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Crecer sin desaparecer

El rechazo a uno de los proyectos mineros más grandes que se tenía en cartera para la región de
Coquimbo, con la cual se esperaba hasta triplicar la producción de hierro en chile y sumar el
equivalente en cobre extraído en una mina tan grande como la de El Salvador, dejó varios flancos
abiertos, incluyendo la salida de dos ministros del área económica. Esta disputa que se llevó a
cabo a nivel ministerial oculta un tema mucho más rico, el crecimiento económico versus un
desarrollo sustentable.

Dominga, nombre del proyecto que se pensaba llevar a cabo en la comuna de La Higuera, incluía
dos minas a tajo abierto, una planta desalinizadora, un puerto, entre otras construcciones para la
operación de la minera, con una inversión proyectada de 2.500 millones de dólares y la creación
de alrededor de 30.000 puesto de trabajo, según cálculos de la minera. Todo lo anterior sumado a
que la propia firma responsable del proyecto afirma que es el mejor proyecto minero del mundo,
como se puede observar en la página de internet creada para avalar estos dichos, no fue sufriente
para ser aprobada, siendo rechazada por tres de los cinco ministros que votaron el proyecto, sin
incluir al ministro de economía, quien abandonó la sala antes de emitir su voto.

Pero, ¿cómo es que un proyecto que se perfila como una de las inversiones más grandes en el
último tiempo en el país, es rechazado?

Los ministros que votaron en contra, pusieron énfasis en que el proyecto, no se hacía cargo de los
posibles daños que podía ocasionar a la zona, además de no contar con suficientes medidas de
mitigación. “No se hace cargo de manera adecuada de los eventuales impactos significativos al
medioambiente y la saluda de la personas”, esgrimió el ministro de Medio Ambiente, Marcelo
Mena, tras emitir su veredicto, como constata en el reportaje emitido por la BBC. A esto agrego,
“No estamos en contra del desarrollo económico ni de los proyectos, que son necesarios para el
crecimiento del país. Pero deben responder adecuadamente a los impactos que pueden generar”.

Esta pugna entre el simple crecimiento y el desarrollo sustentable se hace más clara con las
declaraciones emitidas por el ministro de economía, luego del rechazo de Dominga. “Yo constato
que algunos no tienen el crecimiento dentro de las prioridades más altas y les cuesta a veces tener
una compatibilización de eso con otros objetivos, que son importantes también” apuntó el
ministro Valdés, en directa alusión al ministro de Medio Ambiente.

Estas declaraciones lejos de aunar condiciones y un clima de entendimiento, hacen que las
posiciones se distancien aún más, haciéndonos parecer que no hay otra forma de crecer, más que
de forma económica, sin embargo se empiezan a ver luces dentro de las esferas gubernamentales
que le dan importancia al desarrollo sustentable, entendiendo que nuestros recursos no son
infinitos y más aún, nuestro bienestar y desarrollo, no solo se mide en dinero.

Pero para entender mejor lo que es el desarrollo sustentable, nos guiaremos por lo que nos dice el
informe Brundtland, el cual fue elaborado por distintas naciones en 1987 para Naciones Unidas. El
concepto fue desarrollado como una alternativa a lo entendido por “crecimiento habitual”. Lo que
se buscó con el nuevo concepto fue hacer énfasis en la reconciliación entre la búsqueda de
bienestar económico, los recursos naturales y la sociedad, evitando comprometer la existencia de
la vida en el planeta, ni la calidad de vida llevada por la humanidad. La definición exacta que se
extrae del informe es: “Satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer
as posibilidades de las generaciones del futuro para atender sus propias necesidades”.

Pese a que el crecimiento económico sin límites, nos ha llevado a un nivel de bienestar y
comodidad nunca antes alcanzado por la humanidad, este no puede seguir indefinidamente y es
cuando se hace necesario un equilibrio, un desarrollo que sea sostenible en el tiempo, teniendo en
cuenta cada aspecto de la sociedad humana y su entorno.

Esta sustentabilidad se hace sumamente necesaria cuando se entiende que la tierra es un planeta
finito, con recursos limitados, que pueden agotarse. Estamos viviendo con recursos de las
generaciones futuras, como nos hizo ver la organización ecologista WWF con su estudio
“Overshoot Day” que lleva año a año donde nos entrega una fecha en la tierra no puede
regenerar los recursos consumidos hasta ese momento.

Otro punto a tener en cuenta es la creciente búsqueda del crecimiento económico sin más interés
que en el mismo crecimiento, como lo han llamado algunos el “capitalismo salvaje”, y es que esta
búsqueda de la ganancia económica sin sentido, nos hace olvidar muchos aspectos de la sociedad,
generalmente dejando a los más vulnerables como víctimas de este crecimiento. En este aspecto
de ven luces desde distintos gobiernos y esferas gubernamentales de una preocupación por este
aspecto, como fue el caso de la Presidente Michelle Bachellet, quien argumento que “No hay
crecimiento económico sin desarrollo sustentable”, esto en el marco del IV Congreso Internacional
de Áreas Marítimas Protegidas.

Pero más relevante que todos los puntos anteriores es el impacto negativo que tiene el
crecimiento desmedido en el medioambiente. Y es que un aumento en la producción de bienes
supone también una mayor intervención en el medio ambiente, ligados a una mayor
contaminación, en pos del beneficio económico sin tomar en cuenta el medio. Y es así como países
con un alto crecimiento tienen niveles de contaminación nunca antes vistos en la humanidad. EL
caso más puntual es el de China, con niveles de crecimiento anual al borde del 10% pero con sus
ríos completamente colapsados y ciudades con niveles de contaminación por sobre niveles
recomendados por la OMS. El caso más emblemático es Pekín en el cual la concentración de
partículas medidas por el Organismo Internacional fue de 800 – 900 microgramos por metro
cubico, siendo que este mismo recomienda no tener más de 25 microgramos.

Es entonces con que nos damos cuenta que nuestro nivel de vida actual está en riesgo, y no pone
en riesgo solo a la humanidad, sino que a su completo entorno. Teniendo claro esto se hace más
que claro que debemos apuntar hacia un desarrollo sustentable el cual pueda mantener un
equilibrio entre el crecimiento económico y el bienestar de toda la humanidad y el planeta, a fin
de cuentas es el único hogar que hemos conocido y conoceremos en nuestras vidas.

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