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[2]En esto, un leproso se acercó y se postró ante él, diciendo: «Señor, si quieres puedes limpiarme.»
[3]El extendió la mano, le tocó y dijo: «Quiero, queda limpio.» Y al instante quedó limpio de su
lepra.
[18]Así les estaba hablando, cuando se acercó un magistrado y se postró ante él diciendo: «Mi hija
acaba de morir, pero ven, impón tu mano sobre ella y vivirá.»
[19]Jesús se levantó y le siguió junto con sus discípulos.
[20]En esto, una mujer que padecía hemorragias desde hacía doce años se acercó por detrás y tocó
la orla de su manto.
[21]Pues se decía para sí: «Con sólo tocar su manto, me salvaré.»
[22]Jesús se volvió, y al verla le dijo: «¡Animo!, hija, tu fe te ha salvado.» Y se salvó la mujer desde
aquel momento.
[27]Cuando Jesús se iba de allí, al pasar le siguieron dos ciegos gritando: «¡Ten piedad de nosotros,
Hijo de David!»
[28]Y al llegar a casa, se le acercaron los ciegos, y Jesús les dice: «¿Creéis que puedo hacer eso?»
Dícenle: «Sí, Señor.»
[29]Entonces les tocó los ojos diciendo: «Hágase en vosotros según vuestra fe.»