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Cuenta vRazon ESPANA JULIAN MARIAS FRANCISCO MARSAl FEDERICO CARLOS SAINZ DE ROBLES ALFONSO DE LA SERNA PAUL A, SAMUILSON , . PREOCUPADA > > j, J PAULA. Mi filosofia de la vida: credos politicos y métodos de trabajo uchos economistas —Alfred Marshall, Knut Wicksell, Leon Walras..— nos cuentan que eligi ron esta profesi para obrar el bien en el mundo, ‘Yo me hice esonomista casi por casuaidad; en pi mer lugar, porgue el anlisis era muy interesante y ‘muy féel tan fil que al principio pensé que tenfa {uc haber algo més pues, en ot caso, por qué armaban tanto jaleo mis Compaiieros de clase mayores que yo con la oferta yla demands? (,Cémo tevitar que un aumento de a demanda e lana bajase el precio de a carne de ‘erdoy de vaca? ‘Aunque el andisispostvsta det muntotaly comoces determina y restringe todos mis actos como economia, jams es ajena a mi concienca la preoct- pacién por Ia étca de lot resultados. Es Ia mia una ideologia sencilla que Favorece al desvalido (ya otras cosas por igual) y que abomina de Ia desi- gualdad, ‘Nome atribuyoningin méritoporesta postura. Mis padres eran “librales {(@nelsentido norteamericano de trmino, no en el europeo de Ia “escuela ‘de Manchester’) yesa Weltanschaworg general siempre me ha condicions- to, Resultaféil adherirse a semejante credo, Cuando mi rentase elev6 por tencime dela media, no me sent culpable ni experimenté la compulsién de regalar os abrigos que me sobraban a os desconocidos en mangas de cam nado con la politica gubernamental, encaminadas hacia a igualdad. Como Superé répidamente aque etapa. Cuando Lionel Robbins explicé con tran lcidezen la primera edicién desu An Essay onthe Nature and Sign: ficance of Economic Science su defensa de! apriorismo kantiano en econe- ‘mia perdi la partda. En la actualidad, el postvismo Idgico se considera tina doctrina excesivamentesimplista, pero resulté sumamente til para boajares los humos a los deduccionisias. Si hubiera que elegi entre metodologia de los dos hermanos enfrentados —Ludwig el economista y Richard von Mises el isico matemético— ganarfa Richard a ojos cerrado. Pero no quisiera que se memalinterpretarse. Abomino de los pecads del cientifsmo. Reeonozco que, como centficos sociales, podemos mantener tins relaciones con los dates que estudiamos que no pueden mantener los fastrénomos con sus correspondientes datos. Soy eonsciente de que mi viejo amigo Willard van Crman Quine, uno de los mayores légios de ‘nuestra época, ha sembrado la duda de que se pueds distinguir en todos Tos easos entre apriorismos “analticos"y las proposiciones “sinttics” ‘que los positivist consideran hechos empircos. Ademés, me parece que Se han sobreestimado los empirismos de Wesley Mitchell sobre los ciclos ‘eeondmicos, no porque sean empiricos, sino porque con su eclecticism hhunea tuvo mucha suerte ¢ la hora de descubrir nada interesante, como trstemente revela su perfil vital a partir de 1913. Admito sin problemas {que ciertos escepticismos de Knight y Jacob Viner respect alos estudios estadisticos empiricos que habian iniciado sus eolegas Paul Douglas y Henry Schultz tuvieron buena acogida, a igual que algunas de las corrsi ‘vas erteas que hiciera Keyses en 1939 los macromodelos econometricos de Jan Tinbergen. Pero hemos de rechazar o aceptar estas tentativas tempirias por motivos también emprices, no porque los silogismos deduc- tivos puedan pretender una primacfa sobre la comprensin vulgar de los hechos El error de la escuela histricaalemana no estribaba en su card ter histric, sino en quest muestra de los hechos eraincompleto einco- herente. Los hechos no explcan su propia historia, No se pueden enunciar todos fos hechos. Y si se pudiera, la tarea de los cientifcos s6lo habria tempezado: organizar esos rechos en gesats tiles y Henas de significado, fen estructuras mens muliformes que los propios datos espaces de pro porcionar desripciones econémicas que offezcan extrapolaciones e inter polaciones tolerablementeexactas Cualesquiera que sean los defectos y superficialidades del posiivismo Tégico en la ciencia en su conjunto se ha ganado inmerecidamente mala fama en la economia por baberse confundido con la versin particular de la economia positiva de Milton Friedman. Gran parte del contenido del ensayo sobre el tema que publicé Friedman en 1953 no tiene nada de txcepeional y e5 una historia tan vieja que parece casi un lugar comin pias oreeras con ls clsiosricardianos, quienes crefan que con sélo pen Fir en tu despacho podias comprender las leyes bésica einmutables de la teconomfa politica. Reeverdo haber ereido a Director cuando rechaz6 con ‘esdén et trabajo empinco de Wesley Mitchell sobre ls ciclo econémi- os, ascgurando que los mayoreshallizgos en este campo derivaban de os apriorismos de Hayek sobre el tema. «Friedrich Hayek escribié Camino de servidumbre, que fue un éxito de ventas, al final de le segunda guerra mundial, ¥ nos previno de que la reforma parcial representaba el camino més seguro hacia la tirania absoluta.» Se ee ‘Pero lo novedoso de su formulacin, algo digno de toda nuestra atencién, ‘es lo que yodenomino el giro F, la formulacin sepin la cual une tor ‘ientifica no desmerece si sus premisas no son realists (en el sentido que ‘se sueleatrbuir al término «no realistay, hipétessflss yo asertosajenos ‘la verdad sobre lo que predomina en el mundo real), siempre y cuando las epredicdones» de la teorfa sean diilmente ciertas. El pensamiento susiere, y lo confirma la experiencia, que semejante dogma es autocom- placiente, ue permite a quienes lo mantienen pasar por alto 0 menospre- ‘iar alejamientos inconvenientes del mundo real observable. El conjunto ‘completo de predicciones de una hipétess incluye su propio contenido ‘escriptivo; por tanto, entendido literalmente, una hipétesis no realsta conlleva ciertas prediceiones no realistas y no beneficia a esas falas pr dicciones, pero sf sus (otras) predicciones empiricamente correctas. Entonces sto nos quedamos con la validez de un prossico recordatoria ‘que pocas teorias tienen consecuencias exactamente correcta, y que puede sucecer que una teora centifica adquiera valor porque tengamos Fazones par atribuir mucha importancia a las prediociones de dha teor ‘que resulten certs y para atrbuir poca importancia alas que resulten fal- sas. En ningin caso ser una virtud una falsedad no realist, y e core el peligro de servira una actitud endeble al dejar al teérico que juzgue por sf ‘mismo cudl de sus errres va a pasar por alto oa atenvar. En la actualidad no govan de Ia minima popularidad los puntos de vista de Emst Mach y de los positivist logieos més osados, que consideran bue~ as teorfas simples desripciones econémicas de los complejos factores| ‘que reproducen razonablemente bien los hechos ya observados o an por ‘bservar, No por razones flosfics, sino por la pura y prolongada expe riencia de hacer una economia que guste a otras personas y que también re guste a mi, me cuento entre la minorfa que ha adoptado la postura ‘machiana, Opino que «comprender» la termodindmicaelisia (arquetipo de una teoiacientifica de éxito) consiste en la capacidad de «desribire ‘cbmo se comport realmente lo Muidos y ls s6lidos bajo diversas con- diciones especfiables, Cuando seamos capaces de ofrecer un «COMO» satisfactorc al funcionamiento del mundo, obtendremos la Gnica aproxi- ‘macién posble al «POR QUE» Siempre que leo nuevos paradigms literaros y mateméticos intento com- prender qué descripciones conllevan para los datos observables. El con- junto de detcripciones que supone el paradigma es lo que nos interes y lo ‘que constitaye la base de un juicio completo sobre él. Mi trabajo sobre la preferencia revelads,en Foundations of Economic Analysis y en ls diver fs tomos de Collected Scienfic Papers, corrobora con coherencia este procedimiesto metodol6gico general ‘Me molesta equivocarme. Mucho antes de conocer Ios escrtos de Karl Popper, ya tataba de ser mi critco mas exigente {Por qué proporcionarle ‘est dversén a otros? Todo lo anterior explica por qué soy un economista ‘eciético, No por una incapacidad para decidirme por algo. Soy eciéctico Uinieamente porque la experiencia me ha ensefado que la Madre Nature Jeza tambien lo es. Si todas las prucbas apuntan a una eausacién con un flo factor, yo no presento ninguna resistencia interna a aceptarla. Pero ext frase enlleva in gran si «Cuando empecé a estudiar en la Universidad de Chicago, Frank Knight y Aaron Director me inculcaron una idea errénea: que la deduccion tiene mas importancia que la induccion.» Estar dispuesto a ser ecéctco no impide la elaboracin de teoras osadas. Se crea con valentia a sabiendas de que esto no nos compromete a creer texageradamente en la sla potencia del propio ingenio. Todos tenemos nuestras vanidadessecretas. Aquel se preca desu belleza, Aquella se vanagloria de su sentido del humor. Yo me deleito en producit ‘tro bonito modelo que arroje luz sobre zonas importantes de la econo ‘mia, Pero, en lo ms hondo, estoy convencido de tenet buen juicio. Sé ju cosa, dulce doncella,ydej a otros a inteligenca. Mis torias deben reco ger el guantelete de mi critica, ordalfa més temible que la mera erica de mms pares. (Naturalmente, se pueden matar dos pijaros de un tio presen tando una joy tedrica como un espejo nada pretenciso de determinados aspectos de certo punto del drea econémica examinada) {Por qué permi- tirquelasagacidad degenere en niilsmo bien informado? El descerebra- do que todo lo niega no es mejor que el descerebrado que a todo dice que sini aiade nada al sileneioso cero del centifco. Joseph Schumpeter, que Coda su vida anduvo persiguiendo hermosa teo: ‘as, poco antes de morir testificé en la conferenca de la Oficina Nacional

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