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“AÑO DE LA DIVERSIFICACION PRODUCTIVA Y DEL FORTALECIMIENTO DE LA

EDUCACION”

UNIVERSIDAD NACIONAL
“SAN LUIS GONZAGA DE ICA”
Farmacia y bioquímica
Trabajo Monográfico:
RIESGO TOXICO POR
RADIONUCLIDOS
Alumnos :

 Alarcón Arias, Ruben Ángel


 Durand García, Karool Jhosep
 Hernández Salas, Brenda Aracelli
 Laura Santa María, Santiago Humberto Rolando
 Sánchez Feliberto, Keyla del Rosario
 Sosaya Salazar, Marisol

Catedrático : Dr. Q.F. Javier Chávez Espinoza

Asignatura : Control y Calidad de Xenobioticos

Ciclo : VIII Ciclo

Ica, 2015
3

DEDICATORIA

El presente trabajo va
dedicado a nuestros padres que
con mucho esmero y dedicación
nos brindan su apoyo
incondicional, a Dios por
guiarnos por el buen camino y a
nuestros maestros de la
universidad que nos inculcan su
sabiduría.

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INTRODUCCIÓN Y CONCEPTOS BÁSICOS

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Los radionúclidos han estado presentes 3 en los alimentos desde siempre y esto se
debe a la elevada cantidad de elementos que tienen equivalentes radioactivos que
pueden reemplazarlos en la composición de los alimentos, y que tienen las mismas
propiedades químicas que sus equivalentes no radioactivos, con la diferencia de que
se descomponen liberando radiaciones ionizantes.
Aunque son bien conocidos los efectos tóxicos derivados de grandes dosis de
radioactividad, no existen evidencias de efectos perjudiciales debidos a las
concentraciones de radionúclidos detectados normalmente en la dieta.
Los radionúclidos o isotopos radioactivos son elementos con el núcleo inestable, que
se deterioran o desintegran en proporciones predecibles.
El deterioro de los radionúclidos, o radioactividad, se manifiesta por la emisión de
radiación, que en general puede ser de dos tipos: radiación electromagnética
(rayos-γ y rayos-x) y radiación particulada (α (α–) y β (β–), electrones (e–),
positrones (β+) y neutrones).
Recordemos que: las partículas α son núcleos de helio; las partículas β son
electrones rápidos; las radiaciones γ son haces de fotones de gran energía.
Desde el descubrimiento del polonio y del radio a finales del siglo XIX, se han
identificado y caracterizado alrededor de 40 radionúclidos naturales. Muchos de
ellos son elementos de alto peso atómico (número atómico >81) existiendo tres
series diferentes, cada una de las cuales comienza con un radionúclido de larga vida
y termina con un isotopo estable de plomo.
Estas series son conocidas como series del uranio, del torio y del actinio. Además,
hay algunos radionúclidos naturales que no son miembros de esas series. Algunos de
ellos tienen vidas medias lo suficientemente largas como para existir desde el
momento de la formación de la corteza terrestre ( 40K, 50V, 87Rb, 115In, 138La, 147Sm y
176Lu). Sin embargo, otros se van produciendo continuamente, formándose por

reacciones nucleares entre componentes de la radiación cósmica y núcleos


estables, como por ejemplo el 14Cy el tritio (3H).
La unidad clásica de radioactividad es el Curie (Ci), el cual equivale a 3,7 .1010
desintegraciones nucleares por segundo. Otra forma de expresar la radioactividad
es utilizando la unidad del Sistema Internacional (S.I.) que es el becquerelio (Bq),
siendo 1 Bq una desintegración radioactiva por segundo. Como la radiación
interacciona con la materia, deposita energía, llamada dosis absorbida, la cual se
mide en grays (Gy), siendo 1 Gy equivalente a 1 J/kg de masa. Para una misma dosis,
las partículas a son más dañinas en tejidos vivos que las β o que los rayos γ por lo
que, con el propósito de comparar dosis de diferentes radiaciones, la dosis
absorbida es multiplicada por un factor que tiene en cuenta la forma en la que una
radiación en particular distribuye la energía en los tejidos. A esto se le denomina
≪dosis equivalente≫ y se mide en sievert (Sv), donde
1 Sv = 1Gy × Wr
donde Wr es el factor de valoración de la radiación considerada. Para los rayos γ y
las partículas β, Wr toma el valor de 1, y para las partículas α toma el valor de 20.

RIESGO TÓXICO POR RADIONÚCLIDOS

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Fuentes de exposición y radioelementos de interés
El hombre está expuesto continuamente a radiación de numerosas fuentes tanto
naturales (rayos cósmicos, los rayos gamma emitidos por los materiales radiactivos
naturales existentes en la Tierra, el 222Rn es un gas derivado del 226Ra y que se
encuentra en la tierra y en las rocas), como artificiales (usos médicos, ciertos
hábitos de vida, actividades industriales que implican utilización de radiaciones
ionizantes, las pruebas nucleares y la industria nuclear).
En general, los alimentos aportan aproximadamente un 10% de la dosis media de
radiación anual recibida. En condiciones normales, las actuales descargas de
desechos a la atmosfera, a los ríos y al mar desde industrias de energía nuclear, no
representan una seria amenaza en términos de contaminación de alimentos, lo cual,
sin embargo, no ha sido siempre así. En consecuencia, se reconoce la necesidad del
control de la contaminación radioactiva de los alimentos, desarrollándose modelos a
nivel internacional.
1. Radiactividad natural
La vía primaria de exposición a los radionúclidos de origen natural es la dieta,
siendo los huesos el principal lugar de deposición en animales y humanos. El riesgo
para la salud humana es considerado casi inexistente, puesto que los niveles de
radionúclidos por incidencia natural hallados en la mayoría de los alimentos y agua
de bebida han sido extremadamente bajos.
2. Radiactividad artificial: Chernobil
El 24 de octubre de 1986 se produjo el accidente nuclear de Chernobil a
consecuencia del cual se produjo la diseminación de radionúclidos al aire, el agua y
los alimentos. Desde esta fecha se ha estado realizando el seguimiento de
alimentos en áreas afectadas por la lluvia radioactiva, consecuencia de dicha
explosión nuclear.
Los radioelementos de mayor interés han sido los rutenios, yodos y cesios. Estos
elementos se comportan desde un punto de vista metabólico como sus homólogos
estables o como otros elementos similares estructuralmente en el sistema
periódico. El cesio se comporta como el potasio y el yodo como el elemento estable.
Ciertos elementos se encuentran diseminados en todo el organismo, como ocurre
con el Cs, pero otros tienen cierta organotropicidad (el Sr tiene afinidad por el
hueso, el I por el tiroides, etc.). El rutenio se distribuye uniformemente en el
organismo desde el momento que atraviesa la barrera intestinal, pero como su
coeficiente de transferencia a través de la mucosa intestinal es débil, irradia
esencialmente dicho órgano antes de ser eliminado por heces (99%).
Desde la catástrofe de Chernobil numerosas investigaciones se han dirigido para
determinar si la exposición a la radiación ha tenido efectos adversos sobre la salud
humana. Además de la exposición a la radiación aerotransportada inmediatamente
después del accidente, los residentes en áreas afectadas han podido estar
expuestos y pueden ser propensos a continuas exposiciones desde ciertos
alimentos producidos en la localidad.
Los radionúclidos que se determinan más frecuentemente en alimentos son: 210Po
y 210Pb, 226Ra, 232Th y 238U, 137Cs. En algunos trabajos se presentan

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concentraciones de otros radionúclidos como: 234U, 235U, 238U, 228Th, 230Th,
232Th, 226Ra y 228Ra.
Seguidamente vamos a describir algunos de los estudios realizados para detectar y
cuantificar radionúclidos en alimentos.
Después de Chernobil, los renos y los lucios de la región más al norte de Suiza
tuvieron niveles de 137Cs similares a las existentes antes del accidente (57-180 y
14-24 Bq/kg peso fresco, respectivamente). Por el contrario, los de la zona más al
sur contuvieron niveles 80 veces mayores. El mayor valor detectado fue 18.425
Bq/kg en musculo de reno, mientras que los mayores valores en lucios fueron 567
Bq/kg.
Por otro lado, los niveles medios de radiocesio monitorizados en truchas en un lago
noruego subalpino situado en un área de alta lluvia radioactiva después de este
desastre de 1986 subieron rápidamente de 300 a 7.000 Bq/kg a finales de agosto.
Estos valores tan significativos cayeron a 4.700 Bq/kg durante el verano de 1987 y
a 3.000 Bq/kg en junio de 1989. Las vidas medias del 137Cs y 134Cs en truchas
durante este periodo fueron de 3,0 y 1,3 años, respectivamente.
Los niveles de radionúclidos (137Cs y 134Cs) detectados en Polonia entre 1989 y
1992 en distintos alimentos, incluyendo leche, carne de vaca y carne de cerdo,
disminuyeron con el tiempo, acompañándose de una disminución de esos isotopos en
el cuerpo humano. La vida media efectiva se estimó en 1,94 años para el 137Cs y en
0,98 años para el 134Cs. Las medidas de radioactividad en algunos alimentos en
Ucrania en 1991 demostraron que los niveles de radionúclidos eran bajos, excepto
en setas, que contenían 6110, 728, y 118 Bq de 137Cs, 134Cs y 80Sr,
respectivamente.
Diversos análisis de hongos superiores europeos confirmaron que muchas especies
de setas acumulan radionúclidos. Se comprobó que los niveles de radionúclidos
dependían de las condiciones del suelo y de la especie. Algunas variedades
comestibles acumulaban altos niveles de radioactividad, por lo que no deberían ser
consumidas frecuentemente. Con el paso del tiempo, los niveles de radionúclidos en
hongos superiores han disminuido significativamente debido a la disminución de la
radioactividad y a la transferencia de isotopos desde la superficie a capas más
profundas del suelo, donde no se encuentran biodisponibles. Otros cultivos también
absorben radioactividad desde el suelo, como cereales, zanahorias, patatas y
vegetales frondosos aunque con menos intensidad.
Los resultados de las medidas de radioactividad realizadas en 1990 sobre
alimentos recogidos en regiones de Rusia, Bielorrusia y Ucrania, muy contaminadas
por el accidente de Chernobil, se han empleado para estimar la seguridad de los
alimentos. La contaminación total por radiocesio estuvo en el rango de 1-170 Bq/kg
en muestras de leche, queso, manteca, patatas, calabazas, zanahorias y remolachas.
Excepto las setas, todos los productos alimenticios investigados se consideraron
como seguros respecto a la contaminación radioactiva. La carga de radioactividad
asociada al consumo de esos alimentos fue estimada en 0,2 mSv/año.
Los animales de pastoreo de los campos contaminados también pueden estar
expuestos a radionúclidos. Los análisis del forraje y de leche de vaca en diversos

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países como Austria y Suiza demostraron 3 una significativa transferencia de
radionúclidos desde la vegetación a la leche.
Pollos criados en ambientes contaminados con radioactividad pueden alimentarse
inevitablemente con partículas radioactivas del suelo. Los factores de
transferencia de 137Cs del suelo a huevos y carne de pollo fueron determinados
sobre 0,0055-0,01 y 0,021-0,055, respectivamente. Los bajos niveles de
transferencia están relacionados probablemente con los complejos formados entre
los componentes del suelo y el cesio.
Los radionúclidos de la explosión de Chernobil también encontraron su camino hacia
ríos, lagos y zonas de costa marina, donde contaminaron organismos acuáticos.
Estudios en Turquía, Noruega y Finlandia documentaron concentraciones de 137Cs
en varios pescados en masas de agua locales.
La captación de radionúclidos desde el suelo y el agua de riego contaminados hacia
los cultivos ha sido estudiada en invernaderos y pequeñas plantas experimentales.
Los factores de transferencia (actividad en peso seco de planta/actividad en peso
seco de suelo) para cultivos de pepinos, tomates, perejil, rábanos y lechugas sobre
turba contaminada con 137Cs variaron de 0,66 a 1,8 unidades. Los factores de
transferencia para cultivos de trigo, alfalfa y remolacha regados con agua que
contenía 238U, 232Th, 226Ra, 210Pb y 210Po variaron con las especies de plantas
y con los tipos de riegos. El riego por aspersión aparentemente deposito más
radioactividad sobre las plantas que el riego por inundación.
En cultivos experimentales (campos, invernaderos) se ha estudiado la tasa de
transferencia de 137Cs desde el suelo a los cultivos resultando que lechugas,
judías y trigo crecidos en el campo absorbieron 0,065-1,057% de la radioactividad
aplicada, siendo la lechuga la que más radionúclidos acumulo. Los experimentos en
invernaderos indicaron que el césped y los cereales fueron los menos eficientes en
la absorción del elemento y las lechugas y judías fueron las más eficientes.
En España también se han realizado estudios para detectar radionúclidos en
alimentos después del accidente de Chernobil, tanto en alimentos importados como
en alimentos autóctonos.

Descontaminación de alimentos radioactivos


La estrategia más importante consiste en prevenir la entrada de radionúclidos en
la cadena alimentaria protegiendo o tratando el suelo y eliminando la contaminación
superficial cuidadosa y rápidamente.
Después del accidente en Chernobil, extensas áreas del este y norte de Europa
recibieron niveles significativos de lluvia radioactiva. Aun así, esas áreas se
utilizaron para la producción de alimentos, por lo que se desarrollaron distintos
métodos para minimizar la transferencia de radionúclidos a humanos a través de la
cadena alimentaria. La evaluación de los resultados obtenidos ha sido la siguiente:
a) Con suficiente cuidado, la contaminación radioactiva de los cultivos puede
prevenirse o reducirse cosechando rápidamente o cubriendo verduras y
frutas con hojas impermeables para prevenir la deposición directa.
b) Después de la deposición, se puede reducir la transferencia de
radionúclidos desde el suelo hacia las plantas mediante técnicas tales como

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3 profundidad, por ejemplo), y se pueden
la lixiviación o la dilución (arando en
emplear materiales de inmovilización de elementos como el Cs. Se ha
descubierto que los fertilizantes con potasio reducen la captación de Cs
sobre un 60%, y los fertilizantes con amonio tienen el efecto opuesto. Otra
estrategia empleada ha sido plantar cultivos alternativos sobre el suelo
contaminado que capten menos radioactividad.
c) La adición de productos como la bentonita y los hexacianoferratos a la dieta
de animales de granja previene la absorción de altos niveles de
radioactividad, reduciéndose la absorción de Cs en un 50-75%. La absorción
de Sr se puede reducir en un 43% añadiendo al alimento compuestos de
calcio.
d) Datos del ganado indicaron que el 137Cs se elimina rápidamente de la carne
cuando los animales son alimentados con fuentes no contaminadas, sobre
todo durante los últimos 2-4 meses previos a la matanza. Sin embargo, para
poder utilizar la leche de los animales, estos tienen que tomar alimentos con
bajos niveles de radioactividad. La eficiencia de las medidas propuestas
para disminuir la contaminación de los productos agrícolas en áreas
contaminadas por el accidente de Chernobil fue descrita y discutida. Los
tipos de medidas tomadas incluyeron:
 Prohibición - prevención del uso de campos altamente contaminados
para el cultivo y pasto.
 Examen de áreas contaminadas para determinar el grado de
contaminación y los tipos de radionúclidos presentes.
 Determinación de parámetros del suelo que dirigen la transferencia
de radionúclidos a plantas y de las formas de tratar los suelos y
pastos para evitar esta transferencia.
 La concentración de 137Cs en cultivos vario de 10 a 100 veces
dependiendo de la especie de planta y del tipo de suelo. El abonado
con cal y el fertilizado de praderas produjo un aumento de la
productividad de la hierba y la reducción de la transferencia de
radionúclidos a la leche de vaca de 3-5 veces.

Efectos toxicológicos
Ya que los radionúclidos se encuentran presentes en muy bajos niveles en los
alimentos, la contaminación por ellos probablemente no tiene gran relevancia en
términos generales de toxicidad. Sin embargo, sus concentraciones en alimentos
pueden ser importantes en determinados casos debido a las siguientes razones:
1. Los radionúclidos pueden originar peligros carcinogénicos (leucemia,
cáncer de pecho, pulmón, tiroides, huesos, etc.), mutagénicos,
teratógenos y efectos sobre la reproducción.
2. Varios radionúclidos tienen una especial y fuerte afinidad por
órganos y tejidos específicos (yodo, tiroides; estroncio, huesos; etc.)
de forma que la dosis relativa para un órgano o sección de órgano
puede ser varias veces mayor que la dosis ingerida o absorbida. Esa

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afinidad puede llevar a la acumulación de radionúclidos, aumentando
la cantidad de estos con el tiempo.
3. A excepción de los mecanismos de excreción y de desintegración
radioactiva, el cuerpo no posee mecanismos de destoxicación para
radionúclidos, aunque otros procesos corporales o sustancias pueden
permitir la mitigación de sus efectos.
4. Varios radionúclidos tienen una vida media larga (137Cs=30 años;
90Sr=29 años, etc.), y así sus efectos radioactivos pueden persistir
durante toda la vida de una persona.

Estas consideraciones recalcan la importancia toxicológica de los radionúclidos en


la cadena alimentaria humana. En particular, deben establecerse los siguientes
parámetros:
1. La presencia, persistencia y niveles de radionúclidos en alimentos y aguas de
bebida.
2. La forma en la que los radionúclidos entran en la cadena alimentaria humana.
3. Los factores y condiciones que conducen a un incremento de la
concentración (biomagnificacion) de los radionúclidos en alimentos.
4. Las formas de prevenir estos incrementos.
5. La distribución geográfica y ecológica de los radionúclidos y los factores
que afectan a dicha distribución.
6. Los efectos biológicos y factores mitigantes o exacerbantes de dichos
efectos.
7. Las conexiones toxicológicas entre los radionúclidos y otras sustancias.

Los radionúclidos de interés en Toxicología Alimentaria penetran en el organismo


humano por ingestión y pueden tener una fuente natural o derivarse de accidentes
de reactores, lluvia radiactiva de desastres nucleares, etc.
De forma natural, los que pueden estar presentes en la dieta son:
- 40K: principalmente en frutas y verduras.
- 226Ra: cuya fuente principal son los cereales.
- 238U: en alimentos y aguas de bebida. Tiene organotropicidad por el hueso.
- 210Pb: y 210Po: a través de carnes y pescados.
- 87Rb, 14C, 3H, etc.

Tras exposiciones y desastres nucleares, los radioelementos a tener en cuenta por


su interés biológico y su periodo son: 85Kr; 89Sr y 90Sr; 103Ru y 106Ru, 129I y
131I; 133Xe; 134Cs y 137Cs; 140Ba y 144Ce.
Los radionúclidos más destructivos son aquellos que pueden penetrar en tejidos
blandos y pasar a formar parte del metabolismo activo. El 137Cs es
particularmente destacable debido a que su similitud química con el potasio lleva a
que sea rápidamente absorbido por la corriente sanguínea y pueda ser distribuido a
todas las células del cuerpo. Su vida media es de 27 años.
Otros radionúclidos que pueden causar daños fisiológicos son el 90Sr y el 131I.
Como el 90Sr es un análogo del calcio, es fácilmente adsorbido tanto desde el

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tracto intestinal como desde el pulmón 3 y se deposita en hueso. La cantidad
absorbida por el pulmón depende de los niveles de otros metales traza del
organismo; por ejemplo, las ingestas adecuadas de calcio y fosfato disminuyen
considerablemente su absorción.
Una única ingesta de 90Sr puede dar como resultado una alta incidencia de
canceres de hueso y leucemias. La edad de la exposición determina la
susceptibilidad a la leucemia, pues los niños de edad inferior a 10 años tienen un
riesgo mayor. El Consejo Federal de Radiación ha establecido que el 90Sr no
debería exceder los 1.500 mrem por encima de los niveles de fondo. La misma
recomendación se aplica al 131I.
El radioiodo es producido en abundancia en operaciones de reactores nucleares
durante la lluvia nuclear. Altos niveles de este radionúclido producen la casi total
destrucción del tiroides, con un consiguiente descenso en la producción de hormona
tiroidea. Los niveles de 131I dañan el tiroides pero permiten una proliferación
celular que conduce al cáncer por hiperplasia. Los niños parecen ser dos veces más
susceptibles que los adultos.
Los estudios indican que la biodisponibilidad del uranio es baja (<6%), aunque hay
algunas variaciones individuales. Se necesita más información sobre la absorción
por niños y sobre la absorción relativa de uranio en aguas y alimentos; la naturaleza
química del uranio afecta muy probablemente a su absorción desde los mismos.
Se constató un aumento significativo en la incidencia del cáncer de tiroides en
Bielorrusia, desde una media de 4 casos al año durante 1986 - 1989 a 29 casos en
1990, 55 en 1991, y 60 en 1992. El mayor incremento ocurrió en Gomel, una región
justo al norte de Chernobil, que recibió un alto nivel de radiactividad después del
accidente de 1986. Prácticamente todos los tumores fueron carcinomas papilares y
parecían ser relativamente agresivos. El rápido incremento de este tipo de cáncer
inmediatamente después del accidente fue inesperado, aunque diversos científicos
cuestionaron si el aumento de la incidencia de cáncer de tiroides fuera o no un
resultado directo del accidente de Chernobil.
Desde que Noruega recibió un nivel relativamente alto de lluvia acida después del
accidente de Chernobil, ha existido una gran preocupación sobre su impacto en los
embarazos. La única asociación positiva observada entre la dosis de radiación y las
consecuencias en los nacimientos fue un incremento en la incidencia de
hidrocefalia. La aparente ausencia de efectos de la lluvia radioactiva sobre los
nacimientos puede ser en parte el resultado de una intensiva campana
gubernamental de consejos alimentarios dados a los noruegos, particularmente
sobre los alimentos más afectados (pescado fresco, leche y carne de reno)
estimándose que sin ellos se habría consumido entre un 50% y 700% más de
radiactividad.
Desde junio de 1986 hasta enero de 1988 en el sureste de Alemania se realizó un
seguimiento de la presencia de 137Cs en alimentos contaminados y en las personas
expuestas a los mismos. Dichos alimentos contaminados constituyeron solo una
parte de la exposición total. Los mayores niveles de radiactividad fueron
detectados en cerdo, leche o productos lácteos. Se estimó que la dosis ingerida

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acumulada de Cs radioactivo cinco años después del accidente fue de 0,21 Sv para
hombres y 0,15 Sv para mujeres.
Algunas publicaciones indican que, despues de Chernobil, niños de áreas altamente
expuestas de Bielorrusia, Ucrania, y Rusia han desarrollado un exceso de
anormalidades tiroideas, incluyendo cáncer de tiroides después de
Chernobil. Ello puede explicarse por la absorción de 131I de las emisiones de la
planta nuclear por las vacas, posterior secreción del mismo a través de la leche, y
el hecho de un mayor consumo de leche por los niños en comparación con los
adultos.
También se ha observado un aumento significativo de trisomía 21 en algunas
ciudades europeas, lo cual puede ser debido a la absorción de yodo radioactivo.

Aspectos legales
Los efectos biológicos de la radiación son revisados regularmente por grupos de
expertos, en particular por el Comité Científico de las Naciones Unidas sobre los
Efectos de la Radiación Atómica (UNSCEAR, 1993) y el Comité sobre los Efectos
Biológicos de la Radiación Ionizante en EE UU.
Como niveles de referencia, de forma similar a los contaminantes químicos y los
aditivos, para los contaminantes radioactivos existe el denominado ≪límite de
dosis≫. Este límite se establece en la legislación de cada país siguiendo las
recomendaciones de los modelos de protección tanto para trabajadores como para
la población que ha realizado la Comisión Internacional sobre Protección
Radiológica (ICRP). En su publicación sobre dosis límite de 1991, la ICRP recomendó
una dosis anual límite para la población de 1 mSv excluyendo los usos médicos y las
dosis desde fuentes naturales. En España, mediante el Real Decreto 783/2001, de
6 de julio, por el que se aprueba el Reglamento sobre protección sanitaria contra
radiaciones ionizantes, se ha transpuesto la Directiva 96/29/EURATROM que
recoge la recomendación de la ICRP. Por otro lado, en el documento UNSCEAR
2000 se propone un valor máximo de dosis efectiva anual entre 0,2 y 0,8 mSv
debido a la ingestión de alimentos y agua. En cualquier caso, este valor se refiere a
la suma de las dosis por todas las vías y todos los radionúclidos y, con fines
prácticos, la ICPR ha establecido un sistema simple de límites frente a los que
poder comparar niveles de radioactividad medioambientales en alimentos, plantas,
etc. Estos límites, que podrían equipararse a los Límites Máximos de Residuos
(LMR) establecidos para los residuos químicos, se conocen como ≪limites
derivados≫ y se calculan a partir de estimaciones conservadoras de consumo de
alimentos. Es decir, se calculan de forma que si no son superados es muy
improbable que los límites de dosis se sobrepasen. Además, en España y en otros
países existe otro tipo de parámetros de referencia que implica unas limitaciones
de ingesta de cada uno de los radioisótopos, que se denominan ≪límites de
incorporación anual por ingestión≫.
La dosis anual media vía alimentos estimada por el Consejo de Seguridad Nuclear
(CSN) es de unos 300 mSv al ano, 180 de los cuales se deben al 40K, componente
natural de los mismos.

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3 de la ICRP de 1990, se distingue
Desde la publicación de las recomendaciones
entre ≪practica≫ e ≪intervención≫.
La intervención trata de disminuir la exposición global de la población a la radiación
eliminando las fuentes existentes, modificando las vías por las que la irradiación
tiene lugar o reduciendo el número de individuos expuestos. De esta manera,
cuando se toma la decisión de restringir la venta de un alimento contaminado, se
está realizando una intervención.
Se encuentran publicados por diversos organismos internacionales valores límite de
contaminación radiactiva de los productos alimenticios. En todos los casos se indica
que se trata de valores aplicables a situaciones post accidente nuclear o
emergencia radiológica. No están publicados datos que indiquen valores de
contaminación radioactiva en alimentos en circunstancias normales. De hecho, en
las recomendaciones anteriores se expresa claramente que los valores límite no son
aplicables a radionúclidos ≪que han estado siempre presentes en la dieta≫.
La recomendación dada por la Unión Europea a través del Reglamento EURATOM
3984/87 y su modificación en el Reglamento EURATOM 2218/89 indica que los
niveles máximos admisibles podrán realizarse o completarse y que los productos
alimenticios cuyos niveles de contaminación sobrepasen los valores máximos no
podrán comercializarse. Es llamativo que no se haya adoptado un conjunto de
tolerancias máximas de contaminación radiactiva de alimentos aplicables en
cualquier situación.

La Organización Mundial de la Salud (OMS, 1988), ha propuesto también para


situaciones Post accidente unos factores que permiten el cálculo de la dosis por
unidad de actividad de diversos radionúclidos ingeridos con los alimentos.
Puede señalarse que este organismo indica que estos niveles se aplican a alimentos
de comercio internacional y están propuestos suponiendo un nivel de dosis de
referencia de 5 mSv, debido a que considera que es la dosis efectiva comprometida
que resultaría de la ingestión de alimentos durante el primer ano después de un
accidente, aunque indiquen que debido a las hipótesis conservadoras adoptadas es

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muy improbable que la aplicación de estos 3 niveles ocasione una dosis individual
superior a una pequeña fracción de 1 mSv (límite de dosis actualmente vigente para
el público en general). El planteamiento de la Organización Mundial de la Salud ha
sido también adoptado inicialmente por la FAO.
Independientemente de una situación de accidente o no, la Agencia Internacional
de la Energía Atómica ha propuesto una relación de radionúclidos a considerar para
valorar la contaminación de alimentos o de muestras medioambientales que
pertenezcan a la cadena trófica:
- Aire: 131I, 134Cs, 137Cs
• Agua: 3H, 89Sr, 90Sr, 131I, 134Cs, 137Cs
• Leche: 89Sr, 90Sr, 131I, 134Cs, 137Cs
• Carne: 134Cs, 137Cs
• Otros alimentos: 89Sr, 90Sr, 134Cs, 137Cs
• Vegetales: 89Sr, 90Sr, 95Zr, 95Nb, 103Ru, 106Ru, 131I, 134Cs, 137Cs,
141Ce, 144Ce
• Suelo: 90Sr, 134Cs, 137Cs, 238Pu, 239Pu, 240Pu, 241Am, 242Cm

El interés de determinaciones de radionúclidos en alimentos se pone de manifiesto


por el hecho de que la Comisión (DG 11) de la Unión Europea recoge periódicamente
los datos correspondientes a diversos radionúclidos en alimentos, leche y agua de
bebida determinados en los países de la Unión. Los radionúclidos en cuestión son
tritio, 90Sr y 137Cs para el agua, 90Sr y 137Cs en la leche y también en la dieta
elaborada.
La OIEA público en 1989 un manual con métodos para la medida de radionúclidos en
alimentos.

Programas de vigilancia radiológica ambiental en España


Los objetivos básicos de la vigilancia radiológica ambiental son los siguientes:
• Detectar la presencia y vigilar la evolución de elementos radiactivos y de los
niveles de radiación en el medio ambiente determinando las causas de los
posibles incrementos.
• Estimar el riesgo radiológico potencial para la población.
• Determinar, en su caso, la necesidad de tomar precauciones o establecer
alguna medida correctora.

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3
Y en el caso concreto de la vigilancia alrededor de las centrales nucleares y otras
instalaciones nucleares y radiactivas del ciclo del combustible nuclear:
• Garantizar el cumplimiento de los requisitos legales y reglamentarios
impuestos a las instalaciones.
• Verificar la idoneidad del programa de vigilancia de efluentes y de los
modelos de transferencia de los radionúclidos en el medio ambiente, de
modo que se puedan detectar eventuales fugas inadvertidas.

El sistema de redes de vigilancia radiológica ambiental establecido en España para


conseguir estos objetivos está integrado por:
• La red de vigilancia implantada en la zona de influencia de las centrales
nucleares y otras instalaciones nucleares y radiactivas del ciclo del
combustible nuclear, donde los titulares de las instalaciones desarrollan
Programas de Vigilancia Radiológica Ambiental (PVRA), a los que el Consejo
de Seguridad Nuclear (CSN) superpone sus programas de control
independiente, bien de modo directo o mediante encomiendas a las
comunidades autónomas.
• La red de vigilancia nacional (Revira), no asociada a instalaciones, que
gestiona el CSN, constituida por:
- La Red de Estaciones de Muestreo (REM), donde la vigilancia se
realiza mediante programas de muestreo y análisis llevados a cabo
por diferentes laboratorios.
- La Red de Estaciones Automáticas (REA) de medida en continuo, que
facilita datos en tiempo real de los valores de concentración de
actividad en la atmosfera así como de los niveles de radiación
ambiental en distintas zonas del país.

Los programas en el entorno de las instalaciones se han establecido de acuerdo con


el tipo de instalación y las características del emplazamiento; los programas de
ámbito nacional se han elaborado teniendo en cuenta los acuerdos alcanzados en el
marco de los artículos 35 y 36 del tratado de Euratom. La Comisión de la Unión
Europea, ante las distintas practicas seguidas por los estados miembros, elaboro
una recomendación sobre el alcance mínimo de estos programas publicados en el
Diario Oficial de las Comunidades Europeas de 27 de julio de 2000.
Para el desarrollo de los programas de vigilancia se lleva a cabo la recogida y
análisis de muestras en las principales vías de transferencia de los radionúclidos en
aquellos elementos de los ecosistemas que pueden contribuir a la exposición de las
personas a las radiaciones. En términos generales estas vías se pueden clasificar
como:
- Vías transitorias. Son aquellas en la que la concentración de un
radionucleido es proporcional a la tasa de emisión del mismo por lo que, en
principio, existirá concentración mientras exista emisión. Dadas las
características de los vertidos, en condiciones normales de operación de las
instalaciones, y si no existen causas externas (por ejemplo, el accidente de
la central nuclear de Chernobil), los valores de radionucleidos artificiales

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obtenidos en estas vías suelen estar por debajo del Límite Inferior de
Detección (LID), o próximos a estos.
- Vías integradoras. Son aquellas en las que la concentración de un
radionucleido se incrementa con la emisión continua del mismo al medio,
pudiendo persistir después del cese de la emisión. En estas vías se pueden
observar algunos incrementos debidos a la operación continuada de las
instalaciones nucleares y radioactivas, o bien como consecuencia de una
alteración en los niveles de fondo radioactivo (explosiones nucleares en la
atmosfera, accidente de la central nuclear de Chernobil). Dentro de estas
vías se incluyen los alimentos como vegetales, leche y carnes.
- Vías integradoras y acumuladoras. Son aquellas en las que la concentración
de un radionucleido se deriva de las vías de exposición anteriores. En las
muestras seleccionadas en estas vías, de existir actividad en las
denominadas integradoras y transitorias, bien por deposición radiactiva
(poso radioactivo) y/o como consecuencia del funcionamiento de las
instalaciones, se pueden detectar también los isotopos presentes en las
mismas.

Los programas de vigilancia siguen, en la actualidad, las recomendaciones de la guía


de seguridad del CSN publicada en el año 1993, GS-4.01, ≪Diseño y desarrollo del
Programa de Vigilancia Radiológica Ambiental para centrales nucleares≫. Se toman
muestras de las distintas vías de exposición entre las que vamos a destacar el agua
potable y los alimentos.

1. Agua potable
La recogida de estas muestras tiene como finalidad evaluar la dosis potencial que
puede recibir la población como consecuencia de su ingestión. Ninguno de los
valores obtenidos en los diferentes análisis realizados en la campana 2002 supero
los niveles de notificación que representan las concentraciones de actividad que
podrían dar lugar a los valores de dosis establecidos por el CSN para limitar la
emisión de efluentes durante el funcionamiento de las centrales. Tampoco
superaron los indicados en el Real Decreto 140/2003, por el que se establecen los
criterios sanitarios de calidad de las aguas de consumo humano.
En los emplazamientos costeros no se requiere la vigilancia del agua potable, ya que
estas muestras no se ven afectadas por los vertidos líquidos de las instalaciones.

2. Alimentos
Las muestras que componen esta vía proporcionan resultados directos para la
evaluación de las dosis por ingestión. Los radionúclidos se incorporan a los
vegetales bien directamente (deposición y riego) o indirectamente a través del
suelo, y a los animales mediante ingestión de su dieta y agua.
El tipo de alimentos considerados en los PVRA es muy variado (leche, vegetales,
carnes, huevos, miel, peces y mariscos) y está relacionado con los usos de la tierra
en el entorno de cada instalación. Los resultados obtenidos no han superado los
niveles de notificación establecidos por el CSN. Estos, como ya se ha dicho,

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representan las concentraciones de actividad que podrían dar lugar a los valores de
dosis fijados por el CSN para limitar la emisión de efluentes durante el
funcionamiento de las centrales.

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Bibliografía 3

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- Amaral ECS, Paretzke HG, Campos MJ (1995). Transfer of 137Cs from soil to
chicken meat and eggs. J Environ Radioactivity 29: 237-255.
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- Camean AM, Repetto M (1995). Estado actual de la Toxicología Alimentaria
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