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ORACIÓN (un miembro de la familia puede dirigir este tiempo de oración, o se puede leer este
texto)
Te damos muchas gracias, Señor, porque en la resurrección de Jesús a nosotros también nos
llega la vida. Gracias por llenarnos de esperanza para este mundo, por librarnos de la
esclavitud del desánimo, de la inseguridad del presente y del temor al mañana; porque en
Jesús hemos recibido la vida. Danos, Padre, la fuerza para creer, la firmeza para esperar, la
fortaleza para confiar; y traducirlo en fuerza para amar, en firmeza para actuar y en fortaleza
para proclamar tu Reino.
Que así sea, Señor.
SALMO 118
14
Yo canto al Señor, que me da fuerzas.
¡Él es mi salvador!
15
En las casas de los hombres fieles
hay alegres cantos victoriosos:
“¡El poder del Señor alcanzó la victoria!
16
¡El poder del Señor es extraordinario!
¡El poder del Señor alcanzó la victoria!”
17
¡No moriré, sino que he de vivir
para contar lo que el Señor ha hecho!
19
¡Abrid las puertas del templo,
que quiero entrar a dar gracias al Señor!
20
Esta es la puerta del Señor,
y por ella entrarán los que le son fieles.
21
Te doy gracias, Señor, porque me has respondido
y porque eres mi salvador.
22
La piedra que los constructores despreciaron
se ha convertido en la piedra principal.
23
Esto lo ha hecho el Señor,
y estamos maravillados.
24
Este es el día en que el Señor ha actuado:
¡estemos hoy contentos y felices!
Por favor, Señor, ¡sálvanos!
25
LECTURAS BÍBLICAS:
Hechos 5:27-32
27
Una vez introducidos (los apóstoles) a la presencia del Consejo Supremo, el sumo sacerdote
procedió a interrogarlos:
28
— Os teníamos terminantemente prohibido enseñar en nombre de ese. Pero resulta que
habéis infestado Jerusalén con vuestra enseñanza, y encima queréis hacernos responsables de
la muerte de ese hombre.
29
Pedro y los otros apóstoles respondieron:
— Debemos obedecer a Dios antes que a los hombres. 30 El Dios de nuestros antepasados ha
resucitado a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándolo en un madero. 31 Ha sido Dios quien
lo ha elevado a la máxima dignidad y lo ha constituido jefe y salvador, para ofrecer a la
nación israelita la ocasión de convertirse y de alcanzar el perdón de los pecados. 32 Y nosotros
somos testigos de ello junto con el Espíritu Santo, que Dios ha concedido a quienes lo
obedecen.
Juan 20:19-31
19
Aquel mismo primer día de la semana, al anochecer, estaban reunidos los discípulos en una
casa, con las puertas bien cerradas por miedo a los judíos. Se presentó Jesús en medio de ellos
y les dijo:
— La paz esté con vosotros.
20
Dicho lo cual les enseñó las manos y el costado. Los discípulos se llenaron de alegría al ver
al Señor. 21 Jesús volvió a decirles:
— La paz esté con vosotros. Como el Padre me envió a mí, así os envío yo a vosotros.
22
Sopló entonces sobre ellos y les dijo:
— Recibid el Espíritu Santo. 23 A quienes perdonéis los pecados, les quedarán perdonados; a
quienes no se los perdonéis, les quedarán sin perdonar.
24
Tomás, uno del grupo de los doce, a quien llamaban “el Mellizo”, no estaba con ellos cuando
se les presentó Jesús. 25 Así que le dijeron los otros discípulos:
— Hemos visto al Señor.
A lo que Tomás contestó:
— Si no veo en sus manos la señal de los clavos; más aún, si no meto mi dedo en la señal
dejada por los clavos y mi mano en la herida del costado, no lo creeré.
Ocho días después, se hallaban también reunidos en casa los discípulos, y Tomás con ellos.
26
Aunque tenían las puertas bien cerradas, Jesús se presentó allí en medio y les dijo:
— La paz esté con vosotros.
27
Después dijo a Tomás:
— Trae aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en la herida de mi costado. Y
no seas incrédulo, sino creyente.
28
Tomás contestó:
— ¡Señor mío y Dios mío!
Jesús le dijo:
29
— ¿Crees porque has visto? ¡Dichosos los que crean sin haber visto!
30
Jesús hizo en presencia de sus discípulos otros muchos milagros que no han sido recogidos
en este libro. 31 Estos han sido narrados para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios,
y para que, creyendo, tengáis vida por medio de él.