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Ética y Servicio - Por Karin Schmidt
Ética y Servicio - Por Karin Schmidt
Pretendo mostrar que un trabajo acabado y bien hecho, cualquiera que éste sea,
constituye la forma más concreta de servir a los demás: del hecho de cómo seamos
capaces de trabajar dependerá la calidad de servicio que logremos prestar. Y que el
prestar un buen servicio "ese saber hacer", es algo que tiene mucho que ver
con la ética.
Pienso que todos hemos escuchado alguna vez, al agradecer una prestación o
simplemente al efectuar una compra, la instantánea respuesta "estamos para
servirle". Quisiera que nos detuviéramos a analizar esta respuesta; que, tal vez al
oírla o incluso para aquellos que la emplean a diario, resulta una frase a la que no la
hemos considerado más que como un mero cumplido. O, y en el mejor de los casos,
nos ha parecido una de las tantas formalidades de rigor. Pues, ¿qué significa
servir?
Podríamos decir que servir es una actitud interna de colaboración y ayuda que se
presta a los demás; la manifestación de una entrega generosa, porque somos
conscientes de que tenemos algo que dar a otros.
De algún modo, una persona servicial es alguien que ha sido capaz de vencerse a
sí mismo y superar el egoísmo y la comodidad. Por lo mismo, probablemente sea
bastante feliz.
Estamos conscientes de que ser servicial no es algo que traigamos de origen sino
que, por el contrario, es algo que se adquiere. Y no de la noche a la mañana,
precisamente; sino a base de repetidos y constantes actos en tal sentido: en el
plano familiar, en el laboral, en nuestras relaciones de amistad, etc. Es esa
atención por las necesidades de los otros y la disposición a querer ayudarles
"que va desde lo más doméstico y cotidiano hasta lo más trascendente" lo que hace
que digamos que una persona es servicial, que sirve a otros.
Qué importante resulta saber valorar el trabajo de los demás. Todo trabajo
noble tiene un valor en sí mismo, sin importar el tipo de actividad de que se trate. Lo
importante es que esa actividad, cualquiera que sea, devenga en ocasión de
perfeccionamiento y colaboración con los demás.
Actualmente, es sabido que las empresas tienen gran interés por capacitar a los
trabajadores para que presten un buen servicio, ya sea en sus relaciones internas o
con los clientes. Se entiende que inculcar una actitud de servicio en los
trabajadores es, en buena medida, garantía de éxito de cualquier actividad que se
emprenda. Sin embargo, y como paradójicamente lo han señalado quienes se
dedican a la capacitación empresarial, resulta ser una de las cosas más difíciles de
lograr. ¿Por qué?
Hay un autor que, en relación al trabajo, plantea casi como una idea fuerza o leit
motiv lo siguiente: "para servir, servir". Teniendo en cuenta que nuestro trabajo
profesional constituye un medio de perfeccionamiento y, como hemos dicho, es
también ocasión de servicio para los demás, hace falta que lo hagamos bien. Se
sirve a los demás hombres con un trabajo acabado, bien hecho, realizado con la
máxima perfección material posible dentro de las capacidades de cada cual,
haciendo un esfuerzo por ser competentes en aquello que nos toca realizar, siempre
dando lo mejor de sí, procurando ser eficientes y eficaces. Esta eficiencia muy
probablemente hará que la empresa para la que trabajamos obtenga una mayor
rentabilidad, pero, más importante aún, hará de la persona un ser realizado y
contento por la efectiva labor que se encuentra efectuando; generando, de paso, un
ambiente laboral positivo, propicio para que otros trabajadores, sin importar su
función en la empresa, puedan desarrollar virtudes y contribuir a crear un ambiente
laboral que a todos haga crecer como personas.
Grandes cosas dependen de que cada uno desempeñe correctamente su deber y
se esfuerce por desarrollar un trabajo bien hecho. Desde luego, porque con ello se
sirve a los demás permitiendo que se hagan mejores personas. Baste pensar,
por ejemplo, en el trabajo del profesor: lo que cada educador transmita a sus
alumnos, no sólo por lo que diga sino "más importante aún" por el ejemplo de vida
que entregue (y de esto hay muchos testimonios), producirá un enorme impacto
positivo que, muchas veces, hasta logre nuevos rumbos de vida.
También es importante que el servicio dado a los demás por medio de nuestro
trabajo sea realizado alegremente, gustosamente: esa es la verdadera forma de
servir. Qué grato es encontrarse con personas que, lejos de ver el trabajo como un
castigo o una maldición, lo consideran en su real dimensión: como un bien. Un bien
que es innegablemente arduo, porque es evidente que el trabajo bien hecho cansa y
constituye un esfuerzo, pero que como cansancio y un esfuerzo nos mejoran como
personas y mejoran aquello que hacemos. Trabajar con alegría representa un
doble beneficio: logramos una vida más feliz y prestamos servicios útiles a
quienes nos rodean.
Realizar el trabajo gustosamente significa ser afables en el trato con las demás
personas, con quienes nos toca alternar: alumnos, colegas de trabajo, auxiliares,
etc. Es admirable tratar con aquellos que son capaces de realizar su trabajo con
disponibilidad amable y muchas veces incluso con heroica paciencia: están siempre
alegres, siempre tienen una palabra amistosa y un comentario grato para sus
semejantes. He escuchado a algunas de estas personas decir que es mejor dar
que recibir; que la satisfacción es mucho mayor cuando se puede contribuir con
algo al mundo, sentir que se es útil y capaz de solucionar algunos problemas
de los demás.
Para esto ayuda mucho ponerse con cierta frecuencia en el lugar de los otros,
cualquiera que sea la labor que uno desempeñe. Preguntarse, de vez en cuando,
cómo me gustaría a mí que me prestara un servicio aquella persona con la que me
relaciono laboralmente. En mi caso, y poniéndome en el lugar de un alumno, creo
que esperaría de mi profesor una forma especial de atención y de ayuda, una forma
entregada de aclararme las dudas que tengo sobre tal o cual tema"
Aunque el servicio es una virtud que todos los seres humanos, sin excepción,
estamos llamados a practicar, sin querer parecer feminista pienso que, sin
embargo, las mujeres tenemos mucho que enseñar en esto. ¡Cuánto podemos
aportar en este sentido en el campo laboral! Sabemos por naturaleza estar por
sobre cualquier tipo de rivalidades y competencias; sabemos crear ambientes de
cooperación y unión entre las personas; estamos acostumbradas a estar pendientes
de las necesidades de los otros. Sin que se note, podemos colaborar con una ayuda
que tiene el buen aroma de ser sutil y silenciosa pero al mismo tiempo altamente
eficaz. Es propio de la naturaleza femenina el estar predispuesta a acoger y
ocuparse por servir a aquellos con quienes se convive.