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Meschonnic y las micropolíticas

(Sobre Spinoza, poema de


pensamiento[1]).
por Diego Sztulwark

I.
Los textos de Henri Meschonnic afirman una política del
poema y de la traducción. Esa política concierne al lenguaje y
a su potencia de transformación: a una interacción entre
lenguaje, ética y política capaz de crear modos de vida.

Esa actividad concierne al sujeto del poema, que es diferente


al sujeto del psicoanálisis o al de la filosofía (pero también al
del “amor” a la poesía). El sujeto del poema se singulariza en
la oralidad: carga al signo con las fuerzas del cuerpo e
introduce afectos en los conceptos. En todo “nominalismo de
los vivos” hay sujeto de poema. También lo hay en la risa
ética de la teoría, que no es sino una reflexión sobre aquello
que aún no sabemos. El sujeto del poema subjetiva el
lenguaje contra el orden, transformando y transformándose:
inventando vida virtuosa.

Esta política depende de una crítica; de una crítica del ritmo al


signo. Del ritmo, sí, que es rastro del cuerpo en el lenguaje.
Significante mayor: marca de las fuerzas que animan y hacen
decir a las palabras. La crítica del ritmo se rebela contra el
reino del signo autonomizado; contra el modo en el que el
signo, separado, se vuelve borrante del cuerpo.

Crítica es guerra, sí: pero no polémica. Porque no se trata de


vencer, sino de historizar, de mostrar funcionamientos y de
inventar. Crítica del genio de la lengua (sea el hebreo o el
griego, el alemán o el francés). Crítica del saber interpretativo
que extrae sentido de la letra y la palabra. Crítica, en
definitiva, del puro signo. Del modo en que el signo puro
semiotiza lo social. Crítica de lo teológico político. Del modo
en el que lo “semio” (signo espiritualizado) comanda el
sentido.

Crítica y política constituyen el territorio de encuentro de


Meschonnic con Spinoza en un bellísimo libro que Hugo Savino
está terminando de traducir y que presentaremos en breve en
Buenos Aires: Spinoza, poema de pensamiento.

II.

Meschonnic corta cabezas a mansalva. Es el escándalo


mismo: un poeta masacrando filósofos. Roza lo insoportable.
¿Qué ve este poeta serial en Spinoza? Un antídoto contra la
filosofía: el Lado Spinoza de la vida como antídoto contra el
Lado Descartes (o el Lado Hegel) de la vida. Que es como
decir: Lado Inmanencia contra Lado Trascendencia. Lado
Natura (de la radical historización) contra Lado Teológico (en
el que se funden lo sagrado, lo divino y lo religioso).

Spinoza como poema de pensamiento es una cima desde la


cual reprocharle a la filosofía académica su tentativa por
hacer del spinozismo un sistema explicativo, de hacer de
Spinoza un hecho pedagógico; y a los intelectuales
“comprometidos” (pero también a los estetizantes) por haber
cedido a la separación entre política y lenguaje: política sin
poema y lenguaje despolitizado son fórmulas de retorno a la
heterogeneidad de las categorías de la razón, de inmersión en
lo abstracto y de pérdida de potencia de transformación.

Meschonnic encuentra poema de pensamiento en el


funcionamiento del lenguaje de Spinoza[2]: en la la unidad
del afecto y el concepto; en la interacción entre lenguaje,
ética y política. Encuentra allí la fórmula del antídoto contra la
interminable insistencia que separa la vida humana en cuerpo
y alma. Es una cuestión de lenguaje: no hay “unión” sino
“unidad” entre cuerpo y alma. Este tipo de indicaciones
vuelven atractivo al libro. Un libro que es también
problemático porque cuestiona a los comentaristas y
pensadores que nos han enseñado a amar a Spinoza.

III.
Leer a Meschonnic no es cosa sencilla. Él mismo enseña que
el sujeto de la lectura sólo emerge en una segunda lectura.
Dicho de otro modo: es en la relectura que se engendran las
preguntas que nos detienen o aceleran, que nos obligan a
hacer nuevas conexiones. Sin ese tiempo de las preguntas
seríamos devorados por el texto. Por eso leer es entre otras
cosas tomar conciencia de las citas con las que funcionamos;
poner junto al texto problemas que no son del todo los del
autor, o tal vez sí, solo que el lector está llamado a
desplazarlos, a introducir su propio replanteo. Sin enfrentarlo
a nuestras preguntas, sin confrontarlo con nuestras citas,
¿para qué Meschonnic?

Y el problema es el carácter teológico del signo que no deja


pensar, ni saber que no se piensa. Y no se piensa porque este
carácter teológico del signo supone una posposición eterna de
la sensibilidad sin la cual no es posible la elaboración de
nuestras verdades. Es esta eminencia espiritual del signo la
que provoca la enemistad de Meschonnic y la que, para mejor
comprenderla, me impulsa a extender el planteamiento por
medio de citas que no le son afines y que me resultan
indispensables. Meschonnic deviene así, un interlocutor tan
inesperado como privilegiado para las micropolíticas (asunto
que no debería sorprender en la medida en que las
micropolíticas conciernen a la dimensión activa de la
sensibilidad de toda política).

IV

Por ejemplo, Félix Guattari. También para él se presentaba la


cuestión de los signos. Hace décadas ya selañaba la afinidad
entre máquinas semióticas de producción y orientación de
flujos y formaciones capitalistas tanto a nivel de la
constitución de lo social como del individuo mismo.[3] Era
sumamente sensible a la actividad semiótica en el centro del
funcionamiento del Capitalismo Mundial Integrado, en que el
signo independizado se torna materia espiritual y anima tanto
el mundo imaginario postmoderno como las técnicas de
control.[4]
Tras Guattari, Franco Berardi. Bifo retoma esta cuestión del
semio-capitalismo como “régimen económico que se alimenta
del trabajo mental de un número ilimitado de trabajos
precarios y fractales”, una forma de capitalismo “conectivo”
en el que la compatibilización digital tiende a colonizar la
sensibilidad.[5] El semio-capitalismo define un modo de
producción predominante en una sociedad en la que “todo
acto de transformación puede ser sustituido por información y
el proceso de trabajo se realiza atreves de la producción de
signos”. La semiotización de lo social opera coaccionando:
toda diferencia será festejada si abandona su capacidad para
diferenciarse por su cuenta. Toda diferencia será alentada si
se esfuerza por volverse código compatible.

Y Paolo Virno, claro. Interesado en Marx, Virno verifica el


ingreso del lenguaje a la producción: “en el postfordismo –
escribe– el general intellect no coindice con el capital fijo, sino
que se manifiesta principalmente como interacción lingüística
del trabajo vivo”.[6]

Conectividad y lenguaje aparecen, así, como operadores


fundamentales en el semiocapitalismo. En el semio-
capitalismo reina el signo. Y es solo a través del signo así
sacralizado que se valoriza el capital, que se produce el
mundo como capital.

En el mismo sentido funciona la noción de producción de


pseudo-mundos en Maurizio Lazzarato. Para realizar una
mercancía -escribe- el capital crea el mundo en el cual los
posibles existen como signos (imágenes publiscitarias, por
ejemplo) que se actualizan en los cuerpos bajo la forma de
cambios en la sensibilidad.[7] La mercancía vale como signo
de realización de ese mundo. Suely Rolnik muestra bien cómo
la realización del mundo en la mercancía actualiza la promesa
del paraíso de la religión.[8] Trabajamos por el éxito, el éxito
es la adecuación a signos paradisíacos.

Y Christian Marazzi, que hace foco en cómo funciona el


lenguaje en la organización del capital financiero, creando
convenciones para que millones de ahorristas de todos los
tamaños puedan orientarse sin apelar a referentes corpóreos.
El virtuosismo del lenguaje –puesto a coordinar acciones
estratégicas y especulativas– ordenando los flujos de
inversión.[9]

El capitalismo se vuelve “semio” en el momento en el que el


alma abandona al cuerpo, como dice Deleuze para referirse al
momento en que la fábrica es abandonada por la empresa, y
en particular, por el departamento de ventas.[10] El “semio”,
del semio capitalismo, por todos lados.

V.

Walter Benjamin ya lo había visto cuando tituló unos apuntes


breves: “el capitalismo como religión”: lo teológico político
persiste secularizado. Persiste como política sin
transformación y lenguaje ultra-retorizado. Sobre este punto
insistía León Rozitchner en sus últimos escritos[11]. Hay una
afinidad evidente entre su las críticas de su “izquierda sin
sujeto”[12] y las retóricas que se acomodan a lo que
Meschonnic ve como el discontinuo teológico, como
discontinuo entre cuerpo y signo, como preeminencia del
signo, del signo borrante del cuerpo (esa afinidad expresa una
común incomodidad frente al estructuralismo).Para Rozitchner
la espiritualización del signo, eso que Marx llamaba
fetichismo, se opera –castrándolo- en el cuerpo afectivo.
Cuerpo contra cuerpo entonces. Cuerpo-Afecto contra Cuerpo-
materia devaluada por la exaltación de una razón separada.
Cuerpo-Resistente historizado contra Cuerpo-Fetiche
espiritualizado por medio de una estetización/semiotización
generalizada.

Leer a Meschonnic con Rozitchner permite socializar la


potencia política del poema contra aquello que Guy Debord
llamaba en La sociedad del espectáculo la unión “de lo
separado como separado”.

Me es imposible leer a Meschonnic sin ciertas citas.


VI

Spinoza, poema de pensamiento es el intento por refutar la


idea según la cual una filosofía construida more
geométrico (como está construida la Etica de Spinoza)
excluye la hipótesis de un sujeto creador de sentido. Sólo que
este sujeto ya no es el sujeto filosófico apegado a comprender
el sentido por medio del signo, sino aquel que surge en la
realización de la concatenación potencia-afecto, potencia-
concepto, potencia-lenguaje. Es el gran combate del Tratado
Teológico Político: la desacralización de lo divino trascedente.

La vida que este libro de Meschonnic sobre Spinoza pueda


tener entre nosotros es aún un misterio. Aunque no es difícil
imaginarle vastos territorios sobre los que podría
intervenir[13]. En primer lugar, el territorio de la reflexión
sobre el lenguaje (una reflexión debilitada según Meschonnic,
por el “giro lingüístico”), el terreno de la poesía, del ensayo y
del psicoanálisis. En segundo lugar, el de la filosofía y, en
particular, el de los estudios sobre Spinoza. En tercer lugar, el
territorio del pensamiento político singado por la necesidad de
su renovación, sobre todo allí donde los vientos de cambio
corren serios riesgos de extraviarse en teorías formalistas, en
retóricas declamacionistas y en encierros identitarios.
La actividad del Spinoza de Meschonnic en estos territorios tal
vez permita trastocar, hacer trabajar el desencuentro entre el
“izquierdismo del pensamiento y su propia incompatibilidad
con el intocable signo”. Aprendiendo de Meschonnic a leer en
Spinoza el lenguaje como “potencia en acto del intelecto” y
como implicación entre “ética y acto de lenguaje”.

Es lo que entiendo cuando leo que el lenguaje vuelve a ser la


guerra

[1] Henri Meschonnic, Spinoza, poema de pensamiento; Editorial Cactus y Tinta limón
ediciones, Bs-As, 2015-
[2] En su modo de “mal tratar” -es decir, de bien-escribir- el latín
[3] Félix Guattari, Líneas de fuga, por otro mundo de posibles, Ed. Cactus, Bs-As, 2013.
[4] Francisco José Martinez; Hacia una era Post-mediática, ontología, política y ecología en
la obra de Félix Guattari, Ed. Montesinos, España, 2008
[5] Franco Berardi (Bifo), Generación Postalfa. Patologías e imaginarios en el semio-
capitalismo; Tinta Limon Ediciones, Bs-As, 2007.
[6] Paolo Virno, “Diez tesis sobre la multitud y el capitalismo postfordista”; en Gramática de
la multitud.
[7] Mauricio Lazaratto, Políticas del acontecimiento, Tinta Limón Ediciones, Bs-As, 2006
[8] Suely Rolnik, “Geopolítica del rufian”, en Micopolíticas. Cartografia del deseo, Tinta
Limon Ediciones, Bs-As, 2005.
[9] Christian Marazzi, Capital y Lenguaje; hacia el gobierno de las finanzas; Tinta Limón
Ediciones, Bs-As, 2013.
[10] Gilles Deleuze, “Postdata a la sociedad de control”, en Dos regímenes de locos, textos
y entrevistas ()1975-1995), Ed. Pre-textos, Valencia, 2007.
[11] León Rozitchner, El materialismo ensoñado, Tinta Limon ediciones, Bs-as, 2011.
[12] León Rozitchner, “Izquierda sin sujeto”, http://www.redroja.net/index.php/pensando-
criticamente/2036-la-izquierda-sin-sujeto
[13] Y antes casi no tuvo vida, sólo una pequeña tirada en francés, a cargo de una editorial
ya desaparecida

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