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.. debates y combates por la historia que •


v~ene

I.S.S.N: 1514 - 0032

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1 •

Año III ,
número 3,
Rosari o,
Argentina ,
pr i mavera
de 1999.

*
P.V . P. $15.-

publicación
del grupo
prohistorla
&
111-:t:utl su..írez- cd1Lor
pro historia
Debates y Comba tes p o r l a Historia que Viene

Director
Darío G. Barriera

Secretaria de Red acción


María del Rosario Baravalle

Consej o de Redacción
Darío Arnolfo- José María Cardesín- Carolina Gen lile- Fran~ois Godichcau- Ignacio Martfncz-
Carlos Otero- Nora Peñalba- José Javier Ruiz fbáñcz- Sil vina Ventura

*
Comité Editorial en la Argentina
Marta Bonaudo (UNR)- José Emilio Burucúa (U.B.A)
María Inés Carzolio (UNR- UNLP)
M. Alejandro Cattaruzza (UNR- UBA) -Elsa Cauta (UNR) -Gabriel a Dalla Corte (UNR)
Raú l Fradkin (U. N. Luján- U.B.A.)- Eduardo Hourcadc (UNR)
Marta Madero (UNOS)- Susana Murphy (U. N. Luján - U.B.A)- Grisclda Tarragó (UNR)

Comité Editorilll Externo


Francisco Andújar Castillo (Univ. de Almería)
Alberto Angulo Morales (Univ. Del País Vasco)
Carlos Barros (Univ. de Santiago de Compostela)
José Contreras Gay (Univ. de Almena)
Juan Carlos Garavaglia (EHESS, París)
Lu is Miguel O lave (UNSM, Lima)
Claudia Sergio Ingerflom (CNRS, París- Instituto Mare Bloch. Moscú)
Jcan-Frédéric Schaub (E HES S, París)- Bernard Vincem (EHESS, París)

*
La revista no se responsabiliza de las opiniones vertidas por los autores
Copyright prohistorio, 1999.
ISSN 1514-0032
Propiedad d e María d el Rosario Baravalle
Publicación Científica de carácter Anual
Hecho el depósito que marca la ley 11723
Queda prohibida toda reproducción. por cualquier medio,
excepto autorización expresa de los autores y la editora.
prohlstorla 3 - 1 999
;

Indice

•dltorfol .. .. .. ... .... ........ ..... .. .. ... .. ... ......... ... ....... ..... ....... .. ... .. ..... .... ... .. .. ... ... ....... ..... .. ..... ... 7

debata y combata
• Retorno a la democracia liberal y lcgitimacion del saber:
El Imaginario dominante de la historiografía argentina (1983-1999) ....... 11
]osé Omar Acha y Paula Halperh1
• Historia y Prospcctiva ...................................................................................... 33
Maurice Aymarrf
• Hacia un nuevo paradigma historiográfico .................................................. 43
Carlos Barros
• La cítara de la victoria y 'todo aquello', diez años después ....................... 59
Israel Sanmartín
• Cook desvelado: Comentarios de la polémica Sahli ns - Obeyesekcrc» .... 73
N ico/ás Qu i roga

...por lo historia que YleH


• ¿Por qué debate Rusia en torno aJ cuerpo de Lenin? ................................... Hl
Claudia Sergio Ingerflom y Tamar Kondrátieva
• Indicios y estrategias. Lucha por el poder en Buenos Aircs
durante el critico año de 1820 ....................................................................... 111
Fabián Herrero
• La historia del derecho en Argentina
o la Historia Jurídica como proceso .... ..... ....... ... ....... ... .. .. ........ .. ... ..... .. ..... .. . 133
Gabriela Dalla Corte
• Clero vasco y nacionalismo:
del exilio al liderazgo de la emigración (1900-1940) ................................. 159
Osear Álvarez Gila
dossl.,.: la mlcrohlstorla en la encrucijada
-coordinado por Darío Barriera-
• Las babas de la Microhistoria:
del mundo seguro al umvcrso de lo posible ............................................... 177
Daría Barriera

-3 -
• Entrevista a Giovanni Le vi ............................................................................ 187
po r Da río Amolfo, Daría Barriera, lg1111cio Martímz y D1ego Rvldá11
• Indicios, má rgenes, m ónada s.
Sobre el advenimiento d e la «nueva>>microhistoria>) .............................. 193
Matf1 Pe/tonen
• Invitación a otra microhis toria:
la microhistoria italiana» .............................................................................. 207
Carlos Antonio Ag11irre Rojas
• Microhis toria a la española ........................................ ................................... 231
Bernard Vincent
• El historiador como autor. Éxito y fracaso de la Microhis to ria ................ 237
Anaclet Pons y Justo Serna
• Una entrevista especial a Cario Ginzburg:
conversacio nes con Adriano Sofri (1982) .................................................... 261
Presentación y traducción de Carlos Antonio Aguirre Rojas

unlv.sldod y socl•dod
• Del pensar orgánico al saber artesanal.
Las huellas de los Nuevos Movimientos Sociales ..................................... 285
Silvia Bwnchi ,v Cura Silvunv
• Universi dad, Historia, Revo lución.
Un diálogo con Fernando Martínez Heredia ............................................. 291
Custa·tto Guevara

Inicios
• «La Patria a su Bandera>) Discusiones en torno a la erección
de un Monumento a la Bandera, en la ciudad de Rosario ....................... 299
Leticia Rovira, Die~o Roldán e Ignacio Martínez

rcscnas -
BOURDIEU, Pi erre Meditacio11es pasea/ ia1111s. Anagrama, Barcelona 199Y,
232 pp., por Carlos Otero ..................................................................................... 313
CARDESÍN, José María y RUIZ, Beatriz -<:oord inadores-
, Monográfico
«Antropología Hoy: teorías, técnicas y tácticas», Areas. Revista de
Ciencias Sociales, Núm 19, Murcia 1999, 286 pp., por Daría Barriera ............. 316
OOMANSKA, Ewa Encounters. Philosophy of History after postmodemism,
Univcrl:.itv Pre~l:. of Virginia, Charlottesville and Londo n, 199H,
por lsrap/ Sanmartí11 ............................................................................................. 323

-4 -
prohlstorlo 3 - 1999

DUPUY, jean-Picrrc El sacrificio y la envidia. La ¡usficia socral1.1 el liberalismo,


Ccd isa, Barcelona, 1998, 347 pp., por Carlos Otero ......................................... 326
FESSER, Gu illermo Cuando Dios aprieta, ahoga pero b11?11. Candtda:
memonas de una asistenta. Ed. Temas de hoy, Madrid, 1999,
y MC COURT, Franc Las cetlims de Angela, Maeva ediciones,
Madrid, 1997 por Beatriz Ruiz ........................................................................... 329
CARAVACUA, Juan Carlos Poder, conflicto y relaciones sonales.
El Río de la Plata, XVI11-XJX. Colección Pasados Posibles. Horno Sapiens
Ediciones, Rosario, 1999,212 pp. Gráficos, cuadros y mapas,
por Nidia R. A reces ............................................ ............................................ 331
GOBERNA, Juan Civilización. Historia de una idea,
Sa ntiago de Compostela 1999, 277 pp., por José Javier R11iz lbátiez ............... 33n
GOLDMAN, Noemí y SA LVATORE Ricardo (Compiladore~),
Caudillos Rioplatenses. N11evas miradas a wz viejo problema, Eudcba
Facultad de Filosofía y Letras, UBA, Buenos Aires 1998, 351 pp.
por Elsa Ca u la ....................................................................................................... 339
GOODY, Jack El hombre, la escritura y la m11erte. Conversación con
Pierre-Emman11el Da11zat. Barcelona, Edici ones Península, 1998, 174 pp.,
por ]osé MarÚ1 Cardesít1 ..................................................................................... 343
GREZ, Sergio y SA LAZA R, Gabriel (compiladore~)
Manifiesto de historiadores, LOM ediciones, Santiago de Chile, 1999,
117 pp., por Lucía Brienza ................................................................................... 347
GUERRA, Fran<;ois-Xavit!r y LEMPÉRIERE, Aniick -(:ump.-
ws espacios públicos enlberoamérica. Ambigüedades y Problemas.
Siglos XVIll-XJX, FCE, México 1999, por Griselda Tarragó ............................. 352
KAYE, Harvey J., Why do mling classes fear history? and olher questicms,
St. Martin 's Press, New York, 1997, por Israel Sanmartín ............................... 357
ROSANVALLON, Pierre Le peuple introuvable. Histoire de la représentation
dérnocratique e11 France, Gallimard, París 1998, por Carlos Otero .................... 360
SCHA UB, jean-Frédéric, Les juifs du roi d' Espagne. Oran 1509-1669,
Hachette Li ttéra tu res, 1999, por María Inés Carzolio .... ....... ... ................... ...... 363
VVAA A diez años de los saqueos en Rosario. Crisis Social, medios y Violencia,
CECYT-CEO y CEA-CU (UNR), Rosario 1999, 156 pp,
por Mansa Annida ............................................................................................... 365
11 CONGRESO HISTORIA A DEBATE, SANTlAGO DE COMPOSTELA,
14 AL 18 DE JULIO DE 1999,
- 1 - por Harvcy . Kaye ...................................................................................... 371
- 11- por lrma An tognazzi ................................................................................. 373
-S-
amérlca latina en la retina europea.
XII CONGRESO DE LA ASOCIACIÓN DE HISTORIADORES
LATINOAMERlCANISTAS EUROPEOS (AHILA),
por Gabriela Dalla Corte Caballero .................................................................. 376

cybcr@genda
Dir<>cciones de Sitios Wcb de interés para los cokga~ ................................... 37R

para leer y discutir•.•


Más de veinte comentarios breves acerca de novedades bibliográficas ...... 380

nuestras publlcaclona
Libros publicados por prohlstorla & mmwel suárn- editor ........................... 387

prohistoria
Incluye los sumarios de sus ediciones,
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-6-
prohlstorlo 3 - 1 999

Editorial

«L<t cabeza es redonda p:ua que las 1dcas puedan dar vueltas"
Graflitti montevideano.
,
"Ten siempre a 1taca en la memoria.
Llegar allí es tu meta.
Mas no apresures el viaje.
Mejor que se extienda largos ai'ios:
Y en tu vejez arribes a la isla
con cuanto hayas ganado en el camino,
sin esperar que Ítaca te enriquezca.··
Kavafis.

ste año de 1999 estuvo marcado por la intolerancia y la violencia. amigas entrañables.
A cincuenta años de la declaración de los Derechos Humanos •va diez de la de los
Derechos de lus Niiius, sucesos como los de Kosovo y Chechenía -entre muchos otros-
dominaron la escena. mostrando la contracara de lo que dehió haber sido un ru1o de
celebmción.
En este marco.la salida de este tercer número no sign1fica mucho. No es más -m menos-
que la sabrosa constatación de que al menos este proyecto. que implica el ejercicio de algunos
derechos y coquetea con la vida. continúa en el camino. Esta breve nota se escribe en esta
oportunidad solamente para saludar con felicidad la llegada de nuevos compañeros de ruta.
cuya colaboración ayudará. seguramente. a definir mejor los bordes de este proyecto que
todavía balbucea bastante.
Tamb1én para agradecer a todos los colegas que, hayan visto o no materializados con la
publicación el envío de sus trabajos, han elegido este medio parcl vchiculizar sus preocupacio-
nes, sus modos de pensar los problemas y por que no, algunas certezas.
Volvemos a ensayar con nuevas secciones y ponemos sobre la mesa los resultados que
nuestro comité editorial Juzgó más representativos acerca del tema central que convocara el
dossier de este año. La consLrucción de un extenso núcleo de reseñas críticas viene a satisfacer
ciertas pretensiones de las que. hasta ahora, no habíamos logrado dar cuentas consecucntl!·
mente. Esto no hubiera sido posible sin el esfuerzo denodado de todo el equipo.

-7-

Nuesrro pequeño y austero formato expresa mal la 1magen del primer epígrafe: pero. apos-
tando una vez más a vuestra imaginación y esfuerlo, esperamos trabajar juntos en la elabora-
ción de esa "redondez .. que. como bien expresaba esa pared escrita con carbón. apuesta a que
los dogmas y el escolasticismo estén, igual que Ítaca. muy lejos. pero a diferencia de ella. no
constituya nunca un horizonte de llegada.

DARlO BARIUI:.RA
director

-8 -
prohlstorio 3 - 1999

Retorno a la democracia liberal y legitimación del saber:


El imaginario dominante de la historiografía argentina
(1983-1999)
J OSÉ Ü~1AR ACHA- PAVLA HALPERIN
(Universidad de Buenos Aires)

Resumen:
Análisis de las características de la consolidación de la histonografía argentina lue-
go de 1983. Más que la descripción de la producción se intenta desglosar los valores
paradigmáticos más arraigados y por eso decisivos de la comprensión dominante de
la práctica historiadora. Se identifica como un núcleo central la relación entre el
saber y la intervención política. dado que ese era un tema funda me de las concepcio-
nes historiográfica<; previas. de las cuales la historia aciUal en su mayor parte desea
desprenderse.

Palabras Clave:
Histonogralta argentma - prácuca htstonográflca - renovación - prácticas
institucionales

Abstract:
Analysis of the Argcntine historiography characteristics in the period aftcr 1983.
Thc comprehensión ofthe dominan! prdctice is ccntcred in the study of parddigmantic
values more than the works produced. The nucleus is identified as the knowledge-
polittcs relation. assuming that this was a foundational theme of earlier
historiographical concepúons, of which Lhe most of contempomry History desires to
disjoin.

Key words:
Argcntine histonography- histOriographycal pmctice- rcnovation- mstitutionals
.
pracuces.

- 11 -
Ac-HA. J. H,\LPI· RI'I. r. <<Retorno a la democracta liberal ... »
Introducción.

l. Puesto que la historiografía académica no es un saber libre de supuestos. n1 es cierto


que se desarrolle por In mera existencia empírica de quienes escriben historia. parece
existir un implícito que la sos11ene teóricamente. La historiografía actual. en Argentina (pero
también en Europa). posee un rc.bgo decisivo. y que sobredetermina cualeslJUlerJ de los otros
atributos que la caracterizan. Este rasgo supone una no siempre verbalizada teoría
correspondenttsta de la verdad cuya validación se establece aJ interior de una cstruct ura aca-
démica. Ahora bien, que un supuesto metafísico como esa teoría de la verdad se articule sin
problemas con un supuesto ideológico como el tipo de legitimación existente. es un escánda-
lo teórico y práctico. Tal es aquello que fortalece a la historiografía dominante para defender-
se de la "ideología... Una creencia que. además de legitimar sus privilegiOs. coarta toda bús-
queda de nuevos modos de hacer historia. Ahora bien. estas son condiciones actuaJes y no
atributos ahistóricos. ¿Cómo se confonnó tal situación?. ¿Cuáles son las diferencias que la
alejan de otra~ convicciones? En este texto intentare!TIOS desentrañar las razones de ese proce-
so en el desarrollo de los últimos tres lustros de la historiografía argentina.
La práctica historiográfica en la Argentina entonces. se nutre de este rasgo que hizo a su
consútución como campo específico del conocimiento allá por el 1900. y que, por condiciones
histórico-políticas específicas. definieron aún más. luego de la última apcnuru democráticn. el
desarrollo del quehacer h1stónco. la legitimación mstJtucJonnl de la dJSCtplma y la red de
relaciones enLie sus diferentes ámbitos. El modo en que In defensa de las cnpac idades de la
profesión se formula es un desacoplamiento de lo que se entiende por la anterior politización
de la histona, que em -se dice- mala historia.

IT. Discursos pre' ins sobre la historiografía

La consolidación de la actividad historiadora en la Argentina. como sucedió en otras na-


ciones, fue posible a tmvés de la institucionali7.ación de la docencia. In investigación. la publi-
cación y consagración de sus pmcúcantes. La operación que en los paises europeos aconteció
durnntc el siglo XIX. por condiciones históricas distintas sucedió en la Argentina durante el
siglo XX. Fue así que con la fundación de la Academia Nacional de la Historia durante la
década de 1930 la historiografía argentina se halló plenamente establecida. La publicación de
la Historia de la Nación Argentina (dirigida por R. Levene) fue el producto máximo que
legitimó una historiografía que se decía "científica". La-; época<; previas. donde la autoridad
de Banolomé Mitre o la pluma de Paul Groussac conjugaban la indagación en fuentes con el
renombre de ser, en palabras de David Viñas, gentlemen-escritores, eran superadas definitiva-
mente por un apamto de producción de conocimiento cuya lógica estaba d<1da por la reproduc-
ción de las normas y exigencias de una propia institución. Si bien la denominada "Nueva
Escuela Histórica" reconocía en Mitre un antecedente decisivo. es al mismo tiempo evidente
que ajustaron cuentas con su modelo de intelectual para devenir histonadores "profesiOna-
les".
- 12 -
prohlstorlo 3 - 1999

Es cierto que la historia académica -entonces representada por la Academia y la sección de


historia de la Universidad de Buenos Aires- encontraba aun en la creación de un gran-relato-
de-la-patria su contribución definitiva a la producción de una ideología de la nación. Sin
embargo, acaso sea de mayor relevancia la legitimidad adquirida en tanto institución, con los
consiguientes derechos: autonomía relativa para designar a los miembros de las mismas y,
fundamentalmente. facultad de recibir fondos estatales. Tampoco la discreción obtenida en la
asignación de atributos de verdad y falsedad parece ocluir el derecho acaso mác; efectivo de
pretender construir una subjetividad ligada a la persistencia de la sociedad. En otras palabras.
el monopolio de la ciencia coincidía con la contribución a la reproducción de lo existeme. o en
todo caso al acrecentamiento del mismo.
En efecto. a la consagración académica solía adictonarse una tarea de ilustración del pú-
blico lector, para lo cual se redactaron manuales escolares. El conocimiento de la historia era
también el de la nacionalidad, de las raíces propias, y así por el estilo.
La única impugnación sustantiva durante la primera mitad del siglo XX a esta compren-
sión de la historiografía la constituyó la corriente denominada "revisionismo histórico", con-
solidado durante los años treinta, al calor de la complejización de la cultura de derechas que
los gobiernos conservadores favorecieron. En efecto. textos como aquellos de los hermanos
Rodolfo y Julio Irazusta. Carlos fbarguren, Ernesto PaJacio y, un poco más tardíamente. José
María Rosa. estatuyeron un conjunto de discursos en opostción ideológica a la historia tradi-
cional a la cuaJ impugné.lban por un incorregible liberalismo. En cambio.la revaJorización de
Juan Manuel de Rosas representaba la añoranza de un pasado cuya superioridad sobre el
presente les parecía obvia. A ellos les ocurría. en ese contexto. denunciar el carácter faJsifica-
do de lo que Palacto llamaba historia oftctaJ. que se ejercitaba según Cl mediante ··un verdade-
ro terrorismo de la ciencia oficial, por medio de la prensa. la universidad y la enseñanza
media". 1 La historiografía revisionista se proponía derruir el pulcro edificio ideológico de la
historia liberal para cimentar una estrategia política que impusiera el orden y el respeto a la
nación que, más que nada, la demagogia habría cuestioné.ldo. pero que el extranjerismo simbo-
lizado por el tratado Roca-Runciman propugnado por la ·'oligarquía.. condenaba a la e laudi-
cación.
Que las diferencias transitaban por lugares otros que la descripción histórica lo mues-
tra la más temprana recuperación de Rosas por miembros de la Nueva Escuela.
Sería luego del primer período peronista (1946-1955) que la historia de rasgos eruditos y
demasiado apegada a la interpretación textual de las fuentes se vería confrontada por otra que
acusaba mayor impacto de las ciencia<; sociales. En efecto, lo que hoy se llama la ..Renova-
ción" historiográfica poseía ciertos rasgos indudablemente diversos de los de la Nueva Escue-
la. y no solamente por motivos generacionales~. En efecto. la historia política (institucional)

1
PALACIO, Ernesto. "'Necesidad de una historia nacional'". en La historia falsificada. Buenos
Aires. Difusión. 1939. p. 15.
= Entre los m1embros de la renovac1ón podemos reconocer a memores mayores como .losé Lu1s

- 13 -
-
ACIJA, J.- HALPERIN, P., «Retorno a la democracia liberal...>>

ya no era considerada la manera única y excluyente de escribir, prestándose atención a los


procesos sociales y económicos. En verdad. si quisiéramos nominar -con algo de arbitrarie-
dad- a la historiografía renovadora deberíamos llrunarla "historia económico-social". en con-
sonancia con variantes similares que eran hegemónicas en otros países del mundo. Los valores
respecto a la comprensión de la práctica historiográfica del heterogéneo conjunto de la reno-
vación eran también disímiles.
Tomemos el caso de José Luis Romero. Este historiador no representa. sin duda, al con-
junto. Sin embargo. que su idea de la práctica historiadora poseyera ciertas marcac; da cuenta
de una discusión que penneaba a toda la renovación. Y es que Romero veía con malos ojos
una historia erudita sin intenciones más amplias que solamente dar cuenta de cieno acontecer.
Una historiografía sin pretensión de poseer efectos en la sociedad no podría. según él, ayudar
a entender la situación contemporánea y la vida histórica que la articulaba. Aludiendo a la
historiografía hasta entonces dominante. Romero escribía en 1943 que la ''La vida histórica
parecía estar. pues. definitivamente muerta. y su estudio parecía ser como el de una anatomía
que no condujera hacia una medicina, sino que fuera mera recreación de lo muerto( ...) una
persistente miopía profesional y cierta indiferencia ambiente debían conducir luego a una
lrunentahle confusión de los medios con los fines. y los historiadores que la padecieron -y
muchos la pnderen ntín- llev:m la pan e princip:tl ele la rcsponsabilid:1d de haber sustm.ído a la
experiencia humana el caudaJ de la que SU()yace en La vida histórica, transfonnando el conoci-
miento de ésta en un mero saber.»l
Ahora bien. la incomodidad de Romero con la historia de su tiempo residía en que consi-
deraba que la sociedad se hallaba inmersa en una crisis profunda. crisis de vaJores y de estruc-
tura, frente a cuya magnitud nada parecía dar una respuesta pertinente. En esa urgencia se le
hacía útil la invocación al saber histórico para. al menos, plantear los problemas a resolver.
"La crisis". escribía. ··cualesquiera sean sus caracteres. exige. puesto que impone una resolu-
ción. una conciencta de sí: hay que saber cómo se es y sólo el pasado constituye la realidad de
cada uno.( ... ) ha surgido de La crisis una densa preocupación por el conocimiento de la colec-
tividad por sí misma, manifestada, como perfección de la autoconciencia, a cuyo inrerroganre
sólo el pasado puede responder" 4
En cambio, un miembro más joven de la .. renovación". Tulio Halperin. desconfiaba de la
capacidad de la historiogmfía que Romero sostenía con tanta convicción, y llamaba más bien
a fortalecer su rigurosidad y erudición, aunque no en los térm~nos de la Nueva Escuela Histó-
rica, a la que juzgaba como historiográficamente poco provechosas. Sin embargo, por esas
mismas fechas ese escritor mostraba también la legitimjdad de preocupaciones no limitadas a

Romero y (desde la sociología) a Gino Germani. y Cefenno Garzón Maceda Entre los más JÓve-
nes a Roberto Cortés Conde. Ezequiel Gallo. Tulio Halperin Donght. Darío Cantón. Rcyna Pac;tor.
entre otros/as.
l
ROMERO. José Luis. «Cri-.t<; >salvación de la ciencia h1s1óm·a». en De mar a mar. n°.5. fehrcro
de 1941. mcluu.lo en La ¡·idn ltistórim. Bue nos Atres. Sudarnem·ana. 1988. p.35.

- 14 -
prohlstorlo 3 - 1999

la elaboración tic discursos.·· Ante todo". aclaraba en 1955, "la investigación historiográfica
debe permanecer cerca tic los problemas vivos de nuestro 1iempo". No obstante. ante la pre-
vención a que obligaba el Revisionismo no dejaba de subrayar una estrategia inmejorable
como la que habría ensayado Bartolomé Mitre. puesto que, decía HaJpcrin... [nJo significa
esto que deba transformar las luchas del pasado en una alegoría de las del presente: debe sí
aJcanzar esa form a de actualidad que es propia de la historia. que hizo la grandeza de las
grandes obras históricas (en nuestro pais la de Mitre) y que liberará a nuestros historiadores de
la tentación de acomodar su labor dentro de esquemas que han perdido ya validez" .6
Otros sectores que surgieron también luego de la autodenominada Revolución Libertadora
aprendieron a construir una mirada diferente de la práctica historiadora. que hacía de la poi í-
Lica una exigencia no reñida con la especificidad de la producción de conocimiento histórico.
Por el contrario, la historiografía funcionaba como critica. y en algunos casos. como insumo
de la política. Esta historiografía que en buena medida se encuadra en la ..nueva izquierda..
surgida por esos años, operó una transformación de los valores fundantes de la práctica'. Si
bien muchos/as de ellos/as se vincularon con la ..renovación" en otros casos nada le debieron.
Un ejemplo es el de Milcíades Peña. quien no hacía de la imparcialidad una virtud metafísica.
Si bien Peña no discute si su punto de vista es objet1vo. y en ese caso cuál es la imponancia de
tener una perspect1 va que se hace solidaria a la de la clase obrera. un marxista según él no
tiene favores que devolver al pasado. "El historiador marxista". dice, "no necesita de lamen-
tira 4ue 'eleva' porque no lo atan mtereses con ningún pasado que justificar u ocultar..8 .
Sorprende escasamente, empero, que la relevancia de ciertos tópicos se remarquen por su
pcrunencia con las mterpelacwnes a que sometía la realidad contemporánea. En su texto so-
bre la Argentina de la tpoca de Juan Manuel de Rosas se hacía por demás claJo que nu se
trataba de un asunto exento de connotaciones que el autor se encarga de suhmyar: contrasta la
actualidad de la preocupación de los revisionistas de derecha de sus nostalgias por Ignacio de
Loyola y Santo Tomás con la que le asignan a Rosas porque, indicaba Peña. actualmente se
replanteaban ciertos interrogantes que "nunca dejaron de estar planteados - los mismos pro-
blemas de los días del Ilustre Restaurador ¿hay que ceder antes las potencias imperialistas'?
¿Hay que aliarse con ellas? ¿Hay que defender la independencia nacional? Si hay que defen-
derla: ¿Cómo? ¿Para qué? ¿Quién? ¿Con qué métodos? Por t!SO es tan actual y apasionante el

ROMERO, «Cris1s y salvac16n de la c1encia histónca», rit .. pp. 37-38, el subrayado es nuestro.
Cf, además, «El hombre y el pasado». en Clarín, supl. «Cultura y Nación», 4 de diciembre de
1975.
S
Ver HALPERIN. Tulio. "Cnsis de la cultura y CTISIS de la h1stonografía". en /mago Mundi. 1956.
n° 12.
HALPERlN. Tuho: "La hJStonogral1a argentma en la hora de la libertad", en .\ur. n" 23 7. 1955.
7
La nueva 1í:qu1erda fue estudiada. a muy grandes traw~. por TERÁN. o~car en Nuestros año<;
sesenta. Buenos A1rcs. Puntosur. 1990.
PEÑA. Mllcíadcs. Antes de mayo. Formm sociales de/trasplante español al nue,·n mundo. Rue-
nos Aires. Ediciones Fichas. 1973. p. 97.

- 15 -
ACJIA. J. · HALPF..RIN, P.. «Re torno a la democrac¡a 1ibera 1...))

problema de Rosas'"9. Tales preguntas establecen una vinculactón del presente con el pasado
y del presente con el futwu. Ahora bien, esa conexión enlaza la expectativa del porvenir con la
críuca del pac;ado. y le otorga a la investigación histórica un sesgo de enseñanza que se distin-
gue de la historia como maestra de la vida10 • El conocimiento es un instrumento de demarca-
ción que reconoce la pcrtinencta de cienos dilemas que en el pasado complicaron a los indivi-
duos. los grupos y las clases sociaJes. Ese suplemento transforma el reg1stro en que se consti-
tuye la "cienc1a histórica". que abandona desde su inicio la teoría del conocim iento como
reflejo transformándolo -al menos imaginariamente- en un instrumento de intervención políti-
ca e ideológica.
Quienes partían de maestros más propensos a subrayar la autonomía de la historiografía
frente a otras interpelaciones reconocían la necesidad de implicarse en discusiones concer-
nientes al presente. Pero también aquí es necesario indicar que la especificidad de la práctica
historiadora no era abandonada. Por ejemplo, en la discusión con A. Gunder Fmnk. un histo-
riador marxista como Assadourian concl uía del siguiente modo su crítica:

''He señalado franca y lealmente algunas disidencias con Capitalismo y subdesarrollo en


América Latina. He omitido casi todas sus virtudes y no quiero terminar sin dejar el testimo-
nio de su virtud mayor: la de desacra/i:ar el cientificismo sin objeto. A André Gunder Fr.mk
le corresponde plenamente ser identificado con ese compromiso del intelerttwl. un crítico
social con el deseo y la valentía de decir la verdad, de acometer ·¡a crítica despiadada de todo
lo ex i<;tente. oespiadada en el sentido de que no ha de echarse atrás ni ac;ustarse de sus propiac;
conclusiones 111 por conflictos con cualquier poder que sea' (Marx). Ejemplo. en fin. para
quienes practicamos el oficio del historiador afinando los instrumentos pam hacer Ciencia del
pasado. pero no como Ciencia del presente"11 •

Notemos en este pasaje la confluencia del rasgo epoca! de la 1ntcrpelac1ón polític;.~ de la


escritura histórica. que empero no obst.a para aclarar que ese comprom iso sartreanamente
subrayado no es una "c1encia del presente". es decir. no deduce consecuencias necesarias para
la práctica política.

q PEÑA. M. El parafsCitcrratenienle. Federales y unitarios forjan h1 cil·ili:atilm del cuero. Bue-


nos Aires. Ediciones Fichas, 1972. p. 55.
10 La diferencia con J. L. Romero puede comprenderse aquí como una cuestión en énfas1s. Mientras
para éste la historiografía daba sentido a la vida, pennitía comprender el contexto y sus problemas,
para los rcv1sionistas de derecha y para Peña (y ello vate para J. A. Ramos y R. Pu•ggrós), la
histonografí a identificaba tareas políticas a emprender. La distancia de estas representaciones con
el aspecto humanista del enfoque de Romero es clara.
1
Carlos Sempat ASSADOURIAN. "Modos de producción. capitalismo v sutxlcsarrollo en América
Latina", en AA. VV., Modos de producción en América Latina. Córdoha. Pa,ado y Pre'>entc.
1973. p. 76.

- 16 -
prohlstorlo 3 - 1 999

Entendiendo diferentemente las mediaciones entre historiografía y política, es evidente


que no se trataba t.anlo de SI existía una art1culac ión entre ambac;, sino más bien del modo de
darse de lo que se consideraba como un supuesto: la conexión entre política e historia. De tal
manera, décadas más tarde de la consolidación académica de la historiografía, buena parte de
sus sectores más dinámicos (pues la inamovible Academia Nacional de la Historia no modifi-
caba sus convicciones12 ) discutía abierta o veladamente el sentido de la práctica historiadora.
Y hablamos de la problemática sabiendo que siempre existe un a priori político en toda pro-
ducción de conocimiento. Lo peculiar de amplios sectores de la historiogr-.úía vinculada a las
universidades o producida desde el exterior de las instituciones establecidas. es que tematizaban
explícitamente la cuestión. La omnipresencia de lo político en el imaginario historiográfico de
esa época es un hecho mdudable.
Sin embargo. se trataba de una discusión cuyos términos no estaban resueltos de ante-
mano. Plantear. como hace B. Sarlo, que "el discurso de los intelectuales 1fue] canibalízado
por el discurso político". es sólo un aspecto de la cuestión. que se hacía particularmente ardua
pues la relación no fue de mecánica dominación. En realidad, em en el anti-intelectualismo
populista donde la autoJiomía de lo intelectual era denostada por su alejam1ento del"pueblo".
Desde cieno imaginario de la verdad contenida en el "pueblo"'. el populismo pretendía la
disolución de las costumbres pequeño-burguesas materializadas en la pertenencia a institucio-
nes estabtecidas y en definición de "'intelectual". ;.Hace falta recordar las imputaciones al
estilo de Jaurctche que tanta rcpercus1ón tuvieron en buena parte de la militancia política y
sindical? Pero sería indudahlcmcnte erróneo encuadrar en esta creencia populista a todos/as
los/ac; intelectuales de la izquierda, en particular los/as ligados/as al marxismo. que no siem-
pre dej:tron de lado la especJticadad de la teoría y el conocimiento.

11. La nueva situación. Construcción de la práctica

Los mecanismos de consolidación del discurso histórico hegemónico hoy. se articulan me-
diante una serie de prácticas concretas dentro y fuera de la Universidad que resuJtan en una

1
~ El académaco Ennque de Gandía respondía a una encuesta realizada en 1973 por la revista Crisis,
en una 10naJidad muy diversa al conjunto de Jos demás encuestados (entre quienes haUamos a Félix
Luna. Julio lrazusta. Jorge Abclardo Ramos. José L. Romero. Gu1llenno Furlong. y otros). Si para
el resto la histonografía necesitaba cambios más o menos profundos. para de Gandía en verdad
~ucedía que "en la Argentina. nuestra patria. la histona se enseña bien... Querer cambiar. de golpe.
estos estudios es aspirac1ón de insensatos o de ignorantes. de políticos comun1stas que quieren
calumniar nuestro pasado. mfamar a los grandes argentmos. para hacer creer a los pobres mños o
mgenuos estudaantes que sólo los reformadores del presente. que nada saben n1 nada representan.
son los que tienen razón o van a construir una historia que será el paraíso de la humanidaJ". Ver.
··¿Se enseña en la Argentina la historia real del país·· (encuesta de Inés Pral). en Crisis. n° 7. 1973.

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AC!IA. J. HAti'F.Rr:.. P.. «Rerorno a la democracia liberal. .. »

reproducción de la siiUación; más allá del control de los recursos y la apropiación de los
espacios. esto redunda en una escasa variación del tipo de preguntas que la historia oficial se
hace hoy y de su relación con la cultura la política y la sociedad.
Las prácticas institucionales que le dan cuerpo material a esta histonografía se basan
fundamentalmente en un férreo control de los discursos disponables. que a la vez funciona
como herramienta de legitimación del saber y del oficio propiamente dicho. Las relaciones
interpersonales entre los miembros del núcleo "duro" de estos hlSIOriadores e historiadoras
con los organismos má~ importantes de financiación a la investigación -FOMEC. CONICET.
SECYT, etc.- permitieron a lo largo de los años posteriores a 1983, incluso durante la difícil
época menemista. a~eg urarse la permanencia de los lugares ocupados. principalmente en el
área de investigación. así como garantizar cargos para los reducidos miembros elegidos por
ellos/as para integrarse al sistema. La organización de equipos de investigación, el otorga-
miento de beca~ y subsidios -incluso en organismos no oficiales como la Fundación Antor-
chas. por ejemplo-. la ocupación de los institutos de investigación dentro del ámbito universi-
tario. la obtención de las cátedras centrales de la carrera de Historia en la UBA y el ingreso a
la Academia Nacional de la Historia. el acceso a los más importantes medios de circulación
pública de los saberes académicos, revistas y demás instancias l.!, derivaron no sólo la consoli-
dm:ión de un espac io, sino también el estancamiento de las preguntas que estos historiadores/
a.s se hacen y su vinculaci0n con la realidad socio-política.
Tal situación, que reconoce sin duda heterogeneidades. supone la integración progresi-
,.ade diversos ámbitos de producción de conocimiento histórico antaño dJstinguiblcs con cla-
riclad. Los principales centros de la historiografía actual se hallan hoy vinculados por innume-
rables lazos. ¿Cuáles son dichos centros? Ellos son. en esta jerarquía ideológicamente com-
partida por toda la historiografía dominante: 1) el departamento de historia de la Facultad de
Filosofía y Leo-as de la UBA, 2) la sección historia del complejo lnstlluto-Universidad Di
Tella-Universid.1d de San Andrés, 3) la Academia Nacional de la Historia. Entre estos centros
existe una red de solidaridad con algunas tensiones menores. pero que lentamente se van
difuminando. El reciente nombramiento de Tulio Halperin ifartórum de la historia de la pri-
mera institución mencionada) como miembro correspondiente en EE.UU. de la Academia
Nacional de la Historia abriga la sintonía parcial pero innegable de los rres, dado que historia-
dores ligados a la Universidad Di Tella (Botana, Gallo. Cortés Conde) ya estaban integrados
como académicos de número, y ellos mismos sostienen buenas relaciones con la Fac. de Filo-
sofía y Lerras. En reciprocidad, en la colección del ..pensamiento argenüno" que dirige Halperin,
donde prepararon o prepararán volúmenes J. C. Chiaramonte y B. Sarlo-C. Altamirano, Gallo

11 Un simple contabl11dad de qu1enes mtegran los com ités evaluadores de las rev1stas más prestigiosas,
como Desarrollo Económico, Anuario del/EHS, Boletín del Instituto Dr. E. Ra1'1gnani, Estudios
Soc1ales. y otras. muestra la repellcíón de un conjunto muy lím1tado de apellidos, que son los
mismos que organizan los congresos de la disciplina e integran com1s10nes evaluadoras y asesoras
de flonda d1vers1dad

- 18 -
prohlstorlo 3 - 1999

y Botana hicieron lo propio con el consagrado a la segunda mitad del siglo XJX 1J . La
historiografía dominante se haya en proceso de franca homogcneización.lo que no significa
que será total, puesto que las disputas por espacios y renombres son demasiado frecuentes en
esos ámbitos. El resto de la historiografía permanece en los márgenes, aunque no necesaria-
mente por ello se discuten los ralores antes mencionados.
La lectura de las causas de esta situación puede ser múltiple: podemos pensar má-; allá de
las prácticas institucionales y remiúmos a la época de consolidación del grupo: una situación
política que se abre a partir de la llegada del alfonsinismo con su cuota de resignación de
antiguas posiciones y confonnismo con la academización pero. sobre todo, con una fonna
"nueva" de pensar la articulación del discurso político en que amplios sec tores sociales. en
este caso intelectuales, adoptaron como medio de intervenir en la sociedad.
En ese sentido, los 90 profundizaron aún más las tendencias desarrollada-; ya que. no sólo
se asiste a una decidida y presuntamente meversible retracción de la políuca revolucionaria
sino. también. a un duro ajuste económico. Como resultado de todo ello encontramos una
disciplina que se cierra sobre sí misma y se desvincula de los problemas sociales más primor-
diales, así como opera una.transformación de la Historia en casi, diríamos. una técnica objetivista
para reconstruir el pasado. La idea cent:ml es la de leer aquellos textos donde la verdad se
encuentra donnida y extraerla de ellos.
Toda esta concepción funciona de manera armónica en cómo se implementa
institucionalmente. El recorrido de las prácticas de afirmación en los lugares fundamentales
de poder. tiene como condición elemental, la persistencia de las temáticas elegidas. en muchos
casos triviales aunque no siempre. como manera de asegurarse dicha permanencia. lncreíhte-
mt:ntt:, rard vez se asiste a una crítica profunda sobre las instituciones que estos hombres y
mujeres defienden o sobre el tipo de investigaciones que llevan a cabo.
Las justificaciones de tan modesto papel, por quienes en algunos casos aspirab;.m a mu-
cho más en otros momentos históricos, es justificada haciendo pcnnanente referencia aJ macro
contexto social y a la falta de interés de la sociedad por el discurso histórico. Esta retirad<~ a los
..cuarteles de invierno" es repensada y explicitada por este discurso hegemónico, pero tam-
bién por algunos críticos, dentro y fuera del círculo académico.
Existe un argumento de esta transfonnación para analizarla de modo positivo. y que
elude el enfoque institucionaJista. Según taJ vers1ón de las cosas, asistiríamos a una degrada-
ción de la relación inmediata entre historiografía y política. pues la crisis de los grandes rela-
tos explicativos ya no funcionan como donadores de sentido pard la praxis. En otras palabras.
la impronta metafísica de la historia estructural y socio-económica se habría fragmentado de

1
~ Cf. CHlARAMONTE. J. C Ciudades, pronne~as . Estados: Orígenes de la Nación Argentina
( /8(){). ]846) Buenos Alres, Ariel; HALPERIN. Tuho. Proyecto ,. construrrrón de una nación
(1846-1880); BOTANA. Natalio y GALLO. Ezequtcl. De la república pos1ble a la república
1·erdadera ( 188(}. J9/ O). !de m. Restan dos volúmenes, uno a cargo de Halpcrin para período 1916-
1945 y otro confiado a Carlos Altannrano y Beatriz S arlo. referido al periodo 1945-1989

- 19 -
AC!IA, J HALPf'RrN. P.. <•Retorno a la democracra lrbcral ... »

taJ manera de imposibilitar la idemificación entre cambio histórico y programa político. La


h1stonografía (en particular la marxista y la vieja anna/iste) daría lugar. probados sus fraca-
sos, a la m1crohistona y a la antropología cultural. La condición posmodema favorecería
intervenciones acotadac; y modestas, aunque supuestamente más sut iles. sm poder sostener ya
fines necesar1os o caminos privilegiados al paraíso futuro. Ya no habría confianza en sujetos
históricos (parc.1digmáticamente la clase obrera) ni proceso ncccsano (el progreso). Para Fer-
nando Devoto la vincu lactón entre reúrada de las grandes teorías y la deflación de la voluntad
política es estrecha: "El punto de parnda fue, sin duda. la gran crisis de los modelos de expli-
cación macrosociales y de las hipótesis fuertes que no sobrevivieron a la desmentida, que les
proporcionaba el mismo desarrollo histórico. ni a los climas menos ideologtzados que comen-
zaron a imperar en los años ochcnta" 1s. Si esta correlación es plausible. sucede que la mayor
pan e de las investigaciones que en la Argentina se hacen bajo el auspicio del rechazo del
marxismo no son precisamcn te ·'posmodemas··, sino que se atienen a los cánones de la historia
social pre-linguistic turn. En todos estos años no se ha escrito una sola buena obra de
microhistoria. no se ha empleado la crítica deconstruccioni sta en la historia intelectual. no se
ha aplicado consecuentemente la "descripción densa" del tan mentado C. Geertz. Más aun ,
hasta pueden hallarse glosas sobre la relevancia de ciertas obras marxistas sie mpre que sean
revisadas de acuerdo a nuevas necesidades 16 • Por ello nos parece que s1 los cambios en las
preferencias teóricas y la influencia de las modas intelectuales poseen su eficacia indudahle.
la atención a las necesidades insliturionales de reproducción de sí mismos son aún de
mayor eficacia práctica.
El retomo a la democracia fonnal y la reconsútución de la auto-representación de las/os
historiadoras/es fue uno y el mismo proceso. A nuestro entender la má.o; lúc1da descn¡x:1ón y
defensa de ese acontecer es un artículo de Luis Albeno Romero de 199617 • El autor planteaba
aHí que en la reconstitución del campo historiográfico a la saliilil de la última dictadum mili-
tar ( 1976-1983) se han obtenido un conjunto de resulwdos. que se caractcri¿an por sentidos
positivos y sentidos negativos. Pero en un gesto típico de historiador. Romero antepone a su
diagnóstico una filiación (y por ende también una diferencia) con la<; «generaciones»
historiográficas precedentes. La Renovación habría cumplido así una tarea de fundación de
una Nueva Historia, que no sin contratiempos -especialmente institucionales-. dejó plantea-
das preguntas fundamentales. Pero la cualidad de la Renovación que le interesa marcar es la
vinculación entre la rigurosidad del método eruruto aplicado en modalidades distintas a las
preferidas por la uudición histórica dominante (la llamada Nueva Escuela llistórica), y la
preocupación por la inserción del discurso histórico en la realidad socio-política y cultural en

1
~ DEVOTO. Fernando J. "Notas sobre la situación de los esLudios histórrcos en los años noventa",
en Cuadernos del CLAEH. 1994.
16
Por ejemplo. S ABATO. Hrlda. "Hobsbawm y nuestro pasado", en Puntn de Visra. n° 46. 1993.
1
' ROMERO. Luis Alberto. "La historiografía argentina en la democracta: lo:. problemas de la cons-
truccrón de un campo profes10nal". en Enrrepasados, n° 10. 1996.

- 20-
prohlstorlo 3 - 1999

la Argentina post-peronista. La tensión de la natumlezajánica de la Renovación se le presenta


a L. A. Romero como distintiva frente a un Revisionismo Histórico que hacía caso omiso a
una serie de reglas y saberes legiumantes de un discw-so que se quiere científico. Desde luego.
la ausencia de esa sujeción a una serie de convenciones del campo historiográfico en su sit ua-
ción empobrecería la contribución del desafiante Revisionismo. el cual se desbarrancaria en
su faz eminentemente política, al mismo tiempo que su pretensión de conoc imiento histórico
(verdadero respecto a las infamias vertidas por el saber oficial) estallaría en la aporía de su
simultánea audacia ilimitada con los documentos históricos.
Romero utiliza el esquema dicotómico rigurosidad metodológica/preocupación política.
con el cual comprende las peculiaridades de las producc10nes históricas más dmámicas de las
últimas décadas, para evaluar la situación de la historiografía académica actual. Entre ambos
extremos,ju:gados positi\'amente. se deciden las valoraciones que son para él importantes.
En efecto. ambos extremos son. idealmente. reinvindicables. Y lo son puesto que por rigurosi-
dad metodológica se designa un conjunto de atenciones no reductibles al cuidado en la inter-
pretación filológica de las fucntes. Es así que eUa domina una práctica en cierta consonancia
con la producción historiográfica internacional (sus temas, sus perspectivas. sus canales de
comunicación. sus estándares de evaluación de exce lencia. etc.). Igualmen te. por preocupa-
ción política se en tiende un conjunto de posturas relativas a la contribución de la historia a la
formación de una concienc ia histórica lúcida en la "ci udadanía". la crítica del pasado. y el
magisterio de la vid<t y la experiencia. Si tomados en sí mismos los extremos de la dicotomía
son valorados positivamente. una combinación de ambos sería el o~jet1 vo deseable, en tan lO
que su unilateralidad no podría escapar de los límites de un saber ideológico y caprichoso o
una serie de enunciados sin efectos prácucos. es decLr. sm ObJetivos externos a los mstituctonales
propiamente dichos. De tal manera que si la Renovación giraba en el medio vinuoso. el
Revtsionismo se apoyaba en un ao;pccto y devenía en su conjunto negativo. la Nueva Escuela
se encerraría en una carencia de novedades y en la falta de una inserción conciente en la
realidad social.
La largu ísima década posterior a 1984 ha deparado no pocos logros, a juicio de Ro mero,
respecto a la situac1ón inmediata anterior. Las oscuridades y mediocridades del período 1976-
1983 fueron sustituidas por nuevas historiadores e historiadores que cambiaron la fisonomía.
y la lógica de funcJOnamicnto, de las instituciones académicas, renovando temas. métodos,
relaciones. y la práctica en general. Sin embargo. Romero asegura que no todo fue absoluta-
mente positivo. en la medida en que quedan ciertas actitudes y comportamientos objctables, y
en tanto la conexión ideal entre rigurosidad y compromiso intelectual no se presenta como
evidente.
En el primer punto. es decir el concerniente a las «dcsprolijidades» en las disputas
faccionales. Romero es sin duda escueto, dado que las «distorsiones» de un funcionamiento
armónico y justo parecen siempre solucionables con el tiempo y mucha buena ro/untad. Las
violencias interna<;, las e~Jusiones y los equilibrios. parecen más amplios que los enunciados
en el artículo, las vinculac iones que metafóricamente podríamos denominar «feudo-
vasalláticas» son una nonna. que como tal, se impone a los individuos como untt práctica
- 21 -
ACI!o\. J. HAII'ERI).. P.. <•Kctorno a la ucmocraCIU lt~eraJ. ....

compulsiva. Pero en nuestra perspectiva <<pesimista» ello no tendría nada de raro. sino qul.!
confinnaria lu existencia de reglas de compctcnL ia interindividuaJ e intcrgrupal. en una situa-
ci<Sn de recursos (pre:)tigto y dinero) escasos.
Es mucho más importante la cuestión segunda. vale deCir. las implicacionc-. efect ivas
entre una práctica historiadora autolcgit imada («el cumplim iemo de las reglas del oficio}))'
sostenida por el Estado capitalista y/o l;.t~¡ fundaciones del capital privado. respecto a las rcper-
cusioncs pública~¡ de esa mismn pr:1ctica. que no necesariamente suponen una incidencin ex -
tema a los circuitos institucionales de producción de conocimiento. En el me<lio virtuoso que
ve en la "Renovación" reside la preferencia de Romero. lo cual mantendría una trrcnunciable
sujeción a la crítica erudita y a la actualización periódica. junto a un interés por un efecto
posllivo de los discursos y prácticas historiadora.-; sobre la sociedad. En otras palabras. Rome-
ro desearía que las histonadora.<; y los historiadores poseyemn un compromiso socio-político y
cultural con !~U uempo sin dejar de ser tales. sin abandonarse a una ident.iftcación <<revisionista»
entre política e historia. Su postura es mzonablc en la exacta medid.:J en que esta última posi-
bilidad produciría una pobre historia y difícilmente una adecuada acw)n política. En su caso.
Romero manifiesta que esa participación consistuía fundamentalmente en la consolidación de
una democracia (sin adjetivos: la democracia. entonces). Pero. ;.es esta la realidad de la
hb10riografía?
Lc.:jo" d<' la audihilidad que tiempo atrás la historia pudo tener (¡.cu:lnta?}, inc:.lpacita-
dos/'"Ls para hacerse cargo de una tarea cívica Juzgada necesaria para la formulilCJón de verda-
deros problemas históricos. los historiadores y las his10riadoras renunciarían o se resignarían
a la rcproducci6n de papen y libros de circulación interna aJ campo intelectual-académico.
Desde taJ punto de vi~ta. no es nada sorprendente que la separación entre «política» e «histo-
ria» sea juzgada como un dato. sobre el que habría que reflexionar pan~ retomar la senda de la
c:omunicactón entre institución historiadora y sociedad de legos (o funcionarios dispuestos a
ser aconsejados para bien de la democracia). Pero sucede que. si el primer del presente articu-
lo es cieno. se nos hace evidente que la formulación de Romero es. al menos, inexacta.
Veamos los «objetos» de la práctica. es decir, los recones en el conjunto de «realidades>>
posibles de ser estudiadas y consideradas como realmente existentes en el pa.<;ado: cnconu-a-
mos que es po/Ílica la elección de temas, de enfoques. y de esquemas de análisis (también
llamados «marcos teóricos»). Una serie de objetos son académicamente relevantes. otros son
trrelevantes, y otros son «politizados». Sin haber perdido una autonomía 4uc hubiera
tleslegitimado el campo por un lapso de tiempo imprcdccihlc,la utilización de fondos públi-
cos y especialmente privados ha impuesto y cada vez lo hacen con mayor tesón. una adecua-
ción concientc o inconcicnte de lil elección temática o problemática con los estándares requc-
ndos para su obtención. En la lógica del recone objetua1 subyace una decisión -voluntaria o
no- de ajuste a una serie de objetos designados. paradigmáticamente. como pertinentes para la
investigación y la difusión: son preguntas parJ la construCCión de bienes culturales que dadas
la situación del campo y la posición de los/as investigadores/as en éste pueden accpt3ISC como
t:1les. y no como aberraciones ideológicas. La difercnci:1 de poder y prc~¡tigio entre los distintos

- 22-
prohlstorlo 3 - 1 999

sectores hace que exista una distribución de recursos (en dinero y legium idad) para los objetos
que son posibles de estudiar. Ahora bien, parece que Romero plantea que esas decisiones no
son necesariamente políticas puesto que están al margen de la-; preferencias de algún grupo o
clase social específicos, o de las directivas ideológicas gubernamentales en general. De este
modo se operaría una autonom ización de la designación de los objetos de estudio relevantes
para la opinión dominante en las instituciones. Suponiendo que la elección del espectro de
objetos posibles pudiera calificarse -a pesar de Gramsci y de Foucault- como apolítico en la
simplicidad tecnocrática del campo. la puesta en movimiento de la investigación y la publica-
ción, difícilmente eluden la valoración política de su salida, y por ende en los criterios para
permitir un trabajo legitimado institucionalmente. (Con todo. reconociendo la índole política
de la investigación y la escritura, permanece la pregunta por la fatuidad de la faz política de la
misma si los efectos de la práctica son nulos sobre el exterior de sí misma. Es decir que si la
politicidad de la práctica historiadora se agotara en sus «lugares»).
Romero prefiere presentar la «profesionalización» como una realidad abstracta. técnica.
formal. Admite que esa regulación de la práctica historiadora tiene su origen más generaJ en
la ruptura de antiguas co~vicciones (agregaríamos: y nuevos miedos). Es así que la dictadura
militar creó la-; condiciones psicológicas para creencias companidas: «Muchos historiadores
marcharon al exil io, y muchos de ellos completaron su formación profesional. escribieron sus
tesis. que serían los buenos libros publicados en la década siguiente, se profesionalizaron y se
familiarizaron con las prácticas del mundo académico intcmacional»18 • Existió w1a absorción
de ciertas reglas consolidadas en otras partes, ciertamente, pero sobre una matriz psicológtca
e ideológica diferente a la anteriormente existente. y en una diferente relación y posición de
fuena en y entre las clases sociales. Fueron esas normatividades las que po~ibilitaron uua
unificación del campo, cuyos criterios -señala Romero- «no se asentaban tanto en lo político
como en lo académico». Sin embargo. la producüvidad del campo, que lejos de la onda
cuantitativista Romero describe como <<una apreciable canüdad de libros"19 , es probablemen-
te menor que las obras que se escandieron a partir de la Renovación y, con mayor seguridad.
menor que la media internacional. Ello se potencia si consideramos el aspecto cualitativo, es
decir, la originalidad de los enfoques, la reforma de las preferencias metodológicas, etc. Una
historiografía como la Argentina, que siempre estuvo y está dependiendo de las innovaciones
provenientes de países más allá del Ecuador, sufre una crisis de producción que no se expltca
totalmente con el recuerdo del empequeñecimiento del mercado lector o de los subsidios a la

•• ROMERO. L. A .. «La historiografía argentina en la democracia», p. 94. Ahordan la cuesttón en


tono similar. entre varios escritos, SAB ATO. Hílda. "Sobre' tvtr en dictadura: la~ ciencias socialo:s
y la ·UntvcrsJdad de la.~ catacumbas"', en QUI.ROGA. Hugo y César TCACH (comps.). A l'etnte
años del golpe. Con memoria democráJira. Rosario. Horno Sapiens. 1996. VESSURl. Hebc.
"Las ciencias sociales en la Argenúna: diagnóstico y perspectivas", en OTEIZA Ennque (comp.).
La política de lfll'estigación científica v tecnológica argentina. Buenos Aires. CE AL. 1992.
~~ ROMERO. art. cit .. p. 102.

- 23 -
ACHA, J. - HAI PF.RI:-J. P.. «Rc10rno a la democracia l• beraJ.. ...

publicación. Como indica Romero.la duplicación de las publicaciones (cambio de titulo me-
diante), o la adopción del imperio del publish or perish bajo las condiciones que hace ya
tiempo Varsavsky se encargó de explicitar, seguramente mostrarían que la exubernncia pro-
ductiva que no pocos aducen como legitimación es menos cierta que aquello requerido por sus
deseos de quedar en la inmortalidad justificaría.
Ahora bien, parece cierto que con los matices que se le pudieran discutir. el «campo
profesional» ha reconocido las <<reglas del oficio». ha construido su propia ideología de la
«objetividad», y ha moldeado sus instituciones de consagración. También parece adecuada la
descripción de las falencias que se presentan: división facciosa entre los que están adentro y
los que están afuera, ambiente «excesivamente conformista», instalación de relaciones
vasalláticas entre «patrones» (el sustantivo es de Romero) y dependientes. ausencia de reno-
vación de la «imagen general de nuestra historia». Esos efectos no necesariamente queridos
hablarian de una «deuda con la sociedad», frente a la que parecería necesario proponer al gún
<<gran relato», «capaz de justificar la utilidad de nuestro trabajo en la posibilidad de responder
a las preguntas de la sociedad o, mejor, de ayudarla a plantearse las preguntas necesarias»10 •
Diversas son las "funciones" que otros historiadores asignan a sus tareas profesionales.
y que pueden distinguirse de la propuesta de L. A. Romero. Para F. Devoto, ... . .la historiografía
que no desee girar sobre sí misma y abandonar toda función social, no debería proveer de
grandes relatos organizadores. ni de estériles informaciones acumulativas sino que debería
promover una reflexión crítica sobre la forma de construir esos relatos. Los instrumentos para
ello son ciertamente la proposición simultánea de relatos alternativos entre sí, enfatizando las
dificultades. los límites (pero tamhién los alcances) que presentan lac; opernciones de conoci-
miento del pasado''21 • Va de suyo en esta posición que la ··función social'' es interior a la
práctica historiadora, mientras que la intervención públic::. de las y los intelectunles dedicados
a los menesteres de los archivos no es tematizada. Se entiende que en una perspectiva defenso-
ra de la exclusión de otras preocupaciones a las presuntamente propias de los académicos el
"compromiso.. consista en observar las condiciones inlemas de la validación.
Un tipo de reflex ión análoga ensayan -con otros argumentos- dos exponentes del núcleo
central de la historiografía dominante, Hilda Sabato y José Carlos Chiaramontell. El autor de
Mercaderes del Litoral. inquirido en una entrevista. hace una larga renexión acerca de la
evolución de la figura del intelectual durante la década del60 y 70. li gada a una necesidad de

~o Art. cit., p. 106. Romero posee el mérito de haber propuesto un "gran relato" de lo que podríamos
llamar, quizás con cierta ironía, el consenso argentino. GUTlÉRREZ. Leandro y ROMERO, Luis
AJberto. Sectores populares, cultura y polÍJica. Buenos Aires en la entreguerra. Buenos Aires,
Sudamericana, 1995, pp. 10- J l. Véase también su artículo. "Política democrát1ca y sociedad de-
mocrática", en Estudios Sociales, 1996, n° lO.
11
DEVOTO. art cit.
22
Entrevistas en HORA Roy y TRÍMBOLl, Javier. Pensar la Argentma. Buenos Aires. El cielo por
asalto. 1994.

- 24 -
prohlstorlo 3 - 1999

compromiso con la realidad socio-política que implicaba una preocupación por el todo social
y un objetivo de omnicomprensión. Esto en la actualidad cesaría como modelo, visto y consi-
derando Jos cambios político-sociales acaecidos luego del surgimiento de la democracia. Es-
tos cambios guardan una relación con una imposición de la "especialización" -¿producto,
quizá, de la imposición de la lógica de mercado?- a la que Chiaramonte juzga de manera casi
acrítica y como necesaria para el mejor desarrollo de la disciplina.
Por otro lado, una vez hecho el balance de anteriores historiografías. tanto de corte libe-
ral como revisionista, desarrolladas en el pasado, la conclusión se aviene de manera unívoca:
ambas vertientes poseían una muy poca rigurosidad académica a la vez que un fuerte compo-
nente de vinculación con la realidad social e inquietudes que te permitían hacerse preguntas
que revestían un interés de tipo colectivo. La historiografía vigente hoy debería instalarse
como discurso académico serio frente a las versiones literarias de la Historia, pero fundamen-
talmente, de cara a la sociedad, mostrar la imposibilidad de ofrecer soluciones sobre el presen-
te; dice al respecto que "[e]n los últimos cincuenta años. la historia cultural del país ha sufrido
el desarrollo de una literatura que es mal llamada historiográfica, de la cual forma parte el
revisiOnismo hiStórico en sus dos vertientes, de derecha y de izquierda. Esto le ha hecho daño
a la historia, pero más a la política. porque ha ayudado a mantener confusiones muy lamenta-
bles. Lo mejor que puede ocurrir es que a la opinión ptíbl1ca llegue un mensaje que le haga ver
que la historia es una disciplina que no va a dar las respuestas del presente".
Podríamos acordar que la necesidad de rigurosidad de la investigación académica y del
trabajo de archivos así como la investigación empírica. son compromisos ineludibles que los
historiadores y las historiadoras deben darse. La historiografía, en la Argentina carecía de ese
proceso que comenzó su desarrollo. precisamente. con el advenimiento de la democracia libe-
ra!. Empero, no se trata de hacer de la necesidad una virtud: rigurosidad y trabajo de archivo
no supone un antagonismo patente con el otro término de la ecuación: la seriedad de los
análisis históricos implican, para nosotros, una forma de intervención social y política de
mayor envergadura y claridad. no fundamentalmente ganarle la batalla a los novelistas que
mitifican el pasado.
H. Sabato realiza un planteo un tanto más crítico que el ofrecido por Ch1aramonte. De
alguna manera. su propia biografía es el recorrido de la historiografía a partir de las décadas
de los 60{70; las inquietudes y preguntas que se hace la historia y su relación con la política y
la sociedad están vinculadas al propio derrotero de la autora. Con ello, se llega al periodo de
exclusión desde la Universidad y al período de reconstrucción democrática alfonsinista. El
planteo específico radica en la comprensión de una nueva época, donde cVla historiador/a ya
no intervendría en los asuntos político-sociales de la misma manera militante que en el pasa-
do; la práctica historiadora no pasa ya por la política. sino que otras formas de intervención
son necesarias en esta sociedad tan diferente a la de antaño: formas que se relacionan. funda-
mentalmente, con los medios de comunicación.
Las instituciones reconstruidas luego de la etapa oscurantista del proceso, se levantaron
en pane con el concurso de los/las mismos/as historiadores/as que ayer creían en la revolu-
ción; esto es sunc1ente para atenuar las críticas que la autora misma hace a los mecanismos
- 25-
Antl\. J. - H...LrfRI,, P.. <•Retorno a la democracta liberal... ··

tnstitucionalcs en funciOnamiento, puc~ atina a decir 4ue k prcocup<~ "1¡¡ constilución de un


statu quo fuerte. de una institución que ella misma se convierta en un chaleco de fuerza par:.t
el desarrollo de un pensamiento crítico. Me preocupa que aquellos desarrollos institucionales
que \'an garam izando carreras individuales. con pasos cstnblecidos. con jerarquías. con camt-
no~ más o menos fijados de antemano y muy marcado~ por la cooptación -desarrollos que son
por un lado posJtivos- se conviertan a la vc7 en tTahas para el florecimiento de un pensamiento
crüico, orientado a eliminar el debate público. No es inevitable que ello ocurra··.
Si es saludable prevenimos de la correspondcnc ta de estos dichos con los hechos (un
señalamiento que la sabiduría popular dirigiría también a nosotras/os).lo cieno es que estas
contmdicciones dejan incólume la práctica que se pretende analizar. Pareciera que esos meca-
nismos de cooptación y sojuzgamiento de aspirantes al cstrellato académico podrían mitigarse
Jo suficiente para hacer soportable la siluación. En esta inteligente estmtegia es donde halla-
mos a la defensa más acérrima de lo existente. libre de crítica radical. Y si sería obvio que esa
conducta fuera esperable de quienes detentan las riendas de las instituciones establecidas, no
es menos necesario indicar la rrwlafe (Sartre dixir) que nuye detrás de tan buenas intenciones.
Un tipo de respuesta alternativa y menos preocupada se ensaya desde algunos de los
sectores más "jóvenes" del núcleo historiográfico dominante. Aquellos que se ubtcan en el
lugar de recambio generacional de éste. quienes plantean en una manifestación fundacional- •.
su parecer en rclm.:1Ón a la situaciú11 vigcule del campo y la neu:siuatl t.lc crcacióu de ht:tra-
micnta4i válidns para la contrit"lución a la democratiz:.tción de la prcxlucc ión histórica. donde
puedan acceder aquellos historiadores nóveles interesados "por desentrañar los hilos del pasa-
do". en una connuencia de individuos que producto de formación e innucncias disímiles y
posturas historiográficas igualmente d1ferentes, puedan trascender sus ámbitos de producción
y tiendan a conformar una línea común para mejor resolver los problemas que se plantean
dentro del campo.
Ahora btcn. más allá de las referencias a las cucst iones propias de la "profesión" -ensc-
ñant.a de la disciplina. investigación, producción de artículos, la preservación de los archivos-
nada se comenta allí a cerca de Jos problemas de la historiografía vigente. la relación entre
historia y sociedad, y fundamentalmente, el papel de la historia como parte referencial fundante
legitimadora de los discursos políticos.
Este grupo, formado fundamentalmente por investigadores y docentes que confonnarúm
una "segunda línea'' dentro del núcleo, considera que los problemas aparecidos hac;ta ese
momento en el campo son aquellos exclusivamente referidos a la rcdcfinición del saber acadé-
mico. las dificultades de reactuaJización bibliográfica y la calidad de la enseñanza24 .

zl .. ¿Por qué Entre pasados?", en Emrepasados, 1991, n° 1.


~· Un punto no debe olvidarse en la posible pregunta sohre las condiciones de la historiografía cx•s·
rente. y se refiere a lo que en térmmos un tanto tosco" suele aludirsc cuando se dice "lo teórico". Y
no habría que subestimar la agudeza de su imporranc:1a para la reflexión. En efecto, la mcisión en
los títulos cplstémtcos de la historiografía supone. por lo menos. cuatro campo.., que un pcnsamicn-

- 26-
prohlstoria 3 - 1999

Se ve bien que el swws privilegmdo de lu his10riograffa como tal. con un lugar específico
en la división social del trabajo, con sus porciones de saber y de poder anejas al monopolio del
conocim iento "científico··, para los historiadores e hjsloriadoras es tan natural como una mun-
tana. y que en todo caso sería desean le que transcuniese hajo modalidades aceptables y rela-
tivamente comprometidas en la tarea (secundaria) de fom1ar ciudadanas/os para la repúbllca.
Existe, pues. una ceguem de la dtfcrcncia entre una esfera relativamente protegida de las
tnclemencias de la soc iedad como son las instituciones académicas, y los amplios sectores
sociales que sufren el castigo de la pobreza y la marginación de las grati ficaciones en una
organización social que hace ya úempo podría existir -si no fuera como es- sin un precio tan
escandalosamente alto. La preocupación por las poco honorables conductns que se ven en las
más Jóvenes aspiraciOnes a la consagración académtca por seguir al pie de la letrn las posicio-
nes historiográficas establecidas, con el fin de ocupar algún mínimo cargo u obtener una beca.
la ausencia de discusión en el interior de las instituciones que no existen para eso. no parecen
inquietudes adecuadas para cuestionar verdadcmmcnte la prácttca historiadora ex istente.

JI/. AlguMs críticas y cuestionamientos

Las impugnaciones que surgieron en este ámbito d1sciplmar provienen de sectores rclatt-
vamcnte marginales de las instituciones :1cadémicas. y cas1 exclusivamente de los sectores
más jóvenes. Este dato no podría valorarse en exceso: ya no existe un¡¡ producción histórica
sustantiva exterior a dichas organiutcioncs del saber. Se ha consumado el monopolio del saber
htstonográfico, y ~\Un 13 disidcnci:l persiste en sus máJ genes. es decir, tam hién comparte al
menos por ahora- las reglas de las instituciones. Veamos los argumentos de algunas de esas
tmpugnaciones a la htstoriogmfía15 .

10 radical puede reconocer. La pretens1(Sn de verdad que la constituye implica: a) una epistemolo-
gía. b) una metódica. e) una ontología. d) una política. Hemos mencionado la t:reencia fundan te de
una epistemología práctica que func10na como tdeología e~pontánea de la hi<aormgrafía (realismo
mgcnuo mat1zado ). que obtura cualqUier est:epllcismo sobre sus pretensiones téÓn<:as. La solución
de éstas en las .. mvc~1tgac10nes empíncas ·· ehmma su exJgcnc1a t.le ngor en favor t.le la legJLimJdat.l
institucional. Pero e~ta misma esrratcg1a ha aminorado la fuerza de otros camh1os (en los puntos h
y e) que pueden observarse en otras htstoriog:rafías que. por lo demás. son ,·ons1deradas modelos
para la argentina. La decisión de la revista francesa Annales de mot.lificar concientemente sus
presupuestos tcóncos en esos campos (by e) no encuenrran un paralelo en esta~ t1erras, salvo en
los argumentos pasibles de ser empleados conrra lo que resta o nace de mflucncia marxista (y
qu¡¿ác; de el alicaído popuhsmo). La renovac1ón de los enfoques ontológicos (¿qué es la sociedad?.
¿de que hablamos cuando hablamos de ..discurso"?. etc.) apenas SI han prot.lucJdo algún texto de
valor. No existe un D. LaCapra que se atreva a proponl'r un gtro lingi.Jíc;tico rat.licahtado. Tampom
un M. Gribaut.li que t.lcfienda una m1crohistoria consecuente. Ni que hablar de la falta de una J.
Seo u que deconstruya ~in pena los esencialismos idcnt itanos.
~' Es de ~uma importancia comprender que tanto la'> po"ic10ne!> conformistas respecto a la práctica
historiadora <:omo las inconformista.-. que vamos a rcséñar, están co;trecharnentc rclac1onadas con la

- 27 -
ACIIA, J. · HALPERl,, P.. <•Retorno a la democracia liberal. .••

Una expresión de la cual no pocas/os de quienes se desean distanciar de la hi~toriografíu


argentina dominante es, por tomar un ej emplo. la sigUiente del mdudablementc más hrillante
de los htstorindores argentinos de hs generaciones pnsadas:

"Unn de las razones por las cuales me negué n reedit:lr Argentina rnel rn!lfjón cuan-
do me lo ofrecieron hace unos rulos. fue porque temía que cll ihro hablam todo el tiempo de
dependencia. Después desc ubrí que no, pero [Carlos] AllamirJno es un lector demasiado sa-
gaz; sí, habla de dependencia. Creo que no es necesario explicar porqué no hablarnos más de
dependencia: no porque no haya dependencia. sino porque las recetas para escapar de la de-
pendencia resultaron todas malas y quejarse de la dependencia es más o menos como quejarse
del régimen de lluvias".~~

Por diversas razones, que nadie podría prejuzgar como siempre confesables, ciertas
actitudes querrían desprenderse del naturalismo derrotado de un Halperin indudablemente
alejado de otras posturas suyas de todos modos no dema<;iado .. irreales·· (e !libro mencionado
es de 1964) 27 • Pues bien, esa contemplación que parece desprenderse de la aceptación, que
Halperin supone " lúcida". de lo que sería inevitable se adcrua y sostiene muy bien al confor-
mismo académico argenuno. Aunque es cierto que todas las rece t~s pam superar la dependen-
cia han fracasado. no es de sorprender que oircls aspiraciones entren en li7.a respecto al modo
de leer lo histórico.
Una expresión rectente de inconformismo que nuclcó a jóvenes historiadores de la Facul-
tad de Filosofía y Letras (U.B.A.), denominado Manifi esto de ocmhre , resumía buena parte
de las razones ha->ta entonces empleadas para no com partir el orgullo por la marcha de la
hi storiografía argentina (y la actividad intelectual en general)"~. La desconexión entre interés
político y escritura hist<)nca, la complacencia con las prácticas jerárquicas y .. feudales·· de la-;
cátedras universitarias, la naturalidad con que se aborda la persistencia de la mediocridad, la
escasa productividad de conocimiento. Frente a tal situación. ese documento se proponía abrir

Facultad de Filosofía y Letralt de la U.B.A. Es posible que l!n cl"rnterior.. del paí:. hayan surgido
tntervenciones al respecto y que por nuestro incorregible provmctaJHSmo poneño no conozcamos.
El hecho es que otras instituciones bien conocidas no dan Jugar a expresiones como las que siguen.
Es indudable que aquella Facultad posee, a pesar de todos los tesoneros intentos de destruirlos,
algunos rasgos "setentista.c;" que no existen o apenas sobreviven en otras instituciones. Se da. pues.
la paradoja que en espacio más prestigioso de producción académica es también aquel que, sm que
ello sea una muestra de pluralismo de sus autoridades. permita el surgimiento de voces alternauvac:.
!b HALPERIN, Tuho. "A tremta años de Argentina en el callejón", en PunJo de \·ista, 1993, n° 46.
27 Véase. sin embargo, el volumen homenaje: HORA) TRfMBOLT (comps.). Discutir 1/alperin.
Buenos Aires. El Cielo por Asalto, 1997.
28 Manifiesto de octubre (firman: E. Adamovsky. J. Cernada<;. l. Lewkow1cz, H. Tarcus. J. Trímboli,
J. Vezub. F. Wasserman), Buenos Aires. 1997: fue puhlicado en 1998 como separata<; de la'>
rcv1stas El Rodaballo y El Ojo Mnchn.

- 28-
prohistorio 3 - 1999

1:t discusión frente a quienes. si alguna vez fueron movili?adas/os por intereses mayores que
los exigidos parJ obtener cargos prestigiosos, ahora sostenian instituciones de escasa relevan-
cia pm·a una prfíctica intelectual crílica.
Del mismo tenor fueron las mtervenctones de Roy Hora y Javier Trímbolt en diversos
lugt~ICs:! 9 • Si reconocen que estamos ante una historiografía "innegablemente prolifica··. abo-
gaban por ''articuJar un saber específico con una práctica má"i ampl iar que. por supuesto. no
requiere de La renuncia al lugar de histonador. sin que se alimenta de él"'30 • Más radical es la
perspectiva de Pablo Poni. quien reivindica la inscripción de la actividad historiadora en una
conversación con la clase obrem y las clases subalternas, siendo esta la instancia privilegiada
de lcgitimacidn11 • En este autor encontramos. junto a esa revalorización dcl"mtelectual orgá-
nico··. una uprcciaci6n dd marxismo que parece muy lejana a la visión de Hora y Trímboli.
quienes parecen no notar cuán parecida es esta actitud suya a la retirada del"dcterminismo"
marxista de muchos/as mtelectuaJes de quienes no desean -;cr rcf1eJOS. Lo mismo vale pam la
composición posiliva linealmente admirativa que hace Poz.t.i del modelo "setentí sta'' de inte-
lectual. En el Manifiesto de octubre y en los escntos de Hora y Trímboli el rcch:.lZO de ese
modelo apenas si posee atenuantes (y tampoco una discusión sustanti va). en similar conso-
nancia con la opción socialdemócrata tipo "tercera vía" de buena parte del cuerpo profesora l.
Y si Pozzt es ambiguo respecto aJ marxismo. menos matices encontramos en la críticu de
E. Sartelli a la historiografía argcnt ina':. Es así t¡uc defiende el marxismo stn dcma.stada!-1
dudas. pero runcbmentalmente apela a la política como una salida (¡,mágica?) a lu situa-
ción 11 • Sostiene que ..sm una apuesta política que guíe la labor imelcctual. surge la carrera
académtca como un tin en sí m1smo. el vtaJC 'tructállco ·a umversidades extranJeras. el ·pape-
lito' como ccnificado de méritos intclectu<lles". El resultado sería la reproducción de la si tua-
ción y la sujeción de las nuevas camadas a la nueva dogmát ira academicista. La rccicntr
recuperación de la rigura de Milcíades Peña. un h1storiador como pocos desgajado de la con-
sagración académica. pretende ir. también. contra esta misma sujeción al mostrar que vtrcl
práctica historiadora es posibte34 • Que allí se encuentre la respuesta a la crisis actual es empe-
ro dudoso.

1
" Prólogo a Pensar la. \rgt:ntinu. o p. <:ti., y .. La!-. virtudes del parru.:idio en la htstonografía. Comen-
lana S()bre la mirada de Ema Cthotti a la 'generación ausente .... en Entrepauulos. no. 6. 1994.
3ll. HORA y TRÍMBOLI. ··Las virtudes". op. cit.
31
POZZI. Pablo. "Hacta una alternativa intelectual ... en Taller. Re,·ista de Sociedad. Cuúura' Polí-
tico, n° 7, agosto de 1998.
~ SARTELLI , Eduardo...Tres cxpn!l>ioncl> de una cm1s y una tcsL~ olvidada ... en Ra:fm y Rel·o/u-
rión. n° l. 1995.
J· Apc.:nas ~~:.e ha comcn¿ado a rct.lt:.cuur en Argcnuna la problcmatu.:a del man..1:.mu en ht:storta. Ver
ASTARITA. Carlos. ''Notas para la agenda de histonadores marxi:.tas". y ACHA. José Omar.
"Problemas actuales de una hil>tonografía marxista". ambos en Debate Marxisw. no. 11. 1998
~ TARCUS. Horacto. El mar.nsnw olndado en la i\rgentmo Sih·ío Froncfi:t 'Mtlrtade~ Peña.
Buenos Atrcs. El Ctelo por Asalto. 1996.

- 29-
A.cHA. J.- HALPFRI'\, P.. «Retorno a la democra<:ia libt!raL.»

Un signo de nuestros tiempos es que ca<;i ninguna de estas críuca.c; arllcule una modalidad
práctica diversa de construcción de conocimiento histórico y actividad políticafuera de los
espacios académicos. Quien alude a la cuestión es P. Pozzi. aunque sin desarrollar tan comple-
jo problema. Una excepción la constituye la creación por H. Tarcus del Centro de Investiga-
ción y Documentación sobre la Cultura de Izquierd~ (Ced.inci) en Buenos Aires". ¿Cómo
articular voluntades para la realización de investigaciones que no reponen dinero ni prestigio
académico?. ¡,cuáles son los posibles c::un inos para la publicaci6n?. ¡,quiénes serían los
interlocutores del conocimiento?. ¿qué problemas implica el financiamiento?. el<: .• son temas
que esas críticas no trataron.
Estas últimas deficiencias para perspectivas que se ven a sí mismas como radicalmente
diferentes en cuanto a valores y deseos de la historiografía dominante podrían dar pábulo a la
recíproca críuca sobre su carácter interesado: ¡,acac;o no se trata solamente de jóvenes en bus-
ca de legitimación por otras vías que lac; del cursus honorum o de pares marginados por
motivos más o menos justos? No estamos en condiciones de considerar taJ posibilidad, que sin
duda no cambia el problema. reduciéndose a una falacia ad hominem. En todo caso. vemos
que aun el contra-imaginario de la historiografía académica persiste hasta ahora preso de las
constricciones de los muros institucionales. Los mtentos de espacios alternativos. empero. por
fragmentarios y pasajeros que fueran. son cada vez más visibles. Encontr::unos un conjunto de
revistas cultur:llcs y políticas que tomicnz.ns a sociali1.ar los conocimientos por c~~n~lcs no
oficiales que si bien no otorgan curriculum. están at'licrta' a nueva' prcgunras e intcncionc.;
emancipatorias. También existen programas de investigación y centros (como el mencionado
Cedinci). que intentan funcionar con una lógica abierta y novedosa. Todo esto aun no niega
que reste mucho por construir. ni que estas experiencias estén fuem de discusión.

IV. Las nec~idades de una nueva historiografía

En una discusión de las condiciones de existencia de la historiogmfía actual a n<Jdie -y no


somos la excepción- se le oculta su carácter situado. Escribimos desde un punto de vista.
Desde allí qujsimos mostrar las argumentacione-s respecto a la distancia entre las anteriores
configuraciones de sentido asocmdas a la práctica historiadora prc-dictadura (que en muchos
casos la inscribían en o1r.1 práctica par excellence: la política) y las dominantes en el contexto
del retomo a la democracia liberal.
El nuevo "capital" necesario para competir en la arena del campo intclcctual especílico
de la disciplina histórica se ha transformado. Ya no se trata de identificar el saber con un sujeto
social que lo "realizara". ni que la investigación "empírica" diese v1gor a una potente inter-
pretación. lnspirados/ac; en N. Ellas o en Horkheimer y Adorno. algunos/as podrían conside-
rar la cuestión desde el ángulo de un cambio civilizatorio. en el cual una razón tecnocrática
gwara a la tarea historiadora. perdidas irremediablemente otrac; (perimidas) modalidades de

.l< Datos de esta tnstliUCJÓn en Entrepusados. n° 15. 199!<.

- 30-
prohlstorlo 3 - 1999

lcgitimuc ión. Sería, así, que la transformación incidiría en una nueva función de im:lusión de
imperativos prácticos a la solución de problemas inscriptos en las agenrus de quienes toman
las decisiones. En otras palabras, la figura ideológica del intelectual universal habría dado
paso. por la complejizactón del sistema cientifico-comunicauvo en el capitalismo tardío. a
una nueva especie de "intelectual orgánico" del management de instancias de la sociedad. La
producción de conocimiento se convertiría en racionalización de objetivos externos, y el ideal
romántico de la Bildung perecería ante la acumulación de curdrula y procreación taylorist:l
de papers (¡,como éste?).
Puede que las condiciones de posibilidad para las prácticas mstitucionalcs de producción
de conocimiento estén sometidas nuevas coerciones, y hasta pueden comprenderse las inquie-
tudes que ello puede producir36 • El sometimiento de la tarea intelectual a las lógicas
institucionales plantea un d1lema que nada parece próximo a resolver sino en un cuadro de
situación caracterizado por la impronta tecnocrática que desde las dectsiones estatales comen-
zaron a derivarse con la creación de los ststemas científicos y tecnológicos. y que la imposi-
ción progresiva pero inexorable de la racionalidad instrumental sólo sistematiza e incrementa
en violencta.
En este comcxto va de suyo que la pregunta es: ¿cuáles son los intereses de conocimiento
relevantes para la histonogmfía actual? Una descripción de la normwiva metodológica. que
no podría sino imitar sin éxito a Langlois y Scignobos 17 • no agregaría nada a la crítica. Si las
consideraciones previas pudteron aludir a ciertas posic1oncs al respecto. quizá se comparta la
insatisfacción por su incompletud. o su limit:!ción a declamaciones que no alcanzan a cubnr
la superficie pr.lctica que muestra conducta'\ muy en conLra de tan nobles oficios. En cualquier
caso la polémica es imprescindible para el planteo de la cuestión. Hemos repasado las convic-
ciones principales de la h1stonografía actuaL y éstas muestran buena parte de sus ltmnacioncs
para hacer de la práctica historiadora algo más que reproducción. Se entiende 4uc nucstm
argumentación no se dedicara a discutir las interpretaciOnes de la "cmpiria" presentes en h.t
historiografía dominante: haciéndolo aceptaría la referencia científica y no ideológica que
justificaría una práctica historiadora autónoma y reproductora de lo existeme (sin embargo
acordamos que la vinculación de esa práctica con su producción "científica" es una discusión
pertinente). Nos preguntamos: ¿es relevante para la historiografía dominante que la sociedad
esté dmgida (aunque no sólo) por el capitaL el dolor y la ideología'? Esta no cs. empero. una
pregunta que se consideraría pertinente para la "ciencia". Puesto que la "ciencw" es una
construcción. actualmente está construida libre de intereses emancipatorios. o lo que es lo
mismo. está satisfecha. Una crít ica de la razón hi~órica está, pues. a la orden del día .

l6 TENTI FANFANI. Emll1o "Del intelectual orgántco al anali<;ta ~nnhólico". en Rel'l.\111 de C1ennas
Soc10le.\, 1994. n° l. pp. 19-29
J- MOREYRA. BeaLrtL J F:l oficio dellll\·lonatlor. C'órduha. Ccmro de E"tudios H tstóncos. 1995.

- 31 -
prohlstorlo 3 - 1999

Historia y prospectiva 1
MAt·RJcE Ant:\RD
-Maison des Sciences de l'Homme. París-

Resumen:
Al contacto de las ciencias socmles,la rclaciün trad1cionaJ 4ue la historia y los histo-
nadores mantienen con el tiempo. se ha transformado profundamente: el movimien-
to. iniciado desde los años 1920s .• se ha acelerado durante el curso del último medio
siglo. Ciencia del pasado parn comprender y construir el presente. como lo quería
Lucten Fehvre. la historia ha provisto a las otras disciplinas. definidas como ciencias
del presente para construir el futuro. un «resevorio de informaciones» sobre las cua-
les fundar sus previsiones. La<> tres temporalidades de Femand Bmudel. al mismo
tiempo. fueron basculadas hacia el futuro. donde permitían encuadrar los cambios
posibles: el acontecimiento. la media durac1ón de las coyunturas. la larga duración
de las estructura<;. De su lado. la historia pudo hacer suya. al menos en parte. la
relación con el tiempo. situ::tda b::~jo el signo de la indeterminación de un futuro con
mucha<; '\oluciones. que le era propuesto sobre todo por la economía.

Palabras Clave:
Historia · futuro- prospcctiva - Femand Braudel - lcmporalidadcs

Abstract:
The traditional rclationship bctwccn hístory. historians :.md time has bccn tr.:msfonned
profoundly dueto lhe contact with thc social scicnccs. The movcment -initiated from
the ycars 1920s- hac; sped up in thc course of thc sccond half of thc century. The
history, undcrstood like sciencc of the past with thc aim of undcrstanding and buil-
ding thc present (Lucien Febvre). has provided the othcr disciplines -which are scienccs
of thc presentto build up thc futurc- with information for cstabl i!:>hing his forccasts.
Thc thrce tcmporalitics of Fernand Braudel were driven to the future. ""herc they
were allowcd to place the possiblc changes: the l:vcnt, the mcdtum duration of thc

Traducción del francés de Daría Barriera.

- 33 -
AYMARD. M .. <<Historia y prospectiva»

circumstances and the long duraúon of thc strucrurcs. In this sense, the his10ry was
able lo mak.e hcrs, :u le3St in part. Lhe relarionship with time. placcd under thc sign of
the indctermination of a plural futurc, that was proposcd -mosLJy- by thc cconomy.

KeyWords:
History- future- prospective- Fcmnnd Brauclcl -tcmpomlities

- 34-
prohlstorio 3 - 1999

na tradición perewsa -pero tenaz- ha querido hacer de la hJstoria una cienc1a del pasa-

U do. Ella es an!e todo. corno la<; otras ciencias sociales. una ciencia del presente. Y no
solamente porque ayuda a comprenderlo. sino porque sin pausa es modelada y
remodelada por éste. Toda<; las «informaciones» que la historia puede cstahlecer y pre-
tende acumular, todos los «relatos» que elabora y propone al lector. no cobran su serllido sino
en relación a lo~ interrogantes del presente y sobre el presente: unos y otros son el producto de
su tiempo, poseen su fecha y su edad, y no pueden ser reutilizados sino como objetos de histo-
ria, al precio de una nueva lectura critica. Si ciertos grandes libros de hiStoria. de Tucídides a
Jules Michelet o a Femand Braudel son siempre considerados como actuales. es porque respon-
den a nuestras preguntas de lectores contemporáneos: sólo resisten a 1:.1 usura del tiempo aque-
llos que remontan la prueba de esta reactualización permanente y se prestan a esta multiplici-
dad de relecturas sucesivas. El ktema e1s aet supone una victoria sobre el tiempo. Esto coloca
a la historia en una posic1ón panicular: no procede solamente por acumu lación, pues esta acu-
mulación de saberes, de resultados y de interpretaciones está acompasada de nuevas puestas en
cuestión. no solamente sobre la validez de las informaciones o de las conclusiones má<; o menos
rigurosamente establecidas, sino sobre todo sobre los mismos cuestionarnientos que han prece-
dido y orientado la investigación. e hipotecan la pertinencia de los resultados.
Nos cuidaremos entonces de ironizar sobre la historia de ayer. en la cual las curiosidades
políticas. diplomáticas y militares respondían a la<; exigencias de 1:.1 educación de los prínci-
pes. de los ministros y de los jefes de guerra. ames de llegar a un púhlico culli vado más
extenso. que se consútuyó socialmente entre los siglos XVIII y XIX. Éste. sin participar direc-
tamente en la toma de decisiones, sin poder siquiera, al menos aJ principio, modificarb. rei-
vindicaba el derecho a comprenderla. a comentarla. aprobarla o cri ticarla. La j!enerahzación
de la democracia política. en el curso del último siglo. ha venido a modificar las reglas de
Juego: la decis1ón política tiene necesidad de La confirmación de un voto para ser legíuma. La
historia de ayer estaba destinada a orientar las decisiones de los gobernantes que no tenían que
rendir cuentas más que a ellos mismos. a su «gloria» y a la posteridad. y a aclarar estas
decisiones a la luz de una cxpericiencia del pasado. Esto es sobrepasado por otras exigencia<>
fonnuladas por otros públicos. y por el encuentro con otras disciplinas que le han embarcado
en otras aventuras y sometido el rigor de su recorrido científico en relación con otros criterios.
Esta mutación, que hiLO bascular a la historia del lado de las ciencia<; sociales. se hiw en
dos tiempos: al contacto de la filosofía primero y de las ciencias de lo social inmediatamente
después. Estos dos encuentros han marcado profundamente a la historia y. a ojos ue muchos.
le han dotado de los títulos de nobleza que le faltaban. Las gmndes construcciones hegelianas
o marxistas (las primeras). confirieron al tiempo. liherado de toda referencia religiosa. un
sentido -significación y orientación a la vez- que la historia misma. como disciplina dedicada
a las reglas en el estahecimicnto uc los hechos. se revclaha incapu de darle: una lógica de la
necesidad a la vez que un horizonte del porvenir. El marxi smo ha logrado incluso funcionar
por mucho t1ernp<>, durante cas1un siglo. como una destacable profecía auto-realizadora. Hoy.
a la hora de los balances. sin duda más provisorios que defin itivos. estas proyeCCIOnes en el
futuro han dejado de scduc1r y se cncuenu1m reenviadas a la historia mtsrna. como otms tantas
- 35 -
AYMARD, M., <•Historia y prospect1va•>

creencias cuyos comen idos y trayectorias, desde su afinnación hasta su ocaso. serán objetos
de historia como otros. Permiten escribir, Jo que y3 es mucho. un capítulo de la histona de las
ideas y de las pasiones. individuales y colectivas. de nuestro siglo.
El encuentro de la historia con las ciencias sociales y. en panicular. con aquellas que como
la antropología, la economía, la geografía o la sociología traran del funcionam iento de las
sociedades como conjuntos colectivos, ha tomado como entrada de juego otra forma: la de la
competición, apuntando generalmente a incorpomr o marginalizar las diciplinas vecinas en
nombre de la creación de una ciencia social unificada. Esta ambición unificadora atravesó el
siglo XX, desde el programa durkheimiano hasta la pretensión reciente de cienos economistas
de proponer su disciplina como «gramática universal de la ciencia social». Sin olvidar, por su
puesto. el tour de ptste efectuado por la historia en los años 1950s y l960s. aún si la formu-
lación del objetivo se pretendía falsamente más modesta cuando Femand Braudel proponía la
larga duración, con la matematización
, y la reducción al espacio como tema de convergencia
entre las ciencias del hombre. Estas se encontrJban, es verdad, en estos decenios de la segunda
pos-guerra, interpeladas por la línea de frente de la actualidad, sometidas a la demanda
prcsionante de los políticos. que le requerían nuevamente esclarecer sus decisiones. Pero una
decisión radicalmente diferente de aquellas que habían hecho de la historia. entre los si~los
XVII y XVIII, una materia obligada de la educación de los príncipes.
Los gobernantes. confrontados con las transformaciones r.ípidas. irreversibles. tan thlíci-
les de dominar como de prever de las sociedades contemporáneas de las cuales tenían la carga
y en cuyo consentimiento fundaban su poder. no podían hacer otra cosa mejor que demandar
a las ciencias sociales el saber que pretendían poseer: pero casi siempre muy tarde, como lo
constataba Georges Friedman que comparaba los sociólogos a los bomberos 4ue uno ha deci-
dido llamar cu~mdo el incendio ya ha estallado. en lugar de demandarles de antemano qué tipo
de precauciones tomar para evitarlo. Comprometidos en la acción a corto plazo. apremiados a
encontrar soluciones satisfactorias en lo inmediato para sus mandantes. los responsables polí-
ticos, en el sentido más amplio del término -todos aquellos de quienes dependen decisiones
que conciernen al porvenir colectivo- percibían que les hacía falta ver más lejos, prefigurar el
futuro, identificar las evoluciones a mediano y largo plazo, aún si, al fin y al caho. los mismos
consejos que habían solicitado no podían ser tenidos en cuenta más que marginalmente.
Al mismo tiempo que Fernand Braudel proponía a los historiadores, para ayudarles a
comprender mejor el pasado en su complejidad, una jemrquía de las temporalidades. simplifi-
cada porlas necesidades de la demostración en tomo de tres niveles -el acontecimiento, la
mediana duración de la coyuntura y la larga duración de las csLructuras cac;i inmóviles y de las
evoluciones lentas- esta misma jemrquía, aún en la medida en 4ue se minimizaba la importan-
cia del acontecirninto, abolía la frontera entre el pasado y el porvenir: permitia proyectar sobre
el futuro el mismo tipo de lectura. Éste se inscribía en la continuidad de las coyunturas y de lac;
estructuras que modelan el presente; un presente que había dejado de marcar no solamente el
fin de la historia, sino también el punto de referencia en relac1ón al cual debía escribirse la
historia.

- 36-
prohlstorlo 3 - 1999

Al menos Jcsdc 1(\s años 1920s. cienos historiadores, sobre todo -pero no solamente- en
Francia (alrededor de los Annales), estaban preparados para semejante camb1o. Los objetos
estudiados. las preguntas planteadas. los métodos utilizados: una gran parte de su trabajo
había estado onentado desde afucra por interrogantes nuevos. que ponían en cuest ión el pre-
sente y el futw·o, y que les er.m planteados cada vez más seriamente por economista<;. dcm<lgr..úos
y sociólogos. o a veces. aunque entonces como un desafío. por los antropólogos. Las respues-
tas succs1vas de los historiadores y la apropiación, que este trabajo les 1mponía. de útiles y de
conceptos que no les resultaban en principio familiares. y que manejaron en un comienzo con
cierta torpeza, acompasaron las transformaciones casi siempre muy concretas de la prácuca
de su disciplina y su visión de la misma.
A fines de los años 1920s. la investigación internacional sobre la histona de los precios
animada por Lord Beveridge se inscribía ya en esta perspectiva: la multiplicac ión en el espa-
cio y la prolongación más lejana posible en el pasado de las series disponibles debían permitir
validar empíricamente la teoría de los ciclos y de las tendencias. y val idnr así la aplicación de
las mismas a las economías del siglo XX. antes bien que utilizarlas para comprender las diná-
micas de las economías antiguas.
Tms la segunda guerra mundial, es todavía una problcmát.ica eminentemente contcmporfí-
nea -la del take-off y la de sus condiciones previns. dictada por las contradicciones. aparente-
mente irrcmonwblcs. en las cuales se debatían las economías de los p~úses del Tercer Mundo-
la que debía impulsar a los historiadores a interrogarse sobre las condiciones del «despegue».
históricarncme logrado. de las economías de la Europ<.~ del Antiguo Régimen. En este caso.
dos decemos de investtgacionec: h;m arroj:ldo por rec:uhado desme-ntir lo ec;cnc1a 1de lae; tec:ic: de
Walt Rostow.
En los mismos años 1950s.la demografía hist<lrica nace también de las preguntas de los
demógntfos sohrc las condiciones de la «revolución demográfica». Esta de hería pcrm itir ajus-
tar. al precio de un cambio de los comportamientos. la fecundidad y la natalüiad de los paises
del tercer mundo a la baja de su mortalidad para limitar un crecimiento de la población que
parecía condenar al fracaso todas las políticas de desarrollo. Los países de la Europa indus-
trial habían dado el ejemplo entre los siglos XIX y XX y, entre ellos. Franciu parecía haber
anticipado. desde las últimas décadas del siglo XV liJ, una evolución llamada a generalizarse
inmediatamente.
Al comienzo de los años 1970s.la crisis económica internacional movilit.a de nuevo a los
historiadores en una doble dirección: los movimientos de mediana y l<trga duración. por un
lado y las jerarquías interna<; al sistema capitalista imemacional por el otro. Y no fue sin duda
una casualidad que la reacción de Femand Braudel fuera inmediata. ca~i en caliente, sobre los
dos frentes. Del lado de la crisis. y contra todos aquellos que se focalizaban sobre su origen
«petrolero». Braudcl entendía que esta línea parecía marcar en el meJor de los casos una caid:l
de tendencia a venticinco o tremta años. comparable a su homóloga del último cuarto del siglo
XIX y en el peor. el comicnto de una tendencia secular. De allí sus dudas ir6n1cas sobre el
optimismo de las previsiones que debían florecer algunos años más tarde. bajo la forma de «la
crisisc~tá terminada» y sobre los sucesivos planes de los políticos. desgmctadamcntc mole!-. tos

- 37 -
AntARD. M.. <'Historia y prospc,·tiva»

de actuar a contracorriente. frente a una situación que no dominaban ni podían dominar. Del
lado de las jerarquías internas del sistem::t económico. su reencuentro intelectual con lmmanucl
Wallcrstein. cuyo primer volumen sobre el world-system aparcía precisamente en 1974, va a
marcar la reescritura del tercer volumen de Ct,·i/isation matérielle. économie el capiwlisme
(1979). Un tercer volumen, Le Temps du monde, que termina precisamente con un interro-
gante sobre el presente y el futuro.
Al mismo üempo, al giro de los años 1970s., el poder de fascinación ejercido por la antro-
pología -que viene a concurrir con la historia en el terreno de las estruct un1s de muy larga
duración que había pretendido ocupar, y reintroducir en la puesta en perspectiva del tiempo, a
la vez la permanencia de las invariantes y la discontinuidad de verdaderas rupt w-as culturales-
llama a los historiadores a apropiarse de nuevos conceptos -por ejemplo aquellos que subyacen
al análisis de sistemas de parentesco o los de la antropología económica- para investir dom i-
nios nuevos o al menos relegados por ellos ha'ita entonces: la familia, las categorías de inter-
cam bio. del don. de la economía del prestigio. de la destrucción de las riquezas. la multiplki-
dad de racionalidades. los sistemas de comumcación entre las personas y las consecuencias de
la generalización de la lectura y de la escritura, cte. Lo mismo sucede con las investigaciones
que modifican la mirada echada sobre el pasado próximo. el presente o el futuro. Esta mirada
pone cada vez más el acento sobre una ruptura. señalada en una fecha aún reciente -la del
«mundo que hemos perdido».la del «fin de los campos», etc.-. sobre una lectura distanciada
de las sociedades contemporáneas -que ganan la extrañeza del exotismo y pierden la fucrla de
~u ~;vitkn~ja- y sobre la aparición o la creación. reciente o en curso. de nuevas maneras de vct
y de nuevos ohjetos culturales planteados todos ellos bajo el s1gno de «la in vención»: la mon-
taña, el ocio, el deporte, la juventud, por no evocar más que algunos títulos de libros recientes.
Todas estas sucesivas demandas. en forma de llamado a la cooperac tón o de desafío. han
marcado la evolución de 1:1 investigación histórica y de la actitud de los his10riadores en el
curso de los úJtimos decenios. Éstos han huscado mostrar en cada oportunidad que sólo el
repliegue sobre el pasado permitía comprender el presente y, al menos, formular hipótesis
sobre el porvenir. Estas hipótesis asociaron dos caminos principales, uno fundado sobre la
continuidad del tiempo y el otro, al cont:rario, sobre su discontinuidad: de un lado, la prolon-
gación sobre el aval de regularidades estadísticas (en el sentido más amplio del término) iden-
tificadas más arriba y, del otro, la idcntifiación y la LOma en cuenta de los cam bios de estruc-
tura y de sus consecuencias.
El pasado era ac;í llamado a proveer, por los anticipos de diferentes cienciac; sociales, el rol
de reservorio de informaciones. Un reservorio que el trabajo de los historiadores sometía. para
valorizar sus posibles utilizaciones, a un doble trabajo: uno de cla'iificación y de reclasificación,
a fin de responder a nuevac; preguntac;; el otro, más significati vo todavía, de enriquecimiento,
que ha tomado en torno suyo una forma doble. La incorporación de nuevos datos, potencial-
mente ilimitada ya que todo podía ser o transformarse en objeto de historia. «El ogro de la
fábula», según Marc Bloch. sigue. en su curiosidad bulímica, el programa 1.ra2ado por Lucicn
Febvre- «Los textos, sí. pero todos los textos... Los textos. sí, pero no sólo los textos». La
espectacular expansión del tiempo de la historia. fue permitida en particular por la revolución
- 38 -
prohlstorlo 3 - 1999

de los métodos de la arqueología: la historia de anteayer podfa comenzar en el segundo milcnio.


la de ayer. «en Sumen>. es dectr. s1empre con la invención de la escritura; la de hoy comicnn
al menos en el octavo milenio. o hien aún antes. y las antiguas fronteras cm re historia y pre o
proto-historia han perdido una gran parte de su sentido.
Esta mulúpUcidad de juegos sobre las fuentes -invenc ión. clao;i ficación. lugar otorgado a
los objetos materiales y rclativizacíón paralela del privilegio largamente acordado a los docu-
mentos escritos- han hecho mucho en la modificación de la relación de los historiadores con el
tiempo. Sin duda éstos se encuentran todavía generalmente molestos frente a lac; modeli7.ac1ones
construídas por los economistas alrededor de la noción de estacionalidad. Es verdad que. como
lo escribe Franc;;01s Bourguignon, «...en un mundo estacional, e 1pasado no es más vcrd<Jdera-
mente el pasado ni el futuro no será verdaderamente el futuro desde el momento que, por
definición, todo acontecimiento observado hoy o en el pasado. se producirá aún en el futuro
con una probabilidad 1gual a uno» 2 • Pero. a sus ojos. este no es sin embargo un motivo sufi-
ciente para, como lo sugiere Roger Guesnerie. encerrar a la historia dentro de« los límites de
la razón ». y prohibirle la utilización de la «hipótesis de la racionalidad de las previsiones»3 :
Este rechazo reposa explícitamente, es cierto. sobre una identificación de la historia con el
tiempo largo. mientras que éste no es. ni lo era a ojos de Femnnd Braudel, más que una de las
temporalidadcs -si n duda la más englobante. pero scg ummcnte no lu única.
De hecho. el historiador juega hoy su relación con el tiempo sobre múlt1ples registros. El
desde ya c lá~ico de h~ continUidades. de las constames. de las inercias. El de las rcgu lari<tldcs
estadísuras y de los pesos glohales. El de las series tempomle".l 1hmdas de " U detc>rrninismo
tranquilizante por los análisis stochásúcos. El de las rupturas y de las discontinuidades cstruc-
tuntles. que« ... modJfica ntdicalmente la concepción del tiempo en )¡¡teoría y la práctica econó-
mica y fuen~a a ahstmero;e de la h ipótes1s de estacional1dad)>~. Pero también e1registro de las
normas y de lm; convenciones, reproducidas, confirmac.llt'i pero también transformadas gencm-
ción tras generación por decisiones de los actores sociales que no son ni totalmente inocentes ni
totalmente mconsc1entes. lo que explica que su significación y sus aplicaciOnes no cesan de
modificarse al m1smo riuno que el contex to en el cual se inscriben. O aún el de las decisiones
individuales más anónimas y más banales, en las cuales los m1cro-historiadores nos han ense-
ñado a ver las elecciones efectuadas al mterior de un extenso inventario social y cultural de
posibilidades y en el cuadro de redes interpcrsonales sobre la hase de una información siempre
incompleta, por supuesto. pero compartida. cuyos contornos pueden ser precisados.
La mirada planteada sohrc las estrategias familiares o sobre la aplicac1ón concreta. y en
absoluto ciega, de las regla.~ que presiden la elección de l cónyuge o la transmisión de bienes.

1 BOURGU[GNON. Fran<¡OJS <•Dynam1quc Cl slaLJOnnartlé en économic». en La Leure Delia. 6.


Julio de 1997. p. 2.
1
GUESNERIE.Rogcr <•Rationalité e1 intclllgJbilité de la soc:Jélé.,. en La Le/11"1? Delta. 6. J uho Je
1997,p.8.
BOURGJGNON, Fran<;oi:. •·Dynam1gu~. ·" . p.-+.

- 39 -
AY!\.1ARO, M., <<Hi!>toria y prospcctiva»

se ha visto fundamentalmente cambiada. En cuanto a las «cárceles de lanm duración», evoca-


~

das a propósito de elecciones pasadas efectuadas por las diferentes sociedadec; en maten a de
«plantas de civilización», su definición por Femand Braudel precedió la formulación de los
modelos de dependencia tempoml, puestos a punto para dar cuenta de dur.:lcioncs infinitamen-
te más corta.s.5 Pero. desde que se ha cambiado de escala tempor.:l l, el estudio de su funciona-
miento puso en ev1dencia. a la par de los límites que imponen. mucho de flexibilidad. de
capacidades de adaptación, de préstamos, por fuera del ténn mo de «Cárceles». que no lo su-
giere. En todos los cac;os. el pasado reencuentra el margen de indeterminación y de aleatoriedad
que la historia, fascmada por las relaciones de causalidad. había tenido tendencia a negar por
muy largo tiempo. Y, por aquello mismo, el historiador se aproxima a1 presente y aJ futuro, y
parece jusúficable el mismo tipo de análisis: saber la continuación de la historia no alcanza
para comprenderla y menos aún para explicarla.
El historiador, frente a estos múltiples encuen tros con las otras ciencias sociaJes. pero
también en el trabajo sobre su disc iplina y las revisiones que te ha impuesto su propio desen-
volvimiento, ha sido llevado a modificar sensiblemente sus métodos y a redefinir sus ambicio-
nes. Poner el úempo entre paréntesis, por las necesidades de un modelo, ha dejado de chocarle.
Pero no puede renunciar duraderamente a esta relación privilegiada y difícil al tiempo que
constituye la base de su oticio, aún si acepta de buena gana todas las posibilidades que le son
ofrecidas de tomar con él las libertades. para proponer otras cuestiones y esc~1par" sus moles-
tias y sus evidencias. La historia reciente de las poblaciones nos ofrece un buqué muy comple-
to de eJemplos que valdrá la pena detallar.
Hoy. el demógrafo puede demostrar que la recuperación de la fecundidad ha representado
un fenómeno general en la mayoria de los países europeos desde mediados de los años 1930s.,
pero que ha escapado a los observadores de la época. quienes no disponían los útiles de análi-
sis necesarios para aprehenderlo y se contentaban con razonar sobre las cifras absolutas de
nacimientos. sobre las tasas brutas y sobre la relación del número de nac imientos y el de
casamientos: ejemplo clásico de opacidad del presente, en la ausencia de instrumentos técni-
cos de obseiVación que la reflexión posterior sobre las razones de tal ceguern conducir:i preci-
samente a poner a punto. Pero el sentido y el planteo de esta inversión de tendencia de la
fecundidad no aparec ían plenamente sino con la perspecúva. cuando, al cabo de un paréntesis
de cuarenta años ( 1935-75) « .. .la fecundidad rcencuentra sensiblemente el nivel que hubiera
sido suyo si la tendencia a largo pla7o. anterior a los años treinta. se hubiera m:mtenido»6

' AYMARD, Mauricc <•L' Euro pe des nourritures végétales. Une nouvcllc visite aux prisons de 1onguc
duréc)), en CAVACfOCCH1, Simonerta -editora- /1/imenta:ione e nutri::ione, secr:. XIJI-XVlll,
Atti de Ua Vemonesima Setlimana di Studi de U' Instituto Tnterna.lionale di Storia Economica F.
Datini di Prato, F1orcnce, le Monnier. 1997, pp. 91-112.
¡,
SARDON, Jean-Pierre y CALOT, Gérard «La repnse de la fécondHé au mihcu des annécs 1930.
phénomcne non per~u des obscrvatcurs du Lemp~ ?», comunl(:a<..16n prel>cntada en <!1 coloquio
«Adolphe Landry: economista, dcmógrafo y l!!gÍ~IacJor», Corte, 3 al6 de scpl¡crnbrc de 1997, en
L'Observatoire Dénwgmphique Européen I'OIIS informe, 5, octubre de 1997, pp. 13 y 18.

- 40 -
-
prohlstorlo 3 ~ 1999

La demografía había estado en el corazón de los análisis prospcctivos que potlí:.Hl apare-
cer, hace vcmte o treinta años. entre los más fundamentados y que h1potccaban el resto. La
lentitud de la baja de la natal ictad y de la fecundidad en los países en vía de desarrollo. al imen-
taba las previsiones más catastróficas. A partir una estimación de seis mil millones de seres
humanos para el año 2000, la población del globo debía entonces ser multiplicada por dos o
dos y medio antes de estabilizarse, entre doce y quince mil millones. En lo sucesivo. la horqui ~
lla prevista se sitúa en tre cticz y doce, pero « ...el horizonte de un tope ubicado en ocho mil
millones de hombres se vuelve cada vez más aceptable.» Esta cifra encubre evidentemente
múltiples contradicciones en el espacio, en el mapa de la población y en las evoluciones res-
pectivas de la fecundidad, de la duración de la vida. de las corrientes migratorias y de la
urbanización, tanto como la persistencia de los actuales desequilibrios demográficos. Pero
también mvita a pensar el futuro. y sobre todo el concerniente al peso que estos ocho mil
millones de hombres tendrán sobre el medio ambiente en diferentes aspectos: más que la cifra
absoluta, lo que se vuelve el factor clave es la evolución de la estructura del consumo.'
AJ mismo tiempo. y ambos caminos están evidentemente muy relacionados. el progreso de
nuestros conocimientos sobre la prehistoria desde la apmición de Jos primeros seres humanos.
invitan a reconsiderar y a precisar las estimaciones propuestas -y de hecho deducidas por
cálculos a partir de un cieno número de indicadores~ del número de homhres que vivirían
sobre la Tierra desde hace 600.000 años -80.000 millones según J. Bourgeois-Pichut- o del
número de hombres de NéandertaJ. de quienes sabemos que pudieron coex1s11r sobre los miS-
mos s11ios con los de Cro-Magnon. sus sucesores. Pero para concluir 4ue " ... salvo lJUC se
postule que la aparición del hombre se reali7ó por decenas de miles de indivtduos .... la super-
vivencia de la espcc ie humana es fruto del azar.»8
AunlJUC alcatorié.b, pero fundadas !>Obre la aplu.:actón de modelos matcmát iws a ret:un;o:-.
imperfectos de reservorios de información acumulados. por lo esenc1al. a partir de la observa-
ción del pasado próximo (dos o tres siglos) y del presente. estas dos proyecciones (una sobre el
pasado más lejano. seiscientos milenios. la otra sobre el futuro inmediato. a penas un s1glo).
permiten tomar la medida a la vez de una ambición y de las enormes dJficultades con las
cuales no pueden sino tropc7ar. Necesario pero riesgoso. el juego de la historia y de la
prospectiva tiene este píecio.

7
CHESNAIS. Jean-claude <·La mondíaltslllmn démographiquc: un nouvcau regar<.!-.. sur le XX le
~icclc». '! vbRON. Jat:qu~s <•L'Humme el '>Uil nombre». en PP¡mlation 1!1 Société.,. Boletín men-
sual de mformactón del TNED. 318. noviembre de 1996. pp. 3 y~-
J Ver .:n <!l mismo número del Boletín de la INED. tiiUiado «comptt:r les homm.::. Six variatwn ...
autour d'un lheme»-. las contnbucíoncs de LERIDON. Henri <•Comp1cr les ocufs et compt.:r les
homrne~» . RIRABEN. Je<~n - NoCI <<Comb1cn furcnlles hommcs de Néandcnal» el BROVARD.
Nicolas <• Le role du hasard c.lans la croissance des populations.··

~ 41 -
prohlstorio 3 - 1 999

Hacia un n uevo paradigma historiográfic o*

CARLOS BARROS
-Universidad de Santiago de Compostela-

Resumen:
Sohre la base de entender simultáneamente la «crisis de la historia» como dificultad
y mutación. el autor anal iza su génesis desde los años 1970s. y cómo los historiado-
res est.án saliendo de ella cambiando de paradigmas historiográficos. Sin que ello
quiera decir que se valoren sin más como buenos todas los cambios en marcha.
Entendiendo por «pamdigma». según Kuhn,los valores compartidos por la comuni-
dad de historiadores. Se estudian asimismo los retos que la globalización. las nuevas
tecnologías. la relación con la sociedad y b ciencia contemporáneas. plantean al
nuevo pamdigma hisJOriogr:ífico en construcción.

Palabras Clave:
llistoria - crisis- paradigma- sujeto.

Abstract:
On the híL"is of undcrstanding the «Crisis of history» hoth likc diffirulty and mut<Hion.
the author analyzes its gcnesis from the 1970s. and how historians are going out of
the crisis changing the historiographi cs paradigms (This does not mean that they
value allthose changes as posilive ones). Carlos Barros understands «paradigms».
according to Kuhn, as the valucs sharcd by thc historians community. The anicle
also studies tl1e challenges that globalization. ncw technologics. its rclationship with
society Wld contemporary science pose to lhc ncw historiogmphic paradigm undcr
construction.

Kev

Words:
History- crisis - paradigm - subjcct.

* Versión escrita de las confcrcncws t!Jctadas. con este mi~mo título. el día ::!3 de aonl de 1998 en la
facultad de C1cncias SocJalcs de la Un1venmiad Autónoma di! Chiapas (San Cnstóbal de las Ca
sas), y el ::!4 de JUnio de 1998 en la Facultad de Humamdades y Artes de la Universidad de Rosano
(Argenllna). organizado por prohi~toria y la Escuela de Historia de la UNR.

- 4 3-
ntroducción.

1 A fin:1les del siglo XX se habla. y con razón , de la crisis de la hisroria. El diccionario


de la Rea1 Academia Española dice que la palabra ·crisis· viene a sign ificar dos
cosas juntamenre: una muración importante y una siruación difícil. Es decir que hay crisis
cuando hay dificullades pero se esrá produciendo un cambio. y seguramcnre lo segundo expli-
ca lo primero. No se suele ver así: cuando se aJude a una cri~is se piensa más en problemas y
wmplicacHmes que en solucl()ncs y facilidades. lo cuaJ dllicultula salida.

La historia en crisi'i.

Pero cuando hablamos de la crisis de la historia aJgunos pueden estar pensando. también
con razón, que hay quien cree en la crisis de la historia y quien no. Sin embargo, nuestra
disciplina vive su crisis indepcndienrcmenre del grado de conocimiento que cada colega renga
de ella. Cuando en octubre de 1917 explotó la revolución en la Rusia zarista. podía haber
gente que estaba haciendo calceta mientras sucedían esos hechos. que no dejahan por ello de
ser históricamente extraordinarios•. ¿No estamos aca~o los científicos sociales para eso. para
li más allá de la apariencia y de la cotidianidad de las cosas. tratando de ver lo que pasa en las
profundidades de los momentos históricos. y en la~ profundidades de nucstm disciplina doble-
menre histórica?
La crisis de la historia como disciplina forma parte de una crisis gene mi. ideológica. polí-
tica, de valores, que afecta al conjunto de las ciencias sociales y humanas. Mucho de lo que
vamos a hablar de crisis y salidas podría aplicarse. muraris nuaandis, a la antropología o a la
soc1ología, pero nos vamos a referir a aquello que conocemos y que nos inreresa m:ic;: 1:.1
historia como oficio en la transición entre los dos siglos.
El carácter general de esta crisis deriva de la simul taneidad de la crisis de la historia y la
crisis de la escritura de la historia. y atañe a todas las dimensiones de la profesión de historia-
dor. y de su relación con la sociedad. Vivimos. por consiguiente. una crisis. una dificulrad/
mutación que es global porque afecta a la práctica de la historia (la manera de investigar y
escribir la historia), a la teoría de la historia (los conceptos y plameamientos teóricos que
subyacen en nuestro trabajo). y a la función social de la historia (devaluada en un mundo
futuro que todavía algunos quieren sin alma. tecnocrático).
La primera víctima de la crisis historiográfica ha sido el paradigma cconomicista.
determinista y estructurnlista que ha identificado a los nuevo<; historiadores a panir de la

En una película inglesa reciente. Two Deaths ( 1995), varios comensales celebran un banquete, en
casa del médico de Ceaucescu, m1en1ras tiene lugar en la calle la revolución democrática rumana,
aparentando una mdiferencia hacia unos hechos que sin embargo van. antes incluso de finali7.ar <.'1
lilm, a camb1ar radicalmente :.us vidas individuales .

. 44 .
prohlstorlo 3 - 1999

Segunda Guerra MundiaJ!. Pero no se ha parado ahí. ~.:omo ha puesto en evidencia Georg
lggers3 • concicme laJTlbién a la propia definición científica de nuestra disc1plina, cuyo origen
se remonla al positivismo decimonónico. Criucos de la historia-ciencia propugnan la equipa-
ración de la historia con la literatura por la vía de su emparen tamiento con la ficción. la
narración.la hermenéutica o el «giro lingüístico», propuesto desde Estados Unidos. Relacio-
nes epistemológicas productivas en su versión modemda pero destructivas cuando nos retrotraen.
lo quiemn o no sus defensores más extremistas, al siglo XIX, cuando la historia era una disci-
plina pre-paradigmática, anulando buena pan e del capital acumulado por nuestra d1sciplina
durclTite más de un siglo. Por este camino la vertiente de dificultad que tiene nuestra crisis toca
fondo. y es entonces cuando tiende a imponerse la vertiente del camhio paradigmático. im-
prescindible pam pro¡:x>rc1onar respuestas a las anomalías que cue::.tionan nuestra vieja identi-
dad (la nueva historia).
Vamos a expl icar en tres fases cómo se fue manifestando esta crisis finisecular de la histo-
ria4 .tomando como referencia las décadas de los años 70. 80 y 90 (las tem.lencias que analiza-
mos se muestran con claridad en el final de cada periodo cronológico). Paralelamente, debe-
mos dejar claro que refui6ndonos a la evolución de la historiografía internacional, en general.
más que a un país en concreto, saJvo que el argumento lo precise. Todos sabemos que España
y Am6rica Latina han recibido el impacto de las historiografías más avanzadas con un desfase
cronológico que nos obligaría a introducir variaciones temporales en el supuesto de nuestms
historiografías nacionales. Desfase que. hay que decirlo. cada vez es menor. En la última
década del siglo. la gloha.l11ación historiográfica está acortando la distancia.~; entre las
historiografía~ nacionales. se tra'>miten más rápidamente Jos carnhios: en el siglo XX 1vivire-
mos todavía más simultáneamente las evoluciones de la htstoría y de la historiografía.

Primer retorno del !tujeto.

El contexto sociopolítíco e ideológiCO que caracteriza los años 70 está marcado por el
retroceso de todo lo que supuso Mayo del68 en lél historia. y en su escritura. En ese contexto
de repliegue acusa su primer golpe el paradigma estructura.lista, cconomicisl<l y determimsta.
imperante en nuestra disciplina, y en otras ciencias soc1aJes, durante los años 60. La primera
reacción histonográfica al objetívismo rampante. que nos auguraha un futuro feliz merced aJ
desenvolvimiento ineluctable de las contradicciones estructurales. fue el retorno del sujeto
inscrito virtualmente. pero jam5s des;UTollado. en lac; matrices de la nueva hisLOria. sea annalíste

<<El paradigma común de los rustonadon:s del siglo XX·•. La Jnrnw(lfm del histnriudor. n" 14.
invierno de 1994-95. Mich<>acán. pp. 4 :!5: Estudio.\ Sfldafe,. n" 1O. 1996. Santa Fe. pp. 21-44.
Medie\·ufi~;mo. n" 7. Madrid. 1997, pp. :!35-262.
\
IGGERS. Georg Lu cie11Ciu hi:¡tóricu en d sigw XX La:; tmJem iu., tiC 11/clie~. Barcelona. 1995.
Cris1s de fm del o;¡glo que es s1métnca de la que VI\ 1Ó la hl'.;tonogralía pOS!lJVÍ.Sta a pnnc!p!Os de
siglo XX.

. 45-
BARRos. C .. ••llac1a un nuevo ... >>

sea marxtsta. La historia descubre. pues. el sujeto antes que la sociología y que la filosofía':
casi veinte años antes de que los sociólogos se pongan a mvestjgar y reJlexionar sobre el actor
social. la elección racional o la acción colecti va. o de que se pusiera de moda la filosofía del
SuJeto...
De manera que la historiografía europea avanza. en los años 70. más allá de la historia
económica y estructunil: la historiogmfía francesa desarrollando lo que se llamó la hi storia de
la:, mentalidades. y <.¡uc desplegó después como historia del imaginario. antropología históri-
ca. nueva historia cultural...~: y la historiografía inglesa impulsando un nuevo tipo de tustoria
socml, no estruclUralista.
En el primer caso hablamos del paso de los segundos a los terceros Annales. del
redescubrimiento del sujero menraf ya presente en la obra y la reflexión de los fundadores de
esta escuela. En el segundo caso se trata de un desarrollo original del materialismo histórico,
con una buené:l base empírica y antropológica, centrado en el estudio histórico de las revueltas
y del cambio social.
Empero. el redescubrimiento inglés del sujeto social tuvo lugar demasiado tarde y dema-
siado pronto. Nos explicamos. Demasiado tarde porque el paradigma común. esos consensos
que compartían los historiadores en lac; décadas centrales del siglo. había evolucionado clara-
mente, en los años 60, hacia un planteamiento economicista. estructuralista y determinista.
que dominó también la lectura académica (y no académica) del marxtsmo. Hay que recordar
que la reacción de los historiadores marxistas frente a los excesos del estructuralismo marxis-
tas es muy tardía. 1978 es la fecha de edición de ese magnífico ti bro -aunque a su vez critica-
ble como demostró Perry Anderson. entre otros- de E.P.Thompson. Mi:,aia de 1a r eor ía. don-
de se defiende un marxismo con sujeto frente al marxismo objetivista, sin conciencia y sin
historia, de los seguidores del estructuralismo althusseriano. Y también demasiado tarde por-
que. cuando se manifiesta en Gran Bretaña esta lectum cult ural y humanista de Marx que
entendía la historia como la historia de la lucha de e Jases. el contexto ideológico y poi ít ico
había cambiado tanto que el marxismo. cualquiera que fuese su verstón. había dejado de
interesar, lo cual arrastró consigo a las tesis doctorales sobre conJlictos, revueltas y revolucio-
nes. que dejaron de hacerse. Y. por último. llegaba demasiado pronto si consideramos que el
interés por la historia social «dura» se reproduce en los años 90. según hemos analizado en
otro lugar7 • y sólo ahora se empiezan a darse las condiciones paré:! el tránsito a un nuevo
paradigma que pueda incorporar el sujeto (social y mental).

Con frecuencia, pendientes de la evolución de otras disciplinas más fuertes en Jo teónco.


mfravaloramos los hallazgos de nuestras historiograuas para luego recibir con entus1asmo 1dcas
parecidas de otras c1encias sociales: un efecto perverso de una versión de la intcrdisciplinar1edad
que ignora la propia trad1ción.
<(La contribuc1ón de los terceros Annales y la historia de las mentalidades. 1969-1989», La otru
hisloria: sociedad, cullura y menlalidades, Bilbao. 1993. pp. 87-118
"El retorno del sujeto :>oc1al en la h!stonografía española•>. E.\tado. prote.\ta y nwnnuentm .mna-
les, Ili Congreso de Histona Soc1al, Y1tona, JUlio 1997.

- 46 -
prohlstorlo 3 - 1999

Estos avances historiográficos que han devuelto hace veinte años el sujeto al centro de la
historia son. por tanto. una referencia indispensable para las discusiones en curso sobre el
nuevo paradigma que tiene como reto capital la integración, en un sólo enfoque, de la historia
objetiva y de la historia subjetiva (tanto nos refiramos al agente histórico como al mismo
historiador): entre ambas osciló pcndularmente la historiografía del siglo XX. El futuro de la
hlstoria de las mentalidades y de la historia del cambio social está, en consecuencia. en el
cambio global de paradigmas.

La fragmentación.

En los años 80 cambia de raiz el contexto político- ideológico en el mundo. principalmente


en USA y en Gran Bretaña. Son los años del neoconservadurismo. lo que después se llamó
neoliberalismo o pensamtento ún ico, y son los años de la difusión del post modernismo como
propuesta filosófica de moda. La historiografía occidental se fragmenta entonces en temas.
métodos y escuelas, hasta un límite anteriormente inimaginable, colegas franceses llamaron a
eso el desmtgaJamiento de la hjstoria8 •
La primera gran fisura fue el retomo del sujeto en los años 70. mental y/o sociaJ. porque
hasta ese momento importaban mayormente la historia económica y la historia de las estruc-
turas sociales9 • Desde entonces tenemos una historia objetiva y una historia subjetiva. y ahí
comienza l<l dive~ific<~ción y el alejamiento de unas especialidades de otras: raramente la
historia económica contempla el sujeto; raramente la historia de las mentalidades incluye lo
socio-económico.
Otros dicen. no sin razón, que la fragmentación de la historia y la mevitable especializa-
ción no es más que una crisis de crecimiento, una prueba de la madurez de nuestra disciplina.
Es evidente que pasar del monocultivo de la historia económico- social a la heterogeneidad
actuaL donde interesan para la investigación todos los aspectos del pasado. supone un gran
avance, pero alliempo una gran problema. porque nos aleja de la visión global del pasado
humano que nos exige la ciencia y la sociedad.
En los años 80 tiene lugar el segundo gran retomo del sujeto. En este caso se trata del
sujeto Lradicional-la biografía, la narración, la historia política-. cuyo regreso arroja un noto-
rio mentís a la revolución historiográfica del siglo XX. animada por la escuela deAnnales, el
marxismo y los sectores reciclados de la historiografía tradicional. Se produce. paralelamente,
una implosión, una explosión desde dentro. del paradigma común de los nuevos historiadores:

1
DOSSE, Fran~ois La historia en migajas. De «Annales .. a la "nue,·a historia", Valencia, 1989
(París, 1987); uno de los errores de este ubro. que tanto ammó el debate, está en no haberse
percatado de que Jafragmentac16n no solamente afectaba a la escuela de Annales. sino a todas las
corrientes historiográficas y a las relaciones entre ellas.
• En España hay que añadir al meno!. una década más para notar estos camb1o~ sUbJellvtstas en la
manera de investigar la historia

- 47 -
BARROS. C .. <'Hacia un nuevo ... "

una crisis global de las tres grandes corrientes que renovaron la manera de escribir la historia
en el siglo que acaba. Se habló por separado de la crisis de Annales. de la crisis de la historia
sociaLde la crisis de la cliometria10 : viendo cada uno la paja en el ojo ajeno y no la viga en el
propio. sin comprender -hasta hoy mismo cuando resulta, si cabe. más eviden te- el carácter
global de la crisis de la historia. y menos aún el subyacente cambio de paradigma.'\.
T. S. Kuhn, el autor de la Estructura de las remhmones cientijicas. ha descubieno que
los paradigma~ compartidos que unifican una disciplina siguen vigentes mientrns no ex ista un
paradigma común que los sustituya. Esto justifica que en los años 80, y aún en los 90, se siga
diciendo en muchas clases de historiografía lo mismo que hace veinte años. y en muchas
memorias de oposición: la única ocasión en que el profesor universitario está obligado -en
España- a definir su concepto de la historia. y donde es habitual dedicar una parte del proyecto
al positivismo. otra al marxismo y otra a Annales, calculando quizás el concursante que.
siendo tres de los cinco miembros del tribunal elegidos por soneo, mal será que no se conside-
ren próximos a una o a varias de dichas corrientes. Así se vinieron haciendo las memoriac; de
oposición. excelente fuente para estudiar los paradigmas compartidos de una disciplina. hasta
hace bien poco 11 • donde se demuestra la fuerza de inercia de un paradigma que sobrevive. a
pesar de la crisis. mientras no se perfila su alternativa.

La filosofía contra la historia


En 1989 alcanza su clímax una década marcada por el neoliberalismo y el posmodemismo.
la fragmentación historiográfica y la crisis de la idea de progreso. que constituye la filosofía
base de los tres movim ientos historiográficos más importantes del siglo XX. y en general de
las ciencias sociales. las cuales se han alimentado. desde sus orígenes. al igual que la historia
científica. de la filosofía de la Ilustración.
Los «alaques» desde la filosofía política a la idea de progreso 1 ~ . por un lado la tesis de
Francis Fukuyama y por el otro la posmodemidad, tocan de lleno a uno de los paradigmas
compartidos más importantes de los historiadores del siglo XX: la relación pa.c;ado/prescnte/
futuro. Conceptos que hasta no hace mucho estaban bien imbricados: estudiamos el pasado
para comprender el presente y construir un futuro mejor: un futuro socialista se decía incluso
desde el marxismo ...
La proclamación del «final de la Historia» panió de un articulo inteligente e intuitivo del
ncoconservador Fukuyarna escrito en el verano de 1989. cuando no podía saber el autor que

10
La historia cu,antitativa ha sido la aportación más importante de la corriente neopositivista al para-
digma común.
11
Desde 1995 es cada vez más frecuente el uso de las Actas del! Congreso Historia a Debate para la
redacción de los proyectos docentes como medio de asegurar una vi<>i6n más actualizada y
problematizada de nuestra disciplina.
11
<•Ataques>) entre comillas porque no son gratuitos. disponen de una hase ohjctiva que nos obliga
por h1gicne intelectual a -;u toma en consideración .

- 48-
prohlstorla 3 - 1999

a fines de ese mismo año caería el Muro de Berlín y se iniciaría la transición del socialismo
real al capitalismo (que luego rcsulló frustrante, salvaje. mafioso) en Jos países de la órbita
soviética. Para Fukuyarna, intérprete mediato de Hegel, La Historia había llegado al final del
trayecto y todos los países del mundo se unificarían alrededor del sistema político democráti-
co y de Jo que eufemísticamente se denomina ··economía de mercado''. La reacción de los
historiadores fue de hostilidad y desprecio. se mató, en suma, al mensajero de las malas noti-
cias. descalificando su proclama como una argucia política imperialista. Algunos, sin leer los
trabajos de Fukuyama, entendieron inclusive que pretendía fin iquitar la disciplina que nos da
de comer, confundiendo la «h» minúscula, de la histona como sucesión de acontecimientos.
con la «H» mayúscula de la Historia universal 13 • Hay que decir que el propio Fukuyama en
trabajos posteriores ha ido matizando y autorrectificando su plantearr11ento iniciaL hasta des-
mentirlo, reconociendo su equivocación. en una entrevista al N e~~· York Times (30 de agosto
de 1998). una vez conocido el fmcaso de las transiciones en el Este de Europa. especialmente
enRusia. y la crisis de las economías emergentes de Extremo Oriente, acontecimientos econó-
micos que amenazan con una recesión económica mundiaL
Con todo. ¿qué hemos aprendido del debate Fukuyama? Pues que la Historia no tiene una
meta prefijada 1 ~; conclusión realmente revolucionaria porque venimos de la tradición judea-
cristiana. cuya lectura providencialista de la historia hace terminar ésta en el Juicio Final:
teleologismo que la filosofía alemana del siglo XIX continuó. reemplazando la resurrección
de los muenos y la segunda venida de Jesús por el Estado liberal hegeliano. primero. y por la
sociedad comunista de Marx y Engels, después. La filosofía occidental más influyente ha sido
fiMiista, aceptar ahora que el futuro está abicno ~no justifica. aunque no hubiese más moti-
vos. que los hay. hablar de un nuevo paradigma de la historia, que nos hace más libres. porque
nos sabemos más responsables de nuestro destino?: los futuros son varios. y la función del
historiador, dando a conocer las encrucijadas de la historia. es hacer ver -a nuestros contempo-
ráneos-que existen fu turos alternativos, contingentes.
Si la humanidad no marcha ineluctablemente hacia un final feliz. ¿quiere esto decir que
hay resignarse con lo que tenemos y renunciar a «transformar el mundo»? Evidentemente. no.
renunciando a una historia determinista -que hoy es reivindicada, curiosamente. por el pensa-
miento único- recuperamos una libenad para el sujeto. sin mesianismos. que no excluye gran-
des objetivos. incluso revolucionarios. como Jo demuestrn el ncozapatismo mexicano.

1' SANMARTfN. Israel La J/istoria según Fukuyama. /989-1995. Santiago, te~ts de licencJaiUra.
1997. el lector puede comprobar que. lo que sí desaparecería con la tesis de Fukuyama, es la
Historia entendida también como reflexión teórica y como compromiso con el progre•;o de la
Humanidad. dimensiones a las que siempre se resistió. y resiste, el positivismo h1storigráfico.
1
~ La historia de la humanidad no avan1a hacia una meta fijada de anteman o. pero tampoco
tiene vuelta atrás. tcs1s 5 de <<La historia que viene». Historia a Debate. l. Santtago. 1995. p. 101:
la caída dt:l comunismo. con firma la primera pane. y el desastre que supuso. posteriormente. en el
Este de Europa, el desmantelamiento del Estado de bienestar constru1do por los <:omunistas, ratifi-
ca la segunda parte.

- 49 -
BARROS, C .• «Hacia un nuevo ... »

Decíamos que ha habido asimismo un «ataque» desde el postmodernismo a la relación


pasado/presente/futuro. Aclarar primero que. cuando hablamos de postmodernismo. nos refe-
rimos, primordialmente. a las obras de Jean-Fran~ois Lyotard y de Gianni Vanimo. por su
claridad expositiva, la consecuencia de su contenido y su difusión. sobre todo, en Europa. En
Estados Unidos. sin embargo. se suele incluir. de una manera inapropiada, a postestrucruraJistas
como Michel FoucauJt y deconstruccionistas como Jacques Derrida. baJO la etiqueta de un::1
posmodernjdad cuyo posicionamiento contra el compromiso intelectual choca con la ejecuto-
ria de dichos autores15 •
Los filósofos posmodemos y Fukuyama parten efectivamente de presupuestos opuestos,
los primeros niegan la modernidad y el segundo dice que ésta ha llegado a su plenitud, pero
ambos coinciden en una cosa: nos dejan sin futuro. Ambos enfoques desubican a los historia-
dores acometiendo contra el paradigma clásico pasado/presente/futuro, porque si no tenemos
nada que decir sobre el futmo es que tampoco tenemos nada que decir del pasado.
Fukuyama niega un porvenir alternativo porque asegura que la Historia ha llegado el fin .
y por lo tanto el futuro como algo esencialmente distinto del presente desaparece; su futuro es.
pues, un presente continuo. Y el postmodemismo reniega de la conquista de un futuro mejor,
desde el conoci miento del pasado y la crítica del presente. al aseverar que el fracaso de la
modernidad arrastra a la idea de progreso. Desde uno u otro sitio se nos sugiere. en una pala-
bra. que no tenemos futuro como historiadores. salvo como eruditos. sabios marginales y
aislados, sumergidos en un pasado cuya investigación no interes:l socialmente.
Cuando hablamos de posmodemidad historiográfica no queremos asegurar que los histo-
riadores estén al día en la corriente fUosófica en sí: el historiador no lee regu larrnente fllosofía.
pero si comparte -compartimos- con el filósofo de fin de siglo un postmodernismo ambiental
que afecta de lleno a la metodología de la historia y a la filosofía que, queramos o no. subyace
en nuestro trabajo 16 : la disgregación de la ilisciplina y el «todo vale». el desinterés del histo-
riador -como tal- hacia el mundo que nos rodea y sus prohlemas. cieno nihilismo existencial
surgido del desencanto pos-68, el individualismo exacerbado.la oposición anarquista a todo
paradigma. etcétera.
Lo que nos lleva a contemplar el posmodemismo desde su lado ambigüo y negativo. El
rasgo vital que define al historiador posmodemo -que frecuentemente recita esa prosa sin
saberlo- es que se instala cómodamente en la fragmentación y en la crisis de la disciplina sin

1
~Sobre el compromiso de Foucault, a fmales de los años 70 y principios de los 80, con Jos derechos
del hombre, a la manera de Sat1re, véase DOSSE, Fran~is Histoire du structuralisme, JI, París.
1992. pp. 424-426; Derrida ha sido uno de los científicos sociales franceses que se han unido.
recientemente, a los cineastas en la defensa de los inmigrados.
1
~ El reducc¡omsmo lingüístico. difund1do desde los USA. también se reclama como htstoria
posmoderna pero su influencia es bastante menor, entre los historiadores. que el mencionado
posmodernismo ambiental.

-50-
prohlstorlo 3 - 1999

voluntad -ni interés- por superar amba-; anomalías. que naturalmente no son contempladas
como tales. Esta instalación en la crisis gencm tres posiciones:
La primera posición es In de los que argumentnn que si se han hundido los paradigmas
historiográficos del siglo XX. ¿para qué buscar otros? Vienen a decir: estamos bien sin
paradigmas compartidos (que algunos, sin leer a Kuhn, «inventando al adversario», equipa-
ran a vulgares ortodoxias). «todo vale», «se acabaron las cenezas». «qué cada uno ha ga lo
que quiera» ... Aplican así, muchos sin conocerla. la propuesta de Feyerabend de sustituir el
racionalismo por el anarquismo en la teoría del conocim iento 17 • Se trata. en el fondo. de una
posición conservadora que, como ya dijimos, perpetúa el presente.
La segunda posición. y la má<; consec uente. es mantenida por los que defienden que el
nuevo paradigma es la propia fragmentación con todo lo que supone de libenad para el inves-
tigador. pluralismo y garantía contta toda «onodoxia» académica y/o política. Es decir. la
acmcia metodológica hasta sus últimas consecuencias: pamdójicamente elevada a categoría
institucional.
La tercera posición es propugnada por aquellos que reducen la hi storia posmodema a la
nueva historia o. con más propiedad. a la novísima historia: «giro lingüístico». microhistoria
o nueva historia cultW""'dJ: forzando en ocasiones la intención de sus promotores que casi nunca
pretenden prescindir en bloque del discurso de la modernidad 1 ~.
Los tres supuestos (posmodemidad anarquista. «consecuente» o neopositivista) tienen en
común e1abandono. en menor o mayor grado. de la función crít ica de la historia y. en el peor
de los l:asos.la renuncia a toda definición de la historia como <.:1cncia. condicionando gmvc- ~

mente el futuro de nuestra di:>ciplina t!llla socic1.h.td y l!nla ac<Jdcmta.


La puntilla del proce.so de disgregación y des-ubicación de la historia como oficio. a !o
largo de los años 1980s .. ha sido oír declamar -y dejar el cxahrupto sin respuesta- que el
mercado sustituye a los hombres como sujetos de la historia. en un alucinante giro de la histo-
ria intelectual (y económica) que nos ha devuelto a un objctivismo, cconomicismo y
cstructuralismo de distinto signo que en los años 1960s. y 1970s.. pero si cabe más dañino.
cpistemológicamente. porque coincide con un retroceso histórico-social de los valores huma-
nistas que han informado las ciencias humanas y sociales desde su creación.
Y con esto nos acercamos a los años 90, que sorprendentemente están resultando decisivos
en varios sentidos, también para el cambio de paradigmas en nuestra di sciplina. puesto que.
inadven idamcnte. se están pon icndo ya las ba.;;es de los pamdigmas del siglo XXI.

1
- FEYERABEND. Paul Tratado Cflntra el método [\quema de una teoría anarc¡ui\ta di'/ e nnfJc 1
miento. Madnd, 1992 ~Londres, 1975 ).
18
El problema mayor aquí es caer en la ilusión de pensar que la acwal cnsto:: de la hi:-aona .;e puede
resolver cambiando líneas de mvestigactón. apostando por la tnnovat:ión. factor nc~.:csario pero
desde Juego para nada sufictcnte dado el carácter global -metodológico. cptstcmológJCo y sociaJ- de
la crists histonográ1ica.

- 51 -
Nuevo siglo, nue,·o paradigma.

El contexto de los años 90 es la propia crisis del neoliheralismo y del postmodem1smo: se


est:i poniendo de moda hablar de «terceras vías». tnmbién entre la modernidad y la
postmodcmidad. Es la hora. pues. de buscar una nuev:1 modernidad: m:ls autncrítica. local y
global. social y cultural. estatal y librecambista. más compleja y difícil. que no abandone el
criticismo pero que tampoco renuncie a la transformación de la sociedad con la guía de la
razón ...
Nuestra disciplina está. cienamcnte. en crisis pero ha conservado -incluso incrementado-
su dinamismo, y existe una base estable de la comunidad de historiadores (funcionarios en
bastantes países), que mediante consensos tácitos va reemplazando, o intentando reemplazar.
los paradigmas en crisis. Unos insisten en la situación de crisis. y otros en el crecimiemo de los
estudios de historia. Se llega a decir que nunca se han producido tantas obras de historia como
en estos tiempos. Algunos sostienen que no hay crisis porque se sigue publicando ... En reali-
dad. ambos diagnósticos tienen base, y su confluencia está dando como resultado una transi-
ción entre los paradigmas del siglo XX y los paradigmas del siglo XXI. que va engendrando
nuevos consensos. percibidos aún con dificultad. que están cambiando la manera de escribir la
historia. y no siempre en el mejor de los sentidos. Los nuevos consensos uenen. en nuestra
opinión. aspectos posit1vos y negativos. Lo peor es que este cambio de paradigmas se ha
desarrollado. inicialmente. sin el suficiente grado de autoconciencia. de debate y de ret1exión.
Para combatir este defecto. organizamos. en 1993. el 1 Congreso lntemacional Historia a
Debate, tratando de aprehender y comprender los cambios en marcha. cuya segunda edición
estamos preparando para los dfas 14- 18 de julio de 1999. con la meta de contribuir ahora al
proceso de formación de los nuevos paradigmas. es decir. la escritura de la historia en el siglo
XX l. uno de cuyos rasgos será, está siendo ya. un mayor irllerés por la reflexión hbtoriográfica:
son cada vez más los colegas que combinan. que intentarnos combinar. los trabajos empíricos
con la reflexión historiográfica y el debate_
La pregunta que se impone, por tanto, es: ¿cómo se cambia de paradigma? ¿,Existe alguna
autoridad mundial o nacional que dicte los paradigmas por los que deber regirse una discipli-
na? En rigor. no. Los motores de los cambios paradigmáticos no suelen estar a la luz. y actúan
má<; por la vía del consenso y de la comunicación que por la vía de la fuerza. Verificamos que
tres son los caminos que nos han llevado. usualmente. a cambiar la línea de investigación:
1) La ley de rendimientos decrecientes. Tanto individual como colectivamente. cuando se
agota una línea de investigación se suele buscar otra. Más investigaciones sobre una temática
o metodología en la que se lleva trabajando a veces muchos años no añade más conocimiento
histórico. y entonces se produce el cambio, por ejemplo: el tránsito (en el que inciden además
otros factores) de la historia económica a la historia de las mentalidades, cultural, antropológica.
2) El mimeTismo con hisToriografías de \'anguardia. Las historiografías del ámbito hispa-
no. tradicionalmente dependientes de Europa. o de Norteamérica, son un buen ejemplo (a
supentr).

-52-
prohlstorlo 3 - 1 999

3) La injluenl"ia ele la socit'dacl. Factor hoy clave: l!St:.lJnos ante un fin de siglo ljUC comrrde
con un cambio de civili7.aci6n que, no podía ser de otro modo. arcua a tod<~s las ciencias
sociales.
Y la historiografía no siempre va por delante de la historia. A nuestr:L'i die? y -;eis tesis de
"La historia que viene" (en realidad una conclusión dcll Congreso Historia a Debate) añadi-
ríamos hoy otra. con el número diez y siete. haciendo hincapié en que «el futuro de nuestrJ
disciplina depende de nuestra capacidad para adaptamos a tos profundos. vertiginosos y para-
dójicos, cambios que se están dando entre el siglo XX y el XXI». Parece una obviedad. pero la
verdad es que dema~iado a menudo nos hacemos la ilusión de que la academia gira al margen
del mundo (o peor todavía, que el mundo gira alrededor de la academia).
Veamos aJguno!> desafíos que plantea el nuevo s1glo. según nuestro punto de v1sta. aJ nue-
vo paradigma de la escritura de la histona:
1.- Exigenrras socio/es deri1·adas de la glohali=tmón. Entendemos por global i:~..aci()n el
fenómeno de mundialización de la economía (previsto por Marx en el Manifiesto del Partido
Comunista) y de la comunicación (la aldea global anunciada por Mac Luhan). proceso obje-
tivo sólo parcialmente identificable con las (transitorias) políticas neolibcralcs 19 • ¡,En qué
puede afectar. o está afectando, la unificación del mundo. mforma11va y cultur.tl. social y
económica. a la historia que se escribe? ¡.Cuáles son los retos que la mundialtzación plantea a
la h1storiogral ía'?.

-Lo hrs10na j/·axmematla de los años 80 no sin·e para el mundo glohali:atlo que ,.il.'m'
Urge re lomar el c0nccpto de In hic:tonn gl<'l'lnl. ~uscar nucvns f0rmn.c: de llevarle' a In práclica
y estudiar, en suma. por qué fracasó el paradigma de «historia total» de la historiografía del
s1glo XX.

-El nue1·o paradigma de la htstoria como todo será digital. El ordenador no sólo reper-
cute, o va a repcrcutk en el acceso a las fuentes (CD-ROM. archivos digitalizados). en el
método de trabajo (tmtamientos de texto y bases de datos) o en el proceso de divulgacicSn. sino
que, y esto es lo más imponante. va a cambiar el resultado final de nuestro trc.~bajo. nos condu-
ce a la consLrucción de otro objeto (el medio es el mensaJe), naturalmente más global. La
posibilidad de Introducir. juntamente con texto. elementos sonoros y visualc-; (fijos y en moYi-
miento) en un CD-ROM.ocn un DVD-ROM. aJterJ tanto la formadcexponercomo la forma
de investigar: la simultaneidad de la evidencia escrita. oral y visual. ¿no hacen posible una
reconstrucción má<> globaJ de nuestro objeto? Es el caso, a'iimismo. del hipcrtexto (que uti liza-
mas habitualmente navegando en las páginas Web): desborda ampliamente las posibilidades
del libro. hasta hoy medio casi único para la instrumentación de nuestras mvcstigacioncs.

1
" Reducir global intc ión a cap1tabmo ,ería caer en un l!rror par~t·tdo al lJUI.! l'IJill~ttó la j¿quterda
políti<:a y acadérnil·a cuando tdt!nlilicó ·Yt·ombalió· en el pasado la dcmm·racia c:omn un fcnóml! -
no burgués.

-53-
BARROS. C .. «Hacia un nuevo ... >•

donde podemos interpolar algunas citas en el texto y notas a pié de página, a condición de no
salimos del discurso lineal (cada libro tiene un principio y un final). Con el hipertexto, me-
diante en laces se podrá acceder a mucha más información colateral. a otro libro. que a su vez
puede llevarnos a otros enlaces, de manera que ya no hay un principio y un final únicos sino
diversas lecturas. como la misma realidad siempre multidimensional y que de este modo será
reconstruida más fielmente. La historia podrá ser así más global desde el punto de vista empí-
rico. no sólo teórico. Habría que añadir las posibilidades que nos ofrecen la realidad vin ual~0
o la inteligencia artificial... En resumen: las nuevas tecnologías van a pcrmiúmos empezar a
rebasar las limitaciones técnicas y epistemológicas que nos han impedido en la práctica dar
cuenta de la realidad histórica en su globalidad.

-Con lmemer nace una nueva comunidad internacional de historiadores. La red digital
v3ria las reglas de la sociabilidad en la comunidad de historiadores. Las comunidades nacio-
nales de historiadores seguirán teniendo su importancia. pero la comunidad internacional es-
tará más próxima, será más decisiva. porque el debate y la comunicación global será más fácil
y libre. en cada especialidad y para el conjunto de los historiadores. La formación en curso de
nuevos paradigmas se verá favorecida por la red de redes (correo electrónico, páginas Web.
grupos de noticias y chats) conforme la distribución de los usuarios (y de los idiomas usados)
se internacionalice de verdad.

-Con la globali:.ación la historiografía mundial del'iene más policéntrica. Las


historiografías occidentales de los siglos XIX y XX siempre han tenido un centro focal (Ale-
mania. Francia.lnglaterra... ). En 1993. en ell Congreso HaO. Peter Burke decía que. en estos
momentos. la renovación pasa por la periferia, cieno, y añadimos nosotros que lo vital ahora
es que cada h1storiogmfía desarrolle su capacidad de pensar por sí misma, sin ataduras «Colo-
niales», pero, eso sí, con un conocimiento cercano de lo que sucede en el mundo (más asequi-
ble hoy gl""dcias a las nuevas tecnologías). Ya no hay un gran centro promotor de los cambios:
todas las historiografías pueden ser centro de iniciativa. Desde Estados Unidos se intenta, de
alguna forma, reproducir viejas dependencias, pero no va a resultar sencillo trasladar la hege-
monía mundial noneamericana del mundo del cine al mundo académico. y menos aún en el
campo de las ciencias humanas y sociales, una vez sobrepasada la «guerra fría» y en tiempos
Lan sensibles a toda idemidad nacionalitaria, como demuestran las historiografías pos-colo-
niales y los «estudios subalternos» en la India, y en otros paises, que acreditan hasta que punto
la descentralización y la descolonización historiográfica son parte ya del nuevo paradigma
global.

_q La modelización informática y la sunulación han hecho ya posible la recon~uucción virtual. en tres


dimensiones y con animación. sobre la base de los resultados de las excavaciones arqueológica~. de
ciudades neolíucas. antiguas o medievales. y de otros monumentos.

-54-
prohlstorla 3 - 1 999

2.- E.rtRennas culturales y educn/ll'as que condinonarán ('/ s1glo XXI la respuesta de
los historiadores. Estamos viviendo una vuelta -todav(a tímida- a los valores humanísticos~ •
y fonnativos 4UI! no debería de pasar desapercibida. c.:omo consecuencia del repliegue del
economicismo y deltccnocratismo ncoliberal que marcó los años ~O y parte de los 90. En
algunos países. como España. se empieza a relanzar el papel de La historia y las humanidades
en la enscñanza1! . Los adalides de la «tercera vía>) entre neoliberalismo y socaalismo. M. Blair
y M. Clinton. ya hicieron de la educación el eje de sus últimas (y exitosas) campañas electora-
les en Gran Bretaña y en USA. Se imponen. pues. nuevos valores y nuevos retos para el papel
de la historia en el nuevo siglo. ¿Cómo investigar y enseñar historia en el siglo multicultural.
multirracia1 y multinacional. de la globali1.ación?
3.- E:ngenc10s políticas" sociales de los nuel'os (y l'll'JOS) sujetos políticos y sonales
Los nuevos (y vacJOS) sujetos políticos buscan su adentidad en la Historia a nivel locaL regio-
nal. nacionaL macronacional. La mitificación de la historia por parte de los nuevos (y viejos)
nacionalismos reavava la función critica del historiador. como baen ha señalado E. J. Hobsbawm.
Los nuevos (y viejos) sujetos colectivos persiguen asimismo el compromiso del intelectual, y
del historiador. pard elaborar su discurso y su práctica. Es el caso de los nuevos movimientos
sociales derivados de las etnias. los géneros. los grupos de edad. las opciones sexuales... Y es
el caso de los conflictos. las revueltas y las revoluciones que. en la última década del siglo.
retoman13 a la arena de la historia en el Este de Europa ( 1989- 1991). en Chiapas ( 1994 ). en
Francia ( 1995-1998). en Bélgica contra los pederestas y sus cómplices. en USA movilizando
«un millón» de hombres negros, en España (seis millones de personas. en julio 1997. contrae!
'
asesinato de Miguel Angel Blanco: motivo gráfico del cartel de Historia a Debate 11).
Los movi111ientos sociales c.:uando son verdaderamente significativos y autónomos acaban
arrnstrando a los académicos. Por vez primera. desde los años 60 y 70. el intelectual vuelve en
algunos países a un cierto compromiSO politico y social (lo que está provocando un agrio pero
muy necesario debate). Aquí mismo. en México. se está dando el mejor ejemplo. particular-

=• Algunos reaccionarios pretenden todavía ir en dirección contrana a la histona (nunca mejor d1cho):
una perla encontrada en una rec1cntc estancia académ1ca o.:n la Univcr!>idad Nac1onal del Sur (Ar-
gentina): es superfluo que el Estado siga pagando la forma ción de literatos, filósofos, sociólo-
gos y psicólogos, nota editorial en la primera página de la La Nue1·a PrO\·incia (Bahía Blanca. 6
de julio de 1998); otros lo piensan. son demócratas y hasta izquierdistas. pero no lo dicen. por
vergüenza, claro.
" Le sigue. en este cammo. Franc1a. donde el gob1emo de L10ncl Jospm. despué'> de la movilizac•ón
d 15 de octubre de 1998 de med1o m1llón deCJ.tudiantes de enseñanza med1a. ha prome11do volver
a la formacaón ét1ca) cív 1ca de Jo~ cstud1antes. mcrementanc.lo el peso de la filosofía y la htera!Ura
(a diferencia de España. la h1stona no ha dejado de JUgar su papel educat1vo en la Franc1a socialis-
ta) en los programas. junto con la mformát1ca y las matemáticas.
1' Se trata del tercer retomo del sujeto (colectivo. o;ocial): el primer retorno tuvo lugar en los año~ 7()
(menta l. soc1al ). y el segundo en los año~ 80 (individual. político).

- SS ·
BARROS. e. «Hacia un nuevo ... •'
mente en la UNAM. donde los académicos están trabajando desde 1994 a favor del compro-
miso social. éttco y democrático con la situación en Chiapas. No se trata de una dinámica
«tercermundista». sino de un fenómeno tcndencialmente global, Lambién en Francia se está
dando una vuelta al compromiso intelectual. desde las movilízaciones sociales de 1995. espe-
cialmente en solidaridad con los inmigrantes ilegales. protagonizado originalmente por
cineastas. artistas y escritores. pero en el que participan Científicos sociales como Pierrc
Bourdieu. que ha generado la polémica más importante en las ciencias sociales francesas -a
través de grupoRaisons d' Agir- sobre el compromiso intelectual desdeZola y Sartre. y como
Jacques Derrida. que con su libro Specrres de Marx resucitó el debate sobre el marxismo.
tema tabú en la inteligencia francesa desde los tiempos de Althusser. Estarnos. obviamente.
ante una militancia bien diferente de la que conocimos en los años 60 y 7CP: menos partidista.
menos unidimensional y absorbente, desde la especialización académica más que desde la
militancia política. al margen de la TV (impenneable al debate y a la crilica, al contrario que
lntemet). Era previsible. ¿cómo poner límites a los «retomas»? Las síntesis que estamos vi-
viendo entre modernidad y posmodernidad dan lugar a paradojas como la curiosa desconexión
entre historiador y ciudadano que sufren algunos colegas, comprometidos en su vida civil
pero que mantienen por inercia posiciones academicis!aS en su trabajo. como investigadores y
como docentes. cuando resulta que el principal desafío político y -;ocia! del nuevo siglo a la
historia profesional es la búsqueda de un pasado para los sujetos que bullen para detenninar el
futuro.
3.-Exigenrias ClentíjicaJ: la redefmtctoll de la htstonu como ctenria. Hoy es insosteni-
ble la definición positivista decimonónica de la historia (conocer el pasado «tal como fue»),
que tanto eco tiene todavía en nuestra disciplina. porque es inconcebible una «Ciencia sin
conciencia» (Edgar Morin). un objeto sin sujeto: las teorías del caos y la complejidad están
abundando en esa dirección. La nueva física es. de nuevo.la referencia má'i segura para redefinir
científicamente nuestra disciplina cara al futuro. En la tesis n° 3. de "La historia que viene".
decíamos que <<CS una falsa alternativa decir que la historia. como no puede ser una ciencia
·objetiva· y ·exacta·. no es un ciencia». porque hoy sabemos que la tarea de la ciencia no es
averiguar una inexistente verdad absoluta, que la única verdad científica son las verdades
relativas. Tal es nuestro porvenir: no abandonar la identidad de la historia como ciencia sino
volver a definirla echando mano del concepto de ciencia. de paradigma y de revolución cien-
tífica. que hoy aplican la física y que elabora la filosofía de la ciencia. De hecho. la noción de
nuevo paradigma que venimos utilizando historiográficamente, desde hace años, está sacada
de la epistemología y de la historia de la ciencia.

~· Una manera Inevitable de «Mampulan>el debate es afirmar, naturalmente. lo contrario.

- 56 -
prohlstorlo 3 - 1999

Después de la crisis

Las últimas tendencias historiográficas apuntan la vía adecuada para salir de la crisis:
avanzan smtetizando lo más viejo y lo más nuevo25 .
El nuevo paradigma no puede ser -es decir. que no responde a las exigencias del contexto
y al consenso de la comunidad-la simple vuelta a la historia uadicionaJ. individualista. de las
grandes bataJias, pero tampoco la huida hacia adelante de la fragmentación posmoderna, sin
perjuicio de que se asuman los aspectos positivos de ambos planteamientos (que tan pronto
convergen como divergen).
La historia y la historiografía del nuevo siglo no pueden hacer tabla rasa de la historia y de
la historiografía del siglo XX. con sus formidables enseñanzas y errores. y menos todavía
puede volver al stglo XIX: queremos ayudar a nacer un siglo XXI mejor. pos-posunodemo.
pos-neoliberaJ. contribuyendo desde la historia a construir otrd modernidad. otra ilustración.
otra racionalidad. otra tústoria ... y otra generación: ustedes.
Entre el año 20 10 y el año 2020 se va a producir. por razones biológtcas, un gran relevo
generacional que incumbe a los puestos de investigación y de enseñanza. Como es sabido lo
nuevo y lo joven no tiene. automáticamente, porque ser mejor. más progresista o más eficaz.
que lo viejo: el último servicio que debe prestar una parte de la generación del 68, la más
autocrítica y menos arrepentida. antes de desaparecer de los grandes y pequeños puestos de
decisión. es hacer de puente para que la nueva generación. que ignora en demasía -y por lo
tanto mitifica en exceso- la historia recieme. aprenda de nuestro pasado más inmediato y
pueda abrir nuevas avenidas para la historia. que así sea y que el «espíritu» de Mare Bloch nos
ayude.

"' En esto rectdicamo~ a Kuhn que llene una visión dernas1ado simple de la revolucJón (científica)
como ruptura neta entre lo viejo y lo nuevo (paradigmas).

-57 -
prohlstorlo 3 - 1999

La cítara de la victoria y «todo aquello»,


diez años después...
lsRA EL SANMARTf:'\1
-1:-!STITUTO Dé ESTUDIOS GAUEGOS « PADRE:. SARMJC."lTO» (CSlC)-

Resumen:
El autor estudia la teoría de "el fin de la Histona" a lo largo de los años 90 para
reflexionar sobre las cuestiones que ha susci tado el debate Fukuyarna durante los
últimos diez años. Aquí el autor se refiere a a-;pectos que abarcan desde la política
exterior estadounidense y su relación con la Comunidad Internacional. hasta con-
ceptos como"globalización". "democracia" o "crisis del capitalismo".

Palabras clave:
Fukuyama- historiografía- teoría -Globallzactón- democracta -capitalismo.

Abstract:
The author analyzes the End ofHistory theory smce the 1990s renecting ahout the
prohlems causcd by the Fukuyarnadebat. He reviews ma11ers that cover<: frnm the
Uniled States' Foreign Policy and iLS relationships wllh Lhe Worldwidc Comunity to
concepLS likc "g lobalization". "democracy" or "capitalism crisis".

Keywords:
Fukuyarna- historiography - theory- globalization- democracy- capitali sm.

r
l. Este trabaJO e!>tá realizado dentro del marco del Proyecto de lnvcst1gac¡Ón <<El estado de la hJsto-
na••. dtng1do por el Dr. Carlos Barros en el lnstllUIO de Estud1os Gallegos «Padre Sarmiento»
(CSIC) y financiado por la X unta de Gahcia (XUGA ~0101 896).

• 59 -
SA!'i~fARTf:-:. 1.. «La cítara de la vtctoria ... >•

n el año 1989 Francis Fukuyama publicaba el artículo <<The end ofHistory?»2 donde

E adelantaba todos los acontecimientos que ocurrirían durante 1989. El artículo y poste-
riormente el libro The end ofHistory and the last man 3 fueron punto de partida de un
debate auténticamente global 4 y que salpicó a las temáticas más inverosímiles
imaginables.
Ahora, diez años después. es un buen momento para hacer un balance de lo que ha signi-
ficado aquella polémica tesis. Además. esta mirada hacia atrás viene reforzada por la reciente
aparición de un nuevo artículo de Fukuyama. que ha vuelto a reactivar el debate 5 • Esta
revisitación se abordará desde once puntos.6
A- La tesis de Fulruyama fue para la política exterior norteamericana durante los años
noventa7 el equivalente del famosos articulo de G. Kennan sobre la «contención»8 comunista
en el período de la guerra fría. El director de la prestigiosa revista Foreign Alfair s anunció en
el año 1989 que la tesis serviría al entonces presidente americano, George Bush. como
sustentación ideológica para su Departamento de Estado. Dicho y hecho. G. Bush no tardaba
en proclamar el «nuevo orden mundial»9 y en anunciar la <<receta» de la economía de merca-
do y la democracia liberal (curiosamente, ideas con las que Clinton viajó en su última visita a

FUKUY.-'\.~.A. Francis. <•The end of History?» . The N01 ion a/ /nJerest. n° 16. summer 1989, pp.3-
18.
FUKUYAMA, F.. The end of H1story and the last man, New York, The Free Press. 1992.
Para una evolución del pensamiento de Fukuyama. ver: SANMARTÍN.lsrael. <<La evoluc16n de la
teoría de 'el fin de la Historia'» , Prohistoria, Año II. n° 2. primavera 1998. pp. 35-52.
FUKUYAMA, F., «Second lhoughts. The last man in a bottle». The National lnterest, n 156,
Summer 1999. pp. 16-33. Quiero agradecer al Rosemhcrg Professor of Social Change and
Development de la Universidad de Wjsconsin-Green Bay. Harvey J. Kaye, su preocupación y
presura al enviarme el número de la revista Al mismo tiempo ha publicado: FUKUYAMA. F.. The
great disruption.lluman nature and the reconstrution of social order, The Free Press. New York.
1999
Esta parte del trabaJO fue eJtpuesta en su fase embrionaria en el Semmario pennanente «H1stona a
Debate)) . celebrado en el Instituto de Estudios Gallegos <<Padre Sanniento" (CS IC) con titulo «El
fin de Fukuyama?>• el día 28 de septiembre de 1998. y que dirige el Profesor Carlos Barros. A los
miembros del Seminario y. en especial. a él mic;mo le debo muchas de la<> ideas aquí desarrolladac;.
Paralelamente, estoy en deuda con el Prof. Darío Barriera por sus anotaciones y comentan os sobre
el manuscrito de aquel Seminario.
7
Tal y como viene a confirmar su último artículo. FUKUYAMA, F., «Second thoughts. The last
man in a bonle>> .
• Fue en 1947 cuando un tal «Mr. X» (en realidad el diplomátiCO Georg e Kennan) envió un artículo
a Foreign Affairs y convenciÓ al presidente Harry Trumao de que la estrategia a seguir por los
Estados Unidos frente a la U.R.S.S. era la de la «contenciÓn» .
Aunque para enrarecer más los argumentos. Fukuyarna d1ce que no hay «un nuevo orden mun-
dial» y que es una justificación de Bush para que se le apoye en la mtervenctón de Kuwaat. Lo dice
en The end of Hisrory (Uid the last man.

-60-
prohlstorlo 3 - 1999

Rusia) 10 • Con esta constatación. se pasaba de la guerra fría a la «paz fría>> o «posguerra fría».
un espacio de crisis y cambios que todavía perduro y donde los norteamericanos tendrán que
volver a replantearse su postura ante la Comunidad Internacional y ~<desempo l var» el debate
sobre La estrategia a seguir. ya sea aislacionista. colaboracionista o intervencionista.
Con la nueva situación. el orden mternacional se ha vuelto multipolar. aunque en los

- últimos acontecimientos de Kosovo se han trasgredido prohibiciones y un retomo del Impe-


rialismo. Por un lado. se obvió la soberanía de los Estados: y por otro se fal tó a los estatutos de
la Organización de las Naciones Unidas, al producirse la resolución sin que el Consejo de
Seguridad los autori1.ara ex plfcitarnente11 • Asimismo, es curioso el principio «cero muertos»
que sostuvieron los ataques de la OTAN. Esto tendría que acelerar la gestación de una ONU
renovada. olvidándose del pasado. Y se debiera reconocer que la soc1edad Internacional es
universaJ y está fragmentada. La umversalización no es homogeneidad ya que la Sociedad
Internacional es diversa en economía. sociedad y cultura 12 •
B. La quiebra de la hegemonía de la democracia liberal puede provocar un resurgimiento
de la confrontación ideológica, toda vez que la ideología y la clase vuelvan a ser fuentes de
identidad social y política. La pérdida de identidad de la ideología y clase han sido. sin duda.
uno de los fundamentos de la «obesidad» de los proyectos nacionaJistas y religiosos. En este
sentido. cabe señalar que los úlumos acontecimientos relativos a los conflictos terroristas
islámicos y Estados Unidos o Kosovo y la OTAN vuelven a «abnr la herida" de lo que
Huntington denominó «lucha de civilizaciones». tesis desarrollada inicialmente en la revista
Foreign Affairs13 y más tarde en un libro. Huntington fue uno de los críticos más severos y
locuaces de Fukuyama. Las guerras culturales pueden «gripar» definitivamente otro de los
(<motores» de «el fin de la Histori3». Fukuyama acepta la diferenciación cultural y su influen-
cia pero no cree que sean motivo de lucha (como en el ca.<:o de Kosovo). Dejando a un lado las

1
" En el año 90 «Mr. z, (seudómmo que en realidad e m: ubre a un general ret u ado muy cercano a tao;
posturas del secretario de Estado James Baker) publicaha un anículo en la revista Daedahu.t que
pudiera constdcrarse el nuevo catecismo de la diplomacta de Washmgton con Moscú. La tdca
central era que el fluu natural de los acontecumemos llevaba a la dlSoluctón del ststema soviético.
mdependtentemcnte de los dirigentes. políticas etc. Y propone un sistema de ayudas para que la
U.R.S.S. pueda reahzar la transictón. Ver, R UIZ DE ELV iRA. Mariló. <•Mr. Z escribe a Gorbachov».
El País, 13 de febrero de 1990. p. 14.
11
Ver RAMONET. Ignacio, «Nuevo Orden global», Le Monde Diplomatique. año IV. n° 44, JUniO
1999. pp. 1 y 16. Y también: RAMONET. lgnacto, «Hacta qué nuevo orden mundtal?». El País.
4 de JUnio de 1999. n° 1127.
Para una mayor profundiZaCión c:n la fragmcntac10n de la soctcdad tnternactonal ver: MESA.
Roberto, La nuei"G sociedad mternaáonal. Centro de Estudios Constttuctonales. Madrid, 1992
La tdea está extraída del último capítulo del libro: <<Orden. sistema y nueva Soctedad Internacio-
nal».
11
HUNTINGTON, Samucl. <<Thc Clash of Civilization:.?>>. Foreign Affairs. 1993.
'

- 61 -
SAN~ARTIN. 1.. «La cítara de la victoria .. .»

guerra culturaJes, el nacionalismo (junto con lo que se ha denominado «globalización») pue-


de ser uno de los destructores del Estado-nación 14 • Después del colapso de la URSS y los
países del Este entre 1989-9 1, asistimos a una «gran erupción de nacionalismo postimperial»
que «tiene Jugar en un clima ideológico nuevo y diferente, en el cual el viejo vínculo entre
territorio y riqueza ha sido quebrado y establecida la nueva supremacía política de la~ tasas de
crecimiento, y en el cual los extremismos de izquierda y derecha han perdido gran parte de su
convicción y reputación>> 15 • El colapso económico. la desintegración política. la inflación y
desaparición de ahorros, la aparición de nuevos ricos oportunistas y resentidos, la humillación
nacional, la transformación de vastas proporciones del grupo cultural antes dominante en
minorías dentro de nuevas unidades nacionales, la desorientación moral o la aparición de un
nacionalismo centrífugo y oportunista16 , son algunas de las causas que harán aflorar más esta
ideología en contraposición a la socialdemocracia, el liberalismo y el conservadurismo.
C. Muchos tildaron el debate Fukuyama como algo «parroquial», olvidándose de que la
globalización no es únicamente un concepto económico17 • Todo lo local es universal y vice-
versa. Es curioso observar que, como seflala Perry Anderson,la tesis de Fuk.uyama se cimien-
ta en una fLiosoffa de la Historia basada más en lo histórico y lo poütico que en lo fllosófico18 •
Esto se ha demostrado ahora. Es evidente que la tesis es sensible a las variaciones de los
acontecimientos diarios. del dia a día Esto, en sí mismo. representa el triunfo de la historia. Ya
que la historia entendida como sucesión de acontecimientos influye de manera decisiva en la
Historia Universal, al ser el termómetro que indica si la teoría se está cumpliendo o no.
Fukuyama construyó una teoría donde se olvidó de la historia. es decir. del viejo paradigma
del pasado, del presente y del futuro. Y lo sustituyó todo por el preseme19 • Existen tres casos
empíricos de acontecimientos históricos en los últimos diez años que han hecho modelar sen-
siblemente la tesis de «el fin de la Historia».

•• Para una mayor precisión sobre eltérmmo nación, ver: HROCH. Miroslav, «¿Sabemos sufic¡cnte
sobre el 'nacionalismo'?». en Justo G. Beramendi. Ramón Máiz y Xosé M. Núñez, Nationalism
in Europe. Post and Present, Servicio de Publicacións da Universidade de Santiago de Compostela,
Santiago de Compostela. 1994, pp. 229-247. Tamb1én ver: GELLNER, Emest, Cultura, identi·
dad y política. El nacionalismo y los nue1·os cambios sociales, Gedisa, Barcelona, 1998.
1
~ GELLNER. Emst. Encuentros con el nacwnalismo. Alianza Editorial. Madrid, 1994, p. 13 .
16 Ver GELLNER. E .. Encuentms con el nacionalismn, p. 13.

1
' Siguiendo a Carlos Barros, el término globalización se refiere al fenómeno de la mundializacJón de
la economía y de la comunicación. «Reducir globalización a capitalismo sería caer en un error
parecido al que cometió la izquierda política y académica cuando Jdcntliicó -y combatió- en el
pasado la democracia como un fenómeno burgués». Ver, BARROS. C., «Hacia un nuevo paradig-
ma historiográfico», Memoria y Civilización, n°, pp. 236-241.
11
Ver ANDERSON, Perry. «The ends of History» en A Zone ofengagement, Verso. Londres. 1992.
La traducción al castellano: ANDERSON. Perry. Los fines de la histona. Anagrama. 1996. Barce-
lona.
19
• Siguiendo a Carlos Barros: «Nos hallamos ante referencias al pasado y análisis históricos que
pretenden incidtr en el presente... a Lravés del futuro, que es lo que realmente inquieta a los hom-

- 62 -
prohlstorla 3 - 1999

1)La llegada de los gradualistas al poder en Rusia. Un posible acercamiento de Rusia


hacia los «no alineados» o su regreso al comunismo vanarían el curso del discurrir ideológi-
co. Lo mismo sucedería con el «despegue» hacia otros rumbos políticos de los países astát i-
cos, incluida, por supuesto. China.
2) Fukuyama tendrá que <<plegar vela<;>> y reconsiderar sus apreciaciones sobre el «m ila-
.. gro asiáticO>>, tan sobrevalorado por los norteamericanos desde los años setenta con el despun-
te de los llamados «tigres» o «dragones». Fukuyama alababa desmesuradamente lo que él
llamaba «democracias con fuerte control estatal». En su libro Trust, una continuación econó-
mica del «fin de la Historia», se deshacía en elogios a la sociedad civil japonesa y a la forma
de organización empresarial coreana inducida desde el Estado, chaebols. copiada de la nipo-
na. Asim ismo. se mostraba entusiasmado. como muchos científicos sociales. por la ética
confuciana del trabajo. A este respecto. se impone más una disección analítica regional de la
situación asiática con los <dtems» político (democracia) y cultural- religioso como claves (algo
que él mismo reconocía). Se podría hablar de «fracaso del capttaJismo global» debido a la
imposición de modelos occidentales sobre cuhuras muy desiguales. Sería procedente recordar
que Asia no tiene la misma cohesión culturdl, política. económica y socia l que Europa o el
mundo occidental. Son sociedades muy desiguales entre si. de ahí la necesidad de ese estudio
. ;

por regtones o pruses.


3) No se puede hacer ninguna aseveración definitiva. pero es difícil que los paises del Este
de Europa produzcan economías y sociedades como las occidentales. En cieno modo. los
ciudadanos han visto como las revoluciones de 19891e han sido arrebatadas10 •
D. La utilización y patrimonialización que han hecho neoconscrvadores como Fukuyama
deltérmtno «democracl.a»l 1 puede llegar a su fin. En su idear1o no «d1vorc1an» demacra-

bres de hoy. Se tiende consiguientemente. a sustituir el viejo paradigma pasado/presente/futwu por


otra fonnulación, pasado/futuro/presenle. en la que pasa a primer plaoo aquello que está por venir.
Frente al nuevo prcsentasmo que nada qUJere saber del futuro y que inmoviliza lo que ahora tene-
mos frente a las incertidumbres sobre e l mundo que nos aguarda a la vuelta del milenio, e l intelec-
tual diügente -el opLunismo de la inteligencia- rastrea perspectivas alternativas echando mano del
pasado. de los acontecimientos que tenemos sobre la evolución -o mvolución- histórica de las
sociedades y de las mentalidades.», en BARROS, Carlos «La h1Siona que VIene>>, p. 11 O.
~o Para una visión documentada de un especiaüsla sobre los cambios en los países del Este durante la
caída del Muro de Berlín , ver GARTON ASH. Timothy Los frutos de la adrersidad, Planeta,
Barcelona. 1992.
~~ En este artículo se considerará la definic16n dada por Roben A. Dahl. con mdependenc1a de su
definición para otras cuestiones, «en el gobierno de esta asociación todos los miembros deben de
cons1derarse como políticamente iguales» y además <•es aquel SIStema que ofrece oportumdades
para una partic1pación efecliva. 1gualdad de voto. alcanzar una comprensión ilustrada. eJercitar el
control final sobre la agenda y la inclus1ón de los adultos». Ver DAHL. Roben A.. La democracta
Una guia para los ciudadanos, Taurus, Madrid. 1999. pp. 47-49.

- 63-
SA."<MARTIN, 1. , «La cítara de la victoria ...»

cia22 de liberalismo y lo consideran conjuntamente como algo vacuo y fonnaln. Fukuyama


colaboró decisivamente en la aportación de un lenguaje «út il» para el discurso político de
globaliz.ación, en un intento de reducir la realidad a discurso. De una fonna estricta, la demo-
cracia se para en África y parte de Asia. David Held ha señalado el camino para repensar el
dogma democrático basándose en dos puruos: 1- se debe de refonnar el poder del estado y 2-
se debe reestructurar la sociedad civiJ24 • Se ha visto como ha fracasado la introducción de una
estructura social y de instituciones desde arriba. pese a lo cual la democracia ha ido ganando
terreno, con pronunciados dientes de sierra, a lo largo del siglo XX. hasta llegar a los años 90.
donde funcionan más democracias que en cualquier otro momento de la histona humana25 •
E. Todos estos acontecí mientos vienen acompañados de un cierto resurgir del marxismo y
de la refonnulación del mismo, considerando todas sus tendencias y aportaciones. Esto le
viene a dar la razón al politólogo y ensayista Alex CaUinicos, quien adelantó, como respuesta
a Fukuyama, que el colapso del comunismo supondría una cierta revitalización del marxis-
mcr6. En este sentido. el curso de los acontecimientos hará que muchos retomen el argumento
de que lo que hubo en la ex-U.R.S.S. fue un capitalismo de Estado y no un verdadero comu-
nismo.
Tangencialmente. ha surgido un gran debate sobre las diferentes alternativas políticas al
liberalismo político y económico. Han prendido diversa~ «Terceras v ía~». El líder del partido
laborista Tony Blaif27 ha propuesto. asesorado por el sociólogo Anthony Giddensl', una sín-

" Como asegura Robert A. Dahl «dado que el capitalismo de mercado mev1tablemente genera des-
Igualdad. hmua el potenc1al democrático al crear desigualdades en la d1stnbuct6n de los recursos
polítiCOS,.. DAJ-U.., Robert A. La democracia. Una guía para los ciudadanos. p. 199.
~ 3
De hecho existe una cierta incompatibilidad en la idea «democracia liberal». el carácter colec!lvo y
universahsta de la palabra democracia contrasta con el significado individual del segundo término.
y que el mundo occidental antes de ser democrático liberal fue primero liberal. <<Ninguno de los
modelos de la democracia liberal es capaz de especificar adecuadamente las condiciones que posi-
bilitan la partic1pac1ón polítjca de todos los ciudadanos, por un lado, y el conjunto de mstituciones
gubernamentales capaces de regular las fuerzas que modelan realmente la vida diaria, por otro.»
Ver HELD. David Modelos de democracia, Alianza Editonal. Madrid, 1993. p. 339. Por otro
lado, como señala David Held hay dos hechos históricos sorprendentes: 1) Hoy en día casi lodo el
mundo dice ser demócrata, ya sean sus posturas de izquierda, centro o derecha; 2) Los textos de
que disponemos hasta el siglo xvm se habla poco sobre la democracia. que como forma apropia·
da de organi1.a.r la vida tiene menos de cien años (HELD, David Modelos de democracia, p. 15.)
24 HELD, David Modelos de democracia, p. 340.
2
~ Pese a que no es un proceso lineal y el futuro no está asegurado. Para una evolución de la democra-
cia en el mundo ver: MARKOFF. John Olas de democracia, Tecnos, Madrid. 1999.
26 Aquí tiene un papel importante la Revolución Zapatista en México durante el año 1994.
27
Se pueden leer sus propuestas en BLAIR. Tony La tercera 1·fa, El Pafs/Aguilar, Madnd, 1998.
21
En realidad el hbro de Blair es una vulgarización de muchos de los aspectos de los contenidos en
GJDDENS, Amhony La tercera da. La reno1·acíón de la socialdemocracia, Taurus. Madrid,
1999.

- 64 -
prohlstorla 3 - 1999

tesis entre el liberalismo estadounidense y la socialdemocracia británica. que en determinados


círculos se ha denominado centto radical 29 . Lentamente. Blair pretende anchar la banda de su
tercera vía y reformularla después de su fracaso de la guerra de Kosovo. que escondía la falta
de una doctrina de relaciones internacionales;o .
Otra «Tercera vía» más próxima a la socialdemocracia la ha formulado el ex-ministro
alemán Oskar Lafontaine junto con su esposa Christa MüUer31 • El libro de ambos ha sido
traducido en España con una acertada inrroducción de Juan Francisco Martín Seco32 • En el
libro se intenta integrar todo lo bueno que ofrece la globalización con el sostenimiento del
Estado de Bienestar y derechos de los ciudadanos en cada país. El ensayo se refiere
específicamente a Alemania. pero como señala muy bien Martín Seco. es aplicable a todos los
países, debido a la similitud de las políticas en los diferentes países europeosn.
En cuanto a la socialdemocracia, existen diferentes posturas. Wolfgang Merkel ~ razona
que la socialdemocracia será cada vez menos el partido de la clase obrera tradicional aunque
eso no significa la renuncia al logro de una sociedad más justa. «En las sociedades industriales
desarrolladas en las últimas décadas, la desigualdad social y a estaba cada vez menos vincula-
da a la dicotomía clase obrera contra el resto de la sociedad ..... no obstante. algunos de los
viejos problemas. como los ciclos económicos. el paro y la desigualdad social. siguen existien-
do y se reproducen constantemente. Todas estas líneas de fractura delimitan intereses diferen-
tes, conflictos y necesidades de regulación en el capital ismo corregido por el Estado social del
futuro. garantizando la supervivencia de la socialdemocracia»35 • explica Merkel. Otro autor.
John E. Roeme~. significa que el socialismo después de la caída del SIStema com unista en la

~~ Cunosameme en España los dos grandes partidos se disputan el parentesco con esa<<Tercera vía>~.
José María Azoar (Panido Popular-PP) ha presentado diversas propuestas en el Parlamento Euro
peo en compañía de Blair y es conocida su gran simpatía personal. En otro sent1do, Josep Borrell
(Partido Socialista Obrero Español-PSOE) ejercía de prologu1sta del libro de Blair sobre la «Terce-
ra vía».
N Se puede considerar la <<Tercera vía» de Blair como la izquierda de «el final de la Histona» por su
aceptación de la idea de mercado y por la sustitución de la idea de <<igualdad>> por la de «inclusión
SOCial».
)l Oskar Lafontame y Chnsta Müller No ha) que tener mtedo a la g/oba/i:ación. Bienestar y trabaj,,
para todos. Biblioteca Nueva. Madnd. 1998.
2
' Que ha tratado un tema Similar en MARTíN SECO. Juan Francisco La Farsa neo/ibera/: refuta-
ción de los liberales que se creen libertarios, Temas de Hoy. Madrid, 1995.
33
Oskar Lafontaine y Christa Müller No hay que tener miedo a la globali:aclón. Bienestar y trabajo
para todos. p. 14.
3-1 MERK.EL, Wolfgang ¿Fmal de la socia/democracta.' Recursos de poder y política de gobterno
de los par11dos socialdemócrata,, en Europa Oc·ctdental. Ed1C10n~ Alfon~ el Magnantm. Valencia.
1995.
J.~ MERKEL. Wolfgang ¿Final de la socialdemocracia? Recursos de poder y política de J?obierno
de los parttdos socialdemócratas en Europa Occ,demal. pp.360-361.
'6 ROEMER. John E. Un futuro para el socialismo. Crí11ca. Barcelona. 1995.

- 65 -
SAI\'MARTfN, l., (<La cítara de la victona ... »

Unión Soviética y en la Europa del Este, sigue siendo un ideal que vale la pena persegUlr. Pero
cree en un socialismo como forma de igualitarismo y no como la realización de una determi-
nada relación de propiedad. También defiende que el capilalismo moderno proporciona varias
experiencias fértiles para diseñar la nueva ola de experimentos socialistas. sobre todo en la
relación entre el papel de la propiedad privada y los mercados37 •
En todo caso. en los años 90 se ha consl.alado empíricamente que han surgido ciertas
alternativas a la izquierda tradicional. De todas formas, falta comprobar el desarrollo que
tendrá el comunismo una vez liberado del autOritarismo.
F. El «fin de la Historia» ba sido una de las piezas intelectuales fundamenlales de la globa-
lización. La globalización38 ha sido la principal característica del poscapitalismo. Su apari-
ción se debe a tres causas: aceleración de intercambios. 2-liberalización de mercados y 3-
revolución de comunicaciones19 • La base teórica de la globalización arranca de la revolución
conservadora de los años 80 con epicentro en Estados Unidos y el Reino Unido en los gobier-
nos de Ronald Reagan y Margaret Thatcher. La Globalización existe sin un poder económico
y político hegemónico y sin un Estado ni gobierno mundiales. Estas circunstancias hacen
aflorar los diferentes problemas que acarrea la globaJización, como la exclusión, el paro, la
educación, la cooperación internacional o la fijación de nuevos objetivos políticos, económi-
cos y culturales. «En realidad, la globalización, el triunfo de los mercados, la invocación
mágica al librecambio integral, la omnipotencia multimediática, el retroceso continuado de
los políticos. todo esto participa con seguridad de un proyecto que hay que denominar ideoló-
gico: el de un ultraliberalismo desbocado, abandonado a sus propias fuerzas. portador de

P ROEMER. John E. Un futuro para el socialismo. Crítica. Barcelona. 1995. pp. 168-177.
¡¡¡ <•La globalizactón económtca es aquel proceso por el cual las economías nacionales se integran
progresivamente en el marco de la economía internacional, de modo que su evolución dependerá
cada vez más de los mercados internacionales y menos de las políticas económicas gubernamenta-
les», Ver ESTEFANfA. Joaqufn La nue1·a economía. La globali::ación, Temas de Debate, Ma-
drid. 1996. p. 14. En esa misma página Estefanía, a través de Alain Touraine distingue entre
mundialización (elemento continuador de las tendenc1as aperturistas que e aceleran en la segunda
parte del siglo XX) y globalización (fenómeno ruptunsta con el pasado para ceder el poder sobre
sus economías y sus sociedades a fuerzas globales y antidemocrálicas, como los mercados, las
agencias de calificación de deuda. etcétera). Alain Touraine mega las transformaciones a las que
estamos asistiendo formen un conjunto coherente que se pueda denominar globali::ación. Piensa
que hay cambios pero débilmente relacionados entre sí. Ver el prólogo del libro. ESTEFANfA.
Joaquín, Contra el pensamiento úmco, Taurus, Madrid, 1997. p. 16. Hay otras lecturas de los dos
términos. Emmanuel Todd describe la mundialización como la globalización de los anglosajones,
con lo cual, para él son palabras sinónimas. TODO, Emmanuel, La ilusión económica, p. 13. Una
postura diferente a la aquí expuesta en se puede encontrar en BECK, Ulrich ¿Qué es la globali::a-
ción? Falacias del globalismo. respuestas a la globalización, Paidós, Barcelona. 1998.
39
ESTEFANfA, Joaquín La nuem economía. La globali:actón, p. 14.

- 66-
prohlstorlo 3 - 1999

desigualdades nuevas y de oprestones especílicas>>-1\j, asegura Ignacio Ramonet. quien cont i-


nua su crítica a la globalización prediciendo que vivimos «un desmantelamiento progresivo
de las conquistas democráticas. un abandono del contrato social europeo, un retorno al capita-
lismo primitivo del siglo XIX »41 • Aunque todavía son más radicales Hans-Peter Martín y
Harald Schumann. quienes diagnostican que la globalización tiende a unir el mundo, pero al
.. mismo tiempo lo disgrega. «Los poi íticos actúan como si sólo pensaran en dar carta blanca a
las fuerzas económicas más brutales. renunciando a toda regulación. La consigna es restringir
gastos y aligerar al máximo los costes de personal. Vamos hacia un mundo de guetos para
ricos y enormes ciudades para los pobreS»42 • En este sentido, es reseñable el esfuerzo que está
realizando la Asociación por una Tasa Tobin de Ayuda a los Ciudadanos (ATTAC) para po-
tenciar el debate sobre la regulación de los movimientos de capitales. Se trata de recuperar la
idea del premio Nobel de Economía de 1972. James Tobin. que consiste en gravar de manera
módica todas las transacciones cconómtcas sobre los mercados de cambio. con el fin de
estabi lizarlos y. simultáneamente. propiciar ingresos a la comunidad internacional43 • Por últi-
mo. es necesario apuntar que el poder de la economía es una ilusión. El descenso de las tasas
de crecimiento, el aumento de las desigualdades y las evoluciones monetarias son fenómenos
económ icos. Pero reflejan y enmascaran determinantes culturales y antropológicos más pro-
fundos. como el descenso del nivel cultural americano y del número de ingenieros y científi-
cos. el problema de las generaciones poco pobladas del mundo desarrollado y una nueva
estratificación cultural. Estos elementos forman lo que Emmanuel Todd llama «Crisis de civi-
lización»44. El mundo global izado es un mundo en desorden. estancado y en regrcsión45 .
G. El ,~fin de la Historia" ha ayudado considerablemente en la cristalización del denomi-
nado «Pensamiento Único» 46 • La idea de partida responde a la máxima de que «las ideas

'" RAMONET. Ignacio Un mundo sin mmbo. Crisis de fin de siglo. Tema<> de Debate. Madrid.
1997, p. 73.
11
RAMONET. Ignacio Un nwndn sin rumbo. Crisis de fin de siglo. Tema-; de Debate, M adrid,
1997. p. 73.
•· Hans-Peter Martm y Harald SchumannLa trampa de la globall:ación. El ataque contra la demo-
cracia y el h1enestar. Taurus. Madnd. 1998.
H Esta iniciativa fue creada en el año 1998 a mstanc1as de Le Monde Dip/oma11que. La ATTAC se
reunió en París del24 al29 de junio de 1999 congregando a más de un millar de ctudadanos de 80
países. Ver, ESTEFAN1A, Joaquín «La Tobin tax de nuevo», El Pafs. 4 de julio de 1999, p. 61
~• TODD. Emmanucl La ilusión económica, p. 267.
•' TODD. Emmanuel La ilusión económica, p. 268-269.
6
' «El pensam1ento único es la traducción en términos tdeológ1cos y con pretens1ón universal de Jos
mtereses de un conjunto de fuelí'as económicas. en panicular las del capital101ernacional. su~
principales fuentes son las grandes mstituciones económicas y monetarias (Banco Mundial, FMI.
OCDE. OrganiLactón Mund1al del ComerciO, Com1s1ón Europea etc) que m~:d1ame su financia-
CIÓn enrolan al serviciO de sus 1deas a través de todo el planeta a numerosos centros de investiga-
ción. umversidades y fundaciones. la!> cuales, a su vez. perfilan y difunden la buena nueva. Ésta es

- 67 -
SA.'-'MARTfl\. l.. «La cítara de la victoria ... »

tienen consecuencias» y algunos de sus principios son: lo económico prima sobre lo político;
la importancia de la mano invisible del mercado; la potenciación de la competencia y
competitividad; el libre intercambio sin límites; la mundialización manufacturera y de flujos
financieros; la di visión internacional del trabajo; la moneda fuerte; la desreglamentación, pri-
vatización y liberalización: el estrangulamiento del Estado y la indiferencia ecológica47 • En
resumen. dos nuevas ideas estructuran una nueva fonna de pensar. La primera es la idea de
«comunicación» que viene a sustituir a la de <<progreso>>. Ahora lo importante y fundamental
es comunicar y se deja de lado el papel fundamental que ha tenido la idea de «progresO>> en los
avances sociales, públicos y, en general, en favor de la igualdad. La segunda idea es la de
«mercadO>>, que sucede a las leyes de la mecánica. de la historia y del movimiento de las
sociedades. Además divide a los individuos en solventes e insolventes, es decir. en los que se
pueden integrar en el mercado y los que no-18.
H. Los dos puntos anteriores apuntan hacia una gran crisis del «Estado-Nación», fagocitado
tanto por la globalización y las instituciones supranacionales como por las diferentes tensio-
nes nacionales dentro del «Estado Nación». Esta «pinza» en la que se ve atrapado le lleva a
una galopante pérdida de identidad nacional. Se contrapone lo local a lo global sin contar con
lo que queda en medio.l..a mundialización ha matado al mercado nacional, uno de los funda-
mentos del Estado-nación49 • y, a su vez, ha quedado desprovisto para frenar los flujos de
capitales. Frente a esta situación de crisis, los gobiernos necesitan reestablecer la idea de «na-
ción>> y de «igualdad>> y para ello se debería esmdiar la posibilidad de un <cproteccionismo
inteligente»50 no sólo en economía, sino en la cultura. sociedad etc. La crisis del «Estado-
Nación» podría convulsionar totalmente el orden económico, político y social actual. Las
condiciones que alentaron la creación de los «Estados-nación» se están alterando y ese cambio
debe de conllevar una reformulación del mismo. que debe ir pareja a una transfonnación de la
idea de democracia51 •
l. Fukuyama sustenta su argumentación histórica y política en lo que él conceptúa como
sociedades poshistóricas (aquellas que han alcanzado el «fin de la Historia>> mediante la de-
mocracia liberal). Pero se olvida del análisis de las «sociedades históricas», es decir. obvia el

retomada y reproducida por los pnncipales órganos de información económica, y especialmente


por las (<biblias» de los inversores y los bolsistas (fhe Wall Srreet Journal, The Financia{ Times.
The Economist, Far Eastern Economic Rl!l·iew etc)». Ver RAMONET, Ignacio Un mundo sin
rumbo. Crisis de fin de siglo. p.lll.
41
Ver ESTEFANfA, J. La nue\·a economía. La globali:ación, pp.36-48
•• Para un desarrollo de estas ideas ver, RAMONET. J. Un mundo sin rumbo. Crisis de fin de siglo.
p. 87-89.
• 9 RAMONET, l. Un mundo sin rumbo. Crisis de fin de siglo. p. 77.
~~ TODO. Emmanuel. La ilusión económica, p. 271.
SI HELD, David La democracia y el orden global. Del Estado moderno al gobierno cosmopolita,
Paidós, Barcelona, 1997.
-68-
prohistorla 3 - 1999

debate None-Sur y la realidad del sur. El llamado «tercer mundo» existe y es una realidad
agobiante que amenaza seriamente la estabilidad mundial. el nuevo orden mundiaJ discrimina
a más países y los margina; sumerge al planeta en una pesadilla de injusticias y desigualdades.
La dependencia del Sur al Norte sólo cambiará si cambian las reglas y la estructura que rige la
economía internacional. El «tercer mundo» y el <<mundo en desarrollo» ha quedado reducido
a mano de obra barata, a escenario de conflictos y a la descohesión social. que ha 1levado a un
gran fracaso de los proyectos de integración regional.
J. Podríamos diagnosticar la situación actual como una crisis general del capitalismos2
centrada en tres puntos: !-Deficiencias del sistema bancario internacional (la crisis rusa ha
sido claro ejemplo): 2-Muchos países han abandonado el sistema capitahsmo global. como
Indonesia o Rusia, aislando el país del mundo exterior; 3-lncapacidad del sistema capitalista
global para mantenerlo unido med1ante sus instituciones (FMI. 07). esto hace que el capital
vaya de periferia a centrd 3 • Se debe añadir un cuarto punto que es la exces1va concentración
empresarial focal izada en grandes alianzas a nivel mundial en una carrera sin fin porreducir
costes y mostrar competitividad a nivel mundial .
Otros autores como Lester C. Thurow 5• piensan que el problema del capitalismo puede
estar no en el colapso sino en el estancamiento «Los problemas intrínsecos del capitalismo en
sus orígenes (inestabilidad, aumento de las desigualdades. un proletariado lumpen) todavía
están ahí esperando que sean solucionados, pero eso también sucede con un nuevo conjunto
de problemas que derivan de la creciente dependencia del capital humano y de las industrias
de brainpowercreadas por el hombre»ss. Thurow propone que se inicien nuevas soluciones y
se arriesgue para salir de ese estancamiento.
Las diferentes opiniones de los especialistas deben en marcarse en lo que algunos econo-
mistas han tildado como «nueva econom ía», que es. a su juicio. la actual situación que atra-
viesa la economía de los Estados Un idos. donde ya no uenen cabida los límites tradicionales
de la expansión económica. Según esta tesis, Estados Unidos se habría convenido en el pais
número uno y el resto debe adoptar sus valores e imllar sus instituciones para competir. Paul
Krugman y otros han mostrado que el opúmismo no debe ser desmesurado y que Estados
Unidos puede estar próximo a que se le «pinche» la «burbuja económica»s6 •
K. El lenguaje del mercado ha salpicado a muchas de las realidades sociales en la actuali-
dad. La conceptualización entre lo útil y no útil, lo comprable o no, es decir. lo que entra en el

1
' En palabras dcltraba_¡o neopoperiano de Georg e Soros. SOROS. Georg e La cn.m del capitalismo
global. La sociedad abierta en peligro. Temas a Debate. Madrid. 1998.
~J Estos tres puntos están desarrollado" en SOROS, Georgc Lo rnsis del wptlall.,mr' global. La
wciedad abterta en peligro.
~· Ver THUROW. Lester C. EL fuwro del capitalismo. Ed1tonal Ariel. Barcelona. 1996.
~< THUROW, Lestcr C. El futuro del capilalismo. p. 3:!4.
1
' ' Ver. KRUGMAN. Paul <(La falsedad de la nueva economía». Política E>.h.:rior. 65. XII. septiem -
bre-octubre de 1998. pp. 153-J 69.

- 69 -
SA~'MARTf"'. 1., «La cítara de la victor1a ... »

mercado. Con esto ha habido sectores de la población que han sido excluidos de los procesos
de globaJización y bienestar. Es el caso de los jóvenes, quienes han sufrido durante los años
noventa una situación critica. Han visto como son excluidos del mercado de trabajo. No son
útiles para el mercado puesto que hay una generación tapón y los avances técnicos y las
necesidades «reales» de los mercados laborales hacen que los jóvenes tengan que estar
subempleados o en paro después de muchos años de formación. Douglas Coupland ha deno-
minado esa situación «crisis de Jos veinticinco años»57 • Incluso esa siruación de crisis ha sido
objeto de proliferación de numerosas obras literarias por parte de jóvenes escritoreSS8 • Douglac;
Coupland ha calificado a esta cohorte generacional59 con el signo «X». Muchos de ellos se
consideran ajenos a los enredos del sistema, aJ afán de logro. «No se identifican por la adscrip-
ción a un uniforme como los punky, ni a una comunidad como los hippies~ tampoco forman
parte de un grupo consumidor, tipo Nike o Armani. ni se mueven por himnos o al impulso de
ritmos o líderes. Recuerdan, por su aire pacifista, a los hippies de los sesenta pero las afinida-
des tenninan enseguida. Son más complejos y sutiles, mejor provistos de aparato crítico para
juzgar la contemporaneidad»60 •
Estos once puntos anticipan una serie de conclusiones alrededor de la tesis de Fu.kuyama:
A- Fukuyama ha realizado un enorme viaje intelecrual. Comenzó con lo político y lo
filosófico, más tarde giró hacia lo económico para acabar en lo social. Así, en un principio
abogaba por el autocontrol del mercado; después defendía la intervención del Estado en la
economía, casi al estilo asiático; el año pasado reconocía que los sucesos en Rusia y Asia
hacían tambalear sus presupuestos y ahora dice que la sociedad posthumana supondrá la quie-
bra de su tesis. ¿Con qué quedarnos? Fukuyama ha heredado de HegeL a través de Kojeve y
Bloom una cierta ambigüedad que le hace propicio a la polémica y a lo gris.
B- La teoría de «el fin de la Historia» y su debate demuestran la influencia de lo teórico en
lo histórico y viceversa. La historia con «h» minúscula, como sucesión de acontecimientos es
fundamental para la teoría puesto que ha condicionado enormemente el grado de cumplimien-
to de «el fin de la Historia». Una de las conclusiones más importantes de este trabajo es que
teoría e historia están íntimamente relacionadas. son dependientes e inseparables.

s· Que la define como «período de hundimiento mental que se produce después de los vemte años,
normalmente provocado por la incapacidad para vivir fuera del mundo de la enseñanza o de los
ambientes estructurados. acompañado del descubrimiento de la propia soledad en el mundo». Ver
COUPLAND, Douglas Generaci6nX, Ediciones B, Barcelona, 1993.
sa Entre otros, MAÑAS, José Ángel Hislorias del Kronen, Destino, 1994; COUPLAND, D.
Microsiervos, Ediciones B. Barcelona, 1996; COUPLAND, D. Planela champú, Ediciones B.
Barcelona, 1995; MAESTRE, Pedro Malando dinosaurios con un tirachinos, Ediciones Destino.
1996.
9
' Vicente Verdú en el prólogo de la ed1ción española de Generación X que se cifran en 45 millones de
jóvenes entre 18 y 29 años en Estados Unidos y unoo; 5 millones en España.
60
Según Vicente Verdú en el prólogo de COUPLAND, D. Generación X. p. 10.

- 70-
prohlstorlo 3 - 1 999

C.- El desarrollo deJa historia, como el de la ciencia, no es teleológico. Si cabe hablar de


un progreso en un sentido retrospectivo: si volvemos nuestra mirada a la htstoria de la ciencia.
vemos que tenemos mayor dominio de la naturaleza. Hay progreso en el sentido de aleJamien-
to del punto de partida, pero no en el sentido de acercamiento aJ hipotético punto de llegada6 ' •
D.- Este trabajo demuestra que es posible abrir una vía de cooperación entre la Nueva
Historia Intelectual62 , que trata de estudiar las ideas en sus contextos y la historia del tiempo
" presente, que trata el presente teniendo en cuenta el pasado. La peculiaridad y la distinción de
otras parcelas históricas, reside en que tiene un comienzo temporal en el estudio pero no una
fec ha final, ya que está pennanente abierto y sujeto a los acomecimiemos63 • Este ha sido
precisamente uno de los problemas de este trabajo, que se han tenido que variar detcnninadas
estructuras y líneas según Fukuyama ha ido publicando en los últimos tiempos sus tra bajos.
Este intento de síntesis trata de adaptarse a la idea de Carlos Barros, quien señala que «el
futuro de nuestra disciplina depende de nuestra capactdad para adaptamos a los profundos.
vertigmosos y paradójicos cambios que se están dando entre el siglo XX y el XXI))64 •
E.- Fukuyama trata de revitalizar el concepto de «Historia Universal» en un intento de
acreditarla frente a la crítica postmodema65 • que ha radicalizado la tendcnc ia secularizadora
de la modernidad convirtiendo en superfluas la noción de sujeto. los metarrelatos. de humani-
dad universal y de Historia uni versal66 • En ese sentido. se podría argumentar que el
postmodemismo es un metarrelato en sí mismo.

bt Para una mayor profundizactón ver, BARROS. C. «La histona que viene». pp. 95-118.
~2 Se trata de romper la reticencia de los historiadores españoles a la reflextón historiográfica o el
análisis de su propia disciplina y así romper lo que Gonzalo Pasa mar defme como <<dependencia a
los modelos exteriores». Ver PASA MAR. Gonzalo «Teoría y metodología de la historia: rec1entes
aportaciones españolas», Hispania. LVIJ/1, n° 195, 1997. pp. 339-347. Asimismo. esta tendencia
debe servir para una mayor profundización en la historiografía española y su constitución. Sobre el
particular. Gonzalo Pasamar ha escrito un excelente artículo sobre el nacimiento de la refl exión
historiográfica en España. PASAMAR. G. «Los historiadores españoles y la reflexión lustoriográfica.
1880-1980>>, Híspania, LVIII/l. n° 198, 1998, pp. l3.A8.
63
Ver. CUESTA. Josefina Historia del presente. Eudema. Madnd. 1993 .
6.1 Entre las transformaciones que están en curso, señala: !-Exigencias sociales derivadas de la globa-
IJ¿actón (mvalidez de la fragmentactón de los años 80, el futu ro digital, la nueva comunidad de
hJstonadores surgida a través de mtemet. historiografía policéntrtca) 2- Extgencias culturales y
educativas que condicionarán el siglo XXI. 3- Exigencias políticas y sociales de los nuevos (y
viejos) sujetos políticos y sociales y 4-Exigencias científica-;. Ver. BARROS. Carlos «Hacia un
nuevo paradtgma historiográfico>), pp. 234-242
A' Entendiendo postmodernidad como la prolongación y la agonía postrera de la mo(.kmu.lad. Ver
VÁZQUEZ, Francisco «La postmodemidad fi losófica y el valor de la altendad en los estudios
históricos>>, ER, Rerista de Filosofía, n° 22. p. 73.
6
" Para el desarrollo de estas tdeas y para una bibliografía muy actualizada al respecto de la relación
entre historia y postmodernidad, ver V ÁZQUEZ. Francisco <•La postmodcrntdad filosófica y el
valor de la alteridad en los estudios históricos», p. 73 95.
,
- 71 -
SM'MARTIN, L. «La cítara de la victoria ... >>

F.- La evolución de la teoría de «el fin de la Historia» ayuda, desde una perspectiva euro-
pea, a diferenciar las ideas conservadoras de la liberales. Fukuyama es un declarado
neoconservadoró', una de las múltiples familias de la gran familia conscrvadora68 .

~- Para una mayor profundización de la relación de Fukuyama con el neoconservadunsmo, ver:


SANMARTfN. J.. «Quién es Francis Fukuyama?».
68
Ver NISBET, Robert, Conservadurismo. Alianza Ed1torial. Madrid, 1995.

- 72-
prohlstorla 3 - 1 999

Cook desvelado. Comentarios de la polémica


Sahlins - Obeyesekere.
NICOLÁS QtnROGA
(UNMDP)

Resumen:
Esta reseña pretende revisitar algunas de las aristas más salientes de un debate entre
antropólogos en tomo a la muerte del capitán Cook en su último viaje a las islas
Hawaii en 1779. Además de los dos antropólogos mencionados en el título. una
larga lista de intelectuales abundó en la temática para dispararla: de la investigación
alrededor de los acontecimientos de fines del S. XVIII, a la discusión epistemológica
en la que algunos de los presupuestos de la operación científica que implica alteridad
son puestos en controversia. En ese tránsito. est.a pugna deja al descubierto los
vericuetos de los circuitos de producción e intercambio del campo académico y su
relación con los conceptos y categorías de la disciplina.

Palabras clave:
Antropología Cultural- debates-Oceanía - Alteridad.

Abstract:
This review pretcnds to revisit sorne of the most overhanging edges ofthe discussion
betwccn anthropologists aboutlhe death of the captain Cook in his last voyage to the
Hawaii's islands in 1779. Besides Sahlins and Obeyesekere a long list of scholars
abounded in the thematic to fire it: from the investigation around the events at Lhe
end 18111 century to lhe epistemological discussion lhat implicates others societies are
pul into controversy. In this passage, the polemic exposed the hidden aspects of
production and exchange circuits in the academic field and its relations with the
concepts and categories of the discipline.

Kevwords:

CuJtuml Anlhropology- Controversies South Pacific.

- 73-
QuTROGA. N.. «Cook desvelado: ...»

n 1977 Marshall Sahlins publicó un articulo en el que por primera vez, indagando en

E la tensión entre estructuras culturales y acontecimientos históricos, abord3ba la apo-


teosis del capitán James Cook a su llegada al archipiélago de las islas Hawaii. Tema
que profundizó en 1981 en su libro Historical Metaphors and Myrhical Realities y
más tarde. en 1985. en Islas de Historia (capítulo IV en especial: ''El capitán James Cook o
el dios moribundo"). No es casualidad que a lo largo de más de veinte años de investigación.
la preocupación antropológica -pero también transdisciplinar- de reflexionar en tomo a pro-
blemas inherentes al cambio y a la reproducción de estructuras culturales y su relación con
acontecimientos históricos, la Llegada a las islas y posterior muerte de Cook en manos de sus
pobladores, se haya transformado en una suerte de pesquisa para dar con el asesino y explicar
la muerte del "Colón del Pacífico·· en su doble contexto histórico-antropológico.
En su último viaje a las islas, Cook fue endiosado1 • Hizo su llegada, en enero de 1779.
cuando la "maquinaria" del ritual del Makahiki (año nuevo hawaiano) estaba en movimiento.
Se trata de una ceremonia de eterno retomo: el cambio de las estaciones. la llegada de la
temporada de grandes lluvias y fertilidad y el solsticio de invierno son representados por la
venida del dios Lono (en realidad, akua Lono -que también significa '·jefe"-, pobremente
traducido y forzado a la versión occidental de la divinidad). Lono forma parte fundamental de
w1 mito agrícola emparentado con la cosmogonía polinesia y ordenador de "la política hawaiana
de usurpación" en lo que respecta a la sucesión de la monarquía divina. El Makahlki es el
ritual a través del cual el pueblo hawaiano, vía su rey, recibe a Lono para luego asumirlo:
"La conjunción con el dios productivo se hace posible manteniendo el dios militar en
suspenso: los ritos normales del templo de K u se suspenden. Pero cuando Lono se va, el rey
vuelve a consagrar los principales templos de K u por medio de sacrificios humanos. Luego
recorre la isla reabriendo los santuarios agrícolas y de la pesca, santuarios agrícolas de Lono.
El rey ha podido asumir o representar a Lono. Ahora bien. el dios mismo debe ser privado de
ellos. El dios debe ser el primer sacrificado del año nuevo.··
Antes de Cook hubo otros. Representando su papel -pero esto debe entenderse como una
débil metáfora de aquello que efectivamente hacían-, cada uno de ellos fue parte del Makahiki
y elemento decisivo en la continuidad del mundo: lógica que da cuenta para Sahlins. de Cook
como individuo en la trama de acontecimientos en aquel "primer encuentro".
Desde su llegada hasta el 4 de febrero del mismo año, cuando los dos barcos de la flota
británica zarparon de la bahía de Kealakekua, Cook y su tripulación fueron parte lógica de
las ceremonias. Adorado por los pobladores que a su paso se prostemaban, protegido y ali-
mentado por los sacerdotes de Lono -quienes de esta manera aceleraban las tensiones con los
jefes políticos hawaianos-, el capitán Cook representó cada una de las instancias rituales que
le fueron asignadas. incluso la de retirarse de la escena; momento en el que:

Para las pOSICIOnes de Sahhns seguimos lo expue~lo en su hbro Islas de Historia. Barcelona,
Gedisa. 1997. 3ra edición.

-74-
prohlstorlo 3 - 1999

"El rey, también. había sobrevivido a la visita de Lono e incorporando sus beneficios
tangibles como. por ejemplo. las azuelas y los puñales de hierro. En principio. el rey
haría ahora sacrificios a Ku y reabriría los samuarios agrícolac; de Lono. Se reanudaría el
curso cósmico normal...

Sin embargo por una de tanta-; ca.sualidadel>. una fuerte tormenta -de esas que el mimlo
dtos trajo consigo- rompió el trinquete de uno de los barcos, por lo que, unos díac; después de
haber cerrado un ciclo vital para el universo. Cook. de alguna manera. daba marcha atrás y
ponía otra vez los pies en tierra. Para Sahlins:
·'Fue la ·casualidad' o según la metáfora científica occidental 'la intersección de dos
cadenas independientes de causalidad'. El eslabón débil de una de las cadenas fue el
'trabajo deshonesto· y la ·supervisión descuidada· del astillero naval de Deptford ( ...)
Cook se había quejado antes de que sus barcos habían estado mejor equipados cuando
pertenecían al servic10 privado. Dado este sistema corrupto de abastecimiento de lama-
rina. tal vez deberíamos hablar de una intersección de las estructura~¡ poco afortunada".

Esta conjunción -que inspira cierta modulación esotérica- fue la que finalmente perdió al
Capitán. Los jefes hawaianos interpretaron este nuevo acontecimiento como una continua-
Ción de las disputas por el reinado (deviniendo en cris1s estructura]) y ello dio paso a violentos
sucesos entre hawaianos e ingleses. hasta terminar con la muerte de Cook.
J. Friedman y G. Dcnning, entre otros. señalaron algunas criticas a la hipótesis de Sahlins respec-
to de la rigidez con la que concebía las estructuras culturales hawa.ianas, pero también en rela-
ción con la interpretación de los documentos históricos. apuntando que operaba con una coyun-
tura muy limitada temporalmente y sobre todo remarcando la dificultad existente en la interpre-
tación del término akua. Para Friedman. Cook fue considerado jefe ames que dios. con lo que la
perspectiva de Sahlins de pensar el cambio social a través del ordenamiento de los acontecimien-
tos políticos por el universo mítico de los hawaianos perdería buena parte de sus arbotantes.
Sin embargo, hubo que esperar a 1992 para que, a partir del libro de G. Obeyesckere, The
Apotheosis of Caprain Cook: European Mythmaking in the Pacific, la normalidad de los
intercambios críticos se desmadrara y de una investigación particular muchas preguntas nu-
cleares y preciosas para la disciplina surgieran entre el fuego cruzado.
Cuestionando el presupuesto que postula para diferentes culturas. diferentes racionalidades
- bajo el que Sahlins trabaja-, Obeyesekere pretenderá para los hawaianos una "racionalidad
práctica". una suerte de pragmática desvinculada de la visión occidental que los presema
aturdidos por el pensamiento salvaje e incapaces de distinguir entre los rituales de Lono y las
estrategias de Cook~ . Los pueblos no occidentales en general y los hawaianos en particular.

l Para las rmstcioncs de Oheycsek~r.: ~~gutmo~ lo expuesto .:n su libro 7 he Apotheosis o[Cuptain
Cook: Europl'an MyOzmaking in the Pacific. Princeton: Princcton Un!Vcrsity Prcss. 1998. Para el
contexto general de la polém1ca seguimos a l30ROFSKY. Roben: "Cook, Lono, Obeyesekerc,

- 75 -
QutROGA. N.. <<Cook desvelado: ... •>

dice Obeyesekere, no se diferencian a este nivel de otros pueblos del mundo: la apoteosis de
Cook, como la de Cortés, es una interpretación invertida, una especulación. Fueron los euro-
peos del siglo XVIII quienes construyeron sus propios milos en tomo a la figura imperial.
civiüzatoria y colonialista del descubridor, construyendo la llamada "visión de los nativos"
desde ese vector deificante. Acorde a los tiempos. Obeyesekere además de poner de cabeza los
presupuestos de Sahlins. señala que su contrincante forma parte de la última avanzada del
colonialismo occidental: no puede escapar de su jauJa de acero porque fue educado bajo pre-
cisos postulados occidenta.Jistas. Sintiéndose agredido como un hawaiano más, este nativo de
Sri Lanka formado en Princeton, aduce otra razón más para autorizar sus críticas al modelo
Cook-Lono: él está exento de cometer improcedencias en la investigación ya que. por insight.
al formar parte de una ex-colonia recientemente independizada del yugo colonial. conoce l a~
argucias del pensamiento occidental.
Las críticas a Sahlins apuntarán también a reconsiderar las farragosas pruebas con las que
este último pretende conflJ11lar su hipótesis. Obeyesekere vuelve sobre el término akua; cues-
tiona el uso del documento histórico en tanto no se evalúe la articulación entre texto y contex-
to y en tanto no se lo deconstruya para Juego reconstruir el espacio referencial de las fuentes
(informes marítimos. diarios de viaje, correspondencia).
Escrito polémico, el libro de Obeyesekere no escatima adjetivos para Sahlins. El de neo-
imperialista, como señala Geertz en una de las tantas reseñas del debate. quizás sea el que más
sensibilidades provoque. puesto que pone en el tablero la pregunta del millón: ¿Hasta qué
punto es posible hablar de y por los otros? (Para Geenz esta pregunta es válida para los
hawaianos pero también para los navegantes ingleses del siglo xvm.)
Sahlins -que en principio no atendió a las críticas del sri-lankés-.luegode las 29 reseñas y
los dos premios que obtuviera el libro de Obeyesekere3 • publicó en 1995 su respuesta en un
extenso libro titulado How 'Natives' Think. About Captain Cook,for Example, en el que
respondía punto por punto las objeciones que se le hicieron. Para Sahlins. la antropología
pidgin que Obeyesekere practica no sólo es improcedente para el análisis del impacto de la
llegada de Cook a las islas Hawaii. sino también nociva para el diálogo entre pares. Para
ambas consideraciones, Sahlins desarrol1a minuciosas respuestas.
Siguiendo a Borofslcy y a Geenz. más allá de los calientes entredichos entre ambos
antropólogos, más allá incluso de algunos aspectos específicos de la historia hawaiana -sobre
los que los autores presentan perspectivas antagónicas que bien pueden flexibilizarse-, los
problemas que afectaron al núcleo de la antropología cultural guardan relación, por un lado,

and Sahlins" (mi meo) [publicado en Curreru Anlhropolog). Un1vers•ty of Chicago Press. vol38.
num. 2, 1997); y a GEERTZ, Clifford: "Culture War'" en N~!\'o· York Rel'iew o[Books, noviembre de
1995 [traducido al cao;tellano por Pablo Obeidl.
Algunos nombres de la lista de los reseñistas: l. Haclong. H. Kane. G. Marcus. R. Levy. B.
Smllh, S. Parker, L. Lindstrom.

- 76 -
prohlstorla 3 - 1999

con los presupuestos con los que uno y otro autor construyen su punto de vista (especificidad
de las estructuras culturales de los hawaianos vs. patrones universales de comportamiento); y
por el otro, con la pregunta que parece cuestionar la validez de la autoridad etnográfica:
¿Qué, cómo, y cuánto se puede decir de aquello que los propios nativos no dicen o dicen de
otra manera? (Como ejemplo de las pulseadas en tomo a este tema citemos a Herb Kane. que
.. arriesga otro nombre para el último libro de Sahlins: Cónw piensan los antropólogos: de los
polinesios. por eJemplo.)
Otro de los puntos relevados por Borofsky, apunta a sef'íalar las miradas benevolentes con
que fue recibido por parte de los reseñistas el libro de Obeyesekere. cuando sobre la base de su
análisis puntilloso del mismo, él demuestra mucha<; de las evidentes contradicciones en las
que cae el poco riguroso trabajo del sri-lankés. Esto. para Borofsky -quien vive en Hawaii-.
se debe sin duda a la lejanía temática y a la simpatía con la que son tratados algunos de los
postulados cercanos al posmodemismo de The Apotheosis ofCaptain Cook ... Tanto para este
antropólogo como para Geertz, los trabajos que Sahlins realizó durante más de dos décadas
presentan una solidez difícil de hallar en el libro de Obeyesekere -quien mayormente ha traba-
jado en su país natal y apenas ha realizado una breve travesía a Hawaii para conílllTiar sus
hipótesis-, libro que, construido sobre la idea de los mitos de conquista europeos. le dedica
pocas página<; al contexto europeo en el que supuestamente estos mitos se desarrollaron.
Sin embargo. las líneas polémicas que surgen de este debate no se limitan a los comema-
rios académicos sino que los trascienden: desde otro punto de vista. por ejemplo. es curioso
4Ut! lus mismos tlilemas ¿ticos en torno a la formación de la disciplina que plantean los
antropólogos -<uando en este punto las canteras sobre las que se trabaja son netamente histó-
ricas (siglo XVIII. corpus documental indirecto y escrito)-. no tenga símil alguno en la
historiografía. ¿Deben los historiadores atender a los dilemas de La autoridad historiográfica?
¿Deben evaluar las problemáticas concernientes a los bordes culturales, a las fronteras móvi-
les -en este caso Estados Unidos-Hawaii-Polinesia?
El debate -como bien señala Geertz- en sus últimas batallas difuminó incluso la investiga-
ción del asesinato de Cook, en beneficio de otras disputas. Podemos, gracias a ese desplaza-
miento, entrever las fisuras que marcan el cuerpo de la disciplina las tensiones entre los gru-
pos de investigadores -jóvenes ··promesas" vs. antiguos eminentes-. las fricciones por nacio-
nalidad (supongamos un Hawaii rastrillado por intelectuales estadounidenses y nativos. por
intelectuales nacionalistas y extranjeros. por revisiomstas y prescindentes en materia políti-
ca). las gruesas diferencias entre el consenso de los reseñiSta'i y el perficiente trabajo de Borofsky.
La noción de cultura. leída a través de esta panorámica arquitectural, no le debe nada a las
visiones prístinas con las que la larga marcha del iluminismo y la contundencia axiológica de
muchos han pretendido esclarecer el acercamiento a suciedades diferentes a la nuestra. Lo!)
límites del proyecto de la moderntdad aún continúan discutiéndose tamo como la apoteosis
del Capitán James Cook, apaleado y muerto por unos indios a fines del XVIll. Los intríngulis
de ambas polémicas, sin embargo. no pueden desensamblar el edificio que los rigores de la
ciencia han construjdo dificultosamente. ni desmentir que Cook condensó el espíritu de su

- 77-
QL1ROGA, N .• «Cook desvelado: ... »

contemporáneo Adam Smith y fue punta de diamante (divina o endemoniada) de las andana-
das imperiales; ni que éstas formaron parte indisoluble de las polémicas aquí citadac;: " inter-
sección de cadenas independientes de causalidad''. que le dicen.

- 78-
prohlstorlo 3 · 1999

¿Por qué debate Rusia en torno al cuerpo de Lenin?*


TAMAR KONDRATIEYA
[Universitéde Valenciennesj
y
0-AUDIO SERGIO lNGERFl.m1
[Directeur de Recherches CNRS· EPHE, Ve section l

Resumen:
Los archivos del Com ité Central del PCUS recientcment abiertos permiten com-
prender mejor cómo. a pesar y a través de una ideología autoproclamada materia-
lista y atea, una concepción religiosa del mundo se expresó en la decisión dcembal·
samar a Lenin. Este artículo pretende hacer simultáneamente una historia «por arri-
ba» y «por abajo» del destino del cuerpo de Lenin. La perspectiva etnohistórica que
hemos elegido convoca espesas capas del pasado, reactualizadas en el embalsama·
miento y en los debates que este acto provoca tanto en el seno de la dirección del
país como en la sociedad. Una vez más se comprueba que en Rusia la ficc ión de
«los dos cuerpos del rey» estudiada por E. Kamorowicz no funcionó, dejándole
todo el espacio al cuerpo mfstico. La consecuencia fue la no auwnomización de ese
espacio que en Occidente se ha Uamado político. Sin embargo, el ~urgimien t o de
este espacio quizá<; sea la gran novedad de la cual somos testigos hoy dia.

Palabras Clave:
Lenin ·embalsamamiento- religión- folklore· cuerpo místico.

Abstract:
The recent opening of the archives of the PCUS's Central Committee enables a
better understanding of how the decision to embalm Lenin expresses a rcligious
conception of the world, in spite and trough a materialistical and atheistical self-
claimed ideology. The present article proposes a history both from the top and Lhe
bottom of the fate of Lenin's body. The ethno--historical perspective we have chosen
calls up deep strata of the past updated by the embalming and the related debates
taking place eithcr in the governmem or in the larger socíety. It appears once more
that in Russia Lhc fiction of Lhe king·s two bodies studied by E. Kantorowicz doesn ·r

* El texto es una versión escrita de un tema tratado en el marco de un seminano d1ctado por los
autores en 1998. Traducción de Darío Bamera.
L\IGERFLOM, C. - KoNDRÁTIEVA, T., «¿Por qué debate Rusia ... >>

work, letting the whole space to the only mystical body. Hence a non-autonomisation
of this space referring in thc West to the «political real m». Nevertheless thc fonnation
of this space may be thc main change to witness nowadays.

KeyWords:
Len in. cmbalment. rcligion. folklore. mistic:JI body.

- 82-
prohlstorlo 3 - 1999

a suerte del Mausoleo y la del cuerpo de Len in. hoy por hoy. están sujetas a polémi-

L cas cotidianas en Rusia. La momia del fundador de la Unión Soviética no ha dejado


deconmovcrlos ánimos desde que dejara de existir la URSS. El marxismo. incluida
su versión bolchevique. no preveía ningún culto de las reliquia-;.' Sin embargo. el
embalsamamiento de Lenin ha "prendido" en el organismo nacional. como lo prueban la fre-
cuentación popular del Mausoleo (no siempre organizado por las instiruciones. ni mucho menos)
- se ha lanzado la cifra de ciento cincuenta millones de visitantes- y las controversias actuales.
Su unicidad y sus efectos confieren al acontecimiento de 1924 un interés particular a los ojos
del historiador.2 Es posible interesarse en esto como sociólogo, como politólogo. como perio-
dista.... con las lógicas y las pertinencias propias de cada oficio. Aquí intentaremos un enfo-
que etnohistórico. ya que éste parece permitimos encontr..u- a través de lo que ha sucedido con
el cuerpo de Lenin. la espesura de las representaciones colectivas. Dicho de otra manera.
proponemos pensar el acontecimiento no simplemente como un cálculo estratégico sino tam -
bién como la expresión de una cultura. comprendida la política. preexistente y como una pieza
consti tutiva de ella en un momemo en el cual se renovaba.
¿Con qué componentes de la historia rusa se anicula este acontecimiento? ..~ ¿Cómo
los hombres pudiendo actuar según su buena voluntad. se encuentran atrapados en la historia

Sobre las momtas conservadas en las criptas de las iglesias rusas ver RusskCIJO pro\·aslamnja
cerk.O\·' i kommunistitcheskoe gosudarSI\'O /917-1940, Dokumenty i materialv.[La lglesia orto
doxa rusa y el Estado comunista. 1917 - 1941. Documentos y Materiales]. Moscú 1996. p.62 . Doc:
casos de embalsamamiento. hoy olvtdados. acaban de ser recordados: el del viajero y geógrafo N.
M. Prjevalski (1839-1888) y el del médtco N. l. Ptrogov (llH0-1!!81). en LATYÓEY. A. G.
Rasskeretchenn,\} Lenin [Lenin sm secretos J. Moscú 1996. pp.331 -33:!.
Acaba de aparecer en Moscú una nueva revista. titulada Ka:us, bajo la dirección del historiador
ruso Ju. L. Beesmertnyj. En la introducción al primer número, el mismo autor publica un texto
historiográfico muy estimulante acerca del interés de los casos no seriales para la comprensión de
los mecanismos relacionando los comportamientos individuales a los estereotipos sociales.
J
Hemos dejado de lado, voluntariamente, dos aspectos que deberían ser integrados en un estudto
global. Se trata de los debates entre las diversas corrientes del arte ruso y sovtéttco y su relación con
la tradición tcónica. Ver los textos ttaducidos y publicados en Russian Art of the A1·anz Garde.
Theory and Criticism, editado por John E. Bowlt, Thames and Hudson. Londres 1988. Para un
nuevo enfoque del cruce de las relaciones ttadición-modemidad y arte-política. ver KARNNOUH.
C. en La part de 1'oeil. "Dossier: el arte y lo político", 12, Bruselas 1996, pp. 77-99. Para seguir.
las investigactones sobre la resurrección. fuertemente innuenciadas en las tres pnmeras décadas de
este siglo por la obra de Nicolás Fedorov (1828-1903), su fe en el progre-;o de la cie ncia y su
concepción evolucionista. Nina Tumarlun ha hecho a1ustón en su obra pionera (Len in Jives! The
Lenin Cnlr in Sol'iet Russa. Harvard University Press 1983, p . 19) La crfuca que le hace Benno
Ennk.er nos parece un poco ligera (en Jahrbiicher fiir Geschichte Osteuropas. l. 44. 1996, pp.
431-455). Las ideas de Fedorov sobre la regulación de la naturaleza y superación no mística, sino
ctentífica. de la muerte, a través de la victoria sobre la putrefacción del organismo. sobre unél
historia que deJarÍa de ser un '·proyecto .. para converttrse en un "hecho·· el día en que la resurrcc-

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lNOERFLOM, C. - K oNDRÁTIEVA, T .• «¿Púr qué debate Rusta ... )>

plurisecular de su país, a pesar del carácter único e médito de su acto? ¿Qué es lo que está en
juego, es decir, cuál es la relación con el pasado y cuáles los resultados de una relación tal? El
objetivo de este artículo es, sin embargo, Limitado: penniúr al lector confrontar los debates
actuales con los de 1924. identificar el componente religioso de estos últimos. en particular, a
propósito del cuerpo de Lenin, y concluir por una hipótesis sobre el futuro de la política en
Rusia.~

1.- La polémica hoy.

Desde 1991, se levantaron voces para demandar, junto con el fin de la URSS, el fin del
Mausoleo o al menos de la presencia del cuerpo de Len in en la Plaza Roja. Una brigada de
militantes comunistas se instaló día y noche delante del Mausoleo. El poder no tomó decisión
alguna. Las discusiones son replanteadas hoy. El 21 de marzo de 1997. la mayoría de la
Duma, conducida por los comunistas, hizo fracasar un proyecto que preveía enterrar a Len in.
En mayo, Jos consejeros del presidente le expusieron un plan destinado a preparar progresiva-
mente a la opinión pública a la idea de trasladar el cuerpo. El colofón debía ser el entierro del

ci6n se convierte en realidad estaban en el clima de ideas de la época. extendidas en los medios
bolcheviques. en el ingeniero L. Krasin. ministro y responsable político directo del embalsama-
miento, entre los cuadros ministeriales encargados de pensar y ejecutar las nuevas condictones de
trabaJO. pero lllmbién entre poetas como Máiakovski y escritores como Gorki y Platonov. en la
revista La Inmortalidad, evocadas ofic1almente por el Presidente Kalinin; jamás han dejado de
mleresar a los medios científicos, desde A. Bogdanov. muerto durante una experimentación en
1928, al biolog1sta V. Kouprévich, presidente de la Academia de ciencias de Bielorrusia en los años
1960. Ver SEMENOVA, S. Nikolaj Fedorov, Moscú 1998. e "Introducción" en FEDOROV. Nikolaj
S01chinenija (Obras), Moscú, 1982.
La problemática general y el culto en particular tienen ya su h1stonografía; nuestrareflex16n bene-
ficia los trabajos existentes. N. Tumarkin ha estudiado el nacimiento y el desarrollo del culto hasta
mediados de los años 1930s; op. Cit. En 1994, Benno Ennker ha sostenido, en la Universidad de
Thübingen, una tesis bajo el título Die Anfange des Leninkults. Ursachen und Emwicklung in der
Sowjerunion der zwanziger Jahre. Este autor rephcó a las p<mciones de Tu marión sobre la natura-
leza religiosa y la inserción del culto de Lenin en una cultura política pre-revolucionaria rusa en
varios artículos donde ha expuesto las ideas de su tesis: ver Jahrbücher for GeschichJe Osteuropas,
T. 35,1987. pp. 534-555; (consagrado a los debates durante laperestroika), ver GEYER, Dietrich
Die Umwertung der sowjetischen GeschichJe, Gouingen. 1991: [Los comienzos del culto de Lenin].
también Otetchestvennaja istorija [Historia de la patria], n. 5, 1992; cf. también la obra ya citada.
Sobre las reacciones frente a la muerte deLenin y a la conservación de su cuerpo, ver KOCHELEVA
L. y TEPTSOV, N. el arLículo "La muerte de Len in: el rumor popular en los informes de la policía
política", en NeizvestnaJa Rossija XX vek, [Rusia desconocida. siglo XX], l. 4. Moscú 1993;
VEUKANOVA. O. V. "La imagen de Lenin en la conciencia colectiva" en OteJchestvennaja
tstorija. n. 2, 1994; ROJKOV, A...La primera muerLe del guía. La percepción por la soc1edad de
la enfermedad y la muerte de V. J. Lerun", en Rossija XXI, [Rusta, siglo XXI], nn. 5-6, 1995.

- 84-
prohlstorlo 3 - 1999
cuerpo de Lenin y los huesos atribuidos a Nicolás U en San Pe1esburgo, el 7 de noviembre,
aniversario de la revolución, convertido entonces en día de la reconciliación nacional. Eltsin
aceptó el plan, pero contra toda previsión, el6 de junio, propuso abruptamente un referéndum
nacional para el mes de septiembre. En un sector de la sociedad, su discurso suscitó un fuerte
rechazo, mientras que la opinión pública lo interpretó como una maniobra destinada a provo-
.. car un enfrentamiento con los comunistas. Eltsin proponía "enterrar a Len in cristianamente"
-dando por entendido "normalmente". Un sondeo tuvo lugar en agosto de 1997. El43.9% de
los encuestados se pronunció contra el enterramiento, el41 ,5% a favor y el 14,5% restante no
emitió opinión al respecto. Entre los primeros, ell6,8% pensaba que Lenin es "el símbolo del
periodo soviético en nuestra historia": el 7.9% que había tareas más urgentes: un 7,3% que
era un gran actor de la historia; el6,6% que su nombre es sagrado para muchos ciudadanos; el
2,5% que esta acción agravaría la fractura social y moral en la sociedad; un 1,6% arguye otras
razones; 0,4%: sin razones. Entre aquel1os que deseaban enterrarlo, el22,9% argumentaba
que debía hacerse de acuerdo con la tradición cristiana: el8,4%. por respetar la voluntad del
difunto (según un viejo rumor jamás probado, Lenin habría dicho que deseaba ser enterrado al
lado de su madre); 4,9% que la Plaza Roja no es una necrópolis; 2,9% que su nombre está
ac;ociado a sufrimientos y al terror: 2,9%: otras razones y 0.6%: sin razones.s
Algunas veces, las polémicas retoman cuestiones debatidas en 1924: los restos de Lenin,
¿constituyen una reliquia? Pero también hicieron su aparición nuevos temas: el costo de man-
tenimiento del Mausoleo (se ha propuesto transmitirlo a los comunistas para que se hagan
cargo de los gastos o bien transferirlo a otros. para convertirlo en un sitio turístico pago): el
valor artístico del monumento que está defmiti vamente asociado al conJunto arquitectómco
de la Plaza Roja y del Krem lin ("no se destruyen las pirámides porque se condena la crueldad
de los faraones") y por último. se recuerda que en la catedral del Arcángel del Krem lindes-
cansa lván el Terrible, responsable de muchas campañas de terror fijadas para siempre en la
memoria naciona1.6

2.- Los orígenes de la decisión de 1924.

Las fuentes permiten terminar con las controversias sobre el origen del proyecto de
conservar el cuerpo. Según la versión presentada en 1925, en el informe de la Comisión del

s. ltogi, [Balance] 19-08-1997, p.57.


6 Esta síntesis está basada en la prensa escrita Ver ZAKIROV. L. ''¿Cuánto cuesta la vida del guía en
el mundo de los muertos?". en Literaturnajaga::eta, 16, 10, 1991; GUSAKOY. M...Lerun es aún
el más vivo entre los vivos", !bid., 23-07-1997: PINSKER. D. "Enterrar a todo precio", en ltogr,
[Balum:e}. 19-08-1997; AURAVLEY, P. "Una plaza no repcrtonada", /bid, SMORNOV, L. "El
futuro de la traclictón sov1ética", /bid; RUBINOTEJN. L. '·En tu Mausoleo". lb1d.: ''El tiempo
pasa y Lenin espera". en Nezavisimaja gazeta. 12-09-1997; YOLGIN. l. "El Mausoleo es un
problema arqueológico". en Ne:a\.'isimaja ga::eta. 26-04-1997, y SEMENKO. Y. "El Mausoleo es
un problema religioso ... /bid. 21-06-1997 .

- 85-
lNGERfl..OM, C. - KONDRÁTTEVA, T., «¿Por qué debate Rusia... »

Comité Ejecwiw> Central de la URSS para la perpetuación de la memoria de V l. Uliano,·


(Lenin) [en adelante "la Comisión"], no es ella " ...quien ha tenido la idea de construir una
cripta' y de conservar el cuerpo de V. T. Len in; la idea nació en los barrios obreros de Moscú
y de otras ciudades [... ] Desde el 23 y 24 de enero hemos recibido cartas enviadas por los
obreros[ ... ] pidiendo que el cuerpo de Len in fuera conservado el mayor tiempo posible para
que las masas populares pudieran decirle adiós""~~. En realidad, Lenin murió la noche del 21 de
enero; la mañana siguiente, la noticia comenzó a circular, el Comité central se reunió y deci-
dió organizar las exequias en la Plaza Roja; el mismo día, Stalin notificó oficialmente la
muerte de Lenin a los comités del partido en las provincias. El Comité ejecutivo central de la
URSS creó la Comisión.9 De las reuniones del Buró político no queda sino la lista de los
temas tratados, pero no los estenogramas de las intervenciones. 10 Sin embargo, en la reunión
de la Comisión del 23 de enero, V. Bonch-Brouiévich menciona la decisión del Buró político
de construir una cripta,' 1 y el debate se articula a propósito del "plan ulterior sobre el cual ya
hemos hablado" 12 (V. A. Avaniésov) en consecuencia, sobre la necesidad de consultar a los
médicos acerca de los riesgos que corría el cadáver manteniendo el féretro abierto. Dzerzhinski
habla entonces explícitamente de "embalsamamiento"13 . Existe una cierta vacilación: prime-
ro prevén las exequias, luego piensan dejar abierto el ataúd durante varios días para que todos
puedan decirle adiós y es entonces cuando se plantea la cuestión de la conservación. Pero es
indiscutible que aquí.la iniciativa pertenece a la dirección del Partido.'~

El término ruso es sklep; puede prestarse a confusión en la m~ida t:n qut:, curnu cripta ~n francé::..
el sklcp debe estar bajo tierra; ahora bien, el proyecto, en primera instancia, preveía una construc-
ción visible.
• A comienzos de la perestroika. esta versión era sostenida aún por autores que intentaron sin em -
bargo reescribir la historia del Mausoleo. GARJAEV. S. M., 1: is10rii mav:oleja Lenina [Sobre la
historia del mausoleo de Lenin], Moscú 1990, p. 13. El autor se lamenta de no haber podido
acceder a las fuentes en el archivo. El Informe de la Comisión fue publicado bajo ese tírulo en
Moscú, en 1925.
9 Su presidente fue P. E. Dzerjinski. La Comisión se reunió 16 veces entre el 22 de enero y el 2A de
marzo. El 28 de marzo el nombre de la Comisión cambió: en lugar de "Organización de las Exe-
qwas". debía encargarse ahora de "Perpetuar la memoria··. Fue disuelta elll de junio y sus funciO-
nes fueron uansferidas allnstiruto Len in. RCXIDNI, F. 16. o p. (inventario), 1, l, p. 1.
to. RCXIDNl, P. 17, op. 3.
11
RCXIDNI, F. 16, op. 2c ("e" por sekretnyj -secreto-), ed kh, -dossier- 49. l. 3.
12 RCXIDNL F. 16, op. 2c, ed. kh., 49. l. 2.
13 RCXIDNI, F. 16, op. 2c, ed. k.h., 49, l. 3.
14 Por otra parte, según N. Valentinov, Bujarín le habría contado una conversación entre varios
dirigentes a fines de octubre de 1923, cuando el estado de salud de Len in hacía pensar que su fin
estaba prólUJTlo. En este diálogo, Stalin habría evocado las posibilidades ofrecidas por la ciencia
para embalsamar a Lenin. VALENTINOV, N. (N. Vol'skij) NE'P i krizis partii pnsle smerti
Lenina: gody rahoty ~· VSNKh vo vremja Ne'pa. Vospominanija, [La NEP y la cnsis del partido
tras la muerte de Lenin: mts años de trabajo en el Consejo superior de Economía en la época de la
NEP. Memorias), Moscú 1991, pp. 146-148.

-86-
prohlstorlo 3 - 1 999
Sin embargo. esto no significa que los planes de los círculos dirigentes no eran com-
partidos por una parte de la sociedad soviética. Las cartas provenientes de las bases exigiendo
el embalsamamiento existen, han sido enviadas. a pesar de recientes afirmaciones en contra-
rio.•s Nosotros hemos encontrado algunas que se remontan a124 de enero; sin excluir comple-
tamente la hipótesis de una muy rápida movilización del aparato para provocar el envío de
estos petitorios colectivos por la "base", el conjunto de fuentes provenientes de la sociedad
demuestran. sin ambigüedad, una convergencia cierta y espontánea.16 Dicho de otra manera.
la frontera entre los partidarios y los adversarios del embalsamamiento no era horizontaL
separando lo alto y lo bajo del país, sino vertical, atravesando tanto las esferas del poder como
los medios obreros y culturales.

3.- La vida privada.

¿Podía decidirse la suerte del cuerpo sin tomar en cuenta lo que Lenm hubiera deseado?
En la Comisión, e123 de enero, Vorochilov responde a Muralov, comandante de la región
militar de Moscú, partidario de conservar el cuerpo para hacer un lugar de peregrinaje: "si
Vladimir Ilitch hubiera escuchado el discurso de Muralov. no Jo hubiera felicitado. La gente
civil1zada quema el cadáver y guarda las cenizas dentro de una urna". Dzerjinski le replica:
"Él mismo no hubiera podido decir nada aquí, porque no puede ser su propio juez y no existe
un segundo, parecido a él, a qwen podría aplicarse esto''17 • De esta manera, barrió la objeción
de Vorochilov con una frase poco clara. En frente. la familia de Lenin se compromete en el
debate. En un artículo publicado por la Pr{J\·da el30 de enero, la viuda, Nadiezhda Krupsk.aia
escribía: "No se dejen llevar[ ... ] hacia la veneración aparente de su personalidad. no le erijan

15 El autor de la última obra sobre esta cuestión afirma, extrañamente, -él ha terudo acceso a los
archivos- que" .. .las cartas que proponían el embalsamamiento prácticamente no existen(...) no se
las encuentra en los archivos( ...) en la Comisión de Dzerjinslci el problema de una larga conserva-
ción del cuerpo no fue discutido durante las primeras semanas que sigweron a la muerte de Lenin''.
LOPUKJllN, Ju. M. Bolezn ', smert i bal'zamiro\'Onie V. J. Lenina [La enfermedad, la muerte y el
embalsamamiento de Lenin]. Moscú 1997, pp. 63-64. El autor. colaborador investigador en el
laboratorio adjunto al Mausoleo, ha participado del embalsamamiento de G. Dirnitrov y de Ho Chi
Minh. Su libro es el más completo sobre el proceso científico del embalsamamiento de Lenjn.
Barrió con la versión sobre la sífilis de Lenin. Desgraciadamente, el autor no indica las fuentes de
cada una de las numerosas informaciones nuevas que aporta; en lugar de esto. al fmal de la obra.
nos proporciona la lista de dossiers consultados en el RCXIDNl, pero de los cuales la mayor parte,
hoy en día. se han convertido nuevamente en inaccesibles.
·•· Fechadas en d 24 de enero, he aquí algunas cartas que sohc1taban el <!mbalsamami<!nto. los obre
ros de la construcción de Moscú, dieciocho obreros de otra fábrica. una carta sin fecha pero
colocada con éstas de124 propone seguir el ejemplo de las momias egipcias. etc. RCXIDNl, F. 16.
op. l. ed. kh. 100. U, 5. 6. 9. 13, 18.
~' RCXIDNI. F. 16, op. 2c. ed. kh. 49. l. 3.

- 87-
L'iGEJU'LOM, C. - Kol'.'DRÁTJI!VA, T.. «¿Por qué debate Rus1a ...¡>

monumentos ni palacios que lleven su nombre". Recientemente se ha sabido que el ministro


de salud, N. A. Semachko. también se pronunció en contra de la conservación del cuerpo. 18
En sus memorias, publicadas durante la época soviética, V. D. Bonch-Brouiévich afmna ha-
ber estado en contra al principio. lo que es conftnnado hoy por los documentos,19 pero final-
mente se ubicó del lado de los partidarios de la conservación del cuerpo. Nos deja una expli-
cación coherente de su cambio:

·'Imaginando cómo hubiera reaccionado en persona Vladimrr Ilitch, fui el único en


pronuncianne en contra,20 estando convencido que él mismo hubiera estado absolu-
tamente en contra .... Pero la idea de conservar sus rasgos se apoderó de todos de taJ
manera que fue reconocida como indispensable, extremamente necesario para los
millones de proletarios y, poco a poco, a todos pareció que había que abandonar toda
consideración individual, todas las dudas y unirse al deseo común. ·•y bien .. -me
dije- "taJes su destino, grande y feliz. Dejémosle servir, después de su muerte, como
lo ha hecho en vida, a la causa de los proletarios '"".2 1

Dado que el destino de Lenin fue servir a la causa, él no se pertenecía a sí mismo.


Bonch explicita aquí la respuesta de Dzerjinski a Vorochilov: Lenin no tenía más vida priva-
da. En la época, otro dirigente. M. Liadov, lo manifestaba sin vueltas:

.. Yo hubiera querido hablar sobre el hombre Lenin. Pero soy consciente de que es
difícil, simplemente imposible. describir la vida privada de Ilitch, porque no la tuvo:
su alma y su cuerpo pertenecieron a la lucha revolucionaria "~ 2

Reflexionando de este modo. Liadov está en la linea del pensamiento de Lenin sobre la
cuestión, expuesta claramente en un libro fundador, Qué Hacer, ( 1902). Sabemos que Lenin
esboza el nuevo partido pero sabemos menos acerca del motivo antropológico que lo funda. Él

•• LOPUKH1N. Ju. M. Op. Cit., p. 35.


19
BONTCH-BRUEVTTCH, V. D. Vospominanija o Lemne [Recuerdos de Lenm], Moscú 1965. p.
435. RCXIDNI. F. 16. op. 2c .• ed. kh. 49, l. 4.
20 El autor evoca las discusiones en la Comisión. El23, Vorochilov se había pronunciado claramente
también en contra. antes de declarar que él "se guardaba el derecho de plantear la cuestión delante
del Buró poütico''. No sabemos si lo ha hecho, pero SI Bontch se encontró aislado, es probable-
ment.e un hecho el cambio de posición de Vorochilov (no hemos podido consultar los estenogramas
de las sesiones de febrero-marzo). Lopukhov, que ha leído estas fuentes, atribuye a Vorochilov la
proposición de expulsar a Semachko de la Comisión a causa de su oposición a la conservación del
cuerpo Op. Cit.. p. 35.
1
: BONTCH-BRUEVITCH, Y. D. Op Cit .. p. 435.
!~ Citado por ENNKER. B. "Natchalo stanovlenija kul'ta Lenina··, Op Cit. P. 198.

- 88 -
prohlstorlo 3 - 1999

retoma el protoúpo del revolucionario profesional. Rakhmétov. t:shozado en el primer Qué


hacer. la novela de Chemychcvski ( 1863). Rakhmétov no tenía vida privada. la identificaba
al''interés común". Ahora bien. Len in se diferencia de su predecesor hac1endo de Rakhmétov
el arquetipo del"hombre nuevo... por lo tanto de la nueva sociedad toda Y La lógica desarro-
llada por Len in en Qué Hacer vuelve a atraparlo en su ataúd. A la hora de decidir la suerte de
su cuerpo. los bolcheviques, consecuentes con el programa de 1902. rehusan todo razona-
miento fundado en la atribución de un espacio de vida privada en Lenin. Retengamos esta
primera conclusión: el acontecimiento fuera de lo común de 1924 se sitúa. de todas maneras.
en la tradición bolchevique. Vamos ahora más lejos. hacia el mundo simbólico de los Rusos.

4.- Lo religioso.

Las fuentes no dejan duda alguna sobre el hecho de que los actores cmn conscientes de
la connotación relig1osa de su decisión. Reconstruyendo la his10ria del embalsamamiento.
Enuk.idze escribe en el Informe de la Comisión: .. Va de suyo que ni nosotros ni nuestros cama-
radas hemos querido crear 'reliquia' alguna con los restos de Y. 1. Len in ·~-~. La precisión no
era superflua ya que. desde el23 de enero. el problema había sido planteado. Aquel dia. en la
Comisión. todavía se trataba de saber si el rostro de Lenin estaría visible el día de las exequias,
es decir. si el ataúd y la cripta estarían abiertas; la decisión dependía del riesgo que esto podía
representar para la ulterior conservación del cuerpo. Mouralov afirma:

"Considero indispensable y polfticamentc ventajoso w nstruir la cripta de manera


que. en la medida en que las consideraciones médicas lo permitan [... ] las masas
proletarias y campesinas puedan ver al gran guía y dirigente amado. A partir del
momento en que se haga sentir el peligro de descomposición del cadáver, podremos
sellar herméticamente la cripta y encerrar así el cuerpo de llitch. Los trabajadores
del mundo entero vendrán a inclinarse [poklonenie. en ruso. significa también ado-
rar y admirar-T. K y C.l-] delante de este lugar y del cuerpo de llitch. Insisto. la
cripta debe estar construida de manera tal que todos los delegados que llegaran pue-
dan ver a Ilitch ...

La réplica vino de Vorochilov:


"Todo el ctiscurso de Mouralov es un ctisparate. Habla de la ventaja que tendría el que
las masas vengan a inclinarse delante de los restos de Ilitch. El problema no está en el
cadáver. Pienso que no hay que recurrir a la canonización[... ] ¿Qué es lo que pasa?
Hemos dejado de ser marxistas Leninistas [... '] He ido a visitar la tumba de Marx y

·-'La genealogía del revoluctonano profesional fue estudiada en INGERFLOM. Claudto Le utO\'en
impossible. Les racines russes dulénimsme. Payot. París 1988.
:• RCXIDNI. F. 16. op. 1. ed. kh. 522.

-89-
l!~!GERFLOM. C. - Kor-'DRÁTIEVA, T., «¿Por qué debate Rusia ... »

experimenté un ímpetu, el entusiasmo. Pero nadie ha visto su rostro y esto no es nece-


sario[...] hay que hacer un bello sepulcro, pero cerrado[ ... ] Si no, los campesinos lo
comprenderán a su manera -dirán 'han destruido nuestros dioses, han enviado a los
funcionarios del Comité Central romper nuestras reliquias, pero han creado las su-
yas"'

Bonch-Brouiévich:
"En cuanto a la canonización, no tengo miedo. Podemos escribir toda una serie de
artículos y folletos sobre la cuestión "2S

Dzerjinski:
"Tener principios en este tema significa tener principios entre comillas. [... ] En lo
que concierne al culto de la personalidad, no se trata de un culto a la personalidad.
pero sí, en una cierta medida, de un culto a Vladimir Ilitch. "26

El presidente de la Comisión lo admite: se trataba de crear un culto de Lenin. Ciertamente.


considera que se trataría de un culto laico, desprovisto de toda religiosidad. Según un profesor
cuya identidad permanece en el anonimato, en los días siguientes a la muerte de Lenin, " ...se
conoció una atmósfera de veneración"27 • En una iglesia sobre la calle Arbat, se oyó decir,

!s La frase es ambigua. pero teniendo en cuenta la continuidad y la "especialización'' del autor al


interior del partido -el seguimiento de las sectas religiosas- se la puede comprender en el sentido de
que sería posible explicar que la conservación del cuerpo no tenía nada que ver con la canonización
según el dogma eclesiástico. Sobre Bontch Bruevitch. ver INGERFLOM, Claudio Sergio
"Communistes contre castrats, 1929-1930. Les enjeux du conflit" introducción a VOLKOV, N.
La secte russe des castrats, Les Belles Lettres, París 1995.
26
RCXIDNI. F. 16, op. 2c, ed. kh. 49, l. 3.
~· RCXIDNI. F.l6. op. 1, ed. k.h. 721, l. 3. Establecer si las reacciones de dolor fueron más o menos
numerosas que las de alegría o de indiferencia frente al anuncio de la muerte de Lenin es una
mis1ón imposible. Se observó que Lenin desaparece en un momento en que los efectos positivos de
la Nep se hacían sentir, estabilizando la economía del país. promoviendo en la población una
imagen de Lerun mucho más positiva que la del resto de los dirigentes a quienes se aLribuye todos
los males, tanto más cuando entre ellos había muchos JUdíos (este es un leimotiv, en casi Lodos los
informes de la policía política: la gente tenía miedo de que Len in fuera reemplazado por un Judío,
único handicap de Trotskt sí es que uno cree en estos informes), ver VELIKANOVA, O. Op. Cit ..
p. 178. Los comentarios positivos y negativos eran escuchados en los sectores más diversos de la
población, desde los comerciantes satisfechos en la época de laNep hasta los obreros defraudados
por la revolución, ROZKOV, A. Op. Cit., p. 136. Por otra parte, los mensajes a veces eran envia-
dos por instituciones totalmente insólitas, como por ejemplo la Sociedad de ex-Alcohólicos Popu-
lares (s1c!) de Petrogrado, que decide enviar una hermana de caridad a las exequias y una pancarta
en donde podía leerse: "Que todos aquellos que aman a llitch se vuelvan sobrios! Saben aquello
que ha dicho Ilitch: Trabaja y no bebas!", RCXIDNT, F. 16, op. 1, ed. kh. 250, l. 60.

- 90-
prohlstorla 3 - 1999
entre los fieles: "era un santo. pero rodeado de impuros··:~. Según los datos de un informante
de la policía, la Catedral de Piatigorsk ......estaba llena. la mayoría de los presentes eran Lr.tba-
jadores que realmente habían venido a rezar por la memoria del querido Vladimir Ilitch."1.¡.

S. Una "nueva era".

Observando las reacciones de la sociedad. atribuimos a las fuentes un valor que depende
menos de la frecuenc1a de aparición de los enunciados que de otnts dos cualidades: sus refe-
rencias simbólicas comunes (incluidos aquellos sostenidos "en alto'' dentro de la Comisión)
ttue constituyen un wmexto. y el hecho de que corrientemente. ya que los autores al no estar
obligados a ser prudentes en el uso del lenguaje. expliciran una lógica subyacente a las pro-
puestas de los dirigentes.
Unos meses después de la muene de Lenin. se anunció un concurso para elegir el mejor
monumento a su memoria. Entre las cartas recibidas por la Comisión. se encuentran tres en-
viadas en 1925 por un campesino. un obrero y un desconocidO de un elevado nivel cultural, a
juzgar por el estilo de su texto, que hacen una misma propos1ción -camb•ar el calendario. En
tanto que los tres evocan la novedad radical de "'la era" abiena por la revolución de Octubre
para justificar el cambio. el texto de Basilio Usanov. obrero en la fábrica 5 de construcción de
aviones de Moscú (crecido en el campo y habiendo frecuentado una escuela rural) retoma
explícitamente la lógica religiosa.

··según una trndición ventajosa para algunos. se nos ha dicho que hace 1925 años y
cuatro meses. se produjo sobre la tierra un gran acontec•m•ento. el nacimiento del
Salvador del Mundo. Jesucristo. Supongamos que esto fue así. por un minuto crea-
mos a los curas y a todos los capitostes zaristas [... ) ellos han logrado meter en
nuestras cabezas ignorantes y en la de nuestros ancestros. un acontecimiento que no
tuvo lugar; peor aún. para ratificar esto. han comenzado a contar los ai'los a pan ir de
la aparición del Salvador del Mundo entre el pueblo[...] Hoy. quisiera preguntar a
todos los ciudadanos de la URSS: ¿acaso en 1917 no se ha revelado el Salvador del
Mundo en la persona del gran Salvador. del Salvador real del Mundo. Vladimir
Ilitch Lenin? ¡Sí!

·'ÉJ se ha revelado, cligámoslo mil veces. el Salvador del Mundo se ha revelado. y si


todos nosotros decimos esto y creemos en nuestro Salvador. entonces propongo para
perpetuar hasta siempre la memoria de nuestro Salvador el mejor monumento. co-

!b RCXID1Nl, F. 16. op. l. ed. kh. 98. l. 1O. Otro~ eJemplos de acercarmento::. entre Len in) D10s -
y los apóstoles- en TUMARKlN. N. Op CiJ . pp. 69. 230 y 233.
;., RCXIDNI. F. 16. op. l. ed. kh. 250. J. 54.

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I:>~CiERFT OM, C. - KmmRATIEVA. T .. «¿Por qué debate Rusia ... »

menzar un nuevo calendario. a partir del día de su aparición entre el pueblo. es decir,
en 1917 [...]Pido a todos los ciudadanos se pronuncien sobre esta propuesta.
5 de mayo. año 8. "lO

El otro autor. anónimo. reivindica un culto civil: es necesario ubicar a Len in

.....en una perspectiva histórica no de diez. veinticinco o cien años. sino de centena-
res de años, un milenio [...]En la historia pasada y futura de la humanidad, Lenin
simboliza y simbolizará una nueva era[...] Propongo abolir en todo el territorio de
la URSS el viejo calendario que se inicia con el nacimiento de Cristo, dejándolo a
quienes hablan con dios, e introducir un nuevo calendario civil a partir de la Revo-
lución de Octubre y considerar este año, o el de 1870 lnacimiento de LeninJ. el año
1de la Era Leninista. Los días y los meses pennanecerán iguales, de manera que sea
simple aplicar la reforma f...] Los trabajadores de toda la Unión y de todo el planeta
tendrán delante suyo, en su vida cotidiana y de manera constante, el símbolo visible
de la nueva era Leninista, fuente eterna de energía y de fuerza moral. "31

El proyecto obedecía, por un lado, a las intenciones y a las lógicas propias de la revolu-
ción, como había sido el caso de Francia: descristianizar, marcar la ruptura en la historia.
simbolizar la renovación total de la hurnanidad32 • reemplazar las palabras de una operación
cotidiana implicando a todo el mundo. etc.33 Por otra parte, tenemos dos textos. uno propo-
niendo la secularización del calendario y otro que se inscribe plenamente en una concepción
religiosa del mundo: éste retoma no solamente la antigua justificación de la contabilidad de
los años -a partir del nacimiento del Salvador- sino también la referencia a éste último " ...cree-

30
RCXIDNI, F. 16, op. 1, ed. kh. 720, l. 2.
31
RCXIDNI, F. 16, op. 1, ed. kh. 720, l. 5. Hemos respetado el empleo de mayúsculas y minúsculas
que figura en el original. Los resaltados en las palabras pertenecen al autor de la cana. El campesino
Matvei Shishkov cuenta a su vez que él ha dejado su pueblo y trabaja actualmente en la construc-
ción, en territorio de una mina. Su texto está plagado de faltas ortográficas y su estilo es "oral":
"Tengo una idea[ ... ): hace ocho años que se ha construido una nueva vida[ ...} Mttdea les parecerá
rudimentaria, o torpe, o imperfecta. Pero a pesar de todo, considero como mi deber decírselas [... 1
comenzar a contar los años a partir del nacimiento de nuestro querido guía mundial, el camarada
Lenin, es dcctr, contar este año como el año 55", RCXIDNI. F. 16, op. 1, ed. kh. 720, l. 3.
32 Renovación colecllva, pero también individual. En los días Siguientes a la muerte de Lenin, los
casos de cambios de nombre se multiplicaron. Por ejemplo, un joven comunista abandona su
nombre, Morozov. y Jo reemplazó por Pamiatolenski (de pamíat, memoria. recuerdo y lenski.
derivado de Lcnin). -ver en Komsomolec [El joven comunista], 1, febrero de 1924. citado por
ROZKOV, A. Op. Cit., p. 138; otro ejemplo en VELIKANOVA, O. Op. Cit.
33
Ver el capítulo "Calendrier" escrito por Mona Ozouf. en FURET, Fran~ts y OZOUF. Mona
D1ctionnaire critique de la révolutionfran~aise. Flammanon, París 1988.

- 92-
prohlstorlo 3 - 1999

mos en nuestro Salvador.". Allí estaba la "canonización··. el proceso de divinización previsto


por Vorochilov.
De hecho. quienes se enfrentan sobre este tema en el seno de la Comis1ón. no tienen nece-
sidad de verificar sus opiniones en la sociedad: saben que la predisposición religiosa existe.
Bontch no temía la reacción popular anle esta canonización porque, como buen alumno de las
Luces, cree en la eficacia de una pedagogía antirreligiosa. Por su parte. Dzcrjinski confía en
los medios que controla, la policía polílica. Desde el22 de enero a las 14 horas, ordena a todas
las instancias de la GPU y del sistema de servicios de información interiores, se le tenga aJ
corriente de aquello que "la calle dice" sobre la muene de Lcnin. J..l

6. Lenin y Dios.

Esos informes no fueron ambiguos. En Moscú. el 28 de enero. un cadete cuenra que en el


pueblo donde viven sus padres ·· ...vio el retrato de Lcmn aliado del ícono" 1' . Recordemos que
en la i:ba (vivienda) campesina. el ícono y la mesa. esta última asociada al altar de una
iglesia, están situados en el krasny ugol (el''bello rincón" [pero krasnyquiere decir. al mismo
tiempo. "bello·· y "rojo")), orientado en genenil hacia el sur o el este, lo que lo insena dentro
de un conjunto de representaciones religiosas del espacio ligadas al recorrido diurno del sol.
El "bello rincón" está globalmente asociado al santuario de la iglesia ortodoxa y pensado
como el lugar de la presencia del Dios cristiano. Entrando en la casa. cada uno debía ante todo
pers1gnarse mir'dlldo al ícono y después. saludar a los presentes. El lugar está también relacio-
nado con el culto de los muertos, sea porque el cuerpo estaba ubicado antes de la salida de la
casa. sea porque el alma. luego de haber abandonado el cuerpo, permanecía en el ''rincón..
entre tres y cuarenta días.J6 Se percibe aquí una convergencia entre la población y el poder
soviético. Este último venía de mstituir el krasny ugolok. La diferencia enrre el krasny ugol y
el krasny ugolok es doble: en principio, el krasny de este último significa "rojo" y no "bello":
en segundo lugar, en todos los establecimientos, empresas, unidades militares, etc .• es un lugar
donde se desarrollan las conferencias. las reuniones y otras actividades de propaganda. Tienen
en común el carácter de lugar de exposición (retratos. objetos, cte.). Un modelo fue mostrado
en la Exposición agrícola de Moscú en 1923, destinado a ser imitado: Ennker tiene razón. sin
duda. cuando afirma que el poder se dirigía de esta manera al campesino. a su alma y a sus
hábitos: se intentaba reemplazar el ougol por el ougolok.31 El 16 de febrero de 1924. la orden

~ RCXIDNI. F. 76, op. 3, d. 287. 11. 19-20. ci1ado por ROZKOV. A.. Op. Cir .. p. 134.
" RCXIDNI. F. 16. op. l. ed. kh. 98. l. 67
36 Ver KONDRATIÉ VA, Tamar "De la fonclion nourrii!Ctere du pouvo¡r autocrat1qu..: au XV 1le :.Jecle··
I"De la función nutriliva del poder autocráltco en el stglo XVII''j. en De Rrtsse er d 'nilleurs~
Mélanges Marc Ferro. lnstilut d'Etudes slaves. París 1995. pp. 260-261: TOPORKOV. A. L.
"KrasnyJ ugol". en TOLTAJA. S. M. y olro!. Slal'}CJIISka¡u nufologt}CJ [La nutología eslanJ J. Mos-
cú 1995. p. :233.
F ENNK.ER, B. ''Natcha1o stanov leniJa kui'La Len ma... Op . e 11 .. p. 197.

- 93 -
1:-.:GERFI..OM. C. - K o NDRÁTI EVA. T.. <<¿Por qué debate Rusia ...»

167 del Consejo militar revolucionario de la URSS cambiaba el nombre de los "rincones ..: en
todos los edificios de las fuerzas annadas, krasny era reemplazado por Leninskl 33 • Las canas
desde la base debieron seguir. demandando la creación de "rincones Leninist.as'' por todas
partes. 39
Lo referente al culto no era el único aspecto puesto en cuestión. El dogma eclesiástico y la
laicidad comunista se encontraban subverúdas en el sincretismo popular. El autor del informe
fechado el28 de enero. sobre el clima político en uno de los cuarteles donde se alojaban las
delegaciones de las provincias llegadas para las exequias. escribió:

"Durante una conversación entre los agitadores políticos del regimiento y los obre-
ros y campesinos venidos de Jarkov [...]se han escuchado las declaraciones habi-
tuales entre los obreros y los campesinos: 'Ucrania ve en el camarada Len in a la
Tercera Persona[ ... ]: la Primera fue Cristo, la segunda, fue Karl Marx y la tercera, el
camarada Lenin·." 40

Las palabras de estos delegados, como la carta del obrero Usanov y la política oficial sobre
los ugolki. tienen en común que expresaban o salvaguardaban el mecanismo religioso de
percepción de la realidad. En otra parte hemos estudiado el rol de la lengua religiosa en el
discurso soviético y mostrado ejemplos de los elementos mágico-religiosos en la representa-
ción que los sujetos se hacían de Stalin.41
Dicho de otra manera, los componentes mentales. ideológicos y políticos que el acto del
embalsamamiento deja ver. adquieren con el tiempo toda su significación. Se puede constatar
esto tanto en lo "alto" como en lo ''bajo" del país. Veamos el panorama ofrecido. esbozado
desde la primera línea por el libro que presenta la historia del Mausoleo, aprobado por la
dirección del Partido y constantemente reeditado durante los años soviéticos:

"La Plaza roja. Están por dar las diez de la mañana. momento de la apertura del
Mausoleo Vladimir llitch Len in. Durante estos últimos y emocionantes minutos. la
Plaza se recupera, haciéndose a cada instante más y más austera. El sol se eleva por
detrás de la catedral de Basilio el Bienaventurado, la inunda de su luz clara, acaricia
la piedra negra y roja del Mausoleo [... JEl pueblo va al Mausoleo, hacia su guía [...]
La gente va[ ...] van en busca de la fe, de la fuerza, de la sabiduría."42

31
RCXIDNI, F. 16, op. l. ed. kh. 534.
39
Una parte está guardada en RCXIDNl. F. 16, op. l. ed. kh. 723.
4
u RCXIDNl, F. 16. op. l. ed. kh. 92, l. 68. El resaltado es nuesa-o.
ll INGERFLOM, Claudio Sergio "Communistes cona-e Castral'i .. .". Op. Cit
42
ABRAMOV. A. Mavzolej Lenina {El Mausoleo de Leninj, 6ta. Ed. Moscú 1985. p. 3.

- 94-
prohlstorla 3 - 1999
Objetivo de la luz mediatizada por la Iglesia y fuente de la fe: no se podria insertar mejor
aJ Mausoleo en un mundo religioso. ni invitar a percibirlo en ese marco.
Como un eco. pero expresando también La confusión y el sincretismo producido en los
espíritus por el choque frontal de dos ideologías pen.enectentes a dos épocas históricas d.Isun-
tas, tenemos aquí la carta enviada por una lectom a un diario de lrkutsk. capital de Siberia. en
1988:

"Hoy se insulta el nombre de Vladimir Ilitch Lenin [... 1 Un "dios· ha aparecido


también en nuestra época, es Lenin. Él sacrificó todo por nosotros, su salud, su vida.
Nosotros lo hemos visto.
, se ha escrito mucho sohrc él. v. él ha escrito. En consecuen-
cia, para nosotros. El es dios. "H

En 1983. en un pueblo de Polecia+~. el dWogo se entabla entre un etnólogo y una anciana:

..-¿Quién es Milcol a~ 5 ?
··-Es el primer zar. Mikolai. Porque. entonces. era la guerra mikolaviena [primera
guerra mundjaJ, iniciada bajo el reino de Nicolas 11. último emperador de Rusia-C.
1 y T. K-]. era como los fconos. estaban en las i:has [... ] Por su forma. se parece a
Dios. Acá tengo un ícono, es Dios[ ...]
··-Mikola:i el intercesor. [el justo] y eiLai Mikolai·. ¿son la misma persona?
.. -Se dice que antes de él había un dios en el cielo y otro zar en la tierra. Y Mikolai
era honrado. Era venerado como Dios porque él dirigía el reino [lsarsn·o]. y así era.
un Dios en el cielo y otru sobre la tierra[ ...]
.. -¿Quién es más viejo: Dios o Mikolai?
..-Dios. Mikola"i es para nosotros como Dios y como Lenin lo era. Este Mikola:i está

11
Extracto amablemente comunicado por M. Rozhanski. qu1en está preparando la publicac16n de
estas cartas de lectores siberianos.
44
Polecia, en la mtersecci6n de Rusia, Bielorrusia y Ucrania " .. .forma un área cultural coherente
cuya integridad y estabilidad han contribuido constderablemeote a la conservación de elementos
arca~cos. tanto para la lengua como para las costumbres, las creencias y la práctica ritual. Ofrece
una analogía directa con otras áreas conservadoras dispersas en el mundo eslavo". KABAKOVA.
G. "Lecorps fémininet les choses en Polécié. Un systeme symbolique a la fin du XXe siecle".["El
cuerpo femenino y las cosas en Polecia. Un sistema simbólico a fines del s1glo XX'1. en Annales.
E. S C.. 3. 1992. p. 595.
·~ Mikola: forma popular de Nicolás. San Nicolás ·• ...ocupa un lugar absolutamente único en la con-
Ciencia religiOsa rusa". en USPEN SKU, B. A. Filologitchelkie razpkaniJO 1· oblas11 slmjansklld1
drevnosrej [lm·estigac10nes filológicas sobre las anligiiedades eslavas], Moscú 1982. p. 6. Bajo
este título se oculta un imponente estudiO e111o-rchgioso del culto de San Nicolás entre los eslavos
orientales. Este puede ser. por -;u irnponanc1a, el pnmer intercesor. aún identificado con Dios en las
representaciones religiosas populares.

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l'IGERFLOM, C. - Ko~"DRÁTrEVA . T, <<¿Por qué deba1e Rus1a ... >>

en las monedas [...] Como Lenin está en el dinero, hace largo tiempo ahí estaba
Mikola:i. Él dirigía así. Y de todas maneras, Dios está por arriba."

Los etnólogos que han animado esta investigación agregan que su informante distinguía
apenas entre Nicolás n y San Nicolá~ 6 • a quien distinguían muy difícilmente del Señor.

7. Lenin y el Zar.

Para el historiador, aquí se abre otra página: el pensamiento analógico mezcla períodos y
fenómenos distantes, del pasado y del presente - las creencias de los eslavos orientales, el
zarismo, el régimen soviético- de una manera que nos impacta, dado que el aplanamiento de
Jos tiempos que testimonia es impresionante. Conviene no confundir los comentarios
"poütológicos" corrientes, donde el paralelo entre Len in y los zares resulta de la comparación
de sus poderes arbitrarios, con este pensamiento analógico por el cual la "Rusia profunda"
intenta conciliar. aún en nuestros días, su tradición -euyas referencias simbólicas se constata
que han sido poco melladas- y el ideal que ha sido impuesto por una modernidad que tomó los
hábitos comunistas.
Una precaución semejante permitiría igualmente no banalizar los innumerables comenta-
rios que asocian al zar y Len in, al momento de la muerte de este último. Según los informes
enviados a Dzerzhinski. " ...algunos critican el comportamiento de los comunistas. diciendo a
propósito de los adioses. de la recepción del féretro y de otras ceremonias. que se Je entierra
exactamente como a un zar"; ..... toda esta comedia recuerda al régimen zarista ..."; .....dos
mujeres muy bien vestidas dialogaban [...] una decía a la otra 'muchos zares han muerto, por
fin murió también el zar de los bolcheviques "'"7 • Los autores del informe sobre la siruación en
las unidades de la región militar de Moscú subrayan aquello que juzgan un ''fenómeno anor-
mal": ·· ...un soldado del Ejército rojo consideraba que la procesión con el cuerpo de Lenin y el
cordón de protección no se distinguían en nada de las procesiones organizadas bajo el
zarismo"8 ".¿Qué es lo que no está en la "norma"? Más allá y a través de la banalidad de la
comparación -el zar como referencia clásica y única del supremo detentor del poder- y de la
constatación -nada se parece más a las exequias con grandes pompas que otras exequias con
grandes pompas- estos paralelos se inscribían en un pensamiento tradicional del poder, evi-
dente para los contemporáneos, pero que nosotros debemos hoy descifrar. Este pensamiento es
aprehensible allí donde el discurso popular hace uso de las metáforas.

46
OBOLENSKAJA. S. N. y TOPORKOV, A. L. "Narodnoe pravoslavie i Jal.ylchesiVo Poles'ja"
["La ortodoxia popular y el paganismo en la Polecia"], en Ja..rytchesr,·o vostotchnykj slav;an LE/
paganismo entre los eslavos orientales], Leningrado. 1990. pp. 164-165.
~7 RCXIDNI, F. 16. op. 1, ed. kh. 98. 11.46 (23 de enero) 78 {1 de febrero), 56 (23 de enero).
4
'· RCXIDNI, F. 16, op. 1, ed. kh. 92, l . 9.

-96-
prohlstorla 3 - 1 999

"En la procesión ldel27 de enero. día en que el féretro fue expuesto aJ púbüco] eran
muchos los que lloraban. escuché decir a las mujeres 'nuestro padrecito el zar está
muerto .... ¡,quién será el nuevo zar? Sin él hemos quedado huerfanitos... "'49 •

La imagen del zar-padre re-en vía a estratos mucho más profundos que el de las compara-
ciones fonnales. He aquí un parrafo de la carta de tres representantes de la ciudad de Kouznetsk:

.... .impactados por la inesperada muerte de Len in, el guía de la Revolución. nos
sometemos a esto que ha pasado, pero decimos que todos los preceptos de este Gran
Maestro son para nosotros inmortales y que los seguiremos con la ayuda del Partido
Comunisl.a Ruso y al servicio de las futuras conquistas revolucionarias mundiales;
nosotros decimos que el PADRE de la REVOLUCIÓN no está más, pero sí está la
madre, la RUSIA LIBRE. que jamás morirá. "~o

Bajo otros cielos, la metáfora de la madre podría ser comprendida en un sentido limitado
-la madre Patria. Pero en la pluma de los enviados de la cuenca del Valga, estas líneas perrm-
ten hacer otra lectura: la imagen de la madre-Rusia acarrea la creencia sincrética en la "Ma-
dre-Tierra húmeda'' y la asociación del padre. recuerda al historiador que esta pareja acompa-
ña la historia rusa por siglos. La identificación de la Tierra-Madre. una de las divinidades más
importantes de los eslavos orientales. con la madre geneticia y con la Madre de Dios. impreg-
na la ortodoxia y la cultura rusa aún en el siglo xx.s•
Santa Rusia es identificada con la "Tierra-Madre húmeda" desde los tiempos antiguos.
como lo testimonian los bylina [cantos épicos ]. 5 ~ En un famoso texto de comienzos del siglo
XV 11. el Cronógrafo. lván Timofeicv. un clérigo de Iglesia. explica las desgracias de la
tierra rusa por su viudez a la muerte del zar Teodoro y las ofensas que ella tuvo que tolerar
desde la tiranía de 1ván el Terrible hasta el falso zar Dimitri.53 El concepto ''tierra'' es central

~q RCXIDNT, F. 16. op. l. ed. kh. 98. l. 65 (27 de enero)


~o RCXIDNI. F. 16. op. 1, ed. kh. 250. l. 36: las mayúsculas pertenecen al original.
51
FEDOTOV, G. Stikhi dukh01·nye. Russkaja narodnaja 1·er po dukhomym slikham [La poesía
religiosa. La fe popular rusa desde la poesía religiosa], Moscú 1991; KISSIN, B. Bogorodica v
russkOJ lilerature. Opyt socioiogitcheskogo analiza ILa Madre de Dios en la literatura rusa
EnsaJO sociológtco]. Moscú 1929.
>- TOPOROV. V. N. "Russlcij Svjatogor: Svoe 1 Tch10e'"I'"La Montaña Sagrada rusa: lo propio y lo
extraño "1, en Shnjamkoe i balk,mskoe j:yko:mmie. ProblemyjcJ:) ko1-ykh kontaktm [LingiiístÍC'ú
esfa,·a y balcánica. Problemas planteados por los rontactos lingiiísticos], Moscú 1983, p. 101.
nota 33: PROPP. Yladtmu Russkij geroiitcheskij épos fLa poesía épica rusa]. Leningrado 1955.
p. 73.
~ EI"Tiempo de Dtsturb10s .., época de guerras ctvtle~ e uwas10ncs extranjeras que stgutó a la muerte
1

de Teodoro ( 1598). .tar sm hijos. hijo de lván el Ternble y último monarca rurikida.

- 97 -
l:-GERR.OM. C. - KollóDRÁTIEVA. T.. «¿Por qué debate Rusia ... »

en la obra en tanto que guarda toda la polisemia que venimos de seflaJar..s.~ Como lo dice un
proberbio ruso muy conocido: "Sin el zar, la tierra es viuda". La coronación del zar con su
reino y el matrimonio son significados en ruso por la misma palabra -denchanie (vienok.
corona)- ya que en el matrimonio onodoxo se coloca una corona sobre La cabeza de la espo-
sa.ss Cuando los juristas occidentales debieron elaborar la metáfora del matrimonio del rey
con el reino. la lengua rusa pernlitió evitar semejante trabajo y al mismo tiempo el esfuerzo
de pensar la legitimidad y Jos límites del poder en una perspectiva política. El restableci-
miento del orden se produjo, según Tunofeiev, con el nuevo matrirnomo, el del primer Romanov
con La úerra; acoplamiento incestuoso, ya que el zar es el esposo y el hijo de la úerra, pero la
nueva dinastía encuentra su legitimación de esta manera.56 En el siglo XVIIT. la ''Madre-
Tierra húmeda" será invocada en un rito para autentificar la identidad de un falso zar, pre-
tendiente del trono.s 7

s-1 Polisemia presente en las representaciones colectivas de los contemporáneos de Tunofeiev, como lo
testimonia la correspondencia entre dos hermanos: "...el autor de nuestra simiente es el mismo y la
tierra a la que llamamos el vientre maternal, de donde nosotros salimos. es la misma", en OUPENSKL
B. "L 'aspect mytholog1que des jurons russes" ["El aspecto mitológico de Jos juramentos rusos'1, en
LOTMAN, I. Y OUPENSKI, B. Sémiotique de la culture russe, Lausanne 1990, p. 406. "Cada
hombre tiene tres madres: su madre genética y dos grandes madres: la Madre-Tierra húmeda y la
Madre de Dios. El Diablo perrurb6 a un hombre: este hombre mató a su padre y desposó a su
madre. Desde entonces. el hombre jura mencionando el nombre de su madre en medio de insultos.
desde entonces ese mal camino surca la tierra" [leyenda recogida en la región de Smolensk.].
s~ Recordemos que en la Rusia antigua, tomar por las annas un reino o una ciudad. ambas simboliza-
das por la tierra, también es asimilado a un matrimonio.
56
TJMOFEIEV, l. Vremennik [Cronógrafo], Moscú-Lenmgrado 1951. Hemos analizado el empleo
del concepto "tierra" en Timofeiev en KONDRATIÉVA. Tamar e INGERFLOM, Claudio Sergio
" 'Sans Tsar la Terre est veuve': syncrélisme dans le Vremennik d1van Timofeev" Cahiers du
Monde Russe el Soviétique, XXXIV (1-2), enero-junio de 1993, pp. 257-266. Extste una vast.a
literatura a partir del material ruso y eslavo sobre el incesto justificado por la futura fertil idad de la
tierra o por el restablecimiento del orden cósmico. El simbolismo del matrimonio incestuoso es
muy arcaico. Se sabe que en la Antigüedad, el matrimonio con la uerra y el acoplamiento con la
madre eran intercambiables. percibidos ambos como fuente de poder. Así, Aristtpe atribuye a
Periandro una relación incestuosa con su madre, que se llama .... Krateia: " ...este no es un nombre;
pero es mejor, ya que Krateia quiere decir Soberanía. Y sabemos lo que 'significa· la madre en este
caso: la madre, es la Tierra. Nostalgia de un poder que procede de la una y que emana de la otra",
GERNET, L. AnJhropologie de la Crece anJique, París 1968, p. 354. Edipo está ligado a la
búsqueda de la realeza: VERNANT, Jean Pierre ''Ambigüilé el renversement sur la struture
énigmatique d'Oedipe-Roi'', en Echanges el Communicalions. Mélanges offertes a Claude
Lé\•i.Strauss, 1. 2, París-la Haya 1970; DELCOURT. M. Oedipe ou la légende du conquérant.
París. 21• Ed. 1981.
51
Archivo de las Actas antiguas de la Federación de Rusta, (RGADA). Fondos Gosarkhiva. razr. VI,
ed. kh. 187, 11. 60, 60 verso. 84 verso. 85.

- 98 -
prohlstorlo 3 - 1 999

De la misma manera. Len in se encuentra significado en un pensnmiento tradicional allí


donde ocupa un lugar en la larga lista de monarcas rusos. prácticamente todos los Romanov.
identificados con el Anticristo. En esta trad1ción, la acusación lanzada contra el monarca ha
s1do vinculada sea con el cuestionarniento sobre su autenticidad (puesta en duda de la identi-
dad de su cuerpo físico), o bien como una respuesta a sus pretensiones -singularmente refor-
zadas con Pedro el Grande- de ser asimilado a Cristo. Los ejemplos abundan hasta el final de
la época zarista. Algunos años más tarde. a la muerte de Lenin.los campesinos de la región de
Moscú afirman: "Se decía que Len in era el Anticristo. pero finalmente esto es falso: la Biblia
dice que el Anticristo no muere"58 En el ftlm propagandístico Las sectas religiosas, rodado
en 1930 por un equipo de la Liga de los Sin-dios. se ve a un miembro de una secta demostrar
que con el mismo número de fósforos se puede escribir la cifra 666 (que simboliza al Anticristo)
y el nombre de Lenin, lo cual demostraría que éste es el Anticristo. aunque también podía
d.Jbujar la estrella comunista ... Por otra parte, el diano del gobierno. no dis1mula su preocupa-
ción. en la medida en que reportaba este tipo de hechos.59
En esta acusación, como a través de la referencia a la "Tierra-Madre húmeda",lo que está
apuntando es una concepción trascendente de la leguimidad del poder. También se puede
encontrar en la carta ya citada del obrero Usanov a propósito de Lenin: "Él se ha revelado
(ia\·ilsia), digámoslo mil veces. el Salvador del mundo se ha revelado... El verbo ial'ilsia era
utilizado a menudo por los falsos zares que pretendían el trono: su presencia proverúa del
milagro. Cristo les había ordenado ··revelarse" y ellos se habían "revelado entre los hom-
bres".60 En el siglo XlX, el historiador D. Mordovtsev generaliza en estos términos el fenóme-
no de la irrupción del falso monarca en un pueblo:

·· ...cuando semejante personaje aparece. el pueblo emplea una expresión conocida-


·fulano se ha revelado·- y llama a estos individuos 'los revelados· por el hábito de
expresarse de esta manera a propósito de la aparición de íconos milagrosos y de las
reliquias de los venerables. "61

Es relacionándolos a este pensamiento de la traSCendencia, hipotecando pesadamente toda


reflexión política. que es necesario leer las propuestas que asimilan a Lenin con un zar. mag-

SI ROZKOY. A. Op. Cit .. p. 142.


sg /zvestija CIK. 9 de marzo de 1929. Para una asimilación de Stalin al Papa-Anticristo, véase DE
MICHELIS. Césare 1Nomi dell'kl'ersario. Torino 1989. pp. 7'2-73.
611 RAZORENOYA. N. V "lltSloni samozvanstva v RoSSii 30-x godov XVlll v."I"Los falsos mo-
narcas en rusía durante los años 1730s"]. en \/estnik [MensaJero] de la Uruversidad de moscú.
Serie Historia. 6, 1974, pp. 58. 61.64: ESIPOV. G. Y. "Samozvancy- Carevtrch1 Pctr 1 AlekseJ
Petrovitcht"I"Los falsos zares Pedro y AlexlS Petrovitch "j. Ljudi swrogn 1·eka [Los homhres del
tí/timo siglo]. San Petcsburgo. 1880. p. 438.
61
MOROOVCEY. D. ''Odm 17 lze.Konc;tanunov" ["Un falso Constantmo"l. en Otetrlzest\·ennye
Zapiski [Los CuadernM de la Patria l. 1869. 10. p 412

- 99-
INGERFLOM, C. - KoNDRÁTIEVA, T.. «¿Por qué debate Rusia ... »

níficamente sintetizados por la frase de este joven campesino convertido en cadete, de regreso
del pueblo de sus padres: ".. .los campesinos preguntan 'cuándo el camarada Len in se declara-
rá Soberano y cuándo se le darán más tierras'"61
En esteaspecto.los discursos sobre el cuerpo de Lenin después de muerto deben ser rela-
cionados con este pensarniemo analógico. Este constituye uno de los contextos en los l}Ue
deben ser pensados las posturas sobre el embalsamamiento.

8. La función del -«cuerpo perdurabl~ 63 de Lenin.

Si la cuestión sobre el destino del cuerpo de Len in se transfonnó en el punto central de las
ctiscusiones de la Comisión es por que quienes lo han planteado. por un lado, ocupaban luga-
res lo suficientemente importantes en la dirección del país y por el otro, eran muy numerosos
entre los autores de las canas y las proposiciones enviadas desde la "base".
Dos líneas se perfilan, sin que podamos decir hoy si el sentimiento de los partidarios de la
conservación eran mayoría en la sociedad (está fuera de duda que lo eran en las esferas del
poder) se explica por la manera en que han sido organizados los archivos y por el destino fmal
del cuerpo. o si refleja realmente la verdadera relación de fuerzas en la época.

La posición de Bonch era clara:


"Considero que hay que construir simplemente una cripta, como por ejemplo las de
Dostoi"evslci o Turgeniev; todos saben que allí reposan sus restos, y se les lleva flores
[ ... ] , pero nadie ve sus rostros. "6-1

Pocas cartas comparten esta posición. Es entre las respuestas al concurso destinado a ele-
gir el mejor monumento a Lenin (habían sido reunidas sumas considerables) que se hacen oir
las propuestas alejadas del culto del cuerpo. Muchas voces se levantan contra el cambio de
nombre de Petrogrado en Leningrado ("hubo un Robespierre en Francia, pero no han cambia-
do el nombre deParis"65 ). El plomero Andrei Antochin, de una fábrica de la ciudad siberiana
de Chita escribió, bajo el título de ''Un monumento viviente para Vladimir Ilitch".
"Soy totalmente solidario con Nadejda Konstantinovna, en no hacer monumentos al
camarada LENIN. para no investir esta capital en algo muerto".

62
RCXIDNI. F. 16, op. 1, ed. kh. 98, l. 67.
63
San Pablo, epístola a los romanos, I, 23.
e;.¡ RCXIDNI, F. 16, op. 2c, cd. kh. 49, l. 3.
6
s RCXIDNI, F. 16, op. 1, ed. kh. 98. l. 75. Sobre Jos efectos producidos por la analogía Lenin-
Robcspierre en la Unión Soviética, ver KONDRATIEVA. Tamar Bolcheriks el Jacobins.ltineratre
des analogies, Payot. Pans 1989.

- 100-
prohlstorlo 3 - 1999

En cambio, propone la construcción de una ciudad obrera totalmente nueva, con fábricas,
llevando el nombre de Lenin./)(> Muchos otros proyectos que diseñaban los contornos y los
detalles de la nueva ciudad comunista fueron enviados a la Comisión. Uno de los autores
ponía en cuestión el espíritu de los funerales:

"las donaciones a los fondos Len in [... ] las coronas que los obreros compraron abru-
mados por esta pérdida. sin reflexionar que se sacrificaban así a un pasado vuelto
ruinas, contra el cual aquél cuya tumba era embellecida por las coronas, condujo
durante toda su vida una lucha sin concesiones".

El autor propone construir, cerca de Moscú, "un laboratorio de la vida nueva", la ciudad
"Ilitch" donde, en la medida de los medios disponibles, se organizaría una vida que Liberara a
las mujeres y los hombres de las alienantes obligaciones cotidianas.67 De la misma manera, se
percibe fácilmente en estos proyectos, a la par de un tributo a la utopía. una conciencia real-
mente moderna. Pero en la Comisión, Dzerjinski hizo valer todo su peso para hacer aprobar el
proyecto de conservación del cuerpo.

"¿Acaso las fotografías de Yladimir llitch no son queridas para nosotros? Cada uno
intenta tener algunas: si podemos conservar el cuerpo y verlo. por qué no hacerlo.
nos es tan querido ... [... J Si la ciencia puede realmente conservar su cuerpo por lar-
gos años, por qué no hacerlo. Se embalsamaba a los zares simplemente porque eran
zares. Nosotros lo haremos porque él era un gran hombre. Para mí la pregunta fun-
damental es: ¿se puede realmente conservar su cuerpo?. Si esto es posible, entonces,
es evidente que no se puede hacer una cripta abiena [... ) Propongo dirigimos al Buró
político para consultarle [... 1 reunir la opmtón de los médicos y dectdir si la cripra
será abierta o cerrada "63

Dz.erjinski no excluye la posibilidad de cerrar temporariarnente la cri pta. porque la expo-


sición del cadáver podria comprometer las chances del posterior embalsamamiento. Vorochilov
y Boncb proponen cerrar la cripta, pero además excluyendo toda tdea de conservación del
cuerpo; Avanesov hizo una proposición intermedia:

" ...dejar abiena la cripta para que el público l ... ! pueda decir adiós al cuerpo r... ]No
hablo de una cripta permanentemente abiera, sino solamente por un tiempo [... 1El
problema no está en el culto de la personalidad. etc. Pero es muy duro ver todo el
tiempo a Ilitch muerto. Creo que sería mejor construir un monumento, una bella

~· RCXIDNI. F. 16, op. l, ed. kh. 72 l. l. 10.


~~ RCXIDNI. F. 16. op. l. ed. kh. 721. l. l.
~ RCXIDNI. F. 16. op. 2c. ed. kh. ~9. l. 3.

- 1 o1 -
lNGERFL0;\1, C. - K ONDRÁTIEVA. T.. «¿Por qué debate Rusia ... »

escultura rcpresenrando su figura poderosa ¿Por qué el monumento sería menos


eficaz qu.e su cuerpo muerto?''69

Avanessov daba en el corazón del problema: ¿qué función se consideraba que debía satis-
facer el cuerpo físico, bajo su foima de cadáver? A partir del momento donde, apenas derrum-
bada la autocracia, el poder levanta la cuestión del cuerpo del zar de un .. nuevo tipo·· -
parafraseando la célebre definición Leniniana del partido bolchevique-, el pasado aún más
lejano termina por estrellarse frontalmente con el presente. Dzerjinski (respondiendo a la in-
tervención de Vorochilov, quien había advertido que los campesinos atribuirían a los restos de
Lenin un valor de reliquia si debían ser conservados):

"Por lo que atañe a las reliquias, ustedes saben que en el pasado estaban relaciona-
das a los milagros; ahora, entre nosotros, no habrá milagro alguno, en consecuencia.
no se puede hablar de reliquias. "70

Dimitri, el hijo menor de Iván el Tenible, murió en 1591 en condiciones confusas. En


1606, cuando el primer falso-Dimitri, ya coronado, fue asesinado, su sucesor Shuiski hizo
desenterrar el cadáver del "verdadero Dimitri" -de hecho el de un niño muerto o asesinado la
víspera- y expuso sus restos a la población de Moscú para probar que estaba bien muerto y.
por lo tanto, que aquellos que usurpaban su nombre eran impostores. Se constató entonces la
gracia divina: el milagro se había producido y a pesar de los 4uince años transcurridos. su
cuerpo se había conservado intacto. El niño, más tarde, sería canonizado. El episodio forma
parte de la memoria nacional, las reliquias de Dimitri son por todos conocidas. 71 Pero el jefe
de la seguridad revolucionaria previno: esta vez no habrá milagros. La respuesta. sin embar-
go. no se hizo esperar. Al día siguiente. él recibio una nota del redactor en jefe de Rabochaia
Mosk\'{1 [Moscú Obrero] a propósito de la cripta:

"Aquí los obreros dicen: 'si te dejas tentar por la oposición [eco de los disensos en el
Comité central, en particular del enfrentamiento con Trotski] , vas a la cripra de
Len in e inmediatamente estás de nuevo en el buen camino. "'n

6
~ RCXIDNI, F. 16, op. 2c, cd. kh. 49, l. 4., el subrayado es nuestro.
70
RCXIDNI, F. 16, op. 2c. ed. kh. 49, l. 3., el subrayado es nuestro.
71 El recuerdo del Tiempo de disturbios estaba muy vivo. En 1921, un jóven ingeniero había escrito
a Len in: si la siruación general del país no mejora," ...el pueblo dispersará los pedazos de ru cadá-
ver como el cadáver del Autoproclamado" -alusión a la suerte del falso Di mi tri, cuyo cadáver fue
desfigurado y, según las Crónicas, puesto en un cañón que hizo fuego en las cuatro direcciones.
Ver "Leninu o Lemne. Pis 'ma, 1918-1921 gg." ["Cartas enviadas a Len in entre 1918-1921], publi-
cadas en BORDJUGOV, G. A. Nei:reslnaja Rossija, [Rusia Desconocida]. op. Cit.. t. l. Moscú
1992, p. 23.
n RCXIDNI, F. 16, op. l. ed. kh. lOO, l. l.

- 102-
prohlstorla 3 - 1 999

Podemos elegir la interpretación: concluir que estos obreros creían en los efectos de la
cripta o que habían percibido las verdaderas pretensiones de la dirección y las ridiculizaban.
jugando con la tradición: el cuerpo físico debía producir sus efectos políticos. transformarse
en el Jugar de una relación trascendente. equivalente al de un milagro religioso. Los obreros
de dos fábricas de Moscú proponen a Stalin:

•· ...enterrar el cuerpo en el medio de la Plaza roja, para que cada obrero. campesino
que pase pueda. con su pensamiento y su corazón estar en comunicación con el
querido Ilitch "73

Aquí el cuerpo podía ser·'enterrado". pero la palabra rusa eskhoronir. que por su etimo-
logía asoc1a los sentidos de: conservar, guardar y v1gilar...Estar en comunicación" no signifi-
ca exactamente sentir el"ímpetu··del que hablaba Vorochilov. No es en la lectura de las obras
de Lenin de donde se tomará el entusiasmo. tampoco el monumento sobre su tumba será
suficiente. Las respuestas a la pregunta de Avancssov están en los textos oficiales y en las
cartas llegadas de la "base... en este deseo de una relación con un cuerpo ya místico. El/nfor-
me de la Comisión:

''Hemos querido conservar el cuerpo de V. I. Lenin no simplemente para popularizar


sus ideas. sino porque atribuimos y continuamos atribuyendo a la conservación de
sus rasgos la mayor importancia[ ...] para las generaciones futura<i." 74

Una carta a la Comisión:

·· ...ellugar del reposo eterno del gran combatiente por la emancipación de la huma-
nidad oprimida se transformará inevitablemente en un lugar de peregrinaje de obre-
ros y campesinos, y el aspecto "físico" del querido llitch será sin duda una fuente
inagotable de coraje revolucionario''75

En consecuencia. el autor propone no enterrar a Len in. sino asegurar que su cuerpo per-
manecerá "físicamente visible e inalterable (netlenny)". Emplea este viejo término con el cual
se designaban a las reliquias del zarevich y que se encuentra en los textos de la teología polí-
tica de la antigua Rusia: se designaba a Dios con la expresión "zar net/enny" en oposición al
zar viviente. tlennyi (perecedero. corruptible [ver Pablo. Epístola a los Romanos. T. 231.

73
RCXIDNI. F. 16. op. l. ed. kh. 100. l. 11. El subrayado es nuestro. Sobre la pretensión del
Comllé central de obtener que cada soviético S<! ··comunique" con Ll!nin. ver TUMARKJN. N.
Op. C11. p.l48.
'• RCXIDNI. F. 16. op. l. ed. kh. 52:!. l . 4.
75
RCXIDNl. F. 16. op. 1, ed. kh. 100, l. 3.

- 103-
L"'GERfLOM, C. Km<DRÁTIEVA, T., «¿Por qué debate Rusta ... »

terrestre. material)16 • Pero recordemos también una trddición pagana frecuentemente identifi-
cable en la cultura popular rusa hasta el siglo XX: el cuerpo del que muere prematuramente
no se corrompe hasta tanto pase el tiempo que originalmente se le había destinado; mientras
tanto, "la madre-Tierra húmeda'' no lo acoje y entonces debe esperar en la frontera entre el
mundo de los vivos y el mundo de los muertos.n En el discurso de la Iglesia y de la corte, pero
también en las relaciones entre los súbditos y los zares, la cuestión del cuerpo fue central en la
Rusia moderna, pero se encuentra igualmente en el centro de numerosos desórdenes locales a
Jo largo de todo el siglo XIX. La distinción establecida por Agapito en Bizancio, en el siglo
VI, entre la naturaleza del cuerpo humano del monarca y la dignidad de su poder que le
aproxima a Dios, tenía estatuto de concepción oficial en Moscú. En una concesión hecha a la
Iglesia antes de que fuera definitivamente sometida bajo Pedro el Grande, el padre de este
último había afinnado solemnemente que su cuerpo físico era "perecedero" (rlenny). Pero
esta concepción no "funcionaba", arruinada por una politica de sacralización extrema del zar,
reducida de hecho a un solo cuerpo. Quienes sufrían la expansión brutal de la servidumbre y
la liquidación de las franquicias respondieron, en el siglo XVII, con una gigantesca insurreción
conducida por el Cosaco Stenka Razin. durante la cual inventaron un pretendiente tan en
consonancia con las exigencias de los Romanov, que su cuerpo era invisible (probablemente
no existía) y por lo tanto exento de toda conupción, un puro significante sagrado: el zarevitch
Néchai, que significa "el revelado". detrás de quien los pordioseros se alineaban por docenas
de miles y contra el cual se movilizaron la corte y sus ejércitos.78 Cosacos y campesinos no
aceptaban la posibilidad que un zar pudiera ser malo: isomorfo con la divinidad, aquél no
podía ser sino justo; si no era este el caso, afumaba el discurso popular. es que se trataba de un
falso zar mientras que el verdadero erraba, oculto entre el pueblo. Durante siglos, el mismo
mecanismo discursivo justifica la revuelta: los insurgentes declaran "falso" al monarca rei-
nante "antropologizando" su cuerpo. Le quitan así su legitimidad de enviado del más allá,
puesto que el verdadero zar no tendría más que un solo cuerpo, un cuerpo místico. Por una
parte, del siglo XV11 al XIX, centenas de campesinos y soldados se autoproclaman zares;
prometen tierra y libertad para el día en que ellos "reencuentren su trono del cual los nobles
los habían echado" y recorren el país recibiendo casi siempre una buena acogida, ayuda y

76
Los miembros de la Comisión y los científicos encargados del embalsamamiento hablan de evitar la
putrefacción (gnienie) pero se encuentra en los archivos el esquema de una construcción destinada
a impedir la putrefacción de los cadáveres, enviada por un ingeniero de Rostov sobre el Don donde
el término netlenia (Ref. nota 63, San Pablo a los romanos, 1) está empleado. RCXIDNI, F. 16, o p.
l,ed.kh.IOO. 1.19.
77
ZELENJN, D. K.lzbrannye trudy. Otcherki russkoj mifologii: umertchie neestesbennoju smert'ju
i rusalki robras escogidas. Ensayos sobre la mitología rusa: los muertos por causas no natura-
les y las sirenas], Moscú 1995, pp. 43-46, 321-322; [ 1'· Ed, Petrogrado 1916].
78
Este episodio fue estudiado en INGERFLOM. Oaudio Sergio "Entre le mythe et la paro le: 1'action.
La naissance de la concepción politique du pouvoir en Russie", en Atmales. Histoire, Sciences
Sociales, 1996,4. Ver también TIJMARKIN, N. Op. Cit .. pp. 83-84,93. 167.

- 104-
prohlstorla 3 - 1 999
protección entre la población. Por la otra. en la corte. se continua desplegando en el mismo
periodo una política tendiente a reforzar la representación sacrahzante del emperador y de su
familia. 79
En una primera lectura de las propuest.a.s contradictoria:, ofrecidas en 1924, podría creerse
que la muerte de Lenin conducía al fln, al reconocimiento del cuerpo físico del soberano sin
quitarle por lo tanto su legitimidad ni su autenticidad. Pero esta sería una lectura naif. El
mensajero de la Academia militar propuso. el 23 de enero:

"La importancia de Lenin para el Partido y el Gobierno es tal, que sería conveniente
responder a su deceso dejando vacante su puesto de Presidente del Consejo de com i-
sarios del pueblo, y atribuyendo al Presidente de facto el título de Vice-presidente.
Al mismo tiempo. es necesario conservar todos los signos exteriores de una presen-
CIO de alguna manera rn\'is¡b/e de Len in en el Gobierno (no sentarse en su sillón de
Presidente)"80

La historia rusa conocía ya. desde la insurrección de Razin. un Soberano con cuerpo invi-
sible. No sentarse en el sillón ya ocupado: atribuir una presencia a Lenin. era rehusar su
naturaleza física para reducir todo a su naturaleza solamente mística. política. La proposi-
ción, por arcaica que fuera. no era como pudiera creerse, tan extraña a la lógica del poder
soviético: bajo BreJnev. el camet número 1 del partido fue atribuido a Len in. mientras que
reservo para si mismo el número 2. Las apariencias son. por lo tanto. tramposas: las fonnas
son modernas. pero el reinvestirmento de la religiosidad tradicionaL tiene lugar. El cuerpo
aparece de alguna manera como el lugar de la encamación de la inmonalidad de Len in. Se
niega al cuerpo del jefe de la revolución y guía del país la posihilidad de poseer un estatuto
físico privado (en este sentido la teoría Leninista del hombre sin vida privada reencuentra
también la tradición autocrática) para no pensarlo smo investido de una significación mística.

9. El •'retorno de lo religioso" no existe. ¿Hacia la secularización de lo poütico?

Desde hace algunos años se constatan en Rusia una serie de fenómenos: la Iglesia orto-
doxa ocupa la escena, actúa aquí y allá como otrora lo hacía el partido y pretende retomar
muchas funciones de aquél; las cruces cuelgan de casi todos los cuellos; los ex-profesores de
materialismo histórico cambiaron de "biblia''; los ministros hacen bendecir sus oficinas; el
irracionalismo desfila en la televisión como en las conversaciones de un autobus urbano. Se

Lo que e:.tá brillantemente demostrado en ZHlVOV, V. USPENSKU. B "Car 1 Bog. Semmtllchesluc:


aspekty sakrahzacu monark.ha v rossu" [''El Zar y Dios. Aspectos sem1óticos de la sacralizac1ón del
monarca en Rusia"], en Ja:yki kul 'wry i problen1) pere1·odimosri lLm lengua~ de la cultura y los
problema!> de la lraductibilidad]. Moscú 1987. pp. 47-153.
.. RCXIDNI.F.16.op.l.ed.kh.98.1.17 .

- 1os -
lNGERFLOM, C. - KoNDRÁTIEVA, T., «¿Por qué debate Rus1a ... •>

ha dado a estos hechos una interpretación que tiene la ventaja de parecer límpida: lo religioso
ha vuelto. Lo que supone que, por un tiempo. había desaparecido. De hecho, la tesis sobre "el
retomo de lo religioso" confunde "lo religioso'' con la religión institucional. Distinguir entre
ambos y aceptar que lo religioso sea constitutivo del comunismo soviético implica revisar
algunos esquemas muy arraigados para no pensar ya ese comunismo como si fuera propio de
una minoría. de la "inteligentzia alienada''. por lo tanto. extraño a Rusia. En consecuencia,
hay que pensar la responsabilidad colectiva -de toda la sociedad, pueblo e Iglesia incluidos-
no en el cambio de 1917. sino en el tipo de sistema nacido de la autocracia y de la revolución.
Pensar esta responsabilidad sin dejarse manipular por los reproches que la pereza intelectual
engendra (por ejemplo: "usted trata de disculpar a los comunistas... ").
El "culto de Lcnin" cuyos fundamentos materiales logró infundir en 1924 Dzerjinski,
relevando al Buró político y relevado por la "base", constituye un ejemplo del funcionamien-
to de lo religioso bajo la dirección comunista. De entrada, los responsables políticos intenta-
ron fijar las barreras que protegerían su decisión de toda interpretación religiosa. Lunacharsk.i
envía unas palabras a la Comisión sobre la música para el día de las exequias: " ... no toquen
motivos eclesiásticos"81 • El pedido del clérigo musulmán, que quería participar de la proce-
sión, suscitó un diálogo contradictorio en la Comisión durante e124 de enero. Safronov: "Es-
toy en contra de la participación de los curas a la par de las organizaciones obreras"; Avanesov:
"Son musulmanes, no se parecen a los curas.''; Bonch: ·• ...aceptarlos, pero en otro lugar, mu-
sulmanes. judíos. curas ortodoxos. bautistas. etc. ·... ] no privilegiar a ninguno de ellos".
Dzerjinski: "negarse". Vorochilov: "Negarles es políticamente desventajoso. Si pidiera por
ejemplo a la Chechenia, a quién quisieran enviar, las clases populares nos enviarían a los
mollah. El Oriente musulmán será representado por eHos.·· Entonces, Dzel)inski cede: "some-
ter la cuestión al Buró político."82 El adversario es la religión organizada, mientras que lo
religioso escapa a la "vigilancia revolucionaria". Este había sido ya el resultado de la discu-
sión sobre el carácter religioso de la conservación del cuerpo, cuando Dzerjinski creía poder
garantizar la secularidad de un acto científico (el embalsamamiento) por la ausencia prevista
del milagro. No entendía ni la función religiosa que él atribuía a la ciencia ni aquello que
apuntaba en la observación de Vorochilov sobre la reacción campesina, a saber, la interroga-
ción sobre la dimesión simbólica de este culto en lo sucesivo inmanente.
El frncaso institucional de la religión , acompañado por un retroceso nada despreciable de
la creencia en Dios y, más ampliamente, de un desarrollo cierto del ateísmo -fenómeno que en
el siglo XX no es específicamente soviético- no entrafl6 la desaparición de lo religioso que se
manifestó bajo otras formas, en particular en la relación con el poder y, más abundantemente,
con lo político. Bajo el régimen soviético, lo religioso se nutrió de un sincretismo popular
tradicional y de un mesianismo que tomaba formas modernas, adjudicandose un saber cientí-
fico que pennitiria conocer las leyes que presiden el futuro desenvolviemiento de la sociedad.

11
RCXIDNI. F. 16. op. l, ed. kh. 48. 1, l.
82
RCXIDNI, F. 16, op. 1, ed. kh. 49, 1, 31.

- 106 -
prohlstorla 3 - 1999
El resultado fue w1 nuevo sincretismo: el comunismo moderno fue pensado y expresado en
una lengua religiosa y arcaica (¡y no atrasada!), mienrras que la relación del hombre con lo
Lrascendente se revelaba capaz de abarcar un fenómeno en principio no religioso. Habiendo
perdido el comunismo su radical novedad, lo religioso desplegó a ultranza la alienación que
portaba. Pero fue a ese precio que el "pueblo" pudo comprender y, en gran medida hacer
suyos,los íconos seculares soviéticos.
Hablemos claro. Estereinvestimiento semántico del pasado no significa una simple conti-
nuidad (alcanza con referirse por ejemplo a la gigantesca mezcla social que siguió a la revolu -
ción). En efecto. el resultado fue inédito. El poder zarista proclamaba su legitimidad trascen-
dente, nacida del más allá, la quería inaccesibe a los humanos. Haciendo de la fidelidad a
Lenin la piedra angular de su legitimidad y dejando ver su cuerpo. volviéndolo presente por
mil artificios -es "el más vivo entre los vivientes"- decía el eslogan oficial, retomando un
verso de Ma:iakovski- el sistema soviético, a diferencia de la autocracia, parecía poner su
legitimidad al alcance de todos. Len in estaba ahí. como los otros criterios que servían para
medir esta legitimidad: por ejemplo su justificación científica. contenida en el materialismo
histórico, en los clásicos del marxismo-leninismo. Se escuchaba claramente el mensaje del
sistema: lean El Capital y serán los Jueces, por lo tanto los consLructores -en lugar de los ;

electores de los países occidentales- del sistema. vayan al mausoleo y comuníquense con El.
u~lPIJes no están separados de la fuente de legitimidad. El obrero N. M. Niki m. de 46 años.
que en 1934 intentó hacer fuego sobre la momia antes de darse un balazo en la cabeza al verse
dest·:ubieno, no se eqUivocaba en la explicación de su gesto, que había dejado en una carta
didgtda a los suyos. Denunciaba ·'el terror y las hambrunas··. para concluir: "es indispensa·
ble, ante todo hay que destruir los malos fundamentos sobre los cuales se levanta un edificio
hecho con materiales podridos. ''~.l
1 .. El origen del sistema estaba en este mundo y no en el otro, como bajo el zarismo. Y sin
embargo, a pesar de las apariencias, permanecía también inaccesible. A la 1ransferenc1a del
mundo de los muertos en este mundo, materializada por el Mausoleo, corresponde la transfe-
rencia de la relación trascendente en la inmanencia secular, puesto que los criterios de legiti-
midad permanecen fuera del alcance de la praxis social y política de los hombres. alojados en
los textos donde las afumaciones no podían ser puestas en duda ya que éstos eran científicos.
tan "incuestionables", como la momia. Este espejismo que hizo aparecer el poder aJ alcance
de los hombres y les dio la ilusión de participar. aseguró un mecanismo de adhesión nuevo, de
una gran eficacia.
•1
Los soviéticos. sin embargo. no fueron enteramente víctimas del artificio. Para reducir la
nueva trascendencia y acceder a las fuentes de la legtllmtdad en las condiciones penmudas
por la "democmcia soviética", hicieron uso de los relatos fantásticos y de la'i "anécdota'i". En
los años 1920s.. se decía en Moscú que. por la noche. Lenin salía de su tumba y se paseaba en

•' l!>lVlc:hnik 1F11enre.~ ). l. 1996. p 121.

- 107 -
lNCERFLOM. C. - K oNDRÁTIEVA. T., «¿Por qué debale Rusia ...»

el Kremlin. En un relato registrado en 1925, en la región de Viatka, Lenin. con la ayuda de un


médico y la complicidad de su mujer, se hacía pasar por muerto dlll11Jlte el dia, pero se paseaba
por la noche entre las fábricas y los pueblitos para conocer la vida y las necesidades de los
ciudadanos.84 Esta historia está calcada sobre aquellas que se contaban a propósito de los
muertos prematuramente (la "madre-Tierra húmeda" no los acoje en su seno). pero retoma
igualmente los innumerbales relatos que, durante siglos, recorren Rusia anunciando la pre-
sencia del zar en las proximidades, disfrazado como soldado o campesino. Como el zar justo.
volvería algún día En 1970, cuando los Soviéticos no podían más, sofocados por Jos discur-
sos y ceremonias, preparando con muchos meses de anticipación el centenario del nacimiento
de Lenin, una "anécdota'' hacía reir a todo Moscú y soñar, a aquellos que en el espíritu de los
años sesenta y sus promesas de un comunismo con rostro humano, se volvían hacia el padre-
fundador y sus principios "traicionados··: un científico de gran renombre vino a proponer al
Buró político un comprimido; si se le daba a un muerto, podía resucitarlo. por lo tanto, el
proponía.... Adivinando lo que seguía, Brejnev y los otros intentaron cortarle la palabra, pero
él logró pronunciar el nombre: Lenin. Se trató de asustarlo, anunciándole lo que le sucedería
si en lugar de que resucitara, la momia sufriera estragos. El científico acepta los riesgos y mete
el comprimido en la boca de la momia. Lenin despierta: se le explica; entonces, pide la colec-
ción del Pravda desde el día de su muerte y se encierra en su buró, con la órden estricta de.no
molestarlo hasta que él mismo lo avisara. Unos días más tarde, a la vista de varios platos de
comida no tomados que se acumulaban delante de su puerta. el Buró político sesiona para
decidir una intervención. Ahora bien, Lenin había prohibido que se le molestara... La solución
viene de parte del jefe de la KGB. Les recuerda que su predecesor, Félix Dzerjinski, era el
único que podía entrar sin autorización alguna en cualquier lugar de la Unión Soviética.
Entonces, se resucita a Dzerjinski y el entra en el buró de Len in. Lenin no está ahí. Dzerjinski
piensa y recuerda que Lenin le dejaba mensajes en un cajón cerrado con llave. Toma la llave
del bolsillo de su chaqueta de cuero y abre el cajón. Efecti varnente, hay un mensaje: ''Félix, te
espero en Ginebra, empezamos todo de vuelta, desde el principio.''
La Rusia de hoy ya no lo espera más. Ciertamente, afronta el pasado con la misma dificul-
tad que otros pueblos tienen para pensar los periodos traumáticos de su historia reciente. Sin
embargo, la momia que aún agita los espíritus. no evoca el cuerpo místico del zar-Lenin más
que para un sector de edad muy avanzada y muy minoritario de la población. Podemos pre-
guntamos si, para la mayoría de los rusos, la momia no es ya un símbolo secularizado del
pasado. La creciente secularización del campo político es perceptible a través de lo que distin-
gue las polémicas actuales de los discursos de 1924. Si esta tendencia se confirma, la caída del
régimen soviético habrá colmado el vaso de un fenómeno plurisecular: la toma a cargo de lo
político por lo religioso. La idea de la representación política de lo social al más alto nivel del
Estado está en vías de ser dominante. No se ve muy bien que podría en adelante oponerse a

s4 VELIKANOVA. O. Op. Cit., p. 180.

- 108-
prohlstorla 3 - 1999
que la sociedad se perciba como única fuente legítima del poder. La inflación de las propues-
tas religiosas disimularía por lo tanto, hoy. un primer y verdadero proceso de secularización
de lo político.
Con el tiempo. se podrá medir el tenor semántico del pasado - ruso. soviético- que se
integra en Rusia. acualmente en vías de emerger. En cuanto al cuerpo de Lenin. turismo de por
medio, podría transfonnarse en una mercancía más. Lo que no debe hacemos olvidar que
frecuentemente, también en Occidente, pagamos para pararnos unos instantes delante de crip-
las que contienen reliquias ...

- 109 -
prohlstorla 3 - 1999

Indicios y estrategias. Lucha por el poder en Buenos Aires


durante el critico año de 1820. 1
FABIÁi'J HERRERO
(UBA)

Resumen:
En este trabajo se analiza la intensa lucha política desarrollada por los grupos
confederacionistas y ex centralistas durante 1820 en Buenos Aires. A diferencia de
lo postulado por las perspectivas clásicas - hi storia institucional y historia política-
los enfrentamientos por el poder en la provincia fueron mucho más equilibrados,
constituyéndose de este modo un escenario político abierto a diversas alternativas.

Palabras clave:
Federalismo- Pan ido- Facción - Política- Buenos Aires.

Abstract:
This anicle examines the strong poli tic struggle developed between federaJist and
ex -centrcilist groups during 1820 in Buenos Aires. Discussing with the classic political
and institut ional history the author proposes that the conflicts of power were balanced
offering many and differents chances to both groups in the political frame.

Keywords:
FederaJism- Political Party- Faction - Politics- Buenos Aires.

Es le texto e!) parte! tle ltll tes1:o tk doctorado c!n Hlshma. «Fctlcrahslas de Buenos Aires. 1810-
1820. Una mirada sobre la polft1ca posrevolucionaria.». UBA. 1998, inédita. Quiero expresar mt
agradecimiento a mi director José Carlos Chiararnontc, al profesor Jorge Gelman por sus valiosas
observaciones, asunismo. me he beneficiado cnonncnte con los comentarios de los árbitros anóni-
mos de la revisla.

- 111 -
HERRERO. F .. «Indicios y estrategias. Lucha... »

.._...ta creciente inestabilidad dominó la situación política de Buenos Aires en la llama-


da crisis del año veinte2 • Ninguna facción podía alcanzar el poder por su propia

--
fuerza, al mismo tiempo, es la primera vez, si tomamos como Lapso temporal a toda
la década revolucionaria, que Buenos Aires no puede dominar a las demás provin-
cias o. al menos. tener una fuerza predominante sobre ellas. Los ex centralistas, prin-
cipalmente aquellos vinculados con el Directorio de Pueyrredón, estaban desacreditados lue-
go de caer vencidos en Cepeda, siendo cuestionados en ese sentido, por el vencedor Ejército
del Litoral que no le reconoce legitimidad política. En otras palabras, un nuevo gobierno
provincial sólo sería elegido con la «aprobación» de aquellos jefes militares3 • Recordemos
que los confederacionistas, por su lado, después de caer derrotados en 1816, tampoco logran
reunir una fuerza suficiente para disputar el poder, sobre todo, porque luego de aquel último
año sus principales miembros fueron desterrados4 •
¿Por qué los caudillos del Litoral no parecen estar dispuestos a seguir avanzando, militar-
mente, sobre Buenos Aires? En ese sentido, se ha señalado que tal estrategia hubiera costado
demasiado, básicamente, porque las fuerzas portuguesas en la Banda Oriental constituían, en
esas horas, un peligro real al que no resultaba conveniente desconocer.5 Dentro de esta pers-
pectiva, un entendimiento entre Buenos Aires y los caudillos del 1itoral6 se toma altamente

2 Para el análisis de las relaciones políticas entre Buenos Aires y el resto de las Provincias Unidas del
Rio de La Piara, puede consultarse el excelente estud10 de HALPERIN DONGHI, Tulio. Revolu-
ción y Guerra. Formación de una élite dirigente en la argentina criolla, Siglo Veintiuno, 1979.
Especialmente, pp. 316 a 380. Asimismo, ha resultado muy valiosa la lectura de los siguientes
trabajos: HALPERIN DONGHI. Tulio,Historia Argentina. De la revolución de independencia a
la confederación rosista, Paidós, 1993. pp. 105 a 143. REYES ABADlE. Washington. Artigas y
el federalismo en elRfode la Plata, 1811-1820, tomo 2, Ediciones de la Banda Oriental, 1994. pp.
269 a 279. BUSANlCHE, José Luis, Historia Argentina, Ediciones Solar, 1984. 411 a 448. RO-
MERO, José Luis, Las ideas políticas en Argentina, Fondo de Cultura Económica. 1994. pp. 65
a 98. RAVIGNANL Emilio, Historia Constitucional de la República Argentina, tomo I, Buenos
Aires, 1930, pp. 381 a 425. STREET, John, Artigas y la emancipación del Uruguay, Barrerio y
Ramos S.A., Montevideo, 1959, pp. 231 a 244. BETHELL, Leslie, ed., Historia de América
Latina, Cambridge Univcrsity Press, Editorial Crítica, 6. América Latina, independiente, 1820-
1870, pp. 264 a 319. <<La anarquía del año 1820 en Buenos Aires desde el punto de vista
institucional», por LEVENE, Ricardo. pp. VII a CXLV. En Publicaciones del Archi\·o Histórico
de la Provincia de Buenos Aires. Documentos del Archivo. Acuerdos de la Honorable }unJa de
Representantes de la Provincia de Buenos Aires{1820-1821 ). Tomo V, Volumen I, Año 1820. La
Plata, 1932. SEGRETL Carlos, El país disuelto, 1820-1821. Edüorial de Belgrano, 1982.
IRAZUSTA. Julio, <<Ensayo sobre el año 20 o la crisis de la autoridad tradicional», en Ensayos
Históricos, La Voz del Plata editorial, Buenos Aires, 1952.
3 HALPERIN DONGHI, Tulio, Revolución ... ob. cit., pp. 338 a 340.
4
• Véase capítulo m de nuestra tesis, HERRERO, Fabián, <'Pederalistas ...ob. cit.
5· HALPERIN DONGHJ, Tulio, Revolución ...ob. cit.. pp. 343 y 344
6
· BVSANlCHE, José, Historia Argentina ...ob. cit., p. 413 .

- 112 -
prohlstorlo 3 - 1999

probable, especialmente, si a la amenaza portuguesa a las espaldas de aquellas provincias, le


añadimos la necesidad de volver al orden y la paz por parte de la élite de Buenos Aires, como
ha señalado insistentemente la historiografía del período: constituyen datos imprescindibles
para la reconstrucción de un orden.7
En relación con la señalada «creciente inestabilidad», hay una perspectiva del desorden
que me gustaría tratar aquí'. Se ha sostenido que éste engendra reacciones contrarias, vacila-
ciones, es la confusión y la inestabilidad, el movimiento que aligera la pesadez del orden
preexistente, la abundancia de lo nuevo, lo que da todas sus oportunidades a una libertad
nueva y fecunda. Y es precisamente en ese marco donde el desorden se vuelve creador. los
períodos de transición ejercen, entonces, una verdadera fascinación. son vistos como aquelJos
que hacen retroceder las fronteras de lo imposible. en los cuales se realizan rupturas y avan-
ces9. El futuro se transforma. de esta manera. en un lugar abierto donde los diversos actores
políticos intentarán cumplir sus deseos. Dentro de esta verdadera frontera de lo posible nues-
tra hipótesis consiste en mostrar la existencia, en ese frágil orden político que puede extender-
se a los meses de febrero y setiembre de 1820. de un empate de fuerzas entre los partidarios
confederacionistas o aliancistas y los adictos al ex centrnlismo de Buenos Aires. Ambas ten-
dencias. en ese escenario político recién creado. creen perfectamente posible una salida políti-
ca para la provincia acorde a sus objetivos. Asimismo, trataremos de verificar que. en algunos
momentos entre los mencionados meses de este año, los federales logran obtener más poder
que sus adversarios políticos.
La importancia de nuestro trabajo radica en señalar que la alianza entre Buenos Atres y el
litoral. supone un acuerdo previo entre los distintos sectofes políticos de esta provincia. En
observar cómo en un momento de crisis, como el que viven. donde se abre un campo de
posibilidades hacia el futuro, los distintos partidos de Buenos Aires se pensaban capaces de
poder hegemonizar el poder de la provincia para su facción. De este modo, señalaremos dos
partes: en un primer lugar. nos centraremos en las estrategias políticas de los grupos federalistas
y ex centralistas entre los meses de febrero y setiembre, ya que durante esos meses, ambas
facciones intentarán imponerse. Nos detendremos, en segundo lugar, en los meses siguientes
cuando los ex centralistas se apoderan del poder provincial de manera más estable.
Detengámonos un instante en dos aclaraciones previas: Cario Ginzburg advirtió bella-
mente cómo la lengua o la cultura, en nuestro caso el escenario político, ofrece al individuo un
horizonte de posibilidades latentes, una jauJa flexible e indivisible para ejercer dentro de ella
la propia libertad condicionada10 • A lo largo de nuestro estudio - no temamos insistir en ello-

7
HALPERIN DONGHI. Tulio. Re\·olución...ob. cu .. p. 344 .
• BALANDLER, Georges. El desorden. La teoría del wu~ .\ la~ uenc.itJS socia/e.\. Elogto de la
fecundidad del mo\·imienJo. Gedisa, 1993. p. 11
/bid.
1
" GINZBURG, Cario. El Queso .\ los gusanos. El cosnw.,. segtín un nwlint'J'lJ Jel siglo X\'1. Muchnik
editores. 1986. p. 22.

- 113 -
HERRERO, F.. <dnd1cios y estralegias . Lucha ... »

intentaremos observar cómo las diversas facciones se mostraron, muy nítidamente, como pro-
tagonistas de aquél escenario traumático recreado en 1820. A diferencia de lo postulado por
las perspectivas clásicas -historia institucional e historia política-los enfrentamientos por el
poder en la provincia fueron mucho más equilibrados, constituyéndose de este modo un esce-
nario político abierto a diversas alternativas. La elección de una estrategia que combina for-
mas narrativas y analíticas se toman. a nuestros ojos. altamente explicativas en cuanto nos
permite «reduciendo la escala de observación» una mejor visualización de nuestro objeLO de
estudio. De este modo. queremos recorrer aquellos días furiosos e inciertos colocando los
obstáculos que se interpongan en la investigación como elementos constitutivos de la docu-
mentación y por lo tanto los ubicaremos como una parte más del relato 11 .
Una segunda aclaración alude a la definición del grupo opositor al federalista. Los grupos
políticos dominantes de la primera década revolucionaria no se identifican a sí mismos ni
como centralistas, como los denominamos nosotros, ni como directoriales como los llaman
algunos historiadores. No adoptan ningún nombre preciso porque eso implicaría aceptar que
actúan detrás de una facción, idea que unánimemente es mal vista. Sin embargo, en Buenos
Aires se menciona con aquellos nombres a los partidos. Y son precisamente los opositores los
que utilizan esas denominaciones. Nuestra hlpótesis es que no existen los llamados unitarios
durante esta década. Existe un cierto consenso entre los historiadores en considerar al centra-
lismo porteno en estos términos: llevar la revolución a todas partes desde un gobierno fuerte-
mente centralizado. Resulta importante señalar, además, que las distintas facciones que cons-
tituyen los mem:ionados gobiernos centralistas de Buenos Aires no son homogéneas, en esa
línea, no es extral'lo por ejemplo observar partidarios republicanos y monárquicos convivien-
do en el mismo gobierno. Estos gobiernos, por otra parte. se encarnan institucionalmente en
poderes que rigen a nivel "nacional", entre ellas, las diversas Juntas, el Directorio, el Cabildo
gobernador de 1815 que momentáneamente asumió aquel rol.los Congresos nacionales12 •
¿Por qué hablamos de ex centralistas durante 1820?. Esta denominación es provisoria en
cuanto aún no nos conforma, pero al menos los términos que usamos resultan adecuados para
sei'lalar a aquel grupo político. Este año constituye el primer momento, en toda la década
revolucionaria, donde no existe un poder a nivel nacional. Como advertimos, la expresión ex
centralistas no nos satisface demasiado, por ejemplo, si son ex se supone que ya no son centra-
listas sino de otras ideas o de ninguna. Dentro de esta perspectiva aclaramos que ex no se
refiere a este último sentido. sino a que no son los centralistas que eran sino que, sin dejar de
pretender ser centralistas, no pueden afirmar ahora su centralismo, porque en primer lugar, ya
no hay un poder a nivel nacional que permita que se justifique esta posición. Y, en segundo

11
GINZBURG, Cario, ''Microhistoria: dos o tres cosas que sé de ella", en Emrepasados. Revista de
Historia. Año V. n.8, 1995. pp. 60 y 61.
12
Centralistas, directoriales. indistintamente son señalados de esta manera por diversos historiadores,
como Mitre, Levene. Barba. José Luis Romero. Halperin. por sólo nombrar algunos de ellos.
Véase nuestra mtroducción en HERRERO, Fabián, «Federalistas ...ob. ciL

- 114-
prohlstorlo 3 - 1 999
término, no pueden decirlo abiertamente, porque están durante casi todo el año veinte en
debilidad de fuerza frente a los federales del litoral. En tercer lugar, defienden ciertos tópicos
centralistas pero no saben, en verdad, si podrán volver a aquel mismo centralismo en Buenos
Aires. Nos referimos, para mencionar un ejemplo, a ideas centralizadoras como las facultades
extraordinarias, más allá que ahora rijan a nivel provincial.
En definitiva, ex centralista marca esta ambigüedad, no son lo que eran , actores que diri-
gen un gobierno «nacional>> desde Buenos Aires, porque el contexto político donde funciona-
ba aquella idea -caída de los poderes nacionales, debilidad de fuerzas con otras facciones de
Buenos Aires, como así también, frente a las provincias del litoral- no existe más. Pero cons-
tituyen una tendencia política que quisiera ser -por eso pelean por medidas centralistas pero a
nivel provincial, como la preeminencia militar- aquello que éstos mismos actores fueron casi
hasta ayer o antes de ayer, Juan Ramón Balcarce, Martín Rodríguez... Esta ambigüedad defi-
ne a los grupos centralistas, de la década revolucionaria, que durante la crisis del año veinte
devienen en un grupo que está fuertemente tensionado: así, por un lado desean volver sobre
ciertas ideas, pero por otro lado. se encuentran dentro de una nueva realidad politic a que ya no
tolera a aquellas en su totalidad.

l. EMPATE DE FUERZAS ENTRE FEDERALISTAS Y EX CENTRALISTAS.

l. La formación de un nuevo gobierno. Después de Cepeda: ~No habrá más remedio


que ser montonero~. u
Como advertimos más arriba, el paisaje político porteño cambtó notablemente en los mt-
cios del año 20. La señalada actitud de los hombres del Litoral, de no permitir un nuevo
elenco gobernante proclive al régimen político anterior. obligó a que se convocara a un cabil-
do abierto que se reunió el 16 de febrero 14 • En este nuevo escenario, ¿Cuál es la estrategia que
despliegan las facciones de Buenos Aires? Para señalar algunos indicios que nos ayuden a
desentrañar esa estrategia, quisiéramos se nos permita transcribir in extenso la carta que, el 5
de febrero, Miguel Soler, federalista y uno de los militares de poder en la provincia. le escribe
a Juan Pedro Aguirre; ex centralista y Alcalde de primer voto del cabildo de Buenos Aires. es
decir, quien momentáneamente se presenta como la máxima autoridad de la provincia:
«En la actual crisis honrosa del país está VS destinado a salvarlo. Tan alta confianza se
deposita hoy en sus manos: ...él esta apoyado sobre un poder físico y moral. Aquél esta en
manos de Vs, autoridad y fuerza lo consútuyen, este lo forman la opinión pública, y la sanidad
de nuestras intenciones. Dos son los fines del primero. hacer una paz honrosa, con los jefes
federales (del litoral): los fines de estos no están bastantemente conocidos. Si quieren
cambiarse el sistema de la organización del país, estamos... con tal que se organire la del

13
«Carta de José Julián Bcláustegu1 a Francisco Antonio de Beláustcgui». Buenos Aires, 17 de
febrero de 1820, número 88. en El doczor Ruflno de Elizalde y su época l'ista a tra,·és de su
archi,•o. Universidad de Buenos Aues. Facultad de Filosofía y Letras. 4 tomos. 1967-1970.

- 11 5 -
HERRERO. F.. «lndtctos y estratcgtas. Lucha ... »

Estado por prmcipio de interés común. En este caso al nuem gobierno que se forme co-
rresponde señalar las naciones amigas y enemigas. Las demás condiciones son accidenta-
les y el honor se deja el discernir sobre ellas. El segundo objeto es el cambio que las circuns-
tancias exigiesen en la administración acrira y pasim del Estado. Los \'icios de que es
acusada la han hecho gravosa. Esta desacreditada hasta el extremo... Pero a 1zosotros no
debe ocuparnos la clasificación de los miembros que la componen: entre ellos hay buenos
r muy buenos sujetos, separémoslo de todo influjo _y la autoridad a quien correspóndalos
juzgarse... »15 (Subrayado mio)
El federalista Soler trata de ganar espacio para su partido. Su argumento es el siguiente: acep-
tar la proposición. que suponía bien harían los caudillos del Litoral, de cambiar el sistema
político centralista por el de la confederación o alianza y, al mismo tiempo, excluir y juzgar a
aquellos que han desacreditado al gobierno de Buenos Aires. Este segundo aspecto involucra
a los ex centralistas que eran adictos a Pueyrredón. es decir, todos aqueiJos que integraron la
facción que encamó el anterior Directorio y que, en los últimos años, ha perseguido a los
confederacionistas de Buenos Aires. Pero, ¿por qué Soler no ataca a todos Jos ex centralistas
por igual? Simplemente, porque necesita hacer una alianza con los partidarios de éstas ideas
y, además. porque más allá de sus deseos, aquel grupo directoria) o centralista, aún mantiene
el predominio político en la provincia. Tengamos presente que. en esos dias de febrero, las
facciones federalistas son minoritarias. De este modo, como veremos, Aguirre será el ex cen-
tralista con mayor consenso, por eso no es exagerado Soler cuando afinna que éste último
«Salvará a la provincia».
Todo sistema de poder, ha escrito un estudioso de estos temas, es un dispositivo destinado
a producir efectos, entre ellos, los comparables a las ilusiones que suscita la tramoya teatral. 16
Así, el político debe comportarse como un actor si quiere conquistar y conservar el poder. La
imagen del gobernante. las apariencias que provoca. pueden entonces corresponder a lo que el
pueblo desea hallar en él. No sabría gobernar mostrando el poder al desnudo. El consenti-
miento resulta, en gran medida, de las ilusiones producidas por la óptica social' 7 • De este
modo, el gran actor político dirige lo real por medio de lo imaginario. ¿Durante las diversas
intervenciones políticas desarrolladas en el cabildo abieno de febrero qué ilusiones provocan,
entonces, las distintas facciones portei'\as que pretenden conquistar y conservar el poder de la
provincia? Veamos, de este modo, en qué consiste el juego de apariencias dramatizado en la
mencionada reunión popular.

"' Los ciudadanos fueron invitados por conducto de los alcaldes de barrio. reuniéndose en número de
182. LEVEN E, Ricardo. «La anarquía del año 1820...ob. cit., sin numerar
15 Cana de Miguel Soler a Juan Pedro Aguirre, 5 de febrero de 1820. Documento nro. 12. Archil·o
del Banco de la Provincia de Buenos Aires. Archivo Parttcular de Juan Pedro Aguirre. Actuación
cívica y pública de Juan Pedro Agume. Legajo único.
16
BALANDIER. Georges, El poder en escenas. De la representación del poder al poder de la
representaci6n. Ediciones Paid6s, Barcelona, 1994. pp. 15. 16, 17. y 18.
17
/bid.

- 116-
prohlstorlo 3 - 1999

En el Cabildo abierto, resulta presidente el ex centralista Juan Pedro Aguirre. 18 Posterior-


mente, se procede a elegir gobernador de la provincia. así, Aguirre es proclamado en aquel
cargo por aclamación, pero rápidamente renuncia argumentando que los «federales» del lito-
ral no aceptarán esta votación. Los ciudadanos reunidos insisten en la elección de Aguirre, sin
embargo, éste nuevamente rechaza el ofrecimiento. Luego de algunas propuestas, para proce-
der a una nueva elección, se adoptó la señalada por el ex centralista Victorio García de Zuñiga:
cada ciudadano votaría por dos personas,las doce que resultaran con más votos integrarían la
Junta de Representantes. 19 Esta se había constituido consultando la voluntad de una parte del
pueblo de la Capital, por ende, no había intervención alguna del de la campaña. Por ello en su
primera sesión. la madrugada del día 17. luego de nombrar presidente de la misma al ex
centralista Juan José Paso, se eligió gobernador provisional al federal Manuel de Sarratea.
que era uno de sus miembros, mientras pudiera reunirse el voto de la campaña. Sarratea no
sólo fu e elegido por unanimidad de votos sino que. además, adhirieron a este no mbramiemo
hombres de poder. como los militares ex centralistas Juan Ramón Balcarce y Martín
Rodríguez.20
El23 de febrero, los gobernadores Manuel de Sarratea de la Provincia de Buenos Aires. el
de Santa Fe Estanislao López, y Francisco Rarnírez de Entre Ríos, firman el Tratado del
Pilar.11 El24 de febrero, éste fue aprobado y ratificado por la Junta de Representantes. Hubo
pues en Buenos Aires. acuerdo del Gobernador. Junta de Representantes y Cabildo. Como
vimos. la acción política desplegada por la facción ex centralista de esta provincia se hizo en
un claro contexto de debilidad de fuerzall.
Hasta aquí. hemos visto cómo se elaboró la primera alianza~ 3 política después de la derro-
ta de Buenos Aires frente al ejército Litoral: (J) Hay un predomino ex centralista con rostro

1
' Esas representaciones tendrán las s1guientes alribuciones: <<Proceder inmediatamente al nombra
mtento de gobierno de la provincia, encargando a éste ponga en estado respetable de defensa y
ofensa. Resolver sobre el cese o continuación del actual ayuntamiento. nombrando en el primer
caso otro que le sustituya. Proponer al nuevo Gobierno electo todas las medidas que la Junta de
representantes cons1dere conducentes al logro de una pacificación honrosa y estable. Para todos lo~
cuales actos del cab1ldo abierto amp!Je a la Junta de sus representantes todas las fac ultades que sean
necesanas y sin restncción alguna a fm de que en vutud de ellas pueda expedirse Libremente en
todas las ocurrencias en que se interese la salud pública.» Todo esto fue aprobado nuevamente por
aclamación. LEVENE, Ricardo, <<La anarquía del año 1820...» ob. Cit., sin numerar.
¡Q /bid.
~~~ Carta del 21 dcfebrero de 18'2.0. Arc/111'0 General Nación. Gobierno NacionaJ. Sección Gobierno.
Soler, Balcarce y Rodriguez. 1820. Cartas del28 de febrero y 3 de marL.o de l820./bid.
lt HALPERlN DONGHI. Tulio. Re,·nlucilm .. oh. Clt . p. 146 BUSANTCHE. Jo~;é . Hisrnna
Argentina ...ob. cit.. pp. 416 y 417.
~ <<El ctudadano Juan Pedro Aguirre a sus compatnotas. 3 de mano 1820.» Docwnento númeru 20
Archil'o del Banco de la Pro1·incia de Buenos Aires...ob. c1t.
~ 3 HALPERIN DONGHI. Tulio. Revoluc1ón ...ob. c!l., p. 351.

- 117 -
HERRERO, F., «Indicios y eslrategias. Lucha ... »

federalista: los primeros hacen movimiento de fuerza en el Cabildo abierto. así eligen una y
otra vez a Aguirre (ex centralista) y proponen con éxito cuál es la forma de elección, para
demostrar a los federalistas porteños que ellos tienen el poder. Luego diseñan el nuevo espacio
de poder. la Junta (mayoría ex centralista) con plenos poderes. nombra al Gobernador (feder:l-
lista) y al nuevo Cabildo (con preeminencia centralista). (2) ¿Qué ocurrió con los partidarios
del federalismo de Buenos Aires? Hay algo realmente serio que juegan los federales en esa
dramatización del poder. que los aleja casi completamente de su aparente imperceptible lugar
en Jaesferadepodery los sitúa, más bien, en el centro de la escena política provincial. Ahora.
están cabeza a cabeza disputando el poder con la hasta ayer facción hegemónica centralista:
los restos del viejo grupo directoriaJ.
En otras palabras, si los ex centralistas quieren disfrazarse escondiéndose detrás del rost:o
de Sarratea, por su lado, los federales intentarán como iremos relatando, hegemonizar el po-
der a partir de la gobernación y el poder militar que querrán hacer crecer en las manos de
Soler. En este sentido, la imagen que ofrece la cita inicial se ponía en funcionamiento, los
federalistas del litoral aparecen dictando cómo hay que hacer las cosas, y los partidarios de
estas ideas en Buenos Aires surgen como los hombres presentables ante esta nueva realidad
política. Con el transcurso del tiempo, sin embargo, todo lo presentado hasta aquí resultará.
como veremos, más conflictivo que estos datos fijos a manera de ilustración fotográfica24 •
También durante este año. en ese sentido. observarnos una nueva intensificación de la
lucha de ideas sobre el «federalismo». El discurso federal . entonces, a favor y en contra, apa-
recía en Buenos Aires como suelen hacerlo los cuerpos en los pantanos, casi intactos, como si
alguien los hubiese enterrado allí hace mucho tiempo y ahora reaparecieran envueltos en un
halo de misterio. Si hemos utilizado una imagen de los relatos de suspenso es porque, precisa-
mente, puede ayudarnos a ilustrar esas vidas signadas por la súbita inclusión y exclusión del
escenario público. Por otra parte, porque esa sensación de «fantasmas». esa repentina presen-
cia-ausencia en el escenario político por parte de los federales resume. se nos ocurre, aquella
conflictiva participación política.

2. El gobernador federal Manuel de Sarratea. De febrero a mayo.

¿Cómo es la convivencia entre las facciones que integran la alianza formalizada en el


Cabildo Abierto de febrero? Por cierto, en esa convivencia entre los distintos partidos que
fonnan parte de la reciente alianza política, nuevamente se recreó el clima de recelos que
dominó los encuentros anteriores de aquellas facciones25 . Dentro de la alianza, cada facción
intentará colocarse como la fuerza dominante. Habrá, entonces, una pulseada pennanente por
el poder provincial. Sobre este clima conflictivo anotemos un ejemplo. El gobernador Sarratea,
confonne al artículo 7 del Tratado de Paz que acababa de firmarse, estaba dispuesto a proce-

~4 /bid. pp. 345 y 346.


~s Véase capítulos ll y lll en HERRERO,Fabián «Federalistas.. >> ob. cit.

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prohlstorlo 3 - 1999

der, de inmediato, instruyendo el proceso contra los crímenes cometidos por miembros de la
anterior administrnción!6 • Por un oficio a la Junta en n01a reservada, con fecha 29 de febrero.
el gobernador afirma:
«V. H. no dude por un momento que se trama una contrarrevolución muy próxima y que
se trama con fondos, con poder efectivo de una facción que ha logrado corromper y complicar
la mayor y más poderosa parte del Estado en todas sus clases... ».27
En este clima conspirativo, Sarratea consideraba que el juicio a los que resultaran culpables
«con adopción de 1as providencias que demandaba la seguridad pública». eran los medios más
adecuados para desbaratar esos planes revolucionario?. El gobierno se consolidaría, alejan-
do toda sospecha de complicidad. y las provincias quedarían satisfechas de que se consultan
sus derechos: «Y el mismo tratado de paz y federación. dice Sarra tea. tomará la consistencia
que no tiene hasta hoy aunque sea triste decirlo>>29 •
¿Cómo responde la Junta. con mayoría ex centralista, a la propuesta del gobernador fede-
raJ de juzgar a los miembros del caído Directorio? Debió aceptar la proposición de Sarratea.
porque responde a aspectos claves del tratado firmado recientemente30 • Pero para ello, propo-
nía la forma en que se juzgaría a los posibles responsables31 • asimismo, por otra parte, inten-
tarán devolverle el ataque. En el mismo oficio, enviado al gobernador. agregaban que ya se
esparcían las alarmantes noticias de que el ahora federalista «Alvear y sus prosélitos vendrían
de un día para otro a la ciudad, expresándole que sería muy oportuno se diera una proclama
persuadiendo al pueblo de la falsedad y malicia de semejantes anuncios»32 • Recordemos que
Alvear debe esconderse en la ciudad porque su presencia es rechazada por los vecinos de la
t:apital, al mi:>mo Liempo, Sarrat.ea es pem1anentemcl\le acusado por la pren:xt d~ But:nl>~
Aires de proteger al antiguo Director. Tanto el mencionado proceso. como la actitud que el
gobierno provincial debía tomar contra Alvear. quedaron suspendidas, momentáneamente.
por la revolución ex centralista producida en esos días. En esta línea, pensamos que desentra-
ñar estas acciones del gobernador y la Junta. resultan útiles para comprender la lucha abierta
entre las facciones de Buenos Aires.
Ahora, observaremos cómo una de estas facciones ex centralistas pretende apoderarse del
poder por la fuerza. ¿Cuáles fueron los motivos que precipitaron la revolución de marzo? La
más concluyente fue, sin duda, la noticia -tratada en la sesión de la Junta del4 de marzo- que
públicamente conía de que las tropas federales: «no habían evacuado el territorio de la pro-
vincia, como debían haberlo verificado en cumplimiento de los tratados» 33 • El primero de

:6 C!lado en LEVENE, Ricardo Publicaciones ...ob. Cll .• sm numerar.


; /bid.
!~ /bid .
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1
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11
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S! /bid.
JJ /bid.

- 119 -
H ERRERO. F.. «Indicios y estrategias. Lucha ...»

marzo, desde el cuartel general de Olivos, Juan Ramón Balcarcecomunicaba la nueva situa-
ción tanto a la Junta como al Cabildo: «EI22 del próximo pasado después de hecho el ann is-
ticio debimos ser atacados y aún se ha dicho que con artillería de la que se franqueó al Ejército
Federal»34 • En esta última parte podria encontrarse la explicación de los próximos sucesos.
La revolución se ponía en marcha. El 6 de marzo. diversos ciudadanos se reunieron en la
Plaza de la Victoria elevando un petitorio en el cual declaran que el actual gobierno no era de
su confianza, asimismo afirman, que debía cesaren sus funciones nombrándose persona de
autoridad.35 Balcarce, impuesto momentáneamente36 fue Gobernador con las facultades
omnímodas, conferidas directamente por aquella multitud. «La farsa» de Balcarce, como la
llama La Ga::eta 31 , duró la semana del6 alll de marzo. Finalmente, Sarratea, fue repuesto
en su cargo con la intervención de Ramírez. Dos días después, el Cabildo dejaba constancia
que el nombramiento de Balcarce. «hecho por un corto número de ciudadanos faccionales al
abrigo de la fuen.a militar>>38 era. en pocas palabras, «nulo y violento»39 •
¿Quién apoyaba a Juan Ramón Balcarce? ¿Cuáles eran sus objetivos revolucionarios?
Principalmente, estaba respaldado por su propia tropa de campaña y la 1unta de Representan-
tes. Su estrategia dependía de obtener respaldo popular a través del movimiento de fuerza,
porque ello le pennitiría, de esa manera, legitimar su acceso a la gobernación. Para cumplir
con ese propósito, también contaba con la facción ex centralista, con cuyos miembros gober-
naría la provincia, apoyándose, a su vez. en las llamadas Facultades Extraordinarias. Pero,
¿por qué cae? No consigue consenso popular a su arribo al gobierno de Buenos Aires y,
sustancialmeme, subestimó la fuerza del Ejército del Litoral como, asimismo, a las facciones
«federales» de la provincia que disponían; ahora sí, de cierta fuerzas en la campaña40 .
Ramírez. entonces, ayuda a Sarratea a recuperar su cargo en el gobierno de Buenos Aires.
¿Habrá que señalar, en la restitución del gobernador, una prueba más de esa caracterización
historiográfica sobre la figura de Sarratea que lo describe como un dócil instrumento de

}1 /bid.
ls Acuerdos del extinguido Cabildo de Buenos Aires. 6 de marzo. Tomo IX. pp. 63 a 66. Ver ade-
más, carta de José Julian Beláustegut a Francisco Antomo Belaustegui, Buenos Aires, 1Ode marzo
de 1820. Documento, número 90. En El doctor Rufino de Elizalde _v su época ~·ista a trQ\·és de su
archivo ...ob. cit.
36
Acuerdo del extinguido Cabildo ... ob. cit.. 8 de marzo de 1820.
31
«Relación de lo acaecido desde el6 del corriente hasta elll inclusive». La Gazeta, 22 de marzo de
L820. Relata lo ocurrido. ridtculizándolo. Entre los actores que participaron en favor de Balcarce
pudimos verificar los siguientes nombres: Benito Rolón, Medrano, Fraile Grela, Chavarría. Ma-
nuel Galup, Agustín Garrigo, Pedro Baldovino, Felipe Soto.
31
Acuerdo del extinguido Cabildo ...ob. cit., 17 de marzo de 1820.
9
' /bid.
~o Para el contexto político de esta revolución, véase, LEVEN E. Rtcardo, Publícaciones...ob. cit., sin
numerar. HALPERIN :OONGH1, Tulio, Re\'olucíón ...ob. cit., pp. 338 a 352. BUSANICHE, José,
11istoria_Argentina ...ob. cit.. pp. 411 a 448.
- 120-
prohlstorlo 3 - 1999

Ramírez'11 ? Hasta aquí las sospechas en este sentido parecen evidentes. Sin embargo, cuando
terminemos de reconstruir la trayectoria de este gobernador federal observaremos que estas
evidenc1as ocultan, demasiado mal, una estrategia política que aún no ha terminado de
desplegarse.
En el nuevo paisaje político, Sarratea se ve fortalecido con el respaldo que le ofrece Ramírez.
De esa manera, todo había cambiado luego del fracaso de Balcarce. La Junta, por su parte, se
encuentra debilitada, por ello, ahora debe aceptar el envío de auxilios militares al Litoral~ 2 •
Ramírez, por su lado, «sólo espera esas armas para marcharse a Entre Ríos que le es disputa-
do»4J. Así, un nuevo escenario político se ha creado después del8 de marzo. Sarratea, nueva-
mente en su cargo de gobernador, no dispone de tiempo para gozar de su «problemático triun-
fo»44 . Para consolidarlo anuncia, nuevamente, el proceso contra los reos acusados de alUt
traición en el Congreso y Directorio. El apoyo de Sarra tea proviene principalmente de Soler y,
además, del Cabildo de Buenos Aires. La esrrategia del gobernador consiste en distanciarse
lentamente de Ramírez y, al mismo tiempo, en obtener más poder político dentro de la provin-
cia, para ello; intentará alcanzar alguna preponderancia en la nueva elección de la Junta de
Representantes.
En tanto se constituía la nueva Junta de Representantes, Sarratea, pedía la reunión del
Cabildo para acordar con él la solución de «urgentes problemas»45 • En la reunión efectuada
con la presencia del gobernador, no se accedió al pedido de Ramírez: 46 éste pretendía una
amnistía para aqueUos que luchan con él en la campai'la. El mismo día, Sarratea, comunicaba
a Ramírez la resolución tomada. explicándole. que la amnistía era imposible porque AJvear y
los oficiales refugiados en su división hahían causado «estragos en los pueblos»:
«Las autoridades y sociedad de Buenos Aires, no encuentran otro arbitrio para evitar el rom-
pimiento -continúa Sarratea- que las tropasfederales salgan del territorio de la pro,·incia,
llevando consigo a esos hombres desgraciados que se han hecho ríctimas de sus propios
capriclws».~ (Subrayado mío)
7

Después de la com unicación de Sarratea a Ramírez, del30 de marzo. las relaciones entre
ambos quedaron tensas.48 De esta manera, el gobernador de Buenos Aires desplegaba con
toda su fuerza la estrategia arriba mencionada. Como vemos, la alianza entre «federales» y ex
centralistas de Buenos Aires fue de carácter coyunlural. Si en un momento Sarra tea se recues-

41
Véase. Introducctón, en HERRERO, Fabián. ··Federali/stas... ob. Cit.
4
2. Acuerdos del extinguido Cabildo ...ob. cit., 17 de marzo de 1820.
•3 HALPERIN DONGHI. Tulio. Re1·oluci6n ...ob. cit.. p. 347.
-14 lbid.p.347.
5
' LEVENE. Ricardo. Puhlicaciones ...ob. cit.. sin numerar.
~6 La Ga:eta, 2 de abril de 1820.
4" /bid.
4
~ «Yo fuí s1empre amtgo de V y Jo soy: sabe que no me faltan motivos de queJa por la conducta que
se observa hacia mi persona. no V. sino muchos de Jos que con V cst an: si a mi me fuese pennitido

- 121 -
HERRERO. F.. « lndictos y cslralegias. Lucha ... »

ta en los caudi1los del Litoral es para desplazar de la escena pública a los ex centralistas
porteños. una vez que estos últimos tienen menos poder que los «federales». como sucedió
después de la revolución de Balcarce. los federales porteños intentan distanciarse de los hom-
bres del Litoral: de ese modo, el objetivo de Samuea. como lo fue antes el de Balcarce, es
alzarse con el poder de la provincia a través de su propia facción. Así, no se puede caracterizar
a Sarratea como «un dócil instrumento de Rarnírez» y. porque. además. en su estrategia polí-
tica no sólo Balcarce disfrazaba sus sentimientos. En otras palabras, están construyendo día a
día una estrategia política que les pennita acceder al poder provincial.
Sin embargo, durante esos instantes donde Sarratca exhibía sus propósitos políticos. des-
nudaba, asimismo, su propia debilidad para llevarlo a cabo. El gobernador fue castigado du-
ramente por sus opositores. porque sospechaban que alentó la injerencia de Carrera y Alvear
en la campaña luego de la retirada de Ramírez"9 • Disminuido, convoca a elecciones de repre-
sentantes. El resultado le es adverso, y cuando intenta corregirlo impugnando de entre los
electos a los que considera comprometidos con el régimen directoria). debe abandonar su
cargo de gobernador porque se descubre incapaz de imponer ese criterio a los representan-
tes50. El 2 de mayo la Junta, por un oficio, dispone la cesantía del gobernador. Ante esta
medida, Sarratea decide fugarse de la ciudad51 •

3. Del 2 de mayo al 5 de julio. Gobernadores efímeros: ~lograban gobernar dos o tres


días o a más tardar una semana» 51 •

3.a. El gobernador ex centralista lldefonso Ramos Mejía.


lldefonso Ramos Mejía, presidente de la Junta. ocupa la gobernación interina de la provin-
cia. Podría decirse que el nuevo gobernador parece encontrarse frente al límite. en el sentido
en que cualquier mal movimiento, político o militar. puede hacer peligrar su gobierno: de ese
modo, para congelar coyuntural mente el conflicto externo debe negociar con los jefes del
Litoral, a quienes Jos ex centralistas ya habían decepcionado en marzo, por otro lado, interna-
mente. debe disponer de un poder suficiente que le permita ponerse por encima de las otras

hablar de mí mtsmo se convencería Y de mijusticta, y sin duda se convencerá si algún día tengo el
gusto de verle y hablarle. Yo voy a llegar al Entre Ríos y sin una arma para resistir a mis enemigos
aumentados en el tiempo que he empleado en servir a esta provtncia. ¿Porqué? Por que Manuel
SarraJea miró siempre este asunto con una indiferencia que no debió. Voy al Arroyo del Medio-'
de allí no me mue\·o sm las armas.» (subrayado mío) Carta de Francisco Ramirez a Domingo
French, San Antonio de Areco 2 de abnl de 1820. Citado en LEVENE, Ricardo. Publicaciones...ob.
cit., sin numerar.
~ 9
Sobre los diversos aspectos que debilitan la posición de Sarratea. véase, HALPERIN DONGHI.
T ulio. Rem/ución ... ob. CJI., PP- 347 a 349.
\O /bid.
~1 /bid.
H «Moralidad>>, Despertador Teofilánlr6pico Míslico-Polírico, 16 de setiembre de 1820.

- 122 -
prohlstorla 3 - 1999
fuerzas políticas JocaJcs.5 3 En esta línea. la Junta y el Gobernador envían los auxmos militares
pedidos por Jos caudillos del LitoraJSo~. López encuentra ahora en la Junta y en el Gobernador,
un nuevo punto de confianza en la provincia. Sin embargo, pensamos. se trata de una actitud
marcada por la coyuntura poliúca.55
La política interna de la provincia se mantuvo en una línea de tensión difícil de sostener: un
ejemplo de ello, puede observarse en el erario público cuya situación se revelaba problemáti-
ca.56 Desde el campo militar se producen algunas modificaciones de significación. En la sesión

del 16 y 17 de mayo Nicolás Anchorena propone, y se promulga. una ley que aumenta las
milicias cívicas.57 El cambio más importante, sin embargo, consiste en que la fuerza militar del
Cabildo pasa a tener una dependencia significativa del Gobernador y la Juntas8 • En esos días.
entonces, se trata de quitarle poder de algún modo al Cabildo que tiene preeminencia federalis-
ta. paralelamente, como veremos, también se intenta restar mando mil itar a Soler. La Junta
declaró, sesión del 18 de mayo, que el gobernador era también Capitán General de la Provincia,
con tratamiento de Excelencia dejando deslindadas sus facultades con el General Soler. asimis-
mo agregó, además, que el gobernador podía nombrar al jefe que fuera de su arbitrio, pero que
la Junta opinaba que se mantuviera aquel general. en el cargo.59 Se trata de una línea que
prosperará en la Junta. en setiembre, a partir de otras medidas. le dará más poder militar al ex
centralista Rosas en detrimento del federalista Dorrego. Parece tratarse de una cuestión muy
sencilla: la preeminencia del poder militar por parte de la nueva facción gobernante.
Dos enemigos poderosos creaba esta estrategia ex centralista: las fuerzas militares de la
campaña que respondían a Soler se resisten a depender de un jefe que no fuera éste60 • Y, por su

H <<El 1Ode mayo la Junta le comunicó al Gobernador que había resuello se le contestara a Estanislao
López. enviándosele la remesa del armamento que reclamaba en clase de resto de lo ofrecido a
consecuencia de los tratados. Se le debían remitir, también. cien vestuarios más de los que pedía y
que, a pesar de los apuros de la provincia. se le mandaban seis mil pesos quedando atada a despa-
charleotros tantos para fines de julio inmediato. dividiendo para mitad en el intermedio la expresa-
da suma; y que otros socorros se le enviarían cuando en la provincia cambiara la suerte». Citado en
LEVENE. Ricardo. Publicaciones ...ob. cit., sin numerar.
S-1 /bid.
SS /bid.
56
/bid. También puede verse La Ga:ela, 2 de junio de 1820.
s7 Citado en LEVENE. Ricardo. Pubficaciones...ob. cit., sin numerar.
SS /bid.
s9 /bid_ También puede verse La Ga::eta del 25 de mayo de 1820. donde se publica el oficio de la
Junta al Gobernador.
60 Ante el conflicto de Soler y el gobierno, el primero considera que igual debe aumentar su caballería
porque ve moVLmiento~ en la campaña. El gob1erno no lo acepta. El hecho es rnteresante, primero
le reduce su grado jerárquico y. luego. no quiere que renuncie porque lo neces&la para combatir en
una campaña convulc10nada. Oficio del Gobernador a Soler. lO de junio de 1820. RODRlGUEZ,
Gregario F., El General Soler. Contribución histórica. Documentos inédilO~~ Buenos Aires, 1909.
p. 246 a 251.

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HERRERO. F.. (<IndiC IOS y estrategias. Lucha ... >>

parte. López propone una nueva invasión al territorio bonaerense porque considera que la
Junta. con sus nuevas medtclas. viola el tratado de Pilru-61 • En este contexto. los ex central isLas
porteños impulsan otra medida de centralización del poder provinctaL ahora de carácterpoü-
tico. La Junta propuso designar un gobernador propietario por un término no menor de ocho
meses. «con todas las facultades civiles y militares». con un consejo de cmco miembros.
suspendiéndose. a su vez. las sesiones de la corporación por cuatro meses"=. Semejante medi-
da, a los ojos de la Junta, resultaba imprescindible para la defensa de la provincia ante una
inminente invasión.~' Soler, sin embargo. recibió estas explicaciones pero no quedó satisfe-
cho.
Antes de segurr analizando este gobierno provincial. resulta pertinente señalar una lógica
política que se repite en la vida pública de los partidos ex centralistas y federalistas: cuando
los caudillos del litoral se presentan con un poder superior a la de los porteños. los partidos ex
centralistas y federalistas negocian con las fuerzas del litoral una nueva relación entre las
partes. Pero cuando inmediatamente la relación de fuerzao; con aquellos se equilibra. los par-
tidos que forman la alianza en Buenos Aires o aquellos que eventualmente están en el gobier-
no provincial, tratan de imponerse en el poder desplazando al eventual aliado exterior o, a los
demás partidos de oposición. Este es el caso de Sarratea, en febrero acuerda con los ex centra-
listas. bajo el consenso de los hombres dellitoral,luego, en junio intenta hegemoniz.ar el poder
rompiendo con Ramírez y con los ex centralistas miembros de la Junta. BaJcarce, por su lado.
primero participa de la alianza de febrero y, después, en marzo intenta alzarse con el poder.
Igualmente. Ramos Mejf3 en un comienzo negocia con los caudillos del litoral y, posterior-
mente, intenta imponerse sobre los partidos porteños y el ejército del Litoral.
Volvamos a la gobernación de Ramos Mejía. Rápidamente se derrumbaron los planes ex
centralistas. El 19 de junio. el gobernador comunicó sin reserva a la Junta de Representantes.
por intermedio del miembro del Consejo Andrade, que no podría continuar en el mando por el
esLado de insubordinación de todas las tropas de la capital y las de la campaña64 • El ejército de
esta última envolvía la ciudad. con una división en Quilmes. otra en San Isidro y la más
importante en Puente Márquez65 • Días antes. el16 de junio.los jefes y oficiales de la caballe-
ría de campaña declaran que Soler fue despojado de la autoridad que toda la Provincia le
había confiado, por este motivo: «la voluntad general de la campaña» le repone en el cargo de
Capitán General» y además afinna:
«Se le tenga y reconozca por gobernador de la provincia con existencia personal en el
centro y a la cabeza de su ejército pues sólo su infatigable celo es el capaz de orde-
nar, tranquilizar y poner en seguridad nuestra desgn:1ciada amable provincia.66 »

61 Véase. LEVENE, Ricardo, Publicaciones ...ob. cit., sin numerar.


1>1 /bid
6) /bid .
.., lbui
M Jbtd
06 /bid.

- 124 -
prohlstorlo 3 - 1 999

Como se ve. la caballería de campaña no sólo nombraba a Soler como gobernador stno
que exigía su permanencia al frente del ejército. El Cabildo de Luján a quien se dirigía el
oetitorio. el mismo día reconocía a Soler como gobernador. La 1unta recibió. el día 20. un
delegado del general Soler y otro del Cabildo de Luján. ambos fueron de la opinión «que toda
la campana de polo a polo» había proclamado gobernador y capitán general al mencionado
milita.r67 • Si hay una actitud que ha tenido permanencia en la estrategia ex centralista, es
precisamente ésta: subestimar las fuerzas «federales» porteñas en la campana. como asim is-
mo. el poder de los caudillos delli toral.

3.b. Gobernadores federalistas elegidos por la campaña: Estanislao Soler y Carlos María
de Alvear.

«Muchos qu1ercn mandar, muy pocos obedecer... »~>~! Sin duda. esa frase. pronunciada por
uno de los grupos políticos rebeldes de la campaña. expresa bien una sensación generalizada
que podían. casi todos los miembros del universo político de la provincia. sentirla tan palpa-
blemente como el aire que respiran. Seguramente en un punto. lo que venimos anotando hasta
aquí no se diferencia de la nueva realidad poliúca que se abre ahora: ésta. es la intención de
imponer a un hombre de la provincia que brille como la figura salvadora de estos oscuros
tiempos. Y fue precisamente éste, uno de los aspectos que la 1unta de Representantes -la de
Buenos Aires se había disuelto- formada en la Villa de Luján sostuvo cuando. el16 de junio.
digió al general Estanislao Soler en el cargo dt! gobernador de la provim:ia:9
En un plano políúco. Soler imaginó imprecisamente una confederación o alianza70 que
uniría a las provincias con iguales derechos y. en un plano militar. un poderoso ejército desti-
nado a defender a todas las provincias de cualquier peligro exterior (portugués o español).
Como mencionamos. el nuevo gobernador tenía presentado al Gobierno un proyecto generdl
de organización del ejército de lfnea.71 cívico y milicias de la capital y provincia que. por

67
/bid.
6
• <•Memonal presentado al Cabudo de Buenos Aues. por la Junta de Representantes de la Prov¡nc1a.
instalada el 10 de julio en la Villa de Luján después de la batalla de la Cañada de la CruL.. con
motivo de la designación que hizo la Junta para gobernador y Capitán general de la Provincia de
Buenos Aires, en la persona de Carlos de Alvear». En RODRIGUEZ, Gregorio F. Contribucion
histórica y documental, tomo l. Buenos Aires, 1921.
~v RODRIGUEZ. Gregorio F. El General Soler ...ob. Cll.. pp. 253 a 273 .
?t• /bid. pp. 253 a 273.
<,Proyectos } ReglamenLO!> por Mlguc::l Estaruslau Soler. Bngadu~r General dc lo:. CJén:tto~ Jd
Estado y Comandante General de las Fuerzas de Mar y Tierra de la Provmc1a de Buenos A1res.
Estos proyectos comprenden: Orgamzación de tropas de línea y movihzación de milicias en gene-
raL-Demostración para la composición de un ejército de 10000 hombres con que debe resguardar-
se laProvmcla.-Reglamento de Estado Mayor.-Organizac1ón y mecanismo mtcrno del Mimsterio
de Guerra y Manna.-Defensa de la Frontera». /bid. pp. 297 a 299 y 306.

- 125 -
HERRERO. F.. <<Indicios y estrategias. Lucha ... "

medio de un desdoblamiento sucesivo de reclutamiento, llegarla a formar un ejército de 10.000


hombres. Su misión no debería ser sólo la defensa de Buenos Aires. sino también de la «na-
ción». según la forma adoptada: «uniformando su táctica y sistema para facilitar el plan de
operaciones del ejército en las provincias interiores del Alto Penl.»71
¿Habría recursos para sostener el ejército que proponía Soler? Por otra parte. ¡,Resultaría
tan sencillo. establecer este tipo de federalismo en momentos en que todos las provincias esta-
ban convulsionadas? ¿Las provincia~ aceptarían una confederación o alianza propuesta desde
Buenos Aires, teniendo en cuenta que son otros los tiempos que corren. totalmente distintos a
aquellos en que las propuestas porteñas eran relativamente respetadas por las provincias? En
ese sentido. puede pensarse en el Estatuto de 1815 o en los diversos empréstitos forzosos para
solventar al ejército nacional73 •
Por su lado, los ex centralistas ridiculizan el proyecto político del partido de Soler. 74 Sos-
tienen que serviría para reprimir a los propios porteños, en esa línea, argumentan que desar-
maría a los cívicos de la ciudad para luego avasallarla con la caballería de la campaña Retoman
así, argumentos que también lanzaron sobre otros federales, por ejemplo, Sarratea o Artigas:
los federalistas son hombres que actúan como bárbaros, por fuera de la ley. Antes de seguir
avanzando. resulta pertinente anotar una aclaración. No es correcto. que los jefes militares
que proponía Soler en su proyecto fueran de su partido. ofrecía los cargos a ex central isLaS y
federalistas, sí, en cambio, se reservaba para él la comandancia del ejército.75
En ese abundante presente. rápidamente. el intento de Soler se desmorona: se hace cargo de
la gobernación de la provincia e inmediatamente sale a la campaña donde es derrotado por las
tropas de López. Disuelta la Junta de Representantes, el gobierno fue desempeñado por el Ca-
bildo. no sin que tuviera que dominar un nuevo alzamiento encabezado por el coronel Pagola
que se apoderó de la comandancia de tropas. Manuel Dorrego vence en esa oportunidad, con-
virtiéndose, en el único jefe militar respetado en la ciudad de Buenos Aires. Por su parte, una
Junta fonnada en la campaña acababa de nombrar gobernador a Carlos Maria de Al vear76 •
¿Cómo justifica, esa Junta de la campaña. la invasión del ejército del Litoral que apoya al
nuevo gobemador?n Aquel ejército invade Buenos Aires. sostiene el memorial de la Junta de
Representantes de la Villa de Luján. como el de ésta hizo otras veces de igual manera con la

" !bid.
73
Véase capítulos U y lll, en HERRERO, Fabián "Federalistas ... » ob. cit.
74 «Carta al Paralip6menon». Montevideo, 7 de agosto de 1820. Firmado por Doña Montevideana.
Ver asirmsmo, «Contestación», «El Paralipomenon». Estos textos se publican en Paralipómenon
del Suplemenlo al Teofilantrópico, sin fecha.
1
~ RODRIGUEZ, Gregorio F. Contribución histórica ...ob. cit., pags. 237 a 269.
'6 En relación con el contexto político véase, HALPERIN DONGHI, Tulio Re,·olución ...ob. cit., pp.
316 a 33R.
r «Memorial...» Sostiene su resolución, hace una exposición sobre la situación de los pueblos y sus
derechos y formula proposiciones para llegar a un «arreglo patriótico>>. RODRIGUEZ, Gregorio
F. Contribución histórira ...ob. cit.. pp. 237 a '269 .

- 126 -
prohlstorlo 3 - 1999
primera, es decir. con el objetivo de dar «satisfacción» a los problemas que se planteann'. En
ese marco. consideran que esos hombres del Litoral tienen los «elementos necesarios» parJ
«darse derechos» y «hacerlos valer ante los Pueblos que los admiran>>79 • A sus ojos. tal respal-
do se ba5a en «resultados» puntuales: vence al ejérci to de Soler, «Sus órdenes» son respetadas
«con una rigurosa exactitud» porque los ven como sus «protcctores»80 y, finalmente. porque
«los Pueblos de nuestra representación habían buscado el remedio de sus males en su adhesión
al sistema del ejército federal, que era cabalmente el suyo.81 »
Resulta pertinente subrayar que. por una parte. hay un sector importante de la campaña
que por primera vez desde 181 Oprefiere aceptar ordenes de autoridades de otras provincias. y
por otra parte. la campaña resulta un lugar cada vez más difícil de ser controlada. Desde
marzo y abril ya hay denuncias de que Carrera, el militar chileno. arma un ejército en la
campaña de Buenos Aires. Este hecho se ve reforzado por la constante critica de la prensa ex
centralista hacia los hombres de la campaña acusándolos de complacientes con los «invaso-
res». más precisamente, en el diario del padre Castañeda. qui tá~ el más duro en esta posturd.
lie dice. reconociendo esta situación de descontroL que la «campaña ahriga a los aventureros».
¿Por qué eligen a Alvear? La elección de Carlos Maria de Alvear. según La Junta de la
campaña. responde a dos motivos: por sus estrechos vínculos con el ejército del Litoral y
porque confían en que pueda sacar a la provincia del caos en que se encuentra. ¿Por qué la
elección de esta Junta la hace la campaña y no la ci udad y sus campañas82 ? Porque aquella
carece de elementos materiales. no dispone de «una fuerza reglada de caballería. arma única>>.
para este tipo de empresa. Y no posee. por otra parte, elementos morales: (<un hombre que
arrebate la opinión8 ~ ».

-~ /bid .
.• /bid .
~~ «los pueblos de nuestra campaña ... buscaron en el ejército federal. la protección que no quería. o
no podía darles su gobierno interino. Su voz oida y escuchada sus quejas.>~ !bid. Por su parte.
Estamslao López en un momento se presentó como el dueño de la campaña. Tuvo comumcactón
directa con los Alcaldes de Hennandad, a Jos cuales les daba órdenes sobre lo que debían hacer. Al
Alcalde de Chascomús. con fecha 1 de Julio. le explicaba la derrota de Soler y le mandaba reuniera
las milicias para conservar el orden. en tanto se formalizaba la paz. En un pasaje dice López:
<<Estoy ya situado sobre los arrabales de Buenos Aires y no ocupo la plaza en el día a viva fuerza
porque quiero probar que nada aborrezco más que derramar la sangre de mis compatriotas».
Citado en LEVENE. Ricardo Pubilcaciones ...ob. cit.. sin numerar.
81
RODRIGUEZ. Gregorio F. Contribución histórica ...ob. cit.. pp. 237 a 269.
~: Acuerdos del Cabildo ...ob. cit .. del 6 de julio 1820. Con respecto al problema de la repre::.entac..tón
política planteado en el Memorial, puede consultarse CHIARAMONTE. José Carlos «Acerca del
origen del Estado en el Río de La Plata ... cnAmwriodel!EHS. número 10. Tandil.l995. pp. 15 >11)
~ 1 <<En el espacio de cinco meses se han instalado trece o catorce gobiernos. Los que han ocupado la
silla han descendido de ella para u a las pns10nes. al destierro. o a la fuga. La parte sana, !lustrada
y propietaria quiere una cosa: la clase abyecta, los maqumadores y los malvado::.. pretenden otra ..,
« Memorial... ·~. en RODR IGUEZ, Gregono F. ConJribudón lu~tóma ... ob. cll .. pp. 237 a 269 .

- 127 -
HERRERO. F.. "IndiciOs ) estrateg1as Lucha .....

Desde La Ga:eta~ órgano periodístico del gobierno. se contesta el memorial.84 Intentan


probar dos hechos. Primero, que la agresión del ejército federal carece de mOlivo y. segundo.
que fue hecha de un modo bárbaro. En esa línea, se dice que Buenos Aires, en cumplimiento
con el Tratado del Pilar, auxilió a los federales en lo que estuvo a su alcance. Además. se puso
en contra de la administración Dircc10rial y proclamó la federación. que «parecía apelectda
por los pueblos». De ese modo, aseguran no hizo nada que rompiera con lo pactadoas.
«Por consiguiente Buenos Aires no ha dado la menor causa para que se le invada.
por pueblos que no siendo superiores a él por ningún aspecto, no pueden alegar un
derecho para emprender el remediar sus males domésticos»86 •

Y en relación con el segundo aspecto, consideran que el ejército federal se ha introducido


en «pueblecitos inermes»87 y sin población, y a su antojo les han obligado a nombrar perso-
nas. a quienes han dado el nombre de diputados para el único fin de nombrar gobernador a
Aivears•.
«Esranislao Lópe: no tiene en esta prodncia jurisdicción m derecho para erigu·-
se en órgano de su soberanía, ni para ponerse a la cabeza de sus negocios políticos.
¿Con qué autoridad pues convoca a las elecciones de diputados?»89 (Subrayado mío)

De esa manera. si desde Luján los que siguen a Alvcar quieren imponer la idea de que en
la capital ya no hay hombres y fuerzas capaces de imponer orden. desde la ciudad de Buenos
Aires se trata, por el contrario. de impulsar la imagen de López como un «Conquistador de la
provincia»90 •
¡,Quiénes apoyan. entonces. a Soler y Alvear? ¿Por qué caen? Soler es el hombre fuerte de
la campaña. es apoyado por su amigo Dorrego quien ocupa el cargo de Inspector General de
armas y. asimismo. recibe la ayuda del popular Pagola: sm embargo al caer derrotado por las
tropas del Litoral queda sin capacidad política y militar para sostenerse en el poder. Por su
lado. Alvear es respaldado por una Junta de Representantes de la campana y por las tropa<; del
Litoral. no obstante. no encuentra apoyo en ninguna de la-; facciones de la ciudad91 • No es el

" «Vicios de la presente invastón>), La Ga:eta. 13 de JUlio <k 1820.


u lhid
16
/bid.
57
/brd.
u La noción de representación en el discurso de Alvear. véase CH IARAMONTE. José Carlos «Acerca
del ongen del Estado .. .ob. cit., pp. 35 y 36.
'9 « Vic1os de la presente invasión>), La Ga:eta, 13 de julio de 1820.
.,., /bid
91 Por últuno, señalan que «Aiveares aborrecido en la ciudad. que Lópe7 solo v1ene a robar y. que no
se está contra el partido de Pueyrrcdón, ni contra el de Soler o contra el de Pago la. sino contra los
Porteños. contra Buenos Aires, porque aquí hay armas. gentes. dinero. y cuanto puede necesitarse
para la fortuna del triunvirato>)./bia'.

- 128-
prohlstorlo 3 - 1999

caso de Dorrego, quien consigue la adhesión de las diversas facciones de Buenos Aires mos-
trándose. además. como el único militar con posibilidades concretac; de vencer a Alvear92 .
Hasta aquí. entonces. la incapacidad para imponerse de los «muchos» que «quieren mandar».

4. DeiS de julio al2 de setiembre: la estrategia federalista del Gobernador Manuel


Dorrego y el Cabildo de Buenos Aires.

Durante esos días de descontrol. se ha sostenido que Dorrego hace una alianza momentá-
nea con los dircctoriales93 • Compartimos. en pane este punto de vista, sin embargo. se condu-
ye que en esa alianza. Dorrego. es utilizado por los directoriales para sus propios fines y.
luego. es etiminado')ol. Al respecto. mtentaremos proponer otra imagen. Comencemos por aque-
llos instantes. en que Dorrego accede a la gobernac;ón de la provincia.
El día 4 de julio la Junta nombró gobernador interino a Martín Rodríguez. Posteriormen-
te, éste se apersonó a la Sala sosteniendo que su presencia en la campaña era más útil. La
Junta, recibió la renuncia formal -por escrito- de Rodríguez y. ese mismo día por unanimidad
de votos designó en su reemplazo aJ Coronel Manuel D<mego. ¿No es acaso posible. concluir
que la Junta actuó como Jo hiciera la primera de estas Jumas durante el Cahildo abieno-
también de clara tendencia ex centralista- de febrero? Esto es. primero. eligen a un ex centra-
hsta para demostrar que eUos tienen primacía en el poder y. una vez realizada esta demostra-
ción de fuerzac;. luego. sí lo hacen en favor de un federal. Por otm pan e. Dorrego. com0
advertirnos, se mostraba como el único jefe militar capaz de vencer a Alvcar en la campaña.
¿Era posible en este contexto poi ítico y militar no elegir a Dorrego como gobernador? Pensa-
mos que no. La dramatización del poder político en la puesta en escena de la elecc1ón del
nuevo gobernador. parece evidente: la ex centralista Junta de representantes hace -como VI-
mos- su demostración de fuerza política en la elección. optando. primero. por un ex centralista
y luego. por un federalista.
De esta manera, una nueva alianza entre facciones n vales se había conformado en Buenos
Aires. Sin embargo, era aún muy poco lo que cambiaba en el paisaje político y militar de la
provincia. Como vimos. el desorden prevalece en la ciudad.9s En ese marco. López comunica-
ba al Comandante militar de Guardia del Monte que. vencidos Soler y Pagola. había apareci-
do el Coronel Dorrego que <<se proponía llevar al país a la desolación siguiendo los pasos de
sus antecesores»911 • La solución se dio por las arrnao;: el 2 de agosto Dorrego vence en San

~; /hrd
~3 lrazu:.La afi!TTla que Dorrego fue <<UUli1ado por los chrcclonales como instrumento y luego ehmma-
do: ~de JUho-22 de seuembre dt: 1820». IRAZUSTA. Juho Ensayos htstórrcn.\ ...ob. ctt .• pp. 'i 1 )
52.
11
' /bid.
1
'' Acuerdos del t:.\tingutdn Cabildo ...ob. cu .. 16 de JUlio d..: 1820. pp. 221 u 221.
9
~ LEVENE. Rtcardo Publicacione~ .ob. cit.. <>in numerar

- 129-
HFRRERO. F., (.lnd1cio~ y eo;trateg•a~ . Lucha .. ,,

Nicolás97 • Solucionado momentáneamente el conflicto externo. otra vez empieza a verse cla-
ramente dentro de la alianza porteña. cómo las facciones que la integmn imentan apoderarse
por sí solos del poder provincial.
¿Cuáles son. entonces. las estrategias desplegadas por los federaJistas y ex centraJistas
desde aquellos primeros días de julio? Forman una alianza para expulsar a las tropas del
litoraJ. En el nuevo paisaje político. los ex centraliStas tienen el poder de la Junta, mientras
que los confcderaciomstas controlan el Cabildo. La Junta elige -previa demostración de fuer-
zas como vimos- a Dorrego que acaba de salvar a la ciudad de la breve «dtctadura»9ll impul-
sada por Pagola. En pocos días, Dorrego expulsa al ejército dellitoraJ de la campaña. Éxito
militar, en el que también participaron militares ex centraJistas como Martín Rodrigue7 y
Juan Manuel de Rosas. A partir de este momento, la alianza que empieza con un empate de
fuerzas se melina, lentamente, a favor del partido de Dorrego.
Los confederacionistas, el Gobernador interino y el Cabildo. deciden dirigir su acción en
dos direcciones, hacia adentro de la provincia: piden que se elija gobernador propietario por-
que saben que Dorrego.luego de sus triunfos y su arrastre popular, es la figura indiscutible del
momento99 • Y hacia el exterior: deciden acabar definitivamente el problema con los jefes del
Litoral, para ello, el Cabildo apoyó militarmente a Dorrego. 100 quien está convencido que
puede derrotar nuevamente a Estanislao López en Santa Fe. 101 De este modo. el Gobernador y
el Ayuntamiento parecen haber entendido la lección de las anteriores derrotras porteñas, por
ello su acción se dirige a obtener un predominio militar en la provincia y en la resolución del
eonflicto cou el Litoral.
«Se recibió un oficio del Sr. Gobernador en campaña ...en que comunica que me-
diante a ignorar la úJtima resolución del Pueblo de Santa Fe con concepto a la paz o
guerra que le había propuesto en atención al maJ estado de cabaJgaduras en que se
haJJaba para continuar las hostilidades se había recibido después muy atrasadas las
comunicaciones de este gobierno en que se le anuncia ser la 1·olunrad de esta pro-
vincia la continuación de la Guerra caso de no acceder a unas proposiciones
razonables de paz, y a cuyo efecto se le remiten trescientos cídcos, ofrece abrir

97
/bid.
V~ /bid.
99 Acuerdos del extinguido Cabildo ...ob. cit.. 14 de agosto de 1820.
•no Dorrego gobernó con el cabildo. El gobernador le pidió al cabildo que designara dos capitulares
con qu1enes pudiera arreglar los «delicados asuntos» que se le presentaban. El cabildo destgnó un
capitular en carácter de diputado, el mismo. debía ínterverur en el plan que el gobierno tenía
pensado para la cominuactón de la guerra con Santa Fe. Acuerdos del exrtnguido Cabildo de
Buenos Aires...ob. cit., 18 de agosto de 1820. Pero constituida postenormente la Junta de Repre-
sentantes, el cabildo declaró que había ce.sado el obJeto de la diputac1ón. pues a lajumacorrespon-
díaexclustvrunente el conocuniento y arreglo de todos los negoctos.Jbid. 15 de setiembre de 1820.
101 Acuerdos del extinguido Cabildo .. .ob. cit., 31 de julio de 1820.

- 130-
prohlstorla 3 - 1 999
nue\'amente la campa1ía sin perjuicio de repetir llut!l'as proposiciones de acuerdo
con el Regidor diputado luego que llegue a aquel ejército ... •oz »

Y el Cabildo contestó:
« ... se conteste aL Sr. Gobernador que con el objeto de aliviar la tropa del ejército de
su mando, precaver cualquiera desastre que pudiesen sobrevenir... se determinó la
sal ida de trescientos cívicos en vez de los cien que había pedido... 103 "

Por su parte los ex centralistas, la Junta y los militares Rodríguez y Rosas. no apoyan el
plan del Gobernador y del Cabildo, por ello los jefes militares mencionados no viajan con
Dorrego a Santa Fe. De esta manera. quedan a la expectativa de los nuevos sucesos políúcos
y militares. Sin embargo. un nuevo acontecimiento abre. una vez más. un campo de posibili-
dades para el futuro: Dorrego cae finalmente derrotado el 2 de setiembre en Gamonal. ahom
los ex centralistas aparecen con mejor perspecúva en la lucha por el poder provincial.

O. HEGEMONÍA EX CENTRALISTA Y REACCIÓN FEDERALISTA.


Desde ell de setiembre. Martín Rodríguez gobernador.

¿Cuál es la nueva estrategia del ex centralismo? Por un lado. seguirán rehusándose a


enviar ayuda militar a Dorrcgo. y por otro lado. intentan crear su propio ejército'().¡ en la
provincia apoyando la formación de milicias en la campaña bajo el mando de Rosas' 05 • Den-
tro de este contexto. se enúende por qué en esos días de seúembre. Rodríguez sólo acepta las
ordenes que provienen de la Junta. no acatando las ordenes militares de Dorrego'0 b. En cuanto
al plano polílico la acción ex centralista fue muy clara: elegir rápidamente al nuevo Gobema·
dar propietario de la provincia. Reunida la Junta el 26 de setiembre. con asistencia de 19
miembros, resultó electo Martín Rodríguez.' 07 En octubre. un grupo de federales impulsará
una revolución que será sofocada en pocos días. A partir de esos instantes. el nuevo goberna-
dor dispondrá de la preeminencia del poder políúco y militar.' 08

Wl Acuerdos del extinguido Cabildo ...ob. en .• 1 de setiembre de 1820.


IV) fbtd.
"'"' Por su lado, la Junta trataba de formar un ejército adicto. En la ses16n del día·20 los represemantes.
Aguirre y Gazcón, proponen la creación de dos cuerpos de caballería veterana de 500 hombres
cada uno; poste~gando el asunto hasta el22 cuando se aprueba la iniciauva. dejando al arbitrio del
gobernador mtcnno la designación de lo:. Jefes para dichos cuerpo<;. Ver LEVENE. Ricardo
Publicaciones ...ob. el!.. sin numerar.
1''5 Esto se decidió en las o;ec;10nes de la Junta del 15 y 19 de 'c11emhrc de 1K.::!O fhtd

l()6 /bid.
"'. El escruuruo d16 el s1guieme resultado: «Martín Rodngue¿, 11 votos. Manuel Dorrego 4, Franc1s
co Fernández Cruz 3. Marcos Balcarce l. y Manuel Obligado. t. Sestón 26 de setiembre de
1820>>. /bid.
lúS fbicf.

- 131 -
HERRERO. F.. «lnd1cios y estrategias. Lucha .. .»

Los ex centralista.;; parecen razonar como lo hacen los escritores -o como lo pensó uno de
ellos- frente al papel en blanco. Antes de escribir el escritor sabe lo que no debe hacer, y lo que
queda de eso. o sea lo que el escritor está haciendo. es el resultado de repetidas decisiones
tomadas a mec.tida que escribe. en todos los mveles de esa práctica creadora. Al empezar el año
20 sabían que ( 1). no pueden volver al centralismo. porque estaba demasiado desacreditado.
(2) Tampoco comparten la postura de otras facciones ex centralistas que pretenden que Bue-
nos Aires se encierre políticamente en sí misma,109 reivindicando a España. 110 cuestionando en
ese sentido los valores republicanos.'" Se trata de grupos que, de ese modo, no aceptan la
«unión de provincias» propuesta por Rodríguez y Rosas. 112 Sin embargo, la posición de
Castañeda, no encuentra en la élite gobernante a interlocutores atentos a su mensaje xenófobo.
monárquico. (3) No quieren una confederación. los federales purgan sus penas, están exiliados
o aceptan como Dorrego el nuevo orden dentro de las fuerzas que lo impusieron.
Las doce provincias que desde entonces existían constituyeron la nueva realidad del Río
de La Plata. En el lado de ese nuevo orden, el Gobernador. los militares de campaña. un nuevo
Cabildo,la Junta de representantes. si bien con distintos modos de actuar, ofrecen simplemen-
te lo que hay o lo que están haciendo con las provincias, sin muchas precisiones lo que repeti-
damente sostienen: «unión de provincias». aunque resulte paradójico111 • ¿Qué significa? No
mucho. Aunque suficiente para mantener momentáneamente una relación pacífica y produc-
tiva ron los otrorn adversarios del litoral

•w «M1 Señora Doña Unión», y «Mi señora Doña Legión del Orden». El Despertador. 21 de no-
viembre de 1820. S10 título. El Despertador. 7 de diciembre 1820.
110 «Prospecto de un nuevo periódico», F./ Desengañadnr gaurhi-pnlítirn. fedPri -montnnem. rha-

cuaco-oriental, choti-protector, y puti-republicador de todos los hombres de bien, que \'il·en y


mueren descuidados en el siglo diez y nueve de nuestra era cristiana, sin fecha.
111 /bid.
112 <<Prosigue la relación de lo acaecido el día 5 de octubre contra los montoneros de adentro». El
Despertador. 14 de octubre de 1820.
113 «Prospecto», Legión del Orden o Voz del Pueblo, 1820. «El gobernador Martín Rodriguez al
gob1emo del Entre Ríos Francisco Ramirez. dándole noticia de los acontecimientos en este mes de
octubre e mv1tándolo a la unión y a la paz. 17 de octubre de 1820.» En Documentos para la
historia_argentina, tomo xm. comunicaciones oficiales y confidencia les de gobierno ( 1820-18?3).
Buenos Aires. 1920.

- 132 -
prohlstorlo 3 - 1 999

La historia del derecho en la Argentina


o la Historia Jurídica como proceso*
GABIUELA DALLA CoRTE CABAllERO
(FOMEC/U.N.R.)

Resumen:
Se analiza la configuración del campo analítico representado por la Historia del
Derecho en perspectiva instilucional y epistemológica. mediante el estudio de los
dos núcleos hegemónicos de jushistoriadores de España y Argentina que plasmaron
sus propuestas en 191 Ocon ocasión de los festejos del Centenario. Se discute cómo
esta línea de investigación logró ocupar un lugar hegemónico en la primera mitad
del siglo y se desarrollan algunos problemas considerados centrales por la discipli-
na: sus postulados sobre la historicidad del Derecho. el uso de los conceptos fuente
y sistema jurídico. sus debates en tomo al status académico de los jushistoriadores.
y los paradigmas más significativos de la Historia del Derecho indiano

Palabras clave:
Derecho. historia- Argentina- España- epistemología.

Abstract:
This article is about the making of History of Law as anali tical field from an
institutional and epistemological perspective. Dalla Cone studies Lhc two most
important groups of law historians in Argentina and Spain around the centenary
celebrations in 191 Oand the way their ideas Ieaded the flrst half of the century. Thc
author examines how thcse theories got their hegemonic posilions in Lhis pcriod.
This work also studies many major problems in this discipline such as principies

* Este trabajo retoma algunos aspectos desarrollados en la introducción críl!c:a de mi Tesis doctoral
dLrigida por la Dra. Pdar García Jordán. titulada rida V muerte de UlltJ ¡}\·entura en el Río de la
Plata. Jaime Alsina y Ver1és. 177011836. Histona, Derecho ,·Jamllin en la d1solución del orden
colonial, y leída en la Universidad de Barcelona en 1999. Agradezco los c.:<>mtlntarios que me
htcieron en su oponunidad los mtembros del Tnbunal. cspectalmcnte Michel Benrand. Jgnasi
Terradas i Saborit, y Zacarias Moutoukias. y a mt compañero Darío Barrü:ra por ~u~ alentadora~
sugerenctas

- 133 -
DALLA CoRTE, G., «La historia del derecho ... »

about the historical qualities ofLaw, the use of basis concepts and jundical systems.
their discussions around the academic status of law historians, and the most important
paradigms in the History of Colonial Law.

Keywords:
Law- h1story- Argentina- España- epistemology.

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prohlstorla 3 - 1999
.. An academic discipline is at once a group of men
in persisting social relalions and a mcthod of investigacion ...
Roben Redfield. 1953.

Introducción

l. Hace unos afíos, Horst Pietschmann se refería a la historiografía sobre la organiza-


Ción estatal en la Hispanoamérica colonial concluyendo que se trataba de una línea de
investigación clásica que privilegiaba un método histórico-jurídico-institucional ba-
sado en fuentes esencialmente legales, y que su c.: ampo de estudio estaba conformado por la
admmistración colonial y postcolonial. Esa línea. afirmaba. fue ·'sustitutda por otras con más
éxito" 1 Efectivamente. la preferencia metodológica de esta tendencia por el estudio de nor-
mas y leyes constituye el centro de las acusaciones de los historiadores, refractarios a encua-
drar sus investigaciones en un campo que se define. además. como rama de la ciencia jurídica.
y que se imparte en instituciones especializadas en el estudio del Derecho.
Los autores reseñados por Pietschmann como representativos de la corriente historiogr.ífica
de la organi::.ación estatal se incluyeron. en realidad. en una escuela denominada por ellos
mismos 1fistoria del Derecho . Ruíz Guiñazú. José M. Ots Capdequí. Alfonso García-Gallo.
Zorraquín Becú,Juan Manzano y Manzano... todos ellos formaron parte de una importante
experiencia académica e institucional. más interesada en la vida legal de la Metrópoli españo-
la colonial y postcolonial que en el funcionamiento estatal strictu sensu. como qui.lás fue el
interés de Haring y Konetz.ke. Pietschmann adjetiva a esta tradición de antigua y data su
origen en el influjo ejercido por Rafael Altamira y Crevea y R1cardo Levene= .
Este anículo discute básicamente las causas de la escasa atención demostrada por lasco-
rrientes historiográficas más renovadorciS hacia los estudios realizados en el terreno jurídico.
un fenómeno detectado no sólo en Argentina, sino también en Europa y. paniculannente, en
Es paila. Para el caso francés. Jacques Le Goff diagnosticó que la ausencia de diálogo entre
historiadores e historiadores del derecho se debía a la pervivencia de hábitos corporativistas y
a la indiferencia demostrada por los primeros frente al Derecho como campo de la vida social
y cultural. y como elemento constitutivo fundamental de la organización social 3 • A partir de
esta evidencia. reflexiono acerca de las propuestas planteadas por la Historia del Derecho. y

PlETSCHMANN, Horst "Los princip1os rectore~ de Organizac16n Estatal ~n la~ lnd1a•:·. en Anto-
nio ANNJNO. Luts Cast.ro LEIVA & Fran~is-Xavier GUERRA (dir.) De !m· Imperios c1 !m
Naetone!. : lbervamérica. lberCaja. Zaragoza. 1994. pp. 75(76.
PIETSCHMANN. Horst El Estado\' su e¡·olución al pnnctptn de la cnlnni:ación española de
América, FCE, México. 1989. p. 15. 1\)ed. en alemán 1980.
LE GOFF. Jacques "H.istoirc médiévale ct histoire du d.r01t: un dialogue difftcile". en Storta socia/e
e dimensione .~iuridica. Strumenti d'indagine e ipote\1 de la1·nro Editare. Milano. 1986. pp. '!.3/
63.

- 135 -
DALLA CoRTF. G .. <<La historia del derecho ... »

estudio los dos núcleos hegemónicos de historiadores del Derecho de España y Argentina que
construyeron un campo específico de producción en el proyecto colectivo que se plasmó en
1910 con ocasión de los festejos del Centenario de los sucesos de mayo que iniciaron la sepa-
ración política del Río de la Plala de la península. La reflexión historiográfica no tiene por
único objetivo plasmar los resuJ1ados epistemológicos de la corriente -un requisito básico para
justificar mi búsqueda de una Histona jurídica distanciada, teórica y metodológicamente, de
los postulados principales de la Historia del Derecho-. sino que pretende eslablecer, mediante
una dimensión relacional, las estrategias y conexiones interpersonales y/o interinstitucionales
entre ambos grupos. Esta perspectiva de tipo institucionaJ4 ayudará a comprender cómo la
Historia del Derecho logró ocupar un Jugar hegemónico, así como por qué perdió ese espacio
en la configuración académica.
Desarrollo en segundo término algunos problemas considerados centrales por la discipli-
na: sus postulados sobre la historicidad del Derecho, el uso de los conceptosfitente y sistema
jurídico. sus debates en tomo al status académico de los jushistoriadores. y los paradigmas
más significativos de la Historia del Derecho indiano. Se trata de un anáüsis que, espero.
pueda servir para poner en discusión el tipo de acercamiento que hacemos los historiadores a
las obras surgidas al calor de esta línea, para usar la expresión de Pietschmann. y que muchas
veces ocluye o pasa por alto la discusión de las finalidades y presupuestos con los que fueron
redactadas.

2. La historia del Derecho y de las instituciones en Argentina.

En la primera mitad del siglo XX. la tardía confonnación de la Historia como un campo
profesional en Argentina se nutrió básicamente de abogados y juristas que se desempefiaban,
paralelamente, en dispositivos legislativos y judiciales5 • Al desarrollarse como disciplina in-
serta en las estructuras universitarias, la disciplina histórica se escindió de los intereses,
metodologías y teorías provenientes del Derecho, pero un importante grupo de especialistas
canalizó sus investigaciones hacia el universo jurídico y las instituciones y dio cuerpo a la
escuela de Historia del Derecho, que fue verdaderamente hegemónica hasta mediados de
siglo. En este marco creció la corriente historiográfica conocida como Nueva Escuela /-listó-
rica fundada, en gran pane, en el trabajo de lo que Tau Anzoátegui ha llamado Juristas del
Centenario, esto es, profesionales del Derecho6 •

Al respecto véase GOODY, Jack The expans1ve movement , the rise o[ Social Anthropology in
Britain and Africa, 191811970, Cambridge University Press, 1995. PAGANO, N. y GALANTE,
M.A. "La Nueva Escuela Histórica: una aproximación institucional del Centenario a la década del
'40", en DEVOTO, Fernando (comp.) La historiografía argentina en el siglo XX {!), CEAL,
Buenos Aires. 1993. p. 47.
DEVOTO. Fernando "Estudio preliminar". en DEVOTO. Fernando (comp.) La historiografía
argentina ... op.cit.. p. 13.
TAU ANZOÁ TEGUI. Víctor Las ideas jurídicas en la Argentina. s1glos XIX-XX. Perro t. Buenos

- 136-
problstorlo 3 - 1999

Mientras que en Francia la Historia del Derecho se impuso como disciplina universitaria
en 1880, en España lo hizo tres años después, en 1883. En Argentina.losestudiosdecarácter
histórico-jurídicos fueron emprendidos por Juan Agustín García en las Facultades de Dere-
cho de la Plata y de Buenos Aires'. Al igual que Eduardo de Hinojosa en la península, García
siguió las propuestas (más ligadas a la Historia que al Derecho) del alemán Von Savigny, el
representante más importante de la Escuela Histórica del Derecho alemana, y, en pleno pro-
ceso de codificación legal, se convirtió en titular de la cátedra .. Introducción general del
Derecho", creada en 187 6 en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. En Ja asignatura.
transfonnada poco después en "Introducción a las ciencias jurídicas y sociales". se impartía
Derecho español. tendencia que se mantuvo inc lusive en 1896 cuando pasó a denominarse
"Introducción al estudio del Derecho argentino". Juan Agustín García asumió la conducción
de la cátedra hasta que en 1905 fue reemplazado por Carlos Bunge quien. distanciándose de
aquél, concibió la Historia del Derecho como una disciplina intrínsecamente jurídica8 • El
objetivo de Bunge fue reivindicar la herencia y el vínculo con España y fundar. a1 mismo
tiempo, lo que llamó nuevo sentimiento nacional.
En líneas generales, esta corriente proyectó un cambio en la valoración del pasado colo-
nial y de las pervivencias jurídicas que hasta entonces habían sido percibidas con cierta hosti-
lidad por los estudiosos que preferían soslayar los estrechos vínculos entre el Derecho español
y el sistema jurídico argentino. Había llegado el momento de volver la mirada a España.
mientras ésta se interesaba por comprender su propio rol en América. así como su estado de
decadencia luego de la pérdida de las últimas colonias. Puerto Rico y Cuba. El instrumento
más pertinente en este juego reí vindicativo fue el Derecho, tantO por las manifiestas pervivencias
en el terreno positivo. como por la capacidad intrinseca del universo nonnati vo de convertirse
en el sistema representativo del orden. legítimo garante del statu qzw. La supuesta falta de
originalidad que se le imputaba al Derecho rioplatense no debía constiluir un obstáculo para
el desarrollo deJa ciencia jurídica genética que. partiendo del período deJa conquista y la
colonización. llegara hasta la fase de codificación. En este contexto. no podía prescindir del

Aires, 1987, pp. 131/132; RIHDRL, 1967, N° 18, pp. 187/222. Entre estos profesionales del
Derecho cabe citar a Juan Agustín García ( 1862/ 1923); Ricardo Levene ( 1885/1959); Carlos
Octav10 Bunge (1875/1918); los Civilistas Héctor Lafaillc (1883-1956) y Raymundo Salvat;
Emilio Ravignani (1886-1954). Rodolfo Rivarola (1857/1942). Rómulo Carbia, Diego Luis Molinari
y Roberto Levillier.
7
TURULL RUBINAT, M. "La Historia del Derecho en Franc1a. Planes de Estudio en lac; Faculta-
des de Derecho ()880-1995). y manualística histórico-jurídica (1954-1994)''. AHDE. 1996. pp
101yss.
• No debe extrañamo~ esta opción analítica en Cario:. Bunge si pl:lnsamos 4ue su padre, Octavio. su
desempeñó como Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. y que él mismo se
doctoró en 1897 defendiendo su tesis jurídica El federalismo argenlino. en DfAZ COUSELO.
J .M. "Carlos Octav10 Bunge y la Historia del Derecho". Rll ID. N° 16. 1988. p. 263.

- 137 -
DALLA CoRTE. G .. <<La h1stona del derecho ... >>

Derecho español e indiano ya que enconrraba en éstos la clave de continuidad frente a un


contexto muy complejo de profusión de costumbres y tradiciones Jurídicas dispares y de de-
mandas legales provenientes de los inmigrantes europeos durante la primera década del siglo
XX. La esperanzada vuelta al pasado legal colonial, sin embargo. no fue sólo expresión del
escepticismo provocado por las consecuencias de la inmigración y de la expansión de las
ideas socialistas y anarquistas, sino también fruto del proceso de consolidación del sistema
codificado conúnenta1 que pretendía extenderse a nivel de Jajwisdicción nacional de la mano
de un Estado cada vez más centralizador.
Esta tendencia incluyó básicamente a investigadores y docentes cuya producción más nca
se dio a conocer luego de 1910. La legitimación de la Historia del Derecho en Argentina se
consolidó por el contacto de Carlos Octavto Bunge con Eduardo de Hinojosa, quien había
asum ido la cátedra Historia de América en la Universidad de Madrid e impartía enseñanzas
de Historia del Derecho. En connivencia con Hinojosa, Bunge dio cuerpo a su 1/isloria del
Derecho Argentino. que se editó en Buenos Aires en 191 2. y se contactó con el historiador
español Rafael Altamira y Crevea Este último valoró la empresa de Bunge como propia de
un intelectual que, alejándose de la masa. debía encontrar en la .. interna unidad que existe
entre el sujeto americano y el espanol" las bases para el diagnóstico de la realidad del país9 •
El contacto a uno y olfo lado del Atlántico respondió a una política implementada por el
Estado español a principios del siglo XX y se consolidó mediante la creación. en 1907. de la
Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE, que ha sido sucedida
por el CSIC) con la finalidad de enviar delegaciones de investigadores fuera del país.
reconfigurar las relaciones internacionales y fomentar la investigación científica. América
Lat:na (que. por entonces. era llamada Hispanoamérica para no olvidar el vínculo con la
península) fonnó parte de este proceso político-académico gracias al cual Rafael Alta mira
pudo visitar Buenos Aires en 1909. dictar un curso de tres meses en la Universidad de La
Plata. y cuestionar el descuido de la Historia del Derecho argentino en virtud del rechazo
secular a las influencias españolas10 •
Altamira inició con Ricardo Levene un constante intercambio de infonnación y sus inves-
tigaciones confluyeron en puntos significativos de la construcción del pasado colonial. Mien-
tras el primero difundía las obras de Levene en la Península, este último lo incluía en uno de
los proyectos historiográficos quizás más ambiciosos de la primera mitad del siglo XX, la
publicación de la Historia de la Nación Argemina que forma parte de la manualística csco-

9
OTS CAPDEQUÍ, J.M. Historia del Derecho español en América y del Derecho Indiano, Bi-
blioteca Jurídica Aguilar, Madrid, 1969, pp. '2.2{23. BUNGE. Carlos 1/istoria del Derecho Argen-
tino, Buenos Aires. 1927. 2 vol: del autor. NuestraAménca. Prólogo de Altamira y Crevea. Hennch
y C:a. ed. Barcelona. 1903, p. XJ. GARCfA GALLO. A. Estudio., de flistvritl del Derecho In
diano, ni Congreso del Instituto Internacional de Histona del Derecho Indiano. Madrid, 1972. p.
32.
1
" PUGLIESE LA VALLE. M.R. "La v1gencta de la conccpc1Ón ht!.tónco-Jurídica de Altam1ra".
RIHD. N° 20. 1992.

- 138-
prohlstorla 3 - 1999

lar. y en la que Altarnira se explayó en temas de cirili:ación espaiiola. Este ambiente propi-
cio para la reivindicación del pasado colonial estaba garantizado no sólo por las subvenciones
del Estado argentino y españoL sino también por la continua presión ejercida por la colectivi-
dad española radicada en BuenosAires 11 •
Hacia principios del siglo XX Ricardo Levene era el adjunto de Bunge en la cátedra "In-
troducción a las ciencias jurídicas y sociales·· de la Universidad de Buenos Aires y asumió la
titularidad en 1919. En 1948 la asignatura pasó a denominarse "Introducción aJ Derecho e
Historia externa del Derecho argentino•·. Durante esos años. Levene reafirmó la necesidad de
estudiar la historia jurídica de América durante la dominación española para comprender la
historia del derecho patrio argentino. Convencido. sin embargo. de que era necesario conocer
la sociedad en la que surge el derecho, consideró que el horizonte debía ampliarse hacia lo
económico y lo espiritual para demarcar los rasgos peculiares del derecho de 1ndias. De esa
manera. Levene atacó a dos generaciones de intelectuales que habían descalificado aJ Dere-
cho del país acusándolo de ser una maJa copia de modelos jurídicos extraños. y postuló la
aplicabilidad de la categoría Volkgeist- propia del historicismo de Von Savigny y que hacía
alusión al espíritu del pueblo presente en toda construcción cultural- para reafinnar que el
pueblo despliega en su desarrollo ciertaS fuerzas que posee en el acto inicial de su nacimiento
a la vida política12 • Las leyes españolas. por ende. eran la tradición jurídica corporizada en su
pueblo gracias a la pervivencia de obras de españoles conocedores de la realidad americana.
como Hevia Bolaños y Juan de Solórzano Pereira. Este planteo guió el Ensayo histórico
sobre JaRnolución de Mayo y Mariano Moreno, que apareció entre 1920y 1921, en el que
Levene propuso que la Revolución de 1810 se había nutrido del pasado hispano-indiano y no
de los postulados de la Revolución norteamericana y francesa. A diferencia de lo 4u~ venía
sosteniendo la historiografía argentina. Moreno no era el Robespierre local ni el furibundo
lector de Rousseau, y el movimiento de Mayo tenía más deudas con la estructura jurídica
indiana que con posibles influencias extemas13 .

11
Cfr. FERNÁNDEZ, Sandra y DALLA CORTE. Gabricla "El límite jurisdiccional de la corpora-
ción académica. Debates entre usos y leyes en la lengua argentina". en Revista de la Reía/ Accuiemia
de Bor2s Lletres de Barcelona, !999, en prensa.
11 ZORRAQUfN BECÚ, Ricardo ''Ricardo Levene y la cátedra de introducción al Derecho",
R!llDRL. Nº 10. 1959, pp. 49/59. RADAELLI. S. "Derecho patrio argentino y no derecho
mtermedío", RJHDRL. N° l. 1949. pp. 59/62. MARU..UZ URQUIJO. J.M. "Ricardo Levene y la
htstoriadel Derecho",R/HDRL. N9 10. 1959. pp. 31/37. LEVENE. Ricardo "Antecedentes hic;-
tóricos sobre la enseñanza de la jurisprudencia y de la Historia del Derecho patrio en la Argentina".
RIHDRL. W 1. 1950. pp. 78/118.
u LEVEN E, Ricardo Historia de Moreno, Bibltoteca Hombres representativos de la Htstona Argen-
tina. Es pasa Cal pe. Buenos Aires. 1945. p. 18: .. Antecedentes para la historia de las leyes del
trabajo en la Argentina", AllDE. 1948-49. pp. 5/14: ROMERO. José Luis El desarrollo de las
ideas en la sociedad argentina del siglo XX. Colección Tierra Firme. Historia de las idea'i contem-
poráneas. vol. VUI. FCE. México. 1965, p. l 05.

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l>ALLA CoRTE. G .• <• La historia del derecho ... ,,

No obstante. los supuestos de Von Savigny podían !)Cr aplicados de manera conflictiva en
el caso argenúno porque la impronta española y la relación colonial aún representaban un
obstáculo para poder considerar al pueblo como legislador 14 • En virtud de esta dificultad, el
principio de la corriente alemana que ejerció mayor influencia fue la historicidad del Derecho
y no su origen popalw: Para Levene. el Derecho era una ciencia que defendia el orden de lu
sociedad al ilustraren el conocimiento de los deberes y en el amor a la patria y. desde este
punto de vista, los códigos eran uniformes expresiones jurídicas de la soberanía y de la nacio-
nalidad en fonnación. Quizás por ello, la Historia del Derecho en Argentina plasmó el princi-
pio del predomjn io de las leyes castellanas en el Derecho privado indiano, esto es. el cuerpo de
procedimientos civiles, así como la originalidad nonnativa en el terreno del Derecho Público.
Constitucional y de organización del poder ju<licial' 5 •
En una reflexión crítica sobre la historiografía argentma del siglo XX (citada constante-
mente por su riqueza y clarividencia, propia del mejor historiador argentino), Tulio Halperín
Donghi sostuvo que la Nue\·a Escuela Histórica fue. en realidad. una propuesta de una
camada de historiadores que reclamaban un nuevo comienzo para la historiografía argentina,
regenerada a través del trabajo y del cumplimiento de requisitos y métodos formales. El
grupo postulaba la profesionalidad como estrategia de validación de la construcción
historiográfica. Para Halperín, sin embargo, las propuestas teóricas y metodológicas de esta
corriente se caracterizaron por la modestia así como por su encuadre en una vi!)ión liberal-
nacionalista con la finalidad última de brindar una historia patriótica inofensiva16 • Lo cierto
es que Ricardo Levene fue el representante hegemónico de este movimiento que surgió con
gran apoyo económico e institucional de parte de los gobiernos argentinos, y se convirtió en el
interlocutor del Estado español que buscaba reivindicar el papel de la Metrópoli imperial.
Levene eligió negar el carácter colonial de las regiones americanas con el argumento de que
ningún texto oficial había utilizado el ténnino antes del siglo XIX, ocluyendo, como ha escrito
Pietschmann, su ··estatus como objetos de la política del Estado representado por la monar-
quía absoluta"". En su lugar propuso el vocablo Indias y, por extensión. vulgarizó el concep-
to de Derecho Indiano al inaugurar en 1916 el primer curso sobre este tema en el país y al
editar diversas obras históricas sobre la especialidad, así como sus Im·estigaciones acerca de

11
Cfr. VON SAVIGNY. F. De la \ oc:aciún de nuestro ~iglu para la legh.·laciún J la <.iencia del
Derecho, Estudio preliminar sobre "El espíritu del Nuevo Derecho alemán" por el Dr. Enrique de
Gandfa, De. Biblioteca Jurídica Heliasta, Buenos Aires. 1977; del autor. Metodología Jurídica,
Depalma, Buenos Aires, 1979.
·~ LEVAGGI. A. Historia de la prueba en el proceso ci1•tl indiano y argenrino (siglos XVI-XIX),
Depalma, Buenos Aires, 1974, pp. 2/3. ZORRAQUfN BECÚ, Ricardo "Hacia una defimción
del Derecho mdiano", RIHD. N9 22. págs. 410/412. RIHDRL. N9 18, 1994, pp. 187/222.
1'· HALPERfN OONGHI, Tulio "Un cuarto de s1glo de la htstonografía argentina, 1960-1985". en
Rt•l'ista Desarrollo Económico. N2 100, vol. 25, Buenos A1res, 1986. pp. 489/490.
1
, PAGANO, N. Y GALANTE, M.A.. op.ci1; ROMERO. José Luis. op. cit.; PIETSCHMANN.
Horst El Estado y su eroluci6n, op.ctt., p. 198.

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prohlstorlo 3 - 1999

la historia económica del Virreinato del Río de la Plata 18 • Contra esta historia oficial se
levantaría la corriente revisionista de Saldías y de Julio lruusta, un área que amerita un
estudio particular desde el punto de vista de la historia jurídica.
Paralelamente, la J AE española fue estableciendo sus propios institutos y uno de los más
relevantes fue el Centro de Estudios Históricos (CEH), dirigido desde 191 S a 1936 porRa-
món Menéndez PidaJ. El CEH enumeró una serie de secciones que merecen ser destacadas a
los fmes de este artículo. Eduardo de Hinojosa controló desde 191 Ola sección de las Institu-
ciones Sociales y Políticas de León y Castilla, mientras Altamira se hacía cargo de la de
Metodología de la Historia. Los discípulos de Hinojosa (Ciaudio Sánchez Albornoz, Galo
Sánchez. Ots Capdequí y José María LoscertaJes) fundaron en 1924 el Anuario de Historia
del Derecho Español (en adelante ARDE), inserto en el marco de la Sección de Historia del
Derecho Español del CEH. y Levene participó en la edición de su primer volumen. En 1933,
finalmente. Américo Castro pasó a coordinar la Sección de Estudios Hispanoamericanos y. un
año después. Buenos Aires albergó el XXVI Congreso Internacional de Americanista.'> al que
asistió Ots Capdequr 9 . En función de estos datos, que pueden pecar de excesivamente des-
criptivos, es posible deducir que los intereses históricos tenían un profundo peso en el debate
jurídico, una característica que se diluyó con el proceso abierto por la guerra e ivil española de
1936. Con el advenimiento del franquismo, fueron suspendidas las actividades del AH DE y
exiliados sus m1embros. A partir de esta debacle (que debe ser tenida en cuenta como punto de
inflexión en cualquier estudio de tipo historiográfico). se fueron incorporando otros investiga-
dores con intereses diferentes y con una mirada más dogmática a la que caracterizó al CEH.
Abogados como Alfonso García-Gallo. Salvador Minguijón y Ramón Prieto Bances. impu-
sieron una línea estri(;tamente jurídica a la publicación y a sus propias investigaciones indivi-
duales. En 1944 el AHDE se incorporó al recientemente creado lnsflluto Nacional de Estu-
dios Jurídicos que dependía del Ministerio de Justicia, y su dirección quedó. durante décadas.
a cargo de Alfonso García-Gallo.
En Argentina. la preponderancia de la perspectiva jurídica en la Historia del Derecho se
expresó en la Ordenanza que sancionó la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UBA
en 1939. Esta institución reconoció y creó once institutos de estudios de Derecho, jurispru-
dencia y ciencias sociales. todos con el objeto de estudiar el campo específico del Derecho.
Uno de ellos. el Instituto de Historia del Derecho. coordinado por Levene. surgió con el
propósito de reali7..ar la historia de la legislación y de publicar colecciones metódicas de

1• LEVENE. R1cardo .. Fuentes del Derecho mdiano ... Al/DE. N9 l. Madnd. 19:!4. pp. 55(74. Del
autor. "La lcggi della Indi a en el dirino nupovo.la fonnazione giuridica dei futuri dirigen ti della
Revoluz10ne". en La RH·olu::wne dei/'Amenca spagnola nel 1810 Vallecchl Ednore. Firenze.
1929.
1~ FORMENT{N lBÁÑEZ. Justo y VILLEGAS SANZ. María Jo!>¿ Relt~done:1 culwrales entre
España y América La Junta para Ampliac1ón de Estudios ( /907-19361. Ed. Mapfrc. Madnd.
.. 1992. p. 34 .

- 141 -
DALLA CORTE. G .. <<La histona del derecho ... »

textos, el corpus normativo colonial y estudios sobre Derecho patrio provinciaFO. Halperín ha
valorado esta tendencia como un intento simpático de comprender el pasado colonial en el
contexto de la crisis política abierta con la caída del gobierno de Yrigoycn y la asunción del
primer gobierno militar Hdcrado por Uriburu en 193()2 1 •
Ellnstituro de Historia del Derecho agrupó a los abogados Faustino Legón. Abe! Cháneton.
Ruíz Guiñazú (el adjur.to de Levene en ''Introducción al Derecho") y Ricardo Zorraquín
Becú. También incorporó a algunos exiliados españoles y editó sus obras, como Jos dos tomos
del Manual de Historia de Derecho Español en las Indias y del Derecho propiamente
indiano, de Ots Capdequí, y el Análisis de la Recopilación de las Leyes de fndias de 1680.
de Altamira. Buscando un espacio legítimo en la Universidad. el Instituto varió sus denomi-
naciones a lo largo de los años. Tcmporariamente fue designado Instituto de Historia del
Derecho argentino y americanli2 • pero restringió finalmente su campo al Derecho argenti-
no. Levene, por otra parte, siguió presionando a la Universidad para modificar la currícula y
lograr para la Historia del Derecho un lugar en la carrera de abogacía. En 1948, de acuerdo a
las clasificaciones de Leibniz, propició la separación entre Introducción e Historia. y logró
imponer la cátedra "Introducción al Derecho e Historia externa del Derecho argentino.,. La
paulatina hegemonía de la disciplina se evidenció en la edición de los numerosos tomos de
Histona del Derecho Argentino que Levene preparó entre 1945 y 1958. Su legitimación
contó con refuerzos desde el exterior, especialmente por el espaldarazo que recibió de los
miembros del Congreso Internacional de Juristas reunido en Lima en 1952, quienes sugi-
rieron en sus conclusiones la creación de grupos especializados en esa disciplina en todo el
continent&3 • De esa época datan la mayoría de Institutos de Historia del Derecho que prolife-
raron en el continente, dirigidos por los chilenos Mario Góngora. Alarniro de Avila Mane! y
Bemardino Bravo Lira y por el mexicano Silvia Zavala. que tuvieron contacto permanente
con el de Argentina.
Este refuerzo se vio garantizado también por el nuevo impulso que García-Gallo dio a la
Historia del Derecho desde España. Durante la segunda mitad del siglo XX el AHDE se abocó
a una nueva exaltación de la idea de hispanidad, empresa en la que García-Gallo encontraría
pocos obstáculos y muchos subsidios de cooperación internacional otorgados por el Estado.
Como profesor de Historia del Derecho en Madrid, pudo visitar el Instituto de Buenos Aires
en ocho oportunidades entre 1948 y 198324 • En 1948 el Instituto recibió también a J. Casariego.

10
ZORRAQUÍN BECÚ. R Estudios de Historia del Derecho, instituto de lnvesttgaciones de Histo-
ria del Derecho, Abeledo-PerroL Buenos Aires, T. Il y 111, 1992; LÓPEZ, Carlos "El Instttuto de
Historia del Derecho a veinte años de su fundación", RIHDRL, N° 8, 1957, pp. 187!208.
11
HALPERÍN DONGHI, Tulio "Un cuarto de stglo ...", op. cit.
22
RADAELLT. Sigfrido ''Ricardo Levene y el Instituto de Historia del Derecho", RIHDRL, N° 10,
1959, pp. 37/48.
23
GARCÍA-GALLO, A ''Problemas metodológicos de la Hismna del Derecho mdiano··. RIIIDRL.
1967. p. 15.
2
• TAU ANZOÁTEGUl Víctor "El tejido histórico del Derecho indiano. Las ideas directivas de A.

- 142-
prohlstorla 3 - 1999

a de la Concha ManíneL.. Prof. de Historia del Derecho de la Universidad de Valencia y Vice-


Secretario del AHDE. y en 1950 a Ismael Sánchez Bella. El acogim1ento se consolidó con la
designación de Manzano y Manzano. García-Gallo. Muro OreJón. Jesús Casariego. Ots
Capdequí. exiliado políuco en Colombia. y Altamua. radicado fonosamemeen Méx1co.como
miembros correspondientes de laRedsta sobre Historia del Derecho (Rl HDRL) que Levene
comenzó a editar en 1949.
A pesar del derrumbe del primer peromsmoen 1955, el Instituto de Historia del Derecho
de la UBA continuó su trabajo, pero trasladó el interés hacia la etapa independiente. Al fma-
lizar la década del ·so. los esfuerzos institucionales y académicos comenzaron a dar sus fru-
tos. Como el proyecto del grupo era lograr el reconocimiento de la disciplina como asignatura
autónoma en los planes umversitanos de abogacía. solicitaron a las Facultades del Derecho
del país un informe pormenorizado sobre el estado de la enseñanza del Derecho en una pers-
pectiva histórica. Las respuestas coincidieron en que se estudiaba el Derecho español como
antecedente del argentino. y que en Buenos Aires se impartía infonnalmente la Historia del
Derecho argentino en la cátedra de "1 ntroducción ... El diagnóstico. como podemos imaginar.
concluyó que los historiadores no se interesaban por la Historia del Derecho y que ésta era
campo de estudio de los abogados, mientrcl.S el mundo historiográfico resultaba renovado por
otras experiencias. como la fundación del Cemro de Estudios en 1/woria Soc10/, coordma-
do por José Luis Romero en la UBA. y la transfonnación de la visión del pasado colonial a
través del Centro de Estudios Americanista fundado por Ceferino Gar-lón Maceda.
A partir del fallecimiento de Levene. producido en 1959. Ricardo Zorraquín Becú se en-
cargó de la dirección del/ nstitwo y de la Re\·ista. :ldcmás de ti tu lanzarse en su dtcdra, en la
que venía desempeñándose como adjunto. En ese mismo año. un homenaje a Levene permitió
que Mari luz Urquijo. Radaelli y Zorraquín Becú expresaran claramente sus plameamientos
en relac1ón a la disciplina. orientada ahora nítidamente hacia la doctrina Jurídica. Así. en
1961 la Historia se independizó de la Introducción al Derecho y se convmió en asignaturn
autónoma de los últimos años de la carrera de abogacía. coordinada por Zorraquín Becú,
quien elaboró los contenidos curriculares en relación al Derecho castellano y los sistemas
indiano y argentino. Para los estudiantes era indispensable, sostuvo Zorraquín, "una visión
evolutiva del derecho nacional, de sus orígenes. de su desarrollo histónco y de los esfuerzos
realizados para crearlo y mantenerlo":!S.
La discontinuidad que afectó a los intelectuales del país como consecuencm de la crisis
económica. política y social de la segunda mitad del siglo XX. no dejó de afectar a la Historia
del Derecho, que se vio condicionada por la vuelta a1 poder de Juan Domingo Perón en 1973.
En ese año los Institutos de la UBA fueron intervenidos y Zorraquín Becú resultó destituido
de su cargo docente y de la dirección del Instituto de 1-/istona del Derecho Rtcardo Lerene.

García-Gallo ... RJHD. 1993. p. 15. R/1/DRL. 1963. p. l!Q; LEVENE. Rtcardo .. El plan de lahor
dcllnsututo de Htstona del Derecho> esta revista··. Rlll DRL. 1949. pp. 11 / 1'
~· Referenctas en RJI IDRL, 1960. pp. 1R6!187; 1966. p. 292.

- 143 -
DALLA CoRTE. G .. «La htstona del derecho ... »

La decisión política más desalentadora para este grupo fu e la interrupción de la edición de la


RIHDRL que permitía a aquél llegar a un público más internacional que local. Los
jushistoriadores decidieron. entonces. crear una asociación civil ajena a la Universidad, el
Instituto de lnvesrigaciones de Historia del Derecho que, sorprendentemente. recibió am-
plio apoyo institucional del Consejo de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICED.
Con la caída del régimen democrático y el advenimiento del gobierno militar en 1976- proce-
so que los miembros del Instituto denominaron resrablecirnienro del orden-, los historiadores
del Derecho retomaron sus puestos de trabajo en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales.
Ahora bien, si algo caracterizó a esta peculiar línea institucional y académica. especial-
mente a partir de mediados del siglo XX, fue su desarrollo en ámbitos jurídicos y en espacios
educativos y de investigación vinculados al Derecho. No debe extrañarnos. entonces, que la
disciplina no sea considerada como una corriente historiográfica o que no figure siquiera en
los intereses de los profesionales de la Historia. Un dato indicativo es que las sucesivas y
regulares Jornadas de Historia del Derecho Argentino no cuentan con la participación de
los historiadores que podrían renovar sus paradigmas. Esta situación es fruto no sólo de la
valoración negativa que se hace de sus propuestas a nivel metodológico y teórico, sino tam-
bién de la ambigua posición académica de los historiadores del Derecho. a caballo entre los
juristas y los historiadores y casi nunca reconocidos por ambos grupos como miembros legíti-
mos. Como bien ha escrito Norbert Elias.las lógicas de la exclusión. en términos de definición
del owsider, reconstituyen significativamente fracturas vinculadas a la fijación del contenido
del mérito y de la dignidad26 •

3. ¿"Ciencia" de juristas o "ciencia" de historiadores?: el principio del sistelrUl y la


Historia del Derecho indiano.

En España, la guerra civil de 1936 dejó al AHDE huérfano de algunos de sus mejores
cohboradores y rompió una tradición que era verdaderamente prometedora. Quienes pasaron
luego a controlar la publicación construyeron una historia de las instituciones sin dejarse
influir por la nueva historiografía económica y social que estaba, por entonces, monopolizan-
do el interés de los investigadores. Convertidos en una especie de núcroescuela acadénúca.
se orientaron al Derecho romano, solución juridicista que se aisló de la histórica con la finali-
dad de legitimar un campo académico propio, de monopolizar espacios institucionales. así
como de establecer un frente común en la lucha por los subsidios externos.
Los historiadores del Derecho, sin embargo, no han llegado a un acuerdo en relación al
debate sobre el carácter jurídico o histórico de la disciplina, una discusión de importancia por
las posibilidades reales de utilizar creativamente sus presupuestos metodológicos y teóricos.
así como los resultados de sus investigaciones. Conceptos como dualidad. bifrontmno y ciencia

2
~ ELlAS. Norbert Logiques da l'exclusion. A\'Ont-propos de Michd \Vie1·iorka. Fayard. París,
1997, primera edic1ón 1965.

- 144 -
prohlstorlo 3 - 1999
;urídica e histórica han ido apareciendo sucesivamente para legitimar el área de conocimien-
to. Lalinde Abadía, por ejemplo, ha definido la disciplina por su naturaleza bifronte y por la
obligación del especialista de abordar el Derecho como un exponente de la cultura y tomar
como objeto de estudio los hechos eminentemente jurídicos27 • A pesar de su capacidad
aglutinadora,la calificación de bifrontism.o recibió críticas por parte de José Antonio Escude-
ro que propuso como objeto de la disciplina la realidad social afectada por la normatividad
jurídica desde un punto de vista dual en el que la historicidad estaría pensada como el sentido
que gobierna la mutación de la estructura jurídica. Para dar mayor fortaleza a esta postura.
Escudero concluye que la peculiaridad de la Hjstoria del Derecho es su constitución dual, en
tanto síntesis del fluir histórico y de la ordenación estable del Derecho, aunque una lectum
más atenta permite comprobar que el autor la considera una ciencia jurídica que utiliza a la
Historia como ciencia auxiliaJ-!8 •
No muy diferente es la posición de Torres Sanz. para quien aparece claramente un elemen-
to rector y otro elemento regido. De esta manera. si elfactor jurídico se estudia en sí mismo.
el campo disciplinar deviene jurídico: si se lo analiza en relación al complejo socio-cultural en
el que se manifiesta. sus defensores podrían caractenzar la disciplina como histórica. Frente a
estas dos posibles opciones, Torres Sanz concluye que es la Historia la que impone los méto-
dos y las preguntas al Derecho en tanto objeto de estudid9 •
Otras propuestas, en cambio. han desvinculado casi completamente la Historia del Dere-
cho de la disciplina histórica. La pluma de Alfonso García-Gallo ha escrito que la Historia del
Derecho debe estudiar el origen y las transformaciones del universo Jurídico a través del tiem-
po. y que la falta de legitimidad académica de la disciplina se debe al hecho de que durante las
primeras décadas de su consolidactón los especialistas privilegiaban su inclusión en el campo
histórico. En este marco, el Derecho htstórico podría legitimarse como campo ajeno y para-
lelo al construido por la Historia social y económica. uno de los proyectos tácitos e inherentes
al programa de los jushistoriadores durante la segunda mitad de este siglo. El Derecho. si-
guiendo el planteo de García-Gallo. debería ser entendido. y así estudiado. como un conjunto
de principios y normas que regulan la vida social para mantener el orden en ella pero con la
condición de garantizar la annonía y la unidad.
Frente a la rigidez de García-Gallo. Pérez-Prendes ha afumado que debemos considerar el
Derecho como parte de la sociedad. En el mejor sentido dado por Pierre Vi lar. el Derecho
funciona. de acuerdo a Pérez-Prendes. como re\·elador de las reglas del funciOnamiento so-

1
LALlNDE ABAD[A. J Iniciación hist6rica al Derer ho Pspañnl. Barcelona. 1989. pp. 317
:~ ESCUDERO.J.A. Curso de llrstoria del Derecho. Fuentes e Instituciones pn/ftrco-admintstratr -
\'OS, Madrid, 1995. p. 17/67; del autor, Hrstoria del derecho: hrstoriografla r problemas. Unaver-
sidad Complutense de Madrid, 1988, pp. 15/65 y 69/88.
~· TORRES SANZ. D. Historia del Derecho. hase,\ ¡u1ru un cunc:epto. Unaversadad dt:! Valladolid,
1986, pp. 10/28.

- 145 -
DALLA CoRTE, G ., «La historia del derecho ... »

cial, con la particularidad de que lo hace en un momento estable de su evolución 30 • En el


modelo construido por Vilar, el Derecho es a la vez signo. resultado y producto de la historia
y su presencia en el análisis social es imprescindible, en tanto brinda una serie de categorias y
métodos propios. Los fundamentos de su funcionamiento se encuentran fuera de él, en una
totalidad compleja de estructuras y coyunturas, de diacronías y sincronías a nivel social.
Desde esta perspectiva. se trataría de una disciplina subsumible en el campo de la historia de
la sociedad, dado que el Derecho ha buscado siempre más justificaciones de su existencia en
lo social que en la moral. En términos de Vilar, ''consiste en considerar, ante cada fenómeno
ofrecido al análisis histórico, primero ese fenómeno como signo- es el análisis de la estruct u-
ra. el análisis en la sincronía-, luego el fenómeno como consecuencia, como producto de las
mismas modificaciones de la sociedad estudiada, y finalmente ese fenómeno como factor,
como causa. porque no hay ningún fenómeno histórico que no se convierta, a su vez, en
causa. Intentaremos pues examinar el derecho como signo de una sociedad, el derecho como
producto de la historia y en fm el derecho como causa, con tendencia a organizar, a estructu-
rar unas innovaciones, o con tendencia a cuajar, a cristalizar las relaciones sociaJes existentes
y a veces las supervivencias"31 •
En contraposición a la idea de historia total de Vi lar, seguida por el español Pérez-Pren-
des en la década del -'70 a partir de su conjunta participación en Congresos y eventos interna-
cionales, García-Gallo puntualizó que la Historia del Derecho no debía diluirse en otras áreas
de conocimiento más que en la jurídica. Así, todo lo que no pueda ser concebido de manera
dogmática es materia muerta. y eljushistoriador debe comportarse empáticamente, ponién-
dose en la piel de los juristas de la época en estudio. "Para estudiar el Derecho en cualquier
tiempo pasado, el historiador debe colocarse, en cuanto le sea posible, en la misma actitud que
el jurista de la época, utilizar las mismas fuentes que él utilizaría y proceder con el mismo
méiodo que él aplicaría.... no con mentalidad actuaJ. sino con la del jurista de la época " 32 •
Este tipo de planteamiento, refractario a establecer siquiera un diálogo fructífero y enri-
quecedor. provocó un largo distanciamiento entre historiadores del Derecho e historiadores
sociales, distanciamiento reforzado por la hegemonía de García-Gallo en los estudios históri-
co-jwídicos españoles. Esta situación estaba destinada a cambiar, tanto por el fallecimiento de
García-Gallo como por el advenimiento de la democracia española. Francisco Tomás y Va-
liente retomó los postulados de Hinojosa y de los primeros miembros del AHDE cuando reem-
plazó a García-Gallo en la dirección del Anuario hasta que fue asesinado por ETA en 1996.
Cuestionó a su antecesor, pero también a Pérez-Prendes y a Pierre Vilar, y negó que la

30 PÉREZ-PRENDES, J.M. Historia del Derecho Español, Parte General, Ed. Darro. Madrid, 1973,
T. II y pp. 96/98.
31 VlLAR, Pierre "Historia del Derecho, Historia Total". en Economía. Derecho .JIistoria, Ed. Ariel,
Barcelona, 1983, p. 118.
32 GARCÍA-GALLO, A Estudios de Hisloria del Derecho /ndiano,lll Congreso del Instituto Inter-
nacional de Historia del Derecho Indiano, Madrid, 1972. p. 92.

- 146-
prohlstorlo 3 - 1 999
Historia del Derecho fuese dual o un puente vivo entre ciencia histórica y jurídica. Concebi-
da como rama historiográfica con objeto y métodos específicos. la djsciphna no debía ser
subsumida en la Historia totaJ o en la Historia sociaL pero tampoco aislarse completamente de
estas últimas. Cada sociedad, informaba Tomá~ y Valiente, se consolida sobre su propio dere-
cho y éste existe cuando las in fracciones son sancionadas por normas previamente establecí-
das y a través de un aparato coactivo de autoridades que tienen la misión de determinar la
sanción. Las normas jurídicas regulan relaciones sociales de manera diversa a las normas
religiosas o éticas y se expresan en instituciones jurídkas. es decir. en un marco normativo
preciso. Para Tomás y Valiente. el Derecho debería ser entendido como el conjunto de las
normas legales o reglamentarias integradas en un complejo creciente y sistemáuco, formado a
su vez por múltiples subsistemas. resultado de las relaciones sociales. familiares. sexuales. de
producción. políticas...3l. Por ello, concluye, el Derecho es histórico. porque constituye una
faceta de la convivencia humana. no una forma normativa pura que. para otros autores. con-
sistiría en el objeto específico de la disciplina. El Derecho. que goza de un tiempo largo espe-
cífico y particular, se descubre en cada formación social, a través de la multiplicidad de rela-
ciones sociales normadas y regladas jurídicamente, y no sólo en el universo legal. Desde este
punto de vista, si bien Jo jurídico es el núcleo normativo y técnico, goza de relativa autonomía
y es imposible entenderlo sin hacer referencia aJ poder político. a las pugnas y conflictos
sociales. y a los elementos ideológicos y económicos que se ponen en juego en su constitución.
Si llevamos el planteamiento de Tomás y Valiente a sus máximas consecuencias. es posible
concluir que. ante la verificactón de cien a cnsis en la Historia del Derecho, la c;olunón no es
presentarla como ciencia jurídica, sino insistir en la importancia de lo jurídico como un ele-
mento central para explicar y comprender (en la verdadera dimensión de ambas prácticas) la
complejidad del proceso histónco.
El debate acerca de la natura/e::a de la disciplina también fue importante entre los histo-
riadores del Derecho en Argentina. Sabemos que el tema ya era objeto de reflexión para
Ricardo Leve.ne y Carlos Octavio Bunge. y que el primero. consciente de la gran distancia
entre la teoría y la práctica de la ley, pensaba que la Historia del Derecho era parte de la
historia universal, de la civilización y de la cultura~. La diverstdad de perspectivas de la
segunda mitad del siglo XX forzó a los historiadores del derecho a definirse conceptuaJ y
teóricamente: Zorraquín Becú dijo que se trataba de un campo autónomo asegurado por el
objeto jurídico y por la dimensión temporal: así. la disciplina era historia por su método y

'
13 TOMAS Y VALIENTE. F "Historia del Derecho e Historia". en Once Ensayv~ 5obre la H Íltoria
Fundación Juan March. Madnd. 197tl. pp 159/1 ~ 1 v 172: C/Jd1gns ' Cnnttitucinne\ (/80R
1978), Alianza, Madrid. 1989. p. 121.
"' LEYENE. Ricardo Historia de Moreno. B1blloteca Hombres rcprcsentauvos de la H!stona Argcn-
tma. Espasa Cal pe, Buenos Aues. 1945. p. 158: del autor. '·La concepción de Eduardo de HinOJOSa
sobre la historia de las idea!> poliucas } JUrídicas en .:-1 0.;-rccho e-.pañol y ,u proyecciÓn en 1!1

- Derecho lnd1ano". MIDE, N~ XXlll, 1953. p. 285

- 14 7 -
DALLA CoRrE, G .. «La historia del derecho ... »

derecho por su objeto. Mientras que la Ciencia Jurídica se fundaba en la exégesis y la com-
paración de las nonnas, intentando formular conceptos en un encadenamiento racional con la
finalidad de perfeccionar el sistema en su contenido y en su aplicación, la Historia se ocupaba
de un pasado inmutable por su interés en investigar las razones que inspiran los cambios, las
circunstancia políticas, sociales y económicas que explican el contenido de las normas y las
resistencias. La Histona del Derecho. fmalmente. trataría de conocer, en los ténninos de
Zorraquín Becú, cómo ha sido un sistema en tiempos anteriores. pero no para hacer su exége-
sis, sino para entender cuáles fueron las soluciones dadas a los problemas creados por la con-
vivencia humana35 •
El problema central de la disciplina se presenta al comprobar que se aborda su objeto
cuando éste ha perdido su característica esencial: la vigencia y la obligatoriedad. El propio
título Historia del Derecho encierra una elipsis porque resulta evidente que no puede existir
una historia de a1go que ha dejado de ser Derecho. Cuando entra a ser objeto de estudio
histórico, el Derecho ya está derogado, carece de carácter forzoso y no contiene la pretensión
de nonnar ni de dirigir las conductas bumanas. lncorporado a la Historia, es ahora un conjun-
to orgánico y coherente de hechos que conservan contenido jurídico porque fonnan parte del
proceso histórico en el que fueron Derecho. En este sentido, Daisy Rípodas Ardanaz conside-
ró la Historia del Derecho como una disciplina jurídica interesada en los sistemas jurídicos
pasados. no vigentes. y Tau Anzoátegui la describió como una rama del Derecho y como
ciencia de la realidad permeada por opiniones, prácticas y cost umbres 36 • La divergencia de
propuestas puede resumirSe en la reflexión sobre un problema que es central para la discipli-
na, el sistema jurídico, ya que el eje que intersecta a la Historia del Derecho es la posibilidad
real de incorporar la dimensión temporal y la idea de proceso hist6rico.
Para complejizar el debate sobre la naturaleza de la Historia del Derecho, los autores más
representativos de la corriente que vengo estudiando señalan la importancia de establecer
criterios de periodización a partir de la definición de sistemas jurídicos. Reconocen que el
Derecho es un producto histólico, entendido como realidad cambiante por el devenir tempo-
ral. Resuelven el dilema planteado entre estatismo y transformación de diversas maneras.
Reconocen como su antecedente a la Escuela Histórica del Derecho que impuso el concepto
de sistema como estrategia de periodización, postulado respetado por García-Gallo al defen-
der una metodología de tipo sistemático para estudiar la culrurajurfdica, y consideran que,
mientras Ja Historia supone períodos históricos definidos en sentido cronológico, la Historia
del Derecho se fundamenta en la modificación en sentido de crisis, rupturas y creación de
nuevas normas. Los sistemas jurídicos, aduce Zorraquín Becú, pueden ser analíticamente

Js ZORRAQUÍN BECÚ. R Estudios de Historia del Derecho, Instituto de Investigactones de Histo-


ria del Derecho, Abeledo-Perrot. Buenos Aires, 1992. T.lll, pp. 462 y ss.
30 TAU ANZOÁTEGUI. V La~> ideas JUrídicas en la Argen11na, s1glos XIX-XX, Perrot. Buenos
Aires, 1987. p. 101; RÍPODAS ARDANAZ, D. "En tomo de la problemátiCa de la historia de la
historiografía JUrídica", RIHDRL. 1968. pp. 210/217.

- 148-
prohlstorla 3 - 1999
distinguidos por tres rasgos individualizantes: el autor, el territorio y el contenido normativo.
Al observar el sistema conw un todo, el Derecho pensado históricamente se reduce a su
evolución y a los cambios operados en el tiempo, pero también al descubrimiento del espíritu
de la ley y las com·iccionesjurídicas que subyacen a la redacción de las normas, esto es, las
creencias e ideas que palpitan por debajo de la legislación, la jurisprudencia y la actividad
judicial 37 •
El interés primordial de los historiadores del Derecho a ambos lados del Atlántico fue
vincular la historia argentina con la española en una línea de continuidad y, como vimos más
arriba, la recurrencia al Derecho español sirvió para fundamentar la idea de unidad e integri-
dad y la pervivencia de sentimientos nacionales con raíces en el pasado. Posicionada en la
reivindicación conservadora de la relación con España. la disciplina se condensó en una
experiencia colectiva que cristalizó a mediados del siglo XX a través de la Historia del Dere-
cho indiano. un programa que aún hoy aglutina a los jushistoriadores más importantes y
cuyos resultados resultan ser referencias bibliográficas obligadas de quienes, buscando res-
puestas más generales sobre la organización social, buscan en sus páginas un relato global de
los aspectos institucionales y jurídicos. Sus principales exponentes escribieron que la organi-
zación legal local se fundamentó en elrransplante de instituciones y que el universo jurídico
latinoamericano era resultado de la pervivencia del Derecho castellano-leonés - expresado
básicamente en la Nue\·a Recopilación -,así como de la constitución del Derecho indiano38 •
En el terreno de las investigaciones concretas la corriente argentina particularizó dos grandes
sistemas jurídicos. el Derecho indiano y el argentino. distinguibles gracias a un suceso de tipo
político, el movimiento de mayo de 1810.
La Historia del Derecho indiano buscó, desde un principio, analizar la conformación del
corpus iuris indiamm a partir de la cohesión de elementos, en apariencia heterogéneos. como
el derecho natural, el romano, el canónico, el derecho de Castilla; la legislación propia de las
Indias de origen peninsular y local, la jurisprudencia de los jurista~ y de los tribunales. Mostré
más arriba la importancia dada por los autores al concepto de sistema jurídico como variable
básica para definir los criterios de periodización, así como la propia naturaleza de la discipli-
na. Si analizamos la manera en que llenaron de significado el concepto sistema jurídico in-

~~ GARCfA-GALLO, A ..Histona, Derecho e Htstona del Derecho. Consideraciones en torno a la


Escuela de Hinojosa", AHDE, 1953, pp. 22/29; del autor, Curso de Historia del Derecho Espa-
ñol. Tomo l. 5° edición. Madrid. 1950, pp. 8/9 y 18: ZORRAQUfN BECÚ, Ricardo Historia del
Derecho Argentino. T. 1 y II. Buenos Aires. 1988: del autor, "Hacia una definición del Derecho
indiano··. RJHD. Nº 22. 1994. p. 410; TAU ANZOÁTEGUI. Víctor Casuismo v sistema. Inda -
gación histórica sobre el espfritu del Derecho indiano.lnstituto de Investigaciones de Historia del
Derecho. Buenos Aires, 1992. pp. 9/11.
.lM CABRAL TEXO. J . ..Evolución del derecho castellano-leonés desde los fueros a la Nueva Reco-
pilactón". en Historia de la Nación Argentina. desde los orígenes hasta la orgam::ac1ón definiti·
\·a en 1862 , :!11 ed .. El Ateneo. Buenos .A.ires, 1939. vol. 11.

- 149 -
DALLA CORTE. G ., «La h1storia del derecho ... »

dia11o podemos cerrar nuestra interpretación sobre las restricciones impuestas a la categoría
Derecho
En las diversa~ monografías ha primado la ambigua clasificación entre Derecho mdiano.
castellano/indiano, argentino, patrio o nacional. Liniers de Estrt.lda fraccionó cronológicamente
el Derecho en español, indiano y argentino, este último como sinónimo del Derecho patrio o
intermedio. entendiendo por este último el originado en las instituciones locales. Similar dis-
tinción realizó Bunge al dividir dos períodos históricos: uno caracterizado por el Derecho
indiano y otro defmido por el propiamente argentino/nacional posrevolucionario'9 • Para Ri-
cardo Levene existieron tres tipos de derecho patrio: el español, el indiano y el argentino. El
Derecho patrio indiano, básicamente de carácter público era el derecho vivo en las Indias.
dictado por las autoridades territoriales que residían en América y que gozaban de potestad
legislativa. Este corpus era posiblemente el más importante, dado que formaba parte del
Derecho de las distintas nacionalidades posteriores. Algunos de los autores señalan que du-
rante la dominación espaflola coexistieron en América dos fuentes legislativas: la peninsular-
es decir. las leyes de Indias- y la que en el Nuevo Mundo brotaba de las instituciones regio-
nales. Para Radaelli, en cambio, esta última era la legislación indiana "propiamente dicha"
formada por las ordenanzas y disposiciones dictadas por las autoridades residentes en Améri-
ca. con potestad legislativa: adelantados, gobernadores. virreyes, cabildos. audiencias".
Zorraquín prefuió hablar de derecho indiano local. Del lado español. Díaz Rementería con-
sideró al Derecho indiano una mera proyección castellana enmarcada en la concepción
patrimonialista de la Monarquía en su Imperio. En la misma línea, Ismael Sánchez Bella dijo
que el Derecho indiano estaba constituido por la masa de Reales Cédulas, instrucciones. orde-
nanzas y reales previsiones, diferente de las elaboradas en América. García-GaUo afirmó que
era el dictado por España en forma de normas sancionada~ fuera del Nuevo Mundo para
regular el funcionamiento de los órganos gubernativos indianos, y tambjén habló de la exis-
tencia de un derecho indiano criollo. Se deduce que el Derecho indiano, base constitutiva
del Derecho argentino posterior, era, para los historiadores del Derecho. el sistema normativo
vigente en Indias por su anexión a la Corona de Castilla. elaboración externa a América40 •

>9 UNESCO, Política científica y organización de la im•estigaetón etenJíjica en la Argentina, Colec-


ción Estudios y documentos de política científica N11 20, p. 21. LINIERS DE ESTRADA, Manual
de Historia del Derecho (español, indiano. argentino). Abeledo-Perrot. Buenos Aires, 197R. p.
166; DfAZ COUS'ELO, J.M. "Carlos Octavio Bunge y la Historia del Derecho". RIIID. N9 16,
1988, pp. 274/5.
•o. RADAEl 1.1, Sigfndo "Derecho patrio argentino y no derecho mtennedio". RJHDRL, 1949, pp.
59/62; ZORRAQUfN BECÚ. Ricardo "Hacia una definición del Derecho indiano", RIHD, 1994,
p. 409; TAU ANZOÁTEGUJ. Víctor "El tejido 1\istónco" , ... , op.cit.. DÍAZ REMENTERÍA, C.
"La fonnación y el concepto del Derecho indiano", en SANCHEZ BELLA. T. y otros Historia del
Derecho indiano, Mapfre. Madrid, 1992; GARCÍA-GALLO, A. Metodología de la histona
de/Derecho indiano, Edttorial Jurídica de Chile. Prólogo de Alamiro de Avila Marte!, 1971: del
autor. Estudios de Historia del DerechCJ indiano. op.cit., 1972, pp. 15/62; SÁNCHEZ BELLA. l.
- 150-
prohlstorlo 3 - 1 999

Esta periodización viene detennmada por el concepto derecho patrío. originariamente


utilizado por Levene y consensuado por el resto de historiadores del Derecho41 • El vocahlo
derecho patrio sirvió para clasificar un sistema jurídico fundado en la redacción de normas
por las autoridades locales que adquirieron con el movimiento de mayo de 1810 potestad
legislativa. Originado por la Revolución de Mayo. señala Peila, el derecho patrio acabó con
el derecho patrio indiano, y organizó un derecho patrio argentino precodificado, este últi-
mo fundado en el Derecho castellano-indiano. respetado luego por los Códigos privados41 •
El derecho patrio argentino reflejaba. o debía reflejar. el comienzo de la nacionalidad, y
por eUo las tesis de Osvaldo Magnasco, que sostenía que Argentina carecía de historia del
Derecho porque no tenía un derecho propio. fueron rechazadas. Radaelli concluyó que varias
generaciones de juristas argentinos tuvieron un concepto equivocado al no estudiar el Dere-
cho anterior al del movimiento de Mayo. Su crítica se extendió a las afirmaciones de Juan
Bautista AJberdi de que el Derecho de las Provincias del Río de la Plata había sido un Dere-
cho intermedio, porque hablar de intermedio implicaba "aludir a un período poco representa-
tivo y carente de significado histórico, en cuanto ello supone la subsistencia de ciertos valores
en épocas siguientes. Un derecho intermedio que no es más que eso. intermedio, significa
históricamente muy poco. En cambio la representación que produce en cualquierespúitu el
vocablo patrio es totalmente distinta. Derecho patrio argentino nos da la imagen de un con-
junto considerable de valores, de causas históricas y de una proyección también histórica.
Supone un sentido y una personalidad"41 • sentido y personalidad que constituyen la base del
Volkgeisr alemán. Los historiadores del derecho pretendían encontrar la esencia del derecho y
deslnlir la imagen de que el país se había organizado jurídk.ameute c:m base a la imitación de
un Derecho ajeno. También pretendían mostrar que, incluso durante la primera mitad del
siglo XIX. Argentina había gozado de un cuerpo legal uniforme y sólido.
Rompiendo con los fundamentos de la Escuela histórica alemana, a la que, por otra pane.
estos autores pretendieron adherirse en la formalidad teórica, Zorraquín Becú sostuvo que la
autoría del Derecho indiano correspondió a la Monarquía española y no al pueblo ni a legis-
ladores locales. Dada la provisionalidad y el casuismo del sistema jurídico indiano. un tema
sobre el que se ha explayado Tau Anzoátegui. aquél no fue un sistema completo de reglas

"Historiografía jurídica indiana", en SÁNCHEZ BELLA y otros. /lisroria del Derecho indianCI.
op. cit, p. 96.
~ 1
RADAELLI, Sigfrido El Instituto de Historia del Derecho Argentino y Americano, Buenos Aires.
Com, 1947.
~~ PEÑA. R. ··La aplicactón del Derecho castellano-ind1ano por los Tnbunales JUdiciales de Córdoba
(1810.1820)". RIHDRL. 1967. p. 129: MURD..LO RUBIERA. F. "Codificación y sistema Jurí-
dico iberoamericano··. en Levagg1. A. (coord.) Fuentes tdeológic.us ·' normativas de /u wJificu·
ctón latinoamericana, Universidad del Museo Social Argentino. Buenos Aires, 1992. p. 145.
H Radaelli criticó el artículo de Magnasco aparecido en La Nación en ocasión de la conmemoración
del CentenariO de la Revoluc1ón de Mayo bajo el título ··Nuestro derecho en la centuria··. t:n
RADAELLI, Sigfrido '"Derecho patrio argentino.... op. cit.. 1949. pp. 59/62.

- 1 51 -
DALLA CoRTE. G .• <<La historia del derecho ...»

destinadas a ordenar la vidajurídica44 • Rechazada la exigencia de originaJ idad de la Escuela


histórica, también la acusación de imposición se perdió en la argumentación y condujo a la
Historia del Derecho a un callejón sin saJida. La ausencia de reflexión epistemológica se
evidencia en la faJta de críticas a las denominaciones y calificativos, como mostré en los
párrafos anteriores. Es evidente. además, que los criterios diferenciadores se ClfCunscriben aJ
aspecto legaL Los s1stem.asjurídicos están diferenciados analíticamente por el contenido le-
gislativo, criterio que nos demuestra, una vez más, que el origen y fin último de la Historia del
Derecho es la ley escrita, y esta restricción se vincula a la definición del concepto derecho.
Para aJgunos se trata de una respuesta más o menos inmediata a los planteamientos sociaJes.
determinantes en su evolución, en relación directa con el contexto; para otros es simple sinó-
nimo de ley (o legal) en función de las líneas más rígidas del formalismo jurídico que condi-
ciona a la ley como el marco impuesto por el legislador para obligar a los ciudadanos median-
te la amenaza de sanción en caso de desobediencia, o como sistema regulador de los vínculos
personales.
De lo expuesto, cabe agregar que en la Historia del Derecho ha predominado una visión
legalista, el interés en los órdenes de prelación de leyes. la preferencia por un positivismo
jurídico que se atiene a leyes y códigos como base esencial para el estudio de lo jurídico, y la
concepción de instituciones derivadas de la norma y no de la realidad sociaJ. Aunque la legis-
lación.los expedientes judiciales, memoriales, correspondencia, literatura y periodismo de la
época se reconozcan como fuentes genuinas,las investigaciones concretas se fundamentan en
el estudio de las leyes escritas (sancionadas y aplicadas). y esta reducción se explica por la
definición de Derecho como un campo formado por leyes. decretos y reglamentos. Este tema
nos conduce al problema de lasfuentes.

4. Consideraciones desde la Historia jurídica y la valoración de la fuente.

La disciplina utiliza el conceptofiwlle con dos significados, uno vinculado al Derecho y


otro a la disciplina histórica. En relación al primer significado, entiende por fuente la institu-
ción o fuena social capaz de producir normas a que está sometida una comunidad, las condi-
ciones que dan origen al Derecho. En este sentido, se alude a que las fuentes pueden ser
formales (como costumbres, leyes, doctrinas), y materiales (factores que provocan su apari-
ción y detenninan su contenido, como creencias reljgiosas y morales. ideas políticas y socia-
les, intereses económicos). En relación al segundo significado, el vocablo fuente alude al
insumo cognoscitivo del historiador, a los materiales o restos del pasado que sirven para estu-
diar el mundo jurídico. En esta acepción, los historiadores del Derecho suelen diferenciar
entre fuentes jurídicas e históricas, ~stas últimas representadas por expedientes judiciales,
testamentos y documentos públicos, pero los corpus documentales privilegiados son, por lo
generalJuentes jurídicas. material édito conformado por la legislación. García-Gallo. por

"" TAU ANZOÁTEGUI, Víctor Casuismo y sistema. op.c1t..

- 152 -
prohlstorla 3 - 1999
ejemplo, desdeña los documentos individuales y particulares y la jurisprudencia (entendida
como sentencia finne y en calidad de caso precedente, y no como ciencia del Derecho), aun-
que otros autores, menos conservadores, han señalado la importancia de ampliar el corpus
documental para estudiar las manifestaciones jurídicas. Según Tomás y Valiente, frente al
ideal de la ley,la dura realidad nos muestra el abuso y la alteración de la legislación, y abordar
el mundo desde la letra de la ley hace que nos alejemos sensiblemente de lo vivido por las
personas. Tau Anzoátegui es el jushistoriador argentino que más ha insistido en las últimas
décadas en la necesidad de no reducir al Derecho a su ámbito posiúvo. postulando que hay
otras fonnas de creación jurídica y otras maneras de abordar el universo juridico no
autorreferidas a la ley. como su propia inobsermncitt5 •
Las fuentes documentales que utilizamos los historiadores difieren, por regla genernJ. de
las que la Historia del Derecho acepta como fidedignas, inclusive del amplio espectro que
propuso Altamira y que no fue, según nuestro criterio. aprovechado en todas sus dimensiones
por los sostenedores de la Historia del Derecho, tanto españoles como argentinos. Según
Altamira, el Derecho no es sólo el elaborado y pensado intelectualmente por los científicos,
sino que es un género de conocimiento accesible a todos y que es factible de estudiar a través
de diversas fuentes. tanto jurídicas como históricas"6 • El estudio de la doctrina y de los docu-
mentos administrativos puede llevarnos a las entrañas de la historia jurídica y al Derecho
vivido por las personas.

* **
A partir de estas reflexiones, es posible señalar sumariamente las características centrales
de la Historia del Derecho tal como .se ha planteado en la línea clásica de la que hablaba Horst
Pletschmann:
a) la equivalencia entre Derecho y estructura legal nonnativa:
b) la preferencia por el análisis exegético de la ley:
e) la preeminencia del sistema como construcción lógica y estática del ordenamiento jurídico:
d) la paridad entre historia y proceso temporal üneal.
Sobre la base de estos supuestos, la Historia del Derecho fue hegemónica en los estudios
que sobre la colonia y el período poscolonial se produjeron en la primera mitad del siglo XX.

5
" Todas referencias de SEOANE. M.l. "Crianza y adopción del Derecho argentino precodificado
{1810-1870). Análisis de la legislación y de la praxis bonaerense". RJHD, N9 18. pp. 355/439:
PETIT, C. La Compañía mercantil bajo el régimen de las Ordenan:as del Consulado de Bilbao.
1737-1829, Sevilla, 1979; PÉREZ MARTÍN, A. y SCHOLZ, M. Legislación y jurisprudencia
en la España del1\ntiguo Régimen, Univemdad de Yalenc1a. 1978, Prólogo de Mariano Peset, p.
;

XVIII: TOMAS Y VALIENTE. Francisco El Derecho Penal en la Monarquía absolwa, siglos


X\ '1-XV/Il. Tecnos, Madrid. 1969. Cap. Ill.
~6 ALTAMlRA Y CREVEA, Rafael Técmcas de im·esllgaci6n en la Historia del Derecho Indiano.
José Porrua e hijo!> ed.. México. 1939. pp. 85/86.

- 153-
DALLA CoRTE, G .. «La hístona del derecho ...»

pero actualmente no es una corriente de importancia en el espectro académico argentino por-


que se convirtió en una disciplina nomotética fundada en la descripción abstracta de sistemas
jurídicos desarrollados en un espacio geográfico (primero el rioplatense y luego el argentino)
y en diversos momentos históricos. El Derecho, por otra parte. es definido como un conjunto
de textos inamovibles en que se plasma el ordenamiento normativo positivo. Un ejemplo de
esta perspectiva es la obra de Tau Anzoátegui sobre el proceso de codificación y el movimien-
to de ideas que condujo a la sanción de los códigos en Argentina luego de 18 JO. Tau describe
la mentalidad social a partir de la lectura de los _corpus normativos y de las obras de autores
que, desde el protagonismo político o desde la gestión en el sistema gubernamental, idearon el
sistema de normas. La codificación, por ende, está reducida a un reflejo fiel de las ideas
jurídicas de diversos intelectuales que plantearon la necesidad de la codificación y de las
transformaciones a nivel legislativo. El universo jurídico, finalmente, queda reducido a una
hermenéutica de la docuina. como si esta úJúma pudiese dar cuenta del proceso histórico
jurídico en toda su particularidad y complejidad.n.
Los presupuestos metodológicos y teóricos de esta corriente han provocado su presenc1a
marginal como área de investigación en la historiografía argentina actual, y ello se debe, al
menos. a dos causas. La más importante es que los propios historiadores del Derecho delimi-
tan su ámbito de influencia a los cuerpos académicos jurídicos, convirtiéndola en un nicho de
especialistas del Derecho. Consensúan que la investigación,la enseñanza y la transferencia de
los resultados de la Historia del Derecho queden en los ámbitos jurídicos y para personas
dedicadas al Derecho. no a la Historia La otra causa es que la Historia del Derecho argentina
ha estado indisolublemente ligada a la Historia de las Instituciones, y sólo algunos represen-
tantes de la corriente han logrado establecer criterios novedosos. sin romper nunca con los
estrechos márgenes teóricos impuestos por la propia concepción del Derecho reducida al ám-
bito legal formal. No constituye un dato al azar sef'íalar que los órganos de difusión de los
historiadores del Derecho de la segunda mitad del siglo XX son dos publicaciones forenses:
La Ley y Jurisprudencia Argentina. Por otra parte, quienes se autocalifican historiadores del
Derecho forman parte, además del Instituto de Historia del Derecho. de la Academia Nacio-
nal de la Historia.
Esta superespecialización ha comportado que las tendencias historiográficas que predo-
minan en los congresos nacionales e internacionales, Jornadas de Historia, etc., hayan exclui-
do el área de la Historia del Derecho de las mesas de trabajo. dado que durante la primera
mitad del siglo XX fue el área historiográfica denominada oficial o tradicional. La manera en
que fue planteada la Historia del Derecho, y su inclusión en la currícula formativa de los
juristas, ha incidido en su interdicción y marginalidad, no sólo entre los historiadores sino

41
Esta es una advertencia que puede hacerse extensiva a los estudioc; de tipo político y doctrinano. o
de historia de las 1deas. TAU ANZOÁTEGUl Víctor La codificación en la Argentina. mentali-
dad social e ideas jurídicas (1810-1870). Colección de Estudios para la Historia del Derecho
Argentmo, vol. XI. Buenos Aues. Imprenta de la Universidad. 1977. pp. 15/16.

- 154-
prohlstorlo 3 - 1999

también entre los especialistas en el Derecho. Entre los primeros. porque el formalismo y el
tecnicismo que proponen los historiadores del Derecho no concuerda con los movimientos
historiográficos de este siglo (Escuela de Annales. microhistoria. Historia social, e, incluso,
Historia política, Historia de vida y de las ideas)48 . Entre los segundos, porque están más
interesados en analizar la construcción contemporánea del Derecho y sus aspectos técnicos y
dogmáticos, percibiendo un esfuerzo vano el estudiaren el pasado jurídico los fundamentos

del presente.
Por ello discrepo con Zorraquín Becú en considerar a la Historia del Derecho como equi-
valente de la Historia jurídica, ya que en esta última confluirían las herramientas y teorias del
Derecho sin reducir sus contenidos al ámbito legal y al universo académico de los juristas. En
este sentido, la Historia jurídica no necesitaría delimitar su campo de acción en el teneno del
Derecho, sino en el de la Historia, y definir a partir de allí una serie de herramientas concep-
tuales y teóricas que le permitan desarrollarse como un área historiográfica. Este problema se
vincula con otro: el de las conceptualizaciones. Se ha discutido sobre las diferencias entre
Historia del Derecho, His10ria de la Justicia, Legal HistOf}' e Historia jurídica o Derecho
histórico (sin mencionar la Antropología Jurídica y la del Derecho). pero la mayor parte de
los especialistas en estas ramas utilizan los vocablos como sinónimos ocluyendo, de esa for-
ma, no sólo la diversidad teórica y metodológica, sino también las finalidades tácitas de cada
aproximación49 •
En relación a este debate, considero que puede ser interesante detenemos en uno de los
historiadores del Derecho más importantes de las últimas décadas en España, Francisco To-
más y Valiente, ya que produjo a nivel metodológico un retomo a los planteos de las primeras
épocas de la disciplina a un nivel muy cercano a la Historia Jurídica. Para el autor, el Derecho
• de otros tiempos interesa al historiador como elemento de un conjunto más amplio. de un todo
social organizado y regulado. El estudio de los modos de creación del Derecho y el examen de
las instituciones jurídicas, de acuerdo al autor, constituyen un camino propicio para el conoci-
miento y explicación de sociedades pasadas. Incorporada como rama específica de la ciencia
histórica. Ja Historia del Derecho vería a este último como un conjumo de normas emitidas
desde el poder y, a través del análisis del funcionamiento real de las insútuciones, seria posible
conocer cómo vivían las personas. Se trata de un planteo novedoso que recuerda al que hizo

4
* Esto no significa que los autores que podríamos enmarcar en estas tendencias no hagan uso de las
obras escritas y publicadas desde la Historia del Derecho y de las instituciones. De hecho, obras
como las Asambleas Legislativas de Ravignani, las Recopiladones de Ricardo Levene. las crono-
logías legales, así como las interpretaciones jurídicas construidas en base a los fundamentos
metodológicos analizados. constituyen un insumo casi obligado.
'" Este debate es análogo algue se está produciendo en la actualidad en d campo de la Ewnomía y dt:
\a Eco\ogia, en vinuó de \as equívocas acepciones que ha rccl.bióo \a óiscip\i.na Economfa Ecológica.
Véase MARTÍNEZ ALIER. Juan "Temas de historia económico-ecológica", en Manuel
GONZÁLEZDE MOUNA & Juan MARTÍNEZALIER (ed.) Historia y Ecología. Marcial Pons.
• Madrid, 1993. pp. 19/48 .
- 155 -
DALLA CoRTE. G .. «La historia del derecho ... >>

Marc Bloch en su excelente estudio sobre la Sociedad Feudal. Bloch escribió que la mejor
manera de conocer la realidad social es analizar cómo era juzgada la gente50 , un señalamiento
de tipo metodológico que debe hacemos pensar. no sólo en sociedades pasadas. sino también
en el comportamiento, a veces arbitrario. de quienes forman parte de instituciones corporati-
vas del preser.te, como la universitaria.
Este es el aporte fundamental que Tomás y Valiente atribuye al diálogo entre la Historia y
el Derecho en el marco de la~ dos disciplinas que intenta conjugar bajo la primacía histórica.
porque su objeto central lo constituyen los instrumentos de control social así como la menta-
lidad jurídica que condiciona a aquéllos. No puede sorprendemos, por ende, que el autor
escoja realizar estudios institucionales (como el de la Inquisición) o semblanzas personales y
profesionales de un ministro, de un juez del Antiguo Régimen y de Campomanes, todo ello
pensando claramente que las normas surgen en el seno de conflictos que involucran a los
individuos en sus relaciones sociales, y que en su creación intervienen el poder político y los
sectores dominantes, aún en los movimientos revolucionarios que buscan imponer un orden
jurídico nuevd 1 •
Estas apreciaciones son importantes a la hora de definir el status cienrífi eo de la Historia
juódica. Concebida como una especialidad de la Historia, su objeto son las realidades jurídi-
cas por fuera de una visión formalista que considere a nivel metajurídico el contenido de
intereses y conflictos sociales. Pero también debe ser pensada en términos más amplios que la
Historia de la justicia para poder establecer criterios de coherencia de los di versos ni veles de
la vida jurídica, no autocentrados en la fase de la aplicación normativa. Se trata de una tarea
que están emprendiendo algunos investigadores, aunque eludan autodefinirse en el ámbito
juódico al confundir este último con la especialidad de la Historia del Derecho tal cual ésta
se ha presentado hasta ahora. El debate sobre la naturaleza de la Historia del Derecho puede
carecer de relevancia si lo pensamos en términos de exterioridad, pero no lo es para quien
pretende postular un marco (en el sentido más tradicional del conceptoframing como marco
de referencia que sirve para orientar la interpretación de los hechos) significativo. También
se podría plantear que no son los jushistoriadores quienes deben pensar qué tipo de disciplina
están dispuestos a consensuar, pero es evidente que la determinación de un campo analítico
implica la centralización de algunos supuestos y la marginac1ón de muchos otros. Y que la
centralidad y la marginalidad de ideas se expresa directamente en la posibilidad de exel uir o
de incluir en forma personal a determinado tipo de académicos y académicas. Es éste el
sentido del epígrafe que he elegido para inducir la lectura crítica (deductiva) de los y las
lectores/as de este trabajo.

so TOMÁS Y VALIENTE. Francisco Gobierno e Instituciones en la España del Antiguo Régimen,


Alianza, Madrid, 1982, p. 14. BLOCH, Marc "Las justicias" en La Sociedad feudal, las clases y
el gobierno de los hombres. UTEHA, México. 1979, pp. 94-111.
51 TOMAS Y VALIENTE, Francisco Manual de Historia del Derecho Español. Tccnos, Madrid.
1983. pp. 25(!.9.

- 156-
prohlstorla 3 - 1999
La carencia de diálogo entre la Historia y el Derecho empobrece el propio análisis históri-
co y, tratándose de un área con importantes posibilidades analíticas. debe dar lugar a estudios
concretos, más que establecer coordenadas teóricas y metodológicas rígidas. Creo también
que debemos reflexionar. como dice Frosini, acerca de la diversa interpretación de la letra de
la ley por las personas en una misma época y en diversos momentos históricos52 , y esta estra-
tegia hará posible el análisis de las prácticas jurídicas y de las percepciones individuales
frente al funcionamiento global del Derecho en la superposición de normas juridicas y no
jurídicas. De esta manera, la Historia Jurídica podrá fundarse en la construcción histórica.
procesual, de las jurisdicciones en el sentido más tradicional del término, el dejurisdictio. de
poder decir el Derecho.

5. Revistas citadas

RJJIDRL. Re\•isra dellnsriruro de Hrsroria del Derecho Ricardo Lerene, Buenos Aires.
AJJDE. Anuario de Historia del Derecho Espaíiol. Madrid.
RIHD, Re\'ista de Historia del Derecho del Instituto de Investigaciones de Historia del Dere-
cho. Buenos Aires.

~2 FROS JN l. Y. La letra y el espíritu de la ley, Arit!l, Derecho. Barcelona. 1995.

- 157 -
prohlstorlo 3 - 1999

Clero vasco y nacionalismo:


del exilio al liderazgo de la emigración (1900-1940) 1
ÜSCARALVAREZ GILA

(Euskal Herriko Unibcrstitatea YlTORlA-GASTEIZ)

Resumen:
La reacción de la jerarquía contra la cxpanstón del nacionalismo Vasco en el interior
de la Iglesia Católica de ese país durante las primeras décadas del stglo XX generó
una corriente de curas vascos exiliados por su ideología. América fue su principal
destino. como fue muy usual desde las Guerras Carlistas. En un principio los
autoexHios fueron aislados. Des pues de 191 O, los ataques se hicieron mucho más
fuertes y el movimiento emigratorio se incrementó aún más. Fue con la Guerra Civil
Española que este movimiento encontró su punto más álgido. La participación de
estos curas en el proceso de difusión del nacionalismo en las colonias vascas de
América fue esencial; y su ayuda fue también muy valiosa para los emigrantes que
dejaron el país Vasco basta la guerra de 1936 - 1939.

Palabras da ve:
Exilio- Clero vasco - Nacionalismo vasco · Argentina . 1900-1936. Guerra Civil.

Abstract:
The reaction ofthe hierarchy against tbe growing spread ofBasque nationalism within
the Basque Catholic Churcb during the first decadcs of 20th century generated a
current ofBasque priests being exiled for their ideology. Arnerica was their principal
destination, as it was quite usual since the Carlists Wars. At the beginning, self-exiles
were isolated; after 19 JO, tbe attacks became much stronger and the emigration
movement increased even more. lt was witb the Spanish Civil war that this movement
reacbed tbe top. The participation of these priests in tbe process of expanding the
nationaüsm in the Basque colonies of Arnerica was essential; and tbeir help was also
very useful for thc emigrants who left Basquc Cotmtry until the 1936-1939 War.

KeyWords:
Exile- Basquc Priests- Basque Nationalism -Argentina- 1900-1936- Civil War-
1 Una primera versión de este texto. en lengua vasca, ahora correg¡do y aumentado, en<<Eliza. euskal
abertzaJetasuna eta Amenketarako erbesteratzea. lkuspeg1 orokor bat ( 1898-1940)». lh taro. Bil-
bao, 13 ( 1995), pp. 69-86.

- 159-
ÁLVAREZ GrLA, 0 .. «Clero vasco y nacionalismo: ... »

ntre los muchos tópicos que vertebran la historiografía vasca sobre el pasado más

E inmediato, uno de los más debatidos y recurrentes es el de la participación de la Tgle-


sia en el nacimiento y expansión del nacionalismo vasco. Desde que, en 1893, Sabino
Arana y un pequeño grupo de seguidores dieran los primeros pasos del nacionalismo
vasco, cuyo objetivo último era obtener la independencia política del País Vasco, la
confesionaüdad ha sido un elemento integrante del proyecto sabiniano estructurado alrede-
dor del Partido Nacionalista Vasco. El aforismo que condensaba, en palabras de Arana, la
ideologia nacionalista es suficientemente elocuente: «Nosotros para Euzkadi, y Euzkadi para
Dios»2 • No resulta así extraño que, en unos momentos en que se halla en vías de decadencia el
tradicionalismo carlista, sector político a la que se había adscrito la clerecía vasca, de forma
mayoritaria, durante el siglo XfX3 , numerosos sacerdotes de las nuevas generaciones se aproxi-
maran a este, para ellos, atrayente nacionalismo durante las tres primeras décadas del siglo
XX.
No es aquí nuestra intención, sin embargo, entrar en este debate en el que han participado
y participan muchos y muy conocidos historiadores, políticos y pensadores en la Euskadi
actual, y que suele aparecer con una recurrente intensidad. No obstante, partiendo del hecho
incontrovertible de la estrecha relación que ha habido entre el desarrollo del nacionalismo y
un amplio sector de la clerecía vasca. nos adentraremos en un aspecto colateral al mismo.
todavía desconocido: el exiüo que conocieron muchos eclesiásúcos vascos, por su cercanía
política al nacionalismo. en el marco temporal del primer tercio del siglo XX y, como deriva-
ción, el papel que jugaron estos eclesiásticos en la conformación organiza[iva e ideológica de
la colectividad vasca en América. y más concretamente en el Río de la Plata.

CLERO VASCO Y EXILIO


1899-1910: Los primeros exilios de nacionalistas

Los primeros esrudiantes de ideología nacionalista vasca comienzan a aparecer en e 1Se-


minario de Yitoria, se dice, cuando finalizaba el siglo XIX. Al comienzo, es de suponer que
eran muy pocos, y la carencia de fuentes no da posibilidad de recontarlos. Es, en cambio, muy
temprano el primer caso que conocemos, de un seminarista abertzal~ que opta por trasladar-

GARCf.A DE CORT ÁZAR, Franctsco; <<Iglesia vasca, religión y nacionalismo en el siglo XX». en
ID. y FUSl, Juan Pablo;Polftíca, Nacionalidad e Iglesia en el País Vasco, San Sebastián, Txertoa.
1988, pp. 60-70. Sabino Arana, incluso, creó un neologismo para designar al futuro estado vasco:
Euzkadt., término que se alejaba de la tradición ortográfica y sintáctica del idioma vasco.
Actualmente,ha stdo aceptado para designar al País Vasco, en su variante Euskadi, más acorde con
la tradición. aun en su incorrección.
)
Cfr. entre otros, RODRÍGUEZ DE CORO, Franctsco; País Vasco, Iglesia y Revolución Liberal,
Vitoria, C.A.M., 1978. Tambtén GARMENDIA, Vicente; Vicente Mantero/a. Canónigo, diputa-
do y conspirador carlista. Vitoria, C.A.M .. !975.
,
.
«Nacionalista» en lengua vasca; por antonomasia se aplica en castellano al nacionalista vasco .

- 160 -
prohlstorlo 3 - 1999

se a América a continuar sus estudios. En agosto de 1900. por medio de un procurador. un


joven acólito de Erxebarria (Vizcaya). solicita su aceptación en la arquidiócesis de Montevi-
deo. para acabar su carrera en Uruguay y ser allí ordenadOS. Su nombre es Francisco Alcfbar-
Arichuluaga, pero en el País Vasco era más conocido por su apodo: Marklóako Extudiantie.
pelotari excepcional, «inoiz izan dan pelotariaundienetarikoa>>6 • En algunas fuentes, al expli-
car las causas de su marcha, se cita su afición a la pelota vasca. <<Aldi labur bat baño geiago ez
eban egin pelotaritzan, ze bere Gotzain Jaunak (Obispuak) eragotzi cutson bizipide pelotarielcin
agirian jokatzia»7 • Pero una simple afición deportiva no era motivo suficiente, como bien
sabemos: la verdadera razón quedó en evidencia nada más recibir su ordenación sacerdotal.
Trasladado a la ciudad de Rosario (Argentina), donde residían unos parientes suyos. muy
rápidamente se vincula a la célula nacionalista que allí existía: un pequeño grupo, compuesto
tanto por laicos como por sacerdotes, quienes en 1912 darían vida al "Zazpirak Bat". el pri-
mer centro vasco fundado en Argentina por nacionalistas8 • Hasta su muerte el año 1955, en
Rosario, en palabras de quienes le conocieron. fue un «euskotar eta euskaldun zintzoa»9 • y
sobre todo un «admirable aberu.ale» 10 •
El de Alcíbar no era un caso aislado. En el mismo primer decenio de siglo, JX>CO a poco, le
seguirían otros seminaristas y sacerdotes en su mismo camino. La mayor parte de los que
conocemos. pertenecían a la diócesis de Vitoria; en el seminario de Pamplona no había pren-
dido la mecha de la naciente ideología11 • Estos sacerdotes emigrados se repartieron por diver-
sos pueblos y ciudades de Argentina y Uruguay. Entre otros. tenemos a Ni casiO Cortabarría

Arch1vo del Ar::obispado de Monte\·ideo. Personal. A-J. carpeta Alctbar-Arichuluaga. Feltx Orella
al Arzobispo de Monlevideo, Vitoria: 6- VII-1900.
6 <<Uno de Jos más grandes pelotaris que ha habido nunca» (TXORIERRI. «Mariona 'ko <<Estudiantic»
il da», Euskalt::aleak, 5 (epailla-yorrailla 1955). Buenos Aires. p. 1). Pelotari es el pracllcante del
deporte de pelota vasca.
1
«Actuó en la pelota sólo durante un breve periodo. pues su Obispo le prohibió jugar con pelotaris
profesionales» lbidem.
• Cfr. nuestro «Euskal aberLZaletasunaren ezarrera Argentinan: Rosano-ko Zazpirak Bat euskal
etxearen adibidea (1912-1935), Mundai::, 44 ( 1992). San Sebaslián. pp. 97-118.
~ «Buen vasco y vascoparlanle» (TXORIERRI, «Markina 'ko <<Estudianrie>> ..., p. 1).
1
" ZAPIRAK BAT. 1912 -1953. inauguración del caserío. Rosario, 1953, s/p.
11 Cuando hablarnos de <<País Vasco», estamos refu-iéndonos de forma genérica a todos los lerritorios
en los que se extiende el idioma vasco, repartidos entre España y Francia. No obstante. en la parte
vasco-francesa el nacionalismo vasco nunca ha arraigado. mientras que en la vasco-española, lo ha
hecho fundamentalmente en su sector occidental. en las provincias de Álava. Vizcaya y Gutpúzcoa.
... y en mucha menor medida en Navarra.
12 En 1914 regresó definttivarnente al País Vasco. Es difíctl señalar con precisión su ideología, pero
desde que llegó a Argentma estuvo en relacwnes con la colonta nac10naltsta vasca de Argentma.
Cfr. Archi\'0 del Ar::ob1spado de La Plala (Argentma; en lo sucesivo AALP): <<Libro de títulos», 1
(1898-1940).
11
Lugar donde tradicionalmente se reunían las Juntas Generales de Vizcaya. cuando los vasco-cspa

- 161 -
ÁLVAREZ Gti.A. 0 .. <•Clero vasco 'j nac10nahsmo: ... »

Idia:·bafl 2 • guipuzcoano (quien bendijera en 1906 un retoño del árbol de Guemica13 sito en
la sede social del centro vasco "Laurak Bat" de Buenos Aires), y sobre todo el v1zcaíno Fran-
cisco Azpin Mendiguren . quizá el más enfervorizado y activo abertzale que conoció la colo-
nia vasca de Argentina en el comienzo de siglo.
Merece la pena detenemos en la figura de este último. A los tres años de ser ordenado.
recibió el23 de JUlio de 1900penniso de su obispo de Vitoria para marchar a Buenos Aires '~.
Muy pronto pasará a la diócesis de Santa Fe. donde llegó a ser nombrado. al poco tiempo.
director del Seminario diocesano. Lo que en el anterior era sospecha fundada, en el caso de
Azpiri es total seguridad: Américo A.Tonda (que conocía a Azpiri personalmente), al escribir
su Historia del Seminario de Sama Fe, afirma que «sus ideas nacionalistas le habían puesto
en la trocha que conduce al exili0» 15 •
No perdió tiempo en trabar relación con la colectividad vasca de Argentina. Especialmen-
te. trabó intensa amistad con el director de la revista decenal vasca La Baskonia que se publi-
caba en Buenos Aires16 , en la que Azpiri se dedicó a publicar regularmente artículos y notas,
hasta su fallecimiento. En aquellos años. los artículos de Azpiri se hallaban entre los más
netamente ideológicos, en pura ortodoxia sabiniana. Como muestra de su opción política, es
muy expresiva la carta que le escribió otro sacerdote vasco, euskaldun, aberr:ale y amigo, el
año 1908, sabedor de que iba a América, carta que vio la luz en la propia La Baskonia:

Euskal errira ibiltalde bat egiteko asmoa dezula diraustazu. eta ezerchu arako etedauk.adan
iteneustazu. ¡Au garai ona ango euskeldun epelai gure abertzale zintzoa azalduteko eta Aberri
maite, neke eta nai gabez beteari, laztan gozo bat emateko!.
Biotzeko zañetan, ma1tetasunezko tolos tartean daukat usam gozoko lora eder bat gordenk.
zein guradoten nik Aberriari eskeini. Ara emen lora eder ori: ¡Gora Eu:kadi!.
Erarnaizu neure biotzekoAma laztan-laztanari.
Agur.
Azpiri 'tar Pachi 11 •
ñoles fueron pnvados del Fuero por el que se regían (1876, tras la última Guerra Carlista), pasó a
convertirse en símbolo del autogobierno perdido.
14
Archivo del Obispado de \litoria (en adelante, GaAA), «expedientes de sacerdotes», 3717. Nacido
en Mendex a, el 14-X - 1873.
1' TONDA. América A.; 1listoria del Seminario de Santa Fe, S anta Fe, 1957, p. 184. De paso, nos
da esta descripción de Azpiri: <<Los que le vieron ese día, le describen corno un hombre alto, de
fornida contextura, coronada por una cabeza relativamente pequeña, de tez blanca, cabellera negra
y diezmada. Había nac1do en el país vasco, cuya reciedumbre física y moral le rondaba por los
glóbulos de la sangre».
16 José Ramón de Unarte, director de «La Baskonia», muchas veces se refiere a él como <muestro
amigo». Por ejemplo, «Notas locales», La Baskonia, XVIII, 614 (20-X-1910). p. 32.
17 «Me dices que ttenes intención de hacer un viaje al País Vasco, y me preguntas si tengo algún
recado para allá. ¡Qué buena ocasión para mostrar a los vascos tibios de allá nuestro leal naciona-
lismo. y para dar a nuestra querida Patria, llena de cansancio y penas. una dulce caricia! 1En las
venas del corazón, tengo guardada una hermosa flor entre los pliegues de m1 amor. que quisiera

- 162 -
prohlstorlo 3 - 1 999

Aqnri, además, tenía cualidades personales suficientes como para progresar en su propia
carrem sacerdotal dentro de la Iglesia argentina. De la direcc ión del Seminario de Santa Fe,
pasará en 1911 a la ciudad de Corrientes, nombrado vicario general por el obispo de la nueva
diócesis y amigo suyo. Mons. Niella. Al mismo tiempo. lo coloca en la dirección de una
revista católica de nueva creación. Empero, no perdió por esto sus contactos con los elementos
. vascos, especialmente con el activo yfuerte grupo, antes mencionado, que se había formado
en Rosario. que se nuclearían alrededor del "Zazpirak Bat".
En agosto de 1920. Francisco Azpíri toma el barco para Europa. En principio, su destino
es Roma. donde va a realizar la visira ad limina en representación del obispo de Corrientes. AJ
embarcar, se convierte en protagonista de una anécdota en la que deja claramente a la vista su
ideología: al ser preguntado por su nacionalidad, dice que es «vasco».«¿ Vasco-francés?».
«Vasco», responde.«¿ Vasco-español, acaso?». Y nuevamente dice Azpiri: «i Vasco!». «¿Pero,
vasco qué?», le preguntó por último el funcionario de aduanas. «Ponga vasco-chino». será su
última y definitiva respuesta, y así quedó dicen escrito en la documentación18 •
De Italia. al regreso, pasa por Vizcaya, a visitar a su familia y, de paso. a beber en las
fuentes de su nacionalismo. De su Mendexa natal se acercará a Pedernales, a rezar sobre la
tumba de Sabino Arana. Con este motivo redacta un largo y sentido artículo para La Baskonia.
)
con fotogr4fías. que manda por correo. Este artículo sí, pero él no llegará a Argentina: el barco
que lo llevaba de vuelta a América se hundió frente a las costas de Galicia en enero de 192119 •
Entre los amigos íntimos de Francisco Azpiri, hemos de destacar a otro sacerdote euskaldun
y nacionalista, al que ya antes nos hemos referido. Andrés A. 0/ai:o/a Eche\·arría, nacido en
1877 en Azcoitia. quien emigrará a Argentina de seminarista (en Yitoria sólo había re.alizado
los tres cursos de Filosofía). Completaría sus estudios en el seminario de la capital de la pro-
vincia de Santa Fe, ciudad donde fue ordenado en 1900. Como señalábamos con Alcíbar, no
podemos afirmar con total seguridad que su marcha desde el País Vasco obedeciera a razones
políticas, es decir, que pueda incluírsele en el grupo de los exiliados stricto sensu. No obstan-
te. esto no es Óbice para no dudar ni un momento de su nacionalismo profundo. ya que a lo

ofrecer a mi Patria. He aquí esa bella flor: ¡Gora Eu:::kadi! 1 Llévasela a mi qucndís1ma Madre de
mi corazón. 1 Adiós. 1 Francisco de Azpiri>>. («Notas locales», La Baskonia. XV. 523 (10-JV-
1908), p. 313. La carta está dirigida al sacerdote Andres A. Olaizola).
·~ G ASTEIZTARRA; «Del clero vasco en la Argentina>>. Anuario Almanaque Vasco. Rosario. 1941.
p. 77.
1
Q «El naufragio del Santa Isabel», La Baskonia, XX:Vlll. 985 ( 1O-U -1921 ). p. 202.
20. Por ejemplo, pocos días antes de morir enviaba una carta al director de la rcv1sta nacionalista
«EULko Deya» de Buenos Alres, cuando estaba de vacac10nes t:on los capuchinos en Córdoba.
«Enero 23 140. Discípulos del Padre Evangebsta de Ibero. viven baJO estos nogales centenar1os.
añorando a Navarra. Corresponde el saludo de primero de año desde estas rientes tierras, con
afecto para todos los señores de esa querida entidad. Su afcctístmo am1go A. de Olaizola». Cfr.
«Ha fallecido Monseñor Olatzola», Eu:ko Deya, Buenos A1res. 10-II 1940. p. 6.

- 163 -
ÁLVAREZ GILA. 0 .• «Clero vasco y naciOnalismo: ... » l
largo de toda su vida, tuvo numerosas ocasiones para hacerlo patente20 : como bien le definió
su íntimo amigo durante años, Bernardo de Viana, era un <<alma patriótica que se entregaba
por entero y sin reservas ala labor de difusión de ideales [el nacionalismo vasco] cuya incom-
prensión podían levantar muchas resistencias y no pocos sinsabores»21 •
Muy joven, el obispo de Santa Fe se fijó en sus capacidades, y le nombró su secretario
privado. Durante muchos años. ocupará este cargo de gran confianza. micio de una carrera
que en lo sucesivo siempre sería ascendente. Cuando el año 1912 se preparan los vascos de
Rosario para celebrar sus primeras fiestas en honor de San Ignacio y dar vida al centro ''Zazpirak
Bat", los responsables de ambas iniciativas rápidamente le envían la invitación para tomar
parie en las mismas, aunque no conocieran personalmente al joven secretario: su fama, empe-
ro, estaba bien extendida entre la colectividad. A lo largo de junio y julio de 1912, diez vascos
se habían reunido, con intención de dar vida a la comisión que organizaría las fiestas vascas y
daría vida al centro vasco. De ellos. seis eran abertzales de carnet, afiliados al Partido Nacio-
nalista Vasco, (Bernardo Ustaran, Benito Unutia, Jose María Beitia, Bernardo de Viana22 ...).
los mismos que habían fundado en el mismo Rosario, en 1911, una delegación del propio
PNV: el llamado Comité Nacionalista Vasco. Los otros cuatro, precisamente son cuatro sa-
cerdotes vascos que residían en Rosario o sus alrededores: dos guipuzcoanos (Juan José Cortazar
y Manuel Aizpuru). un vizcaíno (el ya conocido Alcíbar-Arichuluaga) y un navarro {Dionisio
Santisteban).
Olaizola aceptó: él sería quien tomara a su cargo la prédica principal el conocido panegí-
rico al Santo en aquel primer sanignacio vasco de Ro~ario~ 3 • En una sentid4 intervención.
partiendo de la alabanza al santo vasco, pasó sin solución de continuidad a defender las virtu-
des de la "raza" vasca y la propia existencia de la patria vasca, con gran alegría de los organi-
zadores. Además, aquel mismo año de 1912, cuando se organizó entre los vascos de Argentina
una gran colecta en beneficio de los pescadores damnificados por la gran galerna que asoló el
Cantábrico, no tuvo ningún problema en responder afumativamente a la petición que le hicie-
ron desde Rosario, de que se encargara de reunir fondos en la ciudad de Santa Fe:

Alguien me reprochó por haber molestado a una persona a quien apenas conocíamos
y que ya había hecho bastante con no habemos cobrado ni los gastos de traslado para
venir a predicar a los vascos.
Me quedé con el reproche. pero seguí aferrado a la confianza que el P.Oiaizola
había despertado en mi desde el primer momento. Un sacerdote dentro de un vasco

11 GASTEIZTARRA; « 1940. Monseñor Andrés A. de Olaizola. 1942. Ante el segundo aniversario


de su partida. Recuerdo de otros tiempos», Euzko Deya, Buenos Aires, 10-II- 1942.
22 En el País Vasco, antes de radicarse en Argentina, fue miembro del Araba Buru Batzar. Cfr.
F.E.VA. Euzko Argentinar Bazkun Alkartasuna, Vitoria, Eusko J aurlaritza, 1984, p. 154.
u GASTEIZTARRA; «El primer San Ignacio en Rosario. Recuerdos del año 1912», Euzko Deya.
Buenos Aires, 31-Vll-1942. p. 6-7.

- 164-
prohlstorlo 3 - 1 999


no podía fallar... y no falló .
Pocos días después recibí la lista de suscripción con los nombres de unos treinta
contribuyentes y un giro por el importe recaudado. Por indicación del P. Olaizola la
lista había sido autorizada a un señor Emilio Aguirre. y los nombres que en ella
aparecen y tengo a la vista. dice a las claras del alto concepto que del mismo P.
Olaizola y de sus colaboradores se tenía en la Capital de la Provmcia: el Dr. Manuel
J . Menchaca (gobernador de la Provincia) abre la lista y siguen. entre otros apelli-
dos,los de Novoa, Chotil, Bidacbea, Mendia. Garategui. lribarren, Eguiazo. etc24 •

De este modo, durante la siguiente década. los lazos entre Olaizola y lo dirigentes del
centro vasco de Rosario fueron haciéndose cada vez más estrechos. Cuando, en la segunda
mitad de la década, los nacionalistas fueron arrinconados del''Zazpirak Bat" que ellos mis-
mos habían creado. Olaizola rápidamente se solidarizó con estos. Los nacionalistas. en res-
puesta, dieron vida a otra entidad: Euzko Bat:okija; y Olaizola. durante algunos años. sería el
encargado de oficiar las misas anuales de San Ignacio promovidas por esta institución. En
1914. incluso. lideró la defensa de los nacionalistas, frente a los ataques que sufría en la
prensa rosarinas por parte de las sociedades españolas de la ciudad : cuando éstas exigieron a
la autoridad civil y eclesiástica que prohibieran las fiestas vascas de Eu:ko Bat:okija debido
• a su carácter «separatista». el mismo Olaizola acalló todas las críticas oficiando la misa. pro-
nunciando el panegírico. y tomando parte en la comida que cerraba los actos festivoslS .
Todos los años. sin excepción. llegaba de Santa Fe a Rosario con ocasión de las fiestas de
San Ignacio, incluso cuando los nacionalistas recuperaron el control del "Zazpirak Bat". Fi-
nalmente. el obispo de Santa Fe lo nombraría vicario foráneo de Rosano. c•udad en la que fiJó
... su res1dcnc.a. Hasta su muerte en 1940, no se notará su falta en mnguna fiesta vasca de
Rosario. Cuando la Guerra Civil. acaudillará la defensa ante la opinión pública de la postura
tomada por los nacionalistas vascos a favor de la República y contra Franco. en clara diferen-
cia con lo que defendían otros muchos eclesiásticos de Argentina: «Gu. denok J aungoikoarckin
baturik. euskal Aberria defendatzen dugu»16 • Un accidente de coche. en el verano de 1940.
conó una carrera que se dirigía directamente al episcopadol7 •

~4 GASTEIZTARRA. «1940. Monseñor Andrés A. de Olaizola.. », an. cit.


25 Al año siguiente. merced a la mano de Olaizola, el obispo de Santa Fe dio su benepláctto o «nihil
obstat>> a la revista «Aitor». publicada por los nacionalistas de Rosario. Cfr. Rei'ISia Eclesiástia del
Arzobispado de Buenos Aires. XV (1915). p. 942. Cfr nuestro <• Euskal abcrttalet.asunaren ezarrera
- Argcntinan... » (art. cit.). p. 114.
26. <<Nosotros. umdos todos con D10s. defendemos la Patna vasca» (GASTEIZTARRA: <<Del
clero vasco ...»).
·- Todas las mStlluctones de la colectividad vasca de Argentma mostraron su pésame. por eJemplo
(Eu:ko Deya. Buenos A1res. 20-U-1940):
<•OLAIZOLA (Para Euzko Dcya).

- 165 -
ÁLVAREZ Gn..A, 0 .. <<Clero vasco y nacionalismo: ... ~

La década difícil (1911-1921).

De todos modos, a estos exilios individuales o aislados de comienzo de siglo, pronto se les
unieron auténticas limpiezas organizadas, especialmente en la década siguiente. Fueron los
propios altos cargos de la Iglesia española Jos que lideraron una ofensiva total contra la exten-
sión de la ideología nacionalista entre el clero diocesano y regular vasco, que se estaba apre-
ciando. La extensión del nacionalismo vasco entre los curas del País, se temía, podían poner
en peligro de ruptura el difícil equilibrio o statu quo establecido entre la Iglesia y la Monar-
quía desde el final de la última guerra carlista equilibrio que, de paso, hay que reseñar que
había ofrecido indudables beneficios para el desarrollo de la Jglesia, en contraposición con los
ataques e inseguridades que había sufrido a lo largo del siglo anterior.
Como señala Sánchez Erauskin, esta lucha se realizó en dos frentes: por una parte, se
elevaron a la dignidad episcopal numerosos sacerdotes vascos de clara filiación monárquica,
obispos que fueron repartidos por las diócesis españolas, como medio para expresar la fideli-
dad al régimen y la confiabilidad de la Iglesia de EuskaJ Herria28 • Por otra parte, se eligieron
obispos no vascos para las diócesis del País Vasco, a fin de conjurar el hipotético peligro que
supondría un obispo vasco que hiciera frente común con su clero. Los que pasaron por las
sedes de Pamplona o Vitoria durante estos años, fueron muy conscientes de su papel de punta
de lanza contra toda fonna de peligro separatista.
En esta campana. la colaboración de las más altas instancias de la Iglesia en España fue
total. En este contexto se inscriben, por ejemplo, las directrices que dirigió en 1913 el Nuncio

Ha muerto el primer vasco de Rosario


y le llora recóndita la raza.
Antorcha de gran luz noble emisario
que a sus hermanos su vinud ensalza.

Patriota de verdad. fué su ideario


digno y cristiano. y en las almas traza
, . , ' .
pn sltno y eucanst1CO sagrano
donde el perdón con el rencor se abraza.

Vasco era noble y hasta su figura


de señor bien nacido y arrogante
decía de su raza la apostura.

Sacerdote ejemplar vivió en altura


con la virtud segura acompañante
¡Cargó fiel con su cruz sin amargura!
MIREN DE AOIZ. Sábado, 10 de febrero de 1940".
~• SÁNCHEZ ERAUSKlN. Javier; <(Obispos vascos del 1Rde juho)), Muga, 84 ( 1993). Bilbao, pp.
36-43.

- 166 -
prohlstorlo 3 - 1999

apostólico del Vaticano en Madrid a los obispos de Cataluña y el País Vasco. reflejadas en el
propio Boletín Diocesano de Vitoria:

Vigilen con atención el bizkaitarrismo de algunos religiosos vascos .... estos, con
su postura separatista, además de perder el espíritu de su Orden, provocan el odio
del Gobierno y la Nación. También hay que vigilar el catalanismo , si bien este
último no es tan irresponsable e inmoderado29 •

A lo largo de sus episcopados, obispos de Vitoria como Zacarías Núñez o Leopoldo Eijo y
Garay. El primero fue protagonista. en 1924. del conocido affaire de los nombres vascos su
negativa a admitirlos en el bautismo, que hubo de ser rectificado desde Roma. El segundo, por
su parte, se distinguió en el incidente que protagonizó en el puerto de Montevideo, cuando se
dirigía el año 1934 a Buenos Aires a participar en el Congreso Eucarístico Internacional,
siendo ya obispo de Madrid. En Montevideo. varios vascos nacionalistas de Uruguay espera-
ban, encabezados con una ikurriña [bandera propuesta por el nacionalismo para el País Vas-
co), a la delegación que el PNV enviaba al Congreso quienes habían protagonizado
enfrentamientos con peregrinos españoles en el mismo barco donde iba Eijon. La reacción de
Eijo fue rápida: se dirigió al grupo y, arrebatándoles la bandera. la rompió y la arrojó con
fuerza al Río de la Plata30 •
De todos modos, no fue entre el clero secular donde se vivieron las limpiezas de naciona-
listas más fuertes. Fueron diversas órdenes religiosas, en las que había calado con fuerza el
ideario nacionalista, las que protagonizaron los exilios más masivos. Entre Lodas, cabe dt!sta-
car sin duda a los capuchinos.la mayoría de los cuales eran navarros. No en vano, uno de los
primeros y más activos ideólogos y propagandistas del nacionalismo había sido un capuchino.
Evangelista de Ibero: aunque murió joven, tuvo tiempo suficiente para plantar su semilla.
cuando fue profesor en la casa de formación de los futuros capuchinos navarros31 • S u testigo
lo recogió una generación que había pasado por sus manos: nombres como Pío de Orikain,
Bemard.ino de Estclla, Miguel de Pamplona, Dionisia de Echalar, Eustaquio de Sesma.
Wenceslao de Lacunza y Fernando de Soloeta-Dima.
Como reconoció el propio superior general de la orden capuchina en Roma, entre 191 Oy
1915 los superiores de los capuchinos vascos, «para poner a raya el movimiento bizkaitarrista,
que empezaba a manifestarse entre sus súbditos. tenían que recurrir a medios extremos, como

19
Boletín Eclesiástico del Obispado de Viroria, 21 de noviembre de 191 3. Bi:kaitarrismo era uno
de los apelativos como era conocido el nacionalismo vasco.
"' En1re otros, cfr.. «Los patriotas y el Congreso EucarísticO>•, in ASTIGARRAGA, Ando ni de;
Aberr:ales en la ArgentiiU.l, Bilbao, Alderdi argJtaldaria, 1986, p. 24r.
31 De Bemardino de Estella dice Andoni de ASTIGARRAGA: «En 1903 mgresó en el Colegio
Seráfico Capuchino de Lizarra, en cuyas aulas el R.P. Ibero «le comunicó el conocimiento de la

- patria»)) . Abertzales ..., p. 88.

- 167-
'
ALVAREZ GILA, O., «Clero vasco y nacionalismo: ... >•

el de embarcar grupos enteros para la Argentina»31 • Preguntado por más información. men-
ciona algunos nombres' 1 : el primero en recibir la orden de marchar fuera del País Vasco había
SidO Evangeüsta de Tbero. pero este toque de atención no había sido suficiente. Por lo tanto. el
siguiente en recibir el mismo castigo sería Wenceslao de Lacunza. «nacionalista radical». por
colaborar a favor de un candidato nacionalista en las eJeciones en contra de las órdenes expre-
sas de sus superiores: como reincidiera, finalmente fue enviado a Argentina. Al poco uempo.
el padre Roman de Sera pasa a las misiones de Guam. por haber proclamado públicamente su
nacionalismo: por idéntico motivo. pocos meses después otros tres capuchinos tuvieron que
tomar el barco a Argentina: Ladislao de San Sebastián, Pio de Orikain y Eustaquio de Sesma.
Los sucesos de 1915 se repitieron en 1921. ITas hacerse más intensas las denuncias contra
los capuchinos de Navarra. En esta ocasión.las presiones vinieron de sus compañeros capu-
chinos de Castilla: que los capuchinos navarros eran un nido de separatistas, que con la excu-
sa de las misiones no hacían sino propaganda política en el País Vasco. ctc34 • La prudencia
aconsejó no repetir los traslados masivos al extranjero, si bien estos no se cortaron nunca.
aunque se realizaron en pequeñas dosis repartidas en el tiempo. La misma política se siguió en
otras órdenes religiosas, y en el propio clero secular. Por ejemplo, tenemos el caso del sopuertano
Jesús Monránchez del Cerro: ordenado en 1913 por Leopoldo Eijo y Garay. se traslada en
1916 a Montevideo, trabajando inicialmente en Uruguay y Juego en Argentina 35 •
Durante la dictadura de Primo de Rivera. acaso, el número de casos se amphó. especial-
mente enlre los sa~t:rdotes ~culares. Desde Pamplona. sus trabajos periodísticos contra la
dictadura enviaron a Tomás Yo/di Mina a Uruguay. Siendo todavía estudiante. Yoldi había
tomado ya parte en la fundación del diario nacionalista Napartarra. en 1911. De allí a die1.
años, cuando aparece La Voz de Navarra.los artículos de Yoldi se repiten en todos los núme-
ros: usando la moral católica, se dedica a denunciar <<actitudes erróneas de los gobernantes».
El obispo pamplonés le obligó a mantener silencio y no escribir má~. enviándolo a una parro-
quia de la Ribera~ cumpliendo estrictamente la orden. no escribió una línea más. pero siguió
publicando lo que ya tenía escrito desde tiempo atrás. Las presiones del Gobierno Civil. por
último, consiguieron su extraí'\amiento36 •

') Mclchor de Benissa O.F.M.Cap. al Marqués de Villas andina, Embajador de España en el Vatica-
no: Roma, 9-I-1922. Cfr. ELIZONOO, Mauro; «Bizkaitarrismo e injerencias políticas en el go-
bierno interno de la Provincia capuchina de «Navarra» ( 1921-1922)». Scriprorium \-'ictoriense,
Vitoria ( 1989), p. 216.
n Curia General capuchma al Ministro de Estado de España. Roma S/f. lbidem. pp. 221 -222.
}1 Una descripción en ELIZONDO; Mauro. art. cit.
3~ AVELLÁ CHÁFFER, Francisco; Diccionario Biográfico del Clero de Buenos Aires. Ill. pro

manuscripto. p. 47. GaAA. Expedientes de sacerdotes. 4776.


"~~> IRUJO. Andrés María de; «Don Tomás Yoldi y Mina». Boletín dellnsritutn Americano de Estu-
dios \ 'asros, Buenos AITes. XIX ( 1968). p. 19-22.

- 168 -
prohlstorlo 3 - 1999

Guerra Civil

Pero, sin duda. el exilio más numeroso y duro que conocerían Jos sacerdotes nacionalistas
fue el de la Guerra Civil. Ya antes de que los franquistas tomaran el último trozo de tierra
vasca, se produjeron las primeras persecuciones y denuncias sistemáticas contra sacerdotes y
religiosos acusados de filoseparatismo. El primer objetivo increíblemente fue el propio obispo
de Vitoria, monárquico e integrista, quien ya había sufrido una expulsión de España durante
la República; su ánimo excesivamente tolerante con los nacionalistas sería la causa de su
descrédito para las nuevas autoridades.
En este arn biente. pronto comienzan las saJidas: por la fuerza o por decisión personal. por
orden de las autondades civiles o las eclesiásticas, individualmente o en grupo, en el clero
secular y en el regular (franciscanos, capuchinos, jesuitas, claretianos. escolapios, sobre todo)37 •
En algún lugar se ha denominado a estos extrañamiemos obedienliae szmulatae33 , teñidas de
prudencia. Como afirmara el superior de los franciscanos vascos:

Impulsados por esta prudencia previsora, sin que nos obligara ninguna autoridad
civil o militar. en los primeros momentos de mi mandato en agosto de 1937 envia-
mos a algunos religiosos a las misiones de Cuba o Paraguay. porque habían mostra-
do demasiado evidentemente sus preferencias políticas en los últimos años 39 o

Una explicación similar daría. años después. el ex-obispo de Vitoria. Mateo Múgica, al
defender el comportarniemo de su clero huido al exilio:

El cardenal Gom· ha escrito de estos sacerdotes que huyeron por prudencia. y yo


hoy repito aquí lo que dije al Vaticano: que estos CUI3S no huyeron porque se consi-
deraran culpables, sino porque vieron que muchos inocentes eran castigados dura-
mente por no estar de acuerdo con la política de Franco40 o

Más de 800 sacerdotes seculares sufrieron algún tipo de represión. El número de los que
marcharon al extranjero. suponía el más grande de los exilios hasta el momento (ver la tabla
1). Algunos directamente, otros haciendo escala en Europa, más de la mitad de estos tomó el
camino de América, cuando estalle la guerra en Europa. Para muchos jesuitas, les supuso la

37
Cfr. nuestro «El Misionerismo y la presencia religiosa vasca en América ( 1931-1940): Dificultades
y emigraciones forzosas». Mundai::. 42 (1991). San Sebastián, p. 89-102.
'~ ANSORENA, José Luis; «Necrologio del P. Benito de lcazteguieta», Boletín Oficial de la pro\·in·
cia capuchina de Na~oarra-Cantabrta-Aragón, lruñea ( 1973), p. 224.
39
Archivo de la Provincia Franciscana de Cantabria (San Sebastián), VIJ-3-2. El provincial de
Cantabria al nuncio de España. San Sebastián, 23-Vl-1939.
~u MUJICA. Mateo: lmperaJi\oos de mi conciencia. in O NAlNDlA. Alberto de: Ayer como hov
Documentos del clero \'asco. Saint-Jean-de-Luz. Axular. 1975. p. 104.

- 169-
Át.VARE:t GILA. 0 .. <<Clero vasco y nacionalismo: ... »

conunuación del exilio que sufrían desde que en J931 habían sido disueltos por el gobJCmo
republicano41 •

Tabla 1: Número de religiosos vascos destinados en Latinoamérica, entre 1935 y 1940, según
provinci:ls.
'
AÑO Vizcaya Guipúzcoa Ala va Navarra TOTAL
1935 256 197 107 426 1.000
1940 273 228 103 425 1.061

FUENTE: ALVAREZ GTLA, Osear: «El Misionerismo y la presencia religiosa vasca en Amé-
rica (193 1- 1940):
Dificultades y emigraciones forzosas», Mundai=, 42 ( 1991 ). San Sebastián. p. 90

EL CLERO NACIONALISTA Y LA COLONIAS VASCAS DE AMÉRICA

Este exilio religioso, especialmente el de la Guerra Civil, se dirigió a casi todas las nacio-
nes de América. desde el Río Grande hasta la Patagonia. Los religiosos. por ejemplo, tomaron
como ruta las misiones que sus respectivas órdenes tenían instaladas en territorio americano:
los franciscanos. por ejemplo. pasaron mayoritariamente a Cuba y Paraguay. los jesuítas a
V<"ne7uela y C'entroamérica42 : los escolapios ;¡Chile, BrnsiJ y Vene1uela, etc.
En algunas de estas naciones existían colonias numerosas de vascos, sobre todo en el Río
de la Piara. en Chile y (desde 1940) en Venezuela En estos lugares las relaciones entre clero
y emigrantes vascos no eran cosa nueva, tenían una historia de casi un siglo, desde que llega-
ran los primeros sacerdotes vascos para dar misiones en euskera en Buenos Aires. durante el
nño de 185241 • Estos curas exiliados, como cualquier otro emigrante, rápidamente se vincula-
ron a sus compatriotas allí residentes; más como proyección del prominente papel social de
que gozaban los eclesiásticos en el País Vasco. su papel en la colectividad no iba a ser marga-
na!.

El auxilio espiritual al emigrante

Lógicamente, un primer ámbito de vinculación de este clero exiliado con la colectividad


vasca emigrante tocaba a su situación espiritual.

~• En época de Franco continuaron los exilios. Cfr. nuestro «Francore n garaiko euskal Eliza eta
Amerika: babeslekua eta arazoen 1turburua», Muga. 84 (1993), Bilbao. pp. 44-51.
4
• En 1936 había en toda Ccntroamérica 17 jesuitas vascos. para 1937 ya son 55. Cmalogus provmciCP
Castellana Societatis lesu ineunte a. MCMXXXV/1, Oña/B•Ibao. 1936; y Catalogus ... a.
MCMXXXV/11, 1937.
43 Dommique Sarrote, trapense vasco-francés. destJnado en Estados Un1dos.

- 170 -
prohlstorlo 3 - 1 999

De hecho. ya desde el siglo XIX se habían desarrollado entre la clerecía vasca diversas
iniciahvas en este sentido, como por ejemplo las que cristalizaron, a mecliados y finales del
siglo, en el envío desde Sayona de los betharramitas o de los misioneros de Hasparren4-l.
Igualmente, los sacerdotes participaron activamente en la fundación de una de las más intere-
santes instituciones vascas de Argentina: la sociedad "Euskal Echea", fundada en 1904 en
Buenos Aires para los socorros mutuos, con servicios de colegio, orfanato y asilo de ancianos
para los vascos4s. Uno de sus impulsores, y primer presidente honorífico fue el sacerdote
bajonavarro Francisco Laphitz (escritor en lengua vasca). Junto con él, hasta 20 sacerdotes se
incluyeron como accionistas en el proyecto inicial de la "Euskal Echea". Fruto de esto fue el
carácter clerical que adquirió ''Euskal Echea" en sus obras sociales. puestas bajo la dirección
de frailes y monjas traídas desde el País Vasco: el asilo y colegio femenino, a las Siervas de
María de Anglef*6 (1905); los colegios masculinos, a los capuchinos navarros (1908).
Precisamente por la presencia de estos capuchinos acabó por otorgar aJa obra educati va
de la "Euskal Echea" una impronta filonacionalista, que no estaba clara entre las intenciones
de sus fundadores. Este centro docente se convirtió. durante las décadas de 191 Oy 1920, y en
los años posteriores a la Guerrd Civil, en uno de los principales receptores de la corriente de
exilio capuchino. que ya antes hemos mencionado. Destaca. especialmente. el papel jugado
por Bemardino de Estella, encargado durante afios de la impartición pionera de la materia
;-... «Historia vasca>>, incluida en el plan de estuclios del colegio. Fruto de ello fue un manual.
publicado bajo el mismo título en 1933 en Bilbao, que constituye uno de los primeros y, al
mismo tiempo, más acabados compendios de historia vasca desde la óptica nacionaJista, de la
época de preguerra.

• El auxilio espiritual al emigrante

Por otra parte, aquellos que se habían destacado en el País Vasco por su vinculación con el
nacionalismo vasco. también tenían otra razón poderosa para acercarse a sus compatriotas
vascos. Ante ellos se ofrecía, quizá en mejores condiciones que en el propio País Vasco, un
campo abierto para continuar en esta actividad. Siguiendo el ejemplo de otros nacionalismos
europeos. como el irlandés o el polaco. se confiaba mucho en la fuerza del elemento america-
no. Contar para esta extensión ideológica con elementos de la proyección intelectual de que

"" Pocos son Jos trabajos sobre esta cuestión. Una aproximación descriptiva. en MIEYAA, Pierre y
AZPIAZU, lñaki: «L'oeuvre de Saint-Michel de Garico1Ls en Argenline)}. Cure Herria. XXII
(1950). Baiona. pp. 313-315.
·~ Sobre Euskal Echea hay numerosas fuentes. pero ha s1do poco trabajado históricamente. Cfr.
Euskai-Echea. BosqueJO lltslórtco y recopilaciÓn de las op1mones de la prensa dwria, ,·emdal
con moti,·o de la presentación de sus colegios en Lla,•allol ( FC.S J. Buenos Aires, 1913.
•& Cfr. nuestro <<La participaciÓn femenma en la atención espiritual a los vascos en Argentina y Uru-
guay: las Stervas de María de Anglet (1905-1991)». 1 Congreso Internacional del Monacato
Femenino en Espmía, Portugal y América. 1492-1992, León. 1993. l. pp. 453467

- 171 -
ÁLVAREZ G!LA. 0 .. «Clero vasco y nacionalismo: ... "

por término medio gozaban los eclesiásúcos en el seno de la sociedad vasca era un elemento
que en modo alguno podía ser despreciado.
El ejemplo más clarificador, es el ya mencionado centro vasco de Rosario. "Zazpirak
Bat". Esta sociedad. que nació del impulso de elementos plenamente nacionalistas. tuvo siem-
pre en la participación de sacerdotes. no sólo el toque de sencdad y ascendencia sobre los
residentes vascos de la ciudad. sino también la protección que precisó durante los años oscu-
ros de 1913 a 1921. cuando se produjeron las mayores tiranteces entre aberr:ales y españolistas.
AJcíbar. Olaizola, Santisteban o Aizpuru no se alejaron durante aquellos años. sino que se
mostraron firmes al lado de los nacionalistas.
En Buenos Aires. fueron los capuchinos los que cumplirían un papel similar, sobre todo
desde el escaparate que les ofrecía "Euska.l Echea". Así, Fernando de Soloeta-Dima, profesor
de euskera en el colegio masculino. aprovechó su cátedra para difundir, junto con la lengua, el
concepto aranista de patria vasca. Cuando Solocta pasó a las misiones de China. Bernardino
de Estella se encargó de conúnuar su labor: fruto de 23 años de docencia, dio a la luz su
Historia Vasca, en la que se plasma sin fisuras la visión nacionalista del pasado histórico
vasco.
También participaron conspicuos capuchinos en lao; luchas entre españolistas que tuvieron
lugar en Buenos Aires, a lo largo de las décadas de 1910 y 1920, especialmente durante la
época en que el carlista guipuzcoano Félix Ortiz San Pelayo gobernó el "Laurak Bat". despla-
zando a los nacionalistas. Los capuchinos ayudaron profundamente a los marginados. agrupa-
dos en la sociedad política Acción Nacionalista Vasca11 • Durante años, en Buenos Aires
tendrán una convocatoria doble para la fiesta de San Ignacio. convertido ya en patrón de todos
los vascos. El ''Laurak Bat". normalmente, traía para la ocasión a curas argentinos de origen
vascos (el canónigo Bernardo Etchegoinberry. el luego obispo de Bahía Blanca Leandro B.
Astelarra~a ); ''Acción Nacionalista". por su parte. traía a los mas nacionalistas de los capuchi-
nos de "Euskal Echea".
Tras la guerra, los ejemplos se hicieron, si cabe, más frecuemes. Entre 1940 y 1945, cuan-
do se fundan numerosos centros vascos en Argentina bajo el impulso de la Delegación Vasca.
son curas los encargados. de organizar las nuevas entidades. En Villa María (Córdoba}, la
colectividad vasca que atendían desde 1925 los trinitarios vascos deciden crear una entidad ...
en la iglesia trinitaria, precisamente. El "Euzko Etxea.. de La Plata, por su parte. lo impulsan
los capuchinos radicados en Villa Elisa, a pocos kilómelros de la ciudad. especialmente de
manos del navarro Casiano de Goldaraz.

17
Que funcionaba como junta extraterritonal, dentro del organigrama del Part1do Nacionalista Vas-
co.
18
Obispo de Bahía Blanca en 1939, durante la Guerra Civil se dec1dió por el bando franqutsta. En
1940 llega a su diócesis el sacerdote exiliado Fclix Marquiegui Olazabal; Astelarra, sabiendo que
era uno de sus odiados "curas rojo-separatistas", lo acepta pero lo envía a una de las peores parro-
quias del obtspado.

- 172-
prohlstorla 3 - 1999

También tomarían parte en las iniciativas culturales: los primeros directores del Bo/etin
del Instituto Americano de Estudios Vascos serían dos de estos curas nacionalistas exiliados:
el bilbaíno Gabino Garriga (editor del primer libro que mostraba a Argentina la verdad del
bombardeo de Guemica"9 ), y el capuchino guipuzcoano Bonifacto de Ataun.
Finalmente, algunos de estos eclesiásticos tomarían un papel protagonista en el propio
encauzarmento y protección del exilio vasco de postguerra hacia América. Contaban para ello
con el importante recurso de toda la organización eclesial, que en la medida de sus posibilida-
des ponían a trabajar en favor de sus compatriotas. En Argentina. en Uruguay, en Venezuela.
los religiosos llegan a formar verdaderos lobbies, a fm de impulsar y facilitar la entrada de los
exiliados en dichos países. En Argentina descolla la labor del Comité Pro-Inmigración Vasca.
cuya d.irecc1ón fue puesta en manos del sacramentino Pedro Goicoechea. Este comité, fonna-
do a medias por vasco-europeos y vasco-americanos.logró del presidente argentino Roberto
Ortiz él mismo. hijo de padres vizcaínos un amplísimo decreto, en el que se adrnitia la entrada
al país de todos los vascos, cualquiera que fuera la documentación que portaran. Al amparo
de esta ley, ingresarían al país más de mil vascos, hasta que la presión del gobierno español
logró su derogación. al año de ser promulgado50 .
En Venezuela. por su parte, serán fundamentalmente los jesuitas allí instalados los que
ofrecieron su ayuda fundamental a los vascos51 • La radicación en aquel país de elementos
vascos de la Compañía de Jesús databa de algunos años antes; concretamente. los primeros
envíos de misioneros se habían producido hacia 1915. Muy rápidamente. los jesuitas habían
establecido una red de colegios de alto prestigio, dirigidos a las familias de e Jase alta de Vene-
zuela. De las aulas del colegio San Ignacio de Caracas surgieron, en los años stguientes,
numerosos políticos y dirigentes venezolanos, lo que colocó a los religiosos en una posición de
clara ascendencia con los mismos. con quienes siempre trataron de mantener abiertas y abun-
dantes las vías de relación. De este modo, les fue muy sencillo, por tanto, lograr aquí también
leyes de excepción favorecedoras de la inmigración vasca. sentando así las bases de la actual
colonia vasca de Venczuela52 •

~9 José de ARALAR: La rebelión militar española y el pueblo \'asco. Buenos Aires. Sebastián de
Amorrortu, 1937.
s.. Pedro Goicoechea. <.:omo "premio". pasó destinado a Montevideo. Nunca regresó a Argenrina.
excepto en breves visitas.
~ 1 Cfr. nuestro «Bizkaitar JCSuila garaik.ideak Hegoamerikan ( 1820 1960)-Jesuita.s v¡zcaínos contem-
poráneos en Hispanoamérica (1820-1960)». Jesusen Lagundta Bi:kaian- La Compañía de Jesús
en Bi:kaia. Bt1bao. 1991, pp. 161-180.
2
~ RUBIO. Javier; La ~migración de la Guerra Cil·il de /936-1939. Madrid. San Martín. 1977. p.
196.
- - 173 -
prohlstorla 3 - 1999

Las <<babas» de la microhistoria



Del mundo seguro al universo de lo posible.•
DARfO BARRIERA

..
« .. .fijó la ampliación en una pared
del cuarto. y el pri-
mer día estuvo un rato mirándola y acordándose, en esa
operación comparativa y melancólica del recuerdo
frente la perdida realidad.... »
Julio Cortázar. «Las babas del diablo» (64)

«No dicen nada cuando las pinto. Una verdadera con-


fusión. Con el tiempo suelo encontrar algo que vale.
Como esa pierna... Adquiere forma y tiene sentido.
Como una huella en una novela policial.»
Michelangelo Antonioni. 8/o~·-Up

•Londres por París. unalbo fotógrafo británico por otro fran co-chileno y la subversión de
algunos detalles en la historia, son algunos de los desplazamientos que Antonioni eligió hacer
sobre los tropos ofrecidos por Cortázar. La mañana, las nubes. el cielo y la mujer rubia. las
máquinas narradoras, el laboratorio y la obsesión por el detalle. las continuidades que sopor-
tan el esquema de un relato cinematográfico que, como ell iterario. ha ganado plaza de clási-
co. En cada uno de ellos. un hombre que estaba ahí, mimetizado en el paisaje, formaba parte
de la comedia al fm y al cabo. En el relato de Cortázar, la desaparición de la escena del joven.
ese personaje que se esfuma. está sugerida por una metáfora -hilo de la Vrrgen o baba del
diablo- que remite a una materia de existencia leve e intrascendente. Vista desde cerca. la
silueta liviana y delgada muestra una trama densa que. algunas veces atrapa a las moscas en
medio de su vuelo, y algunas otras, quizás, se adhiere al rostro o la cabellera de alguien.
obcecada y perturbadoramente.

Esta 101roducción al dossier debe mucho a las JUgosas diSCUSIOnes soslemdas con mi colega y
anugo Carlos Otero. a qu1en deseo agradecer expresamente su gcneros1dad mtelectual. Como stempre
en estos casos. no se le acred11en las omlSiones y errores que la m •sma pueda contener. corriendo
ésras enteramente por m1 cuenta.

- 177 -
BARRIERA, D .. «Las babas de la Mtcrohistona: ... »

Aunque parecen poder extenderse a otras obras2 , las referencias a 8/ow-Up y a un


innombrado relato de Cortázar (que es sin dudas <<Las babas del diablo») se convirtieron de un
Jugar recurrente a la hora de elegir tópicos artísticos como imágenes-arbotante de una pro-
puesta historiográfica que. como tantas otras. resiste la confección de una genealogía fácil y se
encuentra lejos de poder ser congelada en una imagen homogénea o escolastizada.

2.
En efecto, un vistazo poco exhaustivo por sobre algunos textos de referencia, nos enfren-
tan con aJ menos dos concepciones acerca del análisis microhistórico que, sin llegar a ser
inconciliables, echan raíces en solares diferentes. Si la carta de ciudadanía de la micro historia
es -o al menos así ha quedado registrada- indudablemente italiana. la posibilidad de unos
orígenes con propuestas diferenciables no puede ser ignorada.
Un planteo de este tipo había sido hecho ya por Edoardo Grendi en uno de los artículos
publicados por Quaderni srorici en 1994.3 La pretendida unidad, o en sus palabras, el «ca-
rácter colectivo de la propuesta historiográfica del microanálisis en Italia ha estado sobre todo
ligado a una cuestión de estilo ... », estilo que se materializaba en la reducción de la escala de
investigación, gesto que Grendi ubica en un nivel paralelo al del estallido de la historia4 • El
paralelismo corresponde menos a la homogeneidad de los enfoques que a una actitud de pro-
vocación, a un ensayo deconstrucción de ciena manera alternativa de hacer historia. con el
común objeto de oponerla al paradigma de la <<historia-síntesis», por entonces más o menos
hegemónico. Grendi señala también la ausencia de un «cimiento común» y la dificultad para
individualizar los «textos fundantes» del microonálisis en historia. concluyendoprovisoriamente
que la reducción de la escala de observación « ...se pensaba más que ninguna otra como la
variable adecuada para hacer fructificar analógicamente, en el trabajo histórico. la lección de
la antropología social [... permitiendo entonces....] huir de la lógica entificante del discurso

Sólo a gutsa de ejemplo.Jacques Revel se ha valido tanto de HennJames, Stendhal o Queneau


para ejemplificar, con trozos provenientes de la literatura, la cuestión de la reducción de la escala
de observación. Las referencias metafóricas, además, se han utilizado incluso para transmtlir algu-
na visión crítica al enfoque: el símil de la alfombra mirada desde una perspectiva «al ras del suelo»
-situación de proximidad en que la profusión de detalles impide, suprimida la distancia, la percep-
ción del d1seño- ha gozado tambtén de una difusión bastante amplia. CC. RE VEL, Jacques -comp.-
Jeux d' echelles.lA micro-analyse a1'expérience, París 1996, introducción y capítulo de su autoría;
también de Revel: «L'histoire auras du sol», presentación a la edición francesa del libro de Levi,
Le pouvoir au village, París 1989 [Ed. original L' ereditá immateriale. Corriera di un esorcista
nel PiemonJe del SeicenJo, Torino, 1985; en español, La herencia inmaterial, ed. Nereal
3
Aquí utilizamos las versiones traducidas al español que publicara oportunamente. en Buenos Aires,
la reviSta Entrepasados, en sus números 8. 9 y 10 ( 1995/96); cf. GRENDl, Edoardo «¿Repensar
la mtcrohistoria?», en En/repasados, 10. Buenos Aires 1996, pp. 131 -39.
Fenómeno que suele reconocerse bajo «L'histoire en mieues», sello que cobrara enorme difustón
Ulternactonal a parur del libro que F. Dosse tituJara con esa frase.

- 178-
prohlstorlo 3 - 1999

histónco general...>)'. El texto plantea ret1exiones y preguntas sumamente interesantes sobre


las que no vamos a detenemos. excepto en el referido diagnóstico acerca de aquellas <<al me-
nos dos» propuestas microhistóricas que, dice. podían distinguirse: pam Grendi.la discrimi-
nación («hu idiza e imprecisa») se asentaba entre una propuesta anclada en lo «soc ial » y otra
en lo «cultural», contraposición que, entiende, « ...ha tenido futuro si se toma en cuenta la
significativa influencia que la antropología cultural. como antropología simból tca e
interpretativa, ha terminado por ejercer en buena parte de la historiografía [mientras que1el
proyecto, madurado más bien sobre la experiencia de la antropología social. ha tenido desa-
rrollos bastante diversificados»~.
Aunque difícilmente negable o prescindible. esta observación puede a1menos ser matiza-
da. Sobre todo. a partir de aJgunos desarrollos posteriores: ni la influencia decisiva de la
antropología social y cultural como marco teórico7 • ni la reducción de escalas como estrategia
analílica. ni el discurso demostrativo como modo de exposición. ni el acento puesto en las
prácticas sociales -como resultado- son materia obJctable de una car.tcteriwción de princip1os
que, como bien señalaba Grendi. recorrieron transversalmente el proceso de construct:itSn de
la \'Ía italiana de la historia social. La confrontación binaria -sociaVculturaJ-. emblematizada
en los textos de Levi -La herencia - y Ginzburg -El Queso .-puede ser objeto de otras
lecturas. con resultados diferentes.

Como bien señalaba Jacques Revel.la « ...diversidad de las lecturas propuestas remite sin
duda a la del contexto de recepción. Pero por otra pan e. hay que relacionarla con las caracte-
rísticas propias del proyecto microhistóril:o»8 • En Jeu..x el' ¿che/les, éS~ c.;arat.:terísticéb apare-
cen expuestas con mayor complejidad que en el texto de Grendi: Revel hace referencia a un
trabajo colectivo. mciado a com ienws de los 1990s.. bajo tres grdndes ejes, uno de los cuales
(«Micro-histoire et micro-social») cobró forma de seminario en la E HES S. alrededor del cual
se nuclearon antropólogos e historiadores franceses e italianos. Siguiendo a este autor. la te-
máúca microhistórica había estado prácticamente ausente del debate francés hasta la apari-
ción de la traducción del libro de Levi a la lengua gala ( 1989). La fascinación de los historia-
dores por la antropología implica también. para Revel. reconocer el impacto de la producción
anglosajona (Sahlins y Geertz son aquí sus referentes), mientras que el contexto de aparictón
se relaciona menos con el influjo del esta1lido de la histona que con la disolución del paradi g-
ma prescriptivo del estructuralismo, ubicando este proceso en un « ... tiempo de anarquía
epistemológica del cual quizás solamente estemos comenzado a salir.»~

GRENDI. Edoardo <• ;.Repensar....... c11.• p. 13 '2.


Ídem. p. 133.
Nótese la afirmac¡ón de este punto en RE VEL. Jacqucs Jc>u.1 d' éche/les. cit .. «Prés<!ntat iorl'>. p. 7.
REVEL, Jacques <•Microanálists y construcción de lo soctaJ.>. .::n Entre pasados. 1O. Bueno" Atres
1996. p. 141 --t:! .
REVEL, Jacqucs leiLI'.. .. c11 .. p. !U.

- 179 -
BARRIERA, D .. «Las babas de la Microhistoria: ... >>

En medio de esta démarche, en que las ciencias sociales comparten una distancia crítica
frente al enfoque macrosocial, esforzándose por dar cuentas de la experiencia de los actores, la
«...elección del enfoque micro-analitico se presenta. por lo tanto. como una experimentación
alternativa.» Revel no se sorprende, entonces, por el encuentro entre antropólogos e historia-
dores en ese punto donde, los detalles, las expereincias «...brindan acceso a lógicas sociales y
simbólicas de grupo.... ». De todos modos. al presentar sucintamente los textos que componen
la compilación, hará una distinción que abre el camino para comenzar con aquella lectura que
se proponía matizar el panorama: Revel distingue dos maneras, dos tipos de posicionamiento
en la relación entre enfoques micro y macroanalíticos. El primero, relativista, representado
por las posturas de Marc Abéles, A. Bensa, Bemard Lepetit y la suya propia, exhuma las
potencialidades de la reducción de escala («recurso de una fecundidad excepcional») pero no
privilegia una escala sobre la otra, asegurando que el mayor rédito analítico proviene de la
complejidad que significa la consideración de ambas dimensiones. El otro punto de vista,
apuntado como fundamentalista -y suscripto sobre todo por Simona Cerutti y Maurizio
Gribaudi- propone la superioridad de la dimensión micro sobre la macro. en tanto que la
primera engendra a la segunda: la defensa de esta primacía de un orden sobre el otro reposa ,
según los propios autores, en la ubicación de los «procesos causales eficientes» en el marco de
los fenómenos producidos a nivel micro. Revel culmina la presentación de estos trabajos afir-
mando la utilidad de sostener desacuerdos abiertos y « ...someterlos a quienes tendrán a bien
prestamos su atención», pero sin deslizar más que una punta de la ptsta te6nca que nos pone
sobre la explicación de la diferencia.

3.
Si a una definición por características generales nos referimos, la que corresponde a la
microhistoria parece haber sido esquematizada a partir de un soporte de tres puntas: reducción
de la escala de análisis, explotación intensiva de la(s} fuente(s} y adopción del modelo de
exposición explicativa -muy generalmente relacionado, según sea bajo el impacto del para-
digma indiciario o la descripción densa, con el esquema de una novela policial o con la fonna
del drama socia/. 10
Este acuerdo parece mantenerse como telón de fondo detrás de la primera diferenciación
planteada por Grendi (en referencia a las vertientes cultural y social, derivadas de sendos tipos
de antropología). Sin embargo tanto La versión estereotipada como esta primera subdjvisión.
impiden ver divergencias más importantes, ubicadas en el modo de concebir la relación entre
los niveles micro y macro.
En este sentido, Maurizio Gribaudi hacía un llamado pretendiendo ubicar la atención en
otra parte. Para este historiador, el debate es también bifronte: se discute sobre las capacidades

1
n Cf. por ejemplo el excelente trabajo de BURK.E, Peter Historia y Teoría Social. México 1997 [ t•.
Ed, en inglés 1992], especialmente pp. 52 y ss.

- 180-
prohlstorlo 3 - 1999
de generalización o especificación propia de los enfoques micro o macro y. por otro lado.
sobre la esencia diferente de los fenómenos sociales que resultan pertinentes para el uso de
uno u otro nivel. En este marco. Gribaudi asegura que la oposición de escalas nos pone sobre
una pista «falsa». Para que la misma se vuelva pertinente, « ..•debe tomarse esencialmemc
según las diferentes modalidades de la formalización causal de los fenómenos sociales y de las
evoluciones históricas. [.. .lo cual. .. ] no implica necesariamente objetos y niveles de análisis
diferentes.... » 11 Las diferencias entre estos niveles se ecuentran más en el plano de las justifi-
caciones empíricas y retóricas que en la naturaleza del objeto de estudio. Mientras que los
estudios «macro» se caracterizan por la utilización de un método deductivo, que organiza las
evidencias en tomo a un marco de referencias conciente o inconcientemente pre-determinado.
los «micro», subrayan, por el contrario, « ... la dimensión de la incertidumbre y la posibilidad».
Girbaudi toma el ejemplo de un estudio de historia social sobre un fenómeno general que.
habiendo reducido la escala espacial y temporal, ha dado por resultado un libro que poco tiene
que ver con la microhistoria. La imagen es hoy bien conocida, y su versión caricaturizada ha
fraguado bajo la denominación de «daumardismo» 12 ; pero lo que aquí interesa es menos la
crítica al libro de marras que el embate frente a un aspecto del análisis mkrohistórico. Para
Gribaudi.la reducción de escala «no basta».
En la medida que esta reducción está orientada a confirmar casuísticamente unas imáge-
nes prediseñadas, no se ha operado ninguna modificación en el enfoque. permanencia que
deviene de un procedimiento deductivo, constatable también en la elección de las evidencias y
en la retórica demostrativa. A cambio de la tríada reducción de la escala- explotación inten-
siva de la fuenTe de la fuente- retórica demostraliva «indiciana». Gribaudi propone -si-
guiendo a Levi- que la especificidad del enfoque microanalítico se basa en otros principios:
inestabilidad de las.formas- procesos Renerath·os- peso decisivo de las acciones indh·i-
duales.1J Estos elementos, re-envían a una posición que se distingue por el abandono del
concepto de causalidad (sobre todo asociado a las evoluciones macro-estructurales), que otor-
ga un enorme peso específico a la contextualización y que, en La mayor parte de los casos.
fragua sus resultados en el uso del denominado modelo config uracional. El acento puesto en
el contexto adquiere sentido sólo en el marco de la premisa ((generativa». mientras que la
configuración -una constelación pennanentemente móvil a la que es necesario considerar
diacrónicamente- sintetiza (en pequeños cortes) el estado del centro principal de interés: la
negociación de los actores sociales concretos.

11
GRIBAUDI. Maurizio <& chcllc. peninence. configuration». en REVEL. Jacques Jeux d' échel/es.
Cll., p. 11 3.
1
~ Basada en la críuca -en este caso. bastante feroz- sobre eltiabaJO de DAUMARD. Adeline Les
Bourgeois de Paris au X!Xe siecle. París. 1970.. desarrollada por Gribaudi en el artículo citado.
pp.ll5 a 120.
l) ldem, p. 120.

• 181 -
BARRII!.RA, D.. <<Las babas de la Microhistoria: ... »

«Si la causalidad se certifica al interior de cada contexto particular, las formas y los
comportamientos sociales se engendran concretamente a partir de las dinámicas de
interacción de los individuos ... » 14

En efecto. la capacidad individual de interpretación y de construcción de lo real es lo que


yace en el corazón de este modelo, evidentemente marcado por el constructivismo lógico. la
sociología de redes y los aportes de Norbert Elias. Gribaudi asegura, por lo tanto, que « ...el
problema de la escala no es pertinente sino al interior de la óptica macrosociológica», cuyo
«modelo causal [... ]implica la necesidad de mostrar cuáles son las articulaciones entre los
fenómenos que son propuestos como de una esencia diferente y actuantes en niveles de escalas
diferentes.» 15

4.
No obstante la calidad y densidad de los aportes a la discusión, la puesta en escena de un
debate focalizado solo sobre la «microhistoria» y no en el «microanálisis» cercena la posibili-
dad de señalar vías de reflexión que corren por otros caminos. La referencia posible es, enton-
ces. el contexto científico.
Aunque resulte una obviedad, muchos fueron los tópicos científicos aparentemente indis-
cutibles que se han esfumado a lo largo de este siglo: la idea del enigma como límite de la
ciencia, el evolucionismo, la física newtoniana, la idea misma de paradigma e, inclusive, se ha
discutido y se discute fuertemente la teoría de la relatividad. En el desarrollo científico del
siglo XX.

« ... la idea de previsión. la ciencia como ciencia de lo general.la conciencia del tiem-
po como lugar de despliegue de la necesidad atemporal de las leyes, dejan de ser
criterios absolutos y definitorios de la cientificidad. Se delinea un itinerario que a
través de las fisuras de la presunta necesidad de los límites 'cartesianos· de la ciencia
produce lo que podemos definir como desafío de la complejidad.» 16

Han cambiado no solamente las preguntas sino los tipos de preguntaS; las dicotomías ne-
cesario/no necesario y existente/no existente. han sido desplazadas por el par posible/no posi-

14
ldem, p. 122.
1s Idem, p. 127; en otro trabajo. fruto de un ejercicio colectivo, Gribaudi y sus colaboradores pro-
fundizan sobre estas mismas líneas. Muy ejemplificante de Las ideas aquí resum1das es su trabajo
personal «Reseaux egocentrés et inscriptions sociales. Continuités et discontinuités dans les formes
de structuration de l'espace parisien», en GRIBAUDI. Maurizio -dir.- Espaces, temporalilés.
straJificaJions, Éditions de l'EHESS, Paris 1998, pp. 71 a 120.
16 CERUTl, Mauro «El mito de la omnisciencia y el ojo del observador», en WATZLAWICK, Paul
y KRIEG, P. -comp.- El ojo del observador. Comribuciones al conslruclil·ismo. Gedisa. 1998. p.
41.

- 182-
prohlstorla 3 - 1 999

ble, a partir del cuaJ se han refonnulado los problemas clásicos tanto en las ciencias duras
como en las sociales. La mirada de Ceruti -y de buena parte de los constructivistas en gene-
ral- tiene consecuencias interesantes, incluso, sí se las toma en consideración para pensar
fenómenos como el de los confines de la ciencia o las hibridaciones, en la medida que -desde
esta perspectiva-la valoración de lairontera y de los límites coincide con el eje de la redefinición
de las nociones de problema y cuestionario cienúfico, normalmente ubicadas en el núcleo
duro de cada una de las disciQlinas.
Algo similar sucede con la noción de síntesis, tan central para los historiadores: f.Ieme a\
desafío de una salida del periodo caracterizado por la fragmentación del conocimiento históri-
co -o, en la expresión de Revel antes citada, de anarquía epistemológica-, existen miradas,
como la ofrecida por Giovanni Levi en la entrevista que se incluye en este volumen. que
realizan la lectura del proceso desde una perspectiva pendular, síntesis-dispersión-síntesis.
Levi dice también, es justo recordarlo, que el historiador nunca ha dejado de hacer síntesis;
pero la interpretación debiera orientarse, entonces, a la natura/e:a de la síntesis. El afianza-
miento del dominio de lo discontinuo, de lo particular, el antes mencionado desafío de la
complejidad, han impactado doblemente sobre este punto: en primer lugar, y esto constituye
de alguna manera otra obviedad, cualquier intento de mirada omnicomprensiva (es el califi-
cativo que lJa!ece más adecuado para las síntesis que algunos añoran) estaría científicamente
vigilado y discutido de una manera feroz por la plw-alidad y densidad de estudios sobre fenó-
menos particulares que, en mayor o menor medida. pueden estar matizando o negando com-
pletamente el resultado «sintético». Pero lo que es quizás menos obvio. es que la síntesis sí
está dentro del universo de lo posible. en la medida en que no se conciba ignorando el desa-
rrollo científico que ha VIvido el conocimiento histórico. Han cambiado las condiciones obje-
tivas dentro de las cuales realizar la síntesis y, por esto,la natura/e:a de la misma es comple-
tamente diferente. Siguiendo a Ceruti, las diferencias y las contraposiciones « ...son
irreductiblemente constitutivas de los dominios cognitivos de los puntos de vista dados. [...]El
problema ya no es el de hacer holrl()géneos y 'coherentes' diferentes puntos de vista; el
problema es comprender c61rl() puntos de vista diferentes se producen recfprocamenze. La
desaparición de la imagen clásica de la razón y del conocimiento provoca un deslizamiento de
la idea de síntesis hacia la idea de complementaci6n como estrategia constructiva.... » 17
Aunque seguramente a pesar suyo, la historia comparte la perspectiva del universo in-
cierro y la del desafío de la complejidad con el resto de las ciencias. Es en este contexto. es
este clima el que oficia de background epistemológico a los estudios microhistóricos, cuya
comprensión deviene más rica si no perdemos de vista aquellas disciplinas en que se ha desa-
rrollado, antes que en la historia, el microanálisis. Este desplazamiento de la simplificación a
la complejidad. de la síntesis al fragmento, se operó primero en la Física y. tal como lo muestra
claramente el arúculo de Matti Peltonen, fue temprano también en 1a Economía. No es esta la
ocasión para un desarrollo en este sentido. ya que el esfuerzo ameritaría mayor cantidad de

11
ldcm, p. 44, subrayados en el origmal.

• 183 .
BARRIERA. D.. ((Las babas de la Microhistoria: ... »

espacio y de conocimiento: sin embargo, bastará con comenzar por echar un vistazo a la pro-
ducción de la denominada tercera cultura para quebrar algunos prejuicios y descubrir -como
lo han hecho antropólogos y sociólogos que se ocupan, por ejemplo. del fenómeno del «desor-
den>>- que existe en las ciencias duras un terreno de reflexión teórica menos extraño y menos
inocente de lo que nos obstinarnos a imaginar. 18
Pero así como lo micro no es desdeñable por pequeño, lo macro tampoco lo es por sus
dimensiones. Ubicar la discusión en el nivel de las magnitudes «físicas» es otra de las pistas
equivocadas. Lo «macro» no es una ilusión, ni ¡xxlemos eliminarlo del análisis, congelándolo
en bibliotecas como «errores de juventud» de los dentistas sociales de este siglo. De todas
maneras, siguiendo el hilo del razonamiento, es necesario subrayar una vez más que el
microanálisis, aún en su versión primigenia que acentúa sólo la reducción de escalas, supera
hoy largamente esta operación, habiéndose constituido en una perspectiva fértil dentro del
territorio del historiador. El desplazamiento de la atención de lo macro a lo micro, ha implica-
do la posibilidad de avanzar en las capacidades explicativas del conocimiento historiográfico;
sus logros, es cierto, no solo no han cooperado en el sostenimiento de aquellas «grandes verda-
des», sino que -en la mayor parte de los casos- han discutido fuertemente su pertinencia. Pero
es problable que este proceso tenga todavía un trecho por recorrer. embargados y embriagados
de evidencia. una vez más, ha sucedido que la discusión teórica en tomo a la relación entre
ambos niveles no ha alcanzado en historia un volumen siquiera mínimo: ésta -exceptuando los
trabajos de Gribaudi ya sei'lalados- ha quedado reservada sobre todo a la sociología19 , mien-
tras que nuestra disciplina, en cambio, parece acreditarse el podio completo en lo que a estu-
dios de caso concierne.
El recorrido que se ha reseñado muestra el alejamiento progresivo del microanálisis de su
matriz antropológica, con su consecuente desplazamiento hacia enfoques decididamente so-
ciológicos. Es justamente alrededor del impacto de la sociología que gira la discusión que,
desde mi punto de vista, queda pendiente: enraizado en la teoría de los juegos y los planteos
más radicales del netowrk analysis, el principio de causalidad suficiente -explícito al menos
en Gribaudi cuando entiende que la interacción entre individuos es el único y último elemento
generador de realidad- merece otra discusión dilatada. Aquí el análisis de redes puede volver-
se paradójicamente lineal, sobre todo en la medida en que excluye la posibi Jidad de realizar

11 Sólo como ejemplo, me refiero a trabajos como los compilados por BROCKMAN. John La Ter·
cera Cultura. Más allá de la Revolución Ciemífica, Barcelona 1996 f11 . en inglés, 1995] o los de
PRlGOGINE, Ilya ¿Tan sólo una ilusión?. Una exploración del caos al orden; Barcelona 1997
[artículos escritos entre 1972 y 1982] cfr. también El nacimienJo de/Tiempo, Barcelona, 1998 [ 1'.
en italiano 1988].
19 Un ejemplo en KNORR-CETINA. Karin y CICOUREL. A. V. -eds. Advances in Social Theorv
and Methodology, Boston. Routledge and Keagan Paul, 1981; lo mismo para los trabajos deMichel
Callon y Bruno Latour; cfr. los textos citados en el artículo de PELTONEN, Matti «Indicios.
márgenes, mónadas ....», en este volumen.

- 184-
prohlstorlo 3 - 1 999
estas entradas en función de rizomas, concepto prácticamente inexplorado por los historiado-
res. Un abordaje de este tipo desplazaría la atención mucho más al ras del suelo, a la vez que
constituye, desde su elección. un enfoque más jugado a lo comparativo, la generación simul-
lánea y la horizontalidad. abriendo el arco de visión que el microanalista pueda hacer sobre el
terreno. Finalmente, todo parece apuntar a la sustancia del cuestionario y a la esencia de los
interrogados. La pregunta iniciática podría formularse teniendo en cuenta estos tópicos que,
hoy por hoy. forman la materia prima de nuestra metodología: a quiénes mira el historiador
cuando trabaja. qué cuestionario ha preparado para interrogarlos y de qué manera piensa
hacerlo.
El objeto de este dossier no es entonces. en absoluto. dar cuentas de un objeto muerro. A
costa de parecer irreverentes. quien ha intentado introducirlo con estas líneas y el resto del
equipo de esta publicación, no compartimos la convicción de Levi quien. con total autoridad
y libertad de pensamiento. establece que « ...hoy ya nadie hace microhistoria» Puede parecer
incluso llamativa la inclusión de estos artículos en una revista editada en Argentina, un país
cuyos historiadores no han dado a conocer hasta hoy -y hasta donde nosotros sabemos- un
estudio rnicroanalitico de pesd0 • La oferta consiste en avivar el fuego de la discusión en tomo
a problemáticas que son significativas para el conjunto de la disciplina. mucho más allá de las
hoy tan lábiles (y desde luego siempre discutibles) «fronteras nacionales» de la ciencia. Es en
este sentido que cobran su valor las distinciones que Aguirre Rojas realiza entre historia local
mexicana y rnicrohistoria italiana, las agudas reflexiones de Pons y Serna sobre sus aspectos
científicos. avatares editoriales e incluso políticos, el estudio que Bemard Vincent dedica a
cuatro obras sobresalientes de la microhistoria española. sumado al singular trabajo en que
Matti Peltonen incluye, entre consideraciones generales. algunac; notas sohre las discusiones
acerca de la relación entre niveles macro y micro en Economía. La amabilidad de Giovanni
Lcvi hizo posible la breve conversación que aquí editamos, lo mismo que la gentileza de Cario
Ginzburg y la dedicación de nuestro colaborador Carlos Aguirre Rojas fructificaron en esta
primera edición en español de la entrevista hecha por Adriano Sofri al autor de El Queso y los
gusanos, quien considera que es la mejor entrevista que se le haya realizado.1 '
La confección de este primer dossier de prohistorta no fue tarea sencilla: la convocatoria
tuvo un impacto más fuerte del esperado y, por lo tanto, la tarea de selección de trabajos ha
sido bastante ardua. Nuestro agradecimiento a todos quienes enviaron el fruto de sus esfuer-
LOS y a los réferis que, con su criterio imparcial y honestidad intelectual. participaron directa
e indirectamente en la confección del armado definitivo.

10
Sin embargo, muchos de los textos programáticos de Lev1, Ginzburg. Poni y Grendi fueron publi-
cados en su hora por importantes revistas de historia de este país. entre las cuales destacan el
Anuario de/IEHS. Entrepasados, y Estudios Sociales.
~~ Servirá además como un elemento importante para considerar otros trabajos de Ginzburg, sobre
todo El Jue: y el Historiador, así como también «El caso de Adriano Sofri», publicado en mglés
en London Review of Books, abril de 1997. y en español por nuestros colegas de Historias. 39.
Méx1co -octubre 1997/mano L998, pp. 3 a26.

- 185 -
BARRIERA, D.. <<Las babas de la Microhistoria:...»

Como manifestaba párrafos más arriba, la discus1ón teórica y metodológica parece lejos
de esLar terminada: dicotomizadas sus vertientes entre cu ltural y social, relativista o
fundamentalista, atrapada la reflexión sobre el vínculo entre niveles como una primacía de lo
deductivo o lo inductivo. quizás esta gruesa y rica plataforma necesita de la realización de
nuevos esfuerzos, teóricamente cada vez más conscientes de un contexto científico que se
manifiesta dentro y -sobre todo- fuera de la discipl ina. En cuanto a lo metodológico, el gesto
superador puede quizás estar bien metaforizado en la abducción, ese extraño pero pertinente
silogismo en que la premisa mayor es evidente y la menor probable, pero siempre más creíble
que la conclusión...

- 186-
prohlstorla 3 - 1 999

Crisis y resignificación de la microhistoria.


Una entrevista a Giovanni Levi. 1
proNstorla

P- ¿Qué corrientes usted identifica den- y en general era una propuesta para complicar
tro de la microbistoria, y cuál de estas co- la conceptualización. describir la realidad
rrientes se identifica más con la que usted como más complicada de lo que las ideolo-
lanzó en su momento con la Herencia In- gías dominantes la consideraban. Hoy me pa-
material? rece que estamos totalmente del otro lado de
Levi- Es una pregunta muy difícil, yo creo la cuestión, todo lo vemos como muy compli-
que hoy nadie hace microhistoria. Hay una cado pero no tenemos una interpretación glo-
crisis de la microhistoria. en el sentido que el bal de la historia. Guinzburg ha hecho un li-
éxito de la microhistoria en los diarios, las bro de macrohistoria La historia nocturna, yo
revistas, etc. ha producido dos cosas: una es he hecho un pequeño artículo sobre el Estado
la que Jaime Contreras llama historia basu- moderno, que no es microhistoria sino que es
ra, ocuparse de cosas que no interesan a na- macrohistoria. porque el Estado es también
die, que son muy pequenas, y que ésta es una macrohistoria. yo explico allí situaciones muy
suerte de imagen falsa de la microhistoria Por generales.
ejemplo es el caso de The lesbian nun,libro Yo creo que hoy, la microhistoria es un
que tuvo gran éxito en Estados Unidos y que instrumento útil pero no es la solución a los
es una historia sin ningún interés, en princi- problemas de la historia en este momento, ha
pio, porque el 80 % de las monjas son sido muy importante por quince anos de deba-
lesbianas. Esto no es interesante para noso- te. Un ejemplo que puedo dar en la Argentina
tros. Por otra parte, existe una crisis en la cau- es que muchos de los colegas que estudian la
sa por la cual la microhistoria había nacido a inmigración y la emigración han producido in-
principios de los 80: la microhistoria nació vestigaciones a nivel muy especifico, la fami-
como una crítica a una conceptualización lia, la historia de uno, la historia del otro. pero
muy fuerte del marxismo. del estructuralismo, hay mucha dificultad para hacer una interpre-

..
Realizada por Darío Arnolfo. Darío Barriera. Ignacio Marríncz y Diego Roldán. en el Cemro
Cultural Parque de España. Rosario. noviembre de 1998. Agradecemos a Giovanm Le vi y Carma
Frid. directora del Centro de Documentación de esa institución. cuya gentil predisposición posibi-
litó este encuentro .

- 187 -
ENTREVISTA A GtOVAN:-.'I LEY!.

ración global. una nueva interpretactón del fenómeno inmigratorio, que es uno de los temas
importantes que se discuten aquí y que en general produce la misma interpretación: las cade-
nas migratorias, las relaciones de paremesco.los fenómenos de protección, clientelismo, etc.
Pero esto lo sabemos desde hace treinta años, ahora el problema es estudiar la inmigración
desde la paridad, o tomar otra posición, otros problemas.

P.-¿Cómo le explicaría a un estudiante los principios metodológicos del análisis


microhistórico?.
Levi- Es uno solo. Es un problema de escala. La microhistoria no es estudiar cosas pequeñas
sino mirar en un punto especifico pequeño, pero proponerse problemas generales. Es la modi-
ficación de la escala de la observación. Revel da el ejemplo del film Blow Up, es la historia de
una fotografía que la primera vez no explica el problema, la segunda vez se ve la mano entre
las hojas, la tercera es una mano con un revólver, a medida que se reduce la escala se hace más
preciso el detalle. Es la variación de la óptica del historiador, en este sentido es muy importan-
te el historiador, no el documento. La posición que toma el historiador en la investigación.

p. Si éste es el principio fundamental, esta reducción de la escala de análisis, ¿modifica


la forma de construir el objeto del historiador y la forma de organizar el relato?
Levi- Sí, yo creo que sí. se puede decir una cosa muy en general, todos los historiadores profe-
sionales jóvenes como vosotros, o de media edad, o viejos como yo, tienen una posición de
autoridad, buscan la verdad y dicen: la baral/a de Pavón ha sido así. En general los historia-
dores tienen una posición de autoridad, yo creo que busco la realidad y comunico al lector la
realidad, los hechos como han ocurrido, yo creo que la consecuencia del cambio de análisis es
dar más importancia no a la relatividad (porque siempre buscamos la verdad) sino a la especi-
ficidad del punto de vista. Puedo dar un ejemplo judío. En la religión judía se considera que no
se puede decir que Dios exista. No se puede decir existe. Dios existe o no existe, no se puede
responder a esta pregunta. Pero todo el análisis de los textos sacros, el análisis del Talmud, es
una discusión como si Dios existiera pero sin poder saber quién es el que hace. No tiene una
previsibilidad, una descriptividad. Yo pienso que la actitud del historiador es muy semejante
hacia la realidad: ¿qué cosa es la realidad?. Es una investigación que el historiador hace en
dirección a la realidad sin jamás acabar la investigación. Ahora en este sentido es muy impor-
tante el protagonista de la investigación. que es el historiador. tanto como la realidad investiga-
da.

P- La microhistoria además de un reposicionamiento del objeto, ¿implica un


reposiciooamiento del historiador con a la sociedad?
Levi- Este es un problema que yo remitiria a un debate mas general, que podría ser el tema de
otra entrevista, que es la crisis de la actividad del historiador hoy. Hoy los historiadores no son
tan importantes como antes porque la relación que tienen con los medios de comunicación es
muy pequeña. Por ejemplo su revista prohlstorlo tendrá, pongamos por ejemplo. unos cien-
tos de lectores como máximo. La televisión tiene 3.000.000 y puede contar la misma historia.
- 188-
prohlstorla 3 - 1 999

puede contar la historia de Santa Fe corno vosotros. Después confronten: la opinión pública
¿es una interpretación científicamente garantizada por unos pocos o una utilización política
por tres millones?
Uno de los problemas que la microhistoria se proponía al principio era una relación dife-
rente con el lector, tener más lectores. Una fonna de historia menos académica más infonnal.
Yo que creo que esta crisis es muy importante en todo lo que se llama el revisionismo históri-
co. Los historiadores no tienen la capacidad de responder a la agresión de la vulgarización de
la historia de los revisionistas. Ahora, por ejernplo, en Italia esta la discusión "¿es mejor el
fascismo o el antifascismo?" los dos tienen sus culpas. Esta es la vulgata que hoy tenemos en
Italia, o ¿es mejor Stalin que Hitler?. Otra pregunta sin sentido historiográfico, pero muy
importante desde el punto de vista político, del efecto político. Yo creo que uno de los proble-
mas de la historia hoy y de la microhistoria tambienes la relación nueva con el público, en 10
años nuestra profesión va a cambiar radicalmente.

P- Y en este tipo de estudio y en este tipo de escritura, to-


mando estos dos ejes que señaló ¿Cómo debe hacer jugar el «(la escritura
historiador a la temporalidad y la noción de proceso tenien-
do en cuenta que ha achicado la escala? historiográfica) ... es
Levi- Ahí también hay un problema de escala. Yo creo que es una operación de
muy importante el problema de la temporalidad, en el sentido comunicación. La
que es un problema de destrucción de la temporalidad. es una
operación de comunicación a los lectores. Marc Bloch, por ejern- comunicación debe
plo, ha hecho una cosa muy importante. impulsando la idea de imaginar al lector,
que es más fácil hablarle a los lectores desde el hoy aJ pasado debe imaginar lo
que desde el pasado al hoy. Esta es una indicación muy fuerte:
considerar que la escritura historiográfica es una escritura que el lector sabe.»
comunicativa y es una operación de comunicación. La comuni- .__ _ _ _ _ _ __...
cación debe imaginar al lector, debe imaginar lo que el lector
sabe. Hoy los lectores o lo estudiantes deJa universidad saben muy poco de la historia, es muy
difícil organizar un diálogo comprensible con los estudiantes. Yo creo, por ejemplo, que un
problema f undarnentaJ se da de hoy al pasado antes que del pasado a hoy. Pero éste es solo un
aspecto de la temporalidad. Es realmente un problema muy importante para reflexionar.

P- La microbistoria, como muchas otras vertientes de la historia de la historiografía,


ha incorporado muchos conceptos provenientes de las otras ciencias sociales. ¿Cómo
evalúa el impacto, las consecuencias teóricas, de esta importación de conceptos?
• ~'l\.· '(Q 00 <:.t~,<H\U~ ~\ma \.m~rta<:.i<.\~ <i~ <:.<m~))t~~. '(~<:.tOO ~U~ \aso <:.\~~<:.\os, ~ia,tes, ~
una. como Dios. En este sentido, uno de los errores máximos que se pueden cometer es impor-
tar conceptos. La historia puede producir conceptos fundamentales para la sociología, econo-
mía. etc .. Porque no es un problema de identidad, es un problema de dialogar cosas. Yo creo
que una de las grandes contribuciones que puede hacer la historia a las otras ciencias. que ha
- 189-
E~TREVISTA A G!OVAl\!\'1 LE\'1.

dado a otras ciencta sociales, es proponer la limitación del empleo de los conceptos que los
economistas consideran universales. En este sentido, yo creo que la historia produce concep-
tos. En definitiva no es una importación, es una fonna cultural general de filosofía, historia.
antropología. economía. sociología, que trabaja por buscar una descripción fiable de la reali-
dad. sin esperanza.

P- La mayoría de los estudios microhistóricos conocidos tienen que ver con sociedades
de Antiguo Régimen, al menos los más exitosos, y cuando se analiza una sociedad con-
temporánea ¿en qué medida esta metodología debe ser modificada?, ¿cómo es la ope-
ración reconstructiva, teniendo en cuenta la complejidad que presenta esta sociedad
contemporánea? ¿Es válido introducir esta distinción?
Levi- Yo creo que un libro muy interesante de microhistoria es el de Maurizio Gribaudi sobre
la clase obrera de Turín, que es un libro de historia contemporánea. Yo sé que la historia
contemporánea en la Argentina es más contemporánea que en Italia. Por ejemplo el libro de
Franco Ramella yo lo considero de historia contemporánea. Pero el libro de Maurizio Gribaudi,
que es un libro sobre el fascismo, es el máximo de contemporaneidad posible. Muchas de las
ideas de la microhistoria nacen de una crítica de la historia oral, de la aplicación muy simplis-
ta. muy basurista de la historia oral. Porque la historia oral tienen una comunicación inmedia-
ta, pero falsa. porque es muy emotiva, trabaja con una transmisión muy emotiva del sentido
de la historia El problema de la historia en general. y de la microhistoria también. es el de una
comunicación controlada. no una comunicación emocional. Yo creo que gran pane de la dis-
cusión que ha hecho la microhistoria en su programa es una resistencia, una crítica a la utili-
zación de las fuentes orales como fuente de infonnación histórica. información histórica fac-
tual. Hay otra fonna de utilizar las fuentes orales, como un lugar interesante para estudiar las
creaciones individuales, o una reconstrucción individual de los hechos históricos.

P- ¿Qué es lo que el enfoque microbistórico suma a los estudios de redes?


Levi- Tuvimos una verdadera pasión por el análisis de redes. porque era una posibilidad de
estudiar casos individuales sin impresionismo, pero buscando una formalización. una descrip-
ción morfológica del individuo como descripto en la red de relaciones en la cual se halla en el
centro. Así, yo creo que muchos de los análisis de redes han sido muy importante en este
sentido. Esta semana va a aparecer un libro, en una colección de ensayos, de Maurizio Gribaudi
que es una investigación que hicimos juntos. Yo no hubiera podido hacerla solo, sin embargo
discutimos mucho sobre las redes de los médicos en muchos países del mundo. y son una
ocasión para ver la descripción de morfologías, de relaciones; yo creo que será un libro muy
interesante. En este sentido, sí hay una imponación de la sociología y la antropología, pero es
una importación que buscamos por diez años de aprender a utilizar por la historiografía de
una manera formal. no impresionista. Yo creo que este libro de Maurizio es un resultado muy
importante de este afán de utilización conceptual por los historiadores.

- 190 -
prohlstorla 3 - 1 999
P- ¿En la historiografía latinoamericana usted identifica
algunas líneas que hayan intentado un camino propio en algo « •..la opinión
semejante a lo que ba propuesto el grupo italiano sobre la
microbistoria? pública ¿es una
Levi- No sé... no busqué la microhistoria en América Latina, interpretación
está Luis Gonz.ález González. Lo que yo buscaba en la científicamente
historiografía de América Latina era una cosa rnicrohistórica,
pero muy general, que es cuál es el significado de ser católico y garantimda por
qué cosa es una política católica. Ha sido muy interesante para unos pocos o una
mí leer la historia de todas las cosas publicadas sobre el peronis- utiliación polftica
mo, la transformación de un estado liberal en un estado católico,
en el sentido de que el estado liberal era muy católico y el estado por tres millones?>>
católico era muy liberal. todo en un sentido muy reaccionario.
Yo creo que lo que me interesaría entender es exactamente eso:
cuál es el significado de ser católico, en el sentido que todos los que encontré no son católi-
cos... yo también soy hebreo. pero yo creo que existe una antropología específica que no es
una religión, que es un producto muy específico de una cultura muy profunda y muy intere-
sante, muy negativa y muy positiva tambien, tiene dos caras diferentes. Yo creo que es un
campo muy interesante de análisis microhistórico, por ejemplo en la Argentina. Preguntarse
por la relación entre política y personas que es tan dificil de entender aquí, por que aqui todos
están contra el estado pero al mismo tiempo tienen un estado muy fuerte , y al mismo tiempo
todos conciben al estado como una superfetación peligrosa, negativa y al mismo tiempo todos
pagan los impuestos ... Yo creo que es la antropología l:alólica l.l~ la Arg~::nlina la que mafl:aría
ahora una diferencia, porque ahora el catolicismo es estudiado por los católicos. Nosotros
consideramos que el laicismo es la parte interesante, pero entendimos que para cambiar la
sociedad hay que cambiar las raíces profundas de la antropología del hombre argentino, que
es idéntico al italiano, al croata. al polaco o al portugués.

P- ¿Usted cree que los historiadores volverán a escribir síntesis, grandes síntesis?
Levi- Lo hacemos siempre. La historia tiene un trend cíclico que es síntesis. disrupción de la
síntesis (como es la m icrohístoria) resíntesis y redestrucción de la síntesis. Yo creo que es un
fenómeno ondulatorio. En relación a la síntesis, no creo que La microhistoria sea negativa. La
idenúficación del problema del estado católico es un buen resultado microhistórico que tiende
a la síntesis.

- 191 -
prohlstorlo 3 - 1999

Indicios, márgenes y mónadas.


Acerca del advenimiento de la "nueva microhistoria" 1
MATII PEuOl\'E."''
(Urúversidad de Helsinki, Finlandia)

Resumen:
Se discuten los siguientes aspectos de la «nueva microhistoria»: 1°) Se busca lo que
ésta tiene de nuevo, comparando las maneras en que tratan la relación macro-micro
diferentes ciencias como historia economía y sociología. 2°) Se examinan Jos trabajos
de Walter Benjamin y Michel de Certeau como precursores de la nueva microhistoria.
El enfoque que Benjamin adopta en su Passagen Werk, donde se observa el mundo
como constituido por mónadas, imágenes multifacéticas, difiere considerablemente
de la metodología de Michel de Certeau, influida por los trabajos de Braudel, en la
que se resaltan tas áreas marginales como elementos epistemológicamente relevantes.
Finalmente se consideran algunos problemas de la nueva microhistoria.

Palabras clave:
Microhistoria- economía- sociología- relación micro/macro- mónadas.

Abstract:
The foUowing aspects of the so called «New Microhistory» are discussed. First. what
was new in lhe New Microhistory focussing on the micro-macro links in history and
other sciences such as economics and sociology. Secondly.two prominents figures.
Walter Benjamín and Michel de Certeau. are examined as precursors of New
Microhístory. They are both well known but notas mícrohistorians. The Benjamin's
methodological ideas developed wbile working on the Passagen Werk seeing de world
consisting on monads, multi-faceted pictures, differs greatly from Michel de Certeau 's
Bruadel-inspired methodology higlighting marginal areas as epistemologically
importanl Finally sorne problems of the New Microhistory are taken up.

Keywords:
Microhistory- cconomy -sociology- micro/macro link- monads.
-----
TradUCCIÓn del inglés por Ignacio Manínez y Darío Barnera. Trabajo presentado al Il Congreso
Internacional Htstoria a Debate, Santiago de Compostela. 14 al 18 de julio de 1999. Agradecemos
a Carl•', Barros su autorización para esta edición.

- 193-
PELTOKES, M., «Indicios, márgenes, mónadas ......

¿El renacimiento de la narrativa?

1. Alrededor de 197 5, fue publicado un grupo de estudios históricos a los cuales se


reconoció inmediatamente como representantes de algo nuevo. Libros como el
Montaillou ... de E. Le Roy Ladurie (1975). Wighsand H1mrersdeEdward Thompson (1975).
El queso y los gusanosdeGinzburg (1976) o Culrura y Sociedad .. de NatalieZemon Davts
( 1975), parecían indicar un cambio en el paradigma historiográfico. En este artículo he deno-
minado a estos estudios ·'La nueva microhistoria" de los 1970s., que, no obstante, fueron reci-
bidos por comentaristas coetáneos de diferentes maneras.
En los años 1980s., esta "nueva microhistoria" fue discutida bajo los términos de un "re-
tomo de la narrativa". Este fue el título de un influyente artículo de Lawrence Stone quien.
ciertamente, captó un aspecto de este cambio, un nuevo tipo de retórica histórica o de uso de la
narrativa -o bien, como fue sugerido, un recurso a las antiguas. S tone, sin embargo, señaló
algo más de este cambio. en cuanto a una relación más independiente frente a otras ciencias
sociales y su manera de comunicar los resultados. Algunos críticos denominaron a este perío-
do "el regreso a los archivos", indicando la fascinación de los historiadores frente a una nueva
documentación.
La otra gran discusión se organizó en tomo a la historia de mentalidades. En cieno modo.
también esta era una discusión que "retomaba". debido a la fuene influencia que la historia de
la mentalidad había tenido en los años 1920s. y 1930s (Huizinga, Bloch y Febvre). De todas
maneras, considerando esta .. nueva historia" como la historia de mentalidades, el tipo de res-
puesta ofrecida fue significativamente diferente al del "retomo de la narrativa". En primer
lugar, se privilegió la atención al objeto de la investigación. Sobre todo en el uso bajo su forma
en plural,la "historia de mentalidades" indicaba un significativo cambio teórico (abandonan-
do la asunción de una única cultura en una sociedad o comunidad). Nuevos grupos de indivi-
duos. anteriormente relegados como desprovistos de cultura y fenómenos que se suponían
indocumentados. fueron recuperados como objetos de estudio. El énfasis sobre los temas de
investigación estuvo presente en estas discusiones de los 1980s. Esto salta a la vista a partir de
la naturaleza de otras populares denominaciones para la "nueva historia··, tales como la histo-
ria de lo cotidiano o la historia desde abajo

2.- La metáfora espacial de la microhistoria.

El término mirrohistoria llegó con acento italiano, de la mano de los trabajos dt! Giovanni
Levi y Cario Ginzburg. Este último describió cómo encontraron la expresión y cómo resultó
utilizada en un inicio para designar una serie de estudios históricos, de los cuales The enigma
of Piero ( 1981) sería el primero.2

GINZBURG, Cario: The Enigma of Piero. Piero del/a Francesca. The Babtism, The Are::zo
Cycie. the Flagellation Translated by Martin Ryle and Kate Soper. Verso 1985 f 1980]. (Hay
vers1ón en español).

- 194 -
prohlstorlo 3 - 1999
La versión que Ginzburg elaboró de la microhistoria, fue sugerida inicialmente en su es-
pléndido articulo "T ndicios....". un viejo trabajo que ya había caprurado la atención de Lawrence
S tone. Guinzburg pintaba un cuadro verdaderamente dramático. también perceptible en el
prefacio a El Queso.... respecto de la relación entre historia y ciencias sociales. Para Ginzburg.
la particularidad del estudio histórico era ser concreto, volcando su atención al fenómeno
específico y singular. El enfoque de Giovanni Levi fue más abierto a las ciencias sociales y no
coincidía completamente con todos los argumentos metodológicos de Ginzburg, por ejemplo.
en lo concerniente a la inutilidad de los métodos cuantitativos y las grandes bases de datos.
La característica común en ambas versiones, es la gran importancia otorgada a la natura-
leza espacial de la relación micro-macro. La definición de Roger Chartier distingue nítida-
mente este aspecto:
"Es en esta escala reducida, y quizás solamente en ella, donde podemos comprender.
sin reducciones detenninistas, las relaciones entte sistemas de creencias. de valores
y representaciones de un lado y filiaciones sociales por el otro"1

Esta definición fue citada aprobatoriamente tanto por Levi como por Ginzburg.~ La metá-
fora espacial es dominante también en otras ciencias sociales donde opera la distinción entre
enfoques macro y micro. En economía, todo el cuerpo teórico se divide generalmente en dos
bloques, macro y microtcoría. que sostienen entre sí una relación problemática. En sociología.
esta relación quizás no sea tan antagónica, pero la relación entte niveles micro y macro del
fenómeno social. es también percibida como uno de los problemas teóricos más arduoSS . La
sociología moderna o académica nació, a fines del siglo XIX, como un macro-proyecto, como
una reacción a la psicología. El enfoque microsociológico, por su parte, es una nueva tenden-
cia, una reacción a la perpectiva macro de la sociedad, desarrollada en los años 1950s. y
1960s. El slogan de la microsociología fue ..bring men back in" . La microsociología se intere-
só por la vida cotidiana, los acontecimientos relativamente triviales y reiterados, los hábitos.
las costumbres. Las discusiones acerca de la conexión entre lo micro y lo macro, empezaron
también relativamente tarde. alrededor de los 1980s.6

3 CHARTIER, Roger"Intellectual History or SocioculturalHistory?". en LA CAPRA. Dominíck &


KAPLAN. Steven (cds.): Modern European fnlellectual/listory . Reappraisals & Neo,..·Perspecti\·es.
Comell University Press. 1981. P. 32.
LEVl, Giovanni "On microhisrori", in BURKE, Peter -ed.-New Perspectives in Historical Writing.
Polity Press, 1991. p. 95, cuando se refiere a Barth; GINZBURG. Cario "Microhistory: Two or 1ñree
Things that 1 Know about lt", in Criticallnquiry, 20. Aurumn 1993. pp. 10-35, espectalmente p. 22.
COLLINS, Randall Theoretical Sociology, Harcourt Brace Javanovich. 1988, pp. 37J-410;
MOUZELIS, Ntcos ''The Poverty of Socíologica1 Theory", in Sociology, 27. 4, 1993, p. 667
KNORR-CETINA. Karin & CJCOUREL. A. V. eds .- Ad1·ances in Social Theory and
Methodology. Toward an lntegration of Mirro-and Macro-Sociologies, Routlcdge & Kcgan Paul,
1981 ; HECHTER, Michael -ed.- The Microfoundations of Macrosociology, Temple Universtty
Press, 1983; ALEXANDER. Jeffrey C. et a.l. -eds.- The Micro-Macro Link. University ofCalifomta
Press. 1987.
- 195-
Pet.TONEN, M., «Indicios. márgenes, mónadas .... »

La historia de la distinción macro-micro es totalmente diferente en economía y socio-


logía. En la primera, la teoría micro explica el componamiento de los actores económicos
individuales (consumidores. empresas, desocupados) y la macroteoría, indaga las relaciones
entre variables económicas agregadas (producción, empleo, precios.... ) dentro de un área ex-
tensa. Las palabras macro y micro fueron introducidas en economía con algún retraso. Esto
sucedió recién hacia fines de los 1940s y comienzos de los años 1950s.7 Por CJCmplo. el
clásico manual de Paul Samuelson. Economía, comenzó a utilizar estos conceptos recién en
la edición de l958.S
Lo interesante en cuanto al uso de metáforas espaciales en la descnpción del enfoque
micro es que, en un primer momento, en los textos de economía, el aspecto temporal fue
privilegiado frente al espacial. Los conceptos utilizados inicialmente fueron macrodinámíca
y microdinámica. Esta última refería a situaciones donde todos Jos recursos económicos eran
completamente empleados. permaneciendo constantes el stock de capital y producción. El
nuevo enfoque fue maerodinámico. cuando se trataba de analizar situaciones con subempleo.
El máximo exponente de este tipo de análisis fue John Maynard Keynes. Detrás suyo puede
identificarse a su maestro, Alfred Marshall, y su revolucionario manual de 1890. Principies
ofEconomics, que marca la fundación de la moderna economía académica. Marshall había
introducido ya una doble división de la teoría económica de acuerdo a un criterio temporal.
Siguiendo a Marshall, los fenómenos económicos se dividían en dos categorías. los penene-
cientes a perfodos cortos (o período del mercado) y a períodos largos
El período corto cubre las actividades económicas desarrolladas en un período de merca-
do. que es tan corto que los productores no tienen el tiempo suficiente para adecuar su activi-
dad a las fluctuaciones de la demanda y la competencia; el stock de capital y el nivel de
producción pennanecen constantes. El cuerpo de la teoría económica desarrollado por Marshall
cubría sólo este período cono. La teoría del período largo hubiera requerido el tratamiento de
la sociedad como un organismo. y demandado un "tratamiento más filosófico ... Este tipo de
análisis debía ser totalmente diferente al tratamiento extremadamente formal y matemático
dado al período corto. entonces, no podía tener. siguiendo a Marshall, la misma "definición y
precisión de pensamiento". Sin embargo. Marshall no publicó jamás una sola página sobre el
período largo (o sobre macroeconomía) y una peligrosa división surgió en la teoría económi-
ca.9 Es necesario subrayar que el criterio orginal de la división entre macro y micro teoría en

' The New Palmgrave. A Dictionary of Economics, vol lll 273-275, 461-463.
8 La marginalidad de la discusión metodológica acerca de las micro fundaciones de la macroteoría en
economía, puede ser percibida desde el hecho mismo que los dos tratados más populares de
medodología económ1ca de comienzos de los 1980s. -el de Blaug (1980) y el de Caldwell (1982)-
¡gnoran estos desarrollos. aún en sus versiones revisadas (de 1992 y 1994 respcctwamcnte.)
COLEMAN, D. C. llistor) and the economic Past An Account ofthe Rtse and Fall o[Econonuc
Historv m Bntam, Clarendon Press, 1987, p. 128.

- 196 -
prohlstorla 3 - 1999
economía fue temporal y no espacial. Esta diferencia. también es generalmente destacada en
las discusiones sociológicas. 10

3.- Ginzburg vs. Foucault: c;obre Cultura Popular.

Muchos microhtstonadores. creo. pueden ser criticados por ignorar la cualidad temporal del
micronivel, a favor de una mayor atención prestada a otros aspectos. Esto. se supone. resulta de
la elección del objeto. Pero no se le presta especial atenctón y no es generlamente mencionado
cuando se discute el enfoque microhistórico'' . Sin embargo. en este sentido, el trabajo de Cario
Ginzburg puede ser tomado como una excepción. En mi opinión, la mayoría de los trabajos de
Cario Ginzburg están basados en una enorme tensión temporal. Me refiero especialmente a The
Night Baules, The Cheese and the Worms and Ecstasies: Deciphering the Witches' Sabbath.
En estos trabajos, el aspecto más interesante. el resultado que Ginzburg quiere comunicar a sus
lectores. surge de la colisión de un acontecimiento excepcional con la consolidada estructura de
la cultura popular. Este momento especial revela las estructuras, cuya importancia es muy difí-
cil, sino imposible de ver, en otra temporalidad. Los microhistoriadores, en realidad, tratan de
descubrir cosas má-; grandes con sus microscopios y sus magníficas lentes. Este aspecto del
proyecto microhistórico no está adecuadamente ilustrado por la metáfora espacial descripta
como una focaJización de la atención hacia áreas pequeñas.
The Cheese and the Worms es el mejor ejemplo de la estrategia narrativa de G uinburg,
donde la an.culactón de las estructuras de largo plazo con acontecimientos de corta duración
crea connictos atrapantes. que pueden ser resaltados en el texto que los historiadores crean
para sus lectores. Para muchos profesionales. esta tensión temporal merece objeciones. Lo
difícil de aceptar y entender, es la existencia autónoma de la estructura de larga duración de la
cultura popular. Se preguntan cómo alguien puede creer que tales estructuras, largas y gene-
ralmente ocultas. existen realmente, siendo que su existencia no está ampliamente documen-
tada. ¿Cómo puede alguien hablar de la existencia autónoma de una radical culrura campesi-
na. si al mismo tiempo está influída por la cultura de élite dominante en la misma sociedad?12 •

1" COLLINS, Randall "On thc Mt<.:ro-foundat1ons of Macro-soctology". m The Am~rican Journa/
of Socio/ogv. 86. 1981. 984-1O14. Es iluminadora la fonnulación realizada por DeWalt y Pello.
acerca de los tres ac;pectos de la conexión entre niveles macro y micro -tiempo, causalidad y
espacio. Desafortunadamente, no continuaron trabajando sobre las mismas. DE WALT, Billie &
PELTO. Perui -ed'>.- Micro and Macro Levels ofAnalysis in Anthropology.lssues in T heory and
Research, Westview Press, 1982, pp. 1 a 21.
11 DAVIS. Natalie Zemon "The Possibilities of the Past.", in Journal of !nJerdisciplinary History
12, 1981. pp. 267 -275; "The Shapes of the Past". in S torra de/la Storiographio. 17, 1990. pp. 28-
'38; LEVI, c,ovanm "On microhistory....". C!l. GlNZBURG. Cario "MicrohiStOry: Two ...", cit.
MUIR. Edward & RUGGIERO, Gwdo -eds.· Microhistory amlthe Lost Peoples ofThe Europe.
John Hopkms Un1vcmty Press, 1991, pp. vu-xvti1.
l! LA CAPRA. OomJmck 1/iston & CritiCISm. Comell Un1vers11y Prcss. 1985. pp. 45-69

- 197 -
PE.t.roNEN, M., «Indicios, márgenes, mónadas .... >>

Dominick La Capra, por ejemplo. encuentra inadmisible incluso en principio que la cosmovtsión
del molinero Menocchio pudiera haber estado basada en la antigua cultura campesina. ya que
teme que de este modo, reforzaría de alguna manera las relaciones hegemónicas en la
historiografía profesional. Si la cultura popular es también un nivel importante de la cultura.
entonces, quienes la estudian, hacen también un importante trabajo en historia intelectual que.
de acuerdo a La Capra, constituiría·· ...una bizarra y viciosa paradoja según la cual una rela-
ción vicaria con los oprimidos del pasado. sirve de pretexto para pretensiones de dominación
contemporáneas." 13
Acontecimientos excepcionales en la historia de los conflictos soc.ia.les crean "archivos
de represión". que sacan a la luz cosas que habían existido en un nivel que no producía docu-
mentación perdurable. Son estos "archivos de represión .. los que han sido usados muy a me-
nudo en estudios recientes sobre la cultura popular. Esta situación paradójica. en la cual es el
··enemigo" quien archiva y preserva información sobre lo ··marginal" y lo "bajo" ha dado
lugar también a nuevas objeciones frente a este tipo de investigaciones. Algunos observadores
han expresado que, quizás, " .. .la cultura popular existe solamente en el acto de represión".
postura que parece subyacer a la crítica que La Capra hizo de El Queso.... Es también en este
punto en el que el mismo Ginzburg ha sido más crítico. Me refiero aquí a su crítica frente a la
actitud foucaultiana de "populismo negro··. en el prefacio de E/ Queso ... La crítica se vuelve
más interesante en tanto parece revelar un inesperado punto débi 1en las ideas metodológicas
de Foucault.
La crítica de Ginzburg a Foucault es simiJar a la que Mikhail Bakhtin realizara a
Lucien Febvre por haberse concentrado solamente en la cultura oticial en su estudio sobre la
cosmovisión de Rabelais. Esta limitación de la perspectiva se justifica por sí en la medida que
se realiza ex profeso. 14 Pero Michel Foucault es un caso especial. ya que él piensa que no
podemos decir nada sobre la cultura popular, excepto reconocer su existencia. Hay locos en
sus instituciones mentales, hay prisioneros en sus pris1ones, hay incluso amantes en su univer-
so sexual. pero él nada puede decir sobre ellos. El resultado de esta limitación voluntaria del
fenómeno bajo esta perspectiva, resulta en un análisis unidimensional. tenazmente adherido a
la cultura oficial, manteniéndose en el mundo de los tratados, códigos y leyes impresas. A
pesar del frecuente uso que hace de conceptos,la palabra mjcro inclusive, la metodología de
Foucault parece rehusar del enfoque micro.
Comparada a la discusión sobre la microperspectiva en otras ciencias sociales, la librada
dentro de la historia presenta una diferencia interesante. En aquéllaC), la discusión metodológica
partió de la conceptualización del vínculo entre lo micro y lo macro, de las microfundaciones
de la macroteoria o aún. del nexo entre micro y macro. Por lo tanto. la conexión entre micro y
macro no es categorialmente negada. El ObJetivo de esta discusión metodológica es pensar a

13
Idem. p. 69
•• LA CAPRA, Dominick Rethinking lntellectual History. Te.\ts. Conte.rts. Language. Cornetl
University Press. 1983, p. 294.

- 198 -
prohlstorla 3 - 1 999

Lravés de este vínculo. Es importante y fructífero entonces. interpretar también la discusión


histórica bajo esta lente. A continuación, y con este propósito. trataré de ver qué han dicho los
hiStoriadores acerca de esta conexión enrre lo micro y lo macro. aún cuando hayan utilizado
diferentes expresiones en sus propuestas. 1'

- -'·· Historia y Sociología.

En sociología, la discusión metodológica incluyó también la corriente crítica hacia la


microsociología. Fueron criticadas tanto la carencia de interés por desarrollar ideas concer-
nientes al vínculo entre lo micro y lo macro como también aquellas soluciones que eran dema-
siado simples. Es obvio que este modo de pensar no debe nada a las idea-; postestructuralistas
de lo ..discontínuo". Si el macronivel es definido sólo en referencia a sus supuestos
microelemcntos, el modelo es considerado trivial o reduccíonista. Algunos investigadores ex-
presaron la idea de que el vínculo entre lo micro y lo macro no refiere en absoluto a las
oposiciones agente-esctructura o individuo-sociedad.
''La ecuación de lo micro con lo individual es extremadamente desorientadora, ya
que. en realidad, es el intento de encontrar unas correlaciones de medida específicas
con la diferencia micro/macro. Aquí puede no haber referencias empíricas para lo
micro y lo macro como tales. Son contrastes analíticos que sugieren niveles emer-
gentes dentro de unidades empíricas. y no unidades empíricas anta~ónicas en sí mis-
mas.Hlf't

Nicos Mouzehs parece acordar totalmente con esta afinnación y lo complementa de esta
manera
..La chstinción micro-macro uene más el carácter del .. more-or-less" que el de ·'either-
...... 11
or .

1
s No es esta la ocasión de comentar el desarrollo paralelo en la histona moderna. Me parece suficien-
te señalar la novela más popular en Europa Occidental durante los 1970s -Cien Años de Soledad,
de Gabriel García Márqucz. En esta obra, el mundo moderno no es percibido de la forma conside-
rada típ1ca durante esta centuria hasta ese momento, es decu desde el punto de vista de la gran
ciudad y sus habitantes. En la novela de García Márque7~ que como b1en lo ha señalado Franco
Moretti es una obra emblemática de la actual fase en la historia del sistema mundial, el mundo es
visto como una gran totalidad y esto es logrado, paradójicamente, describiendo Macondo, un pe-
queño pueblo campesino de Colombia que luego devino ciudad. MORETTI, Franco Modern Epic.
The World Systemfrom Goethe to Garcia Márquez, Verso, 1996. La conexión metrópoli-satéhte,
para usar un concepto contemporáneo, fue observado desde el fondo. desde el margen.
16 ALEXANDER. Jeffey Op. cit .. p. l. LEMERT. Charles S(lciolngy. 1\fter the Cri.~is. Wcstv¡ew
Press, 1995, p. 163.
11 MOUZELIS, N1cos Snl'iolo.~ica/ Tlll!ory. What went "·ron~' Dia.~nosis and Remedie'\. Routledge
1995. p. 155.
- 199-
PELTONE:'-1, M.. «Indicios. márgenes, mónadas .... »

Mouzelis se acerca a las ideas expresadas por lo microhjstoriadores, a pesar de que parece
estar desentendido de lo que sucede en el mundo de la teoría sociológica. Su insistencia en
tomar en cuenta las jerarquías de la vida social es también característico de las ideas de la
critica de los economjstas hacia las microfundaciones. Esta idea parece unir mucho de lo
propuesto por los microhistoriadores de los l990s. con las concepciones más críticas repre-
sentativas de otras ciencias sociales18 •

5.- La ''microhistoria" como historiograña postmoderna.

El estilo experimental o vanguardista de escritura de la historia puede también prestarse a


malos entendidos. La "nueva microhistoria" ha sido criticada frecuentemente por su fa~ina­
ción frente a lo totalmente anormal, generando una historia muy fragmentada (cf. p. Ej .• Elliot,
1991 ). Al mismo tiempo. algunos investigadores la ven como una expresión del
"post modernismo··, alabando las mismas cualidades que disgustan a la mayoría de sus críti-
cos. El teórico de la historia holandés Frank Anksersmit, señala que hoy la literatura histórica
es tan amplia que - aún contando con excelentes fuentes- el pasado nos resulta imposible de
akanzar. 19 En estas circunstancias, los estudios históricos sólo pueden significar algo cuando
se les compara con otros. Además, a causa de que el estilo es más importante que el contenido
y lo gobierna. el pasado ya no es entonces interesante para nosotros. Estamos desconectados y
desinteresados del pasado. Es el presente lo que importa Congruentemente, Ankersmit esta-
blece un claro corte entre historiografía moderna y postmoderna. 20 El criterio para esta ruptu-
ra decisiva es la elección que los historiadores hacen del objeto. La microhistoria ~la historia
de mentalidades. en general- está interesada. siempre según Ankersmit. en "fragmentos de
histona".21
Es en los fragmentos, en los deslices de la lengua, los Fehlleistungen del pasado, en los
momentos extraordinarios donde el pasado "se deja ir" donde descubrimos aquello que es
realmente importante para nosotros.

11
LEVI, Giovanru "On microhistory.... ", ctt.; y GINZBURG. Cario "Microhtstory: Two..... cit.
19· ANKSERMIT. F. R. "Histonography and Postmodemism",en History and Theory. XXVIII, 1989.
p. 149.
20
En su descripc16n de la m1crohistoria, Richard 1. Evans sigue los planteas de Ankersmit. por ejem-
plo. al considerar los trabajos de Natalie Zemon Davis y Roben Damton como hiStoriografía
¡:>0\'ltmodema, pero inmediatamente encuentra dificultades y se ve obligado a hacer distinciones
enlre "constructivo" y "neto" postmodemismo. Ver EVANS. Richard In Defence (lj History. Granta
Books. 1997.
~~ En inglés ·•tustoncal scraps "; la elecc1ón de la palabra inglesa es. no obstante, s¡gnificattva, ya que
scrap. además de stgnificar trozo, pedazo o fragmento. puede usarse también para designar chata-
rra. desechos o basura.

-200-
prohlstorlo 3 - 1999

El objeto de estudio de los microhistoriadores es decidido sobre todo por la estructura del
pasado, aún desde el punto de vista del propio Ankcrsmit.22
También el historiador alemán 16m Rüsen reconoce en la nueva microhistoria al principal
representante de la historiografía postmodema.1J Para Rüsen.la microhistoria es una fuente
de confort estético que la memoria histórica puede dar a aquellos preocupados por las crisis y
catástrofes causadas por el progreso. Aquí Rüsen se hace eco de las palabras de Hayden White
en su The Burden ofHistory ( 1966). exigiendo a la escritura histórica que refleje la "discon-
tinuidad. la disrupción y el caos" que estamos viviendo. Para Rüsen,la nueva microhistoría
produce, a causa de su elección de objetos. "contra-imágenes" de nuestra vida actual. Piensa
que los estudios de Ladurie, Ginzburg o Davis describen mundos y personas totalmente dife-
rentes a nosotros, alternativas que la modernización destruyó. Jugares nostálgicos a los que
podemos escapar en sueños.

6.- Otras microhistorias.

El enfoque sostenido por Ginzburg y Levi es sólo una de las fonnas para definir la
microhistoria. Es interesante compararlo, entonces. con otros conceptos de microhistoria. Pro-
pongo recuperar primero las propuestas de Michel de Certeau. Si bien no es considerado
frecuentemente en esta línea, merece atención no sólo como un cultor de la microhistoria sino
también como uno de los pocos historiadores que han producido comribuciones metodológicas
interesantes e influyentes. Estoy pensando aquí fundamentalmente en "La Operación históri-
ca" (1974) y en su monografía Le Possession du Loudun (1970). publicada cinco años antes
de la "primera ola". aunque hay que admitir que// Benandanti de Ginzburg fuera publicado
ya en 1966. Por supuesto. podemos también recuperar muchos trabajos británicos anteriores
aJ "mágico año de 1975". o por ejemplo a George Rudé y sus precursores trabajos de fmes de
los 1950s. y comienzos de los 1960s. La diferencia radica en que estos estudios no produjeron
ideas metodológicas nuevas.
En Le Possession du Loudun, de Certeau revela su interés por los fenómenos marginales.
Este enfoque fue también propuesto en su artículo metodológico más conocido- "La Opera-
ción... "'. que en muchos de sus puntos de partida se acerca al programático artículo de Ginzburg
"Indicios ...... Es por ejemplo remarcable.la símil itud en sus respectivas visiones acerca de la

22
· ANKERSMIT. F. -Op. cit., pp. 148-149. Es interesante resaltar que este es el mismo error con-
ceptual en donde colapsa la gran idea tropológica de Hayden White, según la cual la forma es el
único contenido de la narrativa; White es reiteradamente forzado a admitir que, se debe tener toda
la información del acontecimiento a mando a la hora de elegir el llpo correcto de modo narrattvo.
Admitiendo esto y reduciendo de esta manera el significado de la narrativa, destruye al mismo
tiempo el fundamento de su propia teoría. Cfr. especialmente su última compilación. WHYTE.
Hayden Figura/ Realism. Studies in the Mimesis E!fert. The Johns Hopktns University Press,
1999. pp. 12,29-39.70. 81.
RÜSSEN. Jom Studies tn M etaltistnry. Pretoria 1993.

- 201 -
PELTOJ\'EN, M .• « lndic10s, márgenes, mónadas ....»

investigación histórica como esencialmente diferente de las otras ciencias sociales. Los puntos
de De Certeau fueron desarrollados en oposición a la monografía de PauJ Veyne Cómo se
escribe la historia (1970).~ 4

En el contexto de esta discusión, De Certeau toma posición respecto de varias cuestiones


fundamentales. Una de ellas es la relación entre la historia y las (otras) ciencias sociales. Ya en
esta relación, De Certeau cultivaba su enfoque marginal. En su concepción, la historia no se
opone a los modelos creados por la investigación científica social. Propone que la historia
analiza las desviaciones de estos modelosll. Su concepto de "desviación significante" no está
realmente muy lejos de lo "excepcional normal" inventado por los microhistoriadores italia-
nos.26
De Certeau se refiere a Fernand Braudel cuando introduce la idea de áreas margmales y
fenómenos de frontera como objetos de estudio epistemológicamente fértiles. El punto es que
estos fenómenos nítidos y fáciles de manejar revelan más y son menos complicados para ana-
lizar que otros considerados más centrales. Las áreas marginales tienen claras relaciones con
sus centros, existe una continuidad por definición. En su aniculo acerca del concepto de civi-
lización, Braudel habla de "microelementos de civilización" .~ 7
La imagen de Walter Benjamín como historiador fue reforzada en 1981 cuando fuer<.l
publicado su Das Passagen-Werk. Este manuscrito inconcluso es uno de los textos más co-
mentados actualmente. Desafortunadamente, Benjamin es considerado menos un historiador
que un filósofo de la historia.21 Pienso que Susan Buck-Morss estaba en lo cierto cuando

2
~ Cfr. La discusión entre De Certeau y Veyne. a comienzos de los 1970s.. compilada ahora en
REVEL, Jacques y HUNT. Lynn Histories. French Construrtion.~ nfthe Post. The New Prcss.
1995, pp. 299-318.
25 DE CERTEAU, Michel The Wrilling ofHislory, Columbia 19988 (J975j, p. 77.
26
En la edición española (Hacer la JI istoria, Barcelona. 1978), p. 46, la expresión más cercana es
" ...el detalle que constituye excepción". N. de los T.
21
BRAUDEL. Fernand On History. Chicago 1980. p. 203. Es mteresante observar que mcluso un
detractor tan tenaz de la microh1storia como John H. EU10t.. propone una estrategia de investigación
m¡crohistónca que se acerca a las ideas de Braudel y De Certeau sobre las áreas o acontecimientos
marginales como ep1Stemológ1camente críticos. Cfr. ELLIOT, John H. Na1ional and ComparaJh·e
llistory. An lnnaugural Lecture de/ivered before the Uni\·ersity of O:iford on 10th. May 1991.
Clarendon Press, Oxford 1991. p. 27, donde dice que "Pero en lugares tan lejanos como las
colonias, sí se tiende a expresar y preservar los valores y costumbres metropolitanas. bajo una
forma destilada y frecuentemente rarificada; un estudio comparativo de las sociedades coloniales
ofrece otra fonna, potencialmente promisoria. de enfocar la cuestión de las identidades colect1vas
distintivas y procesos de formación de las identidades".
11
La excepción es Hans Medick. qu1en ha menc1onado que ·'Walter BenJamins. Ernst Blochs und
Thcodor Adornos emphat1sche und ptulosophlsh-spekulallv überhohte Herausgebung des Einzclncn.
Besonderen undKonkreten in des Geschichte." MEDICK. Hans "Micro-Histone··. en SCHUl.ZE.
Winfned -Hg.· So:ialgescl11chte Alltagsgeschichte. Mikro-1/tslorie. Vandenhoeck & Ruprcch1
1995. p. 49.

- 202 -
prohlstorlo 3 - 1999
escribió que Benjamin no era tamo un filósofo de la historia como un historiador dentro de la
filosofía. A pesar de que el manuscrito está compuesto de apuntes de investigación, también
admite el concepto de libro planificado -ya que no son sólo apuntes. sino notas que han sido
trabajadas y en ocasiones extensamente comentadas. y algunas de ellas no son notas en abso-
luto. sino las reflexiones de Benjamín acerca de su método o su objeto- ya que estas notas son
al mismo tiempo el manuscnto.

Benjamin escribía en los l930s. sobre París como la Capital del Siglo XIX. Con esta
expresión críptica. Benjam in quería decir que, en el siglo XIX, París era mucho más que la
capital de Francia. Su pensamiento era. sin embargo. absolutamente único y extraordmario.
Había estudiado los pasajes de París como un ur-fenómeno de la modernidad. como un collage
de cuadros que expresan lo mconciente o el mundo soñado de la temprana era industnal .
BenJamín vióla vida comercial antigua en los pasajes parisinos como una mónada que refle-
jaba el mundo en la ciudad de manerd comprehensiva. Los pasajes eran como miniaturas del
mundo que los rodeaba.
Las ideas básicas acerca de este tipo de metodología de la investigación histórica había
sido ya revelada en su malograda disertación de 1928. En su prefacio crítico metodológico.
Benjam in se refirió a Leibniz y su concepto de mónada. "La idea es una mónada -lo que, en
resumen. significa: cada idea contiene la imagen del mundo"29 En la más abarcativa, pero
desafortunadamente bastante fragmentada parte epistemológica del manuscrito de París.
Benjamín continúa su pensamiento monadológico. Está interesado en " ...sólo lo trivial. la
basura". Para él. .... .la historia se quiebra en imágenes, no en relatos" y la cuestión es·· ...detec-
tar el cristal del acontecimiento total en el análisis del momento pequeño. individual"30 •

7.- Conclusión.

La nueva microhistoria ha sido descripta como el estudio de la excepción normal. Esta es


una de las respuestas al problema de cómo los histor~dores estudian la relación macro-micro:
sm embargo esta respuesta fue la que se dio a los críticos. que desconfiaban de toda la idea de
microhistoria. Detrás de esto está la convicción de que los únicos vínculos o conexiones posi-
bles entre micro y macro serían las "excepcionalidades.. (personas o acontecimientos impor-
tantes) y "nonnalidades" (personas o acontecimientos que representan a un grupo más am-
plio). Nonnal y excepcional son conceptos relevantes también para describir las ideas usadas
en la definición de las microfundaciones de la macroteoría económica. Recientemente. Robert
Solow expresó su insatisfacción respecto a la situación donde los microactores de los procesos

:9 BENJAMIN. Walter The Origin o(German Tragic Drama. Verso 1977. p. 4R.
" BENJ AMIN. Walter "N 1Re the History of Knowledge. Theory of Progress]". ln: SMITH. Gary
cd. Ben¡anun. Philosphv. 1\t'sthetir.~. 1/istnn Univcrsity of Chicago Press. 1989. 43-83 1988
pp. 47. 67 y 48.

- 203 -
PELTOXEN, M .. «Indicios. márgenes. mónadas ....»

económicos son ora " .... un único agente representativo que vive para siempre. o quizás un
gran número de agentes inmonales idénticos"31 Solow está buscando modelos con agentes
heterogéneos. La típica micro unidad en economía es el conocido concepto de Alfred Marshall
"the representative firrn.".
En sí mismas, estas categorías de lo "nonnar· y lo "excepcional" no tienen nada de esti-
mulantes, pero cuando comparamos las discusiones de los historiadores con las producidas al
interior de las otras ciencias sociales.la diferencia es muy llamativa. Las investigaciones his-
tóricas utilizan conceptos mucho más concretos y, desafortunadamente, parecen no estar para
nada concient~s de que lo se discute es la relación micro-macro. De todas maneras, la idea de
un doble vínculo como lo "excepcional nonnal" es totalmente nuevo para las ciencias socia-
les. Además, pienso que podemos introducir como subgrupos de esta categoría los
microenfoques descriptos más arriba (indicios, márgenes y mónadas) y compararlos con la
discusión en las ciencias sociales acerca de las microfuncaciones de la macroteoría.

l.- Como en el caso de "excepcional" y "nonnal" incluso estos conceptos (indicios, már-
genes y mónadas) pueden ser distinguidos por su carácter concreto. Cuando se discute la
relación micro-macro. las ciencias sociales están utilizando de manera similar muchos con-
ceptos abstractos que de alguna manera son más universales. En las discusiones historiográficas,
si la importancia de esta relación no es reconocida en absoluto, son utilizadas categorías más
concretas. Además, la discusión histórica está más orientada metodológicamente, mientras
que en las otras ciencias sociales se discuten teorías (o sus modos de conceptualizar).

2.- No hay correlato en las ciencias sociales para la discusión sobre indicios. márgenes o
mónadas. Quizás algunas líneas de investigación se acerquen. pero son sorprendentemente
más concretas que en la investigación histórica Podemos mencionar, por ejemplo, la idea ya
expresada por Émile Durkheim, de considerar los suicidios como un indicador de la salud de
una sociedad o comunidad. Además, muchos de los conceptos utilizados en la discusión cien-
tífica sobre la relación entre los niveles micro y macro parecen indicar que se necesita una
tercera substancia. Palabras como "vínculo", "nexo" o "fundación" indican la materialidad
de la conexión como espacio, o un tercer elemento existiendo entre estos niveles. El hecho de
que la naturaleza de este "tercer" elemento no esté definida, da la impresión de abstracción y
generalidad.

3.- Es interesante advertir cómo varias ciencias sociales. incluso la historia, han comenza-
do a fonnular sus propios conceptos para analizar la conexión entre lo micro y lo macro al
mismo tiempo. Este desarrollo paralelo en cuestiones metodológicas nos est.á indicando algo.
porque las conceptualizaciones han sido muy diferentes. Esto muestra que los estudios histó-

31
SOLOW, Roberl Monopolisl/C Compelitwn and Macroecononuc Theory, Cambndge 1998. p.J O.

-204-
prohlstorlo 3 - 1999

ricos. al menos en cuestiones metodológtcas. constituyen un modo de invesugación indepen-


diente y original. Aunque fácilmente puedan percibirse influencias de las otras ciencias. está
claro que al menos los conceptos. tienden a ser típicos para "una" ciencia.

4.- La comparación con las otras ciencias sociales puede también brindar una nueva com-
prensión sobre el sigmficado del ··advemmiento de la nueva mtcrohistoria... No fue sólo\ o no
del todo) el "renacimiento de la narrativa". o el "renacimiento de la historia de las menlalida-
des··. aunque también hubo algo de esto. En este artículo he tratado de mostrar qué significa
nuevas maneras para describir y analizar la relación macro-micro (conexión de acontecimien-
tos o personas con la estructura) desde el punto de vista metodológico. Además, esle enfoque
-en el que se comparan las discusiones sobre la relación macro-micro en historia y otras
ciencias sociales- ha mostrado que la idea postestructuralista de la imponancia de las
discontinuidades no ha sido tan relevante o fértil en este punto.

-205 -
prohlstorla 3 - 1999

De la «Microhistoria local» (mexicana)


a la <<Microhistoria de escala>> (italiana).
CARLOs A~•o:·qo AGUIRRE RoJAs*

Resumen:
El autor distingue a la microhistoria mexicana, nueva versión de la antigua historia
locaJ, de la microhistoria italiana. Por un lado, ambas corrientes son hijas de los
efectos historiográficos y culturales desatados por la revolución cultural del '68 que
implicó la crisis de los modelos generales y abstractos.
Considera que. a diferencia de la microhistoria mexicana, la italiana sólo utiliza lo
local como simple espacio de experimentación. Para tratar la microhistoria analiza
el fenómeno que considera nuclear: el procedimiento microhistórico del cambio de
escala y la compleja relación dialéctica entre lo macro y lo micro en historia, reivin-
dicando la igual relevancia de estos dos mveles en el plano epistem1lógsco y
gnoseológico.
A diferencia de la sociología y la economía la relactón macro-micro no supone dos
realidades diferentes sino que son niveles distintos de una misma reaJidad observada
desde diferentes escalas. Así la consLrucción de lo general desde lo particular.
resituando al Individuo en el contexto, hace posible ver lo macro en lo micro supe-
rando el pensamiento binario que los opone rígidamente.

Palabras clave:
Microhsstoria - escala- macro- micro - realidad.

Abstract:
Ln this article Lhe author distinguishes the mexican Micro History. new version of the
old local History, from the italian Micro History. On one hand, both currents are
consecuences of the historiografical and cultural effects caused by the cultural
revolulion of the '68 that implied the crisis of thc general and abstract models.

* lnvesllgador de Tiempo Completo en el instituto de lnvestlgactones Soctales de la Universidad


Nactonal Autónoma de México.

- 207 -
AG UlRR E ROJAS, C .. «De la 'M1crolustoria local' ...»

He considers that, contrary lo the Mexican Micro History. the italian one only uses
the local dimensionas an experimentation field To treat the Micro History he analyzes
the question that he considers fundamental: the microhistorical procedure of the scalc
change and the complex dialectical relationship between the macro and the micro in
history, c1aiming the same relevance of these two leveis in the epistemilogical aspecl.
Contrary to the sociology and the econom y the relationship between macro and micro
doesn't suppose two different realities bul differenllevels from the same reality
observed from different scales. In this way is posible lo see the macro in the micro
level overcoming the binary thought that opposes them rigidly.

Keywords:
Micro History - Scales - Macro Micro- Reaüty.

- 208-
prohlstorlo 3 - 1 999

"No hay razones, excepto las de una tradición


filosófica nunca revisada, para suponer que menos
generalidad sea lo mismo que menos valor
epistemológico o científico,..
Norbcn Eliac;. artículo
..El ocio en el espacio del tiempo libre··. 1986.

cncionar hoy en México, dentro de la comunidad de historiadores, el térrruno de

M "microhistoria" es suscitar de inmediato una posible confusión. Porque, desde los


años 1970s. y hasta hoy, y cada vez con más fuerza. el término de microhistoria. se
fue asociando, progresivamente, al proyecto y al modelo de historia defendido y
explicitado por el historiador mexicano Luis González y González, modelo que encuentra su
expresión y aplicación paradigmática en el hoy bien conocido libro de este autor titulado
Pueblo en l'ilo'
Y sin embargo. si al evocar el término de microhistoria, uno tiene en la mente a la impor-
tante y cada vez más difundida corriente historiográfica de la microhistoria italiana, está
pensando en un proyecto intelectual que de hecho. se sitúa realmeme en las antípodas absolu-
tas de esta "microhistoria" de Luis González y González.
Porque aJ acercarse con cuidado a las reflexiones y a la caracterización que el propio Luis
González y González ha hecho de esta misma ·•mJcrohlstoria mexicana". resulta fácil descu-
brir que en ella se trata. fundamentalmente. de un claro y explícito retorno hacia los horizon-
tes y hacia el universo de la muy antigua y ampliamente difundida rama de la historia local.
Un retomo que, por lo demás. no es concebido como una simple vuelta atrás, desde el nivel de
la historia general y de los modelos más globales sobre la historia de México, hacia la tradicio-
nal historia local y regional, sino más bien como una reivindicación saludable de la necesidad
de regresar a ese plano de la historia local y de ámbitos espaciales más restringidos, como
salida al agotamiento y a la relativa falta de renovación de esas mismas historias generales.
Así. es el mismo Luis González y González el que para definir su versión de lo que es la
microhistoria. va a recurrir a la "historia anticuaría'' de Nietzche, afirmando que esta última
·•... es la Cenicienta del cuento". Y luego, describiendo los rasgos y raíces de esta microhistoria
agrega" ... fluye de manantial humilde; se origina en el corazón y en el instinto. Es la versión
popular de la historia, obra de aficionados de tiempo parcial. La mueve una intención piado-
sa: salvar del olvido la parte del pasado que ya está fuera de uso. Busca mantener el árbol

Cfr. Pueblo en ~·ilo. Ed. Fondo de Cultura Económica, México. 1968. De esta fecha data la
edición original aunque el libro ha sido reeditado muchas veces. y en alguna ocasión en grandes
llraJes hasta el día de hoy.

-209-
AGUIRRE RoJAS, C .. «De la ' Microhistona locar ... »

ligado a las raíces. Es la que nos cuenta el pretérito de nuestra vida diaria, del hombre común.
de nuestra familia y de nuestro terruño". Para rematar con la frase: "su manifestación más
espontánea es la historia pueblerina o microhistoria o historia parroquial o historia matria".~
Con lo cual, resulta claro que esta microhistoria mexicana es, en su esencia, una explícita
llamada para regresar aJ cultivo y al desarrollo de la historia local. Una Uamada que, dentro
del contexto de profunda renovación historiográfica que vivió México después y bajo los
benéficos efectos de la importante revolución cultural de 1968 3 parecería haber sido muy bien
escuchada, atendida y respondida por todo un cierto sector de los historiadores mexicanos de
las últimas tres décadas.
Pero. si bien es claro que 1w es el llamado contenido en la obra de Pueblo en 1·ilo ni en los
trabajos de Invitación a la microhistoria y Nue1•a im·itación a la microhistoria el que pro-
voca el importante auge de la historia regional y local mexicanas posteriores a 1968. también
es cierto que dicho auge va a corresponderse parcialmente y a sostener en parte a la creciente
y progresiva difusión de esa misma "microhistoria" proclamada y defendida por el historiador
Luis González y González.•
Con lo cual, es pertinente afumar que la microhistoria italiana está en las antípodas de esta
mkrohistoria mexicana. Pues si esta última es en lo esencial. solo una nueva versión de la
antigua historia local, versión sofisticada y complejizada con algunas de las técnicas y de los
métodos historiográficos desarrolJados en los años 1950s. y 1960s. por la historia demográfi-

2
Cfr. En part1cular el artículo "Teoría de la microhistoria" en el hbro Nuet·a im·itación a la
microhistoria, Ed. Fondo de Cultura Económica, Méx1w, 1982, p. 33. U¡¡a id~:a )uuilru puede
ver se en el pequeño libro Otra invitación a la microhistOria. Ed. Fondo de Cultura Económica.
Mé,;ico, 1997, en donde Luis González y González equipara explícitamente a la microhistoria
mexicana con, por ejemplo. la "Local History" inglesa o también con la "Petite Histoire" francesa.
señalando sm embargo los inconvenienJes de esas denominaciones, pero insistiendo en la idea de
que más allá de su denominación, esa historia local o microhistoria ''se ha ejercido sin el "nombre
justo"... durante dos mil años" (Cfr. Op. cit. p. 15), afirmación que nos ilustra claramente respecto
a la idea del propio González y González en cuanto a la microhistona mexicana como simple nueva
versión de esa antiquísima historia local.
J
Al respecto Cfr. AGUIRRE ROJAS. Carlos Anton1o ''Los efectos de 1968 en la historiografía
OCCidental'' en rev1sta La Vasija, No. 3, México, 1998. artículo en donde intentamos ubicar las
coordenadas generales de ese contexto post 68 en el mundo occidental, y sus efectos generales en
las historiografías de todo el occidente.
Viéndolo en una perspectiva temporal más amplia, es evidente que tanto la obra como el proyecto
de "m1crohistoria" de Luis González y González por un lado, y el auge enorme de la historia local
y reg¡onal mexicana por otro. son simplemente sendas expresiones de un proceso más global. que
rebasa a México y que abarca a toda América Latina y que condensa los efectos de la Revolución
Cultural de 1968. en nuestro subcontinente, bajo id forma de un intenso desarrollo de una original
y muy pujante historia regional. Desgraciadamente. falta todavía la persona o personas que extrai-
gan las lecciones generales -teóricas, metodológicas e historiográficas- de esta imponente produc-
cj6n de historia reg1onal latinoamericana de las últ1mas tres décadas. producción que sm duda

- 21 o -
prohlstorla 3 - 1999
ca, por la historia de la vida cotidiana, etc., la microhistoria italiana, en cambio, es un comple-
jo proyecto intelectual que solamente utiliza el nivel de lo "local" o de lo ··regionar como
simple y estricto ··espacio de experimentación".
Es decir que la microhistoria italiana no es. en contra de lo que elténnino "micro" podría
equivocadamente evocar. una historia de microespac ios o de microregiones o de
microlocalidades. -es decir una historia local o de espacios pequeños y reducidos- sino más
bien una nuem manera de enfocar la hiswria que. entre sus procedimientos principales, rei-
vindica el del "cambzo de escalas" del nivel de obsen•ación y de estudio de los problemas
hisrórzcos. y por lo tanto, utiliza el acceso a los niveles "microhistóricos" -es decir a escalas
pequeñas o reducidas de observación. que pueden ser locales, pero también individuales o
referidas a un fragmento, una parte o un elemento pequeño de una realidad cualquiera- como
espacio de experimentación y de trabajo, como procedimiento metodológico para el enrique-
cimiento del análisis histórico. Giovanni Levi es muy explícito cuando afmna: "la microhistoria
en cuanto práctica se basa en esencia en la reducción de la escala de observación. en un análi-
sis microscópico y en un estudio intensivo del material documental'', pero para aclarar de
inmediato que "para la microhistoria, la reducción de escala es un procedimiento analitico
aplicable en cualquier lugar, con independencia de las dimensiones del objeto analizado".
agregando que "el auténtico problema reside en la decisión de reducir la escala de observa-
ción con fmesexperimentales".~
Y sin embargo, tanto la microhistoria mexicana como la microhistoria italiana han recupe-
rado y luego popularizado. en el ámbito de sus respectivos ámbitos nacionales. y para el caso

-;ingulanza a nuestras historiografías. frente a otras historiografías del mundo occidental. Sobre la
fuerza y desarrollo de esta historia regional latinoamericana, Cfr. el artículo de KNIGHT. AJan
"Latinoaménca: un balance historiográfico" en la revista Historia)' Grafla, num. 10. Méx1co
1998. o también el de BANDIERl, Susana "Entre lo micro y lo macro: la historia regional. Síntesis
de una experienc1a" en revista Entrepasados. num. 11. Buenos Aires, 1996, por mencionar solo
dos ejemplos de entre los muchos posibles.
$ Sobre estas citas cfr. el artículo de Levi. Giovanni ''Sobre la microhistoria", en el libro Formas de
hacer historia, Ed. Alianza Edilorial, Madnd, 1993. pp.l22 y 124. Levi, Giovanni ha sido aún
más explíctto de la contraposición entre la historia local y la microhistoria italiana en algunas entre-
vistas. Así. dice por ejemplo: "La micro historia no tiene nada que ver con la historia local. Es decir.
se puede hacer microhistoria de Galileo Galilei o de Piero dellaFrancesca... Ja historia local es otra
cosa distinta, la historia local estudia una localidad... en este sentido, no diré nunca microhistoria o
historia local, son dos cosas totalmente distintas, enemigas; yo me ofendería mucho si fuese consi-
derado un historiador local. Los dos pueblos a los que en particular he dedicado muchos años, son
dos pueblos que considero sin ningún interés, de los que no he escrito la historia. He escrito una
historia en ellos". (Cfr. entrevista .. Antropología y microhistoria: conversación con Giovanni Levi"
en Manuscrirs No. 11, enero 1993, pp 17 y 18. Levi insiste en esta distinción, también en otras dos
entrevistas que son "Il piccolo, il grande e íl piccolo". Meridiana, No. 1O. 1990. pp 223-224, y en
"La microhistona italiana", en La Jornada Semanal. No. 283, noviembre de 1994, p. 36.

- 211 -
AoutRRE R oJAS. C., «De la 'Microhistona local' ... »

de la microhistoria italiana en el ámbito europeo y luego de todo el mundo occidental. el


término de "microhistoria" que por lo demás ellos no inventaron.6 Y también. ambas
micro historias son hijas de los efectos culturales e historiográficos desatados por la Revolu-
ción Cultural de 1968, desplegando sus respectivas curvas de vida en el mismo lapso tempo-
ral de las últimas tres décadas. Lo que sin duda explica que, en México, la evocación del
término se preste a confuSión.
Pero también, subraya el hecho de que, sólo historiadores poco atentos o poco informados
de los principales desarrollos recientes de la historiografía mundial, puedan llegar a confundir
la microhistoria italiana con la microhistoria mexicana. Pues la diferencia clara y profunda
que existe, de un lado entre una versión más o menos sofisticada de la antigua y tradicional
historia local e incluso regional, y del otro al complejo recurso del procedimiento metodológico
del "cambio de escala·· y el acceso al ntvel de lo "micro'' como un lugar de experimentación
historiográfica. es una diferencia que no puede escapar a la mirada cuidadosa de cualquier
histonador actualizado respecto del estado general de los desarroUos y de las corrientes de la
historiografía más contemporánea.
Las raíces y el contexto de origen de la microhistoria italiana.
No es posible entender la originalidad y la naturaleza específica del apone que ha repre-
sentado la corriente de la micro historia italiana, si no la ubicamos dentro del contexto general
producido por la enorme revolución cultural planetaria de 1%8. cuyos impactos se han hecho
sentir en la historiografía, como también en toda la cultura del mundo occidental de las últi-
mas ttes décadas.7
Porque, a treinta años de distancia, resulta claro 4Ut! 1%8 n:prt!sentó también, entre tantas
otras cosas, la crists de los modelos generales y abstractos que. habiéndose desplegado
exitosamente dentro de las ciencias sociales europeas durante los años 1950s. y 1960s. como

6 Cario Ginzburg ha revisado acuciosamente la historia delténnino "microhistona" en su artículo


"Microstoria: due o tre cose che so di leí", en la revista Quaderni srorici. num. 86. año XXIX .
agosto de 1994. En este artículo. tam bién Ginzburg caracteriza a la "microhistoria mexicana"
como una sunple variante de la tustoria local. estableciendo su d1stinción radical con el proyecto
rntelectual de los microhistoriadores Italianos.
Sobre la caracterización de 1968 y sus impactos en la cultura y la historiografía posteriores Cfr.
BRAUDEL, Femand "Renacimiento. Refonna, 1968: revoluciones culturales de largadurac16n"
(entrevista a la revistaL' Express, noviembre de 1971) en La Jornada Semanal, num. 226. Méxi-
co. octubre de 1993, W ALLERSTElN. Immanuel "1968: revolución en el sistema·mundo. Tesis e
Ulterrogantes", en revista Estudios sociol6gicos, No. 20. Méx1co, 1989. DOS SE, Francois "Mai
68, les e(fets de l'Histoire sur l'histoire". en revista Cahiers de /'JHTP. num. 11. París. abril de
1989, "Ma1 68, mai 88: les ruses de la raison" en rCVI!.Ia E!.pacesTemps. num. 38-39, Paris. 1988.
as: como nueslrOs artículos, AGUIRRE ROJAS, Carlos Antonio "1968: Ja gran ruptura". en La
Jwnada Semanal, num. 225. México. octubre de 1993. "Los efectos de J 968 en la historiografía
occjdental", cit. "Repensando los mov1mientos de 1968", en el libro 1968. Raíces y razones, Ed.
Universidad Autónoma de Ciudad Juárcz. Cd. J uárez, 1999.

- 212-
prohlstorlo 3 - 1 999

esquema de aproximación a los problemas y a las temáticas abordadas por los científicos
sociales. fueron vaciándose de contenido y perdiendo cada vez más,tan to su capac1dad expli-
cativa como su fundamento nutricio originario. derivado de la rica y múltiple investigación
empírica de los casos. las situaciones y las realidades sociales e históricas particulares.
Una crisis de estos modelos generales. tanto funcionalistas como estructurahstac; e meluso
..marxistac;.. -de un marxismo que. por lo demás, era un marxismo simplificado. manualesco y
muy lejano del verdadero espíritu de Marx'-. que se acompasa y empalma espontáneamente
con el proceso evidente de "irrupción de la diversidad" que también representaron en todo el
mundo los movimientos de 1%8.
Ya que 1968 rompió con casi todas las ·'centralidades"' que parecían inconmovibles en los
años anteriores, liberando y haciendo aparecer en la escena social a una diversidad de actores,
demandas. realidades y procesos hac;ta ese momento marginados u ocultos. Y entonces, es a
partir del final de los años 1960s. que surgen y se afianzan los nuevos movimientos sociales.
con demandas que no son ya solo económicas o politicas, sino también ecologistas, pacifistas.
feministas, antirracistaS. o de defensa de la identidad y de los derechos de las más disüntas
minorías. grupos o actores sociaJes. Irrupción de demandas y frentes de lucha culturales o
sociales. reivindicación de la igualdad y visibilidad de las mujeres. cuestionamiento de la
lógica productivista-destructiva del medio ambiente y de los ecosistemas, defensa del derecho
a la diferencia, búsqueda de modelos pedagógicos alternativos o reivindicación de los múlti-
ples caminos y esquemas civilizatorios tomados por ios grupos humanos. que desmontan y
cuestionan radicalmente alas viejas centralidades y hegemonías de lo económico-político, de
la clase obrera como único sujeto revolucionario, de la lógica y el monopolio machista y
patriarcal. de la discriminación racista y étnica, o de un tipo de familia, de educación o de
civilización cons1derado como superior respecto a los restantes.
Una florida irrupción de lo diverso y una coocomitante crisis de los centros y las hegemonías
establecidas. que necesariamente se proyecta también sobre esos modelos generales y abstrac-
tos -construidos. en el necesario proceso de abstracción que los sopona, sobre la atención
pridlegiada en tomo de esos actores. o demandas. o tendencias. o realidades consideradas

En este senlido del agotamiento de los ··modelos generales" vaciados de contenido y reducidos a
esquemas simplificados de la realidad. vale la pena volver a revisar el libro pionero de Jean Paul
Sartre Crftica de la razón dwlécuca. Aiü, Sartre va a enfrentar a esos marXJStas ·'vulgares" y a sus
modelos empobrecidos que pensaban que, para explicar a Flaubert. bastaba con decir que era un
"pequeño burgués" de la época del segundo imperio. Pero como hubo decenas de miles de esos
pequeño burgueses y sólo uno fue Gustave Flaubert y sólo uno escribió La educación senlimental,
ese modelo de explicación no basta. De este modo. Sartre anticipa una de la~ críticas recurrentes de
todos los microhistoriadores italianos a esos modelos generales. constituyéndose en uno de sus
antecedentes intelectuales importantes, aunque en un antecedente no e.\plfc1to y no asumido cons-
cientemente por esos mismos microhistoriadores. Sobre la relación entre esa cns1s de los modelos
generales y el nacuniento de la microhistoria véase el texto de Cario Gintburg ya citado "Microstoria:
due o tre cose che so d1 le1'". pp 517-521.

- 213 -
AGL1RRE ROJAS, C .. «De la 'Mtcrohtstona local'···"

como ··cenlrales". o "fundamentales" y por lo tanto excluyentes de esa di 1•ersidad y multipli-


cidad sólo reconocible en el ámbito de lo ·'parúcular"- como cuestionamiento de sus límites
explicativos y como recordatorio urgente y necesario de que dichos modelos son sólo abstrac-
ciones construidas de esa misma rica y multiforme realidad parúcular.
Crisis de los modelos generales en ciencias sociales que tuvo una primerafalsa salida en el
desarrollo de las múltiples posturas posmodemas desplegadas 1.ambién después de 1968. Una
falsa y cómoda salida que consistía simplemente en negar la validez. e incluso la posibilidad
misma de construir modelos "generales... a los que calificó de SLmples "metarelatos.. y frente
a los cuales Jo que se defiende es un relativismo total de las posiciones y del conocimiento
historiográfico -en esta óptica reducido a simples relatos con pretensiones de verdad-. un
relativismo que renuncia ex.plicitamente al carácter científico del conocimiento histórico y
reduce el resultado del trabajo del historiador a su sola y específica dimensión narrativa. Falsa
alternativa posmoderna que. no casualmente, será duramente criticada y desmontada en sus
supuestos e implicaciones metodológicas princ1pales por los más imponames representantes
de la microhistoria italiana.9
Frente a esta primera respuesta posmoderna. que era un verdadero callejón sin salida para
los historiadores confrontados a esta crisis de los modelos generales. la micmhistona italiana
va a ensayar otro camino. completamente diferente. que consiste en propugnar el retomo a lo
''micro" y la vuelta a la historia 1-il'a y ,·il'ida por los hombres, mediante el cambio de escala,
pero sin renunciar en ningún momento a la necesidad e incluso al rol fundamental del plano
de lo general. Por eso. Ginzburg va a definir la búsqueda general de la corriente italiana.
defmiéndola como un proyecto cuyo objetivo~ la construcción de "un paradigma general
capa:; de explicar los casos individuales y cualitativos. sin reducirse a la casuística"' 0 • es
decir restituir nuevamente el papel esencia) de lo particular. de las realidades diversas cuyo
intento de explicación concreta genera justamente la construcción de esos modelos generales.

9
Al respecto cfr. las agudas críticas de Cario Ginzburg a las possctones de Hyden White en sus
artículos ''Pravas e possibilidades ~ margem de "ll ritorno de Martín Guerre'' de Natalie Zemon
Dav¡s" y "ExphraslS e cttacao" en el libro A micro-Justona e outros ensayos. Ed. Difel, Lisboa,
1989 y también en sus artículos "Solo un Lesugo .. en revista Historia.s. num. 32. México, 1994 y
''Revtsando la evidencia: el juez y el historiador" en revista Historias. num. 38. Méxtco. 1997.
Véanse también las críticas de Giovanni Le vi a las posturas posmodernas en su artículo "Sobre la
microh1sLOria" ya ciLado y en su artículo "1 pencoli del Geertz.ismo". en la revista Quaderni Sroric1.
num. 58, año XX. 1985.
1
° Cfr. el brillantísimo artículo de G INZB URG, Cario "Indicios. Raíces de un paradigma de inferencia~
indtc1aJes". en el libro Mitos, emblemas. indicios. Ed .. Gedisa. Barcelona. 1994. Valdría la pena
ver también. en esta misma y compleja línea de investigación el muy interesante debate que suscttó
posLenormente este artículo y del cual es sólo una pequeña muesLra la ttanscripctón recog1da en la
revista Quaderni di S tona. num. 12. año VI. 1980. Lamemablemente no podemos detenernos en
este artículo en el análJSls que amentaría este ensayo excepcional.

- 214-
prohlstorla 3 - 1 999

pero sin abandonar o recha1.ar la imprescindibilidad y la relevancia de esa dimensión de Jo


general.
Poniendo entonces en el centro de su propuesta historiográfica general, una novedosa for-
ma de recuperación de la compleja dialéctica entre las escalas macrohistóricas y microhtseóricas
de la realtdad social,los microhistoriadores italianos van también a lograr consolidar y afir-
mar de manera defimtiva el tránsito de la historiografía italiana hasta su condición como
verdadera y estricta historia social. Ya que al preguntamos sobre las razones que explican el
hecho de que la propuesta microhistórica haya nacido y se haya desarrollado en Italia, y no en
ninguna otra pane del mundo, nos acercamos también a ese contexto historiográfico particu-
lar que ha sido el espacio de origen de esta corriente historiográfica que ahora analizamos.
Entonces, resulta claro que la microhistoria italiana se inscribe dentro de un proceso más
vasto, que la rebasa y subsume pero que la sobredetennina e impacta igualmente, y que es el
proceso ya mencionado de despliegue de la historiografía de la península italiana como reno-
vada y estricta historia social. Un proceso que todas las historiografías del siglo veinte han
tenido que cumplir, más tarde o más temprano, y que en Italia se retarda claramente por la
irrupción del fascismo y por el posicionamiento italiano dentro de la Segunda Guerra Mun-
dial. Pero como es bien sabido, en Italia el fascismo será vencido por una profunda y organi-
zada resistencia social popular, lo que determinará el hecho de que. al salir de la Segunda
Guerra Mundial. la tarea inmediata a cumplir por los historiadores será la de ese tránsito
masivo y generalizado desde los espacios de la historiografía jurídica, política,) de la filoso-
fía de la historia, hasta los nuevos territorios de la ilistona económica. soctal y cuJtural. 11
Un tránsito que no sólo explica la excepcional difusión y aceptación. en la Italia de los
años l950s. y 1960s., del conjunto de trabajos y aportes producidos en esos años por la co-
rriente de los Annales12 • sino también el hecho de que la microhistoria italiana se ha formado
y afianzado dentro de un clima altamente receptim al tipo de historia cconómtca, demográfi-
ca. social y cultural que ella va a desarrollar. Y que también. explica el hecho de que algún
autor haya caracterizado a esa microhistoria italiana como el simple "camino italiano" hacia
esa misma historia social.

11 Cfr. los artículos de COL!, Daniela .. Idealismo e marxismo neUa stonografía italianadegli ani ·so e
'60". de CARACCIOLO. Alberto "La storiografia italiana e 11 marxismo". y de Pasquale Villani
"La vicenda deUa storiografia italiana: continuita e franure" todos incluidos en el libro La sloriograjia
contemporanea. lndirizzi e problemi, Ed. fl Saggiatore, Milán, 1989 y también el artículo de
BANTl. Alberto M. "Storie e microstorie: 1' histoire sociale contemporaine en ltalie ( 1972-1989)"
en revista Geneses, num. 3, Paris. 1991, y también el libro de MASELLA. Luigi Passalo e presen-
te ne/ dibauito storiograjico. Ed. De Donatto, Bari, 1979.
12 Falta un trabajo satisfactorio que reconstruya globalmente esta presenc1a y esa red compleJa de in-
fluenctas de los Annales franceses en Italia. A la espera del mismo, pueden sm embargo verse Jos
desarrollos mteresantes incluidos en ellibrode MASTROGREGORI, Mass1mo El manuscrito inte-
rrumpido de Mare 8/och, Ed. Fondo de Cultura Económica, MéxJco. 1998. También el artículo de
G INZBURG. Cario y PONL Carlo"El nombre y el cómo: intercambio desigual y mercado historiográfico".

- 21 S -
AGUIRREROJAS, C .• «De la 'Microhislona locar ...>>

Pero la microhistoria de los historiadores italianos. siendo sin duda parte de la nueva his-
toria social de la península, y alimentándose de la misma, va mucho más allá de ella, al
conformarse como una propuesta metodológica original y como una nueva vía del análisis
histórico, que no casualmente ha desbordado los ümites de la península itálica para difundirse
con fuerza en Europa y en el resto del mundo occidental durante los últimos cuatro lustros.
Así, resulta difícil entender esa originalidad y novedad de la propuesta microhistórica, si
no consideramos ciertos datos que son característicos y singulares del contexto italiano de los
años t950s. y 1960s. y que aluden, en un caso a dos situaciones coyunturales de esa Italia de
la segunda postguerra, y en el otro a realidades de larga duración de la historia italiana, que
en esa misma coyuntura de postguerra se han manifestado también como elementos importan-
tes y definitorios de esa misma microhistoria.
En primer lugar, la riqueza y la complejidad de la visión microhistórica no se puede enten-
der sin considerar la situación coyuntural de extremo cosmopolitismo cultural que Italia ha
vivido en esos años de la coyuntura que corre entre 1945 y 1968 aproximadamente. Pues
como fruto de la relativa declinación que la historiografía italiana ha vivido, luego del brillo
de los trabajos de Benedetto Croce y de Antonio Gramsci entre otros. los historiadores de la
península se han dedicado a asimilar todo y a aclimatar todo dentro de su paisaje historiográfico.
recuperando lo mismo a la corriente de los Annales que a los autores de la escuela de Frank.fW1.
a los resultados de la historiografía socialista británica y a la antropología anglosajona, lo
mismo que a sus propias tradiciones italianas y a las más diversas corrientes y autores de la
historia del arte. de la crítica üteraria o de la antropología de los diferentes países de Europa.
Una apenura cosmopoüta acendrada hac1a los últimos desarroUos del pensamiento crítico
dentro de las ciencias sociaJes contemporáneas. sin cuya asimilación y síntesis sería imposible

en revisla Historia Social. num. 10. Valencia. 1991. AYMARD. Maurice "Impact of lhe Annales
School in Mediterranean Countries" en Re~·iew. Vol. l, No. 3/4, 1978. "L'ltaha-mondo nell"operadi
Brauder'. Crftica Marxista. No. l. 1987, "La storia inqu1eta di Femand Braudel''. PassaJo e presenle.
No.l2. 1986. Por ejemplo, hasta hoy, nadie ha subrayado el hecho de que Fcmand Braudel, protago-
nista esenctaJ de esos Annales de los años 1950s. y 1960s.• tenía relaciones unportantes y mas o menos
permanentes de intercambio y colaboraciÓn con Fedenco Melis. con Federico Chabod, con Franco
Venturi o con Delio Cantimori. y también que ha tenido como discípulos en sus seminanos parisinos
a Ugo Tucci, a Alberto Tenenti, o a Ruggiero Romano, entre muchos otros. en una red que cubría
prácticamente los centros princípales de la innovación historiográfica y de los desarrollos más impor-
tant.es de esa historiografía 1taliana de la segunda posguerra. Lo que ha llevado a deCir a Braudel que
·'el azar ha querido que mis libros se lean, sin duda. más en llalla que en Francta. No sédemastado bien
por qué razones". (cfr. esta declarac1ón en el libro Ecnts sur l'lust01re JI, Ed. Arthaud, París, 1990. p.
285). En nuestra opinión no se trata de un azar y la razón que explica ésr.o es JUStamente estas r:ransfor-
maciones de la historiografía italiana que aquí estamos solamente evocando de una manera muy
general. Se trata sin embargo de una línea de mvestigación aún abierta y que valdría la pena desarrollar
mecho más ampliamente.

- 216-
prohlstorlo 3 - 1999

Lambién entender a esl.3 misma corriente de la microhis10ria italiana.•s Una variedad y eoonne
multiplicidad de las distintas "fuentes" o "raíces.. intelectuales en que se apoya la propues1.a
microhistórica que es el fundamento evidente de sus complejas visiones acerca de la dialécti-
ca macro/m1cro. de la definición misma de lo microhistónco y de lo macrohistórico. de su
construcción progres1va de la noc1ón de cuJrura y de un nuevo modelo de historia cultural. lo
m1smo que de su renovac1ón profunda de la historia económica, demográfica y socJal en las
que ha incursionado. Complejidad de sus visiones y propuestas teóncas. metodológicas e
historiográficas que ha llevado a un historiador francés a decir que el lema de esa microhistoria
italiana es "¿por qué hacer las cosas simples si se pueden hacer de una manera comple-
. ?" 1 ~
JO. .
En segundo lugar, es claro que prácticamente todos los representantes de la microhistoria
italiana se encuentran ubicados en posiciones politicas o ideológicas de izquierda. insenán-
dose de múltiples manems en el abanico de tradiciones y filiaciones culturales de esa Italia de
la segunda postguerra, pero siempre dentro de emplazamientos que cuestionan a la sociedad
existente, y que denunciando su carácter injusto y explotador. reivindican la necesidad y la
vigencia del pensamiento necesariamente crítico dentro de las ciencias sociaJes15 .
Una ubicación ideológica en perspectivas de izquierda que no sólo explica el ya mencio-
nado distanciamiento frente a las posiciones y las falsas salidas postmodema<;. sino tarnhién el
..... hecho de que los autores micro históricos sean enérgicos promotores de la nueva historia sociaJ
italiana, abordando tema<; de historia de la clase obrera, de la cultura de las clases oprimidas .
de la formac16n y funcionamiento de los mercados en los orígenes del capitaltsmo, de La histo-
ria de la formación de las élites y las clases dominantes o del papel de los saberes "indiciarios··
propios de las clases populares en la historia. entre tantos otros.

'' Para darse cuenta de es le cosmopolitismo excepcional. bas1a ver las referencaas a pae de página o
contenidas en los ensayos de Edoardo Grendi, Giovanni Levi o Cario Ginzburg Por ejemplo. es
bien conocido el enorme trabaJO de recuperación que Edoardo Grcndi ha llevado a cabo para
mtroductr denrro de los debates de la cultura italiana a un conjunto importante de los aportes de la
antropología anglosajona y en general de ciertos autores relevantes del pensamiento social anglo-
sajón, como por eJemplo Norben Elías. Karl Polanyi, Edward P. Thompson o Frcderick Banh.
entre otros. Al respecto pueden verse GRENDI. Edoardo Pofam i Daff' antrnpofogia eronnmica
al/a microanali~i storica, Ed. Etas Libri, Milan. 1978, así como su compilación de textos
L' antropología economica. Ed. Gíulio Einaudi, Turin, 1972.
H Cfr. la referencia en el artículo ya citado de LEY!. Giovanm "Sobre la mH:rohiSloria", p. J42, y la
referencia original que es una afirmación del historiador francés Jacques Revel en su prefacio
"L'histoare a u rae; du sol" al libro de Giovanni Levi titulado Le poumir at4 viflage. Ed. Galbmard.
Paras, 1989.
1
~ Sobre esta filiactón de 11-quaerda de la m1crohtstona italiana basta revisar los testtmomoc; explícitos
tanto de G1ovanna Lcvt en su "Enlrevísta a Giovanní Lev1" en Estudios Sociales, num. 9. Santa Fe.
1995. como de Cario G1n1.burg en "Carlos Gínzburg: an intrvtew" en Radtraf History Re\·iew.
num. 35. 1986.

- 2 17 -
AGUIRRE RoJAS, C., «De la · Microhistoria locar ... »

Una roma de posición abierta dentro de las fiJas de la historiografía crítica contemporánea
que además de estar a la base del carácter profundamente innovador y re\·olucionario de las
tesis microhistóricas. explica en parte tanto el espectro de sus filiaciones intelectuales especí-
ficas antes aludidas, como su vasta difusión fuera de Italia, en los espacios de la historiografía
europea y occidental-e incluso, más recientemente. también japonesa-.
En tercer lugar, y junto a este cosmopolitismo cultural acendrado y a esta clara vocación
de izquierda de esta historiografía italiana de la segunda postguerra, se encuentran también
dos estructuras subyacentes de larga duración, que manifestándose también con fuerza en
estos años 1940s., 1950s. y 1960s.• recién vividos. van a contribuir a definir los perfiJes espe-
cíficos del proyecto microhistórico. Dos estructuras que si bien han estado presentes a lo largo
de siglos y siglos, van a reactualizar justamente su presencia y su impacto dentro de la cultura
italiana. después del fin de la segunda guerra y justamente como consecuencia de su irrup-
ción.
La primera de estas arquitecturas de larga duración es la profunda y muy ampliamente
difundida densidad histórica general del espacio que hoy conocemos como Italia. Una den-
sidad histórica extraordinaria que se percibe ya de inmediato con sólo recorrer la ciudad de
Roma y toparse a pocos metros de distancia con presencias y monumentos que nos resumen en
unos cuantos kilómetros como capas estratigráficas que parecerían conscientemente ordena-
das, la historia europea de por lo menos los últimos veinte siglos. Una densidad que ha llevado
a los historiadores a calificar a Italia de ser "un libro abierto de historia". un "archivo vivo··
que salta a la vista en cuanto uno recorre las distintas áreas, zonas, pueblos y ciudades de toda
la pcnfnsula ttálica 1" . Una densidad de la historia nacional italiana que es "anormal'' respecto
de la media europea y occidental, y que se ha ido asociando progresivamente a la ''identidad ..
de la recién creada "nación" italiana, identidad que el ascenso del fascismo puso en cuestión y
en crisis y que se reacruaf¡;ó en sus efectos y presencias justamente después de la derrota de
Mussolini y durante los alios de 1945 a 1968.
Concentración y carácter evidente de "lo histórico·· dentro de la cultura.la vida cotidiana
y la htstoriografía italianas, que explica en parte la construcción de la microhistoria italiana.
Pues dentro de ese espacio "lleno de historias" que es Italia, resulta más fácil aprehender esas
múlliples "escalas" de la realidad histórica cuyo juego e interrelación están en el centro de la
propuesta microhistórica. Y así, el paso de los distintos planos ..macrohistóricos" a los dife-
rentes niveles ''microhistóricos" es más fácil y fluido en una historiografía que se encuadra
dentro de una realidad que es un verdadero repertorio, múltiple, variado y casi inagotable, de
"ejemplos", de "casos", de "individuos" y de "espacios" históricos del más diverso orden,
tamaño, duración, ubicación o especificidad.

16
Cfr. el artículo antes mencionado de GINZBURG. Cario y PONI. Cario .. El nombre y el cómo:
mlercambio desigual y mercado historiográfico" en donde se subraya esta dens1dad histórica ex -
cepcional del paisaje mismo de la península italiana.

- 218-
prohlstorlo 3 - 1999

Finalmente, y como una segunda estructura de larga duractón de la realidad social italia-
na. que se actualiza también en estas décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, está
la extrenw descentrali=actón y muftípolaridad de esa unidad llamada Italia. Pues como po-
cos países modernos. fla.lia es también ''diversidad" y por lo tanto un paisaje que en verdad es
una síntesis compleja de muy distintas regiones. zonas. ciudades> cspac10s diferentes. Pero.
además. junto a su enorme diversidad estructural.ltaJia posee el hecho de que sus diferentes
partes componentes se han constiluido, a lo largo de los siglos, en otros tantos po/osfuenes de
desarroUo e irradiación de fluJ OS históricos. provocando el hecho de que en la península es
más difícil pensar "lo general " .wn lo panicular. e incluso es más difícil el proceso mismo de
construcctón epistemológica de esa dimensión de la generalidad 17 • Entonces. y como otro de
los resultados creados por la situación de la Segunda Guerra Mundial. que ha desgarrado
también a Italia, dividiéndola entre la Italia fascista y la Italia de la resistencia y reactuaJjzando
sus divisiones y su multipolaridad, es que va a desarrollarse esa tentativa microhistórica ita-
liana, que pone en el centro esa relación entre el modelo general y el conjunto de casos o
realidades particulares que el mismo modelo pretende abarcar y explicar. Con lo cual . se
comprende la crítica fundada de los microhistoriadores a las insuficiencias de esos modelos
generales y su intento de renovarlos de nueva cuenta, inyectándoles vida. otra vez desde el
ámbito de esas realidades diversas, mulúpolares y específicas del nivel mtcrohistórico y parti-
cular.
Situaciones coyunturales y estructurales del contexto italiano de germinación y génesis de
la microhistoria italiana. que tal vez expliquen también en parte esa hipótesis repetida por
Fcrnand Braudel en varias ocasiones. que afirmaba que después de la Segunda Guerra Mun-
dial cl"ccntro cullural" de Europa se había desplazado claramente desde París y Francia en
general hacia Roma e Italia en su conjunto 18 •

Micrografías, micrologías y microhistoria italiana.

Sin entrar a reconstruir toda la historia concreta de las principales ramas o vertientes de la
corriente microhistórica italiana, ni tampoco sus impactos y formas de difusión diferenciados
en Europa. América y Jap6n 19 • trataremos más bien de concentramos en lo que consideramos

17
Sohre este punto Cfr. el anículo de GINZBURG. Cario ''Historia da arte italiana" en el libro ya
mencionado A microl!istoria e out ros ensaios, donde Ginzburg subraya esta condición multicentrada
o multipolar de la historia Italiana en la larga duración, así como sus consecuenc•as para la cons-
trucción de una histona del ane en Italia.
'* Cfr. el libro coordinado por BRAUDEL, Femand L' Europe, Ed. Arts et Métters Graphiques,
París. 19R2. el capítulo 8 lttulado "Culture et civilisation. Le splendeur de I'Europc" fahamentc
atnb111do a Folco QullJCI y redactado en realidad por el propiO Braudel.
•• Se trata de dos temas que ameritarían sendos ensayos aparte. Para una pnmcra v1s16n general de
esta histona de la m•croh•stona 1tahana. de sus distintas vertientes y de su'> desiguales difu:.ioncs,

- 219-
AGUIRlU! RoJAS, C., «De la 'Microhistoria local' ... >>

su núcleo duro epistemológico, constituido por el procedimiemo microhistórico del cambio


de escala y de la reconstrucción de la compleja dialéctica entre lo macro y lo m~cro en
historia, procedimiento compartido por los distintos representantes de sus diversas ramas o
variantes, y que da sustento y consistencia al apelativo mismo de dicha "microhistoria italia-
na''.
Con ello, no olvidamos que en los más de cuatro lustros que tiene ya de vida esta corriente
historiográfica, ha podido evolucionar y diversificarse. derivando de ese punto de partida o
matriz común que es el procedimiento microhistórico, tanto una rama de autores que han
profundizado sobre todo en la línea de la renovación general de la historia económica. demo-
gráfica y social, como también, en otra vertiente, una línea que se ha desarrollado pnvilegia-
damente en el espacio de la reconstrucción y afirmación de una nueva y original propuesta de
histona cultural.
La primera asociada a los nombres de Eduardo Grendi, Giovanni Le vi y sus discípulos.
que ha incursionado preferentemente en el tema de la relación entre los individuos o actores y
su contexto específico, adentrándose entonces en el estudio de lo que ha sido llamado el aná-
lisis de las redes núcrohistóricas y reproblematizando desde allí temas como el de la biografía.
el de la relación entre los diversos sistemas de normas y los espacios posibles de su transgre-

puede verse el bien documentado artículo de PONS. Anaclet y SERNA. Justo "El ojo de la aguja:
¿de qué hablamos cuando hablamos de microhistoria?" incluído en la revista Ayer. No. 12. 1993.
También puede verse el punto 3 del capítulo 3, "Mtcroenfoques de la historia: lo cualitativo, la
Cll:periencia humana y lo "excepcional normal"" en el libro de HERN ÁNDEZ SANDIOC A. Elena
Los caminos de la historia, Ed. Síntesis, Madrid, 1995. Para tener una idea más directa de esta
htstoria de la microhistoria puede ser útil revisar algunos de sus textos hoy ya "clástcos" que serían
los textos de GRENDL Edoardo "Micro-analisi e storia sociale", en Quaderni Storici, num. 35,
año XII. 1977. y "Ripensare la microstoria?" en Quaderni slorici, num. 86, año XXIX. 1994;
LEVI, Giovanni "Sobre la microhistona" citado anterionnente. GlNZBURG. Cario ·'Microstoria:
due o tre coseche so di lei" ya refendo, "Indicios. Raíces de un paradigma de inferenctas mdiciales"
igualmente ya mencionado. así como la "Introducción" de su libro Historia TUJclurna, Ed. Muchnik
Editores. Barcelona, 1991. Sobre la desigual difusión de la mtcrolustoria en el mundo, es cunoso
observar que mientras en Francta está más difundida la rama de h!Stona social, económtca y demo-
gráfica desarrollada por Grendt y por Levi, o también por Maurtcto Gribaudi o por Stmona Ccrrutt
enlre olros, en camb1o en Estados Unidos son mucho más populares y difundidos los trabaJOS de
Cario Ginzburg. Para comparar esta desigual difusión puede verse por ejemplo el libro coordinado
por REVEL, Jacques fetlX des echelles, coeditado por Ed. Gallimard y Ed. Le Seuil, París. 1996.
y en donde Cario Ginzburg sólo es citado de manera marginal dos veces en todo el libro. En el otro
~xtremo véase también el libro editado por Muu. Edward y Ruggiero. Guido Mic:roluston- and the
Losl peoples of Europe, Ed. John Hopk.ms Uruverstty Press. Baltimore. 1991. pubhcado en Esta-
dos Unidos y en donde predominan los ensayos del mismo Gtnzburg. En México. Jap6n y Brasil,
igual que en España parece ser más conocida la obra de Cario Gtnzburg que la del resto de los
microhistoriadores italianos, mtentras que en Argentina parece haber una situación más cqutübrada
en cuanto al conocimiento y la difusión de los resultados de las dos principales verttentes de la
microhistoria italiana. Un tema interesante que valdría la pena desarrollar ulteriormente.

. 220-
prohlstorlo 3 - 1 999

sión, los modos concretos de ajuste del funcionamiento de un mecanismo económico, las for-
mas de cohesión y comportamiento de las élites. el cambio generacional de los patrones de
expectativas y de percepciones de una clase o las formas específicas de inserción de los grupos
dentro de una emidad urbana más global entreotrai'0 •
Y la segunda. vinculada casi exclusivamente aJ nombre y a la obra de Cario Ginzburg.
que en cambio se ha concentrado en desarrollar un nuevo y original modelo de construcción
para el estudio de la historia culturaL modelo que pone en el centro de atención el rescate
complejo de la cultura de los oprimidos, la revalorización del "punto de vista de las víctimas",
redescubriendo y explicitando el"paradigma indiciario'' como método de recuperación de esa
cultura popular. a la vez que insiste en la necesaria e ineludible interrelación e interdependen-
cia entre la cultura de elite y la cultura de las clases sometidas, reproblematizando los modos
generales y específicos de su compleja y permanente dialéctica2 1 •
Pero más allá de los aportes específicos de esta<> dos vertientes microhistóricas, cuyo aná-
lisis ameritaría un ensayo apan e, el espacio común compa11ido por ambas. es el del ya referi-
do procedimiento microhistórico. Un procedimiento que, como su nombre lo indica, implica
en principio un claro reclamo de retorno al nivel microhistórico. retomo defendido frente al
agotamiento y cri sis de los modelos globales y concebido como un cam ino posihle para recu-
perar esa dimensión v1va y vivida de la historia, esa diversidad obliterada en los modelos
globales cuestionados. retorno que sin caer en la falsa salida post moderna permitiera renovar
v relanzar a la h1storia social italiana.
Pero. lejos de una interpretación demasiado fácil de ese retorno. lo que los autores italia-
nos proponen es volver a la dimensión microhistórica, pero su1 abandonar el nivel de los
procesos macrohistóricos. sin subsumirse totalmente en el espacio m•cro. sino por el contrario
el de penetrar en él, para recrear un modo nue1·o de asunur tanto lo marro romo lo mirro en

:" Hablamos en este caso de los textos b1en conoCldos de Grend.J, Edoardo 1 Balbt, Ed. Gtuho Einaudt,
Tunn. 1997. LEY 1, Giovanm La herencia inmaterial, Ed. Nerea. Barcelona. 1990. GRIBAUDL
Mauncio /linéraires ou\·riers. Espaces et groupes sociau.r a Turfn au début du XXe siecle. Ed.
EHESS. París, 1987. o Cerru11, Simona La vil/e et les métiers. Ed. EHESS, París, 1990. por
menc1onar solo algunos de Jos ejemplos mas difundidos.
Sobre esta línea puede verse el trabajo de REOONDL Pietro Galileo 1/eréticu, Ed. Alianza Edito-
rial, Madrid, J990. y también y sobre todo los trabajos de GINZBURG, Cario El queso y los
gusanos, Ed. Muchnik, Barcelona, 1981, Historia Nocturna, ya citado, Mitos. emblemas .indicios,
ya mencionado. Les batailles nocturnes, Ed. Flammarion, París, 1984, El juez y el historiador, Ed.
Muchruk., Barcelona, 1993, Pesquisa sobre Piero. Ed. Muchnik, Barcelona, 1984, y junto con
PROSPERL Adriano Giochi di pazienza, Ed. Giulio Einaudi, Tunn, 1975. También vale la pena
ver los trabajos mas recientes Occhiacci di legno. Ed. Feltnnelli, Milan, 1998 y History, rhetoric.
pro(lf. Ed. Rrandeis Univerc;ity Press-University Press of New England. Hanover, 1999, en donde
Gmzburg amplía sus perspecuvas para reflexionar sobre algunas de las categorías centrales de la
histona cultural. sobre la diversidad y el diálogo intercultural así como sobre las condiciones mismas
y la naturale7a general del propio oficio de historiador y de sus implicaciones más esenciales.

- 221 -
AGUIRRE RoJAS, C., «De la •Microhistoria local' ...»

historia, redefiniendo también de un modo nue\'0 su compleja dialéctica. Porque al propo-


ner esa vuelta al ámbito de las real idadcs microhistóricas los autores que van a concentrarse
durante Wl periodo en tomo del equipo constructor y dirigente de la hoy célebre revista Quaderni
Storicir1. tienen muy clara La necesidad de distanciarse, críticamente, de las dos formas tradi-
cionales y más difundidas de enfrentar esa ctialéctica macro/micro que han sido ensayadas en
el pasado y que en el fondo resuelven el problema privilegiando a uno solo de los dos térmi-
nos, y reduciendo el otro a ese primero.
Ya que es Wla reducción de la complejidad de ese nexo macro/micro la de concebir al nivel
macrohistórico como el más importante o fundamental. enfatizando La primacía epistemológica
de "lo general'' y reduciendo el nivel microhistórico a la condición de un simple conjunto de
ejemplos, casos o concretizaciones diversas de esa misma "generalidad". Con lo cual, el plano
micro. resulta ser una suerte de simple ·•espejo" de lo general, que está obligada a reflejar y a
devolver pasivamente la imagen, tal vez Wl poco deformada o defectuosa pero siempre corres-
pondiente, de esa misma dimensión general23 •
Una reducción de lo micro a lo macro, que como contrapartida necesaria ha engendrado
iguaJmente a su opuesto. Pues frente a esta minimización de lo micro se ha desarrollado tam-
bién una postura inversa. que privilegiando el nivel de lo micro o de lo particular como el
nivel esencial y central del análisis. ha terminado por concebir a lo macrohistórico sólo como
la suma. el conjWlto o el simple agregado de casos, o también en otra variante posible como el
mero "telón de fondo" poco relevante desde el punto de vista epistemológico, de esas mismas
realidades o fenómenos microhistóricos o part.iculares24 •
Frente a estas dos formas de asumir la dialéctica macro/micro. que en el fondo reducen un
término al otro para simplificar falsamente el problema y eludirlo. la microhistoria italiana

22
Es bien sabido que la revista Quaderni Storici, que terminará asoctándose a la comente microhistórica
como su órgano de expresión y difusión más importante. ha comenzado su hi.J,;toria en 1966 lla-
mándose entonces Quademi Storici del/e Marche -y publicando. cosa digna de señalar. en su
pnmer número. la primera traducción italiana del célebre artículo de Femand Braudel 'Historia y
ciencias sociales. La larga duración'-. Pero es sólo en los años setentas. luego de una reorganiza-
ción de su comité, de ciertos cambios y de perder el apelativo "deUe Marche" que ha comenzado a
funcionar como el principal espacio de concentración y de irradiación de la corriente de la
microhistoria. Lo que no impide, además. que ya en los años l980s. haya comentado a ser un poco
abandonada o dejada de lado por algunos de los principales representantes de esa misma
microhistoria, como en el caso del propio Giovanni Levi o de Carlo Ginzburg, perdiendo una parte
de su fuerza de innovación y de su carácter de "núcleo estructurador" y de "foro de concentración··
de los descubnmientos principales de esa micro historia. Un tema que valdría la pena profundizar
con más detalle.
:J. Reducción que es JUstamente el obJeto de la críuca de Jean Paul Sartre e n su hbro C.:rf11cu de la
ra:ón dialéctica, a la que ya hemos aludido en la nota número 8
24
Una adecuada crítica de este procedimiento que reduce lo general a ser una Simple :.urna de los
casos y de las dificultades e implicaciOnes de este paso, puede verse en el artículo de LEPETIT.
Bemard "Les Annales auJourd'hui" en Rf!l·iew. vol. XV In. num. 2. Bmghamton. 1995

-222-
prohlstorlo 3 - 1 999

propone más bien resuwir la complejidad de esa relación entre lo micro y lo macro, reivindi-
cando la igual relevancia de ambos planos en términos gnoseológicos y epistemológicos y
proponiendo un modo nuevo de concebir su específica articulación. Un nuevo modo de apre-
hensión de la dialéctica macro/micro. que a la vez que se distancia de las dos formas de reduc-
ción aludidas. se alimenta igualmente de las experiencias previas realizadas por otras ciencias
c;ociales o humana-; que. antes de el la. han confrontado ya esta diferencia de escalas referida .
• Porque es claro que no son los micro historiadores italianos los que han inventado el recur-
so al nivel m1cro. ni tampoco son ellos los primeros en haberse adentrado en los problemae; que
la diferencia de las escalas macro/micro plantea. Pero en cambio. si les corresponde a ellos el
hecho de haber intentado una forma nuem y original de abordar este problema, forma que al
mismo tiempo recupera y supera a las maneras ensayadas por la economía. la sociología. la
arquitectura. la geografía, la antropología o la historia local o regional anteriores25 •
Así. ya la economía y la sociología habían creado las ramas diferenciadas de la
macroeconomía o la macrosociología por un lado , frente a la microeconomía y la
microsociología por el otro. que en esta perspectiva correspondían a dos nh·eles disrimos de
la realidad estudiada, y por Jo tanto eran concebidos como espacios con actores. lógicas. re-
glas. normatividades y situaciones completamente distintas entre sí. Afirmando entonces la
absoluta autonomía y diferencia de estos dos universos macro y micro económico/sociológico
estas ciencias no veían ninguna conexión entre ambas, separándolas como ramas indepen-
dientes de su propio quehacer analítico.
Diferencia radical de lo macro y lo micro postulada por la soc iología y la economía . que
será recuperada por la microhistoria italiana. al asumir que efectivamente se trata de dos
niveles diferenciados. e irreductibles el uno al otro. y cada uno con una lóg1ca y una especifi-
cidad que les son exclusivac; y singulares. Pero. a diferencia de la aproximación sociológica o
económica. en el caso de la microhistoria se trata de una sola realidad histónca. presente en
niveles ili versos y susceptible de ser observada y estudiada en sus mamfestac1ones correspon-
dientes a las distintas escalas en que se despliega pero que dada su unicidad originaria nos
obliga a establecer y a recrear el modo de conexión particular entre esos dos o más niveles o
escalas considerados. Con lo cual. el desafío será el de reconstruir esa conexión y movimiento
de una escala a otra. pero respetando y asumiendo a la vez esas especificidades y diferencias
derivadac; del procedimiento del cambio de escala.
Procedimiento que se ha enriquecido también desde las lecciones de la geografía y la
arquitecLura, las que "reduciendo" las dimensiones de un mismo objeto nos han demostrado
que al cambiar la escala de observación o de consideración, cambia también necesariamente
el nivel de información disponible en tomo de ese objeto. modificándose profundamente lo
que es perceptible y lo que no lo es y transformando tambí~n la configuración de la realidad

l l. En el argumento de esta tdea, resumo las tdeas que me ha suscitado la lectura del bnllante ensayo
de LEPETIT. Bemard "Archuecmre. Geographie. htstorre: usages delle echelle" en Geneses, num.
13. Pans, 1991. Constdero que ésta es una versión un poco más trabaJada que la que. con alguna'>
dtferenctas, se mcluye en el libro ya refendoleiLT d'ech.el/es. con ellítulo "De 1'échelle en htstoire".

- 223-
AGutRRE RoJAS, C., «De la · Microhistona local' ...»

analizada. Cambios que el geógrafo o el arquitecto conocen bien y que serán igualmente
incorporados por los microhistoriadores italianos, los que al moverse de una escala macro
hacia una micro, lo harán justamente para acceder a informaciones nuevas e inéditas, descu-
briendo otros elementos de la realidad histórica considemda y estableciendo nuevas conexio-
nes. vínculos o configuraciones del problema investigado. Pero. a diferencia de los geógrafos
y los arquitectos, con la plena conciencia de que en ese pasaje de W1a escala a otra, lo que ellos
investigan son niveles distimos de una misma realidad que está presente, simultáneamente en
varias escalas o dimensiones. y no un mismo objeto que ha sido reducido a proporciones
manejables por los hombres para su más fácil aprehensión. Reivindicando entonces el hecho
de que se trata de dos dimensiones de lo real. distintas pero interconectadas. los
micro historiadores parten en este periplo interescalas a la búsqueda de informaciones, percep-
ciones y formas inaccesibles desde sólo un nivel de esa misma realidad.
Finalmente, y siempre dentro de este juego de simultáneos rescates y deslindes de las
formas anteriores de aproximación al vínculo macro/micro, los autores de la microhistoria
italiana han recogido también la lección de la antropología, la que abandonando radicalmente
el nivel de lo macro, y denunciando sus límites y su "pobre1..a" relativa frente a las realidades
particulares, se ha dedicado a mostrar y demostrar la riqueza exuberante de lo micro, desple-
gando análisis exhaustivos e intensivos y construyendo descripciones densas y reconstruccio-
nes totales que intentan agotar la descripción de los distintos objetos que aborda. Reconocien-
do entonces los límites de la escala macro histórica, pero negando la salida de obviarla o aban-
donarla. desarrollada por la antropología igual que por la historia local o regional. los
microhistoriadores italianos van a recuperar toda esa riqueza multifacética del nivel m1cro
pero justamente para utilizarla en la reconstrucción de un plano macro nuevo. más complejo.
rico. desarrollado y lleno de determinaciones26 •

La originalidad del procedimiento microhistór ico italiano.

Si revisamos con cuidado, tanto las principales obras. como también los ensayos
metodológicos más importantes de los representantes centrales de la microhistoria italiana.

:6 Es claro para nosotros que la influencia de las distintas vertientes de la antropología del s1glo XX.
desde los trabaJos de Frederick Barth hasta los de Claude Levi S trauss, y pasando por las lecciones
de Clifford Geertz entre otros, ha sido decisiva en la construcción de las diferentes perspectivas de
los diversos autores de la micro historia italiana. Sin embargo. el desarrollo adecuado de este punto
ameritaría por sí mismo todo un nuevo ensayo que no podemos incluir aquí. Sobre este punto
puede verse el artículo de ROSENTAL. Paul-Andre "Conslruire le 'macro' par le 'micro·. Frederik.
Barth et la microstoria". en ellibroleu.\ cf eclzelle:. antes citado. También pueden verse vario!. de
los ensayos inclu1dos en el libro Ethnologies en miroir, Ed. Maison des Sciences de I'Homme,
París, 1992 y muy en particular el artículo de BROMBERGER, Christian "Du grand au petit.
Variations des écheUes et des objects d · analyse dans l'histoire récente del' ethnologie de la France".
Véase también la "Introducción" del libro de GINZBURg, Cario Historia nocturna, ya cnada, y el
artículo también referido de Levi. Giovanni "l perico Ji del gecrtzismo·•.
- 224-
prohlstorlo 3 - 1999
nos será fácil emenderen10nces en que reside uno de los aportes re,·olucionarios más esen-
ciales contenidos en su modo de proponer y luego desplegar oper:uivamente el tantaS veces
refendo procedimiento microhistórico Italiano. Pues asimilando crilicamente y superando a
un mismo tiempo -bajo el modo de In clásica aufhebung hegeliana-. a las formas precedentes
de abordar la dialéctica macro/micro. lo que los microhistoriadores italianos van a realizar va
a -;er un claro desplazamiento y trascendimienw del tradicional pensamiento dicotómico de
los opuestos.
Porque es muy claro que. siguiendo en este punto las profundas lecciones de Norben
Elias17 • los promotores de esta visión microhistórica italiana van a abandonar totalmente las
clásicas explicaciones que oponen lo general a lo panicular, planteando las falsas disyuntivas.
explícitac; o implícitas. del individuo o el contexto, la visión de lo social en contra de lo indi vi-
dual. lo macro contra. al margen o en concurrencia con lo micro. la ley contra el caso o por
encima del caso. el caso como forma de invalidar la ley. etc. etc.. Frente a lo cual, y en una
visión radicalmente nue\'0 r aún poco explotada por los científicos sociales, los autores
italianos van a proponer más bien la construcción de lo general desde lo particular. res11Uando
entonces al individuo en el contexto, y dentro de la sociedad. Con lo cual también es posible
ver lo macro en lo micro. desde y dentro de lo micro mismo. reubicando el caso en la norma y
la norma actuando dentro del caso. etc. etc..
Con lo cual se despla:a completamente el modo de abordar todas estas dialécticas com-
plejas. tan centrales y tan debatidas dentro de la historia y dentro de todas las ciencias sociales.
c;uperando al pensamiento -;¡mple hinario. de opuestos rígidamente contrapuesto!' y solo
excluyentes. para dar pac;o a la construcctón de modelos más complejos y elaborados. que lo
mismo reivindican la nueva biografía contexlual, que descomponen el tiempo en las múltiples
tempomlidadcs. recreando los movimientos de va y viene desde el individuo y la obra hasta el
mundo y la época y viceversa. y reconstruyendo las múltiples cadenas de mterdependencia en
4ue se mserta el individuo o el grupo específico estudiadoi8 .
Así, es claro que lo que aquf es fundamental no es ni lo .. micro" considerado en sí mismo.
ni lo .. macro.. concebido de manera autónoma y autosuficiente. Y entonces la microhistoria
no es m historia local del pueblo de San tena ni historia biográfica tradicional de Menocchio o
de Picro della Fr::mcesca. ni tampoco historia clásica de la obra de Galileo Galilei. si no más

•• Cfr. al rcs~c:to) sobre todo el libro de Elias. Norhcrt Sociologíafundanwntal. Ed. Gcdisa, Barce-
lona. 1982, y más en general todo el conjunto de su obra tncluyendo sus libros sobre The Germans,
Depnrte y r>c1o en el pmceso de la cil·ili:ación. El proceso de la cil·ili:ación, o La civili:ación de
los padres _, olros ensayos. entre vanos otros. Por lo demás es claro que sin la consideración de la
ohra de Norbert Elias resulta muy difícil entender los aportes y el conjunto de la propuesta de los
microhistoriadores italianos.
=~ Nos referimos. como es evidente. a las obras bien conocidas de Lucicn Fcbvrc, de Femand Braudel.
de Jean Paul Sartre o de Norbert Elias. por mencionar ~olo algunos eJemplo~ de autores que. en
cst..: punto de la superación del pensrumemo bmano o dicotómico rígtdo. anteceden y preparan a
esta conclustón específica desplegada por la microhistoria italiana.

-22 5-
AoUlRR.E. RoJAS. C .. «De la · Microhistona locar ... »

bien estudio complejo de las formas concretas de funcionamiento del mercado de la tierra en
la Italia del siglo XVII yxvm a través del caso de Santena, o también estudio de la cultura
campesina y popular del siglo XVI, o en otro caso de la cultura de elite de esta misma época,
a través y por el intermedio del molinero Domenico ScandeUa o de la obra y la vida del
pintor autor de 'El ciclo de Arezzo' , lo mismo que historia de la revolución de las cosmovisiones
europeas del mundo durante el Renacimiento testimoniadas en la suene y los destinos de
dicha obra galileana.
E igualmente, y en el otro extremo, tampoco interesa solo continuar repitiendo las histo-
rias generales y las tesis macrohistóricas habituales sobre el carácter necesariamente revolu-
cionario de la ideología obrera. la naturaleza "irracional" de los mitos campesinos en lamo-
dernidad, o los procesos de centralización política en la formación del estado moderno, sino
más bien analizar las formas concretas de despliegue y de particularización de estos proce-
sos y tendencias macrohistóricos, por ejemplo en la especificidad de la clase obrera turinesa
primero pro-socialista y luego pro-fascista, o también en la compleja construcción, estratificada
y muy densa del rito/mito del aquelarre moderno y de su singular curva de vida en Europa y
fuera de Europa, o finalmente en los modos concretos de transmisión del status, del privilegio
y del poder en una pequeña aldea del Pi amonte modernol9
Por lo tanto, el verdadero núcleo del procedimiento microhistórico italiano lo que pone en
el centro de su preocupación no es ni sólo lo micro ni sólo Jo macro, sino más bien la totalidad
de esa compleja dialéctica entre los niveles o escalas macrohistóricas y microhistóricas. Y
ello, más allá de las formas tradicionales de enfocar estos niveles macro y micro sociales y
dentro de una perspectiva no binaria dicotómica ni de óg1das oposiciones y exclusiones, sino
más bien desde una nueva visión de verdadera dialéctica e interpenetración y presuposición
mutua, donde lo macro está en lo micro y lo micro incluye a lo macro. sin eliminar sus diferen-
cias específicas, pero también sin olvidar que un nivel o escala sólo tiene sen1ido y significa-
ción dentro de esa misma dialéctica que lo subsume y sobredetermina como una de sus partes
componentes.
Lo que entonces nos permite, finalmente, comprender en qué consiste ese procedimiento
microhistórico: en él se trata, según los cultores de la microhistoria italiana, de partir de la
recuperación de una tesis o conjunto de tesis ya establecidas o definidas dentro del plano
macrohistórico, para Juego, en un movimiento que es justamente el de la "reducción de la
escala de observación", llevar estas mismas hipótesis hacia un plano distinto, un plano de
proporciones siempre menores al plano o nivel original, y que será justamente el universo
microhistórico a trabajar. Entonces y considerando ese plano "reducido" o microhistórico

!~ Nos refenmos, en estos ejemplos de los úlumos dos párrafos. a léb obras bten conoctdas de Giovannt
Levi. La herencia inmaterial, de Cario Ginzburg. El queso _v los gusanos. Pesquisa sobre Pi ero.
e Historia nocturna, de Pietro Redondi, Galileo Herético o de Mauricio Gribaudi. ltinéraires
a
ouvriers. Espaces el groupes sociaux Turín au début du XXe siecle. todas ellas mencionadas en
las notas anteriores.

-226-
prohlstorlo 3 - 1999

como simple laboratorio histórico o "lugar de experimentación", habrá que retrabajar y some-
ter a prueba a dichas hipótesis o tesis macrohistóricas. veri ficando su validez. complejizando
sus determinaciones, matizando sus contenidos e incorporándole siempre nuevos y más sutiles
elementos. a través de los procedimientos antes referidos del"anáJisis microscópico" de los
problemas y los puntos estudiados. y mediante la explotación exhaustiva e intensiva de todo el
material y de todos los elementos derivados de ese mismo universo microhistórico. Finalmen-
te. y para cerrar el círcuJo del recorrido global dentro de esa dialéctica macro/micro, el
microhistoriador deberá volver hacia la dimensión macrohistórica, replanteando y hasta
reformulando radicalmente de un modo distinto las hipótesis y tesis originalmente sometidas
a este procedimiento o ejercicio. replanteamiento o reformulación que luego del paso o incur-
sión por el experimento microhistórico. deberá necesariamente redundar en la construcción y
elabomción de nuevas tesis. modelos y perspectivas macrohistúricas. mucho más ricas. com-
plejas, finas y sutiles que las anteriormente existentes.
Procedimiento microhistórico que da sentido a la frase antes citada de Jacques Revel cuando
ha dicho para caracterizar el espíritu general de esa microhistoria italiana: "¿por qué hacer las
cosas simples cuando pueden llevarse a cabo de una manera compleja?". Y puesto que la
realidad social -como, por lo demác;, toda la realidad-, es sumamente compleja y dado que el
objetivo de la ciencia social es el de captar de la mejor manera dicha complejidad. entonces
resulta clara la intención general que persigue esta promoción, defensa y popularización de
t:st: ejc;rcit:io rnicroh istóriw: se lreilli t:n gt:nc;ral de avallL.ar hacia la consLJ u~.;ción de modelos
mác; complejos de expl icación de lo social y de lo histórico. modelos más sutiles y desarrolla-
dos que sean capaces de recoger y luego reproducir esa multidimensional idad. flexibilidad.
variabilidad y extrema riqueza de las realidades concretas que dichos modelos intentan apren-
der.
Pero entonces. y para evitar posibles confusiones. vale la pena preguntarse acerca de las
condiciOnes específicas dentro de lac; cuales es posible y pertinente la aplicación o puesta en
práctica de dicho procedimiento microhistórico. ¿Cuándo es posible hablar de un plano o
escala macrohistórica, que incluya dentro de sí otros varios planos microhistóricos?, ¿y cuán-
do es posible ese movimiento de "reducción de la escala de observación" y d concomitante
descenso hacia lo micro?, ¿y de qué "micro·· estamos hablando cuando lo definimos como un
laboratorio del análisis histórico o un lugar de experimentación del historiador?, ¿y qué se
requiere para que en esa dimensión microhistórica sea aplicable el "análisis microscópico" y
también el"uso y Lratamiento exhaustivo e intensivo de los materiales" disponibles?. Y final-
mente, ¿cómo garantizamos el movimiento de retomo desde lo micro hacia lo macro, y luego
la reestructuración de ese macro desde los resultados del viaje realizado hacia el nivel micro?.
Porque es evidente que no cualquier problema es susceptible de ser sometido al ejercicio
del cambio de escala y de aplicación del procedimiento microhistórico, del mismo modo que
no cualquier plano o nivel de la realidad tiene respecto de cualquier otro una relación de
escalas interrelacionadas que podamos incluir dentro de la dialéctica macro/micro ya referida.
Entonces, para entender mejor esta compleja dialéctica entre lo macrohistórico y lo
microhistórico. puede ser útil volver al importante y debatido concepto de totalidad histórica.
-227 -
AGUlRRE ROJAS, C .. «De la •Microhistona local' ... »

Así. la relación macro/micro puede ser especificada como la relación que existe entre una
cierta totalidad histórica y social compleja, y una de sus panes específicas, aquella que pueda
ser especialmente ''reveladora" del todo que se investiga. Lo que significa que la elección de
las dimensiones macrohistóricas y luego de los universos microhistóricos no es para nada una
elección casual. azarosa o arbitraria. Porque es la realidad misma que estamos estudiando la
que está compuesta de múltiples dimensiones o niveles, niveles o escalas orgánicamente rela-
cionados y entre los cuales hay dialécticas y vínculos claramente establecidos.
Por ello, cuando hablarnos de la dimensión macrohistórica nos referimos a esas totalida-
des histórico-sociales que han sido ya identificadas hace mucho tiempo por las ciencias socia-
les y cuyos intentos de explicación han generado ya la construcción de múltiples modelos,
hipótesis y teorías diversas. E igualmente. al hablar de universos microhistóricos hablamos
entonces de ciertas dimensiones, planos o espacios que son parte orgánica de esas totalidades
globales y complejas y además que son panes o espacios particularmente re\·e/adores de
esas mismas totalidades.
Lo cual acota y especifica las condiciones y los marcos de aplicación del procedimiento
microhistórico. Pues al hablar de totalidades específicas y de panes o dimensiones reveladoras
hablamos, para ilustrarlo con un ejemplo gráfico. del tipo de relación que puede existir. por
ejemplo, entre un rompecabezas considerado como todo, y una de las piezas especiales del
mismo, pieza que por el fragmento del dibujo que incluye, permite descifrar de manera mas
evidente y en una forma particularmente acentuada. el sentido del diseño o dibujo general
plasmado en el conjunto de dicho rompecabezas30 •
Así, dado que una totalidad no es un simple agregado o conjunto cualquiera de elementos
-al modo por ejemplo de un zoológico cualquiera, que es una simple suma o conjunto de
animales, casual y caprichosamente reunidos en un mismo lugar físico y que por tanto no
constituye una verdadera totalidad- sino que es un conjunto complejo de elementos, necesa-
rios y articulados de modo específico y cuya unidad y relaciones determinadas constituyen
justamente a la totalidad en cuestión, entonces la tarea del microhistoriador es, en el i nicio.la
misma que la del niño o adulto que se enfrenta al rompecabezas: partir de la imagen global ya
conocida, para comenzar ubicando aquellas piezas claves, especialmente "reveladoras" o
''descifradoras·· de la imagen de conjunto. desde las cuales habrá de desarrolJarse la
(re)construcción de toda la figura buscada31 •

30
No es entonces, tal vez solo por azar, que uno de los libros importantes de Cario Ginzburg. escrito
en co-autoría con Adriano Prosperi. y aún no traducido infelJzmcnte a1 español. se llama justamen-
te Giochi di pa:.ien:a. libro que hemos ya citado anteriormente.
1
' Cuando hablamos de pane especialmente ··reveladora.. del todo. eso no qutere decu ní mucho
menos pane "representativa" del todo. Pues. después de Mtchael FoucaulL. es bien sabtdo que los
''márgenes" de una totalidad cualquiera o sus elementos ·•excluidos" -y por Lanto muy poco "reprl!·
sentativos"- pueden ser tan reveladores o más de sus estructuras esenciales como sus elementos
más "típicos" o característicos. Un punto que se vincula con el célebre oxímoron popularizado por
los microhistoriadores italianos de lo "excepciOnal normal" y que sin embargo no podemo!> de!> a

- 228-
prohlstorlo 3 - 1999

Con lo cual. es claro que el procedimiento microhistórico no es aplicable


indiscriminadamente. a cualquier problema de historia o dentro de cualquier circunstancia. Y
sin embargo. también resulta claro que tanto su desarrollo como su posible difusión y exten-
sión futura. se refieren a ese universo de cienos temas esenriales que. durante décadas y
siglos han preocupado a los cultores de los territorios de la musa Clío. Porque al proponer una
nuei'G esrrategta eptsremológica para resolver el viejo y recurrente problema de la relación
entre los ni veles macro y micro dentro de la historia, lo que la microhistoria italiana ha hecho
es recordarnos una vez más que el conocimiento histórico no se agota nunca, y que las verda-
des históricas, verdadero objetivo y sentido global del ejercicio de nuestra ciencia, si bien son
perfectamente alcanzables y cognoscibles, siempre encienan aún ciertos aspectos o elementos
aún por descubrir o descifrar. Si la realidad y el universo mismo son infinitos. no podrían ser
finitas ni las verdades históricas ni el conocimiento histórico de las misma~. Pero es justamen-
te allí en donde reside. en parte. el inmenso placer de nuestro oficio.

rrollar más ampliamente en este mismo ensayo. Al respecto cfr. el artículo de Grendt, Edoardo
"Microanalist e storia soziale" citado anteriormente, en donde se enuncia por primera vez dicho
oxímoron. Sobre las lecciones de Foueault en torno al punto mencionado cfr. Vázquez García.
Franctsco F oucault o la crítica de la ra:ón, Ed. Montesinos, Barcelona, 1995 y también r oucau/1
y los IIISionadores, Ed. Umversidad de Cádiz. Cádiz, 1987.

- 229 -

prohlstorta 3 - 1999

MICROHISTORIA A LA ESPAÑOLA*
BtRl\ARD YINcti\T
E.H.E.S.S- París

Resumen:
El autor plantea la necesidad de abandonar momentáneamente la discusión acerca
de los textos fundadores de la microhistoria, para dirigir la mirada sobre algunos
aportes mas recientes, producidos en otros ámbitos. A partir del análisis de cuatro
libros escritos entre 1990 y 1999, pasa revista de los aportes real izados a esta co-
rriente por historiadores españoles.

Palabras Clave:
Microhistoria- España- historia sociocultural -historia política- relaciones socia-
les.

Abstract:
The author propases to leave thc discussions about the master texts of microhistory.
focusing the view over to somerecently contributions coming by others areas. In this
work. he analyses four books writed since 1990 to 1999. making a review of the
contributions to microhistory by spanish historians.

KeyWords:
Microhistory - Spain - sociocultural history- political htstory -social relationships

* Este artículo es una visión revisada de la conferencia «La microhistoria en la histonografía españo-
la reciente», bnndada por d autor en la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR el 1 de
octubre de 1998, traducción del fTancés por Darío Barriera.]

- 231 -
YtNCENT, B. «Microhtstona a la .. »

a microsroria, tal como la han promovido e ilus1rado Cario Ginzburg. Giovanni

L Le vi. Cario Poni o Edoardo Grendi. ha tenido un considerable eco en la comuntdad


científica internacional, interesando a las ciencias sociales en general y a la historia
en particular. Ha suscitado entusiasmos y reticencias, pero jamás indiferencia. S in
embargo, curiosamente, se continúan debatiendo a menudo los liabajos de los «padres funrut-
dores» sin prestar demasiada atención a las iniciativas tomadas en este dominio por ou-os
investigadores desde comtenzos de los af'ios 1990. Por lo tanto, una puesta en perspectiva
general sería de gran utilidad. Es por esto que propongo aquí algunas reflexiones a partir de la
lectura de obras de microhistona publicadas en España durante los últimos años.
Y digo microhistoria porque el término ha sido reivindicado muy claramente al menos
dos veces. La primera. en ocasión de la publicación del u-ahajo de Jaime Con1rer.1s. Sotos
comra Riquelmes (Madrid, Anaya y Mario Muchnik. 1992), y una segunda, por
Tomás A. Mantecón Novellan, autor de La muerte de Amonta Isabel Sánche:. Tiranía y
escandálo en una sociedad rural del Norte español en el Antiguo Régimen (Alcalá de
Henares, Cenlro de Estudios Cervantinos, 1997). Jaime ContrerdS no emplea jamás -excepto
que me equivoque- el término microhistoria en su libro, pero la colección dentro de la cual
este fue editado se llama precisamente Microhisroria y la invitación a incluirlo hace referen-
cia explícita a la tentativa renovadora de la experiencia microhistórica y a Cario Ginzburg. En
cuanto a Tomás Mantecón. consagra una larga inu-oducción a la calidad del apone de la
microhistoria a la historia de la criminalidad (pp. 17-24) y el estudio está precedido de un
prefacio de José Ignacio Fonea Perez donde aparece. desde la segunda línea. la palabnt
microhisroria acompañada de comentarios a un anículo de Giovanni Levi.

Que la microhistoria haya obtenido derecho de ciudadanía en España. hoy parece algo que
va de suyo. Sin embargo, su emergencia ha sido lenta y difícil. Dos obstáculos principales se
le oponían. Por una parte, la convicción desde hace mucho tiempo compartida por numerosos
historiadores acerca de que lo que se ha llamado historia de las mentalidades.luego historia
cultural o historia socio-cultural, era una práctica frívola o sensacionalista. Recordemos los
sarcasmos que Josep Fontana disparó sobre el libro de Ernmanuel Le Ro y Ladurie, Monrmllou,
\'illage occiran... {Paris, Gallimard, 1973), que penenece. de alguna manera, a la prehistoria
de la microhistoria; o también del juicio lapidario que el mismo Josep Fontana formulara
sobre el libro de Carlo Ginzburg, El queso y los gusanos (Barcelona. 1982. ¡• ed .. 1976)
desde elll Congreso de Historia de Andalucía (Córdoba, 1991). Según el historiador catalán,
el libro donde el molinero Menocchio es el héroe, no tiene sino un valor literario. Por olra
parte. la fuerte tendencia a la historia localista, que muy frecuentemente permanecfa en un
plano en extremo descriptivo, acaso anecdótico, no incitaba siquiera a realizar proposiciones
que pusieran en valor las escalas de estudio de dimensiones reducidas.
Sin embargo, muchos factores han hecho posible una evoluciÓn favomble a la m1crohcaona.
Ante todo la existencia de fuentes considerables, judiciales. municipales. eclesiásticas. que
permilen estudiar la madeja de relaciones de una población dada y bien acotada. Daré un
ejemp1o personal, referido al estudio de los moriscos. Sobre esta minoría de la España del
-232-
prohlstorlo 3 - 1999

siglo XV l. disponemos de una gran cantidad de estudios. Ha sido subrayado muchas veces
que los comportamientos y las prácticas variaban al infinito según los lugares. Pero aún hoy.
apenas conocemos por qué y cómo se determinan los individuos a pertenecer a una mtsma
comunidad. Sólo un estudio fino. tomando en cuenta todos los acontecimientos. permitiría
aprehender los procesos de aculturación y los obstáculos que encontraban. Las fuentes que
hacen posible este tipo de enfoque. sobre todo inquisitoriales y señonales. existen . Por lo
demás. la declinación del paradigma marxista. fuerte en los años 1980s. y la influencia enri-
quecedora de una historiografía mas diversificada han sido determinantes a la hora de la
eclosión de la microhistoria.

El primero de los microhistoriadores españoles ha sido Jaime Conrreras. No insistiré casi


sobre su Sotos rontra Rique/mes. en la medida en que ha conocido una difusión profusa.
Quisiera insistir. sin embargo, sobre la originalidad del recorrido. Jaime Conteras se inspira
mucho en Giovanni Le vi. quien recogió para su Herencia Inmaterial ... . « ... todos los aconte-
cimtentos biogr.ificos de todos los habitantes del pueblo de Santena que han dejado una huella
documental.». Jaime Contreras no podía acumular todos los datos referentes a los habitantes
de Lorca y mucho menos de Murcia. entre 1550 y 1570. Una vida entera no sería suficiente.
lo mismo que una zambullida en los archivos notariales hubiera sido azarosa e incierta En
cambio. ha acosado a todos los actores del conflicto desencadenado por la inquisición. y par-
ticularmente a los com·ersos. Su trabajo es una verdadera construcción. ya que no había un
fondo documental mayor. Fue necesario entonces encontrar pacientemente todos los elemen-
tos de un punte. volviendo comprensibles los juegos y el desarrollo de los enfrentamientos
enrre inquisición y oligarquía local. Lo 1mportante es que Jaime Conrreras, excelente conoce-
dor de la historia y de las fuentes de la inquisición. había soñado en utilizarlas para resolver
una cuesuón de historia social, la del lugar de los judeo-conversos en la sociedad española del
siglo XVI. La escala microhistórica. mejor que cualquier otra . era capaz de poner al desnudo
los caminos y las estrategias que. no por ser individuales son menos significativas entre todas
las opciones posibles.

Tomás Mantecón nos ha propuesto el examen de un proceso excepcional, el que se abrió


Lras el asesinato de una mujer, Antonia Isabel Sánchez, el 1°. de agosto de 1799. en un pueblo
del norte de España, sesenta kilómetros al oeste de Santander. El proceso es aquí un pretexto
y, digámoslo de inmediato, el libro se cerrará sin que sepamos quien es el asesino. Las relacio-
nes complejas entre la víctima, su marido -Domingo García- a menudo ausente y principal
sospechoso y su cuñado. el terrible cacique del lugar que humilló a Domingo asumiendo el rol
• proLector de Isabel, abandonada a su suerte, se encuenrran en el corazón del estudio. A esle
t trío central se agrega Manuela López. doméstica de la pareja Isabel Sánchez. - Domingo García,
orfeüna. venida de ninguna parte, cuya extrañeza y evidente inteligencia la vuelven muy se-
ductora. Uno gustaría verdaderamente de saber más sobre esta joven, que tan Lo sus patrones
como Antonio Bajuelo -el cacique- sueñan con casarla con sus respectivos hijos y cuyos favo-
res son permanentemente codiciados por ambos cuñados rivales en todac; las circunstancias.
-233 -
VINCENT, B, «Microh¡storia a la ...>}

Pero Manuela ha rechazado los avances del cacique, habituado a ejercer su verdadero derecho
de pernada sobre todas las muJeres del pueblo El cacique entonces, se avino a negociar una
promesa de casamiento entre Manuela y su propio hijo. Por otra parte, Manuela mantenía
excelentes relaciones con su patrona. ampliamente protegida gracias a su mediación en la
violencia marital. Sin embargo Domingo García, de regreso de un viaje, logra restablecer la
situación en su provecho. Se transforma en el amante de la doméstica, Jo que provoca el
deterioro de las relaciones entre Manuela e Isabel y el aborto del proyecto matrimonial de la
doméstica. En el marco de este muy tenso clima, se cometió el crimen.

Tomás Mantecón se destaca empleando toda la complejidad de las relaciones entre los
principales protagonistas, aun cuando querríamos saber más acerca de las relaciones entre
Manuela y los adolescentes de su misma edad, el hijo de sus patrones y el hijo de Antonio
Bajuelo, su prometido; inclusive sobre los intercambios entre Isabel, la futura víctima y su
hermana. Nos enteramos a la vuelta de una frase de que, esta última. a la hora de repartir la
herencia, había sido mejorada. ¿Tuvo esto repercusiones sobre la vida de las dos parejas que
se encuentran en el centro del asunto? ¿y qué hay de los legados que habría hecho Domingo
García a su doméstica? En regla general, los aspectos económicos no han interesado suficien-
temente al autor del libro quien. por el contrario, saca el mejor partido de las 105 declaracio-
nes hechas por 38 testigos. Revela toda la sociedad local, las afmidades y las enemistades, el
ejercicio del poder y las resistencias que suscita, las relaciones de dependencia, la sedentariedad
y la movilidad. Ilustra a las maravillas las diferentes facetas de la violencia, la que se derrama
al interior del bogar y aqueUa del cacique, que califica de tiranía. El trabajo de Tomás Mante-
cón es un modelo de microbistoria en el que el escándalo estudiado es revelador de los com-
portamientos y de los procesos de regulación de una comunidad aldeana ejemplar de la Espa-
ña del noroeste.

Muy recientemente, Angel Rodríguez Sáncbez ha pubücado una obra titulada Hacerse
nadie, sometimiento, sexo y silencio en la España de finales del siglo XV! (Lieida, Milenio,
1998). En esta ocasión, el teatro de los hechos informados se sitúa en Coria, pequeña ciudad
del norte de Extrcmadura, y sede de un obispado. En 1591, el obsipo García de Galarza, quiso
hacer una encuesta sobre el estado de su diócesis y en particular sobre la vida y la moralidad
de su grey. Los fieles estaban invitados a hacer una confesión no sacramental y a responder a
trece preguntas precisas, incitándolos ata delación de los conciudadanos que hubieran peca-
do. Aqui, la referencia a la microhistoria es menos explicita. Sin embargo Angel Rodríguez
Sánchez agradece al final del libro a Jaime Contreras, quien le ha animado a poner en limpio
un trabajo que corresponde a una<( forma de hacer historia )) que es común a los dos autores.
Esta forma no es otra que la microhistoria. Angel Rodríguez parte del dossier de las 303
confesiones de los habitantes (165 mujeres y 138 hombres) que se presentaron espontánea-
mente. En esta empresa, el autor ve un verdadero emprendimiento paramqu1sitorial que tra-
duce la voluntad de la Iglesia de aplicar los preceptos del Concilio de Trcnto y de imponer una
estricta moral social. Sin duda. Pero desde una perspectiva foucaultiana. se inclina muy rápi-
- 234 -
prohlstorla 3 - 1999

damente a creer que este inmenso esfuerzo ha dado resultados inmediatos. Podríamos pregun-
tarnos si los sectores de la población local no han resistido a la iniciativa del obispo y no han
evitado su convocatoria. ¿Y qué ha quedado de esta tentativa?.

Si la utilización del corpus suscita interrogantes, esto no impide que su extensión -alrede-
dor de un hogar sobre tres han respondido de una u otra manera al cuestionario- permtta a
Angel Rodríguez presentar una buena fotografía de las relaciones tejidas entre muchos de los
habitantes de Coria. Muestra perfectamente, en particular, los mecanismos del clienteUsmo y
de la dependencia vividos cotidianamente. Pone muy bien en escena a los miembros de la
familia Ovando, poderosa en Coria como en Cáceres. tanto como a los diversos miembros del
capítulo de la catedral, comenzando por el deán Alonso Femández de Herena. personaje cen-
tral de las infamias en causa. No menos de 63 denuncias lo designan como un hombre inclrna-
do desenfrenadamente a la caza. el juego y las mujeres. El lector del libro podrá descubrir mil
y una anécdotas al respecto. Pero lo importante no está allí. Para sublimar sus pa<;iones,los
habitantes de Coria tenían necesidad de descubridores de tesoros. de curanderos, de mediado-
res. Todos estos intermediarios encontraban solución a todas las demandas, porque una parte
de la población era capaz de todo por obtener protección y subsistencia y muchos otros esta-
ban dispuestos a cerrar los ojos delante de las múltiples ofensas a la moral cristiana. Angel
Rodríguez pone en escena los principales lugares de las transgresiones.la casa de las Vandas
y la casa del deán. donde las barreras sociales estaban borradas.

Un último libro, el más reciente de todos, penenece al dominio de la microhisroria. Se


trata de Felipe 11 y Camhrai ·el consenso del pueblo. La soberanía entre la práctica y la
teoría políuca, 1595-1677 (Madrid. Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Cente-
narios de Fcl ipe 11 y Carlos V. 1999) escrito por José Javier Ruiz lbañez. Con él. abandona-
mos el terreno de la historia sociocultural de los ejemplos precedentes para abordar el de la
historia sociopolítica. Y no es este el menor de sus méritos. Desde esta perspectiva, constituye
un aporte muy novedoso de la microhistoria sin que la palabra aparezca una sola vez bajo la
pluma de José Javier Ruiz. No obstante, se trata de examinar la cuestión esencial de la sobera-
nía no a partir de los textos de los grandes teóricos o de la práctica de tal o cual Estado, sino a
la luz de los hechos en la jurisdicción de la pequeña ciudad de Cambrai. El observatorio es
particularmente pertinente en la medida en que la ciudad pertenecía en el siglo XVI a su
arzobispo, príncipe del Sacro Imperio Romano Germánico y, por lo tanto, miembro de la
Dieta imperial y vasallo del emperador. Pero naturalmente, el arlobispo dependia también de
la Santa Sede. En fin, Cambrai tenía dos vecinos muy poderosos, el rey de España, señor de
los Paises Bajos, y el rey de Francia. La historia de Cambrai fue muy agitada a lo largo de
todo el siglo XVI, hasta que el gobernador de la ciudad, Jean de Montluc, señor de Balagny,
estableció su control con el apoyo de Francia. La población decidió entonces entregar la plaza
a Felipe Il, cosa que fue aceptada por el representante del Rey Católico. Cambrai quedó bajo
tutela espafiola hasta 1677.
El acontecimiento de 1595 fue singular. ¿,Cómo es que una ciudad podía decidir su suerte?
-235-
VtNCENT , B. «Microhistoria a la ...»

¿Y cómo el rey más poderoso de la época podía aceptar esta insólita decisión mientras que el
arzobispo exiliado intentaba hacer valer sus derechos?. José Javier Ruiz Ibái'lez analiza a la
vez las corrientes de pensamiento político de las cuales abrevaban los habitantes de Cambrai
y las figuras jurídicas que inventaron los consejeros de los reyes de España para no restituir el
regalo ofrecido en 1595. Sólo las armas francesas pusieron fin a esta aparente anomalía. Así
es administrada la prueba de las influencias recíprocas permanentes entre teoría y prácuca
políticas. En la circunstancia, es la práctica la que ha subvertido a la teoría.

Los cuatro libros de Jaime Contreras, Tomás Mantecón, Angel Rodríguez y José
Javier Ruiz Jbañez tienen en común una última preocupación de la microhistoria.la del cui-
dado acordado a la manera de presentar su relato. Cada uno de ellos intenta disponer el esce-
nario de manera precisa. lo que animó a Tomás Mantecón y Angel Rodríguez a reconstituir
gráficamente los lugares y a dar un retrato detallado de los personajes. Así ensei'lan que el acto
de escribir es esencial al trabajo del historiador.

-236.
prohlstorlo 3 - 1 999

,
El historiador como autor.
Exito •v fracaso de la microhistoria .
JusTo SER.l'\A- A'\ACU:.T Po:-o;s
(Universitat de Valencia)

Resumen:
En este artículo nos aproximamos a lo que hacen y a lo que dicen que hacen los
microhistoriadores italianos. Constatamos una paradoja: cuando mayores son su éxi-
to internacional y su resonancia historiográfica, es justamen te cuando ellos mismos
decretan su muerte, cierran la colección que les sirvió de canal de difusión y admiten
finalmente la disparidad de sus fonnas y quehaceres. Analizamos esa disparidad.
sobre todo a partir de la obra de Edoardo Grendi y Cario Ginzburg. y contrastamos lo
que nosotros mismos decíamos en 1993 y lo que los microhistoriadores han dicho
después, en 1994. Uno de los aspectos que los distinguen y que da la medida exacta
d~; ~u éxi to y d~ su frdwtSO 1.!~ la atención desigual que prestan a la c~critura de la
historia, a la técnica de exposición y al modo de transmisión de las informaciones. La
historia -sostienen estos investigadores italianos- es la búsqueda de la verdad basada
en pruebas. es e1·identia in narratione; pero es también -aunque no siempre lo admi-
tan- retórica persuac;ión y dramatismo. Por eso. parafrascando a Geertz. podríamos
añadir que. al igual que el antropólogo, también el historiador es un autor.

Palabras Clave:
Historiografía - microhistoria- discurso narrativo- rcprescntac16n histónca- autor.

Abstract:
ln thts article we make an approach to what the italtan microhistorians do and say
they do. We observe a paradox: just when their international success and their
historiographical repercussion is bigger, that is the time they decree their own death,
closc down the coUeclion that they used as a means of diffusion and, finally. adrnit
the disparity of their ways and tasks. We analyze that disparity, especia Uy from the
work of Edoardo Grendi and Cario Ginzburg, and we confirm what we said in 1993
and what the microhistorians said right afterwards, in 1994. One of the aspects that
distinguishes them and that gives the exact measure of their success and their failure
ts the unequal attention they pay to the writing of history. to the techniquc of its
presentation and to the way of transmision of information and data. History -as these
-237-
PoNs. A. Y SERNA, J.• «El historiador como autor...»

ltalian investigators maintain- is lhe search of the truth based on proofs, is evidentia
m narratione; but is also -though this is not always admitted by them- rhetoric.
persuasion and dramatism.That is why, paraphrasing Geertz. we could add that,just
like the antropologist, the historian is al so an author.

Keywords:
Historiography- microhistory - narrative discourse - historical representation -author.

- 238-
prohlstorlo 3 - 1999

«Pero. repitámoslo: no se trata de esbozar aquf un


tratado del arte de escribir (...). Lo que de momenro nos
importa es este principio. muy claro: para realizar bien
su tarea. para cumplir verdaderamente su cometido. al
historiador le es tamhién necesario c;cr un gran escritOP>

Henri lrenée Marrou

Desde que fuera r01ulada así. desde que fuera patrocinada por Giulio Einaudi. la

1. microstoria es una voz italiana de creciente éxito internacional pero de ambiguo


stgnificado. Ha sido una denominación de origen con la que el edjtor etiquetaba
investigaciOnes muy diferentes entre sí y cuya única característica común parecía
ser lo pequeño. los objetos de menudas dimensiones o la escala reducida con que se
abordarian. ¿Por qué la calificamos como ambigua? Porque. de entrada. ésa es la impresión
que el lector se puede llevar de la consulta de los manifiestos que los microhistoriadores publi-
caran a finales de los años setenta. Tamo es así que la consulta de esos textos programáticos-
textos 4ue debemos a Edoardo Grendi. Carlo GinLburg y Carlo Poni o G10vanni Levi y que
preceden o que coinciden con el nacimiento de «Mcrostorie»,la colección que Jos amparó- no
pennitía aven~uar si estábamos o no ante una corriente o escuela histórica. Además. en los
alios sucesivos. la imprecisión no se ha corregido y seguimos sin contar con alguna introduc-
ción teórico-sistemática que defina con rigor el paradigma con el que se ha dado cobijo a
obras muy distintas y de desigual valor. Carecemos igualmente de textos enciclopédicos que
den orden convencional a lo que ya se sabe y del que serían muestra esas investigaciones.
Tampoco contamos con alguna publicactón periódica a la que podamos reconocer como por-
tavoz de los avances obtenidos. No existe espacio institucional o académico que permita ser
idenúficado como el recinto de la ortodoxia historiográfica. Más aún. cuando en los años
noventa Giovann i Levi. Cario Ginzburg o Edoardo Grendi han hecho balance de lo publicado
sólo han coincidido en descartar cualquier filiación de escuela: han descartado igualmente
una empresa común en la que todos puedan admitirse: y han descartado. en fin. que hoy en día
pueda seguir hablándose de «la» microhistoria.
Ya no existe el fondo editoriaJ («Microstorie») 4ue dirigieron Ginzburg y Levi y que per-
mitió identificarlos: se cerró a mediados de los noventa y se transfirieron sus obras a la mayor
y más prestigiosa colección de ensayo de Einaudi ((<Paperbacks»). ¿Podemos hallar mejor
síntoma de la crisis editorial y personal que el cierre de una colección emblemática?. La casa
ha cambiado de propiedad: ha ido a parar a manos de Silvio Berlusconi, caracterizado ideoló-
gicamente por su inquietante populismo conservador y empeñado en completar concentracio-
nes empresariales en el ramo de la industria cultural y de entretenimiento. Este hecho y otros
factores personales han motivado. además, que algunos de los autores de «Microstorie» o.
mejor. que algunos de los autores-símbolo de Einaudi hayan cambiado ostentosamente de
- sello y se hayan pasado a la competencia: Cario Ginzburg. por ejemplo. dirige ahora la sec-
- 239-
PoNs. A. Y SERNA. J.. «El hlStonador como autor.. ·"

ción «Culture» de la célebre colección «Campi del sapere» de Fellrinelli, una sección que no
invoca ya el rótulo deJa microhistoria. una sección en la que su responsable se interroga sobre
la diversidad cultural, la pluralidad de voces y en la que el primer libro (Occhtaccl di legno).
del que él mismo es autor. no contiene alusión alguna a la corriente a la que se le asoció. Y,
como símbolo fmaJ, el viejo editor ha muerto, el viejo y prestigioso patrón ha fenecido derro-
tado por la edad pero su desaparición ha ocurrido después de que la casa padeciera una elefan-
tiasis de crecimiento que debió ser subsanada externamente. Tantos avatares han sucedido que
incluso en sus últimas conoibuciones, cuando se les ha pedido hacer balance de lo que ha sido
o es la microhistoria (1994). esos mismos autores parecen hacer el duelo por una corriente que
si en efecto llegó a existir ahora estaría ya difunta. Si es esto cieno. estaríamos ante una
paradoja evidente: cuando el éxito internacional de la microhistoria es más evidente, cuando
se multiplican las referencias, los estudios críticos. los congresos y las evaluaciones -es decir.
en los años noventa-. es precisamente cuando podemos dar por conclutda esa experiencia
colectiva. ¿Colectiva?

Un repaso historiográfico revela cienos rasgos colectivos, en efecto, pero el caso de «la»
rnicrohistoria revela más aún lo que Henri Marrou decía de la pervivencia de la obra histórica.
Su suerte futura puede estar garantizada o no por un contexto editorial. puede estar asegurada
o no por instituciones académicas que le den repercusión, pero -como apostillaba Marrou- su
vigencia y la duración de sus efectos obedecen a un hecho puramente textuaL a una virtud que
se expresa en Ja obra y de la que ésta es prueba y materiaJizactón. Así. aunque entre los
historiadores haya casos afonunados de empresas colectivas que proporcionan amparo y au-
diencia a epígonos -y el ejemplo más evidente es la repercusión tntemacional de Annales-.
esto es más la excepción que la regla. Es decir. los éxitos y los fracasos son. en principio.
individuales, y el vigor de una monografía es principalmente dependiente del genio del histo-
riador, de la personalidad que hace la obra. del investigador que escribe, de cómo narra y de
los recursos que emplea. Expresado de otra manera. aún en el caso de que no hubiera existido
jamás una «escuela de los Annales». Los reyes taumaturgos seguiría siendo uno de nuestros
clásicos: un volumen concebido de taJ modo que su forma, su enunciación. su argumentación
y la retórica de que se sirve el historiador -para que así le aceptemos sus preguntas y las
respuestas conjeturales que audazmente propone- serían su virtud, los atributos imperecederos
que le permiten auparse por encima de sus limitaciones documentales o de sus explicaciones
ya inaceptables.
En ese sentido, buena parte del éxito (y del fracaso) que cabe atribuir a la microhistoria
depende de una obra y de un historiador, dependen de El queso y los gusanos (1976), de
Cario Ginzburg; dependen de un factor azaroso y excepcional como es el de una cualidad
personal materializada en un libro concreto. Es a ese volumen. del que nos ocupamos extensa-
meO!e en otra parte (1999). aJ que en buena medida debemos achacar la difusión de la etique-
ta (microhistoria) asociada a una obra de calidad y reforzada por otras que siguieron pero que
ya no alcanzaron la nombradía de aquélla. Un volumen de éxíto. un éxito que sobrepasa el
contexto circunstancial en el que había aparecido y que precedtó a la creación de una colee-
- 240 -
prohlstorlo 3 - 1999

ción de la que seria deudora. ha llevado a numerosos lectores a identificar una cosa y 13 otra .
En este caso. ademác;. se rrataría de una identificación confim1ada editorialmente con otras
obras bien resueltas aunque en ocasiones muy distintas (por ejemplo Terra e 1elai. de Franco
Ramella. o La herencia inmaterral. de Giovanni Levi). Pero se Lrataría también de una sabia
operación de prestigio en virtud de la cual el editor publica a otros autores reverenciados (E.P
Thompson) que, en principiO, nada tienen que ver con la etiqueta (la microhistoria). Se trata.
pues. de una asimilación mercantil mediante la cual se adopta como vecinos de colección a
historiadores distinguidos a los que se toma como antecesores y de cuya virtud el resto se
contagia por contigüidad: dan cimiento. antigüedad, prestigio y honorabilidad. Reparemos
algo más en estos hechos. reparemos en lo que ha rodeado a Einaudi y a Ginzburg.

La editorial Einaudi. fund:1da en el Turín de 1933. ha sido hasta fecha bien reciente el
baluarte de la izquierda cultural y fue en su origen el producto exquisito de colaboraciones
opositoras, antifascistac; y progresistas: entre otras. la del matrimonio Leone y Natalia Ginzburg.
la Cesare Pavese e !talo Calvino. después, además de la de su principal inspirador: Giulio
Einaudi. Eran aquéllos, como los han descrito sus propios protagonistas y como se reflejan en
el libro conmemorativo Cinquan!' anni di un editore. años de mocedad, pero sobre todo eran
años de resistencia política y de inquietud intelectual, universal, de amistades compartidas y
de excitación literaria. El ensayo de calidad, las revistac; de pensamiento y. en fin, la literatura
fueron así. desde sus inicios, el ámbito de intervención del editor. Pero. en principio. esos
primeros años eran también años de riesgo político y de extrema crueldad. Como nos relató su
viuda en esa espléndida evocac ión que lleva por título Léxico particular, Leone Ginzburg.
aquel que fuera el primer animador de las ediciones Einaudi. moría en la cárcel romana de
Civitavecchia después de haber ejercido la oposición antifascista (Giusti::ia e liberta). des-
pués de haber estado confinado con su familia en los Abruzos y después de haber sido apresa-
do y torturado por Jo nazis: «sin concluir su obra. sin dejamos un mensaje. Por eso no pode-
mos resignamos: ni perdonar», apostillaba Norberto Bobbio en su Peifil ideológico del siglo
XX en Italia. De todas las personas que rodearon a Einaudi en la guerra o en la inmediata
posguerra. aquella que. a juicio del editor. más fmnemente mantuvo la continuidad de dicha
empresa cultural, aquella que. según anota en su memorias. «Custodió» los valores de la casa.
y se mostró siempre como su conciencia critica, fue precisamente Natalia GinzbW"g. En fin, en
el transcurso de varias décadas, la editorial se ha renovado. ha incrementado vertiginosamente
sus colecciones, ha incorporado a prestigiosas figuras del mundo cultural italiano reciente en
calidad de asesores. ha atravesado momentos de grave crisis económica y, como decíamos. ha
acabado por cambiar su propiedad hasta pasar -para escándalo de algunos- a la órbita de
Berlusconi. El rnsgo más sobresaliente de esa pequeña historia es la relevancia que siempre se
dJo en Emaudi a los asesores, a los comités de lectura, al modo de lo que Gallimard establecie-
ra en Francia. Uno de los nombres más significativos de quienes se han ocupado de esta tarea
-y que ya no la ejerce al haber abandonado la casa- es precisamente el de Cario Ginzburg. hijo
de Lconc y de Natalia. Fue él quien tradujo a Marc Bloe h. quien prologó la versión italiana de
Los reyes taumaturgos y a quien, en fin, se le hizo responsable de la~ evaluaciones y de las
- 241 -
Po!'ls. A. Y SER.!< A. J .• «El h1stonador como autor... »

lecturas de obras históricas y ensayos sobre arte. pam acabar codirig1cndo con Giovanni Levi
la colección más emblemática de la renovación historiográfica y a la que ya hemos hecho
alusión: «Microstorie».

¿Qué interés tiene este pequeño apunte informativo que vincula los avatares de la casa
editorial con El queso y los gusanos? Quizá este anecdotario de la microhistoria nos permita
empezar a entender, aunque sea externamente, el hecho capital que ahora nos ocupa: por qué
se identifica la microhistoria con dicha obra y. más en generaL con Cario Ginzburg. ¿Es razo-
nable que esto sea así? ¿Es la microh.istoria una forma especial de investigación defmida
principalmente por Ginzburg y expresada como nunca en ese libro? Y en el caso de que esto
sea así. ¿agota su definición la práctica microhistórica? La primera respuesta a estos
interrogantes es toda una paradoja historiográfica: la producción microhistórica se identifica
internacionalmente. sotxe todo en el dominio anglosajón, con el modelo impuesto por Ginzbw-g
-no por casualidad este último es docente en la UCLA-. y aun hoy un congreso norteamerica-
no sobre microhistoria invoca el modelo germinal impuesto por El queso y los gusanos; en
Ttalia, por el contrario, esa filiación no ha sido tan evidente y, además.las primeras reflexiones
sobre el proceder microanalítico en historia son anteriores a las obras mayores y más conoci-
das de aquél y, además. con una orientación con la que no siempre coinciden. Abreviando
podríamos decir que la versión más divulgada, o, al menos. aqueJJa que mejor difusión ha
tenido. es la que entiende como sinónimos paradigma indiciario y microhistoria y, por tanto.
la que sigue el modelo de interpretación conjetural -basado en la inferencia abductiva de
Pierce- implantado a partir de los vestigios dejados por el célebre molinero Menocchio. Sm
embargo, podríamos aceptar que en Italia hay, al menos. dos modos de entender la microhistoria:
la que encama Edoardo Grendi y la que se identifica con Cario Ginzburg. Esto es algo sobre
lo que nos pronunciábamos ya en 1993. en «El ojo de la aguja», y sobre lo que. hasta fecha
reciente, hasta 1994, no se habían extendido suficientemente los propios microhistoriadores.
sus exégetas o sus impugnadores. Por eso, el prudente silencio que se ha mantenido sobre este
hiato ha favorecido la confusión. la arnaJgama y la reunión de opciones diferentes. de opcio-
nes no siempre congruentes. Ese hecho y el retraso con que unos y otros se han manifestado
han acabado por ahondar aún más las confusiones, los malentendidos y las perplejidades que
provoca. Así, justo cuando historiadores de todo el mundo celebran. hablan de y convienen en
la actualidad de la microhistoria, sus oficiantes decretan la muerte, y cuando unos y otros
subrayan el vigor de esa corriente, los responsables italianos concluyen que nunca existió, que
nunca hubo un patrimonio común y que ni siquiera hay un único rótulo bajo el que todos se
cobijen. Precisemos, pues, esas dos fuentes. esos dos modos contrapuestos de entender la
microhistoria, las disputas tardías a que han dado lugar y que se hacen universalmente explí-
citas en los textos publicados en 1994 por Ginzburg y Grendi.

2. Los primeros intentos habidos en Italia en los que ya se dice defender un modelo
cognoscitivo microanalítico para la historia datan de la primera mitad de los años setenta. En
efecto. un historiador modernista. Edoardo Grendi. particularmente sensible a los avances
- 242 -
prohlstorlo 3 - 1999
producidos en las ciencias sociales, defendia la elección de un enfoque micro para una disci-
plina en la que. desde la ruptura annalista. sus oficiantes se habrían acostumbrado a operar
con las grandes magmtudes. con la larga duración y. en definitiva, con aquellos procedimien-
tos seriales que se fundaban en el anonimato y en Jo cuantitativo. La repercusión que este
paradigma había tenido en la Italia de aquellas fechas es indudable. y quizá dos hechos lo
prueban suficientemente: por una parte. la fundación en 1967 de una revista -Quaderm Storiri
del/e Marche- cuyo primer artículo, el proemio historiográfico que servía de proclama inte-
lectual. era la traducción italiana de la longue durée de Braudel: por otra. y poco tiempo
después, la edición de la Sroria d'/talia deEinaudi (1972). a la que podemos considerar como
una síntesis entre categorías y modos analíticos tomados en préstamo deAnnales -y, por con-
siguiente. de su principal inspirador en aquellas fechas. Braudel- y convenciones e intuiciones
prop1as de la historiografía italiana de impronta gramsciana.

Las propuestas de Edoardo Grendi no eran totalmente congruentes con algunas de las
cenezas que este paradigma historiográfico imponía en aquellas fechas. Frente a la historia
total propugnada por Braudel, aquello que Grendi defendía era un modelo de análisis más
modesto que permitiera reducir los objetos de investigación. En realidad, su propuesta no era
sino el traslado al ámbito histórico de una perspectiva micro que ya se habían dado con ame-
.. rioridad. en otras disciplinas. tanto en la antropología como en la economía. En el primer caso .
dos eran las enseí'lanzas sobre las que Grendi ponía el énfasis en aquellas fechas (y después):
por un lado, el enfoque propiamente microanalítico de la etnología. identificado con la
contextuahzactón del hecho: por otro. el estudio de las relaciones sociales a través de sus
distintas manifestaciones económicas o extraeconómicas. Lo que. en 1972. decía o parecía
envidiar de la antropología era. en efecto. su apego al contexto. a «la situzionalita concreta (e
cioé le istituziom.la storia, ecc.)». Entregados a la técnica de la observación participante, los
etnógrafos reúnen sus datos. hacen acopio de lo que les transmiten sus informantes. sabiendo
que cada hecho forma pane de una cadena de hechos de los que no puede arnputarse impune-
mente. Pero. además. Grcndi asumía la tradición de la antropología sustantivista. la tradición
que, a partir de la teoría del don y del principio de reciprocidad, vinculaba a Polanyi, a Mauss.
a Boas o a MaJinowskt. El objetivo de esa perspectiva no era la mera importación de modelos
etnológicos -añadía el italiano en esas fechas-, sino interrogarse sobre la evidencia supuesta-
mente incontrovenible de algunas categorías: en concreto aquellas que. de matriz económica,
se habían incorporado a la disciplina histórica como si fueran obvias en sí mismas. las de
mercado y racionalidad. Ambos con~eptos, que constituían desde antiguo objeto preferente de
la microeconomía, se abordaban desde esta última disciplina como nociones lógicas subordi-
nadas a la teoría de la elección racional, en principio, una teoría normativa. En este caso. las
actividades económicas, al menos desde la perspectiva marginalista, se explicaban a partir del
postulado de la maximiz.ación y ello servía tanto para explicar las elecciones de los empresa-
rios como las decisiones de los consumidores. En este sentido, aún adoptando el enfoque micro.
la economía expulsaba los contextos reales de dichas elecciones y. en ese sentido. era escasa-
mente fructífera para los historiadores. al menos en comparación con los usos y los rendimien-
- 243-
PoNs, A. Y SERNA, J., «El historiador como autor... »

tos de la perspectiva mtcro entre los antropólogos.


¿Pero eran todas las antropologías variantes de una disciplina comextuaJ, variantes de una
disciplina que siempre otorgaría relevancia aJ contexto? Los Annales habían recibido una
fuerte influencia de la perspectiva antropológico-estructural y, como tal, el impulso etnológico
que aquella publicación podía experimentar tenía más que ver con el análisis de invariantes,
con el estudio de reglas y, en definitiva, con la posibilidad de establecer modelos. Por eso.
precisamente, es por lo que Claude Uvi-Srrauss marcaba diferencias con la historia «tradicio-
nal>> como disciplina de la acción y celebraba la proximidad del modelo braudeliano al estu-
dio de lo inconsciente, según leemos en el primer capítulo de su Antropología estructural.
Por el contrario.la variante anglosajona. al menos desde E. Evans-Pritchard. había reivind.ica-
do, más allá de la formalización. el estudio singular de casos concretos dotados de su particu-
lar historicidad. La reivindicación de la historia hecha por los antropólogos daba unos resulta-
dos contrarios a lo sucedido en el caso francés. Por eso. precisamente. es por lo quePasr and
Present tuvo desde sus orígenes una impronta bien diferente a la que podemos apreciar en los
Annales de las mismas fechas. Como apostilló años después Clifford Geertz, cuando los
antropólogos optan por lo microscópico no es por incapacidad teórica o generaJizante. no es
por estar apegados a una teoría humanista de la acción. como deplorarían Lévi-Strauss y la
generación de esb1Jcturalistas que encabezó. Si optan por lo microscópico -afiad e el etnólogo
norteamericano en La interpretación de las culturas- es porque el investigador se propone
analizar los mismos «megaconceptos con los que se debaten las ciencias sociales contemporá-
neas» pero partiendo «de los conocimientos exrraord.inariameme abundantes que tiene de cues-
tiones extremadamente pequeñas». ¿Hay alguna coincidencia en lo dicho por Geertz a propó-
sito de lo microscópico en etnología y lo que defendiera Grcndi para la historia?

Como se puede observar, la defensa de esta perspectiva no tiene, en principio. nada que ver
con Jos postulados en los que se basa la microeconomía, una microeconomía en la que sus
practicantes analizan teóricamente la conducta del consumidor racional. Y no tiene que ver
porque en un caso estamos ante una teoría normativa y. en otro, nos hallarnos ante una teoría
explicativa: lo micro en historia, de acuerdo con Grendi, tiene que ver más con el relieve dado
al contexto, con el análisis circunstancial que los et nólogos anglosajones asumen
mancomunadamente (y ésta es. en fin, una generalización que nos consentimos). Por tanto, la
primera consecuencia que se extrae de aquella temprana propuesta, la que hiciera Grendi a la
altura de 1972, es la reducción de la escala de observación. Pero, como decíamos, más alJá de
este procedimiento, lo que Grend.i defendía era el análisis de las relaciones sociales, los modos
de interacción múltiples y complejos que sedan entre sujetos operantes en un contexto histó-
rico. Ahora bien, el estudio relacional y. a la vez, la reducción de la escala sólo podían ser
practicables en aquellos dominios en los que, por sus pequeñas dimensiOnes. el anáJISJS pudie-
ra resultar realizable y. además, ser significativo. De entre los textos que entonces publican!,
dos son especialmente en los que desarrolló esta tesis. El primero de eilos es una respuesta
dada por Grendi al modelo analítico de la burguesía francesa adoptado por Adeline Daumard
y sus colaboradores. En aquel texto, les reprochaba el cartesianismo formal de las categorías
-244-
prohistorlo 3 - 1 999

empleadas para homogeneizar extracomexrualmente los datos patrimoniales de los burgueses


de cinco ciudades francesas: intentado que fueran congruentes. esas infonnaciones carecían
de vida y sólo consentían comparaciones muy externas. numéricas. sin nombres. sin relacio-
nes y sin que el lector supiera el valor simbólico que el contexto daba a cada objeto.

Es por eso por lo que. poco tiempo después, hacia 1977. Grendi defendería expresamente
• el estudio microanaliúco -y así lo llamaba- en el seno de aquellas formas de agregación social
y política más reducidas que las que podian representar el Estado o la nación: «e perché deve
esscre 1' aggregato-nazione e non la comunita o la citta o il mestiere il luogo d 'elezione pcr lo
studio de queste trasformaziom? «.Si, a juicio de Grendi,la historia social había de tener por
objeto «ricostruire 1'evoluzione e la dinamica dei comportamenti sociali». es decir. la-; rela-
CIOnes. «il villaggio contadino» o el «quarúere urbano». formas di versas de comunidad. son
áreas privilegiadas de dicho estudio. leemos en «Micro-anal isi e storia social e». Es ésta una
tesis que nuestro autor no ha modificado sustancialmente y. de hecho. muchos años después.
en 1994, cuando reevaluaba el microanálisis histórico acababa su reflexión en Jos mismos
términos, acababa reivindicando otra vez la reducc ión de la escala para así hacer florecer el
comexto. para así emprender una historia social en la que los estudios de comunidad permitie-
sen exhumar la compleja red de la.-; relaciones sociales.

¿Cuáles fueron los referentes que le permitieron fundamentar aquella temprana propuesta
microanalítica? No son siempre los mismos. no son exactamente Jos mismos aquellos que
defendiera en 1972 y los que menciona. por ejemplo.en 1993 con motivo de la publicación de
11 Cen·o e la Repubblica. Hay. sí. coincidencias y hay leal tades que permanecen. y. emre
éstas. hay una inclinación evidentemente anglosajona, muy poco «francesa». sobre la que
convendrá demorarse. A este historiador italiano. por ejemplo, se debe la difusión en Italia de
cienos autores que. para las fechas en las que comenzó a divulgarlos. no eran muy conocidos.
Sin duda , que estos referentes pertenecieran al ámbito anglosajón no es extraño si se tiene en
cuenta la productiva estancia que este autor disfrutara en la London School ofEconomics de
la posguerra. Este hecho permite entender la línea de investigación que Grendi recorre desde
los años sesenta, una línea con objetos variados, una línea que se inicia con la histona del
movimiento obrero y, especialmente, con la difusión de la obra de los historiadores marxista-;
británicos que se ocupaban de ese tema En una entrevista publicada en 1990, Giovanni Levi
le atribuye a Grendi un carácter <<inglés», y esa atribución es algo más que una boutade.
Decía Thompson en «The peculiarities oflhe English» que el mejor idioma de los anglosajones
habría sido aquel en el que confluyen históricamente el léxico protestante, el lenguaje indivi-
dualista, el empirismo y, en definiúva, aquel que se propone abatir los universales. Pues bien.
esos atributos son probablemente los mismos con los que se revistió Grendi en (y desde) su
temporada londinense. hecho que es aún más Uamativo si tenemos en cuenta su procedencia.
la de una historiografía en la que el peso del historicismo y del idealismo había sido y seguía
siendo muy grande. Quizá por esta razón -quizá por este empirismo en el que se nutrió- es por
lo que pueda emenders~ mejor el relieve que Grendi iba a dar a la noción de contexto. una
- 245-
Puss, A. Y SERZ"A, J .• «El histonador como autor...»

noción en este caso entendida a la manera de E. P. Thompson. Quizá por esta razón -quizá por
esta lealtad- es por lo que pueda entenderse que haya sido este investigador italiano aquel4ue
más ha contribuido a difundir en su país la obra del historiador británico.

¿Qué lección aprende nuestro autor de la obra de Thompson? Grend.i lo expresó con toda
claridad en 1981. justamente en la introducción que hiciera a un volumen recopilatorio de
aquél. en un volumen que servía de compendio de algunos de sus trabajos menores y que. al
estar editado en la colección «M.icrostorie». podía tomarse como la invocación microanalítica
de Thompson. Además del sano y descreído empirismo que caracteriza a la tradición británica
-ajena. por tanto. a los excesos de los «cartesianismos>>y de los idealismos continentales-.
Grendi aprecia en su obra dos virtudes. En primer lugar. la reivindicación del «protagonismo
degli individui e dei gruppi sociali, 1' human agency»: en segundo término, la «rigorosa
contestualizzazione» del objeto histórico, en este caso de los individuos y de los grupos. A
partir de estos supuestos, a juicio de Grendi. Thompson censura cienos vicios de su propia
tradición -la marxista- que, obsesionada por el cientificismo, parece haber olvidado en ocasio-
nes la mirada «aperta, esploratoria. autocritica», en definitiva el uso constante de la «ragione
attiva». El uso de esa razón crítica le habría permitido investigar no tanto la lógica (estructu-
ral) del capital cuanto su proceso histórico de formación: le habría permitido también sacudirse
la desgraciada meláfora base-superestructura, que tantos reduccionismos había provocado en
el estudio de las instituciones y de la cultura: y le habría permitido finalmente abordar a los
protagonistas de ese cambio: las clases populares y los individuos que las integran. En este
caso, la acción humana sólo puede explicarse en su contexto. pues las decisiones y sus
implicaciones son fruto de una elección que es inextirpablt de la propia experiencia acumula-
da y de las informaciones que se reúnen. Sin embargo. para Grendi le reprochaba a Thompson
tres vicios: la relativa elementalidad y el deliberado impresionismo de sus categorías. el si len-
cío acerca de las estructuras extraintencionales. acerca de las coerciones y de los determinismos
y, a la postre, el tono autocelebrativo que empleaba. En suma. la lectura que Grendi realiza de
Thompson intenta subrayar la forma con la que éste aborda el estudio contextualizado de los
individuos y de los grupos a través de un estímulo propiamente antropológico. Eso le permite
-añade el historiador italiano- disolver teleologías de «la storiografia conservatrice» y
banalidades «della tradizione marxista». «Para nosotros -dice en efecto Thompson-. el estí-
mulo antropológico no surte su efecto en la construcción de modelos. sino en la localización
de nuevos problemas, en la percepción de problemas antiguos con ojos nuevos».

Esta mirada distanciada y crítica que Grendi aprecia en Thompson la Ueva hasta el extre-
mo, hasta un extremo en el que poder hallar cienas afinidades con otro autor, también instala-
do en la tradición británica, un autor que años ames hab1a efectuado una lectura igualmente
heterodoxa y «etnológica» del proceso de formación del capitalismo. Se refiere a Karl Polanyt.
Quizá puedan sorprendemos las sintoníac: que Grendi establece entre ambos autores: mientras
uno pertenece a la tradición marxista. el otro no: mientras uno se expresa como antropólogo.
el otro lo hace como historiador. Sin embargo. ambos comparten un mismo interés -la exéges1s
-246-
prohlstorlo 3 - 1999

crít1co-anaJítica del proceso de formación del capitalismo- y. además. lo desarrollan con ins-
trumentos y categorías heterodoxos. En ese sentido. el atractivo que Karl Polanyi ejerce en
Grend1 resulta perfectamente comprensible: «r esperienza tcorica» de este último autor «ha
innuenzato del pari storic1 e antropologi». aunque fundamentalmente en el ámbito anglo-
sajón. En efecto. este autor. al que se le conoce como un antropólogo de la economía. desarro-
lló parte de su obra en Gron Bretaña y en Estados Unidos a partir del temprano exi lio que le
• alejó de su Budapest natal, de ese Budapest en el que compartía amistad y camaradería ime-
lcctuaJ con Lukács. De todas sus obras, aquella que constituye un clásico todavía vigente es
sin suda la que lleva por título La gran transformación. publicada originalmente en 1944 y
pronto editada en su primera y parcial versión castellana en la editorial Claridad de Buenos
Aires. En ésta y en otras investigaciones, Polanyi desarrolla, como se sabe, un análisis de la
economía de mercado y de sus orígenes, comprobando la historicidad del contrato y del bene-
ficio económico y subrayando el carácter de economía «incorporada» que tienen los distintos
tipos de transacciones. Es dec1r, la economía funciona, antes del capitalismo, como un
subproducto de las obligaciones de parentesco, políticas y religiosas. quedando los medios de
subsistencia garantizados como un derecho moral que derivaba de la pertenencia a una comu-
nidad humana. En ese sentido, reciprocidad. redistribución e intercambio constituyen formas
de transacción que son diversamente dominantes según las sociedades históricas o si multá-
neac;. según jerarquías intemac; de esas mismas comunidades.

A partrr de estos supuestos. dos son las Ideas que nuestro autor trata de desmentrr. Por un
lado, la de que los mercados puedan contemplarse como la forma omnipresente de la organi-
7.ación económica. Por otro, la de que esa misma organización determine la estructura social y
la cultura en todas las sociedades. De ser ciertas estas premisas en algún momento histórico.
sólo se cumplirían por entero bajo el capitalismo concurrencia) dominado por el mecanismo
del mercado autorregulador. Frente al axioma smithiano del interés económico como móvil de
la acción social, frente a la reevaluación del horno oeconomicus de la tradición neoclásica.
Polanyi subraya la certidumbre inversa: el hombre no tiene una propensión innata al tráfico.
Es sólo la necesidad social de organizar los recursos el factor que conduce aJ cambio. En ese
sentido acepta alguno de los supuestos marxistaS para el análisis de la economía capitaJista.
supuestos que no podrían generalizarse para las sociedades pnmitivas y arcaicas. Por tanto, la
conclusión que extrae Polanyi es la de que la estructura institucional del capitalismo
concurrencia) escindió la economía de la sociedad y del Estado, transformando eJ trabajo y la
tierra en mercancías y organizando su oferta como si, en efecto, fuesen artículos elaborados
para ser vendidos. Esta es« la gran transformación» que se experimenta en Occidente y de la
que nacen los mercados «incontrolados», en los que la economía ha dejado de estar incorporci-
da a la sociedad.

Tal vez hoy ya no nos sorprenda la tesis en la que se sustentan estos argumentos. Sin
embargo. no hay que olvidar la época en la que estas ideas se expresan. Probablemente lo que
sí que nos puede sorprender es la escasa o nula recepción que este autor tuvo en Italia o en
- 247-
Po"'s. A. Y SERNA. J., «El h1stonador como autor... »

Francta hasta los años setenta. cuando Orendí. en un caso. y A1males. en el otro. empezaron a
difundirlo. La operación de recuperación del autor húngaro se potencia en Italta con la edi-
ción de La grande trasformazione. un volumen que aparece en Einaudi en 1974 y del que
Grendi publicará una extensa y significativa reseña en la Rtrisca storica italtana. el principal
medio corporativo de los investigadores de aquel país. Pero esa operación de difusión se con-
suma con Polanyi. Da/1' antropología economica alla microanalisi storica ( 1978), una obm
rara -la obra de un historiador presentando a un antropólogo de la economía- : una obra de
introducción de la que es autor Grendi y en la que su subtítulo es suficientemente explícito de
las intenciones que el historiador le da.

En una primera parte, el investigador italiano describe y analiza las categorías polanyianas.
poniéndolas en relación con la antropología social inglesa. con el sustantivismo económtco y.
al fin. con la antropología marxista. En la segunda parte. por el contrario. la figura de Polanyi
pierde relieve para dar paso a un uso productivo de sus conceptos y enfoques de modo que
permitan fundar una nueva mirada sobre viejos temas. En definitiva. Grendi se propone abatir
dos rasgos recurrentes del trabajo histórico y que son dos vicios de origen tomando para ello a
Polanyi como excusa teórica que le permita desarrollar la aproxtmación microanal ítica en
historia. Al hacerlo así. aspira a destruir el teleologismo implícito o explícito que ha informa-
do buena parte de los análisis histórico-económicos del capitalismo. Al hacerlo así. aspira
también a combatir el referente normativo con el que los historiadores suelen eval uar lamo-
dernidad de las sociedades que estudian. y del que son ejemplo fehaciente los hilos conducto-
res «progresistas» que se incluyen en los manuales o libros de texto. según denunctara ex-
presamente Grendi en un artículo posterior. de 1979. El rechazo de esos errores procedímentales
le facultarán -añade- para poner en práctica los estudws de comunidad. De ese modo. leemos
en ese volumen de 1978, podremos pasar <<di un procedimcnto dal 'micro· dell"unitA domes-
tica al ' macro' della societa piu ampia, attraverso la comunita intesa come forma di
aggregazione socio-spaziale intermedia [...l. Questo procedimento -concluye- eopposlo aquello
generalmente seguito dall 'approccio storico che definisce i caratteri generali della societa sulle
basi di una considerazione ideal-típica dei rapporti interpersonali astraendo quindi dalla loro
definizione spaziale e di scala».

Al margen de que la unidad doméstica, la comunidad o el mercado puedan ser objetos.


nuevos o viejos, que se introducen o se reintroducen en el discurso histórico de aquellas fe-
chas, la lección que extrae Grendi es más propiamente la de una mirada microanalítica que no
da por supuesto ningún elemento que no se explique en su relación contextua!. Esta última
aseveración nos permite precisamente volver sobre una de las certidumbres que Thompson
sosuene y que Grendi defendía ardorosamente: la historia como la disciplina del contexto.
entendiendo por tal que el análisis que se realice sobre cualquter hecho histónco sólo podrá
adquirir Significado dentro de un conjunto de hechos siendo también cada uno de ellos un
eslabón de una cadena. Y esto es lo que permite a Grendi relativizar una de las característica'i
más celebradas de la historiografía annalista: la interdisciplinariedad. Su preocupación no es
- 248 -
prohlstorlo 3 - 1999

la de estar atento sin más a las innovaciones de las ciencias sociales para ejercer sobre e Uas un
canibalismo interesado. sino. por el contmrio. obligar a las categoria'i y a los métodos a con-
frontarse con el hecho in ene cuyo significado no se lo dan esas ciencias extrahistóricas, sino la
red de relaciones factuales y personaJes de la que es inseparable. Se expresa. pues. desde el
más consciente realismo histórico, desde una noción de realidad externa en la que es el obser-
vador el que se supedita a los dictados del material empírico. en la que es el investigador el
que se esfuerza por captar la pertenencia social de lo que estudia. Esa idea de contexto no le
lleva entonces. en aquellas fechas. a combatir las posiciones escépticas -tal vez porque el peso
del neopirronismo histórico era escaso frente al dominio de las viejas follTlas de posnivismo-.
pero será en los noventa, en panicular en su contri bución de 1994, cuando la asuma desde el
punto de vista cognoscitivo para oponerse aJ relativismo epistemológico. ¿Por qué esta demo-
ra? Pues porque en la agenda de Grendi esta propensión sólo se incorpora cuando otros
microhistoriadores la hagan el centro del debate histórico. Lo curioso. lo personal y lo irónico
es que este investigador la empleará para oponerse a las desventajas o a los riesgos de otras
formas de microhistoria.

La 1dea de contexto es, pues, tal y como Grendi la expresa. una vieja lección que la
etnología había asumido. Por eso no es extraño que este historiador haya privilegiado la aproxi-
mación a la antropología. pero que lo haya hecho sobre los supuestos que el propio Thompson
había delimitado. Por esa razón. cobra protagonismo la descripción polanyiana de la econo-
mía incorporada. entendiendo por taJ la imposibilidad de separar la instancia económica de la
soc1edad y, por tanto, obligando aJ investigador a efectuar una lectura total de un hecho que
no consiente una única mirada disciplinaria. Y. en ese sentido. Grendi elige como objeto pre-
ferente la~ follTlas de agregación intermedias. en la medida en que éstas pellTlitan api icar esa
mirada total que reclama. Es por eso por lo que algunos autores del Network Analysis y sus
concepciones sociales serán imponantes para este historiador. Si de lo que se trata es de re-
construir una red de relaciones sociales en aquellos agregados en los que la reducción de
escala permite su exhumación. entonces autores también anglosajones como Jeremy Boissevain
o Fredrick Bruth serán imprescindibles, el complemento necesario. ¿Por qué razón? Porque le
penniten pensar al sujeto como un ego o como un empresario que se sirve de sus conocimien-
tos personales y de sus mteracciones soc1aJes para hacer valer sus intereses. pero asumiendo
que aquellas relaciones son a la vez su propia cárcel. el límite frecuentemente infranqueable
que lesiona su maximización. el freno que opone resistencia al des pi iegue de una racionalidad
olímpica. incondicionada. Lo dice expresamente en 1993, en 11 Cervo e la Repubblica. En su
caso. sin embargo, la adopción de la metáfora de la red para el estudio de las relaciones socia-
les y, por tanto. su reivindicación del estudio de las esferas de acción y de influencia de los
individuos no le llevan a aceptar finalmente el individualismo metodológico. En 1977, en
aqueUa primera formulación del microanálisis histórico, se expresaba con alguna ambigüe-
dad. hasta el punto de que parecía observar con simpatía ese enfoque. tal vez porque en aque-
llas fecha~ el dominio francés de la historia estructural era omnipresente: en los años noventa
ya no será así. y la red se convierte en su discurso en la imagen de las coerciones y de las
- 249 -
PoNS, A. Y SERNA. J .. «El htstoriador como auLor... n

determinaciones que limitan la acción de los individuos. La ambivalencia con que contempla
el individualismo metodológico es perfectamente razonable y. a nuestro juicio. en estrecha
sintonía con la actitud que mantuviera Thompson. Evaluando las concepciones de La acción
que profesó. Anthony Giddens le atribuyó al histonador británico una adhesión implícita al
individualismo metodológico. Thompson no lo admitió: Grendi, tampoco. ¿Pero hay en estas
posiciones algo que desmienta su tesis básica, a4uella según la cual la historia es resultado de
las elecciones y acciones de los individuos y que su conocimiento es reductible al de esos
individuos. de sus propiedades y de sus actos?

Concluyamos esta primera aproximación. A pesar de las sugestivas y ambivalentes


implicaciones que este programa de investigación tiene para la historia desde una perspecuva
mkroanalítica, y más allá de los acuerdos o desacuerdos que podamos admitir. el conocimien-
to internacional que se tiene de Grendi es muy reducido, muy minoritario, y de ese injusto
trato que la suerte le inflige parece lamentarse abiertamente en 1994. Es más. hay en ese texto.
titulado significativamente «Ripensare la microstoria'?». un tono de reproche, de ironía doli-
da, un tono que le permite marcar distancias con respecto a su principal rival. Cario Ginzburg.
y de eso es prueba fehaciente el interrogante con que matiza la propuesta. Pone siempre entre
comillas las palabras microhistoria y microhistoriadores y se profesa nuevamente seguidor
del microanálisis histórico. una etiqueta de menor éxito. un rótulo más modesto. menos enfá-
tico. pero una designación que le sirve para subrayar la metadisciplinariedad de la perspectiva
(microanálisis), una perspectiva en donde el adjetivo (histórico) alude sólo a una de las for-
mas posibles que adopta un enfoque compartido por diversas ciencias. ¿A qué se debeña.
pues, su menor conocimiento internacional?

No creemos que ese desconocimiento se deba a las aristas de su programa. ni a las posibles
incoherencias que podamos hallar en estas propuestas. No creemos tampoco que su escasa
repercusión se deba a la tensión irresuelta que se da en Grendi entre el relieve dado a la human
agency y la oscuridad o la ambigüedad con Las que se refiere aJ individualismo metodológico.
Creemos, por el contrario, que si su microanálisis no ha tenido más repercusión se debe a que
no cuenta con una obra como E/ queso y los gusanos. Si el éxito de un historiador se mide por
el genio que expresa en una obra, como apuntó Marrou: si en la fortuna de una monografía
interviene principalmente la escritura, los modos de escritura. y menos los datos y las informa-
ciones con que se inviste, como anotó Marrou y apostilló Veyne: en ese caso. deberíamos
convenir en que no hay tal cosa en Grcndi. Más aún. como añadía Giovanni Levi (1994). uno
de los discípulos más aventajados y agradecidos. su escritura. sometida a una depuración
tortuosa, es oscura, «ilegible». poco placentera. Que su obra haya tenido escaso eco no quiere
decir. sin embargo. que a Edoardo Grendi no se le cite. pero en este caso. cuando con motivo
de la microhistoria. se alude a su persona es porque se le reconoce la paternidad de un oxímoron
afortunado -lo excepcional normal-. oxímoron que compendiaría la tarea cognoscitiva de la
perspectiva m1cro. A esta fórmula retórica. como a las metáforas a las que son tan afines los
microhistoriadores. se le ha dado un relieve desproporcionado. Ya lo decíamos en 1993 y
-250-
prohlstorla 3 - 1999

sohre ello se pronunció el propto Grendi un año después.


¡,Qué era eso de lo excepcional nonnaJ? Según leemos en su artículo de 1977.
«caratteristicamente lo storico lavara su molte testimonianze indireue: in questa situazione il
documento eccenonaJe puo risultare eccezionaJrnente ·normal e·, appunto perché rivelante».
Con esta f6rmul::t contradic10ria. paradójica. Grcndi. más que referirse al objeto de investiga-
ción, lo hace para plantearse el problema de las fuentes, polemizando implícitamente con la
cuantificación y la serializac ión características de la historia annalista. Así, su afinnación
alude al uso frecuente e inevitable de documentos indirectos o en negativo ante la falta de
testimonios explicitas que nos den información de primera mano. En ese caso, lo excepcional
puede revelar efectivamente en negativo aquello que definiríamos como normal, pero eso no
implicaba que Grendi estuviera defendiendo en 1977 o en 1994 la adopción de casos excep-
CIOnales. r'MOS. extravagantes, extemporáneos o periféricos para el estudio histórico. Por eso
es por lo que su noción de contexto le sirve para «normali;.ar» los objetos estudiados; por eso
es por lo que. a sujuicio. la conducta y las ideas de Menocchio -el molinero que estudiara su
rival en El queso y los gusanos- podían ser analizadas desde la red de relaciones sociales en
las que se inserta su vida y no forzando el caso como si éste fuera explicable desde una cultura
extracontextual. extralocaJ. Asf <;e expresaba en 1994 y así concluía haciendo aún más explí-
cita la rivalidad que los enfrentaba.

3. El texto má<: rélehre -el primero pero tamhién el más incompleto- que Ginzburg ha
publicado sobre la microhistoria es el que lleva por título (( 11 nome e il come». traducido en
castellano en los años noventa con el título de <(El nombre y el cómo». Es un pequeño ensayo
escrito con Cario Po ni y aparecido en 1979. es dec ir. dos años después de que Grendi defen-
diera su opción («Micro-anallsi e storia sociale») en la misma revista -Quaderni storici . ¿Es
exactamente un manifiesto metodológico y programático de una nueva corriente, o es. por el
contrariO, un artículo circunstancial en donde hallamos breves apuntes acerca de lo que sea la
microhistoria? Dicho texto fue concebido originariamente como una comunicación presenta-
da en un coloquio celebrado en Roma sobreAnnales y la historiografía italiana. Más allá de
las comparaciones y de las dependencias queobsenan entre Italia y Francia. los autores te-
nían una propuesta, defendían una opción. en concreto un tipo de investigación fundada en el
nombre. ¿En el nombre? ¿Qué quiere decir esto? Como decíamos a propósito del paradi gma
annalista triunfante en los años sesenta y setenta, la serial ización y el anonimato eran unos
modos específicos -los modos específicos- de la historia social. Si esa nueva historia social
tenía por objeto exhumar la acción de las clases populares, y éstas habían dejado escasa hucUa
de sí, pocos vestigios documentales. Fran9ois Furet defendía la reconstrucción estadística. una
reconstrucción hecha con las grandes magnitudes y ajena por tanto al rastreo personal de los
nombres que rotulan una vida. Frente a esta tesis. que llegó a ser palabra de orden entre los
annaJistas. Ginzburg y Poni sostendrán algo bien distinto. algo que está en evidente sintonía
con lo argumentado por Grendi en 1975 y que justamente le había servido para reprochar a
Adeline Daumard su cartesianismo. Opuestos a la despersonalización homogeneizadora, a la
• descontextualización y al olvido del simbolismo que entrañan las acciones y sus productos,
- 251 -
VoNs. A. Y SER.'lA. J .. ~·El h1stonador corno autor ... »

Ginzburg y Poni defendían la individualización de la htstona: huscar «al mismo indiv1duo o


grupo de individuos en contextos sociales diferentes. El hilo de Ariadna que guía al investiga-
dor en el laberinto de los archivos -añadían- es el que distingue un individuo de otro en todas
las sociedades que conocemos: el nombre».

La reconstrucción basada en el nombre no abandona necesariamente. según sostienen


ambos. la fuente serial o. más aún.la investigación serial. Sin embargo, lo que las diferencia
es tomar o no el anonimato como resultado final. En efecto. «el centro de gravedad del tipo de
investigación micronominativa que aquí proponemos» persigue a individuos concretos. bus-
cando descubrir «una especie de tela de araña tupida>> a partir de la cual es posible ohtencr «la
imagen gráfica de la red de relaciones sociales en que el individuo está integrado». Enunciada
así. la conclusión a la que Uegaban no era en principio muy diferente a la que había propuesto
Grendi. Desde este punto de vista. no debe extrañar. pues. 4ue los autores rescataran el oxímoron
de aquél, aunque, en este caso. ampliando polémicamente sus significados. Y ésta es ya una
prueba temprana de la distancia que separará a Ginzburg de Grcndi. una distancia que se hace
formal. evidente, explícita en los aftos noventa. ¿En qué consisúan los registros dados ahora a
lo excepcional normal? En un primer sentido. «un documento realmente excepcional {y por
ello estadísticamente poco frecuente) puede ser mucho más revelador que mil documentos
estereotipados». Según otro significado. lo excepcional normal alude a determinados Case
Studies y, por tanto, a objetos de mvestigación que son extraordinariamente extravagantes
para nuestro sentido común. pero normales en sociedades precapitalistas. si no de derecho al
menos de hecho.

Es en este último punto. en esta última acepc16n. donde los autores ensanchan el '\en tidu
de lo excepcional nonnal hasta proponer un tercer registro. Grendi y Ginzburg (y Poni) com-
parten la personalización -»il nome»- del objeto de investigación. para lo cual la reducción
microanalítica les parece la más conveniente. De ese modo. se proponen reconstruir la red de
relaciones formales o informales de los sujetos, y. en suma. la actividad mtencional de los
individuos, para lo cual la fuente serial y otras que no consienten la cuantificación pueden ser
contempladas desde la misma perspectiva nominal. En definitiva. también hay un interés si-
milar por las aponaciones relevantes de otras disciplinas soc1ales y, en particular. por la per~­
pectiva antropológica. Ahora bien, a partir de estas coincidencias. Ginzburg y Poni hablan de
lo excepcional normal como si este oxímoron implicara también la creación de objetos de
investigación definidos a partir de esta cualidad, algo que se aleja de la pretensión originaria
de Grendi. La importancia de este último aspecto es capnal en la medida en que los autores lo
sostienen tres años después de la aparición de El queso y los gusanos y. por tanto. cuando
eXIste un claro referente que puede dar senudo a ese nuevo sigmficado de lo excepc10nal
normal: un extraño molinero. lector contumaz. extravagante y previsible. creador y sabedor
de metáforas orgámcas que describen el mundo y su génesis: un excepcional campesino a
cuyo interior llegan tradiciones populares de las que ni siqUJera es consciente pero a partir de
las cuaJes el historiador se propone reconstruir un pequeño fragmento de la cultura popular y
- 252-
prohlstorlo 3 - 1 999

de la cosmogonía moderna. Pero, además. la publicac1ón de <<El nombre y el cómo» coincide


en el tiempo con la difusión de« Indicios». un célebre ensayo de Ginzburg sobre el paradigma
indiciario. un texto en el que. como veremos inmediatamente. se defiende un modelo
epistemológiCO de base conjetural. un modelo en el que el histonador se aventura con hipóte-
-;is cxccpcion:lles pam dar sentido a ohjetos que ramhién lo son. Esto es. leyendo «El nombre
y el cómo» e ((Indicios». se tiene la impresión de que constituyen dos racionalizaciones retros-
pectjvas de una investigación que es previa o simultánea: se tiene la impresión de que sirven.
entre otras cosas. para defender teóricamente -apelando a lo excepcional normal - la conver-
sión de un objeto extraño en una vía de acceso al universo comente de las clases populares y
de su cultura.

Por tanto. partiendo de lo excepcional normal son tres los significados que se le atribuyen
a la mtcrohistona. son tres los hallazgos. Uno hace referencia a las fuentes, otro a los objetos
de investigación y el último alude al método de conocimiento y a las inferencias a aplicar. En
efecto, una cosa es lo excepcional normal en el senudo de Grendi, es decir. el documento no
serializable pero significativo por revelador; otra cosa distinta es buscar un objeto de investi-
gación que. por su condición extraña pueda descubrir en negativo o por fragmentos hechos o
procesos htstóricos normales. colectivos: y otra finalmente. es elm<hcio como mecanismo de
creación de un paradigma cognoscitivo, la huella escasa pero igualmente reveladora a 1a que
hay que dar con audacia un significado. El indicio es característico de determinadas prácticas
o dtsciphnas. Ginzhurg describe a este propósito el uso del paradi gma indiciario en la crítica
de ane para atribuir, mediante signos pictóricos marginales, autorías en disputa o ignoradas
(Morelli): en el método detectivesco para hallar las pruebas de inculpación o exculpación de
crímenes o delitos (S herlock Holmes): o en el psicoanálisis para detectar los síntomas -los
representantes de las pulsiones- propios de la psique profunda (Freud). La mirada que con-
viene un dato en indtcio es un mirada basada en la sintomatología o «semiótica» médica: son
los OJOS de un médico que pueden ver más allá de la epidermis. En efecto, lo que tienen de
común los protagonistas o los creadores de esos tres ejemplos es su condición médica. Ginzburg
insiste sobre ello estableciendo evidentes analogías entre la historia y la medicina como prác-
ticas basadas en tesLimomos indirectos, observaciones indiciarias e inferencias conjeturales.
Es ésta, la de la analogía entre la historia y la medicina, un tesis antigua, una tesis que reapa-
rece penód1camente, que llega hasta Ginzburg pero de la que se hizo eco contemporáneo un
gran helenista, maestro de este historiador e historiógrafo distinguido: Amaldo Momigliano.

St aceptamos esta idea, si le admitimos que la historia es la disciplina de lo concreto


reconstruido indirecta y oblicuamente, mediante indicios, su método será el de la abducción.
Esta última fue analizada y descrita por el filósofo pragmatista Charles S. Peirce. La inferen-
cia abductiva es aquella en la que. poniendo en relación una re gla y un resultado, obtenemos
un caso: es decir, sabemos que este resultado que alcanzamos puede ser el caso de una regla
que hemos sometido a hipótesis. «La deducción prueba que algo tiene que ser: la inducción
muestra que algo es actualmente operativo: la abducción sugiere que algo puede ser>>. En
- 253 -
PoNs. A. v SER::- A. J .. «El historiador como autor... »

efecto. el proceso abductivo interviene siempre que hay que poner en relación un hecho. al que
sólo podemos acceder con pruebas, con testimonios o con mdicios. de modo que esa infercnc ia
pennita ser verificada. Reconocer que el conocimiento histórico siempre es abductivo no im-
plica caer en una suerte de relativismo. Significa solamente que el historiador no puede acce-
der de manera directa a una realidad que. por principio. le es opaca. impenetrable. muerta y.
por principio. irrestinuble. como lo es el crimen y su escenario. Pero su intención es recuperar
un pasado que, aunque se le resista, es posible devolver de algún modo al presente. ¿Cuáles
son los mecanismos de esta restitución tentativa y parcial? El uso de un material -la fuente
histórica- que siempre es indirecto, vicario, es decir. un signo. En ese caso. el procedimiento es
similar al que desarrollan las disciplinas sintomáticas. esto es. operar con escasas informacio-
nes que. gracias a su atinada decodificación. pennitan captar algo de lo que parecía inerte.
insignificante. sin sentido. En definitiva. la operación es encontrar los parentescos de signifi-
cado de un material siempre escaso por naturaleza. ¿Parentescos de significado? ¿De dónde
toma Ginzburg esta voz y. sobre todo.los usos que va a darle'!

El historiador es como un sabueso. alguien que olfatea. que desconfía. que sabe de las
íntimas e insospechadas relaciones de la realidad. alguien que ve porque sahe mirar. porque
sabe buscar. Ocupado de aclarar asuntos extrafios o aparentemente carentes de sentido. ese
investigador está despierto porque sabe que no puede renunciar a su objeto. porque sabe que
debe proponer interpretaciones verosímiles apoyadas en datos empíricos. Es como el detective
que basándose en huellas menores avizora conexiones que para otros son simplemente in visi-
bles. ¿Y qué conectaría ese historiador? Los objetos de los que se ocupa Ginzburg son las
fonnas culturales. Por tanto,la mirada de sabueso -la mirada sintomática- le pennitiria trabar
relación entre esas formas. próximas o lejanas. inmediatamente afines o históricamente d.Js-
tantes. Si la historia es un proceso en el que los efectos de los actos y de los productos humanos
no siempre se agotan ni se olvidan, sino que pueden dilatarse más allá de la consciencia de sus
responsables, es posible hallar consecuencias, traslados y contagios constatables en la larga
duración. Si, además, esos actos y esos productos están sometidos a la cárcel de un estructura
social y cultu&al de la que son emanación. en ese caso los objetos tratados pregonan en voz alta
corrientes que son subterráneas o alejadas en elliempo. El ejemplo más célebre de este trata-
miento histórico es el de Menocch1o. el molinero de El queso y los gusanos; el más extremo
es el que hallamos en Historia nocturna. De ese modo. lo que empezó siendo la historia de un
individuo se revela al final como la historia de una colectividad o, mejor, como la historia de
una cultura popular cuyas corrientes subterráneas emergen en cualquier espacio de la huma-
nidad allá en donde se dan las condiciones de expresión, allá en donde se condensan o conflu-
yen.

En ese caso, pues, Menocchio es o puede ser tomado como un síntoma. como el dato
revelador de algo que lo trasciende. como el signo de algo que está ausente pero del que seria
expresión parcial o representación. El historiador lo toma. pues. como una vía de ingreso,
como ese punto concreto y expedito que permite. al modo de Veme. acceder aJ centro de la
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prohlstorla 3 - 1 999

uerra Los datos que hacen del molinero un caso -y que en principio parecen corresponder al
delirio o a lo inexplicable- son las informaciones de partida y las conexiones con las que el
historiador se aventura, son las interpretaciones resultantes. Pero ... ¿conectar con qué? Si es
extraño, excepcional en el sentido corriente de la expresión. ¿cuáles serán la fuentes de esa
concepción tan extravagante? La audacia de Ginzburg trataría de aclarar un caso «raro» y el
modo de que srrve es. como anticipábamos. el de los parecidos de famiha. Esa expresión es
propia de la morfología y, en esta acepción, la morfología es una disciplina fundada sobre
Vladimir Propp a la que Ginzburg le empareja Ludwig Wittgenstein. Lo dice expresamente en
Mitos, emblemas, indicios y lo dice como el descubrimiento personal que es. como el hallaz-
go doctrinal de un modo de procederqueesantiguo y que él mismo practicaba pero del que no
tenía Jos referentes claros. Tal y como lo insinúa, es el Wittgenstein que hizo comentarios a La
rama dorada de Frazer el que. en efecto. completa esa mirada morfológtca de la que él es
portador. La mirada morfológica es la de quien se ocupa de encontrar filiaciones entre form:b
(en este caso. culturales) próximas o distantes, formas que rompen las barreras contextuales
más cercana<; y que de manera latente o manifiesta aparecen y reaparecen periódicamente. Por
eso. más allá de la verosimilitud de la conexión, más allá de que se la aceptemos o no. Ginzburg
ve más proximidad entre el universo cultural de Menocchio y los Vedas que entre el molinero
y sus contemporáneos y vecinos.

Es por eso por lo que cuando en «El nombre y el cómo)> se proclama el análisis nommal
que permita restaurar las relaciones de un individuo no tenemos por qué LOmarlo en el sentido
de Grendi. No es que Ginzburg postule! una invesúgación de relaciones sociales que, al modo
de la red, nos dé la pista de las interacciones cotidianas. Al hablar de relaciones aqui, en este
contexto. lo que debemos entender es. pues. aquel repenorio de conexiones internas de ese
molinero de la que es depositario, guardián o simple portador. Frente a un mtcroanálisis pro-
piamente social, que es en definitiva el que se expresaría en la obra de Grendi. Ginzburg opta
por una microhistoria culturaL El interés de este último es, en efecto. el de la historia cultural.
aunque una historia cultural bien peculiar -como vemos- y que. en concreto, toma como obje-
to a la propia de las clases subalternas. en lenguaje gramsciano. Este hecho tiene unas repercu-
siones especiales que nos permiten entender mejor y ahora el modo que tiene de utilizar las
fuentes. La documentación expresa, diría Ginzburg. «las relaciones de fuerza entre las clases
de una SOCiedad determinada>>, y esto se verifica silenciando o deformando la cultura de aqué-
llas. Pero, a la vez, muchas de esas fuentes recogen incluso la voz de quienes fueron sus
víctimas: las actas inquisitoriales -añade por ejemplo en «Il inquisitore come antropologo»-
son polifónicas y de las respuestas forzadas, entrecortada<; o incoherentes de los encausados
puede extraerse una información y una percepción del mundo.

Desde esta perspectiva. la consecuencia es doble: por un lado. cualquier vestigio de esa
realidad cultural sometida puede ser tomada como una vía excepcional. pero esa condición no
excluye de entrada que de algún modo pueda pregonar la normalidad sobre la que se solapa:
por otro. se necesita depurar más y mejor las verificaciones documentales y los criterios en los
- 255 -
Por-:s. A. Y SERNA, J.. <<El h1stonador como autor... »

que se basan para que no concedamos un relieve excesivo a la cullura dominante. Por tanto.
Ginzburg se enfrenta a una documentación «heterogénea» y «desequilibrada» -es decir, no
senaJ-, frente a la cual propone nuevos instrumentos analíticos. Esa preocupación. que ya
aparece en las primeras obras de Ginzburg, y que se va perfilando en su estudio de objetos de
investigación absolutamente excepcionales. parece encontrar su correlato metodológico en
«indicios». En este último texto, el autor, al repasar el procedimiento indiciario, se apropia de
un modelo inferencial-la abducción- que no está pensado sólo para lo excepcional. pero que él
había aplicado o aplicaría en el futuro para casos extraordinarios. Así, por ejemplo. cuando en
su Pesquisa sobre Piero justifica la tarea investigadora que se ha propuesto -jugando en el
título con las dos acepciones que la palabra tiene-. no encuentra mejor metáfora que la del
escalador que se enfrenta a una pared vertical a la que debe hacer frente con escasísimos
recursos y con pocos clavos. Al final, aJ problema de identificar el carácter abductivo de la
investigación histórica con la pesquisa a través de indkios excepcionales que revelarían algo
oculto igualmente excepcional, se añade el fundamento discrecional de esta operactón: la
intuición.

La intuición es la que establece los parecidos de familia. por decirlo con el Wittgenstein
«morfológico>>. Es decir, Ginzburg sabe que su método no consiente un proceso de verifica-
ción completa. sino que admite un margen amplio -»un rigor elástico»- en donde interviene el
olfato. el golpe de vista. la sospecha fundada. la filiación aventurada aunque hábil y
verosímilmente presentada. Enfrentado a fuentes heterogéneas. fragmentarias. que albergan
informaciones deformadas sobre casos extraordinarios en las que lo que predomina es la in-
certidumbre, el paradigma indiciario no puede ser sino intuitivo. elásuco. Asplf3mos a la
verdad pero sólo contamos con datos inconexos. con huellas escasas. Como añadía Momigliano.
la historia se asemejaría en este caso a la medicina y a la retórica. esto es. opera con la verdad
-acierta o no acierta siendo su prueba la sanación del enfermo-. pero debe presentarse de tal
modo, debe mostrarse de tal modo. que su oficiante persuada. que se deposite en él el crédito
que merece. Es decir, el hallazgo está guiado por la idea reguladora de la verdad, está someti-
do al principio normativo y deontológico de lo verdadero~ pero, dado que se trata de un logro
audaz debe dársele fuerza persuasiva y verosimilitud. de suerte que alcancemos -como
apostillaba Ginzburg en «Montrer et citen>- la eridentia in narratione. Por eso, por un lado.
el historiador puede combatir expresamente el escepticismo y el relativismo: hay una realidad
histórica de la que quedan vestigios recuperables que nos permiten acceder aunque sea par-
cialmente a un mundo antiguo. Pero, por otro. postula la fuerza de la retórica, la consciencia
de un modo expresivo, enunciativo. que haga convincente el hallazgo. ¿Quiere eso decir que.
a la postre. el poder de persuasión es lo que da consistencia a la conexión. a la conjetura?

Ginzburg se ha defendido de esta deriva sofística o escéptica sosteniendo que la retónca no


es sólo encandilar con artificios o artimaña<;. como se entiende en su acepción ciceroniana.
Retórica es también, añade pro domo sua. el arte de la convicción basado en pruebas. de
acuerdo -concluye- con el sentido aristotélico que esta rerhné tenía. Sin embargo, opondría-
- 256-
prohlstorlo 3 - 1999

mos nosotros. la fucrt.a persuas1va que tienen ciertos pa')ajes de El queso y los gusanos no son
resultado de la prueba entendida al modo de la retórica aristotélica, sino de la verosimilllud,
del dramatismo o. simplemente. de la imaginación estética con que reviste la escena o la
conjetura. En ese caso. pues. los logros de la obra dependerían estrechamente de la cualidad
personal. de la capacidad individual que el historiador tenga para revelar ese pasado. para
hacerlo persuasivo. para ub1camos allí. Esto no quiere dec1r necesariamente que «invente».
sino que los m1smos datos. las misrnac; informaciones se transmiten de tal modo que el relato
nos traslada empáticamente al escenario. Por eso. frente al desinterés que Grendi manifiesta
por la narración. por adoptar el problema del relato como asunto central de la microhistoria,
Ginzburg lo hace uno de sus instrumentos básicos. En efecto. el éxno de El queso y los gusa-
nos -y por extensión de la escritura
, del autor- se debe -entre otras razones- a la forma narrati-
va. Como sabemos desde Emite Benveniste, el historiador clásico de los griegos es el que
e.Hu1·o allí y. por tanto. fue testigo directo de lo que aconteció y por eso nos lo transmite con
gran poder de convicción. haciendo hablar a los protagonistas y dando carnalidad, profundi-
dad y zozobra a los contendientes. Esto último es lo que, por ejemplo en nuestro siglo, con el
triunfo de la historia científica, parece haberse perdido. Los historiadores habrían cedido esta
noble tarea a otros profesionales y sólo en fecha reciente habrían recuperado esta meta antigua
que. en principio. no tiene por qué ser incompatible con la verdad y con la explicación.

Los antropológos. por ejemplo. de quien tanto han aprendido los historiadores de las últi-
mas décadas. son aquellos que basan su fuerza persuas1va en la observación partic1pante. en el
hecho s1mple pero esencial de haber estado allí. hecho sobre el que se ha extendido Geertz en
una obra célebre (El antropólogo conw autor) en la que desvela el recurso retórico de la
presencia. Pues bien, la narración de Ginzburg atrae. seduce, porque. según determinados
procedimientos, la impresión que extrae el lector es que el narrador le conduce hasta allí, a
aquel lugar inaccesible espacial y temporalmente. Hay dramatismo, hay escenificación. hay
actuación y hay observación. Y hay, además, conjeturas razonables y aventuradas, interpreta-
ciones autoriales que detienen el relato y que dan la medida de una imaginación y de una
mtuición audaces. Se expresaría como un investigador que conforme narra añade también las
conex iones que dan sentido a las hueUas inconexas con las que tropezó en principio. De eso. el
mejor ejemplo es el que encama Sherlock Holmes, pero por extensión también los otros dos
«detectives» (Dupin y Peirce) a los que reunieron Eco y Sebeok. Se expresaría también como
un psicoanalista que debe enfrentarse ante síntomas censurados. defonnados y a los que tiene
que dar orden y coherencia. filiación y causa. Los casos clínicos de Freud, con interpretacio-
nes disputadas, discutidas. son sobre todo espléndidos relatos que dan congruencia a unos
representantes de pul siones emergidos anárquicamente, por asociación libre. La narración es
orden y el historiador también puede ser un autor.

- 257-
Po:-:s. A. Y SER!'<A, 1 .. «El h1storiador como autor. .. »

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1

- 259 -
prohlstorlo 3 - 1999

Una entrevista especial a Cario Ginzburg


(Cario Ginzburg conversa con
Adriano Sofri en febrero de 1982).*

RESENTACIÓN.

La entrevista que el lector tiene ahora entre sus manos no es una cntievista ordinaria
más. Se trata, por el contrario, de una entrevista muy especial, tanto por los protago-
nistas que la han escenificado y construido. como también por las condiciones particulares y
por la naturaleza misma de este diálogo aquí reproducido.
Para comenzar. el personaje entrevistado es Cario Ginzburg. que no es sólo uno de los
representantes más importantes de la cada vez más conocida y difundida tendencia
historiográfica de la microhistoria itaJiana, sino también, uno de los más brillantes y audaces
hbloriaJur~~ 4uc huy exisl«!n en d panorama munilial Jc los C!)luilim. histúri\:us w ntcm purá-
neos.
Porque Cario Ginzburg. como es bien sabido, es el autor de libros tan importantes y tan
innovadores como El queso y los gusanos. His10ria nocturna./ benandami. Pesquisa sobre
Piero o Giochi di Pa=ien=a. entre otros. libros todos de los cuales se habla> se comenta en
esta entrevista -aún cuando para la fecha de la misma. el libro de Historia Nocturna no era
mas que un proyecto en cw-so de trabajo- y que considerados en su conjunto configuran toda
una inédita y original propuesta, de un nuem modelo para el abordaJe de la histona cultu-
ral, modelo que retomando las lecciones de una vasta y compleja lista de antecedentes impor-
tantes. que van desde Marc Bloch hasta Aby Warbug. pasando por la Escuela de Frankfun.la
corriente de los Annales o los trabajos de Delio Cantimori y de Arna1do Momigliano entre
muchos otros. han revolucionado a fondo nuestras antiguas ideas acerca de la euhura popular
en la Europa del siglo XVI, nuestra evaluación y comprensión de las complejas construccio-
nes culturales que subyacen a la existencia de los ritos y mitos del Sabbat o Aquelarre. nuestra
percepción del modo en que los oprimidos rehacen y reconfiguran los mensajes de la cultura
dominante, nuestros modos de abordar los temas clásicos de la historia del arte o nuestras

* Es la entreVISta es hasta hoy médita en español. Fue publicada en el periódJcoLotta Continua, del
17 de fchrcro de 1982. Traducción del italiano y 'Presentación' de Carlos Antonio AGUIRRE
ROJAS

- 261 -
CARLO GtNZBURG- ADR!ANO SoFRJ

viejas concepciones sobre la historia cultural y religiosa del crucial siglo de las ..reformas.. de
Lutero y Calvino. con todas sus consecuencias. entre otros temas.
Al mismo tiempo. es también Cario Ginzburg quien ha escrito el más genial ensayo de
metodología histórica de los últimos cuarenta años. sólo comparable, por su agudeza. profun-
didad y riqueza de implicaciones al igualmente notable ensayo de Femand Braudel sobre
"Historia y ciencias sociales. La larga duración''. Ensayo metodológico excepcional, titulado
en su versión original "Señales. Raíces de un paradigma indiciario" que no sólo ha hecho
explícito este tan debatido y multicitado, aunque en general muy poco comprendido ·'paradig-
ma indiciario", sino que también ha vuelto a colocar en el centro de nuestra atención. a algu-
nos de los temas centrales del estatuto mismo de la historia como ·modo de conocimiento· de
lo real. temas como el de la singular forma de 'ciencia· que es la htstona frente a las llamadas
'ciencias exactas' pero también frente a otras ciencias ·sociales·, o el del papel del razona-
miento abductivo para su construcción. que redefinen de manera rddical. a través de sus múl-
tiples implicaciones, al conjunto de prácticas y de concepciones características del propio
oficio de historiador.
Y si, por estas razones, entre varias otras que podríamos mencionar. nuestro entrevistado
resulta a priori muy interesante para el conjunto de los historiadores de todo el planeta. es
igualmente excepcional el personaje que lleva a cabo la entrevista. construyendo y desplegan-
do el cuestionario de preguntas y comentarios a que es aquí sometido Cario Ginzburg. Porque
el entrevistador es Ad.riano Sofri. que lejos de ser un simple penodista o un interrogador
ocasional. es también un intelectual italiano importante. amigo muy cercano de Cario Ginzburg
desde el inicio de los ai'ios sesentas, y luego dirigente fundamental del conocido grupo de
izquierda italiano llamado Lotta continua. Un intelectual crítico. comprometido y de izquier-
da que. sin renegar nunca de sus posiciones progresistas y altemativ<b. va a v1vir todo el
reflujo de los movimientos de oposición posteriores al primer lustro de los años setentas. den-
tro de un esfuerzo que, a la vez que intenta asimilar los tropiezos y las derrotas de los movi-
mientos políticos y sociales gestados al calor de la revolución cultural de 1968. trata también
de ubicarse de manera crítica y renovada frente a los dramáticos cambios de la vida política y
cultural europea de los últimos veinticinco años.
Un intelectual militante en los años sesentas y setentas. que en 1988 será injusramente
acusado de ser el autor intelectual de un antiguo asesinato cometido dieciséis años atrás. Acu-
sación injusta y extraño proceder de la justicia italiana, en un juicio que se prolongará por
nueve años y que dará origen a siete sentencias sucesivas -sentencias que a veces han sido
diametralmente opuestas y hasta contradictorias y exc luyentes entre sí- y que habrá de origi-
nar la intervención político-cultural que constituye el Hbr0 de Cario Ginzburg titulado El jue:
,. el historiador.
Un libro en donde Ginzburg no sólo demuestra rodas las trregularidades e inconsistencias
de la primera fase de este juicio -la fase transcurrida hasta el año 1991. en que el libro es
publicado. y cuyo análisis será luego completado con la redacción de un post-scriptwn publi-
cado en 1993. con la publicación de un artículo publicado en el London Rcview of Books en

-262-
prohlstorlo 3 - 1 999

abril de 1997 y finalmente con el Postfacio a la primera edición francesa del libro'- sino que
también argumentn convincentemente respecto de la más que probable inocencia de Adriano
Sofri y de los otros dos acusados. mculpados por un má'i que dudoso personaje ..arrepentido ..
que lleva a cabo una supuesta y tardia ..confes•ón ··.
Y si el enttevistador y el en !revistado son tan singulares. también lo son las condiciones y
la naturaleza misma de esta enttevista. Pues dado que se lrata de dos intelectuales unidos por
una añeja y profunda amistad. con la confianza y cercanía que esto implica. entonces e1 diálo-
go que resulta es igualmeme particular. Adriano Sofri conoce muy bien tanto la vida personaJ
como la obra de Cario Ginzburg, y este último no siente frente a su interlocutor la menor
inhibición o la más mínima tensión. Y entonces, la atmósfera de este intercambio es totalmen-
te relajada y franca. lo que permite a Cario Ginzburg bromear. pero también ir directamente aJ
fondo de sus concepctones. de sus puntos de vista y hasta de sus dudas e incertidumbres.
TaJ vez por ello. es que Cario Ginzburg ha calificado esta enttevista como "una entrevista
autobiográfica muy importante ...que es el texto autobiográfico que a mí me gusta más, por-
que la persona que me ha entrevistado es mi amigo Adriano Sofri. Es un texto que me gusta
mucho realmente...... · Se lrata entonces. como es claro. no sólo de la enttevista autobiográfica
preferida del propto Cario Ginzburg, sino también y de manera evidente de una entrevista
completamente excepcional.
Una entrevista que fue publicada originalmente en italiano. en febrero de 1982. dentro del
periódico Lotta continua y que hasta el día de hoy sólo ha sido traducida al alemán.
Proponiendo entonces que la publicación de esta entrevista. sirva tarnbtén como una for-
ma de protesta, desde México y desde Argentina, contra la injusta prisión que hoy padece
Adriano Sofri -y también sus dos compañeros Ovidio Bompress• y Giorgio Pietrostefani- de-
jamos entonces ahora aJ lector de habla hispana. disfrutar de esta entrevista especial a1 gran
historíadorCarlo Ginzburg

* Los materiales aquí citados son los siguientes, Ginzburg, Cario 1/ giudice e lo storico, Ed. Giulio
Einaudi. Turín. 1991; el "Post-scriptum 1993" en la edición en español de este mismo libro. en El
JUe: y el his10riador, Ed. Anaya y Mario Muchnik. Madrid, 1993, pp. 175-183; el articulo de la
London Rev¡ew of Books que ha s1do traducido al español bajo el título "El caso de Adriano
Sofri". en rev¡sta Historias. Num. 39, México, oct. 1997-Mz.o. 1998, y finalmente el Postfacio a
la edición francesa en el libro Le juge eti' historien, Ed . Verdier. Lagrasse. 1997, pp. 165-182.
** Esta afirmación ha sido hecha en el transcurso de una larga y muy interesante entreviSta conced1da
por Cario Ginzburg a Carlos Antonio Aguirre RoJas y a Patnc1a Nene l. y realizada los días 24 y 27
de marzo de 1999. Esta larga entrev1sla será muy pronto publicada Jntegralmcntc en Méx1co.

- 263-
CARLO GtszauRG - ADRIA"O SoFRI

Pocas historias

Una fluida entrevista de Adriano Sofri con Cario Ginzburg, este último un profesor de
historia que frecuenta brujas y pmtores. O también, de cómo se llega hasta las páginas impre-
sas pasando por los archivos. Se habla de muchas cosas. De cómo cada uno tenía sus maes-
tros, del público y del éxito merecido. De la envidia del historiador por e l novelista. De la
aversión por el automóvil en propiedad, y del placer del automóvil alquilado. Del destino de
la palabra impresa en el tiempo de la profusión de imágenes. Del tiempo contraído y dilatado
sobre la pantalla del cinc y sobre las páginas del libro. De las brujas. de la responsabilidad y de
la culpa. Del champagne de Tolstoi y de cómo razonar sobre lo irracional. Del molinero
Menocchio. del pintor Piero de la Francesca y del detective Sherlock Holmes.

Cario Ginzburg nació en Turín. hace poco más de cuarenta años. Vive en Bologna y ense-
ña historia moderna en la Facultad de Letras. Algunos de sus hbros se han vendido muy b•en.
como El queso y los gusanos. Otros, como el recientemente publicado Pesquisa sobre Pi ero.
han llevado el trastorno a las filas de la cultura académica. Un ensayo suyo. " Indicios. Raíces
de un paradigma de inferencias indiciales.. ha sido publicado. leído. citado y traducido de una
manera extraordinariamente abundante.
¿Quién es Cario Ginzburg. porqué se habla tanto de éL y qué cosa interesante tiene para
contarnos?. Vamos a escucharlo.

Adriano Sofri: -Tú te dedicas al oficio de historiador hace ya una veintena de años.
¿Qué temas y argumentos has estudiado y a cuáles te sientes más cercano?
CARLO GINZBURG: -Un cierto grupo de temas se refiere a la brujería. y más en general.
a la cultura popular en relación con la cultura de la gente docta.
He comenzado con los 'benandanti ·,que eran una secta friulana de hombres y mujeres
" nacidos con la camisa" -es decir envueltos en la membrana amniótica en el momento del
nacimiento- entre fines del siglo XVI y fines del siglo XVII. Tenían nombres como Olivo
Caldo. Paolo Gasparutto, María Panzona. Ana La Rossa. Interrogados por la Inquisición.
contaron que cuatro veces al año salían en espíritu a ver a los muertos. o también. armados de
ramos de hinojos. a combatir por la fertilidad de los campos, contra las brujas y los brujos. que
a su vez estaban armados de ramas de sorgo. Los he estudiado en los documentos de los
procesos conservados en el archivo de la Curia Ar.zobispal de Udine.
Existe un estereotipo de la región del Friul. como una tierra de labradores piadosos v
bebedores. que sólo aparece en los periódicos a causa de algún terremoto. o por algún acto de
terrorismo. Pero creo que el Friul reserva sorpresas hoy. y todavía más hace algunos siglos.

-Friulano era también Menocchio. ¿Quién era él?.


- Un molinero de una aldea cercana a Pordenone. asesinado por la Inquisición a finales del
siglo XVI, después de haber sufrido dos procesos. A él le he dedicado un libro intitulado El
- 264-
prohlstorlo 3 - 1999
queso \'lOs RliS(IJIOS. Según Menocchio. que decía que los li- r···w.w.w.wn.·•····.wm.·.-~Nm.•.w.. ••.·.·.·.•.wnJ
oros que leía los razonaba "con su cerebro". en el principio existía 1Me he dado cue 1tta, ¡
es verdad, de que '
una materia informe que giraba vertiginosamente. como la le- ~ <
che gira par::~ hacer el queso. y de la m1 sma forma en que del ~ ..
{

queso putrefacto nacen los gusanos. así de aquel caos primitivo ¡ existía una cierta ;¡~
nacieron los ángeles. y entre ellos el más potente de todos que ~. preston, .,
para que ~
era el propio Dios. También por esta afirmación fue condenado ~ ~

a muene. . ; me transformase en :¡ (

~ el ideólogo oficial ~
- Otro grupo de argumentos tuyos se refiere a la historia 1 * del "Paradigma i\~
religiosa, en particular a la historia herética del siglo XVI. ~ ~
i
indiciario" ,.
Son tu~ escritos más pesados, pero la s uerte los ha rescata- 1
S
~
~ ~
do haciendo que sus temas se conYiertan en temas de actua- :..·.v.-.....
·.·.·.~............ ,•.'-'".r.·.t··········,,·,w~.tN.t.t'.'.•,-,.,.,1',.,'.1.•,•,•.•.·'

lidad: la penitencia y la confesión, la vileza y el coraje.


- En efecto. Hace algunos años. Giorgio Amendola. acusando a los intelectuales ita.Jjanos de
no identificarse suficientemente con el Estado. empleó para denigrarlos el término de
"mcodemismo". Nicodemo es. dentro del Evangelio. el dignatario que hace una visita a Cristo
de noche, para no ser reconocido como su secuaz. El reformador Juan Cal vino. a finales del
<;iglo XVI . defin16 con desprecio como nicodemitas a aquellos simpatizantes que. dentro de
los países católicos. se limitaban a una adhesión puramente interna a la Reforma, para no
exponerse al manirio. El problema ha sido estudiado. por primera vez. por el historiador
Delio Cantimon . influenciado ciertamente por la experienc1a de la oposición encubierta de
muchos intelectuales italianos bajo el fascismo. En mi libro titulado justamente 11 Nicodemismo
(publicado en 1970). se documentaban algunas cosas imponantes: que el fenómeno
"nicodemJta·· no era un fenómeno típicamente itahano smo más bien europeo: que los prime-
ros en teori"Zar la legitimidad de la '"simulación"'Jo habían hecho en una ciudad que no era
católica. c;ino que ya había sido conquistada al movimiento de la Reforma. es decir en
Estrasburgo: y que por lo tanto el así llamado nicodemismo no nacía simplemente del deseo de
salvar la propia piel. sino que estaba también ligado al"reOujo" que siguió a la derrota de los
campesinos, y a un intento de teorizar una posición religiosa que superase al mismo tiempo las
dos confesiones, de un lado la confesión protestante. y del otro la católica. Como en otros
casos parecidos. por ejemplo en el reclamo de Berlingucr al "diecianovismo".la analogía de
Amendola era una analogía forzada, y tenía un valor sobre todo más bien retórico.
En otro texto publicado en una colección erudita, he publicado también en 1970, la confe-
sión de un jefe anabaptista arrepentido. un sacerdote marquesa!. Don Pietro Manelfi, que
proveyó a la Inquisición una meticulosa lista de todos sus compañeros de Secta. Para los
historiadores futuros. los ··arrepentidos·· de hoy son un verdadero regalo. Es bien sabido que
l0s histonadorcs se al1mcntan de cadáveres.
Por lo demás. este conjunto de temac; es. como quiera que sea. aquel del cual hoy me siento
más distanciado.

- 265-
CA.R.LO GJNZBURG - ADRIA.~o SoFRt

-Después te has ocupado de temas más cercanos a la historia del arte, antes aún de la
redacción del libro sobre Piero de la Francesca.
-Si. con un ensayo sobre Warburg y sobre sus continuadores. y en particular sobre una
cuestión de método: de qué manera se pueden utilizar las imágenes como una fuente histórica.
Y más adelante, también con un ensayo sobre las imágenes eróticas del siglo XVI. en panicu-
lar aquellos estupendos cuadros mitológicos llenos de mujeres desnudas. pintados por Tiziano
para la recámara privada de Felipe 11. el Rey de España.

-Tú tienes todas las credenciales necesarias desde el punto de vista académico, pero
también un alma de artesano: tus títulos, por ejemplo, se han convertido cada vez más
en títulos muy apetecibles. Has comenzado con títulos opacos como 1 constituti di don
Pietro Manelfi o JI nicodemismo, para llegar finalmente a golosinas llamativas como
por ejemplo El queso y los gusanos, "Señales. Raíces de un paradigma indiciario", ·'Lo
alto y lo bajo", "El nombre y el como, . Quién sabe cuál será el próximo.
- Es verdad. Tengo muchos pequeños cuadernos llenos de títulos fantásticos de libros que no
escribiré nunca.

-Después has escrito un artículo que te ha consagrado definitivamente, y tal vez de-
masiado, como 'Maitre a penser': "Señales. Raíces de un paradigma indiciario''. Este
artículo lo ha leído todo el mundo, policías y ladrones, padres e hijos, racionalistas e
ir racionalistas.
-Me he dado t:ueuta, e:; verdad, de 4ue existía una derta presión. provenieme úe rnudtas
partes y que era a veces declarada y a veces no. para que me transformase en el ideólogo
oficial dei "Paradigma indiciario''. Esta idea no me gustaba para nada. y he tratado de escabu-
llinne hacia otra parte. moviéndome un poco. y entonces me he puesto a escribir el libro sobre
Piero.

-Desde la salida de este último, ha pasado ya un tiempo suficiente para decantar las
polémicas más extemporáneas, y para intentar un balance. ¿Cómo ha marchado el
libro respecto a lo que tú esperabas del mismo?.
-Ha marchado muy bien y ha tenido ya dos ediciones, no obstante que se ocupa de cuesuo-
nes que normalmente son abordadas solamente por los espectalistas. como por ejemplo el
problema de la datación de obras de arte. su significado, etc. No sé a qué cosa se ha debido este
resultado. pero es verdad que aprecio este libro de una manera particular. Las reacciones
negativas han venido. sobre todo. de un sector de la corporación de los historiadores del arte.

-En tu introducción al libro Pesquisa sobre Piero parecía casi que tú mismo lo estabas
buscando, subrayando los aspectos de tu invasión de este campo, en detrimento incluso
de Jos resultados de la investigación.
-En ese prefacio. lo que hay es sobre Lodo un componente autobiográfico. Yo fui a la Univer-
sidad con la intención de convertirme en historiador del arte. Después. me sucedió ráptdamen-
- 266 -
prohlstorlo 3 - 1999

te 4ue comencé a rechazar esta opción. a part1r de mis primera-. aproximaciones al modo en e 1
cual se practicaba esta disciplina. al mismo tiempo que comenzaba a verme atraído por otras
disc1plinas historiográficas. Pero aquella vocación originaria se conservó. Freud dice que SI el
dinero no da alegría es porque los sueños infantiles no contemplan nunca al dinero. Nunca he
estado tan emocionado como en el momento en que afronté la mvestigación sobre Picro de la
Francesca. En 1953. en Roma. había visto el cuadro de ·La Ragelación · recién restaurado. Es
posible entonces. que el tono del prefacio al libro tenga algo que ver con ese antiguo deseo que
ahora se realizaba finalmente.
Pero la cuestión de método s1gue en pie y tiene una importancia crucial. Es como pasar de
la historia sagrada a la historia profana. Porque existe una historia sagrada del arte. en la cual
la consideración de la obra. inclmda su propia datación. depende
siempre de la relación relativa con las otras obras. DemoSLr:lr f ·.w.·.·········-·..w.·.·.·.·.w.·.·.w.-................. ,~
w ............., ••

entonces que. basándose solamente en el ..estilo" y sin la referen- ~ « ... el arte es un ~


cia a datos cronológicos externos. es imposible una datación ab- ~.: ~.
asunto demasiado ,
sol uta, equ1vale a demostrar la insostenibilidad de la historia del ~ l
arte tradicional. y a convertir en profana. con esta historia del j serio para dejarlo ~
ane.alaconcepciónmismadelarte.Lareaccióndemuchoshis- ·;~ sólo en manos de t .;
toriadores del arte. que han leído mi libro como una especie de 3 '~
; los profesores de
torpedo contra su propia disc1plina. me ha dado razón en este s
punto. ~ historia del arte.» ?.
Por lo que corresponde a mí. existe todavía otro fac tor. Yo no ;
t ... .,..,.,w..
t
•,VI.'""·'•'•"•'"~·'v.·.•,•,•.-J'.•,•.,.,,.,.,.,.,_,• NN.-.v.•"""·v.·~·
hablo del estilo porque no soy suficientemente competente para
hacerlo. Me encuentro. dentro del campo de la crítica de arte. un poco en la situación de los
japoneses. que fabrican rransistores porque no poseen petróleo.
Las polém1cas no me desagradan. francamente. Y he percibido siempre una gran despro-
porción entre la riqueza de los cuadros pintados y el modo en el cual hablan de ellos los
historiadores del arte. Podríamos decir que si la guerra es un asunto demasiado serio para
deJarlo solamente en manos de los generales. entonces el arte es también un asunto demasiado
seno para dejarlo sólo en manos de los profesores de histona del arte. Y SI existe un exceso de
seguridad en el tono que empleo respecto de estos problemas. eso se debe, paradójicamente. a
la plena conciencia de los límites dentro de los cuales me muevo. y no al contrario.

- ¿Cuál es entonces tu relación con la obra de Longhi?.


- El problema de fondo que está planteado en el libro. y más en general dentro de este campo
de estudios. es el problema de la prueba. Lamento no haber conocido personalmente a Rober-
to Longhi: está claro que Longhi, gena::!mente, prefería mostrar más que demostrar. De cual-
quier modo las dos cosas convergen de una manera espléndida. Como cuando por ejemplo. en
la Galería Borghese. Longhi ve el cuadro de una Santa con la palma. atribuido a un autor
anónimo del siglo XV l. y dice que la palma era un agregado posterior, que el escote estaba
repintado. cte. y que por lo demás, era claro que el autor del cuadro era Rafael. Una vez que se
eliminaba todo lo que había sido repintado. t.¡uedaba entonces al descubierto todo el conjunto
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CARLO GL~ZBURG - ADRlA!\0 S OFkl

de cosas que él había justamente anunciado. excepto el unicornio. que por lo demás él no
habría podido imaginar. Pero es realmente cierto que Longhi considero a la "demostración''
con una especie de desprecio.
Sería interesante también. ver la conexión entre la prueba científica y la prueba judicial.
Es claro, de todos modos. que el estatuto del proceso de ··mostrar" es diferente de aquel que se
refiere a la prueba. Y también que la invitación a los historiadores del arte para que vayan con
más frecuencia a los archivos está lejos de ser una invitación superada.

- Pero queda la duda de sí, al insistir sobre la disputa metodológica, no se distrae la


atención del lector común respecto de la apasionante persecución de lo que es el obje-
tivo de la investigación, sobre todo en lo que se refiere a la identificación de los perso-
najes del cuadro de 'La Flagelación'.
-Pero pienso que las dos cosas están ligadas. eluinermo de la invesugactón y la dtscus1ón
sobre el método. ¿Porqué no hacer entrar. siempre. allectordentrodellahoratorio del estudio-
so?. Pienso que presentar el resultado de la investigación y no su camino falsea de fin itivamen-
te las cosas.
Yo por ejemplo, fui a buscar a las brujas como una manifestación de la lucha de clases y he
encontrado finalmente un culto de fertilidad. Se busca el oriente y se encuentra finalmente el
poniente. Creo que hace falta contar juntos, la investigación y tambtén los resultados. El mé-
todo. dice Granet. es elimológicamente el camino. una vez que ha sido recorrido.
Naturalmente existen estuiliosos exc.:~len les lJUC no ~it!lllen uingún impulso tle wmunit:ar-
se con los otros. Yo. que poseo este impulso de una manera fonísirna. no ceso de imaginannc
a qué persona diriginne. Cantimori. por ejemplo. o;e tenía a si mismo como permanente y
atormentado interlocutor, y su propia escritura lo muestra claramente. con todos aquellos
paréntesis, con aquel tono de confesión hecha en público. -esa especie de "dialéctica actuada··
tal como la ha definido Jtalo CaJvino-.
Muchos historiadores no han advertido para nada que su oficio ha cambiado: otros pien-
san que basta con cambiar su objeto de estudio: cuando de lo que en realidad se trata. es de que
ahora existen nuevos temas. nuevos métodos, un nuevo estatuto de la prueba, y un nuevo
público. y todos ellos vinculados entre sí como un solo conjunto. E incluso de un nuevo comJ-
tente o personaje que solicita el trabajo. En algún tiempo los comitentes estaban muy b1en
individualizados: eran ordenes religiosas. partidos políticos, las clases dominantes. etc. Pero
¿quién es hoy mi comitente?. Me lo he preguntado muchas veces y no puedo ciertamente
resolverlo. diciendo simplemente que es la casa editorial Einaudi. Me gustaría. por ejemplo.
poder decir que mis comitentes son Menocchio. o María Panzona...

-Alguien te ha reprochado el lanzamiento publicitario del libro sobre Piero de la


Francesca. Puede ser solamente envidia, por la facilidad con la cual pasas de las pági-
nas llenas de polvo de los archivos, a las páginas satinadas de los periódicos y las revis-
tas. ¿Pero, en qué batalla no existe el riesgo de procurarse algunos lectores malvados?.
¡,Y, en suma, qué te ha provocado a ti el éxito?.
-268-
prohlstorlo 3 - 1 999

- Entre el que escri be y el que lec se establece siempre una relación un poco azarosa. Es
necesario darle créduo a la capactdad de recepción. pero también a la incomprensión de la
gente que te lee. El éx tto me produce placer. Me gusta hablarle a tantas personas. Naturalmen-
te. soy vantdoso. Pero no es necesariamente cierto que el éxito se burla de ti . El verdadero
riesgo. es el de ent rar en una espiral en la cual uno se ve inducido a repetir aquello que ha
provocado su éxito.
En el fondo. esperaha tener éxito muchísimo antes, y me he asombrado de no haber tenido
suficiente éxito cuando fue publicado el libro sobre los Benandanti. Ese si que era un libro
pionero, que anticipaba muchas cosas: su pecado era que no existía todavía el público adecua-
do para ese libro. Bromas aparte. los escritos que han tenido más .,.w-.v.·.·······-.·.·.w.····,._........·.·.v-.--.w.·.w.·.·.w...........w.;'
éxito eran también mis mejores escritos. Los libros destinados a ~ ~:
un público restringido. se han quedado dentro de esos confines ~ «Bromas aparte, r
limitados. Es el caso del libro sobre el nicodemismo, por ejem- ~ los escritos que j·
plo. que hoy me parece eq uivocado, en el sentido de estar, tal i[ han tenido más j;
vez. un poco como a~fix iado por el esfuerzo de ajustar las cuen- ~ ~:
tas con Delio Cantimori (algo que se advierte también en el libro ~ éxito eran tam- i:
Giochi di pa:ien:a, un libro-seminario que he escrito con Adriano ~ bién mis mejores t
Prosperi). En estos trabajos, quería demostrar que era tan bueno ~ escritos». ~
e incluso más que Cantimori, y en su mismo terreno. A veces,
~
t ~
'
incluso con un poco de escarnio. ···~·v_., .•.,"..,, ..,.,.,,.__ .,"'"'""""'~···•--·--J

-¿Cómo has logrado terminar con esa gran sombra de Cantimori'!.


-Cantimori diJO una vez: "he sabido que la jerga de los niños ingleses está llena de pala-
bras del stglo XYitl"'. Ningún histonador. de todos aquellos que conocía. habría podido
decir una frase de este tipo. Cantimori tenía una apertura ex traordinaria. que se reflejaba
solo parctalmente en las cosas que escribía. Y no porque Cantimon se dejase limitar. como
si era el caso de Sercni. por el respeto a la vulgata stalinista: pero si ex tstía un poco de
inhibición. que era la consecuencia de una necesidad profunda. de una cierta pedagogía
positiva.
Se ha hablado sobre este último punto recientemente. cuando se ha atribuido a Canrimori
La responsabilidad de la fallida publicación de los trabajos de Nietzsche. que habría sido "pe-
ligrosa" para el lector desarmado. Se trata de una acusación demasiado fácil. Yo a Nietzsche
lo he leído, justamente, con el propio Cantimori, en un seminario en el año de 1961 -1962,
dedicado precisamente al opúsculo sobre "Del daño y de la utilidad de la historia". Pero es
verdad, sin embargo. que en Cantimori existia una distinción de niveles. Por ejemplo, se de-
claraba preocupado de qué cosa habría sucedido en Canicatti, si hubiese leído el libro de Eric
Hobsbawm sobre Los rebeldes primitivos.
Para mí se trata justamente de lo contrario. y tengo un gran deseo de encontrar lectores
pam Canicaui. Cuando me mvitan a hablar en público (antes no me mvi taba nadie), voy y me
divierto muchísimo. Encontrar gente que me ha leído. hablar con ellos. darme cuenta de cómo
me han comprendido y de cómo me han maJ entendido. aunque es tambtén algo narcisista. es
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CARLO GJNZBURG - ADRlANO SOFRI

una cosa que me agrada: es como reconstruir el texto, enriqueciéndolo. Y se experimenta


entonces, concretamente, la imprevisibilidad de la "tradición" del texto, aún cuando es un
libro leído por los contemporáneos.
Puedo agregar también, la influencia que respecto a esto ejerce mi mala conciencia sociaJ.
Me encuentro siempre muy inclinado a alejar de mi las cosas desagradables. Y tengo un
sentido de culpa ligado a mi privilegio social, que he descubierto solo de manera tardía: la
suma de privilegios relativos a mi familia, a las condiciones en las cuales he estudiado, etc.
Paradójicamente, el éxito me pone en paz conmigo mismo. cuando me permite comunicarme
con personas que no gozan de estos mismos privilegios.

-Has estudiado también con Arsenio Frugoni, y también Frugoni era un intelectual
de intereses muy variados; y es extraño que se le recuerde tan poco.
-Es cierto. Frugoni era un personaje mucho más rico de lo que dejan ver las cosas que ha
escrito. (Esto ha sido dicho de muchas personas, lo que no invalida para nada, sin embargo, lo
que he dicho). Frugoni enseñabaquees necesario leer las fuentes a contraluz, que el testimo-
nio. testimonia en primer lugar respecto de sí mismo. Una recomendación que en la práctica.
se revela como mucho menos obvia -incluida la historiografía francesa-. de lo que se podría
creer al respecto. Era la lección de Benedetto Croce en su libro de Teoría e Historia de la
historiografía, que ha producido dos grandísimos resultados. que son Delio Cantimori y
Amaldo Momigliano. Frugoni incluso extendía esa lección, a textos que no eran específicamente
historiográficos. Hoy todos estamos acostumbrados a leer de esta manera. por ejemplo las
octavillas. En Frugoni existe un aspecto de despreocupación que podría chocar. como estetismo
y hedonismo, frente a las limitaciones de una educación católica.
Estoy entre aquellos relativamente pocos italianos. que han tenido la suerte de no reci-
bir una educación católica. y por tanto de poseer una vocación hedonista sin sentir njnguna
culpa.

-Alguna vez se dijo que los historiadores eran políticos fallidos. Para la nueva histo-
ria y para tu caso particular ¿se puede decir que los historiadores son novelistas falli-
dos?.
- Es verdad que me habría gustado escribir novelas. Cambiaría cualquier libro de historia
por el libro de Marcel Proust En busca de/t;empo perdido. Pero no se trata de esto. Para la
historia, importa la acumulación del "sentido histórico": no las obras maestras, sino la sedi-
mentación, las hojas acumuladas que se convierten en capas de tierra, en cultura. Un buen
instrumental para orientarse en el mundo. Pero no es así pant el "sentido literario". ahí sólo las
obras singulares son las que cuentan.
En cuanto a Jo que a mí corresponde, a los diec1sé1s años he comprendido que no tba a ser
novelista. Pero continúo valorando enormemente el hecho de habenne planteado el problema
de la narración. Mira, he recortado de su periódico. Lotta continua, una fotografía de un
paisaje latinoamericano. Debe ser en Cuzco. En esta foto. está una mujer y un niño perdidos
dentro del paisaje. y he tenido la impresión de que esto tenía algo que ver con el libro sobre el
-270-
prohlstorlo 3 - 1 999
Sabbat que estoy ahora escribiendo. Es la misma impresión que r--···-·.--.-..,,...__,~,. . . . mNm.•.<·.·.·.·-.w·~·m.w~
dan ciertos cuadros de Bruegel en Viena. por ejemplo aquel ti tu- ~ ~
ladoJomadatrisre.conunbosquccillo.unatempestadalfon-1 « ... no era extraño ~
do. gente que se afana. un hombre que orina junto a una casa. un ~ . d~ }.
· al od · d • . M . ~ que un JU to como
amm· . y t o e11o vasto a vue 1o e paJarO. e gusta la dastan- ~ í
y

caa . la relación de escala entre el paisaje y los hombres que Jos { yo estudiase ~-
1
restituye a sus justas proporciones. Como sucede también en la heréticos y brujas ... ~
última escena de Paisa. al final de la batalla. cuando el guerri- i p
.. da . á . . od . ~ ero aun
·
a
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ora no
J
?
11 ero se su1C1 ·• maentras que 1a m quana se a1eJa. 1ntr ucrr en ~ f
la escritura una relación de escala entre hombres y paisaje. he ~ sé qué cosa J
aquí un problema típicamente literario. pero que ata.,c al histo- ~ significa» ¡
riador. Es necesario hacer sentir en la narración esta distancia. j. r
esta relación. Si lo que se quiere es comunicar y transmitir las L~···Aw··~~"'"""·~......... y~._..,j ·.w.w. •

cosas. es justo este problema de estilo, pero también de conoci-


miento. frente al cual uno va a encontrarse. Los historiadores en geneml lo ignoran. y aún
cuando se esfuerzan de tener en cuenta a la narración. la tratan siempre como un simple y puro
problema retórico.

-Tú eres judío: ¿qué cosa quiere decir esto?.


-Quiere decir mucho. Es el lado opues Lo de los privilegios de los cuaJes hablaba antes, es la
sensación precoz de la persecución, conectada con el hecho de ser judío. Pero el vínculo que
esto tuvo con mi trabajo de historiador lo había eliminado. purd y simplemente. Un día. Paolo
Fossati observó con natur.Uidad que no era exrr~o que un judío como yo estudiase heréticos
y bruja~: yo no lo había pensado para nada. Pero aún ahora. no sé qué cosa significa, verdade-
ramente, tal correlación. ¿Es una autobiografía transpuesta. es una necesidad de ajustar las
cuentas conmigo mismo?. Puede ser. pero eso no me convence.
Está también el hecho de la pertenencia a la burguesía intelectual judía, que me ha dado
esta percepción precoz de la persecución. y luego. una percepción tardía del privilegio. Hace
muy poco tk mpo. he hecho un viaje a Israel que me ha provocado sentimientos muy
contrastantes. pero muy intensos. Me he quedado impresionado por los niños que me pregun-
taban en judío. no obstante que yo era evidentemente turista. También por las caras, que eran
como una especie de álbum de familia. El barrio de los ortodoxos orientales, tiene en la entra-
da una amonesLación o exhono para la vestimenta decorosa de las mujeres; si pasa un auto-
móvil en sábado le arrojan de pedradas; sólo se ven hom bres y muchachos muy pálidos en el
crepúsculo. con las trenzas rituales habituales. Son gente mantenida, que están ahí solo para
estudiar. Caminaba entonces con Luisa, teniendo una impresión muy fuerte, y de pronto, en
un momento, veo a uno de ellos y le digo a Luisa: "mira a ése de alli"", y era yo mismo. que
caminaba con mis manos detrás de la espalda, que es mi modo característico de tener la cabe-
za levantada. Ern inevitable sent ir allí mi pane judía oriental. saber que por un simple acci-
dente histórico. por un puñado de generaciones. yo no era uno de entre ellos. Y al mismo
tiempo. me volvía a In mente la frase de Babel. que había visto citada en el tiempo de la
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CARLO GJNZBURG - ADRIANO SOFRI

Guerra de los Seis Días: cuando veo a un judío montado a caballo, y azotándolo mientras lo
conduce, no es un judío, es un cosaco.
Frente al Muro de los Lamentos he tenido más dificulúides, al mismo tiempo una gran
emoción. pero también un cierto disgusto. Todos se sienten más cómodos con las religiones
aJenas.
En resumen, el ajuste de cuentas con el judaísmo, es algo que debo hacer todavía en el
futuro. Por lo demás, soy una gente énormemente asimilada. Excepto por esta situación, de
haber sido niño durante la persecución. Sobre lo cual tengo un recuerdo muy nítido. Estaba
con mi madre, que era la única persona no judía de toda mi familia, mi madre Natalia, que se
apellidaba Tanzi cuando era soltera. Recuerdo entonces que tenía conmigo el libro de Carola
Prosperi, El niño másfeli= del mundo, y antes del final de este libro mi abuela escribe mi
nombre sobre el libro, de una manera nueva. diferente. y me recomienda: "di que te Uamas
Cario Tanzi".

-¿Son sólo femeninas las figuras adultas de tu infancia?.


-No, tengo un recuerdo muy vivo de mi padre. Y después, de m1 abuelo, del cual mi madre
cuenta muchas cosas en sus novelas. Pienso siempre en la historia de mi abuelo, cuando era
joven, que tenía necesidad de muestras de tejidos de ballenas para estudiarlas. y entonces se fue
a Spitzbergen, en donde había una ballena que había naufragado en la arena, rodeada de pesca-
dores, y en la cual mi abuelo se abrió camino a sablazos, dentro del cuerpo mismo del cetáceo.

-¿Cuándo has decidido estudiar las brujas?.


-Fue un poco de improviso, un día en la Escuela Normal. Estábamos en la comida del medio
día, y cinco minutos antes me había venido a la mente la idea de ocuparme de la brujería.
pensando que podría dedicar algunos a.fios de mi vida a esta investiga~.: ión. Se lo dije entonces
a Cantimori y él me espetó como respuesta: "también tú".
Naturalmente, es posible remontarse a una cierta cantidad de ra~:ones para explicar esta
elección. Había visto, por ejemplo, el filmeDies /rae de Dreyer. Aquí se desarrolla el proceso
a la madre de la protagonista, la bruja gorda, y ahí Dreyer no representa a los jueces como si
fuesen monslruos: ellos tienen más bien un aire triste y sosegado, de gente que está buscando
realmente la verdad. Brujas y jueces. aparecen aquí como personas que se encuentran, cada
una con su propia buena fe.
También ha influido, ciertamente, el libro sobre E/ mundo mágico de Ernesto de Martina,
que había leído un ai\o antes. Y antes de esto, también la lectura del libro Cristo se detuvo
en Eboli de Cario Levi. Aunque en este último caso. la conexión es más intrincada. Entre
1940 y 1943 hemos permanecido prácticamente abandonados. en una pequeñísima región
de los Abruzos, que era Pizzoli. Yo he conservado una memoria vivísima de esto: y. por lo
demás, el pizzolano ha sido el único dialecto que mi hermano Andrea y yo. llegamos a
hablar. Por lo tanto, está la analogía entre las dos regiones. y el aislamiento. y la estrecha
amistad entre Carlo Levi y mi padre. Y también, la cuestión central de la desviación cultu-
ral. Aquí, yo he aprendldo mucho de mi madre. No me es fácil hablar de mi madre sin
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prohlstorlo 3 - 1 999

rraicionarla, pero ella es una intelectual al mismo tiempo muy culta y muy ignorante. distin-
ta de las intelectuales vinculadas a los libros. Por ejemplo. el hecho de que la cultura en
sentido anLropológico. es mucho más importante que la cultura libresca. aunque estas pala-
bras no serían lac; suyas. lo he aprendido de ella. En resumen.
que no sólo la calidad humana de las personas, sino también SU r • w,•Aw•>.• <-...>,..·N•MW,:<•.vm.w,<.Y...-<l

comprenstón de la reahdad. son mdependientes y algunas veces ~


hasta inversamente proporcionales a la magnitud de su cullura J «El descubrimiento
~
¡
escrita. Así, para mi madre. e) mayor o menor dominio de la ~ de la cultura no ~
cultura escrita, no ha sido nunca una jerarquía de valores im-
~ verbal ha sido ~
portante. En su familia. el primer lugar Jo tenía la inteligencia y
después la belleza. Y mi madre ha pertenecido siempre a un ~ una de las conquis- ~
~ ~
ambiente intelectual y burgués, con la excepción de ese periodo ~ tas más ~
de confinamiento. ambiente aJ cual se encontraba ligada muy ~~ .
1mpo rl an t es>> ~~
profundamente. Me he dado cuenta de esto, regresando por pri- ~~
t
*~ ~
mera vez a Pizzoli con ella. en el año de 1960, cuando se descu- ~:<•;t»Y ~'•'.Y.O:.:~o»:<.?:-".-"9-:•'•'•"-:•:.0'Y:~V:.:
... ............"''X•:VY..:.:-J

brió una lápida dedicada a mi padre.


Entonces, para mí, es muy claro el hecho de que tomarse en serio el discurso de las brujas
(y todavía con mayor razón. el discurso del molinero Menocchio. que expresa no una creen-
cia. sino una interpretación personal de la realidad). implicaba el rechazo de la jerarquía
docta, de la identificación entre inteligencia y cultura escrita. Y en este sentido, mi madre se
siente probablemente cristiana. pero sólo en el sentido del Tolstoi del libro La guerra y la paz
-aunque ya el hecho de que el viejo Tolstoi, arase los campos con el champagne y con el cubo
de hielo a un lado. es una cuestión absolut:lmente diferente-.

-Has hablado de Dreyer. ¿C uáles otras películas te gustan más?.


- "Deshonrada" de Sternberg, con Marlene Dietrich, que es el más bello film de toda la
historia del cine. Más bello todavía que "Venus rubia".
En general .la relación con las imágenes, es tan importante para mí como la cultura escri-
ta. La lectura también maniática, de los significados de las imágenes, nos lleva a reconstituir
un tiempo de visión al cual no estamos habituados. Como en el caso del tren de los hermanos
Lumiere, cuando los espectadores se tiraban aterrados sobre las sillas. O la ruptura extraordi -
naria marcada por la llegada del primer plano. Aunque es extraordinaria también , la veloci-
dad con la cual la gente aprende a decodificar los significados. Piensa en la variedad de los
medios con los cuales. en un film, se alude a la representación de un suefto, y a como su
reconocimiento se ha convertido en un lugar común. El tiempo de desciframiento impuesto
por una pintura. como 'La flagelación' de Piero de la Franccsca, nos reenvía a un mundo
total mente diferente.

-¿Tal vez porque el cine y su tiempo son más naturalistas?.


-No, no sé St sea verdad. Pienso en un amigo mío, un médico lucano, muy bueno para narrar.
que cuenta las cosas muy lentamente. con grandes pausas, y después. de improviso, en lo que
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CARLO GINZBIJRO - ADRJANO SOPRl

transcwre un gmño de ojo, empieza a hablar con un ritmo condensado. ¿Qué cosa es entonces
"natural"?. El cine es más bien completamente irreal. Y esto me fascina, tanto sobre las pági-
nas como sobre la pantalla, esta manipulación del tiempo. esta sucesión de contracciones y de
hipertrofias.

-¿Pero cuál es entonces el destino de la palabra escrita, en un tiempo dominado de


esta forma por las imágenes?.
-Es verdad que también la alta cultura es hoy una cultura de las imágenes (y de la música.
pero yo soy tendencialmente sordo, y sordo completamente, si me comparo respecto del tan
grande papel que tiene la música para mis hijas). Es verdad. no obstante, que la relación entre
palabra escrita e imagen es una relación complicada. Ha sido así, también, respecto de la
relación entre la pintura y la fotografía. La pintura tenía una gran cantidad de usos y la foto-
grafía no ha abarcado más que una parte de esos usos, pero no todos. En general no extste el
progreso: existen, más bien. algunos progresos. Pero el problema es el del precio que se paga
por estos progresos, de aquello que se destruye para que estos progresos se realicen. Se trata
del libro que mata a la Catedral, del cual hablaba Víctor Hugo. Un hecho nuevo, de los últi-
mos años, es el de la emergencia de ciertas tendencias que contrastan con el progreso tecnoló-
gico. Por ejemplo, el regionalismo. Como en el caso del catalanismo en España. en donde
existe ahora un editor que tiene en proceso de publicac1ón. en versión catalana, los cien libros
más importantes de la historia de la humanidad. Sería como traducir Platón en Sardo. Existe
entonces un proceso doble. en el que al mismo tiempo que el inglés se convierte en la lengua
universal y junto a ello, reaparecen los dialectos. E~ un pocu comu en d mudelu medieval,
donde teníamos el latín universal y las lenguas vulgares habladas.
En realidad.los progresos no hacen tabla rasa en aquellos lugares en donde se instalan. No
sólo sería desastroso que eso ocurriera, sino que de hecho nunca sucede de este modo. Así.
pienso que la palabra escrita conservará su posición. Y además, una posición vital según
entiendo: JX)rque una sobrevivencia de los libros. sólo al modo de los bisontes polacos dentro
de las reservas, sería algo bien triste. Por ejemplo, como con la irreversibilidad del cine, que lo
hace diferente del libro. en el cual se puede ir hacia adelante. se puede regresar e ir hacia atrá~.
se puede uno detener.

-Pero también el cine permite boy la reversibilidad, como en el caso de una cinta
normaJ grabada.
-Tamo mejor. Para mí. el descubrimiento de la cultura no verbal ha sido una de las conquis-
tas mis 1mportantes. Porque he crecido en medio de un exceso de presencia verbal. no sólo en
contraposición con la cultura manual. sino también con la música o con otras expresiones. La
palabra estaba en el centro de todo: pero ahora ya no estoy convencido de esto. Pienso mas
bien en un control de la comunicación vocal que abarque los silencios y su significación. La
cultura de la palabra es tecnológicamente superior a la cultura del silencio. pero, estrictamen-
te. es superior sólo tecnológicamente. Sería muy grave que la cultura del silencio fuese barri-
da o eliminada. Es la interrelación entre los dos. entre el silencio y la voz. lo que es interesante.
- 274-
prohlstorlo 3 - 1999

~~~b~:~~:~~~~ ~:::ae~~;~~~~~~ee~~!:ci;:i t:o~~~ rNA;~·:·g·,,·,:N~~~:--fz·:·:::mN~


~ ~
trabajo, cuando yo he imcntado traducir en palabras el sentido ~ . z
de los silencios: por ejemplo. como cuando Menocchio c::üla du- ~ repugnanct.a ~
ramc los interrogatorios. f: cultural a la r~
~ ~
j mezcla entre el arte ~~
-¿Qué relación has tenido con una terapia de la palabra ~ z 'd
como es el psicoanálisis? ~ Y a vt a 'i

-Una vez pensé que tenía necesidad de un psicoanalista. En- ~ (y también, a la ~


tonees me han indicado dos posibal idades. El primero me ha pa- ~ mezcla f
rccido un tonto a primera vista. Voy entonces con el segundo,
, b' . ..
~
,.
f' · _ 'd )
O lCtO Vt a .
~:
,
que era a1to, que tema 1gotes gnses y me diJe entonces, ésta es ~ ~
la persona que yo necesito. Me siento entonces, confiado. y me ~'"·····························································w.·.~-·A•.······v.·..,...J
dice inmediatamente: ··esa silla es mi silla". y mientras memo-
vía de ella y me disculpaba, me he enterrado sus anteojos. Me dijo que debía de volver des-
pués de cinco meses. En ese lapso he conocido a Luisa. y la cuestión se ha terminado para
saempre.
El silencio ha sido engullido por la palabra, pero existe también un silencio que no funcio-
na <:olamente como pausa e-ntre las palabras. Y viceversa. Sería necesaria una especie de
convención moratoria, para circunscribir. para controlar esa escalada de la palabra. Así. a la
sexualidad, por ejemplo, no le importan para nada los discursos.
Dicho esto, y reconocidos los límites de la cultura verbal. es claro que yo sigo siendo parte
de esta última.

-Un visitante frecuente de otras culturas, como lo eres tú, ¿qué relación directa ha
tenido con pociones, con drogas o con rituales exóticos?.
-Ninguna. Como para Marcial "lasciva nobis pagina. sed vita proba". Tengo una fuene
repugnancia cultural a la mezcla entre el arte y la vida (y también, a la mezcla oficio-vida).
Si es necesario desconfiar de la politización del arte. con mayor razón hay que desconfiar
de la estetización de la vida. Naturalmente, también aquí las cosas son mas complicadas.
Observa por ejemplo una historia como la de Aby Warburg, hijo de una gran familia deban-
queros, que renunció a su derecho de primogenitura a cambio de una cuenta abierta para
poder adquirir sin limite libros. Después, decidió irse a vivir entre las poblaciones indígenas
de América. en cuya vida se sumergió completamente. pero respecto de las cuales se mantuvo
como alguien diferente. Después volvió a Europa y se dedicó a estudiar a Botticelli.
Tal vez existe en mi, un componente de "coraza" psicológica, que me impide ir más allá de
la frontera entre lo que estudio y mi propia vida personal. No me gusta aquello que alguna vez
se llamaba el irracionalismo. Es verdad, sin embargo, que la razón ha autorizado mistificaciones
y obscenidades de toda suerte. E igualmente, existe una forma de evasión de esta razón, que es
parasitaria y estulta. "En las salas de concierto alemanas, está prohibido mi tsi ngen, es decir
tararear", recordaba Benedetto Croce. contra la idea del crít.ico como artista. La crítica como
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CARLO GtNZBt;RO - ADRlA~O SOFRI

simple coro, la mímesis de la crisis como un medio para controlarla. produce, sobre todo en
las páginas, efectos grotescos. Por lo tanto. estoy más bien en el largo plazo. por una especie de
buen sentido iluminístico. por llamarlo de esta manera.
Cuando he conocido el personaje de Morelli. he recordado a mi abuelo, Giuseppe Levi.
que pertenecía a la misma cultura de Morelli, y que era de la región de Tnesle. de la escuela
vienesa y positivista. Hace muy poco tiempo, Musatti ha recordado que, durante la guerra. se
había ubicado en un lugar muy cercano a Ivrea con el profesor Levi, al cual Adriano Oiivetti
había confiado una traducción de un libro deJung. A la mitad del libro, Levi pidió a Musatti
que fuese él quien continuara la traducción, porque Le vi no entendía nada. Lo comprendo
perfectamente, y tengo simpatía por este positivismo de finales del siglo XIX.
Cuando era muchacho. he leído muchos ensayos de Benedeuo Croce. que había encontra-
do en mi propia casa. con la dedicatoria a mi padre. Estos ensayos me han atraído y al mismo
tiempo me han suscitado un cierto rechazo. Después. cuando habré tenido unos 17 años, he
leído a Lukacs, su ensayo sobre el realismo crítico, y me he sentido profundamente ofendido
del modo en que trataba a Kafka y a Dostoievsky. Tuve entonces. una especie de necio proyec-
to de estudio, referido a la idea de afrontar de una manera no irracionalista. problemas y
fenómenos ignorados por el racionalismo en sus diferentes formas. Hoy. aquella vieja idea. se
ha convertido en el esfuerzo de constituir una lucidez crítica de tipo racional, pero conociendo
y comprendiendo los fenómenos irracionales. sin traicionarlos y sin simplemente hacerles el
coro, sin repetirlos, sin mitsingen detrás de ellos.
En los Estados Unidos. en la ciudad de Williamstown. he visto un pequeño cuadro de
Gaya. Hay ahí un gigantesco espantajo, y una pequeña persona de rodillas frente a él, en la
tierra y con las manos apretadas. Es una denuncia contra la superstición. pero en el cuadro se
advierte también, un respeto extraordinario por el pequeño hombre que reza. En el fondo. esa
es la sustancia del gran libro de Marc Bloch sobre Los reyes taumaturgos: es el engaño desen-
mascarado, pero junto a un profundo respeto por los escrufulosos que han sido engañados. (Y
estoy tentado a decir. que un problema similar. se plantea hoy respecto de la cuestión de los
adictos a la heroína). Y no está dicho ahí, para nada. que la comprensión de la realidad que
tenían estas personas, fuese inferior. Pues aquí se encuentra la doble motivación que yo seña-
lo: se trata de desmistificar, pero también y al mismo tiempo. de comprender.
Existe un pensamiento de Bertold Brecht, en sus diálogos con Walter Benjamín. que me
gusta mucho: no es necesario partir de las buenas cosas viejas. sino más bien de las malas
cosas nuevas. El camino para comprender. pasa por esta ruta. Por otra parte, en mi vida estoy
ligado a las cosas viejas, y sufriría si tuviese que ser propietario de un automóvil. No tengo
deseo de poseer una televisión. y evito los medicamentos. Una vez. hablando con mi hija Lisa
y con algunos otros muchachos que eran sus amigos. me he escuchado decir. que el verdadero
estado de la embriaguez se alcanzaría. en el momento en que alguien lograra embriagarse
solamente con agua simple. No estoy seguro de haberme dado a entender demasiado bien. y
por Jo demás, yo mismo no tengo las ideas totalmente cJaras a este respecto.
Pero se trata de la relación entre tener y ser. ¿Eslá b1en tener muchas cosas'?. Quisiera, a
veces.liberarme también de todos los libros. pero por hedonismo. no por ascetismo. No fantaseo
• 276-
prohlstorlo 3 - 1999
con mi futuro. Me divierto con mi trabajo. pero si alguien me r·.·m.,w.w.·.w.....-.·-~--····mm.w.wu.., ..,.w.o~.

dijese que, dentro de veinte años. habré dejado totalmente esta *~ « ... el interés por ~
,.
actividad, no protestaría y no estaría demasiado sorprendido. Me ~ todo aquello que ~
gustaría andar por la vida de una manera ligera. De hecho, tengo ~ sobrevive a la ~
' '
ya demasiadas cosas (aunque. por fortuna. todavía no un auto- ~ muerte, me había ~
móvil). Una persona como yo, que busca sus estímulos en la ~ sido transmitido de :¡
propta realidad. debe por lo tamo continuar construyendo el ca- ~ alguna manera a ~
mino. hoy y siempre. En cambio, quien continúa sintiendo la ~ t , d rt ~:
. ,
necestdad de tener cosas. es porque está todav1a dentro de ellas,
~ raves
~ ,
e1 a e' a * ~
limitado por ellas. ~ traves de los ~
Por lo demás, la vida impone continuamente separaciones. a Í cuadros de pintura, ~
veces temporales y a veces definitivas, de personas a las que uno ¡ y después a través t
ama, de tal suerte que me parece que no vale la pena permanecer ~ de los libros.» ~
atado a los objetos. Tal vez por eso es que yo no los defiendo. i . . . ...--..,... . __. w.·.········· ·.·.·.....·.·.·.·.wm.,....}
,.w,y.........

-A mi me sucede a veces lo contrario, de sentirme abrumado de mis relaciones con las


personas, por una suerte de obligación de reencontrarse, material y afectivamente, y
entonces tener la actitud de vinculanne más a las cosas, de sentir que defender las
cosas, es como un modo de defender a las personas. Pero es verdad que este es un
estado de ánimo 'conservador', literalmente hablando.
- Claro, en este último sentido, esta 'piedad' por las cosas. la siento yo también muy fuerte-
mente. Siento el deterioro de los objetos como si fuese la muerte.
A los quince años he escrito un poema épico, titulado ''El día del juicio... en 980 versos.
Para que me entiendan bien, cuando hablo de versos. hablo por ejemplo de frases como··¡ Bum.
bam. bom bom! el rmdo de los tambores··. En ese poema había de todo, incluso ángeles que no
solamente mataban a los hombres, sino que también destruían las cosas. y entre estas últimas,
también los frescos de Piero de la Francesca en la ciudad de Arezzo. (Todo se terminaba en el
Paraíso, con un reencuentro en el cual no faltaba ninguno. es decir donde estaba yo, mis
amigos. San Pablo, Stalin, las muchachas).
Es verdad que los intereses de un investigador se cristalizan muy precolmente. Porque es
cierto que el interés por todo aquello que sobrevive a la muerte, me había sido transmitido de
alguna manera a través del arte, a través de los cuadros de pintura, y después a través de los
libros. Por eso. he hablado en mi articulo ''Señales. Raíces de un paradigma indiciario". a
propósito del problema del ejemplar único y de la copia. Existe aquí un sentimiento de pérdi-
da. que es muy afín al sentimiento provocado por la extinción de especies vivas.

-Te gusta caminar ¿te vienen ideas a la mente caminando, o leyendo, y qué relación
tiene ésto con el hecho de viajar o con el hecho de quedarte en tu casa?.
- Paseo por pasear y leo por el gusto de leer. Aunque es cierto que pienso mucho caminando.
En cuanto a la cuestión de que te vengan las ideas, bueno, la mejor cosa es leer una novela en
el tren. Viajar es andar a pie o en el tren. porque si vas en el avión, estás en el avión y no hay
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CARLO GtNZBURO - ADRIAJ'IO SOFRI

nada más que eso. Aunque también puedes viajar en autobús: existen algunos viajes en auto-
bús fonnidables. como por ejemplo el viaje de Gubbio a Umbcrtide. En el tramo de ferrocarril
al cual estoy más acostumbrado, el tramo de Bologna a Roma, me ha sucedido, leyendo y
mirando hacia fuera, el llegar a tener momentos vertiginosos, aunque lo mismo me ha pasado,
obviamente. en otras líneas.
Y existen también otras situaciones. en las cuales me he sentido igualmente gozoso, no sé.
por ejemplo en un viaje aéreo, en una fiesta en Nueva York, dentro de un gran automóvil
alquilado. No tengo, en lo que se refiere a este punto, ninguna resistencia de tipo moral.
Las ideas me vienen, en cambio, mucho más difícilmente al leer libros. Respecto de las
páginas impresas tengo reacciones mas bien lentas. En cambio. la conversación me gusta y en
ocasiones me hace pensar. Pero la cosa que me gusta más intensamente. es el hecho de escri-
bir: incluso manualmente. Estar ahí, retomar innumerables veces la página, sobre lo cual
tengo incluso reglas maniáticas, como la puntuación. o también la fobia por las asonancias.

-¿Qué cosa es lo que estás investigando ahora?.


-El Sabbat Es un libro que retoma el conjunto de todas las investigaciones sobre la brujería, y
tarn bién sobre los cultos de la fertilidad. con algunas sorpresas. Estoy escribiendo ahora el prefa-
cio. Al respecto, yo procedo de la siguiente manera: escribo primero la carátula del libro, volteo
la página y escribo la dedicatoria, si es que ésta existe, después escribo el prefacio, el primer
capítulo y así hasta el final. Aunque no creo que este sea el mejor modo de escribir un libro.
En el tiempo en que trabajé sobre los benandanti, tuve la sensación de que había levantado
una pequeña loza que cubría un hoyo. y de que entonces había logrado ver hasta el centro
mismo de la tierra. Y entonces volví a cerrar la loza: en aquellos tiempos, estaba clamorosamente
impreparado para este problema En sustancia, se trata de la interrelación entre ciertas es01lc-
turas de larguísima duración y "el complot". que es, por lo demás, el problema que estaba ya
en el centro del libro sobre Los reyes taumaturgos.
Como una tendencia de mediano plazo. en los años más recientes. se ha desarrollado una
escisión que consiste en que, mientras por un lado se piensa en ténninos de tiempos largos, del
otro y de manera totalmente independiente, se es partícipe de una especie de "teoría del com-
plot". Pero esta es una escisión irreflexiva, que no ha sido razonada. La crisis de la idea de
revolución, ha llevado al primer plano de la escena a los tiempos largos, a la viscosidad de las
estructuras sociales; pero el complot, la conspiración, la revolución y. en sustancia. la misma
acción política, quedan entonces fuera de esta concepción de los tiempos largos. Pero. en el
fondo, el complot no es más que la forma exasperada de la acción política, y lo es de una
manera muy cierta: hoy, vivimos en medio de complots. ¿No valdría la pena que los historia-
dores del tiempo largo. de un lado, y aquellos que son historiadores "hiperpoliticos" del otro.
establecieran un diálogo?. ¿Qué cosa habría sucedido si Alí Agca hubiese matado al Papa?.
Nadie se ha preguntado, verdaderamente, cuándo triunfan los complots y qué consecuencias
derivan de su triunfo, ni tampoco que relación tiene todo esto con los tiempos largos.
Y este, es el mismo problema que, en política, se ha presentado bajo la forma del debate de
la oposición entre evolución y revolución, y que en la ciencia es la discusión entre el caso y la
-278-
prohlstorla 3 - 1999
..., •.,,. ,..,...••••v,•.;N,','-'•'"•'•Y.'-'•"•"•"-'"•~"'-'·"•'·-'W,.VNN
·.-~.;.;.,.,,

necesidad. Paradójicamente. el conocimiento de la larga dura- ~ ~

ción, de la inercia de las estructuras sociales y mentales en nues- l «En los estudios de
1
:.
¡¡•
::¡
tra sociedad, coincide con el conocimiento opuesto, de una con- ~
)
Witold Kula sobre ~:)
'5 !:
tingencia que incumbe a toda la humanidad, incluso hasta el punto
de amenazarla con su destrucción total: la catástrofe nuclear. ó
~ la sociedad feudal, f
~
~ ~

No se trata tanto. entonces, de pronunciar un juicio moral so- i~ o en los de Karl .~?
bre la posibilidad de la acción política. sino mas bien de ver las Í~ Polanyi sobre la ~
¡~
condiciones de su actuación, su incidencia y su compatibilidad. , , :l
. . . . f. economta antigua, ~~
En este senudo, es por eJemplo mstrucuvo el hecho de que una ;. ~
acción política, como la que ha desarollado el Movimiento de :~ no se trata de ~
Solidarnosc en Polonia, acción que, más que cualquier otra, ha- ~ individuos y sin ~
bía tratado de adecuar los carn bios que provocaba a las condicio- ~ b l · · [
. d. h .ó ~ em argo a tmagt- ~
nes Imperantes. que •c a acc1 n ¡se encuentra hoy aplastada ~ ., . ~
por los militares y por la URSS siendo acusada de "complot"!. ~ nactan trtUnfa.» ~
9-o-·~,._.-,.~··Y'//•VI.'•'«O~Xo:O'~.->Y..X"*~~,.,X'_.,.....~·

-Qué cosa aconsejarías a los muchachos que quieren dedicarse a la historia?.


- Leer novelas, muchísimas novelas. Porque la cosa fundamental en la historia es la imagina-
ción moral, y en las novelas está la posibilidad de multiplicar las vidas, de ser el Príncipe
Andrei, de La guerra y lapa=. o el asesino de la vieja usurera de Crimen y castigo. En
realidad, la imaginación moral encuentra mas difícilmente, fuentes desde las cuales poder
alifllentarse. Incluso los periódicos. la incluyen mas bien implí~itarnente, mu~hu más que
suscitarla. y eUo en la mejor de las hipótesis. Existe entonces el riesgo de un debilitamiento
reciproco entre las propias noticias. o por el contrario. el hecho de dar por descontada una
predis¡x>sición a esta imaginación moral. Muchos historiadores, por su parte, tienden a imagi-
nar a los otros como si fueran iguales a ellos. es decir personas aburridísimas.
La imaginación moral no tiene nada que ver con la fantasía, que prescinde del objeto y es
narcisista -aunque puede ser. obviamente, óptima-. Esa imaginación quiere decir, por el con-
trario, sentir mucho más de cerca a ese asesino de la usurera, o a Natacha, o a un ladrón, un
sentimiento que es, justamente. lo contrario del narcisismo.

-¿Y esto es posible sólo con los individuos?.


- De ninguna manera. En los estudios de Witold Kula sobre la sociedad feudal. o en los de
Karl Polanyi sobre la economía antigua, no se trata de individuos y sin embargo la imagina-
ción triunfa. El instrumento fundamental, aquí, es el extrañamiento, la capacidad de ver como
incomprensibles cosas que parecen evidentes, y no al revés. como hacen en general los histo-
riadores. Es aquello que explica Sklovsky a propósito de Tolstoi. (Así, la más grande tragedia
de mi vida de lector, es por ejemplo, cuando Natacha, en el teatro, se enamora de Ana tole). Y
es eso, exactamente, lo que le ha permitido a Polanyi escribir de una manera no trillada, sobre
un tema tan retomado como el de la industrialización. Las películas y las novelas históricas,
en las que todos se comportan como si fuesen personajes de hoy en día. son insoportablemente
aburridas.
-279-
CARLO GINZBURG - ADRlA:-u S uFRl

A menudo, en este tipo de novelas y películas que acabo de mencionar, los que se dirigen
hacJ.a el pasado, lo hacen con una proyección puramente retrospectiva, sin regreso, que no
busca y no ve aquello que es diferente. Con un exceso de identificación. Es como en el caso de
la vieja tesis de Stokely Carmichael, que decía que Adán era negro. Yo pienso, por el contra-
rio, que es justamente a lo que es diferente, a lo que es disímil, a lo que necesitamos mirar. No
es una cosa fácil. Sería necesario, para ello, inventar una máquina para pensar cosas desagra-
dables.
El problema no es entonces el individuo. Más bien es la interrelación entre la individuali-
dad y una serie de comunidades.

-En el fin de año, nosotros debíamos encontrar un título para nuestro periódico. Que-
ríamos evitar ser considerados, una vez más, como "aquellos que tienen siempre el
nudo en Ja garganta". Pero también, queríamos evitar la actitud de gritar de alegría y
de fingir que no pasaba nada. Habíamos intitulado al periódico "Serán años obscuros,
pero serán nuestros años: felicitaciones". ¿Tú, que relación tienes con nuestro tiempo
presente?.
- En todo momento, se pueden encontrar razones infinitas para pensar que uno vive en el
peor de los mundos posibles. Toma, por ejemplo, la foto que ustedes publicaron sobre el Irán.
o la que publicaron sobre El Salvador, o aquella del camino de Dantzig: y bien, aún cuando
fueses continuamente bombardeado de fotos como éstas, tendrías que hacer un esfuerzo mu-
cho mayor para alejarlas de tí, pero finalmente las alejarías lo mismo. La gente tiende a estar
lo mejor que le es posible. Y en esta acción de alejar, existe incluso un impulso sano. Es claro
que no se puede ganar la felicidad sólo para uno mismo, por sus propias fuerzas, pero también
es verdad que existe en cada uno, entre los distintos impulsos opuestos que conducen al cinis-
mo, o al alhllismo, la voluntad de ser feliz. Aquel que viviese con la conciencia plena. en todo
momento, de las tragedias de este mundo. estaría frito.
No tengo, para nada, el deseo de vivir en otra época, en otro tiempo. Tal vez, nunca antes
como en el mundo de hoy, las tragedias y la violencia han encontrado gente que dé testimonio
de ellas. Y es ésta, la mínima condición de redención que los sufrimientos padecidos pueden
encontrar. Pero la circulación tan vasta de todas esas noticias dolorosas o terribles. en su
conjunto, obliga a quienes la reciben a defenderse. Es como si la presión de la atmósfera se
volviese tan fuerte, que empezaras a sentir que va a hacerte explotar. Se volvería entonces
necesario cuidarse del moralismo, ya que si en la psique de las gentes así bombardeadas, no se
produjesen una suerte de anticuerpos, no sería posible vivir. Es como con el frío: se buscan las
maneras de soportarlo el mayor tiempo posible. antes de morir a causa de él.

-Pero existen, para cada persona, umbrales diferentes. Por ejemplo, el caso de esa
mujer de Treviso, que se prendió fuego en una plaza, hace poco más de un mes, después
de haber visto las fotografías de los niños ajusticiados en Irán.
- En general, se trata aquí del problema de los instrumentos de desculpabilización en nuesiia
sociedad. Existe un estudio sobre las brujas de Salem. realizado por dos estudiosos america-
- 280-
prohlstorla 3 - 1999

nos. que fue escrito en la época de la Guerra de Vietnam: este ensayo se esfuerza en describir.
cómo en aquella comunidad, personas que actuaban de buena fe. habían podido llegar a tomar
decisiones monsuuosas. Dejando de lado la cuestión enorme de la causalidad. es importante
el vínculo entre reflexión analítica y desculpabilización. ¿Es verdad que el análisis. llega
como su resultado último, a la desculpabilización? ¿y si es verdad, es esto deseable?. En el
pasado. existían rituales de desculpabilización que hoy han desaparecidO. El nesgo. es el de
crear una sociedad que conoce una acumulación incesante de culpas. mientras que no dispone
de instrumentos de desculpabihzación. Con lo cual, lo que se produce es una inversión, en
donde un proceso de desresponsabilización. avanza de manera paralela al crecimiento de la
culpabilización.

- 281 -
prohlstorlo 3 - 1999

Del pensar orgánico al saber artesanal.


Las huellas de los Nuevos Movimientos Sociales*
Sn.VIA BlA'\CHJ- CORA SU..VASO
{UÑ"R)

pan ir de 1980, en la mayoría de los paises Latinoamericanos se agotaban tos gobier-


nos dictatoriales y se abrían nuevas perspectivas con el inicio de gobiernos democrá-
ticos. En esta década aparecen conflictos que no pueden ser resueltos a través de las
tradicionales propuestas de participación y organización de tos clásicos partidos de
izquierda o de derecha, ni de las ideologías que los sustentan. En ese escenario irrumpen
nuevas farmas de organización colectivas, <<espacios» que se consideran como «alternativos».
adjetivo que aun hoy no podemos conceptual izar y que encierra numerosos interrogantes.
¿Quiénes se consideran alternativos? ¿AJtemativos a qué? ¿Para qué? Interrogantes que
impl!can la construCCIÓn de nuevos sentidos que. a su vez, generan nuevas acciones: ¿Qué
significa hoy ser mujer y ser hombre para la construcción de lo polítJCo? ¡,Qué significn asu-
mir la homosexualidad como punto de partida para plantear una transformación social hacia
una sociedad que no discrimine? ¿Qué significa organizarse en un centro comunitario para
resolver una necesidad insoslayable del ser humano. qué es comer? ¿Qué significa «preservar
el medio ambiente» considerándolo como acto transformador? ¿Cuáles son para los jóvenes
de hoy los espacios de participación? ¿S ignifica lo mismo si la ofena proviene del Estado. de
la Iglesia o de la Universidad? ¿Cuál es la construcción de sentido acerca de la pertenencia a
una «organización de desocupados»? ¿Cuál la de defender tos derechos humanos como si
todavia estuviese en duda quiénes son humanos y quiénes no? Sentidos y acciones que inclu-
yen además a mujeres con pañuelos blancos que se preguntan dónde están sus hijos, dónde
están sus nietos; y los hijos de esos padres que se suman para que esa historia pueda ser
contada.
Formas de organización y participación que muestran una diferencia con lo vivido en la
década del setenta, cuando la participación política aparecía como consecuencia de teoóas
totalizadoras que generaban acciones a partir de la consideración de un «sujeto de la revolu-
ción» preestablecido, sostenido en un pensamiento que más elaboraba síntesis que compren-

* Este artículo es parte del proceso de mvesugac¡ón «Los nuevos movimientos soc1ales en contexto
de pobreza urbana». evaluado y aprobado por el Programa de [ncent ivo para la Investigación (PlD
1998/99) Escuela de Antropología, Facultad de Humarudades y Artes. U.N.R.

- 285-
BIAI"CW, S . Y SILVANO, C., «Del pen~ar orgánico .....

día contradicciones, y desde el cual,toda posibilidad de «lo diverso» (lo culturaL lo genérico
etc.) quedaba secundarizado al proyecto elaborado de antemano. Por el conlnlrio, las formas
de organización colectiva que surgen en los l980s., nos hablan de un sujeto cuya pertenencia
a una organización política. a una comunidad religiosa. a una clase social, a un sector («los
pobres». «los sectores populares») no está dada como pertenencia absoluta, sino que aparece
un mismo sujeto cruzado por pertenencias difusas y múltiples. Es más. cualquier reivindica-
ción o reclamo de derechos que no rescate «lo personal», «lo individual», decreta por anticipa-
do su propia muerte.
Estos sentidos que construyen nuevos espacios, no tienen que ver con un «análisis de la
realidad» al modo de las décadas anteriores, desde discursos totallzadorcs (la doctrina corree·
ta, la mirada científica) tampoco surgen de la nada: se producen en una praxis a partir del
aporte de saberes de los distintos actores. Saberes que implican una conexión con el pasado.
en tanto historia relatada por quienes rescatan un recorte de la misma según la construcción de
sentido desde el presente. De ese modo, palabras como «Organización». <<participación)), «CO-
munidad>), <<lucha», «resistencia>>, se resignifican desde un análisis crítico de vivencias de
actores de carne y hueso que, sin dejar de lado un hilo de conúnui<lltd con las mismas. intentan
al mismo Liempo. una ruptura que les pennita vivir el presente con dignidad interior. Habla-
mos de prácticas donde se generan espacios de comunicación, en los cuales al decir de Fernan-
do Calderón « ...estas identidades restringidas se constituyen en el reflejo del otro. en un espa-
cio de múltiples refracciones que cambian constantemente... >> len los cuales] « ... ~os actores no
son sólo máscardS desconcertadas ni los escenarios e!)-pejos difusos que se re producen al infmi·
to, sino que son actores de su tiempo. en sus comedias, dramas o tragedias, y hoy vivimos
tiempos de crisis[ ... ] y por lo tanto articular históricamente el pasado no Significa tal y como
verdaderamente ha sido. significa adueñarse de un recuerdo tal y como se revela en el instante
del peligro».'
Estas formas de participación y pertenencia, que cobran el carácter de expenencias en
espacios aparentemente exteriores al ámbito de la poütica. dan lugar a la articulación de la
palabra generando un interjuego entre <<memoria» y «olvido». posibilitando utopías entendi-
das como transformación de lo que está y de lo vivido. Procesos que implican olvidar algunas
vivencias y rescaLar otras. traer el pasado al presente. poner el cuerpo para registrar huellas.
abrir fisuras para consLruir desde las diferencias.
Estas reflexiones acerca de «fonnas alternativas» de organización colectiva. se sustentan
en nuestra propia práctica, concretamente en experiencias que se generaron en la ciudad de
Rosario en sectores populares, a pártir del año 1989. Ante la agudización de la crisis económi-
ca, fueron las mujeres de los barrios más humildes quienes primero orgamzaron las ollas
populares y comedores comuniLarios, y quienes. ante la situación de hambre, de carencias
naturales y de crisis general. tomaron la decisión de expresarse y apropiarse de lo que necesi-
taban para alimentarse generando un hecho social masivo denommado <<los saqueos». Este

CALDERÓN. Fernando M01·imiento:. Sociales y Políttcu. S1glo XX l. MéxK·o 1995.

- 286-
prohlstorio 3 - 1 999
estallido social se convirtió en un primiu voy espontáneo germen de sublevación popular que
posibilitó a la sociedad mirarse a si misma para ver donde estaba parada. Cayeron las másca-
rac; de «país europeo» o el tan rcmanido adagio «en este país no se pasa hambre», antiguos
estereotipos con que se protegía la estructura social; se derrumbó una escenografía que nos
permitió ver a los centros urbanos y especialmente a determinados sectores sociales. lo que
sucedía en sus entrañas. Lo que se trató de difundir como un mero hecho policial, provocó que
millones de palabras escritas u oídas, miles de estudios y cientos de libros y ensayos buscaran
una explicación a este fenómeno. Desde nuestro lugar de docentes universitarias. y con Ja
intención de articular nuestra práctica de investigación al contexto social y a las problemáti-
cas que emergían. decidimos participar activamente en aquellos espacios barriales donde se
había producido aquel fenómeno, donde después de él, ya nada era igual. El ayer de los sa-
queos convirtió al día después en el primero y, a la mujer. en protagonista revalorizada en su
rol comunitario. Este fue el comienzo de una experiencia en «Villa La Cuarta» que dio lugar
a un largo proceso de construcción de la organización comunitaria autogestiva que hoy se
llama «Centro Comunitario La Rigoberta». Desde nuestra participación en esta experiencia,
desde nuestro lugar como docentes investigadoras y al mismo tiempo recordando nuestras
vivencias como protagonistas de lo que hoy se si mbol iza como «Generación de los '70". in-
tentarnos dar cuenta de los fenómenos sociales sobre los cuales reflexionamos en este artículo.
Sin caer en la tentación de buscar nuevas certezas ni de realizar un «análisis de la reali-
dad» a modo de algo dado; desde una mirada que se construye desde nuestra propia historia.
iniciamos un relevamiento teórico-empírico que dio cuenta de otras experiencias similares, no
sólo de mujeres sino de grupos ecologistas. radios comunitarias, organización de desocupa-
dos. organizaciones barriales etc., y nos permitió percibir coincidencias en aspectos que, sin
negar las diferencias que cada experiencia en particular tiene. hoy podemos considerar como
generalizaciones:

-En primer lugar, consideramos que estos nuevos espacios de organización surgieron a
partir de actores que provienen de distintos «lugares», de distintos sectores sociales, y de vi-
vencias de prácticas políticas anteriores que van desde las «Ollas populares» y «saqueos» a
militancia partidaria, relig10sa, en grupos guerrilleros, etc. La red de vínculos sociales que
conforman estos espacios se fue dando desde el conocimiento interpersonal y afectivo, desde
complicidades subyacentes y difusas, es decir, tienen que ver con acercamientos en el ámbito
de lo subjetivo. Estas formas de relación, cuestionan prácticas verticalistas y concepciones a
priori absolutas, dando lugar a procesos no lineales sino conflictivos, atravesados por los si-
guientes procesos tensionaJes:

a) tensiones con relación al ámbito del lenguaje, del discurso.


Aparece la necesidad de encontrar nuevas palabras o cargar de nuevos significados las
existentes. En este sentido el concepto más fuerte a ser resignificado es «lo político», «la
política». Por un lado aparece la necesidad de redefinrrla en su sentido transformador, y por
otro. se la niega identificándola con lo espúreo, clientelar y manipulador. Esto da lugar en
- 287-
BtANCHl, S y SILVANO,
o e., «Dt:l pensar orgámco ... »
distintos momentos de las experiencias, a una construcción de sentido en relación con las
acciones, algunas veces como «desligadas de lo político». y otras. como «poiítica diferente».
Tensiones que nos hacen pensar en la simultaneidad de formas instituidas de instancias políti-
co-partidarias todavía vigentes, y al mismo tiempo. de nuevas formas. aún no claras.
instituyentes de lo politico.
b) tensiones con relación a la construcción de estrategias desde la autogestión por un lado.
y la necesidad. por otro, de articulación con política-; de estado sobre todo en lo económico-
laboral aunque resignificando el tradicional clientelismo y presentándolo como reclamo de
derechos. lo que genera obstáculos en relación con pensar un proyecto que podría denominar-
se para-estatal.

e) finalmente. tensiones que provienen de procesos de reconstrucción de identidades desde


la particularidad, en un momento en el que el discurso hegemónico nos habla de «globaliza-
ción». En este sentido, la búsqueda de «lo común» alterna con el reconocimiento de las dife-
rencias. A las preguntas ¿quién soy? y ¿quiénes somos? se le agrega la pregunta ¿quiénes son
los otros? ¿Los próximos, los diferentes, los antagónicos? Estas preguntas que dan cuenta de
relaciones sociales con un «Otro» que se visualiza diferente. no implican necesariamente una
dicotomización. sino un reconocimiento de que lo que me diferenc1a del otro. también me
constituye. De este modo, se han puesto en jaque concepciones como las de <<hegemonía-
contrahegemonía» ya que muestran la vigencia de diferentes identidades culturales. que in-
tentan una nueva lucha por el sentido.

Estas características comunes en las experiencias de organización y participación que


irrumpen en los 1980s.. muestran d1mensiones antes negadas tanto en el plano de la produc-
ción de conocimiento (construcción de categorías teóricas) como de construcción de propues-
tas políticas transformadoras. Ambas dimensiones dejaron marcas en la subjetividad de los
actores involucrados, que no pueden borrarse a partir de lo que hoy se abre como una proyec-
ción y búsqueda de resolución de problemáticas vigentes en este fm de siglo. En las puertas del
siglo XXI, ante un mundo tecnologizado e informatizado. pero en el que al mismo tiempo se
siguen reclamando derechos básicos. donde se agudiza la exclusión de vastos sectores de po-
blación. creemos posible considerar que esos espacios de la década de 1980. permitieron mos-
trar las diferencias y particularidades en la conformación de subjetividades sociales y sentaron
las bases para encontrar un nuevo giro a la necesidad de mirar la historia como un todo. Este
«mirar la historia como un todo» no significa sin embargo. vol ver mecánicamente al pasado.
sino poder superar esa riqueza de particularidades, para construir un proyecto colectivo en
este nuevo momento. Hoy, a cierta distancia de un pasado que provocó miedos. vergüenLa.
prejuicios. quiebres afectivos. sensación de derrota y «fin de la histona••. t!S posible pensar la
relación de las denominadas década de los '70. década de los '80. no como una cronología
lineal-cuantitativa. sino como un proceso que pretende unir lo particular con lo colectivo, el
pasado al presente. las identidades políticas a las sociales. en definitiva. las huellas simbólicas
de nuestra cultura que dicen de la pertenencia a un lugar y a un espacio.
- 288 -
prohlstorlo 3 - 1999

Hoy, a fines de los 1990s, nos parece estar frente a una nueva instancia en la cual se
manifiesta el agotamiento de los «movimientos sociales» de los 1980s. Existen nuevos in ten-
ros de cons1rucciones coleclivas en las que, por un lado. se hacen visibles las huellas de aque-
llos movimientos en tanto rescatan y valorizan las particularidades. pero, además. manifiestan
la búsqueda de un proyecto político más amplio que articule las diferencia<; desde un espacio
común.
En América Latina, nuestro espacio común, el debate esencial convoca a explicitar los
valores que han de establecer la orientación de los modelos sociales para la entrada de nues-
tros países en el tercer milenio. Obliga a una toma de posición de las distintas corrientes
políticas e ideológicas acerca de la pregunta y la confrontación planteadas desde aquél dramá-
tico «encuentro» de hace 500 años que se sintetiza en el alcance otorgado al concepto de« lo
humano», sin silencios e hipocresías. Para pensar el futuro. se requiere de un balance histórico
en profundidad, que no oculte las líneas de continuidad histórica de los movimientos popula-
res Latinoamericanos.
De la misma manera que en otras grandes coyuntllf'dS de la historia,los modelos de socie-
dad y Estado que en la actualidad van disei'lando las fuerzas de orientación popular, parten de
valores claramente opuestos a los de aquellos que sustentan los proyectos de alta concentra-
ción de la riqueza. Dos opciones estratégicas que han de disputar el futuro y responder a
distintos patrimonios socioculturales, a fuerzas políticas y económicas en pugna. Ellos expre-
san «la contradicción irreductible entre las tradiciones oligárquicas- sei'loriales del orden co-
lonial y sus sucesores. y las aspiraciones de la comunidad humana mayoritaria resultante de
esa larga historia de dominio»2 • Más allá de las diferencias, a esas mayorías populares las
hermanan determinados valores y grandes líneas de definición de sus propuestas de autono-
mía nacionaJ y justicia social.

«Las dramálicali condiciones que enfrenta hoy América Latina no son la consecuencia de
leyes económicas o de manos invisibles. Son el resultado del accionar de clases dominantes
apoyadas incidentalmente por estados dictatoriaJes y más tarde por la cooptación de una parte
mayor de las elites políticas e intelectuales, que se fueron convenciendo de las ventajas del
neoliberalismo como negocios personales y como proyecto de futuro»3•

Nuestra pregunta, quizá en forma de grito. es dónde están la universidad y sus inteleclua-
les críticos en esta trágica pero a la vez apasionante resignificación de la historia. ¿Están
mirando esa vereda de la hisloria actual , donde se van gestando esos modos de organización
que construyen los sectores impedidos de ingresar al mercado de trabajo como consecuencia

2 RIBEIRO, Darcy: <<0 Povo Latinoamericano>) en carta Falas Refleoes. Memorias N° 2, Brasilia
1991.
\
ARGUMEDO Alcira. Los Silencios y las mees en Aménca Latina. Notas sobre el Pensamien-
to Nacional y Popular. Ediciones del Pensamiento Nac1onal. Bs.As.l993.

- 289 -
BIANCHI. S. Y SILVANO. C .. «Del pensar orgánico ... »

de una creciente desocupación. de una «racionalización» que se acompaña de contundentes


mecanismos de disciplinamiento social? ¿Están junto a quienes se han vuelto a «Organizar
para la necesidad» en los asentamientos de las periferias urbanas, los padres que se asocian
para defender las escuelas públicas, las ollas populares de núcleos barriales que demandan
una mejor calidad de vida. las organizaciones de microempresarios y de pequeños y medjanos
productores, etc.? Esas capas mayoritarias y heterogéneas están confluyendo con las organi-
zaciones tradicionales de los trabajadores para la formación de un proyecto político alternati-
vo y popular, pero los sectores universitarios están ausentes del debate y construcción. Tal vez
quedaron seducidos por las propuestas del Banco Mundial y sus allegados, tal vez creyeron en
«el fin de la historia y las utopías». Como decía ArturoJaureche refiriéndose a estos intelec-
tuales: «no hay mejor esclavo que aquél que lame la cadena de quién lo oprime».
Por el contrario, algunos seguirnos creyendo,jumo a AJcira Argumedo. que «el conoci-
miento y la creatividad constituyen factores claves en los nuevos patrones de desarrollo. que
tienden a eliminar las divisiones artificiales entre el trabajo intelectual y el manual. propias
del fordismo. y su difusión incrementa geométricamente las potencialidades nacionales y La-
tinoamericanas de decisión autónoma frente a las opciones tecnológicas y productivas. Desde
tal perspectiva. es necesario imponer en nuestros países un espíritu de movilización solidaria
para la formulación de respuestas propias recuperando. en especial. los potenciales humanos
dilapidados por la marginación social: se trata de formar e integr"ar a los futuros trabajadores.
empresarios sociales, t6cnicos. biólogos, artistas. médkos. investigadores. que habitan las vi-
viendas precarias de los asentamientos urbanos y de las villas miseria Se trata de impulsar
nuevos modos de resolución de los problemas críücos, en el contexto de proyectos políticos
sustentados en altos niveles de participación y fonnas originales de enriquecumento de recur-
sos y capacidades. Porque no hay misterio tecnológico para latinoamericanos amentes».~
Finalmente, creemos que hay más de una modernidad, hay múltiples proyectos. Lo que
está eo crisis es un proyecto que se impuso como único; fabulosa mistificación que obliga a
romper con ese coloniaje mental que denunciaron. a principios de este siglo. intelectuales
creativos y profundamente comprometidos con la sociedad a la que los intelectuales y las altas
casa de estudio se deben. Los espacios universitarios son, como decía Max Weber. el lugar por
excelencia de formación de cuadros orgánicos y de disputa entre visiones del mundo y proyec-
tos históricos que procesan y reformulan el saber técnico-intelectual. acompañando el resurgi-
miento de los proyectos nacionales y populares para América Latina en la búsqueda de res-
puestas autónomas frente a la época que se avecina.

J
lhid.

-290-
prohlstorlo 3 - 1999

Universidad, Historia, Revolución


Un diálogo con Fernando Martínez Ileredia *

GUSTAVO GUEVARA
(UNR)

1 1o de enero de 19 59 las fuerzas rebeldes insurgentes encabezadas por el revolucio-


nario latinoamericano Ernesto Che Guevara ingresaban en La Habana. Una Revolu-
ción volvía a conmover a1 mundo. Como en México en 1914, Bolivia en 1952 y
posteriormente en Nicaragua en 1979, en Cuba el ejército oficial había sido destruido,
pero la singularidad en este último caso va a estar en el hecho, como lo proclamara Camilo
Cien fuegos -nuevo comandante de las fuerzas armadas-, que: ''en Cuba el ejército es el pueblo
en armas". La autodeterminación del pueblo y su voluntad de construir una sociedad justa y
solidaria transformaba entonces a esa isla del Caribe en una esperanza para los países oprimi-
dos de tres continentes y en un enemigo a exterminar por parte de la principal nación capitalis-
ta e imperialista cfel planeta
El Socialismo definido en 1961 como objetivo de la Revolución y entendido en primer
ténnino como un proceso de emancipación de los hombres y mujeres que implica mucho más
que la estaúzación de los medios de producción, colocó en el proceso de transición -que se
extiende hasta el presente- una infinidad de preguntas concretas que debían ser respondidas de
manera igualmente concreta. La Historia no tiene una dirección fatalmente única que pueda
resumrrse en un capítulo de manual y cuando se pensó que eso podía ser así, fue la propia
Historia la que vino a desmentir tales expectativas. Ensayo y error, aprendizaje de las propias
experiencias. tal es el método irrepetible en la construcción social de un orden alternativo.
Cualquier balance de los 40 años que neva el proceso revolucionario cubano encontrará
"aciertos·· y "desaciertos''. pero no se trata aquí de hacer un inventario global sino de aportar
algunos elementos que ayuden a pensar el estado actual de la historia y la ciencias sociales en
Cuba. Para ello nos parece interesante transcribir parte de la entrevista que le realizaramos aJ
revolucionario e intelectual cubano Fernando Martínez Heredia con motivo de su visita a
Rosario en estos días para presentar su nuevo libro En el horno de los novema.

• Entrev1sta realizada en Rosano por Gustavo C. Guevara el 30 de septiembre de 1999.

. 291 .
GI.IEVARA. G .. «Diálogo con F. Manínez Here<.lia ... »

-¿Qué papel jugó el movimiento estudiantil en la Revolución Cubana?


-El movimiento estudiantil cubano es un poco singular en el sentido del enorme prestig1o
que tenía en la historia del siglo XX cubano: no es que no haya habido batalla-; maravillosas
en otros países. pero el cubano es un movimiento estudiantil pues hay que tener presente que
otra dictadura, treinta años antes de la de Batista. que es la de Gerardo Machado. se ve enfren-
tada en el marco de las condiciones de la lucha de la crisis de los años treinta. por una gran
lucha popular, que en el principio fue encabezada por la vanguardia estudiantil. Ellos fueron
capaces además de organizarse políticamente dos veces. la primera de una manera muy de
izquierda - la mayoría fueron de los primeros creadores del comunismo cubano- y la segunda
vez de una manera no tan de izquierda en el núcleo central pero sí sumamente combati vo.
revolucionario y democrático con el Directorio Estudiant.i.J.
Veinticinco anos después, en la lucha contra Batista, se organizó otra vez el Directorio
Estudiantil Universitario y sus líderes -con ideas más radicales- se plantearon que no se tra-
taba de derribar la dictadura sino de hacer una revolución para cambiar las bases mismas del
país. Yo como estudiante de secundaria tuve alguna participación. pero para el tiempo que me
hablas , la Federación estudiantil universitaria cubana y sobre todo las habanera apoyó a la
revolución abiertamente y en las elecciones del '59 eligió una candidatura radical y quizá la
primera milicia oficialmente hablando - aunque en realidad las formaciones armadas venían
desde lejos-. pero fue en octubre del '59 que se planteó por Fidel y una-; hora-; después de ese
mismo día ya los estudiantes universitarios constituyeron una unidad mil itar, la brigada de
milicia. Ellos fueron muy destacados en el apoyo directo a la revoluc ión. sacrificaron en mu-
chos de eUos su condición de hijos de una clase media o por lo menos de tramos bajos de ella.
cuya gran asprración era llegar a ser profesionales e individualistas y un gran número de entre
ellos dió el paso que los llevó al campo de la revolución. Aunque ya los teatros fundamentales
de la revolución en Cuba habían cambiado de la universidad a la lucha clandestina y a la
guerra abierta en la segunda mitad de los cincuenta y ahora cambiaban a la escala de todo el
país de la revolución agraria, de la refonna urbana y de la nacionalización general. etc.
La Universidad puso el presúgio de su movimiento estudiantil y logró también hacer una
reforma del propio sistema universitario, Uamada la Ley de Reforma Universitaria de 1962,
que significó un progreso con relación a ese aspecto desgraciadamente tan marcado de las
universidades que es su conservadurismo.

-Intentando sintetizar una mirada necesariamente panorámica: ¿de qué manera crees
que la Universidad "acompañó" al proceso revolucionario?
- Tu pregunta es un poco difícil, porque a mí me tocó ser profesor rápidamente e incluso
decano en edades que son para sonreírse si no fueran por las revoluciones. pero también es
difícil porque es compl icada la respuesta. Creo que la Universidad se vio superada por la
revolución de los humildes, el lema del MR-26 era "una revolución de los humildes. por los
humildes y para los humildes". Resultó que no era demagogia la verdad. entonces imagínate
que para volver a alcanzar el número de alumnos que tenía el úlumo año que funcionó la
universidad en 1956. tuvieron que pasar trece años. recién en 1969 volvió a darse el número
-292 -
prohlstorlo 3 - 1999
de alumnos. Un país que lo que producía era una masa enorme que buscaba la cultura no que
la tenía ya,la cultura quiero decir en este caso de los letrados. o sea la instrucción. La univer-
sidad naturalmente pasó a ocupar un papel forzosamente secundario. sin que esto sea culpa de
ella.
En la segunda mitad de los sesenta vino un momento umvcrsitario creo yo importanúsimo
por la profundización del socialismo en Cuba, de la capacidad de tratar de sociaJizar las rela-
ciones entre las personas de darle mayor acceso a la gente y a las capacidades de las gentes a
todos los procesos y decisiones. hacer algo de todos el internacionalismo proletario. buscar el
desarrollo de una teoáa revolucionaria del marxismo y del leninismo. Aquí no me cabe más
remedio que usar una frase que se usaba entonces: "que se pusiera a la altura de la Revolución
cubana el marxismo leninismo·· o sea reconocer el terrible balance de dogmatismo que porta-
ba de ineficacia del pensamiento especulativo ligado a fórmulas positivistas y de especie de
isopo con el que se bendecía lo que ciertas organizaciones necesitaban que fuese bendito
incluso a veces cosas sucesivamente opuestas o diversas. En todos esos sentidos la universidad
dio un paso al frente y se revolucionó a sí misma, que es uno de los destinos de los países de
revolución socialista que es revolucionarse a sí mismos una vez tras otra, pero también vino
algo que en plano universitario mismo fue de la mayor importancia. la participación en la
universalización de la educación. en este caso crear sedes universitarias en muchos lugares del
país. tres docenas de uruvers1dades en el país.
Mezclar de una manera orgánica. sistemática el trabajo manual con el trabajo intelectual
del estudiante, no meramente hacer un trabajo voluntario en la agricultura, cosa que ya exis-
tía, sino haciendo de los planes de estudio una fuente de capacitación manual y directa en el
oficio que se pretendía estudiar de modo que la universidad también ganó mucho en esa direc-
ción y en buscar a los trabajadores de fábricas para que fueran universitarios, por ejemplo los
ingenieros.
La Universidad sufrió un gran desarrollo que después tiene toda una línea ininterrumpida
de resultados técnicos y científicos y sobre todo en las áreas de ciencias médicas, de investiga-
ciones biológicas. de ingenierías. de resultados valiosísimos. Sin embargo, yo tengo que decir
que en las áreas de ciencias sociales y filosofía, se produjo un fortísimo retroceso después de
esta etapa. porque a los primeros setenta en adelante se impuso un empobrecimiento y una
dogmatización del pensamiento como resul1.ado no de las universidades mismas. sino de lo
que se consideró una necesidad en el proceso general del país frente a la realidad de que no
había modo de un desarrollo autónomo, independiente tan rápido, quiero decir, ni tampoco se
veía en el horizonte como no sucedió que ganara los compañeros de otrdS naciones de Améri-
ca Latina sus revoluciones. lo cual era el oxígeno de la Revolución cubana que nunca se
planteó que fuera posible para usar una palabra de Fidel Castro en julio del 70: "no aspiramos
a construir el paraíso en la falda de un volcán" o sea, Cuba no puede desarrollar su socialismo
si no es ligado al triunfo de las revoluciones en América Latina. Esto no sucedió.
La etapa que sobrevino podría ser juzgada. yo lo he hecho en algunos de mis escritos, pero
en el plano de las ciencias sociales y de la filosofía se sacrificó mucho, no se ha salido del todo
de esa situación pero en los últimos quince años hay factores muy positivos de superación de
- 293 -
GUEVARA. G .• «Diálogo con F. Martínez Heredia ... »

ella que tanto por el proceso de rectificación cubano como por el gran golpe que fue el final
tan vergonzoso de los grupos dominantes de los regímenes de Europa oriental que también dio
claridad, no solo pérdida y ayudó a que de una generación o dos nueva de cubanos tienen
formac1ón universitaria, hay más de 600.000 graduados universitariOs, hay miles de profeso-
res y muchos investigadores, a donde se han hecho una enorme cantidad de monografías que
tienen valor se vuelvan a plantear, se puedan plantear con nivel asumir el mundo de la tcoria
y el mundo de las ciencias sociales sin copismo. sin moda, sin encontrar cual es el nuevo
"ismo" para seguirlo pero sin abandonar el marxismo y no es fácil pero al menos es la situa-
ción actual.

-¿Cuál es tu consideración sobre el tipo de enseñanza de la historia que recibe el


pueblo cubano y en función de las perspectivas de renovación necesaria cuales son las
líneas historiográficas que deberían reforzarse en esa direcciún?
-Que látima que tenga que ser breve la respuesta, tal vez por ahí podríamos empezar otra
entrevista por la riqueza del tema. Para un país como Cuba la historia es un factor ideológico
y cultural de importancia tremenda y no solo científico como historiografía o como Historia
con mayúscula y por razón de la propia historia nacional. En el caso nuestro la misma condi-
ción de cubanos, ya nuestra identidad está dada por enormes eventos que sucedieron incluso el
más grande hace apenas un siglo. hace ciento un año que terminó. que son las revoluciones de
independencia y contra la esclavitud, que fueron muy populares que motivaron una política y
unos pensamientos muy radicales y que hicieron que el Estado-nación cubano surgiera aun-
que sujt!tado alneocolonialisrno <le Estados Unidos wn un cu11junto de características propi<b
y sobre todo de inconformidad propia que le daban una condición de proyecto o sea una
exigencia de democratismo, justicia social y soberanía nacional. La Revolución comenzó a
satisfacer esto de un modo muy fuerte y entonces los historiadores fueron unos más entre los
profesionales que se unieron pero traían un fardo de trabajo hecho notable. incluso algunos
como Ramiro Guerra y Sánchez es de los más notables historiadores del continente de la
primera mitad del siglo XX, no sólo de Cuba.
Hay una evolución de la historiografía interesantísima• . Con el triunfo de la Revolución
hay otros dos fenómenos interesantes: uno es la aparición de algunas obras de síntesis absolu-
tamente notables. quiero recordar al menos El ingenio a:ucarero de Manuel Moreno Fraginals.

Para una visión de distintos aspectos del desarrollo de la historiografía cubana contemporánea se
puede consultar: ALMOOÓVAR MUNOZ. Carmen (1989) ''Historiografía realizada en Cuba
des pues de la Revoluc1ón ( 1959-84)" en Rev1sta de lnd1as. vol. XLIX, num. 185. Sevil'a; GUE -
RRA VILABOY (1996). ''Amém:a Latina y el Car1be en la h1~tonografía cubana: Jos úlumos
veinte años .. en BARROS. Carlos (ed.). Histona a Debate. Aménca Latina. HAD. Santiago de
Compostela y MARTfNEZ HEREDIA. Fernando ( 1999). ·'Histona y marxi~mo·· en En el hnrnn
de !os noventa. BarbarroJa. Bs. As. (N. del A.).

- 294 -
prohlstorlo 3 - l 999

yo creo que uno de los clásicos de las ciencias sociales latinoamericanas y por el otro lado la
expansión tremenda, brutal te diría de la hisLoria como cosa de masas incluso movimientos
aficionados a la historia fonnando investigadores abarcó pronto a miles de personac; y todavía
existe y el consumo de la hiswria se volvió un rasgo cul rural de los cubanos. o sea de la p3Sión
por leer la historia. por investigar la historia del sindicato al cual uno pertenece o la comuni-
dad en la cual uno vi ve y los concursos de histona municipales. provinciales y nacionales de
aficionados. Otra novedad que yo creo que pertenece a la historia que no sólo es cosa de unos
pocos sesudos especializados; pero la historia se defendió mejor que la filosofía porque estaba
mác; enraizada en las necesidades nac10nales. también sufrió sin embargo.
En la actualidad la historia tiene un perfil ideológico muy marcado como certificado de la
lucha por la soberanía nacional. del enfrentamiento al imperialismo. la historia parece ser
como lo que vino antes para que viniéramos nosotros, a mí las teleologías no me gustan pero
a veces me doy cuenta de que pueden ayudar en detenninado momento como decía Antonio
Gramsci acerca de El Capital que la mayoría de los militantes -decía- que no lo han leído
pero saben que hay militantes que s1lo han leído y que ellos pueden explicarle a cualqujera el
sentido científico de la explicación de la explotación capitalista. bueno. yo no me conformo.
Nosotros tenemos un proceso de cuarenta años en el poder y entonces hemos celebrado el
centenano de esa lucha maravillosa del pueblo de Cuba de una manera a mi jmc10 absoluta-
mente insuficiente porque todavía está muy prendido a las fonnas por un lado de propaganda
y por otro lado a la historiografía convencional. no quiere decir esto que no haya muy huenoc;
profesionales que están haciendo cosas de historia social, de microhistoria. de historia de las
mentalidades pero el peso es insuficiente, yo creo que por ahí anda aspectos de la historiografía
que hay que desarrollar en Cuba. incluso para que pueda volverse también a nuevas síntesis
en ese sístole y díastolc que tiene que tener en la historia la síntesis y la monografía, cada una
de ellas aportadoras y superadorns. Pero entonces también para iluminar a la ideología, para
ver cómo es de verdad. que pasó.la vida de los pequeños y no sólo cuando eran héroes sino
cuando no lo eran. no sólo cuando eran rebeldes sino cuando estaban sometidos a la domina-
ción. pero también para sacar experiencia de cómo puede ser más profunda la lucha por libe-
ración de las personas, profundizar más la capacidad de la gente de no ser dominados y de
dirigir los procesos sociales y a la historia le toca esos espacios, los tiene allí, tiene que ocupar-
los. en ese sentido hacemos -yo hago historia también- un buen número de compañeros de
trabajo todavía msuficiente, pero yo tengo esperanza, mcluso entre otras cosas, por la buena
formación de muchos, por los deseos de muchos jóvenes de superar los aspectos negativos de
que hablábamos y por la cultura política general que tiene la población de que vaya a haber
buenos resultados pam esta década que va a empezar a sólo un año.

- 295-
-

prohlstorlo 3 - 1999

''La Patria a su Bandera"


Discusiones en torno a la erección de un Monumento
a la Bandera en la ciudad de Rosario 1
LrnciA RovJRA. DIEGO R oLDAN.lG:"ACIO MARTf:l'·'E7
(Universidad Nacional de Rosario)

Resumen:
En este ttabajo se recupera la representación monumental como vía de acceso al
estudio de la construcción de las imágenes de la patria a través de los debates vincu-
lados a la erección de un monumento a la bandera argentina en la ciudad de Rosario.
en un largo período que va de 1870 a 1940.
Se mtenta demosuar que para este caso la planificación de una pedagogía patriótica
y la representación icónica de la nación fueron fenómenos que excedieron los mar-
cos del Estado. para relacionarse especialmente con una serie de cuestiones como la
constitución de campos artísticos, la fonnación de identidades locales y debates po-
lítico-culturales de más amplio alcan~é.

Palabras clave:
Monumento - Nacionalismo - Pedagogía patriótica - Disputa simbólica- Campo
artístico Identidad local.

Abstract:
The monumental reprcsentations are employed asan uscful approach in order lo
studying the construction of images ofNation by analysing the discussions about the
building of a Monument to lhe Argentinean flag in Rosario city. through a long
pcriod from 1870 to 1940.
In this case the organisation of a patriotic pedagogy and iconic representation of
Nation weren 'tjust State affairs, but problems that in volved a group of questions
such as the constitution of artistic fields. the making oflocal identities and wide-
ranging politic and cultural struggles.

1 Este trabajo se produjo en el marco del Taller de las Mentalidades de la Facultad de Humanidades
y Artes de la U.N.R. bajo la coordmaci6n de. Eduardo Hourcade, a quien debemos valiosas opi-
niones y sugerencias. Agradecemos particularmente la colaboración de María Eugenia Gantus y
Eugenio GonLálcz en la'i primcra5 etapa'i de la investigación.

- 299-
R ovtRA. L.. R oLoA:-;. D. y M ARlfNEZ. 1.. «La Patria ...--

KeyWords:
Monument - Nationalism- Patriotic Pedagogy - Symbohc Strugglc- Artistic Field -
Localldentity

- 300-
prohlstorla 3 - 1999

la hora de mencionar un símbolo de la identidad rosarina, pocos dudarían en referirse

A al Monumento a la Bandera. Desde su inauguración en 1957. recuerda a vecinos y


visitantes que a Rosario también le corresponde un lugar en la gesta de la Patria. En
sus barrancas Manuel Bclgrano mandó izar en 1812 por primera vez la Bandera Ar-
gentina. Singular privilegio para lo que. en aquel cmonces. no pasaba de ser un modesto
caserío, donde nada insinuaba aún el veniginoso crecimiento que protagonizaría hacia fanes
de siglo XIX y principios del XX. al calor de la activación que el modelo económico
implementado a partir de la década de 1880 significaría para esta ciudad.
Sin duda, desde la óptica de una historia tradicional orientada a construir un pasado legí-
timo para la nación, el alumbramiento de la bandera pauia no es un acontecimiento menor y
mereció un respetable Jugaren los viejos manuales de historia argentina. Dentro del mismo
marco. se multiplicó la construcctón de estatuas y demás referencias monumentales a los
grandes hitos de la historia nacional. Proceso que, indudablemente, en su conjunto merece
una particular indagación. Pero la erección. a fines de los años 1950s. de una obra de las
dimensiones físicas del Monumento a la Bandera; de un edificio que en su simbolismo tras-
ciende con mucho el acontecimiento que conmemora, pretendiendo condensar los valores de
la Patria toda. difícilmente pueda entenderse íntegramente si se la considera sólo como una
manifestación más de una política de pedagogía patriótica que. por otro lado. había transitado
ya hacía algunas décadas su etapa más dinámica.
El estudio de las arduas y cambiantes discusiones que giraron en tomo a este proyecto, la
consideración de las diferentes propuestas estilísticas, de los actores que ocuparon la escena de la
ctiscusión en sus ctiferentes etapas, de los argumentos que esgrimían, del ambiente cultural
imperante en cada momento -en síntesis. un análisis de las circunstancias y factores que incidie-
ron en estos debates- nos brindó la oportunidad de comprobar que alrededor la definición de un
elemento simbólico como un monumento pueden girar y colisionar una serie de intereses, cuyo
horizonte no se limita a la conmemoración pomposa de las grandes fechas de la historia nacional.
De esta manera el problema del monumento podría vincularse con una serie de temáticas
que-durante la última década-comenzaron a tratar algunos investigadores argentinos bajo el
estímulo de las producciones de sus colegas europeos preocupados por la construcción de
identidades nacionales en los procesos de conformación de los estados modemos.1 Es desde

Para el campo historiográfico europeo Cfr. OZOUF, Mona La Jete rél·olutionnaire 1789-1799,
Gallimard, París 1976: HOBSBAWM. Eric y RANGER, T. The invenrion oftradition, Cambridge
University Press, 1983; AGULHON, Maurice Historia Vagabunda. Etnología y Política en la Fran -
cia Comemporánea, Instituto Mora. Méltico 1994; NORA. Pierre (Comp.) Les Lieux de mémoire.
Gallimard, París 1995. En la histonografía argentina Cfr. BERTONL L. "Construir la nacionalidad:
Héroes, Estatuas y Fiestas Patrias. 1887-1891", en Boletín de/Instituto de Historia Argeniina y
Americana Dr. E. Ravigniani. W 5. Bs. As., 1992; "Soldados. g1mnasLas y escolares. La escuela y
la fonnación de la nacionalidad a fines del siglo XlX'', en Boletfn del instituto de HIStoria Argenrimt
v Americana Dr. E. Ra1·igniani. W 13, Bs. As. 1996; GORELIK. Adrián "La Belleza de la Patria.
Monumentos. nac1onahsmo y espacio público en Buenos A1res", Mimeo 1997.

- 301 -
RovtRA, L. Rm .OÁN, U. y MARTfNEZ, r.. <<La Patria ... >•

esta clave que se abordaron los discursos, las prácticas y las instllu<.:wncs que fueron con<.:cbi-
das para manifestar y difundir pedagógicamente un sentimiento pamólico entre las nuevas
muchedumbres argentinas. Especial lugar merece en este proceso la elaboración de una histo-
ria nacional. con sus próceres y acontecimientos fundan tes, que reflejaba el desarrollo de una
serie de características inherentes a la esencia nacional a lo largo del tiempo. El rol que cum-
plieron los monumentos en la oficialización de una historia de este tipo ha sido destacado en
estos estudios.
En esta comunicación nos interesa demostrar que las disputas en tomo a la~ imágenes del
pasado plasmadas en un monumento. lejos de pertenecer exel usivarnente a la esfera del Esta-
do nacional, podían in volucrar actores diversos con intereses ~spedficoll y cuya presión podía
resultar ampliamente efectiva a la hora de impedir o promover este llpo de iniciativas. La
larga serie de discusiones que prologa la construcción definitiva del Monumento Nacional a
la Bandera en la ciudad de Rosario. nos brinda un terreno fénil para tratar este tema.
De este modo, recuperamos una historia que comienza en la década de 1870. En efecto. a
pesar de su concreción tardía, la construcción de este monumento es un proyecto cuyos oríge-
nes se remontan al último cuarto del siglo pasado. Numerosas circ unstancias impidieron du-
rante casi setenta años llevar la iniciativa a buen ténnino.
La primerd propuesta para conmemorar monumentalmente a la ins1gn ia patria fue enca-
bezada por el ingeniero Nicolás Grondona a principio de la década de 1870. El proyecto que
se elevó al Consejo Deliberante de la ciudad de Rosario preveía la construcción de dos monu-
mentos. uno en cada orilla del río Paraná, donde se suponía que Manuel Belgrano hahía
dispuesto el emplazamiento de las Baterías Independencia y Libenad en 1812. Los fondos
provinieron en su totalidad de suscripciones locales. sin contar con el apoyo financiero de
ningún ente estatal. Sólo se Uevó a ténnino la primera pane: un modesto obel1sco emplazado
en la Isla Espinillo. Éste. en 1878. fue arrasado por las aguas. En 1898 se colocó la piedra
fundamental para la erección de otro monumento que, en esta ocasión. sólo se levantaría en la
ribera rosarina. La Comisión Popular que tomaría en sus manos la dirección de la obra se
constituyó en 1903. Al año siguiente logró obtener un subsidio de la nación para solventar los
gastos.
A fines de la primera década del siglo XX el proyecto de monumento a la handera ingresó
en la órbita del estado nacionaL en el contexto de la~ obras inic iadas para la celebración del
Centenario de la Revolución de Mayo. La Comisión del Centenario encargará la confección
del mon wnento a la artista tucumana Lola Mora Innumerables demoras y objeciones imposi-
bilitaron la concreción de este proyecto. Una de las primeras dificultades con las que tropezó
tuvo lugar en 1911. cuando un vocal de la Comisión del Centenario observó serias divergen-
cias entre las fotografías de la maqueta aprobada y las que se habían recibido. Esto derivó en
un ajuste en las obras y una posterior supervisión. Al reincidir en el cuesuonamiemo de la.c¡
escultUias. que se d10 en el momento en que se debía abonar la tercera cuota a la artista. ésta
- apoyada en la novena cláusula del contrato- rechazó el pedido de ajuste a las obras. La
cuestión se sometería a arbitraje y. luego de varios contratiempos que impidieron su concre-
ción. la Dirección General de Arquitectura decidió revocar el contrato con Loln Mora. Pero en
- 302 -
prohlstorlo 3 - 1999

octubre de 1913, se llevó a cabo el arbitraje. que resolvió la prosecución de la obra. En 1925.
al desembalarsc las partes del futuro monumento. se presentaron nuevos problemas. La Comi-
sión Municipal de Bellas Artes de Rosario planteaba una rotunda disconformidad estética con
el trabajo realizado, alegando que no poseía valor artístico alguno; según su óptica, este pro-
ducto era ..... un conglomerado de figuras de pésima concepción no ejecutado por artistas.
sino por ineptos oficiales marmoleros. ··• La Comisión Popular Pro Monumento a la Bandera,
en octubre de ese año, rescindirá definitivamente el comrato. alegando la falta de entrega de la
obra finalizada en el tiempo estipulado. y una duda persistente sobre los méritos artísticos del
grupo escultórico que arribó a Rosario. Al declararse la nulidad anistica de los modelos, se
decretó el peregrinar de estas obras extendido por más de sesenta años.J
La misma Comisión Popular Pro Monumento Nacional a !aBandera, que se había confor-
mado en 1923 y que en 1925 confinnóla rescición del contrato con Lola Mora, impulsó hacia
1928 un concurso internacional para la presentación de proyectos. La experiencia no llegó a
concretarse tras ser objetada por grupos corporativos de artistas nacionales. que obtuvieron el
apoyo del Presidente Alvear.
Finalmente, en 1939 se sustancia un concurso restringido aJ ámbito nacional del que
resultará ganador el proyecto "Invicta". del grupo compuesto por los arquitectos Alejandro
Bustillo y Angel Guido, en conjunto con los escultores Alfredo Bigatti y José Fioravanti. Las
obras del monumento se extendieron desde 1940 a 1957 sufriendo en dicho proceso sucesivas
interrupciones.
Sin embargo. pese a todos los contratiempos y frustr.lciones. Rosario finalmente dispuso
de un hito que lo vinculara a un pasado distante y noble, a un origen ubicado más allá de su
prosperidad de ciudad-puerto cosmopolita y mercantil.

El debate por la representación patriótica. Una interpretación de las discusiones.


Haciendo una primera lectura del proceso se puede advertir que el proyecto, que en su
origen surge como preocupación exclusivamente en el ámbito loca], se transfonnará en una
empresa de índole nacional, cspccialmen te desde el momento en el que el Estado decide finan-
ciar la construcción arrogándose el derecho de escoger el artista que se hará cargo de la obra.
En este sentido. el caso del monumento a la bandera constituye un ejemplo más de un am-
plio movimiento de producción de símbolos patrios conducido desde el Estado en la coyuntura
de exaltación oficial de una nacionalidad planificada. Un aspecto de esta iniciativa fue denomi-
nada por Adrián Gorelikcomo "Pedagogía de las estatuas"s. Consistía básicamente en nacio-
nalizar un espacio urbano que se había tomado cosmopolita al calor de la modernización de

/bid ., p. 105
ROVIRA. R. "Lola Mora. El Monumento defenestrado", presentado en el marco del 1 Encuentro
Seminario!) de TrabaJo. Centro Cultural Parque de España Área de ln\C!)tigación y Documenta-
ción H1stónca, Mimco. Rosario 199R.
GORELIK. Adnán La Grilla.\ el Parque, UNQ. Bs.As. 1998.

- 303 -
RoviRA, L.. RuwA,, D. Y MARliNEZ, 1.. ••La Patria ... »

fines de siglo. diseminando en la ciudad íconos que materialit..aran el espíritu nac10nal a partir
de la representación de la gesta patriótica. Esta necesidad era apuntalada por una serie de inte-
lectuales. en su mayoría pertenecientes al mundo de las letras, que consideraban la empresa
como un aspecto más de la invención de una tradición para la joven nación6 •
En tal contexto, las objeciones hechas al trabajo de Lota Mora. y algunos de los personajes
que las plantean insinúan, ya sobre finales de los años 191 Os. un escenario mucho más com-
plejo en el que la tarea de una producción simbólica de la nación desborda la esfera del Estado
para involucrar a diversos actores que comienzan a esgrimir enunciados y conceptos sustenta-
dos en novedosas apoyaturas.
En la consulta que la Comisión Popular Pro Monumento Nacional a la Bandera. en el nño
1926. hizo circular entre quienes se consideraban habilitados para opinar sobre la manera en
que debía ser construido un monumento a la patria, para definir los fundamentos ideológicos
y estéticos que debían orientar a los artistas que participaran del concurso. comienzan ahora a
contarse escultores que actúan a través de instituciones de carácter gremial que los represen-
tan. De esta manera, junto con personalidades de la Iglesia. como el Obispo Bazán y Bustos.
de los círculos militares como el General Pablo Richieri. y de las letras. como Leopoldo Lugones
y Carlos Aldao. fueron consultados también La Junta de Historia y Numismática de Buenos
Aires,la Comisión Nacional de Bellas Artes, la Comisión Municipal de Bellas Artes de Rosa-
rio y el Rector de la Universidad del LitoraL Dr. Pedro Martínez7 •
Los consultados revocaron. acordaron y disintieron con las diversas proposiciones de la
Comisión y a ella elevaron sus opiniones, las cuales merecen un análisis particular. A Juicio
de estas instituciones y ciudadanos ilustres, una de las condiciones que debe reunir el Monu-
mento. y que hace su aparición de modo recurrente. es la grandiosidad. que tambtén se halla
en las directrices emanadas de la Comisión. Alrededor de este problema se oponen dos mira-
das: una representada por la mentada Comisión que nos remite a la idea de un '"Másul Mons-
truo"• y otra rastreableen las posturas de la Junta de Historia y Numismática Americana. así
como en el Director del Museo Nacional de BeUas Artes. el señor Cuperüno del Campo. y en
el Obispo Bazán y Bustos. Sus proyectos. si bien abogan por la grandiosidad. reniegan de la
erección de un mástil monstruo. aduciendo que éste podía convertirse en una muestra de des-

6 S ARLO. Beatriz y ALTAMlRANO. Carlos ·'La Argentina del Centenario: Campo intelectual, vida
literaria y temas ideológicos", en Ensayos Argentinos. De Sarmientn a la \'ang11ardia. CEA L. Bs.
As. 1983.
A continuación detallamos en extenso la nómina de consultados: Junta de Histona y Numismática
de Buenos Aires (Ricardo Lcvene. Antonio Dellepiane, Luis Mllre): Due<.:tor del Museo Históncu
Nacional (Antomo Dellepiane); ComJsíón Nacional de Bellas Artes (Martín Noel), DITecctón del
Museo Nactonal de Bella:. Artes (Cupertino del Campu); Coml!>tón Mum.:tpal de! BI!Jia, Artes d<.'
Ro sano (Fermín Lejarza): General Pablo Richieri: Teniente Coronel Juan Beverina: Obispo Abe!
Bazán y Bustos: Presbítero Norbeno Cabrera: Rector de la Universtdad del Litoral (Dr. Pedro
Martínez). Sr. Leopoldo Lugones. Dr. Carlos Aldao.
• Ob. C11. p. 120

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prohlstorlo 3 - 1999

treza técnica y de pericia arquitectónica. pero no sin correr el riesgo de perder la armonia. y la
JUSta medida. cualidades que. a su juicio, debía guardar todo monumento que mtentarn repre-
sentar fielmente a la Nación Argentina. Esta no fue la única cuestión en disputa , el tema deJ
monumento también provocó VISiones encontradas. los polos de la antinomia eran, por un
lado. "La Bandera .. como motivo excluyente del Monumento (posición del Dr. Carlos Aldao);
por el otro ··La Nación·· relegando el motivo anterior a un segundo plano. A esta idea adscri-
bían el director del Museo Nacional de Bellas Artes, la Junta Nacional de Historia y Numis-
mática Amencana, y el General Richieri, este último argumentaba que el referente central de
la construcción debía ser la Nación. en razón de que esta era el motivo en que se inspiraba la
Bandera y a quien representaba.
Símbolos como obeliscos y arcos de triunfo. fueron rechazados de plano por diversas cau-
sas: unos adujeron que eran símbolos de conquista y poder ajenos a esta nación pacífica y que
se planteaba como receptora de la inmigración, mientras otros referían que cualquiera de estos
motivos menoscababa la idea de conjunto arquitectónico-escultórico. ya que se trataba de
referentes aislados respecto de la composición orgánica de sentido que pensaban que debía
tener el monumento. La petición de "originalidad" Uevada adelante por la Comisión recibe
importante eco. aunque en algunas opiniones, como es el caso del Obispo Bazán y Bustos o el
de Cupertino del Campo (Dir. del Museo Nacional de Bellas Artes), este juego de ida y vuelta
se halla distorsionado por la recurrente alusión al arte clásico, templetes y columnatas, y al
estilo de que es representante el monumento de Víctor Manuelll9 •
U~ función pedagógica del monumento es aceptada muy ampliamente; por taJ motivo
tomamos nota de las opiniones que vertieron los protagonistas a este respecto. Para el rector
de la U.N.L. la altura del monumento se constituirá en el tránsito apropiado para poner al
ciudadano en contacto con los más altos valores e ideales de la Patria. Por su parte el Obispo
Bazán y Bustos propugna que el granito mismo se convierta en libro ..... Biblia de piedra que
simboljce la historia del país a los rudos e ignorantes ojos ... " 10 • El Doctor Carlos AJdao
proponía que se labraran en piedra inscripciones donde se reflejaran los hechos fundamenlales
de la Nación. La exhortación "Argentino ¡Aquí fue izada tu primera bandera que los ejércitos
libertadores llevaron triunfantes hasta el volcán de Pichincha y los campos de 1tuzaingó en los
grandes días de la patria.¡ Inclínate y pasa!'' 11 • es una suerte de llamado de atención aJ ciuda-
dano en el proceso de imposición de una liturgia secular marcada por el culto a la Patria.

9 Gorelik señala que el concurso presenta dos contradicciones en el desarrolJo de una cultura técnica
y artística pcrifénca. La primera es la que existe en la relac16n que se establece entre la calidad de
la obra y el gemo del artista (obra encargada) y un grupo que se preocupa por la instauraciÓn de una
legitimidad disciplinar avalada por concursos. La segunda" ... es la contradicción del prestigio otor·
gado por un concurso internacional ... y el nacionalismo que preside por defmictón las iniciativas
monumentales, contradicción que ya había generado escándalos de magnitud en otros países como
en el caso del monumento a Yitorio Emanuelle." GORELIK. Adrián La Grilla . p. ~29.
1
'' Oh. Ca. p. 12~.
11
Ob. Cll. p. 140.

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RovtRA, L.. RoLDAN, D. Y MARTI~EZ, l., «La Patria... »

En otro plano, los actores del diálogo ideológico, Aldao. del Campo y Martín Noel (Comi-
sión Nacional de Bellas Artes) hablan en defensa de la nacionalidad, utilizando algunos tópi-
cos del nacionalismo cultural'2 • El Dr. Aldao advierte. siguiendo a Lugones en Piedras
U minares (como ya lo hiciera en el debate del centenario en tomo a la remoción de la pirámi-
de maya). que el granito necesario para la construcción. además de ser todo el que se pueda
transportar hasta el lugar de emplazamiento de la construcción. tiene que ser exclusivamente
argentino, mientras los restantes, y con particular énfasis Martín Noel, destacan la necesidad
de gestionar un concurso donde sólo sean recibidos los proyectos formulados por artistas de
nacionalidad argentina. para así poder expresar -en palabras del propio Noel- el más alto
sentimiento patriótico inhallable en cualquier extranjero.
La apertura de estos debates a nuevos actores, tanto individuales como fundamentalmente
institucionales, fue uno de los problemas centrales que ocluyeron la posibilidad de asignación
de la obra a los participantes del concurso efectuado entre Mayo y Agosto de 1928. La com-
posición del jurado fue la primera arena de batalla. La Comisión Nacional de Bellas Artes.
con Martfu Noel a la cabeza, peticionó una mayorrcpresentación , que luego de algunos deba-
tes fue obtenida.
Pero la discusión más ardua y determinante giró en tomo a la nacionalidad de los partici-
pantes del concurso. en este sentido, se oponían tajantemente a una convocatoria intemacio-
nal,las entidades en las que podían hacerse oír los artistas nacionales: desde la Sociedad de
Artistas Argentinos, pasando por la Comisión Nacional de B~llas Artes hasta llegar al Minis-
terio de Obras Publicas, dirigido por el ubicuo Martín Noel. Este último había participado
JUnto a Angel Guido y otros en la fundación de la histona de la arqwtectura hispanoamerica-
na que en el clima nacionalista de los años veinte debía as umir la construcción de una tradi-
ción artística que avalara un estilo genuinamente nacional 0 . Tarea que además de formar
parte del proceso de institucionalización de la disciplina de la arquitectura•~. debía colaborar
en la empresa pedagógica destinada a formar la argentinidad plasmando en los sólidos y per-
durables materiales con que se construyen las ciudades una estética donde se condensaran la
historia y la esencia de la patria.
La teoría de la síntesis postulada por NoeJ estaba sostenida por ejemplos arquitectónicos
en los que halla el cruzamiento de influencias del Barroco Andaluz y otras de raíz precolom-
bina En esta mezcla15 Noel descubre lo genuino, lo que define al arte hispanoamericano, y

12 Para el concepto de "nacionalismo culturar' Cfr. SARLO y ALTAMIRANO. Ob. Cit .


u ADAGIO. Noemí "La historia de la arquitectura Hispanoamericana. Martín Noel entre l9J 9 y
1932". Mimeo. Ro sano 1997.
" Angel Guido es reconoctdo como uno de Jos fundadores de la carrera de arqu1tectura denlro de la
U.N .L. y fue el principal promotor de la incorporac16n de la Historia de la Arqu11ectura como
matena obhgatona en la currícula de la carrera.
IS Que Gorelik denomina ·•oxímoron" o "máscara verdadera·· en alusión al neo-colonial. Crf.
GORELIK. Adnán La Grilla ..

-306-
prohlstorla 3 - 1999

que sólo podría ser ejecutado por un representante del arte nacional. capaz de relacionarse
más directamente con las fuerzas telúricas que hacen las veces de musas en la creación artís-
tica direccionada por el mencionado estilo. El argumento que estos gmpos intentaban impo-
ner esgrimía que un artista extranJero por más destreza técnica que lograra demostrar. poco
sabía de la nación que le tocaba en suerte representar. Imposibilitado para contactarsc con
aqueUns fuerzas telúricas de la región, que debían hacer las veces de musas para quien inten-
tara imprimir la patria en piedra, sólo podría moldear símbolos europeizantes carentes del
estilo capaz de hacer penetrar en las almas aquel sentimiento patriótico que estos intelectuales
nacionalistas reclamaban como propiamente argentino16 .
Por su parte, la Comisión Popular Pro Monumento Nacional a la Bandera compuesta por
ilustres rosarinos y coordinada por el lng. Ramón Araya, sostenía la conveniencia de abrir el
concurso a la participación extranjera, puesto que de esa manera se aseguraría la consuucción
del más grande y original monumento de la Nación. Esta finalidad irrenunciable. en una ciu-
dad que. como Rosario. no contaba con edificios de gran porte que recordaran un pasado
digno, no podía reparar en cuestiones menores. tales como la nacionalidad de los artistas.
Es evidente que aquf se despliega un abanico de problemas que interesan a nuestro análisis.
Uno de los más importantes es la gestación de un tipo arqujtectónico y escuhórico avalado por
una historia del arte argentino que se remontaba al periodo colonial, a los fines de establecer
largas continuidades sobre cienos rasgos estiüsticos defmidos como auténticamente naciona-
les17. Operación que venía llevándose a cabo desde fines de la primer década del siglo y que
había logrado un importante grado de penetración en los círculos artísticos de la Capital Federal.
En el surgimiento de este movimiento y de su tendencia a monopolizar los criterios de la expre-
sión artística argentina, es posible hallar algunas causas de las recusaciones al valor artístico del
modelo de Lola Mora. De este modo. las organizaciones que en los años veinte tomaron cuerpo
institucional (como la Sociedad de Artistas Argentinos) y el núcleo ideológico del nacionaJjsmo
artístico, eran dos elementos de un proceso que podría caracterizarse como la constitución de un
campo artístico, que se expresaba en la asignación de ciertas reglas estilísticas reflejadas en la
profusa producción ligada a la búsqueda de las raíces nacionales de la arquitectura, y conjunta-
mente a la aparición de instituciones convocan tes tanto para arquitectos como para artistas11 • En
esta dirección. el concurso para la erección del Monumento a la Bandera parecía ser la ocasión

16
MARTINEZ, Ignacio "Una encamación arquitectónica del espíritu de la Patria. Angel Guido y el
Monumento Nacional a la bandera", presentado en el marco del 1Encuentro Seminarios de Traba-
jo, Centro Cultural Parque de España Área de Investigación y Documentación Histórica, Mimeo.
Rosario 1998.
17 ADAGIO. Noemi «¡Hay que salvar a la arquitecrura que se hizo atea! Angel Guido y su apuesta a
la dimensión artística de la disciplina", en Block, N° 1, 1997.
1
' ROLDÁN, Dtego "El Monumento a la Bandera en 1928. Un debate en tomo a Jac; imágenes de la
patria". presentado en el marco del I Encuentro Semmar10s de Trabajo. Cenrro Cultural Parque de
España Área de Investigación y Documentación Hlstórica. Mtmeo, Rosario 1998.

-307-
RovJRA, L.. RoLDÁN. D. Y MARTINEZ, l. «La Patna ... >>

propicia para plantar estandanes de lucha en pro de la participación de los artistas agremiados.
opuestos al grupo de extranjeros que pretendía hacerse «ilegítimamente» con la obra.
Entre mayo y septiembre tendrá lugar una contienda irregular en cuanto a su virulencia
entre los artistas argentinos y la Comisión PopuJar. cuyos intereses coincidían circunstancial-
mentecon los de los invitados extranjeros. El Estado Nacional, en la figura de su presidente
Alvear, oficiaría en un principio de árbitro para lentamente tomar partido por una de las fac-
ciones. Como anticipamos, Alvear será quien tenga la úJtima palabra. El Decreto de lnitio de
agosto de 1928 proclamará desierto el concurso. en acuerdo a los intereses de los artistas
argentinos que objetaban su carácter internacional, y destituirá a la Comisión Popular Pro
Monumento Nacional a la Bandera de todas sus funciones. Completando de esta manera en el
plano institucional, una operación descalificadora que había sido expresada, primero. en el
plano de las construcciones simbólicas.

Como se ha visto, durante las discusiones de 1928. surgen actores e intereses encontrados
que permiten relacionar el surgimiento de un grupo de artistas locales, una incipiente corrien-
te de pensamiento cultural y políticas del estado. De esta manera. se podría enriquecer la
comprensión del fenómeno de construcción de una identidad nacional dentro de la que estaba
inmersa la ya citada "pedagogía de las estatuas".
El caso del '28, evidencia que la configuración de una simbología nacional no fue , un
proceso unívoco, sino que implicó contiendas entre imágenes de la patria enfrentadas. Estas
reflejaban las oposiciones entre diferentes actores que no se circunscribían únicamente aJ se-
lecto grupo cultural abocado al debate, ni a los agentes estatales. La discusión fue llevada a la
opinión pública por el diario "La Capital" de Rosario, que tomó posición por el carácter
internacional del concurso. Se abre a partir de aqui una interesante veta que suma una faceta
más a las discusiones que refieren aJ Monumento.
Como se insinuó más arriba, Rosario era una ciudad reciente. A diferencia de las otras dos
grandes urbes argentinas. Buenos Aires y Córdoba, poco y nada la vinculaba a los grandes
sucesos y personajes de la epopeya de la Independencia y construcción de la Nación. Esta falta
se fue haciendo más patente desde principios de siglo, a medida que el clima de ideas se volvía
cada vez más hostil a los signos de la modernización que había ubicado a Rosario entre los
principales centros urbanos del país. La imagen de una ciudad desprovista de sentimiento
patriótico. que cargaba con el estigma de su origen cosmopolita y mercantil, se veía agudizada
por la alta proporción de inmigrantes que la poblaban. por el eclecticismo extrc:llljerizante de
su arquitectura, por carecer de una fundación claramente historizable 19 , por no contar con
estructuras arquitectónicas y monumentales de larga data que pudieran oficiar como lugares
de la memofia1°. En estas circunstancias, no es de extrañar que desde temprano se rescatara el

19 Cfr. BARRJERA, Darío «La Huérfana y las Vúgenes: entre blancos, indígenas y arroyos», Mimeo.
Rosario 1994.
~ú El concepto de <dugar de la memoria» es tomado de: NORA. PierreLcs /ieiL\' de mémoire. Gallimard.
París 1997.

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prohlstorlo 3 - 1999

acontecimiento protagonizado por Manuel Belgrano como el mito fundacional de la ciudad.


Rosario. se dice. es la "Cuna de la Bandera". En el escudo municipal, una de las figuras que
más se destacan es una bandera argentina empuñada por un brazo que surge desde las barran-
cas del Paraná. La persistencia del proyecto a través de setenta años de sucesivos fracasos
puede deberse en parte a esta necesidad: el Monumento a la Bandera fue. aún antes de su
construcción. un símbolo de identidad municipal y no sólo nacional. Teniendo esto en mente
es posible comprender por qué el diario "La Capital .., en 1928, presentaba ante los lectores
rosarinos la impugnación de la Sociedad de Artistas Argentinos al carácter internacional del
concurso, como un ataque a la ciudad y a sus habitantes:
"La universalidad del concurso es inobjetable y las circunstancias reclaman de parte de la
Comístón Popular Pro Monumento a la Bandera una conducta enérgica que desbarate los
planes que pretenden hacer fracasar el concurso. infiltrando en la constitución del jurado mó-
ví les paniculares y tendenciosos"
" ... el pueblo de la República sabrá también que donde creyó hallar desapasionados jueces
de arte sólo se encuentran beligerantes que se expresan en una febril campaña gremial.'-2 1

Desde el mismo punto de vista, concibió como una amenaza las pretensiones corporativas
de los artistas argentinos el presidente de la Comisión Popular pro Monumento, Ramón Ara ya.
que sostuvo la necesidad de un concurso internacional, con la intención de no privar a Rosario
de la posihilirlad de contar con " ...el primero de los monumentos del país"22 ide.ado por los
mejores artistas del mundo. En la discusión que mantuvo Antya con los artistas agremiados se
enfrentaron dos concepciones diferentes de la relación que debía mantener el sentimiento na-
cional con sus formas de expresión artística El argumento de aquél queda claro en esta cita:
"¿Quién puede aftrmar que el nacimiento necesariamente da patriotismo y quién puede
afmnar capacidad y genio por haber nacido en un territorio? El nacimiento respecto de
algo: política, por ejemplo. implica la existencia de un culto por un conjunto de accio-
nes históricas, que sirven para constituirlo en escultura( ... ) En arquitectura, no basta
llamar estilo "nacional" al estilo ..colonial'' o "virreina!". porque de hecho ser taJes
reniega del nacionalismo. •'2J

·· ... cuando cualquiera se asoma a los talleres de los artistas asociados los observa ....
Copiando el arte griego. copiando el arte italiano, etc. etc. para ofrecerlo como arte
argentino. lo que revela que la gestión de la Sociedad de Artistas Argentinos es de
negocio, tratando de adjudicarse el monumento a la Bandera, por medios reprochables
... Repugna al patriotismo el ser empleado para un propósito gremial. '024

21
La Capital, Rosario. 20 y 2lde mayo 1928.
22 ARAYA, R. Recopilación de la actuación de la Comisión Popular Pro-Monumento Nacional a la
Bandera. Rosano.S/E. S/F. p. 162.
n Ob. Crt. p.!61.
2~ /bid.

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RovutA, L .• RoLDA~\, D. y MARTI!'>EZ. 1.. «La Patria .....

"El patriotismo, exige que el monumento no sea obra de círculos. nt de favontos. Exige
también que la capacidad del artista se adapte al monumento y no que el monumento se
adapte al arttsta. ··:!.S

Si bien el carácter conflictivo del concurso del '28 generó una respetable cantidad de
documentos donde es posible rastrear, como hemos visto.las diferentes posiciones sobre este
tema, en el caso del otro hecho emergente y definitivo del ciclo de intentos de construcción del
Monumento Nacional a la Bandera. que es el concurso que se sustancia en 1939.1as fuentes
no muestran un debate en el clima de ideas que rodea a este acontecimiento. Así es que en las
bases oficial izadas para este concurso, las condiciones excluyentes para la presentación de
proyectos no son puestas en cuestión. Estas diferencias con respecto a la instancia de 1928 nos
hablan de un conjunto de cambios dentro del ambiente artístico en lo que hace a pautas de
legitimación. a la posibilidad del acceso a la representación de la patria. a la sanción de crite-
rios de autoridad respecto al arte patriótico. A priori, la ausencia de debate podría hablar de la
constitución de un campo de artistas argentinos cuya solide1. se expresaba en la facultad ex-
clusiva para plasmar la imagen de la nación.

Conclusiones
Dado el grado de avance en que se halla la investigación. nos interesaba destacar en esta
oportunidad más sus posibilidades que una explicación acabada. Sin embargo. creemos poder
sostener que partiendo del estudio de un objeto concreto de pleno carácter simbólico como el
Monumento a la Bandera, pueden generarse inquietudes e hipótesis que promueven una in-
vestigación más amplia. De nuestro estudio se desprenden algunos ejes que merecerían una
indagación más acabada: las transformaciones que un ambiente cultural imprime a la temáti-
ca del naciOnalismo y las prácticas que lo exprcsan.la consutuc1ón de un campo artístico. las
instituciones desde las que actúa, sus elementos característicos. sus criterios de consagración,
sus ruveles de autonomía y capacidad de presión, y el peso de la evocación histórica en la
construcción de una identidad municipal o local. Pero el fenómeno del Monumento a la Ban-
dera, dispara también reflexiones sobre lajerarquízación de la planta urbana en func ión del
rol que cumplen los hitos arquitectónicos en la atribución de sentido del espacio. sobre los
usos que diferentes actores hacen de estos elementos en tanto espacios públicos. apropiándose
de los mismos en forma diferencial. sobre la capacidad del Estado para pautar las actividades
que se desarrollan en esos espacios, entre otras problemáticas.
En conclusión, se podría afirmar que en tomo a la existencia material del Monumento a la
Bandera. pueden rastrearse una serie de fenómenos muy amplios que se toman visibles de
acuerdo a la perspectiva analítica que se adopte. En esta ocasión escogimos tratar algunos
capítulos de su génesis desde el plano simbólico. convencidos de que ésra es una de las varias
miradas que pueden proyectarse sobre un objeto de las características del monumento.

~S Ob. C/1. p. 162.

- 31 o-
prohlstorla 3 - 1999

,_,
re senas

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prohlstorlo 3 - 1999
BOURDIEU, Pierre Meditaciones pascalianas. Anagrama, Barcelona 1999, 232 pp.

Invocando a Pascal y su crítica de las vanidades Pierre Bourdieu se propone realizar a


una crítica de lo que llama la "razón escolástíca··.entendiendo ésta como el conjunto de dispo-
siciones estructurantes estructuradas (Habitus) propio de las ··scholae", hábitos adquiridos
en los años de estudio, dinámica del mundo intelectual. funcionamiento de las grandes escue-
las, distanciamiento de la realidad, sobrevaloración de la razón epistémica etc.; una crítica de
la "doxa.. producida desde la escuela. La supuesta objetividad e indiferencia del sociólogo.
del antropólogo ... del filósofo, la relación distante con las cosas y las palabras, sería el produc-
to de la dinámica propia del campo y no de un trabajo sobre sí mismo basado en la ascética del
estudio: "la ignorancia de la ignorancia de las condiciones sociales y económicas" que hacen
posible el aislamiento en el que se produce el"estudio'', así como su colocación fuera del
tiempo cotidiano y por encima de la sociedad. Convertir la capacidad para la distanciac!ón de
''lo real directamente percibido" en habitus, es el objet ivo básico de la "scholae".
P. Bourdieu se fundamenta en sus rrabajos sobre el campo cultural, cl''homo academicus.. ,
o sobre la educación para hacer esta critica, mostrando cómo se articulan el "juego" y la
"illusio" correspondientes a este campo. Repite el análisis de la lógica de los campos y del
/rabi tus como estructura estructuran te. base de su método sociológico. Este tenni na por afir-
mar la reductibilidad de todos los campos a una estruclllra formal que pennite la acumulación
de diferentes tipos de capital cuyo objetivo es la reproducción.
Tras sacar a la luz Las condiciones que pemúten 4ue se forme la pretensión de objetividad
y distanciamiento que se presentan como garantía de la labor escolástica se trataría de anali-
zar de forma realmente cíentifica la sociedad, manteniendo unidos indispensablemente el pun-
to de vista de los agentes y el pumo de vista sobre este punto de vista que es el del análisis de
escuela. que ya no puede considerarse al margen de la lógica que estructura todo el espacio
social. convirtiendose en una visión desde dentro y no desde arriba.
Después de esta crítica de la "doxa escolástica", que en realidad se reduce al primer tercio
del libro. encontramos una reafirrnación enfática de todos y cada uno de los presupuestos de
la sociología que Pierre Bourdieu viene desarrollando desde los años sesenta. Capítulo tras
capítulo asistimos a la reafirmación, apenas matizada (la inclusión del termino "illusio" y la
desaparición del cálculo en los ochenta), de teorizaciones pasadas. En este sentido, el defecto
fundamental del libro es la previsibilidad de lo que en él se dice: siempre es posible anticipar
el paso siguiente, se espera el ataque aJ filósofo "norrnal ien'', la descalificación de los "filóso-
fos-periodistas", la centralidad del estado en la dinámica de la dominación simbólica a través
del sistema educativo como aparato de reproducción: afirmación violenta de conceptos sin un
rcconsideracion seria de ellos, una especie de huida hacia delante, en la convicción de estar en
la verdad , que, sin jamas mencionar nombres, es también una especie de ajuste de cuentas
salvaje. Gran parte de las nueva~ líneas de investigación que se han afirmando en los últimos
años en el campo de las ciencias sociales francesas son descalificada~ sumariamente: la antro-
pología de las ciencias de B. Latour. el uso de la economía de las convenciones de L. Thévenot
y L. Boltanski.las nuevas rcconsideraciones sobre el don de A.Caillé. Los ejemplos se multi-
- 313 -
RESEN·\S.

plican y parece que Bourdieu cree que esta haciendo una autocríuca por el sim pie hecho de
mostrar la inanidad de lo nuevo.
El habitus, hecho más cuerpo (hexis) que nunca, se manifiesta en la llave maestm del
análisis social que permite explicarlo todo. Con él Bourdieu se sitúa en la posición privilegia-
da del que esta en el punto de cruce de la práctica y de la teoría mas allá del intelectuali smo y
del empirismo populista del "sentido común''. Defensa casi desesperada de una sociología
que dio sus frutos pero que muestra su agotamiento como aproximación global a la sociedad,
que no como fuente inagotable de instrumentos de análisis. P. Bourdieu no es en absoluto un
''perro muerto".
Desde esta perspectiva. todo pensamiento dentro de las ciencias sociales, que no sea el
del propio Bourdieu es escolástico por definición. Si solo hay una crítica posible, todo lo
que no entre dentro de sus presupuestos queda en el campo de lo denunciable. de la
autocomplacencia intelectualoide que no puede ver cuáles son las condiciones de posibilidad
de su pensamiento. Prueba de lo anterior es la siguiente cita. impagable por su sinceridad y
prepotencia, que espero justifique la parcialidad y el carácter fundamentalmente destructivo
de esta reseña: "Las ciencias sociales[ ... ] tienen el privilegio de poder utilizar lo que han
adquirido en el conocimiento del objeto {en particular de la teoría de la relación del habitus
y el campo) para conocer mejor al sujeto conocedor y. por lo tanto para dominar mejor los
límites (en especia] escolásticos) de sus operaciones de conocimiento del objeto." {p. 271 ).
No se puede expresar de fonna más clara la pretensión de constituir la esencia de la ciencia
crítica de todas las ciencias socia1es; los dos paréntesis se explican por sí mismos. Si Pasca1
tiene a Dios como garante último de su denuncia de las vanidades. Bourdicu tiene su propia
sociología como ojo de Dios desde el que hacer su crítica de la razón escolástica. Como ya se
ha dicho, el segundo considera que con su concepto de habitus se sitúa en el punto crítico.
entre práctica y la teoría. concepto que se construye sobre esa serie de palabras dobles que
proliferan en sus libros: lógica lógica, economía económica, pensamiento pensante, domina-
do dominante, estructura estructurante... En parte se pretende resolver el problema centra1
de las ciencias sociales, que es el de las relaciones de determinación. a través de juegos de
palabras. Y el habitus tiene mucho de malabarismo verbal (razón por la cual pocos han
conseguido utilizar este concepto con la habilidad con la que lo utiliza Bourdieu mismo), el
hecho de que en a1gunas páginas de su obra parezca a1go más que un instrumento sofisticado
de objetivación, deriva más de la escritura de Bourdieu. de su brillantez expositiva, de la que
se encuentran muchas muestras en este libro, que del rigor con el que está construido el
concepto.
Es preciso aplicar a Bourdieu la htstorización que exige para las ciencias sociales y la
filosofía; situar su sociología en su contexto de aparición, en el momento en el que se elabora-
ron de fonna esencial los conceptos teorico-prácticos que luego aplicó. Si tos conceptos de
habitus o de campo fueron decisivos en los años setenta y parte de tos ochenta se debió a que
pennttían ver una salida del panorama asfixiante que el estructrua1ismo de observancia estaba
creando en el ámbito de las ciencias sociales en Francia. Frente a la visión excesivamente
estable de la sociedad. al formalismo exagerado de aquel. el habitus y el campo como lugar
- 314-
prohlstorla 3 - 1999
donde se escenifican estrategias con el objetivo de acumular capital simbólico. ofrecían una
nueva perspectiva y la ilusión de salir del impasse al que se había llegado.
Con el paso del tiempo esta salida se ha mostrado como falsa, quizá la única pensable en
un contexto intelectual determinado, pero éste ha variado sustancialmente lo que permite
relativi7.ar y sobre todo a situar el valor de los conceptos mencionados. Ahora son pcnsables o
se intentan pensar otros caminos: la .. grandeur·· de Boltansk.i y Thévenot, los procesos
autoorganizativos deJ .-P. Dupuy, el actor-red de Bruno Latour, etc. Puede que estas también
conduzcan a callejones sin saltda, pero reafirmarse de la manera en que lo hace P. Bourdieu
solo conduce a la esterilidad, a la repetición. Afirma éste que es necesario hacer un trabajo de
"Aufklarung permanente de la Aufkllirung" sin matar el objeto de este trabajo; él no lo consi-
gue. Lo mata precisamente por que no es capaz de respetar su propia exigencia de mantener
juntas la perspectiva del agente y la perspectiva del sociólogo, de forma sistemática prevalece
su visón de sobrevuelo. que si no es escolástica en el sentido en que lo define Bourdieu Jo es
porque se ha convertido en escolástica herética; su afirmación de la ruptura epistemológica.
de la verdad absoluta de su discurso conduce a la anulación de la perspectiva de los agentes
que el cree respetar al definir el habitus como estructura estructuran te.

Pese a lo dicho hasta aquí. este libro se muestra necesario en un sentido: reclamar una
crítica de la soberbia del intelectual o del sociólogo. de su visión de águila sobre la sociedad
(la esquizofrenia de Bourdieu es indudable) que deriva de lo que en este libro se denomina
razón escolástica. de esa cultura libresca que tiene como premisas el aislamiento y la ignoran-
cia consiguiente de las condiciones sociales en que se produce todo pensamiento. Este libro tal
como esta planteando debe ser tomado como una crítica necesaria que es rechazada en el
mismo momento en que se realiza. especie de purgante necesario que se expulsa del cuerpo al
mismo tiempo que lo que combate: es el momento crítico lo que hay que conservar. La asun-
ción del carácter impuro de la "lógica escolástica" la cual es en parte necesaria desde el mo-
mento en que la distancia con respecto a la realidad que produce se muestra como indispensa-
ble para el análisis de la sociedad pero que es fuente de prejuicios, en el sentido estricto de esta
palabra.
Quien busque aquí un trabajo de sociología no lo encontrará. la invocación de Pascal es
irrebatible, este libro esta teñido de cierto jansensismo, de un míserabilismo desazonador. Al
tenninar su lectura lo que prevalece es su dimensión de meditación pero no el rigor de lo
expuesto. Lo que queda es la mirada oscura y la sinceridad de Bourdieu. En todo caso como
conciliar la idea de que todo acto de enmienda es vanidad con la incitación a la lucha de los
dominados que defiende, creo que eso jamás lo ha conseguido explicar.

CARLOS ÜTERO
prohlstorla

- 31 S-
ResE.NAs
, , ,
CARDESIN DIAZ, José María y RUlZ FERNANDEZ, Beatriz -coordinadores- An-
tropologÚl hoy: teorías, técnicas y tácticas, monográfico correspondiente al número 19
de Areas. Revista de Ciencias Sociales, Universidad de Murcia, Murcia 1999, 286 pp.

La inclusión en una revista especializada en historia de esta reseña, dedicada a un


monográfico sobre la antropología. no necesita hoy-<> al menos no debtera necesitar- jusufi-
cación alguna: la magnitud y la fluidez de los intercambios entre historiadores y antropólogos
lo acreditan suficientemente. Por otra parte. la convocatoria misma allana el camino, ya que
ha reunido a antropólogos. sociólogos e historiadores. Pero este monográfico tiene una pecu-
liaridad y es ésta la que se encuentra en el centro de la explicación de la presente reseña: sin ir
demasiado lejos, podría decirse que lo mismo hubiera ocurrido si el número hubiera estado
dedicado a la física, la ciencia política o el derecho, porque lo que llama poderosamente la
atención de este acierto editorial que nos brinda Areas en su número 19 no es otra cosa que la
provocación generada a partir de una actitud y de una fonna de concebir la relación entre la
disciplina y la sociedad.
« ... ya no estamos en el terreno de Jo exótico. todo es antropologizable». recuerdan - no sin
moti vos-los coordinadores. Pero no todo es antropologizable de cuaJquier manera. y lama-
nera que atraviesa los textos compilados. es fértil y sugestiva. Creo que el eje que da unidad a
estos trabajos va mucho más allá de una crítica a la posmodcmidad, denunciada como tópico
compartido en Las primeras páginas. Esta unidad tiene la virtud de no definirse solo en térmi-
nos negativos. como sucede muy a menudo - no nos une el amor, sino el espant(}- sino que
reposa en una práctica que se inclina decididamente asentir el pulso de la sociedad en la que
viv1mos y en la convicción según la cual una mirada diferente sobre el pasado o el presente.
son el primer paso para imaginar un futuro, también él. diferente.
Esta actitud -tan deseable entre los dentistas sociales-es acompañada, para completar el
cuadro, por una evidente voluntad de reflexionar teóricamente y por una audacia -evidente y
didáctica-en materia de propuestas metodológicas. generosamente explicitadas. Las propuestas
son. como es lógico, discutibles; pero corresponderá al mérito de los lectores subirse las man-
gas de la camisa y trabajar para discutirlas. completando así uno de los objetivos que la edi-
ción de este número no puede alcanzar por sí sola: el juego de este diálogo está en sus inicios.
Es casi imposible -y poco práctic<r- reseñar cada uno de los quince Lrabajos que integran
esta edición. Recogiendo una sugerencia que los coordinadores realizan en el prólogo, me he
dado mi propio recorrido, al modo de Rayuela, poniendo en juego obviamente los intereses de
mi propia lectura. Hará lo propio cada uno de los lectores. Llevando un poco al extremo el
recorrido rayuelesco, haré también referencias de volumen desigual que. desde luego. no sig-
nifican una infravaJoración de la calidad intrínseca de los trabaJOS comentados brevemente:
antes bien denuncian el ttazado dibujado a la sombra de los intereses del autor de esta reseña.
Cinco trabajos ponen de manifiesto. de manera singular. una buena síntesis de lo que
ofrece el conjunto. En «Globalización. ideologías sobre el ttabajo y culturas del trabajo».
Isidoro Moreno plantea de manera contundente otro de los hilos que crun todo el paño: el
concepto de globalización, vulgarizado y banalizado en extremo por su uso inoptnado. es
- 316 -
prohlstorlo 3 - 1999

interrogado y puesto a prueba discriminando no sólo la ideología que lo sustenta, sino sobre
todo explicando - muy didácticamente- aquéllas zonas que, inconvenientes para el proyecto
hegemón1co. constituyen nujos errantes de energía a disposición de un modelo de sociedad
básicamente segregacionista. A partir de la desmitificación del Mercado como nuevo centro
de una escatología de la Globalización. Moreno señala cuán poco «global izados» están cier-
tos sectores de este mte\·o dios. Su análisis plantea el «fin del trabajo» (o mejor. de la «Cultura
del trabajo»). donde la panacea del «trabajo de por vida» ha sido reemplazada por la
«empleabilidad de por vida»: mercado. estado. cultura del trabajo y un desmenuzado concep-
to de la globalización. convierten a este enfoque en válido para escalas continentales o locales,
ya que la asimetría estructural es abordada no sólo en el nivel del análisis macro sino también
en un trabajo de campo realizado en Andalucía cuyos resultados plantean semejanzas asom-
brosas, por ejemplo. con mecanismos y cifras de desempleo que manejamos para la Argentina.
El concepto de matriz estructural identitaria, basado en la consideración de niveles tales
como las relaciones de producción, de sexo-género y las interétnica-;, constituye uno de los
aportes teóricos concretos de este breve y muy sugestivo ensayo. No son muy diferentes Jos
ejes que recorren la presentación de Ubaldo Martínez Veiga, quien, sin embargo. comienza el
relato por el «cac;o». «Pobreza, exclusión social y segregación espacial» cuenta una historia
particular. pero no única: a comienzos de los años 1980s.. en jurisdicción del pueblo de San
Juan -Alicante-, comenzaban a ocuparse las casas de una urbanización nueva. financiada
con créditos hipotecarios, cuyo destinatario era fundamentalmente la burguesía alicantina
que. de esta manera. podría disfrutar de vivir en medio de la naturaleza no muy lejos de la
ciudad. Lo cierto es que por fallas en la calidad de la construcción. estas v1viendas fueron
rápidamente abandonadas y, con diferentes estrategias -que incluyen desde la venta a precio
bajo hasta el no pago de las cuotas y el abandono sin más- estos vecinos (exceptuando un
grupo. que en adelante el autor llama los «payos») dejaron el, Jugar. ocupado progresivamente
por gitanos. Poco tiempo después. inmigrantes del norte de Africa compmron las viviendas de
los «payos)>,lo que dio lugar a la conformación de una suene de geografía étnica interna al
Parque Ansaldo. tal el nombre de la urbanización que sirve a nuestro autor como laboratorio
para trabajar (con una fuene influencia de la sociología americana) las cuestiones de la segre-
gación espacial y cultural dentro y fuera del espacio del parque. Así. el patrón de residencia
en el Parque Ansaldo comenzó a funcionar como un estigma, a cuyos efectos el autor se
muestra sensible, detectándolo más allá de la dimensión urbanística y mostrando su funciona-
miento, por ejemplo, en el mercado de trabajo local. Dejando de lado los aspectos horizonta-
les, se centra en el análisis de la exclusión, resaltando el funcionamiento del aspecto relacional
por encima de un análisis estático. No obstante, Martínez Veiga deja entrever que la atención
sobre la exclusión presenta alguna característica de novedad: en este punto, habrá que marcar
que la exclusión es un estado antiguo. de la mísma manera que no es tan novedosa la re-
flexión sobre el tema -entre los europeos, Elias y Foucault se ocupaban de esto en los años
1950s. y 1960s. De igual modo. tampoco es fácilmente aceptable que la dinámica de la exclu-
sión sustituya a un anál iSIS de clase, ni a los conceptos de dominación o explotación. Por otra
parte, problemas bien delineados como las sucesivas rupturas de las redes de corresidencia y
- 317 -
RFSEJI;AS.

los problemas de jurisdicción planteados a nivel de los municipios, dejan la impresión de


haber ameritado un desarrollo más amplio en un trabajo que es, metodológicamente. de los
más fuertes y sugestivos de este corpus.
Puede decirse sin faltar a la verdad que Raúll!urra ha cumplido el sueño del anlropólogo:
volvió sobre Yilatuxe. una aldea de Pontevedra. a veintitrés anos de haber realizado allí un
IIabajo de campo durante 1975, donde se había formado sus primeras ideas acerca de « ... la
relación entre los ascendientes y sus hijos crecidos ... ». Este trabajo, que trasunta una ternura
irúrnita y por momentos conmueve. aborda las transferencias de aprendizaje en la relación
creada entre una epistemología infantil y otra adulta; lo que es mejor, reencuentra -allí la
realización del sueño- a algunos de aqueUos niños como adultos, confrontando la historicidad
de las vivencias de dos infancias separadas por la experiencia de la desruralización del espacio
y la terciarización de la economía local. Los adultos del tercer cuarto de este siglo son. en los
umbrales del próximo. niños viejos que nada pueden enseñar a aquellos niños que son adullos
hoy en día. Y- arriesga !turra- aquellos padres son hoy como niños viejos, porque los conoci-
mientos acumulados -insiste sobre todo en la solidaridad- han sido resignificados o sustitui-
dos. Lejos de otras antropologías que convierten al niño y la infancia en un resultado de la
interacción social. Iturra restituye a la experiencia de la infanc ia la calidad de valor histórico
agregado en las estrategias desarrolladas por aquéllos en su adultez temprana. Como en los
trabajos antes comentados. lturra considera y menc1ona también el rol que al estado cupo en
estos procesos pero, al igual que Veiga en su artículo. parece subestimar los costos de una
exposición poco dilatada en este punto. No sucede lo mismo -quizás por la natur:lleza del
objeto. pero también seguramente debido a su estrategia analítica- en el artículo de Cardesín.
quien se ocupa de un martes 13. Y no es una de brujas, ni tampoco de «mala suerte». En
efecto, el martes 13 de enero de 1998, una plataforma petrolífera en construcción se despren-
de de sus amarras. tormenta mediante. y se estrella contra el punte de As Píac;, acceso principal
a la ciudad de Ferro!. «Redes flexibles y redes rígidas: urbanización producción y transporte
en la Galicia litoral» plantea las incidencias de este desafortunado accidente en el nivel de la
planificación urbana, de la red de comunicaciones. de las políticas de estado -desde el gobier-
no local hasta la Unión Europea-, y en el nivel de la vida cotidiana. Siguiendo a Gluckman .
utiliza esta «situación de crisis» como disparador, como motivo que le pennite mostrar contra-
dicciones estructurales. «En un área donde trabajo. consumo y ocio han experimentado un
fuerte proceso de deslocalización, la circulación de personas se convierte ahora en un proble-
ma grave. Las dificultades de los trabajadores para acceder a sus empresas apenas si se pue-
den paliar mediante el cómodo expediente de concederles las vacaciones anuales de inmedia-
to, tras el accidente.» (p. 126). Como en las experiencias mostradas para Alicante y Andalucía
y, más cercana en lo espacial, la realizada por Iturra en Pontevedra, Cardesín exhibe sin nin-
gún Lipo de concesiones las enormes fisuras estructurales de una Galicia desafinadamente
modernizada. En el asli llcro no pueden construirse barcos, cuota reservada por la Unión Euro-
pea a otras regiones del norte continental, sino sólo plataformas petroleras: el juez deberá
resolver si el « Discoverer» es o no un barco. El accidente y la consecuente inutilización del
puente puso en evidencia los costados flacos de la concentración urbana como así tambtén los
- 318 -
prohlstorlo 3 - 1999

defectos insalvables de la planificación regional. Y también continental: el área metropolitana


A Coruña-Ferro! es el apéndice norte del Arco Atlántico, por lo cual las políticas locales. aquí.
están contenidas dentro de esa « ... transferencia de soberanía» que los estados europeos han
hecho a la Unión Europea. entidad supranacional de donde emanan la~ políticas de constitu-
ción regional que han creado. al interior del continente. nuevos centros y periferia~. Cierta
nota tragicómica puede cerrar - no sin morbo- este párrafo: una segunda plataforma se ha
desprendido del astillero hace pocos días. confinnando aquello de que la historia cuando se
repite. lo hace como farsa.
Partiendo de estudios sobre el incremento del flujo migratorio de comunidades mexicanas
hacia los campos agrícola~ de California. Juan Vicente Palerm Viqueirn reinstala la discusión
acerca del rol que le cabe al campesinado en el desarrollo del capitalismo. integrando produc-
ción y consumo de las mercancías agrícolas en idéntico marco de referencias. Las primeras
coordenadas están destinadas a ubicar su propia producción. esbozando una diferenciación
entre las ttadiciones antropológicas mexicana y española. La nueva anttopo1ogía social.
institucionalizada en la Universidad Iberoamericana, la UAM de Iztapalapa y el CIS deJ Ins-
tituto Nacional de Antropología e Historia, «... se distanció intencionalmente -dice Palerm
Viqueira- de la tradición indigenista que hasta entonces caracterizaba a la antropología mexi-
cana y planteó como prioridad esencial el estudio de la sociedad nacional y sus problemas
críticos.» (p. 155) Este posicionamiento, fraguado a l:Ornienzos de los años 1970s. redefinió la
cartografía de la distrihución del trnht\jo de antropólogos. ubicados desde entonces en '< ••.ejidos,
ciudades. barrios. fábrica~. talleres. escuelas y agencias de gobierno.» Los resultados de su
trabajo en el Bajío o en California. fueron indispensables a la hora de « ...cuestionar seriamen-
te los modelos teóricos que se habían empleado hasta entonces para interpretar la realidad
rural y para actuar sobre ella.» (p. 157). La perspectiva regional acerca de migrantes, agricul-
tores no proletarizados y, en defmitiva, trabajadores rurales no clasificabies según las catego-
rías ttadicionales, marcan la tónica del verdadero «pulso» de estas realidades. La economía
agraria californiana, nutrida por el liabajo de comunidades que vienen de y se reproducen en
México. ha producido un modelo que se ha extendido a otras áreas de Estados U nidos y que
lleva consigo la presencia de contradicciones que obligan a la resurrección de un viejo debate
acerca de la presencia continuada y la coexistencia de fonnas capitalistas con otras no-capita-
listas en la explotación de la tierra, realidades que, en conjunto. obligan al antropólogo « ... a
emprender el estud io de temas importantes de nuestro tiempo, potenciando la posibilidad de
no sólo estimular un nuevo ciclo de investigación relevante, sino también la elaboración de
praxis que sirvan para transfonnar a la disciplina y a la sociedad. «(p. 175)
Los diez ttabajos restantes completan la muestra que, como se dijo, parece bien represen-
tada en estas síntesis, planteando anáJisis, interpretaciones y sugerencias que van del orden
temático a la reflexión teórica. Partiendo de una breve pero significativa distinción entre las
«dos» escuelas de Chicago - aquella de la sociología cualitativa que tuvo su auge durame los
años l920s. y la otra, «pseudo-económica». encabezada por Mil ton Fricdman- Beatriz Ruiz
se pregunta cuáles son las bases que penniten pensar qué es lo económico y qué no lo es.
planteando «... una revtsión de lo que consideramos como una economía orientada al lucro y
- 319 .
RES EN AS

al beneficio, generadora de riqueza. a favor de lo que puede ser denominado como econom ía
de la satisfacción de necesidades... » (p. 103) «La Reproducción es Economía» esboza, desde
su título. un recorrido alternativo que - recuperando las ideas de economía moral. justicia
ecológica y ética de las poblaciones diversas- hace mella en las concepciones liberales y
neoliberales con un basamento teórico de reflexión que sobrepasa ex profeso los cánones de la
materia. El trabajo de lgnasi Terradas i Saborit apunta a ubicar la dimensión de las aportacio-
nes de la antropología jurídica, especialmente de la obra de Louis Assier-Andrieu, a partir de
cuya obra, entiende, la antropología puede aprender mucho del Derecho. El planteo, sin em-
bargo, va mucho más allá. en la medida en que propone la superación de «la querella de los
oficios», poniendo el acento en abordajes que se preocupen menos de las lim itaciones positivistas
sobre objeto y metodología que de las cuestiones que verdaderamente preocupan a la ciencia
social. Existe también una inteligible reivindicación del método comparativo y del estudio del
caso, cuya virtud reside en aumentar la conciencia de los valores que están en juego en rela-
ción directa y concreta con la vida de las personas. Dentro de una nueva tradición. que parece
ubicar sus momentos fundacionales en La Gran Transformación de Karl Polanyi - 1944-.
«Ecología política y antropología social» de Dolors Comas d' Argemir ubica -una vez más-
los puntos de contacto entre el hacer antropológico y una dimensión política. Es esta vez el
turno de la superación de la ecología cultural y el advenimiento de una ecología política.
cuyos principales temas de interés lo constituyen «... las diferencias sociales en el acceso a los
recursos. el papel de tos factores políticos en el uso y gestión de tales recursos. lac; dinámicas
de desarrollo y sus efectos sobre el medio arn biente, así como la articulación entre los contex-
tos locales y la globalidad.... » (p. 80). Particularmente llamativas y estimulantes son las
reflexiones que Elena Espeitx y Mabel Gracia han plasmado en su trabajo en tomo a la ali-
mentación humana como objeto de estudio para la antropología. Superan la dimensión fisio-
lógica o psíquica del fenómeno. mostrando la polivalencia social y cultural del hecho alimentario
a partir de su carácter central en la supervivencia física y de la enorme cantidad de dimensio-
nes que este acto vincula Los juicios de valor. la privacidad o publicidad del acto de comer.
reflejan formas de pensar y de creer, que ponen evidencia principios sociales, como los de
incorporación. contagio y contaminación, parte central del conjunto simbólico de las repre-
sentaciones a través del cual el hombre interpreta el mundo. Si en un punto no estaremos
totalmente de acuerdo es respecto a la concepción de la especialidad - al interior de la discipli-
na- vivida como una «sub-disciplina». En este sentido, el antropólogo. como el historiador o
el demógrafo, si quiere que su trabajo suponga alguna utilidad, debe comportarse al modo de
un «cazador de problemas)), desprovisto del principio de incorporación del deber ser im-
puesto por la academia. Mejor. contaminarse.
Y si de alimentos se habla, la metáfora metalúrgica del «crisol de razas» fue bien reempla-
zada por la del «ajiaco» en la obra de Fernando Oníz. según nos cuenta José Albeno Ga lván
Tudela. El recorrido por la obra de Ortíz. permite al autor proponer una apreciación
contextualizada de la producción intelectual del autor de Los negros esclai'OS y Los negros
Curros. entre tantas otras perlas de la etnografía cubana. Así como la metáfora metalúrgica
no tenía sentido en un país sin fundiciones. Ortiz se pliega al relativismo cu ltural y la lucha
- 320 -
prohlstorla 3 - 1999

ant irracial desplazando del centro del análisis la categoría de raza por la de cuh ura. La proble-
mática de la inmigración relacionada con las tesis criminalísticas lombrosianas cierran el aná-
hsis ensayado por Galván. La preocupación por hacer patente las implicaciones teóricas en el
estudio de la etnicidad constituye el eje del trabajo de Davydd J. Greenwood. Estructura
organizacional de las profesiones, paradigmas teóricos y ejercicio de la disciplina son ubica-
dos como momentos ccnl!ales en la adopción del punto de vista que los antropólogos norte-
americanos y españoles adoptaron. por ejemplo. al momento de enfrentarse con el problema
de las diferencias culturales. Desandando el camino realizado, Greenwood se vale de sus
propias «elecciones» para mostrar en qué medida no lo fueron, sino que las mismas, interpre-
tadas desde este punto de vista, estaban ya contenidas tanto en la estructura de la antropología
norteamericana como redefinidas por la situación étnica en el ámbito donde desarrollaba sus
estudios de campo-el País Vasco.- a caballo de la Guerra Fría y la realidad política local, en
los comienzos del movimiento etarro. No menos dimensión política tiene el relato de Carmen
Viqueira. «Algunas experiencias sobre la enseñanza de la antropología social en México»
quien retoma desde adentro el caldo de cultivo institucional insinuado por Juan Vicente Palerrn
Viqueira respecto de la constitución de la actual antropología mexicana. La autora toma en
cuenta algunos rasgos específicos de la coyuntura que tocó vivir a los egresados mexicanos y
exiliados españoles durante las décadas de 1950 y 1960. abocándose a trabajar documentos
referidos a política de las ciencias sociales producidos desde la UNESCO.la Escuela Nacio-
nal de Antropología y el CIESAS. El trabajo plantea una fuene correlación entre el «abstrac-
to» mundo de las 1deas y el otro. más tangible pero ciertamente menos explorado, de las
relaciones personales de quienes ocupaban o luchaban por ocupar un lugar activo en la arena
institucional de la organización académica de las ciencias sociales latinoamericanas durante
los años 1950s. El esfuerzo de Viqueira ha dado un resultado que bien puede calificarse de
una rare=a. ya que muy pocas veces nos encontramos con análisis de «redes», «solidarida-
des» y <<políticas de exclusión» aplicados a las propias instituciones de producción de conoci-
miento. Las vicisitudes del recorrido de su compañero. Angel Palerm, constituyen - a modo de
«caso>~ un excelente ejemplo de aplicación de este tipo de recorridos. En «El rol de las histo-
rias de vida en antropología» Hans y Judith Maria Buechler apuestan a la necesidad <• ...de
realizar un esfuer7.o sistemático para utilizar las historias de vida[ ... ] como una forma de
explorar la variedad de posiciones que los individuos ocupan dentro de (y entre) las culturas y
los sistemas sociales.las identidades que construyen con resultado de este posicionamiento, y
los cambios que experimentan esas posiciones a lo largo de sus vidas.)> (p. 246). Rechazando
de plano los modelos y objetos estáticos. critican las primeras aplicaciones del nerwork analysis,
que no superaban la limitación que implicaba dejar fuera del examen vínculos que habían
sido descartados por unos modelos fijados de antemano. Polifonía y posicionalidad parecen
ser los ejes clave para entender la propuesta de estos autores que. en mi opinión, ha sido
recogida , o generada simultáneamente, entre los historiadores. a lo largo de estos últimos
quince años. La temática de lac; relaciones sociales es abordada por Teresa del Valle desde los
estudios de género. Con una conceptualización orginiaJ - dentro de la cual destacan el concep-
to de embodiement y de rronotopos- la autora recorre. por el camino de los «miedos de las
- 321 -
RESEÑAS

mujeres» la trama social y simbólica de algunos de los tópicos que parecen carnctcm.ar des-
cripciones o vivencias estrictameme femeninas, poniendo de relieve el carácter poco ingenuo
de estos lugares comunes. así como también su papel nada pequeño en la construcción y
continuidad de cienos mecanismos genéricos y sociales de la dominación.
«¿Pueden equivocarse los antropólogos?» es. amén de una pregunta asaz provocativa. el
titulo del trabajo de Jean-Luc Jamard con que se cierra el volumen. Jamard se vale de la idea
de la equivocación para abrir, detrás suyo, un amplio espectro de afinnaciones - las más
realizadas por antropólogos de renombre- que hacen al bagaje de la disciplina actual , intere-
sado sobre todo por redeftnir el estatuto de ese error que, como puede uno imaginarse. apunta
a ser colocado de alguna manera como (<certezas en contexto». Las tintas cargan, en definiti-
va, contra la cristalización de cienos «dispositivos de credibilidad>> (dogmas científicos o. más
corrientemente detto paradigmas). A propósito, el siguiente párrafo resume muy bien, a mi
criterio. el plano desde el cual se dispara el planteo de Jamard: «Soy bien consciente de que
casi todos los etnólogos [y qué decir los historiadores!, D.B.] son reacios a una reflexión sobre
su disciplina que haga uso de nociones elaboradas por las ciencias duras. Es su problema: se
trate de evasión o de si ncera (y confortable) convicción de que su disciplina goza de una
especificidad ireductiblc. según los casos[... ] es necesario someter a prueba estas nociones:
nada impide tantear un poco sin tener por ello que encerrarse en el corsé de las epistemologías
normativas o procedimental es.» (p. 275). La «no conmensurabilidad>> de las grandes teorías
antropológicas las hace aparentemente incompatibles. y esto es lo que remite directamente
sobre la diferencia de los modelos de conocimiento y. consecuentemente. envía a reflexionar
sobre las distintas concepciones y reglas acerca de Jo que es la verdad y el error.
«Esfuerzos por controlar el futuro>>: este parece ser el mol u. de esto parece tratarse el
conocimiento científico. Evidente para todos cuando el <<avance científico» se produce en el
plano de la biología, la química o la medicina, no lo es tamo - ni para tantos-cuando el paso
se da al interior de nuestras devaluadas ciencias de la sociedad. Sin ánimo de contradecir a los
coordinadores. quienes ubicaban el objetivo del monográfico básicamente en el plano del
diáJogo interdisciplinar, es evidente que los resultados superaron largamente esta instancia, de
por sí ya edificante. La aparente variedad de Jas propuestas contenidas en el monográfico se
encuentran homogeneizadas, como decía más arriba. más allá del mero diá1ogo. Se diferencia
y marca la diferencia por actitud, por una concepción sobre la relación del trabajo del cientista
social con sus estructuras disciplinares. con el ejercicio de su profesión y con la sociedad que
a muchos puede parecer irritativa pero que constituye, sin duda alguna, una plataforma plena
de sugerencias inteligentes. experimentadas y resignificables. léase. el reaseguro más efectivo
para pensarnos en relación con nuestras propias exigentes realidades, en permanente proceso
de transformación.

D ARlO BARRIERA
prohlstoria

- 322 -
prohlstorlo 3 - 1999

OOMANSKA, Ewa Encounters. Philosophy o[Historyafterpostmodernism, University


Press of Virginia, Charlottes' ille and Loo don, 1998.

Hayden White se define como un marxista: Hans Kcllner no se considera un filósofo de la


historia; a Franklin R. Ankersmit le gustaría vivir en el siglo XVIII mientras que la gran
am hición de Arthur C Danto fu e la de ser un artista. Son detalles que se pueden saborear en el
fantástico libro Enrounrers. Philosophy of History after postmodernims. de la profesora de
la Universidad Adam Mickiewicz. Ewa Domanska. historiadora polaca que se dedica a la
histonografía y la teoría de la historia postmodema 1 •
Domanska ha conversado y entrevistado a diez de los grandes historiadores de los últimos
veinte años y les ha hecho opinar sobre muchas de las cuestiones teóricas, historiográficas y
metodológicas que interesan a la comunidad de historiadores. Franklin R. Ankersmit, Stcphen
Bann, Peter Burke, Arthur C. Danta, Georg G. lggers, Lionel Gossman. Lynn Hunt, Hans
Kellner, Allan Megill. Jürn Rüsen, Jerzy Topolski y Hayden White, son los elegidos para
responder a sus preguntas. La prestigiosa lista de nombres se completa con dos "guindas". Por
un lado. Allan MegilF escribe la introducción del libro y. por el otro, Lynn Hunt 3 cierra el
trabajo con un epílogo de siete páginas. Lo curioso es que estas "guindas" son la parte más
floja del libro. Ninguno de los dos ha acertado al resumir la intencionalidad del libro. su
metodología, cuales son sus premisas y sus conclusiones. Quizá no sea culpa de e Uos y el
problema pueda partir de que Domanska haya decidido no incluir una breve introducción en
el libro. ¿Cual es la finalidad del libro?. ¿por qué se eligen esos autores?. ¿se ha ofrecido la
oportunidad de participar en las conversaciones a otros historiadores?. ¿tiene algún sentido de
conjunto?, ¿la selección de autores se debe a alguna premisa en particular? La conclusión a la
que se puede llegar es que se trata de un libro de silencios. Silencio como respuesta para todas
estas preguntas. Los únicos datos que da la autora se refieren a los días y la forma donde y

Algunos de sus trabajos: DOMANSKA. Ewa "Metaphor-mith-mimesis: reflections on Hayden


White 's concept of historical narration ", H istoryka 22, 1992. pp. 29-44; "Contemporary philosophy
of a.rt and narrativist ph11osphy of history: the case of Arthur Danto". Historyka 25, 1995, pp. 75-
87; "The postmodem era's historiography after postmodemism: retrospection", en KARPINSKA,
Ewa (ed.) Wobec kultury. Problemy anJropologa, pp. 111-129, Lodz, Wyd, 1996; ''From postmodem
narrative to post-postmodern experience: Ankersmit's proposal'', en Teksty drugie, n2 • 2-3, 1996,
pp.190-209; "Post-posonodemist romanticism: sensitivism -lhe "new" philosophy ofhistory- Franklin
R. Ankersmit". Kultura Wspótc:esna. N9 • 1-2. 1996. pp. 69-86.
2
Conocido entre otros trabajos por: MEGILL, Allan Rethinking objecth·ity, Durham. Duke Univ.
Press, 1994; MEGILL. Allan "Grand narrative and the disciphne ofHistory" en A new philosophy
ofhistory, Frank Ankersmll and Hans Kellner (ed.), pp. 151 - 173, Chicago, Univ ofChicago Press.
1995; y numerosos artículos en la revista de filosofía de la htstoria History and Theory.
3
Destacan: HUNT. Lynn Politics. culture and class in the french re\·o/ution. Berke1ey. Univ of
California Press. 1984; HUNT, Lynn y otros Tel/ing the truth abnut history. Norton, New York,
1994.

-323 -
cómo se hicieron las entrevistas (algunas fueron hechas por E-mail). Quizá fuera recomenda-
ble introducir el libro con una exposición acerca de la me1odología que utiliza en las entrevis-
tas, la receptividad del entrevistado y algunos detalles más personales. Seguramente, para
ofrecer un aspecto más riguroso y académico ha eliminado muchos flecos simpáticos, objecio-
nes e interjecciones de los entrevistados. Se echa en falta un apoyo teórico para la realización
de las entrevistas, muchas de las mismas son unitemát teas; otras demasisado dispersas. Sobre
todo influye el factor humano, es decir, la "química" personal que surge entre entrevistado y
entrevistador. ¿Ha respetado algunos "off the record"? Evidentemente no se trata de un traba-
jo periodístico, pero se podría haber utilizado algún manual para darle más rigurosidad al
trabajo, o trabajar algo más el aspecto desde la "historia oml". Pese a todo. podemos compro-
bar que han quedado reflejados algunos detalles interesantes.
El resultado puede conceptualizarse como un libro de documentos. como hacen los
medjevaJistas o modernistas. Lo que ha conseguido Domanska es un documento de casi tres-
cientas páginas al cual los historiadores deben de recurrir parc:1 analizar, para leer, para utilizar
lo que dicen los afamados historiadores con otros fines. Se trata de un libro par<~ ser utilizado
documentalmente y quizá no tanto para ser leído como curiosidad. De todas formas, el resul-
tado es postrnodemo. Su parcelamiento. falta de un sentido o guía. dispersión e indefinicioncs.
así lo atestiguan. No obstante, contiene un detalle de mgenio de la autora: se autoentrevista.
Esa es una forma magistral de autodefinirse y de mostrar sus ideas. muy postmodernas. La
autoentrevista alcanza instantes de surrealismo, como cuando le dedica tres de las diez pági-
nas en que expone esta "pieza" a explicar por qué ha estudiado historia.
Los temas t.¡ ue trata el libro t:sl.án ili vididos st:gún los autores. Y se nula una gran diferen-
cia temática entre los que pertenecen al entorno de flisrory and Theory (Kellner. White.
Ankersmit, lggers. Rüsen. Danto o la propia Domanska) y los demás. Alrededor de estos
historiadores giran los temas principales del libro. El pnmer gran bloque temático del libro
está indirectamente dedicado al libro de White, Metahistorirt. algo ya habitual últimamente
(recuérdense los monográficos dedicados por las revistas History and Theory o Storia del/a
Storiografia). Lo paradójico es que se discute más la primera parte deMetahistoria, donde se
expone la teoría de los tropos que la segunda, donde White desarrolló una investigación de
historia intelectual sobre algunos de los principales filósofos del siglo XIX. Las continuas
preguntas de Domanska sobre el libro de White provocan que durante muchas páginas sea el
tema principal de conversación. Se revela que el libro surgió primero de un artículo y después
una editorial le pidió que lo convirtiera en libro; también se desvela la gran influencia del libro
en otras disciplinas como la teoría literaria. la lingüística y la tardía recepción por parte de los
historiadores. poniendo de manifiesto el carácter histriónico de Whitc.

'NHITE, Hayden Metahisroria. La mwginación lustórica en la Europu efe/ !Ji~ lo XIX. Siglo XXI.
México 1992 [pnmcra edición. en inglés, 1974; los monográficos tuvieron como disparador d
25to. aniversario de ésta.]

-324-
prohlstorla 3 - 1999
Otro eje del trabajo gi ra entorno a otra cuestión remanida: ¿la historia es una ciencia o
sólo es una cuestión narrativa dentro del gran debate modcmidad/postmodemidad?. Se hacen
muchísimas alusiones a la idea de crisis de la historia: desde decir que es su estado nonnal
hasta negarla. En muchas ocasiones aparece la importante cuestión semántica que pretende
salvarse a pan ir de una diferenciación entre la Historia con H mayúscula de la historia con h
minúscula. Este aspecto es una de las pequeñas contribuciones del debate entre la filosofía de
la historia (Jos historiadores hacen historia tal y como la conciben conscientemente), la filoso-
fía analítica de la historia (el historiador está posicionado fuera de la realidad que estudia. hay
una única realidad que pertenece a la realidad y esa verdad se logra a través del lenguaje) y la
nueva filosofía de la historia (que trata de reconstruir las ideas del historiador mediante la
autorefiexión. nuevos modelos y pluralidad de autores).
Por otro lado, existe una pequeña confusión en tomo a lo que es historia intelectual. nueva
h1storia intelecruaJ , historia intelectual e historia de las ideas. Esta confusión tiene su origen
en la pluralidad de significados de muchos de esos términos y sus extrañas e<¡uivalencias a
ambos lados del Atlántico. Pero lo que verdaderamente llama la atención es la rigurosa au-
sencia de autores franceses. En este sentido, quizá Ricoeur avanzara una idea que pueda ofi-
ciar como anticipada respuesta: "La historiografía de lengua francesa desconfía constante-
mente de la filosofía, a la que identifica fácilmente con la filosofía de la historia de estilo
hegeliano, que a su vez se confunde por comodidad con las especulaciones de Spengler o de
Toynbee"5 • En defiruuva. un libro de buenos documentos que puede resultar de alguna utili-
dad para aquellos historiadores interesados en las úJtimas tendencias de pensamiento en mate-
ria de teoría de la historia e historiografía anglosajonas. Y por último, hay que reconocer el
enorme trabajo que ha tenido que realizar la autora y la excelente capacidad teórica para
conversar con esos grandes historiadores. lo que patentiza que Ewa Domanska. además de
estar y ponemos a1 corriente de Jo má<; actual de la discusión historiográfica postmodema, es
capaz de una producción de proyección cuya calidad y utilidad crecientes serán, seguramente.
materia prima y sello característico de sus próximos trabajos.

ISRAEL SA.~1ARTfN
CESGA- Padre Sarmiento
Santiago de Compostela

' RICOEUR. Paul Tiempo y narrarión 1 Conjigurac icín de/tiempo en el relato históriro, Edicio-
nes Crisllandad.. Madrid. 1987 p.l73.

- 325.
RESE.~.-.s

DUPUY, Jean-Pierre El sacrificio y Úl envidia. La justicia social y el liberalismo, Gedisa,


Barcelona 1998, 347 pp.

En esta reseña se va realizar una de las posibles lecturas de este libro. lectura que pretende
resaltar lo que está en un segundo plano. la propuesta implícita de análisis de los fenómenos
colectivos que se propone en paralelo a un recorrido por los modos en que los diversos teóricos
del liberalismo entendieron la justicia social, desde Adam Smith hasta Roben Nozick pasan-
do por John Rawls y Friedrich Von Hayek.
Para entender la perspectiva de Jean-Pierre Dupuy son necesarias algunas palabras acer-
ca de su campo de trabajo. Profesor de filosofía política en Standford y miembro fundador del
CREA (Centro de Investigación de Epistemología Aplicada) en Paris, reparte sus intereses
entre estos dos campos. la filosofía polítíca, en concreto la relación problemática entre la
tradición anglosajona y la continentaL y el campo de la epistemología. partiendo aquí de Las
ciencias cognitivas y las teorías sistémicas. De otra manera. se sitúa en la perspectiva de lo
que se ha llamado el pensamiento de la complejidad, en su caso. dentro de una rama de las
ciencias cognitivas conocida como segunda cibernética, cuyos presupuestos centrales se ar-
ticulan alrededor del concepto de autopoiesis o autoorganización. derivado de los estudios en
el campo de la b1ología reaJizados por Humbeno Maturana y Francisco Varela. Por úlumo un
dato fundamental, J.-P. Dupuy se declara discípulo de René Girard. antropólogo y crítico
literario francés. e 1uso que hace de la teoría del deseo mimético de éste constituye e1núcleo de
la pei'Spectica desde la que analiza el funcionamiento de la sociedad.
Partiendo de estos elementos y utilizando los insrrumenros que le proporciona la econo-
mía política una vez reelaborados, J.-P. Dupuy trata de responder a dos preguntas alrededor de
las cuales se articula el libro: ¿Cómo. partiendo del individuo. concebrr el orden social? pre-
gunta que Ueva a la siguiente: ¿una sociedad desacralizada. como la moderna. puede arreglár-
selas sin forma alguna de garantía extrarnundana o extrasocial? La respuesta conjunta a estas
cuestiones es que la sociedad moderna se estructura mediante la autopoiesis o autooragnización.
concepto, como ya se ha dicho. extraído de la segunda Cibernética de Varela y Matrurana.
Principio que postula, como indica eltérmino,la capacidad de autoorganización de los mdivi-
duos o mas bien la forma en la que una muchedumbre de individuos se da un orden sin nece-
sidad de recurrir a principios externos. Es fundamental aquí el concepto de emergencia por el
cual se afinna que los productos de un determinado sistema son mas complejos que el propio
sistema pero que derivan enteramente de su lógica interna .En el análisis de Dupuy caso esta
se rige por el principio del deseo mimético elaborado por Girard que ordena la interacción de
los individuos. Se esta postulando la idea de la determinación circular por la cual es posible
pensar una sociedad que funcione sin necesidad den ingún principio trascendental.
La acción de los individuos. o más bien su interacción. se ordena gracias a treli mecanis-
mos: Ja envidia, la imitación y el contagio. siendo central en el proceso la primera de ella. ya
que es la que desencadena la dinámica especular entre los individuos que lleva a la emergen-
cia de una autotrJSCendencia que regula el funcionamiento de la sociedad. Lo esenc1al es que
los valores y representaciones que son su contenido. son el producto de la interacción. es esta
- 326-
prohlstorla 3 - 1999
la que determina el contenido de las representaciones; es patente lo lejos que esta está concep-
ción de las representaciones durkheimianas y al mismo Liempo de la lógica absolutamente
racional del individualismo metodológico y su trascendentalismo encubierto del horno
oeconomicus.
Una pregunta que se plantea inmediatamente: ¿Por qué es central la envidia? Porque en
::,ociedadcs desacr.Uizadas como la moderna el único medio de que los mdividuos sepan lo que
desean es que se lo indiquen los demás mediante su propio deseo. éste se focaliza en lo que
persiguen Jos otros a falta de una exterioridad que "marque·· el valor objetivo de la cosa. Esto
conduce directamente a la lógica de la imitación como principio que organiza interacción
engendrada por los individuos (esto es una simplificación abusiva de las teorías de R. Girad en
tomo al deseo mimético expuesta en Mentira romámica y 1·erdad no,·elesca [Anagrama.
Barcelona 1985]).
¿Por qué J.-P. Dupuy recurre a la teoría liberal para abordar este problema? Fundamen-
talmente porque la tradición liberal permite pensar un proceso inmanente como el que se ha
descrito aquí. ..la capacidad del mercado para autorregularse (la famosa mano invisible) y
autoexteriori.zarse (la autotrascendencia) no es extraña a la capacidad que posee la violencia
humana para autoorganizarse y engendrar por sí misma. desde el interior. una exterioridad
que la regula". En lo que se refiere al mercado. parece evidente que toda la tradición de la
economía política parece certificar esto: se trataría entonces, desde la perspectiva de J. -P. Dupuy.
de deconstuir esa caja negra que es el concepto de mercado que para nuestro autor no es un
conglomerado de individuos racionales interactuando que buscan maximizar su beneficio.
sino una muchedumbre de individuos que se autoorganiza a través de la mímesis. El mercado
y el aparato conceptual creado por la economía política para analizarlo, proporcionan, desde
esta perspectiva. un instrumental inapreciable para analizar como se organiza una sociedad.
Dupuy se ocupa en este libro de buscar estos instrumentos en el núcleo mas puro de esta
tradición: la simpatía en Adam Smith, o la centralidad de la imitación como conducta racional
en Hayek. o. en negativo. la manera en que J .Rawls trata de evitar abordar la cuestión de la
envidia al crear la noción de .. velo de ignorancia". Esto se realiza aún contra los propios
autores. Para seguir la argumentación de Dupuy,los peligros que todos los teóricos liberales
tratan de conjurar se pueden resumir en el deseo de evitar el desorden. específicamente, la
desarticulación del mercado. La figura sobre la que todos ellos levantan en negativo sus teo-
rías. el punto ciego de éstas. es precisamente la envidia como conducta irracional que
desestabiliza todo orden; son conscientes de su imponancia, en particular en el caso de Hayek,
Smith o Rawls, pero apartan la mirada. Frente a esto Dupuy afirma la centralidad de la envi-
dia tanto en la descomposición como, y esto es lo novedoso de su propuesta. en la constitución
de un orden. El precio a pagar es la inestabilidad de los ordenes autogenerados, precio a pagar
por haber "matado" toda trascendencia; no hay objetividad que se pueda postular como fun-
damento de un orden permanente. Esta es la lógica propia del mercado fundamentada entre
otras cosas en la centralidad del valor de cambio y la ley de la ofena y la demanda, la evalua-
ción de las cosas está, en gran parte, al margen de las cosali mismas. El estadio último de esta
lógica es lo que no puede reconocer de ninguna manera la teoría liberal y por ello huye hacia
- 327-
trascendencias varias: Dios en el ca<;o de Smith. el saher ahsoluto en el de Hayek o el «velo de
ignorancia» en Rawls
¿Qué se pierde con una apuesta tan radical por un análisis de la sociedad cen1rado alrede-
dor de la autoorganización? La realidad exterior. la existencia de un mundo objetivo, la
sociedad, funcionaría de una modo tan autónomo que la realidad sólo existiría en la medida
en que el sistema, y a través de él los individuos, considerasen necesario recurrir a ella. Ha-
blando con propiedad, la realidad sólo sería concebible como una construcción de Jos indivi-
duos. La clausura del sistema es irrenunciable.la mímesis como principio autoorganizativo
solo es efectiva en un mundo cerrado en el que no es posible que existan indicadores de deseo
ajenos a los individuos que lo componen. so pena de que la exterioridad ··real .. dinamite la
dinámica propia de la lógica del deseo mimético.
Se plantean entonces una serie de preguntas de calado: ¿cómo puede relacionarse con el
exterior una sociedad así organizada?; ¿cómo puede pensar la exterioridad? ¿dónde se fija el
punto de cierre del sistema?. Si sabemos que esta clausura radical es imposible, ¿liene efecti-
vidad un análisis basado en la autopoeiesis?. Si la capacidad autoorganizativa solo puede ser
postulada en el interior de un espacio cerrado es posible realizar un análisis verdaderamente
inmanente de los fenómenos sociales (y pienso que este es uno de los objetivos centrales de las
ciencias sociales actuales). pero ¿es esto una ficción?.
Aun sin compartir la radicalidad de las propuestas que se hacen en este libro creo que su
lectura es beneficiosa por la voluntad de Dupuy de pensar la dinámica social como un proce-
so. evitando el sustancialismo que lo hace impensable como tal. su escaso temor a las parado-
jas, su capacidad para hacerlas productivas. De hecho lo central de su método es un trabaJO
riguroso con las paradojas; su capacidad para abrir nuevas vías y extraer nuevos instrumentos
de trabaJO de la tradición. es indudable. En este mismo sentido otro elemento destacable de
este libro es la apuesta clara por la necesidad de buscar instrumentos analiticos en la tradición
de la filosofía, búsqueda de ideas frescas no formalizadas por el aparato "técnico'' de las
ciencias sociales, muchas veces tecnocrático, que acaba por levantar un edificio de conceptos
muertos que impiden todo intento de pensar de otra manera.
¿Por qué un historiador debería leer este libro? Porque debe participar activamente en el
proceso de renovación de las categorías de las ciencias sociales que se esta acelerando en
estos momentos; porque no puede limitarse a heredar conceptualizaciones sin participar en su
elaboración. El uso y la validez de éstas son una cuestión del presente, una cuestión a resolver
a través de su teorización y de su puesta en práctica ahora. Sirven de poco cuando son metáfo-
ras fosilizadas. dogmas de fe de "sectas" investigadoras. argumentos de autoridad que ya son
incapaces de suscitar nuevos interrogantes. Cuando llegan los historiadores. las problemáticas
de las ciencias sociales suelen estar en otra parte. Eso sí. nos queda el archivo.

CARLOS ÚTERO
prohistorio

- 328-
prohlstorla 3 - 1999

FESSER, Guillermo Cuando Dios aprieta, ahoga pero bien. Cándida: memorilJs de
una asistenta, Ed. Temas de hoy, Madrid 1999, y MC COURT, Frank Las cenizas de
Angela, Maeva ediciones, Madrid 1997.

En los úl Limos afias han aparecido diversos libros. que se confeccionan a partir de retazos de
memorias. sea esto lo que sea. no voy a entrar en esta disc usión. Disponemos de las experiencias
de actores. periodistas. políticos. etc. Sin embargo. hay dos publicaciones que han tenido un
gmn impacto editorial. son memorias también, aunque no de personas relevantes desde el punto
de vista político, artístico, o profesional. Tampoco hablamos de grandes aventureros. nos haJJa-
mos ante personas corrientes. sin embargo el éxito editorial de sus memorias ha sido inmenso.
Me refiero a las historias de Frank McCourt. y de Cándida. El primero. un niño irlandés. que
tras emigrar durante un breve tiempo con sus padres a EEUU. retoma a su Irlanda natal. La
segunda, una espafiola andaluza. que se traslada a rrabajar como asistenta a Madrid.
Ambas historias si bien son muy diferentes tienen un punto en común , relatan historias
rremenda~ de pobreza y miseria. sin embargo las dos estan tratadas bajo la perspectiva de un
humor desenfrenado. que hace decir al critico del New York Times, que comenta el libro de
Frank McCourt. «el lector no sabe nunca si debe llorar o reir a carcajadas>>. Lo mismo ocurre
con la historia de Cándida, que pese a su dramatismo es considerada por el critico encargado
de cscribtr la portada como una obra delirante. Bien. los pobres también rien.
Orro punto en común que tienen ambos libros es el enorme éxüo editorial. En eJ caso del
libro efe Frank McCour1. avalado por el premio Pulit7<"r. entre otros muchos. En el cac;o de las
memorias de Cándida. el éxito ha sido también enorme. editado en 1999 debe estar ya cerca
de la décima edición.
Desde el punto de vista metodológico, sin embargo, son dos libros diferentes: en el primer
caso. el de Frank McCourt. se trata de memorias relatadas y escritas por la propia persona que
las vivió. Ahora bien, el libro pese a ser escrito cuando el protagonista tiene cerca de 60 años,
la perspecllva que adopta es la visión de las cosas que él tenía en el periodo que va de los tres
o cuatro años a los 18. cuando el protagonista decide emprender de nuevo, esta vez solo, la
aventura americana.
El caso de la redacc1ón de la historia de Cándida es distinto. Como dice el comentario
elaborado en las solapas del libro: «la protagonista conoce al autor escondido detrás de una
cortina, cuando va a solicitar trabajo a casa de sus padres». Una relación, pues, de muchos aftos,
que se desarrolla de una manera especial a partir de la colaboración de Cándida, como comen-
tarista de cine en el programa de radio, que cuenta con una gran audiencia, que dirige el autor
del libro con su hermano. quienes forman un equipo de humor llamado «Gomaespuma». A raiz
de un viaje que realiza el autor a Nueva York, acompañado de su mujer, su bebé, y Cándida que
va con ellos para ayudarles. es cuando se gesta el libro. Lo que caracteriza al libro de G uilJermo
Fesser son los juegos de palabras, que se basan en la riqueza del andaluz. que tratoca el castella-
no. convirtiendo los «errores lingüísticos» en auténticas interpretaciones novedosas y sugeren-
tes de la realidad. que se toma infinitamente más diversa y rica Un ejemplo fascinante es cuan-
do Cándida «confunde» la tristeza que los médicos llaman «depresión», y que ella acaba por
- 329 -
RESE..'iiAS

darle un contenido infinitamente más rico, cuando la denomina «represión». ¡,En qué medida
las depresiones de las mujeres no representan una «represión» previa. me pregunto. a la luz de la
sugerente equivocación de Cándida?. El libro está lleno de estos detalles.
Ambos libros encajan aunque de forma «políticamente incorrecta», con una nueva oleada
de libros de memorias. Más allá de las modas editoriales, que las hay. Estamos asistiendo a
algo que ocurrió ya a finales del siglo pasado. La polémica entre la historia basada en datos
estadísticos, documentos escritos, y en pretendidas leyes científicas, y, por otro lado, la histo-
ria id.iográfica, basada en las experiencias de vida.
El uso de historias de vida ha sido muy contestado desde el punto de vista metodológico.
Pero en sí misma, la historia de la técnica de historias de vida es amplia y diversa, y esto me
parece una gran ventaja. La «verdad científica». (que por otra parte es desdeñada por los
físicos y asum1da como bandera por muchos científicos sociales) no parece ser un criterio
operativo en esta metodología. Guillermo Fesser, dice en su prólogo <(No he contactado testi-
gos, ni he cotejado los hechos con nadie. Pero sé que Cándida no miente». En cualquier caso
la memoria, al igual que la historia. es un proceso de reinvención.
Un ejemplo sumamente interesante para esta discusión es el que proporciona el libro ya
antiguo. data de 1958, del escritor republicano español Ma.x Aub. titulado Jusep Torres
Campalans1• El libro se organiza como una historia de vida de un pintor contemporáneo y
amigo de Picasso, en la Francia anterior a la Gran Guerra. Como dice el comentario de la
contraportada del libro: «La aparición del libro causó auténtica sensación: tanto el rigor de la
presentación (aparato de notas y bibliografía, recopilación de testimonios personales y de
juicios críticos publicados en revistas. documentos autógrafos. textos de estéuca. correspon-
dencia y catálogo de la obra del prntor) como las expos1c1ones de cuadros «recuperados», que
acompañaron en México y Nueva York al lanzamiento editorial contribuyó a que muchos lo
saludaran como una decisiva contribución a la historia de las artes plásticas contemporá-
neas». Realizándose incluso alguna tesis doctoral. Un único problema: Jusep Torres Campalans.
no existió nunca, era un personaje inventado por Max Aub. Ahora bien ¿es esto un problema?.
Como decía Jean Cassou en el prólogo de la edición francesa: «Todo se esclarece para noso-
tros en el momento que admitimos que Campalans es tan posible como Picasso y Picao;so tan
hipotético como Campalans».
Para acabar retomo mi título de telenovela: los pobres también ríen. Mi experiencia como
antropóloga me muestra que si bien es verdad que las experiencias vitales más duras suelen, en
ocasiones, ir acompafladas de un coraje y un sentido del humor. sin el cual sería casi imposible
vivtr y no caer permanentemente en un , en palabras de Cándida, «estado de represión>>, no
podemos quedamos en la lectura superficial de estas historias. Si bien es verdad que los pobres
también ríen, hay un punto de desespen1ción y de conciencia de la injuSticia social que no
deberíamos olvidar. si no queremos perder el respeto por los seres humanos y por su dignidad.

BEATRIZ Rl 17

AUB. Max. Jusep Jorres Campalans. Alianza. Madnd 1975.


- 330 -
prohlstorlo 3 - 1999

GARAVAGLTA, Juan Carlos. Poder, conflicto y relociones sociales. ElR(o de la Plata,


XVIII-XIX, Colección Pasados Posibles, Horno Sapiens Ediciones, Rosario 1999. 212
pp. Gráficos, cuadros y mapas.

Ellihro que no~ oc upa corresponde a la línea invcstigativa que desde hace varios años
recorre fructífera y novedosamente Juan Carlos Garavaglia y que ha contribuido a la renova-
ción de la historia rural rioplatense. Una renovación que tiene en cuenta el marco hispano-
americano. que hunde la búsqueda en los tiempos coloniales, que explica las situaciones his-
tóricas contrapesando el desenlace coonocido, el gran ascenso de la Pampa húmeda, con las
posibilidades y las intencionalidades que en ellas participaron. Se trata aquí de una compila-
ción de distintos trabajos algunos de los cuales ya han sido publicados en sus primeras versio-
nes o están en prensa. En el primer trabajo «De mingas y conrites: la reciprocidad campesi-
na emre los paisanos rioplatenses» dentro de un marco metodológico histórico- antropológico
lo que le permite constatar la supervivencia de estac; costumbres. analiza estas formas para
demostrar las relaciones de reciprocidad sancionadas por la costumbre y que dan contenido a
los vínculos entre las familias de paisanos, relaciones que muestran también las diferencias
que existen entre estos y en el interior de las familias.
En «Pobres y ricos: nw1ro historias edificantes sobre el conflicto social en/a campa~!a
bonaerense (182011840)1,, rescata algunos aspectos de esos conflictos que están enmarcados
en un cuadro local de oposición social. Son SU!!erentes los encabezados que titulan esas histo-
rias extraídos de las fuentes: «Por unas boras de porro», «Ya se jodió ese gallego». «Soy un
hombre honrado. laborioso>-. «Liberato Pintos: un pobre (rico) pastor de la campaña ... ; a
rravés de cada una de ellas. del marco legal en que se desarrollan. de lac; acciones. negociacio-
nes y confiictos marca las diferencias entre pobres y ricos. entre federales y unitarios. Los
testimonios de los expedientes criminales y cruzados con otras fuentes son analizados como si
fuera un detective que va Siguiendo las huellas y. de esa manera, reconstruye fragmentos de
vida de esos personajes y traza las relaciones parentales y políticas que establecieron haciendo
una incursión en el tema de las redes sociales. Estos análisis le sirven para desentrañar el
problema de las representaciones sociales dibujando las líneas indiciarias de un lento proceso
de constitución de clase en el medio rural .
Parte en I(Pa::., orden y 1rabajo en la campaña: la justicia rural y los ju::.gados dl' pa::. en
Buenos A1res. 1830-1852" de una óptica local como en los otros estudios. Selecc iona seis
partidos bonaerenses a los que ubica temporal y espacialmente; señala las diferencias de sus
procesos de ocupación y de apropiación de la tierra y el peso del sector de pastores y labradores
según el partido: muestra la variedad de categorías sociales existentes en la campaña Este
contexto le sirve para ubicar al personal que compone los juzgados de paz, analizar la incipien-
te estructura estatal a nivel local, lo hace no sólo para ver su funcionamiento sino para que los
delitos registrados. las causas de detención le permitan comparar los partidos. apuntar a un
tema clave como el de las migraciones del amplio interior hacia y en la campaña bonaerense y
demostrar que los juzgados. en su composición y accionar, representan casi acabadamente el
medio rural donde están ejerciendo el control. La manera en que indaga el aparato judicial
- 331 -
Rcsi:.I\AS

represivo local integrado por los jueces de paz y los funcionarios de juzgado que 1mponen
respeto con mano dura, pero al mismo con capacidad de negociación le permite visualizar que
las relaciones entre Rosas y estos representantes locales no son tan simples ni tan directas.
En el cuarto trabajo «La justicia rural en Buenos Aires durante la primera miJad del
siglo XfX (estructuras .funciones}' poderes locales)" explica los ClmiCOIOS y las IOCOI-pOra-
ciones que se dan en la construcción de un nuevo orden jurídico en la campaña bonaerense.
Detecta los cambios fundamentales que sufre la estructura judicial en el ámbito rural.la res-
ponsabilidad política de los jueces de paz durante el rosismo a partir de dibujar con fuenes
trazos a los Alcades de la Hermandad y a otros personajes relevantes, de sopesar la palabra en
los juicios, de poner en evidencia la mayor eficacia de la maquinaria represiva. Una maqui na-
ría que nos conduce a Juan Manuel de Rosas -actor presente en casi todo el texto-. El análisis
de la represión nos lleva a la vida política, a las formas de hacer políuca durante el rosismo
que están siendo revisadas con bastante exhaustividad en estos últimos años. De lo que se trata
al focaJizar los estudios en el medio rural es de develar el ascenso al poder de Rosa<; y su
consolidación, el armazón sobre el que basa su poder trabajando las funciones de los alcaJdes
y tenientes de paz que operaron como mediadores en un proceso de capilaridad muy intensa
con la población rural; despejando Las relaciones parentales y de aJianzas matrimoniales que
estos establecieron. una extensa red que tiene como pináculo al mismo Rosas: analizando l;1
conversión de los jueces en jefes políticos locales transformándose así en uno de los basamen-
tos de la política desarrollada desde Buenos Aires; desplegando las forma-; de respuesta frente
a la creciente conflictividad en el medio ruraL conflictividad que vincula ¡}j fenómeno del
crecimiento de la militarización de la campaña bonaerense.
En «El teatro del poder: ceremonias, tensionP'i y ronflirtos en PI estado co/omaf,. res-
cata a las «Crónicas del Buenos Aires colonial» de Torre Revello por el excelente material que
brinda. y toma como referentes, entre otros, a Norben Ellas. a Serge Gruzmski. a José Amomo
MaravaJI y a E. P. Thompson. Los rituales que las distintas ceremonias públicas deben seguir
son apreciados dentro del complejo escenario sociocultural del mundo colonial. rituales que
funcionan como signos que expresan situaciones conflictivas. como guiones de las lucha-; por
el poder que se dan en estas sociedades de corte barroco. En la versión que aquí se publica
establece los planos comparatjvos entre la insurrección de 1624. acontecimiento de gran rele-
vancia político, que se dio en la ciudad de México, por una parte. y los conflictos entre los
obispos y los virreyes en Buenos Aires visualizados en las ceremonias que se realizaban du-
rante los tiempos que denomina del barroco «terminal ». Son dos sociedades y dos uempos
distintos. la comparación y el análisis de los sucesos son tomados para explicar el sentido de
los cambios que se están dando en el período de tránsito entre la época colonial y la que se
avecina a partir de la irrupción de la revolución de 1810. El teatro de poder es la veniente para
encarar un aspecto que es vital en la construcción de todo estado: la domiMt:ión simMIIca. de
esta manera por ejemplo la máscara de Fernando VII adquiere un significado que escapa a las
interpretaciones rradicwnaJes.
Ctertos aspectos de la v1da política de un pueblo pequeño durante dos años cnticos del
rosismo son analizados en «Esrenas de la vida política en la rampmia· San Anront(l de
-332-
prohlstorla 3 - 1 999

Are ro en una rrisis del rosisrrw ( 1R391 TR40) 11. el interés está centrado en indagar cómo en
ese ámbito de sociabilidad pueblerina son vividos esos tiempos, qué pasiones se encienden y
se desatan. Las características del pueblo. de las familias, de los sujetos. los hechos cotidianos.
las opiniones vertidas. los calificativos y los epítetos utilizados.la vigencia de las costumbres.
la represión. esto que es vivido y experimentado. le permiten confeccionar un cuadro de estilo
tmpresionista que da clara cuenta del quehacer y de los connictos políticos entre partidarios
de una y otra facción. Desde la esfera pública en construcción e invadiendo el ámbito de la
privacidad. rastrea en el mundo colon ial las raíces de estas relaciones. un mundo por cieno
aún presente. Muestra cómo aspectos del ritual federal permiten que los paisanos hagan el
pasaje, abstraccción mediante y en forma ambigua y con dificultades. de la fidelidad a una
persona singular a la lealtad a la nación; muestra también cómo en las fiestas federales com-
partidas -impregnadas de un sentido de comunión ritual para el núcleo duro de la notabilidad
federal lugareña- se visualiza la desigualdad social; cómo la fiesta y la represión coexisten
dentro del marco amenazante que ha adquirido el régimen rosista en esos años. El rescate de
las figuras de la salvaje unitaria y de la vecina federal a, dos representaciones sociales femeni-
nas contrapuestas, le permite expresar el abismo abierto en la vida política de Areco. De esta
manera va desentrañando los valores de la campaña frente al mundo urbano. éste último sim-
bólicamente representativo de los unitarios; va descubriendo las tradiciones de la campaña
vi nculadas al pasado colonial donde la~ relaciones entre el poder político y la religión católic::t
se manifestaban con más claridad. Demuestra así la pertenencia de ciertos aspectos del rosismo
al uni verso cultural del Antiguo Régimen ibérico. construyendo una imagen del rosismo que
complementa recientes interpretaciones de este período de la historia argentina.
El último trabajo «Los Martfne=: la complejidad de las lealtades polítiras de una red
familiar en el Areco rosista» es un estudio de una familia de notables de un pueblo de la
campaña bonaerense del siglo XIX. A través de las redes de parentesco, de las redes de socia-
bilidad. de las lealtades explica el medio social y político en el que se insertan los integrantes
de esta familia que cuenta en cada generación con Alcaldes de la Hermandad o Jueces de Paz.
Los miembros de esta familia. que ocupan distintos peldaños en la escala económico-social .
sufren los avatares políticos de esos tiempos, experiencias donde se entrecruzan intrincadas
historias familiares, rencores y enfrentamientos entre unitarios y federales. En el análisis de-
tecta la presenc1a de un elemento dinámico o central de la red que impulsa el movimiento
hacia el todo y que significa que la intensidad o la estrechez de las conexiones en el seno de la
red varía conforme al lugar de sus miembros en relación con dicho elemento. Este trabajo, que
está lejos de un enfoque puramente prosopográfico, compone un interesante ejemplo acerca
de los fundamentos sobre los que se edifican las redes.
Los trabajos como hemos visto se refieren a la campaña bonaerense entre fines del siglo
XVIII y mediados del siglo XIX. por lo que el título de la obra considero debiera acotarse a
ese espacio y a esa temporalidad. En síntesis en este libro. a través de las fuentes escritas y
trao;cendiendo su literalidad. se muestra el sistema de contextos, el trenzado de reglas y com-
portamientos. el accionar político de los actores. Es de destacar el tratamiento hecho sobre las
realidades locales de la campaña y sobre las reacciones de los sujetos al sistema de toma,
-333-
redistribuctón y control del poder. Precisamente. un centro de atención en esta recopilación es
el estudio de las instituctones regiOn::tles y locales a través de las cuales el análisis del poder
proporciona instrumentos de intervención material. poder que es apreciado como algo que
circula. o más bien. como algo que funciona en cadena y que al ude a una dinámica de fue nas
que accionan en una vinculación múltiple. Para ver el entretejido que el poder construye. lu
indagación hecha por Garavaglia recupera a individuos y grupos otrora marginndos por la
historiografía. y que están cargados de un elevado gmdo de autonomía como agentes htstón-
cos: indaga las formas de resistencia sin olvidar la dominactón que muchas veces aparece
como una fuerza cuya natw-aleza e implicaciones no tienen por qué ser explicados.
Estud ios como estos aparecen cuestionando fuertemente las característ icas que
estereotipadarnente se intentan mantener de la expansión estanciera en la campaña bonaeren-
se y que no tienen en cuenta factores como el reconocim iento o la negociación por par1e de los
estancieros de la época con las vigentes prácticas campesinas. El orden estanciero convive con
los hábiws, las costumbres. que durante décadas los pobladores de la campaña habían recono-
cido como válidos para garantizar la reproducc ión social, prácticas que son ellas mismas un
producto histórico y que en el texto se abordan retomando los planteas de P. Bourdieu. entre
otros. En este sentido, con respecto a la util ización de conceptos. Gamvaglia expresa en el
Prólogo -cuando se refiere a las objeciones que en su momento le fueron presentadas por
algunos colegas acerca de la utilización de la noción de «clase social» a partir de los trdbajos
de E. P. Thompson- que «La única frontera para la concepción en historia es nuestra propia
capactdad para pensar en forma crítica a partir del material que nos dan las fuemes». Los
trabajos de este historiador sobre la ·economía mordl de la multllud», sobre las «costumbres»
en las sociedades campesinas inglesas. siguen siendo orientativos y sugerentes.
Eltcxro también se aparta decididamente de las explicaciones ya no tan habituales sohre el
nacimiento del Estado moderno que se basaban muchas veces en una perspec tiva globalizante
y que tendían a infravalorar el papel de la sociedad y de las realidades locales en el
condicionamiento de los caracteres políticos de las uniones nacionales.
A lo largo de sus páginas muchos aspectos de la vida de los hombres de la campaña bonae-
rense han sido abordados como temas de investigación. De ellos. las conclusiones podrian ser
muchas, entendemos que corresponde poner en juego algunac; de las ideas que han estado
detrás de un universo empínco complejo. Sobre ellas hacemos estas imerrogaciones que se
desprenden del texto:
l. La herencia colonial ¿Continuidad o cambio? Interesa preguntar en el conjunto de las rela-
ciones sociales por aquello que de continuidad se aprecia en la campaña bonaerense en el
marco de polémicas aún vigentes. Estos estudios contribuyen al señalamiento de las perma-
nencias y de los cambios. Algunos elementos de esta continuidad son: las formas diarias de
vida; el trabajo concreto de los hombres y de sus prácticas: el trabajo recíproco que sustentó.
a pesar de la movilidad y de las estrategias combinadas de reproducción: en otro mvel. las
tdentidades políticas defendidas por las autoridades locales que se hicieron indispensables
para el funcionamiento de los engranajes del poder. Todas éstas son formas de continuidad en
el devemr histórico de la campaña bonaerense. pero insistamos en esto. una continuidad que
- 334 -
prohlstorlo 3 - 1 999
no implica inmovilidad sino cambio y en el que se recrean tanto las umones.las orgamzacio-
nes como los conflictos.
2. ¿Un régimen agrario diverso. con un régimen de propiedad sin consolidar o un régimen
agrario dicotómico, con un régimen de propiedad consolidado? Cuestión que no se reswelve
por plantear simplemente la distinción entre las áreas de anti guo asentamiento y las área-; de
frontera. La diversidad es amplia y sus orígenes también y están sustentados en una csouctura
demográfica flexible y en una larga tradición migratoria previa a la era de la «gran inmigra-
ción», en estrecha unión con la utilización de los recursos y a la tecnificación de la época.
Con estos estudios Garavaglia, al renovar las perspectivas de análisis, contribuye al trata-
miento de un abanico de problemas que permiten avanzar en la comprensión de la vida de los
hombres de la campaña bonaerense para lo cual. pertrechado de un fuerte componente de
curiosidad, hace uso de una constelación de elementos comprobables. deja los finales abiertos
e invita así a continuar indagando los problemas que expone.

NIDIA R. ARECES

- 335-
GOBERNA FALQUE, Juan R. Civilización. Historia de una idea, Santiago de
Compostela 1999, Universidade de Santiago de Compostela. Servicio de Publicacio-
nes e Intercambio Científico, Monografías da Universidad de Santiago de Compostela,
número 202, 277 pp. e índice.

La reciente actualidad que Hunüngton ha dado aJ térmano Civili=ación bien puede servir
para justificar la existencia de libros como éste. Ya no por participar o no en un debate. sino
por comprender el contenido semántico de un concepto. y más aún cuando aquél adquiere
una posición central en un discurso. La relación entre las palabras y las cosas es una cuestión
mayor en la historia y en el conjunto del pensamiento. más aún cuando desde hace unas
décadas parte de la crítica lanzada contra la viabilidad de la historia como disciplina de
conocimiento se funda en la incapacidad de hacer discursos coherentes por la inadecuación
conceptual entre quien enuncia y quien recibe. La respuesta a esta cuesttón bien podría
provenir de la realización de un esfuerzo suplementario por el historiador a la hora de definir
la significación estricta de sus conceptos o, de forma inversa. en su compromiso con una
conceptualización más impresionista. quizá menos escolástica pero más ajustable a las di-
versas realidades.
El autor siguiendo a Bermejo Barrera, muy presente en las páginas de este hbro. asume el
papel de arqueólogo de un concepto central en muchos discursos históricos (el de Cr\'ili=a-
ción), pero no como historiador del concepto o juez de su uso correcto. sino como anruista de
su evolución, de su uúlización; como historiador de los contenidos que se le ha atribuido. Para
marcar mejor la mutabilidad de su uso la aprorunación se adoptan dos perspectivas: la diacronía
y el estudio compamtivo. El libro :;e t.livide en tres grantle::s partes. tres puntos de análisis de la
aceptación y transformación del concepto Civilización en tres entornos culturales diferencia-
dos: Francta, Alemania y el mundo anglosajón: la visión respecto a las dos primeras resulta
más exhaustiva y posiblemente más interesante.
Así la primera parte bajo el título de Ci\'ilisation desde un punto de vista evolutivo y
cronológico entre los siglos XVUI y XX muestra la peripecia intelectual del concepto en el
entorno francés. Completando y corrigiendo algunos de los estudios clásicos realizados sobre
el tema Gobema muestra la génesis del concepto como un calificativo bandera que debía
permitir a la ilustración francesa contraponerlo a sus enemigos del interior (el oscuranusmo)
y del exterior (la barbarie). Sin embargo, resulta mucho más complejo en su definición y uso:
qué era lo que definía a esa Civilisation o hasta qué punto el término podía atribuirse en plural
(civilizaciones) con lo que su sentido comenzaba a adquirir un carácter descriptivo estático
sunultáneo a su proyectismo dinámiCO. Era una palabra clave que por sí sólo justifica la
transformadora acción ilustrada. un concepto optimista. universalista. dinámico y progresista
dado que por su propia defmictón. y por su propia mdeftmción. adquiere una proyección
universalista pero ferozmente eurocéntrica. donde Civilización ha sustituido a la fe como
motor de la justificación de la conciencia de superioridad y de la consecuente expansión tanto
europea en general como francesa en particular. La utilización inversa del término por Rousseau
(Civilisation es el conjunto de males que han apartado aJ hombre del estado de naturaleza)
- 336-
prohlstorla 3 - 1999
será minoritaria ya que el término con sus connotaciones positivas se habría popularizado
enormemente en la segunda mitad del siglo XV JI l.
El siglo XIX vería el concepto mantener por un Indo su integridad universal. evolucionista
'!optimista (la Cil·ifisation es un proceso necesario)'! por otro consagrar su capacidad des-
cripti va con el est udio de las di\'ersas Civilizaciones. Hay cambios notables: con Guizot
Cnif/S(IfiOn ad4u1erc cad<i ve1. más un carácter tangible e mmedtato fre nte a la naturaleza
ideal de los ilustrados. En este contexto el nacionalismo fra ncés (sus diversas encarnaciones
política<>) encon trarán en este significante el espacio natural para afinnar la superioridad evo-
lutiva de Francia y enunciar su misión civilizadora hacia Europa y hacia el mundo: traducida
en hegemonía política y colonialismo. 1870 ténninó con el primer sueño pero reforzó hasta el
paroxismo el segundo. Los Siguientes episodios bélicos ( 1914 y 1939) sirvieron para hacer
delténnino una bandera común de los aliados frente a la barbarie de la Kultur alemana. S1
bien la propaganda sirvió para las conflagraciones. el concepto (o más bien su carácter misio-
nero. eurocéntrico y proyectista) había iniciado un serio proceso de des legitimación ante la
realidad colon ial. dejando paso cada vez más a su sign ificac ión analítica. est udiada en este
libro en la evoluc1ón de su uso (desde Mauss a Lévi-Strauss y. sobre todo Braudel).
La segunda y la tercera parte del libro mantienen la misma estructura que la primera
mostrando la evolución cronológica en las peculiaridades de dos casos nacionales. Para el
alemán lo que domina el análisis de Gobema es la descripción de la tensión entre los concep-
tos Kultur. dotado de un nuevo sentido metafórico en el siglo XVII1 (frente a la acepción
agriwla tn.tilidi.mal). y d neologismo Zirílisuliun. Ambo~ términos ~erían utilizados de ma-
nera bastante ambigua y en ocasiones equivalente hasta que se produciría su plena diferencia-
ción ya en el siglo XIX al utiliz.ar estos significantes para denominar presupuestos casi antitéticos
que ya ex1stían en el s1glo XVIII. Sin embargo pese a la existencia de una tradición que veía a
la Kultur como lo esencial del progreso y a Zh·i/isation como lo aparente (Kant) o incluso lo
negativo (Pestaloz:z.i). aún predominaría la imagen asociada entre ambos elementos en una
escala evoluti va (Humbolt) donde Kultur se vería cada vez más objetivada (Burckhardt).
Para la fonnulación de la ruptura definitiva habría que esperar sobre todo a Nietzsche y la
Pnmera Guerra Mundial , cuando Kultur se presente como la esencia nacional constitutiva y
expresión del alma alemana. a la vez que contrapuesta a una falsa civilización. La Decaden-
cia de Occidente de Spengler viene a sumar todas estas tradiciones: si por un lado Kultur y
7.il·ifi.mri<Jn son estadios de relación social. por otro el primero representa la culminación y el
segundo la declinación estéril. El impacto de Spengler iba a dominar por afirmación o nega-
ción la imagen del pensamiento alemán durante los siguientes años.
La última parte del libro muestra el uso en el mundo académico anglosajón del término
Cil'ili:ation, un ténnino un tanto menos dramático que los vistos hasta ahora como prueba su
apropiación sin especiales problemas de pensadores como Burke. De nuevo hay una descrip-
ción de sus orígenes y su uso mas o menos aséptico hasta mediados del siglo XIX, momento en
que sería a través de las Ciencias Sociales 4ue se iría abriendo un espac io para Cn'i/i:ation y,
sobre todo. Culwre. Este último comoelemenro descripti vo y objetivo alcanzaría una posi-
ción preponderando especialmente por la reacción antievolucionista de finales del siglo pasa-
- 337-
RESEÑAS

do. De una forma bastanle parecida al caso fmncés los componentes emotivos de (¡l'i/i:arion
serían reactualizados durante las guerras mundiales. al mismo tiempo que su potenc1a anal íti-
ca tendría su apogeo en los anos inmediatos a la Segunda. en este caso gracaas a Toynbce que
es anahzado de manera pormenorizada.
Para realiLar su trabajo el autor utiliza el pensamiento de intelectuales .. de 1m pacto" cu-
yas obras son estudiadas de manera mas o menos exhaustiva en relación con el concepto
analizado. El texto se apoya en el uso de numerosas citas literales que pueden resultar de
interés para historiadores hispanohablantes. ya que actualizan una serie de lectura-; que no
siempre resultan accesibles.
La visión de conjunto del libro es muy satisfactoria. y nos encontramos con un estudio
competente en el que. eso sí. gustaría ver más a menudo las opiniones del propio autor. La
propia calidad del trabajo invita a formular una serie de preguntas, ya que la selección de
escritores incluye filósofos, historiadores, sociólogos .... pero ¿hasta qué punto se pueden con-
siderar homogéneos sus discursos? ¿hasta qué punto puede haber una base intcrpretaúva co-
mún? ¿por qué un autor se estudia y otro se ignora? ¿por qué se analiza una obra determinada
(p.e. La Decadencia de Occidente) y se excluye otra (Años decisiros. ambas de Spengler)?.
Estas son efectivamente cuestiones centrales en el trabajo del historiador. un trabajo que se
vería muy facilitado por el desarroUo de esta historia teónca de Goberna y Bermejo. Aún
quedan muchas cuestiones por saber. como el uso social de esos conceptos más allá de su
formu lación intelectual y. en consecuencia. los njveles de recepción diferencial de los mismos.
Esto quizá le toque hacerlo a la una historia sociocultural más clásica pero en todo caso ésta se
verá muy apoyada en el muy buen trabajo deGoberna.

Jos~ JAVTF.R Rllz lBA.'.u


prohlstorto

-338-
prohistorio 3 - 1 999

(;OLDMAN, Noerní y SALVATORE, Ricardo (Compiladores) Caudillos Rioplatenses.


Nue~·as miradas a un viejo problema, Eudeba- Facultad de Filosofía y Letras, UBA,
Buenos Aires 1998, 351 pp.

Est::~ prnducci6n colcctiv:l de algunos miembros de l:l comunid::~d universitari:l. tiene el


doble propósllo implícito en la introducción. de discutir y revisar por una panc.lns dos gran-
des interpretaciones legadas por la historiografía. que han orientado gran parte de la signifi-
cación del caudillismo. y por la otra, presentar los nuevos aportes. cada vez más generosos y
estimulantes. basados en estrictas investigaciones documentales, de los especialistas de los
diferentes campos del saber histórico "rioplatense'' del período. Dkha revisión intenta desar-
mar básicamente dos de los supuestos mác; utilizados en el Lratarn ienro del tema. es decir. la
visión cl;\sica que identifica el ascenso al poder de los caudillos con el mundo rural sin orden
y sin ley y la concepción clicntelar (historiografía del ··Norte") que identifica al caudil lismo
con el cliente lismo. asociación que vincula la relación caudillo-mil icias a la de estanciero
patrón. Tal como señalé al comienzo, dichas contribuciones se hallan precedidas de las re-
Jlexiones prcl iminares de los propios compiladores quienes realizan una síntesis de la trayec-
toria historiof!ráfica argentina y americana. basadas en antiguas certezas. los problemas y los
debates que abrió. taJ como fueron formuladas por las corrientes y puntos de vistas de sus
exponentes principales. El punto de p:lrtida obligatorio de la clave comprensiva denominada
clásica es la Generación del · 37. La construcción original del Facundo de Sarmiento. quien
a partir de los notorios conceptos de "C tvi lización.. y "Barbarie... intenta penetrar en el fondo
de los confltctos nacionales. se constituye en el hito fundador de la explicación de la emer-
gencia de este estilo político. Dentro de este mismo marco conceptual. que se caracteriza por
la ruralizaci6n del poder. la violencia como modo de competencia política y el mito del vacío
inslitucional, los compiladores. van señalando en dicho recorrido, los momentos en los que
se van incorpor.:tndo diferentes tratamientos y apreciaciones cuaJitauvas en los "usos y 5-igni-
ficados" de la palabra. En esta perspectiva los desplazamientos de sentido que adquiere la
explicación del fenómeno. se observan en el alejamiento de lac; preocupaciones iniciales signadas
por la práctica política y la apertura a los aportes de las nuevas corrientes científicas en
expansión hacia fines del siglo pasado. De esta manera el determinismo geográfico que ca-
racteriza a la tesis sarmientina adquiere en la interpretación positivista tintes biológicos o
raciales.
El recorrido se realiza por genemciones de historiadores: Sarmiento-Alberdi, Mitre-López,
lngenieros.los positivistas. el revisionismo y los historiadores "depcndentistas".Jiegando has-
ta el presente en el que no podia faJt.ar la referencia aJ historiador contemporáneo Tulio Halpcrin
Donghi. De tal forma pesa su contnbución al tema y la influencia que sus conceptuali~iones
ejercieron sobre la historiografía posterior, que a la hora de explicar el surgimiento de los
caudillos. se erige en un referente a tener en cuenta. Halperin destaca la estrecha vinculación
que la miliLarización que sigue a la revolución, trds la caída del gobierno central en 1820 tiene
en la emergencia de estos liderazgos provinciales apoyados en cuerpos armados de base fun-
damentalmente rural. De esta manera. plantea desentrJñar la compleja cuestión de la relación
-339-
RESE.ÑAS

militarización y democmtiau.:ión qut: está en la hase del ascenso de los caudillo~ y que adljui~­
re formas específicas según el contexto hastórico concreto a estud iar.•
El segundo apartado trata de cstable(:cr los contrastes entre los usos de la visión clásica y
la cüentelar. más orientada a considerar al «CaudillismO>> como una forma de re lari6n polít i-
ca-social, influidos sin duda por las nuevas teorías políticas respaldadas en evidencias socio-
lógicas y antropológicas. Uno de los pilares clave para esta fonna de interpretaci<Sn es la obra
de John Lynch, quien considera al caudillo como el representante de la clase terrateniente y
altemauvamente como el líder de una pasiva y obediente masa campesina en un contexto
político social caracterizado por la ausencia de instiiUciones. la hegemonía terrateniente y la
prevalencia de relaciones de dependencia personal.
Las nuevas trayectorias de análisis se mic1an con do::> \!nsayo~ lJUt! pon\!n at\!nl.iün \!n la
compleja trayectoria de los usos y conceptos del los ténninos caudillo y caudillismo desde una
perspectiva crítica. Pablo Buchbmder recupera las ..distintas visiones y líneas de interpreta-
ción·· que incorporaron los caudillos a la his10na constitucional de la nación. destacando la
aparición del Facundo de David Peña como punto de pan id::.~ esencial en la .. revisión·· poste-
rior de los historiadores constitucionales y la Nueva Escuela Histórica. Maristella Svampa se
detiene especialmente en los aspe(:tos de la ensayística positivista de princip1os de siglo pre-
ocupada por buscar claves para entender científicamente las mal formaciones político sociales
de la Argentina que ponían obstáculo al progreso. Distingue dos matrices de lcctum para
abordar el estudio sobre el rol del caudillo tanto en el pasado como en el presente político
latinoamericano. A continuación Jorge Myers examina l;1 mezclr1 de artaculaciones discursivus
que produjo el caudill ismo. la genealogí:l de estas retónras y rli<.::r ur._o~ y lo<.:: modo<.:: en que'
circularon. Investiga las ''fonnas complejas del poder.. del régimen rosista. seleccionando en
primer lugar las formulaciones de Sarmiento y Herrera y Obes para mostrar algunos de los
supuestos más extendidos de las interpretaciones sobre el rosasmo y las complcJidLidcs de las
tramas políticas, ideológicas y culturales que conformaron el sistema político del gobierno de
Rosas, más extensamente desarrolladas en su libro Orden y Virtud. Otras experiencias históri-
cas son analizadas seguidamente en el marco de los apones sobre la conformación de los
Estados autónomos provinciales realizados por José Carlos Chiaramonte." Ana Frega aborda
el proyecto aniguista de fundar un nuevo orden republicano en el m::.lfco de las ..complejas y
carn hiantes tramas de alianzas. actitudes y expectativas que desató la crisis revolucionaria en
el Río de la Plata". En este contexto. Artigas es caracterizado como caudillo .. ilustr::.~do.. que
sustentó su poder tanto en sus propuestas programáticas como en los vínculos y adhesiones
personales vinculadas aJ ideario igualitario del ejercicio de la ..soberanía de los puchlos.. y el

HALPERIN DONGHl. Tulio <•EI ... urgnmenlu de lo" taudillo-. .:n .:1 marw d.: l:a ,e~ea.:clad nnpla
tense posrevoluc¡onana». en Estudios ele Historw Social. Año 1 N. l. Buenos Aut.> .... Facuhad de
Filosofía y Letras. octubre de 1965. pp. 121-1~9 .
CHlA.RAMONTE. José Carlos ..La cucslión regional en d proceso de ge~tanón del E-.tadll NatiO·
nal Argentmo··, en Mercaderes del Litoral. F.C.E.. Buenm Atrc'i 1991 .

- 340-
prohlstoria 3 - 1999

progresivo afianzamiento del orden in~titucionaJ de la provinc ia. Nocmí Goldman y Sonia
Tedeschi conswtan la inserción de los ca udillos dentro del funcionamiento de las estructuras
políticas provmciales. Desde la perspectiva de la historia comp:a.rada examinan facetas menos
conocidas del fenómeno del caudillismo del periodo posindepcndicnte. dado que avanzan en
rl conocimiento de la realidade-; <;antafesina y riojana. a través de los .. tejidos forma les del
poder"' en los que se apoyaron Estan isl:.to Lópcz y Facundo Quiroga p:u-a articular sus respec-
tivos gobiernos. Orientada en preoc upaciones semejantes, Marcela Tcrnavasio alcanza nue-
vac; evidencias sobre las formas y prácuca políticas durante el régimen rosista. Muestra las
preocupaciones del conjunto de los federales por conseguir un modo estable de funcionamien-
to político. la imponancia de la movilización elec toral basada en las leyes fundamentales
resignificadas a partir de la creación de las facultades extraordinarias y la supresión de las
deliberaciones en el proceso electoral. tendientes a crear una opinión unánime sometida aJ
control del gobernador. El estudio de Ricardo Salvatore anahza las diferentes modalidades de
"ser federal·· durante el régimen de Juan Manuel de Rosas. Asimismo revela la naturaleza
"ambigua y conflictiva"' del federal ismo rosista. y analiza la diversidad de adhesiones e iden-
tidades federales a partir del estudio de las prácticas cotidianas- formas de vestir, connibucio-
nes al régimen. elleguajc. etc.- para mostrar las formas en que era percibida la política en el
ámbno rural bonaerense. Mas orientados a revisar la tesis del clientelismo político se sitúan
los ensayos de Jorge Gelman y Silvia Ratto. El primero continúa profwlli.iLando sus anteriores
cenezas sohre la ex istcncia de un mundo ntml romplejo en el que la per<iistencia de práctica'>
de antiguas costumbres. la movilidad poblacional y la abundancia de tierras entre otros facto-
res operaron como límites concretos al accionar de la autoridad del ··patrón". Estudia la rela-
CIÓn de Rosas con sus "pobladores"'. peones. admin btr.ldores y vecinos de sus estancias. Des-
arma y cuestiona de esta manera. la concepción que sostiene el funcionamiento clientelar de la
sociedad poscolonial divida entre estancieros y gauchos, donde la clientela funciona como
una relación social venicaJ que conlleva un intercambio des1gual de prestaciones y servicios.
En esta misma dirección Silvia Rallo dirige su mirada a la frontera de Buenos Aires y la
política de financiamiento implementada por el gobierno de Rosas con las parcialidades indí-
genas a partir del análisis de las finan7-a~ públicas. Señala como el sistema de ..negocios pací-
ficos .. fue un mecanismo utilizado hábilmente por el Estado provincial al calor de la cambian-
te situac ión política y económica del régimen. Ariel de la Fuente nos aleja del escenario rural
bonaerense y nos instala nuevnmente en la realidad riojana, ahora. en la década del 60 del
siglo XIX. Analiza el perfi l social de las montoneras del Chacha Pe~aloza y Felipe Varela
rnatitando la visión canónica que las presentaba como ..hordas descontroladas". Descubre de
esta manera una imagen diferente de la montonera, con amplia participación de los habitantes
rurales organi7.ados en una estructura de carácter militar con jerarquías y responsabilidades
bien definidas. Martha Bechis vuelve sobre el mundo indígena bonaerense para mostrarnos
las complejas y varindas relaciones interétnicac;.las di fercntes motivaciones política..c; que lle-
varon tanto a los indígenas a incorporarse a las fuerzas militares "criollas" como a estas últi-
mas a solicit:u- su participación en el curso de la primera mitad del siglo XIX. Por último
Gustavo Paz analiza los «liderazgos. el caudillismo y la resistencia campesina}> en la puna
- 341 -
jujeña dumntc la gran rebelión del período 1873- 1875. Ya scñal<mdo los diferentes momentos
y manifestaciones de la protesta. la<; vinculaciones con la ..política criolla.. , en el proceso de
confoiJllación del estado-nación y e 1surgim icnto tardío de un 1ídcr ··criollo... que edificó un
entramado político que le permitió convertirse en la garantía del orden a los ojos de los gobier-
nos provinciales a fines del siglo XIX. Como hemos podido ver la colección combina la diver-
sidad de enfoques analíticos con la especificidad de los enunciados problemáticos. en la tarea
de repensar uno de los grandes temas de la historia ''rioplatense.. del siglo XlX. Es de esperar
que nuevos aportes se sumen a la revisión de las narra tivas históricas en perspectiva crítica y
que la búsqueda siga orientada a la elaboración de otras categorías analíticas y ejes
interpretativos que tengan la capacidad de poner en común lo que es común a las experiencias
colectivas ahor<i'\das en este estudio.

ELSACAL'LA
prohlstoria

- 342-
prohlstorla 3 - 1999

Historias de un antropólogo: ¿antropología para historiadores? Sobre GOODY, Jack


El hombre, la escritura y la muerte. Conversaci6n con Pierre-Emmanuel Dauzat, Edi-
ciones Península, Barcelona 1998, 174 pp.

Jack Goody es sin duda alguna uno de los más irnponantes antropólogos de la escena
actual. Su obra. mgente. se cent:m en torno a dos grandes temas: la reproducción social (Deat h.
Propertyand the Ancestors; The Dnelopment ofthe Fami/y and Marriage in Europe). y la
reproducción del saber (The Myth ofrhe Bagre; The Domesticarioll ofrhe Sm·age Mind; The
Logic ofWriring and the Organization ofSociety). Es además, en palabras de S. Kaplan. el
antropólogo que más profundamente ha contribuido a renovar la metodología histórica. Estas
razones bastarían por sí solas para dotar de gran inLerés al libro que aquí reseñamos, resultado
de sus conversaciones con el historiador Dauzat. Entre muchas posibles, cuatro serán las cues-
tiones en que me centraré: el rol de los documentos personales: las relaciones entre antropolo-
gía e historia: la relación entre estudios de ca()o y análisis comparativo: y el peculi:u- estatuto
de la escritura y del documento escrito.
Hoy en día en que se están revalorizando. en la antropología como en la historia, el uso de
documentos personales en el marco de historias de vida. la utilización de estas técn icas aplica-
das a la obra y vida de un científico social permiten adoptar una perspectiva holística a la hora
de entender la formación de un pensamiento individuaL Más aiJá de la academia. más allá de
la división estereotipada en escuelas tan común en los manuales. la obra de Jack Goody nos
aparece marcada por una experiencia de vida: la 2~ Guerra Mundial, el contacto como solda-
do con los campesi nados de Chipre e Italia ("[en aquella aldea] todos habían emigrado a
Estados Unidos 1...1De su relato se desprendía un cuadro de Boswn bien disparejo al que
me habían dejado las lerruras de J/enry James y T.S Elio(·). o la experiencia como prisio-
nero en los campos de concentmción alemanes, donde se enfrentó con la diversidad cultural y
de horizontes intelectuales. y donde la falta de libros le hi zo reflexionar sobre las consecuen-
cias de la escritura.
Incidencia además de un contexto académico, el Cambridge de finales de los años 1930s.
a finales de los 1940s. Académico, pero no reducido a las miras estrechas de una especializa-
Ción disciplinar prematura: tal es la imponancia de los estudios de literatura. con influencias
tan significativas como Forster (Passage ro India) . y en pai1icular la crítica literaria de T. S.
Elíot. de donde confiesa haber extraído el concepto de "ambivalencia" - tan fructífero trasla-
dado a su propia obra-. Y naturalmente el contexto de la construcción de la antropología
británica como disciplina. los años en que los discípulos de los seminarios de Malinowski y
Radcliffe-Brown. se repartieron los diversos centros de enseñanza, en medio de controversias
que se deslizaban entre el debate teórico y las luchas personales por el poder. Baste remitir al
lec tor mteresado aJ libro del propio Goody (The E.tpansil·e Moment. Anthropology in Britain
and Africa) o al deG.W. Stocking (After Tylor. British Social Anthropology).
El Capítulo lll se titula, significativamente: .. De la historia a la antropología. Miradas
sobre las antropologías británica y francesa". El historiador poco avisado podrá aprender con
sorpresa que los antropólogos británicos de los años 1940s. (ver especialmente Evans-Pritchard)
- 343-
compartían sus mismas reservas acerca de que los estudios africanos pullicran arrojar alguna
luz sobre los campesinados europeos. La razón.la influencia común de la obra de Durkhcim
y en general de la tradición deL' Année Sonologique. en la versión que se impone en Gran
Bretaña a través del presidente de la Asociación de Antropología. A.R. Radcliffe-Brown. Sin
embargo Cambridge supo mantener la llama de la heterodoxia: véanse los recuerdos de Goody
acerca de cómo entró en contacto con el pensamiento de Max Weber (mediado por Talcott
Parsons), con el empirismo lógico y la escuela de Chicago. y con la obra de Karl Polanyi y de
uno de sus discípulos. el historiador de la Anúgüedad Moses Fin ley.
El antropólogo Jack Goody supera las lirrútaciones impuestas por la herencia de la sociolo-
gía Durkheimtana recurriendo a la sociología Weberiana y a los cualitativos de Chicago!!!
Pero no disertan acaso los manuales acerca del aislamiento entre las di versas c.:iem:ias sociales
a lo largo de los años 1940-1960? Y qué decir del supuesto autismo - mutuo- entre historia y
antropología en el mundoacadémicoanglosajón por las misma'> fechas? Incomunicación de la
que se lamentaba el historiador E.P. Thompson. en 1971. en la introducción aJ ensayo "La
economía moral de la multitud en la Inglaterra del S.XVlll": "Son muchos, entre nosotros,
los historiadores del desarrollo culpables de un craso reduccionismo económico que elimi-
na las complejidades de motimción. conducta y función [ ... ] Lo que es qw:á un moti ro de
sorpresa es el clima intelectua/-esqui:oide. que permite a esta historiografía cuantitam·a
coexistir (en/os mismos sitios y a \·eces en/as misrrws mentes) con una amropolo.~fo sm ial
que derh·a de Durkheim. Weber o Malinowski. Conocemos nun· hien todo el delicado tejido
de las normas sociales y las reciprocidades que regulan la l'ida de los tSinios de Trohriand.
r las enerp.fas psíquicas im·olucradas en el contenido dr los cultos de Melanes1a pero en
algún momento, esta criatura social infinitamente compleja, el hombre melanesio, se con-
,·ierte (en nuestras hlSforias) en el minero inglés del stglo X\ 1/1 que golpea sus manos
espusmódtcammte sobre su estómago y responde a e)TÍmulos nonórmcos elementales...
La realidad es que esa incomunicación. reaJ, penenece también en parte a la mllología
elaborada ad hoc para legiúmar la fragmentación de las ciencias sociales en disciplinas inde-
pendientes. Como documentan los recuerdos de Goody. el contacto con el mundo de los Annales.
mucho más abieno al diálogo interdiscipJinar, permiúó a historiadores y antropólogos
anglosajones realizar un curioso intercambio de ideas "a través de terceros". Baste pensar en
la figura de Marc Bloch, en la incidencia de The Golden Bough de Frazer sobre su Les rois
thaumaturgues. o en la influencia que recíprocamente ejerció La société féoda/e sobre los
antropólogos africanistas británicos. Pero es más, en el propio mundo académico británico
hay una temprn.na trdd.ición de intercambios entre antropólogos e historiadores. uno de cuyos
momentos más bri llantes fue aquel seminario que en J958 les reunió en Manchestcr en tomo
a la figurci de Max Gluckman. para discutir sobre las movilizaciones populares pre-industria-
les. Ese intercambio alimentó obms ..antropológicas" tan importantes como el Poltttc .~. Law
and Raua/ in Tnhal Sociery del propio Gluckman. o As the Trwnpet Sounds. el estudio de
Peter Worsley sobre los cultos cargo melanésicos: pero también obras ··históricas .. tun centra-
les como el PrimJth·e Rebels de Eri<.: Hobsbawm o los tmbajos sobre el milenarismo medieval
de Norman Cohn.
-344 -
prohlstorlo 3 - 1999

La clave. y esta es mi hipótesis. es t¡ue la<; redes de relaciones personales que supieron tejer
:lntropólogos e historiadores entre sí. les permitieron superar el aislamiento relativo que les
1m ponía el proceso de construcción de sus respectivas disciplinas. y beneficiarse de las teorías
y métodos del conjunto de las ciencias sociales. Es algo implícito en el conjunto de la obra de
E.P. Thompson. que sería incomprensihle sin tener en cuenta esta fertilización antropológic:.~.
aunque posihlemente las convenciones académicas le llevaran a hacerlo explícito con parsi-
monia. Es en úlúmo término lo que se desprende de los recuerdos de Jack Goody, que evoca
cómo conoció en Cambridge en 1939 a E. P. Thompson y a Eric Hobsbawm, y cómo a partir
de "nuestros comunes intereses antropológicos y literarios'' se fue construyendo una rela-
ción de amistad e intercambio mtelectual. que les llevó a coincidir en múltiples foros. alguno
tan señero como el consejo de redacción de la revista Post and Present. Que es ni más ni
menos que el sistema que seguimos empleando hoy en día para superar nuestras propias 1imi-
taciones.
La tercem cuestión que me gustaría tratar nos retrotrJe a uno de las controversias centrales
en la constitución de la antropología británica. En 1938 Malinowski y Radcliffe-Brown deba-
tieron en tomo a cual es el camino a seguir para hacer avanzar la ciencia social. El segundo.
t¡ue veía la base del trabajo científico en la aceptación de una terminología común, ponía el
énfasis en una labor de depuraci<Sn de conceptos. Malinowsk1 en camb1o. definiendo aquella
posición como "escolástica.., argumentaba en favor de un uso "flexible.. de la terminología, y
veía la hase del progreso Científico en la capacidad de plantear nuevas preguntas a la realidad
empírica. No es difícil ver cómo tras la postura de Radcliffe-Brown se esbozaba esa "gmn
teoría parsoniana" que pronto llegaría a hegemonizar la sociología; mientras que tras los
planteamientos de Malinowski se escondía un mayor acercamiento entre antropología e histo-
ria. Un debate este que subyace a tantas controversias historiográficas en tomo a "cual es la
~:orrccta definición de·· ... clase social, campesinado, etc. Pé:t!ece clé:t!o que en ese debate J ack
Goody se ubica más cerca de las postums de Malinowski ... y de la h1storia: el estudio de caso.
basado en el trJbajo de campo como primer p:1so para la realización de un análisis compara-
uvo. e implícitamente "evolutivo". Un buen ejemplo es una de sus obra<; más brillantes. The
East in 1he Wesl. editado en 1996. En ella Goody se plantea revisar los planteamientos de
lmmanuel Wallerstein. examinando las economías-mundo previas a la hegemonía europea: el
Jndico y China. Pero en último t6rrnino el objetivo radica más allá, retomar ciertas cuestiones
de la SOCIOlogía, en panicular las hipótesis de Max Weber que veía las bases de la hegemonía
de Occidente en una superioridad cua-;i-ontológica, expresada en conceptos como ''individua-
lismo" y "racional ismo··. Para Weber. el desarrollo en Occidente de formas de ra7.onamicnto
lógico -el silogismo- y de la contabilidad por panida doble. serían esenciales para el ulterior
desarrollo de la ciencia y del capitalismo mercantil.
¿Cómo aborda Goody el problema? Pues recurriendo al trabajo de campo. "En
Amhadhahad flndia ... ] 111\'e la oportunidad de efectuar una bre1·e pasan lía en la oficina de
un ronlable tradicional, que u1ili::aha los mé10dos de entrada única para 1rarar de com-
prender qué podía hacerse, o no, con estas otras formas 1•.• ] y acabé sacando la rom·ir-
rión de que la contabilidad de partida única es w1 mélodo petfectamente racional,, adap-
- 345-
RESEÑAS

tado a la gestión de empresas de dimensiones considerables. Sin duda algufUl podrÍil


haberme limiJado a consu/Jar los libros, pero lo malo es que se contentan con las peticio-
nes de principio, <esto es racional>, <esto no lo eS>". De modo similar. Goody ha aborda-
do la supuesta superioridad de la lógica formal occidental. Estudiando en ciertas sociedades
africanas los efectos de la escritura, ha argumentado de manera consistente que la escritura ha
pennitido desarrollar nociones hasta crear "la lógica de los lógicos, la lógica aristotélica, el
silogismo, que en cierto sentido es unaformali:actón del ra:onamiento secuencial, y que.
desde ciertos puntos de vista, es una formalización completamente ridícula, ya que la
gente no habla de esta guisa" ...
Trabajo de campo pues, como paso previo para reformular la teoría social. E, implícita-
mente. con un objetivo análogo ¡aJ de Charles TLIIy!, planteando como tarea urgente para los
historiadores la necesidad de despojarnos de prejuicios heredados de la tradición cultural oc-
cidental, y en particular de las ciencias sociaJes decimonónicas. Tal es el resultado de una de
las dos principales líneas de investigación de Jack Goody, los efectos de la escritura sobre la
organización social. Cuando realizó sus primeros estuclios sobre el"bagre" (narración mítica
y a la vez complejo ritual) en Ghana, partía del supuesto de que las narraciones orales en las
sociedades ''traclicionales" se tr.msmiten de manem exacta. La introducción del magnetófono
en el trabajo de campo, en los años 60, le permitió comprobar que el mito se recreaba y
reinventaba en cada ocasión. El recurso posterior a los trabajos de Maurice Halbwachs sobre
los cuadros sociaJes de la memoria le ayudó a desruhrir que lo~ alde :~nos tenían una noción M
··exactitud'' muy distinta de la que se puede tener cuando se comparan dos textos escritos. Y
consecuentemente. que, en ausencia o con escasa clifusión de la escritura, es el trabajo de
memorizar lo que hace parecer a las sociedades omles como mucho más homogéneas de lo
que realmente son. Los sistemas simbólicos e intelectuaJes de esas sociedades comportan mucha
más heterogeneidad de la que presupondrían muchos científicos soc iales, lo cual arroja mu-
chas sombras sobre la vieja dicotomía ..comunidad versus sociedad" de Tonnies. Y da mucha
materia para pensar a la comunidad de historiadores. obligados a acceder a las sociedades del
pasado a través de la documentación escrita. Thank you. Mr. Goody.

José MARíA CARDES!~


Universidad de A Coruña
prohlstorta

- 346 .
prohistoria 3 - 1999

GREZ, Sergio~ SALA ZAR, Gabriel (compiladores) Manifiesto de historiadores, LOM


ediciones, Santiago de Chile 1999, t 17 pp.

El 22 de septiembre de 199~ el Gral. A. Pinochetllegó a Londres para ser operado de una


hernia discal. El 16 de octubre del m1smo año. fue detenido por el juez español B. G:lrzón,
quien le acusó del delito de ascsmato de cwdadanos españoles en Chile entre 1973 y 1983.
[)csdc ese momento se 1ueron ~uced.Jendo diversos hechos en relación a la situación jurídica (y
política) del ex dictador. En medio de esos vaivenes. se difundió la "Cana a los chilenos··.
escrita desde Londres por A. Pinochct en diciembre de 1998.
Tal como lo dicen sus compiladores en la "Presentación". Manifiesto de historiadores es
una de las tantas reacciones que dicha "Carta ..... ha suscitado. Pero lo que diferencia a este
libro de las otras "reacciones" es que reOcja en sus páginas un resumen del debate que se ha
instalado entre tos historiadores. 4ue no sólo se desenvuelve en tomo a las d.Jferentes visiones
de la historia chilena. sino también en un eje centrado alrededor del papel que el historiador
debe asumir en relación a la historia má<; reciente.
Una breve secuenc1a cronológica de este debate podrá servir de guía. Entre el2 y el 18 de
febrero de 1999 se publica en diferentes medios periodísticos chilenos el llamado "Manifiesto
de historiadores". el cual es presentado por los compiladores del libro como "un manifiesto de
refutación a la.'\ mterprctacione" "obre las últimas décadas de la historia nacional contenidas
en la misiva del ex dictador y en los Fascículos de Historia de Chile publicados en un pcnódi-
co capitalino por uno de sus ex colaboradores. el historiador Gonzalo Vial" (p. 5). El mani-
iicsto originalmt!nte fue tirmado por once htston<Jdores. pero con el correr deluempo ha rcci-
btdo un gran número de adhesiones. El 12 de febrero. Gon1.alo Vial Correa publica en el
diario "La Segunda·· un artículo titulado "Reflexiones sobre un manifiesto". Los mismos
once h1stonadores le responden ahora con la "Réplica a las rcOexiones sobre un manifiesto".
apareciendo ésta entre el 7 y el9 de abril de 1999 en dos periódicos chilenos.
El debate continuó con intervenciones provenientes de diferentes ámbitos. Algunas de
ellas pueden leerse en la presente compilación. en la cual el lector encontrará en primer lugar
el "Manifiesto ... " y la "Réplic:L.:· (vale aclarar que G. Vial no permitió la publicación de su
artícu lo). Luego podrá recorrer otros 8 escritos de time diferente que se insertan en el debate
mencionado. pero que m:i-; allá del mismo. se encuenrran atravesados por la voluntad de cons-
truir una historia "diferente" a la oficial y la preocupación por el rol que el historiador debe
asumir en la sociedad.
En términos de a pones novedosos a la historia chilena. la compilación no contribuye con
ar1ículos sustancialmente reveladores. Los hechos que en general se narran son conocidos
desde hace ya tiempo - si bien también es cierto que han sido ocultados por una ,·ersión de la
historia a la que no le conviene su difusión- . Sin embargo la intencionalidad del libro parece
poder ubtcarse en otro plano: el de intenw. a través del debate, dos movimientos importantes.
Por un lado. la construcción de una historia alternativa. que recupere esa otra parte de la
memoria que intenta ser reprimida. Por el otro. situar en el centro de la di<;cusión el papel que
le cahc al historiador en hechos como los que actu:llmente ( 1999) vive la sociedad. en los
- 347-
cuales la frontera entre lo pasado y lo prescme, lo hist<lrico y lo actual. se tlestlibuja. En una
entrevista ya cláSica, E. Thompson afirmaba que ·· ... recuperar unaluswria a/terna/1\'0 su-
pone a menudo entrar en polémica con la ideología esrahlec ida .·· 1 Creo que el puntapié
imcial dado por el grupo de historiadores del Manifiesto va en esta d1recc 16n.
En ei"Manifiesto ..." se apela desde el comienLo a una verdad pública, opoméndola a la
"expres1ón hiStóricamente distorsionada de un interés privado'" {p. 7). Es mtercsanre prestar
atenc 1ón a cómo los f umantcs se presentan al público. Lo hacen en un carac rer doble: como
profesionales, asum1endo que desde el rol de histonadores/intelecruaJes su opm1ón rcndrá un
peso diferente: y a la vez como simples ciudadanos que ejercccn su dl:rccho de opinar. derecho
que los mismos compiladores vieron severamente recortados hacia 1975. cuando fueran pre-
sos políticos y luego exiliados en FrdJ1cia e 1nglaterm.
El manificsro hace hincapié en tres modos diferentes de manipulanón: la cartu a los chile-
nos, los fascículos de G. Vial y los alegatos esgrimidos ante las cámara.s como consecuenci:.t
de la reciente detención de A. Pinochet. A partir de esta tripartición. los aurores se dedicarán a
refutar la'i afinnaciones contenidas en esos tres tópicos. Los cuestionamicntos se dirigen prin-
cipalmente a una mim<b en exceso acotada que no se ha dedicado a nt<;IIear los orígenes de los
prohlemas de 1973 en momentos más alejados de la historia.
Tanto en el manifiesto como en la réplica suhyace la idea de que existe una verdad que
"emana de la experiencia" que es negada por las distintas versiones tic la manipulación de la
historia. A esta verdad es a la que apelan los once historiadores firmantes.
A veces el lector podrá tener la sensación de que los autores del man1Jicsto mtcntan desca-
lificar una verdad "manipulada·· para contraponerle otrd verdad más acorde con lo que ellos
cons1deran la "realidad'" y que. por lo tanto, terminan cayendo en la misma posición que
critican. pero desde veredas enfrentada-;.
Luego de los dos documentos mencionados. se encuentra la «Carw tle adhcs1on norle<Jmc-
ricana ai"Manifiesto de historiadores"» (finnada por 36 histonadorcs). que fu era puhlic:.tda
en El Stglo del 2 al 8 de abril de 1999. Aquí, además de la expresión de apoyo hacia el
Man~(iesto .. se apela a la responsabilidad que deben asumir los historiadores noncamcrica-
nos en la construcción de la historia de Chile, para ir edificando a la vez una ··auténtica "me-
moria" estadounidense sobre la experiencia chilena en las últ1ma.c; décadas. y sobre todo. de la
intervención estadounidense en los procesos políticos latinoamericanos'" (p. 4 1)
El escrito de Mario Garcés D., titulado «En torno al ''pesado trabajo·· del historiador en el
Chile contemporáneo», ataca a través de sus páginas la \'erdad ojirial. poniendo énfa.~is en la
existencia de otra historia preservada por los grupos populares del país. J Tace referencia a una
expcncncia de la cual participó, ei'"Taller Nueva Histona".llcvado a cabo en 1979. a tmvés
del cual se in rentaba "promover iniciativas de recupemción de la memoria popular" (p. 47). A
través de es ta cxpcncncia le conrcsta a Gonz¡¡lo Vial. quien habría afirmado que ninguno de

THOMPSON. E P.. tradición. rente/la ·" tonscienciu dt• ( law. Crnica. Rarc~lona 19H4. ~·
EJic1ón. p. 297

- 348-
prohistorio 3 - 1 999

los firmantes del man1f1esto ha hecho ni la centésima parte de lo que él hizo en la Comisión
Rcttíg. cstablccjcndo los alcances de la represión. M. Garcés intenta demostrar la situación en
que se encontrab::m muchos historiadores. en muchos casos perseguidos. y aún así intentando
construir una histona de Chllc. Señala. además. que "en relación al Informe de la Comisión
Rettig. ninguno de nosotros fue invitado a participar de ella y sin embargo, hicimos Llegar
nuestras contrihuciones ... ··(p. 50)
El artículo «Pinochet y su imagen histórica» de Cristián Gazmurri. efectúa un análisis
suuado en el plano de lo imaginario. Se pregunta ..cuül va a ser la tmagen histórica de Augus-
to Pinochet .. (p. 54). distinguiendo el plano nacional y el internacional. Más allá de ciertas
comparaciones que realiza (por ejemplo. de Pinochet con Fidel Castro) que son. como míni-
mo, discutibles; lo interesante del artículo radica en que. al preguntarse por la futura imagen
del dictador. se pregunta también por la.e; implicancias futums que '\C desprenderán a panir de
b construcción de esa imagen.
El historiador Sergio Vi JI aJobos R.. pareciera querer ejercer. a través de las líneas de su
artículo «El dilema de la historia». una especie de arbitraje entre dos posturas contradictoriac;:
la adoptada por Pinochet y sus seguidores. y la de los autores del Manifiesto y sus adherentes.
En este sentido. intenta situar algunos hechos "ohjetivos.. que confirmarían sólo parcialmente
ambas posturas. Brevemente. comenta la Carta a los Chilenos. afirmando que Pinochet se
propone en ella tomar una "pose histórica" (p. 65). Yillalobos recorre duranre su artículo una
pretendida línea mNiia. supuestamente despojada de tintes extremi<;tas. Es revelador de esta
postum el penúltimo púrr..úo del artículo: ·· ... en esas circunswm: ias se pierde el criterio míni-
mo. el buen juicio que nunca llega a polarizaciones absolutas y que al fin parece ser el espacio
central por donde realmente transira la hisroria ··(p. 66)
Rafael Sagredo Baez.a. autor del artículo «Ch ile y su historia». cree que la discusión con-
cerniente a los hechos más cercanos se encuen tra saldada. Apoya la idea expresada por G.
Y1al en 19X5. en donde afirmaba que ··en el ámhito ético o mor.ll el juicio de la posteridad y de
la Historia es mucho má.o; duro que el de los contemporáneos·· (p. 68). La primera objeción
que puede hacerse a Sagredo Baeza es. justamente. en tomo a su concepción de la Historia:
¡_aca')o la Historia no es también un ejercicio contemp<)ráneo'? ¡.0 sólo debe reducirse a he-
chos .. pa.-;ados ..? ¿.Cuál sería en tonces el criterio de demarcación para pasado y presente'?
Luego de alJuella afirmación. el autor desarrolla su trabajo abord;.~ndo los antecedentes del
golpe militar 4ue. a su entender. explicarían la crisis tic 1rég1mcn democrút ico del 73. Luego
despliega una versión teleológica y cíclica de la Historia. según la cual. después de lapsos de
expan~i0n . vendría una etapn ele crisis. y posteriormente una de autoritmismo.lucgo de In cual
el ciclo volvería a comenzar. Concluye afirmando que. apelando a la modernidad pensada
como "la capacidad de superar los momentos de crisis dentro de la institucionalidad'' (p. 74).
quitás pueda romperse la historia cíclica y no deba sobrevenir el autoritarismo a la crisis.
El artículo de Fahio Moraga Valle. «Responsabilidades históricas», se centra más en el
dcb<lte establecido en torno a la Carta ... y al Manifiesro ...En un primer momento se dedica
a analizar este último. para Juego detenerse en las razones que algunos historiadores esgri -
mieron para no adhenr al Man1fiesto. Las negativas a lirmarlo se alinean. según él. detrá') de
- 349-
tres razones principales. La primera. un desacuerdo frcmc al "tono.. del manifiesto. La sc-
gund3 asienta su negativa en el hecho de que el manifiesto ··culpa a la ol igarqu1a de la
responsabilidad histórica del golpe de Estado.. (p. 83). La última línea argumental i\a sostie-
ne que los elabomdores del manifiesto pretenden una construcción que sería "la única visión
progresista de la historia" (p. 86). Comparto la posici6n del autor. quien frente a estas dife-
rentes posturas, se pronuncia en contra de cualquiera de ellas y a favor del intento del mani-
fiesto de poner sobre el tapete el papel de la intelectualidad y en particular el de los historia-
dores.
Un tono radicalmente diferente al de los artículos prt'cedentes es el que adopta Leonardo
León en su artículo «Los combates por la historia», a mi criterio. uno de los mejores escntos
de esta compilación. Tomando como punto de partida el relato de un historiador acerca de
cómo había sido torturado (relato efectuado durante la presentación del lanl.amlelllO de la
·'Historia de Ch1le Contemporánea" en abril de 1999). L. León ''invita .. al lector a recorrer
algunos hechos de su propia historia. A partir de este recurso. el lector queda posicionado
como un espectador frente a una sucesión de situaciones en las cuaJes se pone de relieve. :1
trav6s de la narración. cuáles han sido algunos episodios tndiscutihles de la histona chilena y.
a la vez, cuál ha s1do la posturu de un historiador -la suya- ante esos episodios. Imercala en la
narr.1ción una frase de un poema de Neruda (citado al comienzo del articulo): "venJd a ver la
sangre por las calles". Luego de dicho recorrido. concluye con su idea :.~cerca del d~hcr del
historiador: evitar. con su trabaJO. que vuelva a correr sangre de los ch1lenos por las calles. y
evllar que se transforme en héroes a criminales.
Por último. nos encontramos con el artículo de uno de los compiladores dcllihro. Serg1o
Grcz Toso. quien cierra la compilación. A tono con el resto del libro. nos recuerda cómo
fueron dándose las siiUacioncs para que el Manifiesto viera la luz. y cómo fue difundido por
thstintos medios y en gran canttdad de países. El compilador sale al cruce de ciertas críticas.
que acusaban a los fmnantes de falta de objetividad. A ésto. respumJe: ·· ¿é~ po~iblc 1<~ "ohJCtJ-
vldad científica" ame una h1storia desgarradora? ¿Cómo pensar historiográficamentc el ho-
rrorT (p. 116). Grez piensa que el éxito del Manifiesto se dch1ó principalmente a que apon6
una vis1ón alternativa de la historia de Chile. Personalmente. pienso que su éxito en parte
puede radicar en ello. Pero creo que a la vez radJca en algo que GreL.también menciona: "el
Mamjlesto de hwonadores quedará en la memoria [... 1como un ejercicio activo de CJUtla-
danía, como una manera de plasmar la idea de ocupar espacios y tomar la palahra a pesar de
la dclbilidad de nuestra voz" (p. 117)
Volviendo a lo planteado en el inicio. creo que la compi lación nos deja dos claros mensa-
Jes: uno en tomo a la Histona de Chile en panicular y a la Historia como disciplina en geneml.
El otro mensaje, se centra en el papel del historiador en la SOCiedad. más puntuaJmentc frente
a hcc hos actuales y/o contemporáneos.
En relación al primer punto. creo que una historia no dehc contraponerse a otra historia.
como si se tmtara de dos u111dadcs homogéneas que ostentan cada cual una verd:.td en apanen-
Cia indiscutible. Por el contrario. creo que se trata de reconm:t.:r que existe una multipliCil.latl
de historias. y por ende, de verdades: y que la Jabor del historiador radica en respetarlas intcn-
- 350-
prohlstorio 3 - 1 999

tado. es cierto. acercarse a una verdad que él considera apropiada pero que. sabe. nunca será
la única ni.l<impoco. "objetiva".
En cuamo al papel del historiador. la compilación y la difusión que el Manifiesto ha
tenido - viene a quebrar el escepticismo que ha ganado a muchos histOriadores. Demuestra
que una posictón activa en la sociedad es no sólo posible. sino deseable. siempre y cuando
entendamos al eJCrctcto de la htstoria como compromiso. Compromiso que. en el caso de los
historiadores. se toma desde un doble lugar: desde ellu!!ar de intelectuales. pero también
desde el de ciudadanos.
En tomo a la contempor:llleidad de los sucesos, y de cómo debe pararse frente a ellos el
historiador. el libro demuestra que el ámbito de la Historia no es necesariamente el pasado
leJano. sino también la reconstruccidn del mismo en rel3ción a un presente, presente que tmn-
btén es objeto de la Historia al resgimficarse desde su mimda.
En este sentido. una experiencia también en extremo in!eresante nos aporta su visión. Se
trata de la llevada a cabo por la "Escuela Libre de Historiadores" de Sevilla. En un artículo
tnédito titulado "La Historia urgente: la Universidad en la cal le".los integranteS' expresaban:
"esta historia que proponemos es urgente de construir[ ... ] porque tenemos que vivir todos los
días y ese ejercicio no es nunca trivial o fingido[ ... ] smo auténtico y descamado, de una
vcractdad absoluta y en oc::tsiones tri vial [ ... ) El dilema existencial nos conduce. pues. pri
mordialmcntc a la htstona en su forma más S!Cnuina y que nunca deberíamos olvidar: como
interrogante abierto- grito desolado - acerca de nosotros mismos: ¿quiénes somos en cuanto
a lo que hemos s1t!o"!''
Los distintos colaboradores de este libro nos han recordado la existencia de otros m(){/os
de hacer historia. que no se reducen a la investigación académ ica llevada a cabo entre cuatro
paredes. Se trata de un aporte de primer orden tanto para profesionales como para legos.
qui1.ás no tanto por -;us aportes del orden de lo fáctico (si hien es importan! ísimo rescatar esa
historia alternativa que los di st intos autores prcsenléln) sino. por sobre todo. porque nos ense-
ñan y recuerdan aspectos de la profesión de historiadores que solemos tener olvidados.

Lv<.:tA B RIE:..•..:z.A
U.N.R.

2 ASTORGA MORANO. P.. GARCfA BERNAL. J. J., LARA BERMEJO, A. MELEROOCHOA,


F. y RODR fG UEZ TOUS. 1. M. «La H1sturia urgente: la un1 vcrs idad en la calle>>, comun icac i~)n
presentada alll Congreso 1ntcrnac.:ional Histona a Dcha te. Santiago de Com¡x>slela -14 al 18 de
JU llo de 1999 ..

- 3 51 -
RESE.NAS

GUERRA, Fran~ois-Xavier; LEMPÉRIERE, Annick et al. Los espacios públicos en


Jberoamérica. Ambigüedades y problemas. Siglos XVIII-XIX, Fondo de Cultura Eco-
nómica, México 1998,366 pp.

Desde hace algunos años. la problemática de la transición del Antiguo Régimen a laMo-
dernidad en América Latina ha sido objeto de intensas discusiones historiográficas. Franc;ois-
Xavicr Guerra es por cierto un autor emblemático que desde mediados de la década de los
I980s. ha producido un corpus tan sólido como mquientantc. Sus conceptualizacioncs sobre
Antiguo Régimen. mutación cultural, actores sociales reales. espacio público y nueva<; formas
de sociabilidad -entre otros temas- han influido en las investigaciones sobre historia política
de la primera mitad del siglo XIX en Iberoamérica.
Su impronta se advierte también en este libro que es el resultado de un proyecto inicmdo
en 1995. que se propuso indagar desde diferentes perspectiva-; y espucios (geogrJficos y socia-
les) las mutaciones de la modernidad. Si bien tiene carácter de obra colectiva y como tal
presenta trabajos con ejes temáticos diversos y densidad teórica dispar. su hilo conductor es la
noción habermasiana de "espacio público" como hipótesis global. El otro gmn agluunador es
el notable trabajo con fuentes primarias que le brinilitn al tc>.to una notable solide1. Este
minucioso relcvamiento permite conocer y recupcmr las voces de actores diferentes en espa-
cios y tiempos vanados. pero también acercamos rccurrcncias. especiJicidades, cambios y
permanencias en un mosaico de procesos que ennquece el abordaje de la problem:ít ira. L3
propuesta se d1vide en tres tres etapas: el Amiguo Régimen. la época revolucionaria v el
momento en que se intenta reconstruir con nuevos valores el consenso perdido.
En la primera parte denominada ··El Público del Anllguo Régtmen··.los artículos de Schaub.
Lémptriere y Guerra proponen las v1siones más mnovadoras con propuestas tcórtLas má~
densas. "El pasado republicano del espacio público.. de J -F Schaub. nos acerca una serie de
conccptualizac iones sobre el Antiguo Régimen entendido como un largo período histórico
que comienza en la Edad Media y se prolonga en muchos ámbitos hasta la Ilustración. y que
no es un antecedente de la Modernidad, sino la realidad contra la cual se levantó un nuevo
ordenamiento sociopolítico. Su propuesta comienza con una "deconstrucción con<.:eptual" de
la historia política clásica para luego analtzar el modelo republicano de espncio público. Esta
deconstrucción se micia con la noción misma de "Estado" aplicada al estudio de la monarquía
hispán ica. Según su visión. mientras logra imponerse una soberanía "hacia afuera... como
conservación del Estado, aquélla que se relaciona con el ámbito nonnativo ..hacia adentro" no
lo logra, subsistiendo varios ··estados" dentro del conglomemdo mon<írquico. La forma en que
esta organizactón corporativa fue paulatinamente reemplazada por otra en la que la Corona
concentró en su jurisdicción mayores terriorios, no se logró por la imposición de un supuesto
derecho politico moderno. sino por la apertura de un espacio de negociaciones con los diferen-
tes cuerpos. Por otra parte. este proceso no connllevó el ocaso absoluto del sistema antiguo. Es
justamente la figura del Rey como fuente de gracia el elemento más contundente pam sostener
este sistema. Para que esto pudiese cambiar sería necesario romper con esa poderosa com:cp-
ción que situaba al rey en el centro de todas las representaciones posibles de la autoridad.
- 352 -
prohistorlo 3 - 1 999

Annick Lcmpériere en "República y publicidad a finales del Antiguo Régimen" se propo-


ne anali~:tr la cultura pública en el Antiguo Régimen. Lo "Público" refería por una parte al
..pueblo·· entendido como el conjunto de h<lbitantcs de la república. y por otra a la ··voz públi-
ca ... aquello que ern conocido por todos. En esta cu ltura -que tenía su espacio de expresión a
la ciudad entendida como una " república perfecta". unida por vínculos morales. reli giosos y
JUrídiCOS-. lo mdmdual y lo particular se encontraban subordinados aJ "bien común ... Lo
"público.. se entendía en el sentido de la utilidad para ese pueblo y los cabildos hispanoameri-
canos, mtcgrados por los ··Padres de la Patria··. fueron el instrumento de su práctica. El"bien
común" era un horizonte sagrado que se imponía aún sobre la voluntad del m1smo rey. Era
entendido wmbién como aquello que se hacía a la "vista de todos" y se vinculaba al escándalo
como aspecto negativo y a las prácticas religiosas en su lado positivo. Asimismo el ámbito de
lo que hoy entendemos por " privado'' se encontraba reducido al pequeño espacio de " lo parti-
cular·· en socicdadades fundamentalmente centradas prácticas colectivas en la que hasta cues-
tiones como la elecc ión de pareja se transformaban en un asunto referente al bien común.
Más allá del control ejerc1do sobre la prensa. los periódicos ilustmdos comenzar on a in-
troducir cambios en aquello que se entendía como útil para el público. pcrmeándolos de con-
tenidos de opinión. La ap:tricJón progresiva de la opinión generó una disrupción aJ establecer
otro par:lmcntro <le autondad diferente a la versión real. proceso que se amplió en sus conse-
cuencias desde las disposiciones de las Con es de Cádiz sobre la 1ihertad de imprenta.
Renán Silva. autor de "Prácticas de Lectura. Ambitos privados y formación de un espacio
público motkrno. Nueva Granada a linaJes del Antiguo Régimen ... advierte sobre cambiOs en
las pr.lcllC<L<; de lectum en la segunda mitad del siglo XYJII en Nueva Gmnada que conduje-
ron a una nueva relación con los textos. A partir de aJií señala los indicios que permitirían
comenzar :1 hahlar de una diferenciación entre las esferas privada y públ ica. La aparición en
la-; ciudades de asoctacioncs para las que la lectura fue una actividad central. la creación de
redes de lectores en el ámbito rur'.ll y el nuevo interés por la prensa y otro tipo de impresos son
Jquellos elementos que lo llevan a presumir estas transformaciones. Estos cambios se acelenJ-
rán desde 1808 cuando la crisis imperial propicie un clima de oposición. momento en que la
prensa periódica dejará de estar constreñida estrictamente al ámbito de la ilusu-ación pam
producir una tmnsferencia hacia la formación y fijación de la opinión.
La Segunda Panc titulada "Revolución y movilizaciones del Público". comi enza con el
artículo de Frnncois-X:lVierGucrr:l "De la política antigua :'!la política moderna. L :1 revolu-
ción de la soberanía". En un texto muy logrado. el autor retoma muchos de los planteos for-
mulados en obras anteriores. Su propuesta de análisis es la transici<Sn hacia la modernidad
desde el alx>rdaje de la<; prácticas políticas. En este contexto. avanza primero sobre las prácti-
cas antiguas indagando el sentido de " la política·· en las sociedades de Antiguo Régimen.
Estas prácti ca~ remiten u un universo corporativo, grupal y también profundamente desi gual,
en el que el cuerpo político y la autoridad conforman siempre una unjdad. Al igual que
Lempéricre. la ciudad es el espacio donde resu lta posible visuali;.ar estas prácticas, donde
diferentes actores intcmctúan y definen sus ámbitos de poder con un sentido profundamente
pactista. La idea de rcctprocidad y de necesidad de negociación pam establ ecer, cambiar.
- 353 -
eliminar normas, estatutos. privilegios penelró estas prácticas en todos los mveles y a todos los
cuerpos. Aún la paJabra del rey estaba sujeta a esta negociación: la fórmula "se acata pero no
se cumple'' simboliza esta representación. En este universo la justicia desempeña ha un papel
central. Se entendía como tal el respeto de tos derechos de personas y grupos, y era la esencia
del''buen gobierno". El autor relativiza los aJcances reates de la del absolutismo en el sentido
de la imposición de una soberanía moderna y limita su proyección al nivel de un modelo. de
un horizonte 1eórico que penetró el orden de las prácticas.
R1chard Hocquellet en "La publicidad de la Junta Central española ( 1808-181 O)" toma
como eje de trabajo a la Junta Central de Sevilla. Basándose en un nulrido cuerpo documen-
¡¡1.1, el articulo analiza los movimientos y el discurso de aquélla en la in ~cntc tarea de construir
su legitimidad en un momento de cnsis profunda. En este 1ránsito. se considera la emergencia
de un público que se toma en fuente de esa nueva legitimidad como destinatario colectivo de
las manifestaciones de poder, que se concretan en un discurso y en una densa simbología de
lugares, ceremonias y representaciones que sincretizan la imagen real con las que se vinculan
a nuevas formas de poder.
Carole Leal Curiel escribe''Tenutia de dos ciudades :modernismo tardío y formas de so-
cmbilidad política en la Provincia de Venezuela... Desde un espacio como la Capitanía Genc-
rnJ de Venezuela. la autora se propone mdagar acerca de la emergencia de formas de sociahlidad
modernas en el ámbito provincial. Tomando como fuentc la vistón que sobre la cotidcancidad
de la vida social dejaron diferentes viajeros extrcllljeros. indaga acerca del sentido de lo públi-
co y lo privudo. así como sohre la forma" y los espac ios de sociahilidad a fine" del período
colonial. Estos últtmos no se "modemit.an'' sino tradiarnente desde 181 O, en un período al que
denomina la ..eclosión tertuliana" con la difusión de cafés. biblioteca~ y tertulias, y la emer-
gencia de una prensa que reforzó esta tendencia. En este analisis se destaca el de la Socrcdad
Patriótica de Caracas que se planteó una tarea de vigilancia del proceso rcvolucwnario y de
pedagogía patriótica. y que a través de su discurso y de sus prácticas fue configurando el
nuevo ámbito simbólico de la modernidad.
Véronique Hébrard nos presenta "Opmión Pública y representación en el Congri!SO Cons-
tituyente de Vcnenzuela ( 1811-1812)". En este trabajo la propuesta es explorar la relac16n
existente en1re opinrón pública y representación. La pregunta que se formula es si la instaura·
c1ón del rég1men representantivo significó la emergcnc1a de una lógica de "rcprcsentaci6n
absoluta" por la que la nación sólo se expresaría por la voz de sus dipu1;.1dos. Para cumplir con
este objetivo, indaga sobre la aparición de la opinión pública en el ·'discurso venezolano".
especialmente en el Congreso Constituyente de 181 1-1812. Aquí, como en los restanlt-'S tmba-
jos. nuevamente la cuestión se cen1ra en la tensión entre vieJas representaciones y prácticas y
la emergencia de la modernidad. constantándose nuevamente la paradoJa entre los cuerpos v
el r~peto de sus intereses y la unanimidad de la opinión como principio insupemble. Se trata
de un momento en el cual se transita desde la disoluctón del reino a la identificación de la
representación con la nación y la unanimidad de la opsnión como voluntad general. En este
proceso. el espacio político como lugar de acción y dec1sión. se impone sohrc el espacio públs-
co como lugar de delibemción y oposición.
- 354-
prohlstorla 3 - 1999

Gencvieve Verdo en ''El escánda lo de la ris~ o las paradojas de la opinión en el período de


la emancipación noplatcnse ··. consu11yc su propueta desde un hecho puntual y casi anecdóti -
co como la conduela " irreverente.. - reirse a la vista de todos de 1sermón patriótico del cura-
de dos sujetos de la élite en una misa en el año 181 2 en la ciudnd de M endoza. A partir de allí.
se posiciona sobre dos cuestiones: el análisis de lo «publico» y la ''dimensión crítica con
respecto al poder". El proceso y los argumentos de ambas partes le permiten desc ubnr la
conflict iva realidad que impone la revolución en una si tuación de tensión política y de debili-
tamiento de los equilibrios sociales tiadicionales.
JoCilc Chassin presenta" Lima , sus élites y la opinión durante los últimos tiempos de l a
<:olon •a" . A través de un mínucioso anál isís de la prensa que entre 1811 y 1812 se levanta en
Lima en contra del Virrey. el autor recorre la problemática del impacto de este recurso sobre la
socie<bd limeña. El tmbajo con estas fuentes ~ntre los que se cuentan panlletos y periódicos-
. le permite caracterizarlos como escritos polémicos y efímeros en los que ciertas minorías
activas utilizan públicamente su rozón. Si bien el autor no puede hacer una evaluación acerca
de la da fusión geográfica y social de estos periódicos. el solo hecho del debate que se impone
le llevan a concluir la cmegenc ia en toda América de un ..espacio de opinión,. que habría
funcionado como una unidad.
La tercera Parte llamada " Fonnar d Público Moderno.. es abicna por el artículo de Céline
D~ramé. "La comuna<bd de lectores y la formación del espacio púhlico en el Chile revolucio-
nario: de la cultum del manuscrito al reino de la prensa (1808-1833) ... Desde un marco
t0Óii~ú lJU~ r~fil!rc a la hi:,toria de la lec t ur:.~. este trabajo no~ inU'Odm:e ~n la realidad del Chik
post-revolucionario. La tardía llegada ele la imprenta a este espacio se articula con l<b tran~­
formac•ones políticas y sociales que la revolución impone. La propuesta se construye en tomo
a la articulación que se da entre el desarrollo de la lec tura md1vidual y el surgimiento de un
espacio público inédito. La difusión de una sociabilidad eultural-literaria generó las condicio-
nes de emergencia de un espacio público que estaha bajo el control conjunto del estado y de
las élites. A pesar de constatar una expansión sin precedentes de todo tipo de form~c; impresa'i,
la conclusión es cauta en cuanto a que esa expansión no anularía el peso de la oralidad en un
universo esencialmente analfabeto. en el que la transición hacia un régimen de lectura moder-
na sólo se concretaria mucho tiempo después.
En .. La génesis de la opini ón pública moderna y el proceso de independencia (Río de
Janeiro. 1820- 1840)". Marco Morcl analiza la emergencia de la opinión crítica y púhlica en
la prensa periódica de Río de Janeiro entre 1820-1830. ya que a pesar de haber prensa perió-
dica desde 1R08. su sola existencia no implica la aparición de una opi nión pública en sentido
moderno. Este momento en particular se da en el periodo referido. en el que el autor constata
no sólo el aumento de las publicaciones periódicas. sino a la complejización y diversidad del
perfil de los lectores, situación que mati?.a y desvirtúa la cuestión del supuesto elitismo de esta
prensa y sitúa nuevamente 1:1 problemática en la custi6n de la transición y de las paradojas
consecuentes.
Gcorges Lomné escribe "La patria en representación. Una escena y sus públicos: Santa Fe
de Bogotá. 1R10- l 828'". El autor se propone reconstruir el espacio de aniculac ión entre opi-
- 355 -
RFSF~AS

nión pública y opinión popular y la creación de w1a míst1ca revolucionaria y y una liturgia
bolivariana a rravés de fi estas, rituales y representaciOnes populares. Para esto analit.a los
diferentes recursos utilizados: alegorías. imágenes vivas, ceremonias patrióticas. iconografía.
dramat urgía. Todos estos espacios representaron lac; fonnac; en l a~¡ que los diferentes actores de
la opinión pública moderna trataron de concil iarse con la opintón popular. identificada con el
"clamor público" del Antiguo Régimen con la cual se articulaba y se construía una nueva
legitimidad.
"La Escuela chilena y la definición de lo público·· es el título dc1trahajo de Sol Serrano.
En el contexto de la discusión que se planteó en toda América durante gr'clll parte del stglo XIX
respecto de la relación entre educación y orden social. la autora indaga acerca del papel de la
escuela en Chile como encargada de expandir la cultura cscnta y como fomadora de una
opinión pública. Analiza también la problemática que la escuela instala en el seno de la socie-
dad chilena en cuamo a los alcances de la secularización del estado. y en este sentido cómo en
Chile esta discusión constiuyó un punto clave en la definici6n de una esfera pública diferen-
ciada de una esfera privada.

Todos los artículos acuenl<Ul en que, hacia mediados del siglo XIX ya se han instalado en
Am6ica Latina los elementos fundamentcaJcs de Wl espacio público moderno. En el proceso
argumentativo de esta concluSIÓn. la referencia a Habcnnas se configura por momentos como
abrumadora en cuanto a sus sistcmáuca utilización y referencia -a veces acrítica-. por parte de
todos los autores. Stn embargo esto se articula a una rej7r.\IÓII dubuatii'O y desenrantada
sobre la l'Oiide: de sus instrumnuos ronreptuales que m;'s allá de reconocer explícitamente
cienos límites del modelo habennasiano (entre otros, la perspectiva teleológica en el abordaje
de la modernidad cultuml y política, su énfasis en las nuevas formas de comunicación de la
élite. su escasa valoración de los clemcmos políticos, d concepto de --sociedad burguc~a...
especialmente en el caso de sociedades americanas. y el universo sobre el que se cenlr'd funda-
mentalmente Alemania, Francia e Inglaterra) plantea una opción conceptual que paniendo
del autor, se articule con las realidades americanas. Se elige así hJhlarde "espacios púhlicos"
más que de "esfera pública", conduciendo el análisis hacia las prácticas. los espacios concre-
tos y los cambios que experimentaron en su transición hacia la modernidad.

GIUSF.li)A TARRAGÓ
prohistorio

- 356 -
prohlstorio 3 - 1999

KAYE, Haney .}., Why do ruling classesjear hislory? atU! other questions, St. Martin's
Press, New Yurk 1997.

Los inte lectuales europeos tanto de i;quicrda como de derecha se han caracterizado por
una actitud de rechuo visceral hacia lo estadounidense tanto en lo político como en lo cult u-
ral desde la Segunda Guerra MundiaL Este hecho ha provocado un discurso y unos gustos
deteiminados que dibujan una serie de prejuicios que llevan a marginar de antemano muchas
de las aportaciones noneamencanas. Esta circunstancia. unida a la estrategia resultadista de
las grandes y pequeñas eclitorialcs española-;, hacen imposible que tengamos un buen acceso y
conocimiento de algunas de las novedades del otro lado del Atlántico. El libro Why do ru/ing
rlassesj'c>ar hisrory? and other questions del hiswriador estadoun idense Harvey J. Kaye es
un buen ejemplo de tado ello.
H:uvcy J . Kaye es sobre todo conocido por su brillante investigación sobre los historiado-
res marxistas británicos1 , donde demostró que Maurice Dobb, Rodney Hilton, Christopher
Hill. Eric Hohsbawn o E. P. Thompson no sólo habían hecho 1mponantes aportaciones
historiográficas y teóricas en lo individual. sino tamhién como grupo. Pero no es ese el único
trabajo de Kaye. Posteriormente ha publicado otros libros también de una gran seriedad y
brillantez. como The powers ofthe past: reflecrions onrhe crisis and the promise of history
( 1991 ). y ha sido eduor de diferentes trahajos (IIISIOI)', clases and nauon -stares· selecred
wrilings of \ .G. Kicrnan ( 1) ( 19Xg). The jace of the crowd: Si'lt'cted essays of Georg e Rudé
( 1988). Poets. politics ami the peop/e: selerted wntings of V.G. Kienwn (2) ( 1989). E.P.
Thompson : rrirical perspectires ( 1990). The american radical (1994),/mperialism and irs
rontrac/[('[u>ns se!utecl v.·ri (111.(~5 of \.e Kler•wn (3) ( 1995). e 1c/Po!ogy ami popular protest
( 1995).
Volviendo al lihro Why ruling rlasses fear hisrory?. cabe destacar que se trata de un<l
recopilac1ón de artículos, conferencias y reseñas que el autor ha escrito en los úl!imos años.
Habitualmente, estos libros son recibidos con escepticismo por parte de los críticos; pero con
cntusi:lsmo por el público en general. La realidad es que estas obras invitan a configurar una
perspectiva amplia sobre el pensamiento del autor y ofrecen la posibilidad de analizarlo en sus
diversas facetas. En el caso de H. J. Kayc.las cualidades innatas de estos libros están subraya-
das por un interesante orden temático. Sobre los aspectos negativos de los tmbajos de recopi-
lación -como la reiteraci6n de algo ya conocido. la dispersión o la excusa meramente comer-
cial- ninguna es aplicable en este caso, al menos desde una perspectiva española, puesto que
ninguno de los trabajos que componen el libro son conoc idos aquí.

Ellihro. prologado por Daniel Singcr, está dividido en Lrcs panes: Historia y Memoria.

KAYE. Harvcy J.• [he British Mnrxist /listarían .\·. An /ntmducton Analysis. Blackwcll. Oxford
19R4. Tamhién h:1y traduccitSn en español: KAYE. Harvey J .. Los lustNiodores mnrn.~tM hritá-
nicos. Un análi.w; mlroducwno. Univcr~1dad de Zaragoza, Zaragoza 1989.

- 357 -
Educación y democmcia e intelectuales y políticos. La pnmcra parte, Historia y Memona.
representa un inten10 de combatir y responder las grandes cmbcstidas de la ··nueva derecha··.
Trata de explicar y desmenuzar por qué ha fal lado la grnn construcción conservadora de con-
siderar el capitali smo como algo eterno. conceptualizado en la idea de ..el fin de la Historia ...
Precisamente, los críticos de "el fin de la Historia'' deberían leer con detenimiento esta prime-
ra parte del libro para reconsiderar la postura de 4uc se trata de una idea supcrnua o sin
trac;cendencia. En esta parte, Kayc mezcla artículos sobre las revoluciones del año 1989. estu-
dios sobre Nicaragua, algunas notali sobre la histona americana. profundizaciones en autores
como Isaac Deut~ieher y pasiones personales (el beisbol). Todo contra el consenso conserva-
dor.
La segunda parte .. Educación y democmcia··. represenw una apuesta personal del autor.
Piensa que el profesor universitario no sólo se debe dedicar a dar sus clases y reali1.ar sus
investigaciones. sino también preocuparse por la renexión sobre temas pedagógicos y políti-
cos de la educación (el autor es colaborador habitual del Times Highcr Suplement). Kaye se
expresa de una manera muy combativa respecto a la política ed ucativa que han realizado los
últimos gobiernos conservadores en Estados Unidos. poniendo de relieve el gran debate que
ha habido allí sobre la historia como disciplina en los últimos años. sobre todo. gracias al
multicultura.Iismo.
Por último. la tercera parte "Intelectuales y polít1cos" se circunscrihe al estudio de la
1zquierda americana (también aparece por algún lado Raymond Williams) y algún historiador
(E. P.Thompson). en un intento de hacer un ciena "nueva historia intelectual". integrando l:l
hi'\tnria americana y las ideas poi ítica~
En un análisis más general, Kayc trata. en este libro. de unir tres aspectos: los temas elegi-
dos para su estudio, posturas de autores sobre el tema y sus propias ideas al respecto. Lo
mtegrd todo con una indudahlc corrección. Cita muchos autores y cita bien. Siempre el libro
correcto pan!. el tema adecuado. Asimismo. su lectura permite diferenciar el pensamiento lihc-
ra.l del pensamiento conservador y este del neoconservador, dejando así al descubieno -para el
aprendizaje- muchas ideas conservadoras y liberales referentes a diversos campos intelectua-
les, políticos y sociales. Esta es la mayor aponación del libro. Junto con todas las peculiarida-
des estadounidenses que salpican el trabajo, puesto que habitualmente esas peculiaridades
suelen llegar a Europa en forma de tópico. Seguro que muchos lectores europeos intentarán
encontrar equivalencias entre la izquierda norteamericana y la europea: otros utilizarán sus
prejuicios y fobias sobre el pensamiento de izquierdas y muchos trawrán de :mal izar la i;-
quierda continental y la estadounidense sin mezclar categorías o convalidaciones.
Harvey J. Kaye se considera un intelectual de izquierdas (soctalista). Y eso lo deja h1en
claro a lo largo del libro. Precisamente ése es el prisma por el que están analizadas todas las
ideas (~ie encontrarán a lo largo de los textos palabras como ..radical .. o ..dcm<Kmcia"-no en el
sentido europeo del término-). Es también evidente que el autor tiene daro que está opcmndo
y en~1yando no con sustanc1ac; 4uím1cas o con vegetales. Esta mvcstigando acerca de fenóme-
nos que involucran a seres humanos. sus comportamientos y sus ohras. Algo difícil y compli-
cado. Por ende, sabe que los individuos que eslá estudiando están impregnados o muy
- 358 -
prohlstorla 3 - 1999

infl uenciados por el pensamiento neoconscrvador que afloró durante todos los años 1980s en
E~tados Un idos. Se podrá hacer una crítica política del libro: se podrá a-;egurar que sería
mejor colocar algunos capít ulos de la parte 3 en la parte 1o de la parte 2 en la pane 3: rambtén
se podrá añadir que se trata de un libro de refritos: y se podrá objetar que algunos temas
merecerían un tratamiento má~ profundo y que el autor sólo esboza unas cuantas idea-;: sccun-
d~ cuaJquicra de es:.ts aseveraciones sería pecar de miopía. El Lr<.~hajo de Ka} e es un gran
ejercicio de honestidad intelectual. de conocimiento. de buena y clara escritura. de talento y
sobre todo de coherencia.

ISRAEL SA.'\..MARli'\

CESGA
Padre Sarmiento

- 359 -
ROSANVALLON, Pierre Le peuple intruuvable. flistuire de la représentatiun
démocralique en France, Gallimard, París 1998,379 pp.

Es preciso comenzar citando en extenso el úJtimo párrafo de este li bro p:ua entender la
apuesta central: '' Se trata de retomar el hilo histórico de las perplejidades, rlc las interrogacio-
nes y de los titubeos para captar la historia mientras se hace como resultado de una experien-
cia. Es decir, escribir una historia que podríamos calificar de comprehensiva: intelección del
pasado e interrogación sobre el presente participan desde esta perspectiva de un mismo desa-
rrollo. Es una historia de las resonancias entre nuestra experiencia y aquella de los hombres y
mujeres del pasado. Esta manera de concebir el oficio del historiador conduce a reconsiderar
las relaciOnes entre el trabajo del investigador y la preocupación cívica y política. El conoc i-
miento se conviene en este ca~o en una de las formas de la acción. y el trabajo del historiador
constituye en su contenido mismo una fonna de práctica política. La cc;critura de la historia no
se separa más de la acción sino que inOuye en ella." p. 363.
El interés de Pierre Rosanvallon en rcali7.ar una historia de la reprcscnwción democrática
en Francia deriva de la creencia en que los problemas que se plantean ante la crisis de la
democracia que vivimos en la actuaJidad tienen una fuente de comprensión esencial en el
análisis histórico de las instituciones y dispositivos que han tratado de darle forma. Crisis que
en pane consiste en el desencanto derivado de pensar que nuestr.1s democr:tcta~ son una cncar-
nación bastarda de un tdcal tn.ticionado. desfigumdo. Frente a esto Rosanvallon tmta demos-
trar como el desencanto ya se encuentra en el inicio de la época en que estamos. en las
fonnulaciones revolucionarias que derivan en un sustancialismo que solo puede ser fuente de
desengaño.
El trabajo no consiste en una genealogía de la actua!iilild ni en una yuxl:lposición diucrónica
de los sucesivos modos de representar que se han puesto en práctica. si no que se trata de
abordar el problema de la representación democrática como proceso histónco. Solo enten-
diendo como se utiüzaron en el pasado los instrumentos pohticos que son los nuestros. por lo
menes nominalmente, podremos definir su invalidez o no para nosotros, porque instrumento y
utilización se funden, la puesta en práctica de una idea solo es comprensible si la situamos y al
mismo tiempo si entendemos que se produce una dinámica circular que altera la idea iniciaL
No se trata de entender nuestra actualidad describiendo los contextos en que emergen nuestras
ideas si no de entender que" ... el campo de los posibles y el repertorio de los remedios están.
para nosotros, fuertemente restringidos por el conocimiento que tenemos de es la historia ... p.
338. Lo que importa es seguir el proceso en el que los conceptos son reelaborados en e 1mo-
mento en que se ponen en prácuca La histona de las tdcas. que es una falsa historia.

A Plcrre Rosanvallon le interesa la representación en un senttdo específico. en su capact-


dad de figumción. es decir en su capacidad de producir identidades. Dimensión figuradom
que se sitúa entre un principio político, la voluntad general del puchlo aniculada a través de la
representación y una realidad sociológica~ el principio político crea un sujeto colee!ivo
omnipoLente,el ciudadano, que la realidad sociológica muestra como impostura. como anifi-
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prohfstorio 3 - 1999

cío jurfdico. La eficac ia de la figuración depende entonces de su fuerza para reOcjar la reali-
dad pero al mismo tiempo ser un instrumemo acti vo de modificación de la misma. La dimen-
sión estrictamente moderna de este problema consiste en que los procedimientos que implica
la representación democrátic::t conducen a lo que Rosanvallon llama la ··serialización de las
voluntades .. a través el sufragio universal que es condictón de igualdad pero problema de
t d~nticl1d. la igualdad es necesaria para la panicipación de todos pero la idenudad es la condt-
ción de una panicipación real. tmphcada en la acción política de forma efectiva. Aquí es
donde está el origen del desencanto. en la ausenci:l de la participación real, que contrasta con
el horizonte de la democracia directa. objetivo irrenunciable de los hercJeros de la revolución.
La historia del movimiento obrero en Francia es la historia de esta contradicción. una vez
que se alcanza el sufragio universal y con él la participación directa, al menos formalmente.
en la política, '\e plantea la cuestión de una representación separada de los proletarios que los
defienda en cuanto tales. En este caso la solución ''técnica" ha sacado la luz el problema de la
iden tidad, ¿cómo participar como individuos, como ciudadanos. si el objetivo es defender
uno!) intereses de clase?. La necesidad <le ca.<>ar el igualiwismo y el universalismo legado por
la revolución con la identidad de clase se muestra como imposible (entiendanse todos estos
termtno en un senudo no muy estricto). La capacidad figuradorn de la democmcia se convier -
te en el elemento central si no par:l resolver por Jo menos para hacer menoc; conOictiv:.¡ la
contradicción entre el pri ncipio político v el sociológico.
La saJicb de esta aporfa. que sigue siendo la nuestra, pao;;a por analizar conceptos que están
en el cruce entre lo social y lo político. conceptos como pueblo. ciudadano. grupo ... con los que
una sociedad se piensa a si misma. El análisis debe ser histórico. debe describir y anal izar el
uso real. situado. de los conceptos. La comprensión de un fenómeno no se encontraría tanto en
una definición. en la descripción de un contexto determinado en la que estaría ausente la
dimensión temporal. y con ello la posibilidad de acción, como en su trayectoria. en teudtda
como proceso siempre problemát ico. En este sentido este lihro es el análisis de cómo la repre-
sentación ha servido como elemento de puesta en forma política de lo soc ial. cómo se ha
articulado la creación de identid3des a través de la política. Para ello Rosanvallon evita lo que
desde mi punto de vista sería nefasto, estructumr el libro a través de la relación diferencial
entre el concepto político y la realid:1d social. entendiendo el primero como el elemento que d3
forma y la segun<t1 como la materia que se trabaja; "Poner en cuestión el sujeto político (el
pueblo) en cuanto tal. y no b distancia entre el y l::t realidad social" p. 19. El pueblo no es algo
que preexiste. es algo a construir. el proceso de su construcción desde la política es el tema del
libro. Las identidades son definidas no como posiciones si no como reconidos históricos. his-
tonas comunes que aparecen en lo político. que se articulan a <;u alrededor.

Si algo deja claro P. Rosanvallon es la necesidad de pensar la política en su autonomía,


posiblemente se le reprochará olvidar la dimensión estrictamente soci al, la que en efecto en
cuanto tal está ausente del libro. pero en este reproche subyace l a idea de la reducc ión de la
política a lo social. pero precisamente de lo que se trataría sería de revelar su eficac ia. su
potcncta configuradora. Que una soCJC<i:ld democrática permanezca unid~\ depende en gran
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RF.SEÑAS

medida de la creación de identidades compartidas elaboradas. y no solo heredadas, sobre una


base de igualdad, creación que t1cne precisamente como campo la política. Esto no implica
negar la presencia en la política de otras dimensiones. ni mucho menos. si no entender 4ue
diferentes modalidades políticas y no políticas de la representación (el bello análisis sobre la
representación poética}, procesos de conocimiento de la soc1edad. intereses económicos de
cla<;e etc... se entrelazan en un espacio de composición común. precisamente polít ico.

La pretensión fundamental que recorre Le Peuple introu\'Oble es la negativa a aceptar


todo sustancialismo que limite a priori las posibilidades de pensar democracia y en paralelo
que acote de manera restrictiva La investigación histórica. Se puede establecer un paralelismo
entre el análisis que hace Rosan va! Ion de la idea de pueblo que subyace a las diversas formas
de representación. con el trabajo que hace Fran~ois Furet con la idea de revolución o la idea
comunista. se trataría de ver cómo han sido pensadas y ''vividas'' para mejor pensarlas noso-
tros. no trabajar sohre una idea definida desde siempre si no entenderla corno la decantación
de un proceso que continua. El escnciaJismo falsea el trabajo histórico al atarlo a categorías
tnmshistóricas y limita la acción política. al legar una herencia de supuestos principios
irrenunciables. demasiado pesada para poder actuar.

CARI.OS On.Ro
prohlstorio

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prohistorlo 3 - 1999

SCHAUU, .Jean-Frédéric Le!; juijs du roí d'Espagne. Oran 1509-1669, Hachette


Uttérature~. París 1999, l-10 pp.

Este estudiO trata de.: cxplKar la larga persistencia de una anomalía: la convivencia en
Or:ln. de un pres1dio (fonah~;_¡¡) de 1Norte Jc Afril:a. de una ciudad cristiana y de una judería.
dur'Jntc ciento cincuenta años después de la expulsión de 1492 Pero sohre todo trata de expli-
car las condiciones que implic:m el cese de esa anom:1lía: la expulsión de sus habitantes hacia
la Europa cnsuana.
Tres panes componen este interesante libro cuyo tema subyacente es el de la iJTeductible
identidad judaica en el Interior de una cultura profundamente hispanizada. Un primer capítu-
lo sobre el cswhkcim1ento de los españoles en Orán y la instalación de su judería. aceptada en
princ1p10 por la neces1dad de su intemlediación con las poblaciones magrebíes de lengua y
cultura árabe. un segundo acerca de los conll1ctos y rivalidades por el liderazgo que fraccio-
nan la comumdad judía en tomo de dos grupos famJiiares y sus redes cientelístjcas y un terce-
ro donde le proceso de toma de decisión por parte del poder real antes de la expulsión de la
comunid¡¡d judía de Orün y los pasos para concretarla, dan cuenta de una precaridad que se
hace presente desde el primer momento, pero que los interesados aceptan como condición
inseparable de su existencia y sohre la que fundamentan sus vidas.
La justificaCI611lk la prcscm:ia de juuío!> ~~~ un:Hiudad l!sp<.~ñob LU) a con4uisw signifi-
ca una umunuación de la reconquista cmtiana en el Magrch. se justifica en la función de
intéJTlretes que cumplen al serv1cio de las nuevas autoridades. necesitadas de Información
acerca de un mundo musulmán que conocen mal. Sin embargo. el ejercicio de su función <k
intérpretes los\ a a convenir en oficiales asalariados del rey. rivaJizando con oficiales cristia-
nos que ejercerán el mismo oficio y en vecinos. Las prácticas sociales llevarán finalmen te~~
ronnas de acomodamiento poco habituales en la penínsub.
La expulsión de 1669. evento complejo. sólo aparece en su inevitable re:.tlidad una \'Cl
consumada. pero su inminencia escapa a una cornumdad habituada a una convivencia sin
garan tías de pcm1anencia. El problema es complejo, pues el análisis de los factores que inter-
VIenen en la toma de dec1sión. existen desde el com1enzo. La hostilidad hispánica hacia los
judíos es estructuraL Sin embargo. pese a que la repugnancia de la cul tura política española
respecto a la coexistencia con los jutlíos pcnncnece durante durante los ciento cincuenta años
de convivencia y la hace provisona. es neutrJiizada por una." necesidades que inspiran un3
ilusoria eswbiliú.ld. ¿,Por I.JUé I.:CSj finalmente'? Esa prcocupaLIÓn constituye el eje de la inves-
tigación micronalítica de 1.-F. Schauh.
Su análisis se dirige desde el examen de los factores permanentes {repulsa crisuan:l,
dudas del ConseJo de Guerra. tenacidad judía), a los coyunturales (la amenaza militar otoma-
na. el crecimtento demográfico de la comunidad argumentado, sus rivalidades internas. la
búsqueda de un éxito propagandístico por parte del Consejo de Estado. pero sobre todo por el
favorito Nithard en momentos calamitosos para España en la política europea). Pero ¿por qué
en 1669lienc éxito el intento de expulsión que tantas veces había fracasado dumn te los ciento
cineucnta aMs anteriores? No se trata de una escalada inquisitorial. pues la actividad del
-363-
Santo Oficio declina a partir del \Jltimo tercio del siglo XV II. sino de las necesidades propa-
gandísticas de la monarquía y de la oportunidad política que hace del rn:.u-qués de los Vélcz, el
hombre más poderoso de Murcia. gobernador de Orán y le brinda la posibilidad de agregar un
título de gloria suplementario a su linaje.
La investigación se desarrolla sobre documentac ión inédita que permite trazar un cua-
dro vívido y dramático de la vida de la judería de Orán y de la actuación de los dos patriarcas
rivales de las familias Sasportas y Cansino. que cobran inédita humanidad: el inescrupuloso
Jaho Sasportas y el altivo y culto Jacob Cansino. El papel de ambos como intérpretes o traduc-
tores- oficio que como otros de las sociedades de Antiguo Régimen se perfila como hercdiw-
rio -.se despliega en una insólita amplitud de cometidos que les compete como intermediario!\
diplomáticos. comerciales. perceptores fiscaJes. centros de redes de inteligencia en país mu-
sulmán. topógnúos. mediadores y JUeces de paz. hombres de negocios asociados a cristianos.
y sin saberlo. mediadores entre dos mundos culturales. que descubren la compleJidad de las
relactones que forman la trama de una sociedad, la judaica. que convive con la cristi:ma.
dentro de los marcos institucionales y sociales determinados por la última.
Es el capítulo segundo. el más mmctivo. donde se detalla la voluntad de colaboración sin
pérdida de su identidad. de la comun1dad judía. Se testimonia acerca de su participación de
miembros de la-; famtlias Saspolk'lS y Cansino como homhres de acción y militares distingui-
dos -aspecto inédito y generalmente negado a los judíos penmsulares- y como in formantes
arriesgauos que en el cumplimiento de sus comctiuos ponen en peligro no sólo sus propias
vidas smo tamhtén la de sus parientes cercanos. Tamhtén. acerca de su convicción profunda de
ser sub<htos del rey de España a cuya justicia acuden s111 vactlar para dmm tr sus pleuos pro-
pios y con los cristianos -amparados en una economía de la gracin fundada en el intercambio
de favores por servicios- y persuadidos de que tienen una experiencia que aponar en el enfren-
tamiento entre la Monarquía Hispánica y el Imperio Otomano.
En la encuesta nada se ha dejado de lndo: bibliografía pioncm y recien te respecto a los
diversos aspectos de la historia de los judíos sefaradíes en am has n bcras del Mediterráneo en
la primera modernidad. documentación consultaclll en los fondos del Archtvo Gcncra l de
Si mancas. diocesimo de Toledo y en la Biblioteca Zahalburu. Pero la investigación cst:l nni-
mada por una profunda preocupación humana que le confiere valores en otra dimensión.
La eApulsión de los judíos oraneses de 1669 no ttene los contornos masivos y trágicos de
la de 14l)2 aun4ue como ella tuvo una larga incubación. Su magnitud fue infinitamente me-
nor y su repercusión pasó desapercibida. Pero a través del li bro de J.-F. Schaub adquiere
relieves propios y nos inquieta. suscitando una rellexión sobre las precariedades del propio
presente.

M \KJ,\ L'>:I:.S CAIUOLI(J


UNR-UNLP - UBA
prohistorio

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prohistorlo 3 - 1999

V. V.A.A.A diez año!) de los saqueos en Rosario. Crisis social, medios y riolencia. Edición
Conjunta del CECYT, CEHO y CEA-CU <UNR), Rosario 1999, 156 pp.

Surg•do como resultado de las Jornadas que, bajo el mismo nombre. se desarrollaron en
Rosario durante A.gosto de 1999. el presente \'Oiumen refleja lns múlttple..., posibilidades de
abordaje analítico que. sohre un mismo hecho social. pueden efectuarse desde d1versas ramas
de las ciencias soetalcs: es así que, desde perspectiva-; inscriptas en diferentes campos -histo-
ria, antropología, com unicación social. e incluso la crónica periodística- cada uno de los nue-
ve artículos en que se estructura el libro. es construido a partir de diversas miradas desde las
cuales se intenta llevar adelante una comprensión más ac:.sbada de un fenómeno altamente
complejo. como el del estallido social producido en la ciudad de Rosario en mayo de 1989.
Dieciséis son los autores convocados a participaren este libro. imposible sería por lo tanto
en el limitado espacio disponible llevar a cabo una referencia. siquiera somera. de la rrayecto-
ria y producción de cada uno de ellos. es debido a la mencionada diversidad que he creído
conveniente estructurar la presente reseña en base a las perspectivas de an;'ílisis com unes a los
distintos artículos: es a.;;í que. desde la antropología. el trabajo de Nora Arias y Gloria Roú.níguez.
denominado ''EI"Rosariazo del hambre". tiene como objetivo el estudio de los "saqueos .. en
tanto que inscriptos en el marco mas amplio de los Movtm1entos Sociales (SIC). Los acome-
cimicmos desarrollados en Rosario en 1989. se in:;cribcn. junto con sus anteceden tes inmedia-
tos (Jos saqueos de San Pahlo en 1983 y el Caraca7o de 19R9) en un mismo "repertorio de
formas elementales de la política .. (55). inmersos en los procesos de transtct6n democrátic:.s
que. atmvesados por profundas crisis políticas. económica-; y sociales. se ahrcn a principios de
la década del ochenta en vanos países latinoamericanos. Es en ese contexto en el que surgirán
nuevas formas de lucha. denominada11 ..populares.. que. diferenciándose de los tradicionales
métodos de la clase ohrcra irán paulatinamente ganando tcrTeno; este nuevo tipo de protesta
no tendrá ya por escenario la fábrica sino el barrio. siendo su principal motor no las reivindi-
caciones salariales o el reclamo por la mejora de las condiciones laborales. sino lisa y llana-
mente el"harnbre··. Es desde esta perspectiva que el proceso hiperinflacionario se va constitu-
yendo. en el imaginario de cien as capas sociales. como un saqueo anterior. frente al que se
reacciOna con otros y a partir del cual se irá produciendo una cierta unificación de todos
aquellos que se sien ten víctimas de las "máquinas remarcadoras". poniéndose así de manifies-
to un proceso de desvalorización de la cultura del trabajo. en el que: "la población. al sentirse
pasivamente robada. se atreve a legitimar sus derechos a través de la acción directa" (58). Una
de las cuestiones que aparecen como constante en casi todos los artículos es la causa de la
pasividad inicial con que :.sctuó la policía frente a los acontecimientos. para Rodríguez y Arias.
esto puede explicarse por la situación de precariedad económica que también afectaba a ese
sector y que por ende hizo posible que se abriera una instancia de negociación entre
"saqueadores" y fucr7as del orden. Luego de una exhaustiva y por momentos recurrente na-
mK ión de los hechos. las investigadoras refieren que a medida que la situación tiende a "nor-
mali7arsc ... la crisis. lejos de cerrarse seguirá por otras vías. acelerando el desequilibrio
mstit ucionaJ que finalmente derivará en el traspa.o;;o anticipado del poder al nuevo presidente.
-365-
Rr:SE;\;AS

Tambtén desde un alx>rdajc antropológico. E(llth Cámpora. en el logrado trabaJo: .. Una


mirada antropológica hacia los .. saqueos- {diez años después)" se propone 1<.1 reconstrucción
de los mismos como un ··episodio sociopolítico". al que se define como "una unidad de
intcracctón socml acotada en tiempo y espacio que puede ser diferenciada analít icamentc del
proceso genernl de la vida social" (74). esta noción es complementada a su ve1 con la de
"drama social", utilizada para reconocer a lo largo dcl"episodio" y a través de la apelación a
La "memoria colectiva" la.o; distintas fases en las que los sujetos van construyendo sus diversas
identidades. El drdJTia social está así const ituido por diversos momentos en los que. a la
hipcrint1aci6n como ''clima previo" , le sigue el momento de la "fiesta", en la que los saqueos
se producen ante la pac;iva actitud de la policía. para luego devenir en "distorsión ... cuando a
la sustracción de altmentos provenientes de los grandes supermercados le stguen la de otros
elementos no considerados de primera necesidad y la destrucción de pequeños comercios
barriales; un tercer momento denominado ··¡a ciudad de los Otros peligrosos". se produce con
la transición del clima festivo al del terror colectivo. es el tiempo de los rumores. del miedo al
"otro". de vecinos que se arman contra vecinos para luego dar paso al''lcnto final". el retomo
a la cotidianeidad perdida. A modo de conclusión la autora señala que de aquel 1989 en que
la explosiva irrupción del hamhre. hasta entonces casi impensable en el país "granero del
mundo". se ha pasado hoy a lo que denomina "natumliLactón de la pobrc;:.~".la aceptación-
ruptum de las redes de contención y solidaridad mediante- de una realidad en cuyo horizonte
la pobre;.a y los comedores comunitarios se han transformado en imágenes corrientes de la
vtda cotidiana pero. aunque para algunos "la fracción de <>egundos que duró la fic.;ta no vale
la rcpre<:ión postcnnr ni l:l angu<:tia inte-rminahle de h<'y" {X6). hay ntn'c: que n0 se rcsignnn e
intentan la construcción de nuevas formas de acción colccuva.
'
Eltrahajo de las historiadortts Gahriela AguiJa y María Crist in:l Yiann: "Sobre una de las
formas de la protesta soc.lal en la Argenuna de fines de los años ~0. Una cxphcacH)n histórica
de los saqueos en Rosario". precedido por una acer1ada cita de Margueritc Yourcenar. se
plantea como objetivo, frente a la infructuosidad de los diversos intentos que, desde múlliplcs
perspcctivali se hicieron por encontrM un contexto explicuuvo que dé cuenta del fenómeno de
los saqueos. la elaboración de un marco conceptual en el cual. desde una mirada histórica. los
actores sociales y sus prácticas sean articuJados con la particular coyuntura de la década. sin
perder de vista el sustrato estructural del que dicha coyuntura es un emergen te. Estas premisas
se desarrollan en forma acabada a lo largo del texto. que comicn;a con un ejerctcio compara-
tivo entre dos formas de movilización social desarrolladas en el mismo ámbito urbano: la
ciudad de Rosario y separadas temporalmente por apenas veinte años: el Rosariazo de J969 y
los Saqueos de 1989. poniéndose de relieve las claras diferencias existentes entre uno y otro
acontecimiento: mientras que el primero es definido como una "acción colectiva centrada en
una in~cnsa búsqueda de transformación social ypolfúca". el segundo tiene un ··canktcr rcoctivo
y precario frente a la crisis y la exclusión social creciente.. (24 ). Estos cambios en las formas
de organiZación social. solo pueden ser explicados. como más <.~ rriha se dijo. por el
entrelazamiento de los cambios operados a nivel estructural. el contexto determinado por la
coyuntura y las prácticas de los actores sociales. A partir de la constatación de la dificultad
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prohistorio 3 - 1999

lJUC cntraiía haJiar un "andamiaje concept ULIILJue opere como sustento explicativo de los sa-
lJUeos" (25). l:ls auwras se abocan al análisis de los cambios estructurales que afectar9n a la
Argentina a partir de la década de 1980. para luego abordar el estud io de la coyuntura en la
que se produjeron los hechos. en los cuaJes se identifica al "hambre" como móvil casi exclusi-
\ o. y en los que se destaca la complejidad 4ue compona I:J identificación (en cuanto a su
penenencia socio-económ1ca) de los actores soctales mvolucrados. Al calor de los acontecl-
mtcntos se ev1dencw la ex1stencia de dos realidades contrapuestas: la ruptum de los lazos de
solidaridad entre vecinos por un lado, pero la consoüdación de otros nuevos entre quienes se
sentían copartícipes de una mL-;ma experiencia colectiva. por el otro. En el análisis de las
consecuencias y adviniendo que "nunca una acción de masas se agota en sí misma··. las auto-
ras predenen ;1llector sohre los peligros de los reduccionismos que tienden tanto a limiLai la
explicación al"cspontaneísmo radtcal" o por el contrario a la "organización desde afuem·••
destacando una ve¿ mi<> la necesidad de elaboración de un marco teórico-metodológico que
pcnnita dar cuenta los procesos sociales nuevos en el marco de la contempomneidad. Después
de 1989 ya nada volverá a :-,er como 3ntes. "los saqueos implicaron una brutal toma de con-
ciencia de la pobreza en Argentma''.pobreza que .... sin cmhargo hoy aparece como un dato
dado de la realidad. asimilado. constituti vo. sin solución .. (48)
Dc-;de la pcrspccuva del análisis de los medios de comun1cari6n.tres de lo:-~ trabajos puhli-
t::ltlos ahurwn el rol y los comportamientos de distintos met11os en el momento de trrupción de
Jo-; hechos de mayo de 19~N. en todos e1los a se refuen a 1:1 concepción de lo~ mass-mcdja en
tan 10 que constructores de la realidad. los euales. lejos de re llejar a ésta tal cual es. "fabrica.. .....
una nueva a partir del entrccruz.am iento entre lo que podríamos denominar "concreto-real" y
la lectura. interpretación y reelaboración que de él se realiza.
En la proyecto colectivo de S. Dezorzi. P. Franccscutti. G. Rodríguez. S. Anas. N. Arias.
G. CLamy. C. Rino y H. Sívori. baJO el sugcreme título de "Vacas gordas. vacas llacas ...
vacas sagradas. A propósito de los saqueos en la ciudarl de Rosario··. el ohjcuvo está centrado
en la "lectura de una producción discursiva" que sobre los saq ueos se hace en los medíos
televisivos. más concretamente en los noticieros. El eje deltmbajo será entonces desentrañar
la form;1 en que los medios se autoatribuycn "con un sentido constatador y tcsumoniante ... la
responsabilidad de ··renejar" la realidad''. (9 1) La transm tsión de la información por me<lio de
los noticieros nunca es inmediata. sino que se construye a través de una serie de recursos y
técnicas. tales como la dJscontinuidad y la fragmentación discursiva, sin embargo, a la hora de
r.:uhrir los "saqueos". se destacéJ cómo el desborde y la ruptura que éstos instauran en la
cotidianeidad se 1raslada al medio televisivo produciendo a su vez en éste un quiebre que
altem su tradicional formato y estructura. La reconstrucción de los hechos producida por la
T. V. es recortada analíticamente en dos niveles: espacial y temporal. en el primero de eUos se
destaca la apelación a los ''lugares simbólicos" (por ejemplo los "altos de la jefatura", sitio del
poder en el que se reúnen las autoridades política.'\. policiales y eclesiásticas) así como a los
"lugares empíricos" (dícotomizados en duplas tales como casa/caJie- centro/periferia, en don-
de los primeros términos hacen referencia al"ordcn" y los segundos al"caos"): en cuanto aJ
recorte tempoml.los mvcstigadon:s distinguen un primer momento. ubicado en la'i semanas
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RESEÑAS

previas a los hechos, en el que la T. V., a partir de la cobertura de acontccim icntos de "vanda-
lismo" aislados en el marco de una situación visualizada como de vacío de poder, adviene
sobre la posibilidad de desbordes. "Es el tiempo de la generalización. sin sujeto determinado
de estos saqueos" (95), la televisión se posiciona aquí como panicipe de la situación de desor-
den. a través de la transmisión caótica. sin editar. de los acontecimiento~. rompiendo de esta
manera con la estructura tradicional de los noticieros. basada en la compagmación y la previa
clasificación del material y elaboración discursiva del relato sobre los mismos. Inmersa la
producción mediáuca en la caótica sucesión de imágenes en bruto. se construye un discurso
que. responsabilizando a las autoridades por la ruptura del orden, no logra discernir entre la
legitimidad o no de los hechos. En un segundo momento se evidencia ya un intento por la
clasificación y procesamiento de los hechos plausibles de ser mostrados por los medios. acom-
pañado de una impronta negativa acerca de la signifi cación de los mismos. a la vez que se
clama por la vuelta a la normalidad quebrantada. La construcción mediática de los sucesos
reencuentra ahora los parámetros de legitimidad, desdibujados en el tiempo anterior: los que
ayer aparecían como víctimas son ahora mostrados como saqueadores. delincuentes, agitado-
res y los que anteriormente eran responsables del desorden -la-; autoridades- ocupan ahor.t el
lugar de los inocentes. Se construye a<;í la figura negativa del Otro: el ..aprovechado... el que
en lugar de alimentos "sustrae". ahora en flagrante delito contra la proptedad privada. ele-
mentos que no son concebidos como de primera necesidad y los ..activistas" de extrema it-
quierda que intentan capitalizar la espontaneidad de las ma<;as para llevar adelante sus oscu-
ros fines. La T. V. se unifica en esta instancia. más allá de la pertenencia de los canales rivales
a distintos grupos empresarios. las transmisiones se efeciUarán en cadena. visualizándose Jos
medios a sí mismos en tanto que ·'corporación·• por cuyo intermedio la opin tón pública clama
por el restablecimiento del orden. una vuelta al mítico tiempo de las v<Jcas gordas cuando la
Argentina se autodenominaba el granero del mundo. anhelo imposible de reeditar ahora. en
esa imagen sólo se hace presente a través de la voz en off de un anciano que. ante la dramaticidad
del presente rememora la plenitud pasada de aquellos tiempos. El de ahom es el tiempo de las
vacas flacas, el momento de la escasez y del hambre. éste sí registra una imagen clave. la
patética toma que muestra un hombre mal vestido que sale del supermercado cargando. con
actitud triunfante. un media res en sus espaldas. es así que cuando las vacas sagradas -el orden
basado en la propiedad privada- ''tambalea'', los medios tratan de volver a ponerlas en su
lugar y es allí donde puede ubicarse el testimonio del modesto almacenero saqueado por sus
vecrnos, sus iguales, a los que Uarna a la confianza en el restablectmiento de la paz social por
parte del nuevo gobierno.
En el trabajo de Luis Baggiolini: ..Televisión. realidad y crisis: De cómo la TV trató los
saqueos de mayo de 1989''. se destacan los distintos roles que el medio televtsivo fue asu-
miendo a lo largo de esas fatídicas jornadas. EJ autor señala la imponancta que Llene la T. V. en
nuestra sociedad. representando para muchos sectores no sólo la garantía de la veracidad de
los hechos transmitidos sino jugando también en muchos casos el papel de productom de los
mismos. Aquí se hace referencia. como en el trabajo anterior. al rebasamiento que la vertigi-
nosa realidad produce en los primeros momentos sobre la impronta televisiva, generando una
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prohlstorlo 3 - 1999

desarticulación momemánca. en la 4uc las imágenes se independizan de la estructura narrdtí-


va, provocando una "fuga de sent ido" y expresando por sí mismas más de lo que los
comunicadores están dispuestos a enunciar, se produce así una ..realidad abierta··, posible de
ser imerpretada de díst intas formas por los diversos televidentes ...La televisión toma el go-
bierno... re1..a uno de los apartados del trabajo. ante la ausencia de respuesta inmediata por
parte de las msutuciones. el vacío será ocupado por el medio que se despla7.a de un lugar
mer:lmcntc referencial para convertirse en momentánea detentadora del poder vacante. Se
subraya aquí también la sigmficación representada por la transmisión en cadena de ambos
canales en un intento por hacerse cargo de los reclamos de la sociedad civil, tras el disloque,
los dos gobiernos. el mediático y el real. volverán a ocupar sus respectivos lugares. cerrando
uno la posibilidad de interpretaciones diversas sobre la realidad a partir sobre todo del aban-
dono de la tmnsmisión caótica de imágenes casi sin procesar y reforzando el otro el accionar
repreSIVO.
El otro trabajo que aborda el tema de los medios es el de S. Valdettaro: ·'La Construcción
mediática de la crisis social. La experiencia de los saqueos". en este caso se tr~ua del análisis
de las distintas estrategias discursivas utilizadas por un conocido periodista mdial de la ci u-
dad de Rosario (Evaristo Monti) en su cobertura de los saqueos. Al igual que en el texto de
Baggiolini. una de las cuest iones que se abordan es la tematización sobre el espacio del poder.
frente ala macc1ón y fulta de definición del poder real los medios aparecerán autoarrogándose
la prerrogativa de destinatarios n~uurales de ese lugar. produciéndose así una asimilación de
roles, se demuestra desde esta perspectiva, de forma inconL""aStable, el ..poder real de los me-
- -
dios de comunicación. lle12ando a ser ellos he2emónicos en la construcc ión de las ímá2enes
-
que de lo público llenen los individuos.. ( 130). Con la puesta en escena del poder institucional.
en este caso de la radio. el periodista. auto legitimándose a través del reconocimiento socl31 de
su figura. se atribuirá la capacidad no sólo de explicar la realidad. stno de asumir un rol. que
en tiempos de ..normalidad ... le está naturalmente reservado a la clase política.
Dos son los artículos 4ue abordan la problemática desde el ámbito de la crónica periodís-
tica. El de O. Aguirre: ..El hambre y las ganas de comer", recorre en un detallado itinerano los
distintos momentos en los que se produjeron los acontecimientos. reg istrando el comporta-
miento de los distintos actores sociales que protagonizaron las jornadas. A. Salinas en su
trabajo: ··crónica de una ciud.1d tomada". realiza el mismo ejercicio. con un estile quizás más
cuidado y aportando enriquecedores testimonios ranto de testigos presenciales (vecinos y pe-
riodistas) como de participantes en los saqueos y comerciantes saq ueados,, así como
esclarecedoras consideraciones que sobre los hechos reabzan las historiadoras G. AguiJa y M.
C. Viano.
Rubén Namnjo. por su parte. desde su protagonismo como militante de la APDH, y al
calor mismo de los acontecimientos (el texto fue escrito en Junio de 1989) pinta un vívido
retrato de aquellos días, que, precedido por una descripción de la situación económico-social
del Rosario de entonces. pondrá el énfasis en la magnitud del accionar represivo y la conse-
cuente respuesta dada por parte del organismo defensor de los derechos humanos al que él
pertenece. destacando que: "En el hambre -único protagonista de los hechos vividos en Rosa-
- 369 -
ricr debe basarse. en consecuencia, cualquier análisis social válido de las acciones emprendi-
das por el pueblo de Rosario".
De conjunto. el trabajo, cuyo objetivo manifiesto es, no la producción de conclusiones
sino la introducción aJ tema, se presenta como un original intento por establecer parámetros
interpretativos y profundizar el análisis -plausible de ser realizado desde distintas perspecti-
vas- de un hecho que, tanto por su violenta irrupción. como por sus impactantes y hasta enton-
ces novedosas características, así como por su contemporaneidad y la indeleble marca que ha
dejado impresa en la memoria colectiva, se presenta difícilmente definible en cuanto a su
naturaleza, sus causas y sus alcances. Es de esperar entonces, que futuras invesugaciones
avancen en el estudio de lac; problemáticas en tomo alterna. No quisiera concluir la presente
rese~a sin antes destacar el importante papel que desempeñan los distintos Centros de Estu-
dios de la Universidad de Rosario 1 , en el marco de los cuales se desarrollaron tanto la cac;i
totalidad de los articulas publicados como la gestación de las jornadas que dieron origen a este
volumen; los mismos representan un importante ámbito de producción y discusión en el cual,
a pesar de la escasez crónica de recursos que afecta a la Universidad toda. es posible aún llevar
adelante investigaciones sobre temas de tan vasta significación como el que en el presente
hbro se analizan.

G. AR~ODA
i'vtARJSA
C.E.H.O.
UNR

l. CECYT (Centro de Estudtos en Cultura y Tecnología): CEliO (Centro de Estudios de Historia


Obrera); CEA-CU (Centro de Estud1os AntrojX'lógicos en Contextos Urbanos).

- 370-
prohlstorio 3 - 1999
11 CONGRESO INTERNACIONAL HISTORIA A DEBATE.
Santia~o de Compostela, 1999

. 1-
Entre el 14 .v IX de Julio de 1999 -;e llcv6 a l:thn el -;e2undo~
('onl!rcso lntemacion:.~l
-
Historia a Debate. Más de 500 htstori:.~dores de todo el mundo se reun1eron en tomo a la
h•-;toriografí:.t del -.iglo veinte para deliberar sobre el lugar que debe darse la disciplina. Yo lo
disfruté enormemente y al irme me sentí optim 1sta sobre la..o; perspectivas de la historia.
Mi esposa. Loma. mi hija má<; chica. Fiona. y yo. llegamos a Santiago algunos días antes
para conocer Galicia y practicar nuestro español. Abundaban las festividades. El Xacot>eo. yn
esta ha en camino. Nos alojamos en un monasteno del siglo X VII cerca de la Catedral.
P<~ra completar el de por sí entusiasta clima. este año Santiago es también la capitaJ cullu-
raJ europea. lodas las noches. a la 23 hs. las plazas de la e1udad se convenían en escenarios de
<.:oncicnos de rock.jazz. folk y música clásica. Loma y Fiona disfrutaron espec ialmente con 1:.1
galante "Tuna de Derecho". el tradicional grupo musical de estudiames de Derecho. Perso-
nalmente, puedo asegurar que el renombre de Galicia por los mariscos -pulpo, calamar,
-
ostras. gamb:.~s. camarones .... - e~ bien merecido.
Mi entusiasmo -.in duda agradó a mis anfitrtoncs. pero me habían llevado a España a
h:.thbr de historia. Por lo tanto cu:..~ndo empezó el congreso - micntra.'i Lorna y Fiona continua-
han paseando. comprando v soñando- yo me puse serio. Lo que no significa que deje de
JisfruLar.
Odio parecer provinciano. pero nunca había p~U11Ctpado en una conferencia tan grande
wmo este encuentro. Dingidos por el medicvalist:.l Carlos Barros. los organizadores evidente-
mente habían 1rabajado fuene para lograrlo. El Profesor Barros obtuvo el apoyo financiero
del gobierno de Galicia. No era un:l prol!La humddc. El Prcsidenlc gallego es Manuel Fraga
lribarnc, líder de los conservadores de España y fue protegido de Fmnco. SnrreaJistamente, el
mismo Fr.~ga pronunció un discurso de bienvenida. citando nada menos que al primer histo-
riador marxista: Eric Hobsbawm.
Cada jornada se atmó con una plenaria (como la de Enrique Florcscano sobre historia
mexicana y la memoria, o 1;:¡ de George Iggers sobre post modernismo histórico y sus proble-
mas), seguida de tres concurridas sesiones de cuatro horas. que consistían en 8 presentaciones
tic 15 minutos rn:ís dcbalc. A mcdi<Hardc hacíamos un alto par::~ una mmida de dos horas.
volviendo luego a trabajar por otras 4 hora<;.
Al final del primer día, me conmiscré con un colega americano sobre la duración de !:.1
sesiones. tan extensas que parecían un castigo. aunque las presentaciones eran fascinantes.
Bromeando, pregunté cuándo había sucumbido la España Católica a la Etica Protestante ... En
efecto. el único consuelo de que - por razones médicas- yo no podía companir el vino de la
región en la mesa. era que me permitía estar atcnlo durante esas largas sesiones de tarde.
Hubiera apreciado una siesta.
Dado que no habí:.t hablado español intensivamente en cu.\i 25 ailos. me sorprendió la
rapidez con 4ue s¡tlían las palabra.... t-. lis colegas btinos, generosamente. halagaban mi com-
- 371 -
petencia (adquirida en México), pero puedo contar que Loma. quien leía Español en
Birmingham y pasó un año en Madrid antes de que nos conociéramos -impresionó a todos con
su fluidez castellana.
A pesar de que las sesiones eran exigentes, valía la pena escuchar las ponencias, especial-
mente las de las mesas redondas. Habiéndome concentrado en estudios americanos en los
últimos años, me deleitaba oyendo acerca de los desarrollos académicos y pedagógicos de
París a la Patagonia Traté de no ser impresionado por el historiador francés Jacqucs Revcl.
actual Director de la Escuela de los Arma/es, pero no pude evitarlo.
Realmente me gustan los historiadores españoles y sus graduados (muchos de los prime-
ros. en su juventud, han servido en la oposición a Franco). Finalmente. fue un placer encon-
trarme con historiadores ~,;ubanos. Yo ansiaba conocer la historiografía china diez años antes
de Tíananmen, pero, lamentablemente, la charla de la historiadora pekinesa parecía más una
propaganda del Partido que una conferencia académica.
Los historiadores argentinos de mi propia generación me emocionaron particularmcnle.
Habían sobrevivido a los años de dictadura, algunos de ellos en el exilio o en prisión. Habían
perdido a sus colegas y camaradas. Y todavía siguen siendo intelectuales decididos. ansiosos
por conectar su trabajo con los proyectos de justicia y cambio. Tuve el honor de participar con
ellos en los paneles sobre ..los Historiadores y el Poder" e "Historiadores y Compromiso"'. Por
mi declarado radicalismo. me senú como un ingenuo all:.tdo de ellos. No obstante. parecían
apreciar mis palabras, especialmente en mi exposición plenaria. "Desplegando un destello de
esperanza en el pasado".
Me impactó que los historiadores presentes compartieran ciertos puntos de vista. indepen-
dientemente de sus orígenes nacionales o de su línea política. Estaban preocupado~ ¡x¡rla frag-
mentación, tanto de la disciplina como de las grandes n:mativas del pasado y del presente. Se
interrogaban sobre las responsabilidades de los historiadores. moral y políticamente. y sobre
cómo los historiadores podrían hablar en forma más efectiva a un público extra-académico.
El Director del Congreso. Carlos Barros. alentó personalmente a los participantes a consi-
derarse como parte de un movimiento. Nos invitó a pensar globalmente. concebir el momento
presente en términos de cambio de civilización (en esto disiento de algún modo). y considerar
qué clase de rol constructivo deben jugar los historiadores en la constitución de una nueva
sociedad global.
Yo me incliné por una historiografía crítica, democrática y comprometida. No obtuve
consenso. Pero eso está bien. Habíamos peregrinado a Santiago para debatir la historia, no
empaquetarla. Me impresionaba simplemente saber que nosotros estübámos debatiendo abier-
tamente cuestiones teóricas y políticas en un país donde tan sólo una generación atrás hubiera
estado fuera de discusión.

HARVEY J. KA't'E*

* Profesor de Cambio Social y Desarrollo en la Universidad de Wisconsin-Grccn Bay.


Traducción inglés-español: Silvana PierabeUa 1Israel Sanmanín.

- 372-
prohlstorla 3 - 1999

- li -
El Segundo Congreso Internacional Historia a Debate se realizó en Santiago de Compostela
(España) con el cxtr.lordinario marco de esa ciudad que muestra con desparpajo su pasado y
la naturaleza de una Galicia exuberante. Fue un excelente ambiente para centenares de histo-
riadores -docentes e investigadores- que acudimos a la convocatoria del Prof. Carlos Barros.
del Instituto Padre Sarmiento y la Universidad de Santiago. Y una conmovedora experiencia
para quienes tuvimos la suen e de alojarnos en el antiguo monasterio de San Martín Pinario.
en pleno ca'5CO histórico frente a la cated.raJ que recibía diariamente a centenares de peregrinos
de todas panes del mundo en este Xacobeo 99.
Nos cuentan los organizadores con orgullo que todo se planificó y organizó en pocos meses.
La respuesta fue excepcional por la cantidad de los presentes. por la amplitud de la<; institucio-
nes que dieron auspicio, y por la calidad de los trabajos presentados. Y particularmente. como
lo destacó el Prof. Barros, porque se ha instalado un nuevo problema pam el debate con respec-
to al Primer Congreso: la relación pasado-presente, el presente como historia.
A pesar de las dificultades económicas de los historiadores de América latina. hubo parti-
cipantes de Brasil. Uruguay. Chile. Cuba. Venezuela. México y Argentina y por supuesto de
España, Francia, Italia, Inglaterra, Estados Unidos, Canadá, Alemania. entre otros.
Fue interesante participur de un Congreso donde se debatieran los problemas de la Histo-
ria-ciencia. de Jos histori:1dorcs y de su oficio, pero sohre todo reflexionar accrc:1 del compro-
miso del historiador y de los usos de su obra desde el poder. La mayoría de los Congresos de
Historia. tienen como eje el debate acerca de la interpretación-explicación de períodos concre-
tos de la histona. Acá no. No era esa la propuesta. La propuesta de poner la Historia a Debate.
fue complementada con la realización de una Encuesta Internacional que con el mismo eje fue
distribuida por Correo y por E-Mail a historiadores de todo el mundo «porque queremos saber
más sobre adónde va la historia para dilucidar adónde queremos que vaya» decía el Organiza-
dor. pro f. Curios Barros.
Esta Convocatoria fue la que me movió a participar. Este no era cualquier Congreso. Por
eso al enterarme propuse que el Grupo de Trabajo Hacer la HistoriJJ que dirijo en la Facul-
tad de Human1dades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario (Argen tina), participe
como una de las entidades científicas colaboradoras. Difundimos la propuesta y gestionamos
apoyo ante la Universidad. Presenté la ponencia «Necesidad del enfoque historiográfico para
explicar los procesos sociales del presente» que fue incorporada al Programa en la Mesa <•Pa-
sados y presentes~ pasados y futuros» y reflexiones acerca de <<El historiador y el poder»
incorporada a la Mesa homónima.
La organización del Congreso fue excelente en cuanto a la resol ución de todos los aspectos
vinculados con la pcnnanencia de varios cientos de personas. Pero quiero destacar además, y
particularmente, la manera en que se organizaron las actividades académicas: Conferencias.
como apertura del tn1bajo de cada día; Sesiones, donde se presentaban las ponencia<; previa-
mente aceptadas por el Comité Organizador con sus respectivos presidentes. y Mesas, donde
los panelistas presentaban retlexiones como base para la disc usión. Y en este sentido quiero
manifestar que estuvo previsto un amplio espacio para las pregunta~ y participación del públi-
- 373 -
coque seguía con atención, y cmoc1ón y entusiasmo en muchos casos, los <llstintos temas
puestos a debate.
Los nuevos enfoques de la historia ante el balance de la historiografía dd siglo que conclu-
ye, la crisis de la historia y la necesidad de <<nuevos parcldigmas». fue a mt entender el nudo de
todo el Congreso. Porque allí radica la cuestión de cómo nos ubicamos los historiadores ante
la historia que va marchando por caminos. como siempre. no queridos por nadie en panicular.
pero es obvio. va siendo orientada en la dirección que. por lo menos por ahora. conviene a los
sectores de poder financiero transnacional.
Hubo debate, se confrontaron ideas, se pusieron sobre la mesa cuestiones que ya muchos
historiadores. no solamente europeos. da han por cerrados. Se pensó acerca de cómo el conoci-
miento que producimos los historiadores. o que desarrollamos en el aula. actúa sobre la mane-
ra en que se van conformando las ideas y por ende las prácticas en la sociedad. Por eso. para
mi uno de los puntos cuJminantes del Congreso fue poder pensar juntos sohre cómo actúan los
poderes constituidos en la sociedad y cómo los htstoriadorcs debemos tomar conciencia de
ello en nuestro trabajo de investigación y de docencia. Se pusieron en tela de juicio aquellas
afirmaciones que emanan desde el poder que intenta borrar el pasado en pos de un presente y
un futuro sin conflictos. No hubo unanimidad, es cieno. Hasta puedo llegar a afirmar sin
temor a equivocarme que eran mayoría quienes adherían a algunas comentes o puntos de
vista de moda. Pero hubo discus1ón, y en ese ida y vuclla llevado adelante con seriecbd y
compromiso, pude enconuarme con quienes creían y de ello se lamentaban- t¡ue las posturas
llamadas con un eufemismo ccposmodemismo» habían invadido todo de tal modo que no que-
daba espacio para pensar desde otro lugar. desde la necesidad de una historia que descubra Jos
intereses en pugna, que des1ape las maniobras del poder. que no haga reduccionbmos de «bue-
nos>> y <<malos». que sirva a la humanidad pam expucar el momento al que hemos llegado. y
por qué no, que sirva para brindar posibles herrdffiientas y caminos de acción necesarios para
conslruir una sociedad humana para este planeta que es nuestro.
Creo que a todos los que fuimos y participamos con ganas de aportar a la producción
historiográfica nos sirvió para conocemos, par<l re-conocemos en nuestras respectivas prácti-
cas pero a la vez para advenir que esto que llaman «globalización», también aparece en esto
de «hacer historia» y en este aspecto es una gran ola. o un gran globo. que desde el poder
peneua en todos los ámbitos académicos para hacernos decir acríticamente. si no nos detene-
mos a reflexionar, que «no hay que mirar atrás», que echa y que mirar para adelante>>. pues de
esa manera «Cicatrizamos las heridas».
Estoy segura de que aquéllos que fuimos dispuestos a protagonizar este Congreso, tuvimos
la experiencia en la piel -no sólo a través del pensamiento- de que la historia no puede entender-
se ocultando, tergiversando. fragmentando los temas y los enfoques. y menos cuando nos defini-
mos democráticos y anúfasc1stas. Para ser consecuentes con esas can:tctenzac1ones debemos
estar permanentemente aJena para no reproducir. sin advcnirlo siquiera. los d1srursos que nece-
sita el poder financ1ero para sostenerse. Esto se habló en los ámbitos previstos por el extenso
programa del Congreso y, además, en tos pasillos y en los coloridos aJmuer1.os compartidos.
Hubo emoción en algunos debates. y esto lo rescato sobremanera. porque quizás pone la
- 374-
prohlstorla 3 - 1999

diferencia entre discw-sos y actitudes acartonados para cumplir con categorizaciones o buscar
antecedentes pant puntajes y, en cambio. cuando el conocimiento llega a flor de pieL que no
4uiere decir perder la ciencia y dejarse arrastrar por las pasiones.
Creo haber percibido. que este asunto de la relactón sentimiento-afecto-razón fue aportado
aJ Congreso desde nuestra participación: pero era lo que muchos estaban necesitando. y espe-
rando. y hasta afirmando en soledad que existía todavía esa posibilidad. a pesar de tanto
discurso del «fin de la historia». Estoy segura de que la experiencia fue enriquecedora para
todos y creo advertir que particularmente para los historiadores españoles. Porque para Espa-
ña. aunque desde el discurso oficial se hacen tantos esfuerzos para esculpir una «transición»
pacífica que habría permitido «cerrar lac; heridas» (desde la Guerra Civil). ese discurso se dio
de bruces con los que llevamos la idea de que es posible y sobre todo necesario, descubrir,
destapar, saber por dónde corren e~os ríos subterráneos de fuerzas sociales y de intereses que
van haciendo la historia a pesar de que se pretenda ocultarlos para manipular. Porque justa-
mente. hoy. en el presente. se ven fenómenos que sin el descubrimiento de esos ríos subterrá-
neos parecieran salidos de l:i gaJcrn. de dioses o demonios.
En suma. este Congreso produjo material para llevar Jos debates a cada lugar donde vaya-
mos y antes del nuevo año Compostelano en que nos comprometimos a volvernos a reunir. Por
supuesto. cuando se impriman l~l<; Actas tendremos las posibilidades de re-trabajar todas las
ponencias presentadas.
Desde el poder instalado se tri.lta de seducir a Jos intelectuales. Estamos en su mira pues
podemos serie muy útil ya que tenemos la capacidad pamjusuticar todo. Sin embargo eso no
sería ciencia. nu es serio. no es un apone abnegado a la humanidad. Este Congreso permitió
encontramos entre los historiadores que ya advertimos las consecuencias de la «globaliza-
ción» maneJada por los intereses transnacionales. pero que también empezamos a sentir una
demanda de los pueblos para que la producción que hngamos le sirva para hacer la historia.
Una cosa más me preocupa. Es cieno. era época de receso escolar. Pero noté la ausencia de
cstudjantes. Pero también vaJoré la presencia de jóvenes docentes de escuelas medias. sobre
todo de España. que buscaban y que sabían qué buscaban. La mayoría de ellos no se conforma
con los discursos «oficiales» acerca del pasado m del presente. Convocar a los jóvenes estu-
diantes especialmente a Congresos así abre nuevas perspectivas.
En suma, este Congreso fue una experiencia de vida para quienes tomamos la vida tam-
hién como una construcción histórica.

lRMA A"'TOG:"'A7.7J
Grupo de Trahajo Hacer la Historia
- Directora -
Universidad Nacional de Rosario
Argentina

- 375 -
RESEl\o\S

América Latina en la retina europea.


XII Congreso de la Asociación de Historiadores Latinoamericanistas Europeos
(AHILA)

Durante la semana del 2 1 al 25 de setiembre de 1999, la Asociación de Historiadores


Latinoamericanisras Europeos (A HILA) organizó su XII Congreso en la cabecera del norte
portugués, la ciudad de Porto, una zona histórica clasificada por la UNESCO como Patrimo-
nio Mundial. América Launa: ¿Otro Occidente?. Dehates de final del milenio, fue el tema
central que concentró a más de veinte sirnposios y a unos cuantos c1entos de investigadores/as
de Europa y América Latina. La Conferencia inauguml, a cargo de Fran~ois-X:lVier Guerra,
partió de la discusión del propio título del encuentro mediante el planteo de la amhigua y
cambiante relación establecida entre el nuevo mundo y el antiguo. términos con los que el
expositor hizo referencia a Latinoamérica. por un lado. y a Europa. por el otro. Más interesa-
do en las semejanzas que en las diferencias. Guerra habló extensamente acerca de los lazos
que han unido en el pasado y vinculan en el presente a los dos <(mundos», a uno y otro lado del
Atlántico, y su propuesta se condensó en la posibilidad de definir cierto grado de alteridad
entre ambos. «Otro occidente», señaló Guerra. es un tema apasionante porque permite discu-
tir problemas tales como la «duplicación» de Europa en el Nuevo Mundo. con su consccuen!e
trasplante de instituciones y valores. o la construcción de las Identidades latinoamericanas en
el marco de la ruptura política con las Metrópoüs ibéricas dumntc las guerras rcvolucionanas.
Haciendo uso del vocabulario proveniente de las matemáticas y la teoria de conjuntos. Guerra
definió la América colonial como una peculiar sociedad de Antiguo Régimen ibérico, como
un espacio inserto en la expansión colonial. como una «variedad de un m1smo conjunto o
modelo occidental». Reforzó su tesis con el supuesto de la ex istencia del <(proceso de
occidcntalización de los pueblos indígenas». una experiencia no excluyente. por otra parte, de
«pir"d11lides de pertenencia» hasta las guerras independentistas que habrían generado, de acuerdo
aJ conferenciante. la emergencia de la diferenciación en la retórica.
Este tema, sin duda rico en sugerencias. debió haber generado un largo debate en tomo al
«Status» de América Latina, a la persistencia de códigos cultumles comunes, y a la manera en
que se percibe a esta última desde Europa. El «sentido>> del Congreso no fue. sin embargo. un
punlo de encuentro de los simposios que se sucedieron durante la penúltima semana de se-
tiembre. casi todos ellos interesados por el periodo colon ial y poscolonial. Las problemáticas
analizadas se caracterizaron por su diversidad: los poderes virreina)es y el rol de los cronistas
indígenas; la dominación imperial y la~ rebeliones independentistas; las formas de representa-
ción política y la resistencia de movimientos sociales: la historia de la familia y el debate sobre
los grupos sociales; el uso de la festividad y los proyectos y prácucas modernizadoras del siglo
XIX: la construcción soctal del espaciO y de la frontera y la definición de «Culturas de frome-
ra>>; el rol de las mujeres y de los intelectuales en la crcac1ón de los Estados nacionales: la
economía marítima y la transformación del régimen de J¡¡ propiedad rural en América Latina.
La superposición horaria. como es sabido. impide general mente la participación y asistencia

- 376 -
prohlstorla 3 - 1999

en cada uno de los foros. En estaS reflextones. sin embargo. quisiera refcrinne a ciertos proble-
mas que considero relevantes.
El simposio «La frontera en la historia americana: colontzación. imaginario y construc-
ción social del espacio». coordmado por la Dra. Pilar García Jordán. aglutinó a una docena de
investigadoras/es interesados en el uso de la categoría fromcra. y en las posibilidades de apli-
cación en estudios centrados en la geografía. en los proyectos ideológicos y políticos sobre
colonización. en los intentos de organización estatal. y en el rol que asume la cliferenciación
lingüística. Las ponentes coincidieron en hablar de la «frontera» como un lugar histórico de
encuentro y de demarcación. pero también como una linea simbólica que permite diferenciar
y distinguir grupos humanos. En algunos trabajos se privilegió el estudio de la frontera inter-
na, mientras que en otros se abordó claramente el rol de los mitos en la construcción del
espacio. Michel Bertrand. Zacarías Moutoukias y Jacques Poloni-Simard consiguieron apor-
tar interesantes perspectivas en tomo a «El análisi~ de los grupos sociales: balance historiográfico
y debate crítico». Se habló de grupos sociales determinados así como de las categorías. méto-
dos y niveles de análisis necesarios para abordar a los indígenas. comerciantes. vecinos. élites.
familias. redes sociales. Hugo Cancino-Troncoso, por su parte. nucleó a más de veinte
expositores/as para cliscuür acerca de «Ideas. intelectuales y Universidades en América lati-
na». y condujo el dehate hacia los proyectos universitarios latinoamericanos. las experiencias
de los intelectuales •v el rol de las ideas como vchtculo de modemJlación .

GARRIHA DAr LA C'oRlT


prohlstoria

- 377-

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