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Introducción
• La asertividad es una forma de comunicación que consiste en defender tus
derechos, expresar tus opiniones y realizar sugerencias de forma honesta, sin
caer en la agresividad o la pasividad, respetando a los demás pero sobretodo
respetando tus propias necesidades.
• La asertividad se puede aprender y mejorar. Se trata de una forma consciente
de comunicar tus sentimientos sin dejarte llevar por las emociones.
• Un dato importante para los familiares es el de validar la conducta, emoción, o
pensamiento de la persona afectada: la validación es la búsqueda y la
confirmación de que una emoción, una conducta o un pensamiento del otro es
relevante, justificable, efectivo para el otro. Al validar, comunicamos que la
experiencia interna del otro es importante para uno.
Estilos de comunicación
La comunicación Agresiva
• Esta tiene como objetivo imponerse al otro y tratar de conseguir sus objetivos (o
defender sus derechos) no respetando los de la otra persona, realizando acciones
que le hieren o le hacen daño. Se trata de intentos por tener el control a través de
la fuerza. Las conductas agresivas pueden proporcionar una falsa sensación de
control en el momento en el que se utilizan, porque ofrecen un refuerzo
inmediato (al alcanzar el objetivo de imponerse a la otra persona); sin embargo,
a medio y largo plazo, la relación interpersonal se deteriora, ocasionando, a su
vez, la pérdida de refuerzos sociales y dificultando el acceso a otros refuerzos
(no sociales) que dependen de la conducta interpersonal.
La comunicación pasiva
• Con ellos, la persona renuncia a defender sus propios derechos, expresar sus
opiniones, sus sentimientos y a ser claro en cuanto a lo que le gusta, le interesa,
o le agrada. En las situaciones interpersonales conflictivas, si se adopta esta
postura pasiva se pierde la posibilidad de pedir y dar información, de clarificar
los puntos de vista, de pedir explicaciones (o darlas), de dar retroalimentación,
de pedir ayuda (u ofrecerla) o, “fácilmente”, se cede ante las exigencias del otro
y se termina renunciando a los propios intereses, actividades o proyectos, con lo
que se produce, en definitiva y nuevamente, una pérdida de refuerzos que, como
decíamos antes, trae como resultado la sintomatología depresiva.
¿Es vital ser asertivo o puedo dejar pasar el hecho sin sentirme violentado? ¿Estoy
respondiendo a una provocación insustancial e insignificante, o se trata de algo
verdaderamente importante para mí? ¿Hasta qué punto mi patología personal está
influenciando mis apreciaciones?
Para responder estas preguntas debes tener en cuenta no sólo lo que estás sintiendo, sino
además tu código moral y tus más profundas convicciones.
• ¿Cuál es mi meta?
Si tú no tienes claro hacia dónde apuntas y qué esperas lograr con la asertividad, tu
comportamiento perderá fuerza y dirección. Es probable que termines desviándote de
tus propósitos iniciales. Por ejemplo: si tu meta es recuperar una bandeja que has
prestado hace algún tiempo, no tiene mucho sentido dar una lección de moral a la
persona que se lo había quedado, si eso dilata o impide la entrega de la bandeja.
Teniendo en cuenta las consecuencias negativas posibles, ¿Hay alguna otra manera en la
que pueda actuar que no tenga un coste tan elevado en la relación?