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DESEMPLEO Y FACTORES REALES") Durante muchos afios los modelos, que pautaban la interpretacién de la evolucién econémica, ayudaban a la identificacién de los problemas e inspiraban las politicas econémicas correspondientes, eran —aparte de otras caracteristicas— modelos centrados en la demanda agregada de bienes y servicios y que prescindian, con frecuencia, de las relaciones con el resto del mundo. Estos modelos habrian de mostrarse claramente insuficientes e inadecuados ante situaciones, como las desarrolladas a lo largo de la Ultima década, que tenian su causa primordial en impactos generados por el lado de la oferta y que eran, en buena medida, de origen externo. Y esas insuficiencias tedricas han afectado, sin duda, a numerosos planteamientos de politica econémica, El profesor Luis Angel Rojo se propone subsanar algunas de esas limitaciones en el trabajo que sigue, procurando mantener la exposicién a un nivel facilmente comprensible. La argumentacién se desarrolla con referencia a un esquema teorico; pero el articulo podria encabezarse con la frase latina: De te fabula narratur, puesto que la exposicion esta obviamente orientada a discutir algunos de los problemas basicos que afectan a la economia espafiola. | 1 esfuerzo por conseguir, a través de ella, niveles altos de empleo y tasas moderadas de inflacion; sus politicas econémicas habian atendido primordialmente al cor- to plazo en la confianza de que el proceso de crecimiento eco- némico tenderia a cuidarse de si mismo y a corregir los erro- res por la simple persistencia de su impulso; el comportamiento de los consumidores, las deci- siones de inversién privada y las A economia mundial se ha L visto profundamente afec- tada, en la ltima década, por los impactos reiterados ¢ intensos resultantes de las fuer- tes elevaciones registradas en el precio del petrdleo. No es ésta, desde luego, la unica cau- sa determinante de las dificulta- des actuales, pero los demas factores relevantes pueden dis- cutirse en relacién con las per- turbaciones generadas y los ajus- tes exigidos por esos impactos actuantes por el lado de la oferta. publico se apoyaban en unas expectativas de expansion con- tinuada y firme. Pero los im- pactos del lado de la oferta han Los paises industriales habian | impuesto un cambio brusco en centrado su atencin, durante | el origen, las caracteristicas y muchos afios, en la regulacién | la dimensién temporal de los de la demanda agregada y en el | problemas planteados —aunque politicas de bienestar del sector | la apreciacién de ese cambio se haya visto dificultada por el des- censo simulténeo (y relaciona- do) de la demanda—. La fuerte alteracion de los precios relati- vos ha determinado transferen- cias muy importantes de renta entre los paises, ha afectado a la estructura de la demanda y a la seleccién de técnicas y ha incidido profunda y desigual- mente sobre el capital produc- ivo instalado y sobre la renta- bilidad esperada de las distintas lineas de inversion. Todo esto plantea problemas a largo plazo cuya solucién requiere ajustes profundos; y estos ajustes se han visto entorpecidos en todas las economias, aunque en gra- do muy diverso, por rigideces e inercias alentadas por la per- plejidad ante el cambio y por confusiones en el andlisis de los problemas e incluso en el en- tendimiento de los intereses de los distintos grupos socioeco- némicos en las nuevas circuns- tancias. La experiencia de la adversi- dad y la reflexion sobre los he- chos observados han tendido, sin embargo, a aclarar los and- lisis y a modificar politicas y es- trategias @ medida que pasaba el tiempo, persistian los proble- mas y se repetian los impactos desencadenantes de las dificul- tades. Esa evolucién de ideas y actitudes se ha expresado en algunos rasgos que han dife- renciado el comportamiento de las economias industriales tras, el alza de precios del petroleo en 1979-80 respecto de lo que fueron sus respuestas al enca- recimiento de 1973-74. En esta ocasion, los mas altos precios del petroleo se han trasladado a los precios interiores de la energia con mas rapidez y mas plenamente que tras el impacto anterior; la respuesta de los sa- 124 a larios ha sido mucho mas mo- derada y los costes-trabajo han evolucionado, por tanto, mas favorablemente; los gobiernos no han cedido a la tentacion de acomodar una aceleracién de la inflacion interna a través de las politicas monetarias y se han resistido a ampliar los deficits publicos como medio de esti- mular las economias. Sin ignorar las diferencias en otros factores relevantes, cabe atribuir parcial- mente a estos distintos com- portamientos el hecho de que las economias industriales ha- yan soportado mejor, en gene- ral, el encarecimiento de la ener- gia en 1979-80 que en 1973-74, | aunque la dimension del impac to inicial ha sido aproximada- mente la misma en ambas oca- siones (1). Quiz pueda decirse que el sentido basico de esa evolucin en ideas y actitudes ha consis- tido en reconocer que los pro- blemas planteados son, funda mentalmente, problemas reales a largo plazo en los que desem- pefian un papel decisivo los pre- cios relativos y las reasignacio- nes de recursos y @ cuya solu- cién tienen poco que aportar las simples manipulaciones mo- netarias y la ampliacion de los déficits publicos. Las reflexio- nes siguientes, que pretenden exponer algunos de los meca- nismos y lineas de causacion que entran en juego tras un shock de oferta provocado por un fuerte encarecimiento de la energia, se orientan en ese mis- mo sentido. 2 Consideremos una economia de dimension modesta y supon- gamos, para simplificar, que im- porta toda la energia que con- sume y que la energia es el Unico factor de produccién que importa —de modo que las de- mas materias primas utilizadas en el proceso de produccion son de origen nacional; esto significa que, en términos agre- gados, la produccién se obtiene con dos factores de produccion nacionales, capital y trabajo, y un factor de produccién impor. tado, la energia—. En esta eco- nomia, el producto o renta real que retribuye a los factores na- cionales —capital y trabajo— es, obviamente, la diferencia en- tre el valor real de la produccion final y el valor real de la energia importada Supongamos ahora que se re- gistra una fuerte elevacion en el precio de la energia impor- tada y veamos qué es lo que sucede en esta economi a) El primer efecto es una pérdida de renta real, como con- secuencia de la elevacién del precio relativo 0 real de la ener- gia, en favor de los paises ex- portadores. Esta pérdida de ren- ta real es automatica y se re- gistra aunque el pais mantenga, por el momento, su nivel de pro- duccién final —punto sobre el que en seguida volveremos—: se limita a expresar el deterioro en la relacion real de intercam- bio con el resto del mundo que acaba de sufrir el pais y es, sen- cillamente, igual al aumento real registrado en su factura ener- gética. Aunque la produccion final del pais se mantenga, el valor real de la energia importa- da para obtenerlo se ha elevado; en consecuencia, queda menos renta real para los factores de produccién nacionales. EI efec- to es andlogo al que se seguiria del establecimiento de un im- puesto por los paises exporta- dores sobre la energia importa- da o de la imposicién de pagos de reparaciones de guerra por los paises vencedores sobre los vencidos (2) Es obvio que la importancia relativa de la perdida de renta real asi registrada sera tanto mayor cuanto mas intensos sean el encarecimiento real de la ener- gia importada y la dependencia del pais respecto de esa energia. (Asi que Espafia, que cubre con importaciones un 69 por 100 de su consumo de energia primaria —un 66 por 100 con petréleo— frente a una cobertura del 64 por 100 —34 por 100, petrdleo— en el conjunto de los paises de la OCDE sufre una pérdida relativa de renta real bastante superior a la registrada, en promedio, por los paises industriales para un encarecimiento dado de la ener- gia.) Y es también obvio que el grado de exposicién de un pais importador ante elevacio- nes reiteradas en el precio de la energia podra reducirse en la medida que, primero, sea capaz de sustituir energia importada por energia de produccion na- cional y, segundo, en la medida que sea capaz de reducir su consumo de energia primaria por unidad de produccién. Ambos procesos exigen tiempo y am- bos dependen de la evolucién del precio relativo de la energi el primero, porque la ampliacion de la oferta nacional de energia se vera estimulada y facilitada por el encarecimiento relative de ésta; y el segundo, porque el desplazamiento de la deman- da final hacia bienes con menor contenido energético y la sus- titucién, en la produccién, de energia por capital y trabajo de- penderén del precio de la ener- gia respecto del capital y el tra- bajo —especialmente respecto de este ultimo, ya que los estu- dios disponibles para numero- sos paises muestran que es bas- 125 tante mas elevada a sustituibi- lidad entre trabajo y energia que entre capital y energia— (3). En consecuencia, la exposicion re- lativa de un pais a las pérdidas | de renta real impuestas por el encarecimiento reiterado de la energia tenderé a aumentar si los precios interiores de la ener- gia no recogen adecuadamente su elevacion en el mercado mun- dial y si los costes reales del trabajo y el capital avanzan mas rapidamente que en el resto de! mundo. 5) Hemos supuesto, hasta ahora, que el pais considerado mantenia su nivel de produccién final a pesar del impacto gene- rado por el alza en el precio real de la energia. Hay buenas razo- nes, sin embargo, para abando- nar tal supuesto y aceptar la actuacién de mecanismos que, tanto por el lado de la oferta como por el de la demanda, llevarén a un descenso en el nivel de la produccién final —y, or tanto, a una caida adicional de la renta real y a una reduc- ion en el nivel de empleo— (4). Comencemos por el lado de la oferta. En el corto plazo, para el nivel de capital productivo existente, cada nivel de produc- cin final nacional se ofrecerd a un nivel de precios tanto mas alto cuanto mas elevados sean el salario monetario y el precio monetario interior de la energia importada. Para decir lo mismo de otro modo: a corto plazo, el volumen de produccién final nacional ofrecido sera tanto me- Ror cuanto més altos sean el nivel del salario real y el precio real de la energia importada —donde el adjetivo «realy se utiliza para expresar los precios relativos del trabajo y la ener- gia en términos de los bienes finales en cuya produccién par- ticipan—. Segin esto, una elevacion del precio real de la energia condu- ciré a una reduccién de la can- tidad ofrecida de produccién nal para cada nivel de salario real. Si éste descendiera en la cuantia adecuada, seria posible mantener los primitivos niveles de oferta de produccién final y de demanda de empleo. Si el descenso es insuficiente 0 no se produce o se registra incluso Un inoremento del salario real, el encarecimiento del precio real de la energia provocara una con- traccién de la oferta de pro- duccién final —contraccién tan- to mayor cuanto més lejano sea el comportamiento salarial del ido para mantener la pro- 6n—: cada volumen de produccién se ofreceré a un ri vel de precios superior al ini cial 0, 1o que es lo mismo, los niveles iniciales de produccion final y empleo s6lo se manten- drén si aumenta la demanda agregada de la economia, en terminos reales, respecto de la situacién inicial (5). Pero nada hace esperar ese aumento de la demanda agre- gada en términos reales. Exis- ten, por el contrario, numero- sos motivos para temer que la demanda real descienda. Hay, en primer lugar, razones de orden exterior. La renta mun- dial ha sido objeto de una re- distribucién masiva a través de las transferencias desde los pai- ses importadores a los paises exportadores de energia; y és- tos no procedern, normalmen- te, a gastar en su integridad el aumento de renta real que han registrado, de modo que tende- ra a descender la demanda mun- de bienes y servicios (6) Claro esta que tal efecto depre- sivo puede verse compensado en la medida en que los paises importadores de energia tomen préstamos de los exportadores a fin de sostener sus niveles de gasto; pero los milltiples cauces Por los que, como veremos, discurren los factores depresi- vos en los paises importadores aseguran que la demanda y el comercio mundiales en térmi- nos reales tenderén a descender ©, al menos, a reducir notable- mente sus tasas de crecimiento tras_una elevacién masiva del precio de la energia. De modo que el pais que estamos con: derando registraré un debilita- miento en su demanda de ex- Portaciones con el consiguiente efecto negativo sobre su pro- duccién. La evolucién de la demanda interior en términos reales de- penderd, por su parte, de me- canismos complejos condiciona- dos por las reacciones de los agentes economicos. Conside- raremos los siguientes compo- nentes de la demanda interior: el consumo privado, dependien- te de la renta real disponible y de la riqueza real de los consu- midores; la inversion privada, dependiente de la relacién entre la tasa de rentabilidad real espe- rada sobre la inversion y del tipo de interés real; y el gasto pUiblico en consumo e inversién. Hemos visto antes que, dado el nivel de produccién final, la elevacién del precio real de la energia determina una reduc- cién de la renta real que retri- buye los factores de produccién nacionales. Esto tenderé a de- bilitar la demanda real de bienes y servicios de los poseedores de factores con el correspondiente efecto depresivo sobre la pro- duccién final. Pero la intensidad y la forma de ese debilitamiento de la demanda y la produccién dependeran del distinto com- 126 a TT EE portamiento de los agentes en cada caso. Un mismo volumen de pro- duccién final se ofrecer, tras el encarecimiento de la energia, a un nivel de precios mas ele- vado. Esto determinara, sino se modifica el nivel de los salarios monetarios, un descenso del sa- lario real por persona y, aunque no varie inicialmente el nivel de empleo, una reduccion de las rentas reales del trabajo. Si las empresas estuvieran en condi- ciones de trasladar integramen- te sobre los precios el incre- mento de costes debido al en- carecimiento de la energia sin tener que soportar descensos de la demanda, la reduccion de la renta real recaeria integra- mente sobre el trabajo y no se veria negativamente afectada la retribuci6n real del capital. Esto no ocurrira, sin embargo, por- que ni la traslaci6n de los ma- yores costes sobre los precios dejara de afectar a la cantidad demandada de produccién final —a no ser que las autoridades estén dispuestas a financiar ple- namente el aumento de pre- cios— ni los trabajadores acep- taran pasivamente la pérdida de poder de compra de su an- terior nivel de salarios moneta- rios especialmente, si las auto- ridades se muestran dispuestas a financiar una inflacién—. Por consiguiente, la reduccion de renta real impuesta por el en- carecimiento relativo de la ener- gia recaeré sobre las rentas rea- les tanto del trabajo como del capital en proporciones depen- ntes de las reacciones de los distintos agentes —incluido el gobierno—. Supongamos que, en la eco- nomia que estamos consideran- do, los salarios monetarios es- tn indiciados con el nivel de precios al consumo, de modo que se mueven en respuesta a las variaciones de este iltimo a través de los convenios colec- tivos. Esto significa que los tra- bajadores centran su atencin en el salario real en términos de precios al consumo y que exis- te un mecanismo que les per- mite adaptar los salarios mone- tarios en la cuantia necesaria para defender y mantener el ni- vel de salario real deseado. Adviértase que no hay una definicién Unica de salario real y que, a los efectos que ahora nos interesan, es importante dis- tinguir entre el salario real en términos de precios al consumo y el salario real en términos de los precios de los bienes y ser- vicios finales que el trabajo co- labora a producir. Aunque el numerador sea el mismo, el de- nominador es distinto en uno y otro caso, puesto que la de- manda de consumo se satisfa- ce tanto con bienes nacionales obtenidos con la colaboracion del trabajo nacional— como con bienes finales de importacién y, en consecuencia, el nivel de precios al consumo es una me- dia ponderada de los precios de los bienes finales de produc- cién nacional y de los precios interiores de los bienes finales importados. Esto significa que las dos definiciones de salarios reales pueden diferir en sus mo- vimientos como consecuencia del comportamiento de los pre- cios de los bienes de importa- cién —por ejemplo: si el sala- | tio real en términos de los pre- cios de los bienes nacionales se mantiene estable, pero los bie- nes finales de importacién se encarecen respecto de los na- cionales, el salario real en ter- minos de precios al consumo descender4; y, a la inversa, este Ultimo salario real puede mante- nerse estable aunque descienda los precios de los bienes nacio- nales si las importaciones de bienes finales extranjeros regis: tran un abaratamiento relat vo—. La distincién entre ambos tipos de salario real es muy im- portante: el referido a los pre- cios de consumo expresa el po- der de compra de los ingresos del trabajador y es, por tanto, el que centra su atencién y el que le sirve de referencia en las negociaciones; el referido a los precios de los bienes finales nacionales es, por su parte, un determinant fundamental (jun- to con la productividad) de los costes-trabajo en la obtencién de aquellos bienes y es, por tanto, el salario real que intere- sa al empresario y el relevante para sus decisiones sobre el em- pleo. Nuestro supuesto es que el salario real que los trabaja- dores defienden a través de la indiciacién es el referido a los- precios de consumo. En estas condiciones, los tra- bajadores, al defender su salario teal en téminos de precios al consumo frente a la pérdida de renta real impuesta al pais por el encarecimiento real de la ener- gia, desplazan dicha pérdida ha- cia las rentas y el rendimiento del capital. Los empresarios han subido inicialmente los precios de los productos finales para repercutir los mayores costes de la energia y ahora los traba- jadores reaccionan exigiendo sa- larios monetarios més elevados. Los empresarios pueden res- ponder, a su vez, repercutiendo los mayores costes-trabajo so- bre los precios y asi resultara alimentada una espital inflacio- nista precios-costes que tiene en su base un esfuerzo por elu- dir la participacion en la pérdida insoslayable de renta real resul- (127 tante de los mayores precios relativos de la energia. Tal espi- ral inflacionista tendera a acele- rarse a medida que se hagan mas rapidas las respuestas de los agentes implicados —mayor frecuencia en la negociacién de convenios, aplicacién mas fre- cuente de las clausulas de re- vision de salarios, menor retraso en la repercusién de las alzas de costes sobre los precios, et- cétera—; encontrara algin ali- vio si algin sector de la econo- mia (por ejemplo, la agricultura) © el resto del mundo aceptan un deterioro en sus relaciones teales de intercambio con los sectores nacionales que actiian como propulsores de la infla- cién —pero el alivio no serd sin costes ni duradero: la agricul- tura se empobrecera y acabaré por reaccionar exigiendo pre- cios mas altos; la mejora de la relacién real de intercambio con el resto del mundo llevara a una ampliacién del déficit de la ba- lanza por cuenta corriente que acabara en la aceptacién de una devaluacién del tipo de cambio cuya repercusién sobre el pro- ceso de alza de precios borrara cualquier alivio anterior—; y, en fin, tal espiral inflacionista s6lo podré mantenerse si las autori- dades estén dispuestas a finan- ciarla con una conveniente ex- pansion monetaria (acelerada). Como un proceso de este tipo acaba en un colapso, lo normal sera que las autoridades se nie- guen a financiarlo. Y si la aco- modacién monetaria de la infla- cién interna es sélo parcial y los trabajadores logran mantener su salario real en términos de pre- cios al consumo, los resultados serén los siguientes: La oferta de produccién final se habré reducido como consecuencia del encarecimiento real de la ener- gia y del mantenimiento del sa- lario real. La demanda agregada del sector privado en términos reales habra descendido en sus ‘componentes tanto de consu- mo como de inversion. El debi: litamiento de la demanda de ‘consumo sera consecuencia tan- to de la reduccién de renta real como del descenso de la ri za real de los consumidores —re- sultado de la erosién real im- puesta por las alzas de precios a los activos con valor mone- , de la caida del tipo de rendimiento sobre el capital real (e incluso del abandono eco- némico de parte de éste) y de la consiguiente pérdida de valor de sus activos financieros re- presentativos—. La demanda de inversion privada habré caido ‘como resultado de la baja en el tipo de rendimiento esperado sobre los bienes de capital y, tal vez, de una elevacion del ipo de interés real —consecuen- cia de la reduccién de la oferta de ahorro y de la mayor cuota de riesgo requerida por los aho- tradores—. Bajo el efecto de la reduccién de oferta y demanda, la produccién final de la econo- mia habra descendido y, con ella, la demanda de trabajo y el nivel de empleo. Se habra registrado una pérdida de renta real adicional a la inicial como resultado del descenso de pro- ducci6n final —y la renta real habra tendido a redistribuirse en contra del capital—. El nivel de precios se habré elevado y el tipo de cambio nominal se ha- bra depreciado en el proceso, dependiendo de la disposicion mostrada por las autoridades a financiar la inflacién. Y la ba- lanza de pagos por cuenta co- rriente reflejara el impacto ad- verso del encarecimiento de la energia y de la recesién mun- dial, parcialmente compensado por la reduccién de las impor- taciones resultante de la menor actividad interna y, tal vez, por los efectos de una depreciac del tipo de cambio real referido a los bienes finales (que, sin embargo, puede convertirse en apreciacién como consecuen- cia del movimiento relativo de los precios) (7). Si durante el Proceso de recesién aumenta- ran automaticamente los gastos publicos en términos reales (por ‘ejemplo, como resultado de ma- yores transferencias por seguro de desempleo) y se redujera la absorcién real fiscal, ello alivia- ria la presién sobre la renta real disponible de los consumidores y sobre el excedente empresa- rial, mejorarian algo los niveles de gasto real y nivel de produc- cion y empeoraria el déficit ex- terior por cuenta corriente. Si los salarios reales registra- ran crecimientos positivos en vez de limitarse a mantener su nivel |, los desplazamientos con- tractivos de la oferta y la de- manda de produccién final serian atin mayores y los rasgos ba- sicos de los resultados anterio- res se verian acentuados. 3 Hay, desde luego, algunas puntualizaciones que hacer al proceso descrito, especialmen- te en lo que se refiere al papel de los salarios reales: En primer lugar, es preciso sefialar que los salarios reales en términos de precios de los bienes finales nacionales, en cuanto determinantes de costes relevantes para las _decisiones de produccién y empleo de los empresarios, deben definirse en términos brutos que incluyan las cotizaciones a la Seguridad So- cial, no en términos netos que las excluyan. Las diferencias pueden ser importantes. Por 128 ejemplo, en Espafia, en el peri do 1973-80, los salarios reales por persona del sector privado no agricola referidos a los pre- cios de los productos industria- les aumentaron, segtin la Con- tabilidad Nacional, un 77 por 100 cuando incluyen las cotiza- ciones sociales y un 68 por 100 cuando las excluyen. Asi que el aumento de las cotizaciones co- mo medio de financiar unos gas~ tos rapidamente crecientes de la Seguridad Social actua como un factor desalentador de la pro- duccién y el empleo. Los salarios reales en térmi- nos de precios al consumo, que constituyen la referencia basica de los trabajadores en las ne- gociaciones, han de meditse, por el contrario, netos de cot zaciones sociales; y aun asi, sus variaciones pueden medir inade- cuadamente la evolucién de la capacidad de compra de los in- gresos efectivamente disponi- bles del trabajador como con- secuencia del aumento de los impuestos directos que gravan las rentas del trabajo, etc. Por ejemplo, en Espafia, segun la Contabilidad Nacional, el salario real neto por persona ocupada en el sector privado no agricola aument6 un 31 por 100 en tér- minos de bienes de consumo entre 1973 y 1980 —aumento del que casi 4 puntos deben atribuirse al abaratamiento de los bienes de consumo impor- tados respecto de los bienes de ‘consumo nacionales—. Pero en ese mismo periodo de tiempo, el rendimiento real, utilizando como deflactor los precios al consumo, de los impuestos di- rectos sobre las rentas del tra- bajo aumenté en torno a un 200 por 100; y aunque no se dispone de informacion que per- mita poner adecuadamente en relacion esa absorcién fiscal de renta real con el salario real neto antes indicado, es obvio que el incremento del 31 por 100 excede —probablemente, en unos 5 puntos porcentuales— del crecimiento del ingreso real, después de pagar impuestos, por persona ocupada en el sec- tor privado no agricola durante el periodo de referencia. Claro que a presién fiscal directa pue- de ser tenida en cuenta por los trabajadores en los convenios; pero lo que aqui importa sefia- lar es que los fuertes crecimien- tos impuestos a los costes-tra- bajo reales pueden diferir con- siderablemente del aumento efectivo en los ingresos reales disponibles del trabajador. Hay que decir, en segundo lugar, que la evolucién del cos- te real del trabajo viene deter- minada no s6lo por las varia- ciones en el salario real bruto por persona ocupada, expresa- do en términos de los precios de los bienes producidos, sino ‘también por las variaciones en la productividad por persona (8) Los costes-trabajo unitarios en términos reales s6lo aumentarén en la medida en que los salarios reales (brutos) referidos a los precios de los bienes obtenidos crezcan a mayor ritmo que la productividad. Esta segunda puntualizacion requiere, a su vez, dos observaciones: 1.* Que el salario real cuyas variaciones hay que comparar con las de la productividad para seguir la evolucin de los costes reales del trabajo es el salario real bruto expresado en térmi- nos de los bienes nacionales producidos, no el salario real neto referido a los precios de los bienes al consumo. En efec- to, si este dltimo crece al mis- mo ritmo que la productividad, pero simultaneamente se esta registrando un rapido aumento de las cotizaciones sociales o los precios interiores de los bie- nes de consumo importados se estan encareciendo respecto de los nacionales, el salario real bruto en términos de los precios de los bienes finales nacionales estaré aumentando mas rapida- mente que la productividad y los costes reales del trabajo es- taran elevandose. 2." Y atin mas importante: Los aumentos del salario real bruto en términos de los pre- cios de los bienes producidos pueden estar ejerciendo un efec- to contractivo sobre el empleo aunque no estén aumentando a mayor ritmo que la producti vidad observada (de modo que no se esté elevando el coste real del trabajo medido ex post. En efecto, los aumentos de pro- ductividad pueden ser, al me- nos en parte, el resultado de la reduccién del empleo inducida por la elevacion del salario real; y, en tal caso, comparar los cre- cimientos del salario real y pro- ductividad para decidir si el aumento de aquél esta ejercien- do un efecto negativo sobre el ‘empleo es incurrir en un error. Habria que distinguir entre los incrementos «activos» en la pro- ductividad del trabajo, resultan- tes de la incorporacién de pro- greso técnico al proceso pro- ductivo, de aquellos otros que son expresion de reducciones en el empleo resultantes del en- carecimiento relativo del traba- jo (9); s6lo los primeros incre- mentos de productividad serian deducibles de los aumentos de los salarios reales a la hora de examinar la posible incidencia de éstos en el empleo (10). (Por ejemplo, en Espajia, en el trie- nio 1978-80 —periodo en el que el salario real bruto por persona en el sector privado no agricola 129 ‘aumenté un 28 por 100 en tér- minos de precios industriales y un 21 por 100 en términos de precios al consumo, segiin la Contabilidad Nacional—, la pro- ductividad por persona en la in- dustria aumento un 13 por 100, Porcentaje del que 8,5 puntos se debieron a la reduccién del empleo.) 4 Hechas estas puntualizaciones y_observaciones, volvamos al hilo central de la argumentacién, en la que hemos destacado la importancia del comportamiento de los salarios reales en los me- canismos actuantes tras el im- Pacto creado por un encareci miento real de la energia. Este provoca un movimiento contrac- tivo, tanto sobre la oferta como sobre la demanda de produc- cién nacional final, que podria ser compensado por una reduc- cién adecuada de los salarios reales, Tal reduccién quizé tu- viera que alcanzar dimensiones considerables: por ejemplo, Bru- no y Sachs han estimado, para un_ pais «representativo» ‘de la OCDE, que el descenso de! sa- lario real necesario para man- tener el nivel de empleo tras el encarecimiento real de la ener- gia registrado en 1973-74 ha- bria sido del orden del 6,5 por 100 (11). Si la indiciacién man- tiene el nivel inicial de salarios reales, ese alivio no se produci- ra. Y si los salarios reales se elevan, de modo que, en un contexto dinamico, los salarios reales brutos en términos de los bienes finales nacionales crez- can a mayor ritmo que la co- rrespondiente productividad «ac- tivan, el efecto contractive so- bre la oferta y la demanda agre- gadas de produccién final se acentuara, con las correspon- dientes consecuencias negativas pata la produccién y el empleo. Tal aumento de los salarios rea- les afectaré adversamente al empleo por tres vias. Primero, a través de una contraccién de la oferta de produccién nacio- nal final —complicada con la inducida por el encarecimiento de la energia— que puede ir acompafiada del abandono (irre- versible) de capital productivo cuya rentabilidad se haga ne- gativa bajo la presién del aumen- to de los costes reales corres- Pondientes a los factores de pro- duccién variables. Segundo, a través de una reduccién de la demanda efectiva de produc- cién nacional final como resul- tado de la compresin del tipo de rendimiento esperado sobre el capital (inversién), del des- censo en la renta y la riqueza real neta del publico (consumo) y, tal vez, de una apreciacién del tipo de cambio real requeri da para mantener los niveles de salario real en términos de bie- nes de consumo defendidos por los trabajadores (exportaciones menos importaciones). Y terce- ro, en fin, a través de la susti tuci6n de trabajo encarecido por capital a través del proceso de inversion productiva —al tiem- po que se frena la sustitucion de energia por trabajo— (12). La consiguiente reduccién in- ducida de! empleo se har mas evidente con el paso del tiem- Po; 0, dicho en otras palabras, la elasticidad del empleo res- pecto del salario real sera ma- yor, en valor absoluto (13), a medio y largo plazo que a corto plazo. A corto plazo el trabajo funciona como un factor de pro- duccién cuasi-fijo debido al cos- te de los ajustes, de modo que sélo a plazos mas largos se hace plenamente patente el efecto ne- gativo de los salarios reales so- bre el empleo —a plazos mas largos y, normalmente, con rit- mos irregulares: por ejemplo, una nueva elevacién del precio real de la energia provocaré, muy probablemente (como ocurrié en 1979 y 1980), fuertes contrac- ciones del empleo que expresan la aceleracién de las decisiones empresariales para defender sus margenes ante una nueva pre- si6n de los costes reales— (14). Se ha sefialado (15) que la baja sensibilidad de! empleo res: ecto de los salarios reales en el corto plazo puede ocultar a los sindicatos la importancia de esa relacién o bien llevarles cons- ientemente a defender eleva- ciones de salarios reales 0 po- liticas de reduccién de la se- ‘mana laboral sin una paralela reduccién en las retribuciones reales —que es una politica de redistribucién del empleo a cor- to plazo acompafiada de un aumento del salario real— co- mo forma de elevar la renta real agregada de los trabajadores en el corto plazo (16). Pero a mas largo plazo se hara patente el efecto negativo de esas polit cas sobre el empleo. En efecto, si el aumento de los salarios reales —siempre corregido, en un contexto dinamico, por los incrementos de productividad que hemos denominado «acti- vos»— conduce, a corto plazo, a una mayor renta real agreg da del trabajo (porque la elasti- cidad del empleo sea inferior @ la unidad en ese horizonte tem- poral), otros sectores habran de absorber la pérdida de renta real resultante de la reduccién de la produccién real mas el aumento de la renta real agre- gada del trabajo. Ya hemos vis- to que, si esto ocurre a costa de las rentas del capital, la con- secuencia ser una reduccin 130 adicional de la demanda, la pro- ducci6n y el empleo y un pau- latino proceso de sustitucion del trabajo por capital a través de la inversion. Y si ocurre a costa del resto del mundo, a través de tuna apreciacion del tipo de cam- bio real, la pérdida de competi- tividad resultante afectaré, de nuevo, a la demanda, la pro- duccién y el empleo. Si desagre- gamos el analisis, el encareci- miento relativo de los bienes y servicios mas intensivos en tra- bajo desplazard la demanda fi- nal hacia renglones con menor contenido de trabajo; y, en el sector exterior, el movimiento del esquema de ventajas com parativas en contra del pais con- siderado y en favor de aquellos otros en los que el encareci- miento real del trabajo haya sido menor afectaré, como es natu- ral, a los bienes objeto de co- mercio con una intensidad rela- tivamente alta de trabajo, c tribuyendo a una redistribucion internacional del empleo. En el proceso, no sélo se habré redu- cido el grado de utilizacién de las instalaciones existentes, sino que parte de éstas habran sido abandonadas como irrentables al tiempo que las nuevas inver- siones serén sustitutivas de tra- bajo. Por todas estas vias el efecto negativo del encareci miento de los salarios reales so- bre el empleo se iré haciendo ostensible con el paso del tiem- po: el valor (absoluto) de la elasticidad del empleo se elevaré y el incremento deseado en la renta real agregada del trabajo se esfumara a largo plazo con un paro creciente. La politica de elevaciones salariales habré re- sultado una mala estrategia para defender los intereses de los trabajadores a medio y largo plazo. 5 Llegados a este punto, y exa- minados los mecanismos y reac ciones determinantes del proce- so contractivo inicialmente sus- citado por una fuerte elevacion del precio real de la energia im- portada, hay que preguntarse ‘en qué medida el paro resultan- te es un paro «neoclasico» o un paro «keynesiano». La pregunta no tiene un sentido puramente clasificatorio porque de la res- puesta dependera, en principio, la estrategia mas adecuada para combatir los males de la eco- nomia, El paro «neoclasico» es el de- terminado por una resistencia a la baja de los salarios reales cuando el nivel de éstos es tal que la demanda de trabajo no es capaz de satisfacer la dispo- nibilidad del mismo. Aunque aumentara la demanda efectiva de bienes y servicios, el salario real se resistiria a descender y las empresas no estarian dis- puestas 2 aumentar el empleo a ese nivel de costes reales del trabajo; en consecuencia, el aumento de la demanda efec- tiva s6lo conduciria a aumentos de los precios y los salarios mo- netarios. En estas condiciones, el empleo sélo mejorara si des- cienden los salarios reales 0, al- terativamente, baja el coste real de la energia o la inversion en capital productivo lleva a un aumento «activo» de la produc- tividad. El paro «keynesiano» es el re sultado de una insuficiencia de la demanda efectiva de bienes y servicios. Los trabajadores es- tarian dispuestos a aceptar un mayor empleo al salario real exis- tente y a otro més bajo si las empresas lo ofrecieran; y estas se mostrarian dispuestas a ofre- cerio si aumentara la demanda de los bienes y servicios que elaboran. En estas condiciones, lo que necesita la economia es un incremento de la demanda efectiva Keynes nunca negé, natural- mente, la posibilidad del paro «neoclasico». Sefialé_solamen- te que, en determinadas ocasio- nes, el desempleo existente no deberia imputarse al nivel de salarios reales o a la negativa de los trabajadores a aceptar una reduccién de dicho nivel, sino a la debilidad de la deman: da agregada de bienes y servi cios —de modo que un descen- so de los salarios reales no con: duciria por si solo, sin ayuda de la demanda efectiva, a una me- jora del empleo y el aumento de la demanda encontraria una co- laboracién en el descenso acep- tado de los salarios reales para mejorar el empleo—. E indico que, en situaciones de grave incertidumbre y fuerte hundi- miento de las expectativas, seria necesaria la actuacién del go- bierno para lograr que la de- manda efectiva reaccionara en un periodo razonable. La sombra de la Gran Depre- sién de los afios treinta ha in- ducido a centrar la atencién, durante varias décadas, en la demanda agregada y a clasificar todo el paro en exceso del pu- ramente «friccional» como paro «keynesiano» (17). El manejo de la demanda agregada deberia permitir, por tanto, llevar la pro- duccién de la economia hasta su nivel de producto «potencial» y reducir asi el paro hasta su nivel «friccional». Tal vez esto comportara la aceptacién de ta- sas algo mas altas de inflacién, pero no se entraria en una infla~ cion acelerada y las preferencias mostradas por la sociedad de- berian permitir al Gobierno ele- “131 gir una combinacién razonable entre paro e inflacion. Este plan- teamiento es inadecuado, sin | embargo, cuando las perturba- ciones de la economia proceden de un shock de oferta tal como el determinado por elevaciones intensas en el precio de la ener- gia. En este caso, como se ha tratado de mostrar en el epigra- fe anterior, las economias afec- tadas tenderan a desplazarse ha- cia posiciones de paro «neoclé- sico tanto mas acusadas cuan- to mayor haya sido el impacto del encarecimiento real de la energia y cuanto mayor haya sido la tendencia de los salarios reales a mantenerse en su nivel inicial incluso a crecer. Y, en la medida que el desempleo sea neoclasico», las posibilidades de eleccin entre paro e inflacion no existiran: con mas inflacion no se conseguiré mejorar el em- pleo y el éxito de cualquier po- litica de demanda se ver con- dicionado estrictamente por el simulténeo comportamiento de los factores del lado de la oferta. En vista de la complejidad de los mecanismos, reacciones y rigideces que determinan la evo- lucién especifica de una econo- mia tras haber sufrido el it pacto de un fuerte encareci- miento de la energia, lo mas probable es que el nivel de paro que padezca en la situacion re- sultante tenga dos componen tes: uno de paro «neoclésicon y otro de paro «keynesiano», La Participacién de cada uno de estos dos componentes en el paro total sera distinta en cada economia, dependiendo de las peculiaridades de su comporta- miento tras el shock inicial y de la importancia de éste; y, ade- mas, sera incierta. El nivel de produccion correspondiente al paro de caracter «neockisicon es el que se alcanzaria si no existiese insuficiencia de deman- da agregada en la economia, pero la rigidez de los precios reales de los factores desalen- tara una mayor oferta de bienes y una mayor demanda de tra bajo. Puesto que la evolucion de los precios reales de los fac- tores habré llevado normalmen- te al abandono de piezas de ca- pital productivo, e incluso al cierre de instalaciones por irren- tables, y habra afectado a la ren- tabilidad relativa de las distintas lineas de actividad, el paro que calificamos como «neoclésicon puede reflejar aumentos consi- derables de las «fricciones» y pérdidas en el capital produc- tivo disponible en la econor Frente al nivel de produccién correspondiente al paro «neo- clasico, el nivel efectivamente observado corresponde a un aro que suma al componente «neoclasicon el debido a debi- lidad de la demanda. La elimi- nacién de esta insuficiencia de demanda permitiria aleanzar, en principio, el nivel de produccién correspondiente al paro «neo- clasico». Pero sabemos que ese nivel estard tanto mas proximo al efectivamente observado —ofreciendo, por tanto, menos posibilidades al manejo de la demanda— cuanto mayores ha- yan sido el impacto energético inicial y el crecimiento posterior de los salarios reales (corregi- dos por el avance «activo» de la productividad). Un estudio econométrico realizado para Bél- gica —pais en el que los sala- rios reales industriales crecieron cerca de un 25 por 100 (en tér- minos de precios al consumo) de 1973 a 1978— concluye que un 50 por 100 del paro existen- te en 1979 deberia considerarse como paro «neoclisicon (18). Cabe pensar que en Espafia, pais en el que el impacto de la elevacién del precio de la ener- gia ha sido mayor y donde los salarios reales (cualquiera que sea la medicion que se utilice) han crecido mas que en Bélgica desde 1973, la proporcién del componente «neoclasico» en el Paro total sea alin mas elevada. Veamos, en cualquier caso, como puede reducirse el com: Ponente «neoclasico» del paro. Parece que la respuesta es cla- ra: mediante una reduccién del salario real (bruto) 0 consiguien- do que éste crezca a menor rit mo que una productividad que aumente «activamente», estimu- lada por la inversién en capital productivo. La dificultad de am- bas vias es obvia. Hay, desde luego, un tercer camino que puede ofrecer margenes de ac- tuacién a un pais considerado aisladamente y durante algiin tiempo: aumentar la demanda efectiva al tiempo que se consi- gue una apreciacion en el tipo de cambio real y en la relacion real de intercambio con el resto del mundo. La dificultad de la operacién es obvia, puesto que se trata, en dltimo término, de recuperar a costa del resto del mundo una parte de la renta real perdida En efecto: aunque las rentas salariales estén indiciadas, pues- to que el salario real que los trabajadores defienden es el ex- presado en términos de precios al consumo, en tanto que el sa- lario real relevante para las de- isiones empresariales de oferta y empleo —como sabemos— es el expresado en términos de los bienes finales producidos en el pais, sera posible mejorar los niveles de produccién y empleo si se adopta una politica expan- siva de demanda que vaya acom- pafiada de una apreciacién del tipo de cambio real y de una mejora de la relacion real de 132 intercambio; porque, en tal ca- so, aunque se mantenga el sa- lario real en términos de precios al consumo (prescindiendo de la productividad), el salario real en términos de precios de bie- nes finales nacionales podria re- ducirse y permitir una mejora del empleo. En un sistema de tipo de cambio fluctuante tal actuacion expansiva se instru- mentaria mediante una politica fiscal no acomodada monetaria- mente: se elevarian los tipos de interés, se apreciaria el tipo de cambio nominal y por esta via se conseguiria el objetivo per- seguido. Aunque probablemen- te con limites estrictos y no por mucho tiempo, puesto que la pérdida de competitividad lle- varia a una ampliacion del défi- cit de la balanza de pagos por cuenta corriente —a no ser que el pais mostrara una gran ca- pacidad de innovacién capaz de hacerle beneficiarse de répidos desplazamientos en la estructu- ra de la demanda mundial— (Es, desde luego, una politica que no podrian aplicar en blo- que los paises importadores de petrdleo si los exportadores es- tuvieran dispuestos a defender su relacién real de intercambio revisando el precio de los cru- dos cuando fuera necesario). Si se relega a un segundo plano esta linea de actuacion por sus limitaciones y dificulta- des, entonces el tratamiento det paro «neoclasico se centra en el descenso de los salarios rea- les (brutos) 0 en su crecimiento a un ritmo mas lento que la productividad «activay (19). Cuanto antes se logre este ajus- te, basado en un convencimien- to general sobre su necesidad para enderezar la economia —sin esperar que sea el propio creci- miento del paro el que acabe por inducir el ajuste—, tanto mejor. En ausencia de una in- version productiva pujante, ca- paz de mantener un avance ra- pido de la productividad, el pro- ceso sera socialmente dificil y planteara, ademas, delicados problemas en el tiempo —a cor- to plazo—. Hemos visto antes, en efecto, que el paro «neocl’- sico» tarda en hacerse patente en toda su intensidad tras el desarrollo de los factores que lo causan; y, por lo mismo, hay que prever la posibilidad de que el descenso de los costes reales del trabajo (en el sentido indi- cado) vaya acompafiado de re- trasos en la reanimacién de la demanda, de modo que una parte de la reduccion del paro neoclasico» vaya a alimentar el paro «keynesiano». Asi que la correccién de los factores de- terminantes del paro «neoclé co» deberia ir acompafiada, en este caso, de una politica de apoyo por el lado de la deman: da efectiva —con una intensi- dad no superior a aquella que pudiera poner en peligro la per- sistencia del proceso correc- tor—. Desde luego, estos ajus- tes sutiles y complejos de la po- litica econ6mica son siempre mu- cho més faciles de exponer que de instrumentar y encierran, por tanto, riesgos que hay que te- ner muy presentes. Las dificultades se reducen, como es natural, si la correc cian de los costes reales del trabajo se produce en un clima de reanimacién de la inversion productiva —no de cualquier in- version, sino de la productiva— porque, en tal caso, el esfuerzo solicitado de los salarios reales no habra de ser tan grande o el ajuste sera mas rapido; y, en cualquier caso, no seré preciso plantearse el problema del apo- yo por el lado de la demanda. | Lo dificil, sin embargo, es que ese brote de la inversion pro- ductiva surja en un clima de recesian y paro de las caracte- risticas mencionadas —y que no contenga un fuerte sesgo de sustitucion de trabajo—. El fortalecimiento autonomo de la debilitada tasa de rendimiento real esperado sobre los bienes de capital es un fenémeno in- cierto en la situacion descrita de postracion de la economia —mas claramente: la rentabilidad es improbable en una economia que ha optado por hacerse irren- table—. En cuanto al tipo de interés real, su descenso persis- tente queda mas alld de las posibilidades de la politica mo- netaria en cuanto tal, puesto que depende de la oferta y la demanda de ahorro y de la apre- ciacién del riesgo; su descenso transitorio bajo el efecto de una ‘expansion monetaria sera de ef cacia dudosa y se vera cond cionado por la necesidad de atender a la financiacion del dé- ficit exterior por cuenta corrien- te y, en general, por los peligros que puede entrafiar esa expan- sién y por la reaccion de las ex- pectativas del publico en rela- cidn con tales peligros. Aceptemos ahora que el pro- ceso de recesin subsiguiente ‘un fuerte encarecimiento de la energia llevaré. normalmente @ una situacién en la que exista un componente mas 0 menos importante de paro «keynesi no» junto al paro «neoclasicon. Aparte de las elevaciones en los, precios reales de la energia y el trabajo, otras rigideces de pre- cios pueden haber conducido, ante una contraccion del gasto, a esa situacion en que las em- presas estarian dispuestas a ofre- cer mas empleo, a los niveles actuales de los precios relativos de la energia y el trabajo, si aumentara la demanda de los 133 bienes que producen, y los tra. bajadores se mostrarian dispues- tos a aceptar mas empleo a niveles mas bajos de salario real. Una mejora de la demanda efec- tiva permitiria absorber ese com- Ponente de desempleo hasta que se llegara al nticleo resistente del paro «neoclasico», ante el cual las manipulaciones de la demanda pierden toda su utili- dad si no colabora el lado de la oferta. Sin embargo, esta linea de actuacion se enfrenta con dif cultades y peligros, de los cua- les los mas obvios son los deri- vados de la imprecision de las conjeturas sobre la participacion del componente «keynesiano» en el paro total. Otra dificultad im- portante radica en que una par- te (considerable) de la insufi- ciencia de demanda habra que imputarla no al pais considera- do sino al conjunto de los pat ses afectados por el shock ener- gético. El estimulo nacional de la demanda se traduciré en una ampliacién del déficit de la ba- lanza de pagos por cuenta co- rriente —que puede ser ya im- Portante antes de ese estimu- lo—; y si el pais pretendiera compensar también la insufi- ciencia de demanda imputable al exterior con demanda inter- nna, la presion sobre las cuentas exteriores podria resultar inso- portable. La conclusion seria, naturalmente, la necesidad de una politica coordinada de ex- pansion mundial para combatir ese elemento de paro «keyne- siano» sin generar graves des- equilibrios adicionales en los pa- gos internacionales —siempre que pudiera confiarse en que los paises exportadores de pe- tréleo no aprovecharian esa ex- pansion de la demanda para imponer_una nueva elevacion del precio relativo de la energia, 134 con la consiguiente generacin de mas paro «neoclasicon— Pero existirin fuertes resisten- cias nacionales a la actuacion expansiva cuando se esta en una situacion compleja de paro «neoclasico» y «keynesiano»: Porque ain actuaciones expan- sivas que no excedan del trata- miento del componente «keyne- siano» (siempre incierto) condu- ciran a alzas de precios que pueden verse acentuadas en si- tuaciones en las que las empre- sas tienen comprimidos sus mai genes y los salarios estén indi- ciados; y esta intensificacion del proceso inflacionista puede ver- se reforzada y acelerada con la ayuda de expectativas muy sen- sibilizadas y de depreciaciones cambiarias sobre las que incidi- ran la mayor presién sobre la balanza de cuenta corriente, po- sibles exportaciones netas de capital y la propia activacién de las expectativas (20). El re- sultado podria ser, ademas de la pérdida de una parte consi- derable de! impulso en simples alzas de precios, la interrupcion del proceso de reajuste de los costes reales del trabajo, si es- taba ya en marcha, e incluso nuevas elevaciones de salarios reales. La probabilidad de este resultado aumentaria si el es- timulo de la demanda se bus- case a través de una aceleracion monetaria. En este sentido sera preferible instrumentar el estimu- lo a través de la politica fiscal siempre que el déficit pablico —ya alimentado automaticamen- te, segin hemos visto, por la recesi6n y el paro— no alcance voliimenes cuya financiacién im- plique una expulsién considera- ble de gasto privado 0 una ace- leracién de la expansién mone- taria, cuyos peligros han sido ya sefialados. El tratamiento de situaciones que muestran combinaciones complejas e inciertas de paro «neoclasicon y paro «keynesi no» es, en definitiva, muy di cil —mucho més de lo que pa- receria deducirse del simple ma- nejo de graficos que casi inevi- tablemente ignoran elementos fundamentales de los procesos de reaccién—. Los estimulos de la demanda encaminados a com- batir la insuficiencia de ésta pue- den retrasar los procesos de ajuste necesarios para corregir el componente «neoclasico» del paro —u obstaculizarlos y de- tenerlos si ya se han iniciado—. La resistencia a esos. ajustes frente a politicas orientadas a provocarlos tendera a generar aro «keynesianon; y si la resis- tencia es intensa y tenaz, las politicas de demanda pueden generar altos costes sociales. Sin embargo, no hay politicas de demanda capaces de sustituir esos ajustes reales necesarios. Las formulas simplistas, cuyo atractivo en el corto plazo_pa- tezca residir en su capacidad para eludir las adaptaciones do- lorosas, acabarén generando re- sultados opuestos a los preten didos: el intento de distribuir mejor el trabajo disponible a través de acortamientos de la jornada laboral, que no vayan acompafiados de una paralela absorcion de costes, terminara por generar mas paro; el es- fuerzo por impedir ajustes in- gratos en empresas o sectores especialmente afectados por la crisis —o en los que la crisis haya puesto especialmente de manifesto sus malformaciones— solo lograra evitar en el corto plazo el abandono de elemen- tos de capital productive y aplazar inversiones reales nece- sarias y ajustes de empleo im- prescindibles a costa de entor- pecer la movilidad de! capital y el trabajo y de frenar, en Ulti- (Cc mo término, la mejora en la efi- cacia econémica del pais y su capacidad de crecimiento y ge neracion de empleo. Los problemas reales no se resuelven con simples manipu- laciones monetarias 0 con cé- modas ampliaciones de los dé- jts publicos. En situaciones tan complejas como las actua- les, el manejo de la demanda agregada para alentar la eco nomia ha de juzgarse de modo inseparable con la estructura de ese estimulo y con su coheren- cia en relacién con los ajustes basicos pendientes. Solo si los ajustes reales se estan aceptan- do y desarrollando con firmeza habré un margen (limitado) para un estimulo de la demanda que no esté condenado al fracaso. Si esos ajustes se demoran, una expansion moneteria s6lo con- seguir hacer mas dificiles las cosas. NOTAS (7), Los comentarios de J. Pérez, P. Martinez Méndee y O. Leblanc a la primers redaccion de este anticulo me han sido de fran uitlidad. La responsabilidad del res: ado es slo mia (1). Cf. OCDE, «The impact of oon the world econamys, Economic Outlook, clembre 1980 (2). Ese pela de renta teal puede no verse tradueida en un paralelo descenso del {gasto inter —como luego 50 veri y sto. puede ocuitar eu realidad a los ojos ‘el publica, Pero ese mantenimiento del ‘998t0 interno sélo ser8 posible a través de {Una ompliacion del endoudamiento con el resto del mundo, (3) Cf, OCDE, Ad Hoe Group of Experts fon Economie Modeling: Moasurement of Poreneia! Output, enero 1981. Estamos su: poniendo que después de un shock, la blasicidad de susttucién entre ia enerdia Y loe otros factores es muy baja a corto blazo pero aumenta con el paso Gel tiempo hasta un cierto limite (4) Dado el nivel tecnico no estrcta mente riguroso en el que se mueve la ex posicidn, hablaremos, unas veces, en un Eontexto esttico, de descencos en ol nivel {de produccion final otras, referdas a-un Contexto dingmico, Je reducciones en la {asa de crecimiento de Ia. production final Iredueciones que pueden legar @ hacer ne ‘gativas sichas tasas). Conflamos en que esta flexbilidad expositiva no induzca a ‘confusion (5) En un sentido esticto, aunque se rmantuviera el primitive nivel de empleo se habia reducido algo el rivel de produccian final como consecuencis de 1a ‘sustitucion de energia encarecida (6). En sentido esticto: la propensién al gasto con cargo a fa renta transterida seré Tenor, af menos @ corto plazo, 18 pal Ses exportadores o.petroleo que on los paises importadores. 17) tipo de cambio nominal so define come un tipo de cambio efectivo obtenido ‘ome promedio panderado de los tipos de Cambio de la monede nacional frente 2 las ‘diversas. unidades monetarias.extraneras E tiga de cambio real le) Se. define como resultado de multipicar dicho tipo cam- bio nominal (E) por 1a relacion entre los precios de los bionos finals extranjeros (P*) "nacional (PI que compiten en ios mer ados de exportacion e importacion —de e-Pt modo que e= + (8) Obviamente, ta argumentacion_po- dia referee a salarios hora y productividad or hora trabalads. I9) ‘La aificultad de separar ambos tipos de incrementos. de. productivided en un proceso temporal es obvia puesto que el progreso tecnico puede ser" ahorredor de trabajo, La distincion que sefalamos se iustra por la existente entre un_desplaze 135 ‘miento a lo largo de la curva de demands {de trabajo en respuasta a und elevacion dl salario real (donde las productividades, ‘marginal media del trabajo aplicado se elovan al reducirso el nivel de empleo) y un \desplazamvento ascendente de 1a curva de demande de trabajo cuya consecuencia es lun aumento de las productividades. mar nal y media del trabajo para cada rival de ‘empleo. (10). Por ta misma razén es un ertor utilizar las variaciones en la participacion de as rentas del trabajo en la renta nacional ara decidir si el crecimiento de 1s solarios ha sido televante para sl empleo, Porque io ha sido, la reduccién dol empleo ou estancamiento fente al cracimianta del pro. ‘ducto y la renta nacionales se encargaran de frenar el avanco de dicho participacion ‘aunque los aumentos salariales hayan sido Tueres, (11)_M. Bruno y J. Sacks, Supply ver: sus Demand Approaches to the Problem of Stagilation, Kil, 1979. (12)__Un estudio econométtico en cutso {de Antoni Espasa, que hace depender las variaciones en el empleo de ls variaciones fn ef producto interior bruto y de las des Viaciones del selaio real bruto por persona Yunidad de producto respecto de su media Tuestal, eneuentra un efecto importante, Sgnificativo y del signa. esperado.inegat vo) para este dima variable. (El estudio Se reflee al sector no agricola de la eco ‘nomia espariola y al periodo 1963-80.) (13) En valor absolute, porque dicha lsticidad es negative (14) Los costes de ajuste pueden verse incrementados por una legislacion que di ficute y encarezca ios despidos, En tal caso, los ajustes de empleo serdn mas le: tos (e irteguares) a la baja, pero también lo serdn al alza, la normative funcionard, de hecho, como equivalonte a un encarect ‘miento del factor trabajo. (15)_F. Mootouan y JH. Dntze, «The Trade-Off between Real Wages. and Em: ployment in an Open Economy (Belgium, European Economie Review, 1S (1981), ps ings 140, cop. 28 y ss, (16) Porque sila elastcidad dal empleo respecto de! salario real es inferior a lu dad (en valor absolutal a corto plazo, un ‘aumento del solrio real llevard a una ele vacion de la renta real agregada de los twabsladores a corta plaza (17), Prescindiendo, claro esta, del pero lencubierto y del determinado por una inst ficiencia del capital productvo, (1B) -H. Sweessens, Theory and Estima. tion of Macroeconomic Rationing Models, septiembre 1980.” Maurice Alli, refirién dose recientemente 3 investigaciones no publcadas) del C.N.R.S., ha indicado que el paro akeynesiano> representa aproxima. ddamente un torcio del paro total en Francia, {La Vie Francaise, 6 do julio de 1981.) (19) Adviertase que las cargas. de ta Seguridad Social, en cuanto elementos que contibuyen a la determinacion del salario real bruto, son un factor altamente relevan- 1 en ese proceso de reducesén de los cos" tes reales ‘del trabajo. Por lo demas, sila ormativa exstente en cuanto a los despi dos ¥ su coste acta como un factor de lencarecimionto del trabajo, eu flexibiizacion Puede conduc —por paradoja sélo ap Fente— a una mejora de! empleo. (20) En una economia fuertemente indi cada, et logro de una depreciacion persis tente‘del tipo de cambio real a través de tuna depreciacion del tipo de cambio efec tivo nominal est sometida a fuertos limi taciones. De hecho, depreciaciones del tipo cde cambio real tenderén a induct elevacio res de los salarios reales en términos de Drecios de los bienes finales nacionales para defender los saarios reales’ en teim ‘nos de biones al consumo, con la consi- ‘uiente aceleracién inflacionsta la anu lacién de los efectos previstos. 136

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