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El Perrito Mury PDF
El Perrito Mury PDF
El perrito Mury
Copyright © 2008 por Manuel Molina De La Hoz.
Introducción ......................................................................... 9
Aldrin y Mury ..................................................................... 16
En el Kiosco de don Abundio ............................................. 25
El anillo de oro................................................................... 31
El kiosco de Aldrin ............................................................. 36
El extravío de Mury ............................................................ 40
En la casa de Alicia ............................................................ 44
En el sueño de Alicia .......................................................... 52
La idea de Alicia ................................................................ 62
La tristeza de Aldrin ........................................................... 74
El paseo de Mury................................................................ 80
La inscripción de Mury en el concurso .............................. 93
Mury y la mariposa dorada.............................................. 111
El reencuentro de Aldrin y Mury...................................... 122
El entrenamiento de Mury ................................................ 133
Un afortunado rescate ...................................................... 139
Las preliminares del concurso ......................................... 145
En el sueño de Aldrin ....................................................... 159
El gran concurso .............................................................. 164
7
La perrera municipal ........................................................178
Mury, su nuevo hogar y su nuevo nombre ........................188
Mury y los tres ratoncitos .................................................197
Mury cuenta su historia ....................................................200
Apéndice ............................................................................209
8
Introducción
9
tanto dolor y sufrimiento. Aun, a los que más queremos
desaparecen sin decir nada y sin manifestar cosa alguna»
Al día siguiente estaba la ambulancia recogiendo los restos
fúnebres de la anciana, que había sido hallada por un
transeúnte que pasaba por el lugar y había sentido el fuerte
olor fétido que provenía del cuerpo sin vida de la ya
desaparecida viejecita; mientras que Saya observaba desde
lejos como los enfermeros metían en una gran bolsa negra
a la que fue por dos largos años su compañera de penurias
y desgracias, para ir a parar en una fosa común. De
repente, Saya da un fuerte aullido muy profundo como si
fuera una loba en un bosque y en plena luna llena.
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contenido. La bolsa con tenía exactamente desperdicios de
comida. Saya toma la bolsa con su boca y la arrastra hacia
un lugar seguro y luego despedaza con sus dientes la bolsa,
derramando así el preciado contenido que iba a saciar a la
hambrienta canina. Luego de saciarse de desperdicios, Saya
se marcha satisfecha del preciado banquete que por fin
pudo darse.
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bienvenida, sino para recibirlos con ingratitud. Para Saya
éste acontecimiento era nuevo, puesto que nunca había
tenidos sus primeros cachorros, ya que era su primera vez.
Pero los iba a tener en una condición bastante desfavorable
para ella y sus tiernos cachorros. Pero que de alguna
manera los traía a este mundo cruel y perverso.
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de la vida debía ocurrir. La noche oscura y fría fue la testigo
segunda de un parto exitoso y sin problemas.
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les iban hacer coger por caminos muy distintos, y quizás
desdichados. Pero sólo la vida y el destino lo sabían.
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Saya, muerta por un bocado envenenado, era víctima de las
injusticias de la vida, y de una humanidad casi perversa y
sin corazón hacia los otros seres vivos. Los cuatro
cachorritos hermanos de Mury, fueron separados
injustamente por la misma humanidad ingrata y sin valor
moral y sentimental. Ahora Mury estaba solo en este
mundo, como lo estuvo por un tiempo su desaparecida
madre, Saya, pero su soledad no iba a durar mucho, porque
Aldrin, un joven gamín lo iba adoptar como su dueño. En
ese entonces, el destino y la historia de Mury iban a ser
diferente a la de su pobre madre Saya y la de sus
hermanos.
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El perrito Mury
Capítulo I.
Aldrin y Mury
16
Aldrin en voz alta. –Susu, Sasu… Mito… Muso –. Decía
Aldrin haciendo mentalmente una lista de los posibles
nombres que debía tener el perrito.
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Mury se iba a convertir en el discípulo número uno de su
gran maestro “Aldrini el fantástico”. Al día siguiente, Aldrin
se lleva consigo a Mury que tenía como su primer nombre,
hasta ahora, Suertudo.
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llamaba mucho la atención, y que daba la impresión de ser
muy caro o costoso.
– ¿A quién le robaron ese reloj? –. Les preguntó Aldrin, no
creyendo lo que estos le decían.
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–En vez de Suertudo le hubieras puesto o llamado Lanudo,
que es un nombre que combina por su exuberante pelaje –.
Dijo Laura. –Además, es muy bonito para que lleve ese
nombre que le pusiste –. Asintió una vez más Laura.
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su mano derecha. Era un anillo bien grueso, con una “eme”
mayúscula en alto relieve y cinco incrustaciones de
esmeralda en las cinco puntas de la “eme”.
21
–Bueno muchacho ¿En dónde vives? –.
–No tengo casa y vivo en las calles –.
– ¿No te gustaría vivir en un lugar de refugio? Porque te
puedo ayudar –. Le dijo el humilde y distinguido caballero.
–No, gracias. Así estoy bien –. Le dijo Aldrin.
–Pero muchacho, vivir en las calles no es algo muy
agradable –.
–Sí, es verdad. Pero si me ayudan a mí, también debería
ayudar a mis amigos y a muchos más que también viven en
las calles como yo –. Replicó Aldrin.
–Bueno, eso sí es verdad, tienes toda la razón. Si te ayudo a
ti; también debería ayudar a otros que no tienen hogar o
un lugar donde morar. En este mundo hay muchas
personas que necesitan de una buena conmiseración –. Le
dijo el distinguidísimo caballero.
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–No te preocupes por eso, yo quiero dártelos –. Insistió el
hombre.
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– ¡En veinte mil pesos un reloj tan barato como ese! –. Dijo
Aldrin sorprendido de lo que estaba escuchando.
– ¡Sí! porque el mismo señor nos pidió que le mostrásemos
el reloj y luego sin decirnos nada, sacó un billete de veinte
mil pesos y nos los dio, y nosotros le dijimos que el reloj
sólo costaba tres mil pesos. Pero el nos dijo que no
importaba, que lo dejáramos así, y luego le entregamos el
reloj y después se fue por su camino, sin decirnos nada y
sin pedirnos el cambio del billete que nos había dado –. Le
explicó Laura.
24
El perrito Mury
Capítulo II.
25
–Bueno señor Abundio, queremos unos vasos con leche y
galletas –. Le dijo Laura observando unas sabrosas galletas
grandes que estaban en el mostrador.
–Esas son a quinientos pesos, cada una –. Respondió don
Abundio.
–No importa. Deme seis –. Le dijo Laura.
–Y a mí me da cuatro –. Le dijo Aldrin.
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caerte muerto. O es que acaso piensas hacer magia para
tener una, porque hasta eso te hace falta. Porque si fueras
mago ya hubieras montado no solamente un kiosco, sino
un gran circo o algo así por el estilo. Además, tú no sabes
leer y para poder tener un negocio así, aunque sea grande
o pequeño debes saber leer y escribir. También debes
saber matemáticas y algo de contabilidad para poder
administrar un negocio así como éste –. Le dijo Laura.
– ¡No importa! Algún día lo tendré y saldré de esta
condición en que estoy. Y si eso llegara a pasar, ustedes
serán mis ayudantes y saldremos de esta situación en que
nos encontramos –. Le dijo Aldrin con mucha seguridad y
convicción de lo que le estaba diciendo.
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– ¡Ay! Se me olvidaba darle de comer a Suertudito. Que
falla la mía –. Dijo Aldrin.
– ¿Y eso que es? –. Preguntó el señor Abundio.
– ¡Ah! Es un pequeño perrito que me encontré ayer en la
noche en un pequeño callejón sin salida –.
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–No se preocupen, no me deben nada. Todo corre por mi
cuenta –. Contestó don Abundio.
–Pero don Abundio, si nosotros tenemos dinero pa’ pagarle
lo que comimos. Dijo Aldrin sorprendido por primera vez
del cumplido del señor Abundio.
–No se preocupen muchachos, yo conozco la clase de
personas que son ustedes. Váyanse tranquilos que al que
da al pobre a Yahvé presta –. Les dijo don Abundio.
– ¡Muchas gracias don Abundio! –. Dijeron todos a una sola
voz. Luego los muchachos se marchan todos alegres y
contentos.
29
mandan los poderosos y los pobres son títeres, esclavos y
animales de la alta sociedad.
30
El perrito Mury
Capítulo III.
El anillo de oro
31
Aldrin saca de sus mugrientos bolsillos un pañuelo casi
sucio y envuelve con él el anillo recién encontrado y lo
guarda en sus mugrientos bolsillos de sus pantalones. Al
llegar la mañana, Aldrin toma a Mury en sus brazos y se va
con el cachorro para una compraventa que estaba cerca del
lugar de donde Aldrin y Mury vivían.
– ¡Buenos días! –.
– ¡Buenos días, Aldrin! ¿Qué te trae por estos lugares? –. Le
preguntó Chepe, un empleado y encargado de la
compraventa, que conocía muy bien a Aldrin.
–Quiero saber qué clase de anillo es éste y cuanto cuesta –.
Dijo Aldrin sacando el anillo del mugriento pañuelo y luego
se lo muestra a Chepe sin soltarlo, pero éste le dice que le
dejara ver el anillo y Aldrin lo suelta; entregándoselo con
toda confianza a Chepe.
–Aldrin, éste es un anillo de oro y es muy costoso. No tiene
ninguna clase de inscripción que pueda identificar al dueño,
y, por lo que veo tiene muchos años de bastante existencia.
¿De quién es este anillo? –. Le dijo Chepe con una gran
experiencia en joyería.
– ¡No sé! Me lo encontré ayer en la noche en el viejo
callejón del sur –.
– ¿Y qué piensas hacer con él, sino tiene dueño? –.
–Será venderlo, pero no sé cuánto cuesta. Solamente tú me
puedes decir el precio de él –.
–Aldrin, este anillo puede estar costando como unos tres
millones de pesos en el mercado. ¿Pero qué piensas hacer
con tanto dinero? –.
32
Aldrin enseguida pensó en colocar o montar su propio
negocio al enterarse del valor del anillo.
33
El anillo que Aldrin se había encontrado en el viejo callejón,
pertenecía a la anciana que había muerto por causa de una
fuerte asma. Era lo único de valor que poseía ésta antes de
morir. Se lo había quitado de su dedo para guardarlo, pero
la muerte no le dio tiempo porque la fuerte asma atacó sin
piedad a la desgraciada anciana de noventa años de edad,
que cayó al suelo con una agitada respiración, mientras que
Saya lamía su cara y sus manos ateridas del frío nocturno.
La anciana suelta el anillo que tenía empuñado en su mano
derecha y luego abandona la anciana el mundo de los vivos.
El anillo comenzó a rodar y a rodar hasta quedar dentro de
un montón de viejos cartones mojados. Luego, el alma de la
viejecita sale en esos momentos de su cuerpo viejo y
desgastado por el pasar del tiempo. El alma que salía de
ese desgastado cuerpo era diferente, era un alma juvenil y
muy jovial; lleno de una vida nueva que no tendría más
problemas, de los que había tenido en el mundo que
dejaba atrás para ir a un mejor y más excelente lugar. El ser
espiritual miraba por última vez el cuerpo sin vida y
desgastado por los años. Esta intentaba palpar con sus
manos el frío cuerpo sin alma y espíritu; pero esta no podía
tocarlo. Luego toca su nuevo rostro espiritual comparando
el cuerpo fúnebre con su apariencia divina y rejuvenecida
por Dios. También intentaba acariciar a Saya pero no pudo.
Saya ladraba al espíritu joven que estaba parado junto a
ella, ya que Saya si la podía ver pero no la podía reconocer,
ya que era un nuevo ser muy diferente. Era un ser
espiritual. De repente, una luz sobre natural en forma de
estrella se posa encima de ella diciéndole: – ¡Salomy,
Salomy! Es hora de ascender al paraíso de los vivientes
34
eternos –. Y esta atiende el divino llamado, luego Salomy
desaparece del lugar para irse a las moradas eternas donde
moran los deseados de Dios y de Su Hijo Cristo.
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El perrito Mury
Capítulo IV.
El kiosco de Aldrin
36
Los amigos de Aldrin llegaron al nuevo kiosco del barrio y al
ver a la gente comprar en él nuevo kiosco, deciden llegar
para ver al nuevo residente comercial que era nada más y
nada menos que su mismo y antiguo amigo Aldrin. Al
acercarse ellos al lugar, vieron al que estaba vendiendo y
era nada más y nada menos que su amigo Aldrin. Éstos,
sorprendidos y maravillados de lo que estaban viendo, le
preguntan:
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tendrás que prestar por algunos días a tu perrito –. Le dijo
Laura admirada de lo que estaba viendo.
38
persiguiendo a un inocente e inofensivo Pacopaco o
saltamontes que había caído del techo del quiosco. Mury
jugueteaba al paso de su amigo insecto, hasta que se alejó
de su amo Aldrin. Pero éste, pendiente al kiosco y a la tanta
satisfacción que lo tenía embargado a él y a sus amigos, no
se percató de que su tierno perrito estaba a punto de
perderse por su descuido emocional que lo tenía distraído.
39
El perrito Mury
Capítulo V.
El extravío de Mury
40
Suertudo no estaba por ningún lado del kiosco y éste
desesperado sale del kiosco para buscarlo con diligencia,
pero Mury no daba rastro alguno de su paradero.
41
– ¡Qué bonito perrito! Debes estar perdido. Pero ¿Quienes
serán tus dueños? –. Dijo la niña al ver llorando a Mury
quejumbrosamente por estar perdido y fuera de sus
contornos, luego toma al perrito y lo mete en su morral de
lana, que siempre lleva al colegio todas las tardes, para
esconderlo así de sus padres y estos a su vez no le vieran al
perrito cuando llegara a su casa. Aunque ella pensaba llegar
a su casa sin que sus padres se dieran cuenta.
42
– ¡Ay Aldrin, deja tu exageración y tu pesimismo ya! Él
aparecerá en algún momento –. Le dijo Laura.
43
El perrito Mury
Capítulo VI.
En la casa de Alicia
44
poder esconder a Mury y luego buscarle el escondite
perfecto para su cachorrito, y que sus padres no llegaran a
descubrir a su mascota.
45
Alicia, sin vacilar, se devuelve a la cocina y toma del
refrigerador varias galletas más y las mete en el bolsillo
interno de su chompa o falda. Alicia para disimular le
pregunta a su madre: –Mami ¿A qué horas va a estar la
comida?
–A las seis y media –.
–Está bien –. Le dijo Alicia.
46
Luego de haber recogido los pedazos de la destrozada
libreta, saca las galletas que había escondido en el bolsillo
interno de su faldita y se las da a Mury. Luego Alicia
enciende su televisor y coloca el canal dos, en esos
momentos estaban presentando al Chavo del ocho. En esos
mismos instantes, Alicia recordó un programa del Chavo en
donde la Chilindrina le colocaba un nombre al perrito de
peluche que su papá le había regalado.
47
Alicia acomoda muy bien al perrito sobre una cobija y luego
cierra la puerta del closet, quedando Mury encerrado
dentro del closet y a oscuras. Luego Alicia sale
inmediatamente de su habitación y se dirige con prisa al
comedor. Su madre y su padre la esperaban para poder dar
inicio a la cena.
48
Alicia, por su desespero de terminar de lavar la chismera
que le tocaba lavar también todas las noches, deja caer por
su desespero y por la carrera de terminar rápido, un plato
de loza y lo quiebra. En esos momentos iba entrando su
madre a la cocina. Alicia nunca había quebrado un plato
hasta ese momento.
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misteriosa por el extraño comportamiento que tenía su
hija.
–Está bien mamá, como usted diga –. Dijo Alicia para
disimular tranquilidad y normalidad.
50
cuenta –. Dijo Alicia apagando la lámpara para poder
conciliar totalmente el sueño.
51
El perrito Mury
Capítulo VII.
En el sueño de Alicia
52
–Sí señorinna, éste es el país de los perros en el cual usted
se encuentra –. Afirmó el honorable y distinguido perro
caballero con un elegante refinamiento para hablar, he
intentando pronunciar la palabra “Señorita” con mucha
elegancia y finura.
53
–Dije que ahí viene el “PERROBOMBERO o
BOMBEROPERRO”. Así le llamamos aquí en nuestro país.
No sé cómo le llaman ustedes en su mundo –.
–Nosotros le llamamos bombero solamente –. Dijo Alicia
encogiéndose de hombros.
–Vamos, la invito al perrorestaurante –.
–Óigame, pero si no nos conocemos, cómo puedo aceptarle
a usted una invitación –. Le dijo Alicia.
–Bueno, si ese es el problema por el cual no puede aceptar
mi invitación, me presento a usted señorinna. Mi nombre
es Kassio y a sus ordenes mi querida señorinna. ¿Cuál es su
nombre? –. Preguntó el caballero perro quitándose su
sombrero y pronunciando con finura la palabra señorita.
–Mi nombre es Alicia Pérez Olmos –.
–Bueno, así está mejor ahora ¿No? Ya nos conocemos.
Ahora sí puede aceptar mi invitación al restaurante, mi
querida señorinna –.
–Bueno, está bien señor Kassio –. Contestó Alicia.
54
de fútbol o mejor dicho dos estadios de fútbol» –. En esos
momentos Kassio la interrumpe.
– ¿En qué piensa, mi querida señorinna? –.
–No en nada, gracias por preguntar –.
55
y más cercanos. Ellos llaman a ese alimento en su país el
perro caliente, para así recordarnos también a nosotros
como sus enemigos naturales –.
56
perrosperiódicos iba en perrobicicleta vendiendo los
últimos periódicos que le quedaban y éste gritaba: –
¡Atención, atención! Se agudiza las relaciones
internacionales entre perros y gatos. ¡Atención, atención! –
.
57
y preocupante en el rostro de Kassio, le pregunta: – ¿Qué
sucede señor Kassio? –. Éste le responde a Alicia
mostrándole el artículo que anunciaba la crisis de los dos
países: Perruno y gatuno. Alicia lee cuidadosamente los dos
fragmentos de los artículos periodísticos en voz alta.
58
–Entonces ¿Por qué no dejan que los gatos lo anexen a su
país? Quizás ellos sean los nuevos aliados y les den
protección.
– ¿Protección? Alicia ¿Es que no lo has entendido? Ellos son
gatos, y ellos no buscan la prosperidad y el bienestar del
país de los ratones. Ellos quieren exterminarlos como si
fueran bocadillos. ¿Ahora sí te distes cuenta de la magnitud
del problema y por dónde viene el conflicto?
–Ah, ya entendí –.
–Todo conflicto tiene un trasfondo muy oscuro, en la cual
juegan muchos intereses personales y privados –. Le dijo el
distinguido perro a Alicia para cerrar la conversación.
59
que les brindemos para que los gatos no los tomen por
sorpresa y los invadan –.
60
diplomático. Alicia, que no tenía velas en ese entierro,
estaba también preocupada por el conflicto que estaba a
punto de estallar o de desatarse entre los tres países:
Gatuno, Perruno y Ratuno, tres enemigos por naturaleza.
61
El perrito Mury
Capítulo VIII.
La idea de Alicia
62
Alicia toma a Mury y lo esconde en su armario, mientras
ésta sale a darse un baño mañanero.
63
caninos que será el treinta de noviembre. ¡Cupos
limitados!” –.
64
– ¡Ay! Alicia tú si eres supersticiosa. Cuantas veces no he
leído el periódico después de haber desayunado y hasta a
hora no me ha pasado nada –.
–Pero por lo menos repósate un buen rato y después lees –
.
65
castigada, ya que tenía un perro en la casa y que estaba
escondido. Mury, hambriento y desesperado por salir del
armario, daba quejidos y ladridos de fastidio.
66
no hubiera nada de sus útiles escolares por ahí rondando
que pudiera destruidos por los voraces dientes del perrito.
Alicia sale cuidadosamente de su habitación cerrando tras
de sí la puerta para evitar que Mury saliera y lo
descubrieran sus padres. Luego baja las escaleras y llega
hasta la cocina en donde estaba su padre bebiendo un vaso
con agua. Alicia toma una esponja y la empapa de crema de
jabón fab y comienza a lavar y a enjuagar todos los chimes
del desayuno. Luego los seca muy cuidadosamente para
evitar quebrar alguno y los acomoda en sus respectivos
lugares donde van puestos. Alicia, la madre, bajaba
también de su habitación y ésta vestida de rosado, tomaba
la cartera que estaba en el sofá azul oscuro. La cartera
hacía juego con su vestido rosa. Mientras que su esposo
llevaba pantalones negros, zapatos negros bien lustrados y
brillantes, una correa de cuero negra con hebilla plateada,
camisa de manga corta azul que no se había abrochado
totalmente, dejando sin abrochar el botón del cuello por
cuestión del calor.
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dormía sobre una sabana que había halado de la cama de
Alicia.
68
señora de tez muy blanca se asoma a la ventana que tenía
un hojal abierto.
69
–Bueno señora Miriam, muchas gracias –.
70
La madre de Alicia aprovechó que se había ido para
confirmar sus sospechas acerca de su hija y de lo que
posiblemente estaba escondiendo. Ésta entra al cuarto de
Alicia para ver que encontraba, pero no encontró nada
sospechoso; solamente un pedazo de hoja de papel de su
libreta de borrador que Mury había destrozado con sus
voraces dientes caninos, pero que no le llamó mucho la
atención a su desconfiada madre. Ésta se agacha para ver si
había algo más debajo de la cama, pero sólo estaba ese
pedazo de papel que Alicia, su hija, por descuido no había
recogido.
71
– ¿Tú tienes una mascotita? Pero si tus padres no gustan de
animales ¿En dónde vas a tener tú una mascotita? –.
–Es que no lo tengo en mi casa. Una buena vecina y amiga
me lo está cuidando –.
– ¿Cómo es tu mascota? –.
–Es un hermoso y bello perrito. Se llama Peluchín–.
– ¡Ja, ja, ja, ja, ja! ¿Peluchín? Que nombre tan cursi ¿En
dónde lo sacaste? –. Le dijo Sonia con una antipatía, típico
de una niña de la alta sociedad y mal criada.
72
Alicia era una niña muy ingenua, ya que no sabía que en el
concurso participarían toda clase de canes que estaban
bien amaestrados y entrenados para poder concursar y
llevarse el premio mayor. Mury era apenas un cachorro que
estaba comenzando a crecer y que a la vez no iba a dar la
talla en ese concurso por ser apenas un joven cachorro, aún
sin experiencia de la vida canina. Pero que sí daría una
grata sorpresa a sus expertos rivales caninos, porque Mury
sí se ganaría un premio por ser el cachorro más tierno y
especial de todo el concurso. Con ese premio especial,
Mury obtendría el tiquete de entrada en la casa de Alicia,
ya que sus padres se sentirían por primera vez satisfechos
de tener en su casa a un verdadero campeón canino, y no
solamente eso. Sino que también, por primera vez se
rompería la regla de prohibición que sus padres le habían
impuesto a Alicia su hija.
73
El perrito Mury
Capítulo IX.
La tristeza de Aldrin
74
– ¿Y eso? ¿Por qué esa expresión bastante triste? ¿Acaso
sucede algo malo? –
–Vea señora Miriam, lo que pasa es que…–.
–Ay señora Miriam, no pasa nada. Es que Aldrin es un poco
pesimista y exagerado –. Interrumpió Laura la conversación
que iba a tener Aldrin con la señora Miriam y que iba a
permitir el hallazgo de Lanudo, pero que no fue así.
–Haber señora Miriam ¿En qué podemos servirle? –. Le dijo
Laura para dar por terminado el asunto que quedó
inconcluso.
–Bueno, necesito dos melones, una libra de azúcar, una
docena de huevos, una libra de uvas y dos litros de leche –.
–En seguida le despacho, señora Miriam –. Le dijo Laura
abriendo el refrigerador y sacando los dos litros de leche.
–A propósito ¿Cómo fue que montaron tan rápido este
kiosco? –. Indagó la señora Miriam.
–Bueno señora Miriam, fue cuestión de suerte. Gracias a un
anillo de oro que me encontré en el viejo callejón del sur.
Aunque yo no sabía qué clase de anillo era, lo llevé a una
compraventa y se lo mostré a un viejo amigo que trabaja en
la compraventa y él me dijo que era de oro y que su valor o
costo era de tres millones de pesos, pero mi amigo Chepe
me dio por él dos millones quinientos; y así pude montar
este kiosco que usted está viendo ahora –. Explicó Aldrin en
una forma breve y corta.
–Eso sí es tener una suerte de perro –. Dijo la señora
Miriam, haciéndole recordar nuevamente a su tierno
perrito extraviado.
–Por eso, señora Miriam, fue que me lo encontré, por un
perro –. Le respondió Aldrin al traer a colación el asunto del
perro.
75
– ¿Cómo así que por un perro? –. Preguntó sorprendida la
señora.
–Sí, es que yo antes de encontrarme el anillo, me había
encontrado primero un perrito muy simpático que se me
ha per…–.
–Aquí tiene los huevos, la libra de azúcar, los dos melones y
la libra de uvas. ¿Necesita algo más señora Miriam? –.
Interrumpió nuevamente Laura, entregándole las cosas que
había pedido y que faltaba por despachar.
–Bueno Aldrin, después me cuentas lo del perro –. Le dijo la
señora tomando las cosas y marchándose a su casa,
olvidando pagar la compra.
–Tú no dejas hablar a uno –. Le dijo Aldrin un poco molesto
por las constantes e imprudentes interrupciones de Laura.
– ¡Qué nada! Si sigues así y pensando en ese perro, vas a
terminar perdiendo en verdad este negocio por tu descuido
sentimental –.
76
–Porqué no van donde la señora Miriam, que estuvo aquí y
le dicen si nos puede hacer el favor de prestarnos una
escalera. Ella tiene una –. Les dijo Laura.
–Bueno está bien –. Contestó Paco.
77
volverás a ver; así como la vida te lo dio, te lo puede volver
a regresar –. Le dijo Pepe colocándole una mano en el
hombro derecho y dándole buen ánimo.
–Eso es lo que he intentado decirle hace rato, pero él no se
deja ayudar anímicamente –. Dijo Laura.
78
La señora Miriam abre la puerta. Era Alicia, vestida con un
trajecito rosa. Ésta saluda alegremente a la que en esos
momentos era la cuidadora confidente de su tierno y
adorable perrito.
79
El perrito Mury
Capítulo X.
El paseo de Mury
80
quiere invertir en la educación del más pobre –. Replicó
una vez más la señora, luego hace entrar a Alicia a la casa.
81
precaución hacia su casa para tener cuidado de que sus
padres no la vieran salir con el perrito en sus brazos.
82
–Peluchín –.
–Yo pensaba que tus padres no te iban a dejar salir hoy –.
Le dijo Juliana tomando a Peluchín en sus manos.
–Pues creíste mal, porque sí me dieron permiso –.
– ¿Y cómo hiciste para que no te vieran con el perrito? –.
–Bueno, mi papá estaba viendo televisión y mi mamá se
estaba bañando en esos momentos. Luego, le pedí permiso
a mi papá quién me dijo que sí, y así aproveché la ocasión
para poder salir mientras que mis padres estaban
ocupados. Luego llegué a la casa de la señora Miriam, la
que yo te había dicho que me estaba cuidando el perrito y
se lo pedí prestado por un par de horas. Luego de que ella
me lo dio, salí con mucha cautela mirando hacia mi casa
para ver si no estaban por allí mis padres y no me
descubrieran llevando con migo un perrito, y, cuando vi
que no había moros en la costa, apresuré el paso y doblé la
esquina de la cuadra. Luego bajé a mi Peluchín y le puse
esta hermosa cadena que le conseguí ayer para poder
sacarlo a pasear –.
–Tú si eres astuta y muy arriesgada, Alicia. Te han podido
coger tus padres con las manos en la masa – le dijo su
amiga sorprendida de la osada hazaña.
83
–Bueno hija, pero no te vayas a demoran tanto en la calle y
ten mucho cuidado con los carros –.
–OK, mami –. Le dijo Juliana.
84
Estos estaban cargados de muchos mangos entre verdes y
maduros que algunos niños inquietos se montaban en ellos
para poderlos coger y comer.
85
– ¿Les sirve esa? Es un poco larga – les dijo la señora
Miriam, señalándoles la escalera que estaba recostada a la
pared y junto a una pequeña casa para perros.
–Claro que sí nos sirve, señora Miriam –. Contestó Paco.
–Señora Miriam ¿Usted tiene perros? –. Preguntó Pepe,
analizando la casa para perro.
– ¡No! ¿Por qué? –.
–Por la casita de perros –.
– ¡Ah! Esa era de un perro que tuve hace veinte años y que
se me murió de viejo –.
– ¿Y cómo se llamaba? –. Preguntó Paco.
–Bruno. Aunque yo le quería llamar Snoopy, pero mi
difunto esposo no quiso y le puso Bruno –.
–Qué bonito nombre. Así le hubieran llamado a Lanudito –.
Dijo Paco.
– ¿Quién es Lanudito? –. Preguntó la señora Miriam.
–El perro que se le perdió a Aldrin ayer por la tarde –. Le
dijo Paco.
– ¡Ah! El perro que él me mencionó esta mañana –.
–Sí, ese mismo –. Contestó Paco.
– ¿Y cómo fue que se le perdió? –.
–Bueno, señora Miriam. Es una historia un poco larga. De
pronto otro día le contemos –.
–Bueno sí. Porque tengo, también, mucho que hacer y no
he podido preparar el almuerzo –.
86
–Bueno, señora Miriam. Cuando desocupemos la escalera
se la traemos –. Le dijo Pepe.
–No hay problema, mis hijos. Como ustedes quieran.
Trabajen con calma –. Les dijo la señora.
87
La salida de Mury de la casa de la señora Miriam había
evitado que Paco y Pepe hubieran dado con el paradero del
perrito. Alicia, quién había evitado inconscientemente su
aparición y hallazgo, lo había sacado a pasear al parque que
estaba al frente de la casa de su amiga Julianita. Estas,
felices y contentas, jugaban con su adorable y tierno
cachorrito Peluchín.
88
– ¡Ring, ring! ¡Ring, ring! –. Sonaba el timbre
insistentemente.
89
–Muy bien, señora Miriam –.
–Bueno, Alicia. Voy a llevarlo al patio para darle de comer,
porque debe estar hambriento –.
–Bueno, señora Miriam. Hasta luego –.
–Hasta luego, Alicia y muchas gracias –. Le dijo la señora
Miriam cerrando tras de sí la puerta y despidiéndose
también de la madre de la niña.
–Hasta luego, señora Miriam –. Contestó la madre de Alicia.
90
–Bueno hija ¿Cómo te fue con tu amiga? –.
–Bueno mami, jugamos bastante y paseamos por el parque
–. Le dijo Alicia con un aire de más tranquilidad al notar que
su madre no se había dado cuenta de la mentira que había
presenciado o de la actuación que había dado su hija con la
señora Miriam.
91
sabía muy bien y que debía obedecer, respetar y cumplir a
cabalidad.
92
El perrito Mury
Capítulo XI.
93
–Amor ¿Tú tienes goma para pegar zapatos? –. Pregunto el
señor Marcos a su esposa Alicia.
–No –. Contestó su mujer.
– ¿Y ahora dónde puedo conseguir un poco de goma? –.
–Papi, si quieres voy al frente, donde la señora Miriam y le
pido un poco de goma. Ella sí debe tener goma de zapatos
–. Dijo Alicia sagazmente y con astucia al ver la gran
oportunidad que se le estaba presentando.
–Bueno, está bien, pero no te vayas a demorar tanto –. Le
dijo el señor Marcos a su hija.
–Bueno papi –. Contestó Alicia sacándole provecho a la
oportunidad que se le había presentado, y, poder conseguir
y concebir su objetivo anterior: Hablarle a la señora Miriam
del concurso y proponerle que la acompañara al dichoso
evento.
94
nos puede hacer el favor de regalarnos un poco de goma?
si tiene –.
–Claro que sí. Déjame ver si tengo por ahí un frasco con
goma –. Le dijo la señora Miriam buscando en un armario
que estaba en la cocina.
95
–Eso es lo que ocasiona éste gobierno por no pagar a
tiempo las mensualidades de los maestros –. Dijo la señora
cruzándose de brazos.
–Ya no es solamente por eso señora Miriam. Ahora es por
la privatización de los colegios y universidades del Estado –.
Le dijo Alicia dándole el nuevo motivo por el cual se
prolongaba el paro.
–Éste gobierno ya no quiere que el pobre estudie. Todo lo
quieren privatizar, no le quieren dejar nada al pobre –. Dijo
la señora inconforme con la situación académica pública.
–Bueno, señora Miriam. Dejando ese tema a un lado y
siguiendo con el nuestro, es decir con el concurso ¿Siempre
me va ayudar? –.
– ¿Y en qué consiste ese dichoso concurso? –.
–Bueno, señora Miriam. Nosotros vamos, inscribimos a
Peluchín y luego esperamos el día del concurso, en donde
se van hacer pruebas eliminatorias. Donde se clasificaran a
los tres mejores perros por cada ciudad del país al gran
concurso nacional y de ahí saldrá los otros tres mejores
perros del país –. Le dijo Alicia muy ilusionada con el
concurso.
–Alicia, para que tu perrito pueda concursar debe estar
muy bien entrenado y apto para el concurso, y, tu pequeño
perrito apenas es un cachorro –. Le dijo la señora Miriam
acariciando a la niña para evitar desanimarla y no causarle
mayor tristeza alguna por su idea. Pero ésta no se inmutó
ante la opinión de la señora, sino que sacó fuerza y pecho
confirmando su decisión de inscribir al perrito en el
concurso.
–No importa, señora Miriam. Nada se pierde con probar –.
96
–Bueno, está bien ¿Pero cómo vas hacer con tus padres? –.
Le dijo la señora al ver la insistencia y la decisión con que
estaba resuelta la niña.
97
–Está bien, señora Miriam –. Luego sale Alicia de la casa
vecina con el frasco de goma en la mano y feliz de haber
conseguido su propósito y objetivo deseado: Convencer a la
señora Miriam del concurso.
98
– ¡Tiling, tiling! ¡Tiling, tiling! –. Sonó el timbre de la puerta.
– ¿Quién será? –. Preguntó el padre de Alicia levantándose
del sofá donde estaba sentado junto a su esposa para
atender a la puerta y recibir al que en esos momentos
llamaba.
–Buenas tardes, señor Marcos –.
–Buenas tardes señora Miriam. ¿Qué la trae por aquí? –.
– ¡Ay! Señor Marcos, le vengo a pedir un favor ¿Será que
usted podrá dejar salir a su hija con migo esta tarde? Por
ahí como a las dos. Es que voy hacer un par de diligencias y
no me gustaría salir sola a la calle –.
–Bueno, señora Miriam vamos a ver si la niña quiere –. Le
dijo el señor Marcos a la señora.
99
la pensión de su esposo que le quedó a ella, es decir, el
sueldo que debía cobrar siempre todos los quince días de
cada mes. La contextura de la señora Miriam era gruesa y
blanca como la leche. Su cabello corto y canoso, con pocas
señas de cabello negro. Era una señora de buen humor,
buenos modales y gozaba de buena salud.
100
–Era para pedirme permiso de dejar que nuestra hija salga
esta tarde con ella, para que la acompañe hacer unas
diligencias. Porque a ella no le gusta salir sola –.
– ¿Y qué le dijiste? –.
–Que sí. Porque no podía decirle que no a una señora que
es muy buena y amable. Además, me sacó de un aprieto
con los zapatos. Ya que me regaló un poco de goma para
poder pegar los zapatos que estaban despegados de las
suelas –.
– ¿Y la niña qué dijo? –.
–Bueno, aceptó salir con ella esta tarde –.
–La señora Miriam sí que está bastante encariñada con
nuestra hija –.
–Sí, así me dijo ella. Lástima que no haya tenido hijas, sino
hijos –.
–Las hijas son más apegadas a sus padres que los hijos
varones –. Dijo su esposa.
–Así parece ser –. Respondió su esposo.
101
puerta del closet. La madre de Alicia observa los rasguños
cuidadosamente palpándolos con detenimiento.
102
mentirillas esporádicas, que ésta inventaba como recurso a
su autodefensa hacia sus padres; pero más hacia su madre.
103
evitar mojarse la ropa y tener que desvestirse para luego
cambiarse nuevamente de ropa.
104
su condición física o de salud. Además, estas personas por
su condición o edad necesitan siempre de la compañía de
alguien que les colabore en algo –. Le dijo Alicia con cierta
verdad que impresionó bastante a su madre.
105
Cuando llegaron al lugar de la inscripción que era el teatro
municipal de eventos culturales, había solamente cuarenta
y siete personas y con la llegada de ellas sumaron cuarenta
y ocho. Ya que no había en el lugar muchas personas como
se esperaba o como había dicho la señora Miriam y se
imaginaba también Alicia. Luego llegaron dos personas más
con sus mascotas caninas a la fila y con esa cantidad se
cerró el ciclo de inscripción, puesto que no habían llegado
más personas al lugar. Únicamente estaban las cincuenta
personas esperando turno para inscribir a su perrito.
106
Esto hacía ver a la señora Miriam la poca consideración y
apatía a ciertas actividades y programas culturales que
permitían promover el buen aprovechamiento del tiempo
libre desperdiciado por aquellos que no tienen oficio y que
además se dedican a otras cosas, en vez de aprovechar al
máximo el tiempo muerto que están sin hacer nada. La fila
seguía avanzando gradualmente, y a medida que avanzaba
llegaban grupos de a dos personas a la fila que seguía
decreciendo más en vez de aumentar. La señora Miriam y
Alicia eran ya las número quince en la fila.
107
nariz fileña. Era una mujer de algunos veinticinco años de
edad.
– ¿De quién es el perro? –. Peguntó la simpática mujer.
–Mío –. Contestó Alicia.
– ¿Cuál es su nombre? –.
–Peluchín –. Respondió Alicia.
– ¿Qué edad tiene el perrito? –.
– Como ocho meses –. Contestó la señora Miriam.
–Dirección –.
108
llegó a su casa muy contenta, después de haber dejado a
Mury con la señora Miriam en su casa.
109
–Gracias a usted señora Miriam –.
–Me saluda al señor Marcos –.
–Bueno señora Miriam, gracias –.
110
El perrito Mury
Capítulo XII.
111
–Bueno, hasta ahora he tenido varios nombres. Pero me
puedes llamar por mi último nombre, que es Peluchín –.
– ¿Ella es tu dueña? –.
–No, solamente está cuidando de mí –.
– ¿Y quiénes son tus dueños? –.
–Bueno, hasta ahora he tenido dos –.
– ¿Dos? ¿Y dónde están ahora? –.
–Bueno, mi nueva dueña debe estar en su casa con sus
padres. Pero de mi primer amo no sé nada desde el día en
que me extravié por estar jugando y persiguiendo a un
humilde señor saltamontes –.
–Eso le pasa a todos los perros cachorros como tú –.
112
éste se encontraba hablando en su idioma animal con su
amiga la mariposita dorada.
113
Luego sale ésta al patio donde Mury yacía echado en la
verdísima y fresca grama del patio. Éste dormía su pequeña
siesta, cuando en esos momentos la mariposa se posa
sobre su nariz u hocico, despertando así a Mury. Luego
éste, al sentir a la mariposa posándose sobre su tierno y
adorable hocico frío y húmedo le pregunta: – ¿Qué sucede?
–.
114
–Bueno, siendo así ¿para qué voy a seguir en esta casa; en
donde las cosas son artificiales? Será mejor que me marche
y vaya en busca de mi preciado alimento –. Dijo la
mariposa.
115
–Bueno, nosotros somos diferentes a ustedes. Nosotros los
perros cuidamos de nuestros amos, somos fieles amigos y
siempre ellos nos tratan bien. Bueno, no todos; claro está.
Porque hay algunas personas que no gustan de nosotros,
que a veces nos echan a la calle o nos maltratan. Aunque
no todos los perros se portan bien, porque hay algunos
perros que cuando son malos; sus amos lo tienen que votar
o abandonar por su mal comportamiento y hasta los
sacrifican cuando cometen una acción muy grave: como el
morder a alguien o cuando son muy agresivos –.
– ¡Oh! Eso sí que es demasiado terrible. ¿Y cuántas veces te
han tratado mal?
–Bueno, hasta ahora no me han tratado mal. Pero lo que
quiero decirte es que a todos los perros como yo a veces
nos maltratan y hasta nos pueden abandonar cuando ya no
nos quieren o por cualquier otra causa –.
– ¿Y cómo sabes tú esas cosas? –.
–Porque lo he visto y también lo he escuchado decir de las
personas humanas.
116
mariposas con mucha cautela, para evitar que no se les
fueran a ir las dos maripositas. Mury y las maripositas no se
dieron cuenta de las intenciones de la señora. Cuando ya
ésta se hubo acercado lo suficiente a las dos mariposas,
atrapa por sus alitas a la bella y hermosa mariposita
dorada; mientras que la otra mariposita huía del lugar.
Mury quiso dar aviso, pero fue demasiado tarde. Éste
ladraba insistentemente a la señora Miriam para que
soltara a su amiga, pero la señora hizo caso omiso a sus
ladridos. La señora solamente quería ver más de cerca a la
mariposita, contemplar su belleza natural y no el hacerle el
menor daño posible a la delicada mariposita. Pero ésta,
apresada entre los dedos de la señora Miriam, intentaba
soltarse sin éxito alguno. Ésta seguía revoloteando entre los
dedos de la señora. Cuando ya la señora Miriam se cansó
de observarla, y, viendo que ésta revoloteaba
violentamente; la suelta para evitar romper alguna de sus
alitas. En sus dedos se había quedado impregnado un
polvillo dorado, que luego se limpiaba con un trapo.
117
–De las que nos libramos –. Le dijo la mariposita negra a la
dorada. –Estos seres humanos son muy peligrosos. Uno
nunca sabe cuando atacan –.
118
– ¿Y por qué no escoges éste lugar? Es un buen lugar –.
– ¡Oh no! Éste es un lugar muy peligroso para poder colocar
mis huevecillos. ¿Ya se te olvidó el susto que nos dio tu
ama cuidadora? –. Le dijo muy aterrada la mariposita por la
idea que le estaba dando Mury a ella.
–No, ella no es mala. Ella solamente quería contemplarte y
no hacerte ningún daño –. Le dijo Mury.
–Pero casi me rompe mis preciosas alas doradas. Y esa
hubiera sido mi total desgracia ¿Y luego con qué iba
después a volar? –.
–Sí, es verdad, pero ya viste que no te sucedió nada malo; o
sí –.
–Bueno, a la verdad no me pasó nada. Pero otro ser
humano como ella me pudo haber hecho algún daño.
Recuerda lo que me dijiste en la mañana acerca de que no
todos los seres humanos gustan de animales. Hay algunos
que les gusta capturar mariposas para luego traspasarnos
con alfileres muy grandes, luego nos meten en grandes
botellas con sustancias venenosas para conservarnos y
hacer de nosotras objetos de colección –.
–Sí, eso puede que sea verdad, pero en este caso la que
habita en esta casa es una persona maravillosamente
buena e incapaz de hacer un latrocinio como ese, y el cual
tú has acabado de decir –.
–Bueno, si es así como dices ¿En qué lugar de esta inmensa
casa puedo depositar mis huevos, sin que éstos corran
riesgo de peligro alguno y sin que tu cuidadora represente
para mis huevecillos tales peligros? –.
–Bueno, puedes depositar tus huevos en esas margaritas.
Ahí no tendrán ningún peligro tus huevos –.
119
–Bueno, está bien. Se me había olvidado que existían esas
flores –.
120
Mury, como despedida, lanza un ladrido nostálgico al aire y
así se cierra una amistad que para el perrito Mury fue la
más corta de su vida, pero que para su amiga, la mariposa
dorada, fue la más larga de su vida. La mariposita se fue
para nunca más volver, pero dejaba un manojito de nueva
descendencia de mariposas doradas en las margaritas.
121
El perrito Mury
Capítulo XIII.
122
buen interés que Aldrin tenía por comprar su antiguo local
para poder hacer sus sueños realidad. El buen hombre le
vendió el local por un precio bastante módico. Con alegría y
buena suerte, Aldrin le entrega el dinero que el señor
Gustavo, dueño del local abandonado, le había pedido. El
señor Gustavo, como era una persona honesta, honrada y
de buen negociar; le entrega un documento de propiedad
del local que éste le había vendido; y luego le da unas
recomendaciones:
123
Cuando Paco y Pepe hubieron terminado, recogieron las
cosas y la colocaron dentro del kiosco.
124
– ¡Claro señora Miriam! Un poquito larguita, pero sí nos
sirvió. Algo es algo peor es na’ –. Le dijo Pepe.
–Bueno muchachos, adelante –.
125
mientras que Mury, en señal de alegría, le lamía la cara a
Paco.
126
– ¡Aldrin, Aldrin! A que no sabes a quién nos acabamos de
encontrar –. Le dijo Paco muy contento del hallazgo de
Mury.
– ¡AJá! Cuéntenme a quién se encontraron ustedes –.
– ¡A Lanudo! –. Respondieron al unísono Paco y Pepe.
127
–No te preocupes, Paco se queda contigo atendiendo el
negocio mañana; mientras que Pepe y yo vamos a la casa
de la señora Miriam a ver a Lanudito.
–Está bien, que sea así, porque yo sola no me quedo aquí –.
128
Aldrin estaba muy entusiasmado por ver a Mury. Éste sin
tanto protocolo sale con Pepe al patio para poder ver por
fin a su adorable cachorro extraviado. Alicia, que no
entendía la visita de los jóvenes muchachos que habían
llegado a la casa de la señora, empezaba a sentir una
pequeña tristeza.
129
Alicia, al escuchar lo que Aldrin le había dicho se pone muy
contenta por la buena noticia que recibía.
130
– ¡Ah! Pa’ eso no hay problema. Yo me encargo de
entrenarlo –.
Contestó Aldrin muy emocionado por la idea que le había
brotado de inmediato.
– ¿Y cómo vas hacer, si tú nunca has entrenado perros? –.
Le dijo Pepe.
–Yo me las arreglaré. Claro, si Alicia me lo permite –. Dijo
Aldrin dirigiéndose a la niña.
–Sí, está bien. Esa es una muy buena idea. Y ¿Porqué tú
dices que hay que entrenarlo? –. Le preguntó Alicia a Pepe.
–Porque yo creo que he visto esos concursos, en donde las
personas llevan sus mascotas y éstas le dan órdenes, y,
éstos a la vez hacen lo que esas personas les dicen que
hagan. Y pa’ eso deben tener como una clase de
entrenamiento o algo así parecido. No sé, digo yo, pues –.
Le dijo Pepe.
–Bueno, de todos modos yo me encargo de entrenarlo –.
Replicó una vez más Aldrin.
131
Por fortuna, Alicia no perdió a su adorable perrito Peluchín,
que tuvo la suerte de quedarse con él. Ahora debían entre
Aldrin y Alicia entrenar y preparar a su pequeña mascota
para el concurso que se estaba aproximando lentamente.
La vida no solamente le daba la oportunidad a Aldrin de
encontrarse nuevamente con Lanudo, sino que también le
daba la oportunidad de ser su manager de entrenamiento
junto con Alicia su nueva dueña. Aldrin debía buscar la
forma de preparar a Mury para el gran concurso por el cual
Alicia lo había inscrito. Aunque ese trabajo le iba a costar
mucho, porque Aldrin nunca jamás había entrenado perros
y éste en verdad no sabía nada de perros ni mucho menos
del concurso, y de cómo era la clase de entrenamiento que
debía recibir Mury de Aldrin para poder participar en el
concurso. Sólo la vida les tenía preparado una grata
sorpresa, aunque Lanudo no estuviera muy bien entrenado
sí recibiría un agradable premio.
132
El Perrito Mury
Capítulo XIV.
El entrenamiento de Mury
133
– ¡Ah! Señora Miriam, voy para el kiosco de Aldrin ¿Usted
sabe dónde está?
–Claro que sí, hija. Eso no tiene ninguna perdida. Está en la
esquina del viejo parque ¿Sabes cuál es? –
–Sí, señora Miriam. Ya sé cuál es. Muchas gracias –.
–Siempre a tus órdenes, mi niña. Me saludas a Aldrin y a
sus amigos –.
–Sí señora Miriam, con mucho gusto –.
– ¡Hola! Aldrin –.
– ¡Hola Alicia! ¿Cómo estás? –.
–Muy bien. Y ¿Ustedes qué están haciendo? –.
–Bueno, intentando entrenar a Lanudo como habíamos
acordado pero no se deja y se me está complicando un
poco –.
–Debes tener un poco de paciencia –. Le decía Alicia –Para
entrenar a un cachorro como Peluchincito hay que hacer
como los domadores de focas –.
– ¿Y cómo hacen los domadores de focas? –. Preguntó
Aldrin muy curioso por saber cómo entrenaban los
domadores de focas a sus focas.
134
– ¿Tú nunca has ido a un circo? –.
– ¡No! –. Contestó Aldrin.
–Pues, en los circos, los domadores de focas cuando
entrenan a las focas y ven que sus focas hacen cualquier
acrobacia y otras cosas más; les dan como premio o
incentivo a lo que hicieron bien una sardina o un pedazo de
pescado crudo –.
– ¿Pero será que a Lanudo le gustará el pescado crudo? –.
Le dijo Aldrin.
–Bueno, en verdad no sé. Aunque debe ser muy
desagradable comer cosas crudas, pero a las focas les gusta
–.
–Bueno, lo podemos entrenar dándole galletas y salchichas
como incentivo a lo que haga bien, en vez de pescado
crudo –. Le dijo Aldrin.
–Esa es una buena idea –. Contestó Alicia.
135
ocurrían y le pasaban por la mente. Aldrin a la vez era un
muchacho bastante ingenuo en el área de entrenamiento
de perros, pero que hacía el mayor de los esfuerzos
posibles para pode ver a su cachorro preparado para
cuando llegara el momento de concursar. Aunque lo que
Aldrin le estaba enseñando a Lanudo no iba a servir de
mucho, ya que no era lo suficientemente necesario para
amaestrar a un perrito como Lanudito. Para poder entrenar
a un perro, Aldrin y Alicia debían conocer más acerca del
concurso o de cómo era un concurso de perros, para así
tener en claro las condiciones de un concurso de canes y así
de esa forma poder entrenar a su adorable cachorrito.
Después de que Alicia terminó de hablar con Aldrin, ésta
llega al kiosco para comprar las cosas que su madre le había
encargado. Mientras tanto, Aldrin seguía intentando su
difícil tarea de entrenar a Mury.
136
– ¡Ah! Muchachos, miren. Le presento a Alicia. Ella es la
niña que se encontró a Lanudito la semana pasada –. Les
dijo Aldrin a Paco y a Laura.
–Hola Alicia, mi nombre es Laura –.
–Y el mío es Paco –. Secundó Paco la presentación de Laura.
–Bueno Alicia, dime ¿qué deseas llevar de nuestro kiosco?
–. Le dijo Pepe.
–Bueno, me das una libra de tomate de árbol, una libra de
azúcar y un litro de leche –.
– ¿Nada más? –.
–Sí, no más eso. Muchas gracias. ¡Ah! Pepe la señora
Miriam les mandó saludes –.
–Muchas gracias Alicia. Si la ve nos la saluda de nuestra
parte –
–Okey –. Le dijo Alicia.
137
–Bueno, gracias hija –.
–Siempre a sus ordenes señora Miriam. Bueno señora
Miriam la dejo –.
–Bueno hija, cuídate –.
–Sí señora Miriam, gracias –.
138
El perrito Mury
Capítulo XV.
Un afortunado rescate
139
era solitario y muy apartado de la ciudad. Aldrin y Mury
iban muy contentos por el camino cuando de pronto Mury
comienza a dar ladridos. Mury, gracias a sus facultades
olfativas y de sabueso, da con el paradero y el hallazgo del
distinguido caballero. Lanudo comenzó a ladrar y a ladrar
insistentemente en dirección al gran agujero, pero Aldrin
no entendía la razón por la cual su adorable cachorrito
estaba constantemente ladrando.
140
dando. Aldrin se acerca al gran agujero y se asoma, y, luego
éste al acercarse ve el rostro golpeado del distinguido
caballero que se encontraba atrapado en ese mortal hoyo
lleno de agua de fango y lodo que iban a terminar con la
vida del señor Mauricio. Éste, al ver también el rostro de
Aldrin, le da voces de auxilio.
141
– ¿Cuántos eran? –.
–Eran tres –.
– ¿Y qué hacía usted por estos lugares y sin acompañantes?
–.
–Bueno, yo pensé que si caminaba un poco por estos
lugares no me pasaría nada malo –.
–Pues se equivocó –. Le dijo Aldrin. –Un hombre como
usted no debe andar solo por estos lugares. Usted debe
andar escoltado de sus guardaespaldas si es que los tiene –.
–Sí, eso es verdad. Pero a veces tanto escolta fastidia
mucho y a veces quiero caminar solo, sin que nadie me
vigile o me esté cuidando como si yo fuera un niño
pequeño –. Le dijo el caballero. –A veces es bueno
depender de uno mismo y vivir uno mismo las propias
experiencias de la vida –.
142
–No me las dé a mí. Désela la Lanudito que fue quién se dio
cuenta. Si no hubiera sido por él, usted ya estaría muerto y
ahogado en ese mortífero agujero. Le dijo acariciando a
Lanudo.
– ¿Cómo fue que me dijiste que se llamaba tu perrito? –.
–Bueno, yo le había puesto Suertudo, luego una amiga mía
le puso Lanudo. Esta vez tiene otro nombre que le puso una
niña. Ahora se llama Peluchín –.
– ¿Y por qué tiene ahora ese nombre? –.
–Bueno, es una historia un poquito larguita. Pero se lo voy
a resumir. Lo que pasa es que a mí se me había perdido por
mi descuido y una niña se lo encontró y como no le vio
señal alguna del dueño, le puso el nombre de Peluchín. Es
por eso que tiene este nuevo nombre –. Le dijo Aldrin.
–Muchacho, no me equivoqué al haberte dicho que tenías
un perrito muy especial, o mejor dicho, tienes un perrito
muy especial –. Le dijo el caballero acariciando la cabecita
de Lanudito. –Bueno muchacho es hora de irme y regresar
a mi casa. Ya deben estar desesperados en mi casa por mi
demorada ausencia. Muchacho, en verdad estoy muy
agradecido contigo. En verdad no sé cómo pagarte a ti y a
tu perrito esto que han hecho con migo. No sé en verdad
cómo pagárselos a ustedes –.
143
–Pero señor Mauro, está todo sucio –. Replicó Aldrin.
–No te preocupes, estaré bien. Ahora no sé qué irán a decir
cuando me vean así –. Dijo para sí el distinguidísimo
caballero.
–Que parece un pordiosero –. Le respondió Aldrin.
–Bueno, eso sí es verdad. Parezco un pordiosero. Ahora
comprendo cómo viven y sufren mucho esas clase de
personas que no tienen nada con que vestirse y viven mal
trajeadas y sucias todo el tiempo –. Dijo el caballero
comprendiendo la situación de muchas personas en el
mundo por no vivir bien.
–En la vida hay que meterse en los zapatos de los que
sufren, para que nos comprendan mejor –. Le dijo Aldrin al
ver la condición en que se encontraba el distinguido
caballero y por la situación que había vivido y
experimentado el caballero.
144
El perrito Mury
Capítulo XVI.
– ¡Riiiing, riiiing! –.
– ¡Riiiing, riiiing! –.
–Aló ¿Con quién tengo el gusto? –. Contestó la señora
Miriam el teléfono.
–Muy buenas tardes. Le estamos llamando desde el teatro
municipal de eventos culturales para que se presente el día
martes a las dos de la tarde con su perrito a unas
preliminares que se van a realizar para la selección y
clasificación de los tres perros que van a concursar en el
evento nacional del próximo treinta de noviembre. Por
favor no falte porque puede quedar su perrito
automáticamente descalificado y por fuera del concurso. Le
estaremos esperando –.
–Bueno, muchas gracias –. Contestó la señora Miriam.
–Siempre a la orden –. Contestó la señorita colgando el
teléfono.
145
vecina: la de Alicia, pensando que estaba en su casa con sus
padres.
146
–Buenas tardes, hija ¿Cómo te fue en el colegio? –.
–Bien, mami –.
–Ah, hija por aquí estuvo la señora Miriam esta tarde
buscándote. Me dijo que cuando vinieras fueras a su casa
un momentito. No me dijo para qué era –.
147
–Hola, Alicia ¿Cómo estás? Pero entra –. Le dijo la señora
haciendo entrar a la niña a la casa.
–Bueno señora Miriam ¿para qué me necesita? –.
–Bueno hija, es para decirte que esta tarde me llamaron del
teatro municipal de eventos en donde inscribiste a tu
perrito, Peluchin. Y me dijeron que para el día martes
debemos llevar a Peluchincito a unas preliminares del
concurso que se van a realizar ese día. Es obligatorio que
asistamos a ese evento el martes, porque sino asistimos, el
cachorrito quedará por fuera del concurso. Bueno, eso fue
lo que me dijeron por teléfono –. Le dijo la señora a la niña.
– ¡Anda! Señora Miriam y yo cómo hago ahora. Porque yo
estoy en el colegio y no puedo ir a ese evento ese día –. Le
dijo muy triste Alicia de la noticia.
–Bueno, Alicia yo sé que vas a estar en el colegio ese día. Si
tú no puedes, le puedes dejar esa tarea a Aldrin. Yo
mañana voy al quiosco de Aldrin y le comento del evento
para que se presente ese día –.
–Ay sí señora Miriam, esa es una buena idea. Se lo
agradezco mucho. Usted sí ha sido demasiado buena con
migo –.
–Bueno hija, tú en verdad has sido para mí como la hija que
nunca tuve –. Le dijo la señora Miriam acariciándola. –No te
preocupes por tu perrito que si va a ir a ese evento el día
martes –.
148
–Buenos día, señora Miriam. –. Contestaron todos los
muchachos.
–Gracias a Chuchito lindo amanecimos bien. Bueno, señora
Miriam que va a llevar hoy –. Le dijo Laura limpiando el
mostrador de vidrio.
–Bueno hija, en verdad no voy a llevar nada por ahora, más
tarde si llevaré algo. Gracias. ¿Está por aquí Aldrin, hija? –.
–Sí, está buscando un poco de agua. Pero si quiere puede
esperarlo. No se demorará mucho –. Le dijo Laura.
–Y cuéntenme muchachos ¿cómo les está yendo con el
negocio? –.
–Bueno señora Miriam, nos está yendo muy bien. Ya
pudimos sacar la inversión del quiosco –.
–Eso estoy viendo, Laurita. Tienen el quiosco
verdaderamente muy bien surtidito –.
–Señora Miriam, cuénteme ¿Y cómo está Lanudito? –. Le
dijo Pepe.
–Bueno, el está muy bien. Allá lo dejé. Y preciso, de él
vengo hablar con Aldrin –.
–Porqué señora Miriam ¿Pasó algo malo con el perrito? –.
–No, nada. Sino que ayer recibí una llamada telefónica en
donde fue inscrito para concursar en un evento canino, y
de eso quiero hablar con Aldrito –.
–Bueno, señora Miriam. De todos modos espérelo –. Le
contestó Laura.
–Allá viene –. Contestó Paco.
–Señora Miriam, está usted por aquí. Yo vengo ahora
mismo de su casa. Yo estaba toca y toca el timbre y como
no veía que usted me abría me vine. Yo pensaba que estaba
haciendo unas vueltas o unas diligencias y me vine –. Le
dijo Aldrin.
149
–No, muchacho. Si te estaba buscando porque contigo es
que quiero hablar –.
–Ah, sí señora Miriam. Y como para qué sería –.
–Bueno muchacho, es que ayer recibí una llamada
telefónica del teatro municipal de eventos culturales donde
va a participar Peluchincito en un concurso. Yo creo que
Alicia te comentó acerca de eso, verdad –.
–Ah, sí ¿Y qué pasó con eso? –.
–No, nada. Sino que el problema es que ayer nos citaron
para el día martes a las dos de la tarde a unas preliminares
y no podemos faltar. Porque si no, el perrito quedará por
fuera; y como Alicia estará en el colegio ese día y también
por sus padres, no puede ir a ese evento. Por eso vine, para
ver si puedes ir con migo el martes a ese evento –.
–Claro que sí, señora Miriam. El martes paso por su casa y
la recojo, y no se preocupe por los transportes; que yo me
encargo de todo –.
–Bueno muchacho, nos vemos el martes –.
–Bueno señora Miriam, hasta el martes –.
150
Cuando ésta termina de recoger el asunto de perro, toma a
Mury con la cadena y lo lleva a la sala donde en esos
momentos estaba Aldrin sentado, esperando el momento
para salir.
151
–Aquí tiene, señor y muchas gracias –.
–De nada, joven –. Respondió el chofer.
152
–Buenas tarde –. Les dijo el revisor canino que le tocaba
revisar a Lanudito.
–Buenas tarde –. Contestaron, la señora Miriam y Aldrin.
– ¿Dónde está su mascota? –. Preguntó el revisor fiscal de
los canes.
–Aquí está –. Respondió Aldrin, colocando a Lanudo en la
mesa de revisión.
–Oigan, pero éste perro todavía es un cachorro. El todavía
no cumple las condiciones para participar en un concurso –.
Les dijo el señor que comenzaba a ponerse pesado e
intenso.
153
Aldrin, al ver al señor Mauro con su elegante ropa clásica
que estaba muy bien limpia, se alegra de verlo por tercera
ocasión.
154
debían clasificar tres. Luego se colocan en una urna los diez
nombres de los perros. Luego se gira la urna y sale la
primera balota, pero el nombre de Peluchin no salió, luego
sale la segunda balota y tampoco salió y por último se
vuelve a girar la urna y no salió Peluchín. El señor Marcos,
al ver que el perrito de Aldrin no salió, decide sortear un
cuarto cupo.
155
breve de porque lo había escogido, pero por fortuna no
tuvo que decir nada; puesto que la suerte había caído sobre
el pequeño cachorrito de Aldrin.
156
La preocupación de Alicia por saber que había pasado, por
fin había terminado. Sólo le quedaba darles una buena
explicación a sus padres del llamado de atención que le
habían hecho a Alicia en el colegio y de la citación que
debía de entregarles a sus padres.
157
especial al perro que hubiera hecho una hazaña heroica, y
ese perro sería Mury, el perrito que le salvó la vida al señor
Mauro. Éste, después de las preliminares, investigó sobre
todos los perros que concursarían y no encontró ningún
acto de heroísmo alguno, solamente Mury era el candidato
ideal y ya el señor Mauro tenía todo preparado para ese
día.
158
El perrito Mury
Capítulo XVII.
En el sueño de Aldrin
159
–Por favor, dejen dormir –. Dijo Pepe, también, que ya se
había rendido del sueño y de cansancio, y que por la
discusión de Aldrin y Laura lo habían despertado.
160
Luego Aldrin se sienta también en la banca, al lado del
perro, y luego éste le hace otra pregunta: –Óigame: ¿Qué
hacemos entonces aquí sentados? –.
–Bueno, yo estoy esperando el bus que me va a llevar para
otro sueño ¿Y tú qué esperas o a quién esperas? –. Le dijo
el perro.
–Bueno, en verdad no sé qué hago aquí –.
–Tú vienes por lo del concurso de Muñeco –. Le dijo el
perro.
– ¿De cuál Muñeco me está usted hablando? –. Preguntó
Aldrin extrañado del nombre.
– ¡Ay! De tu perrito –.
–Ah ya, pero él no se llama Muñeco. Él se llama Lanudo, o
mejor dicho se llama Peluchín, porque ya no es mío. Una
niña que se lo encontró le puso ese nombre. Pero me gusta
ese nombre que le dio ahora –. Le dijo Aldrin al perro
imaginario.
–Bueno muchacho, te dejo porque ahí viene el bus que me
va a llevar y a transportar a otro sueño perruno –. Le dijo el
perro.
–Óigame, yo también quiero ir con usted –. Le dijo Aldrin
subiendo también al bus.
161
–No, todas no. Únicamente aquellas que tienen un gusto
especial por los perros –.
– ¿Y cuál es su función en los sueños de esas personas? –.
–Bueno, ya que lo preguntaste. Te voy a dar la respuesta:
Tu perrito al cual tú llamas como Lanudo o Peluchín va a
ganar el concurso –.
162
agua vuelve y se acuesta en la colchoneta nuevamente
hasta el amanecer y sin prestarle atención al sueño con la
cual había soñado.
163
El perrito Mury
Capítulo XVIII.
El gran concurso
164
seis de la tarde que era la clausura del mismo con las
respectivas premiaciones a los tres primeros puestos y un
puesto más que fue anexado por el dueño y organizador
del evento. El cuarto puesto sería una premiación muy
especial, pero este premio especial fue ideado e
introducido por el mismo organizador; pensando éste en el
perrito de Aldrin: Lanudo. Quién le había salvado la vida en
aquel entonces cuando se encontraba éste en aquel
agujero que por poco le cegaba la vida. El señor miraba los
listados para así confirmar la participación del pequeño
cachorro en el concurso y no tener que después entregar el
premio a otro perro por no estar presente el pequeño
perrito de Aldrin en el concurso. Cuando el señor Mauro,
dueño y organizador del evento canino, pudo ver al
cachorro en la lista y cuando se cercioró de que Aldrin
estaba presente en el concurso y había traído con él a su
mascotita; preparó todo para cerrar con broche de oro el
evento. El señor Mauro quería hacer esto como
agradecimiento y pago por haber salvado Mury su vida
cuando se encontraba en un grave aprieto. Únicamente el
señor Mauro quería brindarle a Aldrin y a su tierno
cachorro, una ayuda especial para que mejorara su
condición de vida. Pero este premio lo debían compartir
Aldrin y Alicia, ya que el actual dueño de Mury no era Aldrin
sino Alicia; y que ésta aceptaría sin reproches el premio, ya
que era más especial que cualquier otro premio
conseguido. Era como obtener un premio por FAIR PLAY o
algo así por el estilo. Mury, había hecho algo mejor que un
juego limpio. Había salvado una vida, y, esto en verdad no
tiene premio o galardón alguno, porque salvar una vida es
una deuda que no se puede saldar o pagar fácilmente.
165
Alicia en vista de que sus padres le habían dado un
privilegio por haber ganado el año, ésta le pide permiso
para ir a aquel concurso que estaba programado para el
treinta de noviembre. Alicia ya se había puesto de acuerdo
con la señora Miriam, que ésta accedió a la petición de la
niña. Aldrin no se quería perder del gran evento y éste se
apunta también para ir y asistir con ellas al evento canino.
La señora Miriam, Alicia y Aldrin se presentaron con Mury
una hora antes del concurso. Iban llegando los
espectadores y también las personas con sus mascotas
inscritas en el concurso y que participarían del gran evento
canino. Eran once las ciudades que participarían del gran
evento y que todas habían traído sus tres representantes
caninos que estaban inscritos en el concurso para así dar la
pelea por los premios en disputa. La única ciudad que tenía
cuatro representantes caninos era la de Mury, que
colocaba cuatro perros: Uno más que las demás ciudades.
Esto no causó conmoción alguna, puesto que el tope de
inscripción había estado por debajo de los objetivos
deseados. A la gente no le importó y tampoco lo notaron. El
concurso dio inicio a los actos protocolarios y luego siguió
con la presentación de los canes y la de sus amos o dueños.
Luego de esto, vinieron las pruebas en sus respectivas y
diferentes modalidades. Mury no superaba ninguna, y esto
hacía que Alicia se desanimara por momentos y se
prolongara sus tristezas al ver que su perrito no pasaba ni
superaba ninguna prueba. Pero Mury en verdad ya había
superado y pasado desde hace mucho una gran prueba: La
de salvación. Ya que esa prueba contó para que Mury
hubiera salvado la vida del señor Mauro, el cual se había
166
convertido en su juez más importante en la decisión de
darle un gran premio que hasta ahora ningún perro había
recibido en el concurso ni mucho menos había conseguido
y superado. Los perros que pasaban los diferentes
obstáculos y pruebas, habían sido bien entrenados por sus
amos para hacer toda clase de piruetas y malabares, pero
no habían aprendido el arte de salvar una vida y de la
supervivencia canina. Esto fue el puntaje decisivo y más
alto para que Mury se pudiera llevar o se pudiera ganar ese
derecho de recibir aquel bello y hermoso premio al valor
que minimizó a los demás premios. No solamente eso, sino
que también puso por debajo a sus contrincantes y
adversarios caninos. La prueba más difícil para Mury fue la
prueba por obstáculos. Cosa que jamás le había enseñado
Aldrin y que nunca lo había visto por no saber de
entrenamientos de perros.
167
Alicia y la señora Miriam observaban el desarrollo del
concurso y el desempeño de Mury, que a la vez no estaba
dando los resultados que Alicia, su ama, quería ver en su
pequeña mascotita; porque éste no estaba desempeñando
bien su papel en el concurso. Todo lo que Aldrin le había
enseñado había sido inútil. Las calificaciones de Mury eran
bajas y algunas veces regulares. Luego de esto, vino por fin
el periodo de receso. El concurso ya estaba llegando a su
final. Aldrin le quitaba la seña roja o marbete que poseía el
número de Lanudito, para que éste se refrescara un poco
del agobiante calor y descansara de la jornada de pruebas y
obstáculos por la cual había pasado Lanudo. La fase final de
la prueba se iniciaba a las dos y media de la tarde con la
cual se escogerían a los ganadores de los tres primeros
puestos y del concurso. La prueba final por la cual Mury
tampoco dio chicle era de comportamiento y de
habilidades para acatar órdenes. La prueba transcurrió con
la elección de los tres perros ganadores del primero,
segundo y tercer puesto. Mury no estaba entre los tres
ganadores y esto era evidente. Alicia se entristeció mucho
cuando vio que su perrito y mascotita había quedado por
fuera de los ganadores y que había sido eliminado. La
señora Miriam vio la profunda tristeza que tenía Alicia, que
intentó consolarla un poco de su tristeza, pero las cosas
seguían igual. La señora Miriam le da un abrazo de
consolación.
168
consiguió. Luego se escuchó el nombre de los perros
ganadores que subieron con sus amos y dueños al pódium,
pero éste tenía cuatro lugares. Luego el señor Mauro toma
el micrófono y comienza a dar una breve explicación acerca
el pódium con el cuarto lugar.
169
Mauro retomaba la palabra diciendo y tomando al perrito
en sus brazos: –En verdad, éste ha sido un perrito muy
especial para mí. Fue quién salvó una vez mi vida cuando
me encontraba en una situación bastante apremiante para
mí y que era de vida o muerte. Digo esto para que no haya
ninguna desavenencia, ni mucho menos malos entendidos.
He querido abrir este espacio muy especial y que desde hoy
en adelante, cuando se realice una actividad parecida a
esta; serán premiados aquellos perros que hayan hecho
una hazaña parecida como la que hizo este perrito con
migo. Y no solamente eso, sino que también serán
premiados aquellos perros que hayan hecho cualquier otra
hazaña o acto de heroísmo y de competencia leal y justa –.
Luego de que terminó de hablar. El señor Mauro le pone
una medalla al perrito; luego le entrega a Aldrin una placa y
un gran cheque por cien millones de pesos. Era
verdaderamente un gran premio que tenían a Alicia, a
Aldrin y a la señora Miriam muy contentos por la gran
sorpresa que se habían llevado. Aldrin y Alicia debían
compartirse ese premio por igual. Luego se escucha un gran
y alborozado aplauso que duró más de cinco minutos. Así
termina el gran evento canino. Luego se acercan un sin
número de fotógrafos para tomarles fotografías a todos los
perros ganadores, incluyendo a Mury; quién también se
había gano un lugar entre los perros ganadores del
concurso. Después que terminó las secciones fotográficas,
Alicia, Aldrin y la señora Miriam deciden irse a casa. Eran ya
las siete de la noche. Luego, el señor Mauro se les acerca
para saludarlos y felicitarlos por el premio que había
recibido de su adorable perrito Peluchín.
170
–Bueno, cómo están y como se sienten después del
concurso. Ahora tienen a un verdadero campeón y
salvavidas con ustedes. Los felicito. Cuiden mucho a ese
pequeño cachorrito, que en verdad es muy especial –. Les
decía el señor Mauro.
–Muchas gracias señor, Mauro –. Le dijo Aldrin.
–Sí, muchas gracias señor –. Secundó Alicia el
agradecimiento de Aldrin hacia el señor Mauro.
–No tienen porqué dármelas. En verdad su perrito se lo
merecía y también ustedes. Bueno, pero ahora les hago yo
una pregunta: ¿Cómo van hacer con el dinero que ganaron
del premio? –.
–Bueno, puede repartirse equitativamente el dinero entre
Aldrin y Alicia, y así no habrá ningún problema –. Contestó
la señora Miriam a la pregunta del señor Mauro.
–Bueno señora Miriam, esa es una muy buena idea. Yo le
doy mi mitad –. Le dijo Aldrin.
–No muchacho, que pena. Ese dinero es de ustedes. Yo no
puedo aceptarlo. Ustedes se lo merecen y lo necesitan más
que yo. Consérvalo e inviértelo en algo que te ayude a salir
adelante –. Le dijo la señora rechazando la oferta de Aldrin.
–No señora Miriam, por favor acepte mi parte. Yo tengo un
negocio en la cual me va muy bien. Además, usted ha sido
muy buena con nosotros. Por favor, no rechace la parte
que le estoy ofreciendo –. Le insistía Aldrin.
–No muchacho. Yo vivo bien, que gracias a Dios no me hace
falta nada. La pensión de mi difunto esposo es de mucha
ayuda para mí; más lo que me dan mis hijos me basta y
sobra. Ustedes lo necesitan más que yo. Muchas gracias
por tu buena fe y tu buen interés –. Le decía la señora
171
Miriam rechazando con insistencia resuelta la parte que
Aldrin le estaba ofreciendo.
172
La madre de Alicia, al escuchar esto, recordó los arañazos
que había visto en el closet de su hija y el pedazo de papel
que había recogido una vez en el cuarto de su hija de siete
años.
173
–Buenas noches, hija ¿Y cómo te fue con la señora Miriam?
–. Le preguntó su madre por fin con aire de triunfadora por
haber descubierto a su hija.
–Bueno, mami. Nos fue estupendamente bien –.
–Eso veo, porque estás muy contenta ¿Se puede saber
porqué de tanta alegría y a dónde fueron? –.
–Bueno Mami, estoy muy alegre porque fuimos al parque,
después fuimos a comer, después visitamos a unas amigas
de la señora Miriam. Luego la señora Miriam se puso hablar
con sus amigas, y esos era habla y habla hasta que se nos
hizo demasiado tarde –. Respondió su hija mintiendo, pero
ya había sido descubierta por sus padres. Sus mentirillas
esporádicas habían llegado a su final.
–Pero eso no es un gran motivo para esa alegría que traes.
Tiene que haber otro motivo para que estés muy contenta.
Hija por favor, dinos la verdad ¿En dónde estaban? –.
Preguntó muy seria su mamá.
– ¡Ay! Mami, ya te dije que estábamos… –.
– ¡Mami nada! Tú no estabas en ningún parque, porque te
vimos con la señora Miriam por televisión –. Le dijo su
madre interrumpiéndola.
174
puedes perder nuestra confianza hacia ti y algunas
garantías que te hemos dado como nuestra hija que eres –.
Le decía el señor Marcos a su hija –Y ahora, ¿Dónde está
ese perrito que vimos por televisión? Lo queremos ver –.
–En la casa de la señora Miriam –. Les dijo su hija.
– ¿Y desde hace cuanto tiempo tenías a ese perrito? –.
Preguntó el señor Marcos.
–Hace ya más de dos meses –.
– ¡Hace más de dos meses! Y nunca nos lo dijiste ¿Y qué
hace allá? –. Le dijo su padre.
–Cuando me lo encontré, decidí llevarlo a la casa de la
señora Miriam para que me lo cuidara por algún tiempo
mientras encontraba la manera de quedarme con él y
cuando supe lo del concurso; me dije a mi misma que la
única manera de poderlo tener con migo o quedarme con
él era inscribiéndolo en ese concurso para cuando llegara a
ganar, sería lo que permitiría traerlo a la casa; y así ustedes
no me negarían su entrada por haber él ganado el
concurso. No ganó el concurso como lo había planeado,
pero sí ganó algo más que un premio –. Les decía su hija.
– ¿No ganó el concurso? Y entonces ¿esos cien millones de
pesos que se ganó de qué son? –. Preguntó su padre.
–De un premio especial por haber salvado la vida al dueño
y organizador del concurso –. Les decía Alicia.
–Bueno hija, desde mañana puedes traer a tu perrito a esta
casa con toda libertad –. Le dijo su padre muy contento
más por el premio que por el perrito.
175
propósito. Luego su padre le pide a su esposa su opinión y
ésta accede a la decisión tomada por su esposo.
176
cachorro, sino todo un perrito que viviría otra historia y que
sería la definitiva para su vida.
177
El perrito Mury
Capítulo XIX.
La perrera municipal
178
tenía a la vez árboles frutales. Era una casa antiquísima,
que parecía la casa de los monsters; pero bien arreglada. Y
como cosa rara quedaba en una colina. Cuando llegaron a
la casona, las tías esperaban a sus invitados y huéspedes
sentadas en una banqueta que estaba en la gran terraza de
la casa. Un cuervo que estaba parado o posado en la copa
de uno de los árboles, les daba la bienvenida con un
graznido terrorífico y luego salía volando del árbol, como
anunciándole a los visitantes un mal agüero de las
desalmadas tías de Alicia. Alicia, el papá y la mamá se bajan
del carro. Mury se quedó adentro del carro, mientras sus
amos saludaban a las dos odiosas tías; pero éstas se les
adelantaron primero.
179
– ¡Un perro! –. Dijo horrorizada Fabiola, pero ésta recibe un
disimulado pellizco de su hermana Mayor, Petrona, que
luego le hace brincar del pellizcazo que le dio.
180
Alicia se había dado cuenta de que a sus tías no les había
caído bien a su perrito, pero ella disimuló que no se había
dado cuenta. Por eso quiso que su perrito se quedara con
ella en el cuarto que le había tocado; por temor de que sus
tías hicieran algo para deshacerse de su tierno y adorable
Peluchincito.
181
–En la noche, cuando todos estén durmiendo y rendidos
del sueño, tomamos al perrito, lo metemos en un saco y lo
echamos en el monte y bien lejos de la casa para que no dé
con ella –.
– ¿Pero cómo? Al escuchar la niña los ladridos del perro, se
despertará y luego se despertarán también sus padres, y,
así se darán cuenta cuando el perro comience a ladrar y a
chillar –.
–No se darán cuenta, porque le he preparado un brebaje
que los dejará rendidos de sueño hasta el otro día. Ni la
niña ni sus padres se darán cuenta del asunto hasta el día
siguiente cuando noten la ausencia de su pulgoso perrito –.
Le dijo Fabiola.
– ¿Y cómo se los vas a dar? –.
–En la nevera quedó un poco de jugo de naranja que le vi
preparar a la mamá de la niña, y, cuando vi que no había
nadie en la cocina; le agregué seis gotas al jugo y de esa
manera dormirán toda la noche sin que se den cuenta.
Aunque sientan cualquier ruido no se podrán despertar y
así podemos hacer nuestro trabajo y nunca se darán cuenta
de que fuimos nosotras –. Le dijo en secreto Fabiola a su
hermana.
–Muy bien pensado Fabiola –. Contestó Petrona, al
escuchar la excelente idea de su hermana Fabiola.
182
–Señora Fabiola ¿Quiere un poco de jugo de naranja? –. Le
dijo la señora Alicia.
–No, gracias. Yo siempre prefiero y acompaño la cena con
un poco de café caliente –.
–Y usted, señora Petrona –.
–No, gracias. Quiero también un poco de café ¿No tiene
por ahí un poco? A mi hermana y a mí nos gusta mucho el
café caliente entre comidas –.
183
Después salieron las dos mujeres al monte, caminaron
durante una hora y luego de haber caminado mucho,
abandonan al perrito dentro del saco y luego regresan a la
casa. Al día siguiente, despertó Alicia y no encontró a su
perrito en el canasto donde dormía. Luego se los hizo saber
a sus padres que buscaron juntos con las dos malévolas
mujeres a Peluchín y que no pudieron dar con el perrito.
184
que conducía a la ciudad y también a la casa de la colina
donde viven las tías de la niña Alicia, su ama. Pero en esos
momentos, iba pasando una camioneta roja: era la perrera
que estaba recogiendo aquellos perros que se encontraban
por allí, sin dueños y vagando por las calles y montes.
185
– ¡No! –. Contestó Alicia con mucha rabia hacia sus
malévolas tías.
–Déjenla, ella está muy triste por la pérdida de su perrito –.
Dijo Petrona con hipocresía.
186
–Hola muchacho. Eres nuevo por aquí verdad –. Le decía el
viejo perro.
–Sí ¿Y por qué estás tú aquí? –.
–Bueno. Ya tengo cinco años de estar aquí y nadie me ha
adoptado como mascota. Pero a pesar de estar aquí me
siento bien; porque aquí nos dan de comer todos los días y
nunca nos falta nada. Aunque lo malo en este lugar es el
mal trato que nos dan esos dos perreros y la comida; pero
aun así sobrevivimos aquí en esta cochina perrera. Eso es lo
único malo aquí en esta perrera. Así que cálmate un poco si
quieres permanecer aquí con vida –. Le decía viejo perro a
Mury.
187
El perrito Mury
Capítulo XX.
188
le había regalado. Aunque fuera un trabajo sucio y muy
humillante, debía conformarse con el mismo. Para
Francisco no era problema cuidar perros y el de
alimentarlos, porque él no era alérgico a los perros y lo
hacía también por la necesidad de trabajar para mantener
a sus cuatro pequeños niños y así también ayudar a su
esposa. Aunque su esposa Sandra trabajaba en una
zapatería, lo que ella ganaba no alcanzaba para cubrir
gastos y otras cosas que necesitaban; pero ella y su esposo
Francisco debían luchar para sacar adelante a sus cuatro
pequeños niños: María que era la mayor, que contaba con
tan solo seis años, luego le seguía Ulises con cinco, Ricardo
con tres y Yolanda con dos añitos de edad. Mientras tanto,
Mury seguía preso en su jaula o perrera. Sin dueños y amos
que cuidaran de él y con un nombre que no era el suyo. Y
que era muy desagradable para Mury. Los que lo habían
capturado le habían puesto como nombre: PULGOSO, y,
éste nombre estaba pegado a la puerta de la perrera en
donde Mury se encontraba en cautiverio.
189
Francisco, ya era hora de que Dios se acordara de ti. Tres
años sin empleo era suficiente para que siguiéramos en la
situación en la cual nos encontrábamos –.
–Eso es verdad, mija. Pero lo que nunca pensé es que yo
iría a trabajar en una perrera como perrero –. Le dijo
Francisco.
–Amor, algo es algo; peor es nada –. Le dijo su esposa. –Nos
debemos conformar con lo que Dios nos manda –.
190
ladridos, de tanto bullicio y de tanto alboroto. Éste se
encontraba barriendo la sección número cuatro donde se
encontraba el causante del escándalo.
191
no lo escuchara el hombre regordete y malgeniado. Que se
encontraba por allí cerca.
192
muy especial que le traía bunas cosas a aquellos que no les
iba bien en este mundo convulsionado por tantos
desmanes. La madre de Mury sufrió mucho los atropellos
de la vida, pero Mury era la otra cara de la moneda. Mury
representaba la buena suerte y la fortuna de ser un perrito
muy especial. La vida lo premiaba con ese don de ser un
perrito afortunado, que quién lo poseyera le iba a ir bien
como le fue a Aldrin por un tiempo, como le fue a su
antigua dueña Alicia y ahora a la familia de Francisco de Cis.
Luego de que éste lo llevó a su casa, le mandó hacer un
collar especial con el nombre de Mury impreso en el collar
y con el nombre y la dirección de la familia a la cual
pertenecía ahora Mury. Éste ya no volvería a estar en una
perrera ni mucho menos pasaría a otras manos que no
fuera la familia del señor Francisco. Después de que Mury
fue adoptado por su nueva familia como mascota del señor
Francisco, todos los demás perros; después de un mes
comenzaron a tener también nuevos amos que los
cuidarían muy bien. Entre ellos estaba el viejo perro Flipo.
El cautiverio del perrito Mury permitió que la perrera
municipal, a la cual había estado Mury subiera de categoría
y tuviera más prestigio y sus perros tuvieran más atención y
cuidado. La vida de Francisco cambió de un todo. Los
hombres odiosos que tenían la perrera en un estado
deprimente, a los cuatro meses fueron expulsados y
despedidos del lugar por mal trato a los perros y mala
administración. Francisco pasó de un simple cuidador de
perros a supervisor. Fue así como la perrera adquirió una
nueva cara. Cuando Francisco llevó al perrito a la casa,
María, su hija se puso muy contenta al ver al perrito. Mury,
193
a donde llegaba llevaba la señal de prosperidad y buena
suerte a sus amos y dueños que cuidaban de él.
– ¡Toc, toc! –.
– ¡Toc, toc, toc! –. Tocaba la puerta, Francisco, con una
mano y con la otra escondía a Mury. Luego su esposa le
abría la puerta.
– ¡Hola! Amor ¿Cómo te fue en el trabajo? –. Le dijo su
esposa.
–Muy bien, cariño ¿Está por ahí María? –.
–Está jugando con sus hermanitos en el cuarto –.
–Mira lo que le traje. Un hermoso perrito –.
–Amor, sí tú le habías dicho que no podíamos tener un
perro –.
–Sí, es verdad. Pero como vi que lo maltrataban en la
perrera donde ahora estoy trabajando, decidí traérselo a la
niña. Aquí se le puede dar bastante cariño. Como lo vi todo
empapado de agua, me dio mucha lástima y pesar, y, para
no dejarlo allá; me lo traje. Los compañeros que tengo son
muy huaches y ogros con los animales y no los tratan bien –
.
194
llegado su momento de progresar y salir hacia delante y por
la cual no iban a padecer más necesidades.
195
que era Peluchín; para así quitarle la idea y la profunda
tristeza que tenía por la pérdida de su perrito. Alicia tuvo
que conformarse con el nuevo perrito y olvidar al
verdadero Peluchín. Alicia, con el tiempo llegó a darse
cuenta que el perrito que su padre le había dado y que le
hacía ver que era su perrito, tenía comportamientos
diferentes a los del verdadero Peluchín; pero que luego ella
llegó a encariñarse con el nuevo perrito que decidió dejarle
el nombre de Peluchín en honor a su antiguo perrito
Peluchín.
196
El perrito Mury
Capítulo XXI.
197
captores. María, que contaba ya con siete añitos de edad,
bajaba de su cuartito donde se encontraba haciendo sus
tareítas para ver qué era aquel ruidito que había escuchado
y que provenía de la cocina. María sea cerca con cautela y
caminando en cuclillas para no molestar o interrumpir al
que ocasionaba o estaba ocasionando esos ruiditos
graciosos. La niña María pudo darse cuenta que era su
adorable perrito que se encontraba corriendo por toda la
cocina, persiguiendo a unos simpáticos ratoncitos. María
observaba como su pequeño perrito jugueteaba con los
ratoncitos, y, ésta por accidente suelta una pequeña risita
que luego Mury la pudo escuchar. Después, María al ver
que su perrito se había dado cuenta de la risita de su amita
María, sale de su escondite para tomar a su perrito y
cargarlo. Luego Mury de haberse dado cuenta de que su
pequeña ama lo observaba jugando con sus amiguitos los
ratoncitos, dejaba de juguetear con sus tres pequeños
amigos. Los ratoncitos, al ver a la niña, salían corriendo
para esconderse de la humana niña.
El perrito Mury,
era muy amable,
con los ratoncitos,
se puso a jugar
con los ratoncitos
198
y a ese final
eran muy felices.
199
El perrito Mury
Capítulo XXII.
200
–Y ellos también están muy bien –. Le dijo Kassio.
–Sí, pero quiero que sepan que los extraño. Que nunca me
les perdí de la casa de esas perversas mujeres, tías de mi
amita Alicia. Quiero que ella sepa la verdad –. Le decía
desesperado Mury en el sueño, pero Kassio no lo dejaba
acercase a ellos. En esos momentos, Mury ladraba y
chillaba dormido. Sus amigos los ratoncitos, al verlo hablar
dormido o mejor dicho, ladrar dormido; lo despiertan.
201
en busca de nuestra madre, aunque mi madre nos había
dicho que por nada del mundo se nos ocurriera salirnos de
los límites del callejón; pero mis hermanos desobedecieron
esa orden, que luego más tarde no volví a ver a mis
hermanitos ni a mi madre. Después de eso, me quedé solo
en ese viejo callejón esperando el regreso de mi madre y de
mis hermanos que jamás los volví a ver. Fue en ese mismo
callejón donde conocí a mi amito Aldrin, o mejor dicho, mi
amito Aldrin me encontró abandonado en ese viejo
callejón. Con él duré día y medio, porque yo por mi
descuido y por estar jugando con un saltamontes, me fui
alejando de un quiosco que mi amito Aldrin por su buena
suerte había montado. Después de eso, me perdí. Luego de
haberme perdido, una niña llamada Alicia me vio
extraviado, recogiéndome y luego me llevó a su casa; en
donde me había escondido por una noche. Aunque a sus
padres no les gustaban los animales, llegué a ser el perrito
preferido de mi amita Alicia y de sus padres. Ya que la niña,
amita mía, me había inscrito para un concurso que luego no
pude ganar, pero que en el cual recibí un premio muy
especial por haber hecho una gran hazaña heroica hacia
una persona –. Les decía Mury a sus amigos.
– ¿Pero qué clase de hazaña hiciste, Mury? –. Preguntó
Orejitas interrumpiendo la historia de Mury.
–Bueno, esa es otra historia de las tantas que tengo –. Les
dijo Mury.
–Pero queremos saber esa –. Replicó una vez más Orejitas.
–Está bien, pero dejen que termine de contarles –. Les dijo
Mury. Luego retoma nuevamente su historia. –Luego, mi
amita Alicia me lleva a la casa de una señora llamada
Miriam, en la cual permanecí por muchos días. En esa casa
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me hallaron diez días después de que estaba perdido de mi
amito Aldrin. Unos amigos de él, que cuyos nombres eran
Paco y Pepe, me hallaron en esa casa. Éstos llevaban una
escalera que le habían prestado a la señora dueña de la
casa en la cual yo estaba refugiado por mi amita Alicia de
sus padres. Cuando ellos llegaron a la casa de la señora
para entregarle la escalera, me encontraron en la casa, en
el patio, y de esa forma pudieron dar conmigo. La señora
Miriam cuidaba de mi, mientras que mi amita Alicia
encontraba la manera de quedarse con migo. Después de
eso, cuando mi amito Aldrin supo que yo estaba en la casa
de la señora Miriam, llega al día siguiente sin tanta espera
con Pepe, y, de esa manera pudo dar con migo mi amito
Aldrin.
203
no entendía muy bien lo que mi amito Aldrin me enseñaba
o me intentaba enseñar. Un día, él y yo salimos muy
temprano a recorrer, como parte del entrenamiento, unos
paisajes. En esa salida pude percibir cuando íbamos por el
camino, con mi hocico casi mágico para mí, la sensación de
que alguien estaba en peligro de muerte. Y en efecto, una
persona se encontraba atrapada en un gran agujero que se
veía muy hondo y profundo. El que estaba atrapado en ese
hueco del terror era un señor que mi amito Aldrin y yo
habíamos conocido en una placita de la ciudad en donde
viven mis dos antiguos amitos, Aldrin y Alicia. Éste señor
era el dueño y organizador del concurso en la cual mi amita
Alicia me había inscrito para que yo participara y me ganara
ese concurso.
– ¿Pero porqué no ganaste ese concurso? –. Interrumpió
Orejitas el relato de Mury, preguntando muy curiosos y
ansioso por saber el porqué su amigo Mury no había
ganado el concurso. Luego prosiguió su amigo el relato.
–No gané, como les dije anteriormente. Por falta de un
buen entrenamiento, ya que mi amito Aldrin no sabía nada
de entrenamiento y por qué no le entendía nada de lo que
me intentaba enseñar. Pero sí recibí un gran premio por
haberle salvado la vida al señor Mauro. Así se llama o se
llamaba el dueño de aquel concurso. Después de haberme
ganado ese magnífico premio, fui aceptado por los padres
de mi amita Alicia en su casa. Después que sus padres le
habían impuesto una regla de no tener animal alguno en su
casa, me dieron la entrada por aquel premio recibido y por
esa ocasión, sus padres rompieron por primera vez esa
regla que me permitió estar con ellos por dos largos años.
Todo aparentemente parecía alegría y felicidad para
204
nosotros, es decir para mi amita Alicia y yo. Un día, los
padres de mi amita Alicia decidieron visitar a unas tías, la
cuales eran las hermanas del papá de mi buena amita
Alicia. Yo sentía que esa visita iba a ser mi desgracia y mi
separación definitiva de mis amitos. Que no quería ir a ese
viaje de vacaciones. Después que llegamos a esa casa, vino
lo peor: las dos viejas brujas no gustaban de mi y buscaban
la forma de deshacerse de mi hasta que llegó ese día. Las
tías de mi amita Alicia me metieron en un saco después de
haber hecho que mis amos no se dieran cuenta de mi
desaparición sino hasta el otro día. Después de todo eso
llegué a parar a la perrera municipal. Después que las dos
viejas brujas me abandonaron en el monte, me pude liberar
del saco en la cual estaba metido. Luego subí una loma
hasta llegar al camino que me llevaría de regreso a la casa
de esas malévolas mujeres, tías de mi amita Alicia, pero
desafortunadamente me tropecé con el camión de la
perrera. Aunque yo no sabía que era el camión de la
perrera. Y luego unos hombres se bajaron del camión y me
atraparon, metiéndome dentro del carro con otros más que
también habían sido capturados y ladraban por su
infortunio y destino incierto. Fue en la perrera municipal en
donde pude conocer a mi nuevo amo: el señor Francisco,
quién se había dado cuenta de los malos tratos que nos
daban allí en ese horrible lugar y que no se lo recomiendo a
ningún otro perro. Desde ese entonces estoy ahora aquí en
esta casa y con ustedes, mis nuevos y adorables amiguitos.
–Mury, esa sí que es una verdadera historia de perro.
Mejor dicho esa es una verdadera aventura –. Le decía
Orejitas.
205
–Bueno, y eso que nada más se los he contado por
encimita. Porque no les he contado lo del concurso y otras
cosas más que si se los cuento todo y con lujos de detalles
no terminaríamos, creo yo, por éste día de contar todas las
cosas que me pasó con mis diferentes amos –. Les decía
Mury a sus amigos.
–Bueno, Mury, nosotros nos vamos. Pero nos veremos
mañana para seguir jugando y hablando de muchas cosas
fantásticas y divertidas –. Le dijo Rabitos.
–Bueno, está bien. Que les vaya bien amiguitos. Cuídense
mucho y aléjense de las trampas para ratones. No se
acerquen a ellas, porque son muy peligrosas y mortales
para ustedes –. Les dijo Mury a sus amigos.
206
Luego de haber encontrado a Mury, María les dice a sus
hermanitos que se tomaran las manos e hicieran un círculo
para dar vueltas alrededor de Mury. Cuando éstos hicieron
la ronda, comenzaron a dar vueltas y vueltas alrededor del
Perrito, cantando la pequeña cancioncita que María le
había hecho a su perrito y que les había enseñado a sus
hermanitos. Éstos cantaban alegremente la pequeña
canción que decía:
El perrito Mury,
era muy amable,
con los ratoncitos,
se puso a jugar
con los ratoncitos
y a ese final
eran muy felices.
207
Molano, y, por eso, Mury no estaría sufriendo mucho por
causa de descuidos, distracciones y cosas así por el estilo.
Ya que esa identificación permitiría que el perrito fuera
encontrado fácilmente y sin ninguna dificultad e impedir su
desaparición por causa de descuidos. Así de esa manera no
se tendría que buscar forzadamente al perrito, e impedir
que pasara a otras manos o dueños diferentes a los que
ahora tiene.
208
Apéndice
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familia. Alicia aceptó la noticia y la decisión de Aldrin de
haberle dejado al perrito a esa familia para no ocasionarles
mayor tristeza a sus nuevos amos. Por eso Alicia decidió
quedarse con su nueva mascota y no causarle a esa familia
mayor tristeza o problema por el perrito y sus pequeños
niños que se habían apegado mucho al perrito Mury y que
no querían desprenderse de él ni mucho menos de que se
los quitaran o se lo llevaran. Alicia entendió eso, que no le
quedó otro camino que de conformarse con su nuevo
perrito, el cual le había regalado su padre como reemplazo
de su antiguo perrito Peluchín y que ahora tenía nuevos
amos y nuevo nombre.
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