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Renzo Cavani
Abogado por la Universidad de Lima
La Nulidad en
el Proceso Civil
Presentación
Daniel Mitidiero
Prólogo
Antonio do Passo Cabral
Palestra Editores
Lima — 2014
Colección
Tesis & Monografías en Derecho
Comité de Dirección
Profesores:
Samuel Abad Yupanqui
Alfredo Bullard González
Carlos Caro Coria
Gorki Gonzáles Mantilla
César Landa Arroyo
Juan Morales Godo
Editor
Pedro P. Grández Castro
Impresión y encuadernación:
Grández Gráficos S.A.C.
Mz. E Lt. 15 Urb. Santa Rosa de Lima – Los Olivos
Diagramación:
Alan Omar Bejarano Nóblega
Agradecimientos ......................................................................... 17
Presentación de Daniel Mitidiero........................................... 21
Prólogo de Antonio do Passo Cabral ................................ 23
Introducción ............................................................................. 27
Renzo Cavani
Porto Alegre, verano de 2014
Presentación
Daniel Mitidiero*
*
Profesor de Derecho Procesal Civil en la Universidade do Estado do
Rio de Janeiro (UERJ). Doctor en Derecho Procesal por la UERJ y por la
Universidad de Múnich (Ludwig-Maximilians-Universität). Magíster en
Derecho Público por la UERJ. Post-doctorando por la Universidad de París
I (Panthéon-Sorbonne). Miembro de la International Association of Proce-
dural Law, del Instituto Iberoamericano de Derecho Procesal, del Instituto
Brasileño de Derecho Procesal, de la Asociación de Juristas Alemania-Brasil
(Deutsch-BrasilianischeJuristenvereinigung) y de la WissenschatflicheVerei-
ningungfürInternationalesVerfahrensrecht. Procurador de la República en
Río de Janeiro.
24 Antonio do Passo Cabral
1
Antes de la labor de la doctrina alemana de mitad del siglo XIX, el derecho
procesal simplemente se encontraba en una etapa sincrética (no se distinguía
del derecho material); no había proceso sino mero procedimiento, entendido
éste como simple rito. Cfr., Cândido Rangel Dinamarco. A instrumentalidade
do processo, 12ª ed. São Paulo: Malheiros, 2005, pp. 17-19.
36 RENZO CAVANI
2
Cfr. Daniel Mitidiero. Colaboração no processo civil. Pressupostos sociais, lógi-
cos e éticos, 2ª ed. revisada, actualizada y ampliada. São Paulo: Revista dos
Tribunais, 2011, pp. 37 y ss.; Carlos Alberto Alvaro de Oliveira; Daniel
Mitidiero. Curso de processo civil, vol. 1. Teoria geral do processo civil e parte
geral do direito processual civil, 1ª ed. São Paulo: Atlas, 2009, pp. 12-16, donde
se realiza una exposición sucinta pero clara sobre las fases metodológicas del
derecho procesal civil: etapa sincrética del proceso —también llamada de
praxismo– y su evolución por el procesalismo —el cual corresponde a la labor
de construcción del derecho procesal—, el instrumentalismo, hasta llegar al
formalismo-valorativo. Cfr., también, Carlos Alberto Alvaro de Oliveira.
Do formalismo no processo civil — Proposta de um formalismo-valorativo, 4ª ed.
revisada, actualizada y aumentada. São Paulo: Saraiva, 2010, pp. 18-23. El
tema de las fases metodológicas ya ha sido abordado por mí en un trabajo
anterior: Renzo Cavani. “Formalismo y colaboración en el proceso civil. Una
introducción al paradigma del formalismo-valorativo”. En Revista Jurídica
del Perú, N° 120. Lima: Normas Legales, febrero 2011, pp. 323-333.
3
Cândido Rangel Dinamarco. A instrumentalidade. Ob. cit., p. 325.
Premisas conceptuales para una teoría de la nulidad procesal 37
4
José Roberto Dos Santos Bedaque. Direito e processo. A influência do direito
material no processo, 5ª ed. revisada y ampliada. São Paulo: Malheiros, 2009,
pp. 19 y ss. La terminología sobre la relativización del binomio derecho-proceso
pertenece a Dinamarco, quien la emplea en incontables momentos de su
obra ya citada.
5
Cândido Rangel Dinamarco. A instrumentalidade. Ob. cit., pp. 26-33; Cândido
Rangel Dinamarco. Instituições de direito processual civil, vol. I, 4ª ed. revisada,
actualizada y con remisiones al Código Civil de 2002. São Paulo: Malheiros,
2004, p. 53; Antônio Carlos de Araújo Cintra; Cândido Rangel Dinamarco;
Ada Pellegrini Grinover. Teoria geral do processo, 22ª ed. revisada y actua-
lizada. São Paulo: Malheiros, 2006, pp. 84-87; Ada Pellegrini Grinover. As
garantias fundamentais do direito de ação. São Paulo: Revista dos Tribunais, 1973,
pp. 133 y ss.; Daniel Mitidiero. Colaboração. Ob. cit., p. 39. Asimismo, en un
trabajo anterior traté de explicar que el derecho procesal constitucional y el
derecho constitucional procesal fueron manifestaciones de un fenómeno que
bien puede llamarse de jurisdiccionalización de la Constitución (cfr. “Hacia la
38 RENZO CAVANI
los derechos materiales. En efecto, este autor señala que no es correcto cir-
cunscribir el fenómeno de la jurisdicción solamente al plano jurídico, sino
también al político y al social. En efecto, desde un estricto punto de vista
de la ciencia política, la jurisdicción o función jurisdiccional resulta ser una
manifestación del poder político del Estado, aquel del cual se vale para im-
poner sus decisiones. De ahí que la sentencia —así como las leyes– constituya
un acto de positivización del poder, y que la observancia de las normas que
estructura el procedimiento implica la legalidad y legitimidad del ejercicio
del poder. De otro lado, Dinamarco fundamenta el carácter instrumental
o teleológico del proceso como un medio para alcanzar los objetivos de la
jurisdicción, que son sociales, políticos y jurídicos. Así, la pacificación social
y la educación de los derechos y deberes ciudadanos (objetivos sociales), la
capacidad del Estado de decidir imperativamente, el culto a la libertad y la
participación democrática ciudadana (objetivos políticos) y actuación de
la voluntad concreta del derecho (objetivo jurídico) conforman el amplio
espectro que el Estado y la sociedad anhelan conseguir, y para ello se valen
de la función jurisdiccional ejercida por aquel.
9
Según Luigi Paolo Comoglio. “Garanzie costituzionali e ‘giusto processo’
(modelli a confronto)”. En Revista de Processo, n. 90. São Paulo: Revista dos
Tribunais, 1998, p. 106 (también publicado en Luigi Paolo Comoglio. Etica
e tecnica del ‘giusto processo’. Turín: Giappichelli, 2004, pp. 151-223, esp. pp.
165-166), la instrumentalidad del proceso “viene caracterizada por precisas
connotaciones deontológicas y tiende a preservar no sólo los fines y los perfiles
técnicos, sino también los aspectos éticos del procedimiento judicial, aunque
esté necesariamente sujeto al principio de legalidad y a la observancia san-
cionada de determinadas formas. Tal instrumentalidad exige que las garantías
formales del proceso no sean en ningún caso fines en sí mismas, sino que deban
siempre apuntar, en el plano institucional, a la consecución de resultados
decisorios coherentes con los valores de equidad sustancial y de justicia procesal,
consagradas por las normas constitucionales o por las internacionales” (las
cursivas son del original).
10
José Joaquim Gomes Canotilho. Direito Constitucional, 6ª ed. revisada.
Coimbra: Livraria Almedina, 1993, pp. 345 y ss.
40 RENZO CAVANI
11
Daniel Mitidiero. Colaboração. Ob. cit., pp. 45-46. Las traducciones de idiomas
distintos del castellano, tanto de textos doctrinarios, legislativos y jurispru-
denciales son libres.
Premisas conceptuales para una teoría de la nulidad procesal 41
12
Daniel Mitidiero. Cortes Superiores e Cortes Supremas. Ob. cit.
13
Sobre el Estado Constitucional se han escrito ya ríos de tinta: Robert
Alexy. Teoria dos direitos fundamentais, trad. Virgílio Afonso da Silva, 2ª
ed., 2° tiraje. São Paulo: Malheiros, 2011; José Joaquim Gomes Canotilho.
Direito Constitucional. Ob. cit.; Peter Häberle. El Estado Constitucional, trad.
Héctor Fix-Fierro. México DF-Lima: Universidad Nacional Autónoma de
México-Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú,
2003; Jorge Reis Novais. Contributo para uma teoria do Estado de Direito. Do
Estado de Direito Liberal ao Estado Social e Democrático de Direito. Coimbra:
Universidade de Coimbra, 1987; Ingo Wolfgang Sarlet. A eficácia dos di-
reitos fundamentais. Uma teoria geral dos direitos fundamentais na perspectiva
constitucional, 10ª ed. revisada, actualizada y ampliada. Porto Alegre:
Livraria do Advogado, 2011; Ingo Wolfgang Sarlet; Luiz Guilherme
Marinoni; Daniel Mitidiero. Curso de direito constitucional, 1ª ed. São
Paulo: Revista dos Tribunais, 2012, 615 y ss.; Gustavo Zagrebelsky. El
derecho dúctil. Ley, derechos, justicia, trad. Marina Gascón, 9ª ed. Madrid:
Trotta, 2009. Por su parte, el derecho procesal civil en la perspectiva del
Estado Constitucional también es un tema que ha capturado la atención
de muchos juristas. Entre los principales trabajos se pueden mencionar
los siguientes: Carlos Alberto Alvaro de Oliveira. “El proceso civil en
la perspectiva de los derechos fundamentales”, trad. Renzo Cavani. En
Revista Jurídica del Perú, N° 119. Lima: Normas Legales, enero 2011, pp.
297-307; Carlos Alberto Alvaro de Oliveira; Daniel Mitidiero. Curso
de processo civil, vol. 1. Ob. cit., pp. 16 y ss.; Luiz Guilherme Marinoni.
Técnica processual e tutela dos direitos. São Paulo: Revista dos Tribunais,
2004; Luiz Guilherme Marinoni. Teoria geral do processo. Ob. cit.; Daniel
Mitidiero. Colaboração. Ob. cit. pp. 55-68.
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14
Pensamiento originado en Rio Grande do Sul (Brasil), tiene como fundador a
Carlos Alberto Alvaro de Oliveira, plasmado a partir de la tercera edición
su ya citado libro Do formalismo no processo civil (proposta de um formalismo-
valorativo). Cabe resaltar, sin embargo, que la construcción teórica del
formalismo-valorativo tiene importantes particularidades, siendo dos de ellas,
por ejemplo, el entendimiento que el proceso es un fenómeno cultural y la
auténtica búsqueda de una relectura de todo el proceso, buscando explicar
el formalismo, esto es, la estructuración del procedimiento y los poderes
y deberes del juez y de las partes (infra, n. 2. 3), desde un plano axiológico
que promueva la influencia directa de los derechos fundamentales y de los
principios básicos del Estado Constitucional. Entre las principales obras que
se adhieren expresamente a esa forma de pensamiento se encuentran: Carlos
Alberto Alvaro de Oliveira; Daniel Mitidiero. Curso de processo civil, vol.
1. Ob. cit., pp. 16 y ss.; Guilherme Rizzo Amaral. Cumprimento e execução da
sentença sob a ótica do formalismo-valorativo. Porto Alegre: Livraria do Advo-
gado, 2008; Sérgio Luís Wetzel de Mattos. Devido processo legal e proteção
de direitos. Porto Alegre: Livraria do Advogado, 2008, pp. 131 y ss.; Daniel
Mitidiero. Colaboração. Ob. cit., pp. 65-68; Eduardo Scarparo. As invalidades
processuais civis na perspectiva do formalismo-valorativo. Porto Alegre: Livraria
do Advogado, 2013; Hermes Zaneti Jr. Processo constitucional: o modelo cons-
titucional do processo civil brasileiro. Rio de Janeiro: Lumen Juris, 2007, p. 113
y ss. Dejo constancia que, a pesar de haber manifestado mi entusiasmo por
esta teoría, hoy considero que ésta posee diversas peculiaridades (sobre todo
en índole de teoría general del derecho y, más concretamente, el problema
de los valores) que no comparto. Estas divergencias, sin embargo, no podrán
ser realizadas en esta oportunidad.
15
Fredie Didier Jr. Curso de direito processual civil, vol. I. Teoria geral do processo
e processo de conhecimento, 12ª ed. Salvador: Ius Podium, 2010, pp. 28-29. Para
una crítica contra esta terminología, cfr. Daniel Mitidiero. Colaboração. Ob.
cit., pp. 51-53.
Premisas conceptuales para una teoría de la nulidad procesal 43
16
Se trata de la famosa frase contenida en “Dell’azione nascente dal contratto
preliminare”. En Saggi di diritto processuale civile (1894-1937), Vol. I. Milán:
Giuffrè, 1993, p. 214 “El proceso debe dar en cuanto posible prácticamente a quien
tiene un derecho todo aquello y exactamente aquello a que tiene derecho a conseguir”,
aunque, paradójicamente, ella se formuló en plena fase del procesalismo con-
ceptualista.
17
Específicamente sobre el tema puede consultarse: Sergio Chiarloni. “Giu-
sto processo, garanzie processuali e giustizia della decisione”. En Revista
de processo, n. 152. São Paulo: Revista dos Tribunais, 2007, pp. 87-108; Luigi
Paolo Comoglio. Etica e tecnica del ‘giusto processo’. Ob. cit.; Serge Guinchard
y otros. Droit processuel. Droit commun et droit comparé du procès équitable, 4ª
ed. París: Dalloz, 2007; Ingo Wolfgang Sarlet; Luiz Guilherme Marinoni ;
Daniel Mitidiero. Curso de direito constitucional. Ob. cit., pp. 615 y ss.; Artur
César de Souza. “Justo processo ou justa decisão”. En Revista de Processo, n.
196. São Paulo: Revista dos Tribunais, jun. 2011, pp. 469-492; Michele Taruffo.
“Idee per una teoria della decisione giusta”. En Rivista trimestrale di diritto e
procedura civile. Padua: Cedam, jun. 1997, n. 2, pp. 315-329; Nicolò Trocker.
“Il nuovo articolo 111 della Costituzione e il giusto processo in materia civile:
Profili generali”. En Rivista trimestrale di diritto e procedura civile, v. 55, n. 2.
Milán: Giuffrè, abril-junio 2001, pp. 381-410.
18
José Joaquim Gomes Canotilho. Direito constitucional. Ob. cit., pp. 345 y ss.
19
Sobre el tema, ampliamente, Ingo Wolfgang Sarlet. Dignidade da pessoa hu-
mana e direitos fundamentais na constituicao federal de 1988, 9ª ed. Porto Alegre:
Livraria do Advogado, 2012.
44 RENZO CAVANI
20
Ingo Wolfgang Sarlet; Luiz Guilherme Marinoni y Daniel Mitidiero. Curso
de direito constitucional. Ob. cit., p. 615.
21
En efecto, a pesar de que el derecho procesal se encuentra en una nueva fase,
deben mantenerse las conquistas del procesalismo y del instrumentalismo. En ese
sentido, Fredie Didier Jr. Curso de direito processual civil, vol. I. Ob. cit., p. 28.
22
La instrumentalidad positiva y negativa también es abordada —en forma muy
sucinta– por Antonio Carlos de Araújo Cintra; Cândido Rangel Dinamarco;
Ada Pellegrini Grinover. Teoria geral do processo. Ob. cit., pp. 47-48.
23
Cândido Rangel Dinamarco. A instrumentalidade. Ob. cit., p. 326.
Premisas conceptuales para una teoría de la nulidad procesal 45
24
Ibídem, pp. 325-326.
46 RENZO CAVANI
25
De acuerdo con Dinamarco (Ibídem, p. 330), “como consecuencia de todo,
se tiene que la visión teleológica del proceso influencia y alimenta el princi-
pio de instrumentalidad de las formas, sea porque desarrolla la conciencia
instrumentalista en sí mismo, sea porque la amplía y conduce a minimizar
los desvíos formales, siempre que, alcanzado o no el objetivo particular
del acto viciado u omitido, los resultados considerados en la garantía del
contradictorio sean alcanzados (lo que se da en todos los casos en los que,
por mayor que sea el vicio o más grave la omisión, la parte perjudicada en
el proceso sea vencedora en el mérito)”.
26
Ibídem.
27
Es común referirse al derecho procesal como “derecho formal”, por estar
asociado a ritos y formas solemnes. No obstante, el aspecto formal es consus-
tancial a la propia experiencia jurídica. Por ejemplo, no es correcto identificar
el derecho material (civil, penal, constitucional, etc. ) como “derecho sustan-
cial” contrapuesto a un “derecho formal”, porque tanto el derecho material
como el procesal poseen forma ysustancia. En efecto, tal como dice Giovanni
Leone. Istituzioni di diritto processuale penale, vol. I. Dottrine generale. Nápoles:
Premisas conceptuales para una teoría de la nulidad procesal 47
29
Carlos Alberto Alvaro de Oliveira. Do formalismo no processo civil. Ob. cit.,
pp. 28. No obstante, es bueno recordar que muchos años antes de la obra del
jurista gaúcho, Adolfo Gelsi Bidart. De las nulidades en los actos procesales.
Montevideo: García Morales-Mercant-Gráficos Unidos S. A., 1949, pp. 98-99,
ya era claro al no entender negativamente la acepción “formalismo”. Véase,
por ejemplo, el siguiente pasaje: “En la radicación del poder para elegir la
forma, está la distinción entre formalismo y antiformalismo. No basta que
exista o no la equivalencia de varias formas o sea, que con más de una forma
pueda realizarse indistintamente el acto. No deja de haber formalismo cuando
el legislador taxativamente enumera dos o más formas válidas para un acto,
pues si bien el sujeto activo del mismo podrá elegir una cualquiera, siempre
su iniciativa está limitada en las direcciones permitidas por el legislador”.
El siguiente pasaje es inclusive más revelador sobre su comprensión sobre
dicho término: “El proceso reclama el principio formal como de su máxima
conveniencia. Ello se infiere de la finalidad fundamental del proceso, el
interés de la justicia que aspira a proteger y la relación de medio a fin que,
en consecuencia, se plantea entre el Derecho Procesal y el Derecho Sustan-
tivo (…). Aquel debe organizar y prever los medios más eficaces para que
se pronuncie la sentencia justa, la que consagre de acuerdo con el sistema
jurídico, el derecho de su verdadero titular”.
Premisas conceptuales para una teoría de la nulidad procesal 49
30
Carlos Alberto Alvaro de Oliveira. Do formalismo no processo civil. Ob. cit.,
p. 28; también, del mismo autor, “El formalismo-valorativo frente al for-
malismo excesivo”, trad. Renzo Cavani. En Revista Jurídica del Perú, N° 113,
Lima: Normas Legales, julio 2010, p. 202. En este último trabajo, el autor
buscó refinar las ideas plasmadas en Do formalismo hasta su tercera edición,
dándoles mayor objetividad y practicidad, y también desarrolla con mayor
amplitud los conceptos allí lanzados. Todo ello está incorporado en la cuarta
edición, que es la que se viene citando. Para un brillante desarrollo histórico
del formalismo en el proceso civil, cfr. Do formalismo no processo civil. Ob. cit.,
pp. 33-83, así como Giuseppe Chiovenda. “Le forme nella difesa giudiziale
del diritto”. Ob. cit., pp. 358-372. La definición de formalismo que se ha tran-
scrito debe complementarse con dos elementos que Carlos Alberto Alvaro
de Oliveira había delineado pocas páginas atrás en su excelente trabajo. En
ese sentido, este autor entiende la forma en sentido estricto como “el envolto-
rio del acto procesal, la manera cómo éste debe exteriorizarse; se trata, por
tanto, del conjunto de signos por los cuales la voluntad se manifiesta y de los
requisitos a ser observados en su celebración” (Do formalismo. Ob. cit., p. 26).
Por su parte, advierte que parte de la doctrina identifica la forma en sentido
amplio, que comprendería el medio de expresión (forma en sentido estricto) y,
además, las condiciones de lugar y tiempo en que se realiza el acto procesal
(pp. 26-27) Sin embargo, el Prof. Carlos Alberto afirma que estas últimas son
circunstancias —por ello extrínsecas al acto—, llamadas deformalidades que,
“por delimitar los poderes de los sujetos procesales y organizar el proceso,
integran el formalismo procesal, pero no la forma en sentido estricto” (p.
50 RENZO CAVANI
27). En otras palabras, según el autor, lo que debe entenderse por forma en
sentido amplio es el propio formalismo, que, a su vez, comprende la forma
en sentido estricto y las formalidades.
31
Giuseppe Chiovenda. “Le forme nella difesa giudiziale del diritto”. Ob. cit.,
p. 356, no estuvo muy lejos de esta idea del formalismo que muchas veces
es perdida de vista por los operadores jurídicos: “Las formas únicamente
hacen posible la precisa determinación del objeto de las disputas [contesta-
zioni]; trazando el camino que las partes deben seguir, sustituyen el orden
al desorden, y si ello produce retardos, evita retardos mayores; excluyen la
licencia de los litigantes y el arbitrio del juez, garantizando el libre ejercicio
de la defensa judicial”. La misma idea fue reafirmada en sus Principii di
diritto processuale civile, 3a ed. Nápoles: Jovene, 1923, p. 663 (siendo que la
primera edición es de 1906): “Desde las gentes profanas se dirigen muchas
censuras a las formas judiciales, basándose en el hecho de que las formas
dan lugar a largas e inútiles cuestiones, y frecuentemente la inobservancia
de una forma puede producir la pérdida del derecho; y se imaginan sistemas
procesales simples o privados de formalidades. No obstante, la experiencia
ha demostrado que las formas en el juicio son necesarias, como lo es la más
fuerte razón que en cualquier otra relación social; su falta lleva al desorden,
a la confusión y a la incertidumbre”.
Premisas conceptuales para una teoría de la nulidad procesal 51
32
Carlos Alberto Alvaro de Oliveira. Do formalismo no processo civil. Ob. cit.,
p. 30.
33
“Por si ello no bastase, si el órgano judicial de cada proceso estuviese obli-
gado a elaborar para el caso concreto, con gran desperdicio de tiempo, los
propios principios con la finalidad de dar forma al procedimiento adecuado,
permanecería inutilizable el tesoro de la experiencia tomada de la historia
del derecho procesal” (Ibídem, pp. 29-30). Y dice Chiovenda. “Le forme nella
difesa giudiziale del diritto”. Ob. cit., p. 374: “El peor vicio de un sistema de
formas procesales no es su complicación, tampoco su duración; el peor vicio
de las formas es la falta de certeza y la discutibilidad. Ambas dependen o de
la imperfecta u oscura formulación de la ley, o de su relajación en la sanción
de las inobservancias formales (…). El legislador debe impedir que las formas
se violen por oscuridad de la ley; y proveer que, si una forma fue violada, el
efecto de la inobservancia sea claro y abierto”.
34
Cfr. Carlos Alberto Alvaro de Oliveira. Do formalismo no proceso civil. Ob.
cit., p. 159.
52 RENZO CAVANI
35
Piensan igual Cândido Rangel Dinamarco. A instrumentalidade. Ob. cit., p.
328, Roberto Omar Berizonce. “Las formas de los actos procesales: Sistemas”.
En VV. AA., Estudios de nulidades procesales, Buenos Aires: Hammurabi, 1980,
p. 29.
Premisas conceptuales para una teoría de la nulidad procesal 53
36
En efecto, no debe perderse de vista, como bien lo advierte Moacyr Amaral
Santos. Primeiras linhas de direito processual civil, Vol. 2. São Paulo: Saraiva,
1989, p. 60, que “una cosa es reconocer la conveniencia de la simplificación de
las formas, y otra cosa es reconocer la necesidad de las formas”.
37
Giuseppe Chiovenda. “Le forme nella difesa giudiziale del diritto”. Ob. cit., p. 375.
38
Empleo el término “principio” porque resulta ser más común a nivel doctri-
nario. Más adelante se esclarecerá mi visión sobre el concepto (infra, n. 18).
39
Destacan también la misma identificación Cândido Rangel Dinamarco. A
instrumentalidade. Ob. cit., pp. 325-326; José Roberto dos Santos Bedaque.
“Nulidade processual e instrumentalidade do processo (a não intervenção
do Ministério e a nulidade do processo)”. En Justitia, N° 150. São Paulo:
Procuradoria-Geral de Justiça/Associação Paulista do Ministério Público,
abril-junio 1990, p. 54 y ss.; Antonio Carlos de Araújo Cintra; Cândido
Rangel Dinamarco; Ada Pellegrini Grinover. Ob. cit., pp. 47-48.
54 RENZO CAVANI
40
Dice Juan Monroy Gálvez. “La reforma del proceso civil peruano -Quince
años después”. En Código Procesal Civil. Lima: Communitas, 2009, p. 57, que
“en el plano de fundamentar la propuesta, se trató de abandonar la vieja tesis
procedimentalista según la cual, como todas las normas procesales son de
orden público, el incumplimiento de cualquiera de ellas acarrea un vicio tan
nefasto que sólo puede producir la nulidad de todo lo que se ha actuado.
Esta posición radical tuvo como consecuencia que los procesos se dilaten
considerablemente y que la actividad procesal fuera apreciada como un
conjunto de ritos paganos conocidos por algunos (jueces y abogados, jamás
por el ciudadano) y cuyo cumplimiento estricto era la razón de ser de toda la
práctica procesal. Se avanzaba, se gastaba, se sufría, se angustiaba el litigante,
hasta que un buen día todo volvía a empezar, la versión procedimental del
mito de Sísifo”.
Premisas conceptuales para una teoría de la nulidad procesal 55
41
Daniel Mitidiero. Colaboração. Ob. cit., pp. 43-44, y esto es así porque, como
bien dice el profesor gaúcho, el Derecho (juridicidad) presupone un ámbito
mucho más grande que la regla legal (legalidad).
56 RENZO CAVANI
42
Antonio do Passo Cabral. Nulidades no processo moderno. Contraditório, proteção
da confiança e validade prima facie dos atos processuais. Río de Janeiro: Forense,
2009, p. 95.
43
En efecto, Lodovico Mortara. Commentario del Codice e delle leggi di procedura
civile, vol. II. Della competenza. I principii generali della procedura, 2a ed.
diligentemente revisada. Milán: Casa Editrice Dottor Francesco Vallardi,
1923, p. 814, ya decía que “en caso la efectiva finalidad haya sido suficientemente
alcanzada, y, por tanto, ningún daño fuese derivado por la otra parte litigante,
cuya defensa no hubiese sufrido ningún impedimento, no habría razón de justicia
ni de oportunidad para la anulación” (las cursivas son del original). Es preciso
destacar que la edición utilizada es una edición posterior a la original, pues
Mortara escribió el segundo volumen de su Commentario en 1900.
44
En efecto, Giuseppe Chiovenda. “Le forme nella difesa giudiziale del diritto”.
Ob. cit., p. 374, ya decía que “la lid puede tener una alta función jurídica y
social: porque ella conduce al restablecimiento del derecho no es sólo un acto
de justicia en sí, sino una rémora para violaciones futuras. Por su parte, los
jueces tienen una influencia de primera importancia sobre la elaboración del
Premisas conceptuales para una teoría de la nulidad procesal 57
derecho. Pero las cuestiones de forma, que provienen de la lid, que es medio
y no fin (…); éstas son un mal”.
45
Entre los autores posteriores al Codice que destacan esta instrumentalidad de
las formas (aún sin usar expresamente este término), a manera de ejemplo,
encontramos los siguientes: Sergio Costa. “Atti processuali” (art. 121-162). En
Il nuovo Codice di procedura civile. Commentario diretto da Mariano d’Amelio, libro
primo (art. 1-162). Turín: UTET, 1943, pp. 568-569; Salvatore Satta. Diritto
processuale civile. Padua: Cedam, 1948, pp. 141-142; Carlo Furno. “Nullità e
rinnovazione degli atti processuali”. En Studi in onore di Enrico Redenti nel
XL anno del suo insegnamento, vol. 1. Milán: Giuffrè, 1951, pp. 13 y 422; Enrico
Redenti. Diritto processuale civile, I. Nozione e regole generali, Reimpresión
de la segunda edición revisada y actualizada con una nueva apéndice sobre el
control de legitimidad de las leyes. Milán: Giuffrè, 1957, pp. 231-232; Salvatore
Satta. Commentario al Codice di procedura civile. Libro primo. Disposizioni
generali. Milán: Casa Editrice Dr. Francesco Vallardi, 1959, p. 538.
46
Enrico Tullio Liebman. Manuale di diritto processuale civile, I, 2ª ed. Milán:
Giuffrè, 1957, p. 214. Autores más recientes también destacan la importancia
del resultado del acto procesal. Cfr. Roberto Poli. “Sulla sanabilità dei vizi
degli atti processuali”. En Rivista di diritto processuale. Padua: Cedam, abr. /
jun. 1995, n. 2, pp. 473 y ss., y la doctrina citada.
58 RENZO CAVANI
47
Antonio do Passo Cabral. Nulidades no processo moderno. Ob. cit., pp. 95-96.
48
De ahí que Antonio Cabral se preocupe por formular una nueva teoría de
las nulidades (por él llamada de “teoría comunicativa de las nulidades procesa-
les”), resultando en un meritorio esfuerzo por entender la nulidad procesal a
partir una óptica más moderna. No obstante, a pesar de valerme de muchas
consideraciones realizadas por el autor, tengo algunas discrepancias respecto
de su teoría que serán vistas en su oportunidad (infra, n. 19. 3).
Premisas conceptuales para una teoría de la nulidad procesal 59
49
Sólo a manera de ejemplo: Carlos Alberto Alvaro de Oliveira; Daniel
Mitidiero. Curso de processo civil, vol 1. Ob. cit., pp. 96 y ss.; Elio Fazzalari.
Istituzioni di diritto processuale civile, 3ª ed. Padova: Cedam, 1989, pp. 57 y
ss.; Elio Fazzalari. Voz: Procedimento (teoria generale). En Enciclopedia del
diritto, vol. XXXV. Milán: Giuffrè, 1986, pp. 819-836; James Goldschmidt.
Derecho Procesal Civil, trad. Leonardo Prieto Castro. Barcelona: Labor, 1936,
pp. 7-9 (para una exposición sobre las críticas, y defendiendo la teoría de la
relación procesal, cfr. Enrico Tullio Liebman. “L’opera scientifica di James
Goldschmidt e la teoria del rapporto processuale”. En Problemi del processo
60 RENZO CAVANI
52
Ibídem, p. 97.
53
Ibídem, ídem.
54
Paula Costa e Silva. Acto e processo. O dogma da irrelevância na interpretação
dos vícios do acto postulativo. Coimbra: Coimbra editora, 2003, pp. 96-97.
Igualmente, Crisanto Mandrioli. La rapprasentanza nel processo civile. Ob.
cit., pp. 52-53, es enfático en este punto: “Es fácil comprender que críticas
como esas son posibles solamente con base en un equívoco fundamental, que
62 RENZO CAVANI
56
Inclusive, al afirmarse que el proceso es un procedimiento en contradictorio,
coloca al procedimiento como género y al proceso como especie, caracterizado
éste por la dialéctica del diálogo entre juez y partes. Esta la gran lección de
Elio Fazzalari. Istituzioni di diritto processuale civile. Ob. cit., pp. 61-63. La
referencia al contradictorio no es ociosa, pues no sólo implica hacer énfasis
en la interacción entre los sujetos procesales, sino también que se trata de
concretizar un principio fundamental, que se extrae directamente desde la
Constitución, que connota la propia esencia del proceso. Así, según Carlos
Alberto Alvaro de Oliveira; Daniel Mitidiero. Curso de processo civil, vol.
1. Ob. cit., p. 99, el “proceso es una subespecie del género procedimiento de
estructura policéntrica y desenvolvimiento dialéctico, necesariamente con
observancia del contradictorio. El proceso es policéntrico porque envuelve
sujetos diversos, cada uno de los cuales tiene una posición particular y
desempeña un papel específico. A esa estructura subjetivamente compleja
corresponde un desenvolvimiento dialéctico. El tejido conectivo del nece-
sario equilibrio dinámico entre las partes (igualdad de chances; paridad de
armas) es establecido por el contradictorio. Ese contradictorio sirve y debe
estar atento a los fines del Estado Constitucional”.
57
Luiz Guilherme Marinoni. Teoria geral do processo. Ob. cit., p. 414.
64 RENZO CAVANI
58
Cfr., Carlos Alberto Alvaro de Oliveira; y Daniel Mitidiero. Curso de processo
civil, vol. 1. Ob. cit., p. 109.
59
Elio Fazzalari. Istituzioni di diritto processuale civile. Ob. cit., pp. 58-59. Por su
parte, es importante la lección de Giovanni Verde. Profili del processo civile.
Parte generale, 2ª ed., ristampa. Nápoles: Jovene, 1988, pp. 270-271: “Si anali-
zamos lo que sucede en el proceso en concreto, nos damos cuenta que éste
va hacia adelante con la realización de sucesivas situaciones jurídicas, según
una progresión ordenada. Un sujeto del proceso cumple un determinado
acto y ello crea una situación jurídica en base a la cual el mismo sujeto u
otro está habilitado a cumplir un acto ulterior, que a su vez es sintomático de
una nueva situación que legitima el cumplimiento de ulteriores actividades
convergentes hacia el acto final del proceso. Todo ello coloca sobre el contexto
y vuelve escasamente relevante la relación que liga los diversos sujetos del
proceso, ya que aquello que realmente interesa no es su relación, sino el estar
implicados en una única sucesión y que su actividad esté recíprocamente
implicada para converger hacia la emanación del proveimiento (es de esta
constatación que nació, en la moderna ciencia del proceso, la confianza hacia
la noción de relación jurídica procesal y hacia la consecuente posibilidad de
construir las relaciones entre sujetos del proceso según los esquemas tradi-
cionales del derecho, de la obligación, etc. )”.
60
Giovanni Conso. I fatti giuridici processuali penali. Perfezione e efficacia. Milán:
Giuffrè, 1955, p. 135.
Premisas conceptuales para una teoría de la nulidad procesal 65
61
Ingo Wolfgang Sarlet; Luiz Guilherme Marinoni; Daniel Mitidiero. Curso
de direito processual civil. Ob. cit., pp. 637-639. Asimismo, ampliamente: Luiz
Guilherme Marinoni. Teoria geral do processo. Ob. cit., pp. 221-232 (aunque
en esta obra resulta particularmente dudosa la distinción conceptual entre
derecho fundamental de acción y derecho fundamental a la tutela jurisdiccional
efectiva); Luiz Guilherme Marinoni. Técnica processual e tutela dos direitos.
Ob. cit., pp. 165-247. No obstante, es bueno dejar claro que para Marinoni,
la adecuación, es decir, los medios de los que se vale la tutela jurisdiccional
para lograr su resultado también integran el concepto de derecho fundamental
a la tutela jurisdiccional efectiva, tal como se desprende del siguiente pasaje:
“el derecho a la prestación jurisdiccional efectiva no puede ser considerado
un derecho a una prestación fáctica. Pero tampoco puede ser visto apenas
como (i) el derecho a la técnica procesal adecuada, (ii) el derecho a participar
mediante el procedimiento adecuado o (iii) el derecho a la respuesta del juez.
En realidad, el derecho a la tutela jurisdiccional efectiva engloba esos tres
derechos, pues exige la técnica procesal adecuada (normas procesales), la
institución de un procedimiento capaz de viabilizar la participación (p. ej.,
acciones colectivas) y, finalmente, la propia respuesta jurisdiccional” (Ibídem,
p. 185). No obstante, en mi opinión, estamos ante un error conceptual pues
resultado y medios deben ser diferenciados.
62
Es este el entendimiento de Luiz Guilherme Marinoni. Técnica processual e
tutela dos direitos. Ob. cit., p. 187-188: “Sin embargo, el derecho fundamental
a la tutela jurisdiccional efectiva, cuando se dirige contra el juez, no exige
Premisas conceptuales para una teoría de la nulidad procesal 67
67
Como bien señala Canotilho. Direito Constitucional. Ob. cit., p. 652, “al
demandante de una protección jurídica debe ser reconocida la posibilidad
de obtener, en tiempo útil (‘adecuación temporal’, ‘justicia temporalmente
adecuada’), una sentencia ejecutoria con fuerza de cosa juzgada —‘la justicia
tardía equivale a una denegación de la justicia’ (…). Nótese que la exigencia de
un derecho sin dilaciones indebidas, o sea, de una protección judicial en tiempo
adecuado, no significa necesariamente ‘justicia acelerada’. La ‘aceleración’ de
la protección jurídica que se traduzca en disminución de garantías procesales
y materiales (plazos del recurso, supresión de instancias) puede conducir a
una justicia pronta pero materialmente injusta” (las cursivas son del original).
Además, bajo una perspectiva que se conecta con los derechos a organización
y la duración del proceso, es importante advertir que la organización del
material humano y la adecuada asignación de recursos por parte del Poder
Judicial son fundamentales para otorgar una tutela jurisdiccional más idónea.
Cfr. Carlos Alberto Alvaro de Oliveira. Do formalismo no proceso civil. Ob.
cit., pp. 89-90.
68
Ingo Wolfgang Sarlet; Luiz Guilherme Marinoni; Daniel Mitidiero. Curso
de direito constitucional. Ob. cit., p. 678.
69
La lección de estos autores al respecto (Ibídem, pp. 678-679) es muy importante:
“El derecho a la duración razonable del proceso no constituye ni implica un derecho
a un proceso rápido o célere. Las expresiones no son sinónimas. La propia idea
de proceso ya repele la instantaneidad y remite al tiempo como algo inherente
a la fisiología procesal. La naturaleza necesariamente temporal del proceso
constituye una imposición democrática, proveniente del derecho de las partes
de participar en él de forma adecuada, donde el derecho al contradictorio y
los demás derechos que confluyen para la organización del proceso justo
excluye cualquier posibilidad de comprensión del derecho al proceso con duración
70 RENZO CAVANI
En Revista Jurídica del Perú, N° 96. Lima: Normas Legales, febrero 2009, pp.
380-382. Para una vinculación entre dicha teoría y el debate entre Windscheid
y Muther, así como los cambios en el rumbo de la procesalística alemana,
cfr. Giovanni Tarello. “La riforma processuale in Italia nel primo quarto del
secolo. Per uno studio della genesi dottrinale e ideologica del vigente codice
di procedura civile”. En Dottrine del processo civile. Studi storici sulla formazione
del diritto processuale civile (al cuidado de R. Guastini y G. Rebuffa). Boloña:
Il Mulino, 1989, pp. 34 y ss.
73
Según Carlos Alberto Alvaro de Oliveira. Do formalismo no processo civil. Ob.
cit., p. 111, “la efectividad está consagrada en la Constitución Federal, art. 5,
XXXV, pues no es suficiente solamente abrir la puerta de entrada al Poder
Judicial, sino prestar una jurisdicción en lo posible eficiente, efectiva y justa,
mediante un proceso sin dilaciones temporales o formalismos excesivos, que
conceda al vencedor en el plano jurídico y social todo lo que sea justo”.
72 RENZO CAVANI
74
Ibídem, p. 98.
75
Ibídem, p. 116.
76
El binomio efectividad-seguridad es un elemento recurrente en la obra del
prof. Carlos Alberto. Cfr. Do formalismo no processo civil. Ob. cit., pp. 115; “El
derecho fundamental a la tutela jurisdiccional efectiva”. Ob. cit., pp. 384 y ss.;
“El formalismo-valorativo frente al formalismo excesivo”. Ob. cit., pp. 296 y
ss.; “El proceso civil desde la perspectiva de los derechos fundamentales”.
Ob. cit., pp. 298, 305 y 307. Ovídio Baptista da Silva. Curso de processo civil,
vol. 3. Processo cautelar (tutela de urgência), 3ª ed. revisada, actualizada y am-
pliada. São Paulo: Revistas dos Tribunais, 2000, pp. 19-20, también destaca
ese conflicto permanente entre efectividad y seguridad. La misma exposición
Premisas conceptuales para una teoría de la nulidad procesal 73
79
Carlos Alberto Alvaro de Oliveira. “El derecho fundamental a la tutela
jurisdiccional efectiva”. Ob. cit., p. 388.
80
Carlos Alberto Alvaro de Oliveira. Do formalismo no processo civil. Ob. cit.,
p. 117.
81
Dice Carlos Alberto Alvaro de Oliveira. “El derecho fundamental a la tutela
jurisdiccional efectiva”. Ob. cit., p. 388, que “hoy la seguridad jurídica de una
norma debe ser medida por la estabilidad de su finalidad, abarcada en caso
de necesidad por su propio movimiento. No se busca más el absoluto de la
seguridad jurídica, sino la seguridad jurídica afectada con un coeficiente
de garantía de realidad. En esa nueva perspectiva, la propia seguridad
jurídica induce el cambio al movimiento, visto que debe estar al servicio
del objetivo inmediato de permitir la efectividad del derecho fundamen-
tal a un proceso imparcial. En suma, la seguridad ya no es vista con los
ojos del Estado liberal, en que tendía a prevalecer como valor, porque
no sirve más a los fines sociales a que se destina el Estado. Dentro de estas
coordenadas, el juez debe estar atento a las peculiaridades del caso, pues
atendiendo incluso al formalismo establecido por el sistema, de cara a las
circunstancias de la especie, el proceso puede presentarse injusto o llevar un
resultado también injusto”.
Premisas conceptuales para una teoría de la nulidad procesal 75
82
Asume la premisa de la efectividad y seguridad en el tema de la nulidad
procesal Eduardo Scarparo. As invalidades processuais civis na perspectiva do
formalismo valorativo. Porto Alegre:Livraria do Advogado, 2013, pp. 110-114.
83
Ingo Wolfgang Sarlet; Luiz Guilherme Marinoni; Daniel Mitidiero. Curso
de direito constitucional. Ob. cit., pp. 671-674.
84
Para un desarrollo del concepto de igualdad y sus implicancias normativas,
cfr. con provecho: Humberto Ávila. Teoria da igualdade tributária, 2ª ed. São
Paulo: Malheiros, 2009. Asimismo, cfr. José Joaquim Gomes Canotilho.
Direito constitucional. Ob. cit., pp. 562 y ss.
85
Daniel Mitidiero. Antecipação da tutela. Ob. cit., pp. 60-61; Daniel Mitidiero.
Cortes Superiores e Cortes Supremas. Ob. cit.
76 RENZO CAVANI
86
Humberto Ávila. Segurança jurídica. Entre permanência, mudança e realização
no Direito Tributário, 1ª ed. São Paulo: Malheiros, 2011, p. 207.
87
Ibídem, pp. 250 y ss.
88
Ingo Wolfgang Sarlet; Luiz Guilherme Marinoni; Daniel Mitidiero. Curso de
direito constitucional. Ob. cit., p. 671, hablan de certeza, estabilidad, confiabilidad
y efectividad, tratándose, en mi criterio, de una opción perfectamente válida,
principalmente sobre este último elemento el cual también entiendo que se
extrae de la seguridad jurídica en el proceso.
Premisas conceptuales para una teoría de la nulidad procesal 77
89
Al igual que las formas procesales, son manifestaciones del derecho funda-
mental a la seguridad jurídica: la preclusión, la cosa juzgada y el precedente
judicial (Ibídem, ídem). Sobre el último tema, ampliamente, Luiz Guilherme
Marinoni. Precedentes obrigatórios, 2ª ed. São Paulo: Revista dos Tribunais,
2012.
90
En esta manifestación de la seguridad jurídica se encuentra la certeza y
previsibilidad de las formas procesales y del propio procedimiento. De ahí
que la preocupación de Enrico Tullio Liebman. Manuale di diritto processuale
civile. Ob. cit., p. 218, sea absolutamente fundada: “De un lado, de hecho, un
procedimiento no puede permanecer en la situación de incerteza causada
por el vicio de un acto suyo; es preciso por tanto eliminar la incerteza lo más
rápido posible con la convalidación del acto”.
78 RENZO CAVANI
91
Daniel Mitidiero. Antecipação da tutela. Ob. cit., p. 61. Inclusive el propio
Humberto Ávila. Segurança jurídica. Ob. cit., p. 256, reconoce que “el principio
de seguridad jurídica busca garantizar racionalidad y efectividad al Derecho
como un todo”.
92
Daniel Mitidiero. Antecipação da tutela. Ob. cit., p. 63; Daniel Mitidiero. Cortes
Superiores e Cortes Supremas. Ob. cit. Asimismo, desde la perspectiva de las
formas judiciales, hace más de medio siglo Hugo Alsina. “Las nulidades en
el proceso civil”. En: Scritti giuridici in memoria di Piero Calamandrei, volume
secondo. Diritto processuale (autori stranieri). Padua: Cedam, 1958, pp. 83-84,
colocaba la celeridad y la seguridad como elementos antagónicos que debían
ser conciliados. Dice el autor argentino: “c) Pero las formas tienen al mismo
tiempo el inconveniente que imponen una demora en la sustanciación de
los procesos, elevando su costo, y cuando son excesivas, los términos se
invierten, porque el derecho material o de fondo, para cuya realización han
sido establecidas, resulta sacrificado a las exigencias de las formas. Dos son
los intereses a conciliar en esta materia: la celeridad y la seguridad. Por una
parte, el actor desearía que el proceso tuviera resolución en el plazo más
breve posible, reduciendo el conocimiento del juez a una simple informa-
ción sumaria; en tanto que el demandado reclamará mayor amplitud para
el ejercicio de la defensa y estimará lesiva para sus interes[sic] cualquier
restricción a este respecto. Frente a ellos el interés de la sociedad exije[sic]
que la decisión del juez sea justa para que llene su función social y establezca
el orden jurídico”.
Premisas conceptuales para una teoría de la nulidad procesal 79
93
Humberto Ávila. Teoria dos princípios. Da definição à aplicação dos princípios
jurídicos, 13ª ed. revisada y ampliada. São Paulo: Malheiros, 2012, pp. 166-167.
94
Carlos Alberto Alvaro de Oliveira. Do formalismo no processo civil. Ob. cit.,
p. 111.
CAPÍTULO II
Síntesis histórica de la función
de la nulidad en el proceso civil
95
Un estudio histórico sobre la nulidad procesal también puede encontrarse
en uno de los principales libros escritos sobre la materia: Roque Komatsu.
Da invalidade no processo civil. São Paulo: Revista dos Tribunais, 1991, pp. 43
y ss., aunque después de analizar la experiencia del derecho estatutario, el
autor pasa a tratar la nulidad en la tradición lusitana e hispánica. Una sucinta
exposición histórica también fue hecha por Manuel Morón Palomino. La
nulidad en el proceso civil español. Barcelona: Nereo, 1962, pp. 23 y ss. Por su
parte, una interesante exposición histórica sobre la nulidad en el proceso pe-
nal ya fue hecha por Gaetano Contursi Lisi. Le nullità nel Codice di Procedura
Penale. Milán: Società Editrice Libraria, 1937, pp. 3-40.
96
En el campo del derecho civil también se verificó una absoluta identificación
entre nulidad e inexistencia. Cfr. Cláudio Fortunato Michelon Jr. “Ensaio
sobre a história, as possibilidades e os limites de uma teoria das invalidades
dos atos jurídicos”. En Revista do Ministério Público do Rio Grande do Sul, n.
40. Belo Horizonte: Ciência Jurídica Nova Alvorada Edições, ene. /jun. 1998,
pp. 49-50. De hecho, muchas soluciones jurídicas del proceso romano fueron
un reflejo del derecho privado.
84 RENZO CAVANI
97
Es la lección de Rudolf von Ihering. El espíritu del derecho romano, vol. 3. Mé-
xico DF: Oxford University Press, 2001, p. 584: “La diferencia del contenido y
de la forma no se limita sólo a las cosas de la naturaleza exterior, sino que se
aplica igualmente a las del espíritu; me refiero a las formas del sentimiento,
del pensamiento, de la voluntad, etc.; es decir, a los medios por los cuales los
hechos internos, las ideas, las sensaciones, las resoluciones, etc., adquieren
una expresión y una existencia exteriores. Pero en el uno como en el otro caso
la diferencia no tiene una existencia real, essólo una abstracción. La forma
es el contenido desde el punto de vista de su visibilidad. Supone siempre el
contenido, porque no existe forma sin contenido ni contenido sin forma.
Cuando hay un cambio de forma las cosas aparecen de otro modo, pero sólo
en apariencia. Ante la forma definitiva que oponemos al contenido no existe
contenido sin forma, pero sí un contenido en otra forma menos perfecta”.
98
Ibídem, p. 605.
99
Ihering (Ibídem, p. 704 y ss. ) es enfático al afirmar que este rigor formal se
mantuvo en la transición del proceso de las legis actiones al formulario, pues
un defecto en la fórmula también implicaba la pérdida del juicio. Así, no
fue un debilitamiento en el rigor formal lo que determinó la propagación
del proceso formulario —a diferencia de lo que sostiene Gayo– sino: (i) la
reducción considerable de errores pues antes de la fase apud iudicem existía
un debate sobre el derecho litigioso ante el pretor, y (ii) los grandes poderes
Síntesis histórica de la función de la nulidad en el proceso civil 85
103
Piero Calamandrei. La cassazione civile. Ob. cit., pp. 18-19.
104
Vittorio Scialoja. Procedura civile romana. Esercizio e difesa dei diritti. Padua:
Cedam, 1936, p. 180.
105
Giovanni Pugliese. Istituzioni di diritto romano, 3a ed. (con la colaboración de
Francesco Sitzia y Letizia Vacca). Turín: Giappichelli, 1991, p. 281.
Síntesis histórica de la función de la nulidad en el proceso civil 87
106
José Rogério Cruz e Tucci; Luiz Carlos Azevedo. Lições de história do processo
civil romano. São Paulo: Revista dos Tribunais, 2001, p. 147. También se men-
ciona como causal de nulidad la expedición de una sentencia contraviniendo
una res iudicata prexistente, aunque, como se señaló, con apoyo en Vittorio
Scialoja, esto ya existía por lo menos desde el proceso formulario.
107
Piero Calamandrei. La cassazione civile. Ob. cit., p. 19. Así, puede decirse que
la invalidez se reducía a cuatro tópicos: “a) falta de un presupuesto procesal
(juez o partes); b) interrupción de la relación procesal regularmente consti-
tuida; c) sentencia pronunciada fuera de los límites de la relación procesal o
con otro exceso de poder; d) sentencia pronunciada sin las debidas formas”
(p. 21); no obstante, como el mismo autor esclarece, en el derecho romano, si
bien no mutó la concepción de nulidad, siempre vinculada a la inexistencia,
otros factores también fueron subsumidos en dicha concepción, como se verá
a continuación.
108
Vittorio Scialoja. Procedura civile romana. Ob. cit., p. 256; Giuseppe Olivieri.
La rimessione al primo giudice nell’appello civile. Nápoles: Jovene, 1999, p. 10;
José Rogério Cruz e Tucci; Luiz Carlos Azevedo. Lições de história do processo
civil romano. Ob. cit., p. 128.
88 RENZO CAVANI
109
Piero Calamandrei. La cassazione civile. Ob. cit., p. 25.
110
Vittorio Scialoja. Procedura civile romana. Ob cit., pp. 256-257; Giuseppe
Olivieri. La rimessione. Ob. cit., pp. 10-11. Por su parte, entre las razones
para iniciar una restitutio in integrum se encontraban el dolo, la coacción y la
iniquidad, lo cual viene a ser el antecedente histórico de la revisión civil. Cfr.,
Sílvio A. B. Meira. Instituições de direito romano, vol. II, 4ª edición revisada y
aumentada, São Paulo: Max Limonad, s/a, p. 741.
111
Sobre este punto, es magnífica la exposición de Riccardo Orestano. L’appello
civile in diritto romano. Corso di diritto romano, reimpresión inalterada de la 2a
ed. de 1953. Turín: Giappichelli, 1966, pp. 80-94, de quien se extraen las ideas
plasmadas en el texto sobre la intercessio.
112
Cfr., Vittorio Scialoja. Procedura civile romana. Ob cit., p. 255.
Síntesis histórica de la función de la nulidad en el proceso civil 89
113
Cfr., Piero Calamandrei. La cassazione civile. Ob. cit., pp. 23-24. En efecto,
según la autorizada lección de Giovanni Pugliese. Istituzioni. Ob. cit., p. 330
“el actor perdedor, si quería alegar la nulidad de la sentencia desfavorable a
él, no tenía necesidad de la revocatio in duplum, porque podía accionar nueva-
mente, y contra el demandado que adujese contra él la sentencia (o los efectos
extintivos o preclusivos de las previa litiscontestatio), podía replicar que la
sentencia (o inclusive la litis contestatio) era nula, dando después libremente
la demostración al juez”.
114
Piero Calamandrei. La cassazione civile. Ob. cit., pp. 27-28.
90 RENZO CAVANI
115
Ibídem, p. 39.
116
Ibídem, p. 43.
117
José Rogério Cruz e Tucci; Luiz Carlos Azevedo. Lições de história do processo
civil romano. Ob. cit., p. 147, colocan como ejemplo de decisión proferida contra
ius constitutionis “reputar válido un testamento hecho por quien todavía no
había cumplido 14 años”. El mismo ejemplo es usado por Orestano. L’appello
civile. Ob. cit., pp. 282. 283, para diferenciar el error de derecho del error de
hecho y, en consecuencia, en qué caso sí existía nulidad de la sentencia,
aunque luego esclarece que la distinción entre error de derecho y error de
hecho no se encuentra expresamente mencionada en las fuentes.
118
Piero Calamandrei. La cassazione civile. Ob. cit., pp. 46 y ss. Por su parte,
Riccardo Orestano. L’appello civile. Ob. cit., p. 283, afirma que las sentencias
Síntesis histórica de la función de la nulidad en el proceso civil 91
contra ius constitutionis y las sentencias contra ius litigatoris no coinciden ple-
namente con la distinción entre error de derecho y error de hecho, puesto
que “contra ius constitutionis son llamadas las sentencias viciadas por un
error sobre la existencia de la norma en sí misma, [y] contra ius litigatoris
aquellas viciadas por un error —que podría ser tanto de derecho como de
hecho– concerniente a un derecho subjetivo de las partes”.
119
Que, por ser injusta, era válida. Así, según José Rogério Cruz e Tucci; Luiz
Carlos de Azevedo. Lições de história do processo civil romano. Ob. cit., p. 150,
“en la época del principado, como corolario lógico de la nueva organización
judicial, establecida según un criterio jerárquico teniendo en el vértice al
emperador como autoridad suprema, surge la appellatio, que, por la reite-
rada praxis, pasaría a ser conceptuada como el remedio ordinario contra
la injusticia sustancial de la decisión resultante de sentencias formalmente
válidas”. No obstante, en un trabajo posterior a su famosa La cassazione ci-
vile, Calamandrei. Voz: Appello civile. En Enciclopedia italiana (Treccani), VII.
Roma: Istituto dell’Enciclopedia Italiana, 1929, pp. 729-730, realiza un breve
recuento histórico de la apelación, afirmando que ella existió en el período
del ordo iudiciorum y sirvió para atacar el decreto del magistrado in iure, a
fin de paralizar sus efectos, es decir, una “intercessio de par maiorve potestas”.
Esta voz fue reproducida en el volumen VIII de la Opere Giuridiche, de 1979,
con un apéndice que data de 1948.
120
Según Giuseppe Olivieri. La rimessione. Ob. cit., pp. 18-19, “la apelación, desde
el momento que su función es la de dar justicia a la parte, es concebido como
un novum iudicium sobre la relación controvertida. Amplios son, de hecho,
los poderes reconocidos a las partes en este grado del juicio: aun estando
prohibida la presentación de nuevas demandas (aunque el dato no es del
todo cierto), a ellas les es consentido producir nuevas pruebas y suscitar
92 RENZO CAVANI
124
Riccardo Orestano. L’appello civile. Ob. cit., p. 95.
125
Vittorio Scialoja. Procedura civile romana. Ob. cit., p. 180, resume bien la
conclusión a la que se pretende llegar: “Nótese que, en ese punto, hay una
gran diferencia entre el derecho antiguo y el derecho moderno; para nosotros,
tal vez, existen más razones de nulidad de una sentencia de las que existían
para los antiguos y especialmente nulidad de forma; p. ej., basta la falta de
la firma de un juez para que una sentencia en nuestro derecho sea nula;
pero para los romanos una sentencia nula es una sentencia absolutamente
ineficaz, de modo que no se puede fundar sobre ella la actio iudicati, ni se
puede oponer en ningún caso como res iudicata; al paso que para nosotros
las sentencias son todas válidas, si en los tiempos y en los modos estableci-
dos por el procedimiento no se hizo que su nulidad fuese declarada; si, por
ejemplo, contra una sentencia de primera instancia no se produce apelación
en los términos de la ley para anularla, ella pasa en cosa juzgada, cualquier
que sea su vicio”.
94 RENZO CAVANI
126
Piero Calamandrei. La cassazione civile. Ob. cit., p. 100.
127
Ibídem, ídem.
128
Calamandrei. La cassazione civile. Ob. cit, pp. 89 y ss., desarrolla a profun-
didad el remedio de la Urteilsschelte (desaprobación de la sentencia) que el
demandante podía efectuar si el presidente del tribunal de justicia (Rachim-
burgos) divergía en con su propuesta. Pero se deja en claro que antes del
pronunciamiento de la asamblea de los hombres libres no había resolución
alguna, por lo que no se trataba realmente de un medio de impugnación
(cfr., también, Giuseppe Olivieri. La rimessione. Ob. cit., p. 25). Más adelante,
continuando el profesor florentino con su exposición histórica, se evidencia
una mutación de la Urteilsschelte a un mecanismo para obtener la nulidad,
a diferencia de lo que ocurría en el derecho romano. Esto será parcialmente
tratado en el próximo apartado, ya entrando a una nueva fase de evolución de
la función de la nulidad.
Síntesis histórica de la función de la nulidad en el proceso civil 95
129
Una interesante exposición sobre el derecho de los pueblos germánicos, con
abundante bibliografía, puede encontrarse en Clóvis Juarez Kemmerich. O direito
processual da Idade Média. Porto Alegre: Sergio Antonio Fabris Editor, 2006, pp.
32 y ss. Este mismo autor sostiene que, además de la querela nullitatis y
la appellatio, subsistieron en la Edad Media la restitutio in integrum y la
supplicatio.
130
Para una exposición detallada sobre proceso civil en la Edad Media y, en
particular, sobre el proceso común en Europa Continental y, también, en
Inglaterra, con sus respectivas influencias, cfr. R. C. van Caenegem. History
of European Civil Procedure. Civil procedure, vol. XVI - chapter 2 (Mauro Cap-
pelletti, chief editor). Tübingen-The Hague-Paris-New York: J. C. B. Mohr
(Paul Siebeck)-Mouton-Oceana Publications Inc., 1973, pp. 11-53.
96 RENZO CAVANI
Piero Calamandrei. La cassazione civile. Ob. cit., pp. 137-138. Hasta el derecho
131
Ibídem, p. 142.
132
134
Inclusive, podía existir nulidad si la praxis no era respetada, aún si el ius
decía lo contrario. En efecto, como señala Nicola Picardi. Voz: Processo. I.
Processo civile. c) Diritto moderno. En Enciclopedia del Diritto, XXXVI. Milán:
Giuffrè, 1987, p. 114, “la praxis —porque era rationabilis– debía ser observada
también si era contra ius, caso contrario serían tenidos como nulos los actos
procesales (‘nulla sit citatio facta contra stylum’) y el juez habría quedado
expuesto a responsabilidad (‘non observans stylum litem suam facit et tenetur
in Syndicatu’)”. Es preciso tener en cuenta, al respecto, que el proceso en el
derecho común fue construido con base en la propia práctica de los tribunales
con apoyo de la doctrina, donde predominaba una paridad entre el juez y las
partes, bajo la influencia de la lógica dialéctica de Aristóteles y la absoluta
ajenidad del control estatal, siendo esta última acaso la característica más
importante del ordo iudiciorum privatorum de esa época. Sobre el tema, cfr.
Adriana Campitelli. Voz: Processo. I. Processo civile. b) Diritto intermedio. En
Enciclopedia del diritto, XXXVI. Ob. cit., pp. 89 y ss.; Carlos Alberto Alvaro de
Oliveira. Do formalismo no processo civil. Ob. cit., pp. 47-52; Daniel Mitidiero.
Colaboração. Ob. cit., pp. 73-74 y 89 y ss.
100 RENZO CAVANI
135
Piero Calamandrei. La cassazione civile. Ob. cit., p. 169. En efecto, “cualquier
error de juicio podía dar lugar a nulidad, siempre que fuese reconocible
del tenor de la sentencia o de los actos del primer juicio, sin necesidad de
proceder a un (nuevo examen) del mérito: así la querella de nulidad tenía la
función de una verdadera y propia revisión de la primera sentencia” (p. 174).
136
Ibídem, 170.
137
Giuseppe Olivieri. La rimessione. Ob. cit., p. 44.
Síntesis histórica de la función de la nulidad en el proceso civil 101
decir, pasibles de ser anuladas, dejando de ser nula ipso iure como
ocurría en el derecho romano138. Esto trajo como directa consecuen-
cia una gran importancia de la res iudicata, que pasó a ser el punto
de quiebre para la posibilidad de hacer valer una nulidad ocurrida
en el procedimiento o en la sentencia. Luego de la producción de
la cosa juzgada, todos los vicios quedaban saneados.
En este punto nos encontramos ante un predominio total
del principio de validez formal de la sentencia tal como en el derecho
germánico primitivo (fenómeno que no fue global sino, como es
evidente, limitado a algunas ciudades-estado italianas y alema-
nas), pero ya no por los motivos que justificaban tal solución en
dicho experiencia jurídica. En la etapa de la evolución jurídica que
se está tratando se buscaba privilegiar la rapidez de los juicios da-
das las exigencias de las relaciones comerciales condicionadas a la
estabilización de la decisión final. Siendo ello así, puede apreciarse
con nitidez que ya hay finalidades que son privilegiadas por sobre
la violación de las formas en el procedimiento.
Sin embargo, como se acaba de señalar, la instauración de la
querela nullitatis no se dio de manera uniforme, pues se amoldó
de acuerdo a las diversas legislaciones que la acogieron. En efec-
to, más allá de la distorsión que sufrió la institución —lo cual la
llevó, en algunos casos, a ser la única vía de impugnación de las
139
Giuseppe Olivieri. La rimessione. Ob. cit., p. 48, quien se remite a Calaman-
drei.
Síntesis histórica de la función de la nulidad en el proceso civil 103
140
Aunque Calamandrei. La cassazione civile. Ob. cit., pp. 201-202, advierte,
no sin razón, en el ámbito del proceso común alemán, la contradictoriedad
que significaba que la doctrina afirme que el medio para hacer valer las
nulidades insanabilis sea una acción de declaración de certeza, pero que, al
mismo tiempo, exista una regla que el ejercicio de dichas nulidades queda
precluido después de treinta años, que era el plazo de prescripción general
en el derecho común.
141
Ibídem, p. 194-195.
142
Giuseppe Olivieri. La rimessione. Ob. cit., p. 48. Es interesante ver, por su parte,
que la incompetencia en Roma era causa de nulidad, luego se convirtió en
nulidad sanable (cfr. Giuseppe Chiovenda. “Sulla cosa giudicata”. En Saggi
di diritto processuale civile, Vol. III. Ob. cit., p. 401 y ss. ). En otro ensayo refiere
Chiovenda. “Cosa giudicata e competenza”. En Saggi di diritto processuale
civile, Vol. III. Ob. cit., p. 413, que “la incompetencia del juez fue causa, en
Roma, de nulidad (nec est ulla sententia); donde podía oponerse también a la
cosa juzgada. Con el modificarse del tratamiento de las nulidades, se redujo
a simple motivo de impugnación, sujeto, por consiguiente, a términos, cuyo
decurso tenía por efecto sanar aquel vicio”.
104 RENZO CAVANI
143
Giuseppe Olivieri. La rimessione. Ob. cit., p. 53.
144
En efecto, como sostiene Calamandrei. La cassazione civile. Ob. cit., pp. 176-177,
en el caso que la anulación sea únicamente de la sentencia, sea por defectos
procesales contenidos en ésta o por una notoria iniustitia, el juez superior
“después de haber anulado la precedente sentencia (iudicium rescindens),
podía sustituirla por una nueva sentencia basada sobre los mismos actos
(iudicium rescissorium) desde el momento en que, anulándose solamente la
sentencia y no el material instructorio que le servía de base, éste se hallaba
preparado para dar lugar, sin ulterior análisis, a un nuevo pronunciamiento”.
145
Ibídem, pp. 175-176. Al respecto, llama mucho la atención que en el dere-
cho común, a fin de ahorrar tiempo, los juicios de rescisión y restitución
Síntesis histórica de la función de la nulidad en el proceso civil 105
146
Cfr. Nicola Picardi. Voz: Processo. I. Processo civile. c) Diritto moderno. Ob. cit.,
pp. 115 y ss.; Carlos Alberto Alvaro de Oliveira. Do formalismo. Ob. cit., pp.
48 y ss., y la doctrina allí citada. Cabe resaltar que las características enume-
radas en el texto corresponden a la exposición que el profesor gaúcho hace
del proceso romano-canónico. Así, en el apartado 4. 4. 2. habla del proceso
común alemán, derivado de aquel, en donde se acentuó con más fuerza el
formalismo exacerbado de su par italiano (pp. 52-54).
147
Según Arthur Engelmann. A history of continental procedure, citado por Cap-
pelletti, Mauro. “Il processo civile italiano nel quadro della contrapposizione
‘civil law’ - ‘common law’. En Rivista di diritto civile. Padua: Cedam, 1963, p.
44, nota 58, “todos los pasos procedimentales de las partes fueron tomados
en el curso de varios períodos (…). Quince de esos términos, en promedio,
eran requisitos (…). Cualquier desviación de parte del juez en esta secuencia
de pasos, inclusive la consolidación de dos o más de ellos, era una nulidad
afectando el procedimiento entero”.
148
Al final, como demuestra, en un conocidísimo ensayo, Piero Calamandrei.
“Sopravvivenza della querela di nullità nel processo civile vigente”. En Rivista
di diritto processuale, VI. Padua: Cedam, 1951, pp. 112 y ss., en el proceso civil
actual se verifica la absorción de la nulidad (que se hacía valer mediante la
querela nullitatis) en la impugnación de las decisiones injustas (apelación y
Síntesis histórica de la función de la nulidad en el proceso civil 107
150
El texto íntegro de la Clementina Saepe, traducido al castellano, puede encon-
trarse en el trabajo de Álvaro Gutiérrez Berlinches. “Algunas reflexiones
sobre el concepto de sumariedad”. En Revista de derecho procesal, N° 1-3.
Madrid, 2003, pp. 297-299.
151
Ibídem, p. 297. En posición que compartimos, el autor señala que “la Saepe,
además de sistematizar las características comunes a la clase de juicio que
regula, supone la generalización de un modo de proceder rápido, pero no la
creación de la tutela sumaria en sentido técnico” (p. 301). Es por esta razón
que Fairén Guillén le denomina juicio plenario rápido y no proceso sumario
(El juicio ordinario y los plenarios rápidos. Ob. cit., pp. 55 y ss. ).
152
Álvaro Gutiérrez Berlinches. Ob. cit., p. 299.
110 RENZO CAVANI
153
Carlos Alberto Alvaro de Oliveira. Do formalismo no processo civil. Ob. cit.,
pp. 61-62.
154
Para una brillante y acuciosa investigación histórico-jurídica sobre la Or-
donnance, cfr. Nicola Picardi. “Introdução ao Code Louis (Ordonnance civile,
1667)”, trad. Débora Holenbach. En Jurisdição e processo, organizador y revisor
técnico de la traducción: Carlos Alberto de Oliveira. Rio de Janeiro: Forense,
2008, pp. 69-125.
155
Tuve acceso a un documento muy cercano a la época que contiene la Or-
donnance, al cual debe entenderse la referencia cuando se transcribían, en
lo sucesivo, sus disposiciones en francés de aquella época. Se trata de la
Ordonnance de Louis XIV. Roy de France et de Navarre. Donnée à Saint Germain
et Laye au mois d’Avril 1667. Paris, 1671.
156
Carlos Alberto Alvaro de Oliveira. Do formalismo no processo civil. Ob cit.,
p. 60-61.
Síntesis histórica de la función de la nulidad en el proceso civil 111
157
Enrico Tullio Liebman. Manuale di diritto processuale civile. Ob. cit., pp. 20-21.
Esto también es destacado en un documento doscientos años más antiguo
que la traducción de Liebman que se acaba de citar: “Los Jueces Eclesiásticos,
en los tiempos que ellos habían atraído para sí el conocimiento casi todos
los Asuntos, habían introducido en el Orden Judicial un gran número de
Formalidades, cuya mayor parte aparecían inferidas en los dos primeros
Libros de las Decretales, que hacían los Procesos extremadamente largos y
dispendiosos. Nuestros Reyes han dado sucesivamente diversas Ordenan-
zas para remediar este mal, Luis XIV, en aquella del mes de abril de 1667,
se propuso, como lo dijo él mismo, de hacer la expedición de los Asuntos más
rápida, más fácil y más justa, para la supresión de varios Plazos & Actos inútiles, y
para el establecimiento de un Estilo uniforme en todas las Cortes y Sedes” (Marc-
Antoine Rodier. Questions sur l’Ordonnance de Louis XIV du mois d’Avril 1667
relatives aux usages des cours de parlement, et principalement de celui de Toulouse.
Toulouse: Antoine Birosse, 1761, Prefacio).
158
Leo Rosenberg. Tratado de Derecho Procesal Civil. Tomo I. Introducción, libro
primero: teoría general, trad. Angela Romera Vera, Buenos Aires: EJEA, 1955,
p. 23.
159
Nicola Picardi. “Introdução ao Code Louis”. Ob. cit., pp. 69-70. De hecho,
la Ordonnance de 1667, al igual que la ordenanza sajona de 1622, fueron las
primeras legislaciones de la Edad Moderna cuya vocación fue apropiarse del
112 RENZO CAVANI
proceso. Cfr., Nicola Picardi. Processo. I. Processo civile. c) Diritto moderno. Ob.
cit., p. 114.
160
Al respecto, a partir de la lección de Nicola Picardi. “Introdução ao Code
Louis”. Ob. cit., p. 93, vale la pena tener en cuenta que “en el derecho común,
la doctrina de la interpretatio encontraba su norma de reconocimiento en la
equidad, no en la voluntad del legislador. La interpretatio consistía en un
concurso de auctoritates y de rationes y era ejercida según las técnicas de una
razón dialéctica, social y justificativa”, por lo que esta disposición de Luis
XIV, a pesar que no tuvo mucho éxito, fue una clara demostración de la ten-
dencia, en la Edad Moderna, de la función del juez frente a la ley: apenas la
declaración de la voluntad del soberano. Así, como elocuentemente afirma
Picardi (Ob. ult. cit., pp. 96-97), la Ordonnance intentó imponer un modelo de
legislación sin jurisdicción, buscando quebrar el modelo totalmente opuesto
del derecho común, consistente en una jurisprudencia sin legislación.
Síntesis histórica de la función de la nulidad en el proceso civil 113
rendus, responsables des dommages & interests des parties, ainsi qu’il
fera par nous avisé”161.
Puede afirmarse, por tanto, como ya ocurría en el derecho
medieval (cabe recordar que la Ordonnance corresponde a la Edad
moderna), que la nulidad fue un instrumento empleado por Luis
XIV para corregir los errores de sus jueces y hacer que cumplan
sus leyes al pie de la letra162, para que así se den menos apelaciones,
menos requêtes civiles y menos demandes en cassation al Conseil des
Parties del Rey163. En otras palabras, la nulidad fue un instrumento
que, llevado a su rigor máximo —es decir, que era consecuencia
de la violación de cualquier disposición por más insignificante que
sea— sirvió para controlar el accionar de los jueces, funcionarios
públicos subordinados al Rey.
Asimismo, la disposición mediante la cual despoja de efecto
y valor a la decisión que contravenga cualquier regla de la Or-
161
“Declaramos todos los Fallos y Sentencias que fueran dados contra la dispo-
sición de nuestras Ordenanzas, nulos, y de nulo efecto y valor; y los jueces
que los hayan dado, responsables de los daños e intereses de las partes, así
como lo que será por nosotros señalado”. Vale la pena resaltar que parte de
este pasaje es citado también por Piero Calamandrei. La cassazione civile. Ob.
cit., p. 213. Siguiendo la lección del maestro de Florencia, es interesante ver
cómo esta disposición influyó en la legislación de 1770 del Principado de
Piamonte (también se le conoce como Costituzione), pero que al ser adoptada
según los parámetros del derecho común, se consideró a las sentencias que
violaban las constituciones estatutarias como nulidad insanable (inexistentes),
disponiéndose, sin embargo, que este vicio podía ser hecho valer a través de
la actio nullitatis que prescribía a los treinta años.
162
Dice Marc-Antoine Rodier. Questions sur l’Ordonnance. Ob. cit., p. 4: “El obje-
tivo del Rey fue el de establecer una forma de proceder cierta y uniforme en
todo su Reino, lo que no era solamente sino necesaria [sic]: si él lo hubiese
permitido, sin caer en los casos de nulidad, la forma de proceder devendría
en arbitraria, la Ley sería inútil, y su objeto no sería cumplido”. Asimismo,
debe tenerse en cuenta, como recalca Nicola Picardi. “Introdução ao Code
Louis”. Ob. cit., pp. 82-83, que para dicha época, la obediencia de los jueces
al rey “representaba, sobre todo, la ruptura con principios político-consti-
tucionales tradicionales (…). Al rey-juez del constitucionalismo medieval le
sustituía el rey-legislador”.
163
Marc-Antoine Rodier. Questions sur l’Ordonnance. Ob. cit., p. 5.
114 RENZO CAVANI
164
“En las defensas serán empleados los pedidos [fins] de inadmisibilidad [de
non-recevoir], nulidades de notificaciones u otras excepciones perentorias, si
alguna hubiere, para que se haga derecho previamente”.
165
Marc-Antoine Rodier. Questions sur l’Ordonnance. Ob. cit., p. 46.
166
Ibídem, ídem.
116 RENZO CAVANI
167
Ibídem, p. 47.
168
Por tanto, es exacta la afirmación de Francesco Ricci. Commento al codice di
procedura civile italiano. I, Firenze, 1886 (citado por Fabio Marelli. La conser-
vazione degli atti invalidi nel processo civile. Padova: Cedam, 2000, p. 20, cita 16):
“Bajo el imperio de la Ordonnancecivile de 1667 de Luis XIV las nulidades de
los actos de citación se sanaban con la comparecencia del citado: porque —se
decía– finalidad de la citación es hacer conocer al demandado la llamada en
juicio, y si él comparece, ello quiere decir que, a pesar del vicio de la citación,
ésta ha logrado su finalidad”.
Síntesis histórica de la función de la nulidad en el proceso civil 117
169
Según Raymond Bordeaux. Philosophie de la procédure civile. Mémoire sur la
réformation de la justice. Évreux: Imprimerie de Auguste Hérissey, 1857, pp.
387-388, “bajo la ordenanza de 1667, el parlamento de Toulouse introdujo
un temperamento y no pronunció las nulidades cuando el vicio de forma
había ocasionado un perjuicio al que se valió de él. Se trata de un cuarto
sistema, según el cual: 1° el juez no está obligado a anular los actos salvo
por un pequeño número de irregularidades capitales; 2° puede modificar
los efectos de las menos importantes; 3° está autorizado a invalidar indirec-
tamente cualquiera de ellas cuando ellas no hayan ocasionado perjuicio”.
Cabe resaltar que este autor habla de un cuarto sistema de la nulidad —con
el que está plenamente de acuerdo— tras referirse páginas atrás a aquellos
tres modelos. Dicho sistema se caracteriza por tres aspecto: (i) las nulidades
están regidas por fórmulas sacramentales y rigurosas, en donde las partes
se encomiendan a los oficiales de justicia, expertos en formas judiciales,
quienes se hacen responsables pecuniariamente por los daños producidos
por las nulidades; (ii) la aplicación de las nulidades están sujetas a la pru-
dencia (sagesse) y equidad del juez; y, (iii) las nulidades están limitadas con
claridad y nitidez por la ley, la cual sólo da esta consecuencia a la violación
de las formalidades más importantes. Este último sistema, según el autor,
es el seguido por el Code, que consideró como menos importantes diversas
formalidades que la Ordonnance asignó como esenciales (pp. 382 y ss. ).
170
No es casual que un jurista de la talla de Vittorio Denti (“Dottrine del processo
e riforme giudiziarie tra Illuminismo e codificazione”. En Un progetto per la
giustizia civile. Boloña: Il Mulino, 1982, p. 106) se haya referido a él como “el
libro más penetrante escrito en el Ochocientos francés sobre las reformas
procesales”.
171
Raymond Bordeaux. Philosophie de la procédure civile. Ob. cit., p. 384.
118 RENZO CAVANI
172
Resulta de enorme importancia histórica lo ocurrido en 1790, cuando la Asamblea
Constituyente francesa decidió abrogar las antiguas normas de procedimiento e
hizo prevalecer la regla de la libertad de formas absoluta en el proceso. Algunos
años más tarde, este sistema fue dejado de lado y volvió a cobrar vigencia la
antigua Ordonnance de 1667 hasta la entrada en vigencia efectiva del Code de
procédure civile. Sobre el tema, cfr. Vittorio Denti. “Dottrine del processo e riforme
giudiziarie tra Illuminismo e codificazione”. Ob. cit., pp. 102-104.
173
Se trabajará con la siguiente edición: Code de procédure civile. Édition originale
et seule officielle. París: L’Imprimerie Impériale, 1806.
174
“Todas las leyes, costumbres, usos y reglamentos relativos al procedimiento
civil serán abrogados”. No obstante, Eduardo Bonnier. Elementi di procedura
civile. Nápoles: Editori Tomm. Guerrero, 1855, pp. 11-12, aclara que “esta
abrogación no debe entenderse de manera absoluta. Las materias sobre las
cuales existían un procedimiento particular, motivada por su naturaleza,
continuaron siendo sometidas a una legislación especial”. Vale precisar que
también se consultó la edición francesa de la obra precedentemente citada:
Édouard Bonnier. Éléments de procédure civile. París: Librerie de Plon Fréres,
1853, p. 9. Las citas que se realicen en lo sucesivo serán de la edición italiana,
haciendo la referencia correspondiente a la obra en su idioma original.
Síntesis histórica de la función de la nulidad en el proceso civil 119
175
Cfr. Ugo Petronio. “Il futuro ha un cuore antico. Considerazioni sul Codice
di Procedura Civile del 1806”. En Picardi, Nicola; Giuliani, Alessandro [a cura
di]. Testi e documenti per la storia del proceso, V, I Codici Napoleonici, t. I: Codice di
procedura civile, 1806. Milán: Giuffrè, 2000, pp. XXXVI y ss. Cabe recordar que
la Ordonnance de 1667, efectivamente, ya había traído consigo la desaparición
de formalidades viejas e inútiles, tal como lo reconoce Bonnier. Elementi.
Ob. cit., p. 8 (Éléments. Ob. cit., p. 6): “Además de las preciosas ventajas de
haber establecido una regla uniforme para todas las jurisdicciones inclusive
feudales y eclesiásticas (tit. I, art. I), se tuvo el mérito de suprimir el enorme
número de formas inútiles y antiguas: entretanto, se puede reprobar en ellas
la ausencia de un plano general, como también las inmensas lagunas”.
176
Carlos Alberto Alvaro de Oliveira. Do formalismo no processo civil. Ob cit., p.
66. Sobre el tema, en su famoso ensayo, Giuseppe Chiovenda. “L’idee romana
nel processo civile moderno”. En Saggi di diritto processuale civile (1894-1937),
volume terzo. Milán: Giuffrè, 1993, p. 93, compara la Zivilprozessordnung ale-
mana de 1877 con el Code de procédure civile de 1806 de la siguiente manera:
“Al contrario, el Code de procédure, que reproduce esencialmente el derecho
de las ordenanza de los Reyes de Francia, no es apenas un ley anticuada,
sino que en sus líneas principales se muestra una ley germánica”.
120 RENZO CAVANI
177
Para una crítica mortífera al Code, cfr. Michele Taruffo. La giustizia civile in Italia
dal’700 a oggi. Boloña: Il Mulino, 1980, pp. 62 y ss. y la doctrina allí citada.
178
Cfr. Sergio Chiarloni. “Il presente come storia: dai codice di procedura civile
sardi alle recentissime riforme e proposte di riforme”. En Rivista trimestrale
di diritto e procedura civile. Milán: Giuffrè, junio 2004, n. 2, pp. 449-451, y la
doctrina allí citada.
179
“173. Toute nullité d’exploit ou d’acte de procédure est couverte si elle n’este proposée
avant toute défense ou exception autre que les exceptions d’incompétence”.
“1029. Aucune des nullités, amendes et déchéances prononcées dans le présent Code,
n’est comminatoire”.
“1030. Aucun exploit ou acte de procédure ne pourra être déclaré nul, si la nullité
n’en pas formellement prononcée par la loi”.
Síntesis histórica de la función de la nulidad en el proceso civil 121
180
Así, según la explicación de Joseph-Edouard Boitard. Leçons sur le Code de
Procédure Civile (continuadas y completadas por G. F. Colmet-Daage), tomo primero,
6a ed. París: Cotillon, Libraire du Conseil D’État, 1854, p. 371, el art. 1029 manda
que “los jueces no pueden jamás dejar de aplicar las nulidades pronunciadas
por la ley, cuando la parte las invoque”; mientras que el art. 1030 dispone que
“los jueces no pueden jamás suplir las nulidades; que ellos no pueden aplicarlas
salvo cuando la ley las aplique formalmente”. Exactamente la misma lección
se desprende de una edición posterior: Boitard. Leçons sur le Code de Procédure
Civile (revisadas, anotadas, completadas por G. F. Colmet-Daage), tomo primero, 7a
ed. París: Cotillon, Libraire du Conseil D’État, 1860, p. 358.
181
De acuerdo con Pierre Boncenne. Théorie de la procédure civile, précédée d’une
introduction, tomo primero. Bruselas: Société Typhographique Belge, 1839,
p. 220, “le magistrat ne doit donc être ni plus ni moins sévère que la loi”.
182
Texto tomado de La Belgique Judiciaire, gazette des tribunaux belges et étrangers,
tomo segundo, n. 91, 13 de octubre de 1844, p. 1487. El mismo discurso
122 RENZO CAVANI
Bonnier. Elementi. Ob. cit., n. 426, pp. 162-163 (últimas cursivas agregadas)
185
186
Eustache-Nicolas Pigeau. Commentaire sur le Code de Procédure Civile, tomo
segundo. París: Brière, 1827, p. 740. Señalando que esa conclusión era pensa-
miento común en toda la doctrina procesal francesa, cfr. Lodovico Mortara.
Commentario, v. II. Ob. cit., pp. 808-809.
187
La lección de Mortara (Ibídem, p. 809) corrobora el entendimiento esbozado:
“Reservaron poca fidelidad a la ley los intérpretes del art. 1030; construyeron
su sistema no con base en la voluntad del legislador, sino tal vez en las antí-
podas de ella; siempre ocurre que la construcción, fortificada y consolidada
a través de un siglo, corresponde al anhelo de justicia y pretende su satisfac-
ción; entretanto, a nadie le vendría a mente acusar a escritores y magistrados
de Francia la maldad a propósito de revigorar los abusos y las deplorables
injusticias de la práctica anterior al código”.
188
Cfr. Boncenne. Ob. cit., pp. 220-221.
Síntesis histórica de la función de la nulidad en el proceso civil 125
189
Joseph-Edouard Boitard. Leçons sur le Code de Procédure Civile (revisadas, ano-
tadas, completadas y puesta en armonía con las leyes recientes por G. F. Colmet-Daage),
tomo segundo, 8a ed. París: Cotillon, Libraire du Conseil D’État, 1861, p. 637.
190
Boncenne. Théorie de la procédure civile. Ob. cit., pp. 221, quien toma el mismo
ejemplo de Boitard sobre el artículo 1 del Code. Es interesante observar el para-
lelo que se da entre el Code de procédure civile y el Code civile de 1804, concretamente
entre las formalidades esenciales y la inexistencia, siendo ambas figuras creadas por
la doctrina para resolver problemas prácticos (y no para teorizar). En efecto, los
civilistas observaron la estrechez de la legislación civil frente a las causales de
nulidad del matrimonio, pues éstas habían dejado fuera auténticos presupuestos
de aquél. Por tanto, dado que imperaba, al igual que en materia procesal, el prin-
cipio “pas de nullité sans régle”, se tuvo que recurrir al concepto de inexistencia
para negar los efectos jurídicos del matrimonio que no cumplía el tipo legal,
como era el caso de los matrimonios homosexuales. Cfr. Cláudio Fortunato
Michelon Jr. . “Ensaio sobre a história, as possibilidades e os limites de uma
teoria das invalidades dos atos jurídicos”. Ob. cit., pp. 50-51.
191
Gobeau de la Billennerie. Traité des exceptions en matière de procédure civile.
París: Librairie de jurisprudence et d’administration d’Antonio Bavoux, 1823,
p. 105.
192
Boitard. Leçons, tomo segundo. Ob. cit., pp. 637-638.
126 RENZO CAVANI
193
Boncenne. Théorie de la procédure civile. Ob. cit., p. 222. Sin embargo, el propio
autor esclarece que no hay nulidad si la ley consagrase otra pena, como una
multa para la parte que incumplió el precepto, o una destitución o suspensión
contra los funcionarios.
Síntesis histórica de la función de la nulidad en el proceso civil 127
(…)
Por ello, de los artículos 1029 y 1030 de su Código (…) los comen-
tadores franceses retiraban dos consecuencias, en realidad, dos
normas para la aplicación de aquellos: 1. Que la omisión de una
formalidad accidental y secundaria no puede por sí sola ocasionar
la nulidad del acto, si la ley no lo declaró formalmente. 2. Que por
más leve que sea la formalidad inobservada, la nulidad del acto
debe ser declarada por el juez, cuando fue formalmente pronun-
128 RENZO CAVANI
194
Pasquale Stanislao Mancini; Giuseppe Pisanelli; Antonio Scialoja. Commen-
tario al Codice di Procedura Civile per gli Stati Sardi con la comparazione degli altri
Codici italiani, e delle principali legislazioni straniere, vol. I, parte II. Procedura
davanti i giudici di mandamento con un tratatto sulle azioni possesorie
del professore Antonio Scialoja. Turín: Stamperia dell’Unione Tipografico-
Editrice Torinese, 1857, pp. 15-16, siendo precisamente Scialoja el autor de
este volumen.
195
Son dos las ediciones que se usaron: Loi de la Procédure Civile du Canton de
Genève. Collection des lois civiles et criminelles des États Modernes. Rennes-París:
Blin-Joubert, 1837 y Loi sur la Procédure Civile du Canton de Genève suivie de
l’exposé des motifs par feu P. -F. Bellot, 3a ed. Ginebra-París: Cherbuliez-Librairie
de la Suisse Romande, 1870.
196
Carlos Alberto Alvaro de Oliveira. Do formalismo no processo civil. Ob. cit., p.
72. Esta apreciación se justifica en el hecho que la Loi saca de su tradicional
posición pasiva al juez, aspecto típico del proceso francés, y le otorga un
papel activo, inclusive para investigar los hechos de la causa, excluyéndose
el sistema de la prueba legal (p. 73).
Síntesis histórica de la función de la nulidad en el proceso civil 129
197
Cabe resaltar que la exposición de motivos realizada por Bellot sólo abarca
hasta el título XXVI de un total de XXXIII, pues murió antes de realizar la
segunda parte (lo cual se puede apreciar en la edición de la Loi que data de
1837). No obstante, en la edición de 1870, que también se ha consultado, el
editor realizó un trabajo de extracción de los cursos académicos de Bellot,
escritos a puño y letra, sobre las materias faltantes, bajo el nombre de “Com-
mentaires” a fin de que sean la continuación de la Exposé des Motifs original,
escrita en 1821 (Loi sur la Procédure Civile du Canton de Genève suivie de l’exposé
des motifs par feu P. -F. Bellot. Ob. cit., p. VI). En esta continuación entra el tema
de la nulidad, por encontrarse en el título XXXIII (Dispositions générales).
198
Ibídem, p. 393.
130 RENZO CAVANI
199
“Art. 745. Será anulado, bajo las condiciones siguientes (art. 746 a 748), todo
acto de procedimiento hecho en contravención a la presente ley, 1. Si emana
de un magistrado u oficial judicial incompetente; 2. Si la contravención ha
causado a la parte que la opuso, un perjuicio que no sea reparable de otro
modo que anulando el acto; 3. Si la nulidad es formalmente pronunciada
por la ley”.
200
Ibídem, p. 394.
201
Ibídem, ídem.
Síntesis histórica de la función de la nulidad en el proceso civil 131
202
Ibídem, pp. 394-395.
203
Ibídem, p. 396.
204
“Art. 746. La nullité ne pourra être prononcée qu’à la demande de la partie
en faveur de laquelle la loi l’aura admise, ou qui aura un intérêt à l’opposer,
sauf le cas du défaut (art. 133, n. 1)” (La nulidad no podrá ser pronunciada que a
requerimiento de la parte en favor de aquella que la ley haya autorizado, o que tenga
un interés en oponerla, salvo el caso del defecto).
132 RENZO CAVANI
205
Sobre el tema, con gran provecho, cfr. Federigo Sclopis. Storia della legislazione
italiana, vol. III, parte primera. Dall’epoca della Rivoluzione Francese, 1789, a
quella delle riforme italiana, 1847. Turín: Unione Tipografico-Editrice, 1864;
Michele Taruffo. La giustizia civile in Italia dal’700 a oggi. Boloña: Il Mulino,
1980, pp. 54 y ss.
206
Michele Taruffo. La giustizia civile. Ob. cit., p. 56.
Síntesis histórica de la función de la nulidad en el proceso civil 133
207
Michele Taruffo. La giustizia civile. Ob. cit., p. 69, enseña que “abrogadas
las legislaciones francesas, de hecho, quedó también en los Estados de la
restauración la clara exigencia de una codificación procesal que sustituya
integralmente los viejos ordenamientos: así, bajo el perfil que aquí interesa,
la historia de la primera mitad del 800 es esencialmente la historia de la
codificación procesal en los diversos Estados pre-unitarios”.
208
Por razones de espacio, esta legislación no será tratada aquí; no obstante,
para un estudio sobre ella resulta de indispensable consulta la Prefazione de
Nicola Picardi y la Introduzione de Werner Ogris y Paul Oberhammer (trad.
de Cesare Andreolli y Francesco Ricci), ambos en Picardi, Nicola y Giuliano,
Alessandro[a cura di]. Testi e documenti per la storia del proceso, IV, Regolamento
giudiziario di Giuseppe II, 1781. Milán: Giuffrè, 1999, pp. VII-XXVIII y XXIX-LX,
y también, Giovanni Tarello. “Il problema della riforma processuale in Italia
nel primo quarto del secolo. Per un studio della genesi dottrinale e ideolo-
gica del vigente codice italiano di procedura civile”. En Giovanni Tarello.
Dottrine del processo civile. Studi storici sulla formazione del diritto processuale
civile (al cuidado de R. Guastini y G. Rebuffa). Boloña: Il Mulino, 1989, pp.
10-15, quien no sólo ofrece una esclarecedora caracterización del Regolamento,
sino que lo enmarca dentro uno de los tres modelos de proceso civil desde
una perspectiva histórico-cultural, siendo aquel, al lado del proceso liberal
francés y del proceso autoritario de Franz Klein, el proceso reformado por
los soberanos iluminados (es decir, lo que históricamente se conoce como
despotismo ilustrado).
209
La edición que se utilizará es la siguiente: Regolamento generale del processo
civile pel Regno Lombardo-Veneto. Edizione ufficiale. Milán: Regia Stamperia,
1815.
134 RENZO CAVANI
210
Para una exposición bastante convincente sobre el Regolamento de 1815, cfr.
Michele Taruffo. La giustizia civile. Ob. cit., pp. 70-73.
211
§ 334. “Il giudice superiore dovrà, in vista degli atti a lui trasmessi, esaminare
avanti tutto la querela di nullità, e qualora esso la trovi provata e fondata, non potrà
procedere a sentenza sull’oggetto principale della causa, ma dovrà cassare la sentenza
del giudice inferiore, ordinare un nuovo e regolare processo di prima istanza, indi-
candogli a tal uopo, con separato decreto, le ragioni della seguita cassazione” (§ 334.
El juez superior deberá, frente a los actos a él transmitidos, examinar antes
de todo la querela de nulidad, y, cuando la juzgue probada y fundada, no
podrá proceder a la sentencia sobre el objeto principal de la causa, debiendo
casar la sentencia del juez inferior, ordenar un nuevo y regular proceso de
primera instancia, indicando con tal finalidad, con determinación separada,
las razones de la casación procedida).
212
En esta oportunidad no serán analizados los siguientes textos legislativos: el
Códice toscano de 1814, el Codice pontificio de 1817 y el Codice estense (Ducado
de Módena) de 1852. Todos ellos, sin embargo, son estudiados en la brillante
monografía que venimos citando: Michele Taruffo. La giustizia civile. Ob. cit.,
pp. 73 y ss.
213
La edición que se consultó es la siguiente: Codice per lo regno delle Due Sicilie.
Parte terza. Leggi della procedura nei giudizi civili, 7a ed. oficial. Nápoles: Stam-
peria Reale, 1836.
Síntesis histórica de la función de la nulidad en el proceso civil 135
214
Lodovico Mortara. Commentario, vol. II. Ob. cit., p. 810; Taruffo, Michele. Ob.
cit., p. 80, aunque este autor señala que la adhesión total al modelo francés
sirvió para un mejoramiento de la justicia civil napolitana, la posibilidad de
utilizar la doctrina francesa, la elaboración de traducciones de los principales
autores franceses y la formación de una cultura procesalística no limitada a
anotaciones o comentarios destinados a los prácticos (pp. 80-82), todo lo cual
se reflejó en la elaboración del Codice de 1865, al ser de origen napolitanos
dos de los juristas que más contribuyeron a la legislación unitaria: Giuseppe
Pisanelli y Pasquale Stanislao Mancini. No es casualidad, por cierto, que la
obra de Mancini, Pisanelli y Scialoja que se viene citando tenga una gran
profundidad y densidad teórica, siendo cada uno de los volúmenes que la
componen auténticos tratados y no meros “comentarios”.
215
La edición que se emplea es la siguiente: Codice di processura civile per gli Stati
di Parma, Piacenza e Guastalla. Parma: Ducale Tipografia, 1820.
216
Michele Taruffo. La giustizia civile. Ob. cit., p. 105, abarcando en este juicio
crítico, también, al codice estense de 1852.
136 RENZO CAVANI
nulidad sin ley”, “no hay conminación de nulidad que no sea obli-
gatoria”); sin embargo, el art. 153 nos ofrece la primera sorpresa:
Si en un acto faltasen las formas, o los requisitos que constituyen
la esencia, o la prueba del propio acto, entonces ese acto será sus-
tancialmente nulo, aunque la ley no lo diga expresamente217.
Se trata, efectivamente, de la primera legislación en consagrar
la distinción elaborada por la doctrina francesa entre formalidades
esenciales y accidentales, lo cual, de por sí, le da una importancia
histórica muy grande. Con ello, queda claro que el sistema de
nulidades ya no solamente se rige por la conminación expresa de
la ley, sino que se otorga al juez el poder para desconsiderar actos
cuya naturaleza se encuentre gravemente distorsionada.
Asimismo, el Codice parmense trae disposiciones que el Code
no tiene, como el art. 154, que impide la extensión de la nulidad
a los actos precedentes al acto anulado, así como a los posteriores
que sean independientes de él; el art. 155, que prevé la posibilidad
de la renovación de los actos anulados; el art. 156, que exige la
emisión de una sentencia que pronuncie la nulidad por más que
la ley señale que se trata de una nulidad de pleno derecho; y el
art. 157, que prevé la imposibilidad de pedir la nulidad de forma
por parte de quien le haya dado causa218.
217
“Art. 153. Se in un atto sieno mancanti quelle forme, o quei requisiti che costitui-
scono l’essenza, o la prova dell’atto stesso, allora quest’atto è sostanzialmente nullo,
ancorchè la legge non lo dica espressamente”.
218
“Art. 154. Ancorchè un atto sia nullo, rimangono fermi gli atti precedenti, ed i consecutivi
independenti dall’atto annullato” (Aunque un acto sea nulo, permanecen intactos
los actos precedentes, y los consecutivos independientes del acto anulado).
“
Art. 155. L’atto nullo può essere rinovato, se non sia trascorso il termine perentorio per
farlo” (El acto nulo puede ser renovado, a menos que transcurra el término
perentorio para hacerlo).
“
Art. 156. Anche nei casi in cui la legge dichiari incorsa la nullità di pieno diritto, è neces-
saria una sentenza, la quale pronunci che la nullità esiste” (Inclusive en los casos
en los que la ley declare incursa la nulidad de pleno derecho, es necesario
una sentencia, la cual pronuncie que la nulidad existe).
Síntesis histórica de la función de la nulidad en el proceso civil 137
“Art. 157. Nessuno può oporre una nullità di forma, a cui egli, o coloro che hanno
agito per lui abbiano dato causa” (Nadie puede oponer una nulidad de forma,
a la que él, o los que actuaron por él, hayan dado lugar).
219
Michele Taruffo. La giustizia civile. Ob. cit., p. 83.
220
La edición utilizada es la siguiente: Regolamento legislativo e giudiziario per
gli affari civili emanato dalla S. M. di Gregorio XVI il 10 novembre 1834. Boloña:
Vitali, 1862.
221
Cfr. Michele Taruffo. La giustizia civile. Ob. cit., p. 86.
138 RENZO CAVANI
222
En rigor, apenas se cambió “ancorchè” por “allorchè” en el § 409, y “nessuno”
por “niuno” en el § 410.
223
Sobre la influencia parcial del modelo francés y la subsistencia del residuos
del procedimiento canónico, cfr. Michele Taruffo. La giustizia civile. Ob. cit.,
pp. 86-87.
Síntesis histórica de la función de la nulidad en el proceso civil 139
Ibídem, p. 93.
224
140 RENZO CAVANI
225
Según Sergio Chiarloni. “Il presente come storia: dai codice di procedura
civili sardi”. Ob. cit., p. 455, en el caso de Cerdeña, “la Restauración incidió
de manera gravemente negativa no sobre el orden y la forma del juicio,
sino sobre elementos conexos al ordenamiento judicial. Basta pensar en la
discrecionalidad de las intervenciones soberanas en las litis entre privados,
en la renovada fragmentación de las jurisdicciones especiales, al número
excesivo de gravámenes, a la inamovilidad del juez, al reintroducido sistema
de espórtulas”. Por su parte —es bueno decirlo—, Chiarloni considera que
no hubo consecuencias tan negativas en materia del procedimiento porque
“codificación y consolidación pertenecen a una matriz histórica común y
común es el núcleo de la disciplina” (p. 454).
226
Michele Taruffo. La giustizia civile. Ob. cit., pp. 93-95. Una breve reconstruc-
ción histórica de la formación de los códigos sardos se encuentra en Sergio
Chiarloni. “Il presente come storia: dai codice di procedura civile sardi”.
Ob. cit., pp. 452-459.
227
La edición que se consultó es la siguiente: Codice di procedura civile per gli Stati
sardi. Turín: Tipografia del Progresso, 1854.
228
Michele Taruffo. La giustizia civile. Ob. cit., p. 96, tal como lo demuestra en
las páginas sucesivas.
229
Ibídem, pp. 96 y ss.
Síntesis histórica de la función de la nulidad en el proceso civil 141
Ibídem, p. 99.
230
“Art. 1120. Le nullità, le pene pecuniarie e le decadenze stabilite dal presente Codice
231
232
“Art. 1121. Ancorché un atto sia nullo, rimangono fermi gli atti precedenti ed i
consecutivi indipendenti dal medesimo — L’atto nullo può essere rinnovato se non
è trascorso il termine perentorio per farlo”.
233
“Art. 1123. La violazione od ommissione di formalità dalla Legge stabilite nell’in-
teresse di una sola delle Parti non potrà essere opposta dall’altra Parte”.
234
“Art. 1124. Nessuno può oporre una nullità di forma a cui egli o chi ha agito per lui
abbia dato causa”.
235
“Art. 1122. Non potrà dichiararsi nullo alcun atto di citazione od altro atto di pro-
cedura se la Legge non ne pronuncia formalmente la nullità (…)”.
236
“Art. 1122. (…) Potranno tuttavia annullarsi quegli atti che mancano delle forme
che ne costituiscono l’essenza”.
Síntesis histórica de la función de la nulidad en el proceso civil 143
237
Art. 1 del Decreto del 16 de julio de 1854. “Il Codice di Procedura Civile da pub-
blicarsi in conformità dell’art. 3 della presente Legge è approvato, ed avrà esecuzione
cominciando col giorno primodi aprile mille ottocento cinquantacinque. Nella sessione
parlamentare dell’anno mille ottocento cinquantotto sarà posta in deliberazione la
revisione di esso Codice” (Codice di procedura civile per gli Stati sardi. Ob. cit., p.
7).
238
Michele Taruffo. La giustizia civile. Ob. cit., p. 95, nota 120.
239
La edición que se consultó es la siguiente: Codice di procedura civile per gli
Stati sardi di S. M. il Re di Sardegna, pubblicato in conformità del Reale Decreto
20 novembre 1859. Milán: Tipi di Luigi di Giacomo Pirola, 1859.
144 RENZO CAVANI
240
“Art. 253. Le nullità degli atti di citazione intimati in tempo utile si reputano sanate
colla comparizione del citato per tutto ciò e quanto unicamente riguarda il proce-
dimento giudiziario e la decorrenza dei termini relativi all’instruttoria della causa.
- Rimarrano conseguentemente salve tutti le eccezioni di nullità o di irregolarità
della citazione nel solo caso e per quanto possano avere influenza sulla decisione nel
merito della causa. - Il contumace però può nel giudicio di opposizione impugnare
eziandio di nullità la citazione che precedette la sentenza contumaciale, ma debe
ciò fare prima della difesa del merito, e di ogni altra eccezione, tranne quella della
declinatoria del foro. - Le nullità degli atti di procedura posteriori sono sanate se non
vengono specificamente proposte nello scritto inmediatamente successivo a quello
impugnato in cui si contengano deliberazioni in merito. - Le nullità menzionate nel
presente articolo dovranno essere pronunciate d’ufficio quando la parte che avrebbe
diritto di opporle sia contumace”.
241
Pasquale Stanislao Mancini; Giuseppe Pisanelli; Antonio Scialoja. Com-
mentario al Codice di Procedura Civile per gli Stati Sardi con la comparazione
degli altri Codici italiani, e delle principali legislazioni straniere, vol. II. Turín:
Stamperia dell’Unione Tipografico-Editrice Torinese, 1855, pp. 498-499. Es
importante indicar que el volumen citado de la obra fue escrito íntegramente
por Mancini.
Síntesis histórica de la función de la nulidad en el proceso civil 145
242
En efecto, esta es la conclusión a la que llegan Mancini, Pisanelli y Scialoja
(Ibídem, , p. 499): “Da tutto ciò bisogna concludere che è pienamente nell’arbitrio del
tribunale l’aprezzare una tale influenza [en el mérito de la causa], e il disordine
che la inesattezza o irregolarità ha potuto produrre nella logica del giudizio”, no
sin antes haber señalado, respecto del artículo 273, que “tutto il nostro merito
consiste nell’avere ampliato e per qualche rispetto migliorato il disposto dell’art. 173
del Codice di proc. francese” (p. 498).
243
Michele Taruffo. La giustizia civile. Ob. cit., p. 99.
244
“Art. 1156. Le nullità, le decadenze, le pene pecuniarie stabilite dal presente Codice
sono indeclinabili; il giudice non ha autorità di modificarle e non può astenersi dal
pronunciarle”.
146 RENZO CAVANI
245
“Art. 1160. Nessuno può opporre la nullità di forma a cui egli stesso, o chi agiva
per lui, abbia dato causa od a cui abbia prestato acquiesenza con esecuzione attiva
od anche passiva senza reserva o contraddizione”.
246
“Non potrà dichiararsi nullo alcun atto di citazione od altro atto di procedura se la
legge non ne pronuncia formalmente la nullità. - Potranno tuttavia annullarsi gli atti
che mancano degli elementi che ne costituiscono l’essenza. - Non potrà pronunziarsi
la nullità o la decadenza se non vi è istanza d’una delle parti, a meno che la legge
espressamente dichiari che debba essere pronunciata d’ufficio”
247
Cfr., Pasquale Stanislao Mancini; Giuseppe Pisanelli; Antonio Scialoja.
Commentario. Ob. cit., vol. I, parte II., p. 16 y vol. II, pp. 135-136. Al respecto,
es interesante la crítica que estos autores le hacen al texto de este artículo,
concretamente en la palabra “potranno”, que significaría una facultad otorga-
da al juez de imponer o no la nulidad en caso falte algún elemento esencial
del acto. No obstante, estos autores consideran que “reputar como válido
un acto privado de aquello que constituye su esencia, sería lo mismo que
dar cuerpo a aquello que no existe ni puede existir, sería elevar la nada a la
dignidad del ser” (Commentario, vol. I, parte II. Ob. cit., p. 17).
Síntesis histórica de la función de la nulidad en el proceso civil 147
248
Ibídem, Vol. II, p. 134. Asimismo, afirman que “la doctrina y la jurisprudencia
francesas han interpretado el art. 1030 de aquel Código, según el cual ningún
citación u otro acto del procedimiento puede anularse si la nulidad no está
escrita expresamente en la ley. Por más absoluta que sea esta regla de derecho
positivo en los términos en que están expresados en el Código supradicho, ella
no se aplica más que a las nulidades accidentales o secundarias; y las nulidades
esenciales de forma son sin embargo pronunciadas sin contraste, aunque no
estén contenidas en ningún texto de ley” (p. 135).
249
Ibídem.
250
Ibídem, vol. I, parte II, pp. 15-16 (cursivas agregadas).
148 RENZO CAVANI
251
La edición del Codice que se ha consultado es la siguiente: Codice di procedura
civile del regno d’Italia. Turín: Stamperia Reale, 1865.
252
“Art. 56. Non può pronunziarsi la nullità di alcun atto di citazione o di altro atto
di procedura, se la nullità non sia dichiarata dalla legge. - Possono tuttavia annul-
larsi gli atti che manchino degli elementi che ne costituiscono l’essenza. - Non può
pronunziarsi la nullità o la decadenza se non vi sia istanza d’una delle parti, salvo
che la legge dichiari che debbano essere pronunziate d’ufficio”. Para Marco Tullio
Zanzucchi. Diritto processuale civile, I. Introduzione e parte generale, reim-
150 RENZO CAVANI
257
Aquí es interesante constatar, como certifica Pontes de Miranda. Comentários
ao Código de Processo Civil, III (arts. 154-281). Rio de Janeiro: Forense, 1974,
pp. 62-63, que el artículo 673 del Reglamento n. 737 (del 25 de noviembre de
1850), antecesor del Código de Proceso Civil brasileño de 1939, consagraba
la distinción entre actos esenciales y actos no esenciales o accidentales.
258
Giuseppe Pisanelli. “Relazione ministeriale”. Ob. cit., p. 24.
259
Dice Pisanelli (Ibídem, p. 25): “A estar a las observaciones precedentes parece
deberse concluir en el sentido de que respecto a la inobservancia de las for-
mas esenciales no es necesario que la nulidad del acto sea pronunciada por
la ley, presentándose en la naturaleza de las cosas como una consecuencia
inevitable; mientras que en las formas accidentales la nulidad, no siendo un
Síntesis histórica de la función de la nulidad en el proceso civil 153
efecto inherente a la constitución del acto, no hay duda de que tal efecto debe
ser expresamente declarado”.
154 RENZO CAVANI
260
Luigi Mattirolo. Trattato di diritto giudiziario civile italiano, vol. II, 5a ed.
enteramente revisada y ampliada por el autor. Turín: Fratelli Bocca Editori,
1902, pp. 176-180.
261
Ibídem, p. 180.
262
Ibídem, pp. 182-183.
263
Ibídem, p. 184.
264
Francesco Ricci. Commento al Codice di Procedura Civile italiano, vol. I. Del
compromesso, della competenza e del modo di procedere nei giudizi, 8a ed.
Síntesis histórica de la función de la nulidad en el proceso civil 155
273
Francesco Carnelutti. Sistema del diritto processuale civile, II. Atti del proces-
so. Padua: Cedam, 1938, p. 492. No desconozco la existencia de las famosas
Lezioni di diritto processuale civile, publicadas en forma de manuscrito a
inicios de la década de 1930; no obstante, no se verifica en dicha obra un
análisis del régimen de nulidades del Codice de 1865. En el primer volumen,
en vez de hablar de “acto procesal”, Carnelutti desarrolla la categoría del
“comando”desarrollando, entre otros puntos, su forma y su validez (Lezioni
di diritto processuale civile, volume primo. Introduzione, ristampa. Padua:
Cedam, 1933, pp. 96-97 y 100-103), afirmando que el acto que no posee los
requisitos legales no es un comando. Asimismo, identifica el “commando
annullabile” como una sub-especie de “commando nullo” que devino en
“comando valido” por haber ocurrido la aquiescencia de una parte. Po-
steriormente, ya en el cuarto volumen (Lezioni di diritto processuale civile,
volume quarto. La funzione del processo di cognizione, ristampa. Padua:
Cedam, 1933, pp. 456 y ss. ), Carnelutti retoma el tema de la nulidad al
hablar de la validez de la sentencia. Un dato muy curioso es que allí Car-
nelutti ya refería expresamente al raggiungimento dello scopo, siendo que
la promulgación del Codice de 1940 aún era lejana. Dice el jurista: “Que
la sentencia formada sin observancia de las normas procesales no consiga
el fin asignado al proceso es posible, quizá probable, pero no es cierto, en el
sentido que bien puede advenir que, a pesar del empleo de medios menos
idóneos, aquella finalidad sea igualmente alcanzada”.
158 RENZO CAVANI
274
Francesco Carnelutti. Istituzioni del processo civile italiano, 5ª ed. enmendada
y actualizada, volume primo. Roma: Società Editrice del ‘Foro Italiano’, 1956,
pp. 335-338 y 340-341.
275
Menos aún en su última gran obra: Diritto e processo. Nápoles: Morano, 1958,
donde ya no desarrolla ninguna teoría de los actos procesales ni de la nulidad
tal como lo había hecho en sus trabajos anteriores. La única mención al tema
que aquí interesa la realiza en el contexto de la impugnación de la decisión
judicial, contraponiendo validez y justicia (pp. 230-232). Ello se explica por-
que dicha obra, publicada ocho años antes de su muerte, busca reexaminar
muchos de los conceptos intensamente desarrollados por él. Todo parece
indicar que el tema de las nulidades no fue uno de ellos.
276
Enrico Redenti. Profili pratici del diritto processuale civile, 2ª ed. revisada con
apéndice. Milán: Giuffrè, 1939, pp. 518-519.
Síntesis histórica de la función de la nulidad en el proceso civil 159
pueden anularse los actos a los que les falten los elementos que
constituyen la esencia” comprendería los requisitos sustanciales
del acto, no diciendo nada sobre la hipótesis de inexistencia,
debiendo razonarse con base en la analogía y en los principios
generales277.
277
Ibídem, p. 520. Cabe resaltar que exactamente la misma crítica le dirige al
Codice de 1940 en una obra posterior, ya citada en el capítulo anterior: Diritto
processuale civile, I. Ob. cit., pp. 226-227.
160 RENZO CAVANI
278
Como sugiere Girolamo Monteleone. Diritto processuale civile, vol. primero.
Teoria e disposizioni generali. Padua: Cedam, 1994, p. 301.
279
“La nullità di un atto è sanata se nonostante l’irregolarità l’atto ha ugualmente
conseguito il suo scopo rispetto a tutti gli interessati”.
Síntesis histórica de la función de la nulidad en el proceso civil 161
280
E l CPC colombiano decididamente tiene una regulación distinta a sus pares
latinoamericanos, pues contiene una lista taxativa de las causales de nulidad
del proceso y, por su parte, el logro de la finalidad viene a ser un modo (y
no “el modo”) de curación de los vicios.
281
El día 26 de junio de 2013 fue aprobado el nuevo Código de Proceso Civil
portugués mediante la Ley n. 41/2013, derogando el Código de 1961. Dadas
las escasas diferencias entre uno y otro texto respecto de la regulación sobre
162 RENZO CAVANI
282
José Joaquim Calmon de Passos. Esboço de uma teoria das nulidades aplicadas
às nulidades processuais, 1ª ed., 4° tiraje. Forense: Río de Janeiro, 2009, p. 83.
283
Lo cual puede decirse, inclusive, del acto procesal viciado, tal como afirma
EnricoTullio Liebman. Manuale di diritto processuale civile. Ob. cit., p. 219: “Así
el acto procesal nulo un cierto efecto va a tener siempre: al menos aquel de
hacer caminar el proceso hacia su fatal e inevitable conclusión”. Vale aclarar
aquí que a pesar de que se habla de acto procesal nulo, al acto que Liebman
se refiere no es aquel que fue anulado, sino al que es factible de ser anulado, es
decir, al acto viciado.
166 RENZO CAVANI
284
En tal sentido, en mi opinión, permanece aún vigente la observación rea-
lizada hace unos 20 años por Enrique Véscovi. Teoría general del proceso.
Bogotá: Temis, 1984, p. 247: “En este campo, el moderno estudio científico
del proceso encontró que existía un vacío, puesto que las especialidades del
acto procesal impedían aceptar, al menos totalmente, la teoría general de los
actos jurídicos. Así la doctrina procesal contemporánea ha realizado grandes
esfuerzos, encabezados especialmente por Carnelutti y Goldschmidt, para
estructurar una autónoma doctrina de los actos procesales. No obstante ello
y la indispensable inclusión de un capítulo sobre ‘actos procesales’ en todo
tratado, compendio o manual contemporáneo, debemos reconocer que nos
hallamos en una zona casi desconocida. En ella, efectivamente, nos movemos
con gran dificultad e inseguridad”.
285
Según la esquematización de Giovanni Conso. Istituzioni di diritto processuale
penale, 3ª ed. actualizada. Milán: Giuffrè, 1969, p. 187, seguida de cerca por
Calmon de Passos.
El “acto procesal” y sus vicios: panorama teórico sobre el vicio y la nulidad 167
286
José Joaquim Calmon de Passos. Esboço de uma teoria das nulidades. Ob. cit.,
p. 43. La explicación que sigue en el texto del presente apartado proviene,
casi en su totalidad, de la lección del profesor bahiano.
287
En el mismo sentido, Vittorio Denti. Voz: Nullità degli atti processuali civili.
En Novissimo Digesto Italiano, XI. Turín: UTET, 1965, pp. 469-470, quien, en
esclarecedora lección, niega totalmente que pueda existir actos que posean
doble naturaleza (material y procesal) ni actos procesales “en sentido lato”,
dado que “el operar de tales actos (entre los cuales son considerados princi-
palmente el convenio arbitral y la convención relativa a la competencia) se
explica más simplemente volviendo a la distinción entre eficacia y relevancia en
la producción del efecto jurídico: el efecto procesal no resulta, de hecho, direc-
tamente de los actos aquí considerados, sino de los actos del procedimiento,
en cuya fattispecie los primeros entran como elementos constitutivos. Por
ejemplo, el efecto negativo sobre la jurisdicción, que es propio del convenio
arbitral, no resulta inmediatamente del acuerdo negocial, mas se produce,
por el contrario, por fuerza de la excepción de convenio arbitral, o sea del
acto de ejercicio de un poder procesal que tiene entre los elementos de su
fattispecie constitutiva el negocio sustancial. Los actos de este tipo, por tanto,
teniendo apenas ‘relevancia’ y no naturaleza procesal, recaen totalmente, en
cuanto a su validez, sobre la disciplina del derecho sustancial, de la misma
manera que los actos negociales que, si bien son realizados en el proceso o
por ocasión del proceso, despliegan inmediatamente su eficacia en el mundo
de las relaciones sustanciales: entre ellas, el acto con el que se ejercita el poder
de oponer la compensación, los actos de renuncia o de reconocimiento de la
pretensión, la conciliación judicial. Aunque tales actos a veces se combinen
con el cumplimiento de la actividad procesal, el régimen de sus vicios no
encuentra ninguna de las limitaciones propias de la disciplina de los actos
del proceso”.
168 RENZO CAVANI
288
En el mismo sentido: Leo Rosenberg. Die Stellvertretung im Prozeβ, citado por
Paula Costa e Silva. Acto e processo. Ob cit., p. 33. Asimismo, esto es precisa-
mente lo que enseña Pontes de Miranda. Comentários ao Código de Processo
Civil. Ob cit., pp. 5-6: “La inserción o la celebración del negocio jurídico de
derecho material o del acto jurídico strictu sensu de derecho material en el
curso del proceso no lo desnaturaliza. La oferta o la aceptación contenida en
la petición inicial, o en la contestación, o cualquier renuncia o revocación, que
se haga en la petición inicial, o en una petición o requerimiento posterior,
tiene que satisfacer los presupuestos de derecho material y los efectos de
derecho material solamente son regidos por el derecho material. La alegación
de ellos, en el proceso, es acto procesal, con presupuestos y efectos regidos
por el derecho procesal (…). Nada obsta para que, en el curso del proceso,
una de las partes se obligue por declaración unilateral de voluntad, en el
campo del derecho material o que, en el campo del derecho material, actor
y demandado concluyan un negocio jurídico bilateral, aunque la promesa,
o la oferta y aceptación se inserten en actos procesales, necesariamente uni-
laterales”. En contra, argumentando que las reglas del Código Civil serían
aplicables, principalmente con la preocupación en los vicios de la voluntad,
cfr. Paula Costa e Silva. Acto e processo. Ob. cit.; Fredie Didier Jr.; Pedro
Henrique Pedrosa Nogueira. Teoria dos fatos jurídicos processuais. Salvador:
Jus Podivm, 2011, pp. 103-114 (tiene traducción al castellano: Teoría de los
hechos jurídicos procesales, trad. Renzo Cavani. Lima: Ara Editores, 2013 - en
prensa); Jorge Walter Peyrano. “Nulidades procesales con especial referencia
a los distintos vicios que pueden generarlas”. En Revista de Processo, n. 82. São
Paulo: Revista dos Tribunais, 1996, pp. 161-172. Si bien el tema de los vicios
de la voluntad no será desarrollada in extenso, véanse las consideraciones
realizadas a propósito de la exposición sobre los vicios formales y extrafor-
males (infra, n. 11. 4).
El “acto procesal” y sus vicios: panorama teórico sobre el vicio y la nulidad 169
Milán: Giuffrè, 1978, p. 140. Debe tenerse en cuenta que un trabajo anterior,
Denti. “In torno alla relatività della distinzione tra norme sostanziali e nor-
me processuali”. En Rivista di diritto processuale. Padua: Cedam, ene. /mar.
1964, n. 1, p. 76, tras una exposición sobre el derecho norteamericano, había
dicho que “la naturaleza ‘procesal’ o ‘sustancial’ de una norma no se dedu-
ce necesariamente de sus connotaciones intrínsecas (o, lo que es lo mismo,
de la naturaleza de los efectos jurídicos que emanan de la aplicación de la
norma), sino puede provenir de la comparación de los efectos que resultan
en la diversa calificación, sobre el plano de la competencia normativa, y a la
luz de criterios extraídos de los ordenamientos jurídicos particulares”.
170 RENZO CAVANI
290
Ibídem, pp. 140-142. Tales actos materiales, según Denti, son los negocios ju-
rídicos procesales, siendo que “la calificación de ‘procesales’ atribuida a tales
actos no expresa otra cosa, por tanto, que su operar en el proceso; pero no
se trata propiamente de un ‘efecto’ procesal, sino de una mera ‘relevancia’
procesal, dado que la incidencia en el proceso no es determinada directamente
por el acto negocial, sino por el acto procesal con el que el primero es hecho
valer”. Por las razones expuestas en el texto, no puedo estar de acuerdo con
el término “negocios jurídicos procesales” para calificar a dichos actos, tal
como sugiere el maestro de Pavía.
291
José Joaquim Calmon de Passos. Esboço de uma teoria das nulidades Ob. cit., p.
65.
El “acto procesal” y sus vicios: panorama teórico sobre el vicio y la nulidad 171
292
Esta es la autorizada lección de Remo Pannain. Le sanzioni degli atti processuali
penali - Nullità - Preclusioni - Decadenze - Inammissibilità. Nápoles: Jovene, 1933,
pp. 15 y ss., quien afirma que dicha teorización ni siquiera estuvo pensada
desde el punto de vista de la teoría del derecho, negando, por tanto, la per-
tenencia de la noción de acto procesal en las categorías acto jurídico en sentido
estricto y negocio jurídico, por ser “más que deseable, obligatoria”. En el mismo
sentido, ya dijo acertadamente Vittorio Denti. Voz: Nullità degli atti processuali
civili. Ob. cit., p. 468: “De otro lado, la unitaria visión de los problemas del acto
jurídico siempre aparece más como una obstinada ilusión de la dogmática
de origen pandectístico, si no inclusive como el fruto de la preponderante
172 RENZO CAVANI
atención doctrinal por los actos negociales: la categoría del acto procesal, así
como viene usualmente delineada, lejos de constituir un arquetipo ideal, no
es nada más que la expresión de un determinada disciplina del proceso, y, por
cuanto concierne al objeto específico del presente examen, del proceso de tipo
dispositivo. Es dudoso, de hecho, que sea posible reconducir a una unidad
sistemática los actos de un proceso en donde prevalece la disponibilidad de
los poderes de impulso procesal (y, por tanto, el vínculo entre los actos del
procedimiento está basado bajo la figura de la carga) y los actos de un proceso
conducido por impulso oficial (y en el que pierde sentido aquel momento
esencial de la técnica de la nulidad procesal civil, que es la excepción)”. En
un escrito posterior, con un mayor desarrollo sobre el tema, Denti. Voz:
Negozio processuale. Ob. cit., p. 138, destaca que la doctrina alemana trató de
“individualizar una categoría de actos, realizados en el proceso u operantes a
fines procesales, en los cuales se buscaba atribuir a la voluntad un rol análogo
al desarrollado en los negocios de derecho sustancial”. En el mismo sentido,
cfr. Laura Salvaneschi. “Riflessioni sulla conversione degli atti processuali
di parte”. En Rivista di diritto processuale. Padua: Cedam, enero-marzo 1984,
n. 1, p. 122, con un amplio desarrollo bibliográfico en lo que concierne a la
doctrina alemana.
293
Según Benedetto Pellingra. Le nullità nel processo penale. Teoria generale.
Milán: Giuffrè, 1957, p. 86, “no se puede examinar el aspecto psicológico
del acto procesal sin colocar como premisa necesaria la voluntariedad del
acto. En realidad, volición y acción son un todo; no es concebible volición
sin acción ni acción sin volición. La idea de una acción implica un modo de
actuar voluntario, que puede consistir en el cumplimiento de una actividad
o en la realización de un comportamiento omisivo, sea que ello esté caracte-
rizado en su fisicidad por un ‘aliud facere pro alio’, sea que esté referido al no
cumplimiento de la acción ordenada”.
294
Hay que tener presente lo dicho por Enrico Redenti. Profili. Ob. cit., p. 501,
hace más de 70 años: “Si para cada acto del procedimiento fuese admitida
una discusión acerca de la correspondencia de los efectos al intento y sobre
la formación de la voluntad interior, el proceso no caminaría nunca. Sin
El “acto procesal” y sus vicios: panorama teórico sobre el vicio y la nulidad 173
296
Dice Laura Salvaneschi. “Riflessioni sulla conversione degli atti proces-
suali di parte”. Ob. cit., pp. 128-129, que “es la falta de autonomía efectual
que justifica el diverso abordaje del elemento volitivo en el acto procesal y
en el negocio jurídico. El primero, siendo un acto voluntario, es, de hecho,
expresión de una voluntad del todo genérica, simple deliberación de oca-
sionar una manifestación exterior dada que no presupone la conexión con
la producción de un determinado efecto; el segundo, por el contrario, es un
hecho voluntario en el que el binomio voluntad-efecto jurídico presenta una
conexión necesaria tal que, perdiendo sentido el primer término, la existencia
del segundo acaba por caducar”.
297
En el mismo sentido, Vittorio Denti. Voz: Negozio processuale. Ob. cit., p. 138,
quien, colocando el ejemplo del recurso de casación, afirma que “la única
voluntad relevante es la de impugnar, siendo extraña a la fattispecie del acto
la ‘indicación del medio’, absorbida por la ‘tipicidad’ del efecto prevista
por el legislador al momento de diseñar el recurso de casación como única
impugnación posible”.
El “acto procesal” y sus vicios: panorama teórico sobre el vicio y la nulidad 175
298
Remo Pannain. Le sanzioni degli atti processuali penali. Ob. cit., p. 17.
176 RENZO CAVANI
299
A ello debería sumársele la complejidad que implican los temas de inter-
pretación de los actos postulatorios y los vicios de voluntad que pueden acaecer en
ellos. Sobre el tema, ampliamente, Paula Costa e Silva. Acto e processo. Ob. cit.
300
Sustancialmente conforme se muestra Vittorio Denti. Voz: Invalidità (diritto
processuale civile). En Enciclopedia del diritto. Aggiornamento. I. Milán: Giuffrè,
El “acto procesal” y sus vicios: panorama teórico sobre el vicio y la nulidad 177
1997, p. 709, al afirmar que “no solo, de hecho, es imposible instituir categorías
valederas a un tiempo para los actos procesales de parte y para los actos del
juez, sino que en el ámbito de los actos de parte no son reconducibles a la
misma disciplina, por ejemplo, los actos de impulso procesal y los actos de
adquisición probatoria”. En el mismo sentido, el propio Denti ya lo había
afirmado casi treinta años, en la ya citada voz que escribió para el Novissimo
Digesto Italiano:Nullità degli atti processuali civili. Ob. cit., pp. 468 y 473-474.
178 RENZO CAVANI
301
Ibídem, p. 710.
302
Ibídem, p. 714: “La doctrina ha cerrado la propia atención sobre el problema
de la invalidez o ilicitud de la adquisición de las pruebas, verificando que el
vicio del acto se traduce, en tal caso, en la ‘irrelevancia’ del dato probatorio
respecto a la decisión, o sea en el deber del juez de no tomarlo en cuenta,
salvo, eventualmente, la facultad de disponer la renovación del acto vicia-
do”. En un ensayo anterior, Vittorio Denti. “Perizie, nullità processuali e
contraddittorio”. En Rivista di diritto processuale. Padua: Cedam, jul. /sep.
1967, n. 3, p. 399, ya había desarrollado esta idea: “En realidad, respecto a
los actos de adquisición probatoria, la aplicación, en sede de decisión, de
la norma que regula las modalidades de desenvolvimiento, no constituye
para nada aplicación ‘indirecta’ o de mero ‘control’, porque el juez no re-
examina la validez del acto en aquella secuela del procedimiento, sino valora,
directamente y por primera vez, la posibilidad de utilización de la prueba a los
fines de la decisión. En otros términos, si el juez decide en base a una prueba
inválidamente adquirida, no viola ‘indirectamente’ la norma que disciplina
El “acto procesal” y sus vicios: panorama teórico sobre el vicio y la nulidad 179
304
Ibídem, p. 20.
305
Ibídem, p. 35.
306
Según Antonino Cataudella. Voz: Fattispecie e fatto - I. Fattispecie. En Enci-
clopedia del diritto, XVI. Milán: Giuffrè, 1967, pp. 926, el origen del término
proviene del latín facti species y, al ingresar en la literatura jurídica, asume
el mismo significado del término alemán Tatbestand (Tat = hecho; Bestand =
existencia, del verbo bestehen, existir), cuyo uso originario se dio en el ámbito
de la doctrina penal. Este dato histórico también es confirmado por Benedetto
Pellingra. Le nullità nel processo penale. Ob. cit., nota 8.
307
José Joaquim Calmon de Passos. Esboço de uma teoria das nulidades. Ob. cit.,
pp. 26 y ss.
El “acto procesal” y sus vicios: panorama teórico sobre el vicio y la nulidad 181
308
Ibídem, p. 35.
309
Daniel Mitidiero. “El problema de la invalidez de los actos procesales en
el derecho procesal civil brasileño contemporáneo”, trad. Renzo Cavani.
En Cavani, Renzo. (coord. ), Estudios sobre la nulidad procesal. Lima: Normas
Legales, 2010, p. 417, se muestra plenamente de acuerdo con este propuesta,
y afirma lo siguiente: “nos parece conveniente dividir los elementos del acto
procesal en presupuestos, supuestos (Calmon de Passos alude a ‘requisitos’)
y condiciones. Los primeros determinarían la existencia del acto; los segun-
dos, la validez y los terceros la eficacia. Los presupuestos preceden al acto,
mostrándose jurídicamente relevantes en la composición del soporte fáctico
(en su suficiencia), al paso que los supuestos participarían de la estructura
íntima del acto (Calmon de Passos diría ‘estructura ejecutiva’), convocados
para alejar de cualquier deficiencia el soporte fáctico respectivo, quedando
182 RENZO CAVANI
312
José Joaquim Calmon de Passos. Esboço de uma teoria das nulidades. Ob. cit.,
p. 36.
184 RENZO CAVANI
313
Es bueno resaltar que el término alemán “Tatbestand” fue traducido por
Pontes de Miranda. Tratado de direito privado. Parte geral, vol. I. Introdução.
Pessoas físicas e jurídicas, 3ª ed. Río de Janeiro: Borsoi, 1970, p. 4, también como
“suporte fático” o, en castellano, “soporte fáctico”, que sería una equivalencia
de fattispecie.
314
Giovanni Conso. I fatti giuridici processuali penali. Perfezione e efficacia. Milán:
Giuffrè, 1955, p. 6.
315
Esta es exactamente la lección de Conso (Ibídem, pp. 6-7): “basta que tengamos
presente, aquí, la necesidad de distinguir, como ya se refirió, la fattispecie abs-
tracta, así llamada porque está prevista en vía hipotética por la norma, de las
relativas fattispecie concretas, vale decir, de las situaciones que se verifican en
la realidad de la vida y que son subsumibles en el esquema abstracto descrito
por aquella norma. Dicha subsunción es posible en tanto que una determi-
nada situación real integre todo el conjunto de los elementos de la fattispecie
abstracta. A través de esa vía, las situaciones concretas están inmersas, si así
es posible decir, en el mundo del derecho y reciben una determinada cali-
ficación jurídica. Calificación que no consiste tanto en la atribución de una
El “acto procesal” y sus vicios: panorama teórico sobre el vicio y la nulidad 185
forma iuris o de un nomen iuris, que es, pues, aquel de la fattispecie abstracta,
sino en sus vínculos con los efectos previstos en correspondencia a ésta.
Mientras que la identificación de una fattispecie depende de su estructura, la
individualización de su significado y de su función depende de la naturaleza
de sus efectos que están ligados a él. La caracterización plena de la fattispecie
específica, sea abstracta, sea concreta, no puede, por tanto, alcanzarse si se
prescinde de los respectivos efectos jurídicos. Tanto ello es verdad que cada
fattispecie abstracta y su correspondiente efecto jurídico, aun permaneciendo
distintas la una del otro, están tan estrechamente conexos que constituyen
las dos partes imprescindibles de toda norma jurídica”.
186 RENZO CAVANI
316
En este punto se podría replicar que el acto de notificación puede estar mal
configurado pero aun así tener efectos iguales a los de un acto cuya fattispecie
concreta equivalga a la fattispecie abstracta. Este tema será enfrentado al hablar
sobre la finalidad del acto (infra, n. 12. 7).
317
Dice correctamente Carlo Alberto Giovanardi. “Sullo scopo dell’atto pro-
cessuale, in relazione alla disciplina della nullità”. En Rivista di diritto civile.
Padua: Cedam, 1987, II, p. 270, que “el acto procesal encuentra el propio
fundamento y el propio régimen efectual en el derecho positivo, en armonía
del cual debe ser investigada la ratio en que se inspiró el legislador para
contemplar dicho acto”. Volveré a esta idea más adelante (infra, 12. 9).
318
Giovanni Conso. I fatti giuridici processuali penali. Ob. cit., pp. 18-19; Antonio
do Passo Cabral. Nulidades no processo moderno. Ob. cit., p. 93.
319
José Joaquim Calmon de Passos. Esboço de uma teoria das nulidades. Ob. cit.,
p. 27.
El “acto procesal” y sus vicios: panorama teórico sobre el vicio y la nulidad 187
320
Daniel Mitidiero. “El problema de la invalidez de los actos procesales”. Ob.
cit., p. 422, afirma lo siguiente: “El vocablo ‘forma’, a este paso, va tomando
en su acepción estricta de involucramiento del acto procesal, no participando
del concepto, por ejemplo, las cuestiones referentes al lugar y al tiempo de
los actos procesales, conforme ya anotamos en otro lugar. Galeno Lacerda,
por ejemplo, refiere que no se agota en la forma de los actos el problema de
la invalidez, por cuanto existen hechos extraños a ella que inducen nulidad,
recordando la hipótesis del recurso interpuesto fuera del plazo. Obsérvese,
sin embargo, que la tempestividad es una condición para la eficacia del acto
procesal, para que este sea conocido, una vez que se trata de un presupuesto
extrínseco de admisibilidad recursal. El hecho de la tempestividad no parti-
cipa de la estructura mínima del acto, no es un supuesto del acto, el cual al
momento de su verificación ya cuenta con su perfección, presuponiéndola.
188 RENZO CAVANI
322
Sustancialmente de acuerdo se encuentra Enrico Redenti. Voz: Atti processuali.
a) Diritto processuale civile. En Enciclopedia del diritto, IV. Milán: Giuffrè, 1959,
p. 110: “Por definición, el primer presupuesto subjetivo de la existencia de
un acto de parte es. . . que el actor sea parte pero que lo sea (bien se entiende)
en sentido procesal (parte del proceso-relación jurídico procesal), aunque se
asuma tal cualidad con el acto mismo (come ocurrirá, por ejemplo, para el
actor con el acto de citación o para el interviniente con el acto de interven-
ción). Naturalmente ello presupone por su vez la capacidad del actor de ser
parte”.
323
Giovanni Conso. Voz: Atti processuali. b) Diritto processuale penale. En Enciclo-
pedia del diritto, IV. Milán: Giuffrè, 1959, p. 145.
190 RENZO CAVANI
324
Para un intento por adecuar la teoría de los presupuestos procesales con la
compleja realidad de la invalidez procesal, donde también se adopta en forma
expresa la propuesta de diferenciar presupuestos y requisitos, cfr. Renzo
Cavani. “Los ‘presupuestos procesales’ vistos desde la ineficacia procesal.
Críticas a una clásica lección”. En Cavani, Renzo (coord. ). Manual del Código
Procesal Civil. Lima: Gaceta Jurídica, 2011, pp. 195-227. Dejo constancia que
hay afirmaciones realizadas en dicho artículo que ya no sostengo.
325
En contra, cfr. Heitor Sica. “Contribuição ao estudo da teoria das nulidades”.
Ob. cit., pp. 190 y ss., lo cual le lleva a afirmar que sólo puede haber nulidad en
los casos de actos del juez y no de las partes (para lo cual sólo habría “inadmi-
siblidad”, o sea, en el lenguaje empleado por el autor, restricción de la eficacia).
El “acto procesal” y sus vicios: panorama teórico sobre el vicio y la nulidad 191
326
Esta acertada afirmación pertenece a Manuel Serra Domínguez. “Nulidades
procesales”. En Revista Peruana de Derecho Procesal, II. Lima: Estudio Monroy
Abogados, 1999, p. 561.
327
El principio de economía procesal consiste que en el proceso se ahorre, en
lamedida de lo posible, los gastos que irroga su tramitación, la duración y el
esfuerzo. Respecto de esta última cuestión, Juan Monroy Gálvez. Introducción
El “acto procesal” y sus vicios: panorama teórico sobre el vicio y la nulidad 193
al proceso civil, tomo I. Bogotá: Temis, 1996, p. 99, afirma que “la economía
de esfuerzo está referida a la posibilidad de concretar los fines del proceso
evitando la realización de actos que, aun estando regulados, tienen la calidad
de innecesarios para tal objetivo”. Queda claro entonces que la producción de
la nulidad contraviene abiertamente el principio de economía procesal. Cfr.
Aldo Zela Villegas. “La potestad nulificante y cosa juzgada”. En Actualidad
Jurídica, N° 146, Lima: Gaceta Jurídica, enero 2006, p. 54.
194 RENZO CAVANI
328
Fredie Didier Jr. “La invalidación de los actos procesales en el proceso civil
brasileño”, trad. Renzo Cavani. En Cavani, Renzo(coord. ), Estudios sobre la
nulidad procesal. Ob. cit., p. 444. Similar exposición sobre las nulidades proce-
sales se puede encontrar en Fredie Didier Jr. Curso de direito processual civil,
vol. 1. Teoria geral do processo e processo de conhecimento, 12ª ed. Salvador: Jus
Podium, 2010, pp. 269-289 y en Fredie Didier Jr.; Pedro Henrique Pedrosa
Nogueira. Teoria dos fatos jurídicos processuais. Ob. cit., pp. 69-114, aunque en
estas últimas obras la exposición viene más ampliada.
329
Un aspecto muy importante que permite conceptuar dogmáticamente —y con
bastante libertad— la categoría de “vicio” es el hecho que Código Procesal
Civil peruano no la emplea en ninguna ocasión.
198 RENZO CAVANI
330
Esto es exactamente lo que dice Vittorio Denti. “Volontarietà e volontà nel
trattamento degli atti processuali”. En Dall’azione al giudicato. Temi del processo
civile. Padua: Cedam, 1983, p. 185 (cabe resaltar que dicho texto tiene su ori-
gen en el artículo titulado “Note sui vizi della volontà negli atti processuali
civili”, publicado en Studi nelle Scienze Giuridiche e Sociali dell’Università di
Pavia, XXXVII, en 1959), al criticar duramente el entendimiento de Giovanni
Conso. Il concetto e le specie d’invalidità. Ob. cit., pp. 19 y ss., cuando éste afirma
que la imperfección de un acto tiene a la ineficacia de dicho acto como conse-
cuencia. Además de afirmar acertadamente que dicho parecer es propio de la
invalidez de los actos jurídicos privados (por el propio efecto autónomo que
poseen), indica que “al contrario, el efecto propio del acto procesal, o sea el
surgir de las ulteriores situaciones procesales que si relacionan a aquel con
un vínculo de necesidad en la secuela del procedimiento, se verifica en todo
caso, siempre que el acto haya devenido en existente”.
El “acto procesal” y sus vicios: panorama teórico sobre el vicio y la nulidad 199
331
Por tanto, no puede hablarse de vicio cuando estamos ante un error in iu-
dicando (decisión injusta), como lo propone Elio Fazzalari. Voz: Sentenza.
I. Sentenza Civile. En Enciclopedia del diritto, vol. XLI. Milán: Giuffrè, 1989, p.
1247, quien dice que “también la sentencia así llamada ‘injusta’ (…) es una
sentencia viciada: el vicio se anida precisamente en su ‘contenido’”.
332
Dice Enrico Redenti. Voz: Atti processuali. a) Diritto processuale civile. Ob. cit.,
p. 117, que “con aquella expresión (forma) se alude de hecho sobre todo a las
modalidades de las manifestaciones, sus comunicaciones o divulgaciones y
coordinación, cuidando sobre el aspecto externo que pueden o deben asumir”.
333
Según Renato Oriani. Voz: Atti processuali. I. Diritto processuale civile. En Enci-
clopedia Giuridica (Treccani), t. 3. Roma: Instituto della Enciclopedia italiana,
200 RENZO CAVANI
1988, pp. 4 y ss., “deriva de allí, como reconoce la doctrina dominante (…),
que sustancia y forma, acción y evento, concurren a integrar el concepto de
forma del acto. No sólo la modalidad de expresión, sino también el contenido
del acto es forma. El legislador predispone, por tanto, modelos, paradigmas,
esquemas, indicando cuáles elementos deben ser insertados, cómo deben ser
construidos y estructurados; desarrollando esta actividad de predisposición
de apariencias, cumple con su tarea de diseñar la forma del acto”.
334
Diferenciando “vicios formales” de otros vicios, como por ejemplo los origi-
nados por vicios del consentimiento (que vendría a ser un “vicio sustancial”),
cfr., Oscar J. Martínez. “Los vicios del consentimiento en la realización del
acto procesal”. En Estudios de nulidades procesales. Ob. cit., pp. 53 y ss. Cfr.
también, el ensayo que le sigue y que le complementa: Adrio Giovannoni.
“Los vicios formales en la realización del acto procesal”. En Estudios de nu-
lidades procesales. Ob. cit., pp. 73-75. Cfr. en el mismo sentido, Jorge Walter
Peyrano. “Nulidades procesales”. Ob. cit., pp. 163 y ss.
El “acto procesal” y sus vicios: panorama teórico sobre el vicio y la nulidad 201
335
Según Crisanto Mandrioli. Corso di diritto processuale civile, I. Nozioni intro-
duttive e disposizioni generali (appunti per gli studenti). Turín: Giappichelli,
1971. “como en todo sector del Derecho, también en el derecho procesal el
fenómeno de la nulidad está determinado por un vicio, o sea, de la falta de un
requisito en la fattispecie del acto que se trata”. La afirmación de Mandrioli
es absolutamente correcta; no obstante, en derecho privado, al hablar con-
stantemente de “nulidad absoluta” y “nulidad relativa” y, asimismo, dado
que se suele entender a la nulidad como la total falta de efectos, la figura del
vicio queda severamente comprometida. No otra cosa sucede en el campo del
proceso, cuando se utilizan las mismas nociones por fuerza de la tradición.
336
Entiendo por “eficacia” la aptitud o idoneidad para producir efectos jurídi-
cos. Ambas categorías no pueden confundirse. Cfr. Giovanni Conso. I fatti
giuridici processuali penali. Ob. cit., p. 34, nota 72.
337
Según señalan Antonio Carlos de Araújo Cintra; Cândido Rangel Dina-
marco; Ada Pellegrini Grinover. Teoria geral do proceso. Ob. cit., p. 364,
“inclusive cuando está contaminado de un vicio que determina su nulidad,
sin embargo, el acto procesal se considera válido y eficaz, dejando de serlo
apenas cuando un pronunciamiento judicial decrete la nulidad: la ineficacia
del acto proviene siempre del pronunciamiento judicial que le reconoce la
irregularidad. Siendo así, el estado de ineficaz es subsecuente al pronunciamiento
202 RENZO CAVANI
339
Antonino Galati. Voz: Nullità. d) Diritto processuale penale. En Enciclopedia del
diritto, XXVIII. Milán: Giuffrè, 1978, p. 910; Crisanto Mandrioli. Corso di diritto
processuale civile. Ob. cit., p. 248. En la orilla opuesta se encuentra Vittorio Denti.
“Volontarietà e volontà nel trattamento degli atti processuali”. Ob. cit., p. 188,
quien se muestra en total desacuerdo con hablar de “precariedad de efectos”,
porque “no se verifica una sucesión eliminativa de los efectos del acto, del tipo
de aquella que es propia de los actos negociales”. Lo cierto es que no todos los
efectos del acto viciado pueden ser calificados como precarios, pero tampoco todo
y cualquier efecto de dicho acto es idéntico a los efectos de un acto perfecto.
340
Es oportuno decirlo, el tema de la fattispecie y de la eficacia de los actos vi-
ciados, en su relación con el logro de la finalidad, es uno de los puntos más
importantes de la presente monografía. Ello será visto en el capítulo IV.
341
Esto había sido explicado con gran claridad por José Joaquim Calmon de
Passos en su tesis de concurso para la cátedra en la Universidad Federal de
Bahía denominada “A nulidade no processo civil”, que data de 1959, citada por
Antonio Janyr Dall’Agnol Jr. “Para um conceito de irregularidade processual”.
En Alvaro de Oliveira, Carlos Alberto(org. ). Saneamento do processo. Estudos em
homenagem ao prof. Galeno Lacerda. Porto Alegre: Sérgio Antonio Fabris Editor,
1989, pp. 89-90. Por supuesto, esta idea se mantuvo hasta el final de sus días:
cfr. Esboço de uma teoria das nulidades. Ob. cit., pp. 107-108. Esta nítida diferencia-
ción entre acto viciado y acto nulo también fue resaltada por buena parte de la
doctrina brasileña: Antonio Janyr Dall’Agnol Jr. Invalidades processuais. Porto
Alegre: Lejur, 1989, pp. 42-43; Roque Komatsu. Da invalidade no processo civil.
Ob. cit., pp. 206 y ss.; Aroldo Plínio Gonçalves. Nulidades no processo. Río de
Janeiro: Aide, 1993, pp. 19 y ss.; José Maria Tesheiner. Pressupostos processuais
e nulidades no processo civil. São Paulo: Saraiva, 2000, pp. 11 y ss.; Antonio do
Passo Cabral. Nulidades no processo moderno. Ob. cit., pp. 71 y ss.
204 RENZO CAVANI
Es posible señalar que si este punto fundamental es ignorado o dejado de lado, muy
342
José Maria Tesheiner. Pressupostos processuais e nulidades no processo civil. Ob. cit.,
343
344
El propio artículo 437 CPC, establece supuestos en los que el incumplimiento
de la forma establecida no acarrea nulidad. Este dispositivo es de enorme
utilidad para la propuesta de la presente monografía (infra, 21), por lo que,
por el momento, no será abordado.
El “acto procesal” y sus vicios: panorama teórico sobre el vicio y la nulidad 207
el Código Civil, como es el caso de las normas contenidas en los arts. 219.
1345 y 1359 del Código Civil346.
345
Esta es la opinión de Shoschana Zusman Tinman, citada por Juan Espinoza Espinoza.
Acto jurídico negocial. Lima: Gaceta Jurídica, 2008, p. 497. El artículo 219 inciso 1 CC
establece que “el acto jurídico es nulo: 1. Cuando falta la manifestación de voluntad
del agente”, siendo que es un contrasentido hablar que el acto jurídico está viciado
con nulidad si no hay manifestación de voluntad, cuando el artículo 140, CC dis-
pone que el acto jurídico “es la manifestación de voluntad”. Queda clarísimo que
acto jurídico es manifestación de voluntad, por lo cual, si no existe manifestación de
voluntad, no existe acto jurídico. Y, como es evidente, algo jurídicamente inexistente
no puede ser nulo. Es cierto, hay quien no acepta esta distinción, como es el caso de
Fernando Vidal Ramírez. El acto jurídico, 7ª ed. revisada y actualizada, Lima: Gaceta
Jurídica, 2007, p. 490, quien se ampara acríticamente en el conocido brocardo clásico,
afirmando que lo nulo implica una inexistencia jurídica, pues “al acto nulo le es de
aplicación la máxima romana quod nullum est, nullum producit effectum, lo que es nulo
no produce ningún efecto, lo que significa la negación de toda eficacia al acto nulo
y el tenerlo por no celebrado”. No obstante, según una rigurosa lógica, si se asume
que lo nulo jurídicamente no existe, entonces dicho acto no puede producir ningún
tipo de consecuenciasjurídicas; pero este razonamiento colisiona con lo que se verifica
en el plano real: un negocio jurídico viciado puede producir los efectos similares que
un acto válido produciría (v. gr. : exigir el cumplimiento de las prestaciones). Por
ello, ¿es posible afirmar en forma coherente que el acto nulo “no se celebró” o “no
existe”, por ejemplo, si tiene un fin ilícito? Precisamente la virtud de la categoría de
la inexistencia es la capacidad de explicar la no presencia de elementos que deben
concurrir para la propia génesis del acto (como la existencia de la manifestación de
voluntad). En el mismo sentido, razonando a partir del derecho privado, Vittorio
Denti. Voz: Inesistenza degli atti processuali civili. En Novissimo Digesto Italiano, VIII.
Turín: UTET, 1962, p. 636, afirma: “Se trata de saber, de hecho, cuál es el confín entre
la imperfección del acto que realmente consiente la producción de efectos a través de
la así llamada dinámica negocial irregular (nulidad), y aquella falta del mínimo de
comportamiento constituyente manifestación de autonomía privada que impide la
excepcional sustitución con requisitos o elementos diversos (inexistencia)”, aunque,
vale la pena decirlo, el autor habla de “nullità-inesistenza”, lo cual, en mi criterio, no
es correcto. Algunos años antes, Denti. “Note sui provvedimenti non impugnabili”.
Ob. cit., pp. 31-32, ya se había mostrado escéptico respecto del concepto de inexistencia
(calificándola de “pseudo-concepto” o noción “no tiene valor en absoluto”), pero
que, en su criterio, serviría para calificar a aquellos “vicios del proveimiento que no
admiten ser sanados a través de la convalidación del acto”.
346
El artículo 1359, CC dispone lo siguiente: “No hay contrato mientras que las
partes no estén conformes sobre todas sus estipulaciones, aunque la discre-
pancia sea secundaria”. En mi criterio, que es el mismo del de Manuel De la
208 RENZO CAVANI
347
Jonathan Doering Darcie. “Ensaio sobre existência e inexistência no Direito”.
En http://www. idb-fdul. com/uploaded/files/2012_03_1359_1388. pdf, acceso
en 17/10/2012, pp. 1360-1362. La cita que el autor realiza es de Hans Kelsen,
en su obra Teoria geral do direito e do Estado.
348
La explicación que, sobre el tema, ofrece Teresa Arruda Alvim Wam-
bier. Nulidades do processo e da sentença, cit., pp. 155-156 (ver la doctrina
por ella citada), es satisfactoria: “Una de las razones en virtud de las
cuales se hace, todavía, alguna confusión entre inexistencia jurídica
y nulidad es porque el nullus del derecho romano equivalía a lo que,
en nuestro estudio, denominamos inexistente. En efecto, la expresión
nullitas sententiae no indicaba la calidad de la sentencia, sino la negación
de su existencia. El tratamiento similar de la inexistencia y de la nulidad
provino, históricamente, del principio de fuerza formal de la sentencia,
dominante en el proceso germánico. Las sentencias nulas e inexistentes
pasaron, así, a tener el mismo tratamiento, y los mismos mecanismos de
impugnación. Aunque inexistencia y nulidad deban ser consideradas vi-
cios distintos, a partir de esta evolución histórica, sucintamente recordada,
es que pasaron a ser tratadas como si fuesen vicios de una misma catego-
ría”. No obstante, pienso que si se admite la autonomía conceptual de
la inexistencia respecto de la nulidad, como efectivamente debe ser,
resulta un contrasentido sugerir que el tratamiento de la inexisten-
cia pueda ser canalizado a través de la nulidad. Si ambas categorías
poseen configuración distinta, y recaen en hipótesis distintas, ¿cómo
una podría ser “subsumida” en la otra? Como se verá más adelante
respecto de la omisión de pronunciamiento y de la falta de firma en un
acto jurisdiccional (infra, n. 14. 5), es absolutamente inviable entender
la inexistencia a través del prisma de la nulidad.
210 RENZO CAVANI
349
Jonathan Doering Darcie. “Ensaio sobre existência e inexistência”.
Ob. cit., pp. 1371-1372, explica la incidencia de la siguiente manera: “Al
acontecimiento responsable por la ‘actuación’ de la norma jurídica le
denominamos incidencia. Una vez que el derecho no es una entidad
material, no participa del mundo físico, la incidencia es la ocurrencia
que tiene espacio exclusivamente en el plano de la lógica. Imaginemos
que João, practicando un acto ilícito, causó daños a María. Se trata de
un hecho, una ocurrencia en el mundo real-sensible. Y para que ese
hecho posea relevancia jurídica se hace necesario que exista una nor-
ma jurídica que lo valore jurídicamente”. Así, según la explicación de
ese autor, si hay una equivalencia lógica entre el hecho ocurrido entre
João y María y la descripción jurídica en el soporte fáctico de aquella
norma del Código Civil que obliga a indemnizar al sujeto que cause
un daño a otro por acto ilícito, entonces el hecho practicado por João
es jurídicamente existente.
350
Ibídem, p. 1374.
351
Teresa Arruda Alvim Wambier. Nulidades do processo e da sentença. Ob. cit., p.
157.
El “acto procesal” y sus vicios: panorama teórico sobre el vicio y la nulidad 211
352
La diferencia entre inexistencia jurídica e inexistencia fáctica (o bien realidad
de hecho no calificable como jurídica) ya es comprendida desde hace muchos
años: cfr., entre varios autores, Eugenio Florian. Elementos de derecho procesal
penal, trad. y referencias al Derecho español por L. Prieto Castro. Barcelona:
Bosch, 1933, p. (el nombre original de la obra es Principi di diritto processuale
penale, cuya primera edición data de 1927, siendo que la traducción española
es de la segunda edición, de 1931, ya con el nuevo Codice de 1930); Gaetano
Contursi Lisi. Le nullità nel Codice di Procedura Penale. Milán: Società Editrice
Libraria, 1937, pp. 46-53; Ottorino Vannini. Manuale di diritto processuale
penale italiano, 4ª ed. revisada y ampliada. Milán: Giuffrè, 1950, pp. 83-84;
Adolfo Klitsche de la Grange. “Essere e non essere della sentenza”. En
Rivista trimestrale di diritto e procedura civile. Milán: Giuffrè, 1952, p. 1236
(aunque se muestra contrario al término inexistencia); Benedetto Pellingra.
Le nullità nel processo penale. Ob. cit., pp. 134 y ss.; Silvio Ranieri. Manuale
di diritto processuale penale. Aggiornato con le modifiche al Codice di Procedura
Penale del 1955, 3ª ed. revisada. Padua: Cedam, 1957, pp. 246-248; Giuseppe
Tarzia. Profili della sentenza civile impugnabile. Ob. cit., pp. 119 y ss.; Adroaldo
Furtado Fabrício. “Réu revel não citado”. Ob. cit., pp. 17-19. Según José Maria
Tesheiner. Pressupostos processuais. Ob. cit., pp. 8-9, “hay quien distingue la
inexistencia material de la inexistencia jurídica. En rigor, la distinción no
tiene razón de ser, porque, cuando se habla de acto jurídico existente o ine-
xistente, ya estamos en el plano jurídico. La distinción, así, apenas atiende
a la circunstancia de que, en el primer caso, no se realizó ningún elemento
de la hipótesis de incidencia, al paso que, en el segundo, algún elemento
ocurrió en el mundo fáctico, pero insuficiente para que se pueda haber con-
cretizado el soporte fáctico abstracto”. Como bien indica el autor, no interesa
la inexistencia fáctica, dado que háyanse o no producido efectos en el plano
real, nos encontramos frente a una inexistencia jurídica. Sobre el tema, cfr.
José Joaquim Calmon de Passos. Esboço de uma teoria das nulidades. Ob. cit.,
p. 36. No obstante, es preciso aclarar es que si se verifica una inexistencia
fáctica, esto es, un no hecho, no es posible pensar en existencia jurídica, tal
como lo sugiere José Roberto dos Santos Bedaque. Efetividade do processo e
técnica processual, 3ª ed. São Paulo: Malheiros, 2010, p. 465. A propósito, es
preciso advertir que en una obra posterior en coautoría, Tesheiner cambió
radicalmente su posición sobre la inexistencia. Cfr. José Maria Tesheiner y
Lucas Pereira Baggio. Nulidades no processo civil brasileiro. Ob. cit., pp. 5-41,
esp. pp. 22 y ss.
353
Por ello, no es posible compartir el planteamiento de Ugo Rocco. Tratado de
derecho procesal civil, t. II, trad. Santiago Sentís Melendo y Mariano Ayerra
Redín, Bogotá-Buenos Aires: Temis-Depalma, 1970, pp. 286-287, cuando
212 RENZO CAVANI
afirma que “la invalidez, a su vez, es de dos especies: completa, cuando el acto
carece de los elementos intrínsecos o requisitos esenciales, provenientes de
su misma naturaleza; incompleta, cuando los elementos o requisitos esencia-
les no faltan, pero existen con algún vicio, y este vicio puede provenir o de
la absoluta falta de voluntad de la ley o de la voluntad de las partes. En el
primer caso, especialmente en el derecho procesal civil, hay que hablar de
inexistencia, o de nulidad radical, y en el segundo caso, de nulidad. Nosotros
creemos que esta distinción, no admitida por todos, si se quiere incluir en
el concepto de nulidad también la inexistencia del acto, es indispensable en
nuestra disciplina. Es verdad que también el acto jurídicamente inexistente
tiene, sin embargo, cierta existencia material, y según algunos autores puede
alguna vez tener algún efecto jurídico, distinto de aquel al cual se dirige el
acto; pero, en mi opinión, el acto inexistente, especialmente en el derecho
procesal, puede encontrar permanencia jurídica, ya que constituye un acto
que, por la falta de uno de los elementos necesarios e indispensables a la
vida misma de él, no puede concebirse siquiera como existente de hecho, mientras
que el acto nulo es aquel al cual no puede desconocérsele una existencia de
hecho, mientras que le falta absolutamente la existencia jurídica” (el resaltado es
del original). Discrepo terminantemente de Rocco por lo siguiente: (i) inexis-
tencia y nulidad son categorías no asimilables la una en la otra y viceversa;
(ii) la inexistencia es jurídica porque sí puede generar existencia material (es
decir, en la realidad, sí se produjo “algo” pero que no es “jurídico”); y (iii) el
acto nulo (rectius: acto viciado) tiene plena existencia jurídica.
354 En ese sentido, Tullio Ascarelli. “Inesistenza e nullità”. En Rivista di
diritto processuale, XI, parte I. Padua: Cedam, 1956, p. 62, en respuesta a
la crítica de Carnelutti, señala que la nulidad tiene que ver con el acto,
mientras que la existencia (o inexistencia) también comprende al sujeto
y a cualquier elemento de la fattispecie. Algunas líneas atrás afirma que,
en la práctica, las consecuencias de la inexistencia y la nulidad absoluta
pueden coincidir, “pero ello no excluye la relevancia lógica de la distin-
ción ni mucho menos su relevancia práctica”.
355
Carlo Calvosa. “In tema di nullità ed inesistenza dall’atto di citazione”. En
Rivista di diritto processuale, vol. V, parte II. Padua: Cedam, 1950, p. 6, quien,
colocándose en la hipótesis de que un acto sea absolutamente irreconocible
El “acto procesal” y sus vicios: panorama teórico sobre el vicio y la nulidad 213
como citación o como acto de apelación, esto es, que no contenga el mínimo de
elementos formales que permita deducir que el acto está dirigido a provocar
la defensa del demandado ante el juez, señala “que no se trata más de un
simple defecto de sustancia ni de contenido” sino que “falta sustancialmente
aquel elemento necesario para que el acto pueda calificarse como citación”.
356
Pontes de Miranda. Tratado de direito privado, I. Ob. cit., p. XX. Por esa razón no
es posible aceptar que un acto inexistente pueda “transformarse” en acto nulo,
como sugiere Adrio Giovannoni, “Los vicios formales en la realización del
acto procesal”. Ob. cit., pp. 78-79, por tratarse de una inaceptable contradicci-
ón teórica. Asimismo, Crisanto Mandrioli. Corso di diritto processuale civile, I.
Ob. cit., p. 259, se equivoca al entender a la inexistencia como “lo que está un
paso a más” de la nulidad, o bien aquel fenómeno que indica “una fattispecie
privada de las bases esenciales para que jamás pueda verificarse una sanato-
ria”, o inclusive un “vicio insanable de modo absoluto, o sea sanable ni siquiera a
través de la aplicación de la regla de la conversión de los vicios de nulidad en motivos
214 RENZO CAVANI
357
Tullio Ascarelli. “Inesistenza e nullità”. Ob. cit., p. 63.
358
Eugenio Florian. Elementos de derecho procesal penal. Ob. cit., p. 119, trae a
colación un caso dramático: “Un ejemplo histórico exige el recuerdo amargo
del terremoto de Calabria y Messina, por cuya causa muchas sentencias que-
daron incompletas o en minuta y no firmadas porque los jueces fallecieron.
216 RENZO CAVANI
365
Enrico Tullio Liebman. Manuale di diritto processuale civile. Ob. cit., pp. 223-224
(cursivas en el original). La explicación de Liebman es muy clara, y quizá la
principal observación que pueda hacerse es que la inexistencia no implica
un “vicio más grave” que la nulidad, porque el vicio presupone la existencia
del acto. Por su parte, Eduardo Couture. Fundamentos del derecho procesal
El “acto procesal” y sus vicios: panorama teórico sobre el vicio y la nulidad 221
civil, 3ª ed. (póstuma). Buenos Aires: Depalma, 1958, p. 377, también expone
correctamente el fenómeno de la inexistencia en el proceso: “El concepto de
inexistencia se utiliza, pues, para denotar algo que carece de aquellos ele-
mentos que son de la esencia y de la vida mismo del acto; un quid incapaz de
todo efecto. A su respecto se puede hablar tan sólo mediante proposiciones
negativas, ya que el concepto de inexistencia es una idea absolutamente
convencional que significa la negación de lo que puede constituir un objeto
jurídico (…) La fórmula que defina esta condición sería, pues, la de que el
acto inexistente (hecho) no puede ser convalidado, ni necesita ser invalidado”. En
consecuencia, para Couture la inexistencia (jurídica) es un simple hecho.
366
Vittorio Denti. Voz: Inesistenza degli atti processuali civili. Ob. cit., p. 637.
Aroldo Plínio Gonçalves. Nulidades no processo. Ob. cit., p. 76, acertadamente
señala que “el acto inexistente no podrá tener sus efectos suprimidos porque
222 RENZO CAVANI
nunca los poseyó y no puede ser considerado válido, como el acto pasible
de nulidad, que, sin embargo, no llega a ser decretada, porque la ley no le
confiere ningún efecto. Si la inexistencia alcanza la propia sentencia, por falta
de requisito esencial, esta no pasa en cosa juzgada, porque si es jurídicamente
inexistente no puede producir efectos en el Derecho”. Cfr., también, José
Carlos Barbosa Moreira. Comentários ao Código de Processo Civil, vol. V (arts.
476 a 565), 15ª ed. revisada y actualizada. Río de Janeiro: Forense, 2010, pp.
115-116; Daniel Mitidiero. “El problema de la invalidez de los actos proce-
sales”. Ob. cit., p. 419. A pesar de ello, es importante la reflexión de Teresa
Arruda Alvim Wambier. Nulidades do processo e da sentença. Ob. cit., p. 157:
“Creemos que se debe repetir en relación a los actos inexistentes lo que fue
dicho respecto a los actos nulos: hay necesidad, en principio, de pronun-
ciamiento judicial, provocado por acción meramente declaratoria, para que
dicha ‘vida artificial’, hace poco referida, tenga fin. Ello ocurre, pensamos, tal
vez en virtud de razones de orden práctico, ligadas a la política legislativa:
parece sensato decir que un pronunciamiento judicial bajo la forma de una
sentencia tiene menos chances de ser arbitrario que un juicio formulado por
cualquier particular. Con esto queremos decir que las sentencias merecen
cierta credibilidad por una serie de razones (…). Puede imaginarse el caos que
surgiría si a todos le fuese dado el derecho de, por ejemplo, dejar de cumplir
contratos, a los que se vinculan, por considerarlos inexistentes, o dejar de
cumplir leyes, porque son inconstitucionales”. Solo una anotación adicional:
a diferencia de los actos viciados, suscribo plenamente la alusión a una ‘vida
artificial’ cuando se habla de actos jurídicamente inexistentes.
El “acto procesal” y sus vicios: panorama teórico sobre el vicio y la nulidad 223
derecho material como el error, dolo o violencia. Es evidente, por tanto, que
los vicios extrínsecos no se identifican con lo que aquí se entiende por vicios
extraformales. Un detalle importante es que la doctrina argentina no trabaja
con la noción forma-contenido, por lo que, en mi criterio, resulta equivocado
limitar el ámbito de los vicios los formales y los vicios de la voluntad (a
semejanza de la teorización que se suele realizar en derecho privado con lo
cual, como ya fue dicho, discrepo), sin tener en cuenta vicios que claramente
no pueden ser encuadrados en ninguna de las dos categorías. Por otro lado,
si bien no es posible negar la existencia —y necesidad de invalidación, en
caso de presentarse– de vicios de la voluntad en la formación de los actos
procesales (como es el dolo, especie de fraude procesal, que inclusive legiti-
ma la rescisión de la sentencia con cosa juzgada), en mi criterio es necesario
tener en cuenta las siguientes observaciones: (1) la voluntad en el proceso
civil se manifiesta de una manera muy distinta a la del ámbito privado por
las características ya apuntadas sobre el acto procesal (supra, n. 8); (2) lo que
verdaderamente interesa es el correcto cumplimiento o no del acto procesal
tal como la ley lo dispone y no la finalidad (causa) que la parte pretenda
imprimirle (lo que, por ejemplo, haría que el error, entendido como la falsa
representación de la realidad, sea difícilmente aceptable); (3) el hecho que los
vicios de la voluntad puedan hacerse valer en el proceso no presupone una
“aplicación” de las normas de derecho privado, porque las características de
la anulabilidad no tienen ninguna incidencia en la dinámica del proceso, más
aún porque si dichos vicios tuviesen que ser impugnados, debería, en todo
caso, originarse un procedimiento incidental (cfr. Giovanni Leone. Istituzioni
di diritto processuale penale. Ob. cit., p. 279, aunque dicho autor piensa que
“constituiría una grave complicación del proceso, que inclusive de iure con-
dendo no se sabría conciliar”); y (4) el sistema de preclusiones —que garantiza
el avance del procedimiento– hace que tales vicios sean subsanados si no son
alegados a tiempo o si alguna conducta de la parte afectada evidencia una
tolerancia al perjuicio, lo cual, evidentemente, responde a la propia sucesi-
ón dinámica de actos. De esa manera, pienso que los vicios de la voluntad
podrían formar parte de los vicios extraformales, pero con un tratamiento y
manifestación muy particular en el proceso, sea para constatarlos, sea para
hacerlos valer. A pesar de estas consideraciones, no obstante, confieso que
se trata de un tema cuyo desarrollo revela una enorme complejidad que no
puede ser agotada aquí.
El “acto procesal” y sus vicios: panorama teórico sobre el vicio y la nulidad 225
368
Cfr. Renato Oriani. Voz: Atti processuali. I) Diritto processuale civile. Ob. cit.,
p. 4; Enrico Redenti. Voz: Atti procesuali. a) Diritto processuale civile. Ob. cit.,
p. 117; Elio Fazzalari. Istituzioni di diritto processuale civile. Ob. cit., p. 232.
369
Es la misma opinión de Giovanni Verde. Profili del processo civile. Ob. cit.,
p. 301: “Son, por ello, reconducidos a la forma no sólo las modalidades de
exteriorización del acto (la escritura, la palabra, el gesto, etc. ) y los esquemas
o modelos formales elaborados por ley (que la doctrina identifica como con-
tenido-forma del acto), sino también el requisito de la proveniencia del acto
de parte de la persona competente, legitimada y capaz (…) y el del respeto
del orden prefijado y de los términos. La forma termina, así, con devenir en
el punto de referencia para examinar la validez de los actos singulares y, con
226 RENZO CAVANI
ello, del proceso entero”. Igualmente, Giuseppe Tarzia. Profili della sentenza
civile impugnabile. Ob. cit., pp. 17-18, y la doctrina allí citada.
370
Luigi Paolo Comoglio; Corrado Ferri; Michele Taruffo. Lezioni sul processo
civile, 2ª ed. Boloña: Il Mulino, 1998, p. 321. De ahí que los autores afirman
que “prevalentemente, por tanto, la disciplina del proceso se ocupa de dicha
forma-contenido y de los efectos que de cada acto derivan por directa volun-
tad de ley, desinteresándose por la voluntad o por la intención subjetiva del
agente”. Por su parte, según Elio Fazzalari. Istituzioni di diritto processuale
civile. Ob. cit., p. 231, el contenido del acto no debe confundirse con su objeto,
que es el “quid de la realidad sobre la cual aquella modificación recae: por
ej., la admisión de una prueba, objeto de la relativa instancia de parte y de la
relativa orden del juez” (cabe resaltar que la modificación a la que alude es
aquella material que el acto produce). No obstante, concuerdo con Giovanni
Verde. Profili del processo civile. Ob. cit., p. 287, cuando afirma que el objeto,
en realidad, estaría absorbido en el requisito de la forma-contenido del acto.
371
Como tuve ocasión de desarrollar en mi artículo “Los ‘presupuestos proce-
sales’ vistos desde la ineficacia procesal”. Ob. cit., p. 207 y ss.
372
El mismo parelelo es realizado por Andrea Proto Pisani. Lezioni di diritto
processuale civile, 2ª ed. Nápoles: Jovene, 1996, p. 237: “La disciplina de los
requisitos formales y extraformales prevé, de hecho, toda una serie de in-
strumentos dirigidos a depurar el proceso de eventuales vicios formales o
extraformales a fin de permitir la conclusión con una sentencia de mérito
sobre el derecho hecho del actor valer en juicio: y ello porque el fin del proceso
de cognición es decir quién tiene razón y quién no la tiene y no concluirse con
El “acto procesal” y sus vicios: panorama teórico sobre el vicio y la nulidad 227
374
Cfr. Renzo Cavani. “Los ‘presupuestos procesales’ vistos desde la ineficacia
procesal”. Ob. cit., p. 208.
375
Tal como lo entiende, por ejemplo, Giancarlo Giannozzi. Appunti per un
corso di diritto processuale civile. Milán: Giuffrè, 1980, n. 81, p. 204, aunque, es
necesario resaltarlo, el autor distingue dos tipos de irregularidades: aquella
sujeta a ratificación o rectificación (que si no se realiza podría conducir a
El “acto procesal” y sus vicios: panorama teórico sobre el vicio y la nulidad 229
378
José Joaquim Calmon de Passos. Esboço de uma teoria das nulidades. Ob. cit.,
p. 111 (las cursivas son del original). Exactamente de la misma manera este
autor lo entendía en 1959: “No se trata propiamente, como es pretendido
en general, de mayor o menor intensidad del defecto, y sí del defecto que
merece o no merece sanción de invalidez, por haber sido o no haber sido
alcanzados los fines tutelados por el acto, en su especificidad” (A nulidade
no processo civil, citado por Antonio Janyr Dall’Agnol Jr. “Por um conceito
de irregularidade processual”. Ob. cit., p. 90).
El “acto procesal” y sus vicios: panorama teórico sobre el vicio y la nulidad 231
379
Dice Couture. Fundamentos del derecho procesal civil. Ob. cit., p. 376, que “la ir-
regularidad del acto procesal, esto es, el desajuste entre la forma determinada
en la ley y en la forma utilizada en la vida, es en todo caso una cuestión de
matices que corre desde el apartamiento gravísimo, alejado en absoluto de
las formas requeridas, hasta el levísimo, apenas perceptible. Paralelamente
a ese apartamiento se va produciendo la ineficacia del acto. El acto absolu-
tamente irregular es absolutamente ineficaz; el acto gravemente irregular
es gravemente ineficaz; el acto levemente irregular es levemente ineficaz”.
Se aprecia, en consecuencia, que Couture adopta la noción latu sensu de
irregularidad, la cual, en mi criterio, no es la más idónea.
380
Ello no puede confundirse con la exposición que ofrece Crisanto Mandrioli.
“Sulla nozione di ‘irregolarità’ nel processo civile”. En Rivista di diritto civile.
Padua: Cedam, septiembre-octubre, 1977, fasc. 5, pp. 509 y ss. El jurista busca
criticar el entendimiento “en sentido negativo” de la irregularidad, “como
deformidad de la fattispecie no tan grave para dar lugar a la invalidez” (que
viene a ser, básicamente, la noción que aquí sostengo), y considera que esta
manera de entender la irregularidad, “bastante exacta para iluminar lo que
la irregularidad no es, en el derecho procesal civil, no se empeñó en la tarea
de determinar lo que la irregularidad es” (p. 510). De ahí que, a partir de un
análisis de la legislación italiana (lo cual, dicho sea de paso, condiciona su
explicación), Mandrioli entienda que “el ‘proprium’ de la noción de irregu-
laridad parece, por tanto, convergir en la individualización de vicios que,
no dando lugar a nulidad, vengan, en ciertos casos particulares, asimilados,
sobre perfiles particulares, a los vicios de nulidad, mientras que en los casos
restantes, se limitan a constituir la categoría residual de las deformidades del
modelo legal, que se mantengan privadas, al menos de forma general, de san-
ciones u otras consecuencias” (p. 516). Los vicios que generan nulidad vienen
a ser, para Mandrioli, irregularidad en sentido estricto, mientras que aquellos
que sí la pueden generar son identificados bajo la noción de irregularidad en
sentido amplio. Lo que Mandrioli pretende demostrar, finalmente, es que las
normas del Codice que responden a la irregularidad determinan que ésta no
deba contraponerse a la nulidad, dado que dichas normas predisponen, al
igual que los vicios que dan lugar a la nulidad, “consecuencias precisas sea
respecto de la eliminación del vicio, sea a su asunción como fundamento de
un remedio” (p. 517). El punto importante aquí es el siguiente: cuando he
El “acto procesal” y sus vicios: panorama teórico sobre el vicio y la nulidad 233
381
Francesco Carnelutti. Sistema del diritto processuale civile, II. Ob. cit., p. 492.
Sigue el mismo criterio de Carnelutti y de Dall’Agnol Jr. (quien vuelve a
afirmar su idea en una conferencia dada algunos años después de la publi-
cación de su libro Invalidades processuais, ya citado: “Invalidades processuais
- algumas questões”. En Revista de Processo, n. 67. São Paulo: Revista dos
Tribunais, julio-septiembre 1992, pp. 157-158), aunque de forma un tanto
dudosa, Marcello Cinellide Paula Freitas. Nulidades de sentença cível. Río
de Janeiro: Lumen Juris, 2004, p. 30.
382
Francesco Carnelutti. Sistema del diritto processuale civile, II. Ob. cit., pp. 492-
493, texto que también está transcrito por Dall’Agnol Jr., “Por um conceito
de irregularidade processual”. Ob. cit., p. 97.
El “acto procesal” y sus vicios: panorama teórico sobre el vicio y la nulidad 235
383
Vittorio Denti. Voz: Nullità degli atti processuali civili. Ob. cit., p. 478. Es impor-
tante resaltar que el último escrito sobre el tema de la nulidad procesal que
el maestro de Pavía escribió sobre la nulidad (me refiero a la ya citada voz
“Invalidità” en el Aggiornamento de la Enciclopedia del diritto, el cual data de
1997) dejó de referirse a la irregularidad. Dice Antonio Janyr Dall’Agnol Jr.
“Por um conceito de irregularidade processual”. Ob. cit., p. 102, que “el vicio
no esencial se refiere menos a la estructura esencial del acto que a su agente.
Está mejor localizado en infracción a deberes; o, prefiriéndose, de acuerdo a
Denti, violaciones de prescripciones particulares dirigidas al sujeto agente.
Justamente allí —y no propiamente en la circunstancia de no traer ninguna
consecuencia para el proceso, pues, eventualmente, el fenómeno también
puede darse con vicios esenciales— residiría la diferencia específica”. Asi-
mismo, tras la aprobación del Codice di procedura civile de 1940 (en vigencia
desde el 21 de abril de 1942), Carnelutti en sus Istituzioni del processo civile
italiano, cambió muchas nociones que había escrito en el Sistema. Una de
ellas, aunque parcialmente, fue la irregularidad. En esa oportunidad dijo
Carnelutti. Istituzioni del processo civile italiano, volume primo. Ob. cit., p. 336,
que “la ley comienza por establecer que no todo vicio (…) de los actos procesales
perjudica su eficacia, sino solamente ciertos vicios particularmente designados. Pero
no hay que pensar que la irregularidad sea una consecuencia del vicio y así
un modo de ser del acto jurídicamente indiferente; entre otras cosas, la simple
irregularidad consiente al juez el poder de ordenar la rectificación (…); además,
puede constituir un motivo para excluir el rembolso de los gastos relativos
al acto irregular (…); finalmente, puede dar lugar a una responsabilidad del
actuante por violación de la obligación de diligencia en el cumplimiento de
los actos procesales (…)” (las cursivas son del original).
384
Además de Carnelutti y Denti, cabe resaltar que Dall’Agnol Jr. “Por um
conceito de irregularidade processual”. Ob. cit., pp. 97-98, también se apoya
236 RENZO CAVANI
De la misma opinión es Fredie Didier Jr. “La invalidación de los actos pro-
386
cesales en el proceso civil brasileño”. Ob. cit., p. 446, aunque afirma que la
esencia de la nulidad es sancionatoria (posición con la que no concuerdo por
las razones expuestas más adelante, infra, n. 11. 7), cuyas palabras son termi-
nantes: “Es preciso, sin embargo, hacer una observación de orden técnico. En
algunas clasificaciones presentadas por la doctrina, aparece la irregularidad
como especie de vicio del acto procesal, al lado de algunas especies de nu-
lidad. Esa opción no es correcta. No se puede colocar, en una clasificación,
ítems que poseen naturaleza distinta. No se puede, por ejemplo, en una
clasificación de verbos, incluir sustantivos o adverbios. No se puede, en una
clasificación de hechos (o defectos), incluir sus consecuencias. Irregularidad
es defecto; nulidad es sanción, consecuencia del defecto. O se clasifican los
defectos de los actos procesales, o se opta por la clasificación de las diversas
consecuencias jurídicas que pueden surgir de esos vicios. La opción de este
ensayo es la primera(…)” (las cursivas son del original).
238 RENZO CAVANI
387
“Art. 136. Expedientes. - Los Auxiliares jurisdiccionales son responsables de la
formación, conservación y seguridad de los expedientes. Cuidarán, además,
de la numeración correlativa y sin interpolación de los folios, que las actas
que contienen actuaciones judiciales sean suscritas por el Juez y por los que
intervengan en ellas, dando fe de la veracidad de su contenido y las demás
responsabilidades que la ley les señala.
La interpolación en la numeración correlativa sólo es procedente por reso-
lución autoritativa del Juez y bajo su responsabilidad”.
388
Destacan, dentro del concepto de irregularidad, la posibilidad de la existen-
cia de responsabilidad disciplinaria, entre otros: José Frederico Marques.
Instituições de direito processual civil. Ob. cit., p. 312; Sálvio de Figuereido
Texeira. Prazos e nulidades em processo civil. Rio de Janeiro: Forense, 1987, p.
40; Eduardo Scarparo. As invalidades processuais civis. Ob. cit., p. 83.
El “acto procesal” y sus vicios: panorama teórico sobre el vicio y la nulidad 239
389
Es por ello que Giovanni Leone. Istituzioni di diritto processuale penale. Ob. cit.,
p. 266, entendiendo que la irregularidad es “cualquier inobservancia de forma o
de términos que no produce nulidad”, afirma que “la faltante previsión de una
irregularidad como causa de nulidad no debe —aun más, no debería, dado
que infelizmente la costumbre procesal va degenerándose más— induce a
incurrir fácilmente en la irregularidad: los sujetos del proceso deben tender
a componer el acto con la máxima adherencia a las reglas legislativas, prin-
cipalmente por un deber de probidad del comportamiento procesal (…)”.
390
Es interesante diferenciar, como lo hace Dall’Agnol Jr. “Por um conceito de
irregularidade processual”. Ob. cit., p. 104, entre irregularidades corregibles
y no corregibles. En el primer caso estarían la ausencia de firma del secretario
o defecto en la numeración, lo cual, como se ha dicho, si bien no es deter-
minante su denuncia, sí es factible —y hasta deseable— que sea corregido,
a fin de que la tramitación del proceso no se vea entorpecida. En el caso de
las irregularidades incorregibles se encontrarían, por su parte, el exceso de
plazo por el juez o sus auxiliares para proveer.
240 RENZO CAVANI
direito processual civil, vol. II, 6ª ed. revisada y actualizada. São Paulo: Ma-
lheiros, 2009, p. 605, dice que “no existe nulidad de pleno derecho en el sistema
procesal, dada la calificación de éste como rama del derecho público. La
El “acto procesal” y sus vicios: panorama teórico sobre el vicio y la nulidad 241
393
Según José Joaquim Calmon de Passos. Esboço de uma teoria das nulidades.
Ob. cit., p. 139, “la nulidad no es el pronunciamiento del magistrado, esto es
exacto, pero se constituye con éste, nace con éste, surge con éste y solamente
existe después de éste”.
El “acto procesal” y sus vicios: panorama teórico sobre el vicio y la nulidad 243
394
Sustancialmente de acuerdo: Crisanto Mandrioli. Corso di diritto pro-
cessuale civile. Ob. cit., pp. 247-248: “la nulidad misma se presenta como
la inidoneidad del acto para producir sus efectos en consecuencia de
determinado vicio, la nulidad se presenta inmediatamente como objeto
de un pronunciamiento por parte del juez; y más precisamente, como un pro-
nunciamiento a falta del cual el acto procesal produce igualmente sus efectos;
un pronunciamiento, en suma, que no se limita a reconocer la ineficacia
del acto, sino que de esta ineficacia implica un defecto constitutivo”. No
obstante, es necesario resaltar que Mandrioli relaciona esta característica
de la nulidad procesal con la anulabilidad del derecho privado, afirmando
que el pronunciamiento judicial posee efectos ex tunc (relacionándola,
esta vez, con la “declaración” de nulidad en derecho privado), es decir,
con eficacia retroactiva, indicando que el acto procesal viciado ya no es
susceptible de producir más efectos (p. 248).
244 RENZO CAVANI
395
Este es un pensamiento asentado en la doctrina brasileña, tal como reconoce
Fredie Didier Jr. “La invalidación de los actos procesales en el proceso civil
brasileño”. Ob. cit., p. 444. Asimismo, por todos, cfr. José Maria Tesheiner.
Pressupostos processuais e nulidades no processo civil. Ob cit., pp. 24-25. Según
Fredie Didier Jr., en posición que comparto plenamente, “no se declaran
nulidades, se decretan nulidades. La nulificación no es un juicio descriptivo
(declaratorio del defecto); se trata de una decisión en que se aplica la sanción
de invalidez, en razón del reconocimiento de la relevancia del defecto del acto
jurídico”. En el mismo sentido, con gran autoridad, José Joaquim Calmon de
Passos. Esboço de uma teoria das nulidades. Ob. cit., p. 128: “Pronunciar, dicen los
léxicos, es expresa verbalmente, proferir, articular, recitar, decretar, publicar,
declarar con autoridad. Consecuentemente, en la pronunciación se puede
contener tanto la decretación como la declaración. La diferencia entre ellas,
sin embargo, no debe ser despreciada. Decretar es pronunciar constitutiva-
mente, componer, establecer, dar vida, ser base o parte esencial de alguna
cosa. Decretar la nulidad es darle vida, porque sin dicho pronunciamiento
no ocurrirá. Declarar es apenas reconocer lo ya existente, proclamarlo, escla-
recerlo. Declarar la nulidad es reconocer, testificar su previa existencia. No
es constituirla, darle vida, ser condición esencial de su existencia”.
396
Según la Real Academia Española, el término “decretación” significa “de-
terminación” y “establecimiento”, y se encuentra en desuso. No obstante,
teniendo en cuenta la importancia teórica que aquíse ha asignado al término,
considero oportuno su empleo.
El “acto procesal” y sus vicios: panorama teórico sobre el vicio y la nulidad 245
Enrico Redenti. Profili pratici del diritto processuale civile. Ob. cit., p. 519.
397
246 RENZO CAVANI
398
H. L. A. Hart. El concepto de derecho, trad. de Genaro R. Carrió, 2ª ed. (reimp.
). México DF: Editora Nacional, 1980, pp. 34 y ss. Remitiéndose también a
este autor y desarrollando su pensamiento: Carlos Alberto Alvaro de Oli-
veira. “Notas sobre o conceito e a função normativa da nulidade (Lendo um
livro de Herbert L. A. Hart)”. En Alvaro de Oliveira, Carlos Alberto(org. ),
Saneamento do processo. Ob. cit., pp. 131-139.
399
En la exposición del pensamiento de Hart se empleará el término normas
porque él así lo hace. No obstante, el entendimiento correcto de dicha figura
será importante en diversos puntos de esta monografía (infra, ns. 12. 11. 6 y
18).
400
Julio B. J. Maier. La función normativa de la nulidad. Buenos Aires: Depalma,
1980, p. 114. Cabe resaltar que este autor, en las páginas previas de su obra,
realiza una interesante crítica a la teoría de Hans Kelsen. Asimismo, al ex-
poner el pensamiento de Hart, dice Carlos Santiago Nino. Introducción al
análisis del derecho, 2ª ed. ampliada y revisada, 9ª reimpresión. Buenos Aires:
Astrea, 1998, p. 90: “El que los hombres se guíen por normas potestativas
en su actividad cotidiana, tanto como se guían por normas de obligación,
El “acto procesal” y sus vicios: panorama teórico sobre el vicio y la nulidad 247
404
Ibídem, p. 116.
405
Javier De Lucas y otros. Introducción. Ob. cit., p. 138. Adviértase que las normas
primarias y secundarias según la concepción de Hart no son equivalentes
a la terminología kelseniana. Kelsen se refiere a las normas primarias como
verdaderas normas jurídicas (todas llevan una sanción y se dirigen a funciona-
rios que deben aplicarlas), mientras que las normas secundarias “no son para
él auténticas normas, sino partes o fragmentos de normas jurídicas genuinas
que integran el antecedente o la condición de aplicación de las normas prima-
rias. Así, por ejemplo, las reglas que confieren potestades legislativas y que
regulan su ejercicio no serían sino condiciones de cuyo cumplimiento (junto
con el de otras normas) depende que los tribunales apliquen las sanciones
establecidas en las leyes” (Javier De Lucas y otros. Ob. cit., p. 137; v. también
Carlos Santiago Nino. Introducción al análisis del derecho. Ob. cit., pp. 84-88).
Por su parte, Luis Prieto Sanchís. Apuntes de teoría del derecho. Madrid: Trotta,
2005, p. 62, explica en forma sucinta la concepción kelseniana, y señala que
las normas secundarias son transformaciones de las primarias, de manera tal
que “el contenido de la norma secundaria resulta ser la conducta opuesta a
la que expresa la condición de aplicación de la primaria. Si esta última dice
que ‘el que matare será castigado…’, la norma secundaria o dirigida a los
ciudadanos habrá de decir ‘no debes matar’”. No obstante Prieto Sanchís se
muestre en desacuerdo con el inseparable vínculo norma jurídica-sanción,
resalta que el mérito de la teoría de Kelsen radica en advertir que el uso de
la fuerza es un rasgo fundamental de todo orden jurídico.
El “acto procesal” y sus vicios: panorama teórico sobre el vicio y la nulidad 249
406
Ibídem, p. 66. No es mi intención profundizar más en la lección de Hart, por
lo que me remito a Prieto Sanchís, quien realiza un magnífico resumen sobre
el punto central del pensamiento del profesor de Oxford (Ibídem, pp. 65-72).
407
Freddy Escobar Rozas. “Algunas cuestiones fundamentales sobre el deber
jurídico”. En Teoría general del derecho civil. 5 ensayos. Lima: Ara, 2002, pp.
36-37.
408
Ibídem, p. 38.
409
Ibídem, pp. 39-40.
410
Dice Escobar Rozas (Ibídem, p. 40): “En consecuencia, podemos afirmar, a
la luz de lo expuesto, que el deber jurídico no es sino aquella herramienta
que, impuesta como necesidad de realizar cierto comportamiento, el Dere-
cho utiliza para garantizar la permanencia y, eventualmente, la realización
de ciertas situaciones jurídicas; o la permanencia o consecución de ciertas
situaciones no-jurídicas a las que considera ‘deseables’”.
250 RENZO CAVANI
411
Ibídem, p. 47.
412
Con clara influencia de las lecciones de Hart, y concibiendo el deber jurídico
en términos cercanos a los expuestos, cfr. Eduardo Talamini. “Notas sobre
a teoria das nulidades no processo civil”. Ob. cit., p. 39.
413
Dice Talamini (Ibídem, p. 40) que “durante el curso del proceso, hay normas
instrumentales dirigidas a las partes, al juez y a sus auxiliares acerca del
modo, forma, lugar, tiempo y demás aspectos relevantes para la práctica de
los actos procesales. Algunas de ellas conciernen a actos específicos (arts.
El “acto procesal” y sus vicios: panorama teórico sobre el vicio y la nulidad 251
los sujetos ante las reglas que confieren potestades: cuando los
contratantes fijan sus propias reglas no están pensando en ningún
“deber de celebrar válidamente el contrato”, ni tampoco en alguna
“sanción por celebrarlo defectuosamente”. Esto, sin duda alguna,
está fuera de la ecuación415.
415
Cfr. H. L. A. Hart. Ob. cit., p. 52. Con esto, creo, lanza una crítica terminante a
la idea de Kelsen quien, como se vio, había afirmado que toda norma jurídica
acarrea una sanción. Más adelante, el profesor de Oxford continúa reafirman-
do su posición: “La confusión en que se incurre al concebir la nulidad como
semejante al mal amenazado, o a las sanciones del derecho penal, puede
ser puesta de relieve de otra manera. En el caso de las reglas del derecho
penal, es lógicamente posible y podría ser deseable que hubiera tales reglas
aún cuando no se amenazara con castigo u otro mal. Se puede sostener, por
supuesto, que en tal caso no habría reglas jurídicas; sin embargo, podemos
distinguir claramente la regla que prohíbe cierta conducta, por un lado, y
el establecimiento de sanciones a ser aplicadas si la regla es trasgredida,
por otro; y suponer que la primera existe sin la segunda. Podemos, en
cierto sentido, quitar la sanción y dejar una pauta, o criterio de conducta,
inteligible que aquella estaba destinada a hacer observar. Pero no hay la
posibilidad lógica de hacer tal distinción entre la regla que requiere el
cumplimiento de ciertas condiciones, por ejemplo, la firma de testigos
para que haya un testamento válido, y la llamada sanción de ‘nulidad’.
En este caso, si el no cumplimiento de esta condición no trajera apareja-
da la nulidad, no podría decirse inteligiblemente que la regla existe sin
sanciones, ni siquiera como regla no jurídica. El establecimiento de la
nulidad es parte de la regla misma de este tipo, de una manera distinta a
como el castigo está ligado a una regla que impone deberes” (p. 44). Por su
parte, Luis Prieto Sanchís. Apuntes. Ob. cit., p. 63, señala que la teoría de
la norma jurídica de Kelsen presenta dos problemas muy particulares:(i)
“si una norma jurídica es aquella cuyo ‘deber ser’ consiste en imponer una
sanción, se hará necesaria otra nueva norma cuyo ‘deber ser’ sea otra sanción
para el caso de incumplimiento de la primera; y así sucesivamente; de modo
que, si aceptamos que el número de normas de un sistema es limitado, habrá
una última norma cuyo ‘deber ser’ sancionatorio no se halle asegurado por
ninguna otra norma de sanción”; y (ii) se verifica la existencia de normas
sin sanción, “y la explicación kelseniana de considerar a tales normas como
partes, fragmentos o antecedentes de las genuinas normas jurídicas resulta
en ocasiones excesivamente alambicada, cuando no imposible”. De esta ma-
nera, Prieto Sanchís concluye que la sanción no es un componente esencial
o necesario de toda norma jurídica.
El “acto procesal” y sus vicios: panorama teórico sobre el vicio y la nulidad 253
Ibídem, p. 131. Así también, acertadamente indica que “el error conceptual
417
418
Aroldo Plínio Gonçalves. Nulidades no processo. Ob. cit., p. 13, tiene un en-
tendimiento distinto del concepto de sanción, en el sentido de que, según
él, la sanción es aquel evento desfavorable orientado al cumplimiento de la
norma violada, pero no sólo ello: “también tienden a reparar o neutralizar
los efectos de una conducta o de un acto contrario al derecho o irregular ante
él, y buscan restablecer, en la medida de lo posible, la situación anterior a la
violación”, concluyendo que dentro de este tipo de sanción se encuentra la
nulidad de los actos jurídicos. Se trata, por tanto, de un concepto de sanción
en sentido amplio. De la misma forma, Antonio do Passo Cabral. Nulidades no
processo moderno. Ob. cit., pp. 207-213, recurriendo a Norberto Bobbio, afirma
que “el concepto de sanción jurídica está ligado a un perjuicio impuesto a la
desobediencia de prescripciones normativas en posiciones de desventaja” (p.
207), del cual se puede concebir la noción de sanciones positivas o regulatorias,
que viene a ser “una alteración en la posición del alter que es aceptada por
éste como ventajosa” (p. 211). La sanción regulatoria, por tanto, busca la
persuasión, o bien una inducción comportamental regulatoria. De ahí que Cabral
encuadre la invalidez como una sanción regulatoria porque el Estado tiene
el deber de desincentivar su empleo.
419
Luis Prieto Sanchís. Ob. cit., p. 71, y poco más adelante, con gran lucidez,
da al tema la estocada definitiva: “En realidad, las nulidades se asemejan un
poco a las reglas de uso que, por ejemplo, acompañan a un electrodoméstico:
si no sigo los pasos que aparecen en el manual de instrucciones, el aparato en
cuestión no funciona y no logra los resultados apetecidos. Del mismo modo,
si el legislador no observa el procedimiento que establecen las normas de
competencia para producir una ley, habrá fracasado en su propósito de dictar
una ley; y el particular que desea otorgar testamento, si no respeta las reglas
de la institución testamentaria, verá asimismo frustrado su deseo” (p. 72).
El “acto procesal” y sus vicios: panorama teórico sobre el vicio y la nulidad 255
te a Chiovenda. Principii di diritto processuale civile. Ob. cit., p. 666, allá por los
primeros años del siglo pasado: “(…) las nulidades no son penalidades, sino
apenas la consecuencia lógica del incumplimiento de aquellas formas a las
cuales la ley atribuye determinados efectos”. En el mismo sentido, y también
antes de la obra de Hart, dice Ottorino Vannini. Manuale di diritto processuale
penale italiano. Ob. cit., p. 80, que “el término ‘sanción’ no es apropiado en
este caso, en cuanto la sanción acompaña la norma imperativa, y no la norma
que subordina la consecución de determinados efectos ante la presencia de
determinadas condiciones. Así, por ejemplo, si se quiere ser exactos, no se
puede hablar de sanción en tema de nulidad, porque determinar una nulidad
y fijar una causa de nulidad no quiere decir, respectivamente, violar una
obligación jurídica ni imponer una obligación jurídica”. Así como ambos
autores, además de los autores ya citados, la doctrina especializada también
se ha pronunciado sobre el tema. Niegan la calidad de sanción a la nulidad
procesal: Carlos Alberto Alvaro de Oliveira. “Notas sobre o conceito e a
função normativa da nulidade”. Ob. cit., pp. 135-137; Giuseppe Chiovenda.
Instituições de direito processual civil, vol. III. Ob. cit., p. 7; Giovanni Conso. Il
concetto e le specie d’invalidità. Introduzione alla teoria dei vizi degli atti processuali
penali. Milán: Giuffrè, 1955, pp. 63-64; Cândido Rangel Dinamarco. Insti-
tuições de direito processual civil, vol. II. Ob. cit. p. 596 y ss.; Roque Komatsu.
Da invalidade no processo civil. Ob. cit., pp. 181 y ss.; Daniel Mitidiero. “El
problema de la invalidez de los actos procesales en el derecho procesal civil
brasileño”. Ob. cit., p. 422; Eduardo Scarparo. As invalidades processuais civis.
Ob. cit., pp. 75-77 (con expresa crítica al pensamento de Antonio do Passo
Cabral); José Maria Tesheiner; Lucas Pereira Baggio. Nulidades no processo
civil brasileiro, Río de Janeiro: Forense, 2008, pp. 51-54 (aunque ellos relativizan
la importancia de la discusión); Teresa Arruda Alvim Wambier. Nulidades do
processo e da sentença. Ob. cit., p. 141. Entre los que subsumen la invalidez en
el concepto de sanción se encuentran Antonio do Passo Cabral. Nulidades
no processo moderno. Ob. cit., pp. 30-32 y 207 y ss.; José Joaquim Calmon de
Passos. Esboço de uma teoria as nulidades. Ob. cit., pp. 106-107; Fredie Didier
Jr. “La invalidación de los actos procesales en el proceso civil brasileño”.
Ob. cit., p. 441 (también en su Curso de direito processual civil, vol. I. Ob. cit., p.
272); Aroldo Plínio Gonçalves. Nulidades no processo. Ob. cit., pp. 12 y ss.; José
256 RENZO CAVANI
Frederico Marques. Instituições de direito processual civil. Ob. cit., pp. 301-302;
Remo Pannain. Le sanzionidegli atti processuali penali. Ob. cit., pp. 170 y 393 y
ss.; Moacyr Amaral Santos. Primeiras linhas de direito processual civil, vol. 2.
Ob. cit., p. 62; Heitor Sica. “Contribuição ao estudo da teoria das nulidades”.
Ob. cit., pp. 182 y ss.; José Maria Tesheiner. Pressupostos processuais e nulidades
no processo civil. Ob. cit., p. 14; Enrique Véscovi. Teoría general del proceso. Ob.
cit., pp. 257-258.
421
Carlos Alberto Alvaro de Oliveira. “Notas sobre o conceito e a função
normativa da nulidade”. Ob. cit., p. 138.
422
No podría argumentarse lo contrario tan solo recurriendo a los dispositivos
del CPC. Así por ejemplo, el artículo 171 ab initio: “La nulidad se sanciona solo
por causa establecida en la ley (…)” (cursivas agregadas). Tampoco resulta
admisible afirmar que la nulidad es una sanción porque así lo indica el pri-
mer párrafo del artículo 124 de la LOPJ (que alberga, por lo demás, muchas
deficiencias técnicas): “Las actuaciones judiciales se practican en días y horas
hábiles bajo pena de nulidad” (el resaltado es agregado). Con la exposición en
el texto, creo haber demostrado que la nulidad no es una sanción, ni mucho
menos una pena, y siendo esta consideración una de tipo dogmático, el tér-
mino empleado por la ley puede ser tranquilamente desconsiderada.
El “acto procesal” y sus vicios: panorama teórico sobre el vicio y la nulidad 257
423
De la misma opinión es Julio B. J. Maier. Función normativa de la nulidad, cit.,
p. 141.
258 RENZO CAVANI
424
José Joaquim Calmon de Passos. Esboço de uma teoria das nulidades. Ob.
cit., pp. 141-142, también afirma que la eficacia de la nulidad es ex tunc:
“no existe nulidad procesal sin un previo decir del magistrado y su de-
cretación opera a partir del momento en que es consumada, siempre con
eficacia ex tunc, por lo que sus efectos son puestos en relación a los actos
subsecuentes al acto anulado, evaluándose la repercusión de la invalidez
decretada sobre ellos”. No obstante, pienso que al profesor bahiano le
faltó esclarecer que este acto anulado es un acto viciado que ocurrió con
anterioridad a la decretación de nulidad, por lo que la eficacia de ésta es
retroactiva hasta el momento del vicio.
El “acto procesal” y sus vicios: panorama teórico sobre el vicio y la nulidad 259
425
Al respecto, considero totalmente inútil pretender distinguir dos conceptos
según la posibilidad de que el acto viciado haya contaminado actos sucesi-
vos, como lo hace Francesco Carnelutti. Istituzioni del processo civile italiano,
volume primo. Ob. cit., pp. 336-337.
426
Galeno Lacerda. Despacho saneador. Ob. cit., pp. 160 y ss. Cabe resaltar que
esta edición viene a ser un facsímil de la primera, que data de 1953.
427
Esta lección de Carnelutti —pensada realmente para una teoría general de
las nulidades— puede encontrarse en su Sistema del diritto processuale civile, II.
Ob. cit., pp. 486 y ss., esp. pp. 494-499 (ver también Galeno Lacerda. Despacho
saneador. Ob. cit., pp. 70-71, quien transcribe las notas principales de la teoría
de Carnelutti). A partir de esta tesis es que Galeno Lacerda construyó su
teoría, cuya formulación tuvo acogida no sólo en Brasil sino también, de uno
u otro modo, en otras latitudes, debido a que se derivó de la doctrina italiana
(cfr. Antonio do Passo Cabral. Nulidades no processo moderno. Ob. cit., p. 39,
notas 141 y 142). En efecto, por citar un ejemplo: Manuel Serra Domínguez.
“Nulidades procesales”. Ob. cit., pp. 562-564, cuya fundamentación de la
nulidad absoluta, relativa y la anulabilidad se identifica plenamente con la
tesis de Lacerda, aunque el profesor español agrega indebidamente, como
se ha visto, en el mismo plano, las categorías de inexistencia e irregularidad.
428
Procederé a desarrollar brevemente el pensamiento de Galeno Lacerda,
principalmente, a partir de algunos textos que lo han reseñado (y también
criticado) en forma bastante clara: José Maria Tesheiner; Lucas Pereira
Baggio. Nulidades no processo civil brasileiro. Ob. cit., pp. 89-99; Antonio do
Passo Cabral. Nulidades no processo moderno. Ob. cit., pp. 37-42 y 85-88; Car-
los Alberto Alvaro de Oliveira; Daniel Mitidiero. Curso de proceso civil.
Ob. cit., pp. 319 y ss.; Daniel Mitidiero. “El problema de la invalidez de
260 RENZO CAVANI
los actos procesales”. Ob. cit., pp. 424-428; Augusto Tanger Jardim. “De las
nulidades procesales”, trad. Yolanda Tito Puca, revisión Renzo Cavani. En
Cavani, Renzo (coord. ). Estudios sobre la nulidad procesal. Ob. cit., pp. 474 y
475; Eduardo Scarparo. As invalidades processuais civis. Ob. cit., pp. 161-168.
Un punto importante es reconocer que la esquematización de la nulidad
fue realizada por Galeno Lacerda de un modo marginal y accesorio al tema
principal, que es precisamente el despacho saneador o, tal como se conoce en
el Perú, saneamiento procesal. Asimismo, es muy interesante lo señalado por
Antonio do Passo Cabral. Nulidades no processo moderno. Ob. cit., pp. 77-78,
en donde se evidencia que el Reglamento 737 de 1850 (ordenamiento procesal
previo al Código de Proceso Civil brasileño de 1939) influenció la construcción
de la teoría de Lacerda, marcadamente inspirada en las categorías de derecho
material, dado que dicha legislación, en su parte sobre nulidades, mezclaba ele-
mentos procesales y de derecho material. La confusión que surgió en la doctrina
brasileña sobre esta materia se verifica en los intentos por definir la categoría
nulidad procesal de manera que comprenda ambos ramos, cfr. Inocencio Borges
da Rosa. Nulidades do processo compreendendo nulidades do processo civil e comercial,
nulidades do processo penal e nulidades em materia eleitoral. Porto Alegre: Livraria
do Globo, 1935, pp. 87 y ss. Este autor critica con razón las definiciones de João
Monteiro, Martinho Garcez y Pimenta Bueno, y ofrece la siguiente definición:
“Nulidad es el defecto jurídico que desvalora o puede invalidar el acto o el proceso, en todo
o en parte” (p. 97). Como puede verse, no llega a distinguir nulidad y vicio, hecho
que es muy común la doctrina que trabaja con nulidades absolutas y relativas;
no obstante, su mérito es dejar claro que no pueden confundirse las nulidades
del derecho procesal con las del derecho material.
429
Galeno Lacerda. Despacho saneador. Ob. cit., pp. 72 y ss.
430
Sin perjuicio de las críticas de fondo, aquí es necesario hacer constar un error
conceptual en que incurrió Galeno Lacerda. Despacho saneador. Ob cit., p. 71,
el cual se verifica cuando el jurista, refiriéndose a la postura de Carnelutti,
afirma que “esos conceptos se aplican al tema de los vicios esenciales del acto
procesal, los cuales se clasificarán, así, en vicios insanables, constituidos por
las nulidades absolutas, y vicios sanables, donde se distinguen las nulidades
relativas y las anulabilidades”. Entonces, para Lacerda la clasificación de
El “acto procesal” y sus vicios: panorama teórico sobre el vicio y la nulidad 261
431
Antonio do Passo Cabral. Nulidades no processo moderno. Ob. cit., p. 38.
432
Ibídem, pp. 40-41.
El “acto procesal” y sus vicios: panorama teórico sobre el vicio y la nulidad 263
433
Ibídem, p. 86.
434
Daniel Mitidiero. “El problema de la invalidez de los actos procesales”. Ob.
cit., p. 425. En el mismo sentido, y adicionando más ejemplos del derecho
positivo, cfr. José Maria Tesheiner; Lucas Pereira Baggio. Nulidades no processo
civil brasileiro. Ob. cit., pp. 95-96.
264 RENZO CAVANI
435
Ibídem, pp. 96 y ss., y los casos allí citados.
436
Esta es la posición de Carlos Alberto Alvaro de Oliveira; Daniel Mitidiero.
Curso de processo civil, vol. 1. Ob. cit., p. 320, quienes, a su vez, se muestran de
acuerdo con Aroldo Plínio Gonçalves: “la distinción [entre nulidades absolu-
tas, nulidades relativas y anulabilidades] no es compatible con la naturaleza
del proceso, que, como procedimiento que se realiza en contradictorio para
la consecución del acto imperativo del Estado —la sentencia—, se encuen-
tra regulado por normas de orden público. El interés público prevalece en
todas las normas procesales, por lo que, en el sistema democrático, con las
conquistas que ya se consolidaron en el Derecho, interesa a los justiciables
en general, a toda la sociedad, que el acto decisorio de la sentencia sea fruto
de un procedimiento realizado con la colaboración de las partes (…). Pero
la garantía de los derechos de la parte no es objeto de norma dispositiva. No
se puede confundir su participación con la norma que la asegura. Esa norma
tiene naturaleza imperativa y su finalidad no es proteger el interés de la
parte, que puede inclusive revelar un profundo desinterés por el decurso del
proceso y optar por la omisión en los actos procesales que le son destinados
(…). Lo que importa, en la cuestión de la invalidez, es que la participación de
las partes esté garantizada, y esa garantía no se hace por norma dispositiva,
sino por norma imperativa que resguarda la propia concepción democrática
del proceso”.
El “acto procesal” y sus vicios: panorama teórico sobre el vicio y la nulidad 265
José Maria Tesheiner; Lucas Pereira Baggio. Nulidades no processo civil brasi-
438
439
Ibídem, p. 96.
440
De la misma opinión es CândidoRangel Dinamarco. Instituições do direito
processual civil, vol. II. Ob. cit., p. 607, quien es terminante al afirmar que
“la concepción publicista de los actos del Poder Judicial y de la técnica que
conduce a su anulación cuando son defectuosos excluye los conceptos de
anulabilidad del acto procesal y de acto procesal anulable (Liebman). Tales cate-
gorías son propia del derecho privado, que contempla dos especies contrales
de defectos de los negocios jurídicos, a saber: a) los vicios radicales, que
El “acto procesal” y sus vicios: panorama teórico sobre el vicio y la nulidad 267
impiden desde luego la producción de los efectos programados por los agen-
tes y caracterizan las nulidades de pleno derecho, o pleno jure; b) los vicios
menos graves, que no impiden la producción de los efectos pero dejan a la
parte inocente el derecho potestativo de postular en juicio la substracción
de éstos, por la técnica de las anulabilidades y de la anulación (…). De ahí,
en el lenguaje del derecho privado es propio hablar de anulación de lo me-
ramente anulable, i. e., del acto susceptible de ser anulado; y decretación de
nulidad del acto que sea desprovisto de efectos desde el nacimiento (nulo).
En derecho procesal, donde los defectos del acto no impiden de producir sus
efectos y es necesario que una decisión judicial los neutralice, es adecuado
hablar de anulación del acto viciado. Muy diferente de lo que se da en derecho
privado, lo nulo procesal depende siempre de la anulación, sea se trata de
nulidad absoluta o relativa”.
441
Alguien podría replicar en el sentido que sí es posible construir una teoría
general de las nulidades desde el ámbito de la Teoría General del Derecho,
que pueda ser aplicada en ambos planos (derecho material y procesal). Sin
embargo, respetando dicha posición, soy de la idea que la funcionalidad de
la nulidad en uno y otro ámbito es tan diferente que este intento conciliador
es poco menos que inviable. En efecto, según Cândido Rangel Dinamarco.
Instituições do direito processual civil, vol. II. Ob. cit., p. 608, “quien quisiese
transponer el lenguaje del derecho privado a la técnica de la invalidez y de
la nulificación del acto procesal, llegaría a concluir que todo acto procesal
viciado es anulable; y entonces no existirían actos nulos en derecho procesal,
porque siempre la sustracción de la eficacia del acto viciado sólo podría venir
por la vía judicial. Pero ello sería una indebida adopción de conceptos y mé-
todos privatísticos, en el campo de una rama jurídica que es eminentemente
pública”.
268 RENZO CAVANI
442
Esto es lo que proponen, entre otros, Antonio Carlos de Araújo Cintra,
Cândido Rangel Dinamarco y Ada Pellegrini Grinover. Teoria geral do
processo. Ob. cit., pp. 367-368. Por su parte, Ovídio Baptista daSilva. Curso
de processo civil, vol. 1. Ob. cit., p. 216, dice que “todo el sistema de nulidades
está subordinado al principio de finalidad (art. 244 del CPC) del acto procesal, o
principio de instrumentalidad de las formas, según el cual, cuando la ley prescriba
determinada forma, sin conminación de nulidad, el juez deberá considerar
válido el acto si, realizado por otro modo, haya alcanzado la finalidad que
la ley le atribuía. A partir de este principio, las nulidades se clasifican en
conminadas y no conminadas, de las cuales solamente las primeras impedirían
la sanación del acto nulo, o la relevación de su defecto, mientras que las nuli-
dades no conminadas admitirían siempre la consideración de validez del acto
cuando este, siendo practicado de otro modo, haya alcanzado su finalidad.
Aun cuando el acto deba ser considerado viciado de nulidad absoluta, si no
hubiera conminación de nulidad es posible la sanación” (las cursivas son del
original).
El “acto procesal” y sus vicios: panorama teórico sobre el vicio y la nulidad 269
443
Antonio do Passo Cabral. Nulidades no processo moderno. Ob. cit., p. 89: “En
lo que atañe a la previsión legal, vivimos en un sistema que privilegia las
nulidades no conminadas y que no se sujeta a la legalidad escrita. Así, la cla-
sificación parece ser innecesaria, inclusive porque la doctrina y jurisprudencia
modernas se valen de principios constitucionales como el contradictorio y
la amplia defensa para identificar nulidades no expresamente conminadas,
pero que aun así importen en la ineficacia del acto”.
270 RENZO CAVANI
444
Es preciso, sin embargo, reconocer que las “nulidades conminadas” pue-
den servir para identificar cuál es la forma cuyo cumplimiento riguroso el
legislador ha considerado particularmente relevante. En efecto, como dice
José Roberto dos Santos Bedaque. Efetividade do processo e técnica processual.
Ob. cit., pp. 451-452, “inclusive se admite la presunción de perjuicio en los
casos de nulidad conminada o absoluta. Este tipo de sanción proviene de la
importancia atribuida a la forma, entendida como esencial para que el acto
alcance su finalidad en determinados casos. La nulidad absoluta se explica
precisamente por ese juicio previo hecho por el legislador respecto del perjui-
cio” (v. también las pp. 458 y ss. ). Sin embargo, nada de ello obsta para que el
intérprete renuncie al análisis que proporciona (y exige) la instrumentalidad
de las formas, evidentemente, cuando existan vicios formales.
El “acto procesal” y sus vicios: panorama teórico sobre el vicio y la nulidad 271
445
De la misma opinión es Fredie Didier Jr. “La invalidación de los actos proce-
sales en el proceso civil brasileño”. Ob. cit., pp. 445 y ss., aunque por distintas
razones. Pero no es el caso, por ejemplo, de José Roberto dos Santos Bedaque.
Efetividade do processo e técnica processual. Ob. cit., pp. 458 y ss., quien admite
que la diferencia entre las categorías de nulidad absoluta y nulidad relativa
no sirve para determinar cuándo se produce inextricablemente una decreta-
ción de nulidad (como lo demostró páginas atrás), aunque dicha distinción
“sólo importa a efectos de determinar la posibilidad del reconocimiento de
la nulidad de oficio y la no incidencia de la preclusión”. No obstante, en mi
opinión esto no puede aceptado porque, como se expone en el texto, es el
vicio —y no la nulidad— la categoría afectada por la decretabilidad o no de
oficio, así como por la preclusión.
272 RENZO CAVANI
446
Dice Daniel Mitidiero. “El problema de la invalidez de los actos procesales”.
Ob. cit., p. 427, que “igualmente se muestra inadecuado aludir a anulabilida-
des en derecho procesal civil. En efecto, si en el campo del derecho privado la
distinción entre lo nulo y lo anulable está en que éste produce efectos hasta
su anulación y aquel no se ofrece apto a dimanar ninguna eficacia, inclusive
antes del reconocimiento judicial del vicio, al menos en términos positivos,
entonces es patente que esta distinción no calza en el proceso, por cuanto en
la relación jurídica procesal todos los actos son eficaces hasta que se diga lo
contrario (…)”.
447
Por ello, resulta muy curioso hablar de “nulidad absoluta” y “nulidad relati-
va” según la posibilidad de subsanación del vicio. O sea, un vicio insubsanable
genera una “nulidad absoluta”, mientras que un vicio subsanable produciría
una “nulidad relativa”. En este caso, en la hipótesis que se diferencie bien
las categorías de vicio y nulidad, no tiene sentido catalogar a esta última se-
gún la posibilidad de subsanación del primero, por la sencilla razón que la
decretación de nulidad produce exactamente lo mismo en todos los casos:
la eliminación de la eficacia y de los efectos del acto viciado, cualquiera que
sea su gravedad.
274 RENZO CAVANI
449
Alberto Luis Maurino. Nulidades procesales, 3ª ed. actualizada y ampliada,
Buenos Aires: Astrea, 2009, p. 19.
El “acto procesal” y sus vicios: panorama teórico sobre el vicio y la nulidad 277
450
Ibídem, p. 20.
451
“Art. 356. - Clases de medios impugnatorios. - Los remedios pueden formu-
larse por quien se considere agraviado por actos procesales no contenidos
en resoluciones. La oposición y los demás remedios sólo se interponen en
El “acto procesal” y sus vicios: panorama teórico sobre el vicio y la nulidad 279
454
En efecto, el artículo 171 señala: “La nulidad se sanciona sólo por causa
establecida en la ley. Sin embargo, puede declararse cuando el acto procesal
careciera de los requisitos indispensables para la obtención de su finalidad”.
Sin ningún atisbo de duda, el CPC se refiere a que la nulidad puede declararse
(rectius: decretarse), es decir, identifica correctamente el fenómeno de la
nulidad, que acontece sólo con el pronunciamiento judicial. Por otro lado,
el artículo 175 es aún más claro al establecer que: “El pedido de nulidad será
declarado inadmisible o improcedente según corresponda cuando: (…)”.
Aquí no se habla de la nulidad, sino del pedido (o solicitud) de nulidad. El
pedido de nulidad es un acto de parte; la decretación de la nulidad es un acto
jurisdiccional. Cuando el artículo 382 CPC dispone que “el recurso de apela-
ción contiene intrínsecamente el de nulidad (…)” no hace más que reconocer
que un recurso de apelación (acto de parte) puede contener un pedido de
nulidad (acto de parte), ¡pero evidentemente no una nulidad!
455
Adoptando las (antiguas) posiciones de Monroy Gálvez y Arrarte, Martín
Hurtado Reyes. Fundamentos de derecho procesal civil. Ob. cit., p. 804, dice que
“para definir la nulidad procesal deberíamos primero ubicarla como medio
impugnatorio que tiene como propósito atacar un acto procesal o un proceso
(…) Hay que entender la nulidad como mecanismo para útil para atacar,
cuestionar, discutir la validez de un acto procesal o de un proceso”. Aun
más, si se continúa la lectura del texto, se advierte que la nulidad no puede
ser una declaración judicial (aunque después dice que es una sanción), pues
señala que “el efecto de esta impugnación [de la nulidad] de comprobar la
inexistencia de los requisitos esenciales para su validez, es la declaración de
ineficacia del acto procesal atacado, el acto se generó pero no produjo nin-
gún efecto, por lo cual no existe justificación para mantenerlo (es eliminado,
por sanción)” (p. 804). Sin perjuicio de no compartir el íntegro de la última
frase transcrita, de ésta se desprende indudablemente que, para Hurtado,
la nulidad produce una declaración (rectius: decretación) de ineficacia.
456
Ibídem, p. 805.
282 RENZO CAVANI
Ibídem.
457
Ibídem.
458
CAPÍTULO IV
El modelo de la finalidad y su imperfecta
recepción en el Código Procesal Civil
peruano de 1993
460
“Art. 121. Libertà di forme. Gli atti del processo, per i quali la legge non richiede
forme determinate, possono essere compiuti nella forma più idonea al raggiungimento
del loro scopo” (Los actos del proceso, para los cuales la ley no prevé formas
determinadas, pueden ser realizados en la forma más idónea al logro de su
finalidad).
“Art. 156. Rilevanza della nullità. Non può essere pronunciata la nullità per inos-
servanza di forme di alcun atto del processo, se la nullità non è comminata dalla legge
(No puede ser pronunciada la nulidad por inobservancia de forma de ningún
acto del proceso, si la nulidad no es conminada por la ley).
“Può tuttavia essere pronunciata quando l’atto manca dei requisiti formali indispen-
sabili per il raggiungimento dello scopo” (Puede, sin embargo, ser pronunciada
cuando el acto carece de los requisitos formales indispensables para el logro
de la finalidad).
“La nullità non può mai essere pronunciata, se l’atto ha raggiunto lo scopo a cui è
destinato” (La nulidad no puede en ningún caso ser pronunciada, si el acto
ha logrado la finalidad a la que estaba destinado).
El modelo de la finalidad y su imperfecta recepción en el CCP 1993 287
461
En este punto es muy importante traer a colación la crítica de Carlo Furno.
“Nullità e rinnovazione”. Ob. cit., p. 419 y ss., al art. 121 del Codice, en tanto
que, según el autor, es falso que prime el principio de libertad de las formas
por sobre el principio de legalidad. Según dicho autor hay un nítido con-
traste entre la sumilla de aquella disposición (“Libertà di forme”) y la propia
disposición y sus implicancias; esto es, si realmente existe tal libertad en la
regulación formal de los actos procesales. Furno llega a la conclusión de
que, en realidad, dicha libertad es bastante reducida porque los actos del
proceso no pueden dejar de tener una forma (el autor deja bien claro que
no está hablando del contenido, v. supra 16. 2 y 16. 3). Además, afirma que
“el proceso no sería ni siquiera concebible, si no estuviera enteramente
inmerso en el terreno de la legalidad” (p. 421). Es cierto que la existencia
de forma, entendida como envoltorio es un elemento ontológico del acto,
pues sólo a través de la forma el acto se da a conocer. También es cierto
que el juez ni las partes tienen una libertad total para decidir qué forma
darle a determinado acto (no existe ni puede existir una “atipicidad de
los actos procesales”). Por el sólo hecho de ser un acto insertado en una
cadena procedimental, siempre poseerá un contenido esencialmente for-
mal. No obstante, de ahí a decir, como Furno, queel artículo 121 del Codice
consagra una disposición equívoca porque la ley no puede abstenerse
a darle un contenido formal al acto procesal significa confundir forma
con regulación formal. Es indiscutible que la ley no establece cómo deben
realizarse todos los actos del procedimiento, sino sólo algunos:aquellos en
los que el legislador consideró importante determinar los requisitos para
su realización. Más allá de la discusión bizantina si prevalece el principio
de libertad de formas o el de legalidad, lo importante es constatar que
llevar al extremo uno de ellos ocasiona un resultado no menos pernicioso
que llevar al extremo el otro. Estaríamos ante un formalismo exagerado
capaz de obstruir la adopción de una prestación jurisdiccional efectiva,
adecuada y tempestiva o, por otro lado, ante un formalismo inexistente,
con la consecuente inseguridad para los litigantes y el surgimiento del
arbitrio judicial. Así, haciendo referencia a diversos autores que susten-
tan el predominio del principio de legalidad, Antonio do Passo Cabral.
Nulidades do processo moderno. Ob. cit., pp. 53-54, dice que “no predican
El modelo de la finalidad y su imperfecta recepción en el CCP 1993 289
466
El artículo 178 (nulidad de cosa juzgada fraudulenta) nada tiene que hacer
allí. Siendo una especie del género de la revisión, por un criterio sistemático,
debería encontrarse después de los medios impugnatorios.
467
En efecto, como se verá más adelante al hablar de los vicios formales y no
formales (infra, n. 12. 4), es notorio que la influencia del Codice en el tema
de la nulidad llegó al legislador peruano no directamente, sino a través de
la normativa del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación argentino
y del Anteproyecto de Código Procesal Civil modelo para Iberoamérica. La
razón es simple: nuestro CPC cometió los mismos errores que ambos textos
legislativos.
294 RENZO CAVANI
468
Los párrafos precedentes a los que se refiere dicho dispositivo son: “Ningún
acto procesal será declarado nulo si la ley no prevé expresamente esa san-
ción”; y “Sin embargo, la nulidad procederá cuando el acto carezca de los
requisitos indispensables para la obtención de su finalidad”.
469
Los párrafos precedentes a los que se refiere dicho dispositivo son: “No
puede anularse un acto procesal sino cuando un texto expreso de la ley lo
autorice” y “Puede ser anulado, no obstante, cuando carece de los requisitos
indispensables para la obtención de su fin”.
296 RENZO CAVANI
470
Por ello es que resulta cuando menos extraño que la doctrina que conceptúa
bien el modelo de la finalidad (es decir, admitiendo que el logro de la fina-
lidad siempre prevalece), aún se empeñe en darle contenido a la regla de la
taxatividad, como es el caso de Alberto Luis Maurino. Nulidades procesales.
Ob. cit., pp. 39 y ss.
El modelo de la finalidad y su imperfecta recepción en el CCP 1993 299
471
Como se demuestra en la siguiente frase: “el acto practicado con violación
de forma sólo será decretado inválido si, y solamente si, no alcanzara su
finalidad y comprometiera los fines de justicia del proceso” (Carlos Alberto
Alvaro de Oliveira; Daniel Mitidiero. Curso de processo civil, vol. I. Ob. cit.,
p. 324). El procedimiento lógico para la decretación de nulidad será abordado
en el Capítulo VI (infra, n. 25).
300 RENZO CAVANI
472
Esa importancia de la taxatividad cada vez menor, como un sector de la
doctrina reconoce, al punto de que ellla ya no se limitaría a la conminación
expresa, es decir, a la mención del término “nulidad”, sino también abarcaría
las expresiones prohibitivas negativas (“no será permitido”, “no podrá”, etc.
). Cfr., Teresa Arruda Alvim Wambier. Nulidades do processo e da sentença. Ob.
cit., pp. 212-213.
El modelo de la finalidad y su imperfecta recepción en el CCP 1993 301
473
Aunque cabe destacar que el CPC peruano —a diferencia de sus pares ar-
gentino e Iberoamericano— posee el art. 172, segundo párrafo, norma que
hace alusión expresa a los requisitos formales, pero que frente a las normas
del art. 171, CPC, genera unproblema interpretativo que será resuelto más
adelante (infra, n. 13).
El modelo de la finalidad y su imperfecta recepción en el CCP 1993 303
474
Enrico Redenti. Voz: Atti processuali. a) Diritto processuale civile. Ob. cit., p.
117.
475
Humberto Ávila. Teoria dos princípios. Ob. cit., pp. 78 y ss. Cabe resaltar que
la exposición sobre las reglas y los principios realiza por el profesor gaúcho
será adoptada en este trabajo.
304 RENZO CAVANI
476
Ibídem, pp. 120 y ss. (infra, n. 23).
477
De ahí que la pregunta formulada por Roberto Poli. “Sulla sanabilità dei
vizi degli atti processuali”. Ob. cit., pp. 484-485, nota 46, deba ser respondida
negativamente: “Si se tiene en cuenta que la naturaleza esencialmente formal
del procedimiento y del hecho que las normas relativas a los actos procesales,
y en particular sobre las nulidades, no conocen nada más que ‘requisitos
formales’ de los actos, ¿no conviene quizá renunciar a la contraposición bajo
examen [vicios formales, vicios extraformales] y utilizar el concepto de forma
del acto en toda su amplitud posible?”. El gran problema, naturalmente, es
que hablar de forma en sentido amplio abarca varios conceptos diferentes
entre sí; de ahí que resulta más correcto hablar de forma en sentido estricto
y forma-contenido, tal como ha sido expuesto en el capítulo anterior.
El modelo de la finalidad y su imperfecta recepción en el CCP 1993 305
478
La doctrina italiana está bastante dividida. Además de la ya conocida opinión
de Vittorio Denti, entre los que afirman que existe una incompatibilidad entre
el régimen de nulidades procesales consagrado con los vicios extraformales
se encuentran: Virgilio Andrioli. Commento al Codice di Procedura Civile, vol.
I. Disposizioni generali, 3ª ed. revisada, reimpresión con apéndice. Nápoles:
Jovene, 1957, p. 412 (aunque la posición de Andrioli es bastante más incierta
en trabajos posteriores, tales como sus Lezioni di diritto processuale civile. Parte
prima. Introduzione - la legge processuale - la giurisdizione - l’azione - le parti
- gli atti processuali, 2ª ed. Nápoles: Jovene, 1961, p. 462 y, posteriormente,
en sus Lezioni di diritto processuale civile, volume primo. Nápoles: Jovene,
1973, p. 419); Angelo Bonsignori. “Effetto devolutivo dell’appello e nullità
insanabili”. En Rivista trimestrale di diritto e procedura civile. Milán: Giuffrè,
1978, n. 4, p. 1620; Luigi Paolo Comoglio; Corrado Ferri; Michele Taruffo.
Lezioni sul processo civile. Ob. cit., p. 350; Vittorio Denti. Voz: Invalidità (dir.
proc. civ. ). Ob cit., p. 711; Enrico Redenti. Voz: Atti processuali. a) Diritto pro-
cessuale civile. Ob. cit., p. 126 (la cual viene a ser su posición definitiva sobre
el tema); Enrico Redenti. Diritto processuale civile. Ob. cit., p. 230; Girolamo
Monteleone. Diritto processuale civile, volume primo. Ob. cit., p. 298. Ya entre
los que admiten que los vicios extraformales también pueden regularse con
las reglas para los vicios formales se encuentran: Crisanto Mandrioli. Corso
di diritto processuale civile. Ob. cit., p. 250; Renato Oriani. Voz: Nullità degli
atti processuali. I) Diritto processuale civile. Ob. cit., p. 8; Roberto Poli. “Sulla
sanabilità dei vizi degli atti processuali”. Ob. cit., pp. 483 y ss.; Marco Tullio
Zanzucchi. Diritto processuale civile, I. Ob. cit., p. 405.
306 RENZO CAVANI
479
Enrico Redenti. Voz: Atti processuali. a) Diritto processuale civile. Ob. cit., pp.
125-126.
480
Andrea Proto Pisani. Lezioni. Ob. cit., pp. 237 y ss., identifica correctamente
la relación de los requisitos de la forma-contenido con los poderes procesales
de las partes y del juez, pero, a la misma vez, los identifica con los requisitos
formales, contraponiéndolos a los requisitos extraformales. La contradicción
y ambigüedad en la exposición de Proto Pisani es aún más palpable cuando,
ejemplificando estos últimos, coloca la constitución del juez, la jurisdicción,
la competencia, la capacidad para ser parte, la capacidad procesal, la defensa
El modelo de la finalidad y su imperfecta recepción en el CCP 1993 307
distinga la nulidad de los actos por vicios de forma (arts. 112-116) y la nulidad
de los actos por irregularidad de fondo (arts. 117-121), en donde los supuestos
en este último caso tienen un tratamiento distinto por la propia naturaleza de
los requisitos violados. En efecto, los defectos en la capacidad para ser parte
(capacité d’ester en justice), en la falta de representación (pouvoird’une partie
ou d’une personne figurant au procès comme représentant) o en la capacidad del
representante o en su apoderamiento (capacité ou de pouvoir d’une personne
assurant la représentation d’une partie en justice) tienen un tratamiento legisla-
tivo distinto a los vicios formales. La regulación francesa será analizada con
más detalle en el capítulo V (infra, n. 16. 2).
310 RENZO CAVANI
484
Así, por ejemplo, Enrico Redenti. Diritto processuale civile. Ob. cit., p. 231,
rechaza la finalidad subjetiva y, por tanto, la importancia de la voluntad del
sujeto que realiza el acto procesal. Dice el jurista: “Pero, ¿a cuál finalidad
se refiere el artículo? Ciertamente no a aquel meramente subjetivo con-
tingente y concreto que se proponía el autor del acto del cual en sí y por
sí no podría verificar auto-impuesta o auto-prescrita por las exigencias
fatales de forma”.
485
La idea pertenece a Carlo Alberto Giovanardi. “Sullo scopo dell’atto
processuale”. Ob. cit., p. 271: “si la finalidad tuviese que coincidir con
el fin perseguido por el autor, la norma no sería de ninguna utilidad,
porque la nulidad que deriva del carente logro del fin por el defecto de
un requisito formal terminaría por ser siempre oponible: no tratándose
de nulidad textual y no incidiendo sobre un interés público, en ningún
caso se podría tener apreciación de oficio; y, faltando cualquier interés
en la contraparte, ni siquiera podría ser objeto de excepción de ésta”.
El modelo de la finalidad y su imperfecta recepción en el CCP 1993 311
486
Enrico Redenti. Voz: Atti processuali. a) Diritto processuale civile. Ob. cit., p. 124.
487
Salvatore Satta. Diritto processuale civile. Ob. cit., p. 142. Vale la pena
transcribir el pasaje donde se encuentra la idea de Satta pues para él
equivaldría la “voluntad y finalidad de la ley” con la “función del acto”:
“Pero, ¿qué cosa significa finalidad del acto? El término es impropio
porque la finalidad parece referirse a la voluntad de quien ha ocasionado
el acto, como ocurre por ej. en el art. 1424 c. c. (conversión del contrato
nulo). En realidad, no es a esta finalidad que la ley ha querido referirse,
sino a la voluntad y a la finalidad de la propia ley, esto es, en término más
precisos, a la función del acto”. Más adelante indica que esta función no
puede establecerse de otra forma que no sea en el caso concreto. Sigue
fielmente el pensamiento de Satta, José Joaquim Calmon de Passos. Es-
boço de uma teoria das nulidades. Ob. cit., p. 130. Habla también de “función
del acto en el proceso” Matteo Gozzi. “La notificazione eseguita in luogo
privo di relazione”. Ob. cit., p. 769.
488
Girolamo Monteleone. Diritto processuale civile. Ob. cit., p. 300, para quien
es unánime que “finalidad del acto procesal no es la subjetiva del agente,
sino su objetiva función procesal”. Por su parte, Giovanni Verde. Profili del
processo civile. Ob. cit., p. 302, habla de “función objetiva y típica por la cual
el acto nació y es tomado en consideración por la ley”.
489
Fabio Marelli. La conservazione degli atti invalidi nel processo civile. Padua:
CEDAM, 1980, pp. 47-48, quien habla de “función”, “finalidad de la nor-
ma”, “interés de la ley” y “ratio” (todos como sinónimos): “Un dato es
cierto: el fin del acto no es aquel que busca subjetivamente su autor, sino
aquel que así prevé la ley procesal, la ‘función abstracta y objetiva del acto
en el proceso’. Se trata, por tanto, de definir la finalidad de la norma que
prevé y regula el acto, el interés protegido por la ley al relacionar éste a
una determinada disciplina, en definitiva, la propia ratio de la disposición.
Y sobre ese propósito es sin duda correcta la afirmación de que el fin es
determinado casuísticamente, así como que en la definición de la ratio de
la norma procesal se mantiene un amplio margen de discrecionalidad del
intérprete”.
312 RENZO CAVANI
490
Renato Oriani. Nullità degli atti processuali. I. Diritto processuale civile. En
Enciclopedia Giuridica (Treccani), t. 21. Roma: Istituto della Enciclopedia
italiana, 1990, p. 7, aunque, ciertamente, este autor se muestra muy du-
bitativo al no resolver el problema que se planteó, es decir, establecer si
la finalidad normativa responde: (i) al cumplimiento del acto en la serie
procedimental querida por la ley, o (ii) si se trata del resultado práctico
que ley imponía al sujeto de alcanzar con el acto viciado, remitiéndose, en
este último punto, a Luigi Montesano. “Questioni attuali su formalismo,
antiformalismo e garantismo”. En Rivista trimestrale di diritto e procedura
civile. Milán: Giuffrè, 1990, 1, p. 4, quien afirma que “el acto no debe fru-
strar el fin que la ley, en la unidad del procedimiento, persigue, fijando,
para el mismo acto, un cierto modo de producción, ya que —como hace
tiempo ha esclarecido la teoría general– en todo procedimiento de derecho
público, y por tanto, también en el proceso civil, ningún acto existe por sí
ni todo acto debe ser coherente con los métodos de desarrollo y de con-
clusión (que recíprocamente se condicionan) impuestos al procedimiento
de su normativa inderogable (…)” .
491
Salvatore Satta. Commentario al Codice di Procedura Civile. Libro primo. Ob.
cit., p. 538. Si bien el jurista mantiene su idea sobre la “función”, le agrega
otros elementos a su explicación.
492
Carlo Alberto Giovanardi. “Sullo scopo dell’atto processuale”. Ob. cit., p.
279. Vale decir que a este autor se regresará posteriormente, más que por su
conclusión, por el análisis y las críticas realizadas.
493
Enrico Redenti. Voz: Atti processuale. a) Diritto processuale civile. Ob. cit., p.
119.
494
Enrico Redenti. Diritto processuale civile. Ob. cit., p. 231, afirma que “se deberá
principalmente tener presente el fin de la ley, allá donde consiente o prevé la
posibilidad de actos de aquel tipo o de aquella figura específica. Autonomía
de la voluntad, claridad, certeza, documentación, controlabilidad, lealtad
del contradictorio e integridad de la defensa de cualquiera, simplificación,
economía… todo ello (u otros similares) pueden ser fines de la ley, que precisa
salvaguardarlos a cualquier costo”.
El modelo de la finalidad y su imperfecta recepción en el CCP 1993 313
495
Salvatore Satta. Commentario al Codice di Procedura Civile. Libro primo. Ob.
cit., p. 539.
496
Carlo Furno. “Nullità e rinnovazione”. Ob. cit., p. 413.
497
Vittorio Denti. Dall’azione al giudicato. Ob. cit., pp. 190-191. La posición de
Denti será objeto de un análisis pormenorizado más adelante (infra, 12. 8).
498
Según José Roberto dos Santos Bedaque. Efetividade do processo e técnica pro-
cessual. Ob. cit., p. 448, “alcanzado el fin al que se destinaba el acto, cumplida
su función en el sistema procesal, la no observancia de la forma pasa a ser irre-
levante. La verificación del objetivo suple completamente la irregularidad
formal”. Más adelante, el autor afirma que la ausencia de perjuicio y la finalidad
alcanza, “corresponden a la idea de espíritu de la ley procesal” (pp. 449-450).
499
Aroldo Plínio Gonçalves. Nulidades no processo. Ob. cit., p. 61.
500
Roberto Poli. “Sulla sanabilità dei vizi degli atti processuali”. Ob. cit., p. 486.
314 RENZO CAVANI
1963, p. 130 (las cursivas son del original y corresponden a las modifi-
caciones sugeridas por el propio Carnelutti al texto elaborado por la
comisión que presidió). Cabe resaltar que el gran jurista murió en 1965,
confesando, en el prefacio del libro citado, que se veía aquejado de pro-
blemas de salud.
El modelo de la finalidad y su imperfecta recepción en el CCP 1993 315
502
“Art. 177. Tassatività. L’inosservanza delle disposizioni stabilite per gli atti del
procedimento è causa di nullità soltanto nei casi previsti dalla legge” (Art. 177.
Taxatividad. La inobservancia de las disposiciones establecidas para los actos
del procedimiento es causa de nulidad solamente en los casos previstos por
la ley).
503
Art. 183. Sanatorie generali delle nullità.
1. Salvo che sia diversamente stabilito, le nullità sono sanate:
a) se la parte interessata ha rinunciato espressamente ad eccepirle ovvero ha accettato
gli effetti dell’atto;
b) se la parte si è avvalsa della facoltà al cui esercizio l’atto omesso o nullo è preor-
dinato”
(Art. 183. Sanación general de la nulidad.
1. Salvo que sea diversamente establecido, las nulidades quedan sanadas:
a) si la parte interesada ha renunciado expresamente a excepcionarla o ha
aceptado los efectos del acto;
316 RENZO CAVANI
b) si la parte se ha valido de la facultad a cuyo ejercicio el acto omitido o nulo
está preordenado).
Nótese que para la doctrina procesal penal italiana, dada la redacción este
último dispositivo, no fue complicado identificar cuál era ese “raggiungi-
mento dello scopo”: éste es sencillamente el efectivo ejercicio del poder o de
la facultad que le es preordenada. Cfr. Tommasso Rafaraci. Voz: Nullità
(diritto processuale penale). En Enciclopedia del diritto. Aggiornamento, II. Milán:
Giuffrè, 1998, p. 619.
504
Antonio Andrea Dalia; Rosalba Normando. Voz: Nullità degli atti processual.
II) Diritto processuale penale. En Enciclopedia italiana (Treccani), t. 21, 1990, p.
16 y ss. y 30 y ss. (el primer fragmento los autores tratan del CPP de 1930,
mientras que el segundo se refieren al CPP de 1988); Tommasso Rafaraci.
Ob. cit., pp. 619 y ss.
505
Exactamente igual que el Nuevo Código Procesal Penal peruano de 2004 (ver
arts. 149-154).
506
Ibídem, p. 619. Vale la pena resaltar, tal como indica Giovanni Conso. Istituzioni
di diritto processuale penale. Ob. cit., p. 196, que el Codice di Procedura Penale de
1913 contemplaba la diferenciación entre nulidad absoluta y nulidad relativa.
Con el Codice de 1930 la nulidad absoluta viene eliminada, y sólo es traída de
regreso con la reforma introducida por la ley del 18 de junio de 1955. Como
es claro, la eliminación de la categoría positiva de nulidad absoluta trajo con-
sigo un debilitamiento en la taxatividad del régimen de nulidades, tal como
se desprende de la exposición de Conso sobre dicha figura (pp. 196 y ss. ).
El modelo de la finalidad y su imperfecta recepción en el CCP 1993 317
507
Benedetto Pellingra. Le nullità nel processo penale. Ob. cit., pp. IV, 181 y ss.;
Franco Cordero. “Riflessioni in tema di nullità assolute”. Ob. cit., pp. 239-240,
también mostrándose crítico contra el texto original del art. 184 del Codice de
1930, sostiene que el hecho de no existir la categoría de la “nulidad absoluta” (por
naturaleza, insubsanable y factible de ser alegada a lo largo del procedimiento)
hacía que se perjudique la tutela de los intereses fundamentales del imputado.
508
Rafaraci. Nullità (diritto processuale penale. Ob. cit., p. 599, describe muy bien
la función del intérprete cuando prevalece el principio de taxatividad en
un régimen de la nulidad procesal: “De otro lado, el rigor del principio de
taxatividad en ella [la nulidad] tiende a reducir al intérprete todo espacio di-
screcional, al contrario de ampliar el ámbito de las prescripciones normativas.
En realidad, el legislador subordina la producción de la nulidad apenas a la
realización de una inobservancia a la que se acompañe la expresa previsión
del vicio. Esto quiere decir que, realizada dicha inobservancia, la nulidad
ya surge, quedando su génesis indiferente a factores diversos y ulteriores y,
especialmente, a recurrir a un prejuicio práctico al interés procesal protegido”.
318 RENZO CAVANI
ss.; Riccardo Guastini. Interpretare e argomentare. Milán: Giuffrè, 2011, pp. 6-11
y 63-74; Riccardo Guastini. “Fondamenti di una teoria scettica dell’interpre-
tazione”. En Nuovi studi sull’interpretazione. Roma: Aracne, 2008, pp. 51-67;
Pierluigi Chiassoni. Tecnica dell’interpretazione giuridica. Boloña: Il Mulino,
2007, pp. 49 y ss.; Humberto Ávila. Teoria dos princípios. Ob. cit., pp. 33-34.
Por la claridad de la exposición de las ideas de este último autor, vale la pena
transcribir el pasaje donde queda muy clara la diferencia entre ambas figuras:
“Normas no son textos ni un conjunto de ellos, sino los sentidos construidos
a partir de la interpretación sistemática de textos normativos. De ahí que se
afirma que los dispositivos se constituyen en el objeto de interpretación; y
las normas, en su resultado. Lo importante es que no existe correspondencia
entre norma y dispositivo, en el sentido de que siempre que haya un dis-
positivo habrá una norma, o siempre que haya una norma deberá haber un
dispositivo que le sirva de soporte. En algunos casos hay norma mas no hay
dispositivo. ¿Cuáles son los dispositivos que prevén los principios de segu-
ridad jurídica y de la certeza del Derecho? Ninguno. Entonces hay normas,
aún sin dispositivos específicos que les den soporte físico. En otros casos hay
dispositivo pero no hay norma. ¿Qué norma puede ser construida a partir del
enunciado constitucional que prevé la protección de Dios? Ninguna. Entonces,
hay dispositivos a partir de los cuales no es construida norma alguna. En otras
El modelo de la finalidad y su imperfecta recepción en el CCP 1993 319
hipótesis hay apenas un dispositivo, a partir del cual se construye más de una
norma. Un buen ejemplo es el examen del enunciado prescriptivo que exige
la ley para la institución o aumento de tributos, a partir de lo cual se puede
llegar al principio de legalidad, al principio de tipicidad, a la prohibición
de reglamentos independientes y a la prohibición de delegación normativa.
Otro ejemplo ilustrativo es la declaración de inconstitucionalidad parcial sin
reducción de texto: el Supremo Tribunal Federal, al proceder al examen de
constitucionalidad de las normas, investiga los varios sentidos que componen
el significado de determinado dispositivo, declarando, sin afectar el texto, la
inconstitucionalidad de aquellos que son incompatibles con la Constitución
Federal. El dispositivo se mantiene, pero las normas construidas a partir de
él, y que son incompatibles con la Constitución Federal, son declaradas nulas.
Entonces hay dispositivos a partir de los cuales se puede construir más de una
norma. En otros casos hay más de un dispositivo, pero a partir de ellos sólo
es construida una norma. Por el examen de los dispositivos que garantizan
la legalidad, la irretroactividad y la anterioridad se llega al principio de la
seguridad jurídica. De esa forma, puede haber más de un dispositivo y ser
construida una sola norma. ¿Y qué quiere decir ello? Significa que no hay
correspondencia biunívoca entre dispositivo y norma, esto es, donde haya
uno no tendrá obligatoriamente que haber otro”.
510
Judith Martins-Costa. A boa-fé no direito privado. Sistema e tópica no processo
obrigacional. São Paulo: Revista dos Tribunais, 1999, p. 297.
511
El término “interpretación/aplicación” pertenece a Eros Roberto Grau. Inter-
pretación y aplicación del derecho. Madrid: Dyckinson, 2007, p 18, para quien “la
320 RENZO CAVANI
En Canadian Journal of Law and Jurisprudence, vol. 2, issue 2, julio 1989, pp.
181-192; Medha Vinayak Marathe. “The scheme of open texture of legal
language: towards finding a solution for ambiguous cases”. En NUJS Law
Review, Issue 4, 2008, pp. 681-690.
517
Según Riccardo Guastini. Interpretare e argomentare. Ob. cit., p. 56, la vaguedad
viene a ser una “propiedad exclusiva del lenguaje, y no sólo del lenguaje
jurídico: todos los predicados en sentido lógico comparten (al menos poten-
cialmente) esta propiedad”.
518
En este punto no es posible concordar con la profesora Judith Martins-Costa.
A boa fé no direito privado. Ob. cit., p. 303, cuando coloca a los principios en
el mismo nivel de los conceptos jurídicos indeterminados y las cláusulas
generales, ni tampoco cuando dice que “el lenguaje jurídico se expresa a
través de normas, que constituyen preceptos” (p. 311). La posición que se
asume en este trabajo es, precisamente, distinguir entre preceptos y normas.
519
Ibídem, p. 308. En efecto, según la citada profesora, “un enunciado es gene-
ral, cuando dice algo que vale, al mismo tiempo, para todos los objetos que
pertenecen a una determinada clase, sin ninguna excepción. No hay, en esta
perspectiva, oposición necesaria entre generalidad y precisión de lenguaje”
(p. 304). Por otro lado, “un enunciado es genérico, cuando no se refiere a la
presencia de especificación, esto es, cuando la expresión aluda indiferente-
mente a una pluralidad de situaciones diversas. Para que un enunciado
sea genérico basta que valga para cualquier caso de la clase considerada.
Será, así, tanto más genérico cuando mayor fuera el número de hechos
que, en caso de verificasen, realizarían la hipótesis prevista en la regla” (p.
305). Finalmente, “un término o enunciado es llamado ambiguo si, en razón
de homonimia o de polisemia, pueda asumir más de un significado, sin que
el contexto en que es empleado permita clarificar en tal o cual sentido está
siendo empleado” (p. 305).
El modelo de la finalidad y su imperfecta recepción en el CCP 1993 323
finalidad (cual sea que fuera ésta), y si ello ocurre, entonces que
se abstenga de decretar la nulidad.
Por tanto, es posible llegar a la conclusión de que el modelo de
la finalidad se estructura a partir de conceptos jurídicos indeterminados
porque los textos normativos que le dan sustento están construidos con
base en una indeterminación en la fattispecie, mas no en las conse-
cuencias. La razón es ello es que, como fue visto, la conminación
expresa (dispositivo 1) no tiene mayor aplicación en el modelo
de la finalidad, privilegiándose el logro o no logro de la finalidad
para desencadenar un pronunciamiento de nulidad (dispositivos
2 y 3). Esta conclusión también es aplicable para el caso peruano
a pesar de la divergencia en la redacción del art. 171, segundo
párrafo, CPC (infra, n. 13).
Es preciso dejar claro que, por sí mismos, los conceptos jurí-
dicos indeterminados y las cláusulas generales no son perniciosos.
El hecho que en determinadas hipótesis el legislador abdique de
su función de establecer con rigurosidad la construcción de las
diversas fattispecie que darán forma al sistema normativo no es
peligroso per se; por el contrario, es absolutamente necesario para
darle al ordenamiento jurídico una saludable abertura para que
evolucione en forma dinámica. En efecto, hay principios de enorme
importancia que están reconocidos en el ordenamiento jurídico de
forma vaga, pues sólo así pueden realizar sus fines, a través de los
comportamientos más idóneos para la consecución de aquellos.
Sin ir muy lejos, limitándonos al ámbito del proceso, la
Constitución peruana reconoce el derecho fundamental al debido
proceso y a la tutela jurisdiccional. Es indiscutible que se trata
de dispositivos de los cuales pueden extraerse diversas reglas y
principios, no obstante, ¿será un despropósito que el texto constitu-
cional apenas los consagre como cláusulas generales? Pienso que no.
Otro ejemplo es el llamado “principio de socialización del
proceso”, regulado en el art. VI del Título Preliminar del CPC. El
dispositivo es como sigue: “El juez debe evitar que la desigualdad
entre las personas por motivos de sexo, raza, religión, idioma o
condición social, política o económica afecte el desenvolvimiento
El modelo de la finalidad y su imperfecta recepción en el CCP 1993 325
o el resultado del proceso”. Más allá que este dispositivo sea una
auténtica densificación del derecho fundamental a la igualdad
—que en su versión procesal sería el derecho fundamental a la pa-
ridad de armas520—, del cual se pueden extraer tanto reglas como
principios (en lo particular, pienso que es un error entenderlo
apenas como un principio), el legislador peruano ha consagrado
un auténtico concepto jurídico indeterminado. ¿Por qué? Por-
que establece diversas conductas, como la prohibición dirigida al
juez de que el sexo, la raza, la religión, etc., produzca resultados
injustos en el proceso, así como la promoción —también dirigida
al juez— de efectivizar un desarrollo y resultado igualitario en
el proceso; no obstante, el incumplimiento de dichas conductas
no está expresamente previsto, siendo la consecuencia, por tanto,
absolutamente indeterminada.
Dicha evolución dinámica del ordenamiento jurídico a la
que he hecho referencia, no puede ser ejercitado por nadie más
que por los jueces. El caso de la buena fe es sintomático: siendo un
término absolutamente indeterminado, el legislador le encargó a
la jurisprudencia que adapte dicho concepto caso a caso, que le dé
forma en la medida que trabaje con él y que evolucione de acuerdo
al contexto cultural. Lo mismo ocurre con la interpretación cons-
titucional de diversos dispositivos constitucionales que encierran
principios que deben ser interpretados según las circunstancias
sociales, históricas, económicas, etc. Con ello se quiere evitar la
inmutabilidad del Derecho, que no sólo es sumamente perniciosa,
sino también, en la actualidad, constituye un mito.
522
Giovanni Conso. Il concetto e le specie d’invalidità. Ob. cit., pp. 22-23.
El modelo de la finalidad y su imperfecta recepción en el CCP 1993 329
523
Ibídem, p. 32.
524
Ibídem, p. 33.
525
Ibídem, ídem.
526
Ibídem, ídem.
527
En efecto, criticando la forma como la doctrina entiende el término sanación,
Conso (Ibídem, p. 34) dice: “no es que esas [las causas de sanación] hagan
venir a menos la imperfección del acto y vuelvan a éste perfecto, lo que,
como ya fue señalado, no sería siquiera posible, porque, una vez realizado,
el acto es perfecto o no lo es, de modo definitivo (precisamente, inclusive,
no se habla en ningún caso de perfeccionamiento o de que el acto imperfecto
sea perfectible): éste solamente pone remedio a las consecuencias negativas
de la imperfección, vale decir al faltante perfilamiento de la relevancia del
acto perfecto, en cuanto su verificación consiente que a la menor relevancia
del acto imperfecto se sustituya la relevancia del acto perfecto (y es en este
sentido, y sólo en este sentido, que el acto puede llamarse convalidado o,
mejor, sanado)”.
330 RENZO CAVANI
528
Afirma Conso (Ibídem, p. 35) que “es éste el aspecto estructuralmente más
interesante del fenómeno, los hechos, que de acompañar al acto imperfecto,
el legislador hace derivar esa relevancia jurídica del acto perfecto, regresan
junto al acto imperfecto, o mejor, a los requisitos que el acto imperfecto debe
tener en sí integrados para poder disfrutar de dicho tratamiento particular,
en una nueva fattispecie, que es diversa de aquella a la que no se adecuó el
acto imperfecto, inclusive siendo vinculada a esa consecuencia. Por tanto,
en el reconocer relevancia a un acto imperfecto, el legislador viene automá-
ticamente a crear una nueva fattispecie, formada por el acto y por el hecho o
por los hechos que funcionan como sanación”.
529
Ibídem, p. 37.
El modelo de la finalidad y su imperfecta recepción en el CCP 1993 331
530
Vittorio Denti. “Volontarietá e volontá nel trattamento degli atti processua-
li”. Ob. cit., pp. 181-196. Vale decir que el propósito de Denti era explorar
el fenómeno de la voluntad y la voluntariedad en el proceso y sus conside-
raciones constituyen una exposición preliminar antes de enfrentar el tema.
Asimismo, el problema del “raggiungimiento dello scopo” no fue tomado en
cuenta cuando, varios años más tarde, escribió la voz “Invalidità” para el
Aggiornamento de la Enciclopedia del diritto, trabajo varias veces citado aquí.
531
Dice el art. 157, comma 1, del Codice: “Non può pronunciarsi la nullità senza
istanza di parte, se la legge non dispone che sia pronunciata d’ufficio”.
532
Vittorio Denti. “Volontarietá e volontá nel trattamento degli atti processuali”.
Ob. cit., p. 184.
533
Ibídem, p. 188. A partir de dicho entendimiento sobre la nulidad, Denti es
coherente al apoyarse en Liebman para decir que la declaración de nulidad
es apenas una constatación o certificación de la invalidez del acto y no su
anulación. Evidentemente, por razones ya explicadas en el capítulo anterior
sobre la esencia de la nulidad, no es posible concordar con Denti.
332 RENZO CAVANI
534
Ibídem, pp. 185-186.
535
Ibídem, p. 186.
536
Ibídem, p. 185.
537
Vittorio Denti. “Volontarietà e volontà nel trattamento degli atti proces-
suali”. Ob. cit., p. 188: “No tiene sentido, por ello, hablar, a propósito de los
actos procesales de parte, ni de ‘precariedad de efectos’, ni, mucho menos,
de ‘nulidad pendiente’, desde el momento que no se verifica una vicisitud
eliminativa de los efectos del acto, del tipo de aquella que es propia de los
actos negociales, no pudiendo, como tales, ser considerado el efecto del
pronunciamiento judicial que, apreciada la nulidad de un acto ‘propulsivo’,
da lugar a una absolutio ab instantia”. Y más adelante afirma: “‘Nulidad’ del
acto procesal de parte no significa por tanto —en cuanto a los actos ‘pro-
pulsivos’– ni ineficacia del acto, ni de poder generar la sucesión eliminativa
de sus efectos, sino simplemente el poder de excepcionar la nulidad, a fin de
que se dé lugar a la absolutio ab instantia; lo que, en mi opinión, es una con-
secuencia necesaria en un sistema que excluya la impugnación autónoma de
El modelo de la finalidad y su imperfecta recepción en el CCP 1993 333
Aunque ya fue tratado de alguna manera (supra, 10), este tema será analizado
540
541
Según Giovanni Conso. I fatti giuridici processuali penali. Ob. cit., p. 9, el
fenómeno de la fattispecie alternativa se presenta cuando “dos fattispecie de-
berían tenerse como previstas en modo alternativo solamente en caso que la
realización de una excluya a la otra, definitivamente o al menos provisoriamente,
de hecho o inclusive de derecho, la realización de la otra”.
542
El proprio Conso (Ibídem, p. 9) explica la figura de la fattispecie equivalente:
“Dos fattispecie se presentan, por el contrario, como equivalentes, cuando la
verificación de una es compatible, de hecho o de derecho, con la verificación
de la otra: la que se realiza sucesivamente queda, sin embargo, al menos en
un cierto sentido, absorbida en la primera, no agregándose a la consecuencia
ya producida por ésta, otras consecuencias jurídicas”.
543
Carlo Alberto Giovanardi. “Sullo scopo dell’atto processuale”. Ob. cit., p.
272.
336 RENZO CAVANI
544
Ibídem, nota 16.
545
Ibídem, p. 278.
546
Ibídem, p. 279.
547
Ibídem.
El modelo de la finalidad y su imperfecta recepción en el CCP 1993 337
548
Ibídem, p. 281.
549
Ibídem, p. 280.
338 RENZO CAVANI
550
Ibídem, pp. 281-282.
El modelo de la finalidad y su imperfecta recepción en el CCP 1993 339
Esa es la opinión de Roberto Poli. “Sulla sanabilità dei vizi degli atti proces-
551
suali”. Ob. cit., pp. 482-483, quien, dicho sea de paso, en crítica a Giovanardi,
señala que es equivocado pensar que la confusión entre finalidad y efecto
del acto implicaría que éste asuma una función de perfeccionamiento de la
fattispecie, dado que dicha función la desempeña no la finalidad, sino el hecho
que se haya logrado la finalidad.
348 RENZO CAVANI
552
Carlo Alberto Giovanardi. “Sullo scopo dell’atto processuale”. Ob. cit., p. 273.
Más adelante (p. 274) señala que es un absurdo que “una situación jurídica
en la cual el mismo acto se quiera constituir a un mismo tiempo un requisito
necesario y efecto de un único acto, agotando en sí mismo la dicotomía lógica
de antecedente y consecuente”.
553
Ibídem, ídem.
El modelo de la finalidad y su imperfecta recepción en el CCP 1993 349
554
Renato Oriani. Voz: Nullità degli atti processuali. Ob. cit., p. 3, ya que “la
dificultad está justamente en reconstruir la función encomendada por el
legislador a cada acto”.
555
Antonio do Passo Cabral. Nulidades no processo moderno. Ob. cit., p. 49.
352 RENZO CAVANI
556
De alguna manera es el análisis de Antonio do Passo Cabral (Ibídem, ídem): “Es
ardua la tarea del juzgador, especialmente en regímenes como el nuestro, en
el cual no siempre las formas están previstas en la ley y donde las nulidades
no precisan ser expresamente conminadas. El juez, primeramente, tiene que
‘descubrir’ en el ordenamiento la fattispecie prevista como formalidad del acto
procesal. En seguida, compara su concordancia con el acto efectivamente
practicado (perfección-eficacia), y después procede a la verificación de los
fines de la ley, para analizar si la invalidez debe o no ser decretada”.
557
Fabio Marelli. La conservazione dell’atto invalido. Ob. cit., p. 48, explicando
lo que él entiende por scopo dell’atto, dice que “se trata por tanto de valorar
todas las disposiciones de ley que conciernen al acto a fin de recabar datos
objetivos y estructurales de valoración, investigando todos las referencias ca-
paces de calificar el rol específico que el acto desarrolla como momento del
procedimiento. Lo que intento sugerir es la dimensión, además de aquella
de la forma en sentido estricto y por tanto del modo de ser del acto en sí, de las
relaciones que lo vinculan a otros elementos de la serie procedimental. En
otros términos, es necesaria una valoración dinámica y no apenas estática de
la fattispecie, inserta en la misma serie”. Marelli tiene razón al advertir que
la finalidad del acto no puede encontrarse si se le aprecia a éste de manera
El modelo de la finalidad y su imperfecta recepción en el CCP 1993 353
561
El tema de saber qué tipo de vicios el juez debe/puede conocer ex officio ha
sido bastante arduo, aparece regulado de forma diversa en la legislación
comparada, y la doctrina no ha llegado a un entendimiento pacífico. Más
adelante, al hablar sobre el contradictorio (infra, n. 24), ofreceré una breve
opinión sobre el tema.
El modelo de la finalidad y su imperfecta recepción en el CCP 1993 361
562
Riccardo Guastini. Interpretare e argomentare. Ob. cit., p. 105. Un exhaustivo de-
sarrollo conceptual de la antinomia puede encontrarse en Pierluigi Chiassoni.
Tecnica dell’interpretazione giuridica. Ob. cit., pp. 251-291, para quien existen tres
conceptos diversos de antinomia: (i) “cualquier incompatibilidad entre dos
normas (que se asume que sean) simultáneamente vigentes, al menos prima
facie, por un mismo ordenamiento jurídico”; (ii) “cualquier incompatibilidad
entre dos normas, que no pueda ser eliminada mediante interpretación”; (iii)
“cualquier incompatibilidad entre dos normas, que no pueda ser eliminada
362 RENZO CAVANI
563
Se deja de lado al art. 170 CPC, pues, si bien alude a la nulidad, lo hace sólo
para regular los efectos del acto de notificación que no fue invalidado.
366 RENZO CAVANI
564
Al respecto, estamos en desacuerdo que la nulidad de la decretación de
nulidad por incompetencia sea tan rígido como el CPC lo plantea. Sobre ello
hablaré en el Capítulo VI (infra, n. 26. 4).
El modelo de la finalidad y su imperfecta recepción en el CCP 1993 367
565
Esta es exactamente la solución del CPC portugués, tal como se verifica del
art. 277 (Suspensión por fallecimiento de la parte), inciso 3 y 4 (art. 270, incisos
3 y 4, NCPC):
“Art. 277. 3. São nulos os actos praticados no processo posteriormente à data em
que ocorreu o falecimento ou extinção que, nos termos do n. ° 1, devia determinar a
suspensão da instância, em relação aos quais fosse admissível o exercício do contra-
ditório pela parte que faleceu ou se extinguiu”(Son nulos los actos practicados
en el proceso posteriormente a la fecha en que ocurrió el fallecimiento o
extinción que, en los términos del n. 1, debía determinar la suspensión de la
instancia, en relación a los cuales sea admisible el ejercicio del contradictorio
por la parte que falleció o e extinguió).
“4. A nulidade prevista no número anterior fica, porém, suprida se os actos praticados
vierem a ser ratificados pelos sucessores da parte falecida ou extinta” (La nulidad
prevista en el número anterior queda, sin embargo, suplida si los actos
practicados vengan a ser ratificados por los sucesores de la parte fallecida o
extinta).
El modelo de la finalidad y su imperfecta recepción en el CCP 1993 369
566
Cursivas agregadas.
El modelo de la finalidad y su imperfecta recepción en el CCP 1993 371
567
No lo entiende así Carnelutti. “Effetti della cassazione per omessa pronun-
zia”. En Rivista di diritto processuale civile, vol. XV, parte II. Padua: Cedam,
1938, p. 69, quien afirma que “la sentencia tiene un efecto no sólo por aquello
372 RENZO CAVANI
que decide sino también por aquello que no decide; dicho con mayor precisión,
inclusive si la sentencia no se pronuncia sobre uno de los extremos de de-
manda, si no tiene el efecto positivo de constituir la cosa juzgada en torno
a éste, tiene, sin embargo, el negativo, de impedir que se constituya de otra
manera”. Esta forma de contemplar el fenómeno recibió enérgica respuesta
por parte de su discípulo Giovanni Cristofolini. “Omissione di pronunzia”.
En Rivista di diritto processuale civile, vol. XV, parte I. Padua: Cedam, 1938, p. 103,
quien, aunque habla de vicio de omisión de pronunciamiento sin hablar expre-
samente de inexistencia, es esclarecedor al decir que “no hay realmente ningún
motivo para ver en la omisión de pronunciamiento cualquier cosa diversa de…
una falta de pronunciamiento, que, si no constituye —es verdad– acogimiento, no
implica tampoco un rechazo de la demanda, y por tanto no impide de pedir
una nueva decisión en un proceso diverso cuando el obstáculo que deriva
de la pendencia del primero haya venido a menos”, decisión que, inclusive,
podría ser pedida por cualquiera de las partes (pp. 106-107). En esa línea,
Cristofolini indica que si el juez de apelación resuelve sobre el extremo de
la nulidad de contrato, pero no sobre el extremo de la rescisión por lesión, no
siendo dicha sentencia impugnada mediante recurso de casación, no cabría
una re-proposición de la demanda ni en ese proceso ni en otro. Asimismo,
con gran agudeza, advierte que “la omisión de pronunciamiento en apelación
tiene por efecto el paso en cosa juzgada de un capítulo de la sentencia de
primer grado, o por lo menos cualquier cosa que coincide con este paso en
cosa juzgada en los efectos prácticos” (pp. 105-106).
568
“Art. 172. Principios de convalidación, subsanación o integración.
El Juez puede integrar una resolución antes de su notificación. Después
de la notificación pero dentro del plazo que las partes dispongan para
apelarla, de oficio o a pedido de parte, el Juez puede integrarla cuando
haya omitido pronunciamiento sobre algún punto principal o acceso-
El modelo de la finalidad y su imperfecta recepción en el CCP 1993 373
no resuelto habrá dejado de ser parte del objeto del proceso y quien haya
planteado la pretensión podrá ulteriormente volver a demandar, si así quiere
(sin que pueda considerarse que sobre ella haya res iudicata)”.
571
En el mismo sentido opina Ugo Rocco. Tratado de derecho procesal civil, t. II,
trad. Santiago Sentís Melendo y Mariano Ayerra Redín. Bogotá-Buenos Aires:
Temis-Depalma, 1970, p. 288, aunque con la discrepancia ya anotada respecto
de su entendimiento sobre la existencia material de la inexistencia jurídica: “Los
casos de inexistencia de los actos procesales de los órganos jurisdiccionales
no son numerosos, y sobre algunos tipos de ellos se podría discutir mucho.
Pero lo cierto es que debe aceptarse que hay algunos actos inexistentes,
como, por ejemplo, la sentencia que carece de firma, caso expresamente
previsto por el apartado 2° del art. 161 del Cód. de Proc. Civ. Este acto, en
verdad, no puede siquiera considerarse acto de los órganos jurisdiccionales,
ya que, en rigor estricto, carece de la que podríamos denominar la paternidad
del acto. Ella es un quid que no vive siquiera en el mundo material, ya que
es un non esse, de manera que contra ella no hay necesidad de desplegar
acción alguna para eliminarla, ni ninguna impugnación, siendo suficiente,
para todo efecto, declarar que el acto no existe. Análogo sería, a mi juicio,
el caso de que la firma fuese incompleta (por ejemplo, falta del nombre o
del apellido de uno o de más jueces), pues tratándose de un juez singular, o
de un juez colegiado, una firma defectuosa e incompleta equivale a falta de
firma. Aunque la ley no habla de ello, a la falta de firma puede equipararse
una sentencia que haya sido pronunciada oralmente, o bien por un particular
o por un órgano administrativo (por ejemplo, el alcalde), no provisto de
ningún poder jurisdiccional” (las cursivas son del original). Sin perjuicio del
fundamento normativo del que se vale Rocco para sustentar su posición, lo
que es relevante es que la firma, como único y exclusivo modo de saber si
El modelo de la finalidad y su imperfecta recepción en el CCP 1993 375
573
Al respecto, los arts. 357 y 358, CPC, no son una buena guía para entender
la diferencia entre admisibilidad y procedencia de un recurso, porque el art.
128, CPC, al hablar de “forma” y “fondo” tampoco lo es. La diferencia entre
inadmisibilidad e improcedencia está en su posibilidad (o no) de subsanación
(infra, n. 26. 2).
574
“Art. 367. Admisibilidad e improcedencia. (…) Para los fines a que se refiere
el Artículo 357, se ordenará que el recurrente subsane en un plazo no mayor
de cinco días, la omisión o defecto que se pudiera advertir en el recibo de
pago de la tasa respectiva, en las cédulas de notificación, en la autorización
del recurso por el Letrado Colegiado o en la firma del recurrente, si tiene
domicilio en la ciudad sede del órgano jurisdiccional que conoce de la ape-
El modelo de la finalidad y su imperfecta recepción en el CCP 1993 379
14.9. Emplazamiento
La novena conminación está plasmada en el art. 437, primer
párrafo, CPC, que vale la pena transcribirlo en su totalidad: “Será
nulo el emplazamiento si se hace contraviniendo lo dispuesto en los
arts. 431, 432, 433, 434, 435 y 436. Sin embargo, no habrá nulidad
si la forma empleada le ofreció al demandado las mismas o más
garantías de las que este Código regula” (cursivas agregadas). En
el segundo párrafo se precisa que “Tampoco habrá nulidad si el
emplazado comparece y no la formula dentro del plazo previsto,
o si se prueba que tuvo conocimiento del proceso y omitió recla-
marla oportunamente”.
No hay mayores dudas en la compatibilidad de esta disposi-
ción con el régimen de la nulidad procesal consagrado en el CPC.
En efecto, se produce automáticamente un vicio si por cualquier
razón se inobservan los requisitos formales dispuestos en los arts.
431 al 436; no obstante, éste no decantará en nulidad, en primer
lugar, si el acto de notificación se reviste de iguales o mayores ga-
rantías que las que dichas normas prevén. Es decir, se autoriza a no
respetar las prescripciones formales de la notificación si se utilizan
medios más seguros que los expresamente previstos.
El modelo de la finalidad y su imperfecta recepción en el CCP 1993 381
575
Al respecto, he tenido la oportunidad de reflexionar sobre el tema, con una
preocupación especial por la prescripción y la caducidad y la forma cómo
son tratadas en el proceso: Renzo Cavani. “Prescripción y mérito: primeras
reflexiones y una propuesta”. En Actualidad Jurídica, N° 226. Lima: Gaceta
Jurídica, septiembre 2012, pp. 89-92.
El modelo de la finalidad y su imperfecta recepción en el CCP 1993 383
576
Pedido mediato es, precisamente, la tutela del derecho pedida (contra el ilícito
o contra el daño y, según ello, preventiva o represiva); mientras que el pedido
inmediato es la forma de tutela jurisdiccional apta para efectivizar la tutela del
derecho (declaratoria, constitutiva, condenatoria, mandamental o ejecutiva).
Cfr. Carlos Alberto Alvaro de Oliveira; Daniel Mitidiero. Curso de processo
civil, vol. 2. Processo de conhecimento. São Paulo: Atlas, 2012, p. 6.
384 RENZO CAVANI
578
Este tema ya había sido enfrentado por mí hace algún tiempo: Renzo Cavani.
“Los ‘presupuestos procesales’ vistos desde una clásica lección”. Ob. cit., pp.
210 y ss.
579
Fredie Didier Jr. Curso de direito processual civil, vol. I. Ob. cit., p. 233.
580
Ya Adolf Wach. Manual de derecho procesal civil, vol. II, trad. Tomás A. Ban-
zhaf. Buenos Aires: EJEA, 1977, pp. 282-283, hablaba de “capacidad para ser
parte” distinguiéndola de la “capacidad procesal”, afirmando que “no habrá
capacidad para ser parte cuando no haya capacidad jurídica de derecho
privado, que aquélla faltará en la medida que falte ésta” e identificándola
correctamente como un presupuesto procesal, es decir, como “condición de
la existencia misma del proceso”.
386 RENZO CAVANI
581
En efecto, como indica Fredie Didier Jr. (Ibídem, p. 234), “la capacidad procesal
presupone la capacidad de ser parte. Es posible tener capacidad de ser parte
y no tener capacidad procesal; la recíproca, sin embargo, no es verdadera”.
582
Juan Monroy Gálvez. “Conceptos elementales de proceso civil”. En La
formación del proceso civil peruano. Ob. cit., pp. 228-230.
583
Al respecto, dice Fredie Didier Jr. Curso de direito processual civil, vol. I. Ob. cit.,
p. 237, que “algunos actos procesales, sin embargo, además de la capacidad
procesal, exigen del sujeto una capacidad técnica, sin la cual no es posible
su realización válida. Es como si la capacidad, requisito indispensable para
la práctica de los actos jurídicos, fuese bipartita: a) capacidad procesal; b)
capacidad técnica. A esa capacidad técnica se da el nombre de capacidad pos-
tulatoria. Resáltese: hay actos procesales que no exigen la capacidad técnica
(por ejemplo, el acto de testificar y el acto de indicar bienes para el embargo);
la capacidad postulatoria solamente es exigida para la práctica de algunos
actos procesales, los postulatorios (por los cuales se solicita del Estado-juez
alguna providencia)”. Por su parte, Teresa Arruda Alvim Wambier. Nulida-
des do processo e da sentença. Ob. cit., p. 50, señala que en vez de capacidad
El modelo de la finalidad y su imperfecta recepción en el CCP 1993 387
585
Es preciso dejar mi expreso rechazo a someter los cuestionamientos de la
capacidad procesal al trámite de la excepción. Las razones serán dadas cuando
se analice la regulación del Code de Procédure Civile francés (infra, n. 16. 2).
390 RENZO CAVANI
586
No obstante, al igual que la capacidad procesal, es un error restringir este vicio
a la tramitación de una excepción. Esto será visto al hablar de la regulación
de la legislación francesa (infra, n. 16. 2).
587
Según Juan José Monroy Palacios. “Admisibilidad, procedencia y funda-
bilidad en el ordenamiento procesal civil peruano”. En Jus — Doctrina &
Práctica, N° 5, Lima: Grijley, 2007, pp. 192-193, en el marco de un procedi-
miento (lo que él denomina cuestión) toda declaración de inadmisibilidad o
improcedencia implica la existencia de un vicio y, por lo tanto, es pasible de
generar una nulidad. Si bien esto parece ser correcto cuando se visualiza la
ineptitud de la demanda, no se puede generalizar al punto de contraponer
El modelo de la finalidad y su imperfecta recepción en el CCP 1993 391
mérito a invalidez. Esto será examinado con mayor cuidado al hablar sobre el
incidente (infra, n. 26. 2).
392 RENZO CAVANI
588
De ahí que la figura regulada en el art. 121, último párrafo, CPC, que permite
a los jueces pronunciarse —de nuevo, pero esta vez “excepcionalmente”—
sobre la relación procesal es un sinsentido, que prácticamente desvirtúa toda
función del saneamiento.
El modelo de la finalidad y su imperfecta recepción en el CCP 1993 393
“Art. 95. - Facultades del juez respecto del litisconsorcio necesario. (…) Si el de-
589
Este es otro caso donde la estrechez del art. 178 se pone de manifiesto. El
590
fraude procesal no puede ser la única causal para rescindir, en la vía ordinaria,
una sentencia con cosa juzgada. Siendo así las cosas, no quedaría más que
echar mano del proceso de amparo contra resoluciones judiciales.
396 RENZO CAVANI
14.15. Remate
La decimoquinta conminación aparece en el art. 733, últi-
mo párrafo, CPC: “La publicidad del remate no puede omitirse,
aunque medie renuncia del ejecutado, bajo sanción de nulidad”
(cursivas agregadas).
Por su parte, la decimosexta conminación se deduce del
art. 741, primer párrafo, CPC: “Si el saldo de precio del remate
del inmueble no es depositado dentro del plazo legal, el juez
declarará la nulidad del remate y convocará a uno nuevo” (cursivas
agregadas).
Ya la decimoséptima conminación se desprende del art. 743,
CPC: “Sin perjuicio de lo dispuesto en el art. 741, la nulidad del
remate sólo procede por los aspectos formales de éste y se interpone
dentro del tercer día de realizado el acto. No se puede sustentar la
nulidad del remate en las disposiciones del Código Civil relativas
a la invalidez e ineficacia del acto jurídico” (cursivas agregadas).
El modelo de la finalidad y su imperfecta recepción en el CCP 1993 397
saldo por parte del adjudicatario. Nótese que esta situación entra
en directa colisión con el art. 173, CPC, que impide que la nulidad
se extienda a los actos posteriores que sean independientes del acto
viciado. En mi concepto, no puede alegarse que el depósito del
saldo del remate sea parte del propio remate al punto de perfeccionarlo
como acto procesal (o sea, entender que es parte de su fattispecie),
porque ésta se efectiviza con la constancia que un postor ganó, la
cual debe plasmarse en el acta. El depósito es sencillamente una
consecuencia lógica del remate y no es parte de él.
Pero también existen problemas prácticos, puesto que la
nulidad del remate se basa exclusivamente en la conducta del
adjudicatario y no en la del ejecutante, quien después de espe-
rar varios meses desde la convocatoria del remate, está a punto
de satisfacer su crédito. Esto se demuestra claramente cuando se
continúa leyendo el art. 741, CPC: el adjudicatario pierde la suma
que depositó para postular al remate y queda imposibilitado de
participar en el nuevo remate (cuyos gastos serán cubiertos por esa
suma), el ejecutante puede demandarlo con daños y perjuicios
y hasta el Poder Judicial puede recibir ingresos por el saldo de
la suma depositada y los gastos del nuevo remate.
Sin embargo, teniendo en cuenta el tiempo y esfuerzo entre
la convocatoria y la efectivización del remate (que puede ocurrir
en la segunda o tercera convocatoria o no ocurrir nunca), no creo
que la solución del CPC sea la mejor. La legislación consagra,
por tanto, un enorme perjuicio al ejecutante sin que él haya he-
cho absolutamente nada para ocasionar ese vicio. Por eso cabe
preguntarse si esta regla podría ser superada para que el juez
utilice los medios más eficaces para que el adjudicatario deposite
el saldo, como por ejemplo una multa compulsiva progresiva.
Inclusive, el sólo hecho que exista un atraso haría que se imputen
automáticamente intereses.
591
“Art. 142. Habilitación. - De oficio o a pedido de parte, el Juez puede habilitar
días y horas en aquellos casos que no pueda realizarse una actuación judicial
dentro del plazo que este Código establece o cuando se trate de actuaciones
urgentes cuya demora puede perjudicar a una de las partes”.
592
“Art. 143. Habilitación implícita. - La actuación judicial iniciada en día y hora
hábiles, podrá continuar hasta su conclusión en tiempo inhábil, sin necesidad
de que previamente se decrete la habilitación”.
400 RENZO CAVANI
593
La edición que se usará es la original: Código de Enjuiciamientos en Materia
Civil. Lima: Imprenta del Gobierno, 1852.
594
“505. Hace nulo el juicio la omisión de cualquiera de las citaciones personales
prescritas en los artículos 501 y 502; y en este caso, se repondrá la causa al
estado que tuvo en la citación, cuya falta produce la nulidad”.
595
“598. Toda providencia debe hacerse saber a las partes. La omisión de esta
diligencia en las estaciones de demanda, emplazamiento, prueba, conclusión
y sentencia anula lo obrado desde entonces”.
404 RENZO CAVANI
596
“1618. Siempre que ordena el juez alguna diligencia para cautelar el daño
que pudiera resultar, dejando a las partes su derecho a salvo, libra una pro-
videncia”.
597
“646. Es nulo todo juicio sin contestación verdadera o presunta”.
Hacia la superación del modelo basado en el logro de la finalidad 405
598
“1621. Al prescribir el juez que se observen las fórmulas propias del juicio,
provee un auto interlocutorio”.
599
“1620. Cuando el juez decide alguna cuestión, o incidente, o excepción di-
latoria o perentoria, o algún artículo que tiene influencia sobre lo principal
406 RENZO CAVANI
601
Es bueno dejar claro que el inciso 8 del art. 1649 debía interpretarse con-
forme al art. 1733, que autorizaba el recurso extraordinario de nulidad
“Por desnaturalizarse la causa, haciéndose ordinaria la que es ejecutiva
ó [sic] sumaria; criminal la que es civil, y viceversa”.
602
La edición con la que se trabajará es la siguiente: Ley Orgánica del Poder Judicial,
Código de Procedimientos Civiles, Ley del Notariado y Tabla de términos de distancia.
Anotados y concordados por Francisco J. Eguiguren. Lima: Sanmarti y Cia,
1914, siendo que la parte que corresponde al CPC de 1912 se encuentra entre
las pp. 83-321.
408 RENZO CAVANI
603
“Art. 165. Las actuaciones judiciales se practicarán en días y horas hábiles,
bajo pena de nulidad”.
604
“Art. 168. Los jueces pueden habilitar los días y horas inhábiles cuando
la dilación de alguna diligencia ocasionaría perjuicio grave al interesado
o haría ilusorio un mandato judicial. Contra lo que resuelva el juez sobre
habilitaciones, no es admisible ningún recurso”.
605
“Art. 208. Si a consecuencia de la resolución pronunciada en el incidente, se
invalida el procedimiento seguido en lo principal, se repondrá ésta al estado
que corresponda; pero subsistirán las pruebas y demás actuaciones a las que
no afecte el vicio que causó la nulidad”.
606
“Art. 304. Fijadas la competencia del juez y la naturaleza del juicio del modo
indicado en los dos artículos anteriores, no puede alterarse o anularse el
procedimiento fundándose en la cuantía de la causa, ni a pedido de parte ni
de oficio. Puede, sin embargo, anularse lo actuado a pedido de parte, si se ha
seguido como juicio de menor cuantía el que debe ser de mayor cuantía. En
tal caso, la nulidad deducida se tramitará y resolverá junto con lo principal”.
410 RENZO CAVANI
607
“Art. 1086. No hay nulidad si el litigante a quien no se ha hecho la notificación
de que tratan los incisos 3, 6 y 7 del artículo anterior, procede en el juicio de
tal manera que manifiesta haber tenido conocimiento de la providencia cuya
notificación se omitió”.
608
Dado que mi preocupación es mostrar el modelo original del CPC de 1912,
aunque no será desarrollado, dejo constancia que varias disposiciones fue-
ron modificadas, tales como el inciso 10 del art. 1085 y el art. 1087. Sobre
el tema, cfr. Eugenia Ariano. “La nulidad de la sentencia por omisión de
pronunciamiento”. Ob. cit., pp. 169-171.
609
“Art. 1087. Las cortes y juzgados repondrán la causa al estado en que se
cometió alguno de los vicios que anulan el juicio, aun cuando la parte agra-
viada no haya reclamado, siempre que no conste en los autos que renunció
expresamente su derecho; observándose lo dispuesto en la última parte del
artículo 208”.
610
Eugenia Ariano. “La nulidad de la sentencia por omisión de pronunciamien-
to”. Ob. cit., p. 170.
Hacia la superación del modelo basado en el logro de la finalidad 411
613
“Art. 112. La nullité des actes de procédure peut être invoquée au fur et à mesure de
leur accomplissement; mais elle est couverte si celui qui l’invoque a, postérieurement
à l’acte critiqué, fait valoir des défenses au fond ou opposé une fin de non-recevoir
sans soulever la nullité” (La nulidad de los actos de procedimiento puede ser
invocada en la medida de la realización de éstos; pero aquella es subsanada
si aquel que la invoca, posteriormente al acto cuestionado, ha hecho valer
las defensas de fondo u opuesto un fin de no recibir sin suscitar la nulidad).
614
“Art. 113. Tous les moyens de nullité contre des actes de procédure déjà faits doivent
être invoqués simultanément à peine d’irrecevabilité de ceux qui ne l’auraient pas été”
(Todos los medios de nulidad contra los actos de procedimiento ya realizados
deben ser invocados simultáneamente bajo pena de no ser recibidos los no
los hayan sido).
416 RENZO CAVANI
615
“Art. 114. Aucun acte de procédure ne peut être déclaré nul pour vice de forme si la
nullité n’en est pas expressément prévue par la loi, sauf en cas d’inobservation d’une
formalité substantielle ou d’ordre public”(Ningún acto de procedimiento podrá
ser declarado nulo por vicio de forma si la nulidad no está expresamente
prevista por la ley, salvo en caso de inobservancia de una formalidad sustan-
cial o de orden público). Al respecto, dicen Hervé Croze; Christian Morel.
Procédure civile. Paris: Presses Universitaires de France, 1988, p. 211:“Por
tanto, es deseable, en la medida de lo posible, evitar el pronunciamiento
de nulidad, sobre todo cuando el vicio no perjudica a nadie, o de remediar
para una regularización del acto; pero no hace falta, sin embargo, tolerar las
irregularidades más graves, principalmente cuando las reglas violadas tienen
por objeto proteger a los litigantes o al orden público procesal. Se trata, por
ello, de un difícil equilibrio entre los imperativos contradictorios que deben
ser buscados en la determinación del régimen jurídico de las nulidades del
procedimiento”.
616
“La nullité ne peut être prononcée qu’à charge pour l’adversaire qui l’invoque de
prouver le grief que lui cause l’irrégularité, même lorsqu’il s’agit d’une formalité
substantielle ou d’ordre public” (La nulidad no puede ser pronunciada que a
cargo del adversario a quien le corresponde probar el perjuicio que le causa
la irregularidad, inclusive cuando se trata de una formalidad sustancial o
de orden público).
617
“Grief” o “perjuicio”, es entendido por la doctrina francesa mayoritaria,
según Jacqueline Lemée. “La règle pas de nullité sans grief”. Ob. cit., pp. 44
y ss., como la imposibilidad absoluta de hacer valer los derechos de la parte
afectada con el vicio. Vale la pena dejar constancia que la autora defiende
una extensión de dicha regla para más allá de los vicios de forma, incluyendo
las irregularidades sobre el fondo e, inclusive, los fins de non recevoir.
Hacia la superación del modelo basado en el logro de la finalidad 417
618
“Art. 16. Le juge doit, en toutes circonstances, faire observer et observer lui-même
le principe de la contradiction” (El juez debe, en cualquier circunstancia, hacer
observar y observar él mismo el principio de contradictorio).
“Il ne peut retenir, dans sa décision, les moyens, les explications et les documents
invoqués ou produits par les parties que si celles-ci ont été à même d’en débattre
contradictoirement” (Para fundar su decisión, sólo podrá atender a los medios,
las explicaciones y los documentos invocados o producidos por una de las
partes en caso de que la contraria haya estado en condiciones de debatir en
contradictorio).
“Il ne peut fonder sa décision sur les moyens de droit qu’il a relevés d’office sans avoir
au préalable invité les parties à présenter leurs observations” (No puede fundar su
decisión en fundamentos de derecho que él ha apreciado de oficio sin haber
previamente invitado a las partes a presentar sus observaciones).
Es bueno dejar en claro que este artículo sirvió para los arts. 9 y 10 del nuevo
Código de Proceso Civil brasileño, próximo a ser aprobado definitivamente.
La primera de dichas disposiciones señalan lo siguiente: “Não se proferirá
sentença ou decisão contra uma das partes sem que esta seja previamente ouvida,
salvo nos casos de tutela antecipada de evidência previstos no parágrafo único do art.
290 e nos de tutela antecipada de urgência” (No se emitirá sentencia ni decisión
contra una de las partes sin que ésta sea previamente oída, salvo en los casos
de tutela anticipada de evidencia previstos en el párrafo único del art. 290
y en los de tutela anticipada de urgencia). Y el art. 10 establece: “O juiz não
pode decidir, em grau algum de jurisdição, com base em fundamento a respeito do
qual não se tenha dado às partes oportunidade de se manifestar, ainda que se trate
de matéria sobre a qual tenha que decidir de ofício” (El juez no puede decidir, en
ningún grado de jurisdicción, con base en un fundamento respecto del cual
no se haya dado a las partes oportunidad de manifestarse, aunque se trate
de materia sobre la cual deba decidir de oficio).
619
No trataré sobre los arts. 115 y 116. No obstante, se transcriben a continuación:
“Art. 115. La nullité est couverte par la régularisation ultérieure de l’acte si aucune
forclusion n’est intervenue et si la régularisation ne laisse subsister aucun grief” (La
nulidad se subsana por la regularización ulterior del acto si ninguna pres-
cripción interviene y si la regularización no deja subsistir ningún perjuicio).
“Art. 116. La sanction de l’inobservation d’une formalité de procédure antérieure aux
débats est soumise aux règles prévues à la présente sous-section” (La sanción de
418 RENZO CAVANI
abstenus, dans une intention dilatoire, de les soulever plus tôt” (Las excepciones
de nulidad fundadas en la inobservancia de las reglas de fondo relativas a
los actos de procedimiento pueden ser propuestos en cualquier estado de la
causa, quedando a salvo la posibilidad de que el juez condene por daños-
intereses a aquellos que se abstengan, con intención dilatoria, de suscitarlos
antes).
622
“Art. 119. Les exceptions de nullité fondées sur l’inobservation des règles de fond
relatives aux actes de procédure doivent être accueillies sans que celui qui les invoque
ait à justifier d’un grief et alors même que la nullité ne résulterait d’aucune disposition
expresse” (Las excepciones de nulidad fundadas en la inobservancia de las
reglas de fondo relativas a los actos de procedimiento deben ser acogidas
sin que aquel que las invoque tenga que justificar un perjuicio y aunque la
nulidad no resulte de ninguna disposición expresa).
420 RENZO CAVANI
“Art. 120. Les exceptions de nullité fondées sur l’inobservation des règles de fond
623
relatives aux actes de procédure doivent être relevées d’office lorsqu’elles ont un
caractère d’ordre public” (Las excepciones de nulidad fundadas en la inobser-
Hacia la superación del modelo basado en el logro de la finalidad 421
vancia de las reglas de fondo relativas a los actos de procedimiento deben ser
suscitadas de oficio cuando ellas tengan carácter de orden público).
“Le juge peut relever d’office la nullité pour défaut de capacité d’ester en justice” (El
juez puede suscitar de oficio la nulidad por defecto de capacidad de estar en
juicio).
624
“Art. 121. Dans les cas où elle est susceptible d’être couverte, la nullité ne sera pas
prononcée si sa cause a disparu au moment où le juge statue” (En los casos donde
es susceptible de ser subsanada, la nulidad no será pronunciada si su causa
ha desaparecido al momento en el que el juez decide).
625
Que, dicho sea de paso, tienen fundamentalmente su base en el Código de
Proceso Civil portugués de 1939, tal como se desprende de las anotaciones
de Eurico Lopes-Cardoso. Código de Processo Civil anotado, 2ª ed. Coimbra:
Almedina, 1962, pp. 173-183 y de Manuel Morón Palomino. La nulidad en
el proceso civil español. Ob. cit., pp. 41-42. Como se mencionó anteriormente,
la regulación del nuevo CPC de 2013 es muy similar a la de su predecesor,
aunque está ubicada de forma un tanto diferente: Libro II (Do processo em
geral), Título I (Dos actos processuais), Capítulo I (Actos em geral), Sección VII
(Nulidade dos actos). Por su parte, la regulación va del art. 186 al 202.
422 RENZO CAVANI
626
La redacción ha tenido algunas alteraciones pero se mantiene bastante similar
a la original. Cfr. Alberto dos Reis. Código de Processo Civil anotado, vol. I, 3ª
ed. Coimbra: Coimbra editora, 1948, pp. 308-320.
627
La doctrina luso-brasileña distingue demanda de petición inicial. La primera
es aquel acto procesal que concretiza el derecho de acción, mientras que la
segunda es el instrumento que corporifica la demanda, de acuerdo con Al-
varo de Oliveira; Daniel Mitidiero. Curso de processo civil, vol. 2. Ob. cit., p.
2. En el Perú apenas se habla de demanda para referirse a ambos conceptos;
no obstante, a pesar de que una mayor rigurosidad del lenguaje exigiría que
ésta se distinga de la petición inicial, por un tema de tradición trabajaré con
la noción de demanda.
Hacia la superación del modelo basado en el logro de la finalidad 423
628
“Art. 193. Ineptidão da petição inicial.
1. É nulo todo o processo quando for inepta a petição inicial.
2. Diz-se inepta a petição:
a) Quando falte ou seja ininteligível a indicação do pedido ou da causa de pedir;
b) Quando o pedido esteja em contradição com a causa de pedir;
c) Quando se cumulem causas de pedir ou pedidos substancialmente incompatíveis.
3. Se o réu contestar, apesar de arguir a ineptidão com fundamento na alínea a) do
número anterior, não se julgará procedente a arguição quando, ouvido o autor, se
verificar que o réu interpretou convenientemente a petição inicial.
4. No caso da alínea c) do n.° 2, a nulidade subsiste, ainda que um dos pedidos fique
sem efeito por incompetência do tribunal ou por erro na forma do processo”.
(Art. 193. Ineptitud de la petición inicial.
1. Es nulo todo el proceso cuando sea inepta la petición inicial.
2. Se entiende inepta la petición:
a) Cuando falte o sea ininteligible la indicación del pedido o de la causa de
pedir;
b) Cuando el pedido esté en contradicción con la causa de pedir;
c) Cuando se acumulen causas de pedir o pedidos sustancialmente incom-
patibles.
3. Si el demandado contesta, a pesar de alegar la ineptitud con fundamento
en el numeral a) del número anterior, no se resolverá fundada la alegación
cuando, oído el actor, se verifique que el demandado interpretó convenien-
temente la petición inicial.
4. En el caso del numeral c) del n. 2, la nulidad subsiste, aunque uno de los
pedidos quede sin efecto por incompetencia del tribunal o por error en la
forma del proceso).
424 RENZO CAVANI
629
Alvaro de Oliveira; Daniel Mitidiero. Curso de processo civil, vol. 2. Ob. cit.,
p. 3.
630
Ingo Wolfgang Sarlet; Luiz Guilherme Marinoni; Daniel Mitidiero. Curso
de direito constitucional. Ob. cit., pp. 651-652, entienden que la narración
pormenorizada (declinação pormenorizada) en la petición inicial constituye
el núcleo duro del derecho fundamental a la amplia defensa: “La narración
Hacia la superación del modelo basado en el logro de la finalidad 425
pormenorizada, por el actor de la demanda, de las razones por las cuales pre-
tende imponer consecuencias jurídicas al demandado constituye condición
para que el demandado pueda comprender los motivos que llevaron al actor a
la proposición de la acción y pueda elaborar de forma adecuada su defensa. En
el proceso civil, el demandante tiene la carga de narrar en la petición inicial
las alegaciones de hechos esenciales jurídicamente calificadas que dan soporte a
su pedido (art. 282, III, del CPC, teoría de la sustanciación). Es necesario narrar
los hechos esenciales y mostrar de qué modo son reconducibles a la persona
del demandado”. En mi opinión, no obstante, existe una auténtica carga del
demandante de narrar adecuadamente su demanda, puesto que sólo así no
la verá rechazada. Y se trata de una carga porque, siendo ésta unaconducta
en beneficio propio, no puede ser exigida. Si el juez le ordena esclarecerla y
dicha orden no es cumplida, entonces habrá un rechazo de la demanda; el
demandante no tiene deber de hacerlo. De ahí que sea dudoso que el deman-
dado tenga un derecho y, si lo tuviese, definitivamente no se dirige contra
el demandante, sino, a lo sumo, contra el juez a fin de que éste califique la
demanda de manera tal que la narración de los hechos sea lo suficientemente
idónea para realizar su defensa.
426 RENZO CAVANI
631
“Art. 83. Pluralidad de pretensiones y personas. En un proceso pueden haber
más de una pretensión, o más de dos personas. La primera es una acumula-
ción objetiva y la segunda una acumulación subjetiva.
La acumulación objetiva y la subjetiva pueden ser originarias o sucesivas,
según se propongan en la demanda o después de iniciado el proceso, res-
pectivamente”.
632
“Art. 195. Quando se verifica a falta de citação.
1. Há falta de citação:
a) Quando o acto tenha sido completamente omitido;
b) Quando tenha havido erro de identidade do citado;
c) Quando se tenha empregado indevidamente a citação edital;
d) Quando se mostre que foi efectuada depois do falecimento do citando ou da extinção
deste, tratando-se de pessoa colectiva ou sociedade;
e) Quando se demonstre que o destinatário da citação pessoal não chegou a ter co-
nhecimento do acto, por facto que não lhe seja imputável.
(…)”.
Hacia la superación del modelo basado en el logro de la finalidad 427
(Art. 195. Cuándo se verifica la falta de citación.
1. Hay falta de citación:
a) Cuando el acto haya sido completamente omitido;
b) Cuando haya existido error de identidad del citado;
c) Cuando se haya empleado indebidamente la citación por edictos
d) Cuando se muestre que fue efectuada después del fallecimiento del citado
o de la extinción de éste, tratándose de persona colectiva o sociedad;
e) Cuando se demuestre que el destinatario de la citación personal no llegó
a tener conocimiento del acto, por hecho que no le sea imputable).
(…).
633
“Art. 198. Nulidade da citação.
1. Sem prejuízo do disposto no artigo 195.°, é nula a citação quando não hajam sido,
na sua realização, observadas as formalidades prescritas na lei.
(…)”.
(Art. 198. Nulidad de la citación.
1. Sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 195, es nula la citación cuando
no hayan sido observadas, en su realización, las formalidades prescritas en
la ley).
(…)
634
“Art. 197. Falta de citação no caso de pluralidade de réus.
Havendo vários réus, a falta de citação de um deles tem as consequências seguintes:
a) No caso de litisconsórcio necessário, anular-se-á tudo o que se tenha processado
depois das citações;
b) No caso de litisconsórcio voluntário, nada se anula. Mas se o processo ainda não
estiver na altura de ser designado dia para a discussão e julgamento da causa, pode
o autor requerer que o réu seja citado; neste caso, não se realiza a discussão sem que
o citado seja admitido a exercer, no processo, a actividade de que foi privado pela
falta de citação oportuna”.
(Art. 197. Falta de citación en el caso de pluralidad de demandados.
428 RENZO CAVANI
Existiendo varios demandados, la falta de citación de uno de ellos ocasiona
las siguientes consecuencias:
a) En el caso de litisconsorcio necesario, se anulará todo lo que se haya pro-
cesado después de las citaciones;
b) En el caso de litisconsorcio voluntario, nada de anula. Pero si el proceso
aún no estuviere a la altura de ser designado el día para la discusión y
juzgamiento de la causa, el actor puede requerir que el demandado sea
citado; en este caso, no se realiza la discusión sin que el citado sea admitido
a ejercitar, en el proceso, la actividad de la que fue privado por la falta de
citación oportuna).
Hacia la superación del modelo basado en el logro de la finalidad 429
635
“Art. 199. Erro na forma de processo.
1. O erro na forma de processo importa unicamente a anulação dos actos que não
possam ser aproveitados, devendo praticar-se os que forem estritamente necessários
para que o processo se aproxime, quanto possível, da forma estabelecida pela lei.
2. Não devem, porém, aproveitar-se os actos já praticados, se do facto resultar uma
diminuição de garantias do réu”.
(Art. 199. Error en la forma de proceso.
1. El error en la forma del proceso importa únicamente la anulación de los
actos que no puedan ser aprovechados, debiendo practicarse los que sean
estrictamente necesarios para que el proceso se aproxime, en cuanto posible,
a la forma establecida por la ley).
430 RENZO CAVANI
636
Cfr. Fredie Didier Jr.; Pedro Henrique Pedrosa Nogueira. Teoria dos fatos
jurídicos processuais. Ob. cit., pp. 84-85, quienes hablan del principio de la
fungibilidad como la versión procesal de la conversión del acto nulo.
637
Inclusive, el art. 193, NCPC, adiciona un inciso 3: “O erro na qualificação do
meio processual utilizado pela parte é corrigido oficiosamente pelo juiz, determi-
nando que se sigam os termos processuais adequados” (El error en la calificación
del medio procesal utilizado por la parte es corregido oficiosamente por el
juez, determinando que se sigan los términos procesales adecuados). Como
parece evidente, ello no hace más que plasmar una preocupación por reducir
las formalidades y así impedir la producción de la nulidad.
Hacia la superación del modelo basado en el logro de la finalidad 431
638
“Art. 201. Regras gerais sobre a nulidade dos actos.
1. Fora dos casos previstos nos artigos anteriores, a prática de um acto que a lei não
admita, bem como a omissão de um acto ou de uma formalidade que a lei prescreva,
só produzem nulidade quando a lei o declare ou quando a irregularidade cometida
possa influir no exame ou na decisão da causa.
2. Quando um acto tenha de ser anulado, anular-se-ão também os termos subsequentes
que dele dependam absolutamente. A nulidade de uma parte do acto não prejudica
as outras partes que dela sejam independentes.
3. Se o vício de que o acto sofre impedir a produção de determinado efeito, não se têm
como necessariamente prejudicados os efeitos para cuja produção o acto se mostre
idóneo”.
(Art. 201. Reglas generales sobre la nulidad de los actos.
1. Fuera de los casos previstos en los artículos anteriores, la práctica de un
acto que la ley no admita, así como la omisión de un acto o de una formalidad
que la ley prescriba, sólo producen nulidad cuando la ley lo declare o cuando
la irregularidad cometida pueda influir en el examen o en la decisión de la
causa.
2. Cuando un acto tenga que ser anulado, se anularán también los términos
subsecuentes que dependan de él absolutamente. La nulidad de una parte
del acto no perjudica a las otras partes que de ella sean independientes.
3. Si el vicio del cual el acto sufre impida la producción de determinado
efecto, no se tiene como necesariamente perjudicados los efectos para cuya
producción el acto se muestre idóneo).
639
Disposición que es idéntica al art. 201 del Código de Proceso Civil de 1939,
legislación que prácticamente es creación de Alberto dos Reis. Al respecto,
es interesante resaltar que el jurista portugués —devoto admirador de la
doctrina chiovendiana– también participó en la comisión cuyo trabajo cul-
minó en una drástica modificación del Código de Proceso Civil portugués
de 1876, efectivizada mediante los decretos ns. 12. 353 del 22 de septiembre
de 1926 y 12. 488 del 14 de octubre del mismo año. Los comentarios a esa
reforma se pueden encontrar en: Alberto dos Reis. Breve estudo sôbre a reforma
432 RENZO CAVANI
640
Por ejemplo, los incisos 2 y 3 del art. 201 ya transcritos, y los arts. 203 y 204
(arts. 197 y 198, NCPC).
“Art. 203. Quem pode invocar e a quem é vedada a arguição da nulidade.
1. Fora dos casos previstos no artigo anterior, a nulidade só pode ser invocada pelo
interessado na observância da formalidade ou na repetição ou eliminação do acto.
2. Não pode arguir a nulidade a parte que lhe deu causa ou que, expressa ou tacita-
mente, renunciou à arguição”.
(Art. 203. Quién puede invocar y a quién le es vedada la alegación de la
nulidad.
1. Fuera de los casos previstos en el artículo anterior, la nulidad sólo puede
ser invocada por el interesado en observancia de la formalidad o en la repe-
tición o eliminación del acto.
2. No puede alegar la nulidad la parte que le dio causa o que, expresa o
tácitamente, renunció a la alegación).
“Art. 204. Até quando podem ser arguidas as nulidades principais.
1. As nulidades a que se referem os artigos 193 e 199 só podem ser arguidas até à
contestação ou neste articulado.
2. As nulidades previstas nos artigos 194 e 200 podem ser arguidas em qualquer
estado do processo, enquanto não devam considerar-se sanadas”.
(Art. 204. Hasta cuándo pueden ser alegadas las nulidades principales.
1. Las nulidades a las que se refieren los artículos 193 y 199 sólo pueden ser
alegadas hasta la contestación o en éste articulado.
2. Las nulidades previstas en los artículos 194 y 200 pueden ser alegadas en
cualquier estado del proceso, en tanto no deban considerarse sanadas).
434 RENZO CAVANI
641
Ingo Wolfgang Sarlet; Luiz Guilherme Marinoni; Daniel Mitidiero. Curso
de direito constitucional. Ob. cit., p. 673.
Hacia la superación del modelo basado en el logro de la finalidad 437
642
Ibídem, p. 672. Sobre el tema, con abundante bibliografía, cfr. Antonio do
Passo Cabral. Coisa julgada e preclusões dinâmicas. Entre continuidade, mudança
e transição de posições processuais estáveis. Salvador: Jus Podium, 2013, pp. 117
y ss.; Antonio do Passo Cabral. Nulidades no processo moderno. Ob. cit., pp.
255 y ss.; Heitor Sica. Preclusão processual civil, 2ª ed. São Paulo: Atlas, 2008;
Fredie Didier Jr.; Pedro Henrique Pedrosa Nogueira. Teoria dos fatos jurídicos
processuais. Ob. cit., pp. 157 y ss.; Eugenia Ariano. Hacia un proceso declarativo
flexible. Crítica a las preclusiones rígidas del Código Procesal Civil peruano de 1993.
Tesis para optar por el grado de magíster con mención en derecho procesal. Pontificia
Universidad Católica del Perú. Lima, 2011. En el caso de esta autora, véase la
interesante crítica al propio concepto de preclusión elaborado por Chiovenda
realizada en el capítulo I.
440 RENZO CAVANI
modo que este recorra las etapas que le son propias, hasta la con-
clusión final de la relación procesal, como igualmente le confiere
la ley los poderes indispensables al cumplimiento de esta tarea.
Sucede, sin embargo, que también las partes están gravadas con
ciertos encargos, a que la doctrina denomina cargas procesales, por
medio de las cuales aquellas quedan sujetas a practicar ciertos
actos o cumplir alguna formalidad procesal dentro de un tiempo
determinado, bajo pena de perder la oportunidad de realizarlos643.
Así es pues, la nulidad procesal está estrechamente ligadas
a la preclusión, la cual es “en último análisis, la pérdida de una
facultad procesal, o la extinción del derecho de realizar el acto que
la parte tuviera, o de exigir determinada providencia judicial”644.
Siguiendo a Ovídio, quien a su vez recurre a José Frederico
Marques, se puede afirmar que existen tres clases de preclusiones:
la temporal, la lógica y la consumativa645. La preclusión temporal se
da cuando no hay un ejercicio de la facultad en el tiempo legal
o judicialmente establecido. Por su parte, la preclusión lógica se
presenta cuando el comportamiento en ejercicio de una facultad
es incompatible con una conducta anterior (por ser contradictoria
con ésta)646. Por último, la preclusión consumativa se refiere a la
643
Ovídio Baptista da Silva. Curso de processo civil, vol. I. Ob. cit., p. 270. Aunque
Heitor Sica. Preclusão processual civil. Ob. cit., pp. 72 y ss., a partir de un estu-
dio histórico, demuestra que “el término preclusión es absolutamente amplio,
designando dos institutos diversos, esto es, el fenómeno que impide que la
parte practique el acto después del transcurso de tiempo, después de hacerlo
practicado, o después de haber practicado un acto incompatible (preclusión
temporal, consumativa y lógica, respectivamente); y el fenómeno que vuelve
una cuestión inmutable después de decidida”. Por no ser el tema que aquí
concierne, no entraré en la complejidad que ofrece la figura de la preclusión.
644
Ibídem, p. 271. Para precisar mejor el lenguaje, la preclusión implica la ex-
tinción de una posición jurídica procesal pues, como se verá más adelante, la
preclusión no sólo se dirige a las partes, sino también al juez.
645
Ibídem, p. 271-272.
646
Al respecto, pueden consultarse los siguientes trabajos: Fredie Didier Jr.
“Alguns aspectos da aplicação da proibição do venire contra factum pro-
prium no processo civil”. En Revista Peruana de Derecho Procesal, XII. Lima:
Communitas, 2008, pp. 57-68; Fredie Didier Jr.; Talita Romeu. “Confissão.
Hacia la superación del modelo basado en el logro de la finalidad 441
647
Ingo Wolfgang Sarlet; Luiz Guilherme Marinoni; Daniel Mitidiero. Curso
de direito constitucional. Ob. cit., p. 672.
648
Abiertamente en contra se encuentra Heitor Sica. Preclusão processual civil.
Ob. cit., pp. 105-107, básicamente por el hecho de que el juez posee poderes-
deberes y no cargas ni tampoco facultades.
649
Según Antonio do Passo Cabral. Nulidades no processo moderno. Ob. cit., p.
260, “si la preclusión es un mecanismo de economía procesal, destinado a
asegurar la ordenación y eficiencia del proceso, el órgano juzgador también
puede estar sometido a ella. Hay que hacerse del proceso un caminar hacia
adelante, sin discriminación apriorística sobre quién podrá perder la opor-
tunidad de practica actos precluidos”.
Hacia la superación del modelo basado en el logro de la finalidad 443
650
No obstante, Heitor Sica. Preclusão processual civil. Ob. cit., pp. 234 y ss., coloca
al “control de la regularidad formal del proceso (validez y admisibilidad
de los actos procesales)” como una materia que no está sujeta a preclusión.
La razón de ello es que el autor diferencia las nulidades absolutas de las
relativas afirmando que “el fundamento para excluir la preclusividad del
reconocimiento de las nulidades absolutas es el mismo que está en torno del
control de las condiciones de la acción y de los presupuestos procesales, esto
es, el respeto a normas en las que prepondera el interés público” (p. 236).
651
Antonio do Passo Cabral. Nulidades no processo moderno. Ob. cit., p. 264.
652
Ibídem, ídem, p. 265.
Hacia la superación del modelo basado en el logro de la finalidad 445
653
Cfr. Daniel Mitidiero. Colaboração no processo civil. Ob. cit., pp. 105-111.
654
Antonio do Passo Cabral. Nulidades no processo moderno. Ob. cit., p. 272. Por
su parte, Heitor Sica. Preclusão processual civil. Ob. cit., p. 106, contrario a
dicha posición, se muestra favorable a la existencia de los plazos impropios.
655
Comparte la misma opinión Antonio Cabral. Nulidadesno processo moderno.
Ob. cit., p. 275.
446 RENZO CAVANI
Cfr. Eugenia Ariano. Hacia un proceso declarativo flexible. Ob. cit., p. 70. Aunque
656
la autora aboga por una flexibilización del sistema de preclusiones del CPC
peruano y entiende que las preclusiones sólo se dirigen a las partes, admite
que en el caso de los presupuestos procesales los poderes del juez sí se de-
berían consumir, apelando al art. 406 CPC, que le impide alterar el sentido
de las resoluciones una vez notificadas. Ello le lleva a concluir —en opinión
que comparto– que “cuando el juez emite la resolución ‘de saneamiento’ ex
inc. 1° del art. 465 CPC, agota su poder de pronunciarse (nuevamente) sobre
lo mismo, por lo que, una vez llegado ‘el momento’ de la sentencia, no le
queda, como regla, sino emitir un pronunciamiento de fondo, estimatorio o
desestimatorio de la demanda”.
Hacia la superación del modelo basado en el logro de la finalidad 447
657
Una propuesta sobre la necesidad de regular la cuestión preliminar de mérito
puede encontrarse en Renzo Cavani. “Prescripción y mérito”. Ob. cit., pp.
91-92, la cual también es retomada más adelante (infra, n. 26. 1).
448 RENZO CAVANI
658
Entre los principales autores que han abordado este tema tan importante se
encuentran: Larry Alexander. “Legal objetivity and the illusion of legal prin-
ciples”. En Mathias Klatt (edited by). Institutionalized reason. The jurisprudence
of Robert Alexy. Oxford: Oxford University Press, 2012, p. 115-131; Robert
Alexy. “Epílogo a la teoría de los derechos fundamentales”, trad. Carlos Bernal
Pulido. En Revista española de derecho constitucional, año 22, n. 66, septiembre-
diciembre 2002, pp. 13-64; Robert Alexy. “On the structure of legal principles”.
En Ratio Juris, vol. 13, n. 3, septiembre 2004, pp. 294-304; Robert Alexy. “Siste-
mas jurídicos, principios jurídicos y razón práctica”, trad. Manuel Atienza.
En Doxa. Cuadernos de filosofía del derecho, n. 5. Marcial Pons: Madrid, 1988,
pp. 139-151; Robert Alexy. Teoria dos direitos fundamentais. Ob. cit., pp. 85 y
ss.; Humberto Ávila. Teoria dos princípios. Ob. cit.; Ronald Dworkin. Taking
rights seriously. Cambridge: Harvard University Press, 1978; Eros Roberto
Grau. Interpretación y aplicación del derecho. Ob. cit., pp. 29 y ss.; Riccardo
Guastini. “I principi costituzionali in quanto fonte di perplessità”. Ob. cit.,
pp. 119-127; Ralf Poscher. “The principles theory - How many theories and
what is their merit?”. En Mathias Klatt (edited by). Institutionalized reason.
Ob. cit., p. 218-247; Luis Prieto Sanchís. Ley, principios, derechos. Madrid:
Dyckinson, 1998, pp. 47-68; Juan Manuel Rodríguez Calero. Principios del
derecho y razonamiento jurídico, Madrid: Dyckinson, 2004; Jan-Reinard Sieck-
mann. “The theory of principles - a framework for autonomous reasoning”.
En Martin Borowski (edited by). On the nature of legal principles. Stuttgart:
Franz Steiner Verlag-Nomos, 2010, p. 49-61; Gustavo Zagrebelsky. El derecho
dúctil. Ob. cit., pp. 109-126.
450 RENZO CAVANI
659
José Joaquim Gomes Canotilho. Direito Constitucional. Ob. cit., p. 166; Robert
Alexy. Teoria dos direitos fundamentais. Ob. cit., p. 87; Gustavo Zagrebelsky.
El derecho dúctil. Ob. cit., pp. 117 y 118; Juan Manuel Rodríguez Calero.
Principios del derecho. Ob. cit., p. 28.
660
Es preciso advertir que se suele diferenciar los principios explícitos de los
implícitos, los cuales también son conocidos como principios generales del de-
recho. La distinción entre ambos radica esencialmente en su reconocimiento
normativo. En efecto, los principios jurídicos explícitos son extraídos de un
enunciado normativo, mientras que los principios jurídicos implícitos tienen
una función auto-integradora del derecho y, por tanto, a pesar de ser verda-
deras normas jurídicas aplicadas al caso concreto, no pueden preponderar por
sobre las reglas ni los principios explícitos. Para una exposición crítica de los
principios jurídicos implícitos, cfr. Juan Manuel Rodríguez Calero. Principios
del derecho. Ob. cit., pp. 75 y 93 y ss.; Ramón Ruiz Ruiz. “La distinción entre
reglas y principios”. Ob. cit., pp. 4-7; Luis Prieto Sanchís. Apuntes de teoría
del derecho. Ob. cit., pp. 205-212. No obstante, el entendimiento que tengo de
principio —ligado a la concepción de Humberto Ávila, como será visto en
el texto— hace que esta diferenciación sea irrelevante.
Hacia la superación del modelo basado en el logro de la finalidad 451
661
Juan Manuel Rodríguez Calero. Principios del derecho. Ob. cit., pp. 58-59.
662
Como bien señala Luis Prieto Sanchís, Apuntes de teoría del derecho. Ob. cit.,
p. 206.
663
Expresión de Giovanni Tarello, citada por Juan Manuel Rodríguez Calero.
Ob. cit., p. 74.
664
En efecto, según Robert Alexy. Teoria dos direitos fundamentais. Ob. cit., p. 90, “el
punto decisivo en la distinción entre reglas y principios es que los principios
452 RENZO CAVANI
son normas que ordenan que algo sea realizado en la mayor medida posible,
dentro de las posibilidades jurídicas y fácticas existentes. Por lo tanto, los
principios son mandamientos de optimización, que están caracterizados por
poder ser cumplidos en varios grados y por el hecho que la medida debida
de su satisfacción no depende solamente de las posibilidades fácticas sino
también de las posibilidades jurídicas. El ámbito de las posibilidades jurídicas
es determinado por los principios y reglas en colisión”. Por el contrario, “las
reglas son normas que son siempre satisfechas o no satisfechas. Si una regla
vale, entonces, debe hacerse exactamente aquello que ella exige; ni más ni
menos. Las reglas contienen, por lo tanto, determinaciones en el ámbito de
aquello que es fáctica y jurídicamente posible. Esto significa que la diferen-
cia entre reglas y principios es una distinción cualitativa y no de grado” (p.
91). Para una exposición sobre el pensamiento de Alexy sobre el tema, cfr.
Luiz Guilherme Marinoni. Técnica processual e tutela dos direitos. Ob. cit., pp.
226-229, quien busca encuadrar el derecho a la tutela jurisdiccional efectiva
como principio y, por tanto, “mandato de optimización que debe ser reali-
zado frente a todo y en cualquier caso concreto, dependiendo solamente de
sus posibilidades, y así de la consideración de otros principios o derechos
fundamentales que con él puedan colisionar” (p. 228). Vale la pena resaltar
que las diversas críticas recibidas contra su entendimiento de principio como
mandamiento de optimización —principalmente de Aarnio y de Sieck-
mann—, Alexy admitió la diferencia entre commands to optimize y commands
to be optimized, siendo que los mandamientos que mandan que otras normas
sean optimizadas son reglas y los mandamientos a ser optimizados serían
principios (cfr. Alexy, Robert. “On the structure of legal principles”. Ob. cit.,
pp. 300 y ss. ).
Hacia la superación del modelo basado en el logro de la finalidad 453
665
La definición de reglaque ofrece Humberto Ávila. Teoria dos princípios. Ob.
cit., p. 85, es más amplia: “Las reglas son normas inmediatamente descriptivas,
primariamente retrospectivas y con pretensión de decidibilidad y amplitud, para cuya
aplicación se exige la evaluación de la correspondencia, siempre centrada en la fina-
lidad que les da soporte o en los principios que les son axiológicamente subyacentes,
entre la construcción conceptual de la descripción normativa y la construcción
conceptual de los hechos” (las cursivas son del original).
666
Por su parte, la definición de principio de Humberto Ávila (Ibídem, ídem), es
la siguiente: “Los principios son normas inmediatamente finalísticas, primariamente
prospectivas y con pretensión de complementariedad y de parcialidad, para cuya
aplicación se demanda una evaluación de la correlación entre el estado de cosas de
ser promovido y los efectos provenientes de la conducta tenida como necesaria para
su promoción” (las cursivas son del original).
454 RENZO CAVANI
cit., pp. 124-128 (también en: “Principios procesales e invalidez”, trad. Renzo
Cavani. En Cavani, Renzo (coord. ) Estudios sobre la nulidad procesal. Ob. cit.,
pp. 499-504).
Hacia la superación del modelo basado en el logro de la finalidad 455
668
Cfr. Juan Monroy Gálvez. Introducción al proceso civil. Ob. cit., pp. 98 y ss.
669
Eduardo Scarparo. As invalidades processuais civis. Ob. cit., p. 125, con apoyo
en la obra Il principio di economia processuale, importante trabajo de Luigi Paolo
Comoglio.
670
Sobre el tema, con diversos ejemplos, cfr. Laura Salvaneschi. Riflessioni sulla
conversione degli atti processuali di parte. Ob. cit., pp. 128 y ss. La conversión
tiene presencia, principalmente, en el ámbito recursal, en donde el juez,
por ejemplo, puede recibir un recurso de apelación contra un decreto
pero en vez de rechazarlo, lo tramita como un recurso de reposición (así,
alteración de la fattispecie lleva a la alteración de los efectos del acto). La
doctrina conoce también este hecho como “principio de adecuación recursal”.
CAPÍTULO VI
Por un nuevo régimen de la nulidad
procesal para el proceso civil peruano
Para Giovanni Verde. Profili del processo civile. Ob. cit., p. 270, “se tiene que
671
el proceso está representado por una serie de actos, coordinados según criterios
de máxima preestablecidos, provenientes de sujetos diversos y no homogéneos y
dirigidos a la emanación de un acto final, que toma el nombre de proveimiento” (p.
270, las cursivas son del original). Por su parte, Giovanni Fabbrini. “Potere
del giudice”. En Scritti giuridici. Studi sul oggetto del processo e sugli effetti del
giudicato, vol. I. Milán: Giuffrè, 1989, p. 407, indica que “la secuencia procedi-
mental, como estructura formal constante, se caracteriza por estar disciplinada
por una serie de normas ligadas entre sí, de modo tal que la norma sucesiva de
la serie tiene siempre su fattispecie constitutiva integrada por los efectos produ-
cidos por la actuación de la norma precedente”. Y lo más interesante es lo que
indica a continuación sobre los poderes del juez: “Una estructura de este género
consiente, una vez determinado que los poderes del juez se insertan en el
interior del procedimiento con función instrumental respecto a la emanación
del acto final, de verificar y controlar la existencia —o quizá mejor sería decir
el nacimiento– del poder singular de ejercitado en cada caso”.
460 RENZO CAVANI
672
Según Elio Fazzalari. Istituzioni di diritto processuale civile. Ob. cit., p. 59, “la
estructura ‘procedimiento’ está, por tanto, constituida por una secuencia de
actos (actos preparatorios y acto final), cada uno de los cuales es ligado al
otro, a guisa de ser la consecuencia del acto que lo precede y el presupuesto
de aquel que lo sigue. En ello está el quid del procedimiento: en la sucesión
de actos, en la secuencia temporal por el cual todo acto de la serie le sigue a
otro, según el orden establecido por la ley”.
673
José Joaquim Calmon de Passos. Esboço de uma teoria das nulidades. Ob. cit.,
p. 83.
674
Giovanni Conso. I fatti giuridici processuali penali. Ob. cit., pp. 115-116.
675
José Joaquim Calmon de Passos. Esboço de uma teoria das nulidades. Ob. cit., p.
83. Como fue mencionado en el Capítulo I, la mención a “efecto conclusivo”
se remite a Giovanni Conso. I fatti giuridici processuali penali. Ob. cit., p. 135.
Por un nuevo régimen de la nulidad procesal para el proceso civil peruano 461
676
Para Carlo Furno. “Nullità e rinnovazione degli atti processuali”. Ob. cit., p.
410, los actos integrantes del procedimiento considerados en sí mismos están,
normalmente, privados de autonomía y no poseen una eficacia normativa
propia. Y continúa afirmando lo siguiente: “El defecto de autonomía es un
primer dato fundamental, verificable con seguridad a propósito de los actos
de procedimiento, lo cual confirma y explica, de un lado, el tratamiento
positivo de ellos, y, por otro lado, su esencia formal: ya que parece bastante
natural que actividades las cuales, vistas singularmente, una por una, se
muestren desprovistas de una finalidad propia y autónoma, en tanto que
no interesan ni adquieren relevancia jurídica si no porque constituyen la
premisa necesaria o condición y la necesaria consecuencia una de otra”.
677
Ya Fazzalari. Istituzioni del diritto processuale civile. Ob. cit., p. 66, afirma que
“de otro lado, este ángulo —por el cual el proceso debe ser visto en función
del acto final para el cual está destinado– es confirmada, en el plano teórico,
por el mencionado principio, según el cual uno de los requisitos (de validez
y de eficacia) de aquel acto consiste, por cierto, en ser el epílogo de proceso
regular: así como el vicio, en el cual se incurra en la práctica de una de las
actividades preparatorias y que no sea reparado en el curso ulterior, acaba
por afectarle, pasando de acto a acto del proceso, al acto final”. De la misma
manera, Crisanto Mandrioli. Corso di diritto processuale civile. Ob. cit., p. 249,
explica: “Disponiendo que la eficacia existe hasta que un pronunciamiento
del juez haya declarado lo contrario, el ordenamiento elimina, recalco, toda
posibilidad de equívocos: mientras, de un lado, estableciendo que la nulidad,
una vez pronunciada, opera ex tunc y destruye los actos que dependen del
acto nulo y solamente aquellos, el ordenamiento no hace más que traer las
más lógicas deducciones de la estructuración del proceso como serie de actos
recíprocamente coordinados en el sentido que los efectos producidos por un
acto entran a componer la fattispecie que consiente el válido cumplimiento
del acto sucesivo y de esa manera hasta el acto final” .
462 RENZO CAVANI
Enrico Redenti. Profili pratici del diritto processuale civile. Ob. cit., p. 524.
678
464 RENZO CAVANI
679
Por ejemplo, la teoría de Cabral es destacada por Ingo Wolfgang Sarlet;
Luiz Guilherme Marinoni; Daniel Mitidiero. Curso de direito constitucional.
Ob. cit., p. 673.
Por un nuevo régimen de la nulidad procesal para el proceso civil peruano 469
680
Antonio do Passo Cabral. Nulidades no processo moderno. Ob. cit., p. 191.
681
Ibídem, p. 193.
682
Ibídem, pp. 193-194.
683
Ibídem, p. 194.
684
Ibídem, pp. 196-197.
685
Ibídem, p. 201.
470 RENZO CAVANI
686
Ibídem, ídem.
687
Ibídem, p. 283.
688
Ibídem, p. 281.
689
Dice el autor (ibídem, p. 283): “Para que identifiquemos la relevancia normativa
de la atipicidad, debemos buscar la intromisión de la inobservancia formal
en las interacciones entre los sujetos del proceso, sea por el ocultamiento
de información, sea por la ofensa a las alternativas estratégicas legalmente
permitidas, sea por otros criterios, pero todos partiendo de los presupuestos y
premisas comunicativas asentados en los capítulos anteriores. La interferencia
relevante es aquella generadora de ruidos que perturben la comunicación”.
Por un nuevo régimen de la nulidad procesal para el proceso civil peruano 471
Ob. cit., p. 172, quien afirma correctamente que “es imposible saber si la
atipicidad fue o no relevante, sino frente a la presencia de un vicio. No
hay motivo para evaluar si un acto es válido o no si no hubo siquiera
desviación del tipo. Existiendo desvío del tipo, se busca la atipicidad
relevante, conforme a las consecuencias que el defecto produjo en el
procedimiento. No hay cómo anticipar el examen de las finalidades para
Por un nuevo régimen de la nulidad procesal para el proceso civil peruano 473
Ver las consideraciones realizadas cuando se analizó el art. 198 del CPC
693
lador quiere que éstas sean respetadas pues sólo así se garantizará
al demandado una adecuada participación en el procedimiento,
a fin de que ejercite adecuadamente sus derechos fundamentales
a la amplia defensa y al contradictorio. Si cualquiera de dichas
formalidades es violada, por tanto, se configura un vicio que bien
podría generar una nulidad.
No obstante, las hipótesis que el propio legislador plantea
para que dicha nulidad no se produzca son las siguientes: (a) si
se dan más garantías para que el demandado tome conocimiento
del emplazamiento; y (b) si se produce convalidación expresa o
tácita. Así, se le facilita la tarea al operador judicial, puesto que
puede observar fácilmente los vicios que puedan producirse en el
emplazamiento (inobservancia de cualquier formalidad regulada),
así como la manera cómo ellos se pueden subsanar.
Para un acto de la importancia del emplazamiento y por
las consecuencias que pueden ocasionarse si éste es efectuado
incorrectamente, considero que este tipo de regulación es exac-
tamente lo que se requiere: reglas puntuales, claras y rigurosas,
que permitan identificar cuándo se produce el vicio y, sobre todo,
cuándo éste puede subsanarse.
No obstante, considero que las hipótesis de nulidad del em-
plazamiento —siendo éste un acto procesal— deben encontrarse
en el capítulo sobre nulidad de los actos procesales. Aún más, al
igual que el CPC portugués, el régimen de la nulidad de la cita-
ción debe seguirse a los supuestos de nulidad por ineptitud de la
demanda, tal como se refirió en el ítem anterior.
694
Es de la misma opinión Angelo Bonsignori. “Effetto devolutivo dell’appello
e nullità insanabili”. Ob. cit., pp. 1619-1620.
695
En el mismo sentido, Francesca Ferrari. “Sulla sanabilità del difetto di ca-
pacità processuale”. En Rivista di diritto processuale. Padua: Cedam, set. /oct.
2010, n. 5, pp. 1170-1176, criticando a una sentencia de la Corte di Cassazione
italiana que concluyó por la imposibilidad de que el defecto de poder pueda
ser subsanado por un otorgamiento de poder sobrevenido (realizado por el
representante orgánico de la persona jurídica) al representante que original-
mente había actuado sin poder.
478 RENZO CAVANI
696
Humberto Ávila. Teoria dos princípios. Ob. cit., pp. 121-122.
697
Ibídem, p. 123.
480 RENZO CAVANI
698
Ibídem, p. 127.
699
Ibídem, p. 128, o como el propio autor bien dice: “la superación de una regla
se condiciona a la demostración de que la justicia individual no afecta sus-
tancialmente la justicia general”.
700
Ibídem, ídem.
701
Ibídem, ídem.
Por un nuevo régimen de la nulidad procesal para el proceso civil peruano 481
702
Terminología empleada por Humberto Ávila (Ibídem, pp. 154 y ss).
482 RENZO CAVANI
704
Es la conocida sistematización de Elio Fazzalari. Istituzioni di diritto proces-
suale civile. Ob. cit., p. 61.
484 RENZO CAVANI
705
Ibídem, p. 62. En el mismo sentido: Vittorio Colesanti. “Principio del con-
traddittorio e procedimenti speciali”. En Rivista di diritto processuale. Padua:
Cedam, 1975, n. 4, pp. 582 y ss. Sintetiza bien esta idea Hermes Zaneti Jr.
Processo constitucional. Ob. cit., pp. 196-197.
706
Ingo Wolfgang Sarlet; Luiz Guilherme Marinoni; Daniel Mitidiero. Curso
de direito constitucional. Ob. cit., p. 647. Cuando se habla de proceso privado
evidentemente se hace alusión al arbitraje y a aquellos procesos que se llevan
a cabo en sociedades, asociaciones, centros de trabajo, etc.
707
Según la célebre frase atribuida a Búlgaro: “iudicium est actus ad minus trium
personarum: actoris, rei, iudicis”.
708
Es por ello que, en mi criterio, aquella figura denominada de “medidas
autosatisfactivas” (cfr. Jorge Walter Peyrano. “Régimen de las medidas au-
tosatisfactivas, nuevas propuestas”. En Gênesis - Revista de Direito Processual
Civil, n. 7. Curitiba: Gênesis, 1998, pp. 96-102) o “proceso urgente” (cfr.
Juan Monroy Gálvez; Juan José Monroy Palacios. “Del mito del pro-
ceso ordinario a la tutela diferenciada”. En Monroy Gálvez, Juan F. La
formación del proceso civil peruano. Escritos reunidos, 2ª ed. Lima: Palestra,
2004, p. 832), en la que pretende justificarse una abolición completa del
contradictorio por la urgencia del derecho que busca ser tutelado, resulta
ser una negación total de lo que se debe de entender por proceso. Inclusive
en los casos extremos, aunque sea superando las reglas procedimentales de la
notificación, al demandado debe dársele la oportunidad de participar en el
proceso e influir en la decisión. De lo contrario estaríamos ante un procedi-
miento que no es un proceso.
Por un nuevo régimen de la nulidad procesal para el proceso civil peruano 485
709
Emilio Betti. Diritto processuale civile italiano. Ob. cit., pp. 87-91, refleja la
incertidumbre de la doctrina sobre la magnitud del contradictorio. Este au-
tor entendía el principio del contradictorio como “principio fundamental del
proceso civil”, cuyo fundamento lógico reside en la bilateralidad del proceso,
mientras que en el caso de su fundamento práctico, mediante él “la exposición
de cualquier parte se integra y se rectifica, en servicio de la decisión justa”, pero
luego indica que “el contradictorio es un instrumento útil del proceso cuando
haya fundamento en el contradecir: si no hay, constituye un estorbo”. En líneas
generales, el tratamiento del principio del contradictorio era bastante pobre en la
doctrina de buena parte del siglo XX. Por ejemplo, limitándose a la comparecencia
del demandado: Virgilio Andrioli. Commento al Codice di Procedura Civile. Vol.
I. Ob. cit., pp. 101-102, mientras que una posición bastante incierta y confusa la
encontramos en: Antonio Nasi. Voz: Contraddittorio (principio del). En Enciclopedia
del diritto, IX. Milán: Giuffrè, 1961, pp. 720-728. No obstante, también hubo un
importante sector de la doctrina de la segunda mitad del siglo XX, anteriores a la
contribución de Fazzalari, que mostraron gran preocupación por la importancia
del ejercicio pleno del contradictorio a lo largo del proceso: Cfr. Enrico Tullio
Liebman. Manuale di diritto processuale civile, 2ª ed. Milán: Giuffrè, 1957, p. 229;
Mauro Cappelletti. “Derecho de acción y de defensa y función concretadora
de la jurisprudencia constitucional (art. 24 de la Constitución y ‘due process of law
clause’). En Proceso, ideologías, sociedad, trad. Santiago Sentís Melendo e Tomás
A. Banzhaf. Buenos Aires: Ejea, 1974, pp. 485-486 (este artículo data de
1961); Eduardo Grasso. “La collaborazione nel processo civile”. En Rivista
di diritto processuale. Cedam: Padua, oct. /dic. 1966, n. 4, pp. 589-590; Vittorio
Denti. “Questioni rilevabile d’ufficio e contraddittorio”. En Rivista di diritto
processuale. Padua: Cedam, abr. /jun. 1968, n. 2, pp. 217-231.
710
Referido porNicola Picardi. “Il principio del contraddittorio”. En Rivista di
diritto processuale. Padua: Cedam, jul. /set. 1998, n. 3, pp. 673-675.
711
Lo cual, en elocuente expresión de Nicola Picardi. Voz: Processo. I. Processo
civile. c) Diritto moderno. Ob. cit., pp. 102 y ss., vino a ser el pasaje del iudicium al
processus. Para un desarrollo histórico del contradictorio, cfr. Nicola Picardi.
“‘Audiatur et altera pars’. Le matrici storico-culturali del contraddittorio”.
En Rivista trimestrale di diritto e procedura civile. Milán: Giuffrè, 2003, n. 1, pp.
486 RENZO CAVANI
7-22, esp. pp. 7-16. Una exposición clara y sucinta sobre el tema se encuen-
tra en Carlos Alberto Alvaro de Oliveira. “A garantia do contraditório”.
En Revista da Faculdade de Direito Ritter dos Reis, vol. I. Porto Alegre: Ritter
dos Reis, 1998, pp. 7-27, esp. pp. 8-13; Carlos Alberto Alvaro de Oliveira.
“Efectividad y proceso de conocimiento”, trad. Renzo Cavani. En Revista
Jurídica del Perú, N° 105. Lima, Normas Legales, noviembre 2009, pp. 283 y
ss.; Daniel Mitidiero. Colaboração no processo civil. Ob. cit., pp. 87-99.
712
Nicola Picardi. “Il principio del contraddittorio”. Ob. cit., p. 675.
713
O bien información-reacción, como indica Antonio Cabral. “Il principio del
contraddittorio como diritto d’influenza e dovere di dibattito”. En Rivista di
diritto processuale. Padua: Cedam, 2005, n. 2, pp. 451-452. Una exposición más
reciente de este autor sobre el contradictorio se encuentra en el varias veces
citado Nulidades no processo moderno. Ob. cit., pp. 118 y ss.
714
Ingo Wolfgang Sarlet; Luiz Guilherme Marinoni; Daniel Mitidiero. Curso
de direito constitucional. Ob. cit., p. 647.
715
En donde el juez se manifiesta como “super partes”, y donde la preocupa-
ción es, básicamente, la observancia de la normatividad estatal. Cfr. Daniel
Mitidiero. Colaboração no processo civil. Ob. cit., p. 99.
716
La relación entre contradictorio y motivación es muy estrecha, siendo ésta
condicionada por la forma cómo se percibe aquel. Por ejemplo, según Da-
niel Mitidiero. “Fundamentação e precedente - Dois discursos a partir
da decisão judicial”. En Revista de Processo, n. 206. São Paulo: Revista dos
Tribunais, 2012, p. 63, “al tiempo en que se entendía al contradictorio como
algo tan solamente atinente a las partes y, por tanto, en sentido débil, se
Por un nuevo régimen de la nulidad procesal para el proceso civil peruano 487
720
Antonio do Passo Cabral. “Il principio del contraddittorio come diritto
d’influenza”. Ob. cit., p. 457, aunque el autor habla también —en mi opinión
equivocadamente– del ejercicio de la democracia deliberativa, lo cual no es
propio del proceso.
721
Nicola Picardi. “Il principio del contraddittorio”. Ob. cit., p. 680.
722
Lo cual se verificó por casi 16 años en el proceso cautelar peruano, antes de
la incorporación de la oposición en 2009 (Ley n. 29584). En efecto, siendo
la inaudita altera parte la regla absoluta (que hasta ahora inexplicablemente lo
sigue siendo) para conceder tutela cautelar, el perjudicado con la medida cau-
telar sólo le quedaba apelar contrarrestar su eficacia. No obstante, la apelación
jamás ha desempeñado la función de contradictorio. El tema era mucho más
grave teniendo en cuenta que la regulación del procedimiento de apelación sin
efecto suspensivo no permite la realización de audiencia. Así, quedó consumada
una inaceptable violación del derecho fundamental de contradictorio, pues éste
sencillamente no existía. Hasta hoy no dejo de sorprenderme por la falta de una
verdadera conciencia en la doctrina peruana para denunciar esta inconstitu-
cionalidad. Algunas excepciones a esta parsimonia son: Eugenia Ariano. “La
instrumentalidad de la tutela cautelar”. En Problemas del proceso civil. Lima: Jurista,
2003, p. 610, nota 6; Luis Genaro Alfaro Valverde. “Redención del principio del
contradictorio en el proceso cautelar. Propuesta para un modelo equilibrado”.
En Cavani, Renzo (coord. ). Estudios sobre las medidas cautelares en el proceso civil.
Tutela cautelar, anticipatoria y urgente. Lima: Normas Legales, 2011, pp. 91-133,
con un estudio de legislación comparada bastante ilustrativo.
Por un nuevo régimen de la nulidad procesal para el proceso civil peruano 489
723
Este es el caso del § 139 de la Zivilprozessordnung alemana: “§ 139. Impulso
procesal material. 1. El tribunal tiene que esclarecer la relación de hecho y la
litis y, en tanto ello sea necesario, con las partes en las cuestiones de hecho y
de derecho aclarando las y realizando preguntas. Él tiene que lograr que las
partes en formas oportuna y completa declaren sobre los hechos relevantes,
en especial aclaraciones insuficientes que hacen a los hechos invocados
a los efectos de completarlos para describir los medios de prueba y para
interponer las peticiones que se adecuen a la causa. 2. En tanto existe un
punto de vista que no haya sido reconocido por una parte o que haya sido
considerado como irrelevante, el tribunal puede fundar su resolución sobre
él siempre que advierte de ello a las partes y les otorgue la posibilidad para
que se expresen al respecto y no se trata de un crédito accesorio. 3. El tribu-
nal tiene que llamar la atención sobre consideraciones que por su contenido
deben ser consideradas de oficio. 4. Las observaciones, de acuerdo con estas
disposiciones, deben realizarse lo más pronto posible y ser registradas en
expediente (apud acta). Su realización puede ser probada solo por el conte-
nido registrado en los expedientes. Contra el contenido de los expedientes
es solamente admisible la acreditación de falsedad. 5. En caso de que no sea
posible para una parte declarar en forma inmediata con relación a un aviso
judicial, el tribunal a petición de aquella puede otorgar un plazo dentro del
cual pueda realizar la declaración en forma escrita” (Álvaro Pérez Ragone;
Juan Carlos Ortiz Pradillo. Código procesal civil alemán (ZPO). Traducción con
un estudio introductorio al proceso civil alemán contemporáneo. Incluye artículos
de Hanns Prütting y Sandra De Falco. Montevideo: Konrad Adenauer Stiftung,
2006, pp. 195-196). Ver también la traducción libre de esta disposición al
portugués realizada por Carlos Alberto Alvaro de Oliveira. Do formalismo
no processo civil. Ob. cit., p. 196, y citada por Daniel Mitidiero. Colaboração no
processo civil. Ob. cit., pp. 83-84, nota 82.
724
Es el caso también del art. 16 del Code de Procédure Civile francés y de los arts.
9 y 10 del Nuevo Código de Proceso Civil brasileño (próximo a ser aproba-
do), anteriormente transcritos (ver nota 22). Como dato histórico, recordado
por Vittorio Denti. “Questioni rilevabili d’ufficio e contraddittorio”. Ob. cit.,
pp. 229-230, el art. 31, primer párrafo del Progetto di reforma del procedimento
civile de 1919 elaborado por la Commissione per il dopo guerra, presidida por
Chiovenda señalaba lo siguiente: “L’autorità giudiziaria rivolge in ogni stato
della causa alle parti o ai loro avvocati le richieste che crede opportune, invitandole
a chiarire le loro conclusioni, a completare la esposizione dei fatti e ad indicare i più
utili mezzi di prova” (La autoridad judicial en cualquier estado de la causa
490 RENZO CAVANI
dirige a las partes o a sus abogados los requerimientos que cree oportunos,
invitándoles a aclarar sus conclusiones, a completar la exposición de los he-
chos y a indicar los medios de prueba más útiles). Por su parte, el segundo
párrafo dice: “In particolare [el juez] richiama l’attenzione delle parti sui punti che
devono essere esaminati d’ufficio” (En particular llama la atención de las partes
sobre los puntos que deben ser examinados de oficio). Precisamente en este
último párrafo se verifica claramente un deber del juez de dialogar con las
partes sobre las cuestiones ex officio. Dicho proyecto puede consultarse en
Giuseppe Chiovenda. Saggi di diritto processuale civile (1894-1937), volume
secondo. Ob. cit., pp. 113-196, esp. p. 125, mientras que la defensa de su
proyecto se encuentra en: “Relazione sul progetto di reforma del procedi-
mento elaborato dalla Commissione per il dopo guerra”. En Saggi di diritto
processuale civile (1894-1937), volume secondo. Ob. cit., pp. 3-112. Para una
interesante exposición histórica sobre la Comisión de reforma de 1918 y el
proyecto chiovendiano, cfr. Franco Cipriani. Storie di processualisti e oligarchi.
La procedura civile nel Regno d’Italia (1866-1936). Milán: Giuffrè, 1991, pp. 194-
213.
725
Daniel Mitidiero. Antecipação da tutela. Da tutela cautelar à técnica antecipatória.
Ob. cit., p. 94.
726
Ingo Wolfgang Sarlet; Luiz Guilherme Marinoni; Daniel Mitidiero. Curso
de direito constitucional. Ob. cit., p. 650.
727
Ibídem, ídem.
728
Entendimiento que ya había sido asumido por la doctrina hace muchos años.
Por ejemplo, Vittorio Denti. “Questioni rilevabili d’ufficio e contraddittorio”.
Por un nuevo régimen de la nulidad procesal para el proceso civil peruano 491
Ob. cit. p. 220, identifica las cuestiones verificables de oficio con las cuestiones
prejudiciales, es decir, aquellas “cuestiones tanto procesales como de mérito,
las cuales, por su idoneidad a definir el juicio, pueden constituir objeto de los
pronunciamientos (…) que asumen autonomía formal en sede de decisión de
la causa y pueden agotar el contenido de la sentencia (definitiva o parcial)”.
A partir de allí, extrae del art. 24, segundo párrafo, de la Costituzione italiana
el deber del juez de provocar el contradictorio para las materias reservadas
al juez para que decida ex officio.
729
Según Carlos Alberto Alvaro de Oliveira. “O juiz e o principio do contra-
ditório”. En Revista de Processo, n. 71. São Paulo: Revista dos Tribunais, jul.
/sep. 1993, p. 35, “inclusive la materia que el juez deba conocer de oficio se
impone el pronunciamiento apenas con la previa manifestación de las partes,
bajo pena de la infracción de la garantía [del contradictorio]. Por ejemplo, es
muy posible que el órgano judicial recoja, de esa audiencia, elementos que
lo convenzan de la falta de necesidad, inadecuación o improcedencia de la
decisión que irá a tomar. Inclusive aquí el diálogo puede ser provechoso,
porque el juez o el tribunal, aun en hipótesis imparcial, muchas veces no
percibe o no dispone de informaciones o elementos capaces de ser propor-
cionados apenas por los participantes del contradictorio”.
730
Luigi Montesano. “La garanzia costituzionale del contraddittorio e i giudizi
civili di ‘terza via’”. En Rivista di diritto processuale. Padua: Cedam, jul. /oct.
2000, n. 4, pp. 929-947; Marco Gradi. “Il principio del contraddittorio e la
nullità della sentenza della ‘terza via’”. En Rivista di diritto processuale. Padua:
Cedam, jul. /ago. 2010, n. 4, pp. 826-848 (quien, a partir del reformado art.
101, segundo párrafo, de la Costituzione, sostiene la imposibilidad de concebir
la validez de una sentencia proferida violando el contradictorio, p. 833). En
posición contraria (o sea, que las llamadas sentenze di terza via no generarían
una nulidad), cfr. Sergio Chiarloni. “Questioni rilevabile d’ufficio, diritto
di defesa e ‘formalismo delle garanzie’”. En Rivista trimestrale di diritto e pro-
cedura civile. Milán: Giuffrè, 1987, n. 3, pp. 576-577, para quien las cuestiones
verificables de oficio no entrañan ningún secretismo sino, por el contrario,
son públicas, es decir, de conocimiento común al juez y las partes (“comune
sapere”, p. 578). Para Chiarloni, cuando el juez decide una cuestión de oficio
sin consultar a las partes no se violaría el contradictorio, sino el “principio
de recíproca colaboración del juez con las partes a fin de garantizar la leal
conducta del proceso y la justicia del proveimiento” (p. 578), cuya violación
492 RENZO CAVANI
En ese sentido, dice Daniel Mitidiero. Colaboração no processo civil. Ob. cit., p.
732
pueda asumir el problema debatido en juicio. Esta postura, por cierto, denota
una efectiva paridad en la conducción del proceso por el órgano jurisdiccional
antes de la asimétrica imposición de la decisión. Cualquier decretación de
invalidez procesal sin el diálogo previo con las partes es ineficaz dentro de
un proceso civil de estructura cooperativa”. En contra parece encontrarse
Eduardo Scarparo. As invalidades processuais civis. Ob. cit., pp. 189 y ss. (tam-
bién en: “Os poderes de iniciativa legítima para decretação de invalidades
processuais”. En Mitidiero, Daniel; Amaral, Guilherme Rizzo (coords. );
Feijó, Maria Angélica Echer Ferreira (org. ). Processo civil. Estudos em home-
nagem ao Professor Doutor Carlos Alberto Alvaro de Oliveira. São Paulo: Atlas,
2012, pp. 117 y ss. ), para quien el juez podrá decretar una nulidad de oficio
si el defecto causa perjuicio al orden público o, excepcionalmente, si causa
perjuicio a intereses privados, siempre que se fundamente en la dimensión
objetiva de los derechos fundamentales (pp. 202 y ss. ). Ello es curioso porque
el autor no destaca la necesidad de fomentar siempre el contradictorio, pero
es adopta íntegramente la tesis del formalismo-valorativo, que presupone
un modelo de proceso cooperativo entre juez y partes, el cual, en mi criterio,
es indisociable de la idea de contradictorio fuerte.
733
El conflicto de este principio con el principio dispositivo en sentido materiales
ya un tema clásico en la doctrina: cfr. Piero Calamandrei. “Linee fondamen-
tali del processo civile inquisitorio”. En Studi di diritto processuale in onore
di Giuseppe Chiovenda nel venticinquesimo anno del suo insegnamento (a cura
dei professori Antonio Castellari, Piero Calamandrei, Francesco Carnelutti,
Enrico Redenti, Antonio Segni). Padua: Cedam, 1927, pp. 131-171 (también
publicados en Opere Giuridiche (a cura di Mauro Cappelletti), volume pri-
mo. Nápoles: Morano Editore, 1965, pp. 145-176); Tito Carnacini. “Tutela
giurisdizionale e tecnica del processo”. En Studi in onore di Enrico Redenti nel
Por un nuevo régimen de la nulidad procesal para el proceso civil peruano 495
XL anno del suo insegnamento, volume secondo. Ob. cit., pp. 693-772; Mauro
Cappelletti. La testimonianza della parte nel sistema dell’oralità. Contributo alla
teoria della utilizzazione probatoria del sapere delle parti nel processo civile, parte
prima. Milán: Giuffrè, 1962, pp. 303-375; Enrico Tullio Liebman. “Fondamento
del principio dispositivo”. En Problemi del processo civile. Ob. cit., pp. 3-17.
734
Como ya decía Vittorio Denti. Voz: Poteri del giudice. En Novissimo Digesto
Italiano, XIII. Turín: UTET, 1966, p. 492, “el problema de los poderes del juez
corresponde, por tanto, al problema de elecciones legislativas en torno al
modo de ser del proceso en una determinada sociedad y en una determinada
fase histórica: elecciones ‘políticas’, así, al menos en sus directrices de fondo,
porque el proceso no es una ‘máquina’ para administrar la justicia, sino, como
el propio Derecho, es una ‘técnica’ de las relaciones sociales”.
735
Esto ya había sido advertido, en 1993, por Carlos Alberto Alvaro de Oliveira.
“O juiz e o princípio do contraditório”. Ob cit., pp. 32-33, haciendo énfasis en
la necesaria colaboración, “posibilitada solamente por el permanente diálogo
entre los sujetos procesales, con la comunicación de las ideas suministradas
por cada uno de ellos; juicios históricos y valorizaciones jurídicas que puedan
496 RENZO CAVANI
739
Ello también involucra a aquellos sujetos que participan del proceso, tales
como el coadyuvante o el amicus curiae.
Por un nuevo régimen de la nulidad procesal para el proceso civil peruano 499
740
Esta diferenciación, hasta donde tengo conocimiento, es inédita en la doctrina.
Ello, ciertamente, resulta ser paradójico porque estoy plenamente convencido
que sirve para resolver el problema de la iniciativa de oficio para decretar
nulidades, el cual fue intensa preocupación de gran parte de la doctrina que
se aventuró sobre el tema. Eduardo Scarparo. Invalidades processuais civis. Ob.
cit., pp. 100 y ss., buscó dar una nueva propuesta para dicho problema, por
lo que su posición merece análisis y, posteriormente, su respectiva crítica.
El autor empieza resaltando la importancia de la dicotomía público-privado
en la materia, diciendo que “aun siendo la actividad jurisdiccional orientada
preponderantemente al interés público, aun así su organización no hace
irrelevante los intereses privados” (p. 100), por tanto —sostiene– en el caso
del derecho procesal civil y por influencia de los valores constitucionales, una
“privatización de lo público” (p. 102) que genera un “interés privado tutelable
en la propia organización del proceso” que lleva a “comprender los poderes
de actuación para la decretación de una invalidez” (p. 104). A partir de esas
consideraciones, Scarparo propone tres diversas modalidades de iniciativa
para decretar nulidades, según la preponderancia del interés protegido por
la norma violada (público o privado): (a) decretación de oficio si existe per-
juicio de orden público; (b) prohibición de decretación de oficio cuando existe
prejuicio exclusivamente privado; y (c) decretación de oficio excepcional si
existe perjuicio a intereses privados siempre que ella se encuentre fundada en
la dimensión objetiva de los derechos fundamentales (pp. 202 y ss. ). ¿Cuál es
el problema aquí? Muy sencillo: partiendo de la premisa de la necesidad de
incentivar siempre el contradictorio (algo con que Scarparo no parece estar
de acuerdo), el hecho que la norma proteja preponderantemente un interés
público o un interés privado no tiene ninguna relevancia para que el juez, en
cualquier circunstancia y de oficio, comunique a las partes la existencia de un
500 RENZO CAVANI
743
Soy cercano a la propuesta de Antonio Cabral. Nulidades do processo mo-
derno. Ob. cit., p. 49, quien afirma que “el juez, primeramente, tiene que
‘descubrir’ en el ordenamiento la fattispecie prevista como formalidad del
acto procesal. En seguida, compara su concordancia con el acto efectivamente
practicado (perfección-eficacia), y después procede a la verificación de los fines
de la ley, para analizar si la invalidez debe o no ser decretada (el análisis de la
instrumentalidad, que veremos adelante)”. Más adelante, el profesor carioca
afirma lo siguiente: “El juez moderno, entonces, realiza una doble operación
para concluir por la invalidación de un acto procesal. Primeramente, cumple el
binomio perfección-eficacia: compara las formas previstas en la ley (el modelo
normativo), con aquellas del acto practicado (el soporte fáctico). Si se concluye por
la perfección formal, es garantizada la eficacia del acto procesal. Considerando
si hay atipicidad o incumplimiento de la forma, no debe haber automáticamente
decretación de invalidez. Es necesario proseguir a la segunda etapa del raciocinio
judicial, basada ésta en el principio de instrumentalidad de las formas. Véase
que la imperfección del acto es indispensable para que sea pronunciado
inválido (y por tanto ineficaz), pero no es suficiente para ello” (p. 51).
Por un nuevo régimen de la nulidad procesal para el proceso civil peruano 503
Es por ello que es una omisión grave de nuestro CPC no sólo no haber regulado
744
es realizada por quien propició o toleró el vicio, etc. (juicio sobre los
elementos necesarios para un pronunciamiento sobre el mérito).
De esta manera, ambos pronunciamientos, a pesar de con-
figurarse en forma distinta, pueden converger en esta segunda
fase de cognición porque, al fin y al cabo, se aplica una regla o un
principio de la nulidad para evitar decretarla.
elementos que también deben salir del listado que hace el art. 446,
CPC, es decir, que deben dejar de ser excepciones procesales.
La excepción, tal como fue plasmada por el legislador de 1993,
constituye un tipo de defensa dirigida a cuestionar los elementos
que integran la validez del procedimiento —sin los cuales no es posi-
ble la emisión de un juzgamiento sobre el mérito—. La consecuencia
de la fundabilidad de una excepción es la improcedencia de la
demanda y la nulidad de todo lo actuado, salvo si el vicio denunciado
mediante la excepción es subsanable y, efectivamente, se llega a
subsanar. Por lo tanto, el CPC, al imponer dicho tratamiento a
aquellos elementos que deben ser discutidos mediante la deduc-
ción de una excepción, no hace más que conferirles naturaleza de
presupuestos procesales, entendido este término en sentido amplio745.
No obstante, esto es un equívoco, puesto que el legislador
mezcla elementos que realmente forman parte del análisis de la
validez del procedimiento y otros que pertenecen al mérito de la
causa. El mérito es un concepto que remite al objeto litigioso (res
in iudicium deducta) delimitado por los hechos llevados al proceso
por las partes. En otras palabras, el mérito refleja la materia prima
con la que se trabaja en el proceso, la cual únicamente proviene
745
En un trabajo mío anterior (“Los ‘presupuestos procesales’ vistos desde la
ineficacia procesal”. Ob. cit., p. 207), con apoyo en Fredie Didier Jr. Curso de
direito processual civil, vol. I. Ob. cit., p. 230, señalé lo siguiente: “Creemos que
por ‘presupuestos procesales’ deben entenderse todos aquellos ‘elementos de
existencia, los requisitos de validez y las condiciones de eficacia del procedi-
miento, aspecto formal del proceso, que es un acto-complejo de formación
sucesiva’. Evidentemente, al hablar de “presupuestos procesales” se hace
alusión a una categoría macro, que comprende auténticos presupuestos (los de
existencia), pero también otros elementos que están referidos a la validez y a
la eficacia, que como se vio, que los primeros son requisitos; y los segundos,
condiciones”. Con ello se trata de evidenciar que aquello que se entiende por
“presupuestos procesales”, en realidad, no abarca únicamente los verdaderos
presupuestos; de ahí las comillas al hablar de aquella categoría macro. No
obstante, valga la oportunidad para poner bajo reserva la referencia a las
condiciones, principalmente por lo señalado en el capítulo III (supra, n. 10).
Por un nuevo régimen de la nulidad procesal para el proceso civil peruano 509
747
La demostración que todos esos elementos no deben formar parte del análisis
de la relación procesal sino que, en realidad, pertenecen al mérito, sin duda
alguna merece una explicación exhaustiva que no puede realizarse aquí.
No obstante, esa intensa vinculación del derecho material (que constituye
el mérito del proceso) con el verdadero contenido del propio pronunciamiento
judicial que ampara estas excepciones salta a la luz. Veamos. Cosa juzgada: si
A volvió a demandar a B alegando el cumplimiento la prestación proveniente
del derecho de crédito que fue declarado inexistente en un proceso ante-
rior, el juez del nuevo proceso constata la existencia de cosa juzgada y, por
tanto, confirma que “ya se discutió sobre la existencia del derecho material
y éste no existe”. Desistimiento de la pretensión: si A volvió a demandar a B
alegando la existencia del mismo derecho de crédito respecto del cual, en un
proceso anterior, operó el desistimiento de la pretensión, el juez constatará
que “hubo un comportamiento expreso del demandante diciendo que él no
tiene la razón en la tutela del derecho peticionada”. Conciliación (judicial o
extrajudicial): si A demanda B pidiendo que se le condene por no cumplir
con la prestación derivada de un derecho de crédito pero existe un acuerdo
de que dicha prestación no sería más ejecutada por B, el juez indicará que
“el derecho de A se ha extinguido porque existe un acuerdo expreso con B
de que éste quedó liberado del deber de ejecutar la prestación”. Transacción
(judicial o extrajudicial): si A demanda a B pidiendo que se le condene por
no cumplir con la prestación derivada de un derecho de crédito pero existe
una transacción mediante la cual A y B se comprometieron a realizar pres-
taciones recíprocas diferentes a las pactadas originalmente, el juez dirá que
“el derecho de crédito alegado por A se ha extinguido, siendo que el nuevo
acuerdo de prestaciones recíprocas celebrado entre las partes ha generado la
titularidad de otros derechos”. Caducidad y prescripción: si A demanda a B pero
se verifica que su derecho está prescrito o caduco (sobre el tema, con provecho,
los comentarios de Eugenia Ariano al articulado sobre la prescripción en el
Código Civil, en la obra Código Civil comentado, tomo X, 3ª ed. actualizada
y revisada. Lima: Gaceta Jurídica, 2010, pp. 196 y ss.; Roger Arturo Merino
Acuña. “Algunos apuntes en torno a la prescripción extintiva y la caducidad”.
Por un nuevo régimen de la nulidad procesal para el proceso civil peruano 511
En Diálogo con la jurisprudencia, n. 104. Lima: Gaceta Jurídica, mayo 2007, pp.
19-33). Como puede verse, siendo que estos elementos atienden directamente
al derecho material discutido en juicio, ¿cómo es posible someterlos a las
consecuencias de un pronunciamiento sobre la validez del procedimiento?
748
Dejaré para un espacio aparte el tema de la legitimidad para obrar, al cual se
le suma también el interés para obrar, elementos clásicamente entendidos
como condiciones de la acción. Al igual que lo anterior, no es posible agotar
el tema en esta oportunidad, pero vale la pena hacer un esfuerzo de síntesis
para no dejar dudas. En primer lugar, se verifica que el legislador peruano
tomó directamente de Chiovenda la idea de las condiciones de la acción, no
precisamente por la forma cómo éstas se regularon en el CPC (art. IV del
Título Preliminar, improcedencia de la demanda y excepciones), sino por la
referencia la voluntad de la ley por parte del principal autor del Código. Así,
en un trabajo originalmente publicado en 1992, Juan Monroy Gálvez. “Con-
ceptos elementales de proceso civil”. Ob. cit., p. 231, dice que “en doctrina
suele aceptarse pacíficamente que las condiciones de la acción son tres: la
voluntad de la ley, el interés para obrar y la legitimidad para obrar” (esta
doctrina de Chiovenda puede consultarse en Principii di diritto processuale
civile. Ob. cit., pp. 134 y ss., y en Instituições de direito processual civil, vol. I.
Ob. cit., pp. 66 y ss. ). Más allá que esta afirmación de Monroy sea correcta
o no —pues no ofrece ninguna referencia bibliográfica que ayude a corro-
borarla– y que el autor expresamente rechace colocar la voluntad de la ley
al lado de la legitimidad y el interés para obrar, lo que puede deducirse con
claridad es que no se tuvo en cuenta el desarrollo del tema realizado por Enrico
Tullio Liebman (cfr. “L’azione nella teoria del processo civile”. En Problemi
del processo civile. Ob. cit., pp. 22-53, esp. pp. 46-48, teoría que comenzó a ser
elaborada a partir de 1936, consolidada en la prolusione leída en la Universi-
dad de Turín en 1949 y publicada en la Rivista trimestrale di diritto e procedura
civile de 1950; Manuale di diritto processuale civile. Ob. cit., pp. 32-47, siendo
que en la 3ª edición se encuentra la formulación definitiva, descartando
la posibilidad jurídica como una de las condiciones de la acción). Más aun,
no conozco en el Perú ningún trabajo que haya enfrentado críticamente la
llamada teoría ecléctica de la acción, creada por dicho jurista, teoría de gran
importancia en el desenvolvimiento dogmático de aquel concepto (inclusive
el propio Monroy no la aborda en su exposición sobre la acción en su obra
Introducción al proceso civil. Ob. cit., pp. 249 y ss., reproducida varios años más
tarde bajo el nombre de Teoría general del proceso. Lima: Communitas, 2009,
512 RENZO CAVANI
Cabe resaltar que esta teoría fue expresamente adoptada en el CPC brasileño
–lo cual no es raro, dado que Alfredo Buzaid, autor del anteproyecto, fue un
dilecto discípulo de Liebman–, cuyo artículo 3 dice que “Para proponer o con-
testar una acción es necesario tener interés y legitimidad” y, principalmente,
en el art. 267, que consagra los supuestos en donde se extingue el proceso
sin resolución de mérito, cuyo inciso VI señala “(…) cuando no concurran
ninguna de las condiciones de la acción, como la posibilidad jurídica, la
legitimidad de las partes y el interés procesal”. Aunque esta teoría tuvo y
tiene acérrimos defensores, principalmente a causa de la enorme influencia
que Liebman tuvo en Brasil –y, por qué, no, un culto a la personalidad– (cfr.
José Frederico Marques. Manual de direito processual civil, vol. I. Teoria geral do
processo civil, 5ª ed. São Paulo: Saraiva, 1977, pp. 145-150 y 158-163; Rodrigo
da Cunha Lima Freire. Condições da ação. Enfoque sobre o interesse de agir no
processo civil brasileiro, 1ª ed., 2º tiraje. São Paulo: Revista dos Tribunais, 2000,
pp. 42 y ss.; Cândido RangelDinamarco. Instituições de direito processual civil,
vol. II. Ob. cit., pp. 305-332; Antonio Carlos de Araújo Cintra; Cândido Ran-
gelDinamarco; Ada Pellegrini Grinover. Teoria geral do processo. Ob. cit.,
pp. 269-272 y 274-277; Vicente Greco Filho. Direito processual civil brasileiro,
vol. 1 (Teoria geral do processo a auxiliares da justiça), 21ª ed. São Paulo: Sarai-
va, 2009, pp. 79-95), lo cierto es que muchísimas críticas pueden realizarse
a esta doctrina (entre las más importantes –y más devastadoras–se puede
mencionar a Ovídio Baptista da Silva. Curso de processo civil, vol. I. Ob. cit.,
pp. 99-104; Fábio Gomes. Carência de ação. São Paulo: Revista dos Tribunais,
1999, pp. 40 y ss.; Fredie Didier Jr. Pressupostos processuais e condições da
ação. Ob. cit., pp. 282 y ss.; Luiz Guilherme Marinoni. Teoriageral do processo.
Ob. cit., pp. 290 y ss. En lo que aquí interesa, además de la imposibilidad
de explicar la naturaleza de los actos del proceso cuando existe carencia de
acción (puesto que sin acción no hay jurisdicción), la debilidad de la teoría de
Liebman reside precisamente en el intento de comprender las condiciones de la
acción como elementos anteriores y necesarios para un pronunciamiento de
mérito porque, en realidad, ¡integran el propio mérito! La crítica de Ovídio
Baptista da Silva. Curso de processo civil, vol. I. Ob. cit., p. 108, es suficiente
para entender este punto: “Cuando el juez declara inexistente una de las
‘condiciones de la acción’, en realidad está declarando la inexistencia de una
pretensión accionable del actor contra el demandado, decidiendo, por tanto,
respecto de la pretensión puesta en causa por el actor, para declarar que el
accionar de éste contra el demandado –no contra el Estado– es infundado. Y
dicha sentencia es una sentencia de mérito. La suposición de que el rechazo
de la demanda por falta de alguna ‘condición de la acción’ no constituya
una decisión sobre la lid, no generando cosa juzgada ni impidiendo la re-
proposición de la misma acción, ahora por el verdadero legitimado o contra
el demandado verdadero, parte del falso presupuesto de que la nueva acción
propuesta por otra persona, o por la misma que propusiera la primera, ahora
514 RENZO CAVANI
749
La sentencia parcial sobre el mérito —que no es otra cosa que una escisión o
fragmentación de la decisión final– no es una figura novedosa en la doctrina.
Sobre el tema, cfr. el debate entre Vittorio Denti y Luigi Montesano que data
hace más de cuarenta años: Vittorio Denti. “Sentenze non definitive su que-
stioni preliminari di merito e cosa giudicata”. En Rivista di diritto processuale.
Padua: Cedam, abr. /jun. 1969, n. 2, pp. 213-228; Luigi Montesano. “Questioni
preliminari e sentenze parziali di merito”. En Rivista di diritto processuale
civile. Padua: Cedam, 1969, pp. 579-600; Luigi Montesano. “Sentenza par-
ziale su questione di merito non ‘preliminare’ di domanda ‘indivisibile’. En
Rivista di diritto processuale. Cedam: Padua, 1970, pp. 330-336; Vittorio Denti.
“Ancora sull’efficacia della decisione di questioni preliminari di merito”. En
Rivista di diritto processuale. Padua: Cedam, 1970, pp. 560-570, con la valiosa
intervención posterior de Augusto Cerino Canova. “Sul contenuto delle
sentenze non definitive di merito”. En: Rivista di diritto processuale. Cedam:
Padua, 1971, pp. 249-276 (parte I) y pp. 396-434 (parte II). Asimismo, en la
doctrina brasileña, cfr. Ovídio Baptista da Silva. “Decisões interlocutórias
e sentenças liminares”. En Revista da Ajuris, n. 51. Porto Alegre: Ajuris, mar.
1991, pp. 126-149; Ovídio Baptista da Silva. “Conteúdo da sentença e mérito
da causa”. En Sentença e coisa julgada. Ensaios, 3ª ed. revisada y aumentada.
516 RENZO CAVANI
Porto Alegre: Sergio Antonio Fabris Editor, 1995, pp. 307-312; Fredie Didier
Jr. “Inovações na antecipação dos efeitos da tutela e a resolução parcial de
mérito”. En Gênesis - Revista de direito processual civil, v. 26. Curitiba: oct. /dic.
2002, p. 711-734; Daniel Mitidiero. “Sentenças parciais de mérito e resolução
definitiva-fracionada da causa (lendo um ensaio de Fredie Didier Jr. )”. En
Daniel Mitidiero y Hermes Zaneti Jr. Introdução ao estudo do processo civil:
primeiras linhas de um paradigma emergente. Porto Alegre: Sergio Antonio Fabris
Editor, 2004, pp. 165-180; Daniel Mitidiero. “Direito fundamental ao julga-
mento definitivo da parcela incontroversa: uma proposta de compreensão
do art. 273, § 6, CPC, na perspectiva do direito fundamental a um processo
sem dilações indevidas (art. 5, LXXVIII, CRFB)”. En Processo civil e Estado
Constitucional. Porto Alegre: Livraria do Advogado, 2007, pp. 41-57; Pedro
Luiz Pozza. A sentença parcial de mérito na perspectiva do formalismo-valorativo.
Tesis presentada al Programa de Post-grado de la Facultad de Derecho de
la Universidad Federal do Rio Grande do Sul como requisito parcial para la
obtención del grado de Doctor. Orientador: Prof. Dr. Carlos Alberto Alvaro
de Oliveira. Porto Alegre, 2011.
750
Por eso es que Daniel Mitidiero. Colaboração no processo civil. Ob. cit., pp.
137-138, entiende la función de la organización del proceso desde un punto de
vista retrospectivo y un punto de vista prospectivo. El primero tiene que ver
con purificar el procedimiento de los vicios que puedan generar su invalidez,
siendo que “libre el proceso y sus actos de eventuales vicios procesales y
no existiendo, en principio, ninguna razón para la extinción del proceso sin
resolución de mérito, corresponde a las personas del juicio, bajo la iniciativa
del órgano jurisdiccional, organizar prospectivamente la causa. Esa activi-
dad implica la preparación de la instrucción de la causa, lo que a su turno
acarrea la delimitación de lo que debe ser probado, el estudio de las actuales
funciones que pueden ser soportadas por las reglas respecto de la carga de
la prueba y la admisión de los medios de prueba”.
Por un nuevo régimen de la nulidad procesal para el proceso civil peruano 517
751
Destacando la relación entre sentencia parcial de mérito y duración razonable
del proceso: Pedro Luiz Pozza. A sentença parcial de mérito na perspectiva do
formalismo-valorativo. Ob. cit., pp. 193 y ss.
752
Así, cometió un error el legislador del CPC brasileño cuando entendió como
hipótesis de anticipación de tutela la parte incontrovertida de la demanda
(art. 273, § 6), puesto que, en realidad, se trata de una auténtica sentencia
parcial del mérito y, por tanto, sujeta a cognición plena y completa. Así lo
entienden Daniel Mitidiero. Antecipação da tutela. Da tutela cautelar à técnica
antecipatória. Ob. cit., p. 137; Cassio Scarpinella Bueno. Tutela antecipada, 2ª ed.
revista, atualizada e ampliada. São Paulo: Saraiva, 2007, p. 53. Por su parte,
Luis Guilherme Marinoni. Abuso de defesa e parte incontroversa da demanda,
2ª ed. revisada. São Paulo: Revista dos Tribunais, 2011, p. 220, sostiene que
esa decisión, aunque resuelva el mérito, debe ser considerada como decisión
interlocutoria “para permitir su impugnación en la forma adecuada, o sea,
mediante agravo de instrumento”. Este problema, ciertamente, se debe a la
enorme complejidad del sistema recursal brasileño que no es ajeno.
Por un nuevo régimen de la nulidad procesal para el proceso civil peruano 519
753
Podría cuestionarse el hecho que la caducidad pueda ser alegada en cualquier
momento, dado que el art. 2006 del Código Civil confiere al juez el deber de
declararla de oficio (a pesar que el legislador usó el verbo “puede”). No
obstante, ¿será que ese deber no tiene ciertos límites? ¿Debería precluir la
oportunidad para verificar la caducidad con el saneamiento del proceso?
Confieso que, por el momento, no tengo la respuesta para esas dos preguntas.
754
Como es el caso del Código de Proceso Civil portugués (arts. 302 y ss. ), del
Código de Procedimiento Civil colombiano (arts. 135-139), del Código Pro-
cesal Civil y Comercial de la Nación argentino (arts. 175-187) y del Código
Por un nuevo régimen de la nulidad procesal para el proceso civil peruano 521
Procesal Civil Modelo para Iberoamérica (arts. 282 y ss. ). Teniendo en cuenta
que el legislador trabajó con estas últimas legislaciones, es inexplicable la
razón por la cual no fue regulado el procedimiento incidental.
755
Según Juan José Monroy Palacios. “Admisibilidad, procedencia y fun-
dabilidad en el ordenamiento procesal civil peruano”. Ob. cit., pp. 190, la
cuestión es “toda situación procesal controvertible, provocada por la parte o
de oficio, que concluye con una decisión”. De ahí que al iniciarse el proceso
con la presentación de la demanda, se origina una cuestión principal, que está
orientada a finalizar siempre con una decisión que responda a lo que fue
pedido en el acto que dio inicio a la cuestión. Pero en el transcurso de dicha
cuestión también pueden surgir paralelamente diferentes procedimientos
que finalizarán, a su vez, con una decisión, y que tienen por fin resolver
sobre un objeto que difiere del de la cuestión principal. Se tratan de las cuestiones
incidentales. Cuestión, por tanto, es un término equiparable a procedimiento tal
como lo he entendido a lo largo de este trabajo (supra, ns. 2 y 19. 1).
522 RENZO CAVANI
756
Prefiero no hablar de requisitos sino de elementos por las consideraciones
realizadas precedentemente (supra, n. 10).
Por un nuevo régimen de la nulidad procesal para el proceso civil peruano 523
757
Juan José Monroy Palacios. Ob. cit., p. 191.
524 RENZO CAVANI
758
“Artículo128. Admisibilidad y Procedencia. El Juez declara la inadmisibilidad
de un acto procesal cuando carece de un requisito de forma o éste se cumple
defectuosamente. Declara su improcedencia si la omisión o defecto es de un
requisito de fondo”.
Por un nuevo régimen de la nulidad procesal para el proceso civil peruano 525
759
Juan José Monroy Palacios. Ob. cit., pp. 192-193.
526 RENZO CAVANI
760
Esta disposición aparece recogida en el CPC brasileño:
“Art. 249. (…). § 2° - Quando puder decidir do mérito a favor da parte a quem
aproveite a declaração da nulidade, o juiz não a pronunciará nem mandará repetir o
ato, ou suprir-lhe a falta” (Cuando pueda decidir el mérito a favor de la parte
a quien beneficie la declaración de nulidad, el juez no la pronunciará ni
mandará repetir el acto, o suplirle la falta).
530 RENZO CAVANI
761
Inclusive, siendo para nuestro ordenamiento un vicio tan grave, y descartada
la vía del proceso de nulidad de cosa juzgada fraudulenta, es plenamente
posible obtener la nulidad de dicho proceso a través de un amparo, argu-
mentando la violación a la tutela procesal efectiva (art. 4, Código Procesal
Constitucional), concretamente, la vulneración del derecho fundamental al
juez natural, cuyo núcleo duro está compuesto por las reglas de la compe-
tencia. No obstante, como se verá en el texto, no estoy de acuerdo con una
nulidad total del procedimiento: es posible flexibilizar o atenuar la gravedad
de este vicio.
762
Por ejemplo, los jueces civiles, jueces civiles con subespecialidad comercial,
jueces mixtos en los módulos básicos de justicia, etc.
763
Cfr. Juan Espinoza Espinoza. Derecho de la responsabilidad civil, 5ª ed. corregida.
Lima: Gaceta Jurídica, 2007, pp. 330 y ss.
532 RENZO CAVANI
764
“Art. 113. - A incompetência absoluta deve ser declarada de ofício e pode
ser alegada, em qualquer tempo e grau de jurisdição, independentemente
de exceção.
§ 1° - Não sendo, porém, deduzida no prazo da contestação, ou na primeira
oportunidade em que lhe couber falar nos autos, a parte responderá inte-
gralmente pelas custas.
§ 2° - Declarada a incompetência absoluta, somente os atos decisórios serão
nulos, remetendo-se os autos ao juiz competente”.
765
Como es el caso del Agravo de Instrumento n. 70015414162, Novena Cámara
Civil, Tribunal de Justicia de Rio Grande do Sul, rel: Odone Sanguiné, decidi-
do em 02/06/2006. La sumilla (ementa)es la siguiente: Agravo de instrumento.
Accidente de trabajo. Acción accidentaria contra el empleador. Declinación
534 RENZO CAVANI
766
Serán analizadas aquí todas las reglas del título VI (“Nulidad de los actos
procesales”) con excepción del art. 172, párrafos quinto y sexto (puesto que
ya se dijo que la integración es una regulación extraña al régimen de las
nulidades, supra, n. 12. 11. 6), del art. 175 (supra, n. 26. 2), del art. 176 (que
será materia de análisis del próximo ítem) y del art. 178 (por ser lejana a la
presente monografía).
Por un nuevo régimen de la nulidad procesal para el proceso civil peruano 537
767
Eduardo Scarparo. As invalidades processuais civis. Ob. cit., p. 142, al igual que
la inmensa mayoría de la doctrina, habla de un principio de causalidad: “la
causalidad regula cuáles actos precedentes son necesarios a la concretización
efectiva de las finalidades de los actos que los procedieran, [lo cual] sugiere
la existencia de un principio”. No obstante, el autor también encuentra en
la causalidad, además de un principio, una regla: “si la atención se vuelve
con prioridad a la descripción del enunciado, como se da por la verificación
de la inexistencia del precedente necesario al acto posterior, oportunidad
en que se vale del enunciado para conducir a la consecuencia descrita: la
invalidación”. Por su parte, Cândido Dinamarco. Instituições de direito pro-
cessual civil, vol. II. Ob. cit., p. 617, asocia el efecto expansivo de las nulidades
con el “principio” de causalidad. No obstante debo discrepar de la opinión
del profesor paulista porque dicha terminología se asocia precisamente a la
eficacia de la declaración de nulidad y su impacto en el proceso (efectos), la
cual se distingue con claridad de la causalidad y de la conservación del acto
procesal, tal como se verá en el texto.
Por un nuevo régimen de la nulidad procesal para el proceso civil peruano 539
diritto processuale civile. Ob. cit., p. 260, en opinión que comparto, el principio
deeconomía procesal: “Por la misma razón por la cual, al disciplinar la extensión
de la nulidad, se encontraba preocupado por salvar los actos sucesivos inde-
pendientes del viciado, el legislador se preocupa aquí de imponer, siempre
que sea posible, la renovación del acto nulo y los sucesivos, vale decir, el
cumplimiento de un nuevo acto destinado a producir los mismos efectos
que habría producido el acto afectado por la extensión de la nulidad, con la
consiguiente recuperación de los actos sucesivos”.
542 RENZO CAVANI
769
El art. 162 del Codice (Pronuncia sulla nullità), dice lo siguiente: “Il giudice che
pronuncia la nullita’ deve disporre, quando sia possibile, la rinnovazione degli atti
ai quali la nullità si estende” (El juez que pronuncia la nulidad debe disponer,
cuando sea posible, la renovación de los actos a los cuales se extiende la
nulidad). Es interesante notar que tanto el Código Modelo de Proceso Civil
para Iberoamérica como el Código Procesal Civil y Comercial de la Nación
argentino no le dedican una sola línea a la renovación.
770
Esto es lo que la doctrina italiana, en el contexto de las nulidades procesales,
conoce como decadenza.
771
“Art. 208. Não renovação do acto nulo. O acto nulo não pode ser renovado se
já expirou o prazo dentro do qual devia ser praticado; exceptua-se o caso de a
renovação aproveitar a quem não tenha responsabilidade na nulidade cometida”.
Por un nuevo régimen de la nulidad procesal para el proceso civil peruano 543
cuando afirma que puede haber convalidación tácita, legal y judicial (Comen-
tarios al Código Procesal Civil, I, 1ª ed., Lima: Gaceta Jurídica, 2008, p. 596). En
el esquema propuesto, la convalidación se da a través de la voluntad (sea
expresa o tácita) del afectado. Con ello, pretendo circunscribir esta técnica
solamente a una conducta de parte y no a una decisión judicial o al mero
transcurso de tiempo. Asimismo, adviértase que una supuesta “convalidación
por transcurso de tiempo” bien puede subsumirse en una voluntad tácita del
afectado, al dejar correr el plazo para denunciar el vicio. No se trata, entonces,
que el perjuicio producido por el vicio (y no la nulidad) se “convalida” si una
decisión adquiere firmeza, sino que la parte afectada fue quien lo convalidó
al no hacer valer su afectación.
Por un nuevo régimen de la nulidad procesal para el proceso civil peruano 545
774
Por esa razón el CPC comete un gravísimo error cuando en el art. 175, inciso
1, no permite que el pedido de nulidad sea formulado “por quien ha propi-
ciado, permitido o dado lugar al vicio”. Esto no es más que una consecuencia
de ignorar la diferencia entre vicios formales y extraformales.
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Vale la pena transcribir nuevamente dicha regla: “Art. 119. Les exceptions de
nullité fondées sur l’inobservation des règles de fond relatives aux actes de procédure
doivent être accueillies sans que celui qui les invoque ait à justifier d’un grief et alors
même que la nullité ne résulterait d’aucune disposition expresse” (Las excepciones
de nulidad fundadas en la inobservancia de las reglas de fondo relativas a
los actos de procedimiento deben ser acogidas sin que aquel que las invoque
tenga que justificar un perjuicio y aunque la nulidad no resulte de ninguna
disposición expresa).
776
Quedando fuera las hipótesis en donde sea manifiesto un comportamiento
que viole la buena fe (venire contra factum proprium, supressio, surrectio, tuquo-
que) y que, por tanto, puedan extraerse consecuencias jurídicas de la conducta
de la parte en el caso concreto.
550 RENZO CAVANI
ción de la causa de pedir, cfr. José Rogério Cruz e Tucci. A causa petendi no
processo civil, 3ª ed. revisada, actualizada y ampliada. São Paulo: Revista dos
Tribunais, 2009, pp. 165-170.
556 RENZO CAVANI
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576 RENZO CAVANI
269, 288, 351, 352, 439, 442 - 198, 201, 214, 236, 255, 275,
445, 468 - 473, 486 - 488, 502 316, 327 - 339, 460
Calamandrei: 47, 78, 85 - 91, Contursi Lisi: 83, 211
94 - 97, 100 - 104 - 107, 112, Cordero: 214, 317
113, 494 Costa: 57, 158, 290
Calmon de passos: 165 - 167, Costa e Silva: 61, 168, 176
170, 179, 183, 186 - 188, 203, Couture: 220, 221, 232, 279
211, 229 - 233, 242, 244, 255, Cristofolini: 372
258, 311, 460 Croze: 416
Calvosa: 212 Cruz e Tucci: 87, 90, 91, 555
Campitelli: 99
v. Caenegem: 95 Dalia: 316
Canotilho: 39, 41, 43, 69, 75, Dall’agnol jr.: 203, 204, 229,
450 230, 233 - 236, 239
Cappelletti: 106, 485, 495 Darcie: 208 - 210
Carnacini: 494 De giovanni: 202
Carnelutti: 156 - 158, 166, 182, De la Puente y Lavalle: 208
204, 212, 214, 233 - 235, 259, De lucas: 247, 248
260, 267, 314, 371 Denti: 107, 117, 118, 167, 169 -
Cataudella: 180 172, 174, 176 - 178, 191, 198,
Cavani: 36, 38, 49, 73, 181, 190, 203, 207, 216, 218, 221, 223,
197, 228, 373, 382, 384, 447, 227, 228, 305, 313, 327, 331 -
482 334, 338 - 340, 485, 489, 490,
Cerino Canova: 514 492, 495, 515
Chiarloni: 43, 120, 140, 491, Didier jr.: 42, 44, 168, 188, 196,
492 197, 237, 244, 255, 271, 320,
Chiassoni: 318, 361 385, 386, 430, 439, 440, 508,
Chiovenda: 43, 47, 49, 50, 51, 516
53, 56, 103, 119, 156, 255, Dinamarco: 35 - 39, 44 - 46, 52,
436, 439, 489, 490, 511 53, 67, 201, 240, 255, 266 -
Cintra: 37, 44, 53, 201, 268 268, 512, 538
Cipriani: 490 Dworkin: 449
Colesanti: 484
Comoglio: 39, 43, 226, 305, 455 Escobar rozas: 249
Conso: 64, 166, 184, 186, 189, Espinoza espinoza: 207, 531
ÍNDICE ONOMÁSTICO 593