política o las ciencias de la comunicación en

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G O N Z A L O CAPELLÁN DE HIGU.EL
I N T i \ O O U C C l Ó l\l

l:J 9u� it:tencionad�mente se �1a diseñado como un trabajo y rnul­ Comprender que la lejos de una realidad perenne, inmu­

ndisc!�linar. Además, e_s preciso señ�iar que; aunque se pre�ta una especial rabl.e y nnívcca, es -y ha sido->- algo mutable y equívoco nos lleva rrrerne­

ateucion al marco e s pa ñ o l , e¡¡ el cm1J1111to de la obra 110 se olvida un ámbito diablén1ente. a e l u d i r . i n t e n ci ó n una definición de l a

t�rrit�rialmás a'..nplio (Ji.le� h ac i e n d o referencia a paíseseuropeos a los que la misma. Otra bien d i s t i n t a es
hist01·!a de la opm�ón púolica ap.arece esrrechamenre ligada; como Inglaterra, críticas y propuestas al presente de ia opinión p ú b l i c a (o menos

Francia o Alemania; nene también un espacio reservado a la importante ex­ información y materiales para que cualquier lector, a d e m á s de conocer

peri�nd?. ?,<me,amencana_ �de enorme i nf.Iujo .a lo largo de todo el siglo X-'\C). es, sea capaz J¡; pensar c ó r n o ---=<� incluso debería, para él----
1

También de b o advertir al lector ne lo que no va a encontrar en esta Un ejemplo puede este punto, Para el principal teórico de

obra porque -consciente y voluntariamente- no hemos q u e r i d o que lo opinión pública en la del primer liberalismo) Alberto Lista, quien no
sea. En primer lugar> no se trata d e uno de los múftiples estudios existentes sabe no opina. 01 lo que es l o mismo, en su concepto de la

i1u� emí�nden la opinión púhlica como l o que una sociedad, o una parte ne> cabe que ésta se forme a del. del v u l g o ignorante

deeV�, p1ensa sobre un hecho concreto en un punto cronológico concreto ouede haber otro de las clases i i us r ra d a s , sabios.

(por e 1 e n 1 p lo , el estudio de un h e c h o histórico concreto} pongamos el de­ Saber y opinar son dos panes de una misma realidad. Pues bien>

s:astr� del 98, y lo que sobre él escribieron los p e r i ó d i c o s o !os intelectuales para los autores de las modernas encuestas de opinión} que un i n d iv i d u o

cíe la ép.q��}. E�º-�Grfr1 perder de: vista demr,mos tan relevantes como q u é �foclare no saber nada de ia c u e s t i ó n sobre la qur: se l e: no

es fa oprn� _on pública, cómo ;; e c o n f o rm a , a través i:le qué vías se expresa) a


que su op i n i ó n sea r c n i d a en c u e n t a . Los « n o s a b e / no c o n t e s t a -

qué s.e r e fi e r e , cómo se utiliza) por quiénes }' para qué en cada momento. cuentan para el del sondeo. Por la misma razón Alberto Lista
etc. Ta,rnpoco el trabajo se ciñe a estudiar el concepto de o p i n i ó n pública en no admitiría nunca que la opinión. ele un individuo aislado, e11 su casa o

i111 ·a.�1tor concreto (sea.Hume, Rot1sseau; Hegel o Habermas, por ejemplo). se-ando por Ja calle, al que se ,:onsulra por sobre L l • . , u 1.. 1 L w... 1

l;n segundo Jugar, hemos pretendido hu i r de cualquier reduccionismo -sea O no del interés de la nación- fr:irman-1
a l a hora de esrudíar este tan p e c u l i a r corno complejo fenómeno. No he­ públ.itl]. Cosa que sí es váhda para los soc1c)logc1s-(�Staciísticc)s

mos limitado el estudio a una de las múltiples dimensiones de L, opinión ccm cuantificar la opinión. Y es q u e cntri::
pú_bl�ea, la s o c i o l ó gi c a , por ejemplo. Sin ignorar que durante buena parte ambos ag·ente.s el de

dql siglo X.X [a Opinión pública se ha identificado, pura}' simplemente, con hasta ( l t 1 Í C[ l l C liü pu<.,o.un.,,;

los resultados de las encues tas de opinión (Blondiaux, 1998), o que para pública>> como si parn todo mundo,
muchas personas !;:1 opinión pública se reduce a la opinión publicada o como si aJ utilizarlo se refirieran n cqsas iguales o parcddas.

1 · o_j h·· '} • ;J ' r )


r.1.wiaua o te evisa(!a,. emos intentado ir mucho más c1IM parn ocuparnos prevepción t,JJl iwcesdria como ütíl q u e este libro hace

ere muchas otras realidades encerradas en el concepto de opinión pública .. de manificsro con entre otros por 98 l ) .

. Ep t e r c e, r lugar, y en consonancia c o n lo anterior, hemos partido de la Dentro de los e[ de esta obra recorre

idea �ie que la <�pir:ión p ú b li c a es un concepto p ol i s é rn i c o, )� además, de que !os cuarro grandes mome n tos desde

los d1ftrr;;11tes significados gue a lo largo del tiempo se han ido confiriendo HI. nacimie,�1to hast;l ia d\...�u,.u,,.,.,""''

a · ' ª opinión p ú bl i c a s ó l o s e . p u e d e n entender en su evolución histórica y en ct1J:ercntes períQdos

diferentes contexws culturales, sociales y políticos, Así, los diferentes capí­ perviviendo, a u n q u e con urw rnenor, en cada u n o d e los

t�1los que conforman la obra ponen di manifiesto todas las posibles formas Mornemós también que se corresponden con carnbi0s sH:st.1x¡c:rnires

deacercarse y entender la opinión pú,h!ica. Pero de esa pluralidad de signifi­ manera de en t en d er qué es, cón1Q itctúa y quién en la

ca�o_s� connotaciones y manees que el concepto fue adquiriendo con el paso Así, en el primero de ellos - · · y u e 1.AJI-'""""'"'

del tiempo --cuyo conjunro hem o s intentado cu't:ografiar de forma exhaus­ mina la rnorn! d e u n a que aún no s u e l e aparecer acorn-
riva a<,:lµÍ---, t:O S� afirma que �lg1mo �·-··O cualquiera-», de ellos tenga ninguna pafiada de su léxico: Se trata de una sude

preemrnenora, ninguna veracidad o l e g i t i m i d ad exclusiva. En otras palabras, centrarse t;:n cualquier J.specro de la conducta, bien pública, de

no hen:ws adoptado una perspectiva normadya al estilo de Habermas para i n d i v i d u o s a los otra:,, persorn.ts cercanas Este concepto pre-

c�::mduir que el concepw de opinión p ú blica propuesto por los liberales del m o derno de la v i e n e a expresar lo mi$rnO q u e otros t é r m i n o s corno

siglo XIX sea =-ni deba. ser---- el modelo ideal que debe restaurarse hoy. Preci­ <.cfanu>, y t iene que ver con la reputación o la h o n e s t i d a d de los individuos.
samente el postulado de fa. hlsrorioidad de la opinión pública nos lleva a ex­ El prúpiQ l'.vfaquíavelo, al que con tanta freq1enda como suele

plica r su na t uraleza en cada periodo sin pensar que uno de ellos sea el mejor cita r s e corno u n en usar en semido rnodento d

o el que deba regir en nuestra concepción actual del A l contrario. en sus Dis:orsi i n d i s t i n t a m e n t e los términos

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G ( ) f .J Z J \ U ) C A P E L L .i\ N DE M I G U E L
I N T R O D U C C I Ó N

referidas a if fx'Jp?lo o asocia:ios a una,niísm:-1 real idad, publica uoce más libres y populares». Este reconocimiento de que la opinión es una
cap . .:A). l, en cualquier caso, J o aparece con toda da- fuerza =-que además se contrapone justamente a la violencia-e-, m uy útil
la idea de lo que aún Llama una ot1•111.;u111;:;
en política a «Íos pocos» que tienen las riend.as del gobierho, se asimilará

en ese t r ib u na l por medio del cual la comunidad posteriormente de manera inequívoc� a un üpo de gobiern� �(:ncre_to,, al
aprueba o reprueba la conducta de los individuos, adquiere su fuerza a
representativo. De forma que en el siglo XIX la,11�od�rna opmion P'.3bhca
de la a n t i g u a creencia contenida en la e xp r e s i ó n uox popuii, uox dei es la que; constituye uno de los elementos definitorios de los gob1;ernos
escribe «la vocc d ' u n e di d i o » ) .
representativos, también de no.minados directamente fobiernos de.op,míó1_1.
= debe que en un tiempo la política y otro rasgo que va a caracterizar este n:omento político.de la ºRm101! pu�
de la sociedad ?e cort;sponde con lo ,que solemos d e no m i n a r monarquía blica durante el cua] se va modelando el concepto al gusto del liberalismo
absoluta (o Antiguo R é g im en , en t é rm i n o s sea la voz de
[mperante es la d e f ini c i ó n de un nuevo sujeto. Ta111bién en este �emidú
D i o s la q u e su fue r za v autoridad a b del la teoría
el cambio sobrevino gradualmente. Lo primero que hicieronlos etuditos
encontraba· otros elementos Jc¡r1t1J11:1tior<:s
sobresalientes en el perfodo de las Luces fue despojar a la voz del pueblo
q u e los d eriva do s de la religión . . Por eso
de su divinidad, En el casó español el cambio se percibe nítidamente en
la h i s t ó r ic o ni había una esfera la obra de Feijoo. En su Teatro critico universal dedicó todo el primer dis­
ni u n a pan e del e l e v a d a a un r:mgo --� c u l t o y que curso precisamente a d e j a r claro que el sujeto de esa uox populi no era
corno públ i co. Y si L1 lo era dé
el p u e b lo e n t e n d i d o en sentido m o d er n o , positivo, sino en otto más bien

por la : . . . . todo adquiría semido en aquella sociedadspor despecrivo que lo invoca como vulgo -y vulgo ignorantc-c-, Y ese vulgo,
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de D i o s - . Y p o r eso resulta igualmente lmposible encontrar antes lógicamente, no podía ser el sujeto de una voz, de una opinión verdadera,
del xvrn otra cosa que esa en un sentido moral que sino todo lo contrario, errónea y poco fiable por tanto. As! c ome nz ó u
r r r s t t ,•
. ,, "' v s-: en la esfera de los
minarse, por su misma base, al viejo sujeto de la o p i n i ó n para sustituirlo
esperar a fo llegada de los importantes cambios que en el con el tiempo por el digno público o por la nación. De hecho, fue habitual
y traerá fa Ilustración, y en el político las revolú- hablar de una o p i n i ó n pública que en países corno la España del xrx supo­
para q u e la se adentre en el segundo de nía no todo el pueblo, sino una parte de él. Se trataba, pues, dé un sujeto
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sus mo m e n t o s . La fertilidad que para el li11güis tko tuvo


conscientemente delimitado por ésa parte del pueblo que por capacidad;
este período histÓt:i�o que se desarrolla en el tr á n s i t o del sigfo XVIU a l XIX
intelectual o económica, lefa. los periódicos, escribía, se reunía en cafés y
ya l a puso de rnaruíiesto en su día Koselleck «Einleitung»). Tal fue
tertulias Y; finalmente, expresaba su opinión política mediante un sufragio,
el c a mb i o en t o d o s l o s órdenes d e la a ñ o s , q u e el padre
censitario, reducido a esa pequeña parre de la población -muy p e q u e ña
d e la l o bautizó corno como u n momento é n en términos cuantitativos, por cierto=-. Y es que, corno se encargará de
el en c i r c u l a c i ó n los principales conceptos que alimentarán
observar el conde Roederer, en uno de los pioneros textos sobre la «teoría
moderno (nación, . progreso, opinión pú­
de la opinión pública» ( 1 7 9 7 ) , la cuestión de la opinión pública se reduce

de estos vocablos y a e x i s t í a n con anterioridad, o b v i a - a dos e s e n c i a l e s : cultura y riqueza de los i ndi vi d u o s .


fo r e l e v a n t e es q u e tras este de cambios n d q ui r i e r o n Fue en este sentido político, donde l ao p i n i ó n pública desempeñaba
. n � . 1 1 1 1 , . ,., , , , u u completamente nuevo, « m o d e r n o » .
un papel central en él gobierno representativo del período liberal, corno
eso es lo q u e comienza a suceder al concepto o pin jó n pú-
se entendió y u s ó. e l concepto durante toda l a primera mitad del siglo XIX
·"·'"·ui.1uu momento. antes i n c l u s o de que !a opinión se en nuestro país, Una.expresión, o p i n i 6 n públicá, que adquirió tal impor­
uno de los abanderados d e l pen- tancia en el discurnó pólítico de la que podeinos eücontrntk.l por
Hume en sus Moral, Politicul doquier en la pt�nsá, los diatios dé sesio.11es de fas Cortes, los folletos de

«On rhe First Principies prácticamente todos los au t o r e s , fueran ést os de b ídehlogfa q u e fueran,
rJ, .... ,.l.(:u.u,•..1 1 1. L político a
,
� .••� u , < J , . d u . u
Los liberales hahfan descubierto u n a m1eva fuerza l.egitimadora del poder
Y no st51n eso sino que ;1 gobiernan político, seculttrízada; pero que invocaban con la misma frecuencia y reve­

nada q u e les apoye s a l v o . la que concluye :rent:ia que al anterior prindpio religiQso de la providencia d.ivina.
c o n su c éle bre sentencia: «El gobierno se fundamenta únicamente. en La
Tal .fue la sacralidad que adquü:ió la opirüóü pública qtíi;.:, no en vttno
Pero i n c l u s o en esta política
üiltorcs como Alberto LisL1; retüma.ndo una vieja expresi6i'l itáliana apli­
c o n c e p t o h::ihrfa q u e es q u e dice q u e esto
cada sólo a !a üpiniórí, l a corc'maton corno ,itéilia del rtnH1do}>, Por esa
sucede u1nw en los y militares tomo en los
:tnisrna raZói1 tio meda.rían tarnpoco en aparecer am o res que cuestíonarnn
GONZALO CA?ELI ÁN DE M I G U E L

»ouerosa e incuestionable autoridad. Pensadores tan destacados como

preC1S2lIHCIJtte al analizar el g-U>Dlerno ,..,,,,,.,.r,c,,;,,,n1,,,r·1u ...-,

de unanimidad

niones, Por eso

establecer vlímires»

con la moepencencia

..,, ..,,,,_,_..,,_. en esta ffla:va m u t a ci ó n del concep-

en una conferencia pro-

hasta la fecha todos

'"·''·"'·'··'""'"'·' de la
consiste, cómo actúa en la socieoao,

.,Y,,�,--.,.,.,,,.,,.ü fenómeno, Con

srrnurtanea->- Hclzendorff en

numerosos escritos menores también.

Este momento científico de la que conducirá

mente a un conocimiento mucho de su naturaleza enmar-

carlo en desarrollo las ciencias sociales en décadas

finales del XiX y m e n o s en fas dos del XX. Se trata de u n

enfoque científico de c a r á c t e r centrad o en c o n ocer en t oda su

extensión la se a d en t ra en n uevos terrenos

que, de momento sean

teorizan de esta nueva s o bre la

el denominador común será que ven en la sociedad el nuevo

la Una sociedad que a la luz de la socrorogra

un carácter como entidad viva q u e que: analizar. Se trata de un

período en qne se crea «d h o m b r e s o c i a l » convirtien do «lo social- en la

« o r d e n a c i ó n colectiva dominante» 1

T a m b i é n d e b e m o s c o n r e x t u n l iza r

de la s o c i e d a d de masas con todas sus ,rnni,i,-"O/'lf"\>1'"'•'

el diseno dd liberalismo llO

con b

los individuos aísbtbn·,cntc ,.,,.,,wn.a...t


G O N Z A L O CAPELL;\N DE M I G U E L l N T R O O U C C I Ó N

ellos, o aceptamos su. deflnición de opinión pública como la que se forma

el público sobre las cuestio�1es de i�1terés ..�enera! y so.l�re las �1u.e .es ca�az de

emitir, tras un proceso de libre deliberación y discusión, 110 j u ic i o racional,

entonces, obviamente, rriJ existía una opinión pública efectiva porque a l á.

XX_; y aunque rnavor parte de ese público se le escapaba la posibilidad y el conocimiento

,-,..,"···,,Pnici> Vigor en la ne�esarib para expresar una opinión de esa naturaleza, Pot eso una de las

w.. , .. c,,,cun.«.s<., ... +, pronto d e b e r á UJ1 nuevo reto, que volved ar�odificar bases fundamentales sobre las que debía reposar el modelo ideal de opinión

opinión pública: la aparición de los medios de comunicación p ú b l i c a del liberalis_mo era una �:_i�dad�.nfa educada� culta. Claro que to�os

de masas. Unos mass media desde los años ochenta y noventa del pasado esos presupuestos d e ! modelo eütista liberal quedarían al menos socavados

central en fa sociedad, cuando en ese tránsito entre dos siglos el itracionalismo, exaltado por Nietz­

y formarear sus opiniones: sche, o la pasión y los sentimientos se consideren caracrerfsticas vitales de

meutanco de la un período en el que el p ú b l i c o las personas (y de la masa). Ideas que además ya 'no p o d r á n s e g u i r op e r a n d o

"""',."''·,,,.,.,, al «espectador teledirigido,, de Sartori {1998) yque sigue en un mundo espacialmente diseccionado entre el medio rural, donde Ios

rmcnencosc, a h o r a en términos de los Indices de audiencia tanto obsc- individuos viven al margen del mundanal ruido (y de la o p i n i ó n pública),
s i o na n !os d u e ñ o s d e esos me d i á t i c o s v el medio urbano, en cuyo día a día l a s opiniones van y v i e n e n sin cesar.

mi n u t o a m i n u t o merced a los cotidianos e s t u d i o s · dos mundos bien descritos en el literario por Unarnuno ya no

ese parece apropiado el calificativo ele que ha pro- podrán segúir siendo dos cosas distintas en adelsnte (Su¿rez Cortina, 2006).

puesto autor actual para -el nuevo marco socionolitico eme Cuando Habermas a finales de los años cincuenta reacciona contra el
sirve de e s c e n a r i o a l de la (G�ossi,200�4). tipo de opinión püblicacienrjfico-cuaotitarivo dominante y pide una vuelta

l o s cambios recnotomcos al concepto «clásico» de o p i n i ó n pública, al de los l i b e ra l e s .y a r e f e r i d o , está

de c om u n i c a c i ó n ('1 P r il • c l i .. l t"\ C
poniendo de manifiesto esos cambios experimentados en la noción misma

de opinión pública, la existencia de vatios y contrapuestos modelos de

opinión pública. Para él en realidad lo que había. desaparecido no eta tan­

to d público c o m o l a esfera pública, el marco donde formarse la opinión

bajo esos de discursividad, racionalidad, interés g e n e r a l , etc . Al

menos, la denuncia habermasiana, con tanto eco en las décadas finales del

siglo xx, sirvió para ahondar en el sentido político de l a . o p i n i ó n p ú bl i c a ,

buscando nuevas fórmulas para que existiera un verdadero público, una

ciudadanía activa y partkip"1tiva, que las vías de expresar su voz.


Um1 voz que Noelle-Neuman, otra de las teóricas más influyentes de las

últimas décadas, consideraba silenciada pot unaespiral en fa que el individuo

no era capaz de, ó no se atrevía o no le convenía, salirse de las acciones que


el resto de la sociedad reputaba normales. Aunque ella l le g ó a su teoría de

la espiral del silencio desde los estudios dernoscópicos centrados en el com­

riosameutc es d quien no parece ya capaz de marcar su propia portarnienro de los ciudadanos durante [as c a m p a ñ a s ele c torales, en e! fondo

de centrar los temas de interés p a ra la o p i n i ó n hasta el puntó d e su tesis retomaba aquel sentido pre-moderno de la o p i ni ó n pública donde

u o n n a i..nos afirmar hoy-sin lo más m í n i rn o -> que no existe el yugo moral de la comunidad d e t erminaba en cierra medida la conducta

p ú b l i c a . ' ( al formular no h a c e m o s nada nuevo de l o s i n d i v i d u o s , Así; el conocido <,efec10 del carro vencedor>> (Band.wagoh-

"""···'"·"'"· S i n servirnos como test fi n J l comprobar capaz de arrastrar a las mayorías por la senda de la pública

tener esa m i s m a en dífcn.:mes uu,111.,uctut,: sería el resultado de esa fuerza que operaba en la s o c i e d a d desde

contextos o rnornenros de opinión pública. antiguo (Noelle-Neurnan, 1995). En términos actuales diríamos que los

C u a n d o Cabba en los a ri o s setenta del individuos ejercemos mm aurocensura inducida por la fuerza de fo. opinión
los r1Jio) v e i n t e d e l X.X :-1firrnan q u e la porque que: nos l l e v a a no salirrics del discurso correcto,
en r e a l i d a d t10 e x i s t e el que entenderlo sea por un cálculo utilitarista de los riesgos que comporta, sea porque

dentro del concepto entendernos, como resulte más práctico permanecer resguardados de la opinión en el sile ncio.

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GOt\Z.Al .U CAP FU AN !vj ! C U t- L

Hotel junio 1.nos

la

un conocido escritor

en el Insrirut Pierre-Mendes-France

de Le Monde (3 :1 de marzo de 2.008). Para

mírurnamente cualificado sobre todas estas creo

un estudio sobre la hisroria y el presente de la

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