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El reflejo de tu mirada lo decía todo… Era las 8 de la noche, como todos los fines de semana salía a

conocer un poco más la ciudad, siempre había algo nuevo que no había visto antes, esa noche en
la cual el cielo estaba despejado y muchas personas en la calle hacía que me tope a cada instante
con cada una de ellas, mientras seguía caminando parecía que mi cabeza estaba en otro lugar… no
sabía por dónde iba, quizá algo de mi parecía que me llevaba a un lugar sin que me percate… Así
fue como caminando por aproximadamente una hora tope con una calle sin salida, iluminada
apenas por la luna y el cielo despejado, cuando entré en sí me comencé a preguntar qué hacía ahí,
pero al instante fui interrumpido por escuchar unos pasos que se aproximaban... cada segundo se
escuchaba el silencio y los pasos que se estaban acercando a mí. Trate de ver quien era, pero lo
malo de mi es que odiaba utilizar lentes, así que mi miopía no me permitía diferencia muy bien
quien era, lo poco que podía ver es que era una señorita con un bonito cuerpo, una cartera con
pequeños objetos brillantes. Creí en ese instante que quizá estaba en un lugar no apto para mí, así
que trate de salir lo más pronto posible.

Cuando ya estaba llegando a una calle iluminada logro escuchar su voz, diciéndome: “Hola un
favor, estoy perdida, ¿puedes ayudarme?”, me detuve unos instantes pensando qué realmente
haría, no sabía si creerle o quizá pueda ser un engaño para que me puedan robar o cualquier otra
cosa, pero bueno, voltee la mirada hacia y me percate que la chica tenía el rostro pálido, a ella la
habían dopado y le habían llevado a ese lugar para abusar de ella, lo poco que pude hacer es
decirle que me acompañara y poder llamar a la policía, me preocupo mucho su estado, estaba
muy débil… cuando llegamos a una calle tomamos un auto con dirección a la comisaria más
cercana, ahí pude contactarme con el policía de turno y poder dejarla a la señorita con él…

Sali de la comisaria, no me había percatado que la comisaria estaba en pleno centro de la ciudad,
frente al Parque Principal, así que decidí sentarme en una de las bancas del parque para poder
descansar, es que había caminado demasiado y ya me sentía muy fatigado. Después de media
hora aproximadamente decido mejor ir por una hamburguesa y luego ir a mi cuarto. Desde que
estuve en aquella ciudad siempre comía hamburguesa en la misma esquina del Parque Principal,
cuando ya voy en dirección a tomar mi colectivo me percato que en mi bolsillo había una nota
diciendo: “Muchas Gracias!”, me parecía muy raro, yo no tenía notas ni nada escrito cuando había
salido de mi cuarto, me sorprendí y con una sonrisa lo dejé pasar.

Siendo ya las 11 de la noche llegue a mi cuarto, las calles como siempre a esa hora desoladas y
oscuras, ingrese al cuarto y me eche a descansar…

Al día siguiente como todo día de semana, tenía que ir al trabajo, recuerdo que lo que más me
gustaba de ir al trabajo era ver siempre el paisaje de la playa y las aves en pleno resplandor del
sol… Ese día tuve que ir caminando al trabajo, que horrible era sinceramente, de donde nos dejaba
el colectivo tenía que caminar tres kilómetros al lugar donde trabajaba. Mientras caminaba en
tierra árida me comenzaba a doler la cabeza quizá producto por el calor abrazador del sol y la brisa
que quemaba.

La semana era la misma que todas las semanas anteriores, de mi cuarto al trabajo y del trabajo al
cuarto, muy pocas veces salía con mis amigos del trabajo a la orilla de la playa a tomar unas
cervezas y poder platicar de las experiencias del amor y las anécdotas graciosas que nos había
pasado, lo bonito de salir a la playa es que veía a más turistas que habitantes de la zona, era muy
singular el pueblo donde estaba, todo era genial y muy agradable en las orillas de la playa y un par
de cuadras atrás hacia el parque, pero luego de ello… era otra historia… la gente no mucho salía,
no habían bares ni discotecas pero si abundaba el comercio de la marihuana y otros alucinógenos,
recuerdo que una vez cuando fui a comer una hamburguesa de casualidad le dije a la señora que
estaba atendiendo: “Señora, ¿siempre es así la zona por aquí?” a lo que ella solo atino a
contestarme con una expresión triste: “Sí joven, cada día las personas que vivían acá se están
yendo para el centro de la provincia, como se dice para la ciudad…”, al escucharla me quede
pensando como un lugar con un gran fuente turístico que desde luego era su balneario no hacía
que prospere como pueblo. Ese pensar se me quedo de alguna manera impregnada en la mente.

Pasaban los días, pasando siempre por las mismas calles, todo era muy tranquilo en una zona y…
en otra se tenía que caminar con cuidado porque te podían robar o hasta matar. Un día de ellos,
estando en el trabajo por motivos de sobrecarga de labores no quedamos muy tarde, sin pensar ya
era las 6:30 de la tarde, el sol ya se había ocultado, ese momento ya nos era complicado a muchos
de los que estábamos trabajando pero lo peor iba a llegar después, nos comunican que la
movilidad que nos lleva hasta la carretera no iba a llegar por que se había malogrado, eso fue lo
peor, haber llegado a trabajar caminando como era de costumbre y salir a la carretera caminando
y tarde, además estábamos muy cansados por los labores del trabajo, pero no quedaba de otra
que salir caminando.

Cuando camino desde la carretera hasta el lugar del trabajo aproximadamente me demoro entre
45 minutos a 1 hora claro, sin descansar; ese día nos tocaba caminar prácticamente de noche
hasta la carretera, lo bueno es que no se tenía que enfrentar al abrazador sol ni a la brisa caliente
pero lo malo es que las noches eran frías. En donde yo estaba trabajando el clima era muy
extremo, en la mañana calor atroz y brisa sofocante, en la noche la temperatura bajaba tanto que
cuando uno salía tenía que ponerse doble chompa y la brisa era helada, pero ni modo, teníamos
que afrontar ello.

Recién íbamos caminando 10 metros del trabajo hacia la carretera y yo ya me sentía a morir… no
podía creer que faltaba como 3 kilómetros aun y el frio me estaba matando, gracias a Dios que
siempre llevo chompa para ocasiones como este, pero aun así no podía mantenerme a gusto, mis
manos estaban heladas, la nariz ya ni lo sentía, sinceramente temía a que me diera hipotermia,
pero bueno, tenía que seguir. Esa noche el cielo estaba oscuro, a las justas se veía de lejos las luces
de los autos que pasaban por la carretera, mis compañeros del trabajo se quejaban
constantemente por lo sucedido.

Íbamos unos 20 min. caminando cuando a unos metros pudimos visualizar a un anciano
caminando hacia nosotros, me sorprendió al ver a estas horas a un anciano, uno de mis
compañeros me dijo que ese anciano vive en una choza como a 2 kilómetros más allá de donde
trabajamos, “el anciano es pescador”- me comentó, sorprendido del hombre por cuanto caminaba
para ir a su hogar y nosotros quejándonos por apenas llegar a la carretera, eso es lo absurdo de la
vida…

Continuara...

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