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fiesta particularmente querida a las Iglesias orientales, muy arraigada en la piedad popular,

Divina Infantita o Nuestra Señora de la Natividad.

El Nuevo Testamento no dice nada del lugar ni de la fecha del nacimiento de la Virgen María.
Tampoco de quienes eran sus padres, ni de las circunstancias de su nacimiento. Las referencias
más antiguas se encuentran en los evangelios apócrifos.

En el Protoevangelio de Santiago, escrito en el siglo II, los padres de María se llaman Joaquín y
Ana. Ana era estéril. Joaquín afligido por el rechazo social al no tener descendencia, se retira a
desierto donde ayuna 40 días. Ana reza a Dios lamentándose de su infertilidad. Un ángel se
presenta ante ella y le dice que concebirá y dará a luz. Enseguida el ángel le comunica la
noticia a Joaquín. Así el nacimiento de María se presenta como milagroso. Relatos análogos se
encuentran en el Evangelio de la Natividad de María, en el pseudo-Mateo, y en el Evangelio
armenio de la infancia

Esta fiesta, como la de la Asunción, tiene su origen en Jerusalén. Comenzó en el siglo V como la
fiesta de la basílica «Sanctae Mariae ubi nata est», emplazada en el supuesto lugar donde
nació María, actualmente la basílica de Santa Ana.

Hoy es, pues, el día de este gozo. La Iglesia, el 8 de septiembre, nueve meses después de la
solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Madre del Hijo de Dios, celebra el recuerdo de
su nacimiento. El día del nacimiento de la Madre hace dirigir nuestros corazones hacia el Hijo:
"De ti nació el Sol de justicia, Cristo, nuestro Dios, que borrando la maldición, nos trajo la
bendición y, triunfando de la muerte, nos dio la vida eterna" (Ant. Benedictus).

Juan Pablo II, La niña recién nacida, a quien celebramos hoy, es la obra maestra de la gracia
divina. Papa Fco: Jesús es el sol, María es la aurora que anuncia su nacimiento

Inmaculado Corazón de María, memoria


Sábado después del II Domingo después de Pentecostés

Fragmento de la primera reflexión tomada de 12 de octubre – Ntra. Sra. del Pilar

Segunda y tercera reflexión de solemnidad Inmaculada Concepción – 8dic

Lucas 2, 41-51
Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por la fiesta de la Pascua. Cuando cumplió
doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el
niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Estos, creyendo que estaba
en la caravana, anduvieron el camino de un día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y
conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo. Y sucedió que, a los tres
días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y
haciéndoles preguntas. Todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las
respuestas que daba. Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: cHijo, ¿por qué nos
has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados». Él les contestó: «¿Por qué me
buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?». Pero ellos no
comprendieron lo que les dijo. Él bajó con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos. Su
madre conservaba todo esto en su corazón.

Intro
Hoy la Iglesia celebra la memoria del Inmaculado Corazón de María. Puede decirse que las
advocaciones marianas son casi infinitas: el amor del pueblo de Dios por María se ha
expresado de mil modos: Virgen del Perpetuo Socorro, María Auxiliadora de los Cristianos,
Virgen del Carmen, Ntra. Sra. del Rosario. Pero, desde un punto de vista histórico, ha habido
cuatro o cinco hitos especialmente significativos, y uno de ellos es el que conmemoramos hoy.
En los primeros siglos, el pueblo de Dios honraba a María con el nombre de ‘Theotokos’ o
Madre de Dios, un título que se definió dogmáticamente en el concilio de Éfeso en el s. V. En
torno al siglo XIII se extendió la devoción al Rosario; en el siglo XIX, la Asunción y la
Inmaculada, que serían definidas después dogmáticamente. A mediados del siglo XIX la
devoción al Inmaculado Corazón de María, ya antes presentes, cobró una gran importancia y
reciben el impulso definitivo en el s. XX con las apariciones de la Virgen en Fátima, y con la
consagración del mundo a su Inmaculado Corazón por parte del papa Pío XII, y después por san
Juan Pablo II. Ese corazón Inmaculado ha sido, por tanto, en la historia de la Iglesia, bálsamo
para un mundo envuelto en guerra y violencia, sinónimo de amor y cercanía de Dios. Ese
corazón Inmaculado de María quiero ser hoy también para ti lugar de ternura, de paz y
esperanza.

3 puntos

A propósito de esta memoria me gustaría compartir contigo tres reflexiones:


- En primer lugar, es importante insistir en que la mariología sin la cristología no tiene
sentido. Dicho de otro modo: todo lo que se diga de María irá siempre en relación a
Cristo, su hijo. Toda la existencia de María está íntimamente unida a su Hijo Jesús:
María fue concebida sin pecado original porque en su seno iba a engendrar a Cristo
Jesús; María concibió virginalmente porque así debía ser concebido quien es Hijo de
Dios; María es Madre de Dios porque Jesús es hombre y Dios. En definitiva, todo lo
que se afirma de María se afirma de Jesús. Pues bien, esta memoria del Corazón
Inmaculado de María tiene una referencia directa a la solemnidad que
celebrábamos ayer del Sagrado Corazón de Jesús: María tiene un corazón puro,
inmaculado, lleno de paz, de ternura, de compasión y misericordia porque bebe del
corazón de su hijo Jesús, porque está llena de esa misma gracia de Dios. Mirar y
amar a María es, por tanto, mirar y amar a su Hijo Jesús, porque Madre e Hijo están
siempre unidos. De ahí la importancia de la devoción a María en la vida cristiana.
San Alfonso María de Ligorio recordaba a menudo que nunca se dice suficiente de
María y que uno nunca debería cansarse de las maravillas que Dios ha obrado en
ella. Amar a Jesús es amar a María… y viceversa. Dios ha querido hacerla mediadora
de infinitas gracias. La Virgen María, que ha tenido en su seno al Hijo de Dios, que
ha concebido gracias al Espíritu de Amor, ¿no está llena de amor para derramarlo
sobre nosotros? Lamentablemente, se ha considerado en ocasiones que la devoción
a la Virgen es cosa de débiles o devotos o de personas poco formadas. Nada que
ver. No hay nada más propio para un cristiano que amar a aquella que Dios escogió
para ser la madre de su Hijo, amar a aquella que Jesús nos entregó en la cruz. El hoy
te dice también: “Hijo, ahí tienes a tu madre”. ¿Amas de corazón a María? ¿La
sientes cercana, le pides su intervención?

- En segundo lugar, querría destacar que estos ‘privilegios’ de María, ese corazón
puro, inmaculado, perfecto, no la convierten en un bicho raro, sino en un ser
maravilloso y excelso. Cuando una persona es totalmente de Dios, no es menos
persona. Al contrario, es persona perfecta, libre, plena, eterna. Por eso quiero
insistir que esta memoria del Corazón Inmaculado de María tiene una noticia
increíble para nosotros: la voluntad de Dios para con nosotros la vemos realizada en
María, pero constituye también nuestro destino: Dios no soñó nuestro corazón roto
por el pecado, distante de él, o distante de nuestro prójimo; soñó nuestro corazón
lleno de amor, como el de María, capaz de compasión y misericordia, en relación
con Él, nuestro creador y Señor, y con nuestros hermanos, especialmente con los
más necesitados. Lo que ves hoy en María lo vivirás un día en ti. María es tipo,
modelo de lo que un día serás. Por eso es María nuestro modelo y nuestra
esperanza. ¿Cómo es tu corazón, de qué está lleno? ¿De envidias y rencores o de
perdón y misericordia?
- En tercer lugar, quiero insistir en que María no vive absorta en su ser. Que tenga
ese corazón inmaculado, que haya sido privilegiada así por Dios, no la deja aislada o
relegada en su intimidad. No, todo lo contrario. Estar llena de Dios la convierte en
misionera 100%: vive volcada en la misión de ser Madre de la Iglesia, de ser tu
madre: vive constantemente bendiciéndote, protegiéndote, llevándote de la mano
hacia su hijo Jesús. Su vida es estar al servicio de Dios y de nosotros. Cuando el
evangelio dice hoy que “María conservaba todo esto en su corazón” está diciendo
que te conserva también a ti, tu vida, tu historia, tus alegrías y dificultades en su
corazón, para bendecirte e interceder por ti ante Dios, ante su Hijo Jesús. Tú
también has sido bendecido por Dios con la fe, con cualidades, con mil guiños…
¿vives, como María, con el corazón vuelto hacia tus hermanos? ¿O estás demasiado
encerrado en ti mismo?
Pues que esta memoria del Inmaculado Corazón de María te haga recordar que Dios
tiene todo el poder, que él puede obrar maravillas en tu corazón, que no estás
hecho para el pecado o el mal, que tienes una Madre maravillosa y tierna que te
bendice y protege siempre.
Virgen María, madre mía santísima, yo te amo y te alabo desde lo hondo de mi ser y
consagro mi vida a tu Inmaculado Corazón. Bendita eres por siempre. Bendíceme,
pues, no permitas que me pierda ni me envuelva en redes de muerte. Protégeme
bajo tu manto. Y en el momento de mi muerte, junto a los míos, tómame de la
mano y llévame a tu hijo Jesús.

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