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Precio de Mercado
Precio de Mercado
Los precios de mercado de la mayoría de los bienes fluctú an con el paso del tiempo y las
fluctuaciones pueden ser rá pidas en el caso de muchos bienes, sobre todo en el de los que se
venden en mercados competitivos. Por ejemplo, la bolsa de valores es extraordinariamente
competitiva: normalmente, las acciones de cualquier empresa tienen muchos compradores y
vendedores- como sabrá todo el que haya invertido en el mercado de valores, el precio de una
acció n fluctú a de un minuto a otro y puede subir o bajar considerablemente en un solo día.
Asimismo, los precios de mercancías bá sicas como el trigo, la soja, el café, el petró leo, el oro, la
plata la madera también pueden subir o bajar espectacularmente en un día o en una semana.
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Precio de mercado
Precio de mercado
El precio de mercado es el precio al que un bien o servicio puede comprarse en un mercado
libre. Es un concepto econó mico de aplicació n tanto en aspectos histó ricos de la disciplina
como en su uso concreto y en la vida diaria.
El concepto ha dado origen a discusiones tanto técnicas como teó ricas en el desarrollo de las
ciencias econó micas. Estas discusiones van desde la definició n de qué es un mercado a qué se
entiende por precio, dificultades que adquieren una importancia particular en la
microeconomía, ámbito en el cual una de las funciones má s importantes de un economista es
la determinació n de precios que maximicen la ganancia de una empresa. Sin embargo, la
problemá tica también se extiende al ámbito macroeconó mico, en el cual los cálculos acerca de
precios juegan un papel central en la determinació n del hipotético equilibrio econó mico.
Descripción general
Histó ricamente, la escuela clá sica consideraba que existen dos precios de mercado:
Según Adam Smith: El precio de un monopolio es en cada ocasió n el má s alto que se puede
conseguir. El precio natural, o el precio de la libre competencia, por el contrario, es el má s bajo
que se puede tomar, no de hecho en cada ocasió n pero sobre un tiempo considerable. El uno
es en cada ocasió n el má s alto que se puede exprimir de los compradores, o el que, se supone,
van a consentir dar: el otro es el má s bajo que los vendedores generalmente pueden
permitirse aceptar, y al mismo tiempo continuar sus negocios.
El precio natural depende directamente, en esta visió n, del valor de un bien, y ese valor
equivale a la cantidad de trabajo necesario para producir el bien en cuestió n. Esto es conocido
como la teoría del valor-trabajo.
La asunció n general es que, en un mercado libre y dado que hay competencia, los precios de
mercado disminuyen al límite posible: el del coste de producció n. Consecuentemente, desde
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este punto de vista, el precio de mercado de un bien o servicio depende de la producció n u
oferta.
Si, por cualquier motivo ese coste de producció n cambia, el precio de mercado cambiará .
Por ejemplo, cuando avances tecnoló gicos facilitan la producció n, disminuyendo los costes,
los precios de mercado disminuyen.
Lo anterior implica que, asumiendo competencia, los productos son intercambiados por otros
a una cierta «tasa de cambio» fija en el corto o mediano plazo,
Cualquiera sea la moneda que escojamos para expresar esa relació n: la tasa está determinada
por la cantidad de trabajo o valor de los bienes en cuestió n. Eso es conocido como la
neutralidad del dinero: variaciones en la cantidad del circulante solo afectan precios
nominales, sin que tengan ningú n efecto sobre las variables reales (cantidad producida y
consecuentemente demandada, etc.).
Sin embargo esa concepció n da origen a una variedad de problemas. Entre estos se encuentra
el llamado problema de la transformació n: bá sicamente, cuá l sería el cálculo necesario para
transformar esa cantidad de trabajo (como sea que sea medido) en precio de mercado.
Ese problema permaneció irresuelto por mucho tiempo. En la actualidad, y a pesar que el
asunto permanece debatido, muchos consideran, a partir del aná lisis de Piero Sraffa, que la
solució n es simplemente que no hay tal transformació n: el cá lculo en términos de valor no es
traducible a cálculos en dinero. El productor (o capitalista o empresario, etc) no se interesa en
producir valor extra ni sabe có mo efectuar el cálculo en esos términos.
Aú n con anterioridad al aná lisis de Sraffa, la escuela marginalista había propuesto que los
precios de mercado dependen principalmente de la demanda: cualquiera que sea el costo o
esfuerzo de producir un bien, este solo podrá ser vendido al precio que el consumidor esté
dispuesto a pagar. Y ese deseo a pagar depende de la percepció n por los consumidores de la
utilidad del producto.
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Eje horizontal: Cantidad de bienes.
Línea azul: Utilidad decreciente.
Línea roja: Utilidad total.
Para explicar las variaciones de precios, los marginalistas introdujeron el Principio de utilidad
marginal decreciente. En la visió n de Ricardo, por ejemplo, se concibe que los diamantes
tienen valor porque algunas personas trabajan para encontrarlos y transportarlo a grandes
distancias. Y, como quiera que eso es no solo difícil y peligroso pero ademá s requiere mucho
esfuerzo en relació n a los diamantes producidos, estos cuestan mucho. En la visió n
marginalista,
Mineros buscan diamantes porque hay una demanda por ellos. Pero, en la medida que alguien
los posee, disminuye lo que ese individuo está dispuesto a pagar por ellos, consecuentemente
el precio del diamante no es fijo, depende de cuá nto los desee un potencial comprador. De la
misma manera, el primer vaso de agua para un sediento vale má s que los sucesivos. Y por el
mismo principio, los individuos estarían dispuestos a pagar má s por una casa para vivir que
una para vacaciones.
Según Jevons: «El valor depende solamente del grado final de utilidad. ¿Có mo podemos
variar este grado de utilidad? Teniendo una mayor o menor cantidad de la mercancía a
consumir. ¿Y có mo tenemos una mayor o menor cantidad?» (Agregando trabajo). Lo que lo
lleva a la conclusió n que:
Afirmo que el trabajo es esencialmente variable, de manera que su valor debe estar
determinado por el valor del producto y no el valor del producto por el del trabajo.5
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Así, desde este punto de vista, el precio estable de mercado es el punto en el cual la utilidad
marginal comienza a divergir de la utilidad total. Ventas menores que eso dejan demanda
insatisfecha e implican que la empresa no ha vendido tanto como podría. Ventas superiores a
las determinadas por ese punto implican pérdidas: ya sea que no todo lo producido será
vendido o se venderá a precios menores a los posibles.
Podríamos con la
misma sensatez
discutir acerca de si es
la hoja superior o la
inferior de una tijera
la que corta un
pedazo de papel que
si el valor está
controlado por la
Tijeras de Marshall.
utilidad o por el costo
P= precio.
de producció n.
Q= cantidad producida.
D= (línea azul) demanda.
S= (línea roja) oferta
Marshall denomina precio natural de cualquier bien o servicio al que se encuentra en el punto
en el cual las hojas de la tijera de la oferta y la demanda se cruzan.6
Lo anterior implica que el precio natural es el precio estable de mercado pero transformado
en precio de mercado estable: aquel en el cual el mercado se vacía, es decir, en el cual todo lo
producido se vende y no queda demanda insatisfecha. Esto lleva directamente a la concepció n
que, a ciertos precios, niveles de producció n, etc., el mercado entrará en una situació n de
equilibrio econó mico, ya sea parcial (en el mercado de un bien determinado) o general (para
todos los bienes).
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Esta concepció n todavía tiene aceptació n general, especialmente en cursos introductorios a la
disciplina, con autores posteriores, generalmente introduciendo modificaciones o
adecuaciones parciales má s que de fondo.
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Costo Marginal del Trabajo (MCL) y el ingreso marginal de la empresa (MRP). Eso
lleva a un incremento neto (diferencia entre C y M) en la productividad o explotació n.
A partir de las primeras décadas del siglo XX se hizo evidente que esa situació n no solo no es
el caso sino que no será el caso: en una era de comercio incrementalmente dominado por
empresas internacionales no puede mantenerse la pretensió n que los precios de mercado se
está n determinando de acuerdo a las condiciones de la competencia perfecta.nota 8 Algunos
autores modernos opinan que pretender volver a esa competencia perfecta es no solo un
ejercicio en futilidad, sino que tampoco produciría «una economía de gran estabilidad,
crecimiento y eficiencia».
Por otra parte, tampoco es el caso que sea esta una situació n de control monopó lico tal como
es expuesto en el análisis de Jevons. La situació n real es que se está en una condició n de
competencia imperfecta. Autores tales como Joan Robinson8 y otros, introdujeron el aná lisis
de determinació n de precios de mercado en condiciones de oligopolio y oligopsonio, con
teorías y modelos tales como la Teoría de la Competencia monopolística,9 la Competencia de
Stackelberg y el Teorema de la telarañ a, etc.
Todas esas situaciones pueden ser descritas como un fallo de mercado, recurrente y
posiblemente estable má s que transitorio. Esto podría justificar la intervenció n del gobierno a
fin de evitar que tales fallos o distorsiones ocasionen problemas mayores.
Concepciones alternativas
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cambia, no hay seguridad que el resultado sea correcto o de largo plazo: la acció n econó mica
implica un riesgo irreducible.
Por otra parte, el error de los clá sicos en general, y Marx en particular, estaba en creer que los
precios de mercado en general, y la ganancia en particular dependían y se pueden determinar
en dinero a partir ú nicamente del trabajo envuelto en la producció n, lo que requiere de un
numerario que permita resolver el problema de la transformació n. La realidad, en la opinió n
de Sraffa, es que el numerario es un paquete de productos o mercaderías bá sicas que son
fundamentales para la producció n de los bienes de todo tipo. Es la relació n entre un bien
cualquiera y esas mercaderías bá sicas utilizadas en su producció n y puesta en el mercado la
que determina los precios de mercado, cualquiera sea la unidad monetaria que escojamos
para expresarla. Es decir, en la opinió n de Sraffa, un diamante costará usualmente el
equivalente de muchos litros de agua porque en su producció n y transporte al mercado se han
utilizado una cierta cantidad de petró leo, máquinas, e incluso otros bienes de consumo
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(expresados y medidos en el salario de los trabajadores y ganancias a los empleadores, etc.)
que equivale a la necesaria para producir esos muchos litros de agua.nota 10
Esa posició n hace sentir su presencia, aunque no siempre en forma explícita, en muchos
ámbitos, desde la llamada economía heterodoxa a círculos financieros. Es comú n, por ejemplo,
que perió dicos, especialmente los dedicados a las finanzas, publiquen regularmente tanto los
precios de las «mercaderías bá sicas» como las condiciones relevantes a su producció n y
disponibilidad.
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