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nº 102 • juliol-desembre 2011 • pàgines 47-62
José Mª. Prados

Cognición y emoción en el trastorno por


ansiedad generalizada.
Implicaciones clínicas
José Mª. Prados
Departamento de Psicología Básica II (Procesos Cognitivos),
Universidad Complutense de Madrid.

resumen/abstract:
El actualmente denominado trastorno por ansiedad generalizada (TAG), al que algunos expertos consideran
que habría que cambiarle el nombre para la quinta versión del DSM, parece ser uno de los problemas
psicológicos más frecuentes, con un índice de prevalencia vital en torno al 2,8%. Pese a su elevada
frecuencia, la comprensión sobre la naturaleza de este trastorno es todavía escasa, porque hasta 1980 no fue
considerado una categoría diagnóstica con entidad propia y porque aún no ha generado tanta investigación
como lo han hecho otros trastornos. No obstante, esta situación empieza a cambiar y cada vez son más los
investigadores centrados en el TAG, especialmente los que estudian los procesos cognitivos y emocionales
implicados en el trastorno. Objetivo. El objetivo de este trabajo es exponer, de la forma más sintética posible,
parte del conocimiento acumulado hasta ahora sobre el TAG, respecto a sus criterios diagnósticos, las
aproximaciones teóricas, las herramientas de evaluación disponibles y los últimos avances terapéuticos.

Generalized anxiety disorder (GAD), label which some experts want to change for DSM-5, is one of the most
prevalent psychological disorders, with a life prevalence of 2.8%. Despite its high frequency GAD is still little
known, because until 1980 it was not considered as an independent clinical category, and because research
on GAD is not yet as much as on others psychological disorders. Nevertheless situation is changing and
cognitive and emotional processes related to this disorder are been discovered by an increasing number of
specialized researchers. Objective. The main purpose of this work was to synthesize actual knowledge about
diagnostic criteria, theoretical perspectives, assessment tools and treatment advances on GAD.

palabras clave/keywords:
Trastorno por ansiedad generalizada, preocupación, sesgos cognitivos, resolución de problemas, regulación
emocional.

Generalized anxiety disorder, worry, cognitive bias, problem solving, emotional regulation.

1. Introducción del Manual Diagnóstico y Estadístico de


El actualmente denominado trastorno por los Trastornos Mentales (DSM-5) (An-
ansiedad generalizada (TAG), al que al- drews et al., 2010), parece ser uno de los
gunos expertos consideran que habría que problemas psicológicos más frecuentes y
cambiarle el nombre para la quinta versión uno de los que mayor número de consul-

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tas médicas genera (Gordon y Heimberg, los síntomas de ansiedad están presentes la
2011; Tyrer y Baldwin, 2006; Wittchen, mayor parte de los días. Y, además, existe:
2002). En concreto, según el Estudio Epi- 1. Aprensión (preocupación por calami-
demiológico Europeo de los Trastornos dades, sentirse “al límite”, etc.)
Mentales (ESEMeD, 2004), se estima que
su prevalencia anual se sitúa entre el 1 y el 2. Tensión muscular (agitación e inquie-
2% de la población, y su prevalencia vital tud psicomotora, cefaleas, temblor, in-
en el 2,8%. capacidad para relajarse, etc.)
Pese a su elevada frecuencia, la compren- 3. Hiperactividad vegetativa (mareo, su-
sión sobre la naturaleza del TAG es todavía doración, taquicardia o taquipnea, mo-
escasa, porque hasta 1980 no fue conside- lestias epigástricas, vértigo, sequedad
rado una categoría diagnóstica con entidad de boca, etc.)
propia (Rickels y Rynn, 2001), y porque Por su parte, para el DSM-IV-TR (APA,
aún no ha generado tanta investigación 2000), se exige que:
como lo han hecho otros trastornos (Dugas,
1. La ansiedad y preocupación (expecta-
2000). De todas formas, es evidente que la
ción ansiosa) que se experimenta ante
situación comienza a cambiar y cada vez
una amplia gama de acontecimientos
es mayor el número de investigadores in-
teresados en este trastorno y especialmen- y actividades sea excesiva y difícil de
te en sus procesos cognitivo-emocionales controlar.
(Dupuy y Ladouceur, 2008; Fisher y Wells, 2. Existan al menos tres de los siguientes
2009; Gentes y Ruscio, 2011; Heimberg, síntomas: tensión muscular, dificultad
Turk y Mennin, 2004; Prados, 2008, 2011). de concentración, irritabilidad, inquie-
El objetivo de este trabajo es exponer, de tud o impaciencia, fatiga y alteraciones
la forma más sintética posible, parte del del sueño. En niños, al menos se re-
conocimiento acumulado hasta ahora sobre quiere uno de estos síntomas.
el TAG, respecto a sus criterios diagnós- 3. La duración sea de seis meses como
ticos, las aproximaciones teóricas, las he- mínimo, en contraste con versiones an-
rramientas de evaluación disponibles y los teriores, en las que sólo se requería un
últimos avances terapéuticos. mes. Esta mayor exigencia ha contri-
buido a reducir los índices de prevalen-
2. Criterios diagnósticos actuales cia, que llegaban incluso al 20% (Lieb,
Tanto para la Organización Mundial de la Becker y Altamura, 2005; Wittchen y
Salud (OMS), como para la Asociación de Hoyer, 2001).
Psiquiatría Americana (APA), la principal
4. Constituya un problema para la perso-
característica del TAG es una ansiedad ex-
na o interfiera con su funcionamiento
cesiva y perturbadora no centrada en nin-
normal. Es decir, que haya una pérdida
gún tema en particular. Más en concreto,
de calidad de vida o de productividad
en la décima versión de la Clasificación
socio-laboral.
Internacional de las Enfermedades (CIE-
10), publicada por la OMS (WHO, 1992), 5. Se excluyan otros trastornos, enfer-
se considera que en este trastorno (F41.1) medades o efectos de sustancias. Para

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hacer el diagnóstico diferencial, la el trabajo (o los estudios), el dinero y


preocupación no debe estar circunscri- la salud (Becker, Goodwin, Holting,
ta a ningún tema en particular, como Hoyer y Margraf, 2003). Y esta aparen-
ocurre en la fobia social, la anorexia, te “normalidad” de temas contribuye a
etc. Y no se debe confundir con el tras- que el TAG suela pasar bastante des-
torno adaptativo, el síndrome de fatiga apercibido, tanto para los profesionales
crónica, o enfermedades como la feo- de la salud, como para los propios afec-
cromocitona o las alteraciones del ti- tados ya que sólo el 10% solicita ayuda
roides, entre otras. profesional (Lieb et al., 2005).
Aunque la persona con TAG pueda tener 2. Las personas con TAG parecen tener
diversos síntomas (tensión, inquietud, agi- tendencia a imaginar fácilmente su-
tación, cefaleas, temblores, sequedad de cesos indeseados o calamidades (Ma-
boca, molestias epigástricas, taquicardia, cLeod, 1994), aunque lo que se anticipa
sudoración, vértigo, mareos, etc.), el DSM- no sea siempre muy concreto (Stöber,
IV-TR sólo exige los más específicos. Al- 1998; Stöber y Borkovec, 2002).
gunas investigaciones señalan que éstos
3. Las personas con TAG parecen cen-
son la tensión muscular (Hazlett, McLeod
trarse en los problemas y tienden a
y Hoehn-Saric, 1994; Pluess, Conrad y
exagerarlos. De hecho, muestran una
Wilhelm, 2009), que se relaciona con el
mayor activación cortical, al menos un
cansancio crónico, y las alteraciones del
mayor consumo de glucosa, a la hora
sueño, que se relacionan con la irritabili-
de realizar diversas tareas; y un simple
dad (Aldao, Mennin, Linardatos y Fresco,
problema matemático les puede gene-
2010). Y sobre estas alteraciones, se ha ob-
servado tanto insomnio como reducción de rar más activación eléctrica cerebral
la eficiencia del sueño, aunque la latencia (menos ondas alpha en el lóbulo parie-
del sueño REM parece normal (vid. Nutt, tal), en comparación con un grupo con-
2001). Pero, como característica central, trol (vid. Nutt, 2001).
tanto la OMS como la APA exigen lo que 4. Las personas con TAG pueden pasar
denominan “aprensión” o “preocupación”, más del 60% del día preocupándose,
respectivamente. Ambos términos se refie- casi todos los días. Por ello, algunos
ren a la anticipación de sucesos indeseados autores sugieren que para el DSM-5
o sus consecuencias. Afortunadamente, se rebautice la categoría diagnóstica
la investigación empieza a delimitar las como “trastorno por preocupación ge-
características de dicha anticipación en el neralizada” (Andrews et al., 2010).
caso de las personas con TAG. Por ejem-
5. Como consecuencia, la persona siente
plo, sabemos que:
difícil poder controlar tanta actividad
1. Se realiza, incluso, por cosas sin im- mental, lo que constituye un motivo
portancia y con sucesos muy impro- adicional de preocupación. Algunos
bables. No obstante, lo usual es que la autores proponen que es, precisamente,
persona con TAG se preocupe por sus la preocupación por la preocupación la
asuntos cotidianos, especialmente de la característica más definitoria del TAG
familia, las relaciones interpersonales, (Wells, 1995, 2005).

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6. Esa tendencia a la preocupación pue- Heath y Eaves, 1992), lo que no quiere de-
de surgir ya en la niñez, y parece estar cir que se herede el trastorno, sino el fun-
relacionada con las experiencias vita- cionamiento anómalo de un conjunto de
les, con el estilo de crianza y el tipo de genes sobre el que actúan después influen-
apego (Muris, Meesters, Merckelbach cias diversas. El resultado es, por un lado,
y Hülsenbeck, 2000). El TAG infantil un desequilibrio de los neurotransmisores
presenta altos porcentajes de comor- necesarios para una correcta autorregula-
bilidad, en torno al 75% con otros ción, y por otro, ciertos cambios anatómi-
trastornos de ansiedad, y el 56% con cos.
los trastornos depresivos (Masi et al.,
Entre los neurotransmisores que parecen
2004), cifras que se mantienen en po-
desempeñar un papel relevante en el TAG
blación adulta, porque según algunos
están la serotonina, la noradrenalina y, en
estudios, entre un 50% y un 80% de los
menor medida, el ácido gamma-aminobutí-
casos clínicos presentan además otros
rico (vid. Nutt, 2001). Entre las estructuras
desórdenes psicológicos (como los de-
cerebrales en las que se han detectado cam-
presivos, los somatoformes, el trastor-
bios están la amígdala, el tálamo y el cór-
no de pánico, o la fobia social) y enfer-
tex prefrontal dorsomedial (DeBellis et al.,
medades (Beesdo et al., 2009; Drews y
Hazlett-Stevens, 2008; Hettema, 2008; 2000; Etkin, Prater, Schatzberg, Menon y
Starcevic y Bogojevic, 1999). Greicius, 2009; Schienle, Ebner y Schäfer,
2011; Sinha, Mohlman y Gorman, 2004).
7. A diferencia de otros trastornos, el
TAG aumenta con la edad hasta llegar 3.2. Correlatos psicológicos
a ser uno de los trastornos psicológi- Las diversas aproximaciones psicológicas
cos más frecuentes en la adultez tardía. se podrían agrupar en dos grupos, aquellas
Algunos sugieren que la edad media que han subrayado los sesgos presentes en
de aparición son los 31 años (Kessler, el procesamiento de la información y aque-
Chiu, Demler y Walters, 2005). llas que enfatizan los fallos a la hora de re-
solver problemas o de autorregularse.
3. Aproximaciones teóricas
Aunque son varias las explicaciones teóri- 3.2.1. Sesgos en el procesamiento de la informa-
cas que se han propuesto del TAG, lo cier- ción
to es que muchas de ellas son extremada- En el TAG se han identificado sesgos
mente parciales, al centrarse sólo en algún atencionales e interpretativos (Bradley,
aspecto diferencial, al tiempo que no dan Mogg, Millar y White, 1995; Eysenck,
cuenta ni de la génesis del trastorno, ni de 1997; Friedman, Thayer y Borkovec, 2000;
su evolución (para una revisión crítica más Hazlett-Stevens y Borkovec, 2004; Kos-
extensa, véase Prados, 2008). ter, Crombes, Verschuere, Van Damme y
Wiersema, 2006). Centrándonos en estos
3.1. Correlatos biológicos últimos, aunque las personas con TAG no
Muchos autores piensan que en el TAG difieren de un grupo control en su juicio
podría existir una cierta vulnerabilidad ge- probabilístico acerca de su propia preocu-
nética heredada (Kendler, Neale, Kessler, pación (Craske, Rapee, Jackel y Barlow,

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1989), sí creen que determinados sucesos personas preocupadizas tardaron más en


negativos (como perder la salud, tener un afirmar la ausencia de la letra buscada que
accidente o que algún familiar lo tenga, ser un grupo control, y estas diferencias no se
robado, ser criticado o despreciado, tener produjeron cuando la tarea consistió en de-
problemas económicos, no saber asumir tectar la presencia de dicha letra (vid. Tallis
responsabilidades, no saber desenvolverse y Eysenk, 1994).
socialmente, o no saber razonar adecuada- ¿Pero por qué ocurren estos fallos a la hora
mente) son más probables, y aducen más de solucionar problemas? Por un lado, se
razones por las que éstos pudieran ocurrir ha postulado que la razón estriba en la so-
(MacLeod, 1994). brecarga cognitiva que experimentan las
Entre las explicaciones que se han dado so- personas con TAG (Barlow, 1988; Barlow
bre ese resultado, destaca la de que la per- y Durand, 2003). Pero, por otro, se ha en-
sona preocupadiza puede estar guiándose contrado una relación causal con la falta de
por su propio estado emocional y por una confianza de la persona para solucionar sus
regla implícita de generar tantas conse- problemas (Davey, Jubb y Cameron, 1996).
cuencias negativas como sea posible, con Además, se ha apuntado que si las perso-
el objetivo de prevenir o evitar situaciones nas con TAG anticipan de una forma más
problemáticas que no cree poder solventar abstracta (del tipo “puede que me meta en
(Davey, 2006). un lío”), es más difícil encontrar soluciones
Otra explicación a los sesgos observados que si lo hicieran de forma más concreta.
en el TAG está relacionada con la intole- De hecho, la terapia cognitivo-conductual
rancia a la incertidumbre que exhiben estas parece corregir esa tendencia (Stöber y
personas (Dugas et al., 1998, 2005; Gentes Borkovec, 2002).
y Ruscio, 2011; Tan, Moulding, Nedeljko-
3.2.3. Fallos en la regulación emocional
vic y Kyrios, 2010). Por esta expresión se
entiende la “predisposición a reaccionar Además de los sesgos cognitivos y de los
negativamente ante una situación incierta, fallos a la hora de solucionar problemas,
independientemente de su probabilidad de en el TAG parece darse un fallo en la re-
ocurrencia y de sus consecuencias asocia- gulación emocional (McLaughlin, Mennin
das” (Ladouceur, Gosselin y Dugas, 2000, y Farach, 2007; Mennin, Heimberg, Turk y
p. 937). Fresco, 2005).
Las explicaciones a esta observación han
3.2.2. Fallos en la resolución de problemas
sido diversas. Por ejemplo, se ha postula-
Se ha observado que la frecuencia de la do que en el TAG no hay un procesamiento
preocupación se asocia con el tiempo em- adecuado de la estructura cognitivo-afec-
pleado en resolver los problemas diarios y tiva del miedo porque la naturaleza de la
que las personas que se consideran preocu- propia preocupación es más verbal que
padizas son peores solucionando proble- imaginativa, y aunque sirva inicialmente
mas que un grupo control, especialmente como un “inhibidor” de la respuesta cardio-
cuando son complejos; por ejemplo, en un vascular ante determinadas imágenes men-
experimento se encontró que ante una tarea tales amenazantes, a largo plazo es pertur-
de búsqueda de letra en un ordenador, las badora (Borkovec, Alcaine y Behar, 2004).

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Otra explicación avalada por diversas in- res que la persona tenga, pero el proceso
vestigaciones es que cuando las preocupa- termina con una estimulación alternativa
ciones que se experimentan son excesiva- que requiera la participación del ejecutivo
mente frecuentes y duraderas se generan central (Hirsch, Hayes y Mathews, 2009).
creencias negativas acerca de la propia Si no es así, y se intenta controlar evitan-
preocupación, lo que conlleva la aparición do pensar o suprimir lo que se está pen-
de la preocupación por la preocupación sando, se puede producir un efecto rebote.
(meta-preocupación, como la denomina Y cuando fallan los intentos de control, la
Wells, 1994). Y si, se intenta suprimir, se persona puede empezar a preocuparse por
produce un efecto rebote y con ello una su propia preocupación, y aparecer el fallo
exacerbación de la experiencia emocional de regulación emocional (Fisher y Wells,
(Fisher y Wells, 2009; Montorio, Wetherell 2009; Menin et al. 2005).
y Nuevo, 2006; Nuevo, Montorio y Borko-
vec, 2004; Wells, 1995, 2005). 4. Herramientas de evaluación
En los últimos años han aparecido nume-
3.3. Hacia un modelo integrador
rosos procedimientos de evaluación aplica-
En resumen, podríamos decir que el TAG bles al TAG, entre ellos varios formatos de
se produce como resultado de la interac- entrevista que facilitan la tarea diagnóstica,
ción entre una tendencia a la preocupa- así como escalas e inventarios, que contri-
ción previa y un sentimiento continuado buyen a especificar los parámetros de cada
de estrés que no logra regularse de forma uno de los síntomas.
satisfactoria. La tendencia a la preocupa-
ción previa es debida a cierta vulnerabili- 4.1. Entrevistas generales
dad biológica y la experiencia psico-social
que se haya tenido (Akiskal, 1998; Hudson La Anxiety Disorders Interview Schedu-
y Rapee, 2004), y se caracteriza por haber le (ADIS-IV; Brown, DiNardo y Barlow,
adquirido determinados esquemas y creen- 1994), es un protocolo de entrevista, funda-
cias que inducen a experimentar sesgos en mentado en los criterios del DSM-IV, con
el procesamiento de la información. Ello un índice de coincidencia diagnóstica de
explicaría por qué las personas con TAG hasta un 80% para el TAG (Brown et al.,
tienen exacerbada su percepción de riesgo, 2001). Además, resulta útil, dada la elevada
definen los sucesos ambiguos como ame- comorbilidad de este trastorno, a la hora de
nazantes, creen probable que ciertos su- realizar el diagnóstico diferencial.
cesos negativos sucedan, y se ven menos
capaces de afrontar los problemas (Prados, 4.2. Cuestionarios específicos que facili-
2008). Pero el TAG aparecerá cuando se tan el diagnóstico
produzca un problema persistente que no se El Generalized Anxiety Disorder Question-
logra solucionar o un periodo prolongado naire (GADQ-IV; Newman et al., 2002;
de estrés que no se consigue regular. Bajo Rodebaugh, Holaway, y Heimberg, 2008),
un punto de vista cognitivo, un episodio también se basa en los criterios del DSM-
de preocupación conlleva la anticipación IV, pero es un cuestionario específico, cu-
de un suceso indeseable, o de sus conse- yas preguntas se refieren a si las preocu-
cuencias, en función de las metas y valo- paciones suponen un problema, si son

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excesivas, si interfieren con la actividad o, simplemente, no quiera continuar.


psico-social, si son controlables, y el tipo Aunque esta técnica supone un buen inicio
de síntomas que se experimentan. para explorar los motivos de preocupación,
Con un formato muy similar, también es puede tener el efecto negativo de generar
útil el Worry and Anxiety Questionnaire confusión o descrédito debido a tanta repe-
(WAQ; Dugas et al., 2001; Ibañez et al., tición.
2000; Nuevo, 2005), cuyas preguntas ex- b) ¿Con qué frecuencia te preocupa?
ploran las preocupaciones más frecuentes
de la persona, y evalúan su intensidad, su Aunque la frecuencia puede entenderse
tanto como el número de veces que aparece
frecuencia, la dificultad para controlarlas,
cada preocupación por unidad de tiempo, o
la interferencia que producen y la severidad
como el número total de veces que ocurre,
de los seis síntomas físicos propuestos por
esta es una variable de interés que puede
el DSM-IV (todo ello en una escala visual
completarse con algunos de los instrumen-
de cinco puntos).
tos apuntados en el apartado 4.4.
Más breve es la GAD-7 (Spitzer, Kroenke,
c) ¿Desde cuándo te preocupa eso?
Williams y Löwe, 2006), que utiliza una
escala de cuatro puntos para evaluar la fre- Esta pregunta es relevante porque el abor-
cuencia de ansiedad, preocupación, inquie- daje de las preocupaciones pasajeras puede
tud e irritabilidad en las dos últimas sema- ser diferente al de las más duraderas. Un
nas. procedimiento que nosotros empleamos es
la denominada “revisión evolutiva de las
4.3. Sugerencias para una entrevista en preocupaciones”, que consiste en rastrear
profundidad las diferentes preocupaciones que la per-
Según hemos propuesto en otro lugar (Pra- sona ha ido teniendo a lo largo de su vida
dos, 2008), algunas preguntas o técnicas (vid. Prados, 2008). Esta técnica, igual que
de evaluación a emplear pueden ser las si- la de la flecha descendente, puede ser tanto
guientes: evaluativa como terapéutica.
a) ¿Qué es lo que te preocupa? d) ¿Por qué crees que te preocupa eso?
Dado que las preocupaciones tienen un Aunque los motivos reales de preocupa-
origen más profundo de lo que parece, ción pueden no ser muy conscientes, una
una posibilidad interesante a utilizar es la entrevista en profundidad debería sondear
llamada “técnica de la flecha descenden- las razones que ofrece la persona.
te”. Por ejemplo, cuando una persona dice e) ¿Qué consecuencias crees que tiene
preocuparse de sus exámenes, se le puede
preocuparse por eso?
preguntar a continuación: “¿Y qué es lo que
te preocupa exactamente de suspender los Esta pregunta es relevante dado que las
exámenes?” De igual forma, ante su res- personas tienen creencias positivas o nega-
puesta, se le puede volver a preguntar: “¿Y tivas acerca de la preocupación (Dugas et
qué es lo que te preocupa de eso?” Y así al., 1998; Wells, 1995). Esta cuestión pue-
hasta que la persona no dé más respuestas, de completarse con algunas de las escalas
repita una contestación tres veces seguidas mencionadas en el apartado 4.4, y con la

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Structured Interview on Beliefs About Wo- puntuación total oscila entre los 16 y los 80
rry (SIBAW; Francis y Dugas, 2004). puntos, siendo 60 el punto de corte clínico.
f) ¿Qué haces para dejar de preocuparte? Pero aunque este instrumento parece dis-
tinguir entre el TAG y otros trastornos de
Es importante evaluar las estrategias que ansiedad, no distingue entre dicho trastorno
utiliza la persona a la hora de intentar con- y el trastorno depresivo mayor (Starcevic,
trolar sus estados de preocupación. 1995).
4.4. Escalas e inventarios Los datos psicométricos obtenidos en di-
En los últimos años han aparecido instru- ferentes muestras han sido excelentes. Por
mentos específicos en torno a la preocupa- ejemplo, se han obtenido valores de con-
ción (vid. revisión crítica más completa en sistencia interna entre 0,80 y 0,93, y la co-
Prados, 2008). Por un lado, existen instru- rrelación test-retest ha llegado a 0,92 (vid.
mentos que evalúan los temas concretos de Prados, 2008, pp. 85-87).
preocupación, por ejemplo el Worry Do-
5. Avances terapéuticos
mains Questionnaire (WDQ; Tallis, Eys-
enck y Mathews, 1992), o la Worry Scale 5.1. Farmacoterapia
(WS; Wisocki y Handen, 1983; citado en
Aunque las benzodiacepinas (BZP) puedan
Wisocki, Handen y Morse, 1986).
ser útiles a corto plazo frente al TAG, en
Por otro, también han aparecido instrumen- especial cuando lo que se pretende es es-
tos que evalúan las consecuencias percibi- tabilizar los síntomas de ansiedad, según
das de la preocupación, como el Why Worry los estudios revisados no parecen mejor
(WW; Freeston, Rhéame, Letarte, Dugas y que el placebo, ni en adultos (Power et al.,
Ladouceur, 1994; González, Bethencourt, 1989, 1990), ni en niños (Simeon, Fergu-
Fumero y Fernández, 2006), el Conse- son y Knott, 1992). De igual modo, la ad-
quences of Worry Scale (COWS; Davey, ministración adicional de BZP no mejora la
Tallis y Capuzzo, 1996), el Metacognitions eficacia alcanzada por la terapia cognitivo-
Questionnaire (Cartwright-Hatton y Wells, conductual (Power et al., 1990), lo cual,
1997; Wells y Cartwright-Hatton, 2004), o unido a su riesgo de dependencia (Ashton,
el Inventario de Consecuencias Percibidas 2005), explicaría por qué ya no se conside-
de Preocupación (ICPP; Prados, 2007). ran la primera elección terapéutica frente al
Una descripción más detallada merece el TAG.
Penn State Worry Questionnaire (PSWQ; Otras sustancias que se están utilizando
Meyer et al., 1990), por el gran impacto in- son el pregabalin (Bandelow, Wedekind, y
ternacional que ha tenido y sus versiones Leon, 2007; Owen, 2007), o la buspirona
para la infancia y la adultez tardía. Sus 16 (Kranzler, 1988), que no presenta efectos
ítems intentan evaluar la frecuencia, inten- sedantes, no produce dependencia, no alte-
sidad y dificultad de controlar la preocupa- ra las funciones cognitivas, ni provoca in-
ción, sin hacer referencia a temas concre- teracciones farmacocinéticas significativas,
tos. Como su formato de respuesta tiene lo que la hace especialmente indicada en
cinco posibilidades (de 1 = no es típico ancianos y en personas con antecedentes de
en mí, a 5 = muy típico en mí), el rango de abuso de drogas.

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Pero, sobre todo, la primera elección en la 5.2.1. Terapia de conducta


actualidad son tanto los llamados inhibido- Los primeros terapeutas de conducta, como
res selectivos de la recaptación de la sero- Joseph Wolpe, pensaban que la “ansie-
tonina (ISRS), como la fluoxetina, paroxe- dad por todas partes” característica de este
tina, escitalopram, o sertralina (Mogg et al., trastorno ha tenido que ser “condicionada
2004; Rynn, Siqueland y Rickels, 2001), a propiedades constantes del ambiente” y
como los inhibidores selectivos de la recap- que podría ser contracondicionada median-
tación de la serotonina y la noradrenalina, te la desensibilización sistemática (Wolpe,
entre los que se encuentran la mirtazapina, 1958/1981, p. 83). Pero aunque la desen-
la nefazodona, la duloxetina (Carter y Mc- sibilización sistemática y algunas de sus
Cormack, 2009), y la venlafaxina (Silvers-
derivaciones, como la desensibilización en
tone y Salinas, 2001). Esta última se suele
afrontamiento, se han aplicado con cierto
comercializar en una fórmula de liberación
éxito en personas diagnosticadas de TAG
prolongada que permite una sola dosis dia-
(Borkovec y Mathews, 1988), esta técnica
ria y genera, por tanto, menos efectos se-
cundarios que otros fármacos. Según un no es más eficaz que la aplicación de la rela-
estudio reciente, la eficacia terapéutica de jación progresiva sola y el entrenamiento en
la venlafaxina no mejora tras añadir terapia biofeedback electromiográfico (LeBouf y
cognitiva (Crits-Christoph et al., 2011). Lodge, 1980; Raskin, Bali y Peeke, 1980).
Lo mismo sucede con el llamado Entre-
5.2. Psicoterapia clásica namiento en el manejo de la ansiedad
Según diversos meta-análisis, la terapia (EMA), especialmente diseñado para per-
cognitivo-conductual es la psicoterapia sonas diagnosticadas de TAG, pero que no
más eficaz frente al TAG (Durham y Allan, parece más eficaz que la terapia cognitiva
1993; Gould, Otto, Pollack y Yap, 1997; estándar (Lindsey, Gamsu, MacLaughlin,
Mitte, 2005). Entre las menos eficaces es- Hood y Espie, 1987).
tán las no directivas y las de corte psico- Dentro de los enfoques más actuales, como
dinámico (Durham et al., 1994). Y aunque, la terapia de aceptación y compromiso
en los últimos años, están apareciendo nue- (Hayes, Strosahl y Wilson, 1999), se han
vos enfoques que integran elementos psi- producido intervenciones en casos de TAG
codinámicos con elementos interpersonales con notable éxito (Huerta, Gómez, Mo-
(Crits-Christoph, 2002), aún está por verifi- lina y Luciano, 1998; Roemer y Orsillo,
car su eficacia. 2002; Roemer, Orsillo y Salters-Pedneault,
Aunque la psicoterapia cognitivo-conduc- 2008), pero aún debe realizarse más inves-
tual es efectiva, como también lo señalan tigación comparada.
diversos estudios de caso (Alario, 1989;
5.2.2. Terapia cognitiva
Bados y Bach, 1997; Benedito y Botella,
1992), la mayoría de estudios no encuen- Ante el TAG, un protocolo habitual de in-
tran diferencias entre la terapia cogniti- tervención cognitiva es el siguiente (vid.
va, por un lado, y la terapia de conducta, Öst y Breitholtz, 2000):
por otro (Barlow, Rapee y Brown, 1992; a) Se muestra el papel de los pensamien-
Borkovec y Costello, 1993; Borkovec y tos anticipatorios en la emoción y en la
Mathews, 1988; Öst y Breitholtz, 2000). conducta.

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b) Se identifican los pensamientos y para niños (Kendall, 1994; Orgilés, Mén-


creencias disfuncionales subyacentes, dez, Rosa e Inglés, 2003), y para ancianos
o al menos se intenta. (Montorio, Losada, Márques y Nuevo,
c) Se cuestiona cada uno de dichos pen- 2000; Nuevo y Montorio, 2005; Stanley,
samientos buscando hechos que los Diefenbach y Hopko, 2004).
contradigan. Algunos de estos programas (vid. revisión
d) Se generan pensamientos alternativos, crítica más extensa en Prados, 2008) tienen
más acordes con los hechos. por objetivo un mayor control de la preocu-
pación, mientras que otros se centran en
e) Se enseñan diversas técnicas de afron- intentar modificar las creencias asociadas
tamiento.
a las consecuencias de la preocupación o
Pero es llamativo que este tipo de terapia, promover un cambio de variables persona-
dada la naturaleza del TAG, no consiga ser les.
más eficaz que la terapia de conducta, y ni
a) Controlar la preocupación
siquiera supere a la relajación (Mitte, 2005;
Öst y Breitholtz, 2000). Una primera expli- Se ha propuesto que la persona intente pos-
cación de ello podría ser que la terapia cog- tergar su preocupación a un momento y a
nitiva, en algunos casos, conllevara algún un lugar prefijados por ella misma, y du-
tipo de efecto contraproducente; en concre- rante ese periodo se escriban las preocupa-
to, pudiera ser que la persona con este tipo ciones y se busque una solución. Borkovec
de terapia intente controlar aún más sus et al., (1983) observaron que este procedi-
pensamientos, desencadenando un paradó- miento consigue una reducción significa-
jico efecto rebote (para descripción de un tiva de preocupación frente a la relajación
caso, véase Prados, 2008, p. 133). Además, progresiva en análogos clínicos.
a la persona preocupada le cuesta hacer b) Reinterpretar las consecuencias percibi-
introspección, y sobre todo reevaluación;
das de preocuparse
la persona puede reconocer que es muy
difícil que ocurra algo pero aun así seguir Otros autores han propuesto intentar modi-
preocupándose. De hecho, Dugas y Ladou- ficar, con cuestionamiento socrático y prue-
ceur (2000) creen que este objetivo sólo es bas de realidad, tanto la evaluación positiva
aplicable a preocupaciones que involucren inicial de la preocupación, si la hay, como
sucesos altamente improbables. la evaluación negativa final (Wells, 1995,
2005). Con diez casos diagnosticados de
Ello ha llevado a buscar nuevas vías de in-
tervención, que sean más específicas que TAG, Wells y King (2006) han observado
las formas tradicionales de terapia. una recuperación inicial de casi el 88%, y
del 75% al año.
5.3. Nuevas propuestas Por otro lado, intentar modificar la evalua-
En los últimos años, se han diseñado pro- ción negativa que se hace de la preocupa-
cedimientos de intervención para adultos ción es coherente con el énfasis actual de
(Borkovec, Wilkinson, Folensbee y Ler- otros procedimientos terapéuticos frente al
man, 1983; Dugas y Ladouceur, 2000; TAG, basados en la aceptación (Roemer y
Wells, 1995, 2005; Wells y King, 2006), Rosillo, 2002; Roemer et al., 2008).

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José Mª. Prados dossier

c) Modificar variables personales relevantes Basándonos en nuestro trabajo clínico e in-


Entre estos enfoques destaca el programa vestigador, hemos propuesto un programa
de Michel Dugas y su grupo, para quienes de ocho sesiones semanales, de una hora y
si la propia incertidumbre es la principal media de duración (vid. Prados, 2008). La
amenaza para alguien con TAG, el prin- intervención persigue alcanzar tres objeti-
cipal objetivo terapéutico deberá dirigirse vos fundamentales: una mayor reflexión,
a dicha variable, además de la exposición un mejor control, y, hasta cierto punto, una
mediante la imaginación (en el caso de reorganización personal. Los primeros re-
preocupaciones improbables), y el entre- sultados parecen prometedores para reducir
namiento en solución de problemas (en el la puntuación en el PSWQ, incluso compa-
caso de problemas inmediatos). rando el programa con la terapia cognitiva
clásica y la relajación. A continuación pre-
En un primer estudio, Dugas y Ladou- sentamos una breve descripción de los ob-
ceur (2000) aplicaron este procedimiento jetivos perseguidos y las técnicas concretas
a cuatro personas durante 16 sesiones se- utilizadas.
manales de una hora duración, dos de las
cuales diagnosticadas de TAG. Se observó, a) Entrenamiento reflexivo
además de una reducción del porcentaje de Nuestro programa intenta propiciar la re-
preocupación, una reducción de la intole- flexión de la persona en torno a los objetos
rancia a la incertidumbre. En un segundo y motivos de su preocupación, lo que re-
estudio, el procedimiento se mostró eficaz quiere a su vez reflexionar sobre las pro-
frente a un grupo control (Ladouceur et al., pias metas y valores. Conocer qué motiva
2000). la preocupación es el primer paso para po-
der anticipar soluciones (D’Zurilla, 1993),
5.3.1. Hacia un programa global y sistemático de pero conocer las metas y valores implica-
intervención dos nos lleva a una mejor aceptación de
Según expusimos en el apartado 3.3, el nuestras propias preocupaciones (Roemer
TAG puede entenderse como una perturba- et al., 2008).
ción crónica, caracterizada por una tenden- Para lograrlo, utilizamos la “técnica de la
cia exagerada a la preocupación y una falta flecha descendente”, y la “revisión evo-
de control ante situaciones que se perciben lutiva de las preocupaciones personales”.
como estresantes, bien porque no se con- Esta última, además, contribuye a desafiar
siga solucionar el problema, bien porque la idea de que la preocupación sea útil en
no se consiga regular el estrés. Pero ni es algún sentido (Wells, 1995; Ladouceur
fácil intentar modificar dicha tendencia a et al., 2008), y a reevaluar la gravedad de
la preocupación, porque conlleva conocer los sucesos que se han anticipado, una vez
previamente cómo se ha formado y qué ac- pasado cierto tiempo (Beck, Rush, Shaw y
titudes la mantienen, ni es fácil aumentar el Emery, 1983).
control frente al estrés. Además, en función
de la persona y de sus síntomas concretos, b) Estrategias de control y neutralización
habría que incluir también otros procedi- Entre la principal técnica utilizada para
mientos comportamentales e interpersona- conseguir este objetivo está la postergación
les. temporal de la preocupación (Borkovec

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