El que la globalización sea un fenómeno con connotaciones de totalidad, agregación e
inclusión no significa que se exprese de modo uniforme. El impacto de la globalización es
diferenciado, no obstante el hecho de que influya con grados diversos de intensidad y con distintas modalidades en todos los habitantes del planeta. Ello explica la gran dificultad que existe para llegar a consensos necesarios sobre el significado profundo de la globalización, ya que el fenómeno es «vivido» de modo desigual en las distintas regiones. En tal sentido, no debemos interpretar la globalización como una forma más sutil de imperialismo -lo que no significa que de hecho comporte nuevas formas de jerarquización y dependencia-, sino que alude a una serie de profundos cambios que tienen lugar en los diferentes ambientes sociales y en la totalidad de paisajes del mundo.4
La justificación de la globalización se basa en la apertura económica que un país concede a
sus empresas para conseguir en el mercado internacional los recursos que, aunque existieran internamente, no le permiten exportar competitivamente sus productos. En otros términos, la apertura económica es la herramienta para aprovechar la globalización como entrada de recursos internacionales de forma tal que permitan la exportación de productos nacionales como salida, todo ello apoyado en la competitividad (ver figura 4). Una segunda justificación es de carácter social, permitir la apertura económica para que haya competencia para aquellos productos nacionales que por su calidad o precio generen una situación altamente desfavorable en el mercado interno.