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La experiencia límite acecha en toda experiencia, desde la sombra de la posibilidad hacia la

luz de la necesidad. La experiencia límite pone en peligro la experiencia misma, pone en


peligro a la realidad pues amenaza siempre con aparecer y desbordar lo real mismo.
La capacidad de hacer desbordar a lo real de la experiencia límite viene fundamentada por la
filosofía (en parte hegeliana, en parte batailleana) en la que se describe que una
contraposición está superada en sí misma debido a que la propia separación entre ambas
partes contrapuestas están unidas por la propia separación. La clave esta en la utilización del
entendimiento cómo razón para lograr esto.
La experiencia límite se configura cómo la realización dialéctica de una contraposición, en la
que ambos términos contrapuestos intercambian papeles (identidades) constantemente y de
forma eterna, es un círculo cerrado-abierto, es un círculo cerrado porque los términos escapan
constantemente de sus determinaciones para ser aprehendidos nuevamente con las
determinaciones de su contrapuesto. Es un círculo cerrado porque es un proceso que podemos
repetir cuantas veces queramos. De forma incansable la contraposición nos devolverá la
pelota, cómo si de un frontón se tratase. Sin embargo, también es abierto porque en este juego
de intercambiar las determinaciones de los términos contrapuestos puede desbordarse en
cualquier momento y pasar a ser una unión de la contraposición, su superación. La
experiencia límite es eso, el paso que tiene que dar todo ser desde la esencia al concepto. La
clave de esto es que no solo debe dar ese paso, sino que en cierta forma ese paso esta ya dado
en la propia dinámica de la contraposición 1. La experiencia límite es el ser fuera de sí en el
ser en sí. Es la posibilidad que tienen todas las cosas de entrar en conflicto, en contradicción
y repentinamente volverse armoniosas a través de una concepción adecuada de la situación,
es la capacidad del mundo de ser lo mismo, pero diferente. Al fin y al cabo la experiencia
límite acecha siempre desde cualquier contradicción que se manifieste en lo real. Y desde
esta contradicción amenza a lo real pues este puede en cualquier momento dar cuenta de lo
que es, y en este punto -al igual que Dios o Dioniso- morir en cuánto cobra conciencia de sí.
Ser Todo y Nada a la vez, ejercer un salto de lo particular a lo universal, ver lo Uno en lo
Otro, reconocerse en el Absoluto a sí. Convertir al hombre, de esta manera tan batailleana, en
un dios.

1 Lo que ocurre aquí es que puede prolongarse la contraposición, el juego dialéctico en el que los
términos contrapuestos intercambian identidades constantemente. Esto viene provocado por un uso
inadecuado del pensar, no debemos utilizar la razón cómo entendimiento; sino que debemos usar el
entendimiento cómo razón. O dicho de otra manera, no debemos subsumir lo universal a lo particular
sino que debe ser a la inversa. En el operar de este juego de intercambio de identidades ya esta dado el
paso del que hablamos, solo que es imposible de realizar desde el mero entendimiento sin apoyarse en
la razón.

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