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algo para los reventas, las monjas, los

tenderos y para ti...


lo tenemos todo y no tenemos nada
y unos hombres lo hacen en las iglesias
y otros lo hacen seccionando mariposas
por la mitad
y otros lo hacen en Palm Springs
metiéndosela a rubias mantequilla
con almas de Cadillac
Cadillacs y mariposas
nada y todo,
el rostro derritiéndose hasta el último aliento
en un sótano en Corpus Christi.
siempre hay algo para los reventas, las monjas,
los tenderos y para ti...
algo a las 8 a.m., algo en la biblioteca.
algo en el río,
todo y nada.
en el matadero viene veloz por
el techo colgado de un gancho, y tú lo zarandeas —
uno
dos
tres
y ya lo tienes, 200$ de carne
muerta, sus huesos contra tus huesos
algo y nada.
siempre es lo bastante pronto para morir y
siempre es dentasiado tarde,
y la muesca de sangre en el blanco del lavabo
no te dice nada en absoluto
y los sepultureros que juegan al póker con
su café de las 5 a.m. mientras esperan a que la hierba
deseche la escarcha...
no te dicen nada en absoluto.
lo tenemos todo y no tenemos nada —
días con esquirlas de cristal y el hedor imposible
del musgo en el rio — peor que la mierda;
días tablero de ajedrez con jugadas de ataque y contraataque,
interés menguante, con la misma pasión en la derrota y
en la victoria; días lentos como mulas
de carga doblegadas y hoscas y de sol barnizadas
subiendo por un sendero donde un loco espera con las redes
llenas de currucas y arrendajos azules ya macilentos de un gris
escamoso
también buenos días de vino y griterío, peleas
en callejones, piernas gordas de mujer revolviéndose en
tus entrañas sepultadas en gemidos,
los carteles en las plazas de toros como diamantes gritando
Madre Capri, violetas que brotan del suelo
para decirte que olvides los ejércitos muertos y los amores
que te robaron.
días en que los niños dicen cosas divertidas y brillantes
como salvajes tratando de enviarte un mensaje con
el cuerpo mientras el cuerpo se mantenga
vivo para transmitir y sentir y correr de un lado
a otro sin ataduras ni sueldos ni
ideales ni posesiones ni opiniones de
escarabajo.
días para pasarte el día llorando en
un cuarto verde con la puerta cerrada, días
en que puedes reírte del panadero
porque tiene las piernas demasiado largas, días
de contemplar setos…

y nada, y nada. los días


de los jefes, hombres amarillos
con mal aliento y pies grandes, hombres
con aspecto de ranas, hienas, hombres que caminan
como si no se hubiera inventado la melodía, hombres
que juzgan inteligente contratar y despedir y
lucrarse, hombres con esposas caras que poseen
unas 30 hectáreas de terreno para perforarlo
o exhibirlo o vallarlo frente a
los incompetentes, hombres que te matarían
porque están locos y lo justificarían porque
es la ley, hombres que miran por
ventanas de 10 metros de ancho y no ven nada,
hombres eon yates de lujo que pueden dar la vuelta
al mundo y sin embargo nunca salen de los bolsillos de su
chaleco, hombres como caracoles, hombres como anguilas,
   hombres
como babosas, y aun peores...

y nada. cobrar tu última paga


en un puerto, en una fábrica, en un hospital, en una
planta aeronáutica, en un salón recreativo, en una
barbería, en un trabajo que no querías
de todas formas.
impuesto de la renta, enfermedad, servilismo, brazos
rotos, cabezas rotas — todo el relleno
salido como de una vieja almohada.

lo tenemos todo y no tenemos nada.


a algunos les va lo bastante bien por un tiempo y
luego aflojan. la fama los atrapa o el asco
o la edad o la falta de una dieta apropiada o la tinta
en los ojos o los hijos en la universidad
o los coches nuevos o una espalda rota esquiando
en Suiza o las nuevas políticas o la nueva esposa
o simplemente el cambio y la decadencia naturales —
ese conocido tuyo que ayer era capaz de soltar ganchos
diez asaltos seguidos o se pasaba tres días y
tres noches bebiendo por las montañas Sawtooth ahora
es sólo una cosa bajo una sabana o una cruz
o una lápida o bajo una vana ilusión barata,
o el que cargaba una biblia o una bolsa de palos de golf o un
maletín: ¡cómo se nos van, cómo se nos van! — todos
los que creíste que nunca se irían.

días como éste. como tu día de hoy.


acaso la lluvia en la ventana tratando de
llegar hasta ti. ¿que ves hoy?
¿qué es? ¿dónde estás? los mejores
días son a veces los primeros, a veces
los del medio y a veces incluso los últimos.
los solares vacíos no están mal. las iglesias en
Europa de las postales no están mal. la gente en
los museos de cera congelada en su mejor esterilidad
no está mal, es horrible pero no está mal. el
cañón, piensa en el cañón. y tostada para
desayunar el café bien caliente así
sabes que la lengua sigue en su sitio. tres
geranios en una ventana, tratando de ser
rojos y tratando de ser rosas y tratando de ser
geranios. no me extraña que a veces las mujeres
lloren, no me extraña que las mulas no quieran
subir la colina. ¿estás en una habitación de hotel
en Detroit buscando un cigarrillo? otro
día bueno. una pizca de día. y cuando
las enfermeras salen del edificio al terminar
su turno —ya han tenido bastante, ocho enfermeras
con distintos nombres y distintos sitios adonde
ir caminando por el césped, unas
quieren chocolate y un periódico, otras quieren un
baño caliente, otras quieren un hombre, otras
apenas van pensando en nada. bastante
y no bastante. arcos y peregrinos, naranjas,
cloacas, helechos, anticuerpos, cajas de
pañuelos de papel.

al sol a veces más decente


se tiene la sensación vaporosa de las urnas funerarias
y cl sonido enlatado de viejos aviones de combate
y si entras y pasas el dedo
por el alféizar de la ventana encontrarás
polvo, puede que hasta tierra.
y si miras por la ventana
estará el día, y a medida que
envejezcas seguirás mirando
seguirás mirando
mordiéndote un poco la lengua
ajá    no no    quizás

unos lo hacen con naturalidad


otros con obscenidad

en todas partes.

arte
a medida que
mengua
el espíritu
aparece
la
forma.

el punto crítico
demasiado
demasiado poco

demasiado gorda
demasiado flaca
o nadie.

risa o
lágrimas

los que odian


los que aman

extraños con caras como


cabezas de
tachuela

ejércitos recorriendo
calles de sangre
blandiendo botellas de vino
cargando a la bayoneta y follándose
vírgenes.

o un tipo viejo en un cuartucho


con una fotografía de M. Monroe.

hay una soledad en este mundo tan grande


que puedes verla en el lento movimiento de
las manecillas de un reloj.

gente tan cansada


mutilada
por amor o falta de amor.

y es que la gente no es buena con los demás,


con el prójimo.

los ricos no son buenos con los ricos


los pobres no son buenos con los pobres.

tenemos miedo.

nuestro sistema educativo nos dice


que todos podemos ser
triunfadores de la hostia.

no nos habla
de las cloacas
ni los suicidios.

ni del terror de una persona


penando en un sitio
sola

sin que la toquen


sin que le hablen
regando una planta.

Ia gente no es buena con los demás.


Ia gente no es buena con los demás.
la gente no es buena con los demás.

supongo que nunca lo será.


ni yo se lo pido.

pero a veces pienso en


ello.

los abalorios se balancearán


las nubes nublarán
y el asesino decapitará al niño
como quien muerde un cucurucho de helado.

demasiado
demasiado poco
demasiado gorda
demasiado flaca
o nadie

la gente odia más que ama.

la gente no es buena con los demás.


quizá si lo fuera
nuestras muertes no serían tan tristes.

entretanto yo miro a las chicas jóvenes


brotes
flores de porvenir.

tiene que haber algún camino.

seguro que hay un camino que aún no


hemos imaginado.

¿quién puso este cerebro dentro de mí?

grita
reclama
dice que hay una posibilidad.

no dirá

“no”.

metamorfosis
una novia vino a casa
me fabricó una cama
fregó y enceró el suelo de la cocina
restregó las paredes
pasó la aspiradora
limpió el váter
la bañera
fregó cl suelo del baño
y me cortó las uñas de los pies y
el pelo.

después
todo el mismo día
vino el fontanero y reparó el grifo de la cocina
y el Váter
y el técnico del gas reparo el calentador
y el técnico del teléfono reparo el teléfono.
ahora estoy aquí rodeado de toda esta perfección.
reina la calma.
he roto con mis 3 novias.

me sentía mejor cuando estaba todo en


desorden.
me va a llevar unos meses volver a la
normalidad:
no encuentro ni una cucaracha con la que departir.
he perdido el ritmo.
no puedo dormir.
no puedo comer.

me han desposeído de
mi mugre.

por más que te esfuerces


el desperdicio de palabras
continúa con asombrosa
persistencia
mientras el camarero pasa corriendo con la bandeja
llena
para esos chavales blancos tan listillos que se ríen de
nosotros.
no importa. no importa,
siempre que lleves los cordones atados y
nadie se te pegue demasiado a la
espalda.
el mero hecho de ser capaz de rascarte y
vivir despreocupado es ya un
triunfo.
esas mentes estreñidas que buscan
un sentido más hondo
acabarán despachadas con el resto de la
basura.
no te precipites.
si existe la luz
ella misma dará
contigo.

un poema es una ciudad


un poema es una ciudad llena de calles y cloacas
llena de santos, héroes, mendigos, locos,
llena de banalidad y bebida,
llena de lluvia y truenos y periodos de
sequía, un poema es una ciudad en guerra,
un poema es una ciudad preguntándole a un reloj por qué,
un poema es una ciudad en llamas,
un poema es una ciudad pasada por las armas,
sus barberías llenas de borrachos cínicos,
un poema es una ciudad donde Dios cabalga desnudo
por las calles como Lady Godiva,
donde los perros ladran de noche, y ahuyentan a
la bandera; un poema es una ciudad de poetas,
la mayoría bastante parecidos
y envidiosos y amargados...
un poema es esta ciudad ahora mismo,
a 80 kilómetros de ninguna parte,
a las 9:09 de la mañana,
el sabor del licor y los cigarrillos,
sin policía, sin amantes, caminando por las calles,
este poema. esta ciudad, cerrando sus puertas,
levantando barricadas, casi vacía,
afligida sin lágrimas, envejeciendo sin pena,
las montañas de granito,
el océano cual llama lavanda,
una luna privada de grandeza,
una musiquilla que sale de ventanas rotas...

un poema es una ciudad, un poema es una nación,


un poema es el mundo...

y ahora pongo éste bajo la lupa


para el escrutinio del editor loco,
y la noche está en otro lugar
y pálidas mujeres grises hacen cola,
el perro persigue al perro hasta el estuario,
las trompetas anuncian el patíbulo
mientras los hombrecillos despotrican contra las cosas
que no pueden hacer.

ah, sí
hay cosas peores que
estar solo
pero a menudo lleva décadas
darse cuenta
y muy a menudo
cuando lo comprendes
es demasiado tarde
y no hay nada peor
que
demasiado tarde.

ahora
tenía abscesos del tamaño de un tomate
por todo el cuerpo
me metieron un taladro
en el hospital del condado,
y
justo al caer el sol
todos los días
un hombre en la sala de al lado
se ponía a llamar a gritos a su amigo joe.
¡JOE! gritaba. ¡AY, JOE! ¡JOE! ¡J OE!
¡SÁCAME DE AQUÍ, JOE!

Joe nunca fue.


nunca he oído nada tan
lastimero.

seguro que joe se estaba currando a


una maciza o
tratando de resolver un crucigrama.

siempre he dicho que


si quieres saber de verdad quiénes son tus amigos
vete a un manicomio o a la
cárcel.

y si quieres saber dónde está el amor no


seas un eterno
fracasado.

yo tuve mucha suerte con lo de los abscesos


porque así me taladraron y torturaron
con la Sierra Madre de fondo
a la puesta del sol;
cuando aquel sol se puso supe lo que haría yo
cuando por fin tuviera ese taladro en mis manos
como lo tengo
ahora.

Bruckner
Bruckner no era malo
aunque se puso
de rodillas
y proclamó a Wagner
su maestro.

me entristece, supongo,
en cierto modo,
porque mientras Wagner se
marcaba cantidad de jonrones
Bruckner sólo sacrificaba bateadores
para pasar corredores a segunda base
y el lo sabía.

y yo sé que
mezclar metáforas de béisbol con música
clásica
no va a gustar a los puristas
tampoco.

prefiero a Ruth entre todos los jugadores


pero aprecio a quienes lo hicieron
lo mejor que pudieron
y siguieron intentándolo
aun cuando sabían que
eran segundones.

es el caso de tu boxeador dc barrio


de tu medio-centro defensivo
del jinete desconocido que a veces
se lleva una carrera
que está cuarenta a uno.
ése era Bruckner.

hay veces que deberíamos


recordar
el singular valor
de los segundones
que se niegan a abandonar
cuando las noches
son negras y largas e insomnes
y los días no tienen
fin.

crucifijo en memo inerte


sí, arrancan en un sauce, creo que
esas montañas tiesas arrancan junto al sauce
y siguen adelante sin consideración por
pumas ni nectarinas
de algún modo esas montañas son como
una anciana con mala memoria y
una cesta de Ia compra.
estamos en una cuenca. hazte a la
idea. allá abajo en la arena y los callejones,
esta tierra horadada, apaleada, dividida,
sostenida cual crucifijo en mano inerte,
esta tierra comprada, revendida, vuelta a comprar y
a vender, las guerras hace tiempo acabadas,
los españoles de vuelta en la lejana España
en el guardacabos otra vez, y ahora
agentes inmobiliarios, parceladores, terratenientes, ingenieros
de caminos disputándosela. esta tierra es suya y
yo camino por ella, vivo en ella un ratito y
ahí cerca de Hollywood veo a jóvenes en cuartos
escuchando discos almibarados
y pienso también en viejos hartos de música
hartos de todo, y la muerte como cl suicidio
me parece a veces voluntaria, y para hacerte
con la tierra lo mejor es volver al
Gran Mercado Central, mirar a las mexicanas viejas,
las pobres... seguro que has visto a esas mismas mujeres
hace muchos años
discutiendo
con los mismos jóvenes tenderos japoneses
ingeniosos, entendidos y tostados
entre montones enhiestos de naranjas, manzanas
aguacates, tomates, pepinos —
y ya sabes la pinta que tienen ésos, una pinta bien buena
como para comérselos todos
encender un puro y ahuyentar con el humo el mundo
   cruel.
después lo mejor es volver a los bares, los mismos bares
de madera, rancios, despiadados, verdosos
con el joven policía que se pasa por allí
asustado y buscando camorra,
y la cerveza sigue siendo mala
tiene un dejo que combina bien con cl vómito y
la decadencia, y tienes que hacerte fuerte entre las sombras
para olvidarte, olvidarte de los pobres y olvidarte de ti
   mismo
y de la bolsa de la compra entre las piernas
encantada allí abajo con sus aguacates y
naranjas y pescado fresco y botellas de vino, ¿quién quiere
pasarse el invierno en Fort Lauderdale?
hace 25 años había siempre una puta allí
con un ojo nublado, estaba muy gorda
y hacía campanitas plateadas con el envoltorio de las
cajetillas de tabaco. el sol parecía mas cálido entonces
aunque seguro que no era así
en verdad, y sales con tu bolsa de la
compra y caminas por la calle
y la cerveza verdosa sigue ahí
justo en la boca del estómago como
como chal corto y vergonzoso, y
miras a tu alrededor y ya no
ves ningún
viejo.

devorado por mariposas


tal vez gane la Lotería lrlandesa
tal vez me vuelva tarumba
tal vez llamen de Harcourt Brace
o tal vez del seguro de desempleo o
una lesbiana rica que vive en lo alto de la colina.

tal vez la reencarnación en rana...


o encontrarse 70.000$ flotando en una bolsa de plástico
en la bañera.

necesito ayuda
soy un hombre flaco devorado por
árboles verdes
mariposas y
por ti.

date la vuelta date la vuelta


enciende la lámpara
me duelen las muelas las muelas del alma me duelen
no puedo dormir
rezo por los muertos
los ratones blancos
motores en llamas
sangre en una bata verde en un quirófano
y estoy atrapado
ay, ay
bestial: mi cuerpo lo están llenando nada más que
conmigo
estoy atrapado a medio camino entre el suicidio y
la vejez
dando el callo en fábricas igual que
los jóvenes
manteniendo el ritmo
quemándome la sangre como gasolina y
logrando que el capataz se
sonría.

mis poemas sólo son pequeñas ralladuras


un el suelo de una
jaula.

gato atigrado
lleva pantalones vaqueros y zapatillas deportivas
y va con dos chavalas
más o menos de su edad.
de tanto en tanto pega un salto
y choca los talones
en cl aire.

es como un potrillo
pero en cierto modo me recuerda
más a un gato atigrado.

tiene el culo suave y


menos cerebro
que un mosquito.

Va dando saltitos detrás de las chicas


y chocando los talones.

luego le tira del pelo a una


corre hacia la otra y
lc estruja el cuello.

se las ha tirado a las dos y


está satisfecho de sí mismo.
todo le ha resultado
de lo más fácil.

y yo pienso, ay,
mi gatito atigrado
menudos días y noches
te esperan.

ese culito suave


será tu perdición.
tu agonía
no tendrá fin
y las chicas
que ahora son tuyas
pronto serán de otros hombres
que no pudieron merendarse sus
bomboncitos tan fácilmente ni
tan pronto.

las chicas están practicando contigo


las chicas están practicando para otros hombres
para alguien salido de la jungla
para alguien salido de la jaula del león.

sonrío al
verte caminar por la calle
chocando los talones.

dios mío, chaval, temo por ti


la noche
en que al fin lo descubras.

pero hoy luce el sol.

salta
mientras
puedas.

El Talento de la Multitud
Hay suficiente traición, odio,
violencia,
Absurdo en el ser humano
común

Para abastecer a cualquier ejército en cualquier


momento.
Y Los Mejores En El Asesinato Son Los
Que Predican Contra Él.
Y Los Mejores En El Odio Son Los
Que Predican AMOR.
Y LOS MEJORES EN LA GUERRA
—A FIN DE CUENTAS— SON LOS QUE
PREDICAN
PAZ

Los Que Predícan en nombre de DIOS


NECESITAN a Dios
Los Que Predican PAZ
No Están En Paz.
LOS QUE PREDICAN AMOR
NO TIENEN AMOR
CUIDADO CON LOS PREDICADORES
Cuidado Con Los Sabelotodo.
Cuidado
Con Quienes
Están SIEMPRE
LEYENDO
LIBROS

Cuidado Con Quienes Detestan La


Pobreza O Están Orgullosos De Ella

CUIDADO Con Aquellos De Elogio Fácil


Pues Necesitan ELOGIOS A Su Vez

CUIDADO Con Aquellos De Censura Fácil:


Tienen Miedo De Lo Que
Desconocen

Cuidado Con Quienes Buscan Siempre


La Multitud; No Son Nadie
Solos

Cuidado Con
El Hombre Común
La Mujer Común
CUIDADO Con Su Amor

Su Amor Es Común, Busca


Lo Común
Pero Tienen Talento Para El Odio
Tienen Suficiente Talento
Odiando Como Para Matarte, Para Matar
A Cualquiera.

No Queriendo La Soledad
No Entendiendo La Soledad
Intentaran Destruir
Cualquier Cosa
Que Difiera
De Ellos Mismos

Incapaces
De Crear Arte
No Podrán
Comprender El Arte
Considerarán Su Fracaso
Como Creadores
Un Simple Fracaso
Del Mundo

Incapaces De Amar Plenamente


CREERÁN Que Tu Amor Es
Incompleto
Y ENTONCES TE
ODIARÁN

Y Su Odio Sera Perfecto


Como Un Diamante Luminoso
Como Un Cuchillo
Como Una Montaña
COMO UN TIGRE
Como Cicuta

La Más Bella de Sus


ARTES

elogio a un pedazo de tía


algunos perros cuando duermen de noche
deben de soñar con huesos
y yo recuerdo tus huesos
en tu carne
y más
con aquel vestido verde oscuro
y los zapatos negros brillantes
de tacón alto,
siempre blasfemabas cuando
bebías,
el pelo caído por la cara
querías explotar libre de
lo que te atrapaba:
recuerdos podridos en un
pasado
podrido, y
por fin te
liberaste
al morir,
dejándome con el
presente
podrido;
llevas muerta
28 años
mas te recuerdo
mejor que a
nadie;
eras la única
que comprendía
la futilidad del
arreglo de la
vida;
los demás estaban sólo
a disgusto con
segmentos triviales,
despotricaban
sin sentido del
sinsentido;
Jane, te
mató el
saber demasiado.
brindo por
tus huesos
con los que
este perro
todavía
sueña.

los pájaros
el aire agudo y terrible se impregna de asesinato
mientras los pájaros del verano se juntan en las ramas
y gorjean
y desconciertan el clamor de la mente;
un loro viejo
que no habla nunca
está pensando en una lavandería china,
disgustado
abandonado
célibe;
hay un rojo en las alas
donde debería haber un verde,
y entre nosotros
el reconocimiento de
una vida inmensa y desperdiciada.

…mi 2da mujer me abandonó


porque dejé libres a nuestros pájaros:
el amarillo, con el ala lisiada,
descendió en picado y hacia la izquierda,
presa de gato,
cacareando como un órgano;
y el otro,
verduzco,
con un dedal por cabeza,
ascendió como un cohete
hacia lo alto del cielo vacuo,
y desapareció como el amor agriado
y el deseo de ayer
abandonándome
para siempre.

y cuando mi mujer
volvió a casa esa noche
con sus bolsas y sus planes,
sus trucos y codicias fulgurantes,
me encontró
deslumbrado con una pluma amarilla
buscándole la música
que ella,
curiosamente,
no conseguía
oír.

los placeres del condenado


los placeres del condenado
se limitan a breves instantes
de felicidad:
como los ojos con que mira un perro,
como una tabla de cera,
como un fuego consumiendo el ayuntamiento,
el país,
el continente,
como el fuego devorando los cabellos
de doncellas y monstruos;
y el zumbido del halcón en el melocotonero,
el mar fluyendo por entre sus garras,
el Tiempo
borracho y empapado,
todo ardiendo,
todo mojado,
todo delicioso.

millonarios
vosotros
los sin rostro
sin rostro
ninguno
que os reís de nada—
dejadme que os diga
que he bebido en cuartuchos de arrabal con
borrachines imbéciles
cuya causa era mejor
cuyos ojos conservaban todavía algo de luz
cuyas voces retenían cierta sensibilidad,
y cuando amanecía
nos sentíamos mal pero no enfermos.
pobres pero no engañados,
y nos estirábamos en la cama y nos levantábamos
a media tarde
como millonarios.

qué hombre era yo


Le volé la oreja izquierda
después la derecha,
y luego le arranqué la hebilla del cinturón
a plomazos,
y luego le volé lo único que importa
y cuando se agachó
a recoger sus calzones
y sus pelotas
(pobre bicho)
me aseguré de que no volviera
a levantarse
nunca más.

Buf, qué rollo.


Entré a echar un trago rápido
y había un tipo que parecía
mirarme de soslayo,
y así fue como murió —
de soslayo,
mirándome
y agarrándose
las pelotas.

De ver tanta sangre como que me entró


hambre.

Me tomé un sándwich de jamón.


Puse un par de canciones sentimentales...
Apagué a tiros todas las luces
y me largué de allí.
No había ni un alma por la calle
así que le disparé a mi caballo
(pobre bicho).

Entonces vi al Sheriff
plantao al final de la calle
y temblequeaba
como si tuviera cl mal de San Vito;
daba pena verlo
así que le quité el temblor
del primer balazo
y compasivamente lo dejé seco
del segundo.

Entonces me tumbé boca arriba un rato


y apagué a tiros las estrellas una a una
y luego
apagué a tiros la luna
y después me di una vuelta
y apagué a tiros todas las luces
del pueblo,
y enseguida se quedó todo a oscuras
a oscuras total
como a mí me gusta;
no soporto dormir
con la luz dándome
en la cara.
Me tumbé y soñé
que volvía a ser un niño
jugando con mi revólver de juguete
y ganando siempre a las canicas,
y cuando desperté
mis pistolas habían desaparecido
y estaba atado de pies y manos
como si alguien
me tuviese miedo

y estaban pasándome
una soga por el pescuezo
como si
pretendieran colgarme,
y un tipo me estaba colocando
un cartel la mar de bonito
en la camisa:
hay una ley para ti
y una ley para mí
y una ley colgada
del árbol hasta la raíz.

Bueno, las poesías bonitas siempre


me han sacado las lágrimas
y parece increíble pero
todas las mujeres lloraban
y aunque en su lamento
nombraban a otros hombres
yo sabía que lloraban
por mí (pobres bichos)
y aunque me había acostado con todas,
se me había olvidado
con tanta emoción
decirles mi nombre
y todos los hombres parecían enfadados
pero supongo que era porque los chavales
estaban siendo muy maleducados
tirándome botes de hojalata,
pero les dije que no se preocuparan
porque tenían mala puntería de todas formas
ni un solo crío de ésos tenía pinta de ir a
hacerse un hombre —
90% homosexuales, toda la panda,
y alguien gritó
“¡vamos a mandarlo al infierno!”

y de un tirón me encontré bailando


mi último baile,
pero aproveché el impulso
y le escupí al camarero en el ojo
y le miré desde arriba
los pechos a Nellie Adams
y otra vez se me hizo la boca agua.

toma oro
cogí mi BMW y fui al banco a
recoger mi tarjeta American Express Oro.

le dije a la chica del mostrador lo que


quería.

“Usted es el Sr. Chinaski”, me


dijo.

“sí, ¿quieres una


identificación?”

“claro que no, ya lo conocemos…”

metí la tarjeta en la cartera


volví al aparcamiento
me subí al BMW (ya pagado, a
tocateja)
y decidí acercarme a la licorería
por una caja de vino
selecto.

de camino, decidí además escribir un poema


sobre todo este asunto: el BMW, el banco, la
Tarjeta Oro
sólo para cabrear a los
críticos
los escritores
los lectores

que preferían con mucho los poemas en que


yo duermo en los bancos de los parques
congelado y muriendo de vino peleón
y malnutrición.

este poema es para quienes piensan que


sólo se puede ser un artista
genial
viviendo al
límite
aunque no hayan tenido nunca las
agallas de
intentarlo.

una amenaza a mi inmortalidad


se desnudó delante de mí
enseñando el coño de frente
mientras yo estaba echado en la cama con una botella
de cerveza.

¿cómo te ha salido esa verruga en


el culo? pregunté.
no es una verruga, dijo ella.
es un lunar, una especie de
señal de nacimiento.

esa cosa me da miedo, dije,


vamos a
dejarlo.

me levanté de la cama y
pasé al otro cuarto y
me senté en la mecedora
y me mecí.

ella se acercó. pues mira,


vejestorio, tú tienes verrugas y cicatrices y
todo tipo de cosas por todo el
cuerpo. estoy segura de que eres el viejo
más feo
que he visto nunca.

olvídate, dije, y cuéntame algo más


de ese
lunar en el culo.

se fue al otro cuarto


a vestirse y luego pasó corriendo
dio un portazo
y se
largó.

y pensar que
encima se leía todos mis libros
de poesía.

sólo esperaba que no le contase


a nadie que
yo no era guapo.
una sonrisa memorable
teníamos peces de colores que daban vueltas y más vueltas
en la pecera colocada en la mesa junto a las pesadas cortinas
que tapaban el ventanal y
mi madre, siempre sonriendo, queriendo que todos
fuéramos felices, me decía “¡sé Feliz, Henry!"
y llevaba razón: es mejor ser feliz si
puedes
pero mi padre seguía pegándonos a los dos varias veces por
semana mientras
rabiaba en su esqueleto de 1,89 metros porque no
comprendía qué le estaba atacando por dentro.

mi madre, pobre pececillo,


deseosa de ser feliz, apaleada dos o tres veces por
semana, diciéndome que fuera feliz: “Henry, ¡sonríe!
¿por que no sonríes nunca?"

y entonces sonreía ella, para enseñarme, y era la


sonrisa más triste que he visto nunca.

un día se murieron los peces, los cinco,


quedaron flotando en el agua, de lado, con los
ojos todavía abiertos,
y cuando mi padre llegó a casa se los echó al gato
en el mismo suelo de la cocina y nosotros nos quedamos
mirando y mi madre
sonreía.

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