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Hay que aplicar medidas de ahorro, eficiencia y reutilización. Hay que establecer planes de
utilización eficiente y de ahorro de agua, así como de reutilización de las aguas residuales.
Entre otras medidas es importante no olvidar:
- El fomento de usos de los recursos locales (por ejemplo pozos).
- Planes para la utilización de las aguas pluviales.
- Normativas de uso del agua en jardinería e impulsar la xerojardinería o con poca agua.
- Sensibilizar y educar a la ciudadanía dando ejemplo como administración local en el ahorro
y reutilización del agua
2. Impulsar una gestión integral de los residuos
Una buena gestión de los residuos no es recoger las basuras simplemente sino impulsar
iniciativas de participación ciudadana y prevención en origen -sobre todo de envases y
embalajes.
Si se disponen de plantas de tratamiento y de gestión de residuos, estas deben someterse a
una constante mejora respecto a la protección del entorno; y sobretodo hay que minimizar y
valorizar los residuos antes de destinarlos a tratamientos finalistas (depósitos controlados e
incineradoras).
Hay que reconocer que para cambiar de hábitos colectivos y reducir la cantidad de residuos
hay que establecer programas de sensibilización no solo destinados a los ciudadanos, sino
también a las empresas, los establecimientos comerciales, etc. Una medida clave es
potenciar el consumo cercano, ecológico y responsable.
En cuanto al tratamiento de los residuos, primero hay que impulsar la minimización y la
separación en origen y la recogida selectiva en todos los ámbitos por parte de todos los
actores (fabricantes, distribuidores, ciudadanos y administraciones). Los puntos verdes o
áreas de acopio de productos de especial toxicidad es imprescindible.
Fomentar la cooperación intermunicipal en la gestión de los residuos, mediante la
transferencia mutua de conocimientos y experiencias así como el establecimiento de
mancomunidades, consorcios y equipamientos públicos compartidos, tanto en materia de
reducción como de recogida selectiva, reciclaje, reutilización y recuperación. Sólo de este
modo se puede avanzar en la gestión directa de los servicios municipales.
3. Prevenir la contaminación atmosférica y del cambio climático
Garantizar una buena calidad del aire exige impulsar un nuevo modelo de gestión urbana
(planificación urbanística, transporte, energía, consumo ...), basado en la implicación de
todos los agentes políticos, sociales y económicos.
Cuando se dan episodios críticos de contaminación porqué las condiciones meteorológicas
propician situaciones de mayor incremento de contaminantes atmosféricos, hay que articular
medidas de reducción de la movilidad y de las principales fuentes de contaminación
atmosférica en el municipio.
Aceptar el cambio climático implica favorecer el cumplimiento del Protocolo de Kyoto sobre la
reducción de emisión de CO en la atmósfera como base para contribuir a la prevención del
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calentamiento global.
Una mejor calidad atmosférica también exige intervenir en:
la reducción del ruido y de las vibraciones, ya sea con la información que aportan los
mapas de capacidad acústica o por los datos en tiempo real;
desincentivar la generación de ruidos nocturnos, especialmente, en el ámbito vecinal;
la reducción de la contaminación lumínica, electromagnética y de los olores.
Los municipios pueden impulsar una gestión del ciclo energético adquiriendo redes de
transporte, gestionando instalaciones productoras, fomentando la generación más
descentralizada de energía y minimizar las pérdidas generadas por la distribución.
El autoconsumo con energías renovables es una alternativa que la ciudadanía podría abrazar
con más fuerza si la administración municipal lo avalara, lo facilitara e hiciera pedagogía
sobre el mismo. En los edificios plurifamiliares, el autoconsumo fotovoltaico para los servicios
comunes podría ahorrar muchas emisiones de gases de efecto invernadero.
El municipio es la administración mejor preparada para combatir la pobreza energética. Para
ello hay que acompañar a la población de riesgo a que disponga de un suministro eléctrico
adaptado a sus necesidades y no a lo que las comercializadoras consiguen con su insaciable
y perversa picaresca.
10. Validar políticas públicas de desarrollo integral y sostenible del territorio desde la
participación