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NOMBRE:

Bryan Mendoza Quiróz

GRADO :
"3ero"

SECCIÓN:
"C"

CURSO:
Comunicación

I.E:
San Marcelino Champagnat
OBRAS:

PACO YUNQUE:
Paco Yunque es un niño provinciano, y de el cual el autor relata, lo
que sería su cautiverio dentro de la escuela.
Paco llega por primera vez a la escuela de mano de su madre, este
se siente sorprendido al ver a su alrededor a tantos niños que
juegan, ríen y saltan.
Paco Yunque nunca había visto eso, por lo que estaba muy
nervioso.
Ya en el aula se produce una confusión por motivo de que Paco
Fariña y Humberto Grieve pugnaban por decidir con quien se
sentaría Paco Yunque, y por lo que el profesor se ve obligado a
intervenir y mandar a Yunque con Fariña.
Luego Paco y todos sus compañeros son testigos de cómo el
profesor comete una gran injusticia al castigar al alumno Antonio
Gesdres por haber llegado tarde y no castigar también a Humberto
Grieve quien había hecho lo mismo.
Pasado esto el profesor los puso a trabajar, así que les dejo una
tarea para que realizaran de forma individual, todos trabajaban
pero menos Humberto, quien en vez dibujaba peces, muñecos y
cuadritos.
Al llegar la hora del recreo y después de salir todos del aula,
Humberto roba la hoja de examen de Paco Yunque. Cuando los
niños ingresan, el profesor les pide los trabajos que les había
dejado, todos entregaron sus pruebas, menos el niño Paco Yunque
porque Humberto Grieve lo había sustraído y lo había hecho pasar
como si fuese suyo.
El profesor sancionó a Paco Yunque por no cumplir con su tarea.
Cuando ingresó el director al salón de clases preguntó al profesor si
ya tenía al mejor alumno del aula y el profesor dijo que si, que era
Humberto Grieve, por ser el ganador de la prueba y el director lo
felicitó.
Mientras esto sucedía, Paco Yunque con la cabeza gacha solo
atinaba a llorar por la gran injusticia cometida, al mismo tiempo
que su amigo Paco Fariña lo consolaba.
CÉSAR VALLEJO
EL NIÑO DE JUNTO AL CIELO :
Desde su llegada de Tarma, Esteban se había quedado impresionado por el
bullicio y la cantidad de gente en la capital.
A sus cortos diez años, Lima le parecía una bestia de un millón de cabezas
dispuesta a devorar a quien no conocía.
Hacía muy poco que había venido con su madre y la nueva pareja de ésta a
quien llamaba "Tío". Él pensó que llegaría para alojarse en Miraflores, San
Isidro, El Callao o la Victoria, que conocía por referencia.
Sin embargo, llegaron al pie de un cerro llamado El Agustino, donde en todo
lo alto, casi en la cumbre, su tío había levantado una choza. Desde ese
instante, Esteban lo conocería como el barrio de Junto Al Cielo.
Curioso como todo niño de su edad, Esteban bajó de su choza y tomó la
carretera, Sin saber cómo llegó hasta el Mercado Mayorista, donde se
encontró un billete de diez soles tirado en el suelo; lo recogió y prosiguió su
camino, jamás había tenido un billete así.
Su recorrido lo interrumpió para mirar el juego de otros niños entre los que
estaba Pedro, quien pronto se hizo su amigo, Pedro le dijo que no tenía casa y
que dormía en el interior del mercado, donde lo cogiera la noche.
Esteban le comentó su hallazgo y Pedro lo convenció para hacer "Crecer" ese
dinero vendiendo revistas. Juntos irían a comprar la mercadería. Cada revista
costaba un sol y se vendería a sol cincuenta; los cinco soles se repartirían
solidariamente después de la venta.
Convinieron en reunirse después de una hora, sin que Esteban dijera nada a
su madre ni a su tío sobre el hallazgo y el futuro negocio. Luego de almorzar
en casa, Esteban bajó para encontrarse con Pedro. Tomaron el tranvía y se
dirigieron a la Plaza San Martín.
Compraron las revistas y se ubicaron en un muro donde las extendieron para
su venta, las cuales fueron saliendo ante la alegría de Esteban.
Cuando faltaba vender una, Pedro dijo que no había almorzado y tenía
hambre. Sacó un sol de su "ganancia" y le pidió a su amigo que fuera a
comprarle pan con jamón a una bodega. Esteban aceptó, pero cuando fue a
pagar lo pedido, le dijeron que no alcanzaba, por lo que decidió llevar sólo
galletas. Al volver, ya no estaba Pedro ni la última revista que quedaba.
El niño pensó que se había equivocado de camino, pero no, allí seguían los
jardines y los muros donde había dejado a Pedro.
Esperó una, dos, tres horas hasta que anocheció. Mil conjeturas llenaron su
pensamiento, desde que Pedro había sido devorado por la bestia de un millón
de cabezas o que era parte de ella.
Conteniendo el llanto, mordisqueó una galleta y se dispuso a tomar el tranvía
que lo dejaría cerca del cerro al que tendría que escalar para llegar Junto Al
Cielo.

ENRIQUE CONGRAINS MARTIN

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