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La meningitis es una infección caracterizada por la inflamación de las meninges1

(leptomeninges) que en el 80 % de los casos es causada por virus, en el 15 al 20 %


lo es por bacterias y en el resto de los casos se debe a intoxicaciones, hongos,
medicamentos y otras enfermedades. Se trata de una afección poco frecuente, pero
potencialmente letal que puede lesionar al cerebro y ocasionar inconsciencia y
lesión de otros órganos.2La meningitis progresa con mucha rapidez por lo que el
diagnóstico temprano y el tratamiento precoz son importantes para prevenir secuelas
graves y evitar la muerte.34

Cualquier persona puede contraer meningitis pero la frecuencia de la enfermedad es


especialmente elevada en niños y personas inmunodeprimidas. Los síntomas más
frecuentes son dolor de cabeza, rigidez de nuca, fiebre, fotofobia (intolerancia
anormal a la luz) o fonofobia (intolerancia a los sonidos) y trastornos de la
conciencia. A menudo, en particular en niños pequeños, solo se presentan síntomas
inespecíficos como irritabilidad y somnolencia. La existencia de erupción cutánea
puede indicar una forma particular de meningitis, como la asociada con
meningococemia.5
La meningitis puede clasificarse de diversas formas basadas en su etiología, en
aspectos técnicos de los cultivos o en aspectos clínicos. La clasificación también
puede basarse en el curso evolutivo del proceso y en ese caso la enfermedad será
categorizada como aguda (de menos de cuarenta y ocho horas), subaguda (de tres a
siete días de evolución) o crónica (de más de cuatro semanas). Según un autor,6
esta clasificación no es útil en la práctica médica y lo mejor es utilizar la que
resulte más conveniente para el enfoque terapéutico de los pacientes. Según la
clasificación basada en la etiología la meningitis puede dividirse en bacteriana,
tuberculosa, aséptica, viral y relacionadas.6

Entre los microorganismos que causan meningitis bacteriana figuran Neisseria


meningitidis, Haemophilus influenzae, Streptococcus pneumoniae, estreptococos del
grupo B, Listeria monocytogenes, bacilos gramnegativos y otros (Staphylococcus
aureus y Staphylococcus epidermidis).

En cuanto a la meningitis tuberculosa y similares, los patógenos causales incluyen


Mycobacterium tuberculosis, Cryptococcus neoformans, otros hongos, parásitos, etc.

Por último, las meningitis asépticas o virales y relacionadas se deben a virus,


Leptospira sp., Treponema pallidum, una meningitis bacteriana con tratamiento
parcial, focos parameníngeos supurados y enfermedades sistémicas (p. ej., linfoma,
leucemia y otras)
Las bacterias alcanzan las meninges de tres maneras, a saber, por vía hematógena,
en forma directa a través de soluciones de continuidad naturales o artificiales y
por extensión por contigüidad desde un foco supurado próximo.6

La primera forma es la más frecuente. Los microorganismos que causan el ochenta por
ciento de los casos de meningitis, es decir N. meningitidis, S. pneumoniae y H.
influenzae, son residentes habituales de la nasofaringe y la orofaringe, sitios en
los que normalmente no causan daño. Sin embargo, por motivos que se ignoran, de
tanto en tanto pasan a la sangre y por esa vía llegan a las meninges y las
colonizan.6 Como esos microorganismos son capsulados, es posible que la cápsula,
con su propiedad antifagocítica, se relacione de algún modo con la diseminación.
Además, el polisacárido capsular conferiría a los gérmenes cierto tropismo
meníngeo, tal vez por la presencia de receptores de superficie en las meninges,
pero se trata de especulaciones dado que nada de eso se ha demostrado.6 En
ocasiones antes de la invasión del torrente circulatorio se producen infecciones
virales de las vías aéreas superiores pero su papel como favorecedoras de la
invasión hemática es dudoso. El fracaso de algunos de los mecanismos de defensa del
huésped contra la agresión explica la predisposición a determinadas infecciones.
Así, por ejemplo, la anemia de células falciformes, la asplenia, las deficiencias
congénitas o adquiridas de inmunoglobulinas y el alcoholismo predisponen a las
infecciones por S. pneumoniae. Muchas veces los microorganismos llegan a las
meninges desde otros puntos de origen, como sucede en el caso de S. pneumoniae, que
puede llegar a partir de un foco pulmonar, de S. aureus, que puede hacerlo desde
una endocarditis, y de los gramnegativos, cuyos puntos de origen pueden ser el tubo
digestivo y el sistema genitourinario

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