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1. Fenómeno vs noúmeno.

 La distinción entre fenómeno y noúmeno es clave a la hora de


entender el sistema kantiano. Con fenómeno, Kant designa el objeto del conocimiento
empírico y objetivo, lo que aparece o se muestra al sujeto que conoce. Para aquello que
conocemos sin que exista una transcripción material o sensible, Kant empleó el término
noúmeno o cosa-en-sí. El noúmeno, por tanto, es lo que no puede ser reconocido ni por la
intuición sensible ni intelectual. Ya que el conocimiento se limita a los fenómenos, no hay
conocimiento de las cosas-en-sí al menos a través de la razón teórica. Su campo es el de la
razón práctica. Solo a través de la experiencia de la moral se muestran accesibles los
noúmenos.

2. Kant, ética formal. La ética puede ser de dos tipos: material o formal. La primera –las
primeras, mejor dicho pues tienen diversos contenidos– son empíricas porque esos
contenidos proceden de la experiencia; tienen preceptos condicionales, abocados a
conseguir fines y son heterónomas; el sujeto se determina mediante leyes ajenas a sí
mismo o su propia razón. La ética de Kant las rechaza: rechaza el contenido que le puede
otorgar la experiencia, la determinación que establezca unos fines o cualquier ente
externo al sujeto. Kant es un tipo formal y su ética también lo es. La ética kantiana no
tiene fines y no determina lo que debemos hacer. La ética de Kant se centra en cómo
debemos actuar. Y ¿cómo hemos de actuar? La respuesta es por deber. «Una acción hecha
por deber tiene su valor moral, no en el propósito que por medio de ella se quiera
alcanzar, sino en la máxima por la cual ha sido resuelta». Fundamentación de la metafísica
de las costumbres.
La ética kantiana no tiene fines y no determina lo que debemos hacer. La ética de Kant se
centra en cómo debemos actuar

3. El imperativo categórico. Esa sumisión al deber de la ética de Kant recibe el nombre de


imperativo categórico. No puede ser hipotético, parcial como sucede en el caso de las
éticas materiales. Del imperativo categórico existen distintas formulaciones en el
mencionado libro Fundamentación de la metafísica de las costumbres, de las que las más
conocidas son:

 Obra solo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne en ley
universal.

 Obra de tal modo que uses la humanidad tanto en tu persona como en la persona de
cualquier otro siempre como un fin y nunca como un medio.

4. Un filósofo trascendental. Efectivamente, lo fue y así lo ha demostrado el devenir del


pensamiento, pero, además de serlo y de usar la palabra para definir toda su producción,
como hemos visto, Kant la aplicó también a diversas ramas de sus estudios. En la Crítica de
la razón pura, Kant diferencia entre:

 Estética trascendental. Se centra en la sensibilidad y en su papel respecto a la posibilidad


del conocimiento. Concluye que las variables tiempo y espacio son formas a priori de la
sensibilidad: para que algo pueda ser percibido por el sujeto, debe ser sometido, reducido
a esas dos condiciones de la sensibilidad, el tiempo y el espacio.

 Analítica trascendental. Ya no hablamos de sensibilidad, sino de conocimiento. Este se


realiza a través de conceptos. Algunos, los empíricos, proceden de los datos de los
sentidos, pero otros son a priori, puros. A estos Kant los denomina categorías y los define
como aquellos conceptos que hacen posible «pensar los objetos». Los tocaremos en
detalle en el siguiente epígrafe.

 Dialéctica trascendental. Se centra en la razón y en la posibilidad, o no, de la metafísica. Si


la razón, en su infatigable búsqueda de las causas últimas y el origen de las cosas no es
limitada, acabará entrando en el terreno de la metafísica: esto es, de nociones como el
alma, el mundo o Dios. Kant concluye que la metafísica, como conocimiento de realidades
más allá de la experiencia es imposible, pues las categorías sólo deben aplicarse a los
fenómenos, a los datos obtenidos de los sentidos.

5. Categorías, en detalle. Las categorías son un tipo de concepto de los que hacen posible el
entendimiento. Hay dos, los generados a partir de la experiencia y otros innatos, a priori:
las categorías. Kant estaba muy satisfecho con este descubrimiento hasta el punto de
catalogarlo. Serían doce categorías, tres por cada tipo de juicio:

 Según la cantidad: unidad, pluralidad y totalidad.

 Según la cualidad: realidad, negación y limitación.

 Según la relación: sustancia, causa (y efecto) y reciprocidad.

 Según la modalidad: posibilidad (o no), existencia (o no) y el juego necesidad-


contingencia.

A este cuadro de categorías elaborado a partir de la clasificación lógica de los juicios se le llama
«deducción metafísica de las categorías».

El imperativo categórico de Kant: obra de tal manera que puedas querer que tu acción se
convierta en ley universal

6. ¿Qué hay de Dios? Kant examinó y criticó los argumentos tradicionales que demostraban
la existencia de Dios en la Crítica de la razón pura. En ese mismo libro había puesto de
manifiesto la imposibilidad de la metafísica como ciencia y, se entiende, de las materias de
las que esta se ocupa: el alma, la inmortalidad, Dios… Pues bien, Kant parece decir a
continuación que «con Dios hemos topado» y nunca negó su existencia ni la de la
inmortalidad del alma. Sostuvo que ambos conceptos no son cognoscibles por la razón
teórica, pero que se imponen en la razón práctica como postulados, es decir, como algo
indemostrable, pero necesario para la moral. En el caso de Dios entiende que una
separación tan grande entre el ser y el deber ser como la que aqueja a este mundo hace
necesaria la existencia de Dios como entidad en la que ser y deber ser se unifican por fin
en una unión perfecta de virtud y felicidad.

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