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Lo Que Un Juez Detesta PDF
Lo Que Un Juez Detesta PDF
JR Chaves
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juez irritado Suele decirse que un juez debe ser una esfinge: impasible,
solemne y distante. Sin embargo, los jueces tienen su corazoncito y cuentan
con las debilidades propias de todo ser humano, por lo que pese a la
hermética coraza que cargo y toga imponen, bien está exponer treinta cosas
que pueden irritar a algunos jueces, en cierto tono de humor pero sobre el
pedestal de la realidad cotidiana, y a sabiendas de elevar la anécdota a
categoría. Este post guarda simetría con el titulado ” Treinta cosas que
como abogado me irritan de un juez”, el cual fue objeto de publicación en
la prestigiosa Revista “Abogados” del Colegio de Abogados, número 86 ,
mientras el que ahora ofrezco en este nuevo post se acaba de publicar en
el número 87 ( lo que agradezco sinceramente).
10. Que el abogado se detenga con interminable pausa, en plena vista oral
por “haber perdido los papeles”, literalmente.
12. Que ante una decisión del juez que no le favorece, el abogado la acate
pero “bufe” literalmente, suspire ostensiblemente, eleve los ojos implorando
amparo divino o encoja los hombros con rebelde resignación.
15. Plantear la misma pregunta al perito o testigo una y otra vez, desde
todos los ángulos posibles, agotando la paciencia de todos los presentes.
20. Que el abogado en la vista “oral” lea sus escritos sin utilizarlos como
mera nota de apoyo y, sin levantar la vista, intente no dejar pasar línea ni
palabra sin pronunciar.
22. Que el abogado, tras varios meses de pasividad procesal, deje para la
vista oral un alegato ( hecho o prueba relevante o desistimiento) que aligera
y simplifica el litigio ( pese a que el juez ya lo había estudiado
íntegramente).
23. Que el abogado demuestre no haber dedicado el día antes de la vista un
mínimo de tiempo a refrescar la cuestión y ordenar los puntos principales,
exponiendo su alegato como mal actor, confuso y desmemoriado.
25. Que el alegato del abogado sea un sudoku: sin principio ni fin
identificable, sin ideas fuerza marcadas, reiterativo, desordenado…
26. Que el abogado intente demostrarle al juez que sabe más que él ( por
infantil soberbia, por vendetta o por inconfesables razones), lo que
frecuentemente es cierto, pero lo importante es centrarse en el litigio e
interés del cliente, y no personalizarlo o provocar que lo “personalice” el
juez.
27. Que se queje o recurra una decisión del juez con ánimo retardatario,
para justificar facturación o para intentar “marcar el territorio”.
28. Que el juez se entere de que el abogado ofrece fuera de los tribunales,
una versión distorsionada de lo sucedido en la vista oral para su propia
pompa y para escarnio de la parte contraria.
30. Que el abogado no entienda “la mirada” del juez para indicarle
contención en sus palabras, brevedad en su alegato, prudencia en sus
pruebas o que todo lo que diga es inútil ( para lo bueno y lo malo). Y es que
la mirada de un juez importa…
30 Cosas que como abogado me irritan de un juez
JR Chaves
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1. Que obligue a ser puntual a las vistas aunque no predique con el ejemplo.
3. Que me obligue a repetir lo mismo varias veces porque noto que no atiende… y que
no demuestre darse por enterado.
4. Que me mire con desgana mientras hablo o mira hacia un punto perdido.
6. Que guarde silencio cuando le toca hablar y responda con monosílabos cuando
pregunto.
7. Que durante toda la vista oral no se haya molestado en tomar una nota ni examinar
los autos.
9. Que me trate como un humilde pecador que acude ante el confesionario donde le
aguarda el obispo.
10. Que en vez de zanjar una cuestión previa o prioritaria la posponga hasta sentencia
por argucias procesales.
11. Que no se fije en los detalles pese a que insisto, enfatizo, subrayo y grito…como
profeta en el desierto
12. Que pida la siguiente pregunta al testigo cuando este no ha acabado de responder.
13. Que me diga “Sea breve” o “Vaya concluyendo” cuando apenas he empezado a
exponer mi alegato.
15. Que crea que mis alegatos se han improvisado y sin esfuerzo.
18. Que sonría maliciosamente pensando que cobro mas que él.
20. Que la telepatía me dice que el juez tiene prisa por acabar este juicio.
23. Que acepte mi minuta y sentencias con la misma actitud que los folletos
publicitarios en el metro.
24. Que me de la palabra como si fuera la última cena del condenado a muerte.
27. Que el juez crea que por tener la última palabra, tiene la razón.
28. Que el juez crea que una toga con puñetas y unos membretes dan la ciencia que solo
proporcionan libros y experiencia.
29. Que me diga lo gran abogado que soy antes de poner una sentencia contraria a mis
intereses.
Y por supuesto que el lector puede añadir mas situaciones si las ha padecido…
Pero insistiré una y mil veces: estamos hablando de patologías y no de reglas generales.
JR Chaves
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Hay crisis pero no es buena idea flotar en el naufragio en medio del océano contando
las horas. Me viene a la mente la conocida fábula de las moscas: “ Erase una vez dos
moscas que se posaron en la leche de un caldero. Una de ellas, la mas fuerte,
comprendió que sus patas se hundían en el líquido y no podría salir y se abandonó a su
mala suerte. La otra, mas tenaz, decidió mover sus alas y patas rápidamente hasta que se
formo una capa de nata que le permitió un punto de apoyo sólido desde el que moviendo
las alas pudo pudo salir volando”.
También hay que frenar la voracidad del cliente y pedir lo razonable. Aquéllo de pedir
mucho para que te den menos, o de construir la demanda con “ruido y furia” hay que
dejarlo para las demostraciones cinematográficas de poder de King-kong, golpeándose
el pecho.
4. Jamás digas al cliente que el pleito está ganado o que la sentencia se dictará en unas
fechas aproximadas. Son variables difíciles de controlar y todo pronóstico fallido resta
credibilidad al profeta. Las buenas noticias se dan cuando llegan.
5. Valentía al encarar un pleito. Todo está en los libros. Todo puede estudiarse y
defenderse pero eso sí, con esfuerzo e incluso en expresión de Churchill, con “sangre,
sudor y lágrimas”. Cortar y pegar está bien, pero mejor es leer y estudiar el caso.
Siempre se descubren ángulos y perspectivas nuevos.
Por supuesto, no asustarse por el adversario: David vence a Goliat mas de lo que
creemos.
Y si es una apelación nada de repetir la demanda: hay que tomarse el tiempo para
justificar la apelación en términos sucintos, claros y realmente críticos.
10. Cuando se escriben unas alegaciones o cuando se expone un alegato verbal hay que
estructurarlo, ordenarlo y con rótulos. Los puzzles, rayuelas y desorden están bien para
el cine independiente pero no para la vida real. Si algo ( un argumento y la tesis
consiguiente) no puede resumirse en un rótulo de tres líneas, mejor no decirlo.
11. Nada de mandar escritos “en caliente”. Un escrito de alegatos no es una pizza sino
un delicatesen y para eso hay que tomarse tiempo y si es posible, consultarlo con la
almohada. Es increíble como varía la perspectiva e impresión de un mismo escrito
cuando es releído por su autor veinticuatro horas después. Solo puede mejorar.
12. Humildad. Hay que barajar la posibilidad de que estemos equivocados y que el
enfoque sea incorrecto o manifiestamente mejorable. Nada mejor que contrastar el
asunto con un colega. El distanciamiento enriquece.
18. Recursos, protestas y pataletas, las justas. Hay que librar las batallas procesales que
puedan ganarse y no enzarzarse en cuestiones menores o colaterales.
19. Elegancia y respeto hacia el juez y los abogados contrarios. Trata al abogado
contrario como te gustaría que te tratasen. Nada añade la algarada ni el ataque personal,
y puede ser factor decisivo de la imposición de unas costas o de una sentencia dura.
20. Y por supuesto, si estamos dispuestos a llevar el litigio como si fuera cosa propia,
cumpliendo esas reglas, estaremos en condiciones morales de exigir al cliente la
provisión de fondos o anticipo. Sin complejos. Si no lo entiende, no será un buen
cliente.
II. En su día ya abordé las veinte reglas de oro para ganar un juicio contencioso-
administrativo de un anterior post.
III. Para finalizar dejando un buen sabor, aquí vienen los Consejos de Don Quijote a
Sancho, que si se adaptan mutatis mutandi al mundo forense, pues bienvenidos sean.
Disfrutar con su lectura:
Capítulo XLIII
a Sancho Panza
—En lo que toca a cómo has de gobernar tu persona y casa, Sancho, lo primero que te
encargo es que seas limpio y que te cortes las uñas, sin dejarlas crecer, como algunos
hacen, a quien su ignorancia les ha dado a entender que las uñas largas les hermosean
las manos, como si aquel excremento y añadidura que se dejan de cortar fuese uña,
siendo antes garras de cernícalo lagartijero, puerco y extraordinario abuso.
»No andes, Sancho, desceñido y flojo, que el vestido descompuesto da indicios de
ánimo desmazalado, si ya la descompostura y flojedad no cae debajo de socarronería,
como se juzgó en la de Julio César.
»Toma con discreción el pulso a lo que pudiere valer tu oficio, y si sufriere que des
librea a tus criados, dásela honesta y provechosa más que vistosa y bizarra, y repártela
entre tus criados y los pobres: quiero decir que si has de vestir seis pajes, viste tres y
otros tres pobres, y así tendrás pajes para el cielo y para el suelo; y este nuevo modo de
dar librea no le alcanzan los vanagloriosos.
»Anda despacio; habla con reposo, pero no de manera que parezca que te escuchas a ti
mismo, que toda afectación es mala.
»Come poco y cena más poco, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del
estómago.
»Sea moderado tu sueño, que el que no madruga con el sol, no goza del día; y advierte,
¡oh Sancho!, que la diligencia es madre de la buena ventura, y la pereza, su contraria,
jamás llegó al término que pide un buen deseo.
»Este último consejo que ahora darte quiero, puesto que no sirva para adorno del
cuerpo, quiero que le lleves muy en la memoria, que creo que no te será de menos
provecho que los que hasta aquí te he dado: y es que jamás te pongas a disputar de
linajes, a lo menos comparándolos entre sí, pues por fuerza en los que se comparan uno
ha de ser el mejor, y del que abatieres serás aborrecido, y del que levantares en ninguna
manera premiado.
»Tu vestido será calza entera, ropilla larga, herreruelo un poco más largo; greguescos, ni
por pienso, que no les están bien ni a los caballeros ni a los gobernadores.
»Por ahora, esto se me ha ofrecido, Sancho, que aconsejarte: andará el tiempo, y según
las ocasiones, así serán mis documentos, como tú tengas cuidado de avisarme el estado
en que te hallares.