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nº 102 • juliol-desembre 2011 • pàgines 47-62
José Mª. Prados
resumen/abstract:
El actualmente denominado trastorno por ansiedad generalizada (TAG), al que algunos expertos consideran
que habría que cambiarle el nombre para la quinta versión del DSM, parece ser uno de los problemas
psicológicos más frecuentes, con un índice de prevalencia vital en torno al 2,8%. Pese a su elevada
frecuencia, la comprensión sobre la naturaleza de este trastorno es todavía escasa, porque hasta 1980 no fue
considerado una categoría diagnóstica con entidad propia y porque aún no ha generado tanta investigación
como lo han hecho otros trastornos. No obstante, esta situación empieza a cambiar y cada vez son más los
investigadores centrados en el TAG, especialmente los que estudian los procesos cognitivos y emocionales
implicados en el trastorno. Objetivo. El objetivo de este trabajo es exponer, de la forma más sintética posible,
parte del conocimiento acumulado hasta ahora sobre el TAG, respecto a sus criterios diagnósticos, las
aproximaciones teóricas, las herramientas de evaluación disponibles y los últimos avances terapéuticos.
Generalized anxiety disorder (GAD), label which some experts want to change for DSM-5, is one of the most
prevalent psychological disorders, with a life prevalence of 2.8%. Despite its high frequency GAD is still little
known, because until 1980 it was not considered as an independent clinical category, and because research
on GAD is not yet as much as on others psychological disorders. Nevertheless situation is changing and
cognitive and emotional processes related to this disorder are been discovered by an increasing number of
specialized researchers. Objective. The main purpose of this work was to synthesize actual knowledge about
diagnostic criteria, theoretical perspectives, assessment tools and treatment advances on GAD.
palabras clave/keywords:
Trastorno por ansiedad generalizada, preocupación, sesgos cognitivos, resolución de problemas, regulación
emocional.
Generalized anxiety disorder, worry, cognitive bias, problem solving, emotional regulation.
tas médicas genera (Gordon y Heimberg, los síntomas de ansiedad están presentes la
2011; Tyrer y Baldwin, 2006; Wittchen, mayor parte de los días. Y, además, existe:
2002). En concreto, según el Estudio Epi- 1. Aprensión (preocupación por calami-
demiológico Europeo de los Trastornos dades, sentirse “al límite”, etc.)
Mentales (ESEMeD, 2004), se estima que
su prevalencia anual se sitúa entre el 1 y el 2. Tensión muscular (agitación e inquie-
2% de la población, y su prevalencia vital tud psicomotora, cefaleas, temblor, in-
en el 2,8%. capacidad para relajarse, etc.)
Pese a su elevada frecuencia, la compren- 3. Hiperactividad vegetativa (mareo, su-
sión sobre la naturaleza del TAG es todavía doración, taquicardia o taquipnea, mo-
escasa, porque hasta 1980 no fue conside- lestias epigástricas, vértigo, sequedad
rado una categoría diagnóstica con entidad de boca, etc.)
propia (Rickels y Rynn, 2001), y porque Por su parte, para el DSM-IV-TR (APA,
aún no ha generado tanta investigación 2000), se exige que:
como lo han hecho otros trastornos (Dugas,
1. La ansiedad y preocupación (expecta-
2000). De todas formas, es evidente que la
ción ansiosa) que se experimenta ante
situación comienza a cambiar y cada vez
una amplia gama de acontecimientos
es mayor el número de investigadores in-
teresados en este trastorno y especialmen- y actividades sea excesiva y difícil de
te en sus procesos cognitivo-emocionales controlar.
(Dupuy y Ladouceur, 2008; Fisher y Wells, 2. Existan al menos tres de los siguientes
2009; Gentes y Ruscio, 2011; Heimberg, síntomas: tensión muscular, dificultad
Turk y Mennin, 2004; Prados, 2008, 2011). de concentración, irritabilidad, inquie-
El objetivo de este trabajo es exponer, de tud o impaciencia, fatiga y alteraciones
la forma más sintética posible, parte del del sueño. En niños, al menos se re-
conocimiento acumulado hasta ahora sobre quiere uno de estos síntomas.
el TAG, respecto a sus criterios diagnós- 3. La duración sea de seis meses como
ticos, las aproximaciones teóricas, las he- mínimo, en contraste con versiones an-
rramientas de evaluación disponibles y los teriores, en las que sólo se requería un
últimos avances terapéuticos. mes. Esta mayor exigencia ha contri-
buido a reducir los índices de prevalen-
2. Criterios diagnósticos actuales cia, que llegaban incluso al 20% (Lieb,
Tanto para la Organización Mundial de la Becker y Altamura, 2005; Wittchen y
Salud (OMS), como para la Asociación de Hoyer, 2001).
Psiquiatría Americana (APA), la principal
4. Constituya un problema para la perso-
característica del TAG es una ansiedad ex-
na o interfiera con su funcionamiento
cesiva y perturbadora no centrada en nin-
normal. Es decir, que haya una pérdida
gún tema en particular. Más en concreto,
de calidad de vida o de productividad
en la décima versión de la Clasificación
socio-laboral.
Internacional de las Enfermedades (CIE-
10), publicada por la OMS (WHO, 1992), 5. Se excluyan otros trastornos, enfer-
se considera que en este trastorno (F41.1) medades o efectos de sustancias. Para
6. Esa tendencia a la preocupación pue- Heath y Eaves, 1992), lo que no quiere de-
de surgir ya en la niñez, y parece estar cir que se herede el trastorno, sino el fun-
relacionada con las experiencias vita- cionamiento anómalo de un conjunto de
les, con el estilo de crianza y el tipo de genes sobre el que actúan después influen-
apego (Muris, Meesters, Merckelbach cias diversas. El resultado es, por un lado,
y Hülsenbeck, 2000). El TAG infantil un desequilibrio de los neurotransmisores
presenta altos porcentajes de comor- necesarios para una correcta autorregula-
bilidad, en torno al 75% con otros ción, y por otro, ciertos cambios anatómi-
trastornos de ansiedad, y el 56% con cos.
los trastornos depresivos (Masi et al.,
Entre los neurotransmisores que parecen
2004), cifras que se mantienen en po-
desempeñar un papel relevante en el TAG
blación adulta, porque según algunos
están la serotonina, la noradrenalina y, en
estudios, entre un 50% y un 80% de los
menor medida, el ácido gamma-aminobutí-
casos clínicos presentan además otros
rico (vid. Nutt, 2001). Entre las estructuras
desórdenes psicológicos (como los de-
cerebrales en las que se han detectado cam-
presivos, los somatoformes, el trastor-
bios están la amígdala, el tálamo y el cór-
no de pánico, o la fobia social) y enfer-
tex prefrontal dorsomedial (DeBellis et al.,
medades (Beesdo et al., 2009; Drews y
Hazlett-Stevens, 2008; Hettema, 2008; 2000; Etkin, Prater, Schatzberg, Menon y
Starcevic y Bogojevic, 1999). Greicius, 2009; Schienle, Ebner y Schäfer,
2011; Sinha, Mohlman y Gorman, 2004).
7. A diferencia de otros trastornos, el
TAG aumenta con la edad hasta llegar 3.2. Correlatos psicológicos
a ser uno de los trastornos psicológi- Las diversas aproximaciones psicológicas
cos más frecuentes en la adultez tardía. se podrían agrupar en dos grupos, aquellas
Algunos sugieren que la edad media que han subrayado los sesgos presentes en
de aparición son los 31 años (Kessler, el procesamiento de la información y aque-
Chiu, Demler y Walters, 2005). llas que enfatizan los fallos a la hora de re-
solver problemas o de autorregularse.
3. Aproximaciones teóricas
Aunque son varias las explicaciones teóri- 3.2.1. Sesgos en el procesamiento de la informa-
cas que se han propuesto del TAG, lo cier- ción
to es que muchas de ellas son extremada- En el TAG se han identificado sesgos
mente parciales, al centrarse sólo en algún atencionales e interpretativos (Bradley,
aspecto diferencial, al tiempo que no dan Mogg, Millar y White, 1995; Eysenck,
cuenta ni de la génesis del trastorno, ni de 1997; Friedman, Thayer y Borkovec, 2000;
su evolución (para una revisión crítica más Hazlett-Stevens y Borkovec, 2004; Kos-
extensa, véase Prados, 2008). ter, Crombes, Verschuere, Van Damme y
Wiersema, 2006). Centrándonos en estos
3.1. Correlatos biológicos últimos, aunque las personas con TAG no
Muchos autores piensan que en el TAG difieren de un grupo control en su juicio
podría existir una cierta vulnerabilidad ge- probabilístico acerca de su propia preocu-
nética heredada (Kendler, Neale, Kessler, pación (Craske, Rapee, Jackel y Barlow,
Otra explicación avalada por diversas in- res que la persona tenga, pero el proceso
vestigaciones es que cuando las preocupa- termina con una estimulación alternativa
ciones que se experimentan son excesiva- que requiera la participación del ejecutivo
mente frecuentes y duraderas se generan central (Hirsch, Hayes y Mathews, 2009).
creencias negativas acerca de la propia Si no es así, y se intenta controlar evitan-
preocupación, lo que conlleva la aparición do pensar o suprimir lo que se está pen-
de la preocupación por la preocupación sando, se puede producir un efecto rebote.
(meta-preocupación, como la denomina Y cuando fallan los intentos de control, la
Wells, 1994). Y si, se intenta suprimir, se persona puede empezar a preocuparse por
produce un efecto rebote y con ello una su propia preocupación, y aparecer el fallo
exacerbación de la experiencia emocional de regulación emocional (Fisher y Wells,
(Fisher y Wells, 2009; Montorio, Wetherell 2009; Menin et al. 2005).
y Nuevo, 2006; Nuevo, Montorio y Borko-
vec, 2004; Wells, 1995, 2005). 4. Herramientas de evaluación
En los últimos años han aparecido nume-
3.3. Hacia un modelo integrador
rosos procedimientos de evaluación aplica-
En resumen, podríamos decir que el TAG bles al TAG, entre ellos varios formatos de
se produce como resultado de la interac- entrevista que facilitan la tarea diagnóstica,
ción entre una tendencia a la preocupa- así como escalas e inventarios, que contri-
ción previa y un sentimiento continuado buyen a especificar los parámetros de cada
de estrés que no logra regularse de forma uno de los síntomas.
satisfactoria. La tendencia a la preocupa-
ción previa es debida a cierta vulnerabili- 4.1. Entrevistas generales
dad biológica y la experiencia psico-social
que se haya tenido (Akiskal, 1998; Hudson La Anxiety Disorders Interview Schedu-
y Rapee, 2004), y se caracteriza por haber le (ADIS-IV; Brown, DiNardo y Barlow,
adquirido determinados esquemas y creen- 1994), es un protocolo de entrevista, funda-
cias que inducen a experimentar sesgos en mentado en los criterios del DSM-IV, con
el procesamiento de la información. Ello un índice de coincidencia diagnóstica de
explicaría por qué las personas con TAG hasta un 80% para el TAG (Brown et al.,
tienen exacerbada su percepción de riesgo, 2001). Además, resulta útil, dada la elevada
definen los sucesos ambiguos como ame- comorbilidad de este trastorno, a la hora de
nazantes, creen probable que ciertos su- realizar el diagnóstico diferencial.
cesos negativos sucedan, y se ven menos
capaces de afrontar los problemas (Prados, 4.2. Cuestionarios específicos que facili-
2008). Pero el TAG aparecerá cuando se tan el diagnóstico
produzca un problema persistente que no se El Generalized Anxiety Disorder Question-
logra solucionar o un periodo prolongado naire (GADQ-IV; Newman et al., 2002;
de estrés que no se consigue regular. Bajo Rodebaugh, Holaway, y Heimberg, 2008),
un punto de vista cognitivo, un episodio también se basa en los criterios del DSM-
de preocupación conlleva la anticipación IV, pero es un cuestionario específico, cu-
de un suceso indeseable, o de sus conse- yas preguntas se refieren a si las preocu-
cuencias, en función de las metas y valo- paciones suponen un problema, si son
Structured Interview on Beliefs About Wo- puntuación total oscila entre los 16 y los 80
rry (SIBAW; Francis y Dugas, 2004). puntos, siendo 60 el punto de corte clínico.
f) ¿Qué haces para dejar de preocuparte? Pero aunque este instrumento parece dis-
tinguir entre el TAG y otros trastornos de
Es importante evaluar las estrategias que ansiedad, no distingue entre dicho trastorno
utiliza la persona a la hora de intentar con- y el trastorno depresivo mayor (Starcevic,
trolar sus estados de preocupación. 1995).
4.4. Escalas e inventarios Los datos psicométricos obtenidos en di-
En los últimos años han aparecido instru- ferentes muestras han sido excelentes. Por
mentos específicos en torno a la preocupa- ejemplo, se han obtenido valores de con-
ción (vid. revisión crítica más completa en sistencia interna entre 0,80 y 0,93, y la co-
Prados, 2008). Por un lado, existen instru- rrelación test-retest ha llegado a 0,92 (vid.
mentos que evalúan los temas concretos de Prados, 2008, pp. 85-87).
preocupación, por ejemplo el Worry Do-
5. Avances terapéuticos
mains Questionnaire (WDQ; Tallis, Eys-
enck y Mathews, 1992), o la Worry Scale 5.1. Farmacoterapia
(WS; Wisocki y Handen, 1983; citado en
Aunque las benzodiacepinas (BZP) puedan
Wisocki, Handen y Morse, 1986).
ser útiles a corto plazo frente al TAG, en
Por otro, también han aparecido instrumen- especial cuando lo que se pretende es es-
tos que evalúan las consecuencias percibi- tabilizar los síntomas de ansiedad, según
das de la preocupación, como el Why Worry los estudios revisados no parecen mejor
(WW; Freeston, Rhéame, Letarte, Dugas y que el placebo, ni en adultos (Power et al.,
Ladouceur, 1994; González, Bethencourt, 1989, 1990), ni en niños (Simeon, Fergu-
Fumero y Fernández, 2006), el Conse- son y Knott, 1992). De igual modo, la ad-
quences of Worry Scale (COWS; Davey, ministración adicional de BZP no mejora la
Tallis y Capuzzo, 1996), el Metacognitions eficacia alcanzada por la terapia cognitivo-
Questionnaire (Cartwright-Hatton y Wells, conductual (Power et al., 1990), lo cual,
1997; Wells y Cartwright-Hatton, 2004), o unido a su riesgo de dependencia (Ashton,
el Inventario de Consecuencias Percibidas 2005), explicaría por qué ya no se conside-
de Preocupación (ICPP; Prados, 2007). ran la primera elección terapéutica frente al
Una descripción más detallada merece el TAG.
Penn State Worry Questionnaire (PSWQ; Otras sustancias que se están utilizando
Meyer et al., 1990), por el gran impacto in- son el pregabalin (Bandelow, Wedekind, y
ternacional que ha tenido y sus versiones Leon, 2007; Owen, 2007), o la buspirona
para la infancia y la adultez tardía. Sus 16 (Kranzler, 1988), que no presenta efectos
ítems intentan evaluar la frecuencia, inten- sedantes, no produce dependencia, no alte-
sidad y dificultad de controlar la preocupa- ra las funciones cognitivas, ni provoca in-
ción, sin hacer referencia a temas concre- teracciones farmacocinéticas significativas,
tos. Como su formato de respuesta tiene lo que la hace especialmente indicada en
cinco posibilidades (de 1 = no es típico ancianos y en personas con antecedentes de
en mí, a 5 = muy típico en mí), el rango de abuso de drogas.
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la “parada de pensamiento”, que utilizan una paciente con trastorno de ansiedad generalizada.
otros autores, y también facilita tanto la Análisis y Modificación de Conducta, 23, 85-107.
aceptación emocional como la búsqueda de Bandelow, B., Wedekind, D., & Leon, T. (2007). Pregabalin
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