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¿Cómo medir la desocupación en la crisis por el coronavirus?

Tratando de aportar en tiempos del SARS-CoV-2 (COVID 19).


Fernando Manzano1-2

Ante la pandemia del COVID-19, las economías se cerraron y paralizaron, y las sociedades se
encuentran en cuarentenas más o menos severas, medidas solo comparables a las de
situaciones de guerra. Dejando de lado – en caso de ser posible– el dolor generado en el corto
plazo para la salud de los trabajadores y de sus familias, nos enfrentamos a un descontrolado
aumento del desempleo3. La OIT estima que hay entre 5,3 millones (hipótesis “prudente”) y
24,7 millones (hipótesis “extrema”) nuevos desocupados a partir de un nivel de base de 188
millones de desocupados en 2019 a nivel mundial (OIT, 2020a) –la brecha de 19,4 millones
de desocupados en la predicción refleja la dificultad de la crisis sanitaria del COVID 19–.
Para establecer una comparación, la crisis financiera mundial de 2008-9 aumento la cantidad
de desocupados en 22 millones. Además el organismo resalta que 1,25 billones de
trabajadores se encuentran en riesgo de despido, reducción del salario y posible disminución
de horas trabajadas (OIT, 2020b).
El objetivo de esta reseña –sin ánimo de exhaustividad, sino meramente orientativo–, es dar
cuenta de la complejización del concepto de desempleo en función de los cambios en la
estructura laboral –carente de consenso en su explicación por parte de la teoría económica–, y
establecer el interrogante respecto a la interpretación adecuada de la definición del desempleo,
ante la actual crisis, que no es similar a la de otros períodos de desempleo extensivo (Blustein,
et al., 2020). Existe la necesidad de analizar de manera apropiada este indicador en un
contexto que implica tomar medidas de emergencia4, como por ejemplo, un seguro del

1
Licenciado en Economía (UBA), Licenciado en Sociología (UBA) y Doctor en Demografía (UNC).
Investigador Adjunto CONICET. Email: fernando14979@hotmail.com;
https://www.researchgate.net/profile/Fernando_Ariel_Manzano
2
Un agradecimiento especial a Sebastián Dinerstein de la Universidad de Buenos Aires (UBA) por las
correcciones editoriales, y al Dr. Leandro de la Mota por los valiosos comentarios que permitieron mejorar
notablemente este manuscrito.
3
En los países en desarrollo, las restricciones al movimiento de personas y mercancías en el marco de la
cuarentena, puede afectar el efecto amortiguador del empleo por cuenta propia (Servais, 2020).
4
Fortalecer sistemas de protección social que atienden a los sectores más vulnerables y de estratos medios a
través de transferencias directas, seguros de desempleo, beneficios a subempleados y trabajadores por cuenta
propia. Así como también, preservar la capacidad productiva y crear las condiciones para la reactivación de la
actividad económica a través de mecanismos de liquidez para las empresas, en particular las pymes (Bárcena,

1
desempleo a nivel nacional (Esquivel, 2020), pero dando cuenta de la heterogeneidad de
situaciones de los desempleados y cuentapropistas sin ingresos –mayoritariamente de ramas
de servicios no esenciales–, que no gozan de derechos a prestaciones.

El concepto de trabajo se viene complejizando dada su relación con el tiempo y con el dinero.
El hecho de que ciertas actividades sean remuneradas en dinero o en especie llevo a la
humanidad más o menos 70.000 años, desde que en el Paleolítico superior se empezaron a
diversificar y especializar las funciones y los roles de los miembros de un clan para la caza
(Salazar, 2011). En el siglo XVIII con la Revolución Industrial y la generalización de las
relaciones capitalistas, se produce la diferenciación entre trabajar para el núcleo familiar y
trabajar en la fábrica. El trabajo5 paso a ser una tarea remunerada (Medá, 1995), mediante la
venta de la fuerza laboral. El nuevo modo de producción también implicó el pasaje de una
sociedad rural y tradicional a una urbana e industrial, en la que surge el desempleo6 como
fenómeno distinto a la pobreza – el concepto de desempleo en sentido moderno7 surge recién
a principios del siglo XX– (Pugliese, 2000). En 1905 se evidenció el desempleo involuntario
(Webb, 1909), en tanto problema inmanente a la producción industrial. En consecuencia, se
erradicaron los calificativos despectivos hacían quienes no trabajaban –considerados ociosos
y vagos (Murray, 1908)8–, determinado el desempleo como un problema involuntario y de

2020). Roubini recomendó ampliar los créditos a las pequeñas y medianas empresas (ilíquidas pero solventes),
así como implementar un estímulo fiscal masivo a través de transferencias directas a las familias (Roubini,
2020). Otras medidas propuestas incluyen transferencias directas en efectivo y subsidios al salario (Gopinath,
2020).
5
El trabajo, como categoría homogénea, se afianzó allá por el siglo XVIII junto con la noción unificada de
riqueza, de producción y la propia idea de sistema económico, para dar lugar a la economía como nueva
disciplina (Naredo, 2002). Además Smith postula que la riqueza procedía del trabajo y no del dinero o la
producción agrícola de un país, como sostenían los mercantilistas y fisiócratas, respectivamente. Desde entonces
se considera que la humanidad ha estado inmersa en el paradigma del trabajo (Salazar, 2011).
6
Esta sobrepoblación relativa, la denomino Marx como ejercito industrial de reserva (Marx, 1867), cumpliría la
función de ajustar el empleo según las necesidades de la acumulación capitalista –la competencia laboral reduce
el salario y precariza las condiciones laborales (Feliz y Neffa, 2006) –, permaneciendo disponible para cuando la
producción lo requiera (Marx, 1978).
7
Sean cuales sean sus causas, el desempleo es un fenómeno endémico evidente en la sociedad industrial
moderna, que se acentúa en las épocas de crisis. Presentándose fenomenológicamente de manera diferente según
el tipo de desarrollo económico y los diversos contextos sociales (Pugliese, 2000).
8
Por ejemplo en Argentina en las primeras décadas del siglo XX, los desocupados eran considerados como
mendigos, vagos o atorrantes (Armus, 1984). Asimismo, entre los responsables de las estadística no existía

2
carácter social, causado por el mal funcionamiento del mercado de trabajo (Beveridge, 1930),
que además requiere la acción del Estado9 para su solución (Salazar, 2011).
El énfasis por el desempleo involuntario10 por parte de Keynes, implico una ruptura al interior
la escuela de pensamiento económico dominante11 (Keynes, 1936), la cual consideraba al
desempleo como transitorio y autorregulado por el mercado de trabajo12. Así, el desempleo
masivo y permanente (Cabrales, 2011), que destaca al capitalismo avanzado (Márquez, 2005),
continua siendo un problema sin explicación profunda en la teoría económica convencional
(Asenjo, 1992).
A partir de la década del setenta en Latinoamérica, región caracterizada por la heterogeneidad
de sus mercado laborales, se enfatiza el excedente de mano de obra13 –una masa marginal que

consenso para la categorización de los desocupados (Topalov, 1994). ¿El mendigo, el vagabundo, el trabajador
callejero, debía o no ser contado como desocupado?, temiendo que las personas negaran su condición de
desocupado por el temor de que “les tom[ara]n por vulgares vagabundos” (BDNT 36, 1918, p. 53). Téngase en
cuenta que en discursos científicos como el de la criminología argentina se postulaba que el trabajador irregular
o desocupado se convertía más tarde en delincuente (Salvatore, 2000).
9
A principios del siglo XX en Inglaterra, el estado nombro a la comisión para la reforma de la ley sobre los
pobres, en donde se definieron plantean una serie de medidas para prevenir el desempleo –bolsas de trabajo,
formación profesional de los jóvenes y proyectos de obras públicas– (Webb y Webb, 1909).
10
La implementación de la cadena de montaje genero notables incrementos en la productividad –de hasta 40%
en la industria norteamericana entre 1920 y 1927– (Rifkin, 2004), así como también una gran aumento del
desempleo (Salazar, 2011). Tras la crisis del crack de 1929, la medición de los desocupados cobro otra
relevancia (Desrosières, 1996) –hasta entonces cuestiones técnicas como a quiénes considerar desempleados, o
cómo calcular la tasa de desempleados, habían sido escasamente planteadas (Daniel, 2011)–, en un contexto
donde los demócratas reclamaban al gobierno republicano una política nacional de lucha contra el desempleo
(Topalov, 1994: 294).
11
En el año 1913 en Argentina desocupación fue un tema de interés en la opinión pública (Anuario Estadístico
del Trabajo, 1913). La discusión de medir o no el desempleo enfrentaba a dos posiciones: por un lado, los
liberales “clásicos” que lo consideraban un desequilibrio coyuntural que el mercado resolvería, y por otro, los
que reclamaban la acción del estando siendo la información estadística una condición necesaria (Daniel, 2011).
12
Say fue uno de los primeros en afirmar que cada oferta crea su propia demanda. Cuando se produce un
producto se pagan salarios, renta de la tierra y beneficios, Por tanto, cualquiera que sea su precio, siempre está el
dinero para comprarlo –la economía genera automáticamente pleno empleo– (Heilbroner, 1977). Esto fue puesto
en discusión por Hobson –que se auto definió como un hereje de la economía–, quien afirmaba que cuando el
ahorro no es destinado a la producción se genera subporoducción y subempleo (Hobson, 1896).
13
Suelen destacarse otros problemas adicionales a la reducida demanda de trabajo, como son: el desbalance de
poder entre el trabajador y las empresas (De la Garza, 1993; Zapata, 2003); la persistencia de la heterogeneidad
productiva frente a los cambios en los modelos de desarrollo (Rodríguez, 1998; Hernández et al ,2003; Infante,

3
no es absorbida ni siquiera en los perıodos de expansión (Nun, 1969)–, que se dirige al
mercado laboral informal (Perez Sainz y Mora Salas, 2006), debido a la apremiante situación
económica de los hogares –con escasos márgenes para el desarrollo de estrategias de
sobrevivencia14 (García, 2012), incrementando su vulnerabilidad15 (Hintze, 1996)–. La
informalidad domino el análisis durante toda la década del ochenta, ubicando al subempleo16
como el principal problema, restando importancia al fenómeno del desempleo (Márquez
Scotti, 2015), considerado una situación existente en los hogares con ingresos medios y altos,
que podían permitirse el “lujo” de permanecer en la desocupación mientras buscaban un
empleo adecuado (PREALC, 1976).
En el desempleo actual –propio del post-fordismo y de la desindustrialización masiva–, se
reduce la demanda de empleo estable y dependiente, al mismo tiempo que continua
incrementándose el desempleo industrial de tipo tradicional (Pugliese, 2000). Siendo
predominante en los jóvenes en búsqueda de su primer empleo y en los trabajadores
precarizados –el desempleo coincide con las posibilidades de trabajo en la economía
informal–. A diferencia del desempleo de la economía industrial17, integrado
mayoritariamente por obreros (Pugliese, 1987).
El desempleo mundial causado por la última crisis del 2007 ha tenido efectos más nocivos en
las economías industrializadas que en las economías emergentes (Salazar, 2011). Sin
embargo, el aumento del desempleo en América Latina fue también una de las principales
consecuencias de esa crisis (OIT, 2009).

2011; CEPAL, 2011; CEPAL, 2012), la falta de capacidad de regulación de las instituciones laborales
(Bensusan, ´2006; Cook, 2007; Bensusan, 2010), entre otras.
14
Los trabajadores responsables de la manutención económica del hogar tienden a menor duración del
desempleo, debiendo insertarse en un empleo aun cuando no sea a tiempo completo (Arndt et al., 1980), o
realizar actividades de manera independiente que permitan generar un mínimo nivel de ingreso (Kritz et al.,
1976). Mientras que los trabajadores/as sin familiares dependientes pueden mantenerse por más tiempo en
condición de desempleado (Garro y Rodrıguez, 2002; Rodrıguez Oreggia, 2002).
15
El desempleado además de enfrentar el corte de ingresos corrientes –ante la ausencia de un seguro de
desempleo–, puede sufrir la descapitalización social, tras la pérdida de credenciales y vínculos con el trabajo
(Granovetter, 1974), disminuyendo las chances de reinsertarse en el mercado de trabajo (Benoıt-Guilbot y Gallie,
1994), llegando a provocar en última instancia la exclusión del mercado laboral (Márquez, 2015).
16
El subempleo refiriere a las situaciones de falta parcial de trabajo (OIT, 1998).
17
Conforme se amplía la inserción de los desempleados en actividades informales, se modifica la naturaleza del
desempleo (Pugliese, 2000).

4
A continuación se examina la forma de medición del desempleo actual en la región
establecida por la OIT en 198218 –la aplicación en cada país puede diferir según sus
particularidades (Garate, 2011) – (Negrete, 2001).
El indicador utilizado para medición es la tasa de desempleo abierto 19. Incluye a las personas
que tengan más de cierta edad –especificada por cada país–, y que durante el período de
referencia se encuentran: a) “sin empleo” –no trabajaban en relación de dependencia ni como
cuentapropistas–; b) disponibles para trabajar; y c) realizando acciones para encontrar empleo
(OIT, 1987).
El concepto que está detrás de esta medición considera dos aspectos: una situación y un
comportamiento. La situación comprende la falta de empleo –no haber realizado actividades
económicas más de una hora a la semana20–, y la disponibilidad para trabajar en caso de tener
la oportunidad –excluyendo a los que están buscando trabajo para empezar en un periodo
posterior al de referencia (Garate, 2011) –. El comportamiento refiere a realizar acciones
concretas de búsqueda de empleo (Freyssinet, 1993), no basta con que la persona declare su
intención de buscar empleo (Hussmanns, 1992), sino que debe indicar las gestiones realizadas
para emplearse como asalariado o para hacer actividades por cuenta propia, la ventana
temporal suele ser de cuatro semanas.
Muchos autores han considerado que la medición basada en estos criterios, generan una
subestimación del desempleo (Fleck y Sorrentino, 1994; Martin, 2000), dado que solo
considera a quienes ofertan su fuerza de trabajo21 (Márquez Scotti, 2015), dejando afuera el
resto del contingente que necesita trabajar, imposibilitando además conocer la magnitud del
18
En la Decimotercera Conferencia Internacional de Estadísticas del Trabajo (OIT, 1982).
19
La tasa de desempleo abierta es una de las variables más importantes en el análisis del mercado laboral, su
evolución temporal refleja fuertemente el comportamiento de la economía, razón por la cual cambios en las
encuestas de hogares, que proporcionan la información requerida para su cálculo, inciden fuertemente en los
análisis que se hagan a partir de la misma (Correa y Castro, 2006).
20
Este escaso periodo de tiempo busca cubrir la temporalidad e irregularidad de los distintos trabajos. La
encuesta especializada en empleo de los Institutos Estadísticos Nacionales permite la construcción de tasas
complementarias de empleo y desempleo para reflejar la diversidad de condiciones de condiciones laborales
existentes (Márquez, 2015).
21
Básicamente, serian dos los fenómenos de subutilización que se estarían dejando fuera del conteo: el
desaliento, conformado por el contingente de población que pese a estar dispuesto a trabajar no busca empleo y
el subempleo, es decir a quienes tienen jornadas reducidas en contra de su voluntad o por razones de mercado.
Hay quienes postulan que hay un desempleo oculto en la inactividad y un desempleo oculto en la actividad
(Neffa, 2005). El primero fue planteado en la década del cincuenta (Duran Sanhueza, 2008) y en América Latina
desde principios de los setenta (Jusidman, 1971).

5
déficit de oportunidades laborales (Márquez, 2015). Debido a ello se ha propuesto una
ampliación conceptual de los desocupados abiertos (Revenga y Riboud, 1993; Garro y
Rodríguez Oreggia, 2002), que incorpore a los inactivos que suspendieron la búsqueda pero
que están disponibles para trabajar22, a quienes comenzaran a trabajar en las cuatro semanas
posteriores a la semana de referencia y también a los trabajadores ocupados sin ingresos
(Garro y Rodrıguez Oreggia, 2002). Esto se encontraba en sintonía con lo expresado por la
OIT (1982), quien recomendaba eliminar la condición de búsqueda23 –criterio basado en el
comportamiento– en los mercados no tan institucionalizados y formales (Márquez, 2015).
Esta definición amplia de la desocupación –permite evitar la fuerte restricción del concepto de
desempleo abierto (Márquez y Mora Salas, 2014), que si bien fue aplicada a nivel empírico
con anterioridad (Jusidman, 1971; Standing, 1981), ha sido implementada por muy pocos
países en la región. Mientras que varios países incluyen preguntas para cuantificar a los
desalentados o el desempleo oculto24 en la actualidad. Conformada por la población
disponible para trabajar pero que no busca trabajo –se tienen en cuenta razones de mercado
para no sobreestimar el volumen de este desempleo (Márquez, 2015)–. Suelen discriminarse
dos grandes tipos de desaliento: el ex-post, en el que la persona desiste de la búsqueda activa
de empleo ante reiterados fracasos, y el ex-ante, donde las personas se encuentran
desanimadas de ingresar a un mercado de trabajo donde las oportunidades de encontrar
empleo son limitadas (Duran Sanhueza, 2008; Márquez Scotti, 2015).

22
También se propuso considerar como empleados a quienes trabajaron por ganancia o para la familia, pero con
ingreso en dinero o en especies (Márquez, 2015).
23
En el contexto latinoamericano, el trabajo está muy vinculado a la economía informal, lo que reduce la
importancia de la búsqueda activa como criterio de corte rígido entre la ocupación y el desempleo (Standing,
1981).
24
La persona debe cumplir las siguientes condiciones: a) En la semana de referencia carecer de trabajo; b) No
haber buscado trabajo en las últimas cuatro semanas, pero sí en el último año, y c) La razón de no búsqueda
activa debe estar justificado. Las razones válidas de desaliento según el DANE son: 1) No hay trabajo disponible
en la ciudad; 2) Está esperando a que lo llamen; 3) No sabe cómo buscar trabajo; 4) Está cansado de buscar
trabajo; 5) No encuentra trabajo en su oficio o profesión; 6) Está esperando la temporada alta; 7) Carece de la
experiencia necesaria; 8) No tiene recursos para instalar un negocio; y 9) Los empleadores lo consideran muy
joven o muy viejo (DANE, 2001). Cabe destacar, que para algunos autores el desempleo oculto o encubierto, es
un concepto más amplio que el de desaliento (Castillo, 1998).

6
Existen varias investigaciones que dan cuenta que el vínculo de los desalentados con el
mercado de trabajo, dista de ser nulo, cuestionando su asociación con la inactividad 25. En
síntesis, existen tres expresiones distintas del fenómeno de la desocupación:
1. Desempleo abierto: las personas que en la semana de referencia buscaron ejercer una
actividad en la producción de bienes y servicios (Correa y Castro, 2006).
2. Desempleo encubierto o desalentado: población sin empleo que está disponible, pero no ha
buscado por los reiterados fracasos o por el tipo de trabajo e ingresos ofertados, o
imposibilitada por el costo de salir a buscarlo (Hintze, 1996).
3. Desempleo general: corresponde a la sumatoria del desempleo abierto y el desempleo
encubierto o desalentado (Márquez Scotti, 2015).

De acuerdo con la CEPAL, la pandemia por COVID-19 tendrá efectos devastadores en la


economía mundial, más intensos que los de la crisis de 2008- 2009. La CEPAL estima una
contracción económica para la región de 1.8% del PIB y que quizás el desempleo alcance
10.0%, en promedio (CEPAL, 2020a). Similarmente, Roubini (2020), expresa que el impacto
de la crisis actual es peor que el de la crisis de 2008-2009 e incluso puede ser más severo que
el de la crisis de 192926. En los episodios mencionados, el mercado bursátil cayó cerca del
50%, los mercados de crédito se congelaron, hubo bancarrotas masivas, el desempleo
aumentó a cerca del 10% y el PIB se contrajo a una tasa anualizada del 10% o más; sin
embargo, estos resultados se obtuvieron a lo largo de 3 años, mientras que en la crisis actual
se han materializado en tan solo unas semanas.
Hausmann (2020) advierte que la situación económica será peor en las economías en vías de
desarrollo. En países como Estados Unidos y Reino Unido el gobierno está aplicando grandes
paquetes fiscales para contrarrestar la crisis, pero las economías en desarrollo poseen una
capacidad de endeudamiento menor y márgenes más estrechos de política monetaria.

Según las estimaciones de los organismos internacionales, la actual crisis sanitaria repercutirá
adversamente en el mundo del trabajo en tres aspectos fundamentales:

25
Cabe destacar: Jardim (2005) para Brasil, Durán Sanhueza (2008) para Chile, Groisman y Sconfienza (2013)
para Argentina y Márquez y Mora Salas (2014)” para México.
26
Desde la crisis de los 1930 no se presentaba una situación en la que confluyeran una reducción en el comercio
internacional y caídas en el precio de las materias primas en todo el mundo; por lo que deben utilizarse todas las
herramientas de política fiscal y monetaria necesarias para evitar que esta emergencia sanitaria se convierta en
una crisis financiera (Reinhart, 2020)

7
1. Aumento del desempleo y del subempleo;
2. Precarización laboral –con respecto a los salarios y el acceso a protección social–; y
3. Efectos en los grupos específicos más vulnerables CEPAL, 2020b; OIT 2020c) –suelen ser
las mujeres, los jóvenes y los inmigrantes que poseen una situación laboral más precaria
vinculada con la temporalidad, y los empleos menos cualificados que desarrollan ocupaciones
elementales27 que no pueden adaptarse al teletrabajo (Heras, 2020).

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27
Se las ramas de la economía más afectadas – comercio, turismo, hotelería, entre otros servicios– son las que
generan mayor cantidad de puestos de trabajos en la zonas urbanas (Mora, 2020).

8
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